1 La Parábola Del Sembrador

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LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

Mt 13, 3-9 (Mc 4:1-9; Lc 8:4-8)


1 Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.
2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa.
3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar
4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de
tierra;
6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
9 El que tiene oídos para oír, oiga.
10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas
a ellos no les es dado.
12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será
quitado.
13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis;
Y viendo veréis, y no percibiréis.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado
sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se
conviertan, Y yo los sane.
16 Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo
que oís, y no lo oyeron.
18 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado
en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;
21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por
causa de la palabra, luego tropieza.
22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño
de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y
produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

 La parábola
 Se trata de una parábola de especial importancia, porque es una de las pocas que aparecen
en los tres Sinópticos y porque en los tres es la primera que aparece.
 Un significado que va más allá de la explicación de la misma parábola que, por cierto, es
también ofrecida por los tres autores.
 Se refiere a las diferentes actitudes que los oyentes pueden tener ante la Palabra de Dios.

 El desafío de Jesús “El que tenga oídos para oír, que oiga”, parece una conclusión más
natural sobre el tema.
 “A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos”, dice Jesús.
 Es decir, la comprensión de sus enseñanzas no es simple producto de la razón, sino
iluminación, gracia.

 En la parábola se presentan una situación favorable y otra desfavorable para la siembra


 Y en la desfavorable aparecen tres clases de obstáculos que harán morir la simiente

 Parte de la semilla cae en el camino.


 Viene el Maligno (las aves) y se lleva lo sembrado.
 Mateo da una explicación: porque no han comprendido la Palabra.

 Parte cae en las piedras y crece, pero por falta de raíz, sucumben en el momento de la
prueba.

 Parte cae entre abrojos, pero la seducción de las riquezas, las preocupaciones y los placeres
de la vida ahogan la Palabra.

 La presencia del Maligno, las piedras, las riquezas, la prueba, las preocupaciones de la vida
(el poder) nos sitúan en un contexto próximo al de las tentaciones de Jesús.

 Porque, aunque el Maligno sólo se menciona en el caso del camino, su acción se ve también
en la persecución que hace sucumbir la Palabra caída entre las piedras, y también en la
seducción de las riquezas y demás concupiscencias representadas por los abrojos.

 La tierra buena produce una cosecha abundante.


 Pero Mt y Mc citan diferentes rendimientos: 30, 60 y 100.

 Jesús en ningún momento dice que el sembrador es Dios, aunque esta sea nuestra natural
interpretación.
 No faltará quien diga que ese sembrador es un poco descuidado, para perder tantas semillas.

 El sembrador es quien hace llegar a otros la Palabra de Dios, y por tanto cualquiera de
nosotros se puede considerar sembrador.

 Lucas dice claramente: “la semilla es la Palabra de Dios”.


 Sin embargo, en algún momento parece que la semilla es la gente: “el que fue sembrado... es
el que...” Y luego dan diversa cantidad de fruto.

 El fruto dado por los que caen en tierra buena parece que depende de la calidad de la semilla
sembrada, no de la tierra.
 Pero si la semilla es la Palabra, parece lógico suponer que el campo representa a los oyentes,
unos más receptivos que otros.

 LA INVITACIÓN
 La Palabra de Dios tiene siempre una connotación vocacional.
 Nos llama a la conversión, al seguimiento.
 Dios nos da un llamado
 No hay nadie que se quede sin un llamado, pero hay que descubrirlo.
 La parábola nos dice que hay diversas maneras de recibir esa semilla o llamado

 EL CAMPO
 Sólo las semillas que caen en “tierra buena” producen fruto.
 Ahora bien, ¿qué es la “tierra buena”?
 No se define positivamente, sino por sus contrarios:
 La tierra buena no es camino (el camino es esa parte de la tierra que es ocupado por la gente
que pasa).
 La tierra buena no tiene piedras y tampoco tiene abrojos.
 Es decir, la tierra buena está vacía de cualquier otra cosa, totalmente receptiva para la
semilla.

 La tierra es un principio pasivo: no ha de hacer nada para que luego la semilla produzca fruto,
La semilla que crece por sí sola en Mc 4, 26-29.

 Al sembrador le corresponde limpiar la tierra de piedras y abrojos, y luego esparcir


cuidadosamente la semilla, pero luego puede olvidarse ya de ella, porque la cosecha está en
manos del tiempo.

 Esta parábola es una invitación a disponer nuestra tierra para la siembra, eliminando toda
clase de obstáculos.
 Y luego la semilla irá creciendo por sí sola, con la ayuda del buen tiempo y la lluvia, la gracia
de Dios.
 A veces creemos que debemos hacerlo todo por nosotros mismos, y olvidamos que la
vitalidad de la semilla no viene de nosotros mismos, es obra de Dios.

 La parábola es también una invitación a escuchar cada día EL LLAMADO de Dios, para que
así nuestra tierra produzca fruto en abundancia.
 La semilla sembrada tiene en su código genético toda la información necesaria para crecer
hasta la madurez y producir fruto, pero con nosotros los humanos la cosa es diferente.
 Necesitamos recibir continuamente la “información” que nos permitirá ir orientando nuestro
crecimiento, y los frutos que se espera produzcamos.

 La vocación, entendida como EL LLAMADO permanente de Dios, es la voz que va guiando


continuamente nuestro caminar.
 En la medida en que vayamos respondiendo a ella iremos alcanzando nuestra plenitud
humana.
 Hasta un 30, un 60 o un 100%.

 Una última reflexión tiene que ver con nuestra tarea de educadores, y nuestro deber de ser
promotores de vocaciones.
 Si reconocemos que EL LLAMADO es por gracia, no olvidaremos que cuando trabajamos con
otros debemos ayudarles a ellos también a descubrir su propio llamado

 Parece que la siembra no es completa si falta este elemento que da sentido a la vida.
 EL LLAMADO es un elemento esencial en la vida del cristiano.

 Pero si la Buena Nueva no es sólo “nueva”, sino especialmente “buena”, es porque es una
propuesta interpeladora, una oferta de plenitud para todos.
 Recibir el evangelio significa aceptar el reto de ser constructores del Reino de Dios.

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