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MANUAL DE DERECHO

INTERNACIONAL
DE DERECHOS HUMANOS
Aspectos sustantivos
PIZARRO
SOTOMAYOR
y
FERNANDO
MÉNDEZ POWELL

ANDRÉS

- 2006 -
Manual de derecho internacional de los derechos humanos

© Andrés Pizarro Sotomayor


© Fernando Méndez Powell

Primera edición, enero 2006

ISBN 9962-02-937-6

1. Derechos Humanos
2. Derecho Internacional
I. Título.

La edición estuvo a cargo de los autores.

Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por


cualquier medio o procedimiento, incluida la fotocopia, de
acuerdo a las leyes vigentes en la República de Panamá, salvo
autorización de los autores.
Impreso por Universal Books
Panamá, República de Panamá
Dedicatoria

Andrés Pizarro S.
A Mariela, Tony y Adrián,
a quienes siempre llevo en el corazón

Fernando Méndez P.
A mi padre, mi madre y mis amigos

- III -
Agradecimiento

Agradecemos a: Pablo, Ricardo, Edilma y


Vicky, por su colaboración y apoyo.
- V-
PRÓLOGO

Por el Lcdo. Salvador Sánchez G.

El texto que tiene el lector entre manos es fruto del estudio y la


tenacidad de dos personas a las que respeto y valoro profundamente:
Andrés Pizarro Sotomayor y Fernando Méndez Powell. Me une a ellos
el compromiso con la comunidad educativa de la Universidad Católica
Santa María La Antigua, y el activismo en el Centro de Inicia
tivas Democráticas (CIDEM), organización que ha respaldado la pu
blicación de esta obra. Quiero pensar, que también nos une la amis tad,
una amistad forjada por años en el estudio y la promoción de los
Derechos Humanos, dentro y fuera de las aulas universitarias.

Sobre los autores, puedo decir que han sabido resistir los persis
tentes embates de la apatía y la ignorancia, que regularmente ame nazan
con hacer naufragar los mejores emprendimientos. Pizarro y Méndez
han participado también de la lucha contra la convergencia de
intolerancia, mezquindad y banalidad absolutas, que caracteriza hoy el
debate público en Panamá. Como verdaderos arrecifes ante los que se
agotan las fuerzas desmotivadoras del oscurantismo local, es tos
jóvenes han persistido en el empeño de indagar sobre la razón de la
cosas, y especialmente, sobre las formas que encuentra el Derecho
para reconocer la dignidad humana y garantizar su respeto.

Una reflexión inevitable me hace lamentar que personalidades como la


de los autores no encuentren el estímulo adecuado para de dicarse a la
investigación de forma sostenida, dentro de programas estables y en
sede universitaria. Sin duda, cuando la universidad es una verdadera
comunidad académica, la concentración de talento y el intercambio
constante entre profesores y entre profesores y estudian tes contribuye
grandemente a la creación de conocimiento. La vincu lación de la
investigación y la docencia en el escenario universitario resulta la
forma más fluida y expedita de difundir el conocimiento nuevo. Por
eso la falta de investigación en las universidades perjudica

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

a la investigación y a la docencia por igual, sin dejar de lado que im plica


renunciar de plano al desarrollo nacional.

Por otro lado, el conocimiento no siempre se generó en las uni


versidades y muchas veces se ha generado y difundido a pesar de ellas. Las
universidades hoy también pueden tener burocracias asfixiantes, mezquinas
luchas por el poder, y repartos arbitrarios de posiciones académicas y de
horas de clase. Bajo la bandera de la universidad pue den campear
impunemente la superstición, la mediocridad y la into lerancia, tal y como lo
hacen en otros escenarios sociales. Por eso no puede convertirse a la
universidad, y en el caso que nos ocupa, la in vestigación universitaria, en
un fetiche. La investigación universitaria no es el único escenario posible de
la investigación académica.

Los investigadores han generado, en la medida que las circuns tancias lo


han exigido, formas alternativas para desarrollar su tarea. Frecuentemente
se completa el esfuerzo de investigación que hacen las universidades, a
través de centros de investigación independientes. En todo el mundo,
incluyendo América Latina, y como es nuestro caso, en Panamá, se hace
investigación, además de en la universidad, fuera de ella. La actividad del
CIDEM es por lo tanto, aunque en mínima escala, un reflejo de la
incertidumbre organizativa que viven las estructuras de producción del
conocimiento en todo el mundo. Proporciona, eso sí, oportunidades
inéditas de colaboración en las tareas de la investigación académica en
Panamá. Pienso que Méndez y Pizarro son, en parte, demostración de
cómo puede hacerse investi
gación con escaso respaldo institucional, enfrentando dificultades de todo
tipo, y con todos los pronósticos en contra.

Para describir a los autores del Manual, quizá baste recordar toda la
dedicación entregada al sostenimiento de una tradición que tuve el honor
de inaugurar como profesor, en 1997: la participación en las competencias
de juicios simulados en base al sistema interamericano de protección a los
derechos humanos. Aquél año, por inspiración de quien entonces era
Directora de la Escuela de Derecho y Ciencias Políticas, la licenciada Venus
Illueca de Tulipano, se envió el primer

- VIII -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

equipo de la USMA a la competencia hemisférica organizada por la


American University, en Washinton D.C.. En esa ocasión se alcan zaron las
semifinales, dándose inicio a una trayectoria de triunfos nacionales e
internacionales de difícil emulación. Pizarro y Méndez no sólo han
participado de esa tradición como competidores capaces, sino que han sido
figuras clave para asegurar la institucionalización de las competencias
universitarias, como organizadores y entrenado res de equipos estudiantiles.
De ahí que el conocimiento del derecho internacional de los derechos
humanos, y en especial, del sistema in teramericano de protección, que
queda de manifiesto en la redacción del presente Manual, no resulte para
mí nada sorprendente. Conozco el dominio que han alcanzado del
Derecho Internacional de los De rechos Humanos, en gran parte por
nuestra colaboración en el marco de las competencias mencionadas, pero
también por haberme enfras cado regularmente con ellos en debates
interminables, pero siempre enriquecedores, sobre los aspectos más
especializados de la materia.

No es casual, entonces, que sean Pizarro y Méndez quienes están


entregando al público nacional e internacional aportes de la magnitud de
este Manual que, tal y como el sentido común indica, debió ser el producto
de investigadores profesionales. Los autores ni han sido en
trenados formalmente para investigar, ni han sido remunerados para
realizar esta tarea, por otro lado, tan efectivamente cumplida. Llama
tivamente, la obra resultante es exhaustiva, y refleja un conocimiento y una
madurez inesperada, que ya quisieran para sí algunos docentes de larga
trayectoria y de siempre pendiente contribución intelectual. Y es que la
tarea de investigar la realizamos en Panamá quienes tene mos vocación y
motivación para ello, dentro y fuera de las universi dades y centros de
investigación, independientemente de cualquier otra consideración.

Pienso que pese a sus notorias diferencias de intención, diseño y


contenido, el trabajo de Méndez y Pizarro se inserta en la línea de otras
publicaciones de referencia en el campo. Entre ellas se en cuentra el
“Repertorio de Jurisprudencia. 1980-1997”, producido por un equipo de
investigadores bajo la dirección del profesor Claudio

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

Grossman1, inspirados a su vez en el “Repertorio de la Jurispruden cia” del


sistema europeo, realizado por el “Netherlands Institute of Human Rights”
(SIM), en coordinación con el Directorio de Dere chos Humanos del
Consejo de Europa.2

La pretensión de nuestros autores, sin embargo, ha sido la de pre sentar


tanto lo más relevante de la jurisprudencia de estos dos siste mas regionales
de protección, como la de otros tribunales internacio nales, la de los
organismos de monitoreo de las convenciones de Na ciones Unidas,
señalando además, en no pocas ocasiones, su relación
con parámetros establecidos en instrumentos no convencionales, y en
otros documentos de instancias internacionales especializadas. Se ha
tratado de una labor titánica, sin duda, que no tiene equivalentes en nuestro
entorno.

Debo reconocer, sin embargo, que inicialmente supuse que Pi zarro y


Méndez seguirían de cerca los modelos, menos ambiciosos, ofrecidos por
los repertorios mencionados. Sin embargo, ellos tuvie ron desde el principio
muy claro que querían darse la oportunidad de presentar sus reflexiones
personales, aprovechando la exposición sintética de las doctrinas más
avanzadas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Por esta
razón, no sólo no estamos en presencia de un repertorio, por exhaustivo
que sea. No estamos tam poco ante un manual usual, restringido a exponer
organizadamente el

1
Los autores del repertorio son, además de Claudio Grossman, los profesores Robert
Kogod Goldman, Claudia Martin y Diego Rodríguez-Pinzón. Los investigadores de
American University seleccionaron los fragmentos relevantes de las sentencias, opiniones
consultivas, resoluciones, opiniones separadas y votos concurrentes de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, clasificados de acuerdo con los Artículos de la
Convención Americana.
2
Que proporciona una completa recopilación de la jurisprudencia de los órganos de
derechos humanos del Sistema Europeo, y cuyo responsable es el Profesor Leo Zwaak,
del SIM (Universidad de Utrecht, Holanda). El SIM también mantiene bases de datos
contentivas de la jurisprudencia de los organismos de monitoreo de la CCPR (Pacto de
Derechos Civiles y Políticos), CAT (Convención contra la Tortura), CERD (Convención
contra la Discriminación Racial) y CEDAW (Convención contra las discriminación contra
la mujer), en el Sistema de Naciones Unidas.

- X-
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

“estado de la disciplina”, con la intención de introducir a los neófitos a un


campo concreto del conocimiento. El Manual de Méndez y Piza rro es
repertorio, es manual, y tiene sembrada la semilla de un tratado de
derechos humanos, en toda regla. Al respecto no puedo negar que los
límites trazados por los autores a su indagación despertó en mí una
incomodidad que persiste hoy. Pienso que en las sucesivas edi ciones de esta
ejemplar contribución veremos evolucionar no sólo su contenido, sino la
forma en que es presentada la información. Toda crítica que pueda hacer,
sin embargo, palidece ante la impresión más sólida y diáfana que me brinda
la imagen de este trabajo, cuya publi cación será la recompensa más
inmediata –aunque no la única- para el compromiso con los derechos
humanos, que han demostrado sus autores.
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INTRODUCCIÓN

A partir de la segunda mitad del siglo XX se han venido desa rrollando


y consolidando, progresivamente, los llamados sistemas de protección de
derechos humanos, específicamente nos referimos al Sistema Universal, al
Sistema Europeo y al Sistema Interamericano (actualmente el Sistema
Africano está en proceso de formación). Se entiende por sistema de
protección la suma de instrumentos interna cionales que consagran
determinados derechos humanos con el con junto de organismos
supranacionales encargados de vigilar y asegurar el cumplimiento de los
mismos.

En este contexto, y tomando en cuenta que el Derecho Interna cional


de los Derechos Humanos es una rama de la ciencia jurídica, sobre la cual
no se ha escrito mucho, entre otras razones por ser ésta de reciente
desarrollo, consideramos acertado dedicarnos a esta tarea investigativa.
Con mayor razón aún, cuando en nuestro país la biblio grafía dedicada al
análisis de los tratados internacionales de derechos humanos a la luz de la
jurisprudencia de los tribunales supranaciona les encargados de aplicarlos,
es casi inexistente. De ahí la importancia de este Manual para la literatura
jurídica universal y especialmente para nuestra literatura jurídica nacional.

El presente texto está construido sobre cuatro ejes fundamenta les: El


primero de estos es el capítulo denominado Responsabilidad Estatal
donde tratamos las principales obligaciones que surgen para los Estados de
la ratificación de los tratados base de los Sistemas de Protección de los
Derechos Humanos.

Como segundo eje desarrollamos los derechos humanos que son


considerados como Civiles y Políticos, en el orden en que aparecen
contemplados en la Convención Americana de Derechos Humanos. Cada
capítulo se encuentra encabezado por un cuadro que contiene las normas
base que consagran cada derecho en los Sistemas de pro
tección, al finalizar el capítulo aparece un cuadro mencionando otros

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

instrumentos internacionales en los que también se encuentra consa grado


el derecho que se desarrolla.

La tercera sección está dedicada a los Derechos Económicos, So ciales y


Culturales (DESC), en esta parte solo tomamos como base los Sistemas
Universal e Interamericano y sus respectivos tratados generales en la
materia: El Pacto Internacional de los Derechos Eco nómicos Sociales y
Culturales y el Protocolo de San Salvador, respec tivamente. Esta sección la
subdividimos a su vez en dos partes, una dedicada a las obligaciones
generales que surgen para los Estados de los dos principales tratados sobre
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y otra en donde se desarrolla
el catálogo de estos derechos, precedidos en cada caso por un cuadro que
contiene las disposiciones relativas a cada derecho en los dos tratados
principales, en este catá logo separamos los derechos que dependen de la
disponibilidad de recursos que tenga el Estado para su satisfacción de
aquellos que no.

Finalmente presentamos los llamados Derechos Humanos Di


ferenciados en Función de Grupo, que algunos han considerado como
“una cuarta generación de derechos humanos”, y que consisten en una
especificación de los derechos humanos generales en función de las
específicas condiciones de vulnerabilidad de un grupo huma no
determinado, por ejemplo: los niños, las mujeres, los discapaci tados, los
privados de libertad y los indígenas. Aquí debemos hacer una observación,
muy importante, hay ciertos grupos que aunque los consideramos grupos
diferenciados, y que de hecho tienen normas internacionales especiales que
tutelan sus derechos, para efectos prác ticos de organización de los temas
que exponemos hemos decidido, por motivos didácticos, referirnos a ellos
en otros capítulos, así por ejemplo nos referimos a los refugiados en el
capítulo relativo al de recho de circulación y residencia, y a los apátridas en
el referente al derecho a la nacionalidad.

Como base bibliográfica para la elaboración de este Manual hemos


utilizado los tratados internacionales relativos a derechos humanos y el
desarrollo jurisprudencial alcanzado por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y la Corte Europea de Derechos Humanos,
- XIV -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

así como los pronunciamiento de otros organismos de supervisión de


tratados como las Comisiones, Interamericana y Europea, y los Treaty
Bodies de la Organización de Naciones Unidas. Muchas de estas fuentes
no están disponibles en español, por lo que las hemos traducido
directamente del inglés para citarlas, explicarlas y comen
tarlas, haciendo accesible al público hispanohablante todo este bagaje de
conocimiento. Dejamos las referencias a pie de página en el idioma original
para indicar al lector que la traducción ha sido realizada por los autores. En
los casos en que existían traducciones hechas por al
gún organismo del Sistema Interamericano preferimos utilizar aque llas y
las citamos bajo la fórmula el (Organismo del SIPDH) citando al (otro
organismo).

Por otro lado, hemos decidido casi no utilizar la doctrina de otros


autores, dado que nuestro objetivo principal es presentar cómo cada
derecho ha sido desarrollado por cada uno de los mencionados orga nismos
oficiales. Tampoco consideramos necesario hacer referencia a la historia de
los derechos humanos, a las distintas escuelas o a las teorías que buscan
fundamentar su existencia, pues consideramos que ese es un tema que ya
ha sido tratado adecuadamente por otros au tores.
En cuanto al aspecto procesal e institucional de los sistemas de
protección de derechos humanos, sólo nos referimos a los mismos en
tanto sea necesario para explicar la parte sustantiva del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, la cual en definitiva es el objeto
de estudio de este trabajo.

Por último debemos aclarar que esta es una obra de carácter técni co,
por lo que tampoco consideramos conveniente detenernos mucho en las
situaciones políticas actuales o históricas que han afectado y afectan
actualmente la situación mundial de los Derechos Humanos, pues
consideramos que dicho punto de vista ya ha sido tratado por autores más
autorizados en dicha área.

Este Manual fue terminado de redactar en septiembre del 2005.

- XV -
ABREVIATURAS UTILIZADAS EN ESTE MANUAL

DIDH: Derecho Internacional de los Derechos Humanos


DDHH: Derechos Humanos
DESC: Derechos Económicos, Sociales y Culturales
ONU: Organización de Naciones Unidas
OEA: Organización de Estados Americanos
SN: Sociedad de Naciones
OIT: Organización Internacional del Trabajo
SIPDH: Sistema Interamericano de Protección de los Derechos
Humanos
SEPDH: Sistema Europeo de Protección de los Derechos Humanos
SUPDH: Sistema Universal de Protección de los Derechos
Humanos CrIDH o Corte Interamericana: Corte Interamericana de
Dere chos Humanos
CIDH o Comisión Interamericana: Comisión Interamericana de
Derechos Humanos
CrEDH o Corte Europea: Corte Europea de Derechos Humanos
Comisión Europea: Comisión Europea de Derechos Humanos CIJ:
Corte Internacional de Justicia
CDHONU: Comité de Derechos Humanos de la Organización de
Naciones Unidas
CDESCONU: Comité de Derechos Económicos, Sociales y Cultu
rales de la Organización de Naciones Unidas
CDNONU: Comité de los Derechos del Niño de la Organización de
Naciones Unidas
CMONU: Comité para la Eliminación de la Discriminación con tra
la Mujer de la Organización de Naciones Unidas CADH:
Convención Americana sobre Derechos Humanos CEDH:
Convención Europea de Derechos Humanos PIDCP: Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

DADH: Declaración Americana de los Derechos y Deberes del


Hombre
DUDH: Declaración Universal de Derechos Humanos PIDESC:
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
PSS: Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre De
rechos Humanos en materia de derechos económicos, sociales y
culturales “Protocolo de San Salvador”
CEDF: Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea
CADF: Carta Africana de Derechos Fundamentales CDI: Carta
Democrática Interamericana
RM o Reglas Mínimas: Reglas Mínimas de las Naciones Unidas
para el Tratamiento de Reclusos
CDN: Convención de la Organización de Naciones Unidas sobre los
Derechos del Niño

Nota: el resto de las abreviaturas que utilizamos en este Manual son

explicadas en el capítulo respectivo donde aparecen.


