Intervención Cognitivo en Autoestima

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Intervención cognitivo-conductual para

la mejora del autoconcepto en el caso de


una adolescente víctima de maltrato
emocional
Cognitive-behavioral intervention to enhance self-
concept in a case of an adolescent victim of emotional
maltreatment
Estibaliz Ramos-Díaz(1), Inge Axpe(1), Oihane Fernández-Lasarte(1) y Vanessa
Jiménez-Jiménez(2)

(1) Universidad del País Vasco/Esukal Herriko Unibertsitatea (UPV-EHU), España


(2) Área del Menor y la Familia del Instituto Foral de Bienestar Social de Álava, España

Recibido a 16 de Julio de 2017, Aceptado a 17 de Enero de 2018

Resumen

Los importantes cambios durante la adolescencia en la autopercepción y la


decisiva influencia de la imagen propia sobre el bienestar psicológico de los
adolescentes determinan el gran interés que despierta el estudio del autoconcepto
durante este periodo evolutivo. En el presente estudio se evalúa una intervención
cognitivo-conductual dirigida a mejorar el autoconcepto de una adolescente de 16 años
que ha sufrido maltrato emocional. Con un diseño de caso único, se aplicó una
adaptación del programa de intervención de Mora y Raich (2014) y el programa de
intervención “Mírate bien” de Axpe y Revuelta (2012). De la batería de instrumentos
utilizada, se administraron dos instrumentos de evaluación antes y después de la
intervención: Listado de Síntomas SCL-90-R (Derogatis, Rickels y Rock, 1976) y
Cuestionario Autoconcepto Forma-A (AFA) de García y Musitu (2014). Los
resultados tras 15 sesiones semanales de intervención muestran una mejora en las
puntuaciones del autoconcepto en las dimensiones familiar, emocional y física, así
como una disminución
de los síntomas psicopatológicos.

Abstract

The significant changes during adolescence in self-perception and the decisive influence


of the adolescents own image on psychological well-being determine the great
interest in the study of self-concept. The current study evaluates the effectiveness of a
cognitive-behavioral intervention to improve the self-concept of a sixteen-year-old
adolescent victim of emotional maltreatment. With a single-case design, an adaptation
of the intervention program of Mora and Raich (2014) and the “Look at yourself”
intervention program of Axpe and Revuelta (2012) were applied. From the full
instrument battery used, two instruments were administered: Symptom Checklist SCL-
90-R (Derogatis, Rickels, & Rock, 1976) and Self-Concept Form-A Questionnaire
(García & Musitu, 2014). After 15 sessions of  intervention, results revealed an
improvement in self-concept scores in the family, emotional and physical dimensions,
as well as a decrease in psychopathological symptoms.

Palabras clave

Autoconcepto, intervención cognitivo-conductual, diseño de caso único, adolescencia,


maltrato emocional

Keywords

Self-concept, cognitive-behavioral intervention, single-case design, adolescence,


emotional maltreatment.

Páginas E4, 1-10

DOI https://doi.org/10.5093/cc2018a1

PDF cc2018v9n1a15.pdf

Contenido
Para citar este artículo: Ramos-Díaz, E., Axpe, I., Fernández-Lasarte, O. y Jiménez-
Jiménez, V.(2018). Intervención cognitivo-conductual para la mejora del autoconcepto
en el caso de una adolescente víctima de maltrato emocional. Clínica Contemporánea,
9, e4. https://doi.org/10.5093/cc2018a1

Existe una elevada cantidad de recursos personales que los adolescentes deben
desarrollar para lograr su bienestar psicológico (Lippman et al., 2014) o el
afrontamiento adaptativo de la adversidad (Liu, Wang y Lu, 2013; Wright, Masten y
Narayan, 2013). Entre tales activos para el desarrollo adaptativo, la percepción positiva
de uno mismo figura como determinante para el ajuste tanto psicológico como social en
la adolescencia (Fuentes, García, Gracia y Lila, 2011; Garaigordobil, Pérez y Mozaz,
2008; Inglés, Martínez-Monteagudo, García-Fernández, Valle y Castejón, 2015;
Rodríguez-Fernández et al., 2016). El autoconcepto ha sido definido como el conjunto
de percepciones (físicas, intelectuales, sociales, académicas, emocionales, etc.) que
conforman la imagen que una persona mantiene sobre sí misma a partir de factores
cognitivos y de la interacción social (Shavenson, Hubner y Stanton, 1976).
Actualmente, este constructo cognitivo-motivacional se entiende como una realidad de
naturaleza multidimensional y jerárquica, existiendo una dimensión más general y
estable que se sitúa sobre otras más específicas en niveles intermedios e inferiores,
como el autoconcepto físico, emocional, familiar, académico o social (Esnaola,
Rodríguez-Fernández, y Goñi, 2011; Mérida, Serrano, y Tabernero, 2015; Shavelson, et
al., 1976). Durante la adolescencia, el autoconcepto sufre relevantes transformaciones
debido al progresivo desarrollo de las habilidades cognitivas, produciéndose una mayor
diferenciación del mismo al enfrentarse los adolescentes a nuevas tareas evolutivas, así
como a una mayor vulnerabilidad para distorsionar su propia imagen (Inglés, Martínez-
González, García-Fernández, Torregrosa, y Ruiz-Esteban, 2012).

