Definiciones Muertas - Luis Pedro Villagrán Ruiz

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DEFINICIONES MUERTAS

Luis Pedro Villagrán Ruiz

Definiciones muertas
3.ª Edición
Villagrán Ruiz, L. P. (2020). Definiciones muertas.
Serie Periferia: Guatemala
56 páginas

Literatura guatemalteca
Poesía guatemalteca
Colección «Síntesis»

© Primera edición, 2011


Litografía Superior
@ Luis Pedro Villagrán Ruiz

© Segunda edición, 2014


Cava Editores
© Luis Pedro Villagrán Ruiz

© Tercera edición, 2020


Serie Periferia
© Luis Pedro Villagrán Ruiz

ISBN: 978-99939-0-185-3

Selección, edición y revisión al cuidado de Marlon Francisco


Diagramación: Luis Pedro Villagrán Ruiz
Diseño de portada: CCCCCC
Ilustraciones: «sin título», «necro» y «secreto» a cargo de
© Cinthia Batres, 2012

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su


incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en
cualquier forma o medio, sea este electrónico, mecánico, por
fotocopia, grabación y otros métodos, sin el permiso previo y por
escrito de los titulares de los derechos de autor.
Aquel gamberro y sus poesías

Revisitar un corolario de poesía joven es apercibirse de las fragancias


y anhelos que dejaron su impronta perenne en aquellas páginas, ora
ya añejas. En cada giro, cada esquina, intuimos al poeta. Está su
perfume en alguna camisa, podemos escuchar sus zapatos sobre el
parqué. Encontramos, frescas, sus lágrimas en la almohada. Llegamos
a los últimos versos y creemos que vamos a su encuentro, a saludarlo,
a contarle todas las correspondencias con nuestros propios sentires.
Pero no está. La voz era un eco.

El gamberro ha crecido, no obstante, y sus afanes son otros. Si pese a


vivir en Guatemala –país con especial vocación para marchitar las
sensibilidades artísticas de sus jóvenes- continúa escribiendo y
bruñendo su voz poética; nos damos por saciados y bien servidos. El
muchacho no está pero. ¿El Poeta? Si ha sido honesto en sus
indagaciones y en sus palabras, la respuesta es rotundamente «sí».

Tener la ocasión auspiciosa de reencontrarnos –y reconocernos- en


Definiciones muertas y presentar esta reedición es una excursión por la
búsqueda, el desasosiego y la delicia más desnuda. Se debe en primer
lugar admirar la obra, gozarla, ahondar en su lírica, en sus
sonoridades, sus motivaciones y comprender que el niño que buscaba
venganza, Paulo y su estrella más hermosa y ahora lejana, que cada
copo de nieve, cada madrugada de éxtasis y dolor existen y ocurren
de nuevo al momento justo de retomar la lectura.

5
Luego simplemente se debe allanar el camino para que la poesía siga
su cauce. Procurar intervenir en lo mínimo, acaso una palabra,
sugerir algún sinónimo que respete el sentido del verso, utilizar el
espacio en blanco como poesía ya que, al igual que en la música - otro
don portentoso del autor de este poemario - los silencios también
forman parte de la melodía.

Luis Pedro Villagrán Ruiz, aquel gamberro, ha tenido a bien legarnos


un primer poemario que se sostiene solo, que habla por su cuenta y
resiste la prueba del tiempo. Sus versos tienen un buqué muy
intenso, las emociones están a flor de piel y el Hoy con sus urgencias
se entroniza en buena parte de los poemas.

Otros giran el rostro hacia la memoria, un país tan buscado y poco


conocido, para encontrar razones para la presente saudade, para
comprender la mecánica sublime de la nostalgia y para armar las
piezas que se desacomodaron en el alma, acaso por lo brusco del
trayecto. Es una poesía cercana, palpable, un retrato con miríadas de
detalles al ojo del buen observador. Es un mosaico de sentires y
desbordamientos líricos para almas genuinamente afortunadas.

