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Revolucion Gloriosa - Trabajo Final

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Revolución Gloriosa y sus efectos en las 13 colonias americanas .

Anahí Céspedes

Introducción
Los conflictos políticos y religiosos que se desarrollaron a causa de la Reforma Protestante de
1517, prevalecieron durante el siglo posterior y repercutieron de diferente manera en cada reino
europeo. En Inglaterra, la muerte de la reina Isabel I a comienzos del siglo XVII le pone fin a la
Dinastía Tudor y da inicio al reinado de los Estuardo, procedentes de Escocia. Al no haber un
heredero por parte de la reina, ésta terminó cediéndole la corona a su sobrino Jacobo VI de
Escocia que asumirá como Jacobo I de Inglaterra. Con respecto al sistema de gobierno inglés,
consistía en una monarquía parlamentaria en la cual el rey tenía derecho a veto. Este órgano
estaba conformado por dos cámaras (Cámara de los Lores y Cámara de los Comunes) y era
convocado por el monarca para legitimar sus decisiones.
Las contraposiciones entre la Corona y el Parlamento comenzaron a desarrollarse desde el reinado
de Jacobo I que terminó con dificultades financieras por la falta de cooperación y negociación
entre ambos poderes, lo cual provocó que el monarca disolviera y evitara la convocación del
parlamento. Esto se debe a que el rey consideraba a esta institución como una simple corte
subordinada a él ya que estaba a favor de una política absolutista. Si bien estas ideas comenzaron
a tomar importancia durante su gobierno, será en el reinado de su hijo Carlos I donde se
profundizarán a tal punto de generar enfrentamientos políticos más contundentes. 
Pero ¿de dónde vienen estas ideas que no caracterizaban a la monarquía inglesa? El significado de
una política absolutista variaba según la corona, es decir, que para la corona española este
concepto era diferente del que tenía la corona francesa. En el caso de los Estuardo el sentido que
se le daba al absolutismo monárquico era el mismo que ejercían los representantes franceses. El
régimen absolutista consistió en la idea de que los reyes reinaban por derecho divino y que su
autoridad había sido otorgada por Dios. Esta concepción les permitió a los monarcas imponer
contribuciones, declarar la guerra y hasta imponer su religión. Con la llegada de Carlos I al trono, el
significado de absolutismo francés se consolidaba aún más con el matrimonio de éste y Enriqueta
María de Francia, hermana del rey Luis XIII. 
La importancia de los acontecimientos descritos, nos ayudarán a comprender el surgimiento y el
desarrollo del tema que se va a tratar en el siguiente trabajo. La Revolución Gloriosa de 1688 fue
un hecho trascendental en la historia de Inglaterra ya que se impuso un límite al poder real, lo cual
generó la supremacía del Parlamento Inglés. Desde entonces y hasta la actualidad reinaría una
monarquía parlamentaria donde los lores y comunes tendrían incluso más poder que los reyes.
Paralelamente a estos hechos, se desarrollaría la conformación de las 13 colonias del norte de
América, producto de una serie de experimentos ingleses de colonización. Bajo el gobierno de
Jacobo I la piratería fue reducida, haciéndola menos provechosa, mientras que la comunidad
mercantil inglesa, sobre todo la de Londres, comenzó a tomar un interés más activo y agresivo en
la colonización americana. Esto dio un énfasis creciente a la función mercantil de las colonias como
mercado y fuentes de comercio, que podrían fortalecer la economía inglesa (McFarlane, 1994:43). 

Antecedentes de la revolución
El reinado de Carlos I (1625-1649) se caracterizó por los intentos de imponer un absolutismo
monárquico, lo cual desataría una guerra civil en 1642. Su matrimonio con Enriqueta María de

