Historia de Nicaragua
Historia de Nicaragua
Historia de Nicaragua
La Historia de Nicaragua recorre el período temporal desde la llegada de los europeos a tierras
americanas a la actualidad.
en Nicaragua fueron las guerra en época colonial Nicaragua fue poblada a la vez por los Mayas y
los Nahuas, quienes ocuparon la depresión central, y por los Miskitos (o Mosquitos), los Ramas
y los Sumus, quienes se instalaron sobre la costa del mar Caribe.
Los primeros colonos españoles conducidos por Gil Gonzáles Dávila penetraron en Nicaragua
hacia el año 1520 y el país fue agregado a la capitanería general de Guatemala. La dominación
española permaneció sin embargo limitada en la costa Pacífico.
El origen del nombre Nicaragua no está del todo claro, y aún hoy divide a los historiadores y
estudiosos del lenguaje. Según una versión, proviene del náhuatl nic-anahuac (hasta aquí los de
anahuac), otra versión, considera que proviene de una voz maya. Existe, entre otras, la más
difundida versión aunque también la menos respaldada por los expertos, según la cual el nombre
"Nicaragua" se deriva del nombre de Nicarao, quien supuestamente fue un jefe amerindio
asentado en el territorio del actual departamento de Rivas que recibió a los primeros
conquistadores españoles a orillas del actual Lago Cocibolca, de Granada o Gran Lago de
Nicaragua, al que Gil González Dávila llamó "la Mar dulce".
Época Colonial
Descubrimiento de Nicaragua
Gil González Dávila fue el primer explorador de conquista que visitó parte de las regiones
costeras del Pacífico nicaragüense en 1522-1523, durante su recorrido tuvo contacto con un
poderoso cacique indígena llamado Nicaragua, Niqueragua o Nicarao, en cuyos dominios se
bautizaron 9.017 personas y se recogieron 18.506 pesos de oro bajo. Después González Dávila se
trasladó a un territorio llamado Nochari, situado unas seis leguas al norte de la corte del rey
Nicarao, donde habitaban cinco reyes llamados Ochomogo, Nandapia, Mombacho, Morati y
Gotega (Coatega). Allí se bautizaron 12,607 personas más, y un poderoso jefe llamado Diriangén
vino con un suntuoso cortejo a entrevistarse con ´los españoles, pero a los pocos días, el 17 de
abril de 1523, regresó para enfrentarlos en combate. La expedición logró vencer a los guerreros
de Diriangén, pero tuvo que retirarse a los dominios de Nicarao, donde hubo otro enfrentamiento
con los indígenas. Finalmente, González Dávila optó por marchar hacia el sur, y en el golfo de
Nicoya se reembarcó con destino a Panamá, sin haber dejado fundación alguna.
Fundación de pueblos
En 1524, Francisco Hernández de Córdoba, enviado por el gobernador de Castilla del Oro
Pedrarias Dávila, fundó las dos primeras ciudades en lo que seria más tarde Nicaragua: Granada,
a orillas del Lago Cocibolca, y Santiago de los Caballeros de León, a orillas del Lago Xolotlán.
Pedrarias Dávila
Bajo la gobernación de Pedrarias Dávila (1528-1531), la tierra que luego sería llamada
Nicaragua sufrió una alarmante despoblación por los abusos de Pedrarias, quien hizo gala un
extremado salvajismo en su búsqueda de recursos y esclavos para las minas de en el cerro Potosí,
y para servir de "cargueros". A lo anterior se unieron las epidemias de enfermedades
desconocidas, algunas de origen europeo que aniquilaban a los indígenas, y las propias de la
tierra, que hacían mella en los conquistadores. Los abusos que este gobernador cometía en su
continua búsqueda de la riqueza forzó a huir a la población. Indios y españoles (mando a
decapitar al Capitan Hernández de Córdoba, acusándolo falsamente de traición), fueron víctimas
por igual de los métodos de exacción que Pedrarias puso en práctica. Pedrarias murió con 96
años el 6 de marzo de 1531 y le sucedió Rodrigo de Contreras que gobernó el territorio desde
1534 hasta 1542 siguiendo la senda de abusos que Dávila había iniciado.
Provincia de Nicaragua
Protectorado inglés
En el siglo XVII, los ingleses se establecieron un protectorado en la Costa de los Mosquitos, así
llamada por el nombre de los habitantes indígenas misquitos, con los que los ingleses se
mantuvieron en buenas relaciones. Fundaron allí la ciudad de Bluefields y posteriormente
ayudaron al establecimiento del llamado Reino de la Mosquitia.
Gubernatura e Intendencia
Hasta fines del siglo XVIII, el actual territorio nicaragüense estaba dividido en una gobernación
de Nicaragua, con capital en León, y con corregimientos en Chontales, El Realejo, Matagalpa,
Monimbó y Quezalguaque. En 1787, estos corregimientos fueron suprimidos y, junto con el
corregimiento de Nicoya, anexados a Nicaragua, que se convirtió en una Intendencia, con sede
León, del reino de Guatemala.
En las Cortes de Cádiz, la Intendencia de Nicaragua estuvo representada por el licenciado José
Antonio López de la Plata, quien junto con su colega de Costa Rica Florencio del Castillo logró
en 1812 que se creara la Provincia de Nicaragua y Costa Rica, como unidad política y
administrativa distinta de Guatemala. Esta provincia desapareció debido a la restauración
absolutista de 1814 y fue restablecida en 1820, al ponerse nuevamente en vigencia la
Constitución de Cádiz. El Intendente de Nicaragua, Miguel González Saravia y Colarte, se
convirtió en Jefe Político Superior de la Provincia de Nicaragua y Costa Rica. La provincia se
dividía en siete partidos: Costa Rica, El Realejo, Granada, León, (Rivas), Nicoya y Nueva
Segovia.
Independencia de Centroamérica
Con la total indiferencia de las clases populares, los grandes terratenientes y la jerarquía católica
se habían ido definiendo en dos grande grupos y cada uno de ellos editaba un periódico. El grupo
proindependentista, que editaba el diario El editor constitucional, estaba encabezado por Pedro
Molina, José María Castilla, Manuel Monfúfar y José Francisco Barrundia. El otro grupo era
partidario de estar a la expectativa y ver que pasaba. Este editaba el diario El amigo de la patria y
lo encabezaban José Cecilio del Valle.
El territorio de Chiapas, que hasta 1820 había pertenecido al reino de Guatemala, se adhirió al
plan de Iguala anexionándose a México. Cinco días después, el 15 de septiembre de 1821, se
realizó una reunión de personas nobles de la Ciudad de Guatemala convocada por el Jefe Político
Superior de Guatemala Gabino Gaínza en donde se llegó al acuerdo de declarar la independencia
pero hacerla efectiva tras la aprobación en un Congreso de las provincias. Se constituyó una
Junta Provisional Consultiva presidida por Gaínza, de la que formó parte como Ministro de
Hacienda el jurisconsulto Miguel Larreynaga, nacido en Telica.
Los puntos básicos del plan de Iguala, que estaba ejecutando Iturbide en México, eran:
independencia del país, unidad de criollos y españoles, religión oficial la Católica y organización
política como monarquía constitucional bajo Fernando VII, eran apoyados, y hechos suyos, por
la oligarquía de Guatemala. Esto producía la independencia del país pero sin ningún cambio
social.
las provincias representadas en esta Asamblea son libres e independientes de la antigua España,
de México y de cualquiera otra potencia; y que no son ni deben ser patrimonio de persona ni
familia alguna.
Nacían de esta forma las Provincias Unidas de Centroamérica, un nuevo estado compuesto por la
unión de las cinco provincias Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica.
Granada era el principal centro conservador del país, ya que en ella residían los más importantes
terratenientes, productores principalmente de café y de azúcar. En León, en cambio,
predominaban las clases medias artesanales y mercantiles. En tanto que Granada era el bastión
del conservatismo político, León era el principal centro del liberalismo de Nicaragua. La
rivalidad ideológica entre estas dos ciudades marcará la historia del siglo XIX en Nicaragua.
El primer Jefe Supremo del Estado de Nicaragua fue el granadino Manuel Antonio de la Cerda,
antiguo dirigente independentista, que asumió el poder el 10 de abril de 1825. Su vicejefe, Juan
Argüello, conspiró contra él y lo derrocó al año siguiente. Tuvo lugar una nueva guerra civil
entre los partidarios de Cerda y los de Argüello. Argüello estableció la capital en León, pero
Granada se negó a reconocer su autoridad. El 27 de noviembre de 1829, De la Cerda fue fusilado
por orden de Argüello. Finalmente, los enviados del gobierno federal de las Provincias Unidas
lograron la pacificación de Nicaragua, tras el nombramiento como Jefe Supremo de Dionisio
Herrera, que se mantendría en el poder entre 1830 y 1833. Pocos años después, siendo Jefe
Supremo José Núñez (1838-1841), Nicaragua optó por separarse de la Federación
centroamericana.
Los quince años siguientes (1838-1853) se denominan en la historia de Nicaragua, por este
motivo, el período del Directorio que estuvo marcado por el caos político y social que imponía la
rivalidad de leoneses y granadinos que propició la invasión del país por tropas procedentes de El
Salvador y Honduras (1844-1845), bajo el mando del general salvadoreño Francisco Malespín,
que saqueó la ciudad de León.
En 1852, siendo Senador Director del Estado Fulgencio Vega (apoyado por el General Fruto
Chamorro, la capital se fijó de manera definitiva en Managua, con el propósito de poner fin a la
sempiterna rivalidad entre León y Granada, aunque esta decisión no se haría efectiva hasta 1858.
El 26 de febrero de 1853 fue elegido Supremo Director del Estado de Nicaragua el conservador
Fruto Chamorro. Bajo su mandato, una nueva Asamblea Constituyente elaboró una nueva
Constitución, que puso fin al período del Directorio y dio inicio al periodo Presidencial.
