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Gershom Scholem

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54 Gershom Scholem

primitivas [literalmente: signos grabados] que están ocultas en ella,


y el Midrás alude a esto cuando intenta decir que Dios tomó la Torá
primitiva [Torá quedumá], que nace en el punto de ruptura de la
“expiación" y de la fuente de la sabiduría primigenia 37, y emanó en
un acto espiritual la Torá no desarrollada, con el fin de conferir
duración, por medio de ella, a los fundamentos de todos los
mundos». Continuando con su exposición, el autor describe
también cómo nacen de la Torá no desarrollada —que corresponde
a la sefirá de la Gracia— la Torá escrita, que está adscrita a la sefirá
de la Misericordia divina, que es Tif’éret, y la Torá oral, que
corresponde al imperio de la justicia divina en la última sefirá
Maljut. El organismo encendido de la Torá, que ardía como fuego
negro sobre fuego blanco en presencia de Dios, lo interpreta en el
sentido de que el fuego blanco es la Torá escrita, en la que la forma
de las letras no es todavía visible, sino que recibe la forma de las
consonantes o puntos vocálicos sólo gracias a la potencia del fuego
negro, que es la Torá oral. Este fuego negro es como la tinta sobre el
pergamino. «Por ello la Torá escrita no puede asumir ninguna
forma corpórea, a no ser por medio de la fuerza de la Torá oral, o
sea: sin ella no puede ser comprendida verdaderamente.» Sólo
Moisés, el maestro de todos los profetas, penetró hasta lo profundo
y en una contemplación continuada de esa Torá escrita, mística, que
en realidad todavía se halla oculta bajo la forma invisible de la luz
blanca. Todos los demás profetas no han conseguido captar de ella
sino un fulgor efímero en intuiciones momentáneas38.
En este pasaje particularmente profundo se oculta detrás de la
simbología mística la idea de que en esta tierra, hablando con
propiedad, no existe Torá escrita alguna. ¡Verdaderamente, una
idea de amplios vuelos! Lo que llamamos Torá escrita ha pasado por
el tamiz de la luz negra, que determina, limita y pone de manifiesto
de este modo la cualidad del rigor y del juicio divinos. Todo lo que
percibimos en la Torá como palabras palpables, escritas con tinta en
el pergamino, son al fin y al cabo ya interpretaciones, precisiones
más detalladas de lo oculto. No hay más que Torá oral, que es el
sentido esotérico de esas
El sentido de la Torá palabras, y la Torá escrita no es sino un 55
concepto místico que sólo se realiza en una esfera accesible
únicamente a los profetas. Moisés obtuvo ciertamente su revelación,
pero la transmisión de lo que él legó al mundo como Torá escrita es
37 La sabiduría primigenia es la segunda sefirá, pero la «expiación» es
un nombre de la tercera, ya que al final todo «retorna» a ella y a su seno.
38 Todos estos datos proceden del difícil texto de rabí Isaac el Viejo en
el manuscrito Enelow Memorial Collection,584/699 del, Jewish Theological
Seminary de Nueva York. El códice, aunque constituye una unidad, está
artificialmente dividido en dos manuscritos.
solamente su forma sensorial, la forma que aquélla asumió en el
ámbito de la Torá oral. La blancura mística de las letras en el rollo
de pergamino es la Torá escrita, pero no el negro de la escritura
trazada por la tinta39. En el organismo místico de la Torá se
entrelazan ambas esferas, y no existe Torá escrita que pueda ser
pensada o analizada por criaturas que no sean profetas sin el
elemento oral.

La idea de la Torá como un organismo está estrechamente vinculada


con el tercer principio, el cual tenemos ahora posibilidad de
discutir: el principio de la variada e incluso infinita significación y
de la multiplicidad de sentidos de la Torá. Casi siempre se consideró
a los diferentes miembros de la Torá que estaban implicados en esta
imagen del organismo no como órganos isojerárquicos dotados de
la misma importancia, sino como diferentes planos de sentido en el
interior de ella. Ellos son los que conducen al místico sumergido en
el texto sagrado desde las significaciones externas hasta los planos
de comprensión más profundos. La idea de organismo es
identificada de este modo con la imagen de una jerarquía viviente
de significaciones y planos de sentido.
La concepción cabalística se encuentra aquí con una forma de
pensamiento muy común entre los filósofos judíos de la Edad
Media, y que éstos a su vez habían recibido en herencia de la
tradición filosófica árabe. Es sabido que en estas literaturas árabe y
judía se concedió una importancia sumamente grande al dualismo
de los dos planos del texto sagrado, el interno y el externo. Este
dualismo se ajustaba tanto al racionalismo esotérico de los filósofos
y pensadores «ilustrados» radicales, sobre el que ha insistido con
tanta energía en nuestra

” La teoría de este viejo fragmento sirve ya de base, sin duda, al escrito


cabalístico de Ya‘acob ben Ya'acob Kohén de Soria sobre la forma de las
letras, que está estructurada siguiendo esta diferenciación de una «forma
blanca esotérica» y una «forma negra exotérica» de las mismas, diferenciación
que cobra su sentido sólo a través de lo arriba expuesto; cf. mi edición de este
escrito en Madda‘é haYahadut, II (1927), pp. 203-204.

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