- XVIII -
ÍNDICE

Prólogo . . . . . . . . VII Introducción . . . . . . . . XIII Abreviaturas


Utilizadas . . . . . . XVII Responsabilidad Estatal . . . . . . 1 I- Actores
que pueden generar responsabilidad estatal . 6 II- Obligaciones estatales
derivadas del DIDH . . 11 A. Obligación de respetar los derechos y
libertades . 12 B. Obligación de garantizar . . . . 14 B.1. Deber de prevenir
. . . . 14 B.2. Deber de investigar . . . . 15 B.3. Deber de sancionar . . . . 16
B.4. Deber de reparar . . . . . 21 B.5. Deber de no repetición . . . . 28 III-
La posición de garante como elemento
modificador de la responsabilidad . . . 29 IV- Obligación de adecuar el
derecho interno . . 30 V- Principio de unidad o continuidad . . . 38
Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica . 39
Derecho a la Vida . . . . . . . 45 I- Obligaciones y responsabilidad estatal
. . . 46 II- Pena de muerte . . . . . . 49 A. Prohibición de la aplicación de
la pena de
muerte por delitos políticos . . . . 54 B. Derecho a pedir clemencia . . . .
56 C. Reserva para los delitos más graves . . . 58 D. Prohibición de la
aplicación obligatoria de
la pena de muerte . . . . . . 59 III- El derecho a la vida y el derecho a una
vida digna . 60 IV- Formas más graves de violación al derecho a la vida .
62 A. Desaparición forzada . . . . . 62 B. Ejecuciones extrajudiciales . . . .
67 C. Genocidio . . . . . . 71
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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

V- El aborto . . . . . . . 75 VI- Eutanasia y prevención del suicidio . . . 88


Derecho a la Integridad Personal . . . . . 91 I- Tortura, trato cruel o
inhumano y
trato degradante-conceptos . . . . 92 II- Características de este derecho . .
. . 98 A. Progresividad . . . . . . 98 B. Prohibición absoluta . . . . . 99 III-
Derecho a la integridad personal de
los privados de libertad . . . . . 100 A. Sobre la medida especial de
aislamiento y/o incomunicación . . . 103 B. Principio de separación . . . . .
104 IV- Efectos en los familiares de las víctimas . . . 106 V- Relación con
el derecho penal juvenil . . . 107 Prohibición de la Esclavitud y
Servidumbre . . . 113 Derecho a la Libertad Personal . . . . . 121 I-
Obligación de informar las causas de la detención . 127 II- Obligación de
presentar ante un juez . . . 129 III- Obligación de juzgar dentro de
un plazo razonable o poner en libertad . . . 130 IV- Obligación de prestar
control de la legalidad . . 133 Derecho al Debido Proceso y Derechos
de los Acusados . 137 I- Derechos de las víctimas . . . . . 142 II-
Elementos del derecho al debido proceso . . 144 A. Plazo razonable . . . . .
. 144 B. Juez o tribunal competente . . . . 147 C. Juez o tribunal natural . . .
. . 147 D. Juez o tribunal imparcial . . . . 149 E. Tribunal establecido por
ley previa . . . 152 F. Publicidad de la justicia . . . . . 154 III- Acceso a la
justicia . . . . . . 155 IV- Relación con la pena de muerte . . . . 157 V-
Derechos del acusado . . . . . 158

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MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

A. Presunción de inocencia . . . . . 160 B. Derecho a la asistencia de un


traductor o intérprete . 165 C. Derecho a conocer los cargos . . . . 166 D.
Derecho a preparar una defensa . . . . 168 E. Derecho a defenderse
personalmente o
a la asistencia de un defensor de su elección . . 171 F. Derecho al
defensor de ausente . . . . 173 G. Derecho a interrogar los testigos . . . 175
H. Derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo. 176 I. Derecho
a recurrir del fallo ante un tribunal superior
(principio de la doble instancia) . . . . 177 J. Derecho a estar presente en la
audiencia . . 179 K. Prohibición del doble juzgamiento . . . 180 L.
Derecho a solicitar la asistencia consular . . 181 Principio de Legalidad .
. . . . . 185 I- Del principio de legalidad en general . . . 185 II- El principio
de estricta legalidad en materia penal . 189 Derecho a Indemnización
por Condena Errada . . . 199 Derecho a la Protección de la Honra y
Dignidad . . 205 Derecho a la Privacidad y a la Vida Privada y
Familiar . 213 I- Derecho a la privacidad y a la vida privada . . 213 II-
Privacidad en la vida familiar . . . . 218 Derecho a la Libertad de
Pensamiento, Conciencia y Religión. 221 Derecho a la Libertad de
Expresión . . . . 243 I- Carácter bidimensional . . . . . 245 II- Relación
con la democracia y los derechos políticos . 248 III- Restricciones . . . . . .
251 IV- Acciones que atentan contra la libertad de expresión . 263 V- La
libertad de expresión según los sujetos . . 264 A. Libertad de prensa . . . . .
265 B. Libertad de expresión parlamentaria . . . 270 C. Libertad de
expresión de los abogados . . . 272 D. Los miembros de las fuerzas
armadas . . . 275 E. Otros funcionarios públicos . . . . 276 F. Obligación
profesional de guardar confidencialidad . 277

- XXI -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

VI- La libertad de expresión según la naturaleza del contenido . . . . . . .


277 A. Debate político . . . . . . 278 B. Otras personas públicas . . . . . 285
C. Secretos de Estado . . . . . 286 D. La administración de justicia . . . . 287
E. El comercio y la protección del consumidor . . 288 F. La historia . . . . .
. 290 Derecho de Rectificación y Respuesta . . . . 293 Derecho de
Reunión . . . . . . 303 Libertad de Asociación . . . . . . 311 I-
Asociaciones con fines laborales
(libertad de sindicalización) . . . . 317 II- Asociaciones con fines
profesionales . . . 322 III- Asociaciones con fines religiosos . . . . 324 IV-
Asociaciones con fines políticos . . . . 325 Derecho a la Constitución y
Protección de la Familia y
a la Libertad de Matrimonio . . . . . 327 I- Concepto de familia . . . . .
329 II- Protección de la familia y derecho de convivencia . 329 III-
Igualdad de derechos entre los cónyuges . . . 331 IV- Libertad en la
constitución de la familia . . . 334 V- Libertad de matrimonio . . . . . 335
VI- Medidas positivas de orden social y
de desarrollo progresivo . . . . . 341 Derecho al Nombre . . . . . . . 343
Derecho a la Nacionalidad . . . . . . 345 Apátridas . . . . . . . . 350
Derecho a la Propiedad Privada . . . . . 353 Derecho de Circulación y
Residencia . . . . 375 I- Desplazamientos internos . . . . . 379 II-
Derecho a abandonar el país en que se encuentra . 381 III- Derecho a
permanecer en el Estado donde se es
nacional y a ingresar al mismo . . . . 385 IV- Garantías relativas a la
expulsión de extranjeros . . 387

- XXII -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

V- Derecho a asilo . . . . . . 389 VI- Refugiados . . . . . . . 394 Derechos


Políticos . . . . . . . 405 I- Principio de democracia representativa y
estado de derecho . . . . . . 409 II- Margen de apreciación estatal . . . . 412
III- Obligación de realizar elecciones periódicas y auténticas . . . . . . . 416
IV- Derecho a elegir y de ser elegido . . . . 419 A. Restricciones al derecho
al voto . . . . 420 B. Restricciones al derecho de aspirar a cargos de
elección popular . . . . . . 424 V- Derecho de acceso a las funciones
públicas . . 426 Derecho a la Igualdad ante la Ley y Prohibición de la
Discriminación . . . . . . . 431 Derecho a un Remedio Efectivo . . . . .
451 Derechos Económicos, Sociales y Culturales . . . 465 I- Sistema
Interamericano de Protección de
los Derechos Humanos . . . . . 465 II- Sistema Universal de Protección de
los Derechos Humanos . . . . . 466 III- Catálogo de derechos . . . . . 467
IV- Consideraciones generales . . . . . 468 V- Derecho a la seguridad social
. . . . 480 VI- Derecho a la salud . . . . . . 481 VII- Derecho al medio
ambiente sano . . . . 489 VIII-Derecho a la alimentación adecuada . . . 491
IX- Derecho a la vivienda adecuada . . . . 496 X- Derecho a la educación . .
. . . 498 A. La gratuidad y obligatoriedad de
la educación primaria . . . . . 501 B. Desarrollo progresivo de la calidad y
accesibilidad de los otros niveles del sistema educativo . . . 502 XI-
Derecho a los beneficios de la cultura . . . 505 XII- Derecho a un nivel de
vida adecuado . . . 507

- XXIII -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

XIII-Derecho al trabajo y a las condiciones justas, equitativas y


satisfactorias de trabajo . . . 509 XIV- DESC que no dependen de la
disponibilidad de recursos con que cuenta el Estado para su satisfacción .
. 511 A. Prohibición de discriminación en cuanto a la satisfacción de los
DESC . . . . 511 B. Derechos sindicales . . . . . 512 C. Derecho a la
educación . . . . . 514 D. Derecho a la cultura . . . . . 522 D.1. Derecho al
reconocimiento de
la propiedad intelectual . . . . 522 D.2. Derecho a la libertad artística y
de investigación científica . . . 523 E. Derecho al recurso efectivo para la
protección de los DESC . . . . . 523 Derechos Humanos Diferenciados
en Función de Grupo . 525 I- Personas con discapacidad . . . . . 527 A.
Principales documentos internacionales . . 527 B. Conceptos relacionados
. . . . . 528 C. Razón de su diferenciación . . . . 532 D. Derechos especiales
. . . . . 533 E. Otros puntos relevantes . . . . . 536 II- Mujeres . . . . . . . 542
A. Principales documentos internacionales . . 542 B. Conceptos
relacionados . . . . . 543 C. Razón de su diferenciación . . . . 550 D.
Derechos especiales . . . . . 552 E. Otros puntos relevantes . . . . . 553 E.1.
Erradicación de las prácticas tradicionales
violatorias de los derechos de la mujer . . 554 E.2. El papel de la
educación en el combate a la violencia y discriminación contra la mujer .
555 E.3. Medidas especiales de carácter temporal . 558 E.4. Participación
política de la mujer . . 559

- XXIV -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

E.5. Prevención, investigación y sanción de la violencia contra la mujer . .


. . 561 E.6. Igualdad dentro del matrimonio . . . 566 III- Privados de
libertad . . . . . 568 A. Principales documentos internacionales . . 568 B.
Conceptos relacionados . . . . . 571 C. Razón de su diferenciación . . . . 574
D. Temas especiales . . . . . . 576 E. Desarrollo jurisprudencial . . . . 576
IV- Niños . . . . . . . 584 A. Principales documentos internacionales . . 584
A.1. Generales . . . . . . 584 A.2. Temáticos . . . . . . 585 B. Conceptos
relacionados . . . . . 589 C. Razón de su diferenciación . . . . 593 D.
Desarrollo jurisprudencial . . . . 593 E. La doctrina minorista de la situación
irregular o doctrina tutelar y la doctrina de la protección integral . . 618 V-
Indígenas . . . . . . . 623 A. Principales documentos internacionales . . 623
B. Razón de si diferenciación . . . . 627 C. Ámbito de aplicación de los
derechos humanos de los pueblos indígenas . . . . . 628 D. Derechos
especiales . . . . . 629 D.1. Derechos sobre las tierras . . . 629 D.2. Derecho
al autogobierno . . . 634 D.3. Derecho al reconocimiento y respeto de las
diferencias sociales y culturales . . 634 D.4. Derecho a un sistema jurídico
propio . . 636 D.5. Derecho al reconocimiento de la personería jurídica
de la comunidad . . . . 636

Bibliografía . . . . . . . . 639
- XXV -
RESPONSABILIDAD ESTATAL

La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados1 es


tablece:

Artículo 26. “Pacta sunt servanda”. Todo tratado en vigor obli ga a


las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe. Artículo 27. “El
derecho interno y la observancia de los tra tados”. Una parte no podrá
invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado. Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 46.
SIPDH SEPDH SUPDH
CADH CEDH PIDCP
Preámbulo.
Artículo 1. Artículo 2
Reafirmando su propósito de consoli Obli gación de
dar en este Continente, dentro del cua respe tar los 1. Cada uno de los
dro de las instituciones democráticas, derechos Es tados Partes en el
un régimen de libertad personal y de humanos pre sente Pacto se
justicia social, fundado en el respeto de com promete a
los derechos esenciales del hombre… Las Altas Partes respetar y a
Contratantes re garantizar a todos los
Artículo 1. Obligación de Respetar conocen a toda individuos que se en
los Derechos persona depen cuentren en su terri
diente de su ju torio y estén sujetos
1. Los Estados partes en esta Conven risdicción los a su jurisdicción los
ción se comprometen a respetar los de derechos y liber derechos
rechos y libertades reconocidas en ella tades definidos reconocidos en el
y a garantizar su libre y pleno ejercicio en el Titulo I presente Pacto, sin
a toda persona que esté sujeta a su ju del presente distinción alguna de
risdicción, sin discriminación alguna Conve nio. raza, color, sexo,
por motivos de raza, color, sexo, idio idioma, religión, opi
ma, religión, opiniones políticas o de nión política o de
cualquier otra índole, origen nacional o otra índole, origen
social, posición económica, nacimiento nacio nal o social,
o cualquier otra condición social. posición económica,
nacimien to o
cualquier otra
condición social.
1
ONU. Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, Adoptada en Viena el 23
de mayo de 1969, entrada en vigor el 27 de enero de 1980.

-1-
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O
2. Para los efectos de esta 2. Cada Estado Parte se
Convención, persona es compromete a adoptar,
todo ser humano. con arreglo a sus procedi
mientos constitucionales
Artículo 2. Deber de y a las disposiciones del
Adoptar Disposiciones presente Pacto, las medi
de Derecho Interno. das oportunas para dictar
las disposiciones legislati
Si en el ejercicio de los de
vas o de otro carácter que
rechos y libertades men
fueren necesarias para ha
cionados en el artículo 1
cer efectivos los derechos
no estuviere ya garantiza
reconocidos en el presen
do por disposiciones le
te Pacto y que no estuvie
gislativas o de otro carác
sen ya garantizados por
ter, los Estados partes se
disposiciones legislativas
comprometen a adoptar,
o de otro carácter.
con arreglo a sus proce
dimientos constituciona
les y a las disposiciones
de esta Convención, las
medidas legislativas o de
otro carácter que fue ren
necesarias para hacer
efectivas tales derechos y
libertades.

Antes de entrar a examinar cada una de las obligaciones generales que


emanan de los tratados de DIDH, debemos hacer mención de algunas
consideraciones preliminares, que resultan esenciales para la posterior
comprensión, no solo de este capítulo, sino del resto del presente Manual.

En primer lugar, debemos establecer que los organismos de pro tección y


tutela de los derechos humanos como la CrIDH, la CIDH, la CrEDH, la
Comisión Europea, así como los que forman parte del SUPDH como el
CDHONU tienen competencia únicamente para pronunciarse sobre la
responsabilidad internacional que haya gene rado el Estado como entidad
jurídica y no para atribuir respon sabilidades individuales por las
posibles violaciones a los derechos consagrados en los respectivos tratados
cuyo cumplimiento tutelan.
-2-
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Así la Corte Interamericana estableció en el Caso Velásquez


Rodríguez que: “En efecto, la protección internacional de los dere chos humanos no
debe confundirse con la justicia penal. Los Estados no comparecen ante la Corte como
sujetos de acción penal. El Derecho Internacional de los Derechos Humanos no tiene por
objeto imponer penas a las personas culpables de sus violaciones, sino amparar a las
víctimas y disponer la reparación de los daños que le hayan sido cau sados por los
Estados responsables de tales acciones”2. Esto fue reafir mado en la Opinión
Consultiva 14 donde la Corte Interamericana consideró que: “En lo que
concierne a los derechos humanos protegi dos por la Convención, la competencia de los
órganos establecidos por ella se refiere exclusivamente a la responsabilidad internacional
del Estado y no a la de los individuos”. En cambio, “la responsabilidad in dividual
puede ser atribuida solamente por violaciones consideradas como delitos
internacionales en instrumentos que tengan ese mismo carácter, tales como los
crímenes contra la paz, los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad o el
genocidio...”3(lo resaltado es nuestro), tales delitos internacionales constituyen
el campo de estu dio de otras ramas de la disciplina jurídica distintas del
DIDH tales como el Derecho Internacional Humanitario y el Derecho
Penal Su pranacional.

Así encontramos otras referencias jurisprudenciales en el mismo


sentido, por ejemplo en el Caso Castillo Petruzzi la CrIDH reiteró que:
“tiene atribuciones para establecer la responsabilidad internacio

2
CrIDH, Caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 29 de julio de
1988.
3
CrIDH, Opinión Consultiva 14 del 9 de diciembre de 1994, Responsabilidad
internacional por expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención. Este
tipo de crímenes han sido de conocimiento de los tribunales de guerra, o de derecho
penal internacional como el recientemente creado Tribunal de la Haya, cuyo
fundamento se encuentra en el Estatuto de Roma, el cual se espera que atienda en el
futuro casos que anteriormente eran de conocimiento de los tribunales de guerra
Ad-Hoc.

-3-
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

nal de los Estados con motivo de la violación de derechos humanos, pero no para
investigar y sancionar la conducta de los agentes del Es tado que hubiesen participado en
esas violaciones. Esta es la carac terística de un tribunal de derechos
humanos, que no es un tribunal penal”4. (lo resaltado es nuestro). En este
sentido, “Para establecer que se ha producido una violación de los derechos consagrados
en la Convención, no se requiere, como ocurre en el derecho penal interno, la
culpabilidad de sus autores o su intencionalidad y tampoco es pre ciso identificar
individualmente a los agentes a los cuales se atribuye los hechos violatorios. Es suficiente
la demostración de que ha habido apoyo o tolerancia del poder público en la infracción de
los derechos reconocidos en la Convención”5. Además, y es pertinente mencionar lo
en este punto, como ha manifestado la CrIDH, la responsabilidad
internacional se genera independientemente de que los hechos que
constituyen las violaciones a los derechos humanos en el caso con creto
sean o no parte de una política estatal dirigida a tales efectos6. Obviamente,
de haber una política estatal orientada a la violación sis temática de
determinados derechos esto sería un agravante de la res ponsabilidad estatal.

