El Exilio Es Un Objeto Poliédrico - Silvina Jensen

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Un objeto poliédrico

El exilio es un objeto poliédrico y móvil que impone fuertes desafíos. Por su condición
dinámica, complejiza el trabajo de los historiadores habituados más a pensar en
acontecimientos, sujetos o procesos fijos (enraizados) dentro de los límites de los
estadosnacionales. Hacer Historia de los exilios requiere combinar niveles y escalas de
análisis múltiples (local, nacional, regional, internacional, transnacional). Constituye
un reto porque hace indispensable abordar a la vez el territorio que expulsa y que
produce "víctimas" de un viaje no deseado originado en la violencia; como la sociedad
de destino, o sea el territorio habitado por los sujetos exílicos devenidos "extranjeros"
y por aquellos que son construidos como "nativos" por los recién llegados. La vida de
los exiliados transcurre en la encrucijada entre un "aquí" y un "allá", una dualidad que
no remite sólo a dos geografías, sino a dos tiempos políticos, existenciales y
simbólicos. Esta dualidad fundante del exilio suele acompañar el retorno al país de
origen. En no pocos casos, el regreso, lejos de anular el descentramiento vital que
condiciona la relación de los desplazados con el mundo y los lleva a definir "adentros"
y "afueras", se reedita y/o profundiza.

Antes de que la globalización se planteara como una cuestión ineludible tanto en la


agenda de las Ciencias Sociales como en la cotidianeidad ciudadana y que el flujo de
desplazados, refugiados y sujetos diaspóricos adquiriera la dimensión sin precedentes
que tiene hoy, el estudio de los exilios invitaba a no reducir el abordaje a las historias
de los sujetos que se desplazan en forma forzada o condicionada, a la de su Patria de
origen o a la del país de acogida. Ya entonces reclamaba descubrir la articulación de
prácticas e identidades interestatales, transfronterizas y hasta universales. Al menos
desde la segunda mitad del siglo XX, los exilios permiten pensar en un espacio público
supranacional y en la constitución de solidaridades colectivas, redes intelectuales
internacionales, protección universal de derechos y culturas políticas supranacionales.

La complejidad del exilio en cuanto objeto de investigación no se agota en lo


expuesto. Por una parte y más allá de la posibilidad de reconocer denominadores
comunes que ordenan el universo de experiencias y permiten hablar de tipos de exilios
-antifascista, obrero, nazi, judío, parafraseando a Bruno Groppo (2002: 38,39) -, existe
cierto consenso entre los investigadores del campo a la hora de pensar los
desplazamientos forzados como fenómenos plurales. Esa pluralidad remite tanto a la
multiplicidad de trayectorias personales, políticas, laborales, de integración cultural y
lingüística, de retorno o no a su país de origen, como a la heterogeneidad de
motivaciones y posicionamientos subjetivos frente a la experiencia.

Por otra parte, no puede estudiarse un exilio haciendo caso omiso de su variabilidad
intrínseca. Reconocer etapas o momentos de salida y formas, ritmos e intensidades en
la lucha contra los regímenes políticos expulsores, son apenas algunas de las
coordenadas que hablan de la mutabilidad de los destierros, exacerbada en el caso de
aquellos que se prolongan por décadas y abarcan la vida de varias cohortes (los
exiliados, sus hijos, nietos).

Asimismo, como señalan Mario Sznadjer y Luis Roniger (2009:11), abordar el estudio
del exilio debe a la vez atender, pero no confundir, las emigraciones políticas
originadas en contextos represivos que explican tanto los motivos de las huidas
/expulsiones como la imposibilidad del retornoso pena de poner en riesgo la vida o la
libertad, con la "condición exiliar".

Si la Filosofía y la Literatura Occidental y hasta los textos bíblicos están plagados de


referencias a la existencia humana como un prolongado y definitivo exilio (Nancy,
1996) y en las Historias del pensamiento prolifera el uso de "exilio" como metáfora de
la condición del intelectual (Said, 1996)- siempre disconforme, rebelde (Traverso,
2000) -, la identificación de exilios existenciales o existencias exiliadas y de exilios
intelectuales - que no es lo mismo que de intelectuales en el exilio - no siempre resulta
de ayuda a la investigación histórica de las dimensiones territorial, punitiva, militante
y de disidencia de los exilios políticos. Así, será fundamental diferenciar nítidamente
"estar en el exilio" de "sentirse exiliado" (Diego, 2000: 433) a la hora de pretender
reconstruir la politicidad del exilio y de situarlo dentro de la Historia Reciente.

Sin embargo, tanto la transformación del exilio en una condición humana universal (la
vida es exilio, el yo exiliado), como la identificación de la inquietud constitutiva de la
función intelectual con la materia del exilio (exterioridad, no pertenencia,
marginalidad, inestabilidad) son datos de la realidad que el historiador de los exilios
políticos no debe soslayar. De hecho, el reconocimiento de la polisemia de la palabra
"exilio" o de la porosidad de las fronteras que separan sus usos literales y metafóricos
pueden ayudar a enriquecer nuestra mirada, siempre y cuando tengamos claro cuál es
nuestro bagaje analítico y cuáles las preguntas que nos guían.

Por otra parte, la complejidad del exilio nos pone casi de forma inevitable frente al
desafío de la interdisciplina. Desde que la Historia asumió lo social como materia y
dejó de ser identificada como la ciencia del pasado para construir su especificidad en
todo lo que tiene que ver con la temporalidad, sus diálogos con la Ciencia Política, la
Sociología, la Economía, la Antropología, pero también con la Filosofía, la Psicología,
la Crítica Literaria o los Estudios Culturales han atravesado diferentes alternativas,
etapas de repliegue y otras de expansión, pero no han dejado de concretarse. Por su
carácter poliédrico y complejo, el exilio impone recurrir al desafío de la múltiple
perspectiva disciplinaria, aunque sin perder nuestra identidad de expertos en el tiempo
y sin abandonar las reglas y prácticas probatorias de la profesión (la epistemología del
archivo, la interpretación contextualista) (Eley, 2008: 282).

Por último, existe una cuestión no menor a la hora de hablar de la complejidad del
exilio. Suele afirmarse que todo exilio encierra una paradoja. Por una parte, implica
pérdida, condena, castigo, fractura. Por la otra, salvación, libertad, enriquecimiento. Si
el exilio es trauma y hasta la muerte misma (Ovidio), no es menos cierto que es la vida
(Víctor Hugo) o cuanto menos una forma de eludir la muerte. La paradoja de que un
mismo movimiento, la salida, sea desgracia y posibilidad de aprender y hasta de
inventar un mundo inédito, resulta clave a la hora de analizar tanto los
posicionamientos subjetivos de los protagonistas de la experiencia exiliar, como los
debates sociales - tanto en sociedad de origen como en la de destino - suscitados por la
existencia de desterrados.

La Historia Argentina y los exilios


La última dictadura militar argentina (1976-1983) produjo un exilio que destaca por su
novedad, tanto por su contundencia numérica, su extensión en el tiempo, su
transversalidad social - aunque con grados de incidencia por sectores muy dispares -,
el haber afectado mayoritariamente a las organizaciones armadas que ya habían
emprendido el camino de la clandestinidad, a sus frentes de masas y a una amplia
militancia social, profesional, sindical, barrial más o menos ligadas a estos proyectos
de cambio revolucionario y no principalmente a militantes de los partidos políticos del
arco parlamentario, y finalmente, porque asumió la forma de diáspora, en tanto
dispersó argentinos por todos los continentes.