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Francia significó una amenaza para el parlamento debido a que la esposa del rey era católica. En
Inglaterra esta fe era muy perseguida y el parlamento temía que este matrimonio le diera más
poder y libertad a los católicos, ya que no querían que los ingleses padecieran nuevamente una
persecución por sus creencias anglicanas como pasó en el reinado de María Tudor cuando esta
quiso restaurar el catolicismo.
Cuando Carlos I llegó al trono, Inglaterra estaba sumergida en la pobreza debido a las dificultades
financieras que había dejado su padre. Pero en vez de resolver estos problemas el monarca
estableció elevados impuestos que terminaron de empeorar la situación y provocarían el
descontento del parlamento, el cual había sido disuelto por el monarca en 1629. Luego de este
acontecimiento, Carlos no volvería a convocar a la institución hasta 1640, donde el rey rechazaría
la propuesta de establecer reformas financieras y disolvería nuevamente al Parlamento sin haber
llegado a ningún acuerdo.
Ante la negativa de Carlos I, los integrantes del parlamento llevaron a cabo una serie de medidas
que consisten en restringir el poder del rey y en obligar a éste a convocar una reunión con ellos
cada tres años. Esto desencadenó que la reina Enriqueta María convenciera a su marido de tomar
las armas contra el parlamento, provocando que en octubre de 1642 estallara una guerra civil en
la que Carlos cosechará un gran número de derrotas y se quedaría poco a poco sin refuerzos.
Durante el enfrentamiento militar, las tropas que representaban al Parlamento fueron
intervenidas por Oliver Cromwell que fue un puritano que se destacó por ser un eficaz jefe militar.
Su participación fue de gran importancia ya que terminó debilitando la fuerza y los ánimos de los
defensores de la monarquía absoluta. Finalmente, el Parlamento volvería a ser convocado en 1649
para iniciarle un proceso judicial al rey Carlos I. Debido a esto se lo declaró culpable de la guerra
civil y de traicionar a su pueblo, lo cual provocó su sentencia de muerte el 30 de enero de ese
mismo año. Luego de que el rey fuera decapitado, la victoria del Parlamento significó el comienzo
de la República de Cromwell, que había recibido el título de Lord Protector. Esta nueva etapa se
caracterizó por la defensa del puritanismo y por la prohibición de muchas de las actividades
cotidianas como, por ejemplo; el teatro, las carreras de caballos, las riñas de gallos, etc. A pesar de
que los ingleses no apoyaban estas medidas, pudieron disfrutar de un gran crecimiento económico
gracias al establecimiento del Acta de Navegación (1651) que reservaba a las naves británicas la
entrada en exclusiva a los puertos del país. Esta medida estaba destinada a convertir Inglaterra en
una gran potencia colonial y en la dominadora del comercio marítimo mundial.
Cuando murió Oliver Cromwell en 1658, lo sucedió su hijo Richard, quien sólo ocupó su puesto en
el gobierno dos años hasta que los partidarios de Carlos II, primogénito del rey Carlos I,
restauraron la monarquía en Inglaterra. A partir de 1660 comenzarán los treinta años de gobierno
de los dos últimos Estuardo (Carlos II y Jacobo II).

Situación colonial en la primera mitad del siglo XVII


Cuando comenzó el siglo XVII, los intentos de establecer una colonia en América no se habían
concretado, pero aún estaba vigente el interés de expandir y fomentar un incipiente imperio
marítimo. La compañía de Londres, fundada en 1606 (se convirtió en la Compañía de Virginia en
1609), permitió la financiación del viaje que terminaría con la implantación definitiva de
Jamestown en Virginia. El intento de establecer este asentamiento de forma permanente ya se
había llevado a cabo en la segunda mitad del siglo XVI, pero será en 1607 donde se forjará su
futuro. La permanencia de Virginia se concretará en 1619 con la plantación de tabaco que atraería
a los inversionistas y pobladores ingleses. En la década de 1630 hubo un gran crecimiento