Llegado este punto es conveniente advertir que la responsabili dad


internacional del Estado es totalmente independiente del dolo, la
intencionalidad u otros elementos que podrían ser relevantes para
determinar la responsabilidad penal individual de los agentes. Así la
CrEDH ha señalado que el Estado puede ser responsable tanto por
acción, como por omisión o negligencia7.

4
CrIDH, Caso Castillo Petruzzi y Otros v. Perú, Sentencia de Fondo de 30 de mayo de
1999.
5
CrIDH, Caso Paniagua Morales y Otros v. Guatemala, Sentencia de Fondo del 8 de
marzo de 1998.
6
CrIDH, Caso Paniagua Morales y Otros v. Guatemala, Sentencia de Fondo del 8 de
marzo de 1998. CrIDH, Caso 19 Comerciantes v. Colombia, Sentencia de 5 de julio de
2004.
7
CrEDH, Case of Öneryildiz v. Turkey, Judgment of June 18 of 2002.

-4-
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Ahora bien, ¿cuándo se genera la responsabilidad internacio nal?,


la CrIDH en el Caso Ricardo Canese recordó en palabras muy sencillas
que: “la responsabilidad internacional del Estado se genera de inmediato con el ilícito
internacional, aunque sólo puede ser exigida después de que el Estado haya tenido la
oportunidad de repararlo por sus propios medios. Una posible reparación posterior
llevada a cabo en el derecho interno, no inhibe a la Comisión ni a la Corte para conocer
un caso que ya se ha iniciado por supuestas violaciones a la Conven ción Americana...”8

La responsabilidad estatal por violaciones a los derechos huma nos


existe aunque los actos que ocasionaron las mismas se hayan dado con
motivo del cumplimiento de obligaciones de derecho interno e incluso,
como ha reconocido la CrEDH en el reciente Caso Bospho rus Hava
Yollari Turizm Ve Ticaret Anonim Şirketi v. Ireland, aunque se hayan
dado para el cumplimiento de otras obligaciones internacionacionales: “Ha
sido aceptado que un Estado Parte es res ponsable bajo el Artículo 1 de la Convención
por todos los actos y omisiones de sus órganos, sin reparar en si los actos u omisiones en
cuestión fuesen una consecuencia del derecho interno o de la necesidad de cumplir con
obligaciones legales internacionales”9.

Y Continúa la CrEDH en ese mismo sentido: “Estableciendo el grado en que


una acción Estatal puede ser justificada por su conformi dad con obligaciones surgentes de
su membresía en una organización internacional a la que ha transferido parte de su
soberanía, La Corte ha reconocido que absolver completamente a los Estados Partes de
sus responsabilidades de la Convención en las áreas cubiertas por dicha transferencia
sería incompatible con el objeto y fin de la Convención:

8
CrIDH, Caso Ricardo Canese v. Paraguay, Sentencia de 31 de agosto de 2004. 9 CrEDH,
Bosphorus Hava Yollari Turizm Ve Ticaret Anonim Şirketi v. Ireland, Judgment of June
30 of 2005.

-5-
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

las garantías de la Convención podrían ser limitadas o excluidas a dis creción privando a
ésta, por ende, de su carácter obligatorio y minando la naturaleza efectiva y práctica de
sus salvaguardas. Se considera que el Estado retiene su responsabilidad por la
Convención con respecto a compromisos de tratados subsecuentes a la entrada en vigor de
la Convención”10. Bajo este criterio surge responsabilidad estatal cuan do el
Estado contrae nuevas obligaciones internacionales que sean contrarias a
sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos.

También debemos mencionar que un Estado también puede tener


responsabilidad internacional con respecto al DIDH cuando expulsa a una
persona de su territorio hacia otro donde existe certeza o indi cios
suficientes de que sus derechos humanos corren peligro de ser violados11,
esto en conformidad con el principio de non refoulment re conocido también
por el Derecho Internacional Público en general.

I- Actores que Pueden Generar Responsabilidad Estatal

Veamos ahora quiénes pueden hacer responsable al Estado por


violaciones a los Derechos Humanos. La Corte Interamericana ha
establecido desde su jurisprudencia más temprana que: “Conforme al artículo
1.1 es ilícita toda forma de ejercicio del poder público que viole los derechos reconocidos
por la Convención. En tal sentido, en toda circunstancia en la cual un órgano o
funcionario del Estado o de una institución de carácter público lesione
indebidamente uno de tales derechos, se está ante un supuesto de inobservancia del deber
de respeto consagrado en ese artículo. Esa conclusión es independiente de que el órgano o
funcionario haya actuado en contravención de dispo siciones de derecho interno o
desbordado los límites de su propia com

10
CrEDH, Bosphorus Hava Yollari Turizm Ve Ticaret Anonim Şirketi v. Ireland,
Judgment of June 30 of 2005.
11
CrEDH, Case of N. v. Finland, Judgment of July26 of 2005. CrEDH, Case of
Thampibillai v. The Netherlands, Judgment of February 17 of 2004.

-6-
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

petencia, puesto que es un principio de Derecho Internacional que el Estado responde por
los actos de sus agentes realizados al amparo de su carácter oficial y por las omisiones de
los mismos aun si actúan fuera de los límites de su competencia o en violación del derecho
interno... Si se considerara que no compromete al Estado quien se prevale del poder
público para violar tales derechos a través de actos que desbordan su competencia o que
son ilegales, se tornaría ilusorio el sistema de pro
tección en la Convención”12 (lo resaltado es nuestro).

En lo que toca a la actuación de un órgano del Estado, la Cor te


Interamericana ha anotado que: “Es un principio básico del de recho de la
responsabilidad internacional del Estado, recogido por el Derecho Internacional de los
derechos Humanos, que todo Estado es internacionalmente responsable por todo y
cualquier acto u omisión de cualquiera de sus poderes u órganos en violación de los
derechos in ternacionalmente consagrados. El artículo 1.1 de la Convención Ame ricana
es de importancia fundamental en ese sentido”13. En esta línea el CDHONU ha
señalado que: “Las obligaciones del Pacto en gene ral, y el artículo 2 en particular son
vinculantes en cada Estado parte como un todo. Todas las ramas del gobierno (ejecutivo,
legislativo y judicial) y otras autoridades públicas o gubernamentales, a cualquier nivel
(nacional, regional o local) están en posición de contraer respon

12
CrIDH, Caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 29 de julio de
1998.
13
CrIDH, Caso Villagrán Morales y Otros (de los “Niños de la Calle”) v. Guatemala,
Sentencia de Fondo de 19 de Noviembre de 1999. En este caso la Corte
Interamericana, refiriéndose a las actuaciones del Órgano Judicial, estableció también
que: “El esclarecimiento de si un Estado ha violado o no sus obligaciones internacionales por virtud de
las actuaciones de sus órganos judiciales, puede conducir a que el Tribunal deba ocuparse de examinar
los respectivos procesos internos. Al respecto, la Corte Europea ha señalado que deben considerarse los
procedimientos como un todo, incluyendo las decisiones de los tribunales de apelación, y que la función
del tribunal internacional es determinar si la integridad de los procedimientos, así como la forma en que
fue producida la prueba, fueron justos... la Corte debe efectuar un examen del conjunto de las
actuaciones judiciales internas para obtener una percepción integral de tales actuaciones...”
-7-
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

sabilidad del Estado Parte”14. En un sentido también concordante se


manifestó la CrIDH en el Caso Olmedo Bustos cuando reiteró que:
“Esta Corte entiende que la responsabilidad internacional del Estado puede generarse
por actos u omisiones de cualquier poder u órgano de éste, independientemente de su
jerarquía, que violen la Convención Americana”15. Esto con relación a la
actuación de órganos del Estado como tal, obviamente realizando acciones
que se consideran llevadas a cabo por dicho órgano como entidad, no por
las personas indivi dualmente consideradas que las llevan a cabo.

También puede darse que las violaciones no sean llevadas a cabo por
entidades estatales propiamente dichas sino por agentes estata les,
autoridades estatales o incluso por particulares16. El concepto de
agente estatal tiene para el DIDH un contenido autónomo que es
independiente de la organización formal y legal que contemple el Estado
dentro de su ordenamiento interno. Se incluyen dentro de este concepto
tanto los particulares en los que el Estado delegue poderes públicos
(ejemplo los colegios oficiales y en algunos casos las autori dades de los
grupos indígenas) y cualquiera otra personas que estén subordinadas de
cualquier forma al Estado y ejecuten actos por orden de éste o con su
tolerancia o aquiescencia.

Así por ejemplo en el Caso Blake (y en otros varios casos contra el Estado
Guatemalteco) la Corte Interamericana consideró que el Estado era
responsable por las violaciones a derechos humanos come tidas PACs, (o
patrullas de autodefensa civil) las cuales, aún cuando estaban conformadas
por civiles, recibían apoyo logístico, armamen to, y dirección por parte del
Estado. Como quedó demostrado en ese caso las PACs tenían: “una relación
institucional con el Ejército”17. A

14
ONU, Human Rights Committee, General Comment No. 31: The Nature of the
General Legal Obligation Imposed on States Parties to the Covenant, 2004. 15 CrIDH,
Caso “La Última Tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y Otros) v. Chile, Sentencia de
Fondo de 5 de febrero de 2001.
16
Respecto al nivel de protección que el Estado debe brindar a sus coasociados frente a
otros particulares el DIDH adopta en una medida significativa la doctrina del efecto en
terceros u horizontal, (Drittwirkung) originado en la doctrina del Derecho
Constitucional Alemán.

-8-
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

consecuencia de esta relación institucional la Corte Interamericana


declaró que: “la aquiescencia del Estado de Guatemala en la reali zación de tales
actividades por parte de las patrullas civiles, permiten concluir, que dichas patrullas
deben ser consideradas como agentes del Estado, y por lo tanto, imputables a éste los
actos por ellas practicados”. A este grupo armado se le atribuyen graves
violaciones a los derechos humanos como desapariciones forzadas y
ejecuciones extrajudiciales y sumarias.

Este mismo criterio le fue aplicado en el Caso de los 19 Comer ciantes a


los grupos paramilitares que operaban en Colombia en una época en la
que el Gobierno Colombiano no había tomado las me didas necesarias para
prohibir, prevenir y castigar las actividades de estos grupos armados que
degeneraron en grupos delincuenciales18.

17
CrIDH, Caso Blake v. Guatemala, Sentencia de Fondo del 24 de enero de 1998. Esta
relación institucional con el ejército se fundamenta en que las PACs: realizaban
actividades de apoyo a las funciones de las fuerzas armadas y, aún más, recibían
recursos, armamento, entrenamiento y órdenes directas del Ejército guatemalteco y
operaban bajo su supervisión.
18
CrIDH, Caso 19 Comerciantes v. Colombia, Sentencia de 5 de julio de 2004. En este
caso la Corte Interamericana consideró que: “Los grupos de autodefensa se conformaron de
manera legal… El Estado impulsó su creación entre la población civil, con los fines principales de
auxiliar a la Fuerza Pública en operaciones antisubversivas y de defenderse de los grupos guerrilleros,
es decir, en su concepción inicial no tenían fines delictivos. El Estado les otorgaba permiso para el porte
y tenencia de armas, así como apoyo logístico. Sin embargo, muchos grupos de autodefensa cambiaron
sus objetivos y se convirtieron en grupos de delincuencia, comúnmente llamados paramilitares… A
pesar que Colombia alega que no tenía la política de incentivar la constitución de tales grupos
delincuenciales, ello no libera al Estado de la responsabilidad por la interpretación que durante años
se le dio al marco legal que amparó a tales grupos paramilitares, por el uso desproporcionado dado al
armamento que les entregó y por no adoptar las medidas necesarias para prohibir, prevenir y castigar
adecuadamente las referidas actividades delincuenciales, aunado a que las propias autoridades militares
de Puerto Boyacá incentivaron al grupo de autodefensa que tenía control en dicha zona a desarrollar
una actitud ofensiva ante los guerrilleros, tal y como sucedió en este caso, pues se consideraba que los
comerciantes brindaban colaboración a los grupos guerrilleros… Con base en los elementos probatorios
aportados a este proceso, el Tribunal considera que, en la época de los hechos relevantes del presente
caso, el grupo paramilitar que desapareció a los 19 comerciantes tenía estrechos vínculos con altos
mandos de la Fuerza Pública de la región Magdalena Medio, así como también recibía apoyo y
colaboración de éstos”.

-9-
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

En el caso de los actos cometidos por particulares propiamente dichos,


bajo ciertas circunstancias, también pueden comprometer la
responsabilidad internacional del Estado. La CrIDH ha establecido: “Es,
pues, claro que, en principio, es imputable al Estado toda violación a los derechos
reconocidos por la Convención cumplida por un acto del poder público o de personas que
actúan prevalidas de los poderes que ostentan por su carácter oficial... un hecho violatorio
de los derechos humanos que inicialmente no resulte imputable directamente a un
Estado, por ejemplo, por ser obra de un particular o por no haberse identificado al
autor de la trasgresión, puede acarrear la responsabi lidad internacional del Estado, no
por ese hecho en sí mismo, sino por falta de la debida diligencia para prevenir la violación
o para tratarla en los términos requeridos por la Convención...”19 La obligación del
Estado de organizar el Poder Público para garantizar el libre y pleno
ejercicio de los derechos humanos se impone independientemente de que
los responsables de las violaciones de estos derechos sean agentes del
poder público, particulares, o grupos de ellos20.

Para estos efectos podemos considerar, en términos generales, como


particular a todas aquellas personas que no tienen de hecho, ni de derecho
vínculos de subordinación con la administración del Es tado ni poderes de
éste depositados en ellas. En este caso se generará responsabilidad para el
Estado por permitir, tolerar o indirectamente apoyar las acciones de estos
particulares. Una forma como el Estado tolera estas actividades es
precisamente omitiendo su deber de inves tigar y sancionar sus actividades.
19
CrIDH, Caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 29 de julio de
1988.
20
CrIDH, Caso Paniagua Morales y Otros v. Guatemala, Sentencia de Fondo del 8 de
marzo de 1998.

- 10 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

II- Obligaciones Estatales Derivadas del DIDH

La Corte Interamericana de Derechos Humanos desarrolló el


contenido del Art. 1.1 de la CADH in extenso a partir del primer caso
contencioso que atendió, es decir el Caso Velásquez Rodríguez v.
Honduras. En el mismo la CrIDH estableció de qué forma y bajo qué
circunstancias surge la responsabilidad Estatal derivada del in
cumplimiento de las disposiciones de la CADH. Naturalmente, como
iremos viendo, a medida que la jurisprudencia recorre su camino va a
ampliar y a clarificar muchos de estos criterios.

Así estableció en dicho caso que, en términos generales, el Art. 1.1


“contiene la obligación contraída por los Estados Partes en rela ción con cada uno de los
derechos protegidos, de tal manera que toda pretensión de que se ha lesionado alguno de
los esos derechos, implica necesariamente la de que se ha infringido también el artículo
1.1 de la Convención”. Es decir, cada vez que se viole alguno de los derechos
contenidos en la CADH, se estará violando automáticamente este artículo.
Continúa la CrIDH: “El artículo 1.1 es fundamental para determinar si una
violación de los derechos humanos reconocidos por la Convención puede ser atribuida a
un Estado Parte. En efecto, dicho artículo pone a cargo de los Estados Partes los deberes
fundamentales de respeto y de garantía, de tal modo que todo menoscabo a los dere
chos humanos reconocidos en la Convención que pueda ser atribuido, según las reglas
del Derecho Internacional, a la acción u omisión de cualquier autoridad pública,
constituye un hecho imputable al Esta do que compromete su responsabilidad en los
términos previstos por la misma Convención”21 (lo resaltado es nuestro). La
Convención Americana de Derechos Humanos, si bien, por ser un
tratado de derechos humanos es por naturaleza esencialmente distinta a
tratados
21
CrIDH, Caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 29 de julio de
1988.

- 11 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

que establecen derechos y obligaciones recíprocas entre los Estados, se


rige, en cuanto a su cumplimiento, incumplimiento, reparacio nes
derivadas del daño causado por su incumplimiento, entrada en vigencia,
reservas, denuncia e interpretación, por las reglas generales del Derecho
Internacional, relativas a estas materias. Específicamen te por las
disposiciones de la Convención de Viena sobre Derecho de Tratados.
Veamos ahora cuáles son las obligaciones Estatales de acuerdo a la
jurisprudencia de la CrIDH:

A. Obligación de Respetar los Derechos y Libertades

Continuando con el análisis del Caso Velásquez Rodríguez, en el


mismo, la CrIDH establece que son dos las obligaciones generales que
dimanan del Art. 1.1 de la CADH, la primera, es la de “respetar los
derechos y libertades”, esta es una obligación más bien de carácter
negativo, se trata de el deber del Estado de abstenerse de realizar cual
quier tipo de acción que vulnere o menoscabe alguno de los derechos
consagrados en la Convención Americana de Derechos Humanos. Así
estableció la CrIDH que: “El ejercicio de la función pública tiene unos límites que
derivan de que los derechos humanos son atributos inherentes a la dignidad humana y, en
consecuencia, superiores al po der del Estado... la protección a los derechos humanos, en
especial los derechos civiles y políticos recogidos en la Convención, parte de la afir mación
de la existencia de ciertos atributos inviolables de la persona humana que no pueden ser
legalmente menoscabados por ejercicio del poder público. Se trata de esferas individuales
que el Estado no puede vulnerar o en los que sólo puede penetrar limitadamente. Así, en
la protección de los derechos humanos, está necesariamente comprendida la noción de la
restricción al ejercicio del poder estatal... por graves que puedan ser ciertas acciones y por
culpables que puedan ser los reos de determinados delitos, no cabe admitir que el poder
pueda ejercerse sin límite alguno o que el Estado pueda valerse de cualquier procedimien
to para alcanzar sus objetivos, sin sujeción al derecho o a la moral. Ninguna actividad
del Estado puede fundarse sobre el desprecio de
- 12 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

la dignidad humana”22. Como vemos el respeto de las obligaciones


internacionales asumidas por los Estados (y asumidas en virtud de su
potestad soberana de ratificar tratados de derechos humanos) cons tituye
una limitante a la facultad de actuar del Estado, con relación a las personas
sometidas a jurisdicción. Esto a sido reiterado por la jurisprudencia de la
CrIDH, en otra ocasión dicho tribunal estable ció que: “El respeto a los
derechos humanos constituye un límite a la actividad estatal, lo cual vale para todo
órgano o funcionario que se encuentre en una situación de poder, en razón de su carácter
oficial, respecto de las demás personas. Es así, ilícita, toda forma de ejercicio del poder
público que viole los derechos reconocidos por la Conven ción... la salvaguardia de la
persona frente al ejercicio arbitrario del poder público es el objetivo primordial de la
protección internacional de los derechos humanos”23.

