Protocolo Rehabilitacion Humedales 0
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Yerly Useche
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Gabriel Guillot Monroy
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Efectos de las líneas de transmisión eléctrica sobre la vida silvestre colombiana View project
Movimientos, uso de hábitat, cría y crecimiento de Porphyriops melanops bogotensis, subespecie amenazada, en el norte la Sabana de Bogotá View project
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CAPÍTULO 3
LA RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN
ECOLÓGICA DE HUMEDALES
Humedal de Santa María administrado por la Secretaría Distrital de Ambiente. Thomas McNish.
/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN CENTROS URBANOS
El desarrollo de los planes de saneamiento por parte de la EAAB, consistentes en la separación de las
aguas negras y lluvias, mediante la conducción por tubería de las primeras hacia las plantas de tratamiento
posiblemente ocasionará en los humedales situaciones de estrés hídrico en las épocas más secas lo que
plantea la necesidad de analizar alternativas para el suministro de agua, con cierta calidad, al sistema de
humedales que podría provenir de las siguientes fuentes:
- Aguas lluvias recogidas por la superfi cie pavimentada de las grandes vías y las provenientes de
los barrios vecinos que brinden cierta seguridad de no tener conexiones erradas. Sin embargo, se debe
observar para su tratamiento previo, que el primer “barrido” o aporte de este tipo de aguas presenta altos
niveles de contaminación. En este caso se aprovecharía la capacidad de recolección de aguas lluvias que
tienen los espacios pavimentados para orientar esas aguas directamente al humedal o hacia los reservorios
o lagunas a los cuales se hace referencia más adelante, con el objeto de mejorar la calidad de agua de los
mismos y contribuir al mantenimiento de un balance hídrico positivo en el sistema de humedales. Esta
modalidad puede establecerse en todos ellos, dado que de una u otra forma están siendo atravesados por
grandes vías y se debería recomendar que dentro del diseño de las mismas se incluyera este tipo de obras
que bien pudiera ser considerada como de compensación por los impactos que ellas generan.
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SECRETARÍA DISTRITAL DE AMBIENTE /
- Aguas tratadas en la segunda fase de desarrollo de las plantas de tratamiento como la del Salitre
o por establecer en la desembocadura de los ríos Fucha y Tunjuelo. Como se ha mencionado
anteriormente, es razonable suponer que luego de entrar en marcha el plan de saneamiento planeado por
la EAAB que posibilitará la descontaminación paulatina de todo el sistema de humedales distritales, se
podrán presentar situaciones de estrés hídrico en estos ecosistemas, que tendrían implicaciones severas
sobre el proceso de recuperación.
Por esta razón, una de las opciones podría ser la de aprovechar el agua que saldría de las plantas de
tratamiento y que en el caso de la del Salitre, tendría un caudal del orden de 4m3/sg. Estas aguas en su
primera fase de tratamiento salen en un estado de tratamiento primario, es decir con un retiro únicamente
de sólidos suspendidos. Por lo tanto, la recirculación propuesta solamente debe llevarse a cabo cuando se
surta el proceso de tratamiento previsto para la segunda etapa.
- Irrigar, mediante estructuras, aguas del río Bogotá. Esta posibilidad de aporte de agua para los
humedales, solamente debería implementarse en la medida que se asegure una adecuada calidad de la
misma, como resultado de los procesos de descontaminación previstos; sin embargo, es necesario
desarrollar una metodología para estudiar la capacidad que posee un humedal para mitigar los aportes de
material contaminante, con el fi n de prever la calidad del agua.
- Aguas subterráneas obtenidas de pozos profundos. Esta podría ser otra alternativa de suministro
de agua para los humedales; sin embargo, sobre el uso de este recurso existe incertidumbre en las
consecuencias que pueda producir sobre los suelos y acuíferos de la sabana opción que requiere el análisis
de factibilidad técnica y fi nanciera.
Otras acciones que contribuyen a garantizar una adecuada irrigación hídrica de los humedales son: -
Separación de las aguas lluvias y aguas negras de los alcantarillados d e los barrios aledaños al humedal
o que se encuentran en la microcuenca aferente, con el fi n de poder dirigir los colectores pluviales hacia el
humedal y las aguas negras conducirlas hasta las plantas de tratamiento. - La construcción de obras
hidráulicas que canalicen las aguas lluvias hacia el humedal por medio de estructuras de alivio y
descarga. Esto permite que los colectores combinados en eventos de lluvia, descarguen los excesos en
condiciones de mejor calidad a los canales de aguas lluvias o a los cuerpos hídricos. - Eliminación de los
drenajes o bombeos c onstruidos con el fi n de desecar el humedal para aumentar áreas de pastoreo. El
drenaje de los humedales para su desecamiento es una práctica generalizada y obedece a decisiones de
particulares que las llevan a cabo de manera unilateral para benefi ciarse. La primera actividad a efectuar
es realizar un inventario actualizado de los drenajes, canales y acequias, determinando su ubicación y
capacidad hidráulica, lo cual permitiría establecer el criterio para priorizar las decisiones de intervención
en los humedales.
Uno de los aspectos más complejos en la recuperación de los humedales se refi ere a la restitución
del espejo de agua perdido a causa de las alteraciones del régimen hídrico del humedal por colmatación
natural, dragados, rellenos, drenajes, etc. La importancia de recuperar estos espejos de agua está en abrir
espacio físico para el desarrollo de vegetación fl otante cuando la columna de agua es sufi cientemente
clara y profunda (mayor a 50 cm.). Al ampliar el espejo de agua se posibilita el desarrollo de vegetación
sumergida y semisumergida (Hyphydata, Mesopleustophyta) que constituye a su vez un buen hábitat
para macroinvertebrados importantes en la dieta de la avifauna.
Cuando la hidrología del humedal incluye crecidas de caudal por eventos extraordinarios de lluvia,
la formación de espejos de agua se da espontáneamente por arrastre masivo de vegetación y materiales
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/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN CENTROS URBANOS
Uno de los problemas recurrentes en todos los humedales de Bogotá es la acumulación de basuras,
que se convierten, generalmente, en botaderos dentro del humedal. La medida de remediación consiste en
su remoción total y la medida de control es limitar el acceso libre al humedal por su perímetro por medio
de un cerramiento completo.
Otra fuente de residuos sólidos proviene del arrastre a través de los afl uentes en relación con lo cual
las medidas de control pueden consistir en la instalación de mallas o rejillas de retención, trampas de
basuras, sedimentadores o desarenadores ubicados en los sitios de entrada de los afl uentes al humedal.
Estas estructuras requieren mantenimiento periódico para garantizar que cumplan adecuadamente con su
función en las épocas de lluvias, cuando las crecidas pueden efectuar arrastres más frecuentes y masivos
(Figura 3.1). En el caso de existencia de actividad minera (areneras, gravilleras, concreteras, etc.) en la
microcuenca aferente al humedal esta alternativa puede disminuir substancialmente las tasas de
sedimentación general aportada por los afl uentes.
Figura 3.1. Arrastre de residuos sólidos por un afl uente al humedal
Tibanica (izquierda). Aplicación de una técnica artesanal me diante mallas y recolección permanente para contención y control
de residuos sólidos en el humedal La Conejera provenientes de un colector (derecha). David Rivera
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SECRETARÍA DISTRITAL DE AMBIENTE /
Este aspecto se refi ere al conjunto de actividades que se desarrollan para adecuar la geometría del
humedal a una situación que permita un máximo de diversidad del hábitat. La organización espacial de zonas
de manejo en el eje transversal de un humedal se representa en la Figura 3.2.
Figura 3.2. Perfi l generalizado de los tipos estructurales de vegetación acuática y semiacuática en un humedal con geometría
bien conformada. Schmidtt -Mumm, 1998.
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/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN CENTROS URBANOS
generar confl ictos sanitarios. Estas islas solamente se deben construir utilizando material proveniente del
propio humedal, como resultado de las remociones locales de rellenos o sedimentos no peligrosos. - Confi
guración de la línea litoral: la diversidad de los hábitats en el humedal se ve estimulada al aumentar el área
efectiva de la zona litoral del humedal. Por otra parte, el tiempo de residencia del agua se maximiza si la línea
litoral se hace irregular con bahías y penínsulas, mejorando así la capacidad de irrigación efectiva de toda la
superfi cie del humedal, así como el aporte de nutrientes y materia orgánica. En toda situación relacionada con
esta actividad se depende de manera absoluta del conocimiento detallado de la hidrología y la batimetría del
humedal.
- Remoción de rellenos: esta es una actividad de alto impacto, que solo puede ser adelantada en
situaciones locales donde se requiera para aumentar de manera signifi cativa el área de un humedal muy
reducido o fragmentado. Debe tenerse en cuenta también que la alternativa para estos terrenos puede ser el
incrementar el área de la ronda y mantener una barrera efectiva contra la inundación de las áreas urbanas ya
establecidas.
- Remoción de Sedimentos: en algunas situaciones puede considerarse necesaria esta actividad de
recuperación pero deben tenerse en cuenta una serie de riesgos inherentes a la redisolución y la
resuspensión de elementos y compuestos contaminantes peligrosos, acumulados por largo tiempo en la
masa de sedimentos. Por otra parte, se plantea la problemática de disposición de masas considerables de
materiales. Para esto se requiere conocimiento detallado tanto de la distribución como de la constitución fi
sicoquímica de los sedimentos, así como de la hidrología, en la zona de infl uencia del humedal.