Durante este período, Nicaragua se había convertido en objeto de deseo para dos grandes
potencias, Gran Bretaña y Estados Unidos, dadas las condiciones que su territorio ofrecía para la
construcción de un canal entre los océanos Atlántico y Pacífico.
Detrás de esta decisión y de la creación de este reino en la llamada Costa de los Mosquitos estaba
la posibilidad de la construcción de un canal interoceánico (Nicaragua y Panamá son los lugares
idóneos para la construcción de un canal que una los dos océanos, para 1835 los estadounidenses
ya habían comenzado sus movimientos para la construcción de un canal por Panamá por lo que
Inglaterra solo tenía la posibilidad de hacerlo en Nicaragua) para ello se aprovecharía el tramo
navegable del río San Juan que desde su desembocadura llegaba hasta el Lago de Nicaragua. San
Juan del Norte quedó incorporado al reino de Mosquitia y paso a denominarse Greytown.
El reino de Mosquitia no continúo al sur, en Costa Rica, dado que el gobierno de ese país se
opuso por las armas, bajo el mando del presidente Braulio Carrillo.
Nicaragua mandó al General Trinidad Muñoz a tomar la plaza pero el 1 de enero de 1848 los
ingleses la recuperaron de nuevo para la Mosquitia. Después hubo otra escaramuza con Muñoz y
de nuevo los ingleses, el 8 de febrero entraron en San Juan y subieron por el río hasta San Carlos.
Nicaragua optó por la vía diplomática y establece conversaciones con Inglaterra implicando a los
Estados Unidos. De esas conversaciones surgió el tratado Clayton-Bulwer, firmado el 19 de abril
de 1850 por británicos y estadounidenses, en el que Gran Bretaña renunció a sus pretensiones
sobre un futuro canal interoceánico en Nicaragua y que San Juan del Norte fuera declarado
puerto libre y territorio neutral bajo el reino de Mosquitia.
La República
El 17 de octubre llegaron las tropas contratadas por Byron Cole al puerto de San Juan del Sur y
se dirigieron a la conquista del fuerte de San Carlos como pasajeros en uno de los vapores de la
compañía. Fueron repelidos y se vieron obligados a volver a su punto de partida. Poco después,
el capitán del fuerte dio el alto a un vapor de la compañía. El capitán del barco no obedeció la
orden y desde el fuerte se ordenó abrir fuego. El resultado fue la muerte de una mujer y un niño.
Walker, que permanecía en Granada, reaccionó mandando fusilar a Mateo Mayorga, Ministro de
Relaciones Exteriores del gobierno de Estrada.
Granada recibió la visita del embajador estadounidense, demostrándose con este hecho el apoyo
de su gobierno al filibustero. Poco después, Castellón ascendió a Walker a general de brigada. Al
poco tiempo, el 30 de octubre, Walker nombró presidente del gobierno provisional a Patricio
Rivas desconociendo la autoridad de Castellón.
Estos sucesos se basaron en el acuerdo que Walker había firmado con el general Ponciano Del
Corral, que estaba al mando de las fuerzas de Rivas, por el cual Corral sería nombrado Ministro
de la Guerra y Walker Jefe militar. Cinco días después, el general Corral fue detenido y juzgado
por alta traición. Condenado a muerte, murió fusilado el 8 de noviembre de 1855.
El 23 de noviembre se publicó un decreto del presidente Rivas por el cual cada adulto que llegara
a Nicaragua recibiría 250 acres de tierra, cien más si era casado. Alentados por estas promesas,
llegaron al país 1.200 estadounidenses más como colonos, que supusieron un importante refuerzo
para Walker.
La Compañía de Tránsito pasó a ser codiciada por William Walker y para ello hizo que el
presidente Rivas nombrara Ministro de Hacienda a Parker R. French, hombre de confianza del
filibustero. Los dueños de la Compañía reaccionaron y lograron que el presidente de los Estados
Unidos, Franklyn Pierce, prohibiera que los estadounidenses se pudieran sumar a las tropas de
Walker bajo la amenaza de que iban a dejar de estar bajo el protectorado de los Estados Unidos.
Después de intentar la vía diplomática para lograr el favor del presidente de EE.UU. sin
conseguirlo, el 18 de febrero de 1856 el gobierno nicaragüense publicó un decreto por el que
suspendía las actividades de la Compañía y embargaba sus propiedades. Al día siguiente la
concesión fue otorgada a dos hombres de confianza de Walker, quien se alió con los otros socios
de Vanderbilt, a espaldas de éste. Un mes después, Valderbilt suspendió el servicio de barcos de
Estados Unidos a Nicaragua.
El interés británico por San Juan del Norte, que querían integrar dentro del Reino de la
Mosquitia, la amenaza que percibía Costa Rica sobre su territorio y negocios al verse amenazado
el puerto de San Juan del Norte que también era usado por los costarricenses, hicieron que se
fraguara una alianza de los países vecinos, con apoyo inglés, para combatir al filibustero. A
principios de 1856 ya existían condiciones para que pudieran enfrentarse con posibilidades de
éxito, contra las tropas de Walker.
Después de una campaña de descrédito contra Costa Rica orquestada por Walker desde Granada,
el filibustero intentó infructuosamente que un hombre de su confianza, el coronel Luis
Schlessinguer, se entrevistara con el presidente costarricense Juan Rafael Mora Porras.
El presidente de Costa Rica Juan Rafael Mora Porras, contaba con un cuerpo de oficiales e
infantería entrenados por instructores franceses por los últimos tres años, lo que le permitió
tomar la decisión de encabezar una columna militar hacia Nicaragua. El entrenamiento y
organización de los militares costarricenses era completamente desconocido por Walker.
Las tropas de Walker y las costarricenses se enfrentaron el 20 de marzo cerca de la frontera con
Nicaragua, en la Hacienda Santa Rosa en Costa Rica. Las tropas de Walker fueron derrotadas en
15 minutos. Los sobrevivientes huyeron hacia Nicaragua, informando a sus superiores que
fueron atacados por columnas regulares del ejército francés, dado que ellos pensaban firmemente
que los pobladores centroamericanos, no poseían ninguna capacidad militar.
Una vez asegurada la Hacienda Santa Rosa los costarricenses tomaron San Juan del Sur, La
Virgen y Rivas. El contraataque de Walker contra la ciudad de Rivas fue rechazado el día 11 de
abril, pero una semana después el cólera arrasó la ciudad, obligando a los costarricenses a
regresar a su país.
El control de la ruta de tránsito era codiciado tanto por los británicos, como por los
estadounidenses, que lo hacían a través de Walker y el gobierno de Patricio Rivas.
En León, Máximo Jerez contaba con una fuerza de unos 500 hombres que iba creciendo con los
que llegaban de El Salvador y Guatemala. En septiembre había en León más de 3.000 soldados.
Desde San Juan del Norte, Walker lanzó una ofensiva sobre los puestos de La Trinidad y el
Castillo Viejo en el río San Juan, donde fue derrotado por los costarricenses, quienes efectuaron
una operación anfibia, capturando todos los vapores de la Ruta del Tránsito y tomando
prisioneros al personal de Walker sin disparar un tiro. El 22 de marzo comenzó el asalto a Rivas
por parte de los aliados. Los soldados de Costa Rica tomaron el centro de la ciudad, pero se
continuaba luchando en los barrios. El día 26 llegó el resto de las tropas, que fue conquistando la
ciudad barrio a barrio. El 11 de abril todavía había resistencia en la ciudad. Mientras tanto, frente
a San Juan del Sur se hallaba la corbeta de guerra Saint Mary de la armada de EE.UU.
Por el otro lado, por el puerto de San Juan del Norte en la desembocadura del río San Juan,
llegaban tropas filibusteras y las tropas costarricenses que habían tomado previamente la Ruta
del Tránsito y que se encontraban fuertemente armadas, se dispusieron a tomar la plaza. Un
destacamento naval inglés se encuentra frente a la misma y su capitán, Comodoro John Erskine,
se presta a servir de intermediario. El 13 de abril de 1857 abandonan la plaza de San Juan del
Norte las tropas filibusteras.
En Rivas, Walker resiste en el centro de la ciudad. El 27 de abril los aliados cargan contra las
posiciones de Walker y el capitán de la corbeta de guerra de EE.UU. Saint Mary, Charles Davis,
interviene logrando sacar a Walker en su barco que deja aguas nicas a comienzos de mayo.
A finales de noviembre de 1857 William Walker ataca la ciudad de San Juan del Norte. Había
obtenido recursos de los estados del sur de EE.UU. que se había ganado con el establecimiento
de la esclavitud en Nicaragua. El objetivo era que Nicaragua pasara a ser un estado esclavista
más de la Unión. Tras San Juan del Norte cayó Castillo Viejo y cuando ya se estaba preparando
de nuevo la campaña para volver a expulsar al filibustero, éste se rinde ante el Capitán
estadounidense de una flota de guerra compuesta por naves estadounidenses e inglesas, así lograr
salvar su vida y regresa a los Estados Unidos.
Walker volvería a Centroamérica en 1860, esta vez a Honduras donde sería apresado y fusilado
en Trujillo el 12 de septiembre de 1860.
Al concluir la Guerra Nacional de Nicaragua con la victoria deL Ejército Aliado
Centroamericano, producto del Pacto Providencial entre legitimistas y democráticos, se
constituye el Gobierno Binario (Chachagua), con dos Presidentes, los Generales Tomás Martínez
y Máximo Jerez Tellería.
El 15 de abril de 1858 se firmó con Costa Rica el llamado tratado Cañas-Jerez como una
solución a la creciente tensión limítrofe que existía entre los dos países.
Ese mismo año se promulgó una tercera constitución, que fue la vigente durante las tres décadas
siguientes, período de la historia política conocido como "Primera República Conservadora" o
"Treinta años conservadores". Con 35 años de vigencia, es hasta hoy el período de vida
democrática más duradera de la historia de Nicaragua.
