Este documento discute la concepción cabalística de la Torá como un organismo vivo con múltiples niveles de significado. Explica que la Torá escrita representa sólo la forma externa, mientras que la Torá oral captura el significado esotérico más profundo. Además, argumenta que sólo Moisés pudo comprender plenamente la Torá escrita mística subyacente, mientras que los otros profetas sólo pudieron captar vislumbres. Finalmente, vincula esta idea con la tradición filosófica de distingu
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Este documento discute la concepción cabalística de la Torá como un organismo vivo con múltiples niveles de significado. Explica que la Torá escrita representa sólo la forma externa, mientras que la Torá oral captura el significado esotérico más profundo. Además, argumenta que sólo Moisés pudo comprender plenamente la Torá escrita mística subyacente, mientras que los otros profetas sólo pudieron captar vislumbres. Finalmente, vincula esta idea con la tradición filosófica de distingu
Este documento discute la concepción cabalística de la Torá como un organismo vivo con múltiples niveles de significado. Explica que la Torá escrita representa sólo la forma externa, mientras que la Torá oral captura el significado esotérico más profundo. Además, argumenta que sólo Moisés pudo comprender plenamente la Torá escrita mística subyacente, mientras que los otros profetas sólo pudieron captar vislumbres. Finalmente, vincula esta idea con la tradición filosófica de distingu
Este documento discute la concepción cabalística de la Torá como un organismo vivo con múltiples niveles de significado. Explica que la Torá escrita representa sólo la forma externa, mientras que la Torá oral captura el significado esotérico más profundo. Además, argumenta que sólo Moisés pudo comprender plenamente la Torá escrita mística subyacente, mientras que los otros profetas sólo pudieron captar vislumbres. Finalmente, vincula esta idea con la tradición filosófica de distingu
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54 Gershom Scholem
primitivas [literalmente: signos grabados] que están ocultas en ella,
y el Midrás alude a esto cuando intenta decir que Dios tomó la Torá primitiva [Torá quedumá], que nace en el punto de ruptura de la “expiación" y de la fuente de la sabiduría primigenia 37, y emanó en un acto espiritual la Torá no desarrollada, con el fin de conferir duración, por medio de ella, a los fundamentos de todos los mundos». Continuando con su exposición, el autor describe también cómo nacen de la Torá no desarrollada —que corresponde a la sefirá de la Gracia— la Torá escrita, que está adscrita a la sefirá de la Misericordia divina, que es Tif’éret, y la Torá oral, que corresponde al imperio de la justicia divina en la última sefirá Maljut. El organismo encendido de la Torá, que ardía como fuego negro sobre fuego blanco en presencia de Dios, lo interpreta en el sentido de que el fuego blanco es la Torá escrita, en la que la forma de las letras no es todavía visible, sino que recibe la forma de las consonantes o puntos vocálicos sólo gracias a la potencia del fuego negro, que es la Torá oral. Este fuego negro es como la tinta sobre el pergamino. «Por ello la Torá escrita no puede asumir ninguna forma corpórea, a no ser por medio de la fuerza de la Torá oral, o sea: sin ella no puede ser comprendida verdaderamente.» Sólo Moisés, el maestro de todos los profetas, penetró hasta lo profundo y en una contemplación continuada de esa Torá escrita, mística, que en realidad todavía se halla oculta bajo la forma invisible de la luz blanca. Todos los demás profetas no han conseguido captar de ella sino un fulgor efímero en intuiciones momentáneas38. En este pasaje particularmente profundo se oculta detrás de la simbología mística la idea de que en esta tierra, hablando con propiedad, no existe Torá escrita alguna. ¡Verdaderamente, una idea de amplios vuelos! Lo que llamamos Torá escrita ha pasado por el tamiz de la luz negra, que determina, limita y pone de manifiesto de este modo la cualidad del rigor y del juicio divinos. Todo lo que percibimos en la Torá como palabras palpables, escritas con tinta en el pergamino, son al fin y al cabo ya interpretaciones, precisiones más detalladas de lo oculto. No hay más que Torá oral, que es el sentido esotérico de esas El sentido de la Torá palabras, y la Torá escrita no es sino un 55 concepto místico que sólo se realiza en una esfera accesible únicamente a los profetas. Moisés obtuvo ciertamente su revelación, pero la transmisión de lo que él legó al mundo como Torá escrita es 37 La sabiduría primigenia es la segunda sefirá, pero la «expiación» es un nombre de la tercera, ya que al final todo «retorna» a ella y a su seno. 38 Todos estos datos proceden del difícil texto de rabí Isaac el Viejo en el manuscrito Enelow Memorial Collection,584/699 del, Jewish Theological Seminary de Nueva York. El códice, aunque constituye una unidad, está artificialmente dividido en dos manuscritos. solamente su forma sensorial, la forma que aquélla asumió en el ámbito de la Torá oral. La blancura mística de las letras en el rollo de pergamino es la Torá escrita, pero no el negro de la escritura trazada por la tinta39. En el organismo místico de la Torá se entrelazan ambas esferas, y no existe Torá escrita que pueda ser pensada o analizada por criaturas que no sean profetas sin el elemento oral.
La idea de la Torá como un organismo está estrechamente vinculada
con el tercer principio, el cual tenemos ahora posibilidad de discutir: el principio de la variada e incluso infinita significación y de la multiplicidad de sentidos de la Torá. Casi siempre se consideró a los diferentes miembros de la Torá que estaban implicados en esta imagen del organismo no como órganos isojerárquicos dotados de la misma importancia, sino como diferentes planos de sentido en el interior de ella. Ellos son los que conducen al místico sumergido en el texto sagrado desde las significaciones externas hasta los planos de comprensión más profundos. La idea de organismo es identificada de este modo con la imagen de una jerarquía viviente de significaciones y planos de sentido. La concepción cabalística se encuentra aquí con una forma de pensamiento muy común entre los filósofos judíos de la Edad Media, y que éstos a su vez habían recibido en herencia de la tradición filosófica árabe. Es sabido que en estas literaturas árabe y judía se concedió una importancia sumamente grande al dualismo de los dos planos del texto sagrado, el interno y el externo. Este dualismo se ajustaba tanto al racionalismo esotérico de los filósofos y pensadores «ilustrados» radicales, sobre el que ha insistido con tanta energía en nuestra
” La teoría de este viejo fragmento sirve ya de base, sin duda, al escrito
cabalístico de Ya‘acob ben Ya'acob Kohén de Soria sobre la forma de las letras, que está estructurada siguiendo esta diferenciación de una «forma blanca esotérica» y una «forma negra exotérica» de las mismas, diferenciación que cobra su sentido sólo a través de lo arriba expuesto; cf. mi edición de este escrito en Madda‘é haYahadut, II (1927), pp. 203-204.