Una de las estrategias recomendadas es la recuperación del volumen del vaso de los humedales
dentro del área establecida como “zona del humedal” y que para cada caso deberá ser debidamente
cartografi ada. No obstante, es necesario determinar cuál es la magnitud de remoción de sedimentos y
material de relleno a evacuar, tarea para la cual se requiere adelantar trabajos de topografía, batimetría y
de caracterización física, química y biológica, determinando el espesor de la capa que se deberá remover,
la forma de hacerlo y consecuentemente los costos que ello acarrearía.
En lo referente al destino que deben tener los materiales extraídos es necesario diferenciar entre los
sedimentos transportados por las diferentes corrientes de agua que llegan a los humedales (quebradas,
canales de aguas lluvias y cañerías de aguas servidas, etc.) y los rellenos hechos intencionalmente con
tierra y escombros de construcción.
En el primer caso, es necesario establecer previamente las características de su composición química y
bacteriológica, por cuanto pueden presentar altos niveles de toxicidad y en dado caso, su manejo y
posterior disposición, debe ser objeto de especiales cuidados y controles ambientales. En el segundo caso,
el tipo de material no presenta ningun limitante ambiental para ser depositado en áreas específi cas de
depósito de escombros del Distrito.
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SECRETARÍA DISTRITAL DE AMBIENTE /
Durante la fase del retiro de los sedimentos, el componente hídrico del humedal experimentará
cambios de baja magnitud y, a corto plazo, en la velocidad de fl ujo de caudales y variaciones en algunos
atributos fi sicoquímicos como turbidez, oxígeno y otros elementos disueltos y disponibles en la columna
de agua, para reducir al máximo estas variaciones es necesario establecer obras de prevención y
mitigación de los impactos derivados como:
- Disminuir y en la medida de lo posible, confi nar dentro de jarillones el desprendimiento de
material particulado que pueda aumentar la turbidez por suspensión a lo largo de la columna de agua. -
Implementar un sistema de manejo hidráulico, que permita que las obras de retiro de sedimentos y
reconformación hidrogeomorfológica se realicen lo más rápidamente posible y que afecten de manera leve
y controlada los caudales de tránsito interno en el humedal.
- Desarrollar obras de contención hidráulica temporal que aseguren un llenado rápido de las áreas
del cauce sujetas a intervención.
- Evitar que tanto los operarios como la maquinaria del proyecto puedan afectar las características fi
sicoquímicas del agua que corre sobre el cauce del humedal.
En el área de infl uencia de las actividades en los frentes de ejecución de obras de retiro de
sedimentos y reconformación hidrogeomorfológica del cauce se deben mitigar impactos como: - Aporte
de partículas en suspensión en la columna de agua, corriente abajo de los puntos de intervención.
- Aporte de sustancias contaminantes al cauce, que sean generados durante la ejecución de las obras.
- Generación de obstáculos que a largo plazo puedan llegar a alterar de forma negativa el caudal de paso
que alimenta al humedal.
En la Tabla 3.1, se presenta las principales actividades que se deben considerar durante las obras de
remoción de sedimentos en el humedal, las cuales en lo posible, deben ser efectuadas con maquinaria
liviana:
Establecimiento Durante las obras se adecuará una de estas Estas estructuras estarán conformadas con
de estructuras de estructuras y al fi nal de las obras se desinstalará arcillas hidrosaturadas colocadas en sacos
embalsamiento. para que sea reemplazada por otra ubicada sobre de fi que.
el rebosadero del Humedal cuya función fi
nalizará una vez se haya estabilizado el sistema.
Establecimiento Durante la ejecución de las obras de Son jarillones que se retiran una vez
de estructuras de encerramiento de las áreas en las que van a culmine la fase de retiro de sedimentos.
contención temporal. extraerse sedimentos.
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ZONA DE INUNDACIÓN
PERMANENTE
ZONA LITORAL TRANSICIONAL
RONDA DEL HUMEDAL
Figura 3.4. Perfi l esquemático de zonas transversales en un humedal tipo. Para lograr los objetivos de recuperación de un
humedal, la conformación de su perfi l transversal debe tratar de ampliar al máximo la zona transicional litoral, acercándose en
lo posible a una proporción del 70% de zona litoral por 30% de zona de espejo, no obstante estas proporciones sugeridas deben
ajustarse a la morfología detallada de cada humedal y a su régimen de caudales y niveles.
REGENERACIÓN NATURAL
Esta asegura una confi guración espacial y estructural “natural”, para lo cual los bancos de semillas
que permanecen viables por largos períodos de tiempo son los apropiados para usar. Por otro lado, la
regeneración natural sin este banco local puede ser exitosa sólo si se mantienen los mecanismos de
dispersión y los pulsos de fl uctuación del agua. Sin embargo, la regeneración natural presenta algunas
limitaciones que defi nen el potencial de recuperación o rehabilitación:
- Los sitios aislados tienen baja probabilidad de tener semillas viables de diferentes especies para
iniciar y sostener una revegetalización efectiva.
- Cuando los niveles de depredación herbívora de semillas y competencia son altos, la regeneración
natural será más azarosa y puede conducir a invasiones por plantas no deseadas. - Los hábitat
fragmentados no permiten la dispersión desde bancos distantes y la recolonización puede quedar muy
empobrecida tanto en cantidad como en variedad de especies.
Por lo tanto, el grado de alteración y fragmentación de un humedal estaría indicando qué tipo de
revegetalización debe llevarse a cabo. Una vez seleccionada, los principales problemas a resolver son: -
Reconexión de los canales hídricos y de dispersión.
- Recuperar el régimen hidráulico natural, incluyendo las fl uctuaciones estacionales de agua.
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/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN CENTROS URBANOS
REVEGETALIZACIÓN
Esta se fundamenta en el enriquecimiento de áreas con vegetación nativa para asistir el proceso de
rehabilitación o recuperación del ecosistema. Se pueden distinguir varias etapas en este proceso: -
Preparación del sitio
•A
justar el gradiente de suelo.
•U
tilizar enmiendas orgánicas para enriquecimiento de los suelos con base en los resultados de
evaluación física y química.
•M
antener la sufi ciente humedad en el área por medio de jarillones temporales.
•D
onde el banco de semillas deba ser removido, se debe reaplicar este material en la depresión. •
Las especies nodrizas pueden ser plantadas para prevenir la invasión de especies no deseables,
estas proveen de sombra, materia orgánica por el aporte de hojarasca y previenen la alta
competencia de pastos heliófi los.
- Siembra de Semillas: es importante conocer las condiciones específi cas de germinación de las
especies involucradas, además, debe tenerse en cuenta que algunas especies pueden crecer lentamente
siendo poco competitivas frente a especies anuales o perennes. Sobre este tema deben desarrollarse
investigaciones que permitan conocer el comportamiento de los bancos de semillas y los requerimientos
para su desarrollo y crecimiento, pues acerca del tema existe poca información.
- Revegetalización: existe una gama de métodos de propagación de la vegetación acuática y
semiacuática que deben aplicarse de acuerdo a las condiciones locales y particularidades de cada humedal.
En sitios muy disturbados el restablecimiento de la vegetación de un humedal debe ser facilitado por
intervención planifi cada.
La revegetalización puede ser usada total o parcialmente en ciertos sitios, dependiendo de la riqueza
de especies con semillas del tamaño y estado del banco de propágulos y el grado de interconexión con
sitios intactos que presenten tipos de vegetación similares. La mayoría de las especies tienen diferentes
tolerancias para subsistir en los diversos niveles de agua en los estados de semilla, plántula y adultos,
tendiendo a ser más tolerantes en cuanto más maduro es su estado.
Dependiendo del tipo de reproducción y la tolerancia en cada estado deberá seleccionarse el
probablemente más exitoso para cada especie que se desee rehabilitar. De acuerdo con la composición fl
orística inicial, las primeras especies a establecerse son las dominantes del sitio y, con el tiempo, por
procesos de dispersión y efectos de disturbios locales controlados podrá lograrse mayor diversidad.
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regeneración por rizomas han presentado mejores resultados al cortar fragmentos internodales y dejándolos fl
otar en el agua hasta que rebroten y luego replantar.
- Las Ciperáceas no suelen establecerse bien desde semilla in situ, las semillas deben ser plantadas en
planos fangosos en sitios protegidos y se trasladan, posteriormente, al sitio seleccionado luego de cierto tiempo
o por propagación vegetativa.
- Las plantas tomadas con raíces se deben trasplantar inmediatamente manteniéndolas húmedas.
Dependiendo de la velocidad de crecimiento de la especie, se siembran los bloques o plántulas dejando 0.5 a 1 m
de distancia entre ellos con el objeto de minimizar la interferencia en el crecimiento.
- Las plantas enraizadas pueden sembrarse en bolsas de algodón y se colocan alrededor de 10 cm. de
profundidad dentro del agua, en cuadrantes de 2 x 4 con alambre y malla. Un factor muy importante es
mantener el nivel del agua más o menos estable, pues se puede perder la viabilidad de las semillas o de las
plántulas.
- Durante el proceso de crecimiento de las plántulas o germinación de semillas, los herbívoros representan
una gran amenaza para el éxito de la revegetalización. Para controlar los herbívoros se establecen
encerramientos o pequeños jarillones con una conexión para el paso del agua y así evitar el acceso de animales a
las plántulas.
La información acerca de los modos de germinación es desconocida para la mayoría de los géneros de
macrófi tas acuáticas y semiacuáticas, además, existen variaciones en la respuesta a los diferentes modos de
germinación de la especie y, por tanto, es indispensable adelantar una investigación correspondiente.