Tras el período transitorio de un año en que la jefatura del estado fue ocupada por dos
presidentes ("gobierno binario"), el conservador Tomás Martínez fue elegido presidente de
Nicaragua para el período 1859-1863. Aunque según la Constitución de 1858 no era posible
presentarse a un segundo mandato presidencial, Martínez se hizo reelegir en 1863, lo cual motivó
la insurrección del liberal Máximo Jerez y del conservador Fernando Chamorro. Ambas
insurrecciones fueron vencidas, y Tomás Martínez gobernó hasta 1867.
Durante la última parte de los "treinta años conservadores", el café se convirtió en el centro de la
economía del país. Para dar salida a las exportaciones de este producto se mejoraron
notablemente los transportes, con la introducción del ferrocarril. Se promulgaron leyes agrarias
que favorecían a los grandes terratenientes cultivadores de café.
El Doctor y General José Santos Zelaya (1853-1919) gobernó Nicaragua durante dieciséis años,
entre 1893 y 1909, ejerciendo un gobierno ilustrado, aunque dictatorial.
Bajo el signo del progreso, Zelaya inició además una serie de reformas en el país, como la
institución de la enseñanza laica y del matrimonio civil, y decretó la confiscación de los bienes
de la Iglesia, incluyeno la secularización de los cementerios que pasaron a ser administrados por
el Estado.
Era partidario de la creación de unos Estados Unidos de América Central, lo que le llevó a
apoyar a otros partidos liberales de distintos países centroamericanos que pudieran defender el
mismo proyecto, y a promover diversas conferencias unionistas centroamericanos, especialmente
las cumbres presidenciales celebradas en Corinto y el Pacto de Corinto. Esto se evidenció en el
establecimiento de una efímera federación de naciones centroamericanas, la República Mayor de
Centroamérica, que duró tres años (1895-1898) y de la que solamente formaron parte, además de
Nicaragua, El Salvador y Honduras.
Su mayor logro fue en 1894 con la reintegración a Nicaragua del territorio de la Costa de los
Mosquitos, o reino de Mosquitia, que estaba bajo protectorado británico.
Incorporación de la Mosquitia
En 1860, Inglaterra reconocía los derechos de Nicaragua sobre la Mosquitia pero aun así se
reservaba ciertos privilegios que había cuidado de introducir en el tratado firmado ese año entre
ambos países. Desde esa fecha la Mosquitia dejó de ser un reino y pasó a ser una reserva cuya
autoridad máxima era un Jefe de la etnia misquito con la característica que el cargo de jefatura
era hereditario.
Inglaterra, apoyada por Austria, que actuaba como árbitro, declaró en 1888 que Nicaragua no
podía mantener fuerzas policiales ni militares en el territorio de la Mosquitia.
En 1894 Nicaragua entra en una corta guerra contra Honduras y en el marco de este conflicto
desplaza tropas a Bluefields. La presencia de los soldados nicaragüenses hace que haya cierto
revuelo entre los pobladores, y el General Rigoberto Cabezas Figueroa, que comandaba las
tropas, decide tomar la plaza, desconocer la autoridad del Jefe Mosco y declarar la ley marcial el
12 de febrero de 1894. Los ingleses respondieron desembarcando tropas desde el navío
Cleopatra, lanzando un ultimátum que el general Cabezas desconoce, se llegó a un acuerdo y se
constituyó una autoridad provisional con representación mosquita e inglesa.
En junio se produjeron levantamientos en Corn Island, el día 3, y en Bluefields dos días después.
Los levantamientos estaban encabezados por el jefe de la reserva, Robert Henry Clarence, pero
auspiciados por el vicecónsul británico E. D. Hatch (en realidad su título era de procónsul y no
tenía "exaquátur" del gobierno de Nicaragua). En el levantamiento participaron, además de los
comerciantes de Bluefields, ciudadanos estadounidenses, ingleses, jamaicanos y alemanes. Los
ingleses participaron con las tropas de los navíos Cleopatra, Mahauk y Magicienme, y el capitán
del crucero estadounidense Marblehead actuó como mediador en ciertas ocasiones.
La lucha se entabló en la ciudad de Bluefields y en El Bluff, que cayeron en manos
nicaragüenses el 3 de agosto y el 31 de julio respectivamente, tomadas por las tropas al mando
del General Cabezas.
Presidente Zelaya
En 1907, luego de la victoria nicaragüense en una breve guerra contra Honduras y El Salvador,
resuelta en lo político con la mediación de Estados Unidos, en un tratado firmado en Chicago el
23 de abril de 1907, según el cual cada nación debería abstenerse de inmiscuirse en los asuntos
de las demás, y, en caso de conflicto, las cuatro se comprometían a aceptar la decisión de un
Tribunal de Justicia Centroamericano, cuya sede se instituyó en Cartago (Costa Rica). A pesar
del tratado, buques de guerra estadounidenses ocuparon diversos puertos de Nicaragua. La
situación llegó al punto de existir un conflicto interno entre los liberales nicaragüenses por un
lado, y los conservadores y Estados Unidos por otro (que los financiaba).
Para 1909 el presidente Zelaya se negaba a contratar empréstitos financieros en Nueva York y no
quería negociar la posible vía interoceánica en las condiciones que los Estados Unidos querían
imponer, Zelaya buscaba el apoyo de otras potencias, ese mismo año contrató con Inglaterra un
empréstito por 1.250.000 libras esterlinas para impulsar el ferrocarril al Atlántico y mejorar las
finanzas del país. Al mismo tiempo, se habló de una oferta de concesión de un canal
interoceánico por Nicaragua, al Japón o Alemania.
El cónsul estadounidense Thomas Moffat aparecía como el Deus ex machina del movimiento
contrarrevolucionario. El mismo Juan Estrada, ya no siendo más presidente de Nicaragua,
confesaba así los hechos, en una entrevista al New York Times:
"El General Estrada, con grosera sinceridad, admite que la revolución que él encabezaba contra
Zelaya había recibido la ayuda financiera de ciertas compañías estadounidenses, establecidas en
la Costa Atlántica de Nicaragua. Dijo que tales compañías contribuyeron a la (contra) revolución
de Bluefields con un millón de dólares, la casa de Joseph W. Beers con unos doscientos mil y la
de Samuel Weil con cerca de ciento cincuenta mil dólares."
También colaboraron los dueños de las minas "La Luz and Los Angeles Mining Company",
quienes se vieron obligados a entregarlas al gobierno de Nicaragua, por incumplimiento de las
cláusulas del contrato de concesión. Por mera casualidad el secretario de Estado, Knox, tenía a su
cargo la asesoría legal de la familia Fletcher, ex concesionaria de las minas mencionadas.
Al enfrentar la rebelión. la superioridad del ejército leal al gobierno se sintió desde el comienzo
del conflicto.
Para sofocar la rebelión, Zelaya se vio obligado a perseguir a los rebeldes en territorio
costarricense. Nuevamente, el ministro estadounidense pidió que Costa Rica rompiese con
Zelaya. Otra vez el gobierno costarricense se negó a luchar contra Nicaragua, dado que era claro
el trasfondo político del accionar estadounidense.
Ante la negativa del gobierno de Costa Rica, Estados Unidos tomaron la opción de fortalecer el
movimiento contrarrevolucionario. No había más remedio que enfrentarse abiertamente, al
gobierno de Nicaragua, y no faltaron razones ni coyuntura inmediata para ello.
El gobierno del presidente William Howard Taft, que había sido elegido en las elecciones
presidenciales de 1909 nombró secretario de Estado a Philander C. Knox un abogado que tenía
como clientes a los dueños de las minas de oro nicaragüenses "La Luz" y "Los Ángeles Mining
Company".
La recién incorporada Mosquitia estaba bajo la autoridad del general Juan José Estrada Morales
que era liberal y apoyaba a Zelaya. Estrada comenzó a mantener relaciones con el cónsul
estadounidense Thomas Noffat que, a su vez, mantenía excelentes relaciones con el general
Emiliano Chamorro, éste conservador. Estrada se aseguró del apoyo de los Estados Unidos para
un hipotético levantamiento contra Zelaya. Este apoyo se confirmó a principios de septiembre de
1909. Al día siguiente el cónsul Thomas informaba del levantamiento contra el gobierno de
Zelaya por parte de los generales Juan José Estrada y Emiliano Chamorro que, según él, se
produciría el día 8 de septiembre pidiendo a su gobierno apoyo y reconocimiento para el futuro
gobierno. En la información que Thomas mandaba a Washington se decía que el nuevo gobierno
respetaría los intereses extranjeros y que seguramente el presidente Zelaya no iba a oponer
resistencia armada.
La nota Knox
En 1909 algunos mercenarios extranjeros fueron capturados y ejecutados por el gobierno de
Zelaya, lo que sirvió para que Estados Unidos considerase la acción como una provocación para
la guerra, y el derrocamiento de Zelaya por medio de la Nota Knox, enviada por Philander Chase
Knox, Secretario de Estado de Estados Unidos.
Los estadounidenses Lee Roy Cannon y Leonardo Groce y el francés Edmundo Couture, fueron
sometidos a un cuidadoso proceso. Llenadas todas las formalidades y plenamente confirmada su
culpabilidad, incluso se les dejó un día antes despedirse de sus familiares, así dictan como prueba
sus últimas se les pasó por las armas.
Estos dos mercenarios estadounidenses militaban en el ejército rebelde (financiado por EEUU).