Sin embargo, si todas estas características permiten calificar al destierro de 1976 como
un fenómeno inédito y singular, no es menos cierto que la historia de los exilios en
Argentina se remonta a los orígenes mismos del país, en la coyuntura de su
independencia de España. Los casos de Mariano Moreno, San Martín, Artigas,
Sarmiento, Echeverría, Alberdi, Juan Manuel Rosas, Alfredo Palacios, Nicolás Repetto
o Juan D. Perón dan cuenta de que se trata de una práctica de control o eliminación del
enemigo político de larga tradición. En plena transición democrática, Hebe de
Bonafini calificaba al exilio como un mecanismo de "eliminación de la oposición de
bajo costo" ( Reencuentro, 1984: 1) utilizado como castigo y/o válvula de
descompresión política en un contexto de represión masiva, planificada y sistemática.

Una larga historia de exilios desde el tiempo en que Argentina expulsaba o


condicionaba la salida de sujetos con presencia y significación política y pública hasta
que en los años centrales de la década de 1970, los destierros se multiplicaron y ya no
fueron el destino exclusivo de políticos e intelectuales con "nombre y apellido", no ha
hecho del exilio un nicho de interés historiográfico, o al menos, no los ha invitado a
realizar estudios sistemáticos y rigurosos.

Hace más de una década, Horacio Tarcus señalaba perplejo que "Argentina aún no
cuenta con un gran libro sobre el exilio" ( Clarín, 14/11/1999). Su asombro remitía
precisamente a que los orígenes de nuestro país se confunden con la historia de sus
exiliados y reclamaba encarar esta ingente tarea porque contar con una Historia de los
exilios de los dos últimos siglos "equivaldría a narrar la historia del país".

Si aún no se ha encarado esta Historia de los exilios en la larga duración, tampoco en


la literatura biográfica centrada en los prohombres de nuestra vida política, los
destierros ocupan un lugar destacado. La minusvaloración del tiempo de exilio en la
biografía política de personalidades que desempeñaron lugares eminentes en la
conducción de los destinos del país llega al extremo de que más allá del tiempo vivido
fuera de las fronteras de la Patria, esa etapa apenas cuenta. Un caso emblemático de la
desatención de la vida en el exilio de nuestros próceres es el del general José de San
Martín. Su biógrafo oficial, Bartolomé Mitre - a la sazón uno de los padres de la
Historia Argentina - le dedicó apenas 90 líneas sobre el total de 2500 páginas que tiene
su Historia de San Martín y de la emancipación americana (Buenos Aires, Guillermo
Kraft, 1939, Tomo IV). En forma sintomática, recién en 2009 y de la mano de otro
exiliado (Rodolfo Terragno), los 26 años que median entre el alejamiento de San
Martín del Río de la Plata y su muerte en Boulogne sur Mer (1850) fueron expurgados
en una rigurosa biografía que pretende mostrar que lo que Bartolomé Mitre definía
como la "abdicación del Libertador" no implicó el retiro del "Padre de la Patria" de la
vida pública. Por el contrario, para el periodista y dirigente del radicalismo exiliado
por la última dictadura militar, San Martín continuó ejerciendo una importante labor
política en relación con las incipientes repúblicas americanas y lo hizo casi hasta su
muerte en Francia en 1850. Lo que El diario de San Martín de Terragno (Buenos
Aires, Sudamericana, 2009) ayuda a entender es que el destierro es algo más que un
paréntesis, un hueco en la biografía personal. También es una invitación para que los
historiadores abordemos en forma sistemática los tiempos de exilio e intentemos
encontrar las claves que ligan esa marca dolorosa de las biografías individuales con
nuestra historia colectiva como país.

Más allá de constatar que el destierro apenas cuenta en la biografía de nuestros grandes
hombres de la política y, que no cuenta o bien porque se lo desnaturaliza
transformándolo en una decisión individual, o bien porque no se lo lee como un
indicio o un síntoma de nuestra historia colectiva, es decir no se lo contextualiza ni se
recupera su dimensión política, también constatamos que los historiadores no hemos
explotado en forma sistemática territorios como el de los exilios de los "proscriptos de
1837" o la de los peronistas que tuvieron que huir del país tras la llamada "Revolución
Libertadora" (1955). Experiencias que exceden con creces al gran hombre y que
afectaron a grupos humanos importantes convertidos en enemigos por los gobiernos de
turno, incluyendo generaciones diferentes, de disímil perfil laboral y profesional y con
historias de militancia heterogéneas. Su importancia para el devenir nacional no se
reduce a su variable peso numérico, sino al papel político que desempeñaron estos
colectivos de desterrados, sea en la denuncia, sea en el intento por resquebrajar o
derribar los regímenes que habían determinado sus salidas no deseadas del país.

La inexistencia de un "gran libro" sobre los exilios o la escasa importancia que se le


concede al tiempo de destierro en las biografías tiene su correlato en la ausencia de
capítulos especiales dedicados al exilio en las grandes Historias de síntesis del pasado
nacional, tanto en las editadas a principios de siglo XX como en las de más reciente
publicación (1).

Que el relato historiográfico de la Nación no tematice el exilio cuando nuestro país es


un país de destierros contrasta con la presencia del exilio en las Historias de la
Literatura argentina. Desde la emblemática Historia de la Literatura Argentina de
Ricardo Rojas (Buenos Aires, Kraft, 1960, 8 tomos) que dedica los libros V y VI a
"Los proscriptos", el exilio surge como un motivo omnipresente y ninguna Historia de
la Literatura nacional lo omite. Los escritores exiliados, la producción literaria en o
sobre el exilio y hasta el reconocimiento de que - parafraseando a Rojas - la cultura
argentina reconoce su origen en una generación de artistas, poetas y pensadores
exiliados, imponen una marca al territorio de los estudios sobre el exilio. Si escasean
los abordajes históricos o desde las Ciencias Sociales, en cambio el exilio parece una
dimensión ineludible y un objeto prolífico para críticos culturales y literarios y esto no
es privativo del último exilio en el que la representación demográfica de escritores,
cineastas, artistas e intelectuales fue una realidad incontrastable.

Este panorama plantea varios interrogantes. ¿En qué medida el exilio en tanto objeto
poliédrico, enraizado pero a la vez móvil y la memoria exiliar con su condición
descentrada, fragmentaria y dinámica pueden ser fácilmente contadas desde o dentro
de una Historia en clave nacional-estatal?

Pero si la revisión del lugar (exiguo lugar) del exilio en la Historia nacional habla de
las dificultades de los historiadores para suturar desde lo simbólico la exterioridad
geográfica provocada por la violencia y/o consecuencia de la derrota política, ¿por qué
la Historia de la Literatura sí lo contiene y no sólo lo contiene sino que como dice José
Luis de Diego (2000: 431) existe una especie de "simbiosis" entre "Literatura
argentina" y "exilio"? ¿Será que el exilio remite más bien al universo de las letras, al
destino de los intelectuales o a la condición del creador o del artista? ¿Será que no
existen lazos significativos que reconstruir a la hora de escribir la historia de la cultura
política, de la militancia, la violencia y la represión en la Argentina a lo largo de dos
siglos?

La Historia Reciente y el exilio del Estado Terrorista

Lo años ´80 y ´90 del siglo pasado fueron para la Historiografía occidental una
coyuntura a la vez fuertemente polémica, de crisis y búsqueda, y en el caso particular
de la Argentina, también de renovación epistemológica, metodológica y temática y de
acelerada institucionalización en plena transición democrática.