- En los islotes: son utilizados generalmente como refugios para aves y para el establecimiento de especies
emergentes de porte alto y medio. Se presentan dos propuestas para la distribución de las especies en el islote a
partir de la Tabla 3.2, así:
- Establecimiento de una zona de protección juncoide contra la arremetida del fl ujo de agua y
posteriormente el establecimiento de formas graminoides y herbáceas (Figura 3.5A)
- Introducción de un árbol o arbusto tolerante a cierto nivel de humedad del suelo como por ejemplo, aliso
(Alnus acuminata), tinto (Cestrum sp.) o chilco (Baccharis alternifl ora), rodeado de formas graminoides y herbáceas
con distribución irregular (Figura 3.5B).
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/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN
CENTROS URBANOS
Figura 3.5. Propuestas de la distribución vegetal en un islote: A, Islote con praderas emergentes; B, Islote con arbusto o árbol
central rodeado de praderas emergentes.
- En la zona de inundación permanente: para cumplir con el objetivo de aumentar la diversidad vegetal,
se deben colocar secciones de vegetación de praderas enraizadas sumergidas, errantes sumergidas y errantes
emergidas (Tabla 3.3), en sitios medianamente protegidos del fl ujo del agua para que puedan colonizar
satisfactoriamente parte del espejo de agua. El desarrollo de las formas sumergidas también presenta fuertes
limitaciones con respecto a la transparencia ya que requieren de una alta penetración de luz en la columna de
agua.
Myriophyllum aquaticum
Egeria densa
Callitriche heterophylla.
Lemna gibba
Spirodela intermedia
Limnobium laevigatum
Pradera errante sumergida Wolffi a columbian
Utricularia sp.
- Siembra de vegetación de sombra: en zonas litorales se pueden plantar especies arbustivas o arbóreas
que ofrezcan sombrío y un dosel semicerrado sobre el humedal como refugio efectivo para elementos
importantes de vegetación acuática y fauna.
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Como primer paso, previo a la revegetalización, es importante defi nir un referente temporal, para lo cual
se toma como modelo nuestro interglacial actual, el Holoceno, el cual comenzó hace unos 10.000 años, tiempo
en el que se consolidaron los ecosistemas reconocidos como naturales, actualmente para la sabana de Bogotá,
conociéndose que para ese entonces los valles inundables (Figura 3.7), que estuvieron dominados por bosques
de aliso y matorrales de laurel y sectores de desborde, cubiertos de juncos y eneas, con diferentes dominancias
según el nivel freático, defi nieron las características físicas y ecológicas de lo que actualmente consideramos
como ecosistemas de humedales, con lo cual es posible defi nir una estructura ecológica y composición de
especies, para estos ecosistemas y revisar los mismos atributos ecológicos para otro tipo de ecosistemas
potenciales, que podrían tomarse de referentes para adelantar la restauración ecológica en sectores locales de la
sabana (Van der Hammen, 1998).
Las razones para tomar dicho referente temporal son, además del hecho de la consolidación de los
ecosistemas actuales en tal periodo, el que no se haya producido desde ese entonces grandes cambios
ambientales de la estructura geofísica, hidrológica, ni climática, en la región, a excepción de las alteraciones
antrópicas que
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/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN CENTROS URBANOS
han arrasado y reemplazado las coberturas del suelo y alterado la calidad ambiental del territorio, por lo tanto
se puede concluir que de no haberse producido tales cambios, la tendencia de los ecosistemas naturales en la
actualidad, sería la de
mantener una estructura
ecológica muy similar a la
defi nida en los albores del
periodo geológico
contemporáneo, es decir el
Holoceno.
Es de igual importancia defi nir un referente botánico, a través de la recopilación y revisión de estudios
paleoecológicos y taxonómicos adelantados en áreas inundables, en humedales y otros ecosistemas regionales
de la sabana de Bogotá, para tal fi n se incluyeron (Hernández-C & Van der Hammen, 1960; Forero, 1965; Van
der Hammen & Gonzales, 1969; Acueducto de Bogotá y Conservación Internacional Colombia, 2000; Rangel,
2003 y Van der Hammen, 2003). Además se complementaron y precisaron los listados fl orísticos, revisando
estudios y documentos referidos a la vegetación de la planicie y de otros ecosistemas de la sabana en que se ha
indagado la vegetación nativa de sectores como borde norte de la ladera de los cerros orientales, áreas
inundables de la planicie y zonas xerofíticas, de sectores geográfi cos locales de la sabana de Bogotá,
compatibles con los que se ubican los humedales de la ciudad. Los estudios considerados fueron (Guhl, 1981;
Wij ninga, Rangel & Cleef, 1989; Van der Hammen, 1992; Andrade, 1994; Montes & Eguiluz, 1996; Van der
Hammen, 1998; Murillo & Murillo, 2001 y Fernández & Hernández, 2007).
La mayor parte de las intervenciones con coberturas vegetales en los humedales urbanos de Bogotá ha
obedecido a la buena voluntad de personas interesadas en la arborización de los mismos sin tomar en
consideración criterios ecológicos para la selección de especies, por lo cual el éxito de tales plantaciones ha
estado fundamentado en criterios de ornato y embellecimiento, propio de parques urbanos de recreación activa,
por tanto, de arborización urbana. Han carecido en la mayoría de los casos de evaluación no solamente de las
tasas de mortalidad sino de los procesos ecológicos.
En razón a su condición como Parques Ecológicos Distritales de Humedal, de acuerdo a lo establecido por
el Decreto 190 del 2004, el manejo de la cobertura vegetal debe tener en cuenta los criterios que para las áreas
protegidas del Distrito Capital establece la Secretaría Distrital de Ambiente dado que son ecosistemas de alto
valor ecológico en los cuales los criterios para la introducción de coberturas vegetales debe fundamentarse en el
análisis de las condiciones propias de cada humedal en cuanto a su oferta ambiental y potencial biótico, sin
olvidar las condiciones bioclimáticas, poco estudiadas, que inciden en la adaptación de las especies vegetales
introducidas haciendo más o menos hostiles las condiciones.
Más allá de la plantación de árboles, las propuestas orientadas al manejo de las coberturas vegetales deben
responder a programas y proyectos integrales que busquen no sólo ofrecer espacios verdes sino también mejorar
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SECRETARÍA DISTRITAL DE AMBIENTE /
las condiciones de oferta ambiental y de hábitat para la fauna y la reintroducción de especies nativas propias de
cada humedal. En ellos, los lineamientos para el diseño y siembra de material vegetal debe orientarse en lo
posible a la rehabilitación ecológica y no a la arborización urbana, que aplica a otro tipo de espacios públicos en
el Distrito, en razón de la condición de áreas para la recreación pasiva y el disfrute de la comunidad a través del
aprendizaje y la valoración de los recursos bióticos existentes así como a la investigación básica.
Es así, como se deben buscar y evaluar ecosistemas de referencia conservados a partir de los cuales se
puedan plantear opciones viables que permitan, sino restaurar las coberturas vegetales propias de estos
ecosistemas, por lo menos buscar alternativas que permitan recrear las condiciones más propicias para que
tanto la fauna como la fl ora nativa sean las que predominen allí.
En razón de lo anterior, a continuación se presentan una serie de criterios básicos que se deben tener en
cuenta para diseñar y desarrollar proyectos de rehabilitación ecológica o recuperación de la cobertura vegetal en
los humedales distritales retomando los aspectos fundamentales de un reciente trabajo desarrollado en el marco
de un convenio realizado por la Ofi cina de Ecosistemas Estratégicos y Biodiversidad de la Secretaría Distrital de
Ambiente con la Escuela de Restauración Ecológica de la Pontifi cia Universidad Javeriana (Prado, 2005), a
saber:
- Defi nir con precisión los objetivos de intervención y establecer si los mismos están orientados a la
restauración, rehabilitación o simplemente a la recuperación de coberturas vegetales (arborización,
reforestación) acordes con el análisis de la oferta ambiental, el potencial biótico y el potencial de
restauración o rehabilitación de coberturas vegetales.
- Precisar el modelo conceptual o ecosistema de referencia.
- Establecer las metas e indicadores de seguimiento al proceso.
- Establecer las propuestas de arreglos fl orísticos con base en el ecosistema de referencia o modelo
conceptual.
- Tener en cuenta la zonifi cación del humedal establecida en el Plan de Manejo Ambiental de cada
humedal.
- Establecer el programa de mantenimiento a corto, mediano y largo plazo.
- En lo posible incorporar diseños experimentales a fi n de analizar la evolución del proceso a partir de la
selección y análisis de unos parámetros de biodiversidad que permitan verifi car si las metas establecidas
se están cumpliendo.
- Defi nir el programa de evaluación y seguimiento que se implementará a corto, mediano y largo plazo.
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/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN CENTROS URBANOS
los 1.200 mm, mientras que en la mayor parte de
la ciudad el rango va entre los 700 a los 1.000
mm, pero al suroccidente, sectores de Tunjuelito
Sierra Morena-Venecia y el sur de Bosa,
alcanzan valores inferiores a 600 mm anuales,
correspondiendo al sector más seco de la ciudad
y una de las zonas más secas de la cuenca alta
del río Bogotá (Corporación Misión Siglo XXI).
En consecuencia, la humedad relativa del aire
en estrecha relación con la precipitación,
también varía, teniendo los sectores más secos
de la ciudad. El sur y suroeste, con valores
medios y mínimos y los más altos hacia el
oriente y suroriente.