El 2 de diciembre el encargado de negocios nicaragüense en Washington recibía una nota del
gobierno estadounidense, la conocida como "Nota Knox", en la cual le decían:
Los estadounidenses fusilados eran oficiales al servicio de las fuerzas revolucionarias, y, por lo
consiguiente, tenían derecho a ser tratados conforme a las prácticas modernas de las naciones
civilizadas .../... el gobierno de los Estados Unidos está convencido que las revolución actual
representa los ideales y a voluntad de la mayoría de los nicaragüenses mejor que el Gobierno del
presiente Zelaya .../... el Gobierno de los Estados Unidos no puede sentir por el Gobierno del
Presidente Zelaya aquel respeto y confianza que debía mantener en sus relaciones diplomáticas
y le adjuntaba el pasaporte para que abandonara el país. Zelaya dimite el 18 de diciembre como
presidente justificando su decisión con estas palabras:
...la hostilidad manifestada por el Gobierno de los Estados Unidos, al cual no quiero dar pretexto
para que pueda continuar interviniendo en ningún sentido en los destinos de este país.
1. La coyuntura inmediata fue que dos estadounidenses, Cannon y Groce, habían sido
sorprendidos con bombas en su poder destinadas a volar los barcos del gobierno de Nicaragua
que navegaban en el río San Juan. Tropas de Zelaya los tomaron in fraganti. Fueron sometidos a
un cuidadoso proceso. Llenadas todas las formalidades y plenamente confirmada su culpabilidad,
se les pasó por las armas.
La culpabilidad de los dos estadounidenses era indudable y su muerte fue el pretexto final para la
intervención abierta de Estados Unidos en Nicaragua.
2. Pero no era solo eso: Zelaya se había negado a aceptar un empréstito que le ofrecieron los
banqueros estadounidenses con el aval del gobierno de Estados Unidos.
3. Al mismo tiempo, Zelaya contrató un empréstito con los banqueros ingleses de la Casa
Ethelburg que tenía como objetivo la construcción de un ferrocarril que uniera el Atlántico al
Pacífico del país, y para, como dice el mismo Zelaya, "Liberar al comercio nacional de ser
tributario del ferrocarril de Panamá... y realizar, además, la consolidación de nuestra deuda
externa".
Pero había algo más: Estados Unidos tenía el propósito de conseguir la concesión canalera por
Nicaragua y no encontraban las facilidades con Zelaya, ya que éste exigía que se garantizara la
soberanía de Nicaragua y una cantidad de dinero correspondiente a la importancia de la obra.
La actitud del gobierno de Nicaragua no encuadraba dentro de los planes políticos y financieros
de la burguesía estadounidense. Zelaya era un estorbo para la diplomacia del dólar y era preciso
eliminarlo.
Zelaya luchó contra el tremendo empuje de los estadounidenses que apoyaban y protegían a los
partidarios de la contrarrevolución y de la intervención estadounidense.
La Asamblea Nacional (el Congreso) designó Presidente al también liberal José Madriz
Rodríguez que no fue del agrado de Estados Unidos (ya lo había expresado en la Nota Knox
cuando hacía referencia a "un candidato a la presidencia íntimamente ligado con el viejo
régimen").
Madriz mandó tropas a Bluefields contra los insurrectos y toma el fuerte de El Bluff que cierra el
puerto de la ciudad quedando está bajo su control. La infantería de Marina de Estados Unidos fue
desembarcada en la ciudad en mayo de 1910 por lo que esta se mantuvo del lado rebelde al no
poderla tomar las tropas gubernamentales. Las aduanas de Bluefields quedaban bajo control de
Madriz pero la Armada de Estados Unidos estableció otra aduana bajo autoridad de Estrada, y el
gobierno de EE.UU. manifestó, ante la protesta del gobierno de Nicaragua, que cada fracción
cobre derechos sólo en el territorio que se halle bajo su dominio.
José Madriz renuncia a la presidencia el 19 de agosto y poco después entran en Managua los
generales Estrada Morales y Chamorro Vargas. La nueva Asamblea Nacional nombra Presidente
a José Dolores Estrada Morales, quien cedió el poder a su hermano, el general sublevado Juan
José, siendo nombrado vicepresidente Adolfo Díaz, que había sido empleado de las minas La
Luz y Los Ángeles y era conocido por el secretario de Estado Knox.
El día 1 de enero de 1911 los Estados Unidos reconocen al nuevo gobierno de Nicaragua.
Estrada Morales firmó con Estados Unidos los Pactos Dawson (por Thomas C. Dawson, enviado
del gobierno estadounidense), y convocó elecciones para formar una nueva Asamblea
Constituyente, que elaboró una nueva Constitución. Entre otros cambios, el catolicismo se
convertía en la religión oficial del estado, a instancias del conservador Emiliano Chamorro. Poco
después Estrada Morales se ve obligado a renunciar y Díaz es nombrado Presidente de
Nicaragua.
La influencia de Estados Unidos se incrementó durante el gobierno del presidente Adolfo Díaz,
que puso en manos estadounidenses el control de las principales empresas estatales.
El 29 de julio de 1912 estalló una nueva sublevación, a instancias del General Luis Mena Vado,
conservador, y apoyada luego por el Doctor y General Benjamín Zeledón, liberal. Esta rebelión
se conoce como la Revolución libero-conservadora de 1912 que es mal llamada Guerra de Mena.
Los rebeldes toman varias ciudades entre las que están Granada, bastión conservador, León y
Masaya, bastiones liberales.
El gobierno de Díaz pide la ayuda militar de los Estados Unidos y el gobierno estadounidense
responde con el desembarco en puerto Corinto de Marines que sitian y atacan Granada tomada
por las fuerzas del general Mena, quien la entrega sin oponer resistencia, hecho prisionero Mena
es exiliado hacia Panamá.
El mando supremo recae en el general Zeledón, quien se hace fuerte en los cerros "Coyotepe" y
"La Barranca", cercanos a la asediada Masaya, los cuales mantiene hasta la batalla decisiva del 4
de octubre, cuando es abatido por soldados conservadores de La Constabularia, leales a Díaz y
conocidos como caitudos.
Para poner fin a esta corta pero sangrienta guerra civil nicaragüense, los Estados Unidos
movilizaron hacia Nicaragua a 2.500 hombres y 8 buques de guerra. Después de la batalla de
Coyotepe, solamente dejó a 400 soldados como parte de la llamada Legación Americana.
Como consecuencia de esta última intervención, el país permanecería ocupado por Estados
Unidos hasta 1933 (desde 1912 hasta el 3 de agosto de 1925, y luego desde 1926 hasta 1933, con
un breve intervalo de nueve meses en medio).
En 1914 se firmó el Tratado Bryan-Chamorro, mediante el cual se cedían a Estados Unidos todos
los derechos para la construcción de un futuro canal interoceánico, a cambio de tres millones de
dólares. A pesar de que el Canal de Panamá había sido construido ya en 1903, la zona continuaba
siendo de interés estratégico. También por este tratado, se daba a Estados Unidos el derecho de
establecer una base militar en el golfo de Fonseca durante un período de 99 años, y se le cedían
en arriendo las Islas del Maíz (Corn Island), por idéntico lapso de tiempo.
Guerra constitucionalista
Entre 1917 y 1926 Nicaragua estuvo dominada por el partido conservador. Los marines
estadounidenses, presentes en el país desde 1912, se retiraron en agosto de 1925. Al año
siguiente, sin embargo, se produjo un nuevo levantamiento liberal, que produjo una nueva guerra
civil, la denominada Guerra Constitucionalista.
Las negociaciones en el llamado Pacto del Espino Negro en Tipitapa entre el gobierno y los
rebeldes, impulsadas por Estados Unidos, dieron lugar a un gobierno de coalición. Sin embargo,
dado que el gobierno era incapaz de controlar los nuevos focos de insurrección, los marines
desembarcaron de nuevo en diciembre de 1926.
En las elecciones de 1920 salió elegido Presidente Diego Manuel Chamorro que tomó posesión
de su cargo ya en el año siguiente. Chamorro murió en 1923 y lo sucedió el que era su
vicepresidente, Bartolomé Martínez que se marcó como objetivo el liquidar la deuda que el país
tenía con unos banqueros estadounidenses. El objetivo fue cumplido el año siguiente de haber
subido a la presidencia y ya libre de la carga económica, se convocaron elecciones para el mes de
octubre de ese mismo año para las cuales se realizó una candidatura única entre conservadores y
liberales. Como presidente iba Carlos Solórzano, conservador y para vicepresidente el liberal
Juan Bautista Sacasa.
Solórzano fue investido presidente en enero de 1925 y para agosto de aquel año ya habían salido
todos los soldados estadounidenses del territorio nicaragüense. En octubre Emiliano Chamorro se
alza en armas contra el gobierno y toma la Loma de Tiscapa. Para aplacar la rebelión y por
consejo del gobierno de EE.UU. Solórzano nombra a Chamorro jefe de la fuerza pública.
Las tensiones entre ambos acaban con la dimisión del presidente que pasa los poderes
presidenciales al senador Sebastián Uriza y este se los pasa a Chamorro y finalmente acaban en
manos de Adolfo Díaz quedando Sacasa fuera.
En mayo de 1926 el partidario de Sacasa, el general José María Moncada se alza en armas
pidiendo el poder para Sacasa. La insurrección de los liberales estaba apoyada por el gobierno
mexicano de Elías Calles.
La respuesta de los Estados Unidos que apoyaban a los conservadores fue la de mandar de nuevo
a la infantería de marina. El día de Noche buena de 1926 desembarcaban las tropas
estadounidenses en Puerto Cabezas. Para el día de Reyes de 1927 había en suelo nicaragüense
más de 5.000 soldados y marinos estadounidenses apoyados por 16 buques de guerra. Adolfo
Díaz justificó la intervención con estas palabras
"Nicaragua es un país débil y pobre que no puede resistir a los invasores y agentes del
bolcheviquismo mexicano".
En febrero de 1927 ocurren los combates fratricidas más destructivos cuando los 500 hombres
del llamado Ejército Liberal Constitucionalista de Occidente se enfrentan contra las tropas
conservadoras leales a Díaz apoyadas por los marines en la batalla de Chinandega.