Estamos ante un libro que no es tímido ni montaraz. Es una voz


joven, sin duda, pero definitiva, rotunda, clara y en diez años no ha
perdido ni un ápice de su enorme capacidad de asombro, de generar
profundas emociones. Ahora es un enorme gusto, honor y
satisfacción invitarles a la lectura, deleite y apropiación de estas
Definiciones muertas ahora más vivas que nunca en cada corazón
lector.

Marlon Francisco
Ciudad de Guatemala, 16 de octubre de 2020

6
Poesía
no importa
si me quiso o no
solo sé que olvida
igual de pronto
como finge amor

- nos parecemos tanto -

intentaré de manera sobrehumana


no preguntar si me extraña...

saldré a caminar

crearé historias
con los paseantes que vea

(sin duda
mejores que la propia)

con mis divagaciones intentaré olvidar


que a unos kilómetros
se encuentra
comiendo una gran manzana...

11
yo pude
haberte sido fiel

con mayúsculas

como te dije tantas veces


cuando no escuchabas:

mientras esté con vos soy tuyo


cuando me dejés regreso al viento

no quisiste escucharme

solo llenar mi boca con vos

12
deben ser
los dedos de tus pies
- seguro deben serlo -

el e s p a c i o
entre cada uno de ellos

por donde se cuelan mis suspiros


por donde mi lengua ansía meterse

o tal vez tus manos


- fuertemente -
en mi espalda

o el intelecto admirable
que componen tus neuronas
de las cuales espero algún día apoderarme

o quizá sea yo que puedo


(dentro de vos)
desnudar ese espíritu

travieso
lúdico
erótico
inteligente
sensible

que había considerado


desde hace mucho tiempo
totalmente perdido

13
nos movíamos despacio

- éramos un coro -

yo te hacía en mi cabeza
poesía viva

en todos mis poros


llenos de vida

habíamos muerto

durante treinta segundos


a coro
habíamos muerto

desnudos
llenos de vida

reencarné en vos

14
cuando sale el monstruo
no queda más
que cuidarme

hacerme un capullo

volarte los sesos


ser la magdalena
- qué otra me queda -

dispersarme
en más y más fragmentos
volverme loco
diferenciarte del resto
verme en el espejo

15
he buscado maneras
-y me ha costado un poco-
para no pensar en vos

siempre vienen en disfraz de gala


pienso

recuerdo a elphaba
ella me dice que se avergüenza de su imitación

yo le digo
que no la imita
él quiere ser ella para tener algún poder

me descubro pensando una que otra vez


en otros
lo que ahí está
de vez en cuando parece pertenecerme

yo le puedo dar clases de lengua a mi manzana


sé que las disfruta
a veces las extraña

yo también

en el ínterin
pasé el tiempo con Elphaba
tan noble
tan buena
tan incapaz de recibir
tan «buscando grises
para no sentirse nunca
ni negra ni blanca»
como si fuera pecado
vivir y sentir

16
te imagino en la sombra
lejos de las luces
y del ruido
ahí encontrás tu paz

te imagino
miserable
cobarde
pensando en nada
buscándolo todo
marcando todo
queriéndolo todo
disfrazando el ego
con humildad-arrogancia
pisando niños que buscan venganza
matando a tus niños
dándolos a los leones

en esa sombra
encuentro lo que algún día
- cuando creía y sentía -
hizo que pensara
que tal vez
vos podrías ser
el mejor estuche
para guardar mi poesía

17
quedarán
las canciones
el recuerdo
de los gestos
los ecos de las palabras
el sentimiento de calor
el ego sublimado
el olor en las sábanas
los vellos en la bañera
las peleas ridículas
motivos para pensar

quedará
el orgasmo áspero
el susurro nocturno

quedará por siempre la poesía

18
coincidieron dos copos de nieve

uno guarda
congelada
una lágrima en su interior

decile que no se preocupe

cuando el sol ceda y les abrigue


los dos copos se fundirán

serán agua

ni lágrimas
ni nieve

serán vida

19
falta tanto que comprender
que leer
entre las líneas de tus dedos

tanto más por tatuar en tus poros


abiertos
abiertos como tu cuerpo

hacer los cronogramas respectivos


para no perder
un segundo más mientras escribo versos a la distancia
que separa
mis ojos cerrados de tus labios
rojos
inflamados
encandilados
embravecidos
calientes por sus besos
que reemplazan
mediocremente
los míos