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demográfico que provocaría el surgimiento de una nueva colonia al norte de Virginia. Ésta recibiría
el nombre de Maryland en 1633 y sería fundada por George Calvert que tenía la idea de que este
asentamiento sería un refugio americano para los católicos ingleses. De hecho, la colonia no
estaba reservada exclusivamente para los católicos, pues más protestantes que católicos se
establecieron en su territorio, y su gobierno hizo un verdadero esfuerzo en favor de la tolerancia
religiosa (McFarlane, 1994:82).
Otro asentamiento permanente del siglo XVII fue denominado con el nombre de Nueva Plymouth,
cuya región sería conocida posteriormente como Nueva Inglaterra. Esta colonia fue fundada en
1620 por una pequeña congregación de puritanos ingleses que buscaban un emplazamiento
donde poder practicar su religión sin ser molestados por la Iglesia y el Estado inglés. Al principio la
vida fue altamente precaria hasta 1630, donde hubo un crecimiento demográfico debido a que
cierto número de puritanos de Londres promoviera las emigraciones hacia América. Esto provocó
una gran influencia puritana sobre la migración trasatlántica que se hizo progresivamente más
intensa y tendría un impacto decisivo en el futuro de la América Inglesa. La importancia de Nueva
Inglaterra se profundizó con la fundación de Massachusetts en 1629, donde se creó Boston y
pequeños pueblos a sus alrededores; la continua inmigración y la próspera agricultura extendería
posteriormente las colonias. Cabe destacar que tanto puritanos y otros ingleses, fueron en gran
número a las islas del Caribe durante la década de 1630 y consolidaron la ocupación de las Islas de
Sotavento donde crearon una economía basada en la exportación de tabaco (McFarlane,
1994:60). 
Debido a la guerra civil de 1642 la ola de emigración inglesa se redujo. Durante este periodo, las
colonias mantuvieron la neutralidad hacia los partidos en guerra, buscando sacar provecho de la
crisis para sus propios fines. De todas maneras, antes de la revolución, el gobierno no había
formulado ninguna política colonial para sus posesiones en América. Por lo tanto, las colonias que
surgieron de la gran migración fueron formadas por las aspiraciones e intereses de sus colonos. El
sistema de gobierno impuesto era representativo, hasta cierto punto era autónomo y en algunos
casos se permitió la participación electoral de los colonos. Se construía principalmente sobre la
institución de gobernador que era el encargado del poder ejecutivo en la colonia; la Asamblea que
estaba compuesta por miembros electos y representaban a los ciudadanos de los pueblos y
campos. Por último, estaba el consejo que ejercía un poder judicial y administrativo .
Este tiempo de tranquilidad finaliza con la llegada de Cromwell al poder ya que se impusieron
nuevas restricciones sobre el comercio colonial. En 1650, el Parlamento aprobó una ley donde se
establecía que las colonias debían estar subordinadas a la autoridad y leyes de esta institución. A
esto le siguió el Acta de Navegación (1651) que restringía el comercio a barcos de origen inglés. La
imposición de esta medida afectó a las colonias ya que no podrían vender ni comprar mercancías a
otros mercaderes que no fueran ingleses; además se unificaría gradualmente la América inglesa en
el marco de un poder imperial mayor y más estable.  El Acta de Navegación también tuvo como
objetivo que las mercancías importadas a Inglaterra vinieran directamente de sus productores o
exportadores, en vez de pasar por las manos de comerciantes holandeses.

Restauración de la Monarquía
El reinado de Carlos II (1660-1685) estableció el orden de la restauración, en la cual se producirían
nuevos conflictos con el Parlamento, denominado en ese entonces, Caballero o tory (que eran
squires anglicanos). Estas diferencias serian meramente religiosas y se desarrollarían a partir del
matrimonio de Carlos II en 1662 con Catalina Enriqueta de Braganza, procedente de Portugal y por

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ende de religión católica. Ese mismo año se impuso el Código Clarendon (1662-1665) que consistió
en la percusión de cualquier servicio religioso que no fuera el de la iglesia anglicana.

La situación empeoraría en 1672 cuando el monarca baso su política en fortalecer el poder de la


Corona prestando ayuda a los disidentes, tanto católicos como protestantes, a través de las
Declaraciones de Indulgencia que suspendían parcialmente la aplicación de las leyes persecutorias.
Ante esto el Parlamento recusó estas leyes por anticonstitucionales, declarando que estaba fuera del
poder real impedir la aplicación de las disposiciones votadas por la institución. Carlos, necesitado de
dinero y de tranquilidad, cedió ante los Comunes y retiró la Declaración de Indulgencia por ilegal
(Trevelyan, 1938:35).

Estos acontecimientos provocaron que el Parlamento estuviera más a la defensiva frente al


catolicismo romano que ejercía tanto el rey como su entorno. Por eso fue aprobada en 1673 la Ley
de Pruebas que convirtió en ilegal el hecho de que alguien desempeñase un cargo militar o civil si
previamente no había tomado el sacramento de acuerdo con los ritos de la iglesia anglicana. Esta
medida tenía el interés de apartar del trono a Jacobo, duque de York y hermano del rey Carlos II. De
todas maneras, la Ley no podría concretar este objetivo ya que el acceso a la corona no estaba sujeto
a esta limitación.

Además de esto, el Parlamento caballero tuvo que hacer frente al conflicto con los tres Parlamentos
whigs que le sucedieron (1679-1681). El enfrentamiento entre tories y whigs fue por cuestiones
religiosas ya que el primer grupo estaba integrado por anglicanos de la alta iglesia; mientras que el
segundo estaba compuesto por disidentes puritanos que defendían a las sectas no conformistas
contra la persecución, esperando quizá algún día volverse contra la iglesia anglicana. Lo único que
tenían en común fue que en ambos grupos estaban en contra del catolicismo.

Con respecto a las colonias de Norteamérica, Carlos II derogo el Acta de Navegación de 1651 para
sustituirla por una versión mejorada en 1660, que consistió en la monopolización del tráfico de las
mercancías coloniales como el azúcar, tabaco y el algodón. Posteriormente se impuso el Acta de
Navegación de 1663 que prohibía a las colonias importar cualquier mercancía que no hubiera sido
hecha en Inglaterra.