Sandino
Augusto C. Sandino, que entonces contaba con 31 años de edad, acababa de volver después de
pasar 5 años trabajando de mecánico en México, Honduras y Guatemala. Cuando se enteró de la
insurrección liberal de Sacasa formó una fuerza armada que se sumó a las fuerzas liberales. Tras
algunas derrotas se internó en las montañas de Nueva Segovia. Cuando se enteró que los
mexicanos habían mandado armas se dirigió, bajando por el río Coco, a Puerto Cabezas para
pedirle a Sacasa que le armara.
Augusto C. Sandino.
En Puerto Cabezas, la intervención de las tropas estadounidenses había logrado desarmar a los
liberales. Los estadounidenses arrojaron las armas enviadas por lo mexicanos al mar. Cuando
llegó Sandino se encontró que no había armas y que estas estaban en el fondo de la bahía. Con la
ayuda de unos cuantos adeptos, entre los que se encontraban un número relevante de mujeres de
la ciudad, logró recuperar 30 fusiles y 6.000 cartuchos. Después de hablar con Moncada en la
ciudad de Prinzapolka se dirigió de nuevo a su base en Las Segovias.
Las fuerzas de Sandino fueron creciendo. Durante la primera mitad del año 1927 combatió a los
conservadores a los que fue venciendo y tomando varias posiciones, según las indicaciones de
Moncada. La última plaza tomada fue el cerro de "El Común" en Boaquillo donde permaneció
hasta el Pacto del Espino Negro en Tipitapa el 4 de mayo, que según palabras de Sandino fue
donde Moncada ahorcó al Partido Liberal Nicaragüense.
Por este pacto, en el que participaron el coronel estadounidense Henry L. Stimson (enviado
especial del presidente Calvin Coolidge y delegado omnipotenciario del presidente de Nicaragua
Adolfo Díaz), Eberhard (ministro de EE.UU. en Nicaragua), el contralmirante Julian Latimer,
tres delegados de Sacasa y el general Moncada. Acordaron que Díaz seguiría de presidente hasta
las elecciones de 1928 y que EE.UU. requisaría todas las armas de ambos bandos a la vez que
supervisaba el proceso electoral.
No paso un día cuando el 15 de julio de 1927 las tropas de Sandino se toman la ciudad de Ocotal
dando lugar Batalla de Ocotal. La ciudad fue defendida por los Marines estadounidenses y los
Guardias Nacionales nicaragüenses quienes se atrincheraron en los cuarteles. Sandino se negó a
incendiar la ciudad, tal como le pedían algunos de sus hombres para obligar a los marines y
guardias nacionales a rendirse o aniquilarlos. Después de los insurrectos abandonaran Ocotal,
cuando la aviación estadounidense bombardeaba y diezma la ciudad.
Con la llegada del otoño comenzó una campaña victoriosa tomando Telpaneca y saliendo
victorioso en Las Cruces, Trincheras, Varillal y Plan Grande. Estableció su cuartel general en El
Chipote, una de las alturas de Las Segovias.
Realizó diversas incursiones como el atacar y destruir la mina de La Luz, propiedad del ex
secretario de Estado estadounidense Knox o la batalla de Bramadero. Las acciones de Sandino le
fueron dando fama por todo el país y por los otros países de Hispanoamérica. Esa fama producía
que muchos hombres llegaran dispuestos a integrarse en sus filas. A mediados de 1928 Henri
Barbusse le llamaba General de Hombres Libres.
A finales del mes de noviembre de 1928 el contralmirante D.F. Sallers le invitaba a abandonar la
lucha y obtener así los consiguientes beneficios la respuesta de Sandino fue;
La soberanía de un pueblo no se discute, sino que se defiende con las armas en la mano... la
resistencia armada traerá los beneficios a que usted alude, exactamente como toda intromisión
extranjera en nuestros asuntos trae la pérdida de la paz y provoca la ira del pueblo.
Las elecciones presidenciales de noviembre de 1928 fueron ganadas por el liberal Moncada.
Moncada tomó posesión el 1 de enero de 1929. Moncada prosiguió colaborando con los
estadounidenses en la persecución de Sandino. Para el mes de marzo de ese año ya se habían
arrasado 70 pueblos, los bombardeos eran continuos e incluso llegaron a afectar a la vecina
ciudad hondureña de Las Limas.
Sandino realizó un viaje a México para intentar conseguir apoyo. A su vuelta, el 7 de mayo de
1930 se encontró que los estadounidenses habían formado una guardia nacional para combatir a
la guerrilla. Esa guardia se debía de pagar con fondos nicaragüenses. Debido a la endeble
economía del país se cerraron las escuelas públicas para hacer frente a esos gastos.
Para julio de 1931 los sandinistas contaban con 8 columnas de guerrilleros repartidas por todo el
territorio nicaragüense. Al año era el propio Sandino el que hacía públicos los informes de las
actividades de sus fuerzas. Ante las elecciones de 1932 Sandino hizo una campaña de abstención.
Para esas elecciones el candidato del partido liberal era Sacasa (aunque la preferencia de la
embajada estadounidense habría sido Anastasio Somoza pero este era demasiado joven e
inexperto).
Sacasa ganó la presidencia y Sandino respondió nombrado al general Juan Gregorio Colindres
presidente provisional del Territorio Libre de Las Segovias y tomó la población de San Francisco
Carnicero, cerca de Managua, para apoderarse de los sellos oficiales.
Las victorias de Sandino estaban desprestigiando a los Estados Unidos y el coste de la guerra se
hacía inaguantable en una economía que estaba en plena crisis, de tal forma que la población
empezó a presionar a su gobierno para que abandonara Nicaragua. Una vez que Sacasa fue
elegido las tropas estadounidenses empezaron a abandonar Nicaragua y cuando fue envestido
presidente, el 1 de enero de 1933 ya no quedaban soldados estadounidenses en suelo
nicaragüense.
Al no haber soldados extranjeros en Nicaragua y por otras presiones, Sandino llegó a un acuerdo
de paz con Sacasa. La Guardia Nacional al mando de Anastasio Somoza (creada por los Estados
Unidos y comandada por un hombre de su confianza) seguía con la represión en contra de los
hombres de Sandino aun cuando este pedía al presidente que parara las acciones de la Guardia.
El asesinato de Sandino
ya los están matando; siempre será verdad que el que se mete a redentor muere crucificado.
Un año después, Anastasio Somoza, que llegó a decir que recibió las órdenes del asesinato de
Sandino del embajador estadounidense Arthur Bliss Lane, se haría con el poder del país.
Antes de salir de Nicaragua, los marines traspasaron el mando de los 4,000 soldados alistados en
Guardia Nacional a Anastasio Somoza García, un sobrino político del presidente Sacasa que se
había ganado la confianza del embajador y de los altos oficiales estadounidenses. Pronto
convertiría esta fuerza militar en un formidable instrumento de poder personal. El 21 de febrero
de 1934 el nuevo jefe director de la Guardia Nacional inició su ofensiva, haciendo asesinar a
Sandino cuando éste salía de una cena en la casa de gobierno, a la que había sido invitado por el
propio mandatario. El día siguiente desató una matanza de más de trescientos campesinos
sandinistas, incluyendo mujeres y niños, que se encontraban en una cooperativa agrícola en
Wiwilí, al este de Las Segovias. Luego, reorganizó las fuerzas armadas, purgando a sus
adversarios y colocando a sus allegados en posiciones clave en todo el país. Finalmente, se
concentró en fortalecer su influencia en el Congreso y el Partido Liberal, utilizando para ello el
presupuesto del ejército, que representaba más de la mitad de los ingresos fiscales del Estado.
Logrado esto, pasó a desplegar una abierta campaña para llegar a la presidencia, pese a que la
Constitución vigente le inhibía de ocupar ese cargo, dado su parentesco con Sacasa y su
condición de militar activo. Con apoyo estadounidense, Anastasio Somoza García se deshizo de
sus rivales políticos, incluido Sandino, que fue asesinado por oficiales de la Guardia Nacional en
febrero de 1934. En 1936, Somoza se convirtió en presidente de Nicaragua. Su familia se
mantendría en el poder hasta 1979. Anastasio Somoza fue presidente de 1937 a 1947, y de 1950
a 1956 (en el intervalo, no abandonó el poder, sino que siguió detentándolo mediante hombres de
paja). La primera oposición al régimen de Somoza procedió de la clase media y de la clase alta,
normalmente conservadora, que vieron con disgusto como el nuevo gobernante ponía el país en
manos de su familia y amigos. A causa de las limitaciones de la libertad de expresión, los
esfuerzos para resistir a Somoza no tuvieron ningún resultado. Muchos opositores abandonaron
el país, exiliándose en Estados Unidos. Una excepción notable fue Pedro Chamorro, editor del
diario La Prensa, el más popular del país, cuya reputación internacional y continuo rechazo de la
violencia le hicieron intocable para el régimen.
La oposición liberal fue pronto eclipsada por la marxista, de carácter más radical. El 21 de
septiembre de 1956, un joven poeta liberal, Rigoberto López Pérez, logró infiltrarse en una fiesta
en la que se encontraba Somoza García, disparándole en el pecho y terminando con su vida
(Somoza moriría a causa de la herida poco tiempo después).
En 1961 los jóvenes políticos Carlos Fonseca Amador, Tomás Borge Martínez y Silvio Mayorga
inspirados en las ideas de Augusto Sandino fundan el Frente Sandinista de Liberación Nacional y
emprenden la lucha insurreccional contra la dictadura de la familia Somoza.