20
quiero arrancarte el sentimiento
que te duele
y volverlo mío
porque soy fuerte
o creo serlo
y quedarme con todo eso
dentro
para que vos no tengás que sufrir

para que tu cara


no me parta más
y no hacer añicos
el último trozo de corazón
que me queda

había olvidado que vos


ya habías tallado
todo este mármol

21
desafortunadamente feliz
guardando la esperanza
de que no seás verde o gris
y reaccionés ante el cofre

¿dónde andabas metido?, me preguntás

te respondo:
en una caja que nadie ha tenido el valor de abrir

ahora empieza todo


jugá, jugá con la caja

te invito desde dentro.

ya sos poesía

ya me cuesta dormir

22
siempre quise ser el amante

el que puede con todo

quien destruye las torres


y carga con el plomo

y aquí me ves ahora

mártir
e idiota

23
voy a escribirte a vos
porque no tengo a nadie más a quién decirle que es grande
no es que seás la última opción: sos la primera
simplemente
en esta época
donde todo se va entre las manos
con el sexo y el reality
lo único que queda
es honrar la sinceridad
con la que me mandás a la mierda

y los huevos

24
él es guapo y alto
tiene pestañas y ojos hermosos
sus manos son grandes
es blanco
tiene un apellido rimbombante
nunca ha trabajado

como vos
fuma todos los días

yo sé su nombre

cuando caminabas conmigo


preguntaban por él

está, levemente, más acabado que yo

tiene un carro bonito


es un hippie wannabe con ropa de marca

seguramente es una fiera en la cama

te debe pedir diez rondas sin quejarse


debe exigir más
gemir como idiota
le gusta duro
como a vos

insisto en que es alto, tiene manos grandes y piernas gruesas

|los imaginé hermosos|

están tan acostumbrados


que ninguno de los dos tiene ya nada que perder

vos
no me hacés falta

25
me hace falta el sexo

ahora entiendo
que la única conexión
entre vos y yo
quedaba justo entre las piernas

no me importa ahora

eso lo encuentro siempre

al menos eso
no me ha costado

me cuesta más
que gente como vos
deje de pensar en sí
para descubrir que aquí
hay mucho más
que este himno que entona
desgarrante
«no parés, no parés»

26
el matadero
epigramas

yo solo quería que pasáramos de largo


quería dejar de reconocer tus ojos
tu nariz - tus pómulos
el pelo, salvaje
quería comprender que eso ya está vacío
- los ojos, digo, y todo lo demás -
pero me temblaron las pupilas
y las manos
te hablé

II

nosotros
ya habíamos compartido
saliva
y otras cosas

me hundí en tus entrañas


y ahora meto los pies aquí

estoy tendido en el matadero


espero que des el primer corte

III

la Muerte se siente bien entre las sábanas


es fría e impaciente

(me vuelvo idiota con vos


soy tan pequeño y mediocre con vos)

con la Muerte jugando entre las sábanas


me pregunto si te miento
o le miento al mundo por vos

27
IV

yo absorbía la vida que me dabas


a cucharaditas con jeringuilla
todo medido, mirá

vos me otorgabas patética existencia

yo me comía los restos de sus besos


en tu cuello
tocaba

los ecos de sus dedos


en tu sexo yo moría en cada orgasmo suyo
y perdía el mío por tus miedos

VI

yo atesoraba tus miradas de consuelo


de lástima
como queriendo pensar que simulaban
un te quiero
reprendiendo mi derecho a exigir
y exigirte

éramos dos peces encallados en nuestros propios deseos

vos querías poder


yo podía quererte

28
me encantaba escribirte poemas
cuando no te conocía
cuando no sabía que te lavabas las orejas todos los días
con jabón debajo de la regadera

me parecía hermoso
verte con las manos y los dedos
arrancándote los lóbulos con agua caliente
me enloquecía
que aprovecharas ese momento
debajo del agua
para arrancar mis lóbulos con tus dientes

fijate que hay tantas cosas que quisiera decirte


quisiera comenzar diciendo tu nombre escribiéndolo, pues
- vos me entendés, yo sé que me entendés -
pero no te quitaste
todo el jabón de las orejas
y no quiero hacer burbujas dentro de tu cráneo

quisiera quizá
que nos tomáramos un café
ponerte al día
sin tocarte y sin dejarte tocarme
solo para que sepás que estoy bien
para confirmar lo que sé
que vos también

ojalá algún día


vos me abrás una puerta como antes
para hablar
para ser amigos
para no quedarme así
aventándote la trenza en el bar
que te quise así, de este tamaño
(mirame, estoy abriendo los brazos lo más que puedo)
y no quiero ser así