Desde finales de los ´70, la Historia Social europea parecía mostrar la insuficiencia de
algunas de sus modalidades y desde dentro y fuera de la disciplina se multiplicaban las
voces que llamaban a recuperar cuestiones desestimadas en los años de oro de las
historiografías marxista, analista y funcionalista. Así, el reclamo por sumar al análisis
histórico dimensiones relegadas como lo político, lo subjetivo, lo cotidiano, lo
simbólico, lo local o lo micro, inundaban los debates al impulso de los "giros"
lingüístico, antropológico e historicista. Lo que por entonces se percibía como la
"crisis" - y para algunos el "final" - de la Historia como ciencia social explicativa,
introdujo de la mano de los llamados "retornos al acontecimiento, la política, el sujeto
y la narración", al presente o al pasado reciente como preocupación de los
historiadores y a la memoria como condición y materia de esta "otra Historia"
(Aróstegui, 1998: 102).

A diferentes ritmos y con énfasis variables, los historiadores europeos y también los
argentinos comenzaron a transitar por el territorio del pasado reciente, un tiempo
abierto a la interpelación cotidiana de las generaciones vivas que lo constituyen en
sustrato o fundamento de identidades o pertenencias sociales y que lo agitan como
capital en sus luchas políticas y simbólicas.

Si en los orígenes de la Historia en la Grecia del siglo V a. C., ese pasado próximo
había sido el sustrato del quehacer del ístor, tras siglos de rechazo, los historiadores de
Europa recuperaban la pretensión de producir conocimiento verdadero sobre el tiempo
que compartían con actores y testigos. Pero, ¿cuál era la materia de su presente?

Con Heródoto, Tucídides o Polibio, el presente había sido el análisis de las guerras
entre ciudades-estados y de las revoluciones políticas. En estas tres últimas décadas,
hablar de Historia Reciente ha sido equivalente a hablar de memoria y cuando los
historiadores - y también los sociólogos, antropólogos, politólogos, psicólogos,
especialistas en comunicación social o críticos literarios - piensan en memoria, ésta
parece necesariamente unida a situaciones límites, procesos sociales y políticos
traumáticos, violencia, represión, masacres, exterminios, conflictos étnicos o
desplazamientos masivos y forzados de población.

El renovado interés científico por el pasado reciente ocurre, como señala Andrea
Huyssen (2010: 184), en un mundo en el que han cambiado las formas de percibir
espacio y tiempo por efecto de la globalización y en los que el quiebre de los
imaginarios del siglo XX con sus futuros utópicos, de libertad y emancipación,
impulsa a las sociedades a volverse sobre sus pasados cercanos, cuanto más, cuando se
trata de pasados plagados de heridas abiertas que reclaman verdad, justicia y
reparación.

En los países del Cono Sur de Latinoamérica, esos pasados recientes reconocen como
"acontecimiento monstruo" (Trebitsch, 1998) o cesura, las rupturas del orden
institucional vía golpes castrenses que, tras la Revolución Cubana y en el marco de la
Doctrina de la Seguridad Nacional, delinearon Estados terroristas que violaron en
forma sistemática los derechos humanos, produciendo miles de detenidos-
desaparecidos, muertos, torturados, presos políticos y exiliados.

En la Argentina democrática de 1983, la Historiografía (2) no hizo del pasado reciente


un territorio digno de interés. Los años setenta y la dictadura militar en general y el
exilio en particular no ocuparon un lugar destacado en la producción originada en los
departamentos y escuelas de Historia de las universidades nacionales. Esta ausencia
del pasado reciente en la agenda de los historiadores profesionales en la temprana
transición no puede explicarse en forma sencilla. Seguramente, pesó la incómoda
cercanía de un objeto atravesado por la mayor tragedia del siglo XX y cuyas
reverberaciones humanas y dilemas ético-políticos interpelaban a los historiadores en
su antigua condición de intelectuales comprometidos. Pero también debieron pesar los
resabios de modos tradicionales de pensar la Historia como el territorio de un pasado
cerrado o clausurado y al que se accede en forma privilegiada desde los archivos y los
documentos escritos.

Pero no es que el pasado cercano-como sinónimo de dictadura militar - fuera ignorado


por los investigadores argentinos. Casi desde la contemporaneidad dictatorial y sobre
todo durante el gobierno de Alfonsín, tanto politólogos y sociólogos y sobre todo
periodistas de investigación tematizaron ese pasado reciente, problematizando
cuestiones tales como el funcionamiento del Estado terrorista, el origen y
desenvolvimiento de las organizaciones armadas o las formas de la transición de la
dictadura a la democracia y el desenvolvimiento del movimiento de derechos humanos
(Amézola, 1999).

En el caso del último exilio político, fueron sociólogos, demógrafos, psicólogos y


especialistas en relaciones internacionales (3) los que tomaron la iniciativa. Su interés
científico se producía en la coyuntura del retorno al país de los perseguidos por la
dictadura militar y mientras el exilio ocupaba un lugar significativo en la agenda
política y pública. De hecho, buena parte de los especialistas del exilio fueron
investigadores vinculados al gobierno de Raúl Alfonsín en áreas de planificación del
retorno o a organismos internacionales de ayuda a refugiados o desplazados
(ACNUR). En sus trabajos predominó la tendencia a incluir al exilio político en una
dinámica emigratoria que hundía sus raíces en la década del 1950, hecho que facilitaba
la contextualización, pero a la vez dificultaba el reconocimiento de las notas propias de
esta emigración política y sus nexos con la historia dictatorial. Esta perspectiva de
análisis abrevaba en aquellos estudios de los años 1960/1970 que buscaban elucidar las
causas de la emigración de profesionales y recursos humanos altamente calificados
hacia los países centrales, especialmente EEUU. Asimismo, contribuyeron a imponer,
desde su preocupación por la "aristocracia intelectual" de la Argentina exterior, una
matriz de lectura que marcó las investigaciones sobre el exilio político encaradas más
de una década después por historiadores. En definitiva, ofrecieron una primera imagen
cuantitativa y sociodemográfica de algunas de las principales comunidades de
argentinos en el exterior (México, España o Venezuela).

Sin embargo, hablar de investigación social sobre el presente no implicaba en los años
1980 y 1990 hacer Historia Reciente tal como la entendemos y la practicamos hoy en
Argentina, siguiendo la estela de la que, con sus variantes nacionales, se hace en
Francia, España, Italia o Alemania. La institucionalización del campo de la Historia
Reciente (4) en nuestro país y su identificación con los estudios de la memoria no son
anteriores a finales del siglo pasado (Da Silva Catela, 2005).

Recién en los años 1990, los historiadores argentinos nos incorporamos a la


investigación social del último exilio y lo hicimos en mayor o menor medida,
valiéndonos del bagaje analítico y teórico-metodológico de esta naciente Historia
Reciente. De hecho, la articulación de esta nueva área de estudio en la agenda de la
Historiografía argentina forma parte de un movimiento más amplio que ha hecho del
pasado reciente en su conjunto, un objeto de legítimo dentro de la Historia académica.
Y, al mismo tiempo, no es ajena al renovado interés ciudadano, que desde
mediados/fines de la década de 1990 ha resituado en el centro de la agenda pública
argentina, el debate sobre las consecuencias del autoritarismo, las formas de la
militancia setentista, la violencia política y la dictadura militar y ha incluido al exilio
en este debate.

¿Cuáles son los temas, preguntas y diseños metodológicos que marcan la breve
historia de lo que nos atrevemos a denominar subcampo (5) de estudios del exilio de la
dictadura militar?

Los primeros trabajos sobre el exilio - los que se publican desde finales de los años
1990 - tienen dos notas destacables. La primera, que fueron o bien escritos por
cientistas sociales extranjeros (6) o bien por investigadores argentinos exiliados o
radicados por motivos diversos (económicos, profesionales, de estudio, etc.) en el
exterior y más concretamente en aquellos países que habían congregado en los ´70 las
principales colonias de perseguidos políticos. La segunda, que desde el punto de vista
de las preguntas, o bien estaban impulsados por la necesidad de recuperar la memoria
de aquellos que se habían visto obligados a salir del país como consecuencia, primero,
de la acción de la Triple A y de la dictadura militar después; o bien apuntaban a
reconstruir la historia de un colectivo étnico que por su presencia demográfica
reclamaba la atención de una sociedad que se reconocía como país de inmigración o de
refugio.