Se ha confirmado que un buen autoconcepto resulta esencial en el desarrollo mental


saludable durante la adolescencia (Church et al., 2014; Fuentes, Medina, Van
Barneveld, y Escobar, 2012; Mruk, 2006). Tener una alta autoestima o autopercepción
evaluativa positiva puede ser una cualidad protectora de resultados negativos asociados
con la exposición a los riesgos de la adolescencia (Fergus y Zimmerman, 2005).
Además, durante este periodo del ciclo vital las autopercepciones positivas están
relacionadas con diversos indicadores de adaptación, apoyando la idea de que el mayor
autoconcepto se corresponde con el mejor ajuste psicológico, una buena competencia
personal y menos problemas comportamentales (Fuentes et al., 2011). Por el contrario,
tener una autopercepción negativa puede suponer un riesgo para el bienestar del
adolescente; también se han corroborado en adolescentes con autoconcepto positivo
relaciones inversas con síntomas de desajuste psicológico (Garaigordobil et al., 2008).
Por ello, durante los últimos años el estudio sobre el autoconcepto y la autoestima ha
ido ganando relevancia al identificarse como un factor protector directamente implicado
con el bienestar general que influye positivamente en las conductas ajustadas y
adaptativas en la adolescencia (Garaigordobil et al., 2008; O´Mara, Marsh, Craven, y
Debus, 2006; Rodríguez-Fernández et al., 2016).

Todo esto permite comprender el enorme interés por tratar de ayudar a los adolescentes
a mejorar u obtener una visión más ajustada de su self mediante su implicación en
intervenciones psicológicas eficaces. En este sentido, la Asociación Americana de
Psicología (APA) subraya la importancia de una perspectiva proactiva y preventiva en
relación con la salud psicológica (Hage et al., 2007). Las pautas planteadas implican un
doble proceso: por un lado, la promoción de acciones necesarias para disminuir los
problemas y, por otro lado, el fortalecimiento de los factores que conducen al desarrollo
positivo (Kenny y Hage, 2009). Dentro de este marco, el trabajo de las creencias y
pensamientos de la persona acerca de sí misma es fundamental para la mejora del
autoconcepto (Axpe, Infante, y Goñi, 2016). Efectivamente, se ha verificado a nivel
empírico que los programas de aprendizaje socioemocional con adolescentes
promueven la mejora del autoconcepto general y la autoestima (Coelho, Sousa, y
Figueira, 2014; Morton y Montgomery, 2013). También se ha verificado la eficacia de
un programa de intervención sobre el autoconcepto físico implementado desde una
perspectiva cognitiva que permite que la persona aplique y generalice las estrategias
cognitivas aprendidas a otros ámbitos de la propia percepción, de manera que el
autoconcepto general resulta igualmente beneficiado (Axpe, Gil, e Iriarte, 2012; Axpe,
Infante y Goñi, 2016).