29
me preguntaste
si podías besarme

no si quería

y me condenaste

de haber sabido que tus labios


ocultaban espinas
me hubiese negado de entrada

yo no quería…

necesitaba

¡y cada vez que te besaba me sangraba la boca!

30
podría ser posible
que un día cualquiera
algún fantasma regrese por mí

me alegraría muchísimo

ver una cara que reconoce mi rostro


identificarme en sus pupilas

reconocer el cadáver:
«¿en qué estábamos...?»

me haría muy feliz

no me sentiría tan solo...

sabría qué preguntar


qué contestar
qué decir

no tendría miedo de hablar


me equivocaría otra vez
con ganas
y me lo volvería a perdonar

31
a veces
lo mejor es tomar firmemente el lapicero

presionarlo con violencia sobre el papel


y escribir fuerte
para que sepan
que en realidad

gritas

…y lo noten…

32
es el desgaste de recordarnos
lo que no sabemos
lo que no conocemos
reinventar lo muerto
lo ultrajado
hacerlo insurrecto
implosionarlo
apuñalar las palabras
asfixiar las normas
asesinarnos con ellas

33
niña
amiga
mujer:

cuando él te penetra
lo hace para sentirse hombre

para recobrar
todo lo que la sociedad le ha quitado

no confiés en su esperma
es solo refuerzo y esfuerzo

de su identidad perdida

34
escribe con furia
sus dedos exudan dolor

escribe con todo el sentimiento que puede


siempre se ve todo mejor en el papel
mejor que en su cabeza

escribe con todo con sangre


agua
y sal

escribe y así se mantiene vivo

sabe que no es pecado sentir

sabe bien que nada es pecado

35
jugábamos con arcilla
moldeábamos
amigos imaginarios a nuestro antojo

éramos una masa cadente que gemía

con el espíritu fuera del cuerpo


haciendo travesuras
y con el cuerpo más vivo que nunca

nos hicimos grandes

36
sé que vas a venir
que no vas a preguntar nada
no preguntarás qué hice
ni qué me han hecho
si me han golpeado
si he pateado un rostro
defendiendo mi cuerpo

vas a venir
a lamer mi espalda
mis cortes

y yo te voy a dar
las perlas que guardo en mi boca

todas

37
para renovarme
me convertiste en planta
de esas que te gustan
porque te dan paz y alegría

yo nomás soy feliz dándote frutos


esparciendo semillas
sanando mis raíces
ofreciéndote sonrisas

sos baba de caracol


para las definiciones que ya había considerado muertas

38
los amantes
tenemos derecho a saberlo todo

por eso somos quienes somos


y estamos cuando estamos

por eso nos buscan y nos dejan

sabemos más que esos labios


que se comen nuestras piernas a mordiscos
porque somos más que esos corazones parcos

no pedimos nada y damos todo

sufrimos en silencio
dejamos tiradas nuestras alas
regresamos al polvo
consolamos corazones rotos mientras rompen el nuestro
callamos las ganas de tomarnos en público las manos

por eso tenemos derecho a saberlo


todo

para no perder la conciencia y el control

para tener presente lo que somos: amantes


algo así como cosas

porque besamos donde el corazón no deja


tocamos
donde no creemos
que exista más que carne

escuchamos sin decir nada

somos necesarios para salvar almas perdidas


y en el camino
perder las nuestras

abrimos nuestros brazos


duermen en nuestros pechos
escuchan la tortura mientras late

39
deslizan sus índices por nuestros cuerpos

se comen nuestras palabras


regresan a la rutina donde por su parte fingen

nosotros
por la nuestra callamos

somos las mejores piedras

por eso nunca nos dejan ni nos comparten


somos en la cama lo que no existe
en la charla los que menos juzgan

nos prestamos al juego


porque nuestra libertad es muda
somos silencio
porque somos los mejores amantes
los mejores amigos

somos
desechables
reciclables
dispuestos
ilusos
inexpresivos
parcos
masoquistas
felices
libres
palos
culos
hoyos
tontos

