Moniciones Ministros Extraordinarios

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Imposición de Ministros Extraordinarios

Monición de entrada

Buenos días, y bienvenidos a la casa del Señor. En esta mañana nos convoca en
este Santo lugar nuestras ganas de darle gracias a Dios. Además estamos
reunidos por la gran alegría de que estas hermanas y hermanos nuestros serán
instituidos o renovarán su compromiso como Ministros Extraordinarios de la
Comunión. Se convertirán en las manos y piernas de Nuestro Señor, para llegar a
los enfermos que no pueden venir a la Iglesia. Serán portadores de Jesús, y lo
compartirán en la comunión con toda su familia parroquial.

Las parroquias y rectorías que hoy están aquí para dar un sí generoso al servicio
de nuestra Iglesia son:

SÁBADO: Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Parroquia de la Purísima


Concepción, Parroquia de San Cristóbal,

DOMINGO: Parroquia de San Cayetano, Rectoría de Santa Anita, Parroquia de


San Juan, Parroquia del Buen Pastor.

Comencemos esta santa Misa, dispuestos a escuchar la voz de Dios. De pie,


cantemos.

Monición única para todas las lecturas

Sentados.

SABADO: Dios nos alimenta con su palabra. En la primera lectura, el Apóstol


Santiago nos recomienda para vivir felices y alcanzar la vida eterna: hacer oración,
“mucho puede hacer la oración intensa del justo”. Con el Salmo, le pedimos a
nuestro Dios que acepte nuestra oración como una ofrenda. Y en el Evangelio
nuestro Señor nos da una valiosa lección, si queremos entrar al reino de los cielos
debemos hacernos como niños. Escuchemos con atención.

DOMINGO: De la abundancia del corazón habla la boca. Las lecturas de hoy nos
transmiten un gran mensaje. El libro del Eclesiástico, habla de la relación entre lo
que uno es y lo que dice o hace empleando un dicho sapiencial y una imagen de
la naturaleza. El salmista nos muestra que los frutos del justo serán espléndidos y
duraderos. Todos ellos, al final, coinciden en afirmar que nuestro modo de actuar
manifiesta nuestro modo de ser.  Atentos escuchemos y actuemos, porque, como
dice San Pablo, Dios no dejará sin recompensa nuestra fatiga.

DESPUÉS DE LA HOMILÍA EL RITO

Presentación de las Ofrendas

De pie.

Acerquemos los dones de pan y vino al altar para que en ellos entreguemos
nuestro deseo de transformar nuestra mente en Jesús, que es la verdad. Con
alegría cantamos.

Comunión: Con el corazón dispuesto y alegre, acerquémonos a comer el


Banquete que el Señor nos ha preparado, su cuerpo y su sangre que comparte
con sus amigos.
Las personas que estén preparadas para comulgar, permanezcan de pie. Los
demás pueden sentarse. La comunión se recibe en la mano con mucha devoción
y respeto, debiendo consumirse inmediatamente que nos es puesta en la mano.
Hay que revisar nuestra palma y punta de los dedos por si hubiere quedado
alguna partícula, que hay que consumir también con devoción.
Cantemos.
Final

Ahora que este compromiso ha quedado instituido o renovado, con el gozo de


saber que nuestro Señor mismo les ha elegido para que cumplan fielmente esta
misión, vayamos a hacer vida lo que Dios hoy nos ha transmitido. Inclinemos la
cabeza para recibir la bendición.
Las personas que vayan a renovar o ser instituidas como Ministros
Extraordinarios de la Comunión póngase de pie, el resto de la asamblea
continúe sentados.
Después de la homilía, en la que se instruye a los presentes sobre la razón de este oficio en bien de la
comunidad de los fieles, el celebrante presenta ante el pueblo a la persona que ha sido escogida para el
ministerio de la sagrada Comunión, con estas o semejantes palabras (los textos que van en singular, pueden
emplearse para varios, cambiando el número):

Hermanos muy amados, nuestros hermanos N. N. van a recibir el encargo de ser Ministros Extraordinarios de la
Sagrada Comunión y, por lo tanto, podrán darse la comunión a sí mismos, distribuirla a los fieles, llevarla a los
enfermos y también, administrar el viático.

Vosotros hermanos muy amados en Cristo, que habéis sido elegidos para tal oficio en la Iglesia, procurad ser,
por vuestra fe viva y vuestra caridad, modelos para los hermanos y vivir intensamente este misterio de unidad y
de amor fraterno, y recordad que quienes participamos de un solo pan y de un mismo cáliz formamos un solo
cuerpo.

Al dar a vuestros hermanos la sagrada Comunión, ejercitad el amor cristiano, según el precepto del Señor, que
dijo a sus discípulos cuando les iba a dar su cuerpo como alimento: “Esto es todo lo que os mando; que os améis
unos a otros como yo los he amado.”

Después de la alocución el elegido se sitúa de pie ante el celebrante, que le pregunta con estas palabras:

¿Quieres recibir el encargo de distribuir a tus hermanos el Cuerpo del Señor, para servicio y edificación de la
Iglesia?

-Sí quiero.

¿Estás dispuesto a procurar diligentemente todo cuidado y reverencia en la distribución de la Eucaristía?

-Sí lo estoy.

Quienes vayan a ser instituidos o renueven su ministerio, se ponen de rodillas; el


resto de la asamblea se pone de pie.
Seguidamente se ponen todos de pie. El elegido se arrodilla y el celebrante invita a todos los fieles a orar,
diciendo:

Hermanos: Supliquemos con fe a Dios Padre que se digne a bendecir a este hermano nuestro, que ha sido
elegido para distribuir la Eucaristía.

Y todos oran en silencio durante algún tiempo.

Después el celebrante prosigue:

Dios de toda clemencia, maestro y guía de tu Iglesia, dígnate bendecir a estos hermanos nuestros, para que,
distribuyendo fielmente a sus hermanos el alimento de vida y confortado con el poder de este sacramento,
tenga parte en el banquete del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De pie.
Sigue Credo.

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