Los Beneficios de La Danza en El Desarrollo Motor Del Niño

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Los beneficios de la danza en el

desarrollo motor del niño (I)


publicado en Cuerpo y mente, En
profundidad, Reportajes por minidanza
“La danza tiene la posibilidad de satisfacer la existencia física, emocional e intelectual” (Hodgson)

La danza es el lenguaje que utiliza el cuerpo para expresar los


sentimientos del alma. Del mismo modo, la danza es considerada una
actividad que potencia la capacidad expresiva, la destreza física,
la habilidad cognitiva y el desarrollo motriz. El baile es capaz de
combinar armoniosamente en el espacio un sinfín de movimientos
dentro de un tiempo musical, que crea y ordena los ritmos. Por lo
tanto, además de ser considerada un arte, la danza es también una
actividad que aporta beneficios integrales a cualquier edad, siendo
especialmente beneficiosa en los niños.
En todos los movimientos que ejecuta el niño durante la práctica de
cualquier tipo de danza, se ven involucradas numerosas esferas de su
cuerpo. De ese modo, el niño desarrolla su motricidad (capacidad para
generar movimientos), su espacio cognitivo (capacidad para realizar
procesos mentales), su parte afectiva (necesidad de expresar
emociones), y su ámbito social (de relación con otros niños).
De esta manera, y tal y como explica Cordelia Estévez, Doctora en
Psicología y especialista en Psicología Clínica, “el desarrollo motriz de
un niño hay que entenderlo siempre asociado a su desarrollo
cognitivo”. “Con lo cual, toda estimulación que le demos a través del
movimiento va a repercutir en su crecimiento mental”, sentencia
Estévez.
Sin embargo, y sabiendo que la separación completa entre todas las
esferas es prácticamente imposible, puesto que están íntimamente
unidas, nos centraremos en analizar los beneficios que la práctica de la
danza aporta al desarrollo motor del niño.
Para comenzar, es necesario saber que la danza potencia el control de
los movimientos corporales del niño, quien con su ejecución es capaz
de estimular: el desarrollo de las capacidades perceptivo-
motrices (permiten coordinar los sistemas sensoriales con los
movimientos del cuerpo), la capacidad de coordinación
motriz (integración de diferentes partes del cuerpo en un movimiento),
y la mejora de la postura corporal.
Beneficios de la danza en las capacidades perceptivo-
motrices del niño
Tal y como recoge la Doctora en Educación Física Mª Jesús Cuéllar
Moreno en su estudio titulado ‘La Enseñanza de la Danza: Principios
didácticos y orientaciones metodológicas para su aplicación’, las
capacidades perceptivo-motrices son aquellas que permiten al niño
conocer su cuerpo, el espacio que le rodea y el tiempo en el que se
mueve.
La danza ayuda al niño a conocer su cuerpo: Conciencia corporal o
esquema corporal
Uno de los principales objetivos de la práctica dancística es que el niño
conozca toda su estructura corporal, es decir, que tenga plena
conciencia de su cuerpo. Gracias a la ejecución de distintos
movimientos, la danza consigue que el niño trabaje y descubra todos
sus segmentos corporales, tal y como aclara Paco Bodí Martínez,
bailarín con Estudios Superiores en Danza. “Todas las partes del
cuerpo tienen su momento de trabajo”, precisa Bodí, también profesor
de danza infantil durante 10 años.
“La danza te da un buen conocimiento de tu cuerpo. Te permite saber
hasta dónde puedes llegar y qué puedes hacer”, explica la especialista
en Psicología Clínica Cordelia Estévez. Además, añade que “la danza
tiene una influencia muy positiva en el desarrollo del esquema
corporal (conocimiento que tenemos de nuestro cuerpo)”. Sin
embargo, para que el niño sea capaz de conocer su cuerpo en
profundidad, necesita también el apoyo de otros componentes
relacionados. Así, el control y ajuste corporal le permiten al niño
adoptar diferentes posiciones, garantizando la correcta colocación del
cuerpo con respecto a su centro de gravedad, tanto en movimiento
como en posiciones estáticas. Las actividades de relajación le ayudan a
tener un control físico y mental de su cuerpo. Y, por último,
los ejercicios de respiración son indispensables, puesto que influyen
en sus movimientos y en la regulación de su energía.
Pero sin duda, uno de los aspectos más importantes que la actividad
dancística intenta desarrollar en el niño es la lateralidad, es decir, la
distinción entre la derecha y la izquierda. Como recoge José Alberto
Piedrahita Vásquez en su tesis de 2008 titulada ‘La danza como
medio potenciador del desarrollo motriz del niño en su proceso de
formación deportiva en las escuelas de fútbol’, la práctica de la danza
le da al niño la posibilidad de reconocer su lado dominante y su lado
menos hábil. “Al practicar los diferentes pasos, giros y saltos, entre
otros, el niño va a desarrollar y mejorar la coordinación entre ambos
lados del cuerpo, permitiéndole un mayor estímulo sobre su lado
menos hábil”, expone Piedrahita Vásquez.
Pero además de desarrollar esta capacidad, las actividades que se
realizan dentro de la danza le aportan al niño una
mayor flexibilidad, agilidad, resistencia y fuerza, así como un mayor
dominio del equilibrio.
La danza favorece el sentido espacial del niño: Espacialidad
Los movimientos dancísticos también están orientados a que el niño
sea capaz de desenvolverse satisfactoriamente dentro del espacio que
le rodea. La danza fomenta que el niño pueda ubicarse en el espacio en
relación con otros objetos y compañeros. De ese modo, como explica
la profesora de danza infantil Paula Parreño, el niño puede
determinar cuál es su posición espacial en relación con los demás, y
cuál es el lugar que ocupan sus compañeros, aunque no pueda verles.
“La danza ayuda al niño a saber en cada momento dónde y cómo está
colocado su cuerpo, tanto en reposo como en movimiento”, aclara.
No hay duda de que las actividades que se realizan dentro del baile le
permiten al niño tener claras todas las referencias espaciales, además
de desarrollar su visión periférica, que le permite saber qué ocurre a
su alrededor aunque él esté mirando al frente. En la misma línea se
explica Paco Bodí: “La danza permite al niño conocer su cuerpo en
relación con su entorno, con su compañero y con el objeto con el que
esté trabajando, que puede que sea imaginario”.
La danza potencia el control del tiempo y del ritmo: Temporalidad
Los niños ya no solo van a tener que saber ejecutar movimientos
dentro de un espacio delimitado, sino que además, deberán hacerlo con
un determinado orden y una duración exacta. Bailar respetando
determinados tiempos y ritmos dificulta la tarea a los niños, que
tendrán que aumentar su capacidad de coordinación y de atención. El
niño deberá armonizar sus gestos motrices, desarrollar su sentido
rítmico, así como su creatividad. “Música y movimiento van a trabajar
juntos para llegar a un mismo objetivo”, explica el bailarín y
coreógrafo Paco Bodí.
Como señalamos al inicio del reportaje, la ejecución de movimientos
físicos también tiene una repercusión en la parte mental de los más
pequeños, aspecto que les ayuda a desarrollar su inteligencia. “Si al
desarrollo motor le añadimos música, el trabajo que hace el niño a la
hora de aprender es doble: conoce su cuerpo y su entorno, y además lo
hace dentro de un ritmo. Todo esto lo convierte en un proceso mucho
más complejo”, sostiene Cordelia Estévez, profesora de Psicología
del Desarrollo.
Continúa leyendo la segunda parte del reportaje:

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