Este primer intento de proteccionismo comercial se vio acompañado por un aumento del número de
empresas coloniales, lo cual produjo la aparición en Norteamérica de nuevas colonias durante el
reinado de Carlos II. En 1663, la Corona concedió una carta para la fundación de las Carolinas; en
1664 Nueva Ámsterdam fue capturada a los holandeses para convertirse en la colonia inglesa de
Nueva York y, junto con la vecina Nueva Jersey, estos territorios fueron concedidos por Carta Real a
los propietarios aristócratas. Finalmente, en 1681 le fue otorgado a William Penn el derecho de
fundar la colonia conocida como Pennsylvania. A partir de estas colonias se desarrollaron otras tres.
Carolina se dividió en dos provincias, la del sur y la del norte; parte de lo que fue Pennsylvania se
convirtió en la provincia de Delaware, y en 1679 Nueva Hampshire fue hecha una provincia
independiente, con su propio gobernador real (McFarlane, 1994:111).

El asentamiento más relevante fue el de Nueva York ubicada en la isla de Manhattan. Carlos II le
otorgó este asentamiento a Jacobo en 1664, después de que los ingleses se hubieran apropiado de
ella en la Guerra angloholandesa de ese año. Esta guerra continuaría entre 1672 y 1674 y produjo
la alianza entre Inglaterra y Francia. Esto significó una amenaza para el parlamento, ya que sabía

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que el rey Luis XIV tenía una gran influencia en la Corona inglesa y por lo tanto esto motivaría a
una posible restauración del catolicismo.

Para evitar el acceso de un rey católico al trono inglés, los whigs promulgaron la Ley de Exclusión
(1679-1681) para apartar del trono a Jacobo y proponer al duque de Monmouth, hijo bastardo de
Carlos, como el futuro heredero de la corona ya que el duque era un jefe whigs. Ante lo propuesto,
el partido tory o anglicano se inclinó del lado de la estricta sucesión hereditaria para contradecir a
sus opositores. Mientras tanto, surgiría idea (por parte de Guillermo Temple, diplomático y lord
Danby, jefe tory) de que la unión entre Inglaterra y Holanda sería la mejor opción para evitar el
sometimiento a la hegemonía francesa. Por esta razón, lord Danby gestiono el matrimonio de
Guillermo de Orange, estatúder de Holanda, con María, la hija protestante de Jacobo y presunta
heredera de su padre (1677). Pero tanto el partido tory como los whigs, se verían desinteresados
ante esta iniciativa.

El reinado de Jacobo II y la Revolución Gloriosa


La rivalidad entre ambos partidos fue lo que provoco que en 1685 Jacobo II accediera al trono como
rey católico de Inglaterra. El prestigio del gobierno parlamentario como posible forma política fue
gravemente quebrantado debido a las malas acciones que ambos partidos ejecutaron. Luego de la
decadencia del poderío whig en 1681, los tories se encargarían de empeorar la situación ayudando a
la Corona a destruir la independencia de las corporaciones municipales, muchas de las cuales habían
sido whigs, por lo tanto, pensaron que en manos de la Corona las municipalidades serían siempre
tories de allí en adelante. Además, apoyaron la doctrina del derecho divino hereditario de los reyes
unida a la doctrina de la no resistencia a la Corona en su forma más extremosa.

Al comienzo del reinado de Jacobo II, los tories entablaron una buena relación con el monarca ya
que pensaban que éste serviría a favor de sus intereses, sosteniendo a la iglesia anglicana y
aplastando a los disidentes y a los whigs. Mientras tanto, el nuevo rey consideraba que el partido
tory apoyaría sus decisiones por más que éstas se inclinaran a favor del catolicismo romano y
deseaba que el Parlamento revocase las leyes de Pruebas que trababan su acción ejecutiva. El nuevo
Parlamento que abrió en mayo de 1685 fue favorable a Jacobo, ya que se le concedería una
generosa renta vitalicia.

Durante este periodo, la situación fue profundamente alterada por la Rebelión del Oeste llevada a
cabo por el duque de Monmouth. Después de la caída de sus patrocinadores whigs, Monmouth se
había retirado a Holanda. Guillermo de Orange, el Estatúder, le aconsejó que se fuera al Danubio a
luchar ya que las pretensiones de Monmouth al trono ingles podían obstaculizar el legítimo derecho
reversible de María, esposa de Guillermo, para suceder a su padre Jacobo. Pero el duque termino
desembarcando en Lyme Regis (junio de 1685) donde los campesinos puritanos y los pañeros se
congregaron bajo la bandera del duque con el objetivo de derribar al rey papista y a la iglesia
anglicana. Este enfrentamiento finalizaría con la derrota de Monmouth y su ejecución en Tower Hill.
De sus secuaces, varios centenares fueron ejecutados y alrededor de 800 fueron vendidos como
esclavos para la isla de Barbados (Trevelyan, 1938:71). Pero el Parlamento no estaría de acuerdo con
aquella decisión.