GEOLOGÍA, GEOMORFOLOGÍA E
HIDROLOGÍA DE LA SABANA DE BOGOTÁ
En general el origen geomorfológico de los
humedales de la Sabana de Bogotá está dado por
los valles de inundación del río Bogotá y sus afl
uentes, que a su paso constante por el fondo
sedimentario de la antigua laguna produjeron
Mapa de precipitación media anual [mm/a]. Atlas Ambiental diferentes formaciones geomorfológicas del
SDA, 2007
paisaje, correspondiendo principalmente a dos
escenarios: a) el plano inundable y b) la terraza
lacustre. Tales sucesos geológicos produjeron
suelos de vega, perteneciente a la asociación río
Bogotá, los cuales de manera generalizada están
compuestos por arcillas blandas de inundación,
con intercalaciones de turba, arena y
ocasionalmente arcillas lacustres preconsolidadas
o en procesos de consolidación, siendo suelos de
sedimentos recientes poco evolucionados e
hidromorfos (EAAB/Conservación Internacional,
2000; Van der Hammen, 2003).
En humedales como Juan Amarillo o Tibabuyes se encuentran unidades taxonómicas de suelos bien
drenados, basines pantanosos, suelos de terrazas lacustres, hasta orillales (Daphnia, 1995). Es fundamental
retener el concepto de la drástica transformación del nivel freático de la sabana, el cual actualmente presenta un
drenaje natural impedido, depositación de sedimentos recientes e inundaciones de las chucuas y actualmente
un nivel del agua muy bajo en los interfl uvios (Van der Hammen, 2003).
Para la sabana de Bogotá se han defi nido cinco tipos diferentes de ecosistemas básicos, esto sin considerar
subvariaciones ecosistémicas tales como: bosques andinos y páramos, altos y bajos o los bosques de planicie
inundable y no inundable, lo cual ampliaría la cifra a ocho ecosistemas generales (fi g. 3.8.).
Figura 3.8. Línea de sucesión de la vegetación en la Sabana de Bogotá. Cortes & Rangel, 2000.
En tal sentido, para cada tipo de ecosistema seguramente existieron diversas variaciones, debidas a la
multiplicidad de condiciones físicas localizadas, lo que condujo a la aparición de asociaciones ecológicas
heterogéneas de árboles, arbustos y herbáceas, en las cuales dominaban unas especies sobre otras, siendo la
ocurrencia de especies, entre muy abundantes a abundantes, en relación con el tipo de suelo, clima, humedad,
geomorfología, hidrología, etc. Condiciones que crean la necesidad de realizar una revisión minuciosa de tales
variaciones de bosques o de coberturas vegetales localizadas y buscar cuál de ellas es la más compatible con las
características del sector de la ciudad en el que se ubica cada humedal y en el cual, se pretende recuperar la
cobertura arbórea, arbustiva y herbácea.
-Bosques y matorrales de zonas inundables (de aliso y de laurel)
De acuerdo con Van der Hammen (1998), entre los dos tipos de bosques inundables, el de aliso puede ser
considerado como azonal, debido a que es defi nido principalmente por factores edáfi cos (inundaciones
temporales), aunque también es limitado por factores climáticos con una distribución vertical, que va desde los
2.100 a los 3.500 msnm. Los suelos de este tipo de bosque son principalmente arcillas, depositadas durante las
inundaciones. El origen de estos bosques es producto de la erodación del río Bogotá y sus afl uentes, en el
sedimento de la antigua laguna de la sabana, lo que condicionó su inundabilidad temporal durante los periodos
invernales, al igual que la depositación de los suelos.
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/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN CENTROS URBANOS
De los matorrales inundables de laurel que existieron en la sabana, durante inicios del Holoceno, es poco
lo que se conoce, y especialmente de las diferencias ecológicas entre este matorral y los bosques inundables de
aliso. - Bosques de planicie no inundable (de palo blanco, raque y arrayán)
Este tipo de bosque estaría establecido en temperaturas que oscilan entre los 12º y 14º C, con un volumen
de precipitación de lluvias entre los 600 y los 900 mm. Los suelos de estos bosques se caracterizaron por
presentar una capa negra de humus y ceniza volcánica alterada, que reposaba sobre el sedimento de la antigua
laguna. Es posible que este tipo de suelo, al igual que el de bosque, haya desaparecido de la sabana. Al parecer
una de las singularidades físicas que condicionaban este tipo de bosque es que eran algo más higrofíticos que
los demás tipos del bosque andino bajo (Van der Hammen, 1998).
Debido a que existen gradientes tanto físicos como ambientales, en sentido norte a sur y oriente a
occidente, a nivel de la sabana de Bogotá y de la ciudad, con clara incidencia sobre los humedales, además de
considerar la estructura de los bosques inundables y no inundables que originalmente cubrieron la planicie de
la sabana de Bogotá, es importante examinar la de otros tipos de bosques o de coberturas vegetales originales,
actualmente conocidos, que estuvieron localmente ubicados en la sabana, entre los que se incluye un tipo de
ecosistema del cual solamente poseemos una reseña histórica.
- Bosque andino bajo (de mano de oso y gomo)
Originalmente cubrieron las partes bajas de los Cerros Orientales de la sabana. La precipitación y
humedad del aire en las laderas de los cerros, donde se establecieron estos bosques, aumenta con la altitud,
siendo otras de sus características físicas iguales a las de los bosques de planicie no inundable arriba referidos.
Sus suelos característicos son lixiviados e isohúmicos-álfi cos y andisoles húmicos isohúmicos-álfi cos, con una
capa superior de hojarasca y humus (Van der Hammen, 1998). Vale la pena destacar que actualmente este tipo
de bosques bajos cubren sectores de los cerros de Torca, y en consecuencia podrían tomarse como uno de los
insumos para defi nir la estructura y composición de los bosques de ronda de los humedales del sector
nororiental, iniciando en Torca y disminuyendo sucesivamente a medida que se avanza hacia los humedales del
sector suroccidente.
- Matorrales xerofíticos (de tuno y hayuelo)
Este tipo de vegetación está condicionada y defi nida principalmente por las bajas precipitaciones, que
oscilan entre los 700 a 600 mm, presentando a nivel de suelos horizontes argílicos endurecidos de “clay pan”,
conservando poco humus, los cuales pueden ser fácilmente erodados cuando tienen algún grado de inclinación
y corresponden a alfi soles o inceptiosoles (Van der Hammen, 1998). De acuerdo con el gradiente climático
referido, este tipo de vegetación posiblemente ocupo el suroccidente de la ciudad, es decir sectores de
Tunjuelito-Sierra Morena-Venecia y el sur de Bosa, donde se ubica el humedal de Tibanica y quizá pudo
haberse distribuido gradualmente hasta llegar a algunos de los humedales de Kennedy.
- Páramo azonal del área de Torca (páramo bajo o subpáramo)
De acuerdo con una narración realizada en 1.850 por Manuel Ancízar, en su obra de geografía corográfi ca
la “Peregrinación de Alpha”, donde se describe al parecer lo que fue un “páramo azonal” en un sector del
humedal Torca: “Por entonces costeábamos el repecho llamado boquerón de Torca, y admirábamos la vigorosa vegetación
de este lado de la cordillera, en contraste con la inmediata planicie de la “Venta del Contento”, árida y cubierta de frailejón
cual si fuese un páramo, no obstante que la altura de aquel llano sobre el nivel del mar es solo 2.660 metros y la región del
frailejón comienza, según Caldas, a los 2.923 metros de altura…”. Información recogida y descrita por el Doctor
Thomas Van der Hammen, quien además agrega que posiblemente este tipo de páramo azonal se encontraba
quizás en humedales de la planicie de la sabana que formaban las quebradas, los cuales hoy están totalmente
desaparecidos, por la ocupación urbana y transformación del medio natural, lo cual explicaría la presencia de
elementos de vegetación del páramo (Sphagnum e Isoetes), en la base de sedimentos antiguos de humedales de
planicie como Gualí- Tres Esquinas; en vista de tal situación, fi nalmente se recomienda la realización de futuros
estudios palinológicos mediante los cuales se pueda confi rmar la presencia del páramo azonal en la sabana
(Van der Hammen, 2003).
Praderas y áreas abiertas (de gramíneas y otras herbáceas)
Además de los ecosistemas arbóreos y arbustivos no hay que olvidar también que las praderas y áreas
abiertas naturales en la sabana de Bogotá son parte importante de la cobertura vegetal, las cuales constituyen el
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hábitat de un ave endémica, el canario bogotano (Sicalis luteola bogotensis) y de otras como el pinzón azafranado
(Sicalis fl aveola) o el jilguero menor (Carduelis psaltria); especies que encuentran alimento y refugio en matorrales,
pastizales, potreros y cultivos donde se alimentan especialmente de semillas de pastos; frecuentan también
bordes de humedales, juncales y cultivos pantanosos. Es importante tener en cuenta que las bandadas son
nómadas y migran de acuerdo con la disponibilidad de recursos (ABO, 2000). Estas y otras especies, son parte
importante de la comunidad de aves de los ecosistemas naturales de la sabana de Bogotá, y están asociadas
también a los humedales.
A partir de la revisión y recopilación de los diversos tipos originales de coberturas vegetales en la sabana
de Bogotá o referentes botánicos, se podría partir de cinco tipos de ecosistemas básicos y de posiblemente ocho
subvariaciones a reconstruir, de acuerdo con la ubicación geográfi ca local de los humedales bogotanos hoy
existentes, para adelantar los respectivos procesos de rehabilitación de las rondas:
1- Bosque andino bajo y sus respectivas variaciones en la planicie; de palo blanco, raque y arrayán y el
bosque de mano de oso y gomo.
2- Bosque inundable de planicie, con sus respectivas variaciones de bosques de aliso y matorrales de
laurel.
3- Matorral xerofítico
4- Páramo azonal
5- Pradera natural
Partiendo de esta base ecológica y botánica, podría proponerse el restablecimiento de un gradiente de
coberturas que entremezcle la composición y estructura de estos tipos ecosistémicos básicos, en los que además
se considere la incidencia de los factores físicos (climático, pedológico o edáfi co, e hidrológico) y también
factores socioculturales como urbanos, de acuerdo con las características ambientales locales específi cas de
cada humedal de la ciudad.
