La Biografía de El Mariscal Antonio
La Biografía de El Mariscal Antonio
La Biografía de El Mariscal Antonio
Su nombre completo fue “Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá” y nació un 3 de febrero de
1795 en Cumaná- en Venezuela, sus padres fueron Vicente se Sucre y María Manuela Alcalá los
cuales murieron cuando Antonio tenía 7 años de edad quedando bajo la tutela de su padrino
Antonio Patricio de Alcalá.
Cuando ya era adolecente su padrino lo envió a Caracas para iniciar con sus estudios de
ingeniería militar en la “Escuela José Mires”, junto a su hermano Pedro y otros tipos, se integró
como cadete.
Antonio participo en varios acontecimientos más pero me parece que seguire con Bolivia lo cual
paso luego del triunfo de Ayacucho, y siguiendo precisas instrucciones de Bolívar, el general
Sucre entró en territorio boliviano el 25 de febrero de 1825. Su papel se limitó a dar visos de
legalidad a un proceso que los mismos bolivianos ya habían puesto en marcha. El general
Olañeta permaneció en Potosí, en donde recibió al batallón "Unión" procedente de Puno al
mando del coronel José María Valdez, convocó a un Consejo de Guerra que acordó continuar la
resistencia. Olañeta distribuyó sus tropas entre la fortaleza de Cotagaita con el batallón
"Chichas" al mando de Medinacelli, Valdez con el "Unión" fue enviado a Chuquisaca y él marchó
a Vitichi, con 60 000 pesos de oro de la Casa de la Moneda de Potosí. En Cochabamba se sublevó,
con el Primer Batallón "Fernando VII" el coronel José Martínez; seguido en Vallegrande, por el
Segundo Batallón "Fernando VII", deponiendo al brigadier Francisco Aguilera el 12 de febrero.
El coronel José Manuel Mercado ocupó Santa Cruz el 14 de febrero, Chayanta quedó en manos
del teniente coronel Pedro Arraya, con los escuadrones "Santa Victoria" y "Dragones
Americanos" y en Chuquisaca el batallón "Dragones de la Frontera" del coronel Francisco López
se pronunció por los independentistas el 22 de febrero. El coronel Medinacelli con trescientos
soldados se sublevó en contra de Olañeta y el 2 de abril de 1825 se enfrentaron en la Batalla del
Tumusla que culminó con la muerte de Olañeta. El 7 de abril, el general José María Valdez se
rindió en Chequelte, ante el general Urdininea, poniendo fin a la guerra en el Alto Perú.
En carta que dirigió el 11 de octubre de 1825 a su amigo, el coronel Vicente Aguirre, el
Mariscal Sucre le solicitó que hiciera recoger y educar a la niña Simona de Sucre Bravo, nacida
el 16 de abril de 1822, quien era hija de Tomasa Bravo, una pareja sentimental de Sucre, quien
había muerto en esa época y del propio Mariscal, según afirmaba la madre. Los gastos de
crianza y educación de Simona correrían por cuenta del prócer. No se supo más del destino
posterior de esta hija de Sucre. También el prócer mantuvo una relación sentimental con
Rosalía Cortés Silva, de la cual nació en La Paz el 15 de enero de 1826 su primer hijo, José
María Sucre Cortés.
El 20 de abril de 1828, pocos días después del incidente que casi acaba con su vida en Bolivia,
el Mariscal se casó por poder con la quiteña Mariana Carcelén de Guevara y Larrea, marquesa
de Solanda y Villarocha. La ceremonia se llevó a cabo en la iglesia de El Sagrario de la ciudad
de Quito, siendo Sucre representado por su amigo el coronel Vicente Aguirre, mientras que los
padrinos de la boda fueron los marqueses de San José: Manuel de Larrea y Jijón y su esposa
Rosa de Carrión y Velasco, que resultaban además tíos maternos de la novia. Ese mismo año,
el 7 de junio, en Chuquisaca, nació Pedro Ceśar de Sucre y Rojas, fruto de otra relación de
Sucre con María Manuela Rojas.
El primer encuentro de la pareja ya como matrimonio se dio el domingo 28 de septiembre en
la Hacienda Chisinche, propiedad rural de la Marquesa cerca de Machachi, al sur de la capital,
y que a futuro se convertiría en una de las favoritas del Gran Mariscal. Al día siguiente se
dirigieron a la ciudad de Quito, en donde Sucre había adquirido previamente la Mansión
Carcelén, que había pertenecido a su difunto suegro y a la que había ordenado varias
refacciones. Desde entonces la cotidianidad de la pareja transcurrió entre la mansión de Quito
y las estadías temporales en el Palacio de El Deán, en medio de un ambiente apacible y al
margen de las intrigas políticas.