Otro intento de levantamiento contra el rey se llevaría a cabo por el conde Argyle en Escocia, pero su
captura y ejecución libraron a Jacobo de enemigos, al menos por el momento. En adelante Guillermo

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de Orange se convertiría en un enemigo más peligroso que Monmouth, ya que contaba con recursos
militares y navales, alianzas europeas, los legítimos derechos de su mujer y suyos a la sucesión en el
trono, y también mantenía las mismas relaciones amistosas así con los tories como con los whigs.

Noviembre de 1685 fue la fecha de la segunda y última reunión del único Parlamento que Jacobo
convocó. Antes de este acontecimiento surgieron otros dos que tendrían gran influencia; el primero
fue la revocación del Edicto de Nantes por parte de Luis XIV, lo cual desato entre sus súbditos una
guerra cruel e inmotivada contra los hugonotes, muchos de los cuales huyeron a Inglaterra y
advirtieron a los habitantes que lo mismo podría pasarle al reino inglés; a esto se le sumo el
crecimiento de la influencia católica romana en los consejos del rey que comenzaron a conspirar
contra los protestantes.

En esta última convocación, Jacobo pidió a los Comunes que votasen dinero suficiente a fin de que él
pudiese sostener un ejército católico para sus propios y no confesados fines. Pero los Comunes se
negaron a la petición del rey ya que la Ley de Pruebas prohibía el empleo de los católicos en
cualquier cargo público, incluido el ejército. Solo podían ser convocados en caso de emergencia
como por ejemplo durante las rebeliones contra el rey, pero al no haber ninguna rebelión los
comunes consideraron que no era necesario mantener un ejército con integrantes católicos, porque
después de todo era ilegal. Si Jacobo quería revocar la Ley de Pruebas, tenía que disolver el
Parlamento y reformar de nuevo los distritos electorales.

Debido a esto, el rey comenzó a hacer uso de la prerrogativa real que debía efectuarse con la
aprobación del ramo judicial. Jacobo había nombrado a Jeffreys Lord Canciller para que castigara a
cualquier juez que se negase a interpretar la prerrogativa como él deseaba, y podía nombrar
jueces que actuasen a favor del rey. Con su ayuda, el monarca podría manipular a su gusto las
corporaciones municipales y nombrar una Cámara de los Comunes con la misma libertad con que
nombraba a los jueces. Un Parlamento constituido de esta suerte modificaría las leyes y le
permitirían al rey actuar legalmente.

Luego de violar una ley tras otra, Jacobo empezaría en 1686 el ataque contra la iglesia de
Inglaterra, entregando de nuevo al Tribunal de Alta Comisión el gobierno de la iglesia. Este tribunal
era ilegal, pues había sido abolido por decreto en 1641 y el Parlamentos habían tenido buen
cuidado de no restituir a los reyes la facultad de restablecer dicho tribunal, porque los tories y los
whigs querían que la iglesia conservase sus propiedades y sus libertades independientes de la
voluntad real. La Alta Comisión fue empleada después para atacar a las universidades de Oxford y
Cambridge, que eran los centros en que se preparaba al clero de la iglesia anglicana. Jacobo vio
que, si podía romanizarlos, la romanización de la iglesia sería mucho más fácil.

En 1687, Jacobo la Declaración de Indulgencia. En el preámbulo alaba los bienes de la tolerancia


religiosa, y después, en virtud de su regia prerrogativa, deja en suspenso el Código Clarendon, la
Ley de Pruebas de 1673 y todas las leyes dañosas para los católicos y para los disidentes
protestantes (Trevelyan, 1938:103). Cabe destacar que el rey buscaría el apoyo de los disidentes a
través de su ilegal protección. Pero para estos protestantes, existía un gran dilema ya que, si
apoyaban al monarca, este fortalecería su religión con ayuda de los jesuitas y éstos tratarían a los
puritanos ingleses como sus correligionarios. Si Jacobo fracasaba o moría, sus sucesores protestantes
(Guillermo y María) reunirían al Parlamento para tomar venganza de todo el que hubiese atacado a
la iglesia y a la Constitución de Inglaterra. Para evitar que los disidentes apoyasen al rey, los obispos

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y los jefes del partido anglicano o tory prometieron apoyar una ley de tolerancia para el culto
puritano tan pronto como se reuniese un Parlamento libre, promesa que cumplieron en 1689. Tanto
el rey y la iglesia compitieron en ofrecer protección a sus viejos enemigos.