Sobre este punto volvió la Corte Interamericana en el Caso Bae na


Ricardo donde estableció que: “en cualquier materia, inclusive en la laboral y la
administrativa, la discrecionalidad de la administración tiene límites infranqueables,
siendo uno de ellos el respeto de los de rechos humanos. Es importante que la actuación
de la administración se encuentre regulada, y ésta no puede invocar el orden público para
reducir discrecionalmente las garantías de los administrados”24. Re cordemos que en
este caso la mayoría de las violaciones a los derechos humanos se dieron
por actos administrativos del Estado, por lo tanto la sentencia está
orientada en este sentido.

22
CrIDH, Caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 29 de julio de
1988. La Corte reconoce sin embargo que: “Está más allá de toda duda que el Estado tiene el
derecho y el deber de garantizar su propia seguridad. Tampoco puede discutirse que toda sociedad
padece por las infracciones a su orden jurídico”. Pero, como señalamos en esta cita, esto no
implica que el poder del Estado pueda ejercerse sin límite alguno.
23
CrIDH, Caso Tribunal Constitucional (Aguirre Roca, Rey Terry y Revoredo Marsano) v.
Perú, Sentencia de 31 de enero de 2001.
24
CrIDH, Caso Baena Ricardo y Otros (270 Trabajadores) v. Panamá, Sentencia de Fondo
de 2 de febrero de 2001.

- 13 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

B. Obligación de Garantizar
La segunda obligación que emana del Art. 1.1, de acuerdo a lo
señalado en el Caso Velásquez Rodríguez es la de “garantizar” el libre y
pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la Convención Americana
a toda persona sujeta a su jurisdicción. “Esta obligación implica el deber de los
Estados partes de organizar todo el aparato gu
bernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiestan el
ejercicio del poder público, de manera tal que sean ca paces de asegurar jurídicamente el
libre y pleno ejercicio de los derechos humanos... La obligación de garantizar el libre y
pleno ejercicio de los derechos humanos no se agota con la existencia de un orden
normativo dirigido a hacer posible el cumplimiento de esta obligación, sino que comporta
la necesidad de una conducta gubernamental que asegure la existencia, en realidad, de
una eficaz garantía del libre y pleno ejerci cio de los derechos humanos”25. La Corte
Interamericana, posterior mente desarrolló aún más esta obligación de
garantizar y estableció en la Opinión Consultiva 11 que: “garantizar implica
la obligación del Estado de tomar todas las medidas necesarias para remover los
obstáculos que puedan existir para que los individuos puedan disfrutar de los derechos
que la Convención reconoce”26. Como consecuencia de esta obligación, surge el
deber del Estado de prevenir, investigar, sancionar y reparar, las
violaciones a los derechos humanos, veamos en detenimiento qué implican
cada uno de estos deberes:

B.1. Deber de Prevenir

El deber de prevención: “abarca todas aquellas medidas de carác ter jurídico,


político, administrativo y cultural que promuevan la sal

25
CrIDH, Caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 29 de julio de
1988.
26
CrIDH, Opinión Consultiva 11 del 10 de agosto de 1990, Excepciones al agotamiento
de los recursos internos. Este deber general, en concordancia la obligación del Estado
de ofrecer recursos internos efectivos para garantizar, implica, como dijo la Corte
Interamericana en esta Opinión Consultiva, que: “la tolerancia del Estado a circunstancias o
condiciones que impidan a los individuos acceder a los recursos internos adecuados para proteger sus
derechos, constituye una violación del artículo 1.1 de la Convención”.

- 14 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

vaguarda de los derechos humanos y que aseguren que las eventuales violaciones a los
mismos sean efectivamente consideradas y tratadas como un hecho ilícito que, como tal, es
susceptible de acarrear sancio nes para quien las cometa, así como la obligación de
indemnizar a las víctimas por sus consecuencias perjudiciales. No es posible hacer una
enumeración detallada de esas medidas, que varían según el derecho de que se trate y
según las condiciones propias de cada Estado Parte. Es claro, a su vez, que la obligación
de prevenir es de medio o comporta miento y no se demuestra su incumplimiento por el
mero hecho de que un derecho haya sido violado”27.

B.2. Deber de Investigar

En cuanto a la obligación de investigar, la CrIDH ha dicho que, al igual


que la de prevenir, es una obligación de medio o comportamien to y no de
resultado. Sin embargo, “debe emprenderse con seriedad y no como una simple
formalidad condenada de antemano a ser infruc tuosa. Debe tener sentido y ser asumida
por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple gestión de intereses
particulares, que dependa de la iniciativa procesal de la víctima o de sus familiares o de
la aportación privada de elementos probatorios, sin que la auto ridad pública busque
efectivamente la verdad”28. Continuando con el desarrollo de este deber de
investigar, ahora en el contexto de las desapariciones forzadas29, la Corte
Interamericana, siguiendo crite rios del CDHONU, ha señalado que: “el
Estado Parte tiene el deber de investigar a fondo las presuntas violaciones de derechos
humanos, en particular las desapariciones forzadas y las violaciones del derecho

27
CrIDH, Caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 29 de julio de
1988.
28
CrIDH, Caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 29 de julio de
1988.
29
Este fenómeno de las desapariciones forzadas es examinado en una cantidad
considerable de los casos atendidos por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, sobre todo en sus primeros casos, y precisamente ha sido en el contexto de
este tipo de casos donde ha sentado las bases del contenido y alcances de las
obligaciones que se derivan del Art. 1.1 de la CADH.

- 15 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

a la vida, y de encausar penalmente, juzgar y castigar a quienes sean considerados


responsables de esas violaciones. Este deber es aplicable -a fortiori- en los casos en que los
autores de esas violaciones han sido identificados”30. Este deber de investigar y de
lograr el esclarecimien to de los hechos debe llevarse a cabo aun cuando
no logren identi ficarse a los culpables de tales hechos. Así la CrIDH ha
establecido que: “el Estado está obligado a investigar los hechos que produjeron las
violaciones. Inclusive, en el supuesto de que las dificultades del or den interno impidiesen
identificar a los individuos responsables por los delitos de esta naturaleza, subsiste el
derecho de los familiares de las víctimas a conocer el destino de éstas y, en
su caso, el paradero de sus restos. Corresponde al Estado, por tanto, satisfacer esas
justas expecta tivas por los medios a su alcance”31. La Corte Interamericana
podrá ordenar al Estado, como parte de las reparaciones, que investigue los
hechos que las produjeron, aun en el supuesto de que el caso en la
jurisdicción nacional ya se haya cerrado32. Tanto los familiares de la
víctima, como la sociedad en su conjunto tienen derecho a conocer la
verdad sobre lo ocurrido33.

B.3. Deber de Sancionar

Toda investigación debe buscar identificar a los responsables de las


violaciones a los derechos humanos, con el fin de que los mismos sean
sancionados por los tribunales internos del Estado, de acuerdo con lo que
prescriba su legislación. De ahí entonces el tercero de los deberes que
comentamos, el de sancionar. De no investigar y sancio

30
CrIDH, Caso Durand y Ugarte v. Perú, Sentencia de Fondo de 16 de agosto de 2000.
31
CrIDH, Caso Castillo Páez v. Perú, Sentencia de Fondo de 3 de noviembre de 1997.
32
CrIDH, Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri v. Perú, Sentencia de 8 de julio de
2004.
33
CrIDH, Caso Bulacio v. Argentina, Sentencia de 18 de septiembre de 2003.

- 16 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

nar a quienes sean responsables de perpetrar violaciones a los dere chos


humanos, el Estado estaría garantizando la impunidad de quie nes
cometen dichas violaciones.

La Corte Interamericana ha definido impunidad como: “La falta en su


conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los
responsables de las violaciones de los derechos pro tegidos por la Convención Americana,
toda vez que el Estado tiene la obligación de combatir tal situación por todos los medios
legales disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica de las violaciones
de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares”34(lo
resaltado es nuestro). Hemos hecho énfasis en que para combatir la
impunidad, no sólo basta con que se investi
gue, se persiga, se capture, o incluso se enjuicie, sino que, repetimos, hay
que condenar a los responsables. Es muy probable que una vez llegada a la
fase de enjuiciamiento el sistema legal del Estado permi ta la interposición
de recursos e incidentes que dilaten el proceso o que de alguna forma esto
sirva como una estrategia para eludir una posible condena. No podemos
perder de vista que en la mayoría de los casos el Estado no tiene el mayor
interés en castigar a sus agen tes, quienes precisamente han cometido las
violaciones a los derechos humanos en nombre de aquel. En este orden de
ideas, la Corte en el Caso Villagrán Morales, por citar un ejemplo,
consideró que los responsables de los hechos se encontraban en
impunidad, porque no habían sido identificados ni sancionados mediante
“actos judiciales que hayan sido ejecutados”.

De no cumplirse con este deber de sancionar, se estaría propician do la


impunidad, la Corte Interamericana conceptualiza como im

34
CrIDH, Caso Paniagua Morales y Otros v. Guatemala, Sentencia de Fondo de 8 de
marzo de 1998.

- 17 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

punidad: “la falta en su conjunto de investigación, persecución, captu ra, enjuiciamiento


y condena de los responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la
Convención Americana, toda vez que el Estado tiene la obligación de combatir tal
situación por todos los me dios legales disponibles ya que la impunidad propicia la
repetición cró nica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las
víctimas y sus familiares”. Esta impunidad puede ser total, cuando no se ha
sancionado a ninguno de los responsables, o bien puede ser parcial cuando
solo se ha sancionado a un grupo de ellos, por ejemplo en el Caso Gómez
Paquiyauri sólo se procesaron y sancionaron a los autores materiales de
más bajo rango en la Policía Nacional del Perú, mientras que los autores
intelectuales continúan sin ser siquiera identificados, lo que en definitiva
representa también una situación de impunidad35.

La Corte Interamericana considera que este deber de sancionar no puede


ser eludido por el Estado, sobre todo en los casos de gra ves violaciones a
derechos humanos como la tortura, las ejecuciones extrajudiciales y
sumarias, las desapariciones forzadas, en estos casos: “Son inadmisibles las
disposiciones de amnistía36, las disposiciones de

35
CrIDH, Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri v. Perú, Sentencia de 8 de julio de
2004. Para profundizar un poco más en nuestra explicación transcribiremos el siguiente
fragmento de la sentencia: “La Corte reconoce que en el presente caso la impunidad de los
responsables no ha sido total, puesto que dos autores materiales han sido juzgados y declarados
culpables por los hechos. No obstante, a la fecha de la presente Sentencia, después de más de trece años,
el o los autores intelectuales de los hechos aún no han sido juzgados ni sancionados. Por lo tanto, se ha
configurado una situación de grave impunidad, que constituye una infracción del deber del Estado de
investigar y sancionar a los responsables de los hechos violatorios de los derechos humanos en el presente
caso, que lesiona a los familiares de las víctimas y que propicia la repetición crónica de las violaciones de
los derechos humanos de que se trata”.
36
Entre las referencias que podemos citar sobre pronunciamientos en torno a estas leyes
de amnistía conviene mencionar los siguientes casos: CIDH, Caso Ignacio Ellacuría, S.J.
y Otros v. El Salvador, Informe de Fondo 136/99 del 22 de diciembre de 1999 y
CIDH, Caso Monseñor Oscar A. Romero v. El Salvador, Informe de Fondo 37/00 del
13 de abril de 2000.
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MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir


la investigación y sanción de los responsables”37. Tampoco puede eludirse este
deber permitiendo dilaciones excesivas en los procesos, que se siguen a los
violadores de derechos humanos38. De lo contrario, además de propiciarse
el clima de impunidad y de subsistir la responsabilidad estatal por tales
hechos, se estaría dejando en indefensión a los familiares de las víctimas
que tienen derecho a que se castigue a los responsables. Esto es importante
porque existe una tendencia generalizada a creer que el objeto y fin de los
derechos humanos únicamente es “proteger a los delincuentes y respetarles
sus derechos y garantías”, pues no, esta es una visión bastante incomple ta
y genera críticas irresponsables. La verdad es que para el régimen
internacional de derechos humanos es de suma importancia que las justas
expectativas y derechos de los familiares de las víctimas y de las

37
CrIDH, Caso Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y Otros) v. Perú, Sentencia de Fondo
de 14 de marzo de 2001. Este criterio ha sido mantenido a lo largo de la jurisprudencia
de la Corte Interamericana. En este caso este pronunciamiento se dio por la expedición
de leyes de amnistía. Así mismo en el Caso Bulacio v. Argentina, se mantuvo este
criterio pero enfocado al fenómeno de la prescripción, lo que motivo que la Corte se
pronunciara en el sentido de considerar que: “De acuerdo con las obligaciones convencionales
asumidas por los Estados, ninguna disposición o instituto de derecho interno, entre ellos la prescripción,
podría oponerse al cumplimiento de las decisiones de la Corte en cuanto a la investigación y sanción de
los responsables de las violaciones de los derechos humanos” (Sentencia de 18 de septiembre de
2003).
38
A este respecto expresó la Corte en el Caso Myrna Mack Chang v. Guatemala que: “el
juez interno, como autoridad competente para dirigir el proceso, tiene el deber de encauzarlo, de modo
que se restrinja el uso desproporcionado de acciones que pueden tener efectos dilatorios… la Corte
considera que los jueces como rectores del proceso tienen el deber de dirigir y encauzar el procedimiento
judicial con el fin de no sacrificar la justicia y el debido proceso legal en pro del formalismo y la
impunidad. De este modo, si las autoridades permiten y toleran el uso de esta manera de los recursos
judiciales, los transforman en un medio para que los que cometen un ilícito penal dilaten y entorpezcan
el proceso judicial. Esto conduce a la violación de la obligación internacional del Estado de prevenir y
proteger los derechos humanos y menoscaba el derecho de la víctima y de sus familiares a saber la
verdad de lo sucedido, a que se identifique y se sancione a todos los responsables y a obtener las
consecuentes reparaciones” (Sentencia de 25 de noviembre de 2003).

- 19 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

propias víctimas sean plenamente satisfechos39. De ahí que la Corte


Interamericana ha manifestado en su jurisprudencia constante que: “del
art. 8 de la Convención Americana se desprende que las vícti mas de las violaciones de los
derechos humanos, o sus familiares, deben contar con amplias posibilidades de ser oídas y
actuar en los respectivos procesos, tanto en procura del esclarecimiento de los hechos y del
castigo de los responsables como en busca de una debida reparación”40. Como hemos,
ya señalado y lo reiteramos, la impunidad causa un terrible sufrimiento a las
víctimas y a sus familiares, quienes se sienten vul
nerables e indefensos frente al Estado, esta situación les provoca una
profunda angustia y les impide desarrollar su vida con normalidad41.

La CrIDH en el Caso Villagrán Morales consideró que el solo hecho de


que los responsables no hubiesen sido condenados consti tuía una violación
per se de la CADH: “Esta sola consideración basta para concluir que el Estado ha
violado el artículo 1.1 de la Conven ción, pues no ha castigado a los autores de los
correspondientes delitos. Al respecto, no viene al caso discutir si las personas acusadas en
los pro cesos internos debieron o no ser absueltas. Lo importante es que, con
independencia de si fueron o no ellas las responsables de los ilícitos, el Estado ha debido
identificar y castigar a quienes en realidad lo fueron, y no lo hizo”42. Ahora, conviene
advertir que la CrIDH posterior mente reconoció que la falta de una
condena no puede considerarse en todos los casos una violación per se de la
CADH43, compartimos ese criterio por encima del anterior, pues debe
comprenderse que in

39
Tanto es así que en la modificación que se hizo al reglamento de la Corte Interamericana
en el 2001 se instituyó como parte en el proceso a los representantes de la víctima,
anteriormente sólo actuaban ante la Corte, los agentes estatales y los delegados de la
Comisión Interamericana. Actualmente las presuntas víctimas o sus familiares pueden
presentar de manera autónoma su escrito de solicitudes, argumentos y pruebas y
esgrimir pretensiones coincidentes o no con las de la Comisión Interamericana.
40
CrIDH, Caso Villagrán Morales y Otros (de los “Niños de la Calle”) v. Guatemala,
Sentencia de Fondo de 19 de Noviembre de 1999.
41
CrIDH, Caso Bulacio v. Argentina, Sentencia de 18 de septiembre de 2003. 42 CrIDH,
Caso Villagrán Morales y Otros (de los “Niños de la Calle”) v. Guatemala, Sentencia de
Fondo de 19 de Noviembre de 1999.
43
CrIDH, Caso Las Palmeras v. Colombia, Sentencia de Fondo de 6 de diciembre de 2001.
- 20 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

cluso en los casos en que el Estado actúe con la mayor diligencia es posible
que un delincuente burle la justicia. La obligación de sancio nar es, al igual
que la prevenir y la de investigar, una obligación de medio o
comportamiento.

