Los Vampiros de Shadow Hills 01 - Carne y Sangre - VEd
Los Vampiros de Shadow Hills 01 - Carne y Sangre - VEd
Los Vampiros de Shadow Hills 01 - Carne y Sangre - VEd
Copyright
capítulo 1
Diez meses antes de la fiesta de Halloween del vecindario.
capítulo 2
capítulo 3
capítulo 4
capítulo 5
capítulo 6
capítulo 7
capítulo 8
capítulo 9
capítulo 10
capítulo 11
capítulo 12
capítulo 13
capítulo 14
capítulo 15
capítulo 16
capítulo 17
capítulo 18
capítulo 19
capítulo 20
capítulo 21
capítulo 22
capítulo 23
capítulo 24
capítulo 25
capítulo 26
capítulo 27
capítulo 28
capítulo 29
capítulo 30
capítulo 31
capítulo 32
capítulo 33
capítulo 34
capítulo 35
capítulo 36
capítulo 37
capítulo 38
capítulo 39
capítulo 40
capítulo 41
capítulo 42
capítulo 43
capítulo 44
capítulo 45
capítulo 46
capítulo 47
capítulo 48
capítulo 49
capítulo 50
capítulo 51
Afterword
Libros del autor en inglés
Biografía del autor
Copyright Willow Rose 2018
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida, en papel, digitalmente o de
ninguna otra forma sin el previo consentimiento de la autora.
Esta es una obra de ficción, cualquier similitud de sus personajes con personas reales, vivas o muertas,
es mera casualidad. La autora posee todos los derechos de esta obra. Queda prohibida su copia no
autorizada.
Carne & Sangre ha sido traducida de la obra en ingles Flesh and Blood por Elisa Pedraz
González, elisa.pedraz@outlook.com
Uno puede escoger sus amigos, pero no puede escoger su familia, tus
parientes siguen siendo parientes tuyos tanto si tú quieres reconocerlos por
tales como si no.
-Harper Lee, Matar a un ruiseñor
CAPÍTULO UNO
—¿N ecesitas ayuda con las maletas? —Forcé una sonrisa mientras
hacía la pregunta.
Jazmine asintió.
—Claro, puedes coger mi manta y almohada del coche si quieres.
Asentí con la cabeza, me agaché y las cogí del asiento trasero y mientras
tenía la cabeza metida en el coche pude escuchar más voces que se acercaban.
—Nuevos vecinos ¿eh?
Se me heló la sangre; era Claire, Claire Smith, la madre de Jayden.
Saqué la cabeza del coche con la manta y la almohada agarradas, me di la
vuelta y noté la fría mirada de mi madre tras aquellas gafas de sol aunque
Claire pareció no darse cuenta, o quizás fingió no hacerlo, al acercarse a
Briana con la mano extendía para saludarla.
—Vaya, un saludo firme —dijo Briana—. Me gusta.
Junto a Claire estaba Jayden que parecía tan incómodo como Jazmine y
yo. Llevaba puesta su sudadera favorita de UnderArmour con la que tanto me
gustaba verle. Su larga cabellera estaba despeinada, se la colocó con una
mano detrás de la oreja y mientras articulaba un hola con los labios sus ojos
se clavaron en los míos; pude sentir cómo la sangre subía hasta mis mejillas
al devolverle el saludo. Mientras tanto nuestras madres continuaron sin
percatarse de nosotros.
—Bueno, Claire es un poco brusca —soltó Camille sin dignarse mirar en
dirección a Claire pero claramente dirigiéndose a ella—. Ya hemos saludado
a los Jefferson y les hemos dado una cesta de regalo.
—Vale, yo también quería darles una cálida bienvenida —replicó Claire
—. Estábamos a punto de salir a correr —Señaló a Jayden—, mi hijo y yo; se
pone algo nervioso encerrado en casa en días tan maravillosos como el de
hoy. Tengo que incitarle a hacer ejercicio, ¿no?