Pensando que tenía a su lado a los puritanos, Jacobo procedió a reformar las magistraturas de los
condados, las corporaciones municipales y los organismos que elegían a los miembros del
Parlamento, eliminando a los tories y sustituyéndolos por caballeros católicos romanos que debían
ejercer sus cargos junto con un grupo de comerciantes disidentes. Éstos últimos aceptaron cargos
para cuyo desempeño no estaban legalmente capacitados, y de este modo quedaron enrolados
como partidarios del rey y de la Declaración de Indulgencia (Trevelyan, 1938:111). Pero también
había un gran número de puritanos que estuvieron a favor del Parlamento y de la Iglesia, lo cual
produjo la conformación de un partido unificado entre estos squires whigs y los tories.

En 1688, el acontecimiento desencadenante de la Revolución Gloriosa comenzó con la segunda


publicación de la Declaración de Indulgencia que establecía la obligación de los clérigos a leer la
Declaración en sus iglesias después del oficio matinal. Todo párroco que se resistiese estaba
expuesto a ser llevado ante el Tribunal de la Alta Comisión y ser suspendido o destituido por
desobediencia (Trevelyan,1938:122).

Ante esta medida, los jefes eclesiásticos y laicos del partido de la iglesia, en el que se destacaba el
arzobispo Sancroft, recomendaron la desobediencia universal a la orden del rey y declararon que el
Parlamento era la fuente de las leyes. La iglesia y los tories se convirtieron en un partido
parlamentario que se inclinaba a la tolerancia religiosa. La oposición universal de la Iglesia anglicana
provoco que el monarca tomara la decisión de procesar al arzobispo Sancroft y a otros seis obispos
por la publicación de una petición en la que se suplicaba al rey de que no obligara al clero a leer la
Declaración, ya que era ilegal.

El proceso de los siete obispos (los siete inmortales) genero una gran conmoción en Inglaterra ya que
el encierro de los prelados, como si fueran criminales, hizo ver con más claridad, que hasta los más
venerados y leales súbditos del país podían ser sacrificados si se negaban a obedecer al rey en sus
designios ilegales. Este conflicto finalizaría con la absolución de los obispos en julio de 1688,
declarándolos inocentes por voto unánime del jurado. Pero esto solo fue el principio del
hundimiento de Jacobo, que se aferró a la posibilidad de continuar con su legado a través del
nacimiento de su nuevo hijo, primogénito de su segunda esposa, María de Módena.

De igual manera, la existencia de un heredero al trono, eliminaba por derecho a las presuntas
herederas protestantes, sus hermanastras María y Ana. De esta suerte, el proceso de los siete
obispos y el nacimiento del príncipe de Gales coincidieron en el período revolucionario del reinado
de Jacobo (Trevelyan,1938:131). Luego de que los obispos fueran liberados, se le envió en secreto
Guillermo de Orange un documento en que se le invitaba a desembarcar en Inglaterra con un
ejército contra el gobierno de Jacobo. Esta iniciativa fue tomada por los whigs, tories y la Iglesia para
evitar que el nuevo príncipe sucediera a su padre.

Guillermo de Orange sostuvo que su reino podía ser salvado de la conquista definitiva por Francia si
Inglaterra era atraída, como participante activa, a la alianza anti francesa. Si se convertía en rey de
Inglaterra ese objetivo quedaría asegurado. A finales de septiembre era de público conocimiento
que las tropas holandesas estaban preparándose para su ataque contra el rey Jacobo II. Esto alarmo

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al monarca que inmediatamente tomaría la decisión de abolir el Tribunal de Alta Comisión, devolvió
sus plazas a los profesores expulsados del Magdalen, restableció las antiguas cartas de privilegio de
Londres y de otras ciudades, y prometió reinstalar en las lord-lugartenencias y en las magistraturas a
muchos de los nobles y caballeros tories a quienes había destituido (Trevelyan,1938:152).

El 5 de noviembre de 1688, Guillermo desembarco en Devon con un ejército menos numeroso que el
de Jacobo. El rey contaba con un gran ejercito compuesto mayormente por católicos irlandeses y con
el apoyo de sus amigos jesuitas. De todas maneras, el ejército real se pulverizaría al ver que todo el
país estaba contra el rey. Al final no se desencadeno ninguna lucha porque los partidarios del rey no
ofrecieron resistencia. En casi todas las regiones no ocupadas por el ejército real la rebelión triunfó
sin efusión de sangre.