Por otro lado, varias investigaciones estudian las consecuencias negativas que puede
generar el maltrato emocional en el funcionamiento psicológico durante la infancia y la
adolescencia. Los malos tratos en la infancia constituyen un importante factor de riesgo
psicopatológico y se relacionan con conductas disfuncionales en la adolescencia (Lázaro
y López, 2010; Shaffer, Huston y Egeland, 2008). Precisamente, es constatable que
determinados procedimientos de intervención destinados a potenciar habilidades
emocionales de afrontamiento ante la adversidad han mostrado su eficacia para producir
cambios significativos en adolescentes (Prince-Embury y Saklofske, 2014). No
obstante, no se encuentran estudios que analicen la relación entre el maltrato infantil y
el papel de la intervención sobre el autoconcepto con el objetivo de disminuir tales
consecuencias psicopatológicas. La investigación sobre el efecto de las intervenciones
psicológicas que promueven el desarrollo del autoconcepto y la autoestima con
adolescentes expuestos a situaciones de maltrato es limitada en la actualidad. Dada la
centralidad psicológica del autoconcepto, resulta relevante ampliar las investigaciones
que favorezcan el conocimiento de la eficacia de este tipo de intervenciones con
adolescentes que cuentan con antecedentes de maltrato. El presente estudio tiene como
objetivo evaluar los efectos de una intervención psicológica para mejorar el
autoconcepto de una adolescente víctima de maltrato grave. Este trabajo ha utilizado
como base el programa de tratamiento de Mora y Raich (2014) y el programa de
intervención “Mírate bien. Claves para mejorar la imagen propia y el bienestar
psicológico” de Axpe y Revuelta (2012). De forma específica, se trata de entrenar a la
paciente en una serie de habilidades cognitivas y sociales que puedan mejorar la imagen
de sí misma y favorecer su bienestar general.

Presentación del caso


 

Identificación del paciente

Paciente adolescente de 16 años de edad escolarizada en cuarto curso de Educación


Secundaria Obligatoria. Vive con una familia de acogida y su hermano menor tras haber
experimentado maltrato infantil. Según la entrevista con los padres acogedores, la
adolescente presenta un buen rendimiento académico y una adecuada relación con los
iguales. Se trata de una menor que presenta ajuste en el contexto escolar y que se
encuentra en proceso de adaptación a la situación de acogimiento familiar. Entre sus
aficiones destacan la lectura y dedicar tiempo libre a estar con su grupo de amistades. El
nivel sociocultural de la familia es medio-bajo y existe un vínculo afectivo positivo
entre todos los miembros de la familia.

Motivo de consulta

La demanda de apoyo psicológico por parte de la familia acogedora y la psicóloga


coordinadora del caso en el Área del Menor y la Familia se centra fundamentalmente en
la consolidación el proceso de formación de la identidad personal de la menor y la
mejora de su autoconcepto. Asimismo, se considera necesaria la creación de un espacio
de desahogo personal debido al retraimiento que presenta la joven, caracterizado
fundamentalmente por la falta de accesibilidad a iniciar intercambios emocionales
dentro del contexto familiar. La adolescente, por su parte, solicita ayuda específica para
mejorar la percepción negativa que tiene de sí misma y que influye en su estado de
ánimo, presentando síntomas depresivos.

Historia del problema


La paciente es una adolescente con antecedentes de maltrato emocional que presenta un
perfil resiliente, describiéndose a sí misma como una chica tímida, incomprendida,
sensible y empática. Presenta evaluaciones negativas sobre sí misma, fundamentalmente
percepciones distorsionadas sobre su apariencia física, inseguridad e insatisfacción por
la imagen propia. Muestra tendencia a aceptar valoraciones desfavorables sobre sí
misma como correctas.

En su familia acogedora, la menor percibe una adecuada cohesión familiar y un bajo


nivel de conflicto, aunque admite que la comunicación no es fluida por su parte y que le
cuesta expresar su punto de vista. El entorno familiar intenta reforzar la introspección y
la comunicación emocional, pero su inaccesibilidad dificulta que las figuras acogedoras
puedan comprender su estado de ánimo. No obstante, describe una buena relación con
sus padres acogedores, confía en ellos y destaca que se interesan por ella, se implican
con ella y le ayudan.

A nivel social, cuenta con un grupo reducido de amistades íntimas con el que siente
segura y confiada. Debido al reciente cambio de centro educativo, la interacción con los
compañeros y compañeras de clase se reduce a las horas lectivas. Las autopercepciones
negativas que presenta dificultan un adecuado desempeño social y la adecuación
interpersonal con posibles nuevas amistades en el nuevo entorno escolar. No participa
en ninguna actividad extraescolar de ocio, deportiva o académica.

Evaluación

Para realizar la evaluación psicológica se recogió información relevante sobre el caso en


varias entrevistas concertadas con profesionales del programa de apoyo psicológico de
los servicios sociales. También se llevaron a cabo entrevistas clínicas con la madre
acogedora y la paciente por separado. A continuación se exponen los instrumentos de
evaluación empleados en la exploración psicológica inicial y los resultados obtenidos:

Cuestionario “Big Five” de Personalidad BFQ (adaptación española: Bermúdez, 1995).