40
te pude haber querido tanto
de aquí a la luna
con todas las fuerzas
y los ánimos
con toda la voluntad

me hubiera arrancado todo el cabello


y lo hubiera tejido para hacer almohadas
para que durmieras
-para que durmieras-
(para que durmieras)

tristemente
un letrero burlón en tu puerta decía
con tu letra parca
tu letra dormida
tu letra perdida

«Please, do not disturb»

no
no fue mi culpa

41
cuando vengás, sin cadenas ni miedos, habrá un refugio entre mi
oreja y mi cuello para tus deseos más perversos. y no voy a
escucharlos. voy a ser una caja y camisa de fuerza. pero cuando vengás
sin cadenas. mientras tanto, soy pimienta.

soy opio.

42
Narrativa
estupidez

ser estúpido nunca ha sido un problema para mí. vaya. no importa.


me pediste un abrazo, y me comiste la oreja izquierda. entre poner
resistencia y disfrutar del placer gratuito que te provoca darme placer,
prefiero la segunda. siempre he creído en vos, y estoy seguro que ese
es el problema: creerte. si supiera que mentís, no me daría miedo
irme. como sé que no tenés nada que perder conmigo, convulsiono. y
cuando te veo, convulsiona también todo adentro. es ahí donde
quiero estar; es ahí donde te quiero.

ser estúpido nunca ha sido un problema para mí. que te he ofrecido


esperar sin ningún problema a que arreglés los desastres que has
causado en tu propia búsqueda. que no me importa que tengás que
resolverte para tenerte todas las noches en mi cama y comerte el
cuerpo, y marcarte con la boca y arañarte la espalda.

pero, ¡es que ser estúpido nunca ha sido un problema para mí!
siempre he comido las mejores frutas o al menos, las que a mí me
gustan. y me gusta, también, adornarlas y ponerles corazones, caritas
felices para no sentirme tan miserable. a vos te pinté mi lengua en el
cuello. está borrada ahora, pero te hace falta. y tu lengua –delicia- me
hace falta.

me encanta perder el miedo y escribirlo, porque sé que te gusta


cuando me entra la locura y busco otras formas de decirte lo que sea,
que hablando nunca llegamos a nada. cuando te he escrito, te he
puesto a pensar. qué me importa, entonces, si no me querés.

ser estúpido jamás ha sido un problema para mí soy la cocaína


favorita de cualquiera:

entre más deshecho, mejor polvo

45
madrugada

me despierto sin haber dormido nada. aquí estás, a la par mía. todo
el cuarto huele al reciente escándalo de la madrugada. me encanta.
te doy un beso en cada ojo y abro los brazos para que te trasladés de
la almohada a mi pecho. meto mis dedos entre tu pelo y te doy los
buenos días.

esto es demasiado, pienso, mientras tu índice derecho recorre desde


mi rodilla hasta mi ombligo, de ida y vuelta. recuerdo un par de cosas
que te dije anoche más otro par que me dijeron. pierdo el miedo:
estás aquí, a mi lado, en mi cama, y me encanta.

te quiero mucho hoy, te digo.

soltás esa risa que me pone los pelos de punta, no por miedo, sino
por el placer que me da oírte reír.

soy escritor, sigo diciéndote, así que no tengás miedo. te vi y quise


hacerte poesía, sos un nuevo libro, una nueva historia.

sonreís para mí. nada más para mí.

yo también tengo un par de cosas que limpiar de mi clóset. también


tengo un par de fantasmas atrás que me persiguen.
y también tengo miedo.
pero hoy no.
hoy me despierto con tu olor.
nada más me importa.