Teniendo en cuenta lo ocurrido, los obispos del alto partido tory se reunieron en Londres para
suplicarle al rey que publicara la convocatoria para unas elecciones generales, para evitar una
posible guerra civil. Pero Jacobo rechazo esta propuesta ya sabía que la convocación del Parlamento
en aquellas circunstancias significaba abandonar sus propósitos. De esta manera el monarca salió
hacia el oeste, para ponerse al frente de la vanguardia de sus tropas, en Salisbury, y lanzarlas contra
el invasor. Pero finalmente no se desarrollaría ninguna batalla ya que el ejército del rey se
desintegraría debido a los acontecimientos. Jacobo había descubierto que muchos oficiales de su
ejército estaban en secreta connivencia con Guillermo. Luego de esta esperada derrota, el rey
ordenó la retirada hacia Londres, lo que equivalía a reconocer la victoria del príncipe holandés.

Finalmente, en diciembre de 1688, el mismo rey se destronaría a si mismo al huir a Francia y


destronó también a sus herederos al enviar al pequeño príncipe de Gales a la Corte de Francia para
que fuese educado en la religión católica romana. No dejó a los tories otra opción que la de adoptar
la política whig de entregar la corona a Guillermo y María, con lo cual la revolución se consumaba
mediante un cambio de dinastía. Pero en realidad el objetivo de esta huida fue dejar a Inglaterra
sumida en la anarquía, lo que facilitaría su regreso victorioso al frente de un ejército francés o por los
requerimientos de un pueblo arrepentido. De todas maneras, estos planes nunca llegarían a
concretarse.

Antes de navidad, los miembros de la Cámara de los Lores y de las Cámaras de los Comunes del
reinado de Carlos II que pudieron concentrarse en Londres, se reunieron para deliberar acerca de la
seguridad del reino y para pedir al príncipe de Orange que se hiciera cargo de la administración de
Inglaterra y convocase un Parlamento-Convención.

El Parlamento Convención surgido de la crisis no solo tenía que pronunciarse sobre la forma de
gobierno, sino que debía dar respuesta a problemas constitucionales fundamentales. El parlamento
de 1689 pretendió que el acuerdo alcanzado fuese duradero y aceptado por todo el país. La base del
acuerdo, la Declaración de Derechos, consistía en una serie de disposiciones específicas orientada a
prevenir cualquier repetición de la política efectuada por Carlos II, Jacobo II y sus ministros. Al
principio Guillermo de Orange se negó a ser rey consorte, lo cual provoco que el partido jacobista,
integrado por unos cuantos lores y obispos se inclinaran por el retorno de Jacobo II. Luego se intentó
nombrar reina a María, pero no aceptó. Y, finalmente, a pesar de la monstruosidad constitucional, se
nombró a los dos reyes de Inglaterra en febrero de 1689. Finalmente, la Declaraciones Derechos
establecía que los monarcas serían miembros de la Iglesia Anglicana; que sería ilegal que
suspendieran leyes votadas por el Parlamento, así como que eximieran de su cumplimiento.

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También debían de abstenerse de decretar impuestos, ya que, sin la aprobación del Parlamento,
ese acto sería ilegal; necesitarían de la aprobación del Parlamento para reclutar ejércitos en
tiempos de paz; el pueblo tendría derecho a formular peticiones al Rey y toda persecución por tal
motivo sería ilegal; el Rey debía convocar al Parlamento con frecuencia; la elección del Parlamento
sería libre, sus integrantes no podrían ser molestados por ninguna institución, en razón de las
opiniones expresadas en ese ámbito.

En general, la revolución gloriosa afianzaría el sistema parlamentario, que adquiere su plenitud y


rasgos definitivos, incluso en cuestiones de detalle, como la sustitución del mandato imperativo por
el representativo. También tenía responsabilidad en el poder Ejecutivo, lo cual produjo de que ahora
en adelante se hablara de una Monarquía constitucional ya que el monarca jamás volvería a ejercer
un poder absoluto. Por último, es importante hacer hincapié en lo genero posteriormente la
supremacía del parlamento, que en 1707 promulgaría el Acta de Unión, que junto con el parlamento
escoces, establecería la unificación de Escocia e Inglaterra. Así, podemos decir que la importancia
del Acta de Unión fue principalmente que los límites geográficos se rompieron por completo,
dando lugar así a un nuevo reino que pasaría a llamarse Gran Bretaña.

