Sacar Conclusiones y Hacer Inferencias

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Un hombre solo en una casa sola

Jorge Teillier

Un hombre solo en una casa sola

No tiene deseos de encender el fuego

No tiene deseos de dormir o estar despierto

Un hombre solo en una casa enferma.

No tiene deseos de encender el fuego

Y no quiere oír más la palabra Futuro

El vaso de vino se ha marchitado como un magnolio

Y a él no le importa estar dormido o despierto.

La escarcha ha empañado las ventanas

Pero a él sólo le importa mirar la apagada chimenea

Sólo le gustaría tener una copa que le contara una vieja historia

A ese hombre solo en una casa sola.

Una historia como las que oía en su casa natal

Historias que no recuerda como no recuerda que aún está vivo

Ve sólo una copa vacía y una magnolia marchita

Un hombre solo en una casa enferma.


Corazón coraza
Mario Benedetti

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía


porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera


pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
Táctica y estrategia
Mario Benedetti

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme con vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
Poema para una joven amiga que intentó quitarse la vida
Claudio Bertoni

Me gustaría ser un nido si fueras un pájaro


me gustaría ser una bufanda si fueras un cuello y tuvieras frío
si fueras música yo sería un oído
si fueras agua yo sería un vaso
si fueras luz yo sería un ojo
si fueras pie yo sería un calcetín
si fueras el mar yo sería una playa
y si fueras todavía el mar yo sería un pez
y nadaría por ti
y si fueras el mar yo sería sal
y si yo fuera sal
tú serías una lechuga
una palta o al menos un huevo frito
y si tú fueras un huevo frito
yo sería un pedazo de pan
y si yo fuera un pedazo de pan
tú serías mantequilla o mermelada
y si tú fueras mermelada
yo sería el durazno de la mermelada
y si yo fuera un durazno
tú serías un árbol
y si tú fueras un árbol
yo sería tu savia y correría
por los brazos como sangre
y si yo fuera sangre
viviría en tu corazón.
Preguntas a la hora del té
Nicanor Parra

Este señor desvaído parece


Una figura de un museo de cera;
Mira a través de los visillos rotos:
Qué vale más, ¿el oro o la belleza?,
¿Vale más el arroyo que se mueve
O la chépica fija a la ribera?
A lo lejos se oye una campana
Que abre una herida más, o que la cierra:
¿Es más real el agua de la fuente
O la muchacha que se mira en ella?
No se sabe, la gente se lo pasa
Construyendo castillos en la arena.
¿Es superior el vaso transparente
A la mano del hombre que lo crea?
Se respira una atmósfera cansada
De ceniza, de humo, de tristeza:
Lo que se vio una vez ya no se vuelve
A ver igual, dicen las hojas secas.
Hora del té, tostadas, margarina.
Todo envuelto en una especie de niebla.
La llave que nadie ha perdido
Elicura Chihuailaf

La poesía no sirve para nada


me dicen
Y en el bosque los árboles
se acarician
con sus raíces azules
y agitan sus ramas al aire
saludando con pájaros
la Cruz del Sur
La poesía es el hondo susurro
de los asesinados
el rumor de hojas en el otoño
la tristeza por el muchacho
que conserva la lengua
pero ha perdido el alma
La poesía, la poesía, es un gesto
un sueño, el paisaje
tus ojos y mis ojos muchacha
oídos corazón, la misma música
Y no digo más, porque nadie
encontrará
la llave que nadie ha perdido
Y poesía es el canto de mis
Antepasados
el día de invierno que arde
y apaga
esta melancolía tan personal.
El perro vagabundo (Carlos Pezoa Véliz)

Lleva en su mal la pesadez del plomo.


Flaco, lanudo y sucio. Con febriles Nunca la caridad le fue propicia;
ansias roe y escarba la basura; no ha sentido jamás sobre su lomo
a pesar de sus años juveniles, la suave sensación de una caricia.
despide cierto olor a sepultura.
Mustio y cansado, sin saber su anhelo,
Cruza siguiendo interminables viajes suele cortar el impensado viaje
los paseos, las plazas y las ferias; y huir despavorido cuando al suelo
cruza como una sombra los parajes, caen las hojas secas del ramaje.
recitando un poema de miserias.
Cerca de los lugares donde hay fiestas
Es una larga historia de perezas, suele robar un hueso a otros lebreles,
días sin pan y noches sin guarida. y gruñir sordamente una protesta
Hay aglomeraciones de tristezas cuando pasa un bull-dog con cascabeles.
en sus ojos vidriosos y sin vida.
En las calles que cruza a paso lento,
Y otra visión al pobre no se ofrece buscan sus ojos sin fulgor ni brillo
que la que suelen ver sus ojos zarcos; el rastro de un mendigo macilento
la estrella compasiva que aparece a quien piensa servir de lazarillo.
en la luz miserable de los charcos.

Cuando a roer mendrugos corrompidos


asoma su miseria, por las casas,
escapa con sus lúgubres aullidos
entre una doble fila de amenazas.

Allá va. Lleva encima algo de abyecto.


Le persigue de insectos un enjambre,
y va su pobre y repugnante aspecto
cantando triste la canción del hambre.

Es frase de dolor. Es una queja


lanzada ha tiempo, pero ya perdida;
es un día de otoño que se aleja
entre la primavera de la vida.
El extranjero
Charles Baudelaire

-¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a tu madre, a tu hermana o a tu hermano?

-Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo.

-¿A tus amigos?

-Empleáis una palabra cuyo sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer.

-¿A tu patria?

-Ignoro en qué latitud está situada.

-¿A la belleza?

-Bien la querría, ya que es diosa e inmortal.

-¿Al oro?

-Lo aborrezco lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios.