—Claro —afirmó Briana un tanto sobrepasada por semejante comité de
bienvenida.
Su marido se había metido en la casa con un par de maletas y cajas
mientras que los de la mudanza trabajaban a destajo para vaciar el camión.
—Pues... supongo que nos veremos por ahí —declaró Claire—. A lo
mejor os podéis venir a una comida al aire libre uno de estos días. Podemos
poner algo de carne en la parilla y quizás jugar un rato a la pelota.
—Suena genial —respondió Briana.
—Sí, pero no comemos carne —intervino mi madre—. No es sana con
todas esas hormonas que la inyectan, además odio comer cualquier cosa que
tengas ojos.
—Las patatas también tienen ojos —replicó Claire con una sonrisa.
Mi madre torció el gesto.
—Sabes a lo que me refiero.
—Claro que lo sé —aseguró Claire y comenzó a alejarse dando saltos
como un caballo de carreras esperando la señal de salida—. ¡Hacedme saber
qué día os viene mejor! —gritó y se dio la vuelta mientras llamaba a Jayden
para que la siguiera.
—Encantado de conocerte —dijo Jayden saludando a Jazmine.
Fue entonces cuando lo noté; la mirada en los ojos de Jayden mientras se
despedía justo antes de darse la vuelta y ponerse a trotar. Hubo algo en la
manera en la que la miró que me hizo sentir incómoda; una chispa que nunca
había visto en él.
Ambos se quedaron mirándose el uno al otro.
Su madre ya se encontraba a varios metros por delante de él corriendo
hacia el parque y el lago detrás del vecindario donde corrían todos los
sábados.
—Debería... —dijo señalándola mientras caminaba hacia atrás con los
ojos clavados en los de Jazmine.
—Hasta luego —respondió Jazmine.
Mis ojos siguieron a Jayden a medida que desaparecía tras el asfalto y
doblaba la esquina al final de la calle.
—Deberíamos volver —ordenó mi madre agarrándome de la mano.
Yo me solté de su fuerte agarre provocando que las largas uñas de mi
madre arañasen ligeramente mi piel.
—Creo que me quedaré y ayudaré a Jazmine a asentarse, si no te importa.
—Claro que no —respondió mi madre—. Yo también me quedaría si no
tuviese una reunión telefónica en unos minutos. Nunca hay un momento
aburrido cuando diriges tu propia empresa, ¿verdad?
CAPÍTULO CINCO
Ahora estaba corriendo por el atajo del parque que siempre se había jurado
que no cogería de noche. Pensó en Steve y sus maravillosos ojos.
Por muy feliz que estuviese aquella noche, se temía que eso había sido
todo; no le había gustado la manera en la que la había mirado cuando se
habían despedido, o el hecho de que él hubiese torcido la cabeza cuando ella
se había inclinado a por un beso de despedida, «¿Estaban saliendo? ¿O iba a
actuar como John y pretender que no la conocía en el instituto al día
siguiente?»
John y ella se habían acostado varias veces, pero nunca hablaba con ella
al día siguiente y si ésta se le acercaba en el pasillo, él fingía que no la veía y
se marchaba o se ponía a hablar con sus compañeros del equipo, actuando
como si ella no estuviese allí.
Natalie esperaba que la cosa fuese distinta con Steve; se había
emocionado mucho cuando la había pedido salir. Finalmente un buen chico.
Por fin alguien que la iba a tratar bien.
Al menos eso era lo que ella había pensado.
Tras ver la forma en la que la había mirado cuando se marchó, una vez
que había conseguido lo que quería de ella, temió que no fuese a ser diferente
que con John.
Natalie se apresuró a cruzar el sendero y pasar la estatua en medio del
parque en dirección al lago, ya que vivía justo al otro lado.
Tenía frío y estaba asustada por la oscuridad.
De pronto, le pareció escuchar un ruido en los arbustos; una especie de
crujido, y aceleró el paso; existían historias, la mayoría rumores, sobre un
gran animal que vivía en los árboles. La mayoría creía que era un oso; otros
que era un puma. Pero lo cierto era que muchos habían visto u oído algo en el
parque por la noche.