46
el niño que buscaba venganza

El niño que buscaba venganza mintió de nuevo en casa para verlo. Se


engañó pensando que podía recuperar algo, aún lo mínimo, aunque
fuera solamente el sexo. No dudó un segundo, no dudó nada.
Escribió un par de palabras en medio del polvo y se bañó. Arregló
todo para que cuando se viesen, le gustara su cuerpo; para que
recordara y extrañara su cuerpo. Un poco de loción, un poco de
crema. Un poco de pasta dental, de enjuague. Deja los cigarrillos en
casa, no quiere oler a mal recuerdo. El niño que buscaba venganza se
viste y se pone el mejor bóxer: para que se lo quiten. Para que le
recuerde y le extrañe. Se prepara para hacer el amor con él por última
vez.

Un carro. Un poco de gasolina. Un par de cosas que devolver. Se


enciende el motor. El niño también se enciende.

El niño que
buscaba venganza
nunca sintió tan

l
a
r
g
o
el
camino desde su casa
verde - amarillo – amarillo – amarillo - rojo................

verde - (sms: ya estoy aquí)

hasta la otra

El niño piensa dos veces antes de bajar del carro. Baja y saluda sin
verle a los ojos. Le da sus cosas en la mano, y se dispone a entrar a la
casa. Saluda a los perros - cree que los extraña, y que ellos, también.
47
Suben a la alcoba. Se abrazan y se huelen. Se acuestan en la cama. El
niño que buscaba venganza le quita la playera. Se besan, se tocan, se
disfrutan. Tal como lo ha pedido, piensa el niño. Él está ido:
descubre cómo extraña ese cuerpo, cómo extraña ese olor, ese sudor,
ese sexo. El niño que buscaba venganza decide recuperar eso que
tiene encima (el cuerpo y el alma). Sí, ese niño que buscaba venganza
deja que lo desnuden.

Y hacen el amor. O eso cree.

Se beben y permanecen acostados. El niño piensa que es mejor irse.


Pero la plática aún empieza. «Cuando estaba con vos, me pajeaba viendo
porno. Ahora que no estás conmigo, me echo la paja pensando en vos», le
dice al niño.

70 % bien, dice el niño que se siente. 70 %. 65 %. 30 %.

¿Qué dijo el niño?

El niño ha hablado. Ha dicho lo que siente. Sin pena, sin gloria.


Únicamente, como antes, cuando estaban juntos, se siente en
libertad de compartir lo que siente, hace y piensa. Y a él no le gusta.

No quiero seguirte escuchando, le dice al niño. Y así, medio


desnudo, lo devuelve al carro en el cual vino. No hablemos en años,
adiós.

El niño que buscaba venganza. Así le ha bautizado él. Un traidor.


Una decepción. Un error. Ese niño no buscó vengarse nunca. El
niño quería hacer el amor e irse. Pero esa cama que cuenta tantas
historias, ese día, esa noche, estaba llena de piedras.

Aún tengo algunas en mis bolsillos.

48
Diálogo V

Soltame la mano, gruñiste en secreto. Lo suficientemente-en-secreto


para que solo unos cuantos grillos y yo te escucháramos. Tajaste un
pedazo de mi pecho y lo comiste crudo, regocijándote en mi sangre.
Por qué querés que te suelte, te pregunto. Que están aquí mis
amigos, ¿o no entendés?, señalás. A veces parece que tenés seis años y
querés ir tomado de la mano, como si no pudieras caminar solo.

Que camino muy bien solo, pienso, pero tengo que guiarte de alguna
manera. No te tomo de la mano porque yo quiera, es que siento que
podés caerte y destrozarte en cuestión de segundos. Te he visto
desmoronarte en mi pecho, en mis brazos, ¿por qué no puedo
tomarte la putísima mano? Pero solamente lo pienso. Con pensar no
gano nada con vos.

Te suelto y me libero.

Me busco un trago. Voy a la barra, con tus amigos. Más bien: Voy a
la barra con quienes pensás que son tus amigos y me pasan tu cuenta.
No tu cuenta de consumo, sino de niños ultrajados.

Pido una cerveza. Lo pienso mejor y cambio a vino. Estoy


celebrando. A veces me pregunto qué tanto celebro con tanto vino.
Me caería mejor un aguardiente, para que se parezca a vos, y te
recuerde con el ardor y el dolor en el estómago cuando, lentamente,
caés como gaviota en el agua.