Además de los factores biofísicos, para la defi nición de las coberturas a reconformar en los humedales, es
importante tener en cuenta la infl uencia urbana y sociocultural, determinante en el tamaño de la ronda
hidráulica, ya que en una gran proporción los humedales fueron rellenados y desecados, quedando apenas
pequeñas fracciones de su cobertura original. Estos espacios corresponden, en gran parte, al área de lo que
originalmente fue el cauce o vaso del humedal, producto de la drástica ocupación del suelo y transformación
geomorfológica, como se puede apreciar en análisis fotogeológicos, siendo los humedales El Burro y Techo dos
ejemplos en los cuales se produjo una signifi cativa ocupación por expansión descontrolada de la ciudad (Figura
3.10); igualmente se puede apreciar en el análisis multitemporal de fotointerpretación de coberturas del suelo en
el humedal La Vaca, una drástica transformación del paisaje natural, debida al cambio de uso, pasando de rural
a urbano (Figura 3.11).
En el mismo sentido es importante para los procesos de restauración, conciliar con aspectos como el
espacio disponible entre la infraestructura urbana y el cauce del humedal, es decir el área sometida a
inundación permanente o temporal, ya que en algunos sectores de los humedales de La Vaca, Tibanica, El Burro
o Techo, quedaron completamente cercados por la ciudad, y es muy complicado generar bosques densos con
estructuras complejas de estratos arbóreos, arbustivos y herbáceos, como eran originalmente, en franjas tan
angostas de rondas deterioradas. Es posible que en tales casos sea necesario conciliar con algunos principios de
la jardinería urbana o la arquitectura del paisaje, respecto a la estructura biofísica que se defi na, más no a la
composición de especies. En esta dirección posiblemente sería necesario disminuir las densidades de siembra y
realizar la simplifi cación o disminución de algunos de los estratos del bosque original.
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/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN
CENTROS URBANOS
Figura 3.9. Basuras y rellenos en el Humedal La Conejera. La mayor parte de los humedales de Bogotá fueron drásticamente trans
formados en su geomorfología y especialmente en sus rondas, siendo necesario realizar acciones de restauración y recomposición
física de los suelos antes de iniciar la revegetalización. Byron Calvachi.
Figura 3.10. Fotografías aéreas humedales El Burro y Techo, años 1938 y 2004 (IGAC). Fotointerpretación (Muñoz, 2006). Obsérvese
la transformación de la geomorfología y consecuente pérdida de extensión, especialmente de las rondas o riberas.
Figura 3.11. Fotografías aéreas humedal La Vaca, años 1940 y 2004. (IGAC). Fotointerpretación (INGETEC, 2007). Obsérvese que
los pequeños fragmentos remanentes están ubicados en lo que fue el cauce original.
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Se pueden tomar como referentes de rehabilitación ecológica los tipos de bosques y coberturas vegetales
mencionadas en el apartado 3.3.4, y a partir de estos, defi nir tipologías a reintroducir para el restablecimiento
de una estructura y composición vegetal que será factible reconstruir en las rondas de los humedales de Bogotá.
Las tipologías de los bosques a reintroducir en las rondas o riberas de los humedales deben estar
fundamentadas en aspectos ecológicos y argumentos fi rmes y bien soportados científi camente. Se debe
considerar como principal factor de defi nición de la estructura y composición de un bosque o cobertura
vegetal, en un área determinada, la conjunción de las complejas expresiones de las condiciones geofísicas y
ecológicas del área, que condujeron a defi nir las coberturas vegetales que allí existieron, las cuales solamente es
posible conocer y defi nir a través de una amplia revisión de información existente sobre dichas coberturas
originales e identifi cando las condiciones locales del medio, con el apoyo de ciencias especializadas como la
paleoecología, la taxonomía, la botánica, la biogeografía, la edafología, la geología, la hidrología, climatología
etc.
En este sentido antes de entrar a defi nir las tipologías factibles de reintroducir en los humedales de
Bogotá, es importante retomar conceptos botánicos aplicables a la ecología de la restauración de humedales: -
Concepto de comunidades vegetales
Comunidad vegetal es: “cualquier grupo de plantas que ocupa un hábitat particular en un lugar
determinado. Todas las plantas en la naturaleza pertenecen a alguna comunidad”. Sin embargo, así como ciertos
tipos de plantas ocurren juntos varias veces, no existen dos comunidades vegetales exactamente iguales en las
especies representadas y en las proporciones en que ocurren. Así, entre más cuidadoso sea un análisis de dos
comunidades vegetales, mayores serán las diferencias visibles entre ellas; cada especie en la comunidad tiene
sus límites geográfi cos y amplitud ecológica no igualados con los de otra especie, ya que el medio ambiente de
dos comunidades vegetales diferentes jamás es igual en todos sus detalles, ya que cada comunidad difi ere en
algún grado de las demás. La transición de una comunidad con la siguiente puede ser gradual o abrupta, y el
límite entre las dos, denominado ecotono, es una zona de tensión entre dos comunidades, y un ligero cambio
ambiental del ecotono tiene un efecto grande, causando que una comunidad pueda reemplazar a otra
(Cronquist, 1981).
- Concepto de sucesión vegetal y clímax
Las comunidades vegetales son transitorias en tiempos geológicos, pero en décadas o siglos algunas
pueden considerarse estables, perpetuándose así mismas indefi nidamente sin un cambio signifi cativo,
mientras que otras son transitorias dando lugar a una sucesión de otras comunidades, antes que se alcance una
estabilidad relativa. El estado del tiempo nunca es el mismo en dos años seguidos, tales cambios pueden
favorecer o desfavorecer ciertas comunidades en benefi cio o detrimento de otras, dinámica de equilibro
estrecho y delicado en constante cambio. El reemplazo de una comunidad vegetal a través de una sucesión
ordenada y predecible por otra, en el mismo sitio con el paso del tiempo, conduce a una comunidad vegetal
estable hacia el cual tienden todos los tipos sucesionales en una región (Cronquist, 1981). La sucesión vegetal es
un proceso de desarrollo de la vegetación que implica cambios de especies y comunidades en el tiempo, debido
a que el crecimiento de las plantas altera los factores bióticos y edáfi cos de un hábitat, posibilitando así la
colonización de otras especies, y siendo el clímax la fase fi nal de una sucesión, después de la cual no hay
grandes cambios en la estructura o la composición de especies en su hábitat (Sugden, 1986).
- Hidroserie
En los humedales se presenta un tipo de sucesión especial, determinada por el gradiente hídrico, o
sucesión hídrica, defi nida por factores físicos asociados a la hidrodinámica: profundidad, periodicidad de las
inundaciones, nivel freático, procesos erosivos, régimen de caudales, turbulencia del agua, tasa de
sedimentación y otros factores ya considerados como el clima, relieve, características del suelo, etc. Conforme
los sedimentos y restos orgánicos se acumulen en el cuerpo de agua, se hace más somero y cada zona de
vegetación se mueve hacia el centro. Alrededor de un humedal se presentan varios estados o etapas en una
hidroserie, como zonas concéntricas (Cronquist, 1981; González & García, 1995).
Los anteriores conceptos son base fundamental para defi nir unas tipologías que restablezcan una
composición y estructura de las coberturas vegetales posibles de reintroducir en las zonas de ronda de los
humedales bogotanos.
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/ PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN Y REHABILITACIÓN ECOLÓGICA DE HUMEDALES EN CENTROS URBANOS
Considerando todos los factores anteriormente descritos, se presentan los listados de la composición hasta ahora
conocida (Tablas 3.4 a 3.7), de los ecosistemas defi nidos como referentes espacio-temporales de los sectores que
localmente ocupan los humedales de Bogotá en la actualidad.
En consecuencia de lo anterior, aunque se tome como base para el restablecimiento de las coberturas
vegetales ecosistemas predefi nidos, con seguridad las condiciones ambientales actuales específi cas de cada
humedal, jugarán un papel defi nitivo en la consolidación de las coberturas que hacia el futuro se perpetúen en
los humedales, y solamente actuaremos como agentes inductores de tal proceso.
- Tipologías
Para defi nir unas tipologías adecuadas a las condiciones actuales de los humedales, considerando los
factores ya referidos a continuación, se presentan las diferentes “tipologías”, que podrían tomarse como
referencia para defi nir una composición de especies que servirían como referente para la elaboración de unas
fórmulas fl orísticas y diseños de siembra en las rondas, zonas de manejo y preservación ambiental de los
humedales de Bogotá.
Tipología 1. Bosques inundables de aliso (Alnetum jorullense) y matorrales de laurel (Myrica)
Tabla 3.4.
NOMBRE CIENTÍFICO NOMBRE COMÚN BIOTIPO
Modifi cado de Thomas Van der Hammen (1963); Rangel (2003) y Fernández & Hernández (2007) por Calvachi (
2007) DOMINATES: Aliso para un caso y laurel para otro
ABUNDANTES: Esmeraldo, amarguero, tinto, cerezo, chilco
Tipología 2. Bosques de planicie no inundable de palo blanco, raque y eugenia (Iliëto Valleetum
Eugenietosum).
Tabla 3.5.
NOMBRE CIENTÍFICO NOMBRE COMÚN BIOTIPO
Fucshia Arbusto
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Modifi cado de Van der Hammen & Gonzales (1963); Rangel (2003) y Fernández & Hernández (2007) por Calvachi (
2007) DOMINATES: Palo blanco y raque
MUY ABUNDANTES: Amarguero, arrayán, té de Bogotá
ABUNDANTES: Chilco, arboloco, aliso, cerezo y palo amarillo
Araliacea
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Solanum spp.
