Autonomia Progresiva F. Valverde
Autonomia Progresiva F. Valverde
Autonomia Progresiva F. Valverde
Derechos1
Francis E. Valverde Mosquera 2
“Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los deberes de los
padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada o de la comunidad, según
establezca la costumbre local, de los tutores u otras personas encargadas legalmente del
niño de impartirle, en consonancia con la evolución de sus facultades, dirección y
orientación apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en la
presente Convención”
Tres dimensiones tiene la comprensión de este artículo de la CDN, central para el entendimiento
de cómo niñas y niños se constituyen en parte activa de la comunidad y sociedad de la cual forman
parte, según lo planteado por Lansdown, en “La evolución de las facultades del niño” 3.
La tercera, la evolución como noción protectora, reconociendo que el niño tiene sus facultades en
desarrollo por lo que tiene derecho a recibir la protección de los padres y del Estado, en este
sentido el Estado tiene la obligación de proteger dichos derechos. 4.
La noción de evolución de las facultades, pone en el centro, la idea de que “a medida que niños y
niñas adquieren competencias cada vez mayores, disminuye su necesidad de dirección y
orientación y aumenta su capacidad de asumir responsabilidades, tomando decisiones que afectan
su vida” 5.
Lansdown plantea que el artículo 5, al relevar la noción de evolución de las facultades del niño,
establece un “equilibrio entre el reconocimiento de los niños como protagonistas activos de su
1 Documento elaborado para el Observatorio de Niñez Adolescencia y publicado en Infancia Cuenta 2015.
2 Magister en Cs. Sociales/Sociología de la modernidad, U de Chile; Experta en Derechos del Niño y Enfoque de
Derechos; Directora Ejecutiva ACHNU
3 Lansdown, Gerison (2005). La evolución de las facultades del niño. Innocenti Insight. Save the children y UNICEF.
4Op.cit. pp. 8 y 10
5Ídem. pp. 9
1
propia vida, con la prerrogativa de ser escuchados y respetados…, y la necesidad que tienen al
mismo tiempo de recibir protección en función de su relativa inmadurez y menor edad”. 6
Lo relevante, es que con este artículo se refuerza el hecho de que los derechos incluidos en la CDN
son válidos para cualquier niño independiente de sus facultades, solo que estas han de tomarse en
cuenta para determinar la responsabilidad necesaria para el ejercicio de los derechos.
En el Manual de Aplicación de la Convención (2001) 7, se afirma cuando se habla del Art. 5, este
establece que el camino hacia la madurez del niño y niña, debe pasar por un mayor ejercicio de
autonomía. Se reconoce que el niño y la niña adquiere de forma progresiva la autonomía e
independencia en el ejercicio de sus derechos, particularmente, en el asesoramiento jurídico y
médico sin el consentimiento de los padres; tratamiento médico e intervenciones quirúrgicas sin el
consentimiento de los padres; consentimiento sexual; declaración ante los tribunales; intervención
en procedimientos administrativos y judiciales, formación o afiliación a asociaciones, etc.
6Idem. pp. 9
7 UNICEF (2001). Manual de Aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño. pp. 81 a 83.
2
como actores políticos y sociales en su comunidad y en la sociedad, reconocimiento que requiere
de parte de los adultos, el reconocer su autonomía.
Dada la asimetría de poder existente entre adultos y NNA así como las representaciones sociales
de la infancia que los comprende como inmaduros, incapaces, dependientes, entre otros
conceptos, la aceptación y reconocimiento de su autonomía, es el reconocimiento de su capacidad
para ejercer sus derechos sin la tutela permanente de los adultos, es decir, el ejercicio libre de sus
derechos.
En otras palabras, cuando se habla de autonomía se está hablando de ejercicio del poder,
entonces la pregunta que se puede hacer es ¿Qué poder, expresado en posibilidades y
capacidades, tienen los Niños y Niñas para ejercer sus derechos en cada etapa de su vida? Esta
pregunta refiere a las condiciones de empoderamiento de niñas y niños en los distintos espacios
de desarrollo, a saber, familia, escuela, comunidad, organizaciones, etc.; condiciones que deben
ser provistas por el Estado.