«Solo unos metros más y estaré allí», pensó Natalie entre sorbidos; el frio
estaba haciendo que su nariz se congestionase y que le picase la garganta.
Natalie nunca había sido una gran corredora. No estaba gorda pero
siempre había estado rellenita; bebé regordete, así la llamaba su madre.
¿Podían seguir llamándote así cuando ya tenías diecisiete años?
Natalie escuchó otro crujido y se dio la vuelta para mirar con un ligero
jadeo y al no ver nada entre los árboles, retomó la carrera y aceleró; ya podía
ver las luces de su calle en la distancia.
«A lo mejor no es como John. Puede que solo estuviese cansado.»
Natalie asintió con la cabeza y bajó el ritmo; estaba sin aliento y ya casi
no podía correr.
Comenzó a caminar, entre jadeos, cuando escuchó lo que parecían pasos
detrás de ella. La joven se giró y lo que vio fue algo tan aterrador que intentó
gritar, pero por desgracia, no tenía aliento ni para emitir un sonido.
CAPÍTULO DIECIOCHO
—¡O h Dios mío! Es ella, Jayden. ¡Es ella! ¡Es Natalie Jamieson! —
Miré a Jayden mientras aterrada me tapaba la boca con la mano—. Es ella,
Jayden. ¿Qué hacemos?
Él dio un paso en dirección al cadáver, luego me metió en el agua y se
acercó a él.
—Jayden, ten cuidado, ya sabes que el lago no tiene fondo. Si te alejas
demasiado te ahogaras.
Jayden se acercó al cuerpo y estiró el brazo.
—No… no llego —dijo y volvió a la orilla.
—¿Qué hacemos? —pregunté.
—Voy a llamar a Jazmine—dijo él.
Me quedé mirándolo.
—¿En serio? ¿A esa es a quién se te ocurre llamar primero? ¿Jazmine?
—¿Qué narices te pasa estos días? —preguntó contestándome
bruscamente—. ¿Tienes algo en su contra?
No supe cómo responder a aquello; me había prometido a mí misma
darles mi bendición si me lo pedían, pero en aquel momento no estuve tan
segura de poder dárselo. No estaba preparada.
—La voy a llamar para que vaya a mi casa a por un par de chalecos
salvavidas, avise a Amy para que luego venga con ella a ayudarnos a sacar el
cuerpo antes de que se hunda; ya sabes, por los gases y esas cosas.
¿Recuerdas lo que nos enseñaron en biología? ¿Que un cuerpo se hundiría en
seguida, luego volvería a la superficie por los gases de las bacterias de los
intestinos que causan que flote como un globo y una vez haya estado tiempo
en la superficie el gas se eliminará y el cuerpo volverá a hundirse?
—Has elegido un momento muy oportuno para ser listo, Jayden.
—¿Tu qué sugieres hacer?
—Bueno, ¿qué tal si llamamos a tu padre? ¿El policía?
Jayden asintió.
—Ese era mi siguiente paso. Solo estaba preocupado por… ya sabes. Si
nuestros padres se enteran de que hemos estado aquí, juntos, a lo mejor… nos
meteremos en un problema y no podremos volver a quedar aquí. Si Jazmine y
Amy también están, entonces no se enfadarán tanto. Quizás podamos decir
que estábamos volviendo a casa del instituto, o algo así.
Me sentí avergonzada; no me había parado a pensar en las posibles
consecuencias de mi propuesta.
—Vaya, ya veo.
Jayden llamó a Jazmine y, minutos después, ella y Amy aparecieron en el
lago con los chalecos en la mano, mientras se los ponían.
—¿De verdad es ella? —preguntó Amy y desapareció por completo en el
inmenso chaleco—. ¿Y está…?
Ninguno de los dos respondimos.
No lo sabíamos.