B.4. Deber de Reparar

El cuarto de los deberes que emanan de la obligación de “garan tizar” el


libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la Convención
Americana es el de reparar44. El cual implica que todo Estado Parte
deberá responder por las consecuencias del incumpli miento de la misma45.
Esta obligación no se presenta aislada, como mencionamos, está
íntimamente relacionada con las otras tres que he mos ido viendo, la
CrIDH estableció en el Caso Caballero, Delgado y Santana que: “para
garantizar plenamente los derechos reconocidos por la Convención, no es suficiente que el
Gobierno emprenda una investigación y trate de sancionar a los culpables, sino que es
necesario, además, que toda esta actividad del Gobierno culmine con la repara ción a la
parte lesionada...” Como vemos, la reparación de los efectos de las
violaciones a los derechos humanos es la consecuencia lógica de una plena
garantía de dichos derechos.

Este derecho de la víctima, sus familiares y en algunos casos hasta de la


sociedad en su conjunto, si bien se desprende y tiene su funda mento en la
obligación de garantizar el libre y pleno ejercicio de los

44
Con relación a este deber de reparar nos enfocaremos en los conceptos generales, pues
no es el objeto de este capítulo ni del presente Manual, hacer un estudio de cómo la
Corte Interamericana ha aplicado fijado las reparaciones en los casos concretos que ha
sustanciado.
45
Este concepto de reparaciones se ha ido ampliando a medida que se ha desarrollado la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humano. Es un concepto
abarcador que no solo implica el deber del Estado de reparar las consecuencias que las
violaciones de los derechos humanos produjeron en las víctimas y sus familiares, sino
que también incluye otras formas de reparación que son erga omnes, esta situación se da,
por ejemplo cuando, cuando la CrIDH ordena al Estado adecuar algún punto de su
legislación interna para que ésta sea cónsona con las obligaciones internacionales
asumidas por dicho Estado en materia de derechos humanos.

- 21 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

derechos contenido en el Art. 1.1 de la CADH, está regulado en el Art.


63.1 de dicho tratado. El cual establece que: “cuando decida que hubo violación
de un derecho o libertad protegidos en la Conven ción, la Corte dispondrá que se garantice
al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello
fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha
configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la
parte lesionada”. Este artículo constituye una norma consuetudinaria que es,
además, uno de los principios fundamentales del actual derecho de gentes.
Las reparaciones, como el término lo indica, consisten en las medidas que
tienden a hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas. Su
naturaleza y monto dependen del daño ocasionado en los planos tanto
material como inmaterial. En este sentido, las reparaciones que se
establezcan deben guardar relación con las violaciones declaradas en la
sentencia. Las reparaciones no pueden implicar ni enriquecimiento ni
empobre cimiento para la víctima o sus sucesores46.

La reparación del daño causado por la infracción de una obliga ción


internacional requiere, siempre que sea factible, la plena restitu ción
(restitutio in integrum), que consiste en el restablecimiento de la situación
anterior a la violación. De no ser esto posible, corresponde a la Corte
Interamericana ordenar que se adopten medidas para que, además de
garantizar el respeto de los derechos conculcados, se reparen las
consecuencias que produjeron las infracciones y se efectúe el pago de una
indemnización como compensación de los daños ocasionados. La
obligación de reparar, que se regula en todos sus aspectos (alcance,
naturaleza, modalidades y determinación de los beneficiarios) por el
derecho internacional, no puede ser modificada o incumplida por el Estado
obligado invocando disposiciones de su derecho interno. En lo que se
refiere a la violación del derecho a la vida y algunos otros derechos
(libertad e integridad personales, garantías judiciales y pro tección judicial)
por no ser posible la restitutio in integrum y teniendo en cuenta la naturaleza
del bien afectado, la reparación se realiza, inter alia, según la jurisprudencia
internacional, mediante una justa indem

46
Este criterio es una constante en la jurisprudencia de los Tribunales de Derechos
Humanos

- 22 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

nización o compensación pecuniaria. Es necesario añadir las medidas de


carácter positivo que el Estado debe adoptar para asegurar que no se
repitan hechos lesivos, como veremos más adelante esto es el deber de no
repetición. Siendo las reparaciones el género, las especies serían a) las
indemnizaciones pecuniarias en sus diversos conceptos, como veremos a
continuación, y b) las otras formas de reparación.

Las reparaciones comprenden los siguientes conceptos: a) Daño


material, b) Daño inmaterial, c) Otras formas de reparación, d) Cos tas y
gastos. Repetimos, alguno de estos conceptos son cubiertos mediante el
pago de indemnizaciones pecuniarias y otros, mediante otros actos.
Veamos cada uno de ellos.

a) Daño Material: este supone la pérdida o detrimento de los in gresos


de la víctima y los gastos efectuados por sus familiares con motivo de los
hechos violatorios o lesivos, esta indemnización busca compensar las
consecuencias patrimoniales de las violaciones declara das en la sentencia47.
Este concepto incluye:
• Pérdida de ingresos (lucro cesante)48.
• Daño emergente49.
• Daño Patrimonial familiar50 (en algunos casos).

47
CrIDH, Caso Myrna Mack Chang v. Guatemala, Sentencia de 25 de noviembre de 2003.
Aunque reiteramos una vez más que estos son criterios constantes y uniformes en los
fallos de este Tribunal.
48
Para determinar este concepto se toma en cuenta el salario o sueldo, según el caso, que
ganaba la víctima al momento de los hechos, el aumento del salario o sueldo de la
víctima en el tiempo, el aumento del costo de vida, la inflación del país, entre otros.
CrIDH, (Caso Myrna Mack Chang v. Guatemala, Sentencia de 25 de noviembre de
2003).
49
Se refiere a los gastos en que incurrió la víctima que tuvieren un nexo causal con los
hechos del caso, distinto de los que hubiere asumido respecto de la tramitación ante los
órganos judiciales internos. (CrIDH, Caso Ricardo Canese v. Paraguay, Sentencia de 31
de agosto de 2004). O bien, los gastos en que en este mismo sentido hubieran tenido
que incurrir los familiares de la víctima. Es, en sentido amplio, la representación
económica de los gastos ocasionados con motivo de los efectos, de diversa índole,
producidos por las violaciones, excepto las costas y gastos legales, que tienen una
sección aparte.
50
Poco usual, decretado en el Caso Bulacio v. Argentina, en ese caso la CrIDH observó
que los familiares de la víctima perdieron sus trabajos o la posibilidad de realizar sus
actividades cotidianas debido al cambio de sus circunstancias personales como
consecuencia de los hechos a los que se refiere el presente caso. (Sentencia de 18 de
septiembre de 2003).

- 23 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O
b) Daño Inmaterial: consiste en los efectos lesivos de los hechos, que
no tienen carácter económico o patrimonial. El daño inmaterial puede
comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones causadas a las víctimas
directas y a sus allegados, y el menoscabo de valores muy significativos
para las personas, como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en las
condiciones de existencia de la víctima o su familia. No siendo posible
asignar al daño inmaterial un preciso equivalente monetario, sólo puede ser
objeto de compensación, para los fines de la reparación integral a las
víctimas, de dos maneras. En primer lugar, mediante el pago de una
cantidad de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero,
que el Tribunal determine en aplica ción razonable del arbitrio judicial y en
términos de equidad. Y en segundo lugar, mediante la realización de actos
u obras de alcance o repercusión públicos51. Estos últimos los veremos a
continuación en el punto (c) siguiente, cuando hagamos referencia a las
otras formas de reparación. Como ejemplos de reparaciones al daño
inmaterial podemos señalar:
• La Sentencia52.
• Las Indemnizaciones pecuniarias en concepto de este daño. • Gastos
de atención médica por los daños sufridos por las víc timas o sus
familiares.

c) Otras Formas de Reparación: aquí la CrIDH considera otros efectos


lesivos de los hechos, que no tienen carácter económico o pa trimonial, y
que podrían ser reparados mediante la realización de ac tos del poder
público, que incluyen la investigación y sanción de los responsables, y que
reivindiquen la memoria de la víctima, den con suelo a sus deudos y
signifiquen reprobación oficial de las violaciones de los derechos humanos
acaecidas, y entrañen además el compromi so de que tales hechos no
vuelvan a ocurrir53. El CDHONU también

51
CrIDH, Caso 19 Comerciantes v. Colombia, Sentencia de 5 de julio de 2004. 52 La
jurisprudencia de la Corte Interamericana ha sido reiteradísima en considerar que la
sentencia constituye, per se, una forma de reparación.
53
CrIDH, Caso Bulacio v. Argentina, Sentencia de 18 de septiembre de 2003.

- 24 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

se ha pronunciado en este sentido: “la reparación, puede involucrar restitución,


rehabilitación y medidas de satisfacción, tales como discul pas públicas, monumentos
públicos, garantías de no repetición y cam bios en las leyes y prácticas relevantes, así como
llevar ante la justicia a los perpetradores de las violaciones a los derechos humanos”54.

Veamos ahora ejemplos de otras formas de reparación que han sido


decretadas a lo largo de la jurisprudencia:
• Investigación y sanción de los responsables.
• Garantía de no repetición de los hechos lesivos.
• Adecuación de la normativa interna a la Convención Americana. •
Obligación de efectuar una búsqueda seria de los restos mor tales de
las víctimas55.
• Edificación de un monumento en memoria de las víctimas56. • Un
acto público de reconocimiento de responsabilidad inter nacional y de
desagravio a los familiares de las víctimas. • Otorgar tratamiento
médico y psicológico a los familiares de las víctimas57.

54
ONU, Human Rights Committee, General Comment No.31: The Nature of the General
Legal Obligation Imposed on States Parties to the Covenant, 2004. 55 Así por ejemplo en el
Caso de los 19 Comerciantes v. Colombia, la CrIDH, con sideró que: “Esta actividad es de
suma importancia para reparar el daño inma terial ocasionado a los familiares de la víctima en casos de
desaparición forzada, en los cuales el desconocimiento del paradero de los restos mortales la víctima ha
causado y continúa causando una humillación y sufrimiento a sus familiares” (Sentencia de 5 de julio
de 2004). Este criterio es una constante también en la ju risprudencia de la Corte
Interamericana, debido a la buena cantidad de casos que hay de desapariciones forzadas
de personas, tomamos una cita del Caso de los 19 Comerciantes solo por motivos
didácticos, para ilustrar mejor al lector, pero hay varios casos en este sentido.
56
CrIDH, Caso 19 Comerciantes v. Colombia, Sentencia de 5 de julio de 2004. Esta
modalidad sí es reciente en la jurisprudencia de la Corte Interamericana, con esta
medida se procura, entre otras cosas, despertar la conciencia para evitar la repe tición de
los hechos y conservar la memoria de las víctimas.
57
CrIDH, Caso 19 Comerciantes v. Colombia, Sentencia de 5 de julio de 2004. Si guiendo
con este Caso, el cual hemos tomado de ejemplo más de una vez, vemos que en el
mismo la Corte Interamericana dispuso la obligación a cargo del Estado de brindar
gratuitamente, a través de sus instituciones de salud especializadas, el tratamiento
médico y psicológico requerido por los familiares de las víctimas, incluyendo los
medicamentos. Obviamente para tratar las afectaciones de esta índole producto de la
desaparición forzada de las víctimas.

- 25 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

• La publicación de las partes pertinentes de la sentencia de la Corte58.


• Dar oficialmente el nombre de la víctima a alguna institución o
edificio público59.
• Establecer programas de educación y asistencia vocacionales para los
ex internos de una prisión60.
• Proporcionar un lugar para enterrar los restos de la víctima61. •
Adopción de medidas de formación y capacitación de funcio narios
públicos62.

58
Así por ejemplo en el Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri v. Perú, la Corte estimó
como medida de satisfacción que el Estado debe: “publicar en el Diario Oficial y en otro
diario de circulación nacional, por una sola vez, el capítulo relativo a los hechos probados de esta
Sentencia, sin las notas al pie de página correspon
dientes y la parte resolutiva de la misma. (Sentencia de 8 de julio de 2004). 59 Siguiendo con el
Caso Gómez Paquiyauri, resulta interesante que la Corte Inte ramericana ordenó al Perú
dar el nombre de las víctimas a un colegio, mediante una ceremonia pública y en presencia
de los familiares. Con esta medida se pro cura, entre otras cosas, despertar la conciencia
para evitar la repetición los hechos y conservar la memoria de las víctimas.
60
En el Caso del Instituto de Reeducación del Menor v. Paraguay, el Tribunal Inte
ramericano ordenó como una de las formas de reparación que: “el Estado brinde asistencia
vocacional, así como un programa de educación especial destinado a los exinternos del Instituto que
estuvieron en éste entre el 14 de agosto de 1996 y el 25 de julio de 2001, dentro de un plazo de seis
meses” (Sentencia de 2 de septiembre de 2004).
61
También en el arriba citado Caso del Instituto de Reeducación del Menor v. Pa raguay, la
Corte Interamericana, dispuso que el Estado: “otorgara a la madre de la víctima un espacio
para depositar el cadáver de su hijo en un panteón cercano a la residencia de ésta”, puesto que no
contaban con los recursos económicos para sufragar uno (Sentencia de 2 de
septiembre de 2004).
62
En el Caso Tibi v. Ecuador, la CrIDH, ordenó al Estado Ecuatoriano: “establecer un
programa de formación y capacitación para el personal judicial, del ministerio público, policial y
penitenciario, incluyendo al personal médico, psiquiátrico y psicológico, so bre los principios y normas de
protección de los derechos humanos, relacionados con la detención de personas, sus derechos y garantías
judiciales, el trato que deben recibir, sus condiciones de detención, tratamiento y control médico, el
derecho a contar con un abogado, a recibir visitas, a que los procesados y condenados se alojen en
instalaciones diferentes. En fin, el Estado debe garantizar que se apliquen los estándares interna
cionales. El diseño e implementación del programa de capacitación, deberá incluir la asignación de
recursos específicos para conseguir sus fines y se realizará con partici pación de la sociedad civil. Para
estos efectos, el Estado deberá crear un comité inte rinstitucional con el fin de definir y ejecutar
programas de capacitación en derechos humanos y tratamiento de reclusos. El Estado deberá informar
a esta Corte sobre la constitución y funcionamiento de este comité, en el plazo de seis meses”. Esta fue
una forma de reparación inédita hasta ese momento, y consideramos que sus resultados
serían fabulosos si se lleva a cabo con seriedad. Esperamos que se siga repitiendo en los
casos siguientes y que se adopten varias modalidades de la misma.

- 26 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

• Restitución de la víctima en su puesto de trabajo y actualiza ción


profesional de la misma63.
• Adecuación de un determinado centro de detención a los es tándares
internacionales de derechos humanos en materia de derecho
penitenciario64.

d) Costas y Gastos: sólo en el supuesto de que el Estado pier da el


caso la Corte Interamericana lo condenará a pagar también las Costas y
Gatos. Si el Estado gana (lo que sólo ha ocurrido en contadísimas
ocasiones) no se condenará al peticionario ni a la pre sunta víctima en este
concepto. Como lo ha señalado la CrIDH en su jurisprudencia constante,
las Costas y Gastos deberán cubrir las erogaciones hechas por las víctimas
o sus familiares que hayan sido necesarias para impulsar los procesos tanto
a nivel nacional (esto en sentido amplio no solo incluye las gestiones
judiciales, sino también todas aquellas necesarias para encontrar la verdad
sobre lo ocurrido y obtener justicia), como ante los organismos del
SIPDH. Aquí se toma en cuenta la acreditación de los gastos realizados,
las circunstan cias del caso concreto y la naturaleza de la jurisdicción
internacional de protección de los derechos humanos.

63
Esta interesante forma de reparación fue ordenada en el Caso De la Cruz Flores v. Perú,
la reincorporación al trabajo debía darse al menos en un grado equiva lente al que
ostentaba la víctima al momento de su detención, además debía otor gársele una beca
para su capacitación y actualización profesional, y no sólo eso, el Estado fue obligado a
reinscribir a la víctima en el correspondiente registro de jubilaciones, con efecto
retroactivo a la fecha en que fue excluida del mismo y asegurarle el pleno goce de su
derecho a la jubilación, en las condiciones en que lo tenía antes de su detención
(Sentencia de 18 de noviembre de 2004).
64
En el Caso Lori Berenson Mejía v. Perú la Corte ordenó al Estado: “adoptar las medidas
necesarias para adecuar las condiciones de detención en el penal de Yanamayo a los estándares
internacionales y trasladar a otras prisiones a quienes por sus condiciones personales no puedan estar
recluidos a la altura de dicho esta
blecimiento penal. Al respecto, el Estado deberá rendir informes cada seis meses a esta Corte sobre esa
adecuación, la cual deberá ser llevada a cabo en el plazo de un año contado a partir de la notificación
de la presente Sentencia” (Sentencia de 25 de noviembre de 2004).

- 27 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

Es de suma importancia destacar que la Corte Interamericana ha sido


reiterativa y constante en señalar que las indemnizaciones pe cuniarias y
sumas que ella decrete deben pagarse a la víctimas NO PUEDEN SER
OBJETO DE NINGÚN TIPO DE GRAVÁME NES, como señaló la
Corte Interamericana en uno de sus casos más recientes: “Las cantidades
asignadas en la presente Sentencia bajo los conceptos de indemnizaciones por daño
material e inmaterial y por reintegro de costas y gastos, no podrán ser afectados,
reducidos o con dicionados por motivos fiscales actuales o futuros. Por ende, deberán ser
entregados a los beneficiarios en forma íntegra conforme a lo esta blecido en esta
Sentencia”65
Por último debemos mencionar que en los casos en que el Esta do
tenga responsabilidad directa puesto que el autor sea una de sus agentes, la
obligación de reparar no dependerá de que se identifique el agente, desde
el momento en que se determina que el responsable fue un agente estatal,
se conozca o no su identidad, el Estado se encuentra obligado a reparar los
perjuicios causados.

B.5. Deber de no Repetición

Podríamos agregar como un quinto deber, el de no repetición. El


Estado está obligado, “en virtud de los deberes generales de respetar los derechos y
adoptar disposiciones de derecho interno (Arts. 1.1 y 2 de la Convención) a adoptar las
medidas necesarias para asegurar que violaciones como la que han sido declaradas en la
presente sen
tencia no se producirán de nuevo en su jurisdicción”66. Este deber casi siempre
aparece expresado en la parte de la sentencia relativa a las reparaciones,
porque de cierta manera es una forma de reparación “erga omnes”, ya que
se ordena en beneficio de todas las personas que se encuentran dentro de
la jurisdicción del Estado. Este deber de no repetición se desprende
directamente de las obligación de garantizar

65
CrIDH, Caso de la Masacre de Mapiripán v. Colombia, Sentencia de 15 de sep tiembre
de 2005.
66
CrIDH, Caso Suárez Rosero v. Ecuador, Sentencia de Fondo de 12 de noviem bre de
1997.