El 10 de junio nació la única hija de la pareja, bautizada al día siguiente en la iglesia de El
Sagrario con el nombre de Teresa en honor a sus dos abuelas, los padrinos de la pequeña
fueron el general Juan José Flores y su esposa Mercedes Jijón de Vivanco, esta última resultaba
además prima segunda de Mariana Carcelén. En una misiva posterior, Simón Bolívar le
expresó su descontento a Sucre por no haberlo escogido a él como padrino, por lo que se
disculpó alegando que se trataba de una promesa previa que le había hecho a Flores en
el campo de batalla de Tarqui. Lamentablemente la niña no alcanzaría la edad adulta, pues
dos años y medio más tarde, ya cuando Sucre había fallecido, la niña murió de afecciones
estomacales, una causa común entre los niños de la época, aunque existen versiones en las
que se culpa directamente de la muerte de la niña al General Isidoro Barriga (segundo esposo
de la Marquesa posterior al fallecimiento del Mariscal Sucre) quien jugando un día con ella, la
habría lanzado desde el primer piso de la casa ubicada en el hoy Centro Histórico de Quito
(Mansión Carcelén) , muriendo ella de un traumatismo craneal, aunque esta versión ha sido
desmentida por miembros de la familia Carcelén, siempre quedaron dudas del
comportamiento de Barriga posterior a la muerte de Sucre visitando continuamente a su
viuda, algo muy mal visto por la sociedad de la época y por el hecho de que al morir Teresa
Sucre la fortuna de la Marquesa quedaría en manos de él y sus descendientes
Luego de esto participo en la Guerra de la Gran Colombia con Perú y la batalla de tarqui y en
sus últimos días Sucre era conocido en el ejército con los apodos de “Mulei” o “Mulengue”,
alusión que hizo el general Luis Urdaneta, cuando escribió a Juan José Flores desde Tocaima 19
días antes del asesinato: “... A García, el diputado por Cuenca, le instruí de todo lo que debía
decir a Ud. y ahora le añado que es preciso que Ud. redoble su vigilancia con el M...”. Tres días
antes de su muerte, el periódico "El Demócrata" de Bogotá publicó un artículo en el que se
expresaba: “Acabamos de saber con asombro, por cartas que hemos recibido por el correo del
Sur, que el general Antonio José de Sucre ha salido de Bogotá... Las Cartas del Sur aseguran
también que ya este general marchaba sobre la provincia de Pasto para atacarla; pero el
valeroso general José María Obando, amigo y sostenedor firme del Gobierno y de la libertad,
corría igualmente al encuentro de aquel caudillo y en auxilio de los invencibles pastusos.
Puede que Obando haga con Sucre lo que no hicimos con Bolívar...”
De lo anterior, se deduce que el asesinato del Mariscal Sucre fue planificado y ejecutado en las
Montañas de Berruecos - Arboleda (Nariño) cerca de San Juan de Pasto. En el lugar del crimen
permaneció su cadáver por más de 24 horas hasta que los pobladores de las localidades
cercanas le dieron sepultura. Si el Mariscal Sucre se hubiese ido por Buenaventura, allí lo
esperaba el general Pedro Murgueitio para darle muerte; si optaba por la vía de Panamá lo
acechaba el general Tomás Herrera, y desde Neiva lo vigilaba el general José Hilario López. El
Libertador, Simón Bolívar, al saber del asesinato, expresó en una carta: “...Yo pienso que la
mira de este crimen ha sido privar a la patria de un sucesor mío...¡Santo Dios! ¡Se ha
derramado la sangre de Abel!... La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia (La Gran
Colombia) y me quitó la vida".
Durante mucho tiempo se corrió la noticia de que fue el general Juan José Flores, compatriota
y compañero de gestas independentistas, quien había ideado el crimen, debido a la simpatía
del pueblo quiteño al Mariscal y la posibilidad de este, al radicarse en Quito con su esposa y su
hija, de convertirse en el primer presidente del Ecuador –como ocupó las presidencias de
Bolivia y Perú–, cargo que ocupó Flores desde 1830. Simón Bolívar le escribió una carta a la
viuda de Sucre agradeciéndole el ofrecimiento de conservar la espada de su esposo, el 5 de
noviembre de 1830. De esta manera, ella cumplió con una de las cláusulas del testamento de
Sucre; sin embargo Bolívar, en el suyo, ordenó que la espada del prócer le fuese devuelta a
ella. Los restos del Mariscal Sucre fueron llevados a Quito por su esposa y mantenidos en
secreto en el Palacio de El Deán, una propiedad familiar ubicada en el Valle de los Chillos, en
las afueras de Quito. En 1832 y cumpliendo la voluntad de Sucre, que deseaba ser enterrado
en la capital ecuatoriana, fueron depositados en secreto en el Convento del Carmen Bajo.
En 1900, durante la presidencia del general Eloy Alfaro, fueron llevados a la Catedral
Metropolitana de Quito, donde ocupan una capilla. Una anciana religiosa, que había
escuchado de sus antecesoras la historia, relató al arzobispo de Quito, Federico González
Suárez, que la Marquesa de Solanda visitaba siempre el altar en donde fueron colocados los
restos. Alertado el Gobierno de esto, solicitó a la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad Central del Ecuador se nombre una junta médica forense la misma que reconoció
el esqueleto encontrado, y lo identificó por las heridas de bala en el cráneo y en brazo,
producto del crimen de Berruecos y la revuelta en Bolivia. Sin embargo no existe consenso
respecto al paradero de los restos del Gran Mariscal ya que a inicios del siglo XX, la primera
mujer que ingresó a la Academia de Historia de Venezuela, Lucila Luciani afirmó en su texto
"Maravillosa historia de unos restos" la imposibilidad de que los restos del gran mariscal
Antonio José Sucre estuvieran en Ecuador y desglosó una serie de argumentos para afirmar
que los restos aún estarían en Colombia, aunque esto no pasa de ser simples elucubraciones.
El catafalco que contiene los restos del Gran Mariscal, está hecho de andesita del volcán
Pichincha, y el mausoleo está decorado con alegorías de la Independencia, La Libertad y la
Victoria. El Gobierno venezolano donó una réplica de la espada del Libertador, que se
encuentra en la pared del mausoleo. Periódicamente, la Guardia de Granaderos de Tarqui, que
custodia el cercano Palacio de Gobierno, rinde honores a los héroes.
En su honor fue bautizada la capital de Bolivia, el estado donde nació y varios municipios en
Venezuela, un departamento de Colombia, el aeropuerto internacional y varios barrios de la
ciudad de Quito y la moneda antigua del Ecuador. La Escuela Militar de Ingeniería de Bolivia, que
forma ingenieros civiles y militares a nivel universitario, porta su nombre igualmente.