Efectos en las 13 colonias

El destronamiento de Jacobo II fue bien recibido por los americanos de habla inglesa que temían por
la política religiosa del rey y su amistad con Francia. Por otra parte, las tendencias absolutistas de
Jacobo produjeron violentos conflictos por la demanda de independencia virtual de las colonias. La
Revolución de la metrópoli permitió a los partidos democráticos de Massachusetts y Nueva York
levantarse victoriosamente contra la autoridad del hábil gobernador Sir Edmund Andros. Éste, por
órdenes de Jacobo II, había mutilado la autonomía de las colonias y suprimido las asambleas
electivas. El objetivo que perseguía Jacobo consistía en establecer una unión más estrecha de las
colonias separadas, constituyendo el «Dominio de Nueva Inglaterra» (que integraría Massachusetts,
Plymouth, y Rhode Island), política acertada en sí misma, pero que iba asociada a los intentos de
limitar o eliminar los derechos asamblearios coloniales. Según Trevelyan, “es muy posible que, al
poner término a esos planes, la Revolución inglesa haya aplazado la Revolución americana.” Pero es
cierto que suavizó la violenta tensión entre las demandas de autonomía de las Colonias y la
pretensión de Jacobo para ejercer la prerrogativa regia al otro lado del mar.

La derrota de Jacobo a manos de Guillermo de Orange tuvo repercusiones a más largo plazo para
Norteamérica que únicamente la destitución de católicos de los puestos de poder en Massachusetts,
Maryland y Nueva York. La Revolución gloriosa acabó totalmente con las esperanzas de un
resurgimiento católico en Gran Bretaña, pero legó asimismo una persistente vena anticatólica a la
futura nación estadounidense (Susan Grant, 2014:107). En 1691, Massachusetts y, por un breve
tiempo, Maryland pasaron a ser colonias reales, con gobernadores designados por la Corona
británica y, en el caso de la primera, con el derecho de sufragio delimitado no por la pertenencia a la
Iglesia sino por la posesión de propiedades. El gobierno de los “santos” dio paso de este modo al
auge de una nueva elite secular, principalmente de comerciantes y terratenientes. En las primeras
décadas del siglo XVIII, muchas de las colonias pasaron de las manos de compañías o particulares a la
Corona, a excepción de cinco: Pensilvania, Maryland, Delaware, Rhode Island y Connecticut.

Apreciaciones Finales

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Para hablar de Revolución Gloriosa fue necesario abordar en este trabajo el surgimiento de las ideas
absolutistas y católicas que se quisieron imponer durante el reinado de Jacobo II. Es por eso que
abordamos los acotamientos más importantes que se desarrollaron desde el comienzo de la Dinastía
Estuardo, tanto en Inglaterra como en América.

El movimiento revolucionario que empezó en Inglaterra en 1640 se había arrastrado durante doce
años antes de producir la Republica de Cromwell a través de un enfrentamiento armado. Pero la
Revolución Gloriosa produjo en pocos meses una nación unida, llena de desconfianza hacia el rey
francés Luis XIV que finalmente seria vencido sin la necesidad de recurrir a la violencia física. Esta
diferencia a conducido a muchos historiadores a sugerir que los sucesos de 1688 se parecen más a
un golpe de Estado que a revolución social de masas que asaltan el poder y lo desnaturalizan, como
ocurrió en Francia. Según Trevelyan, "el espíritu de esta extraña revolución era opuesto a todo
intento revolucionario". El termino revolución esta mayormente ligado a un enfrentamiento en el
que se ignoran las leyes establecidas para imponer algún un nuevo orden. Pero esto fue todo lo
contrario a lo que paso en 1688, ya que lo que buscan los grupos que estaban en contra del rey, era
el respeto a las leyes inglesas.

A través de esta reflexión podemos determinar que la Revolución Gloriosa, es en realidad, una
revolución incruenta y no represiva; en el que se destacaría el entendimiento y la colaboración entre
las distintas fuerzas políticas británicas, y no imposición unilateral de una minoría revolucionaria y
testaruda. Por eso fue una verdadera revolución social, cultural y política que permitirá el éxito de
otra “revolución”, la industrial, a fines del siglo XVIII, que convertirá a Reino Unido en potencia
económica hegemónica. Por último, cabe destacar el surgimiento del liberalismo político impuesto
por el filósofo John Locke en la segunda mitad del siglo XVII ya que estas ideas servirían de
fundamento para los autores de esta revolución que estaban en contra del absolutismo monárquico.

Con respecto a las colonias de Norteamérica, la Revolución estaría fuertemente ligada, no solo a la
independencia de las colonias en el siglo XVIII, sino también a la “Guerra de la Gran Alianza”, que se
desarrolló en Europa y en las colonias de América entre 1688 y 1697 para frenar el avance de Francia
hacia los territorios del Rin. Inglaterra y Francia lucharon por el control de las colonias americanas.

Bibliografía

 Mcfarlane Anthony (1994) El Reino Unido y América: La época colonia; Madrid, Editorial
Mapfre.

 Trevelyan (1938) La revolución Gloriosa

 Susan Grant (2014) Historia de los Estados Unidos de América

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