- 28 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

los derechos contenida en el Art. 1.1 de la CADH, por lo tanto no es


esencial que la Corte Interamericana lo reafirme en las reparaciones, el
Estado debe tomar por iniciativa propia todas aquellas medidas necesarias
para los hechos violatorios no se vuelvan a repetir en su territorio, en
virtud de la obligación contenida en el mencionado Art. 1.1 y del principio
Pacta Sunt Servanda contenido en el Art. 26 de la Convención de Viena
sobre el Derecho de Tratados

III- La Posición de Garante como Elemento Modificador de la


Responsabilidad

Es de advertirse que todas las obligaciones estatales se ven acre centadas


cuando el Estado se encuentra en posición de garante res pecto a una
persona. Cuando el Estado está en posición de garante se invierte la carga
de la prueba de la violación, es el Estado quien tendrá que demostrar de
manera fehaciente que lo ocurrido a la víctima no le era imputable. Para
traer a colación un ejemplo tan gráfico como clásico, un detenido en un
centro penitenciario, enferma por inges tión de alimentos en mal estado o
agua insalubre, se presume que el Estado es responsable por estar en
posición de garante respecto a ese detenido, es el Estado quien deberá
probar de manera convincente que no tiene responsabilidad es ese hecho.
La CrIDH se ha referido constantemente a la posición de garante que
tiene el Estado respecto a las personas que ha privado de su libertad
personal67, que es preci samente el ejemplo más común y estudiado de este
fenómeno modi ficador de la responsabilidad en materia del DIDH68, sin
embargo es importante recalcar que también se pueden dar otras
situaciones que generen una posición de garante con relevancia para el
DIDH69.

67
CrIDH, Caso Neira Alegría y Otros, Sentencia de Fondo de 19 de enero de 1995.
68
El efecto de la posición de garante en la responsabilidad estatal frente a los dete nidos
es tratado en la sección sobre derechos diferenciados en función de grupo 69 Por ejemplo
la situación de los niños o niñas en orfelinatos estatales

- 29 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

IV- Obligación de Adecuar el Derecho Interno

El Art. 2 de la CADH, el cual contiene la obligación de adoptar


disposiciones de derecho interno, la Corte Interamericana en su ju
risprudencia ha ido evolucionando paulatinamente en cuanto a la in
terpretación y aplicación de este artículo, siempre teniendo como nor te una
tutela más efectiva de los derechos consagrados en la CADH.

Como un primer paso sería oportuno que presentásemos, en tér minos


generales, las implicaciones de este Art. 2. La CrIDH, en rela ción con el
mismo, ha establecido a partir del Caso Castillo Petruzzi que: “El deber
general del artículo 2 de la Convención Americana implica la adopción de medidas en
dos vertientes. Por una parte, la supresión de las normas y prácticas de cualquier
naturaleza que entra ñen violación a las garantías previstas en la Convención. Por la
otra, la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva
observancia de dichas garantías”70. Partiendo de esta primera perspectiva, nos
referiremos primero a la expedición y supresión de normas, y luego a la
supresión y al desarrollo de prácticas.

Con relación al primero de los dos puntos mencionados, la Corte


Interamericana, en el Caso Garrido y Baigorria ha reafirmado que: “En
el derecho de gentes, una norma consuetudinaria prescribe que un Estado que ha
celebrado un convenio internacional, debe introducir en su derecho interno las
modificaciones necesarias para asegurar la ejecución de las obligaciones asumidas”.
Además ha establecido en ese mismo caso que:“la Convención Americana
establece la obligación de cada Estado Parte de adecuar su derecho interno a las
disposiciones de dicha Convención, para garantizar los derechos en ella consagrados...
Esta obligación del Estado Parte implica que las medidas de derecho interno han de ser
efectivas. Esto significa que el Estado ha de adop tar todas las medidas para que lo
establecido en la Convención sea realmente cumplido en el orden interno. Y esas medidas
son efectivas

70
CrIDH, Caso Castillo Petruzzi y Otros v. Perú, Sentencia de Fondo de 30 de mayo de
1999.

- 30 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

cuando la comunidad, en general, adapta su conducta a la normativa de la Convención y


en caso de que así no sea, cuando se aplican efecti vamente las sanciones previstas en
ella”71. Es decir, no basta con que exista una norma que proteja alguno de
los derechos consagrados en la CADH, hace falta también que esa norma
se aplique realmente, para que la tutela del mencionado derecho no sea
ilusoria, de lo con trario el Estado no estaría cumpliendo con la obligación
que le impo ne el Art. 2 de la CADH.

En este sentido, la Corte Interamericana ha establecido que un


Estado puede violar la CADH omitiendo dictar las normas a que está
obligado por mandato del Art. 272, o también, obviamente, dictando
disposiciones contrarias a lo dispuesto por dicho tratado73. Este últi
mo supuesto puede darse, bien sea porque estas disposiciones contra rias ya
estaban vigentes en el Estado en cuestión antes de la entrada en vigencia
de la CADH, o bien porque hayan sido dictadas con pos terioridad a la
misma. En ambos casos el Estado debe modificarlas o derogarlas de tal
forma que no entren en conflicto con la CADH. La posición de la CrIDH
a partir del Caso Suárez Rosero, mantenida hasta hoy, es la considerar
que la existencia de una ley contraria a la CADH viola per se el Art. 2 de la
misma, independientemente que haya sido aplicada74. Frente a esta
situación el Estado debe abstenerse

71
CrIDH, Caso Garrido y Baigorria v. Argentina, Sentencia de Reparaciones de 27 de
agosto de 1998.
72
Por ejemplo en el Caso del Instituto de Reeducación del Menor v. Paraguay, la Corte
Interamericana condenó al Estado precisamente por no haber dictado las normas a que
está obligado, la CrIDH concluyó en ese caso que: “el Estado, al no establecer un órgano
jurisdiccional especializado para niños en conflicto con la ley hasta el 2001, ni un procedimiento
diferente al de los adultos que tuviera en consideración de manera adecuada su situación especial, violo
los artículos 2 y 8.1 de la Convención, ambos en relación con los artículos 19 y 1.1 de misma, respecto
de los niños que estuvieron internos en el Instituto entre el 14 de agosto de 1996 y el 25 de julio de
2001” (Sentencia del 2 de septiembre del 2004). Como vemos en este caso, el Estado
actualmente ha adoptado la legislación pertinente, sin embar go los hechos por los que
fue condenado se produjeron durante el periodo en el que no lo había hecho.
73
CrIDH, Opinión Consultiva 13 del 16 de julio de 1993, Ciertas atribuciones de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
74
CrIDH, Caso Suárez Rosero v. Ecuador, Sentencia de Fondo de 12 de noviembre de
1997.
- 31 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

de aplicar dichas normas. Es decir, que en el caso de que no sean leyes de


aplicación inmediata, no interesa verificar si la autoridad aplicó o no aplico
dicha ley, porque su sola existencia75 constituye una viola ción al
mencionado Art. 2, esto es lo que se conoce en el ámbito de los derechos
humanos como una violación en abstracto. Por supues to, y casi no falta
decirlo, que: “el cumplimiento por parte de agentes o funcionarios del Estado de una
ley manifiestamente violatoria de la Convención produce responsabilidad internacional
del Estado”76. Una norma contraria a la CADH puede generar
responsabilidad in ternacional para el Estado, independientemente del
rango que pueda tener en el derecho interno, incluso si estamos frente a
una norma constitucional77.

En este sentido, tanto la CrIDH como la CIDH (Art. 33 de la


CADH) podrán pronunciarse sobre la compatibilidad o incompati
75
Otro ejemplo bastante claro de esta situación lo podemos apreciar en los hechos del
Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y Otros v. Trinidad y Tobago, en este caso existía
en dicho Estado una ley de pena de muerte obligatoria para todo aquel que cometiera el
delito de homicidio intencional (doloso), luego de determinar que esta ley era violatoria
de diversos artículos de la CADH, la Corte Interamericana estableció que: “aun cuando
no se ha ejecutado a 31 de las pre
suntas víctimas en este caso, es posible declarar una violación del artículo 2 de la Convención, en virtud
que la sola existencia de la Ley de delitos contra la Persona es per se violatoria de esa disposición
convencional... (Sentencia de Fondo de 21 de junio de 2002).
76
CrIDH, Opinión Consultiva 14 del 9 de diciembre de 1994, Responsabilidad
internacional por expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención. 77 Como
ocurrió por ejemplo en el Caso “La Última Tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y
Otros) v. Chile donde la Corte Interamericana dijo: “En el presente caso, al mantener la censura
cinematográfica en el ordenamiento jurídico chileno (artículo 19 número 12 de la Constitución Política y
Decreto ley número 679) el Estado está incumpliendo con el deber de adecuar su derecho interno”
(Sentencia de Fondo de 5 de febrero de 2001).

- 32 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

bilidad de la misma con la CADH. Y no sólo eso, además pueden en su


sentencia78 (si fuese la CrIDH) o en sus recomendaciones79 (si

78
CrIDH, Opinión Consultiva 14 del 9 de diciembre de 1994, Responsabilidad
internacional por expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención. Un
ejemplo muy claro de leyes violatorias de derechos consagrados en la Con vención, que
hayan sido evaluadas como tales por la CrIDH con motivo de una de sus sentencias, lo
encontramos en el Caso Barrios Altos (Chumbipuma Agui rre y Otros v. Perú), donde la
Corte Interamericana se pronunció sobre la in compatibilidad de las leyes de amnistía
con la CADH, dijo textualmente este alto tribunal: “Las leyes de autoamnistía conducen a la
indefensión de las víctimas y a la perpetuación de la impunidad, por lo que son manifiestamente
incompatibles con la letra y el espíritu de la Convención Americana. Este tipo de leyes impide la
identificación de los individuos responsables de violaciones a derechos humanos, ya que se obstaculiza la
investigación y el acceso a la justicia e impide a las vícti mas y a sus familiares conocer la verdad y
recibir la reparación correspondiente... la adopción de las leyes de autoamnistía incompatibles con la
Convención incum plió la obligación de adecuar el derecho interno consagrada en el artículo 2 de la
misma” (Sentencia de 14 de marzo de 2001).
79
CrIDH, Opinión Consultiva 13 del 16 de julio de 1993, Ciertas atribuciones de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en esta Opinión consultiva la Corte
Interamericana fue enfática al afirmar que: “No debe existir ninguna duda de que la Comisión
tiene a ese respecto las mismas facultades que tendría frente a cualquier otro tipo de violación y podrá
expresarse en las mismas oportunidades en que puede hacerlo en los demás casos. Dicho de otro modo,
el hecho de que se trate de leyes internas y de que estas hayan sido adoptadas de acuerdo con lo dis
puesto por la Constitución, nada significa si mediante ellas se violan cualesquiera de los derechos o
libertades protegidos. Las atribuciones de la Comisión en este sentido no están de manera alguna
restringidas por la forma como la Convención es violada”. También en la Opinión Consultiva 14
del 9 de diciembre de 1994, Responsabilidad internacional por expedición y aplicación
de leyes violatorias de la Convención, la CrIDH reiteró este criterio.

- 33 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

fuese la Comisión Interamericana), pedirle al Estado que adecue80 o en


algunos casos adopte normas81, para que su legislación interna sea cónsona
las obligaciones internacionales adoptadas en virtud de la CADH. Esto no
sólo procede con motivo del examen de casos con
tenciosos, también podrá, la Corte Interamericana, pronunciarse

80
Como ocurrió por ejemplo en el Caso María Eugenia Morales de Sierra, donde la
Comisión Interamericana recomendó al Estado Guatemalteco: “Adecuar las disposiciones
pertinentes del Código Civil para equilibrar el reconocimiento jurí dico de los deberes recíprocos de la
mujer y del hombre dentro del matrimonio, y adoptar las medidas legislativas y de otra índole necesarias
para reformar el ar tículo 317 del Código Civil, para hacer congruente la legislación nacional con las
normas de la Convención Americana y dar efecto pleno a los derechos y libertades que la misma
garantiza a María Eugenia Morales de Sierra” (Informe de Fondo N° 4/01 del 19 de enero
de 2001). Podemos citar también como ejemplo el Caso Herrera Ulloa v. Costa Rica en
el cual la Corte Interamericana como una de las formas de reparación ordenó al Estado
de Costa Rica que: “dentro de un plazo razonable, el Estado debe adecuar su ordenamiento jurídico
interno a los estable cido en el artículo 8.2 h. de la Convención Americana, en relación con el artículo 2
de la misma” (Sentencia de 2 de julio de 2004). Otro ejemplo bastante claro de lo que
venimos exponiendo lo podemos encontrar en el Caso Hilaire, Constantine y Benjamín
y Otros v. Trinidad y Tobago, en el que la Corte Interamericana consideró que: “el
Estado de Trinidad y Tobago debe abstenerse de aplicar la ley mencionada y, dentro de un plazo
razonable, debe modificarla, adecuándola a la Convención Americana y otras normas internacionales
de derechos humanos, conforme a lo dispuesto por el artículo 2 de ésta, de manera que se garantice el
respeto y el goce de los derechos a la vida, a la integridad personal, al debido proceso legal y a las
garantías judiciales, consagrados en ese mismo instrumento internacional. Entre las respectivas
modificaciones de la legislación debe quedar incluida la referente a la introducción de diversas categorías
(tipos penales) de homicidio intencional, que correspondan a la diversa gravedad de los hechos, to
mando en cuenta las circunstancias del delito y del justiciable y se debe establecer una graduación de los
niveles de severidad de la pena que guarde relación con la gravedad de los hechos y con la culpabilidad
del imputado” (Sentencia de Fondo de 21 de junio de 2002). De hecho algunos
consideramos que este es un tipo de reparación erga omnes.
81
Aquí sería viable por ejemplo que a un Estado que aún no ha adoptado un orde
namiento penal (tanto sustantivo como procesal) que regule de manera específica la
forma como éste ejercerá su ius puniendi frente a los adolescentes en conflicto con la ley,
se ordene como parte de las reparaciones en un caso determinado adoptar normas en
este sentido. Puesto que el derecho internacional de los de rechos humanos ha
evolucionado de tal manera en lo relativo a los derechos del niño y específicamente en
lo relativo la justicia penal de adolescentes, que carecer de ordenamiento propio para
esta categoría de personas sería un incumplimiento per se de las obligaciones
internacionales emanadas de la CADH y de otros tra tados concernientes a esta materia.

- 34 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

sobre la compatibilidad de las normas de derecho interno con las dis


posiciones de la CADH, con motivo de su función consultiva82 (Art. 64.2
de la CADH), así como también la Comisión Interamericana podrá
hacerlo en sus informes83 de país84, anuales85, o especiales te máticos.
Incluso, en estos casos en los que estos organismos no están examinando
casos contenciosos pueden pronunciarse sobre la com

82
CrIDH, Opinión Consultiva 14 del 9 de diciembre de 1994, Responsabilidad
internacional por expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención. 83 CrIDH,
Opinión Consultiva 14 del 9 de diciembre de 1994, Responsabilidad internacional por
expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención. 84 Por ejemplo, la Comisión
Interamericana en su Informe de País de Venezuela del 2003, se pronunció sobre la
incompatibilidad del Art. 58 de la Constitu ción Venezolana con el derecho a la libertad de
expresión, entre sus argumentos mencionó: “El artículo 58 de la Constitución de la República
Bolivariana de Ve nezuela establece que -Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e
imparcial-. La CIDH y la Relatoría en distintas partes de este informe se han manifestado acerca de
estos condicionamientos. A riesgo de ser reiterativos, la CIDH y la Relatoría consideran que más allá de
que el periodista debería utilizar todos los medios a su alcance para verificar la información que difunde a
la socie dad, la exigencia de veracidad en la información, de ser impuesta por el Estado, podría implicar la
censura de toda aquella información que es imposible de some ter a prueba; ejemplo de ello es el debate
político que se sustenta principalmente en ideas y opiniones de carácter netamente subjetivo” (Informe
Anual del 24 de octubre del 2003, Capítulo VI).
85
Por ejemplo, el Informe Anual de 1994 donde en el Capítulo V la CIDH se refirío in
extenso a la compatibilidad entre las leyes de desacato y el derecho a la libertad de
expresión.

- 35 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

patibilidad de proyectos de leyes86, o de reformas constitucionales87, con la


CADH. De adoptar el Estado leyes incompatibles con las dis posiciones de
la CADH, las mismas, según la Corte Interamericana, carecerían de
efectos jurídicos88.