Los diferentes gobiernos de los Somoza contaban con el respaldo del gobierno de los Estados
Unidos, el FSLN emprende una lucha de guerrillas tanto urbanas como rurales con la intención
de derrocar al gobierno nicaragüense estas son conocidas como las Jornadas de Pancasán y las
guerrillas de Raití y Bocay en las cuales cayeron algunos miembros de la Organización tales
como Filemón Rivera, Oscar Danilo Rosales, Rigoberto Cruz mejor conocido como Pablo Úbeda
y muchos más, el fracaso de estos primeros intentos guerrilleros se debió a la falta de
conocimiento de la zona de operaciones y al desinterés de las poblaciones en donde operaban
pues eran lugares muy despoblados. Pasada la experiencia de Pancasán se pasa a un período
conocido como la de Acumulación de Fuerzas en Silencio aunque inclusive en estos años se
dieron choques con la Guardia Nacional. Dada la circunstancias el FSLN se divide en tres
tendencias, cada una de ellas con una visión diferente de llevar a cabo el derrocamiento de la
dictadura somocista. La Tendencia Guerra Popular Prolongada, propugnaba por la lucha en la
montaña sobre la base de la experiencia de la revolución cubana y sobre todo de Ernesto Che
Guevara, la Tendencia Proletaria, afirmaba que el derrocamiento se daría cuando el proletariado
es decir los obreros y campesinos se uniera para derribar la tiranía y por último la Tendencia
Insurreccional o Tercerista que llamaba a armar al pueblo y resultó a la postre la forma a través
de la cual caería Anastasio Somaza Debayle. Precisamente buscando la unidad de las tres
tendencias pierde la vida Carlos Fonseca el 7 u 8 de noviembre de 1976 en Boca de Piedra,
Zinica. Aunque para disminuir la represión desatada a raíz de algunos incidentes en las montañas
se da el operativo conocido como Diciembre Victorioso cuando un grupo de guerrilleros bajo el
mando de Eduardo Contreras se toma la casa de un ministro somocista el 27 de diciembre de
1974 fecha a partir de la cual el mundo conoció la existencia del FSLN.
La ofensiva guerrillera lanzada desde el norte, con el apoyo de los campesinos, de las clases
obreras e industriales cansadas de la política somocista y apoyada por la acción política y la
presión internacional logra que el 19 de julio de 1979 entrar triunfante en la capital, Managua,
mientras que el dictador Anastasio Somoza Debayle y su familia abandona el país. Llegando
victoriosos ala plaza de las victorias un 19 de julio de 1979. Roberto Carlos Alfaro anuncia la
llegada de los sandinistas y grita el famoso dicho hasta la victoria siempre.
La revolución sandinista de 1979
La entrada en Managua de las tropas del FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) pone
fin al poder dictatorial de los Somoza que durante 43 años se habían mantenido en el poder. El
19 de julio de 1979 da comienzo un cambio radical en Nicaragua, cambio que tendría
consecuencias continentales y llevaría a la intervención, nuevamente, de Estados Unidos. Tras la
intervención de EEUU comenzará un proceso de inestabilidad política y social que llevará a una
Guerra Civil promovida por EEUU al final de la presidencia de Ronald Reagan y continuada por
Bush padre. Los acuerdos de paz no se firmarán hasta la década de los noventa. Paralelamente
comienza la llamada Revolución sandinista que se desarrollaría hasta 1990.
Acorde a una concepción ideológica socialista e incluso comunista, con fuerte presencia
marxista, y con una influencia muy grande de la teología de la liberación, trataron de introducir
reformas en los aspectos socioeconómicos y políticos del estado nicaragüense, tratando además
los problemas relativos a la sanidad y a la educación que el país sufría. La reforma agraria fue
una de las principales medidas que el nuevo gobierno puso en marcha. Sobre la base de las
tierras confiscadas a la familia Somoza y los otro miembros principales de la oligarquía
nicaragüense. La universalización de la sanidad con el desarrollo de un sistema de salud
universal y la cruzada ce alfabetización que redujo el analfabetismo endémico de la población
nicaragüense del 50% a algo menos del 13% en un corto período; fueron las acciones inmediatas
en las que se empeñaron los nuevos gobernantes. El gobierno revolucionario encontró apoyo en
Cuba, la URSS y otros países, en su mayoría europeos.
El cambio de gobierno en los Estados Unidos, con la pérdida de las elecciones de los demócratas
y la entrada de Ronald Reagan, del partido republicano, hacen que las voces de los disidentes y
contrarios a los sandinistas, sean estimadas en la Casa Blanca; que comienza a organizar, con
restos de la Guardia Nacional una serie de grupos armados, denominados contras (de
contrarrevolucionarios y en contraposición de la palabra "compa", de compañero, que era como
se denominaban los sandinistas) que comienzan una lucha armada contra el nuevo gobierno de
izquierdas. EEUU actuaría direcctamente en acciones de guerra y sería llevado ante el Tribunal
Internacional de la Haya por el gobierno nicaragüense siendo condenado por el mismo (ver
Nicaragua contra Estados Unidos) llegando, el gobierno estadounidense, a desobedecer el
mandato de su Congreso que impedía la ayuda directa a las tropas irregulares de la Contra,
produciéndose el escándalo conocido como Irangate.
Tras varios años de guerra civil y agresión que impidió el desarrollo de Nicaragua al tener que
dedicar una importante parte del presupuesto del país en la defensa y tras varias negociaciones de
ámbito internacional, en las elecciones de febrero de 1990 Daniel Ortega, líder y presidenciable
del FSLN pierde las elecciones a la presidencia de la República.
Las contradicciones generadas por el modelo políticoinstitucional estatista del FSLN, la guerra
contrarrevolucionaria y las presiones económicas impuestas por Estados Unidos al gobierno
sandinista coincidieron con el momento en el que la Unión Soviética iniciaba un proceso de
transformaciones internas que eventualmente terminarían en su desolución.
En tan desfavorable contexto internacional, la revolución sandinista tuvo que enfrentar el virtual
colapso de la economía nacional -producto del desgaste ocasionado por la guerra, la complejidad
del experimento revolucionario, los errores cometidos por los responsables de la política
económica del gobierno, y las presiones de Estados Unidos-, así como el agotamiento de la
población nicaragüense. Para enfrentar la crisis económica, el gobierno emprendió en 1988 un
programa de estabilización y ajuste macroeconómico que tuvo un impacto directo y negativo en
las condiciones de vida de los sectores populares.
Las reformas de 1988 restablecieron el centralismo del mercado como eje ordenador de la
economía nicaragüense. Con estas reformas, además, del Estado nicaragüense se acompasaba a
las presiones e influencias de los organismos financieros internacionales, distanciándose de la
sociedad y sus demandas. El proceso de adecuación del Estado nicaragüense a las fuerzas que
operaban en su contexto global, y la ampliación de la brecha entre el Estado y la sociedad
nicaragüense generada por este proceso iban a mantenerse y agudizarse durante la década de
1990.
En Costa del Sol, en El Salvador, el 14 de febrero de 1989 -víspera de la retirada de las tropas
soviéticas de Afganistán-, los presidentes centroamericanos firmaron el Acuerdo de Tesoro, que
establecía compromisos concretos para la pacificación de la región, y que incluía la celebración
de elecciones en Nicaragua en febrero de 1990.
Los acuerdos de Costa del Sol fueron ratificados en la Cumbre de Tela en agosto de 1989. A
partir de ese momento los sandinistas empezaron a organizarse para la contienda electoral, en
tanto que Estados Unidos iniciaba una serie de esfuerzos para asegurar la victoria de la Unión
Nacional Opositora (UNO), una coalición de partidos organizados en torno al objetivo común de
derrotar al sandinismo.
En febrero de 1990 se celebraron las elecciones presidenciales que otorgaron la victoria a Violeta
Barrios de Chamorro, candidata de la UNO. El triunfo de la UNO se sustentó en un consenso
social real, pero precario. La desesperación causada por la guerra, el fracaso del modelo
sandinista en lo político y en lo económico, y la intervención de Estados Unidos, se combinaron
para crear un acuerdo nacional mayoritario cuyo eje no era la índole del régimen que se quería
institucionalizar, sino la oposición al régimen que se quería eliminar.
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El lapso de dos meses entre la derrota del FSLN en las urnas y el traspaso del gobierno a la
presidenta electa Violeta Barrios de Chamorro se caracterizó por un clima de tensa
incertidumbre. Los sectores de "línea dura" de la Unión Nacional Opositora (UNO), aglutinados
en torno al vicepresidente Virgilio Godoy, Arnoldo Alemán -alcalde de Managua- y los 20.000
combatientes de la Resistencia Nicaragüense (Contra), exigían el desmantelamiento de las
fuerzas armadas sandinistas, la inmediata devolución de todas la propiedades confiscadas y la
privatización de las empresas estatales. Mientras tanto, el FSLN proclamaba su intención de
"gobernar desde abajo" con el respaldo de las organizaciones de masa, y demandaba el respeto a
la integridad del Ejército Popular Sandinista, que a la fecha contaba con 96.660 soldados.
En busca de la paz
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El desarme de la "Contra" y la drástica reducción del ejército significó tan solo el inicio del
proceso de pacificación de Nicaragua. Esta meta exigía la reinserción estable de los ex
combatientes a la vida civil, pero su consecución enfrentó graves problemas. La entrega de la
ayuda material prometida dependía de la cooperación externa, y los trámites burocráticos
frenaron el ritmo de su flujo hacia los "polos de desarrollo". Impacientes, muchos ex
combatientes de la RN (Resistencia Nicaragüense) decidieron retornar a sus lugares de origen, o
se dispersaron por el área rural, invadiendo empresas estatales, fincas privadas y cooperativas
sandinistas. Hacia fines de 1990, alrededor de 4,000 hombres, comandados por un "Estado
Mayor" integrado por cuadros intermedios de la RN, se levantaron en armas en el norte y centro
del país, exigiendo la entrega inmediata de títulos agrarios y recursos productivos. Ante el
surgimiento de los "recontras", unos 3,000 campesinos sandinistas y ex miembros del EPS
(Ejército Popular Sandinista) se rearmaron; organizados en el Movimiento de Auto-defensa
Nacional, los llamados "recompas" presentaron sus propias reivindicaciones al gobierno. A estos
dos grupos se sumó un tercero: El Frente Norte "Prudencio Serrano", conocido tanto por
excombatientes de la RN como del EPS.