Jayden fue el primero que se metió en el agua, y nosotras le seguimos
para acercarnos a nado al cuerpo y cogerlo por los brazos y empujarlo hasta
la orilla.
El agua estaba congelada y al percatarme de que estaba sujetando la mano
de una muerta hizo que la soltase.
Llevamos a Natalie hasta la orilla y la dejamos allí. Empapados hasta los
huesos y con la ropa chorreando, todos nos quedamos mirando a la chica
cuyo rostro reconocíamos a la perfección de los pasillos del instituto.
Ninguno fue capaz de articular palabra; al menos no hasta que Jayden
recuperó el aliento y consiguió superar las ganas de vomitar para luego llamar
a su padre.
CAPÍTULO VEINTIUNO
Se me heló la sangre.
Estaba en mi taquilla cuando escuché su voz.
Jazmine y Jayden habían hablado sobre ello al día siguiente cuando éste la
había ido a ver. Estaba preocupado por Robyn, eso le había dicho. Pero no
podía hablar con ella, sabía que solo el intento de verla le metería en
problemas, por lo que no se había atrevido a hacerlo.
—¿De qué crees que estaban hablando? —había preguntado Jazmine.
Jayden la había mirado y luego había soltado un suspiro.
—Creo que estaban acusando a los hijos de unos y otros de haber matado
a Natalie Jamieson.
Tras haber vivido en Shadow Hills durante un par de semanas, Jazmine
había aprendido que los padres de Robyn, en especial su madre, estaban
como cabras y que ambas familias; los Smith y los Jones se encontraban en
una especie de disputa que ninguno de sus hijos conocía. Pero lo que no
comprendía era por qué sus padres y los de Amy habían estado en la casa
abandonada también. ¿Sería sólo preocupación por sus hijas?
Quizás.
Jazmine bajó la mirada de nuevo al problema de matemáticas todavía
preguntándose acerca de sus padres y todo el secretismo que había notado
desde que se habían mudado a aquel extraño lugar, «¿Por qué tenía aquel
molesto presentimiento de que tenían algo entre manos que estaba
estrechamente relacionado con los otros padres del vecindario?»
Negó con la cabeza desechando semejante idea; su madre la contempló
desde donde estaba y Jazmine fingió no darse cuenta, pero pudo notar su
mirada clavada en ella y escuchar aquellas largas uñas pintadas chocando
contra el lateral de la taza.
Detrás de ella, en la pantalla de la televisión sin sonido, un hombre estaba
mostrando la escopeta que iba a llevarse al parque aquella noche para ver si
podía disparar al lobo.
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
«¡A drian!»
Mi corazón pegó un brinco.
No lo pensé dos veces antes de salir volando escaleras abajo hasta la
calle. En el callejón sin salida me encontré con Jayden. Su pelo estaba
despeinado y no llevaba más que una camiseta y unos calzoncillos, y un
móvil en la mano que parecía ser lo único que había cogido con las prisas.
—¿Tú también lo has oído? —preguntó mientras aquellos ojos marrones
mostraban una gran preocupación.
Asentí.
—Sí. Me ha dado un susto de muerte. ¿Crees… que…?
Él asintió.
—Sí.
—A lo mejor no es ninguno de ellos, a lo mejor solo han disparado al
lobo. Puede que incluso le hayan cogido —dije sin estar muy convencida.
—No lo… no lo sé —contestó él.
Nos miramos el uno al otro un instante y luego hacia el parque.
—¿Qué hacemos? —pregunté.
—No hay mucho que podamos hacer, ¿no? —respondió él—. Quiero
decir, si vamos allí, nos arriesgamos a que nos peguen un tiro.
Asentí.
Él tenía razón; ahora mismo estar allí era peligroso y, hasta donde
sabíamos, nuestros hermanos estaban en otro sitio; quizá en alguna casa.
—Estoy asustada —declaré.
Jayden respiró y me rodeó con su brazo.
—Yo también. Pero estoy seguro de que están bien, ¿por qué iban a estar
en el parque? Hace mucho frío. No hay nada allí.