Movidos por la urgencia de evitar que la experiencia del destierro argentino cayera en
el olvido, los trabajos pioneros tuvieron como propósito prioritario rescatar memorias
de exiliados a través de metodologías como el relato de vida o las entrevistas orales
para explicar cómo fue vivido el destierro no sólo en su dimensión política, sino
principalmente humana. Durante esta primera etapa, los historiadores parecieron
sumarse al impulso memorial que desde la temprana transición había traído al espacio
público argentino las voces de los expatriados por la violencia política y que tras unos
años de silencio, habían recuperado un lugar discreto dentro del boom memorial del
20º aniversario del golpe militar (7).

Si bien los historiadores no buscaban reivindicar a los exiliados, ni pretendían


contribuir a su desestigmatización, estas primeras producciones parecían compartir el
interés por transmitir a las generaciones futuras una experiencia dolorosa y poco
conocida por los compatriotas que habían permanecido en el país. Buena parte de estos
trabajos estaban construidos en torno al testimonio de los exiliados y en ese sentido
privilegiaban dimensiones de análisis tales como la experiencia y la construcción y
reconstrucción de identidades. En no pocos casos, se limitaron a reunir relatos de vida
o entrevistas en profundidad que no eran utilizadas como insumos (fuente/objeto) para
hacer Historia. En realidad, se trataba de los primeros productos de un ingente trabajo
de recolección de memorias, en algunos casos de investigadores en solitario y en otros
como parte de proyectos colectivos y de creación de archivos de la memoria de los
exilios latinoamericanos (Archivo de la Palabra, UNAM). No obstante, cabe señalar
que con los años estas iniciativas han dado origen - como veremos más adelante - a
algunos de los productos historiográficos más importantes sobre el exilio de la
dictadura militar (8).

En tanto casi toda esta primera producción académica sobre el exilio fue publicada
fuera de Argentina, no resulta extraño que en buena medida, estas investigaciones
pioneras se articularan en torno al objetivo de escribir capítulos de la historia
inmigratoria y también intelectual de los países de origen o residencia de los
historiadores, que coincidentemente habían sido en los años ´70, destinos privilegiados
del exilio político.

A finales de los ´90, España o México acreditaban importantes núcleos de argentinos y


no pocos eran antiguos exiliados políticos devenidos inmigrantes. Así, algunas de estas
investigaciones no pueden divorciarse de ciertas demandas externas a la agenda
científica de las Ciencias Sociales. En España, el interés por el exilio político argentino
no fue ajeno a la peculiar coyuntura migratoria que la sociedad percibía estar
atravesando y que constituía un punto de inflexión en su tradicional tendencia
expulsora de población. Mientras se oían en el espacio público peninsular los primeros
debates sobre la necesidad de regular el flujo de extracomunitarios y en particular su
régimen de residencia y trabajo, la presencia de argentinos - muchos de los cuales
habían llegado mientras el Cono Sur estaba bajo la bota dictatorial - se descubría como
el punto de origen de esta nueva etapa de la historia migratoria española.
Si bien ninguna de estas investigaciones planteaban un divorcio con la historia
dictatorial y de las luchas políticas y de la violencia de los años previos al golpe militar
en Argentina, su énfasis o punto de partida no estuvo ligado a los temas y problemas
que hoy constituyen la agenda de la Historia Reciente. Estos trabajos se centraban
especialmente en la elucidación de las relaciones entre la comunidad exiliada y la
sociedad receptora y en particular la ponderación de mestizajes desde lo social,
simbólico, material o político-ideológico. En este sentido, el eje del análisis pasaba
más por los vínculos de los desterrados con el país de residencia y las
transformaciones identitarias de la comunidad exiliada (9).

En algunas de estas primeras investigaciones, quizás por influjo de los enfoques más
prolíficos en la Historiografía del exilio republicano español (10) y quizás marcado por
el énfasis de las memorias sociales que dominaban la lectura del exilio en Argentina
(Jensen, 2007: 222-228, 245-248, 272-278), se expresó un notable interés por el exilio
de hombres y mujeres de la ciencia y la cultura y en muchos casos se estudió el último
exilio argentino como un exilio intelectual o en el mejor de los casos como un exilio
de intelectuales. Esta perspectiva de análisis era subsidiaria, además, de una profusa
investigación social que desde los años ´60 y luego en la postdictadura se focalizó en
la emigración de profesionales y en el problema del brain drain .

Ya en esta primera etapa, aparecen las primeras Historias del exilio contadas en clave
nacional-estatal - esto es, exilio argentino en México, España, Suecia o Francia -,
investigaciones que en mayor o menor medida intentaban reconstruir la historia de un
colectivo del exilio pero como parte de la historia de la última dictadura militar. Esta
línea de elaboración de historias políticas del último exilio ceñidas a los países de
residencia ha sido muy prolífica y más allá de que en los últimos años, el mapa de la
diáspora argentina comienza a completarse, aún quedan muchos capítulos nacionales
que reconstruir en profundidad.

Si bien estos trabajos no eran novedosos, ya que las historiografías de los exilios del
siglo XX (antifascista, republicano, comunista, etc.) suelen estar construidas en esta
lógica - lógica en la que los historiadores solemos sentirnos muy cómodos, más allá de
que la Historia Social hace ya casi un siglo impulsó la idea de Historias regionales,
locales o supranacionales -, lo cierto es que, dentro de este marco, no siempre puede
darse cuenta de la complejidad del exilio.

Las tensiones y las limitaciones han sido detectadas por buena parte de los
investigadores que hemos transitado por este tipo de trabajo, aunque no siempre hemos
logrado reconstruir las prácticas políticas y los espacios de acción inter o
transnacionales de unos sujetos, que más allá del lugar de residencia (muchas veces
transitoria o como parte de un largo periplo de exilios y re-exilios), escriben sus
trayectorias a la vez en múltiples puntos de la geografía, interpelan - y son interpelados
- por un poder que los expulsó y que está ubicado a miles de kilómetros de ellos e
interactúan en la denuncia o debaten en términos políticos con compatriotas
desterrados e instalados en diferentes países, etc.

Evidentemente, aún queda mucho por hacer dentro las Historias nacionales del último
exilio (11). Quizás sólo para México, Francia y España (12) se haya avanzado en la
escritura de una Historia rigurosa que combina dimensiones subjetivas y estructurales
del fenómeno. Historias, por un lado, fundadas en una exhaustiva investigación
empírica resultado del cruce de diversos registros de fuentes (gubernamentales, no
gubernamentales, periodísticas, orales, registros estadísticos, etc.), y por el otro,
atentas a la compleja politicidad del exilio, esto es la triple condición del exiliado
como actor, testigo y "víctima". Estas producciones reconocen que la última
emigración forzada/condicionada fue tanto consecuencia de la derrota política y
eslabón del sistema represivo articulado antes del golpe de Estado, pero perfeccionado
por los militares del "Proceso de Reorganización Nacional", como espacio de lucha
política, antidictatorial y por los derechos humanos. Parecen hacer suya la propuesta
de Clara Lida (2002: 206) de que "para comprender lo éxodos forzados, éstos deben
insertarse dentro de los procesos históricos que dieron lugar a la persecución y al
exilio."