En el ámbito del SEPDH se presenta una situación distinta, pues no hay


en la CEDH ningún precepto completamente análogo al con tenido en el
Art. 2 de la CADH, por lo que en tal sistema no existe la posibilidad de
atribuir a un Estado responsabilidad por la sola emisión de una norma. Sin
embargo la CrEDH, sí ha reconocido el derecho de los peticionarios a
solicitar que se atribuya responsabilidad estatal en los casos en que la
existencia de una norma “viole sus derechos por sí misma, en la ausencia de una
medida individual de aplicación, si corren el riesgo de ser directamente afectados por
ella”89. Esto es así

86
La Comisión Interamericana, por ejemplo, se refirió a la incompatibilidad de un
proyecto de ley sobre la responsabilidad social en radio y televisión con el dere cho a la
libertad de expresión, en el marco del Informe sobre la Situación de los Derechos
Humanos en Venezuela del 2003, la CIDH emitió su concepto de la siguiente manera:
“La CIDH nota que si bien las reglamentaciones para progra mas de radio y televisión son compatibles
con la Convención Americana cuando se realizan dentro de los estrictos parámetros del articulo 13 de
dicho instrumento, el nuevo Proyecto de Ley en discusión mantiene una serie de restricciones, definicio
nes y regulaciones sobre el contenido de la programación de radio y televisión que si se aplicaran
podrían vulnerar las disposiciones convencionales. Por otro lado, las sanciones que se prevén, dada su
rigurosidad en algunos casos podrían generar la autocensura de los medios de comunicación, lo cual
atentaría gravemente contra el ejercicio del derecho en examen... Pero dado que el proyecto todavía se
encuen tra en discusión, la CIDH y la Relatoría esperan que el debate seguido dentro de la Asamblea
Legislativa tenga en cuenta la compatibilidad de dicho proyecto de ley con las obligaciones
internacionales del Estado en materia de libertad de expresión” (Informe de País de 24 de
octubre de 2003, Capítulo VI).
87
Como ocurrió con motivo de la Opinión Consultiva 4 del 19 de enero de 1984, donde el
Gobierno de Costa Rica solicitó a la Corte Interamericana que se pro nunciara sobre la
compatibilidad de una propuesta de modificación a la Consti tución Política de ese
Estado, en materia migratoria, con los derechos consagra dos en los Arts. 17, 20 y 24 la
CADH.
88
CrIDH, Caso Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y Otros) v. Perú, Sentencia de 14 de
marzo de 2001.
89
CrEDH, Case of Johnston and Others v. Ireland, Judgment December 18 of 1986.
CrEDH, Case of Norris v. Ireland, Judgement of October 26 of 1988.

- 36 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

porque la simple existencia de una norma puede convertirse en una


violación concreta de un derecho sustantivo cuando, por ejemplo, al
establecer sanciones por el ejercicio legítimo de un derecho inhibe a un
individuo de ejercitar tal derecho de la manera que lo haría de no existir la
norma. No sería efectiva una tutela internacional que exi
giera a los individuos violar la ley y arriesgarse a sufrir un castigo para
poder acceder a su protección.

Como hemos visto este deber general de adoptar disposiciones de


derecho interno, contenido en el Art. 2 de la CADH tiene un amplio
contenido, sin embargo, este artículo también impone a los Estados Partes
de la Convención Americana el deber de adoptar todas aque
llas medidas de otro carácter que sean necesarias para hacer efectivos el
goce de los derechos contenidos en dicho tratado. Como ejemplo de la
aplicación de esta disposición podemos ver que en el Caso de la
Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tigni, la Corte Interamerica
na ordenó al Estado Nicaragüense adoptar: “las medidas legislativas,
administrativas y de cualquier otro carácter que sean necesarias para crear un
mecanismo efectivo de delimitación, demarcación y titulación de la propiedad de los
miembros de la Comunidad Mayagna”90. Esto es así porque para lograr ciertos
objetivos específicos o bien para que la ley tenga un efecto útil, hay que
ordenar el aparato estatal de mane
ra que se tomen otras acciones concretas para lograr dichos fines. Por
ejemplo, y aunque esto no lo haya dicho la Corte Interamericana,
consideramos que una de esas medidas de otro carácter en este caso
pudiera ser la capacitación e instrucción de los funcionarios asigna
dos a la tarea de delimitación, demarcación y titulación de las tierras
indígenas. O por ejemplo, en el Caso Hilaire, Constantine y Benja mín y
Otros v. Trinidad y Tobago la CrIDH consideró pertinente y necesario
ordenar al Estado que: “ajuste las condiciones del sistema carcelario a las normas
internacionales de protección de los derechos humanos aplicables a la materia”. En el
Caso de los “Cinco Pensio nistas” v. Perú, la Corte Interamericana
condenó al Estado -inter alia-, precisamente, por NO adoptar esas medidas
de otro carácter las

90
CrIDH, Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tigni v. Nicaragua, Sen tencia de
Fondo de 31 de agosto de 2001.
- 37 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

cuales, en ese caso, consistían en cumplir con una sentencia de un tri bunal
interno de Perú que reconocía ciertos derechos de las víctimas. Por eso la
Corte Interamericana dijo en esa ocasión que: “el Estado, al haberse
abstenido de adoptar por un largo período de tiempo el conjunto de medidas necesarias
para dar pleno cumplimiento a las sentencias de sus órganos judiciales y
consecuentemente hacer efecti vos los derechos consagrados en la Convención Americana
(artículos 21 y 25), incumplió la obligación estipulada en el artículo 2 de dicho
tratado”91. Como vemos las medidas de otro carácter no tienen una
clasificación de numerus clausus sino que por el contrario, pueden ser de
diversa naturaleza.

V- Principio de Unidad o Continuidad

Un principio de Derecho Internacional Público que rige también en


materia de Derechos Humanos es el principio de identidad o con
tinuidad del Estado, según el cual, “la responsabilidad subsiste con
independencia de los cambios de gobierno en el transcurso del tiempo y, concretamente,
entre el momento en que se comete el hecho ilícito que genera la responsabilidad y aquél
en que ella es declarada. Lo an terior es válido también en el campo de los derechos
humanos aunque, desde un punto de vista ético o político, la actitud del nuevo gobierno
sea mucho más respetuosa de esos derechos que la que tenía el gobierno en la época en la
que las violaciones se produjeron”92. En la práctica es común ver que en la
tramitación de un caso contra un Estado deter minado pueden verse
involucrados dos, tres o hasta cuatro gobiernos distintos, un ejemplo
clásico que lo ilustra muy bien es el Caso Baena Ricardo v. Panamá. En
este caso los hechos violatorios que dieron lugar a la denuncia y el trámite
ante la Comisión Interamericana se produjeron durante el gobierno que
estuvo de 1990 a 1994, el proceso ante la Corte Interamericana fue
llevado adelante por el gobierno que estuvo en el poder entre 1994 y 1999,
y el cumplimiento de la sentencia le tocó a los gobiernos de 1999-2004 y
2004-2009.

91
CrIDH, Caso de los “Cinco Pensionistas” v. Perú, Sentencia de 28 de febrero de 2003.
92
CrIDH, Caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 29 de julio de
1988.

- 38 -
DERECHO AL RECONOCIMIENTO DE
LA PERSONALIDAD JURÍDICA
SIPDH SEPDH SUPDH
CADH No Reconocido PIDCP
Artículo 3. Derecho al re expresamente
conocimiento de la perso Artículo 16
nalidad jurídica: Todo ser humano tiene dere
Toda persona tiene derecho cho, en todas partes, al reco
al reconocimiento de su per nocimiento de su personalidad
sonalidad jurídica jurídica.

El reconocimiento internacional de este derecho pretende tutelar la


dignidad del ser humano en su calidad de persona natural al pro hibir que
se le tenga como un objeto, negando dicha dignidad, para tal fin se
complementa con la prohibición absoluta de la esclavitud recogida en el ius
cogens1. Bajo esta premisa toda persona natural en cualquier Estado en que
se encuentre debe ser considerada al menos como un sujeto jurídico
pasivo, es decir un titular de derechos.

Este derecho es tan esencial que de no existir, el reconocimiento de los


demás derechos fundamentales se haría ilusorio, en este senti do, forma un
bloque de tutelaje internacional junto con el derecho a la nacionalidad, el
derecho al nombre y el derecho a la protección judicial con lo cual se busca
que ningún individuo se vea frente al Es tado en una situación de
desprotección jurídica, no basta con que se reconozca un derecho, es
necesario que se creen los medios para ha cer valer jurídicamente , la
personalidad jurídica es un prerrequisito para acceder a esos medios.

La CrIDH en el caso Bámaca Velásquez2 ha expresado que: “El


derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica implica la ca

1
CrIDH, Caso Aloeboetoe y Otros v. Suriname, Sentencia de Reparaciones del 10 de
septiembre de 1993.
2
CrIDH, Caso Bámaca Velásquez v. Guatemala, Sentencia de Fondo de 25 de noviembre
de 2000.

- 39 -
F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

pacidad de ser titular de derechos (capacidad de goce) y de deberes; la violación de aquel


reconocimiento supone desconocer en términos absolutos la posibilidad de ser titular de
esos derechos y deberes”.
Para que exista violación a este derecho las acciones del Estado deben
estar orientadas a suprimir o a menoscabar específicamente la personalidad
jurídica de la persona, no la personalidad física. Por eso, la CrIDH en el
mencionado caso ha establecido: “El derecho al reco
nocimiento de la personalidad jurídica establecido en el artículo 3 de la Convención
Americana tiene, al igual que los demás derechos protegi dos en la Convención, un
contenido jurídico propio”. En el comentado caso la Corte Interamericana
señaló que la desaparición forzada de una persona no implica per se
violación a su derecho al reconocimien to de la personalidad jurídica.

El Juez Sergio García Ramírez, en su Voto Razonado Concu rrente3


con motivo de dicha sentencia, profundiza un poco más en este punto y
explica que el contenido del derecho es la personalidad jurídica la cual “... a
su vez implica la capacidad que tiene la persona para ser, por esa misma condición
radical, persona jurídica. Y esto úl timo se caracteriza como la posibilidad de ser sujeto de
obligaciones y titular de derechos... el desconocimiento de la personalidad jurídica
equivaldría a la negación absoluta de la posibilidad de que una per sona humana sea
titular de derechos y obligaciones. En este caso se le trataría como a un objeto –materia
de una relación jurídica, no sujeto de ella-, o se le reduciría a la condición de esclavo. De
todo lo dicho se desprende que el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica
tiene sustancia o entidad propias y no puede ser visto como un reflejo de una situación de
hecho que prive al individuo de la posibilidad de ejercer los derechos de los que, sin
embargo, no se le ha negado la titu laridad. Esto entrañaría una situación jurídica
–desconocimiento de la personalidad de este carácter-, en tanto aquello constituye un
hecho,

3
CrIDH, Caso Bámaca Velásquez v. Guatemala, Sentencia de Fondo de 25 de no viembre
de 2000, Voto Razonado Concurrente del Juez Sergio García Ramírez.

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MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

tan deplorable o limitante como se quiera, pero no necesariamente de rogatorio, en sí


mismo, de la personalidad jurídica del ser humano que lo padece.”

La posición del Juez García Ramírez es, a nuestro entender, to


talmente acertada, el derecho a la personalidad jurídica nada tiene que ver
con las situaciones de hecho que pueden interferir con el ejerci cio de los
derechos sobre los cuales la persona tiene titularidad, sin embargo
consideramos imprescindible advertir que diferente sería el supuesto donde
el ejercicio de estos derechos se viera negado jurídi camente, donde sí se
estaría sustrayendo al individuo de su persona lidad jurídica activa.

Sobre este punto también se pronunció el Juez Roux Rengifo,


tratando de aclarar la duda sobre si la desaparición forzada impli ca per se
violación al derecho a la personalidad jurídica, dice que: “... la cuestión de la
personalidad jurídica pertenece a un orden com pletamente distinto al del uso y goce, en el
plano de los hechos, de los derechos del sujeto de que se trata... la consagración normativa
del derecho a ese reconocimiento se dirige a contrarrestar un flagelo que merece ser
combatido, en su especificidad, con el mayor vigor: aquel que consiste en que
determinados ordenamientos jurídicos establecen, por definición, que ciertas categorías de
seres humanos carecen de la condición de sujetos de derechos y deberes y son, para todos

los efectos, asimilables a las cosas” 4.

Las mejores luces que la jurisprudencia nos da sobre este tema las aporta el
Juez Antonio Cançao Trindade al recordarnos la im portancia de
diferenciar entre la personalidad jurídica y la capacidad jurídica5, una
persona no se ve privada de su personalidad jurídica por

4
CrIDH, Caso Bámaca Velásquez v. Guatemala, Sentencia de Fondo de 25 de noviembre
de 2000, Voto Razonado del Juez Carlos Vicente de Roux Rengifo. 5 CrIDH, Opinión
Consultiva 17 del 28 de agosto del 2002, Condición jurídica y
derechos humanos del niño, Voto Razonado del Juez Antonio Augusto Cança do
Trindade.

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

no estar en plena capacidad de ejercer sus derechos por sí mismo, sin


embargo sí se le privaría de su personalidad jurídica en el caso de que no se
le reconociera del todo el derecho a ejercer derechos.

Este derecho, en cambio, ha sido desarrollado de manera más pro gresiva y


proteccionista por la Comisión Interamericana6, la cual ha establecido
que: “El artículo 3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos señala que
toda persona tiene derecho al recono cimiento de su personalidad jurídica. Cuando los
señores… fueron de tenidos por agentes del Estado y luego desaparecidos, fueron
excluidos del orden jurídico e institucional del Estado peruano. En este sentido, la
desaparición forzada de personas significa la negación de la propia existencia como ser
humano revestido de personalidad jurídica”.

En otro de sus informes7, la CIDH establece que: “Para la víctima, la


consecuencia de una desaparición forzada consiste en que se le denie gan los derechos más
esenciales, considerados inherentes al hecho mismo de su condición humana. Por lo tanto,
el acto de la desaparición forzada viola el derecho de una persona conforme al artículo 3
de la Conven ción Americana al reconocimiento de la personalidad jurídica”.

La Comisión Interamericana ha sido reiterativa en este sentido, y persiste


en utilizar estos argumentos para sustentar que la desapa rición forzada
de una persona implica una violación a su derecho al reconocimiento de la
personalidad jurídica. Además de los casos ya expuestos, podemos
mencionar a manera de ejemplo, el Tarcisio Me dina Charry8 y el Samuel
de la Cruz Gómez9. La Corte Interame

6
CIDH, Caso Pedro Pablo López Gonzáles y Otros v. Perú, Informe de Fondo Nº
111/00 del 4 de diciembre del 2000.
7
CIDH, Casos 10.588, 10.608, 10.796, 10.856 y 10.921 v. Guatemala, Informe de Fondo
Nº 40/00 del 13 de abril de 2000.
8
CIDH, Caso Tarcisio Medina Charry v. Colombia, Informe de Fondo Nº 3/98 del 7 de
abril de 1998.
9
CIDH, Caso Samuel de la Cruz Gómez v. Guatemala, Informe de Fondo de Nº 11/98
del 7 de abril de 1998.

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MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

ricana en cambio no acepta está tesis, y nosotros concordamos con el


punto de vista del tribunal.

Las formas clásicas de violación de este derecho son obviamente la


esclavitud y la muerte civil ambas repudiadas por el jus cogens, sin embargo
no son las únicas. También se viola en situaciones de apatri dia, no por el
hecho de la apatridia en sí, si no por que la mayoría de los ordenamientos
jurídicos están organizados de manera tal que la falta de una nacionalidad
se convierte en un impedimento para reali zar actos jurídicos, a pesar de
que no se está negando per se la condi ción de titular de derechos, la
imposibilidad jurídica de acceder a los medios de protección de los mismos
constituye una violación directa al reconocimiento de la personalidad
jurídica. De igual manera los ordenamientos jurídicos que niegan a los
migrantes indocumentados o a ciertos grupos específicos la capacidad de
accionar jurídicamente son, a nuestro juicio, violatorios de este derecho.

También lo son los ordenamientos jurídicos que en materia de


protección a la niñez aún siguen la desfasada doctrina de la protección
integral donde se veía al niño como un simple objeto de protección, y no
como un sujeto titular de derechos, por lo que se les negaba la
personalidad jurídica.

Cabe señalar que ciertos crímenes de lesa humanidad como la


esclavitud, la esclavitud sexual y la prostitución forzada pueden ser
consideradas como de violación al derecho que comentamos.

Nótese que tanto la DADH, la DUDH, como el PIDCP hacen


énfasis en que este derecho debe ser reconocido en cualquier parte, esto es
así, porque no basta con que en algún Estado se le reconozca a una
persona personalidad jurídica para que este derecho se vea satis
fecho, se busca que la condición del ser humano como titular de de-

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

rechos y su capacidad de proteger jurídicamente dichos derechos no se vea


subordinada al lugar donde este se encuentre. Como bien dice el Juez
Antonio Cançado Trindade10, el mayor avance con miras a este fin ha
sido precisamente el reconocimiento a la persona natural de personalidad
jurídica para el derecho internacional

Este derecho también está consagrado también en la DADH Art.


XVII y en la DUDH Art. 6.
10
CrIDH, Opinión Consultiva 17 del 28 de agosto del 2002, Condición jurídica y
derechos humanos del niño, Voto Razonado del Juez Antonio Augusto Cança do
Trindade.

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DERECHO A LA VIDA
SIPDH SEPDH SUPDH
CADH CEDH PIDCP
Artículo 6
Artículo 4. Derecho a Artículo 2 .
la Vida Derecho a la vida 1. El derecho a la vida es inhe
rente a la persona humana. Este
1. Toda persona tiene 1 El derecho de derecho estará protegido por la
derecho a que se respe toda persona a la ley. Nadie podrá ser privado de
te su vida. Este derecho vida está protegido la vida arbitrariamente.
estará protegido por la por la ley. Nadie
ley y, en general, a par podrá ser privado 2. En los países en que no hayan
tir del momento de la de su vida abolido la pena capital sólo po
concepción. Nadie pue intencionadamente, drá imponerse la pena de muerte
de ser privado de la vida salvo en ejecución por los más graves delitos y de
arbitrariamente. de una condena que conformidad con leyes que estén
im en vigor en el momento de co
2. En los países que no ponga la pena capital meterse el delito y que no sean
han abolido la pena de dictada por un tribu contrarias a las disposiciones del
muerte, ésta sólo podrá nal al reo de un presente Pacto ni a la Conven
imponerse por los deli delito para el que la ción para la Prevención y San
tos más graves, en cum ley es tablece esa ción del Delito de Genocidio.
plimiento de sentencia pena. Esta pena sólo podrá imponerse
ejecutoriada de tribunal en cumplimiento de sentencia
competente y de con 2 La muerte no se definitiva de un tribunal compe
formidad con una ley considerará como in tente.
que establezca tal pena, fligida en infracción
dictada con anterioridad del presente artículo 3. Cuando la privación de la vida
a la comisión del delito. cuando se produzca constituya delito de genocidio se
Tampoco se extenderá como consecuencia tendrá entendido que nada de lo
su aplicación a delitos a de un recurso a la dispuesto en este artículo
los cuales no se la apli fuerza que sea abso excusará en modo alguno a los
que actualmente. lutamente necesario: Estados Partes del cumplimien
to de ninguna de las obligaciones
3. No se restablecerá la a) en defensa de una asumidas en virtud de las dispo
pena de muerte en los persona contra una siciones de la Convención para
Estados que la han abo agresión ilegítima ; la Prevención y la Sanción del
lido. Delito de Genocidio.
b) para detener a
4. En ningún caso se una persona 4. Toda persona condenada a
puede aplicar la pena de conforme a derecho muerte tendrá derecho a solicitar
muerte por delitos po o para im pedir la el indulto o la conmutación de la
líticos ni comunes co evasión de un preso pena de muerte. La amnistía, el
nexos con los políticos. o detenido indulto o la conmutación de la
legalmente ; pena capital podrán ser concedi
dos en todos los casos.
c) para reprimir, de
acuerdo con la ley,
una revuelta o insu
rrección.