Yo soy tu pez.

Corrijo: yo era tu pez.

Y tantas correcciones intentando describir que no quisiste tomarme


de la mano sólo sirven para adornar. Me pasan una copa de vino
tinto. De pronto comienza la lista de nombres y edades.

49
Para ignorar el picoteo taciturno en el pecho, me distraigo viendo
para ninguna parte. Quizá viendo a todos lados. Viendo nada,
seguramente. Volteo y seis pares de ojos hambrientos me devoran de
inmediato mientras camino hacia donde vos estás.

En medio del círculo de atentas damas y atentos caballeros, te veo


feliz. Y estás hablando. Con esas muecas que dan miedo por el miedo
que te da hacerlas. Como si no confiaras siquiera en tus manos y
cómo bailan cuando querés que acompañen tus palabras, ya
incoherentes, ya incisivas.

No, realmente no valés tanto la pena.


Pero yo estoy celebrando.
Celebrándote.
Sos bello.

Bravo, gaviota.

Tenés el pescado en el pico.

50
Un cuento de hadas

Agitaba las pelotas chinas antiestrés que tintinean como campanita.


Supuestamente su ruido calma y da paz. Sin querer, una resbaló por
su mano y al llegar al suelo, se rompió.

- ¡Gracias! ¡Gracias por liberarme! – gritó el hada y salió volando


asustada por las rejillas de la ventana.

Decidimos entonces romper la otra. Pero el hada ya estaba muerta.

51
La última sirena

Le han dejado de importar muchas cosas. Ha visto cómo el polvo


cubre las cortinas raídas de su habitación, y no se ha cepillado el pelo
durante días. Se ve lo loca que está, dicen los vecinos. A ella ya no le
importa, se sienta en el sillón pardo y sucio detrás de las telas
traslúcidas para observar, durante todo el día la calle que está frente a
su ventana. Esta ventana es mía, repite entre el humo de sus
cigarrillos. Sus uñas están llenas de mugre verdosa. Hace ya algunos
meses que no se hace la manicura. Cualquiera pensaría que lo que
esta mujer quiere más en la vida es dejar de tenerla. Pero se
equivocan. ¡Y vaya equivocación!
Esta ventana es mía.
Hace poco que se ha adueñado de la pequeña casa de jengibre. Así
llaman a la casa, no porque esté hecha de este material, que de hecho
no es material, es, más bien, una planta zingiberácea , sino por el
color opaco con el cual está pintado su exterior. Que es una bruja,
una loca, se rumoraba. Que es como una leyenda viviente, un retrato
en vida de todas las mujeres protagonistas del miedo popular. A ella
le han dejado de importar muchas cosas, y esta manifestación
cultural de inventarle historias a las personas, que bien podría
llamarse literatura, es una de ellas. A veces se le ha ocurrido
desnudarse frente a la ventana. No pueden decirme nada, piensa,
estoy dentro de mi casa, dentro de mi ventana. Y se quita la ropa. Los
primeros en llegar son los imberbes y como si se tratase de un show
privado, le gritan que haga cosas, que se toque partes y otra retahíla
de perversiones curiosas propias de la edad, pero que a partir de esta,
ningún hombre pierde. Ella no los escucha. Le complace mostrarse
desnuda en la ventana y, al contrario de cómo se imaginan a esta
mujer, es en realidad hermosa. El pelo es lo que se ha descuidado, y
las uñas, pero su carne joven y rostro simétrico podría ubicarla entre
el conjunto de lo que se denomina mujeres hermosas. Lo que pasa es
que le han dejado de importar muchas cosas, asuntos y banalidades.
Incluso las cuestiones de importancia le son indiferentes.
Ella es feliz.
¡Loca puta!, le gritó un chavo que ha pasado curioseando. Esta
ventana es mía, repite ella en voz baja. Es mi pecera y yo la última
sirena que queda en la faz de la tierra.

52
Híades

Ya te dije que no me llamés a esta hora.

Del otro lado del teléfono, Paulo se desmoronaba en mil pedazos.