Más allá de los estudios encerrados en los límites estatales, queda pendiente hacer un
estudio comparado entre los diferentes capítulos nacionales del último exilio argentino
y a la vez reconstruir sistemáticamente las redes, lazos y espacios que los exiliados
cimentaron en su trabajo político, de denuncia, solidario, intelectual, cultural e incluso
en sus relaciones interpersonales trasvasando las fronteras de los países de residencia.

No podemos dejar de reconocer que también ha llegado la hora de avanzar -


seguramente de manera colectiva - hacia la escritura de una Historia de síntesis del
exilio de los ´70, esto es, de las coyunturas significativas en la lucha antidictatorial; de
la crisis y reconfiguración de la militancia revolucionaria; de la transformación de la
identidad de los expatriados y de las memorias del exilio en las diferentes
generaciones de desterrados, retornados o no a la Argentina; de las mujeres
expatriadas; de la revisión de las formas de entender y hacer política que se operó en el
exterior; de los sentidos y formas de la apuesta del exilio por inscribir su lucha dentro
del paradigma de los derechos humanos. Una Historia de síntesis que no clausure la
pluralidad del exilio, tanto en la singularidad de cada trayectoria individual, como en
la heterogeneidad de cada colectivo nacional que, sin duda, ofrece diferencias
significativas como mínimo a la hora de pensar en las formas variables en que cada
país "recibió" a los perseguidos del Cono Sur o trabajó solidariamente en la denuncia,
en la ayuda al rescate de prisioneros de las garras del Estado terrorista o en el cerco
diplomático de la dictadura.

Pensando en que buena parte de las pesquisas sobre el exilio no se hicieron en el país y
que las Historias Recientes publicadas en los últimos años en la Argentina apenas
mencionan al destierro en el relato de los años ´70 (13), se torna urgente revisar los
dispersos y fragmentarios avances del campo (trabajos monográficos, ponencias de
congreso, capítulos de investigaciones mayores, biografías, etc.) para llegar a una
síntesis. En esa tarea deberán confluir investigadores pioneros y jóvenes, de fuera y
dentro del país, porque la cualidad del objeto impide el trabajo en solitario para una
empresa de tal envergadura. Si no queremos quedar atrapados dentro de los límites
nacionales y nos interesa interrogar al último exilio en su complejidad y para aportar a
la historia argentina de la militancia, la violencia política, la represión y la denuncia de
las violaciones de los derechos humanos y la lucha antidictatorial, éste es el camino a
seguir.
Contar con una Historia sintética del exilio del ´76 permitiría avanzar también hacia
otro tipo de estudios comparados.

En primer lugar, el que permita señalar las singularidades y las confluencias entre los
exilios conosureños (Argentina, Uruguay, Chile y quizás Brasil), éxodos que se
inscriben en un mismo contexto internacional y reconocen un origen común: las
dictaduras de la Seguridad Nacional y la conformación de una entente represiva
regional que bloqueó o dificultó la posibilidad de usar los países limítrofes como
retaguardia o resguardo temporario como había ocurrido en el pasado. Siendo aún una
rareza (14), el recurso al análisis comparativo es claramente pertinente. Por una parte,
los investigadores de los exilios conosureños de los ´70 hemos constado la convivencia
entre argentinos, uruguayos y chilenos en las sociedades de acogida, su diálogo con los
mismos actores solidarios, el compartir lugares de trabajo o el idear comunes
estrategias de denuncia de sus respectivas dictaduras. Por la otra, los protagonistas de
esos destierros suelen considerar que la dolorosa circunstancia que estaban viviendo
les permitió descubrirse latinoamericanos.

En segundo lugar, contar con una Historia del exilio argentino abriría la comparación
con otras experiencias exiliares del siglo XX, aquellas que se incluyen dentro de los
exilios masivos producidos desde los años 1930 en contextos autoritarios, dictatoriales
o totalitarios. En esta línea, considero que tenemos un terreno prolífico en la puesta en
diálogo de la experiencia del exilio republicano español con la de nuestro último exilio
(15). En principio, no cabe duda que se trata de procesos que ocurrieron en contextos
políticos, sociales, nacionales e internacionales muy diferentes y que no fueron
sincrónicos (1939 y 1976 como fechas "emblemáticas" de origen). Pero, el análisis
comparativo resulta viable. Por un lado, si tenemos en cuenta que Argentina fue
destino - aunque no privilegiado - del exilio republicano y que la importancia
numérica de la comunidad española radicada desde tiempos tempranos en Argentina,
hizo que el acontecimiento no pasara desapercibido al punto de convertirse en motivo
de luchas políticas y en referente del mundo intelectual que lentamente lo convirtió en
un núcleo fundamental de nuestro imaginario colectivo sobre los exilios. Y, por el
otro, si comprendemos que los argentinos del ´76 recuperan en sus relatos de vida sus
encuentros con viejos exiliados republicanos cuando unos iniciaban el destierro y otros
concretaban el ansiado retorno a España. O que los perseguidos del Estado terrorista
compartieron experiencias con los republicanos en las calles de México y que
empezaron a ser consientes del drama del exilio en el espejo de las familias españolas
radicadas en Francia, que tras 40 años de destierro y con hijos y nietos ya no podían
regresar a la Patria. No hay que olvidar que no pocos exiliados del ´76 habían sido
discípulos de intelectuales republicanos en las universidades nacionales, que habían
conocido el socialismo o anarquismo de los viejos luchadores españoles exiliados en el
país, o que habían aprendido el oficio de editor con los huidos de la "España roja".

Si en el caso de los argentinos que arribaron a España en el ´76, la reivindicación de


vínculos culturales, aprendizajes políticos, afinidades ideológicas o lazos familiares
con los republicanos desterrados pudo ser una táctica para atemperar las dificultades
de su recién estrenada extranjería, no es menos cierto que la apelación a la imagen del
destierro de la Guerra Civil española fue una constante entre los hombres y mujeres
expulsados por la Junta Militar y con independencia de la geografía de destino.
El peso que un exilio como el republicano español, consecuencia de la derrota de una
larga guerra civil, que originalmente lanzó a medio millón de personas que salieron en
riadas y en poco tiempo y por una "puerta" privilegiada (la frontera pirenaica) es tal,
que ningún investigador puede soslayarlo a la hora de comenzar su propia pesquisa
sobre exilios del mundo hispánico.

Más allá que a primera vista las diferencias parecen más importantes que las
concordancias, la comparación entre las dos experiencias más significativas de las
respectivas historias de exilios de España y Argentina es urgente si queremos avanzar
en la desnaturalización de sentidos cristalizados, en el perfeccionamiento de nuestras
hipótesis de trabajo y en el descubrimiento de nuevas vías de abordaje y explicación de
nuestro último exilio.

Si los especialistas del exilio queremos aportar a la consolidación de la Historia


Reciente, debemos afinar nuestro instrumental analítico. Y para ello sin duda son de
extrema utilidad tanto el diálogo interdisciplinario, como el trabajo en equipo que abra
la puerta a la comparación rigurosa que nos ayude a extrañarnos frente a nuestra
materia de estudio.

El análisis comparado es indispensable también a la hora de estudiar las formas en que


un acontecimiento es recordado. Mientras España asiste tardíamente a un profundo
debate colectivo y público sobre la memoria de la guerra civil y el franquismo, la
Argentina atraviesa una nueva y activa etapa de recuperación del pasado setentista y
con él, del último exilio político.

Suele afirmarse que la memoria de un hecho está directamente relacionada no sólo con
su magnitud cuantitativa, sino con el grado de afectación de la pirámide social y en no
menor medida con su peso cualitativo. En tal sentido, comparar las características y
dimensiones de los exilios republicano y argentino de la última dictadura quizás arroje
luz sobre los procesos de recordación social, sus alternativas a lo largo de las décadas
y las formas en que las respectivas sociedades han asimilado o no, internalizado o no,
los destierros en sus memorias nacionales.