Me encogí de hombros.
—Algunos chavales van allí a beber cerveza y fumar.
Él asintió.
Pude ver el vaho de su aliento delante de él. No quedamos así un rato sin
saber muy bien qué hacer; no podíamos quedarnos allí ya que nuestros padres
podían vernos, y tampoco podíamos volver a la cama pues ninguno de los dos
iba a ser capaz de dormir sin saber si nuestros hermanos estaban bien.
—Le voy a mandar un mensaje —dijo Jayden y miró el móvil—. Para
asegurarme.
Los dedos de Jayden bailaron por el teclado y una vez terminado lo envió
junto con un suspiro. Se quedó durante unos segundos balanceándose hacia
delante y hacia atrás mientras miraba el teléfono y luego otra vez al parque
través de las casas.
—Nada… estará bien… ¿verdad? —preguntó.
Yo miré mi teléfono, el cual había cogido antes de salir de casa también.
No quería escribir a mi hermano ya que se chivaría a nuestros padres de que
estaba levantada a aquellas horas y por tanto me metería en más problemas.
No se me ocurría ninguna otra forma de meterme en problemas más gordos
de los que ya me tenía pero, conociendo a mi madre, sabía que existía otro
nivel.
Mientras levantaba la mirada del teléfono, éste vibró en mi mano; miré la
pantalla y solté un grito ahogado.
—Es él —dije y miré a Jayden—. Es mi hermano. Es Adrian. Me está
llamando.
—Pues contéstale —dijo Jayden—. Deprisa.
Así lo hice y apoyé el aparto contra mi oreja:
—¿D-diga? —Al otro lado no se escuchó nada más que una fuerte
respiración ronca. Mi corazón se paró—. ¿Adrian? —De nuevo nadie
contestó y miré a Jayden—. No dice nada —dije—. Pero le puedo escuchar;
al menos creo que es él.
—A lo mejor te llamó por error —dijo él—. Mi hermano a veces lo hace.
—Es posible —contesté y noté gotas de sudor en mi labio superior a
pesar de la quemazón de la escarcha—. ¿Adrian, estás ahí? —Nada. Entonces
pude escucharle gemir y mis ojos se abrieron de par en par—. ¿Adrian?
Háblame. ¿Estás bien? ¿Adrian? ¡No tiene gracias! ¡¿ADRIAN?! —Levanté
la mirada hacia Jayden de nuevo—. Tengo un mal presentimiento —anuncié.
—Mira su localización en Snapchat —propuso él.
Abrí la aplicación Snapchat sin colgar a mi hermano y mis ojos se
encontraron con los de Jayden mientras una ola de pánico recorría todo mi
cuerpo.
—Dice que está en el parque.
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
«V ampiros.
Eso fue lo que quiso decir, ¿no? Eso fue lo que Jayden pensó cuando
habló de mi familia. ¿Quién se cree que es para juzgar a mi familia de esa
manera? Como si su familia fuese mejor. Eso es lo que se piensa, ¿verdad?
Que su familia es mejor que la mía. Además, es ridículo; los vampiros ni
siquiera existen.»
Estaba acostada en la cama tres días después. Había evitado a todos los
otros chicos del instituto y no le había dicho a nadie que no iba a volver
después del fin de semana. No sentía que les debiese nada.
La única persona con la que hablé un poco fue Amy, con la que me había
encontrado en el pasillo el día anterior.
—Ya no te veré nunca más —me dijo—. No es que pueda culparte. No
me podía imaginar que te pudieran hacer esto.
—Perdona, ¿qué? —pregunté yo—. ¿Quién podía hacer qué?
—Jazmine y Jayden. Están saliendo —me informó Amy y casi se me
caen los libros al suelo; les había visto en el pasillo y en las clases que
teníamos comunes y había pensado que estaban más unidos que antes. Pero
de alguna forma no me había creído que tuviesen algo hasta aquel instante—.