Aún la noche celebraba su fiesta de bienvenida: la danza de estrellas
que comenzaban a darse cita entre la capa azul marina. Paulo se
contuvo, no había tiempo de ver hacia arriba. Que no llame a esta
hora, pensaba. Que no llame a esta hora, pero a qué hora sí puedo
llamarla. Por cada estrella naciente, una pregunta.

Paulo atravesaba el pasillo, de un extremo al otro, con ansiedad.


Tenía el estómago frío, los vellos de los brazos erizados y agua en las
glándulas. El cenicero estaba lleno de mentiras y colillas apagadas.
Sus pasos retumbaban con majestuosidad, apurados y arrítmicos. La
sala de al lado estaba vacía. Él también, y esperaba llenarse con esa
llamada, con la voz al otro extremo del teléfono. Apresurado, marcó
de nuevo.

Paulo, te he dicho mil veces que no me llamés a esta hora.

Y otra vez el silencio.


Ansioso, con miedo y rabia, entró en la sala. Se sentó frente a la
ventana y vio que la fiesta estaba llena. Incluso, había un par coladas.
¿A cuántas no había visto la noche anterior? Es que así son las
estrellas, pensó, impredecibles, inesperadas.

Estela, -la voz al otro lado del teléfono- ya le había contado en


muchas oportunidades que su marido, Daniel, sospechaba sobre su
infidelidad. A Paulo no le importaba. Le decía que vivieran juntos,
que dejara a ese paria que la golpeaba cada vez que faltaba un centavo
en la billetera, que la golpeaba cada vez que estornudaba o se
olvidaba de echarle sal a la comida.

Paulo le prometió que sin sal, o con demasiada, su luz iba a estar
segura en sus ojos. Y así era. Por eso ella escapaba por las tardes,

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corriendo de la mano de Paulo hacia el horizonte. Era la rutina de los
martes y los viernes. Paulo marcó nuevamente el número. Esperó.

Por favor, no llamés ahora, que Daniel se ha enterado y me escondo


en el baño.

Y otra vez el silencio.

Ahora sí, su estómago estaba rígido y se volteaba intentando


escapársele por la boca. Si así es mi miedo, mi temor, pensaba, no
imagino el de Estela. Se levantó del sillón y tomó su saco. Él era,
ahora, no sólo Paulo, sino un héroe. Salió del apartamento y dejó la
llave sobre el dosel de la puerta. Bajó las escaleras y en lo único que
pensaba era en Estela. En salvarla de Daniel.

Al llegar a la puerta del edificio saludó al portero. Le dijo que volvía


pronto y que volvía acompañado, que dejara la puerta sin llave
porque volvía pronto. Era nomás cuestión de unos minutos. El
portero asintió y le dijo, No persiga más a las estrellas, porque son
impredecibles, inesperadas. Paulo no escuchó; él era un héroe ahora,
con su saco y su corazón escapándosele del pecho.

Cinco minutos, nada más. Cinco minutos caminando y tres si corría.


Eso iba a tardar en llegar a la casa de Estela. ¡Qué despiadado que
era! ¡Daniel, qué despiadado que era! Y él, tan inocente, creía en que,
si corría lo suficientemente rápido, llegaría a casa de Estela a salvarla
de ese martirio, de ese Gólgota, del infierno al que se condenó por
no haber conocido antes a un verdadero hombre. A un hombre
como él.

Marcó nuevamente. La preocupación era demasiado fuerte. Voy para


allá, le dice. Pero apurate, que está rompiendo la puerta, dice Estela.
Y es que Daniel era fuerte y podía desinflar un balón con la mano.
Recordaba, pues, Paulo, las incontables veces en las que le besó las
cicatrices y los moretones. Recordó cómo estos parecían desaparecer
cada vez que sus labios terminaban su labor en esa piel blanca,
resplandeciente, fosforescente.
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Apurate, por favor, que ya está adentro. Y otra vez el silencio.

Paulo corrió sin ver al cielo. Corrió a la casa de Estela sin notar que,
un minuto después de haber escuchado ese último silencio, el cielo
había retumbado para recibir a la última invitada de esa noche.

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