Según datos oficiales del ejército, a mediados de 1992 el número de rearmados ascendía a 21,905
hombres, que disponían de fusiles automáticos, ametralladoras, morteros, minas e incluso misiles
antiaéreos y antiblindados. A esa fecha, habían realizado alrededor de 1,600 acciones militares,
que incluían asaltos a bancos y vehículos de transporte público, secuestros de funcionarios
gubernamentales o productores privados, tomas de tierras y poblados, en unos veintiséis
municipios rurales del interior del país. Entre 1990 y 1994, la administración de Barrios de
Chamorro suscribió 48 acuerdos para lograr la desmovilización de casi un centenar de bandas
armadas, a cambio de entrega de 97,863,878 dólares en ayuda material para facilitar la
reinserción de los ex combatientes en la vida productiva. Además, redistribuyó un total de
701,500 manzanas de tierra a unos 24,542 beneficiarios, dando prioridad a los desmovilizados y
campesinos repatriados. En adelante, el gobierno suspendió toda negociación, y los nuevos
rearmados pasaron a ser perseguidos por el ejército como "bandas delictivas", al margen de su
filiación política.
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Este contexto de fuerzas y tendencias mundiales, más que el desarrollo endógeno de la sociedad
nicaragüense, explica la transición política de 1990. Así pues, en lo fundamental, el experimento
democrático nicaragüense fue producto de condicionamientos externos, y no de transformaciones
reales en la naturaleza de las relaciones entre el Estado y la sociedad nicaragüense. Sobre un
Estado históricamente dependiente del exterior y distanciado de la sociedad civil se impuso en
1990 un sistema político de democracia electoral que ampliaría los derechos políticos de la
ciudadanía dentro de un rango sumamente restringido de opciones sociales y económicas.
En lo nacional, la transición de 1990 estuvo marcada por la fragmentación política, por la virtual
paralización de la economía nacional y por el debilitamiento de los niveles de solidaridad social
entre los nicaragüenses. La fragmentación política tuvo su expresión en las tensiones existentes
entre la Unión Nacional Opositora (UNO) y el derrotado FSLN, así como en la desarticulación
de la red de organizaciones populares que habían surgido durante la década de la revolución.
La debilidad de los partidos políticos y de las organizaciones de la sociedad civil crearon las
condiciones para que la Iglesia católica nicaragüense recuperara el terreno político que había
perdido durante la década de 1980. El nuevo poder de la iglesia católica se manifestó en la
consolidación de su líder, el cardenal Miguel Obando y Bravo, como la personalidad pública que
gozó de mayor legitimidad entre el pueblo nicaragüense durante el periodo 1990-1996.
Por otra parte, la sociedad civil había ganado visibilidad durante el régimen de Barrios de
Chamorro, aunque era mínima su capacidad para incidir en la acción del Estado al concluir este
período. Así pues, la democracia nicaragüense era en 1996 una democracia política diseñada
para institucionalizar la práctica del voto popular y las libertades propias del sistema democrático
electoral, dentro de los límites normativos que imponía el sistema económico internacional y sus
instituciones.
En resumen, eran enormes los retos que enfrentaba el país en 1996 para ampliar y profundizar el
modelo de gobernabilidad democrática adoptado en 1990: un explosivo nivel de pobreza, una
economía desarticulada y sin un claro sentido de orientación estratégica, una débil estructura de
derechos ciudadanos, un Estado dependiente de la cooperación externa y de los organismos
financieros internacionales, y las presiones de la globalización. Al mismo tiempo, el gobierno de
Violeta Barrios de Chamorro terminaba su mandato habiendo logrado un alto nivel de
pacificación en la zonas del país afectadas por los conflictos armados que surgieron después de
concluida la guerra civil. El gobierno Barrios de Chamorro, además, dejaba como legado político
una relación cívico militar estable, y un respeto a la libertad de prensa sin precedentes en la
historia del país.
En abril de 1990 el gobierno anunció un plan que prometía reducir la inflación a cero en cien
días. Éste contemplaba la acuñación de una nueva moneda -el córdoba oro- cuyo valor se fijó a la
par del dólar estadounidense, así como un conjunto de medidas neoliberales: reducción masiva
del sector público y de los gastos sociales, eliminación del subsidio al precio de productos de
consumo básico, restricción del crédito, y aumento en las tarifas de los servicios públicos e
impuestos directos. Además, se anunció el inicio de la privatización de las empresas estatales,
con el doble objetivo de devolver aquellas propiedades injustamente confiscadas, y vender las
restantes para sanear las finanzas públicas. La respuesta del FSLN fue una violenta huelga
general que paralizó Managua, obligando al gobierno a buscar un pacto económico y social, que
se concretó con la firma de los llamados acuerdos de Concertación I y II, entre octubre de 1990 y
agosto de 1991. El logro más importante del FSLN fue el compromiso del gobierno de transferir
el 25 por ciento de las empresas estatales a los trabajadores, representados por sus sindicatos.
Estas metas se alcanzaron a un grave costo social para las mayorías empobrecidas. Las políticas
de ajuste estructural conllevaron una reducción del gasto público del 14% en 1996, con relación
a 1990. Tal recorte mermó la capacidad del gobierno de enfrentar la pobreza extrema, un
fenómeno estructural que se había venido extendiendo de manera creciente desde la década de
1970. En efecto, los altos niveles de pobreza legados por el régimen somocista se agravaron
como resultado de la guerra las políticas de estabilización iniciadas por el FSLN en 1988. La
aplicación aún más estricta de tales políticas bajo la administración Barrios de Chamorro, amplió
la brecha de la pobreza y agudizó la polarización social. Entre 1991 y 1996 el desempleo abierto
creció a un promedio anual del 6.4%. El presupuesto para educación y salud fue recortado, en
tanto que los programas integrales de bienestar social fueron sustituidos por proyectos
coyunturales, con escaso financiamiento. De acuerdo con un estudio realizado por Naciones
Unidas en 1994, el 75% de las familias nicaragüenses vivía por debajo del nivel de pobreza, y el
44% se encontraba en una situación de extrema pobreza.
Privatizaciones
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Uno de los aspectos más controversiales de la transición a una economía de mercado impulsada
por la administración Barrios de Chamorro, se refiere al destino de las empresas industriales y
agropecuarias que aún quedaron en manos del Estado después de la "piñata" sandinista. El nuevo
gobierno creó la Corporación Nacional del Sector Público (Cornap) para llevar a cabo su
privatización. Este proceso se desarrolló mediante decretos ejecutivos, sin una adecuada
supervisión por parte de la Contraloría General de la República.
En el año 1996 la Cornap informó haber vendido 495 empresas por un valor de 26 millones de
dólares, e incurrido en pérdidas por el orden de los 59.8 millones de dólares, debido a los altos
costos de operación estas transacciones. A pesar de ello, un estudio del economista Mario De
Franco divulgado a través de la CEPAL demostró que las transferencias realmente efectuadas
por la Cornap a empresarios privados fluctuaron entre los 155 y los 833 millones de dólares; es
decir entre 6 y 32 veces el valor de las ventas brutas reportado. El informe final de la Cornap no
incluyó información sobre la identidad de los adquirientes de las propiedades estatales, lo que
alimentó las dudas en cuanto a la transparencia de los procedimientos utilizados.
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Veintitrés partidos y alianzas políticas participaron en las elecciones del 20 de octubre de 1996.
De estas 23 organizaciones, la Alianza Liberal -liderada por su candidato Arnoldo Alemán- y el
FSLN -liderado por su candidato Daniel Ortega- constituían las principales fuerzas políticas del
país.
La estrategia política de la Alianza Liberal recibió un impulso decisivo durante la última fase de
la campaña electoral, cuando la Iglesia católica nicaragüense hizo explícito su apoyo a la
candidatura de Arnoldo Alemán. El 17 de octubre de 1996, durante el periodo de "silencio
electoral" establecido por la ley antes de las elecciones, el cardenal Miguel Obando y Bravo
ofició una misa en la catedral metropolitana de Managua ante la presencia del candidato
presidencial liberal y del candidato liberal a la alcaldía de Managua. En su homilía, el cardenal
Obando y Bravo recurrió a una parábola para prevenir al pueblo contra los engaños de las
"víboras". Era una clara alusión al candidato sandinista Daniel Ortega, a quien Arnoldo Alemán
había llamado "culebra" durante la campaña. Para reforzar el impacto y la efectividad del
mensaje político del cardenal Obando y Bravo, los diarios La Prensa y La Tribuna publicaron el
día de las votaciones una fotografía a color en la que aparecía el cardenal Obando y Bravo
bendiciendo a Arnoldo Alemán y a su compañero de fórmula (el ingeniero Enrique Bolaños
Geyer).
Los resultados electorales pusieron en evidencia el virtual monopolio que habían logrado
imponer el FSLN y la Alianza Liberal sobre el electorado nicaragüense. La Alianza Liberal
recibió el 51.3% de los votos, en tanto que el FSLN obtuvo el 37.75% por ciento. Tal y como lo
señalara la revisto Envío, "los otros partidos que participaron en las elecciones a la Presidencia
acumularon entre todos el 11.22% de los votos válidos. De estos partidos, 19 no lograron
alcanzar ni siquiera el 0.60% del total de los votos válidos del electorado nacional".
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Ni siquiera la crisis social generada por el huracán Mitch en octubre de 1998 demostró tener la
fuerza suficiente para contrarrestar la brecha que separaba al Estado de la sociedad nicaragüense.
Los daños humanos, ecológicos y materiales ocasionados por el huracán Mitch fueron
calificados por varios observadores como "de proporciones bíblicas".
El impacto del huracán Mitch, lejos de debilitar el modelo de relaciones entre el Estado y la
sociedad nicaragüense, fue transformado en un evento facilitador del desarrollo y consolidación
de este modelo. El alivio de la deuda externa, la obtención de nuevos recursos externos, y la
solicitud del ingreso de Nicaragua a la iniciativa de alivio de deuda del Banco Mundial fueron
medidas que se tradujeron en un mayor nivel de autonomía estatal respecto de la sociedad civil,
la que, pese a sus esfuerzos, demostró carecer de los derechos ciudadanos y de la fuerza política
necesaria para condicionar las prioridades y la acción del Estado.