Quiero decir, todo el mundo sabía que tú y Jayden estabais destinados a estar
juntos —continuó Amy y sacudió la cabeza—. Si quieres saber mi opinión,
“la nueva” debía habérselo imaginado.
—¡O h, Dios mío! Oh, Dios mío; llegamos tarde. No puedo creerme que
sea demasiado tarde —Apenas podía respirar al ver a los dos murciélagos del
tamaño de un humano alejarse volando con la chica entre ellos. Me giré para
mirar al resto—. Debemos detenerles. Tenemos que hacerlo.
Amy tragó saliva con dificultad.
Todos estaban mirando a los murciélagos con los ojos como platos y las
bocas abiertas.
—Hasta ahora pensaba que podía soportar cualquier cosa... que me
encantaría... quiero decir, siempre he creído en el mundo mágico que nadie
puede ver —dijo Amy—. Pero esto... esto no creo que... —Hizo una pausa.
Ninguno movimos un músculo, incluso Jazmine resopló con el resto de
nosotros.
—¿A dónde creéis que se la llevan? —Finalmente preguntó Jayden—. ¿A
dónde van?
Por fin los cuatro nos miramos y dijimos al unísono:
—¡La casa abandonada!
Amy fue marcha atrás en la entrada y osciló hacia la calle, para después
acelerar a través del pueblo en dirección a Shadow Hills literalmente sobre
los pedales ya que era tan bajita que tenía que ponerse de pie para poder
apretarlos hasta el fondo.
Giró el coche en la entrada a su casa provocando que éste derrapase hacia
un lado, y finalmente consiguió aparcar en frente de su casa.
Todos nos bajamos y corrimos hacia la vieja casa al final de la calle y
subimos a toda prisa las escaleras hasta el porche cuando de pronto Jayden
dijo:
—Esperad. ¿Cómo lo vamos a hacer? No tenemos armas y nos
enfrentamos a... vampiros. Vampiros voladores chupasangre.
—Tiene razón —afirmó Amy—. Puede que se trate de tus padres, Robyn.
Pero ni de coña podemos luchar contra ellos si se diese el caso.
—¿Qué es lo que mata a un vampiro? —preguntó Jazmine—. ¿No están
ya... bueno, muertos?
Amy respiró hondo.
—¿No ves la televisión o lees libros? Una estaca en el corazón les matará.
O una bala de plata.
—Eso es para los hombres lobo —apunté.
—Vaya —contestó Amy—. Bueno pues la estaca en el corazón, de eso
estoy segura... casi.
—Salvo porque no sabemos si es verdad o no —dijo Jayden—. Puede que
sea solo una historieta.
Amy se acercó a uno de los enormes árboles y agarró una de las ramas
bajas para romperla. Luego le quitó las hojas, afiló la punta con la llave del
coche y la colocó delante de ella.
—No me voy a arriesgar. Al menos ahora estoy armada —Rompió más
ramas y se las entregó al resto y pronto todos tenían el palo en la mano, salvo
yo, que lo tiré al suelo cuando Amy me lo dio.
—Aquí nadie va a matar a nadie —dije—. Estáis hablando de mi familia.
—¡Que son unos malditos vampiros a punto de matar a una chica! —
chilló Jazmine.
Deseé replicar, callarle la boca, pero, ¿qué podía decir? Jazmine tenía
razón; al igual que Amy y Jayden. Si llegábamos al punto de la confrontación
y mis padres intentaban algo, tendríamos que intentar matarlos, ¿no?
Sólo que no me parecía bien.
—Vamos —ordenó Amy y agarró el palo delante de ella como si fuese
una guía mostrando el camino.
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO
—¡L a van a morder! —Mientras les gritaba, miré a mis amigos que
estaban en la escalera.
—¿Qué hacemos? —gritó Amy.
Bajó la mirada hasta el palo en su mano y negó con la cabeza.
Sentí cómo crecía el pánico; aquellos palos no nos iban a ser de mucha
utilidad. Miré por encima de la escalera y vi cómo mi hermano se abalanzaba
sobre ella mostrando sus impacientes colmillos listos para morderle en el
brazo.