-Pues ¿a quién quieres, extraordinario extranjero?

-Quiero a las nubes... a las nubes que pasan... por allá.... ¡a las nubes maravillosas!
Puesta de sol romántica
Charles Baudelaire

Qué hermoso el sol parece cuando fresco se eleva,

Dando los buenos días como en una explosión

-Feliz aquel que puede, por el amor transido,

Saludar al poniente, más glorioso que un sueño.

¡Lo recuerdo!... Yo he visto todo, flor, surco, fuente,

Caer bajo su mirada como un corazón vivo...

-Pronto, pronto, ya es tarde, vamos al horizonte

Para atrapar al menos algún oblicuo rayo.

Pero persigo en vano al Dios que se retira;

La irresistible Noche establece su imperio,

Negro, húmedo, funesto, roto de escalofríos;

Un olor a sepulcro en las tinieblas boga,

Y mi pie temeroso roza, junto al pantano,

Sapos inesperados y babosas heladas.


Árbol de mi alma
José Martí

Como un ave que cruza el aire claro

Siento hacia mí venir tu pensamiento

Y acá en mi corazón hacer su nido.

Ábrese el alma en flor: tiemblan sus ramas

Como los labios frescos de un mancebo

En su primer abrazo a una hermosura;

Cuchichean las hojas: tal parecen

Lenguaraces obreras y envidiosas,

A la doncella de la casa rica

En preparar el tálamo ocupadas:

Ancho es mi corazón, y es todo tuyo:

Todo lo triste cabe en él, y todo

Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere

De hojas secas, y polvo, y derruidas

Ramas lo limpio: bruño con cuidado

Cada hoja, y los tallos: de las flores

Los gusanos y el pétalo comido

Separo: oreo el césped en contorno

Y a recibirte, oh pájaro sin mancha,

¡Apresto el corazón enajenado!


Me doy cuenta de que me faltas
Jaime Sabines

Me doy cuenta de que me faltas

Y de que te busco entre las gentes, en el ruido,

Pero todo es inútil.

Cuando me quedo solo

Me quedo más solo

Solo por todas partes y por ti y por mí.

No hago sino esperar.

Esperar todo el día hasta que no llegas.

Hasta que me duermo

Y no estás y no has llegado

Y me quedo dormido

Y terriblemente cansado

Preguntando.

Amor, todos los días.

Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.

Puedes empezar a leer esto

Y cuando llegues aquí empezar de nuevo.

Cierra estas palabras como un círculo,

Como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.

Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,

En mi garganta como moscas en un frasco.

Yo estoy arruinado.

Estoy arruinado de mis huesos,

Todo es pesadumbre.
Cómo pesa el amor
Gioconda Belli

Noche cerrada

Ciega en el tiempo

Verde como luna

Apenas clara entre las luciérnagas.

Sigo la huella de mis pasos,

El doloroso retorno a la sonrisa,

Me invento en la cumbre adivinada

Entre árboles retorcidos.

Sé que algún día

Se alzarán de nuevo

Las yemas recién nacidas

De mi rojo corazón,

Entonces, quizás,

Oirás mi voz enceguecedora

Como el canto de las sirenas;

Te darás cuenta

De la soledad;

Juntarás mi arcilla,

El lodo que te ofrecí,

Entonces tal vez sabrás

Cómo pesa el amor

Endurecido.
Desnudo día
Josefina Plá

En el paisaje nuevo

En el paisaje nuevo en que estarás conmigo

Reposará la tarde como una flor caída.

Nos habremos deseado

Tanto, que el beso habrá muerto.

Yo lo veré en tus ojos, maduros de otra sombra.

Ojos de un valle ausente. Ojos con otra Luna.

Entre los dos corazones

Llorará tu voz

Antigua.

Una tarde peinada con una raya oscura.

Tú tendrás la mitad más dulce de la vida.

Las camelias de tu boca

Morirán en otro tiempo.

Y aquella tarde mía ya no será la tuya.


Los amigos
Julio Cortázar

En el tabaco, en el café, en el vino,

Al borde de la noche se levantan

Como esas voces que a lo lejos cantan

Sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino,

Dióscuros, sombras pálidas, me espantan

Las moscas de los hábitos, me aguantan

Que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más pero al oído,

Y los vivos son mano tibia y techo,

Suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,

De tanta ausencia abrigará mi pecho

Esta antigua ternura que los nombra.


Autorretrato
Nicanor Parra

Considerad, muchachos, Y con olor y con sabor a sangre.

Este gabán de fraile mendicante: ¡Para qué hemos nacido como hombres

Soy profesor en un liceo obscuro, Si nos dan una muerte de animales!

He perdido la voz haciendo clases.

(Después de todo o nada Por el exceso de trabajo, a veces

Hago cuarenta horas semanales). Veo formas extrañas en el aire,

¿Qué les dice mi cara abofeteada? Oigo carreras locas,

¡Verdad que inspira lástima mirarme! Risas, conversaciones criminales.

Y qué les sugieren estos zapatos de cura Observad estas manos

Que envejecieron sin arte ni parte. Y estas mejillas blancas de cadáver,

Estos escasos pelos que me quedan.

En materia de ojos, a tres metros ¡Estas negras arrugas infernales!

No reconozco ni a mi propia madre. Sin embargo yo fui tal como ustedes,

¿Qué me sucede? ¡Nada! Joven, lleno de bellos ideales

Me los he arruinado haciendo clases: Soñé fundiendo el cobre

La mala luz, el sol, Y limando las caras del diamante:

La venenosa luna miserable. Aquí me tienen hoy

Y todo ¡para qué! Detrás de este mesón inconfortable

Para ganar un pan imperdonable Embrutecido por el sonsonete

Duro como la cara del burgués De las quinientas horas semanales.

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