La prueba identifica un perfil cooperativo, cordial, altruista, amigable, generoso y
empático de la paciente. La puntuación implica asimismo una alta capacidad para
comprender los problemas y necesidades de los demás y cooperar eficazmente con
ellos. Obtiene un índice alto que sugiere la tendencia a definirse como muy reflexiva,
escrupulosa, diligente y perseverante. Por último, los resultados sugieren que la paciente
mantiene el control de la propia conducta en situaciones difíciles y que presenta niveles
bajos de impulsividad, emotividad, impaciencia e irritabilidad.

Listado de Síntomas SCL-90-R (Derogatis et al., 1976). Se ubica en el nivel de personas


sin morbilidad psicopatológica, tanto en el índice global como en las dimensiones
sintomáticas. Las puntuaciones más elevadas corresponden a las escalas de sensibilidad
interpersonal y de depresión. La primera dimensión está relacionada con un estado de
incomodidad e inhibición ante el sexo opuesto, la impresión de que los demás no la
comprenden y la percepción de una misma como extremadamente sensible o sentirse
herida con facilidad. La segunda dimensión recoge signos relacionados con
sentimientos de tristeza y llorar fácilmente.

Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil TAMAI (Hernández, 1990).


En el factor de inadaptación personal obtiene una puntuación moderada. El sistema de
indicación crítica señala un nivel moderado del factor de cogniafección, un nivel casi
alto de cognipunición y un nivel bajo de autosuficiencia defensiva. La primera
dimensión implica una tendencia moderada a estar insatisfecha consigo misma y
sensaciones de incomodidad, inseguridad y miedo de enfrentarse a la realidad; la
segunda dimensión sugiere niveles altos de sufrimiento personal; y la tercera dimensión
alude a la tendencia a expresar una posible inadaptación a través de sentimientos
negativos de tristeza en lugar de reacciones defensivas. En las áreas de inadaptación
escolar y social, ninguno de los factores (aversión a la instrucción, indisciplina,
autodesajuste social y restricción social) aparecen como constatados.

Escala de Clima Familiar FES (adaptación española: Fernández-Ballesteros y Sierra,


1984). El análisis de los resultados sugiere que percibe un nivel alto de cohesión
familiar, y niveles bajos de conflicto y de expresividad en el ámbito familiar.

Cuestionario Autoconcepto Forma-A (AFA) de García y Musitu (2014). El resultado de


la prueba refleja un nivel alto en la dimensión autoconcepto académico y autoconcepto
social. Por otra parte, obtiene puntuaciones bajas en el resto de las dimensiones:
autoconcepto emocional, autoconcepto familiar y autoconcepto físico.

Asimismo, se solicita a la paciente elaborar un autorregistro de situación-pensamiento-


emoción-conducta con el objetivo de poder reconocer el papel que juegan sus
pensamientos negativos en lo que siente (sus emociones) y lo que hace (su conducta).
Para ello, debía describir la situación o suceso que había motivado la emoción
desagradable, los pensamientos automáticos que precedían la emoción negativa y el
nivel de creencia de estos pensamientos (valorado de 0 a 10), las emociones negativas
que sentía y su intensidad (valorada de 0 a 10), y finalmente qué hacía en esa situación y
qué consecuencias tenía ese comportamiento.

Respecto a las conductas llevadas a cabo, se observa evitación. Tanto el grado de


creencia de los pensamientos negativos y la intensidad de las emociones fue alto.

Análisis funcional
Tratamiento

El tratamiento cognitivo-conductual dirigido a mejorar el autoconcepto de la paciente se


realizó mediante terapia cognitiva-conductual, basado principalmente en técnicas de
auto-observación y reestructuración cognitiva, entrenamiento de habilidades sociales y
solución de problemas. Se llevaron a cabo asimismo técnicas dirigidas a promover la
autoaceptación y la consolidación de puntos fuertes de la autoestima o autoconcepto.
Esta intervención psicológica estuvo basada en la propuesta de tratamiento de Mora y
Raich (2014).Por último, se aplicó una adaptación del programa de intervención para
mejorar la imagen propia y el bienestar psicológico “Mírate bien” de Axpe y Revuelta
(2012). Se llevaron a cabo un total de 15 sesiones de tratamiento con una duración
aproximada de sesenta minutos cada sesión. Fue aplicada de manera individual en el
gabinete de psicología al que se derivó el caso. La periodicidad fue semanal y tuvo una
duración de 5 meses aproximadamente.