Melanie levantó las piernas y lo agarró del cuello y, de una forma que en
mi opinión era físicamente imposible, lo sujetó entre las piernas para luego
girarlo provocando que diese una vuelta completa en el aire.
Hubo un fuerte crujido justo cuando le rompió el cuello y lo dejó caer al
suelo.
Menos de un segundo después Melanie se encontraba de pie dando
vueltas en el aire, noqueando a mis padres y moviéndose tan deprisa que les
pilló por sorpresa.
Resoplé mientras contemplaba cómo Melanie abatía a los tres con una
patada tan fuerte en el pecho de mi madre que la hizo volar por los aires
golpeándola contra la pared.
Adrian se despertó y se recolocó el cuello moviéndolo hacia delante y
hacia atrás, y fue entonces cuando Melanie se percató que era hora de
escapar.
Comenzó a correr sorprendentemente rápido pero no lo suficiente para mi
hermano, que se movía más deprisa que el viento y pronto se colocó delante
de ella y la empujó con un puñetazo.
Melanie se tambaleó hacia atrás mientras la sangre brotaba de su nariz.
Entonces Adrian se acercó a ella. Estaba segura de haberle escuchado gemir
de lujuria por la sangre que había visto.
Bajó la mano y limpió con el dedo un poco, luego la probó con los ojos
cerrados y después hizo un ruido que parecía de gusto.
Mis padres ya estaban en pie y en seguida se acercaron a ella también,
creyendo que Melanie había perdido la conciencia. Adrian se inclinó y le
chupó la sangre del labio superior, y fue entonces cuando Melanie le mordió
la lengua haciéndole un agujero.
Los ojos de Adrian se abrieron como platos y cayó de espaldas una vez
que ella le soltó.
—Yo también tengo dientes —dijo y enseñó sus colmillos.
De sus dedos aparecieron unas garras que comenzó a levantar en
dirección a mis padres. Mi madre bufó y luego se frenó en seco como si de
pronto se hubiese dado cuenta de algo.
—Eres… eres…
—Exacto —afirmó Melanie y aprovechó el hecho de que mi madre estaba
indefensa durante un instante para darle una patada en la cara con tal fuerza
que la arrastró por todo el suelo de piedra golpeando a su vez a su marido.
Melanie entonces saltó hacia la pared y se agarró a ella con sus garras.
Adrian la siguió de inmediato, haciendo lo mismo que ella y cuando la agarró
el tobillo, ella le dio una patada en la cara provocando que mi hermano se
cayese al suelo.
De pared en pared, Melanie llegó al techo y saltó por encima de mí y mis
amigos en dirección a la salida.
Miré al resto y en seguida todos nos apresuramos a salir sin ser vistos,
mientras mi madre gritaba a Melanie:
—¡Te cogeré! ¡Corre todo lo que quieras, Melanie Peterson! ¡Pero te
encontraré y te mataré!
CAPÍTULO CINCUENTA
—¡H a sido una pasadaaaa! ¿Lo habéis visto? ¿Habéis visto lo que ha
hecho? —Amy estaba completamente impresionada mientras corría por la
entrada de la casa abandonada siguiendo a Melanie, que pronto se paró junto
a un árbol sin siquiera gemir un poco por el inmenso esfuerzo.
—¿Melanie? —pregunté y me acerqué.
Ella se giró sorprendida y en sus ojos puede ver la desesperación. Acto
seguido escondió los colmillos cerrando la boca, aunque todavía se podían
distinguir.
—¿Qué me ocurre? —preguntó.
Solté un suspiro.
—Ven con nosotros y te lo explicaré. Pero por favor, ven ya antes de que
salgan de la casa.
Melanie me miró a conciencia. No podía culparla por sentir la necesidad
de ser cautelosa después de lo que había sucedido.
—¿No te conozco? —preguntó.
Yo asentí.
—Todos vamos al mismo instituto.
Melanie asintió.
