Cuando Jesús Llega Todo Es Transformado

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CUANDO JESÚS LLEGA TODO ES TRANSFORMADO

I. La presencia del Señor Jesús trae cambios de bendición.

A. El Señor Jesús transforma los hogares. Mateo 8,14


"Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre".

Como podemos leer había enfermedad en casa de Pedro (su suegra estaba en
cama). La verdad es que a veces en casa hay tristeza, depresión, crisis
matrimonial, dificultades con los hijos, heridas del corazón, pero en medio de todo
esto el Señor Jesucristo es poderoso para transformar nuestras crisis y problemas
en victorias.

B. El Señor Jesús tiene todo el poder para restaurar y sanar


Mateo 8,15
"Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía".

La suegra de Pedro estaba en cama postrada con fiebre (enferma, limitada,


impotente), y Jesús la tocó y aquello que la oprimía, que la afligía se fue, y ella se
levantó. Tal vez has caído, pero Dios puede levantarte, y seguirás al Señor Jesús
y le servirás renovado y fortalecido en Dios.

II. El Señor Jesús es nuestro sanador y libertador

A. Jesucristo es la respuesta para el ser humano. Mateo 8,16


"Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra
echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos".

El pasaje bíblico nos enseña que venía la gente a Jesús: afligidos espiritualmente,
vacíos en su corazón (aunque eran muy religiosos), mal físicamente (enfermos,
con dolencias) y emocionalmente con crisis, depresión, resentimientos,
confundidos, pero encontraron en Jesús su respuesta. Él es el camino, la verdad
y la vida, sólo en Cristo está el poder que transforma al ser humano.

B. La obra del Señor Jesús estaba profetizada, así como su segunda venida,
Mateo 8,17
"Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó
nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias".
En la palabra de Dios acerca del Señor Jesús estaba dicho que nacería de una
mujer que no había conocido varón, en una aldea llamada Belén, que sobre Él
reposaría el Espíritu del Señor, que estaría predicando en Galilea de los Gentiles,
que andaría sanando a los enfermos y liberando a los cautivos, que habría de
morir en una cruz y al tercer día resucitaría, y se cumplieron todas las profecías
que estaban escritas acerca del Señor.

Por eso y con toda certeza, podemos afirmar que de igual manera se cumplirá lo
que está escrito acerca de su segunda venida, que el Señor mismo descenderá del
cielo, vendrá entre nubes, que los muertos en Cristo resucitarán primero y
nosotros los que vivimos, los que hemos creído, seremos arrebatados, y estaremos
para siempre con el Señor, y el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás
destruido, sino que permanecerá por los siglos de los siglos, no tendrá fin.

III. El Señor Jesús entregó su vida por la nuestra.

A. La pasión y muerte del Señor Jesús fue única. Isaías 53,4


"Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido".

La Biblia nos enseña que, desde la noche anterior a la crucifixión, el Señor Jesús
comenzó a padecer, pues oraba en el huerto de Getsemaní en agonía, con gran
clamor y lágrimas, su sudor era como grandes gotas de sangre, luego es prisionero
de los sacerdotes y fariseos, quienes le golpean y escupen en su rostro, luego los
soldados romanos le hacen lo mismo, así que aquella noche Jesús fue maltratado
físicamente.

Además de estos golpes y humillaciones en la noche anterior, el Señor fue


coronado con espinas, cubren su rostro y golpean su cabeza con un palo, después
le azotan su espalda, y luego, golpeado y azotado, perdiendo abundante sangre,
carga su cruz, los soldados romanos clavan sus manos y pies, y levantan la cruz
con su cuerpo y varias horas después el Señor Jesús entregó su espíritu.

Como nos enseña la palabra de Dios, el Señor Jesús no había cometido pecado,
pero ante su muerte la misma naturaleza reacciona: la tierra tembló, las rocas se
partieron, los sepulcros se abren, el velo del templo se rasgó en dos y el centurión
romano dijo: “verdaderamente éste era Hijo de Dios”. Su muerte partió la historia,
por eso decimos: A.C. y D.C. Definitivamente nuestro Señor Jesús marcó la
historia de la humanidad.

B. El sacrificio del Señor Jesucristo es el que nos libra del juicio y la condenación
eterna. Isaías 53,5
"Más Él, herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el
castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados".

Por causa del pecado el ser humano va camino a la condenación eterna. Las
buenas obras son eso “buenas” pero no suficientes para alcanzar la salvación, sólo
en Cristo hay salvación, pues el único mediador entre Dios y los hombres es
Jesucristo, Señor y Salvador nuestro.

Delante de Dios era Jesucristo el único que podía satisfacer la demanda celestial,
Él vino para librarnos del infierno, lugar destinado para el diablo y sus seguidores,
Cristo ha venido para que todo aquel que en Él crea no se pierda, sino que tenga
vida eterna, en Él tenemos salvación y vida en abundancia.

Definitivamente, para salvarnos, todos en un momento de nuestra vida tenemos


que abrir nuestro corazón al Señor Jesús, pedirle que su sangre nos limpie de
pecado y entregarle nuestra vida, pues no hay otra manera de entrar en el Reino
de Dios.

No es suficiente ser buena persona, o hacer buenas obras, sólo en Cristo el ser
humano tiene verdadera salvación y vida eterna, por eso Jesús es el camino, la
verdad y la vida.

Nuestro Dios siempre ha deseado bendecir a los hombres, esa labor comienza
derramando sobre ellos salvación y vida eterna. Jesús no ha cambiado sigue
haciendo milagros, transformando vidas, hogares y comunidades. Él es
Todopoderoso y cuando Él llega todo es transformado. La presencia del Señor
Jesucristo cambia nuestra vida y todo nuestro entorno.

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