Considero que una Historia comparada de las memorias sociales de los exilios, sus
contenidos, sus emprendedores, los vectores privilegiados permitirá entender en qué
medida la memoria exílica tiene un lugar dentro de la memoria nacional y si el
divorcio (o cuanto menos las enormes dificultades) para contarnos como argentinos
con exilios y para pensar la última dictadura militar no sólo con campos de
concentración y "desaparecidos", sino también con presos políticos y exiliados, es una
excepcionalidad rioplatense o algo asociado a la condición exiliar (16).

Entre la línea consolidada pero aún incompleta de los capítulos nacionales del último
exilio, y la propuesta de exploración del camino de los estudios comparados - tanto en
el terreno de la experiencias exiliares como en el de sus memorias sociales en las
sociedades de origen y por qué no, de destino -; desde hace poco más de un
quinquenio, una nueva generación de historiadores que en su mayoría vive e investiga
en Argentina, ha comenzado a abrir nuevas sendas temático-problemáticas que si bien
todavía no se han concretado en la publicación de libros, por sus avances
(comunicaciones a congresos, ponencias y artículos de revistas) permiten intuir que
serán aportes significativos para comprender más cabalmente la complejidad del exilio
y de la Argentina de los años setenta (17).

Para concluir, quiero mencionar algunos de los más sugerentes trabajos de esta
novísima Historia del exilio que destacan por sus planteos metodológicos, la
incorporación de nuevos registros fontanales y por su clara inscripción tanto dentro de
la historia de las prácticas violentas del Estado terrorista argentino y de su acción
represiva extraterritorial en coordinación con las otras dictaduras de la región, como
del activismo social y la militancia política revolucionaria de los ´70.

Si los historiadores llevamos muchas décadas reivindicando una Historia problema, no


es menos cierto que el archivo sigue marcando nuestros derroteros. El acceso a fuentes
policiales y de inteligencia militar de varias provincias (DIPBA, Archivo del Servicio
Penitenciario de la provincia de Santa Fe: Virginia Pisarello, Florencia Osuna), la
desclasificación de documentos del Departamento de Estado norteamericano (Melisa
Slatman, Enrique Serra Padrós), la consulta sistemática del "Archivo del Terror" de
Asunción del Paraguay y la creciente exploración de archivos de oficinas y organismos
oficiales de los países de acogida que vigilaban o asistían a los exiliados (Arquivo do
Ministerio da Justiça y do Estado do Rio de Janeiro; Archivo del Departamento de
Inmigración de la Agencia Judía Instituto Nacional de Migración de México) suman
y/o complejizan las lecturas del exilio más extendidas y muy centradas en la
perspectiva de los protagonistas y en el rescate de sus memorias vía entrevistas
personales.

El hecho de que un número importante de jóvenes investigadores de la militancia


armada y no armada llegaran al capítulo del exilio está permitiendo recuperar con más
nitidez la condición del exiliado como actor político, matizando la pregnancia que
hasta ahora había tenido su condición de afectado o de "víctima" de la represión
(María Florencia Osuna y Martín Mangiantini sobre el PST, Mario Ayala sobre el
Partido Radical).

En resumen, tanto las investigaciones que permiten reconstruir la concatenación de


acciones violentas que en la dinámica del Estado terrorista incluyó secuestro,
detención ilegal, existencia de centros clandestinos, desaparición, blanqueo y
aplicación discrecional e intermitente del derecho de opción de salir del país para los
presos a disposición del PEN (Virginia Pisarello sobre presos políticos y
"opcionados"); como aquellas ancladas en las prácticas, valores e ideales de militancia
política y que muestran que el exilio se convirtió en los años ´70 en una alternativa
para el militante, están contribuyendo con fuerza a situar al exilio en la
historia/Historia reciente, en detrimento de otros marcos de lectura, a saber el de la
Historia social de las migraciones, de la fuga de talentos o del exilio intelectual .

Notas

* Silvina Jensen. Doctora en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona.


Actualmente, vive en Bahía Blanca, donde se desempeña como Profesora de Historia
de la Historiografía y Metodología de la Investigación Histórica en el Departamento de
Humanidades de la Universidad Nacional del Sur y es investigadora del CONICET.
Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas y varios libros, entre
otros La huida del horror no fue olvido.

El exilio político argentino en Cataluña (1973-1983) (Editorial Bosch, Barcelona,


1998), La provincia flotante. Historia de los exiliados argentinos de la última
dictadura militar en Cataluña (1976-2006) (Casa Amèrica Catalunya, Barcelona,
2007) y Los exiliados. La lucha por los derechos humanos durante la
dictadura (Buenos Aires, Sudamericana, 2010). En coautoría destacan los Exilios.
Destinos y experiencias bajo la dictadura militar junto a Pablo Yankelevich (Libros
del Zorzal, Buenos Aires, 2007) y Presència catalana al món junto a Oriol Dueñas y
bajo la dirección de J.M. Solé i Sabaté y A. Segura i Más (Barcelona, Generalitat de
Catalunya, 2008).

(1) Me refiero a la Nueva Historia de la Nación Argentina (editorial Planeta) de la


Academia Nacional de la Historia dirigida por Víctor Tau Anzoátegui, 10 tomos que
abarcan desde la "Argentina aborigen" hasta 1983 y a la Nueva Historia Argentina de
Editorial Sudamericana, coordinada por Juan Suriano, 10 tomos que incluyen desde la
etapa colonial hasta 2001.

(2) Para este tema, véase: Rubinich, Lucas. 1985 "Retrato de una generación ausente",
en: Punto de Vista, Abril, nº 25; Romero, Luis Alberto. 1996 "La historiografía
argentina en la  democracia: los problemas de la construcción de un campo
profesional", en: Entrepasados, año V, nº 10; Cibotti, Ema. 1994 "La recente
storiografia argentina. Il contributto di una "generazione assente. 1983-
1993". Ventesimo Secolo, Maggio-Dicembre, Anno IV, nº 11-12; Palacio, Juan. 2002
"Una deriva necesaria. Notas sobre la historiografía argentina de las últimas décadas",
en: Punto de Vista, 2002, nº 74.

(3) Véase, por ejemplo: Lattes, Alfredo y Oteiza, Enrique (Coords.). 1987 Dinámica
migratoria argentina (1955-1984): democratización y retorno de expatriados . Bs As,
CEAL, 2 vols;

(4) Entre los hitos que reflejan el progreso de la institucionalización de la Historia


Reciente en Argentina en el último quinquenio, podemos mencionar: 1. Desde 2003 se
celebran en el país las Jornadas Nacionales de Historia Reciente, cuya primera sede
fue la Universidad Nacional de Rosario, 2. En 2007, se creó la Red Interdisciplinaria
de Estudios sobre Historia Reciente en Argentina (RIEHR), 3. En las últimas cinco
ediciones de las Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia ( 1999-2007), las
mesas sobre Historia Reciente han manifestado un creciente presencia; 4. En 2008, vio
la luz la primera revista electrónica - Páginas - dedicada a la Historia Reciente editada
por la UNR, 5. En mayo de 2009, varios historiadores argentinos promovieron la
creación de la sección de Historia Reciente en LASA; 6. Desde hace un quinquenio
comenzaron a publicarse los primeros textos en los que historiadores que exploran los
fundamentos teórico-metodológicos del campo de estudios. Entre ellos podemos
mencionar Carnovale, Vera, Lorenz, Federico y Pittaluga, Roberto (comps.).
2006 Historia, Memorias y Fuentes Orales. Bs As, Memoria Abierta/Cedinci Editores;
Franco, Marina y Levín, Florencia. 2007 Historia reciente. Perspectivas y desafíos
para un campo en construcción. Bs As, Paidós; Mudrovcic, María Inés (edit.).
2009Pasados en conflicto. Representación, mito y memoria . Buenos Aires, Prometeo;
y Figallo, Beatriz y Josefa García de Ceretto. 2009 La Historia del Tiempo presente.
Historia y epistemología en territorios complejos. Bs As, Dunken. Asimismo, resultan
insoslayables los aportes analíticos y metodológicos volcados en los 12 volúmenes de
la serie Memorias de la represión de Editorial Siglo XXI, producto del programa de
formación e investigación dirigido por Elizabeth Jelin, Eric Hershberg y Carlos Iván
de Gregori