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Euphorbia Hierba
Heterospermum
Hesperomeles sp. Mortiño Arbusto
Ipomea Trepadora
Modifi cado de Van der Hammen (1998); Andrade (1994); y Fernández & Hernández
(2007) DOMINATES: Tuna y hayuelo
MUY ABUNDANTES: Ageratina y salvia
ABUNDANTES: Mermelada, fi que, gurrubo, dividivi
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Bogotá. Las variaciones se dan en sentido norte-sur y en sentido
oriente occidente. Atlas Ambiental SDA, 2007.
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3.3.9. CRITERIOS COMPLEMENTARIOS PARA EL MANEJO DE LA COBERTURA
VEGETAL TERRESTRE
- Selección de especies. Cada especie debe introducirse de acuerdo con su tolerancia específi ca a las
inundaciones y al nivel freático. Es por esto muy importante tener información disponible de autoecología y de
los requerimientos de dinámica y estructura del suelo.
Figura 3.13. Franja litoral protectora de alisos (Alnus acuminata) plantados en la ronda del humedal Juan Amarillo, sector La
Chucua. Especie tolerante a humedad del suelo y períodos cortos de inundación. David Rivera.
- Diseños. El diseño de la plantación debe procurar refugio, alimento, materiales y sitios de anidación,
sitios de percha y de cortejo, así como corredores adecuados para la movilidad a través de la cobertura vegetal
concéntrica al humedal. Igualmente considerar los requerimientos propios de las especies de fauna,
especialmente, avifauna, en relación con cada uno de estos aspectos.
- Diversidad de especies. La revegetalización debe evitar la homogenización de la periferia del humedal.
Uno de los objetivos debe estar enfocado hacia la generación de una alta diversidad de doseles (más abiertas o
cerradas) para cada franja, manteniendo las diferencias fl orísticas y fi sonómicas propias de la vegetación de
cada franja; dichas diferencias están relacionadas con la autoecología de las especies (Tabla 3.4).
- Conectividad interna. Alternar corredores más abiertos o más cerrados (más o menos árboles) a través
y conectando las franjas concéntricas o los diferentes estratos de cobertura vegetal existentes, para reforzar el
movimiento de distintas especies de aves. Por otro lado, debe efectuarse el análisis para establecer las
posibilidades de conectividad del humedal con otros ecosistemas vecinos, a fi n de generar corredores de
tránsito para aves y germoplasma, evitando en lo posible su aislamiento.
- Atractores. Re feridos a perchas, árboles con fructifi cación atractiva, sitios de anidación en los extremos
del gradiente, para reforzar la movilidad transversal de las aves. Esto refuerza el aprovechamiento integral del
hábitat y aumenta la capacidad de carga.
- Condiciones edáfi cas. Terrenos que parecen bien drenados a simple vista, y pueden en realidad
presentan niveles freáticos muy superfi ciales o drenajes muy defi citarios, lo que limita el desarrollo radicular
de las especies no adaptadas a tales condiciones y la mortandad del material plantado. Por tal razón, debe
efectuarse el análisis de las características físicas y químicas de los suelos a fi n de precisar los requerimientos
específi cos.
- Alternancia de corredores. Mediante el diseño de coberturas con dosel más abierto o más cerrado (más
o menos árboles) a través y conectando las franjas y parches de vegetación, junto con la disposición de atractores
(perchas, frutas muy apetecidas, sitios de anidación) en los extremos del gradiente. Se refuerza de esta forma la
movilidad transversal de la fauna, en especial, de las aves, mejora el aprovechamiento integral del hábitat y
aumenta la capacidad de carga.
-Estratifi cación. Se deben proponer alternativas que permitan manejar especies de diversos estratos
desde el herbáceo hasta el arbustivo y arbóreo.
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- Protección de la franja litoral. A partir de la selección de especies adecuadas a la franja litoral del
humedal y utilizando distancias de siembra entre 1 y 3 metros, se debe buscar la protección de las poblaciones
de macrófi tas acuáticas que constituyen hábitat de aves endémicas del humedal. Estas áreas deben destinarse
como observatorios de aves con una mínima intervención por efecto de ruidos y otro tipo de disturbios.
- Zonas de recreación pasiva. Posterior a la franja litoral se deben diseñar áreas en las cuales las
coberturas vegetales den la posibilidad al visitante de disfrutar del paisaje y recrearse pasivamente; en ellas, se
debe aplicar el criterio de diversidad de especies.
- Vegetación de transición. Los diseños de coberturas vegetales en las zonas de transición entre el
humedal y la zona urbana o de uso público se deben plantear con la posibilidad de generar barreras vivas con
especies de porte tanto arbóreo como arbustivo que generen límites físicos y en alguna medida mitiguen los
efectos del ruido. Los diseños deben responder al contraste de colores y texturas de las especies seleccionadas.
En lo posible, las especies seleccionadas en la franja de transición del humedal deben guardar armonía con
las existentes en los predios vecinos o las vías alternas, para lo cual deben coordinarse acciones con las
entidades competentes o con los dueños de los predios.
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Burro y Tibanica, donde la precipitación es menor y, por ende, la disponibilidad hídrica en las temporadas secas
del año es más limitada. La información climática puede consultarse de los datos que se obtienen a partir de los
reportes de las estaciones meteorológicas del Ideam en Bogotá.
Por otro lado, también se puede recurrir a información secundaria, donde se encuentren caracterizaciones
de zonas climáticas en las 20 localidades que conforman el Distrito Capital, lo cual debe tenerse en cuenta para
la selección de las especies y la época de la intervención.
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afl ojen o dispersen el sedimento fi no encostrado (arcilla) y faciliten la adición y mezcla de tierra abonada. •
Luego de la escarifi cación se debe humectar el suelo mediante un riego controlado, haciéndole una mezcla
manual de la tierra.
• Finalmente se debe dejar una capa de suelo abonado, retirándose previamente ladrillos, desechos de
construcción gruesos, pedazos de material asfaltado y troncos de concreto, obteniéndose así una capa fi na de
suelo, cuyo grosor está entre 20 y 30 centímetros, la cual debe ser extendida en una capa homogénea en toda la
ronda y zona de manejo y preservación ambiental, para facilitar la siembra de vegetación.
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-R
ubus fl oribundus (zarzamora)
-X
ylosma spiculiferum (corono)
Tabla 3.8. Algunas de las principales especies nativas adecuadas para considerar en las tipologías de plantación como atractores
de alimento para aves.
Abatia parvifl ora (duraznillo) Myrcianthes leucoxyla (arrayán)
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CENTROS URBANOS
Figura 3.15. Rizomas de kikuyo avanzando en el agua (arriba). Los rizomas eliminan por competencia especies autóctonas de la
pradera de macrófi tas (abajo). David Rivera.
La cobertura actual de los humedales indica que el kikuyo (Pennisetum clandestinum), especie introducida
de origen africano, es la principal especie invasora de los humedales de Bogotá y constituye un serio
impedimento para el desarrollo de la vegetación natural en la interfase terrestre acuática (Figura 3.16).
Figura 3.16. Control y limpieza manual de árboles jóvenes cubiertos por especies invasivas de pasto kikuyo y la convolvulácea
Ipomea sp. Humedal Juan Amarillo. Foto: David Rivera.
Es prioritaria la actividad de su erradicación, para abrir los espacios de recolonización para la vegetación
acuática nativa. Para desarrollar esta acción debe tenerse en cuenta la relación porcentual de área invadida por
el pasto y la disponibilidad de agua para ocupar el espacio que se genera.
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Las técnicas de remoción más recomendadas serían las manuales o con maquinaria liviana, en todo caso
removiendo no solo el césped emergente sino la red de raíces y rizomas, que inhibe la conformación de bancos
de semillas y otros propágulos de la vegetación natural. El control con herbicidas debe ser descartado por el
impacto de toxicidad sobre la biota natural del humedal.
El método de Bradley se ha utilizado para el control de estos problemas, y consiste en el deshierbe
recurrente de la franja litoral con herramientas manuales para mantenerla libre de invasoras; este método se ha
implementado ampliamente en Australia y consta de varias fases (Middleton 1999):
-D
eshierbe primario: e l sitio debe ser limpiado de la masa de vegetación invasora incluyendo sus
sistemas de raíces y estolones; es la fase que demanda más tiempo y trabajo intensivo.
-C
onsolidación: se hacen deshierbes subsiguientes con una periodicidad dictada por la velocidad de
regeneración de la maleza que se quiera controlar.
-M
antenimiento de largo plazo: s e visitan esporádicamente los sitios para retirar cualquier tipo de
crecimiento indeseado.
- Compostaje: e l material vegetal cosechado por el deshierbe y mantenimiento puede ser utilizado como
abono luego de un proceso controlado de compostaje.
Esta metodología puede presentar difi cultades en su implementación práctica pues demanda mucha
mano de obra entrenada y tiempo; sin embargo, esto debe sopesarse en cada caso particular frente a una serie
de ventajas desde el punto de vista ecológico y ambiental, como es el mínimo impacto por disturbio físico sobre
los sustratos y bancos de semillas de la zona litoral, y por otra parte, la posibilidad de efectuar remociones muy
específi cas sin afectar las especies nativas que crecen simultáneamente.
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Dado que los requisitos de espacio de las aves son más altos que para otros componentes de la fauna de
vertebrados en general, la provisión de sufi ciente hábitat para las aves asegura que las especies propias de otros
grupos podrían mantener sus poblaciones en buen estado.
Tabla 3.9. Tipos de datos y criterios requeridos para un diagnóstico de la fauna de vertebrados de los humedales de Bogotá
(Anexo 9).