Fue durante el régimen de Arnoldo Alemán, sin embargo, cuando la corrupción se convirtió en
un problema sistémico que llegó a alcanzar niveles comparables a los del somocismo. En la
lucha contra la corrupción, los medios de comunicación desempeñaron un papel protagónico al
desenmascarar a los culpables y presentar evidencias de su responsabilidad.
Para febrero del año 2000 una encuesta de opinión realizada por el Instituto de Estudios
Nicaragüense (IEN) mostraba que el 89% de la opinión pública pensaba que la corrupción
afectaba al funcionamiento del gobierno y la administración pública del país. Las principales
expresiones de este fenómeno, según los entrevistados, eran la vida ostentosa de los funcionarios
públicos, el rápido e inexplicable aumento de sus patrimonios personales, el aprovechamiento de
sus cargos públicos para la promoción de sus negocios particulares, sus sueldos exorbitantes y el
tráfico de influencias.
Al concluir el siglo XX, el Estado y el sistema político del país habían caído bajo el control del
partido gobernante y del FSLN, los que poco después de las elecciones de 1996 habían iniciado
un proceso de acercamiento y colaboración. Este proceso alcanzó su expresión más concreta en
enero de 1999, cuando el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) del presidente Arnoldo
Alemán y el FSLN (liderado por Daniel Ortega) consumaron un pacto que tendría graves
consecuencias para el desarrollo político nicaragüense. El pacto entre el PLC y el FSLN se vio
respaldada por la influencia ideológica que la Iglesia católica nicaragüense mantenía sobre un
importante sector de la población y, en particular, por la ambigua posición que adoptara esta
institución religiosa ante el fenómeno de la corrupción y la impunidad.
Sobre la base del pacto PLC-FSLN, estas dos organizaciones políticas se repartieron el poder de
la Corte Suprema de Justicia, en el Consejo Supremo Electoral, en el Consejo Superior de la
Contraloría, en la Procuraduría de Derechos Humanos y en la Superintendencia de Bancos. El
pacto, además, hizo posible la aprobación de una ley que resolvió el problema de "la piñata": la
adquisición fraudulenta, por parte de miembros del FSLN, de propiedades del Estado y de
particulares durante los meses posteriores a su derrota electoral en el año 1990. El pacto, por otra
parte, dejó abiertas las puertas para la introducción de una reforma constitucional que perpetuaría
el poder de los dos partidos pactantes.
Así pues, el precario orden social nicaragüense aparecía organizado dentro de una estructura
informal de colaboración entre tres instituciones: el gobernante PLC, el FSLN y la Iglesia
católica nicaragüense. Cada uno de estos tres actores apostaba por mantener y desarrollar su
poder dentro de esa relación de mutua conveniencia. El pacto político les aseguraba al Frente
Sandinista de Liberación Nacional y al Partido Liberal Constitucionalista la posición de gobierno
o de partido principal de oposición dentro del sistema político nicaragüense. El colaboracionismo
entre la Iglesia y el PLC, por otra parte, le otorgaba a la jerarquía católica un importante grado de
influencia dentro del sistema político nicaragüense, así como el apoyo del Estado en su lucha
contra la creciente popularidad de las religiones protestantes. Por su parte, el FSLN intentaba
acercarse a la Iglesia católica, cuyo apoyo parecía indispensable para mantener el orden social en
un país sometido a los explosivos niveles de probreza que sufría Nicaragua: para 1998 este nivel
alcanzaba al 72.6% de la población, de acuerdo con los cálculos del Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo.
A comienzos del siglo XXI Nicaragua vivía una crisis de gobernabilidad que se hacía evidente
en la corrupción que afectaba el funcionamiento de la administración pública del país, en el
fenómeno de la impunidad -denunciado repetidamente por los medios de comunicación- y en la
pérdida de legitimidad del Estado y del sistema político nicaragüense -registrada en numerosas
encuestas de opinión pública realizadas durante ese periodo-. Esta crisis de gobernabilidad
generaba a su vez una crisis de seguridad ciudadana que se manifestaba en la desesperanza
expresada por el pueblo nicaragüense en diversos reportajes periódicos e investigaciones
académicas; y en el sentimiento de amenaza contra la seguridad personal revelado por múltiples
encuestas.
La seguridad ciudadana, por su parte, es una condición psicosocial que consiste en la confianza
que poseen los miembros de una sociedad para organizar, controlar y planificar su existencia.
Así, la inseguridad es la ausencia de tal confianza. El desarrollo de una situación de seguridad
ciudadana requiere la existencia de condiciones sociales humanamente adecuadas, estables, y
predecibles; en tanto que el concepto de gobernabilidad se refiere a la existencia de una
capacidad políticoinstitucional para crear y reproducir estas condiciones.
El orden social y la seguridad ciudadana que generan los sistemas consolidados de
gobernabilidad democrática dependen fundamentalmente, en primer lugar, de la existencia de
Estados que cuenten con la capacidad para filtrar influencias externas así como para organizar y
regular las relaciones sociales que operan dentro de su base territorial; y, en segundo lugar, de la
existencia de sociedades civiles organizadas que cuenten con la capacidad de condicionar el
poder del Estado. La capacidad soberana y de regulación del Estado facilita la construcción
política del orden social en lo nacional, mientras que el control democrático de esta capacidad
asegura que el orden generado por la acción estatal responda a las necesidades y demandas de la
sociedad.
En la gran mayoría de los países de América Latina, el desarrollo histórico de las relaciones entre
Estado y sociedad no han logrado generar las condiciones necesarias para la consolidación de
sistemas de gobernabilidad democrática. La dependencia externa del Estado, aunada a la
exclusión abierta y sistemática de amplios sectores sociales, ha facilitado el desarrollo de
estructuras de poder estatal que hasta el día de hoy gozan de altos niveles de autonomía respecto
de la sociedad. A su vez, ello ha hecho posible el surgimiento de gobiernos que disponen de la
facultad de ignorar las demandas y necesidades de la población.
Desde esta perspectiva, lo que caracteriza el desarrollo histórico de las relaciones entre Estado y
sociedad en Nicaragua no es simplemente la ausencia de una estructura de derechos ciudadanos
capaz de democratizar el funcionamiento del Estado, sino la ausencia de élites y movimientos
sociales capaz de nacionalizarlo. La nacionalización del Estado consiste en generar niveles de
soberanía que faciliten un control nacional mínimo sobre los factores que determinan el
desarrollo histórico de una sociedad.
Así pues, las luchas por la independencia, los vaivenes de las Provincias Unidas del Centro de
América antes de su fragmentación, la presidencia de William Walker y la Guerra Nacional, la
precaria estabilidad social de los Treinta Años Conservadores, la caída de Zelaya, el proyecto de
ingeniería social que se inicia a partir de 1909, el somocismo, y la derrota del sandinismo han
sido eventos y procesos históricos fuertemente condicionados -y en algunos casos simplemente
determinados- por fuerzas e influencias externas.
Señalar que la soberanía y la justicia social fueron dos de los valores centrales que guiaron el
desarrollo inicial del proyecto revolucionario sandinista no es glorificar o idealizar la conducta y
el pensamiento político del FSLN, sino simplemente señalar una realidad que se expresó
claramente en el discurso y en la práctica revolucionaria de esta organización política antes y
después del triunfo de julio de 1979. Los abusos de poder, la corrupción y la violación de los
derechos humanos que ocurrieron durante la década de 1980 son realidades que coexistieron con
el proyecto de creación de una Nicaragua justa y soberana.
Por otro lado, el 25 de febrero de 2001 el congreso del FSLN confirmó la candidatura de Daniel
Ortega Saavedra para las elecciones presidenciales de noviembre de ese mismo año, a las que
concurriría, en coalición con varios partidos políticos pequeños de variadas tendencias; esta
agrupación sería denominada Convergencia Nacional. Se trató de la cuarta vez que el líder
sandinista, de 55 años de edad para entonces, disputó la jefatura del Estado; en 1984 había
obtenido la victoria, mientras que fue derrotado en 1990 por Violeta Barrios de Chamorro y en
1996 por Arnoldo Alemán. Pero tanto la imagen como el discurso de Ortega en la campaña
electoral de 2001 poco tenían que ver con su pasado revolucionario.
Las primeras acciones de gobierno del FSLN fueron el restablecer la gratuidad de los servicios
de Educación y Salud. En educación se prohíbe el cobro en las escuelas públicas, de matrículas,
mensualidades, material escolar y otros insumos. En Salud se eliminan las consultas privadas en
los centros públicos y se restablece la gratuidad de los medicamentos, las operaciones
quirúrgicas y las pruebas clínicas que se realicen en los centros sanitarios dependientes del
Estado.
En las elecciones municipales nicaragüenses del pasado 9 de noviembre del 2008, el FSLN
obtuvo el 48.79% de los votos frente a su rival más inmediato el Partido Liberal
Constitucionalista que obtuvo el 45.88%, mientras que el ALN obtuvo el 3.80% de los votos,
PRN O.86% y AC 0.67%. El FSLN ganó 10 departamentos (Nueva Segovia, Estelí, Madriz,
Chinandega, León, Managua, Masaya, Carazo, Rivas y Matagalpa) y el PLC: 7 (Granada,
Chontales, Boaco, Jinotega, RACCN, RACCS y Río San Juan). Para un total de 105 alcaldías
(13 cabeceras departamentales) incluyendo la capital Managua, en contraposición a 37 del PLC
(5 cabeceras departamentales) y el ALN ganó 4 Alcaldías (ninguna cabecera departamental).Sin
embargo, ciertas anomalías y la falta de observadores internacionales en las elecciones, originó
un descontento social y el rechazo de los resultados por parte de la oposición.