Cuando la Convención establece que niñas y niños son sujetos de derechos, está estableciendo
que ellos y ellas tienen autonomía, donde ésta se constituye en el contrapeso al poder de los
adultos. La autonomía progresiva, es entendida muchas veces como un principio operacional, y
releva la relación que se debe tener con niños y niñas en su proceso de desarrollo,
reconociéndoles en todo momento y edad la capacidad de ejercer sus derechos con el apoyo de
los adultos en la perspectiva de que niños y niñas vayan asumiendo mayores responsabilidades al
comprender las consecuencias de sus actos y también van asumiendo mayores competencias para
la exigibilidad de sus derechos; en un proceso paralelo los adultos van ampliando los espacios de
libertad y toma de decisiones de niñas y niños en un mayor espectro de cosas - proceso de apoyo
al empoderamiento de niñas y niños-.
Así planteado se puede afirmar que la autonomía progresiva está íntimamente ligada al principio
de participación. Para estos efectos utilizaremos la aproximación que hace Diego Palma (1998) 8, y
que denomina Participación Sustantiva. Esta es entendida como la situación que surge del
encuentro de dos dinámicas necesarias para que la participación ocurra. La primera, la capacidad
de participar, es decir, las actitudes y las habilidades que los sujetos y grupos, han desarrollado a
través de sus prácticas y de la reflexión que sobre éstas han acumulado, y que traen, como aporte
a la realización de una acción determina, y que se corresponde a las dos primeras condiciones
señaladas anteriormente. La segunda, la oportunidad de participar, que apunta al espacio,
mecanismos, posibilidades concretas y estructurales que permite el adecuado ejercicio de la
capacidad de participación que aporta el sujeto y/o grupo concreto que se incorpora en una acción
colectiva, que se corresponde con la tercera condición.
8Palma, Diego (1998). La participación y la construcción de ciudadanía. U. ARCIS., Centro de Investigaciones sociales,
Santiago, Chile. pp. 18-19
3
Desde esta perspectiva los indicadores de la autonomía progresiva, debiesen apuntar por una
parte a las condiciones que fortalezcan la capacidad de participar de los sujetos y los grupos; y a la
generación de oportunidades de participación, generalmente explicitadas en las leyes y políticas
dirigidas a la garantía de derechos de niñas y niños.
Se puede decir que mientras mayor es la autonomía de niños y niñas para ejercer sus derechos,
mayores son las competencias y capacidades de participación y mayor conciencia de su ser sujetos
de derechos, y por tanto mayor capacidad para exigirlos y asumir las responsabilidades que de
ellos devienen.
• Los derechos son para todos y todas los niños y las niñas
• Niños y niñas tienen todos los derechos desde que nacen
• Se debe asegurar el desarrollo de las capacidades y competencias para que ejerzan los
derechos de manera cada vez menos orientada por les adultes
• Implica el aumento de la capacidad de responsabilización
• Implica el aumento de los espacios de libertad
4
3) Existencia de leyes y normas que aseguren el respeto a la participación de niñas, niños y
adolescentes en todas las acciones que afecten su vida acorde a la evolución de sus
facultades:
a) Asegurar que ellas y ellos sean escuchados directamente en todos los procedimientos
administrativos que les afecten directa o indirectamente a nivel comunitario y escolar.
b) Presencia directa de ellas y ellos en todos los procedimientos judiciales que les afecten
y en el que puedan ser escuchados.
c) Aseguramiento de que todo niño, niña o adolescentes será informado de todas las
decisiones administrativas y judiciales que les afecten y orientado acorde a ellas.
Bibliografía
4. Unicef (2001). Manual de Aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño. Pag. 81
a 83.