Tipo de dato o Abreviación y Explicación
criterio signifi cado
R*: residente parcial Como el anterior, pero ocupa una gama más amplia de hábitat, no
depende del humedal
P: residente periférico Vive en la vegetación que rodea el humedal, no frecuenta el humedal mismo
E: residente externo Habita otros ambientes en la región pero solo aparece muy
ocasionalmente en o cerca del humedal
V: visitante Ave acuática de otras regiones del país que aparece por períodos cortos
en una o pocas e impredecibles ocasiones en el humedal
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nr: no registrada Especie apenas ocasional o accidental sin datos sufi cientes para
permitir comparación (ver texto)
Capacidad de Alta Capaz de reponer sus números rápidamente después de una alteración
recuperación de su medio; alta capacidad reproductiva
Baja Poco capaz de reponerse después de una alteración: baja tasa reproductiva
Para defi nir el estado de amenaza o situación de conservación, se adoptan las categorías de la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), aplicados a Colombia (ver Rengifo, 1998; UICN,
2001; Mojica et al., 2002; Rueda et al., 2004):
- CR (críticamente amenazada).
- AM (amenazada).
- VU (vulnerable).
- CA (casi amenazada).
- PP: (poco preocupante). Una especie (o subespecie endémica) cuya situación parece segura. Una
indicación de la situación local de una especie es su abundancia. Dado que no existen censos detallados y
actualizados para ninguna especie de vertebrados en todos los humedales de Bogotá, hay que estimar las
abundancias con base en la frecuencia de encuentro en las visitas a los humedales. Para la mayoría de los
vertebrados, solo existen registros muy ocasionales o anecdóticos que no permiten ni esto, porque no ha habido
muestreos regulares de ningún tipo.
En cambio, para las aves hay listas de especies vistas en salidas de observación de la Asociación Bogotana
de Ornitología (ABO) a varios humedales. Para algunos existen conteos de aves realizados en época de la
navidad durante varios años. Aunque no son censos propiamente dichos, estos conteos permiten una clasifi
cación aproximada de la abundancia de las especies residentes (permanentes o estacionales) (Anexo 9 y ABO,
2000).
Para muchas especies de aves, existen estimaciones muy someras de abundancia para las décadas de 1960
(Olivares, 1969) o 1970 (Fjeldsa, 1985) que dan alguna indicación de su “abundancia histórica” (Chapman, 1917),
la cual permite comparaciones con la actual (con la debida cautela). Hay especies que no se han registrado (nr)
en tiempos históricos o recientes, pero por tener poblaciones seguras en otras partes del país o del continente,
no sería correcto considerarlas extintas.
Esto es especialmente frecuente entre especies escasas, ocasionales y accidentales y no nos dice mucho
sobre posibles cambios de abundancia, a menos que en el otro período se consideren abundantes o comunes.
También es importante distinguir la abundancia de una especie versus su abundancia en los humedales
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específi camente. Una especie puede ser escasa u ocasional en los humedales pero común o abundante en otros
hábitat (el caso de varios anfi bios, reptiles y mamíferos en particular). Sin embargo, de más interés puede ser la
tendencia actual de las poblaciones de una especie y para muchas aves se puede hacer una estimación a partir
de los conteos navideños de la ABO desde 1988 hasta 2005 en varios humedales. Estos conteos permiten estimar
si una especie está, actualmente, en aumento o en disminución (fuerte o leve) o tiene una población
relativamente estable.
Para especies escasas, ocasionales o accidentales (y la gran mayoría de vertebrados) no hay sufi cientes
registros para establecer tendencias; entonces, este criterio no es aplicable (na). Solo para algunos vertebrados
terrestres en que la gente se fi ja (como el curí Cavia anolaimae) o para las cuales sus requisitos son conocidos
(como la rana sabanera Hyla labialis) es posible hacer una estimación de la tendencia actual.
Para poder estimar la oferta actual y potencial de los diferentes humedales para la fauna es importante
conocer los requisitos de hábitat y alimentación de las especies. Para casi todos los vertebrados terrestres, las
dietas y los requisitos de hábitat se conocen en términos generales, pero por falta de estudios los datos específi
cos son mínimos. Para las aves hay muchas observaciones que permiten ligar una especie dada con uno o más
tipos fi sonómicos de vegetación; vale anotar que las aves, en general, escogen tipos de vegetación con base en
sus características estructurales generales y no especies particulares, a menos que tales especies representen
tipos estructurales importantes en la comunidad, como es el caso de los juncos (Schoenoplectus) en los
humedales.
Por esto, para evaluar la disponibilidad de hábitat para las aves, se requiere una clasifi cación fi sionómica
de la vegetación, y no una basada en variaciones de la composición de especies. Una clasifi cación de este tipo
para la vegetación de los humedales de Bogotá se presenta en la Tabla 3.7. No se pretenden especifi car los
hábitat según este sistema para especies de los otros grupos de fauna por falta de información, aunque cuando
es posible se da alguna indicación de sus requisitos. En cuanto a dieta, por falta de información más específi ca,
se clasifi can las especies según el tipo general de alimento(s): insectos, invertebrados de otros tipos (lombrices,
etc.), vertebrados (carnívoro), carroña, frutos, semillas (granívoro), hojas (folívoro o herbívoro) u omnívoro
(consume varios de los anteriores).
Para complementar estos datos se han propuesto dos parámetros adicionales: capacidad de dispersión y
capacidad de recuperación. La c apacidad de dispersión s e refi ere a la capacidad de una especie de pasar entre los
fragmentos de humedales que quedan, o de llegar a un hábitat recién establecidos. La c apacidad de recuperación
tiene que ver con la capacidad de una especie de volver a sus números y estructura poblacional previos en un
sitio, después de una perturbación (generalmente provocada por acciones del hombre).
Estas categorías son un poco subjetivas dado la ausencia de estudios detallados y cuantitativos. Por esto,
se considera que una especie tiene una capacidad de dispersión alta (A) si hay indicaciones de que es capaz de
moverse rápidamente entre humedales y colonizar espacios nuevos en poco tiempo.Una capacidad baja (B)
indica una especie muy sedentaria que no ha mostrado capacidad de moverse entre humedales ni colonizar
espacios nuevos. Todas las especies que no caen claramente en A o B se consideran de capacidad moderada (M);
se reconoce cuando falta información y la categoría asignada es tentativa con interrogativa (A?, M?, B?).
Las mismas convenciones se aplican para el caso de la capacidad de recuperación: solamente especies para
las cuales hay indicaciones de capacidades altas o bajas se consideran A o B, respectivamente; las demás se
consideran de capacidad moderada, con la interrogativa (?), para indicar incertidumbre en la asignación. Desde
luego, especies migratorias o divagantes que llegan desde grandes distancias deben tener capacidad de
dispersión alta. La capacidad de recuperación es pertinente solamente a las especies residentes; no se aplica a
especies visitantes ocasionales o accidentales, y en la práctica es difícil de aplicar a especies residentes muy
escasas. Finalmente, toda esta información se integró para evaluar la situación de cada especie en los humedales
de Bogotá (Anexo 9).
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críticas para sostener poblaciones de estas aves (Cody, 1985; Morrison et al., 1998). En el caso de las aves de los
humedales de Bogotá, las prioridades son obvias: primero son las especies endémicas y amenazadas, siguen las
especies representadas por subespecies endémicas y amenazadas, y en tercer lugar otras subespecies endémicas
que no están en peligro inmediato de extinción. Finalmente, hay que considerar los requisitos de hábitat de las
aves acuáticas que no son endémicas, pero cuya presencia depende de los humedales.
Hay dos especies de aves endémicas y en peligro de extinción en los humedales de Bogotá: el chirriador o
cucarachero de pantano Cistothorus apolinari y el rascón andino o tingua bogotana Rallus semiplumbeus (Renjifo,
1998; Stiles, 1998; ABO, 2000). Las especies con subespecies endémicas y amenazadas son la garcita dorada
Ixobrychus exilis, la tingua moteada o de pico verde Gallinula melanops (en ambos casos la subespecie se llama
bogotensis) y el pato turrio Oxyura jamaicensis andina. Las otras subespecies endémicas no amenazadas son la
focha o tingua de pico amarillo Fulica americana columbiana y la monjita, Agelaius icterocephalus bogotensis (ABO,
2000; Stiles, 1998, 2002).
Los requisitos de hábitat de estas especies están presentados en detalle en la Tabla 3.10. Esta Tabla
presenta también estimaciones de las áreas de hábitat óptimo requeridas por una pareja de cada especie, cuando
existen datos al respecto (Hilty y Brown, 1986; Fjeldsa y Krabbe, 1990; Lozano, 1993; ABO, 2000; Caycedo, 2001;
Morales, 2001). Es importante anotar que en conjunto estas aves requieren un mosaico de hábitat, más aún
cuando se consideran todas las aves acuáticas, de tal forma que un manejo exitoso de un hábitat no puede
orientarse a aumentar solo una parte y excluir otra, aunque sí existen ambientes prioritarios dentro del mosaico
en general.
El manejo de los humedales para producir un mosaico de ambientes, también puede favorecer los otros
vertebrados acuáticos. En la medida en que se mejore la calidad del agua, la rana sabanera Hyla labialis y el
sapito Colostethus bipunctatus encontrarán una buena oferta de hábitat entre los juncales, la vegetación
emergente y la fl otante; si estos anfi bios se vuelven abundantes, proveerán alimento para la serpiente no
venenosa Liophis epinephelus. El curí (Cavia anolaimae) también aprovecha los mosaicos de vegetación acuática
cuando su alimento preferido, los tallos tiernos del junco y posiblemente la cortadera, son abundantes; también
aprovecha los parches de pasto kikuyo. Aunque son poco conocidos los requisitos de hábitat de las ratas
arborícolas como Oryzomys
y Oligoryzomys spp., es probable que los juncales y matorrales de tintal (Cestrum mutisi) sean de importancia; las
semillas de algunas plantas emergentes como los barbascos (Polygonum) y botoncillo (Bidens) pueden ser
alimentos importantes para ellos, además para aves como la monjita y otras aves semilleros (Naranjo, 1995;
ABO, 2000).