 
Objetivos

 Mejora de la autopercepción y del estado de ánimo a través de la detección y


modificación de los pensamientos automáticos autocríticos que son fuente de
estados emocionales negativos y comportamientos desadaptados
 Fomentar la autoaceptación a través de la adquisición de un conocimiento más
preciso de sus puntos fuertes y puntos débiles
 Identificación y modificación de reglas de vida
 Entrenamiento en habilidades sociales para optimizar las relaciones
interpersonales, de comunicación y relacionales
 Mejora de la autoimagen y el bienestar psicológico

Intervención con la paciente


Las sesiones de intervención cognitivo-conductual se desarrollaron en cinco fases
(véase Tabla 1) cuya finalidad fue principalmente mejorar el autoconcepto, disminuir
las conductas desadaptadas asociadas a las autopercepciones negativas y favorecer el
bienestar psicológico, dotando de habilidades de interacción social. En la primera fase el
objetivo es la intervención sobre los pensamientos automáticos a través de estrategias de
codificación y procesamiento de la información como la interpretación y
cuestionamiento de las disfunciones cognitivas frecuentes, psicoeducación de la
paciente sobre su estructura cognitiva, sus creencias disfuncionales y sus distorsiones
cognitivas, corrección de distorsiones cognitivas y mejora de la capacidad para regular
el estilo de procesamiento de la información. Asimismo, forma parte de esta fase la
enseñanza de habilidades de solución de problemas a través de experimentos
conductuales ajustados a la realidad de la paciente.

En la segunda fase, el objetivo es la promoción de la autopercepción positiva intentando


fortalecer las valoraciones positivas de sí misma a través de la creación de un diario de
actividades en el que se relatan actividades relacionadas con sus éxitos y experiencias
positivas, así como la elaboración de una lista de cualidades positivas o logros. En la
tercera fase, el objetivo es la modificación de las cogniciones profundas fuente de
comportamientos desadaptativos. Para ello, se identifican y se modifican las reglas de
vida de la paciente a través de interrogación socrática, experimentos conductuales,
debate didáctico y análisis de la validez o puesta a prueba de las reglas. Además, se
analizan los temas más recurrentes en base a los autorregistros de pensamientos
automáticos.

La cuarta fase tiene como objetivo la mejora de la calidad de las relaciones


interpersonales, de comunicación y relacionales. Basada en el entrenamiento
autoinstruccional y de afrontamiento de críticas, se utilizan textos informativos acerca
de la asertividad y preguntas finales para comprobar la comprensión de los contenidos
trabajados. Asimismo, se implementan técnicas de entrenamiento en habilidades
sociales como el modelado, ensayos conductuales basados en experiencias reales,
feedback y reforzamiento. También se proponen tareas para casa del tipo exposición a
situaciones evitadas.
Finalmente, la quinta fase tiene como objetivo la mejora de la imagen propia y del
bienestar psicológico mediante la adaptación del programa “Mírate bien. Claves para
mejorar la imagen propia y el bienestar psicológico” de Axpe y Revuelta (2012). Se
trata de un programa en formato impreso que consta de una unidad introductoria,
seguida de varios capítulos que abordan el ejercicio físico, los hábitos saludables, las
presiones externas y otras variables que afectan a las autopercepciones físicas y la
modificación de la propia visión subjetiva.

Una vez finalizada la quinta fase, la evaluación postratamiento se llevó a cabo en una
sesión complementaria. Hubo seguimiento del caso por parte de los servicios sociales a
través del programa especializado de intervención familiar, informándose de una
evolución terapéutica favorable.

Tabla 1. Cronograma de Sesiones de Evaluación y Tratamiento


 

