Moniciones Ministros Extraordinarios
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Monición de entrada
Buenos días, y bienvenidos a la casa del Señor. En esta mañana nos convoca en
este Santo lugar nuestras ganas de darle gracias a Dios. Además estamos
reunidos por la gran alegría de que estas hermanas y hermanos nuestros serán
instituidos o renovarán su compromiso como Ministros Extraordinarios de la
Comunión. Se convertirán en las manos y piernas de Nuestro Señor, para llegar a
los enfermos que no pueden venir a la Iglesia. Serán portadores de Jesús, y lo
compartirán en la comunión con toda su familia parroquial.
Las parroquias y rectorías que hoy están aquí para dar un sí generoso al servicio
de nuestra Iglesia son:
Sentados.
DOMINGO: De la abundancia del corazón habla la boca. Las lecturas de hoy nos
transmiten un gran mensaje. El libro del Eclesiástico, habla de la relación entre lo
que uno es y lo que dice o hace empleando un dicho sapiencial y una imagen de
la naturaleza. El salmista nos muestra que los frutos del justo serán espléndidos y
duraderos. Todos ellos, al final, coinciden en afirmar que nuestro modo de actuar
manifiesta nuestro modo de ser. Atentos escuchemos y actuemos, porque, como
dice San Pablo, Dios no dejará sin recompensa nuestra fatiga.
De pie.
Acerquemos los dones de pan y vino al altar para que en ellos entreguemos
nuestro deseo de transformar nuestra mente en Jesús, que es la verdad. Con
alegría cantamos.
Hermanos muy amados, nuestros hermanos N. N. van a recibir el encargo de ser Ministros Extraordinarios de la
Sagrada Comunión y, por lo tanto, podrán darse la comunión a sí mismos, distribuirla a los fieles, llevarla a los
enfermos y también, administrar el viático.
Vosotros hermanos muy amados en Cristo, que habéis sido elegidos para tal oficio en la Iglesia, procurad ser,
por vuestra fe viva y vuestra caridad, modelos para los hermanos y vivir intensamente este misterio de unidad y
de amor fraterno, y recordad que quienes participamos de un solo pan y de un mismo cáliz formamos un solo
cuerpo.
Al dar a vuestros hermanos la sagrada Comunión, ejercitad el amor cristiano, según el precepto del Señor, que
dijo a sus discípulos cuando les iba a dar su cuerpo como alimento: “Esto es todo lo que os mando; que os améis
unos a otros como yo los he amado.”
Después de la alocución el elegido se sitúa de pie ante el celebrante, que le pregunta con estas palabras:
¿Quieres recibir el encargo de distribuir a tus hermanos el Cuerpo del Señor, para servicio y edificación de la
Iglesia?
-Sí quiero.
-Sí lo estoy.
Hermanos: Supliquemos con fe a Dios Padre que se digne a bendecir a este hermano nuestro, que ha sido
elegido para distribuir la Eucaristía.
Dios de toda clemencia, maestro y guía de tu Iglesia, dígnate bendecir a estos hermanos nuestros, para que,
distribuyendo fielmente a sus hermanos el alimento de vida y confortado con el poder de este sacramento,
tenga parte en el banquete del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
De pie.
Sigue Credo.