(5) Pese a carecer aún de una institucionalización sólida - existencia de cátedras sobre
el exilio, de organizaciones o redes formales que congreguen a especialistas y/o
revistas centradas en el tema editadas en el país -, desde al menos hace una década se
observa un consistente interés entre los historiadores que se expresa en la aparición de
números monográficos sobre el exilio en revistas especializadas ( América Latina
Hoy, Salamanca, Agosto de 2003, vol. 34; Sociedad, Bs As, nº 25, 2006; Estudios
Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Tel Aviv, Vol. 20, n. 1, enero-junio
2009), en la organización de jornadas o congresos cuya temática destacada en el
último destierro ( III Jornadas de la Historia de las Izquierdas: exilios políticos
argentinos y latinoamericanos, CEDINCI, Buenos Aires, 4-6 Agosto  2005; Encuentro
sobre exilios, migraciones y destierros, "BAJO LA LLUVIA AJENA", Museo de la
Memoria de Rosario, 8-10 de Agosto de 2007; el Seminario Internacional "Caminhos
Cruzados. História e memória dos exílios latino-americanos no século
XX", Universidade Federal Fluminense y Núcleo de Estudos Contemporâneos, Río de
Janeiro, 8-10 de Junio de 2009) y en la multiplicación de mesas temáticas sobre los
exilios en los principales congresos tanto de Historia Reciente, como otros más
generales y que marcan la agenda de la disciplina. Por caso, las Jornadas
Interescuelas/Departamentos de Historia que desde 2005 y hasta ahora han sumado
mesas sobre el último exilio político.

(6) En el último cuarto de la década del ochenta del siglo pasado, en España, la
antropóloga Margarita del Olmo Pintado iniciaba un estudio pionero sobre la colonia
argentina de Madrid, apuntando a comprender el proceso de construcción, crisis y
reconstrucción de la identidad cultural: La construcción cultural de la identidad:
emigrantes argentinos en España. Madrid: Universidad Complutense, 1990. En 2003,
fruto de aquella investigación publicó La utopía en el Exilio . Madrid: CSIC, 2003. A
través de 18 relatos de argentinos exiliados retornados o no a su país de origen, del
Olmo pretendía contar, desde las experiencias singulares y únicas, una historia
polifónica de lucha política, violencia represiva y contacto cultural.

(7) Más allá del clásico y pionero libro La Argentina exiliada de Daniel Parcero,
Diego Dulce y Marcelo Helfgot (Bs As, Centro Editor de América Latina, 1985), que
reunía 19 testimonios de políticos, intelectuales, sindicalistas y artistas que salieron del
país como consecuencia de la violencia política, la injusticia y la ausencia de
libertades; las memorias del exilio en Argentina - en forma de testimonios, apuntes
biográficos, autobiografías, entrevistas, textos polémicos, etc. - reconoce un
importante incremento a partir de 1996 y sobre todo desde 2001. Sin pretensión de
exhaustividad, entre los libros testimoniales publicados desde mediados de los ´90,
libros centrados en el exilio o donde el exilio aparece conectado al recuerdo de la
militancia y la apuesta revolucionaria setentista o al accionar represivo sobre
colectivos sociales o políticos, podemos mencionar Diana, Marta. 1996 Mujeres
Guerrilleras. La militancia de los setenta en el testimonio de sus protagonistas . Bs
As, Planeta; Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín. 1998 La Voluntad. Una historia de
la militancia revolucionaria en la Argentina, 1976-1978. Bs As, Norma, tomo III;
Blaustein, Eduardo y Zubieta, Martín. 1998 Decíamos ayer. La prensa argentina bajo
el Proceso . Bs As, Colihue; Cox, David. 2002 En honor a la verdad. Memorias desde
el exilio de Robert Cox . Bs As, Colihue; Bernetti, Jorge L. y Giardinelli, Mempo.
2003 México, entre exilios . Bs As, UNQ; Carzole, Cacho. 2006 Tributo a Naviante.
Escuela de Militancia.Bs As, Imago Mundi, entre otros. También se reeditaron
Graham Yoll, Andrew. 1999 Retrato de un exilio . Bs As, Sudamericana; Ulanovsky,
Carlos. 2001Seamos felices mientras estamos aquí. Pequeñas crónicas del exilio. Bs
As, Sudamericana; Gelman, Juan y Bayer, Osvaldo. 2006 Exilio . Bs As, Planeta; Cox,
David 2010 Guerra sucia, secretos sucios. Bs As, Sudamericana, entre otros.
Asimismo, se publicaron varias compilaciones de testimonios de desterrados, a saber:
Barón, Ana, Carril, Bonifacio del y Gómez, Albino. 1995 Por qué se fueron.
Testimonios de argentinos en el exterior . Bs As, Sudamericana; Gómez,
Albino. Exilios (Porqué volvieron). 1999 Rosario: Homo Sapiens; Boccanera, Jorge.
1999 Tierra que anda. Los escritores en el exilio. Bs As, Ameghino, y Guelar, Diana,
Jarach, Vera y Ruiz, Beatriz. 2002 Los chicos del exilio . Bs As, Ediciones El País de
Nomeolvides.

(8) Merece destacarse el proyecto "Refugio a la democracia. La experiencia del exilio


latinoamericano en México" (UMAM-INAH) dirigido por Eugenia Meyer y Pablo
Yankelevich de recuperación de la memoria de los exilios conosureño,
centroamericano y caribeño. De esta iniciativa han surgido varios artículos y
presentaciones a congresos y dos libros clave como son: Yankelevich, Pablo (coord.).
1998 En México, entre exilios. Una experiencia de sudamericanos. México, Plaza y
Valdés Editores y Meyer, Eugenia y Salgado, Eva. 2002 Un refugio en la memoria. La
experiencia de los exilios latinoamericanos en México. México, Océano.

(9) Ejemplo de esta lógica son los proyectos dirigidos por Guillermo Mira, historiador
argentino radicado en España desde finales de los años ´80: "Recepción y
consecuencias del exilio argentino y uruguayo en la España de la transición", (2000-
2003) y " Del exilio español en América al exilio latinoamericano en España:
tradiciones intelectuales, redes sociales e intercambios culturales entre España,
Argentina y Uruguay", (2004-2007), Universidad de Salamanca.

(10) Como ejemplos de enfoques centrados en la cultura exiliada o en biografías de


figuras de renombre del campo de las letras, las artes o las ciencias en el destierro, para
el caso del exilio republicano español, véase Matamoro, Blás. 1982 "La emigración
cultural española en Argentina durante la posguerra de 1939", en: Cuadernos
Hispanoamericanos, Madrid, Junio, n° 384; Nº especial dedicado al exilio republicano
de Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, n°473/474, Noviembre/Diciembre 1987;
Manent, Albert. 1989 La literatura catalana a l´exili. Barcelona, Curial; De
Sagastizabal, Leandro. 1991 "Editores españoles en el Río de la Plata", en: Clementi,
Hebe (Coord.). Inmigración española en la Argentina . Bs As, Oficina Cultural de la
Embajada de España; Naharro Calderón, J. M. (Coord.). 1991 El exilio de las Españas
de 1939 en las Américas: ¿Adónde fue la canción? Barcelona, Anthropos; Zuleta,
Emilia de. 1999 Españoles en Argentina. El exilio literario de 1936 Bs As, Atril;
Llorens, Vicente. 2006 Estudios y ensayos sobre el exilio republicano de
1939, Sevilla, Biblioteca del Exilio.