Tabla 3.10. Requisitos de hábitat de las aves endémicas de los humedales de Bogotá.
Especie Hábitat Hábitat Descripción del mosaico de Área de hábitat ideal requerida2
preferid preferid hábitat ideal
os de os de
forrajeo1 anidación1
Tingua VF, MA, JU, EN, Juncal o enea con áreas de 0.10-0.35 ha
bogotana, JU, VE MA, VE vegetación fl otante y/o emergente
Rallus
semiplumbeus
Garcita dorada, JU, EN, JU, EN, Juncal o enea, bordes de No hay datos
Ixobrychus exilis (bordes), MA? vegetación fl otante y/o
bogotensis VF, VE emergente
Tingua pico TF, VF, VF, VE, Espejo de agua con 60-150m de borde de espejo de agua
verde o moteada, AS, VE JU, EN vegetación fl otante o
Gallinula sumergida, borde de
melanops vegetación emergente o
bogotensis juncal
Pato turrio, AS, AA, JU, EN, Espejo de agua con No hay datos
Oxyura TF, VF VE, VH vegetación sumergida y fl
jamaicensis andina otante, juncal
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Tingua pico AS, VE, VF VE, VF, Espejo de agua con vegetación No hay datos (también come
amarillo o JU, EN sumergida, bordes con pasto en la ronda)
focha, Fulica vegetación emergente, fl otante,
americana juncal
columbiana
Monjita, VE, VF, JU, EN, CT Juncal, enea o arbustos sobre Nidos agrupados, forr. en
Agelaius JU, MA, agua, alrededor vegetación bandadas alrededor
icterocephalus EN, emergente y/o fl otante
bogotensis OA
1
Hábitats enumerados en orden de preferencia. Abreviaciones de los hábitat según la Tabla 2.4, excepto CHT= chilco, tinto,
arbustos nativos del borde. Área requerida por una pareja o grupo (una unidad reproductiva). 2Basado en Varty et al. (1986),
Fjeldsa & Krabbe (1990), Lozano (1993), Caycedo (2001), Stiles (observaciones no publicadas).
Además del área de cada humedal, es importante considerar la conectividad entre ellos (Brown y
Dinsmore, 1986; Morrison et al., 1998; Andrade, 2002). Un humedal pequeño adquiere mayor valor para la
conservación de la fauna cuando está conectado con un humedal grande a través de un corredor de vegetación
acuática, incluyendo por lo menos algo de juncal y vegetación emergente. En la medida en que esta corriente
lleve agua de buena calidad y con un contenido adecuado de oxígeno disuelto, podría servir de sitio de desove
de los peces nativos de la sabana, el capitán y la guapucha (Forero y Garzón, 1974; Mojica et al,. 2002),
permitiendo su restablecimiento en los humedales.
Es evidente que la conectividad sería más factible para los humedales a lo largo del río Bogotá,
especialmente, si se logra una descontaminación más efectiva de este. Para los humedales aislados más arriba
en las cuencas de los ríos que atraviesan la ciudad de Bogotá, la conectividad efectiva sería más difícil.
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Entonces, para una zona de conservación ideal, se requiere un área mínima de 20 a 25 ha. No todos los
humedales remanentes reúnen este espacio, por lo tanto, en los humedales pequeños habría que modifi car los
objetivos según el área disponible, las características de las fuentes de agua y otras limitantes.
Es importante enfatizar que esta área mínima en sí no es sufi ciente para garantizar la persistencia de
todas las especies a largo plazo, esto dependería de varios factores como la forma de manejo de la vegetación y
las aguas, el entorno del humedal (tanto la vegetación de la ronda como el tipo de disturbio causado por las
transformaciones urbanas) y la conectividad entre humedales. Otra vez, los humedales pequeños son los más
afectados por los efectos de la urbanización en sus alrededores, porque estos efectos (disturbios, ruido, luz, etc.)
penetran a todo el humedal, mientras que en humedales grandes se limitan más a la periferia.
Para concretar estos parámetros en un modelo conciso, podremos defi nir cuatro categorías de humedales
en términos de sus potenciales de rehabilitación ecológica (Tabla 3.11).
Tabla 3.11. Criterios para establecer el potencial de restauración de fauna en los humedales de Bogotá* suponiendo una calidad
y régimen de agua adecuados*
A B C D
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La categoría más alta representa el óptimo a que se podría aspirar en cuanto al potencial de rehabilitación,
al lograr todas las obras necesarias para este fi n. Como ejemplo, el humedal de El Burro sería de categoría B si
se pudiera lograr redefi nir sus límites para incluir la parte baja (actualmente afuera), sanear la ronda de la parte
alta y defi nir la de la parte baja con un ancho adecuado para protección, remover los desechos contaminantes
y afl uentes residuales de la parte media y alcanzar una regulación del agua que permita mantener un nivel y
calidad más adecuada, con una mejor conectividad de los segmentos arriba y abajo de la avenida Ciudad de
Cali. Al no realizar varias de estas obras, su potencial de restauración se reduciría y lo ubicaría en la categoría
C.
Un caso particular es el segmento alto del humedal Juan Amarillo, porque con mejor conformación de los
bordes del costado sur y las islas con control del pasto kikuyo, se podrían establecer áreas apreciables de
hábitats en el lago mismo. Al surtir de agua de aceptable calidad la Chucua de Colsubsidio y sanear su ronda,
se podría alcanzar la categoría A; actualmente su categoría es C. Los humedales “tipo” de la categoría A son la
parte baja del Juan Amarillo (el lago de Tibabuyes), la parte baja de Jaboque y La Conejera; Guaymaral y
Córdoba podrían alcanzar esta categoría con el manejo adecuado y Tibanica tiene mucho potencial también con
buen manejo de la ronda en particular.
Tabla 3.12. Posibilidades de mantener poblaciones de especies representativas de fauna en diferentes categorías de humedales
de Bogotá*
ESPECIES Categoría para Conservación***
Especies de Aves A B C D
Otros grupos
* suponiendo una calidad y régimen de agua adecuados (incluyendo conectividad); ** especies migratorias, no se trata de poblaciones
reproductoras. (?): Se podría alcanzar con diferentes intensidades y orientaciones de manejo.
Otro extremo, el humedal “tipo” de la categoría D es el de La Vaca, con poco espacio y un entorno difícil.
La mayoría de los humedales de tamaños menores se ubican en la categoría C, aunque en algunos se podría
llegar a la B si se lograra aumentar sus áreas efectivas y sanear sus rondas hasta lo máximo posible.
En cuanto a las prioridades de rehabilitación o recuperación de cada humedal, debe quedar claro que la
más alta prioridad para los humedales de la categoría A debe ser la de la conservación de la biodiversidad, en
particular, las aves amenazadas y endémicas. Las acciones y obras en estos humedales deben enfocarse hacia el
aumento de sus áreas efectivas y el manejo de los hábitats para conseguir y mantener un buen mosaico de ellos,
lo cual a su vez implica garantizarles el manejo hídrico adecuado. Es de anotar que no todas las especies
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de aves amenazadas están presentes en todos estos humedales, lo cual implica que debe haber un programa de
reintroducción de algunas especies, una vez que sean restablecidos los hábitats que necesitan. En estos
humedales también se debe ejercer el mayor control de acceso de la gente (grupos guiados con guías califi
cados) y un buen cerramiento para evitar la entrada de animales domésticos, en particular perros, que deben ser
capturados y reubicados. Sus rondas deben ser ampliadas en lo posible y mejoradas para brindar una mejor
protección, incluyendo aislamiento de las luces y del ruido de la ciudad. Sería factible instalar observatorios
para la observación de la fauna en la medida en que el acceso a estos sea estrictamente controlado y su
ubicación no represente un peligro para las especies más sensibles.
Los humedales de la categoría B deben recibir un manejo adecuado para permitir el establecimiento de las
poblaciones de las especies de fauna endémicas y amenazadas en lo posible y sus rondas. Igualmente, deben ser
ampliadas y sembradas con vegetación adecuada para dar protección y aislamiento de las presiones urbanas, en
especial en las zonas más expuestas a estas presiones. El cerramiento de estos humedales para controlar el
acceso sería también importante, incluyendo la restricción al ingreso de perros. La diferencia principal en el uso
de estos humedales sería permitir un uso más intensivo para la educación ambiental con la admisión de grupos
más grandes (siempre guiados) y facilidades más extensas para la observación y contemplación de la fauna.
Los humedales de la categoría C son en general más pequeños e inmersos en el medio urbano, con menos
posibilidades de albergar una avifauna diversa. Para estos el uso más adecuado sería para educación ambiental,
activa e intensiva, en combinación con más actividades recreativas para la gente de los barrios aledaños a la
periferia, que puede tener una vegetación más “tipo parque”. Sin embargo, sería bueno poder designar sectores
más aislados o protegidos de cada uno con acceso más restringido con guías (que no necesariamente implica
sean especializados).
Lo más importante para humedales de la categoría D es proveer un lugar de paisaje agradable para la
gente, con agua limpia y algunas muestras de la vegetación y fauna típica para fi nes educativos y algunas
facilidades recreativas en la ronda.
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