—Te he visto por ahí, y a ti te conozco de Taekwondo —dijo y movió la
cabeza en dirección a Jayden—. Por cierto, nunca se te dio muy bien.
Jayden soltó una carcajada.
—¿A dónde voy? —preguntó Melanie con clara tristeza en su tono de voz
—. No puedo volver a casa. Saben donde vivo.
—Ven a mi casa —sugirió Amy—. Mis padres están en el sur hasta el
lunes por un viaje de negocios. Puedes quedarte conmigo. Nunca se
plantearán buscarte allí.
Melanie aceptó con mesura.
—Iremos todos a casa de Amy —dijo Jayden.
—Allí te explicaremos todo —la informé.
Cuando salíamos del jardín a toda velocidad, pude escuchar la voz de mi
madre en el interior de la casa. Estaba gritando a mi padre por dejar que la
chica se escapase. Suspiré con fuerza mientras me planteaba si algo en mi
triste vida volvería a ir bien.
Una vez en casa de Amy todos fuimos a la cocina y cerramos las cortinas.
Nos sentamos durante un buen rato sin que ninguno dijese nada mientras
Melanie se miraba las garras con la poca iluminación que proporcionaba la
luna.
—Todo empezó hace un par de días —contó ella—. No sabía qué me
estaba pasando.
—Te estás convirtiendo en vampiro —dije y me levanté. Todos me
miraron—. ¿Qué? Es mejor decírselo del tirón.
—¿Soy qué? —preguntó Melanie.
Volví a sentarme. Jayden se colocó en la ventana y miró vigilando hacia
la calle. Amy comenzó a cocinar lo que parecía un asado, caminaba por la
cocina murmurando cosas para sí misma mientras buscaba la carne y las
especias.
Me pregunté quién iba a comerse toda esa comida a las tres de la mañana,
pero estaba claro que ese no era el motivo por el que Amy estaba cocinando;
no era para alimentar a la gente, sino más bien para mantenerse ocupada
mientras pensaba en algo. Al menos, eso era lo que me había explicado.
Amy era todo lo opuesto a mí en muchos sentidos: yo prefería sentarme
completamente quieta en silencio y preocuparme por un problema. También
prefería y me funcionaba mejor estar en un ambiente limpio y ordenado. El
desorden hacía que viese los problemas peor de lo que eran; mientras que
Amy parecía que funcionaba mejor cuanto más desorden hubiese a su
alrededor.
—Un vampiro —repetí—. Esa gente, o esos vampiros, eran mi familia.
—¿Tu familia? —preguntó Melanie y arqueó las cejas.
Esbocé una sonrisa sarcástica.
—Sí, esos eran mis queridos mamá y papá y el otro, el que ansiaba
morderte, era mi amado hermano mayor. No hay nada como la familia, ¿eh?
No tienes que tenerme miedo, yo no soy como ellos.
CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO
Querido Lector,
Gracias por comprar Carne & Sangre (Los vampiros de Shadow Hills,
volumen 1). Espero que hayas disfrutado leyendo esta pequeña historia que
tanto disfruté escribiendo.
Es el primer libro de lo que pretendo que sea una saga por lo que, si te has
quedado con un montón de preguntas, es normal; esto es solo el comienzo de
la historia de los adolescentes de Shadow Hills y sus extraños padres.
Con cariño,
Willow
LIBROS DEL AUTOR EN INGLÉS
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F IVE , S IX …G RAB YOUR C RUCIFIX
S EVEN , E IGHT …G ONNA S TAY UP L ATE
N INE , T EN …N EVER S LEEP A GAIN
E LEVEN , T WELVE …D IG AND D ELVE
T HIRTEEN , F OURTEEN …L ITTLE B OY U NSEEN
B ETTER N OT C RY
HORROR NOVELLAS
Mommy Dearest
The Bird
Better watch out
Eenie, Meenie
Rock-a-Bye Baby
Nibble, Nibble, Crunch
Humpty Dumpty
Chain Letter
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