(11) Entre los investigadores que vienen realizando importantes contribuciones sobre
aspectos de los capítulos nacionales del último exilio, vale referir para México, además
de las investigaciones de Eugenia Meyer y Pablo Yankelevich, las de Inés Rojkind y
Cecilia Lesgart; para Italia, María A Bernardotti y Bárbara Bongiovani; para España,
Guillermo Mira, Susana Schmidt, Joaquin Baeza,Patricia Marengui y Laura Pérez;
para los EEUU, Pablo Pozzi y Benedetta Calandra; para Suecia, María Lujan Leiva y
Brenda Canelo; para Brasil, Samantha Quadrat. De Israel se han ocupado Luis Roniger
y Mario Sznadjer, autores del ya citado The Politics of Exile in Latin America que
constituye sin duda el primer estudio sistemático del exilio político en el continente
americano. Conocemos además avances sobre el exilio argentino en Venezuela (Mario
Ayala), Colombia (María Florencia Osuna) y Australia (Cecilia Azconegui).

(12) En orden cronológico y excluyendo artículos, podemos citar Jensen, Silvina


1998 La huida del horror no fue olvido. El exilio político argentino en Cataluña
(1976-1983 ). Barcelona, Editorial Bosch-COSOFAM; Yankelevich, Pablo (Comp.).
2004 Represión y destierro. Itinerarios del exilio argentino . La Plata, Al Margen;
Yankelevich, Pablo y Jensen, Silvina (Comps). 2007 Exilios. Destinos y experiencias
bajo la dictadura militar. Bs As, Libros del Zorzal; Jensen, Silvina 2007 La provincia
flotante. Historia de los exiliados argentinos de la última dictadura militar en
Cataluña (1976-2006). Barcelona, Fundació Casa Amèrica Catalunya y Franco,
Marina. 2008 El exilio. Argentinos en Francia durante la dictadura militar : Bs As,
Siglo XXI.

(13) Como excepción cabe mencionar el libro compilado por Clara Lida, Horacio
Crespo y Pablo Yankelevich (Comps.) Argentina, 1976. Estudios en torno al golpe de
estado (México, El Colegio de México, 2007) que tiene un capítulo dedicado a "Exilio
y dictadura" que sintomáticamente está escrito por Pablo Yankelevich. El éxito de
ventas del libro aseguró una edición en Buenos Aires en 2008.

(14) Como ejemplo de los escasos trabajos comparados de los exilios rioplatenses de
los ´70, véase: Rodriguez de Ita, Guadalupe 1999 "Experiencias de asilo registradas en
las embajadas mexicanas", en: Dutrénit Bielous, Silvia y Guadalupe Rodríguez de Ita
(Coords.) Asilo diplomático mexicano en el Cono Sur. México, Instituto Mora y
Jensen, Silvina y Enrique Coraza. 2009 "Los pioneros de la inmigración
latinoamericana a España: exiliados uruguayos y argentinos", en: Escrivá, Ángeles,
Anastasia Bermúdez y Natalia Moraes (Eds). Migración y participación
política. Córdoba, CISC.

(15) En esta línea véase Lida, Clara 2002 "Enfoques comparativos sobre los exilios en
México: España y Argentina en el siglo XX, en: Yankelevich, Pablo (Coord.). México,
país refugio. La experiencia de los exilios en el siglo XX . México, Plaza y Valdés.
(16) Sobre memorias sociales de los exilios sudamericanos de los setenta y español
republicano, véase entre otros: Ferríz Roure, Teresa 2004 "Las miradas del retorno",
en: Migraciones y Exilios, Madrid, nº 5; Sánchez Cuervo, Antolín 2004 "Exilio
español y razón anamnética. Tres esbozos", en:Migraciones y Exilios, nº 5; López,
Helena 2004 "Exilio, memoria e industrias culturales: esbozo para un debate",
en: Migraciones y Exilios, nº 5; Faber, Sebastián 2004 "Entre el respeto y la crítica.
Reflexiones sobre la memoria histórica en España", en: Migraciones y Exilios, nº 5;
Alted, Alicia 2005 "Pervivencia de la memoria del exilio en la España democrática",
en: La voz de los vencidos. El exilio republicano de 1939. Madrid, Aguilar; Allier
Montaño, Eugenia 2008 "Memoria: una lenta y sinuosa recuperación", en: Dutrénit
Bielous, Silvia, Eugenia Allier Montaño y Enrique Coraza de los Santos.Tiempos de
exilios. Memoria e Historia de españoles y uruguayos . Colonia Suiza, Textual;
Jensen, Silvina. 2008 "¿Por qué sigue siendo políticamente incorrecto hablar de exilio?
La dificultosa inscripción del exilio en las memorias del pasado reciente argentino
(1983-2007)", en: Páginas. Revista Digital de la Escuela de Historia, Facultad de
Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, nº 1, año I, mayo-agosto;
Jensen, Silvina. 2008 "L'oblit de l'exili", en: Solé i Sabaté, Josep María y Joan
Villarroya (Dirs.). La transició a Catalunya, Barcelona, Critèria SCCL, vol 1.

(17) Esta producción circula mientras la temperatura del debate público sobre el exilio
parece haberse elevado. Vease el monográfico "La marca del exilio", en "Ñ",
C larín, Bs As, 22/3/2008; la compilación de las polémicas de Osvaldo Bayer
realizada por Fabián D´Aloisio y Bruno Nápoli ( Entredichos. Osvaldo Bayer. 30 años
de polémicas . Bs As-Barcelona: La Ochava Ediciones/Casa Amèrica Catalunya,
2008). Asimismo, cabe mencionar las referencias al exilio en el debate sobre la
violencia de la revista La Intemperie ( No matarás. Sobre la responsabilida d.
Córdoba, ediciones del Cíclope, 2007 y en los subproductos en torno a ella (Vezzetti,
Hugo. 2009 Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos . Bs As, Siglo
XXI). Recordemos además que durante el gobierno de Néstor Kirchner se recuperó el
proyecto de ley de reparación del exilio presentado en 1998 por el diputado Marcelo
López Arias. Si bien, aún está pendiente de aprobación, entre 2004 y el presente se han
elaborado nuevos proyectos que han vuelto a traer a debate no sólo si los exiliados
fueron "víctimas" y actores de la lucha antidictatorial o si el destierro fue una práctica
contemplada en la Doctrina de la Seguridad Nacional, sino que han planteado que la
reparación al exilio exterior no debe hacer olvidar a los exiliados internos, que sin
haber sufrido la fractura de perder su cultura, tuvieron que vivir en silencio, bajo
censura e incluso perdiendo trabajo y profesión.

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SZNAJDER, Mario y Luis RONIGER. 2009 The Politics of Exile in Latin


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TRAVERSO, Enzo. 2000 "Reflexiones sobre el exilio y la violencia en el siglo XX",


en: Espacios, Buenos Aires, nº 26.

TREBITSCH, M. 1998 "El acontecimiento, clave para el análisis del tiempo presente",
en: Cuadernos de Historia Contemporánea, Madrid, nº 20.

Publicaciones referidas

Clarín, Bs As

Reencuentro, Bs As

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