Resultados tras la intervención


En base a los resultados obtenidos a través de los instrumentos de evaluación
administrados antes y después del tratamiento cognitivo-conductual, se observa una
evolución positiva en las dimensiones del autoconcepto de la paciente, así como una
disminución de los niveles de sensibilidad interpersonal y depresión. Concretamente, los
datos indican que la paciente mantiene una percepción positiva de la calidad del
desempeño de su rol como estudiante (autoconcepto académico) tanto en el sentimiento
que tiene a partir de sus profesores como en las cualidades específicas valoradas
especialmente en el contexto escolar (PT(prestest) = 19; PT(postest) = 17). Asimismo preserva
una percepción positiva en relación a su desempeño en las relaciones sociales
(autoconcepto social) cuando se refieren a su red social y a las cualidades importantes
en las relaciones interpersonales (PT(prestest) = 22; PT(postest) = 24). Respecto al
autoconcepto emocional, las puntuaciones obtenidas sugieren un avance positivo de su
estado emocional y de sus respuestas a situaciones específicas donde la otra persona
implicada es de un rango superior (PT(prestest) = 19; PT(postest) = 8 ). Esto implica que ha
disminuido la intensidad de su malestar emocional y que tiene más control de las
situaciones y emociones y que responde más adecuadamente a los diferentes momentos
de su vida. La paciente manifiesta mejora en el autoconcepto familiar, sobre todo en la
implicación, participación e integración en el medio familiar actual (PT (prestest) = 10;
PT(postest) =14), disminuyendo asimismo la percepción de ser criticada en casa y sentir
que es una decepción para su familia. Además, se comprueba una mejora en el
autoconcepto físico, especialmente en la dimensión de aspecto físico. Esto último
implica que se percibe físicamente más agradable en comparación con la percepción
negativa pre-tratamiento (PT(prestest) = 8; PT(postest) = 16).

Respecto a la evolución de las características psicopatológicas evaluadas con el SCL-


90-R, la paciente manifiesta una disminución de los síntomas depresivos PT(prestest) =
3.54; PT(postest) = 2.61) asociados a la percepción de sí misma, así como una mejora la
dimensión de sensibilidad interpersonal (PT(prestest) = 4.6; PT(postest) = 3.8) relacionada con
sentimientos de incomprensión y la percepción de sí misma como extremadamente
sensible.

Además de administrar al final de la intervención psicológica la batería de instrumentos


destinados a medir el autoconcepto multidimensional y las características
psicopatológicas con el objetivo de comparar los niveles prestes y postest, se entrevistó
nuevamente a la familia acogedora y se mantuvo una reunión informativa con la
responsable del programa especializado de intervención familiar. Dentro del entorno
familiar, la paciente se muestra más accesible, aumentando el nivel de comunicación
con sus padres acogedores. Tras la intervención, la joven manifiesta una alta capacidad
para identificar sus propias cogniciones con los correspondientes correlatos
emocionales, físicos y conductuales. Asimismo, es capaz de identificar los
pensamientos automáticos negativos y de llevar a cabo una reestructuración cognitiva
adaptativa basada en la autoaceptación.

Discusión
Los resultados de este estudio son consistentes con datos obtenidos en investigación
previa que han verificado a nivel empírico el efecto positivo de intervenciones
socioemocionales en la promoción de la mejora del autoconcepto general (Coelho et al.,
2014; Morton y Montgomery, 2013) y su dimensión física (Axpe et al., 2016; Axpe et
al., 2016) durante la adolescencia. Además, se confirma el relevante rol del
autoconcepto como un factor estrechamente vinculado al ajuste personal y social en la
adolescencia (Rodríguez-Fernández et al., 2016; Ramos-Díaz, Rodríguez-Fernández,
Fernández-Zabala, Revuelta y Zuazagoitia, 2016).

 
Conclusión
Los objetivos de la intervención psicológica llevada a cabo fueron la mejora del
autoconcepto y del bienestar psicológico de una adolescente de 16 años víctima de
maltrato infantil. En base a los resultados obtenidos, se cumplieron los objetivos de la
intervención. Por un lado, la paciente mejoró las puntuaciones del autoconcepto
familiar, autoconcepto emocional y autoconcepto físico. Por otro lado, se confirmó una
disminución de los síntomas psicopatológicos detectados al inicio del tratamiento.
Respecto al curso de la intervención, se observa una adecuada adherencia terapéutica
por parte de la paciente. Se subrayan como aspectos cruciales en la evolución positiva
de la paciente su participación activa en el proceso terapéutico y la motivación para el
cambio manifestada, así como el compromiso y la coordinación entre la psicoterapeuta,
los servicios sociales y la familia acogedora.

Por último, el estudio presenta algunas limitaciones que deben ser señaladas. Al tratarse
de un diseño de caso único, la generalización de los resultados se ve condicionada, por
lo que sería interesante desarrollar nuevas investigaciones que pudieran replicar los
efectos en una muestra amplia de población adolescente en situación de desprotección.
Sería asimismo conveniente realizar un seguimiento a largo plazo y evaluar la
variabilidad temporal de la joven y la estabilidad de los efectos de la intervención
cognitivo-conductual a través de replicaciones a nivel intrasujeto para mejorar la validez
interna del estudio.

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