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O
5. No se impondrá la 5. No se impondrá la
pena de muerte a pena de muerte por deli
personas que, en el tos cometidos por perso
momento de la co misión nas de menos de 18 años
del delito, tuvie ren de edad, ni se la aplicará
menos de dieciocho a las mujeres en estado
años de edad o más de de gravidez.
setenta, ni se le aplicará a
las mujeres en estado de 6. Ninguna disposición
gravidez. de este artículo podrá ser
invocada por un Estado
Parte en el presente
Pacto para demorar o
impedir la abolición de la
pena capital.

La CrIDH en el Caso Villagrán Morales se refirió al derecho a la


vida en los siguientes términos: “El derecho a la vida es un derecho humano
fundamental, cuyo goce es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos
humanos. De no ser respetado, todos los derechos carecen de sentido”1. Además, de lo
expuesto por el Tribu
nal, es indudable que el derecho a la vida pertenece al dominio del jus
cogens2.

I- Obligaciones y Responsabilidad Estatal

El reconocimiento del derecho a la vida genera para los Estados


obligaciones tanto de tipo negativo, como positivo el CDHONU3, citado
por la CrIDH en el Caso Villagrán Morales, se ha referido respecto de la
posible responsabilidad Estatal por violaciones al dere
cho a la vida en los siguientes términos: “El Comité considera que los Estados
Partes deben tomar medidas no sólo para prevenir y castigar

1
CrIDH, Caso Villagrán Morales v. Guatemala (Niños de la Calle), Sentencia de Fondo de
19 de noviembre de 1999.
2
CrIDH, Caso Villagrán Morales v. Guatemala (Niños de la Calle), Sentencia de Fondo de
19 de noviembre de 1999, Voto Concurrente Conjunto de los Jueces A. A. Cancado
Trindade y A. Abreu Burelli.
3
ONU, Human Rights Committee, General Comment Nº 6: Right to life, 1982. ONU,
Human Rights Committee, General Comment Nº 14: Right to life, 1984.

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MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
la privación de la vida causada por actos criminales sino también para prevenir los
homicidios arbitrarios cometidos por sus propias fuerzas de seguridad. La privación de la
vida por autoridades del Estado es una cuestión de suma gravedad. En consecuencia, el
Estado debe con
trolar y limitar estrictamente las circunstancias en las cuales una per sona puede ser
privada de su vida por tales autoridades”.

La CrIDH en uno de sus casos más recientes, el Juan Humber to


Sánchez, reitera y sintetiza algunos criterios expuestos a lo largo de su
jurisprudencia sobre el tema, por lo tanto para fines didácticos preferimos
citar este caso, donde el tribunal ha dicho que: “El cum plimiento del artículo 4,
relacionado con el artículo 1.1 de la CADH, no solo presupone que ninguna persona
sea privada de su vida arbi trariamente (obligación negativa), sino que además requiere
que los Estados tomen todas las medidas apropiadas para proteger y preservar el
derecho a la vida (obligación positiva), bajo su deber de garantizar el pleno y libre
ejercicio de los derechos de todas las personas bajo su jurisdicción. Esta protección activa
del derecho a la vida por parte del Estado no sólo involucra a sus legisladores, sino a
toda institución es tatal, y a quienes deben resguardar la seguridad, sean éstas sus fuerzas
de policía y sus fuerzas armadas. En razón de lo anterior, los Estados deben tomar las
medidas necesarias, no sólo para prevenir y castigar la privación de la vida como
consecuencia de actos criminales, sino también para prevenir las ejecuciones arbitrarias

por parte de sus pro pias fuerzas de seguridad” 4. Este deber de prevención
involucra so bre todo que el Estado trate con la debida diligencia a todas
aquellas personas que están bajo el control de sus fuerzas de seguridad, o
de cualquiera de sus estamentos. Este deber se acentúa en casos de de
tenciones ilegales, donde las personas detenidas son más susceptibles de ser
objeto de violaciones a su derecho a la vida.

4
CrIDH, Caso Juan Humberto Sánchez v. Honduras, Sentencia de Fondo de 7 de junio de
2003.

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

El CDHONU ha señalado que: “La protección de este derecho re quiere que el


Estado adopte medidas positivas. En este sentido, el Co mité considera que sería deseable
que los Estados Partes tomen todas las medidas posibles para reducir la mortalidad
infantil y para mejorar la expectativa de vida, especialmente con la adopción de medidas
para eliminar la malnutrición y las epidemias”5. También se ha referido a la
obligación Estatal de regular actividades que puedan poner en peligro la
vida de las personas tales como las plantas nucleares6. Sin desco nocer la
autonomía que el derecho a la salud y el derecho al medio ambiente sano
tienen dentro del DIDH, existe una violación Estatal al derecho a la vida
cuando el Estado omite tomar medidas para com batir amenazas directas al
mismo como podría ser una epidemia o la emisión de desechos tóxicos o
cuando por negligencia ocasiona la muerte de una persona, por ejemplo al
no observar el debido cuidado en una planta eléctrica nuclear o en un
centro de salud del Estado.

Con relación al concepto “arbitrariamente”, la CrIDH en el Caso


Neira Alegría y Otros ha dicho: “El artículo 4.1 de la Convención estipula que
“nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”. La expresión “arbitrariamente”
excluye, como es obvio, los procesos legales aplicables en los países que aún conservan la
pena de muerte. Pero, en el caso que nos ocupa, el análisis que debe hacerse tiene que
ver, más bien, con el derecho del Estado a usar la fuerza, aunque ella implique la
privación de la vida, en el mantenimiento del orden, lo cual no está en discusión” 7. En
este caso, la violación al derecho a la vida se configuró debido a que el
Gobierno Peruano decidió sofocar un motín en el Centro Penal “El
Frontón” utilizando artillería de marina, lo que lógicamente provocó la
muerte de varios internos.

5
ONU, Human Rights Committee, General Comment Nº 6: Right to life, 1982. 6 ONU,
Human Rights Committee, General Comment Nº 14: Right to life, 1984. 7 CrIDH, Caso
Neira Alegría y Otros v. Perú, Sentencia de Fondo de 19 de enero de 1995.

- 48 -
MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

La CEDH contempla tres causales expresas bajo las cuales no se


considerará arbitraria la privación del derecho a la vida siendo estas: (1) la
defensa de una persona contra una agresión ilegítima, (2) para detener a
una persona conforme a derecho o impedir la evasión de un detenido
legalmente y (3) para reprimir de acuerdo a la ley una re
vuelta o insurrección. Aunque los otros tratados de DIDH no hagan
referencia expresa a estos supuestos, consideramos que bajo ninguno de
los sistemas se pueden considerar arbitrarios dichos fines siempre y cuando
el uso de la fuerza letal se atenga a los principios de necesi
dad y proporcionalidad.

II- Pena de Muerte

El Juez García Ramírez comentando la jurisprudencia arriba ci tada y


refiriéndose a la expresión “arbitrariamente” del Art. 4.1 ha dicho que:
“Desde luego, no puede calificarse como arbitraria, en los términos de la Convención, la
muerte impuesta o infligida a un sujeto conforme a normas de fondo y forma que se
ajustan a los principios que deben informarlas, y mediante juicio seguido ante autoridad
com petente, en el que se observen todas las garantías del debido proceso. Este descargo
parece inadecuado, en cambio, cuando no ha ocurrido tal cosa, aunque en la especie no se
trate de ejecución extrajudicial ni exista empleo excesivo de la fuerza al margen de

mandamientos judi ciales” 8. Esto es así porque la Convención Americana


permite que se aplique la pena de muerte, siempre y cuando se cumplan
determina dos requisitos que ella misma establece en el Art. 4 y además
aquellos relativos al debido proceso, estos últimos tan importantes como
los primeros. Sobre el debido proceso en estos casos de pena de muerte, la
CrIDH ha dicho que en caso de que se procediera a la ejecución de

8
CrIDH, Caso Hilaire, Constantine, Benjamín y Otros v. Trinidad y Tobago, Sentencia de
Fondo de 21 de junio de 2002. Voto Concurrente Razonado del Juez Sergio García
Ramírez.

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

la pena de muerte sin observancia de las garantías del debido proceso legal,
se sumaría, a la violación de las garantías judiciales, la violación del derecho
a no ser privado de la vida arbitrariamente9.

En la OC-3, la CrIDH determinó los alcances del artículo 4 de la


CADH en el contexto de la posible aplicación de la pena de muerte,
conviene presentar aquí algunas de las consideraciones de la CrIDH al
respecto: “El objeto del artículo 4 de la Convención es la protección al derecho a la
vida. Pero dicho artículo, después de definir de modo general ese propósito en su primer
párrafo, dedica los cinco siguientes al tratamiento de la aplicabilidad de la pena de
muerte. En verdad el texto revela una inequívoca tendencia limitativa del
ámbito de dicha pena, sea en su imposición, sea en su aplicación”. (lo
resaltado es nuestro).

“El asunto está dominado por un principio sustancial expresado por el primer
párrafo, según el cual “toda persona tiene derecho a que se respete su vida” y por un
principio procesal según el cual “nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”. De
ahí que, en los paí
ses que no han abolido la pena de muerte, ésta no pueda imponerse sino en cumplimiento
de sentencia ejecutoriada dictada por un tribu nal competente y de conformidad con una
ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito. La
circunstancia de que estas garantías se agreguen a lo previsto por los artículos 8 y 9 in
dican el claro propósito de la Convención de extremar las condiciones en que sería
compatible con ella la imposición de la pena de muerte en los países que no la han
abolido”.

“Un nuevo grupo de limitaciones aparece a propósito del género de delitos que
podrían acarrear dicha pena. Por una parte, se dispone que

9
CrIDH, Opinión Consultiva 16 de 1 de octubre de 1999, El derecho a la infor mación
sobre la asistencia consular en el marco de las garantías del debido pro ceso legal.

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MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

la pena de muerte no podrá imponerse sino para los delitos más graves (artículo 4.2) y
por la otra, se excluye de modo absoluto su aplicación por delitos políticos o por delitos
comunes conexos con los políticos (ar tículo 4.4). La circunstancia de que la Convención
reduzca el ámbito posible de aplicación de la pena de muerte a los delitos comunes más
graves y no conexos, es reveladora del propósito de considerar dicha pena aplicable sólo en
condiciones verdaderamente excepcionales. Por último, en relación con la persona del
convicto, la Convención excluye la imposición de la pena de muerte a quienes, en el
momento de la co
misión del delito, tuvieren menos de dieciocho años o más de setenta y prohíbe su
aplicación a mujeres en estado de gravidez (artículo 4.5)”.

“Quedan así definidos tres grupos de limitaciones para la pena de muerte en los
países que no han resuelto su abolición. En primer lugar, la imposición o aplicación de
dicha pena está sujeta al cumplimiento de reglas procesales cuyo respeto debe vigilarse y
exigirse de modo es
tricto. En segundo lugar, su ámbito de aplicación debe reducirse al de los más graves
delitos comunes y no conexos con delitos políticos. Por último, es preciso atender a ciertas
consideraciones propias de la per sona del reo, las cuales pueden excluir la imposición o
aplicación de la pena capital”.

“Es, sin embargo, en otro sentido como aparece más marcada y decisiva la tendencia
limitativa de la aplicación de la pena de muer te, subyacente en el artículo 4 de la
Convención. En efecto, según el artículo 4.2 in fine, “tampoco se extenderá su aplicación
a delitos a los cuales no se la aplique actualmente” y, según el artículo 4.3, “no se res
tablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido”. No se trata ya de
rodear de condiciones rigurosas la excepcional imposición o aplicación de la pena de
muerte, sino de ponerle un límite definitivo, a través de un proceso progresivo e
irreversible destinado a cumplirse tanto en los países que no han resuelto aún abolirla,
como en aquellos

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

que sí han tomado esa determinación. En el primer caso, si bien la Convención no llega
a la supresión de la pena de muerte, sí prohíbe que se extienda su uso y que se imponga
respecto a delitos para los cua les no estaba prevista anteriormente. Se impide así
cualquier expan sión en la lista de crímenes castigados con esa pena. En el segundo caso,
prohíbe de modo absoluto el restablecimiento de la pena capital para todo tipo de delito,
de tal manera que la decisión de un Estado Parte en la Convención, cualquiera sea el
tiempo en que la haya adoptado, en el sentido de abolir la pena de muerte se convierte,
ipso jure, en una resolución definitiva e irrevocable”.

“En esta materia la Convención expresa una clara nota de progre sividad,
consistente en que, sin llegar a decidir la abolición de la pena de muerte, adopta las
disposiciones requeridas para limitar definitiva mente su aplicación y su ámbito, de modo

que éste se vaya reduciendo hasta su supresión final” 10.

Esta tendencia abolicionista está recogida en el Protocolo a la


Convención Americana sobre Derechos Humanos Relativo a la
Abolición de la Pena de Muerte11, cuando en uno de los “Conside
rando” de su Preámbulo establece: “Que la tendencia en los Estados americanos
es favorable a la abolición de la pena de muerte”. Este instrumento compromete a
los Estados que lo ratifican a no aplicar de manera definitiva y absoluta la
pena de muerte en sus territorios, su propósito es reafirmar este
compromiso ya asumido por estos mismos Estados al ratificar la
Convención Americana de Derechos Humanos. Esta tendencia
abolicionista es la dominante a nivel global, tal y como

10
CrIDH, Opinión Consultiva 3 del 8 de septiembre de 1983, Restricciones a la aplicación
de la pena de muerte.
11
Protocolo a la Convención Americana sobre Derechos Humanos Relativo a la Abolición
de la Pena de Muerte. Adoptado en Asunción, Paraguay, el 8 de junio de 1990, en el
vigésimo período ordinario de sesiones de la Asamblea General

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MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

se observa de la lectura del Art. 6.6 del PIDCP, en los Protocolos Nº 6 y


Nº 13 de la CEDH y la Carta Fundamental de Derechos de la
Comunidad Europea que proscribe la pena de muerte de manera
absoluta en su Art. 2.2.

En nuestra opinión, la pena de muerte carece de sentido en nues tros


días porque es un resabio de la justicia retributiva y de la arcaica Ley de
Talión donde se consideraba que todo acto reprochable debía ser castigado
aplicando al actor un castigo de igual intensidad al acto que cometió. Tal
concepto se ve totalmente superado por los avances en el derecho penal
moderno. En el derecho actual no se concibe a la pena como un medio de
satisfacer a la víctima por el agravio sufrido, por el contrario, el fin
perseguido es el de ayudar al delincuente a con vertirse en un sujeto de
viable reinserción social, fin al cual la pena de muerte obviamente no
contribuye en nada.

También se debe considerar despreciable la pena de muerte por que, todas


las formas posibles de aplicarla constituyen un trato cruel, inhumano y
degradante. Todos los métodos utilizables para quitarle la vida a una
persona son abominables. Además, una persona conde nada a muerte sufre
un doble tormento, por un lado, el inherente a ser privado de su vida y por
el otro, la angustia de la espera cuando se sabe ha sido condenado a tal
pena. Esto último es lo que se conoce como dead row phenomenon o
fenómeno del corredor de la muerte.

Más lamentable aun, es la circunstancia de que los mayores pro motores


de la pena de muerte no son intelectuales con una convicción en el valor
de la figura fundada en la razón, sino, en su mayoría, po líticos que
encuentran en la promoción de la pena de muerte un re curso demagógico
para ocultar su propia negligencia al momento de diseñar políticas
criminales integrales que realmente busquen mitigar los factores que tienen
incidencia en la criminalidad.

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F . MÉ N D E Z Y A . PI Z A R R O

De igual manera resulta excesivamente pretencioso para una so ciedad


instituir la pena de muerte puesto que de hacerlo estaría vi viendo en la
ilusión de tener un sistema judicial perfecto, al aplicar a una persona un
daño que no sería susceptible de reparación, o peor, podría simplemente
estar diciendo que asume ese riesgo porque no le importa que
eventualmente alguien pueda perder la vida por un error judicial.

Hacemos la salvedad de que si bien el DIDH tiene como una de sus


metas la abolición total de la pena de muerte, respeta también el derecho
de los Estados que desean conservar dicha institución, lo que exige, es un
marco legal que no solo reserve la pena de muerte para los delitos más
graves, sino que además otorgue la flexibilidad necesaria para que el
juzgador pueda aplicar penas distintas cuando las conside
re más adecuadas y para que los condenados puedan pedir clemencia u
oponerse por medios judiciales o administrativos a la magnitud de la pena.
Veamos algunas de las disposiciones que en este sentido con templa el
DIDH:

A. Prohibición de la Aplicación de la Pena de Muerte por


Delitos Políticos
El numeral 4 del Art. 4, se refiere a la prohibición de aplicar la pena de
muerte por la comisión de delitos políticos o comunes co nexos con
políticos, sin embargo surge la discusión acerca de qué se entiende por
delito político, sobre todo en los países con ordenamien tos jurídicos que
no tipifican claramente este tipo de delitos. Es por eso que consideramos
oportuno traer a colación una definición de delitos políticos, la misma fue
elaborada por la Sala de Casación Pe nal de la Corte Suprema de
Justicia de Colombia (concepto del 26 de mayo de 1992) y citada por el
Estado Colombiano en su segundo informe sobre el cumplimiento de la
Convención de la ONU contra

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