3.2 La Confidencialidad.
3.2 La Confidencialidad.
3.2 La Confidencialidad.
INTEGRIDAD
Los psicólogos tienen que promover la honestidad y la veracidad en su actuación
profesional. Por lo tanto, no se tendrían que implicar en fraudes ni dar información parcial
o insuficiente.
Este principio se tienen que cumplir las promesas hechas y hay que evitar implicarse en
promesas o compromisos poco claros y difíciles de llevar a cabo. Si por circunstancias o
para evitar daños el psicólogo no fuera del todo honesto y pudiera dar explicaciones
incompletas, tendría que considerar las posibles.
JUSTICIA
Este principio supone, además, que los psicólogos deben tener mucho cuidado para
salvaguardar y proteger los derechos y el bienestar de las personas y los colectivos
más desfavorecidos.
Tratar a una persona con menos cuidado porque es gay, incapacitado físico, pobre,
inmigrante o musulmán puede representar un delito de discriminación.
Es lo que Knapp y VandeCreek (2006) denominan ética positiva. Desde este punto
de vista los psicólogos tratan de: acercarse a los grupos desfavorecidos, trabajan
por desarrollar al máximo su competencia, cultivan la calidad en sus relaciones
profesionales, mejoran la participación del cliente en el desarrollo y objetivos de la
terapia y, finalmente, establecen relaciones profesionales basadas en la confianza.
Respeto de los derechos y la dignidad
de las personas
Según este principio, los psicólogos tienen que respetar y promover los
derechos y la dignidad de las personas. «Respetarán los derechos de los
individuos en la privacidad, la autodeterminación y la autonomía.
En lo que respecta al respeto de los derechos y la dignidad de las personas, el meta
código dice lo siguiente:
Los psicólogos tienen que ser conscientes de las diferencias individuales en cuanto
a cultura, género, capacidad, orientación sexual, raza, etnia, nacionalidad, edad,
religión, idioma y nivel sociocultural.
COMPETENCIA.
Actuar con competencia también incluye conocer los límites de los procedimientos,
la actualización profesional y no ejercer cuando la habilidad o el juicio profesional
están afectados.
RESPONSABILIDAD.
Los psicólogos tienen que ser conscientes de sus responsabilidades profesionales y
científicas con sus clientes, la comunidad en la que viven y trabajan y con el conjunto de
la sociedad.
Tienen que evitar producir daños con sus actuaciones.
El psicólogo tiene responsabilidad respecto de la calidad de su intervención y de las
consecuencias de sus intervenciones.
La responsabilidad del psicólogo implica que se tienen que evitar y minimizar los daños
causados por una mala utilización de los conocimientos o una mala práctica. Esto
implica una responsabilidad del psicólogo tanto durante la intervención profesional como
después de la finalización, en caso de que se deriven consecuencias negativas para el
cliente.
Otro aspecto importante de este principio es que el psicólogo es responsable del respeto
de los principios éticos de sus trabajadores, ayudantes, supervisados y estudiantes. Si
se tiene conocimiento de una acción no ética, el psicólogo está obligado a criticar
razonablemente la actuación de un compañero y, si es el caso, informar a la asociación
profesional.
INTEGRIDAD
Los psicólogos tiene que promover la integridad como científicos, docentes y en su
práctica profesional.
Por lo tanto, tienen que ser honestos, sinceros, justos y respetuosos con los otros, tratar
de aclarar sus roles profesionales y actuar de acuerdo con éstos.
El principio de integridad implica mostrarse abierto hacia los límites personales y
profesionales, y también frente a las recomendaciones de asesoramiento en situaciones
difíciles.
La honestidad se concreta en la obligación de ser preciso al informar de las propias
calificaciones y experiencia y aceptar hipótesis alternativas, las propias finanzas
profesionales y los informes que se presenten por escrito.
La sinceridad implica la obligación de evitar el engaño y no ocultar información respecto
de otros procedimientos alternativos.
Si un psicólogo engaña, está obligado a restablecer la confianza.
EL CÓDIGO DEONTOLÓGICO DEL
PSICÓLOGO
Hemos visto en los apartados anteriores que la práctica de la profesión de psicólogo
a menudo presenta situaciones en las que éstos se enfrentan al reto de tomar
decisiones que tienen fuertes repercusiones para las personas.
Tomar estas decisiones hace que se planteen las posibles consecuencias de sus
actuaciones y, en definitiva, si sus actuaciones se corresponden con lo que se
espera de un psicólogo: ayudar a las personas, los grupos y las instituciones que
reclaman sus servicios.
Este cuestionamiento hacia su propia actuación, al cual constantemente se ve
abocado el psicólogo, requiere la aplicación de criterios y principios éticos que le
permitan decidir cuál es la mejor actuación posible. Sin embargo, ya hemos visto que
los principios éticos no son una panacea, no nos dan pautas claras de actuación en
situaciones concretas.
LA MALA PRÁCTICA PROFESIONAL
Otra situación en la que un psicólogo se puede ver involucrado con la justicia tiene
lugar cuando es demandado judicialmente por un cliente que considera haber sido
perjudicado por sus prácticas profesionales.
Esta demanda judicial puede ser independiente de la denuncia del cliente ante la
Comisión Deontológica del colegio profesional. El perjuicio causado por la «mala
práctica» de un psicólogo se puede definir como cualquier daño percibido por el
cliente como consecuencia de las palabras o acciones realizadas por el psicólogo en
su actuación profesional.
En el caso de la práctica psicológica, es muy difícil evaluar y determinar cuándo se
ha producido daño psicológico como resultado de una mala práctica.
La mala práctica ha sido definida por Franca-Tarragó (1996) como «el error del
psicólogo en ejercer de forma idónea su profesión». Esta práctica es diferente de lo
habitual entre los miembros de la profesión, en las mismas situaciones y contextos.
SE CONSIDERA «MALA PRÁCTICA»
Son situaciones en las que el psicólogo deja de atender a una persona, que se
siente rechazada o abandonada en un momento en el que es vulnerable y sufre
riesgo personal.
En una terapia de grupo, todos los asistentes están satisfechos con el resultado
excepto uno de los participantes, que siente que el psicólogo no le ha prestado
suficiente atención. Considera que el psicólogo no le había advertido previamente
de este posible resultado.
DISCRIMINACIÓN
Estas cinco etapas de solución de problemas no han sido ideadas para las situaciones de conflicto
ético, de hecho son comunes a todo proceso de solución de problemas, pero pueden ser
perfectamente aplicables.
La especificidad de la aplicación de la solución de problemas a los dilemas éticos
recae en el objetivo del proceso.
En los problemas éticos el objetivo debe ser que la solución sea compatible con
los principios éticos (propios y de la profesión), factible, que no haya una
alternativa mejor, que lesione el menos posible otros principios éticos y que sea
imparcial.
LA PRIMERA ETAPA:
Así que a la hora de escoger una solución puede ser útil valorar como la
ejecutaremos (¿estoy capacitado para esta solución?).
LA QUINTA ETAPA: