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enero–JUnIO DE 2010
Portada: Programa de mano de Un teatro para Borges para la representación celebrada en
San Lorenzo de El Escorial el 1 y el 2 de febrero de 1992.
© Martín Elizondo
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IMPRIME: Omagraf, S. L.
ISSN 1130-7269
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ACOTACIONES
POLÍTICA EDITORIAL
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Aa Cc Oo Tt Aa Cc Ii Oo Nn Ee Ss
SUMARIO
POLÍTICA EDITORIAL 4
PRESENTACIÓN 7
Introducción de ÁNGEL MARTÍNEZ ROGER, director
de la RESAD 9
MANUEL AZNAR SOLER, Escena y literatura dramática en el exilio
republicano de 1939 11
CONFERENCIA 15
RICARDO DOMÉNECH, Notas diversas (no dispersas) de introducción
al estudio del Teatro del Exilio Republicano 17
SUMARIO Nº 25
PRESENTACIÓN
ÁNGEL MARTÍNEZ ROGER, Hermanamiento entre la RESAD y la Escuela de Arte Dramático Margarita Xirgu de
Montevideo
CONFERENCIA
JOSÉ MONLEÓN, Nuestros contemporáneos
CARTAPACIO
ÁLVARO CUSTODIO, Con la punta de los ojos
Introducción de JUAN PABLO HERAS GONZÁLEZ
Aa Cc Oo Tt Aa Cc Ii Oo Nn Ee Ss
PRESENTACIÓN
INTRODUCCIÓN
Ángel Martínez Roger
Director de la RESAD
RICARDO DOMÉNECH,
Notas diversas (no dispersas) de introducción al estudio
del Teatro del Exilio Republicano
CONFERENCIA
Resumen: Propuesta de unas bases desde las que se pueda estudiar, ventajosamente,
cualesquiera aspectos del teatro del exilio. Son: 1.º) diferenciación de este exilio con
respecto a otros. 2.º) un resumen histórico y el papel de una minoría intelectual. 3.º)
situación del teatro antes de la guerra civil. 4.º) la diáspora de 1939: los artistas y escrito-
res del teatro. 5.º) las tres generaciones de dramaturgos exiliados. Y 6.º) clasificación
temática y estilística de su teatro.
Palabras clave: Teatro exiliado, Intelectuales, Creatividad, Generaciones, Tendencias.
Abstract: This is a proposal of the bases that will allow a study of any aspect of the Exile
Theatre. These are: 1st) Differentiation between this exile and others; 2nd) a historical
summary and the role of an intellectual minority; 3rd) situation of the theatre before the
Civil War; 4th) the 1939 diaspora: artists and playwrights; 5th) the three generations of
exile playwrights; and 6th) thematic and stylistic classification of their theatre.
Key Words: Exile Theatre, Intellectuals, Creativity, Generations, Tendencies.
Como cuestión previa, es necesario que concretemos los límites del exilio al
que nos referimos, separándolo de otros que ha conocido la España del siglo
XX. A este respecto, entre las varias propuestas en circulación, la que me pa-
rece más acertada desde un punto de vista historiográfico, metodológico, es
la de Vicente Llorens. En «Emigraciones de la España moderna» y «La emi-
El exilio originado por nuestra última guerra civil es, verdaderamente, un fenó-
meno excepcional. No se puede comparar con el de algunos intelectuales y polí-
ticos en los años veinte enfrentados a la dictadura de Primo de Rivera, ni con el
de los románticos y liberales en el siglo XIX, ni con ningún otro. (Para encontrar
un exilio de envergadura y consecuencias similares —salvadas las diferencias de
época— habría que remontarse a la expulsión de los judíos en 1492). Las carac-
terísticas que lo distinguen son:
A esos cinco mil intelectuales —en el sentido amplio que utiliza Abellán—
habría que añadir simbólicamente otros cinco mil, por los que murieron durante
la guerra y la represión de la postguerra y, en fin, otros cinco mil por los que
sufrieron en la dictadura una sistemática marginación social (el exilio interior)...
Estos quince mil españoles —insisto: no doy a la cifra un valor literal— serían los
profesionales más cualificados —la mayoría, jóvenes— que en 1931 vieron la II
República como la oportunidad para liberar a España de un atraso de siglos,
para afrontar la necesaria modernización en todos los ámbitos: las ciencias y las
ciencias aplicadas, la economía (industria, agricultura), la pedagogía, las leyes
(en busca de una sociedad más justa), la vida cultural... Desde años atrás, unos
cuantos escritores y hombres públicos muy influyentes (Ortega y Gasset, a la
cabeza) habían despertado este anhelo, cuya realización era ahora factible en el
marco democrático de la República. De ahí que esos quince mil españoles fue-
ran republicanos, más allá de cualquier posible militancia o simpatía o discreta
indiferencia ante el debate ideológico cotidiano.
Las luchas sociales y políticas, la guerra civil —con la violencia y cueldad
desatadas en las dos zonas—, el triunfo del fascismo en su variante teocrática
española (el nacionalcatolicismo), la represión, la dictadura... dieron al traste
con el ilusionado proyecto histórico modernizador de aquellos quince mil espa-
ñoles de profesiones liberales, intelectuales, y de convicciones republicanas. El
destino de estos iba a ser la muerte, el exilio, la cárcel o la marginación. Sin
ellos, la situación de la España del interior no podía ser otra que la definida, con
certera pregunta retórica, por Carlos Sáenz de la Calzada:
Para aproximarnos a la literatura dramática del exilio, nos será muy útil una
clasificación generacional, sin que con ello estemos propugnando —¡a estas altu-
ras!— la metodología de Petersen. El concepto de generación se limitará aquí a
un sentido funcional, laxo. De acuerdo con ello, básicamente se perfilan cuatro
grupos muy definidos:
1.º Escritores nacidos en la década de 1880 o poco antes. Algunos ya han he-
cho su teatro cuando estalla la guerra y permanecen retirados de la es-
critura teatral (como Ramón Gómez de la Serna, nacido en 1888) o, si no
es así, las nuevas obras no suponen una contribución notable en su carre-
ra (María Martínez Sierra, n. 1874; Jacinto Grau, n. 1877). Otros se
5.º Otros
Q NOTAS
MIREIA BOSCH,
El mito de Antígona en el teatro español exiliado
NATALIA KHARITONOVA,
El teatro del exilo republicano español de 1939 en la antigua Unión Soviética:
César Arconada y Ángel Gutiérrez
Resumen: Conversaciones con el diablo es una de las nueve obras dramáticas que
forman parte del libro Teatro combatiente (San Sebastián: Saturraran, 2009) del
dramaturgo José Martín Elizondo. Es una de las obras más significativas de su
teatro ideológico-político. La obra en un acto dramatiza a través del mito de
Fausto el papel del hombre como responsable de la historia, insistiendo en la
acción de un posible sujeto rebelde que sueña en la utopía y que lucha para ha-
cer realidad el ideal de un humanismo utópico.
Palabras clave: Teatro, Exilio de 1936, Elizondo, Personaje combatiente
Abstract: Conversaciones con el diablo is one of the ten plays that make up the book
Teatro combatiente (San Sebastián: Santurraran, 2009), by the playwright José
Martín Elizondo. It is one of the most significant works of his ideological-
political theatre. This one-act play dramatizes the role of man as responsible of
history through the myth of Faustus and insists on the action of a possible rebel
individual that dreams on Utopia and fights in order to make real the ideal of a
Utopian humanism.
Key Words: Theatre, 1936 Exile, Elizondo, Fighting character
Q PRÓLOGO
Imaginen a un chaval nacido a orillas del Avon y que de repente sueña con
ser dramaturgo. Como si dijera que está loco de remate. No solo nunca po-
drá ser Shakespeare... Ya puedes dar por perdida la partida antes de haberla
comenzado... (204)
Q BIBLIOGRAFÍA CITADA
Q NOTAS
1 Las anotaciones del trabajo están tomadas de esta edición.
2 Para una visión de la vida y obra de José Martín Elizondo son impres-
cindibles los estudios de Madeleine Poujol «José Martín Elizondo o el hacedor
de sueños» y «José Martín Elizondo: una intensa vida de teatro».
Abstract: The bricklayer, actor and stage director Juan Mateu is the author of
El Pasaporte, a play which provides, through a humor of a clearly popular tradi-
tion, a satirical vision both of 1939 Spanish Republican exile in Toulouse and
of the depoliticisation of Spanish society under Francoism. This paper focuses
on the analysis of the political and social criticism in this play as well as the
study of the different registers of humor, from the mere verbal joke to the situ-
ational humor.
Key Words: Juan Mateu, Theatre, Republican Exile, Toulouse, Humor.
Juan Mateu (en el centro) interpreta el papel de Max Estrella en Luces de bohemia,
de Valle-Inclán.
Entre los españoles que vinieron a Francia en los años cincuenta y tantos
había llegado a Toulouse un muchacho valenciano, Juan Mateu, que empezó
a actuar con nosotros. En 1958 un tal José María Rodríguez, que llamába-
mos «el de la capa», quiso montar el Don Juan Tenorio de Zorrilla fuera de
nuestro grupo. Él escogió el elenco que le pareció más adecuado, y a título
de participación personal solicitó mi actuación y la de Juan Mateu. A mí me
dio el papel de Ciutti, y a Juan Mateu un papel secundario. Por cierto que
en esa obra actuó con nosotros el que más tarde se hizo y fue conocido como
un gran pintor, Carlos Pradal, que hacía el papel de Don Luis. El de Don
Juan lo hacía Martín Elizondo. La representación tuvo lugar en el teatro
ABC de Toulouse. [...]
Todo este preámbulo ha sido para presentaros al que ese mismo año escri-
bió, utilizando informaciones que yo le daba sobre el exilio de 1939, el texto
ahora famoso de Don Juan Tenorio «El refugiao». Durante los ensayos de la obra
de Zorrilla, nos reíamos mucho con las poesías y los chistes de Mateu. Una
noche se me ocurrió preguntarle si sería capaz de escribir una parodia del Te-
norio de Zorrilla. No dijo nada, y en el ensayo siguiente me entregó un puñado
de trozos de papel de sacos de cemento, que los había empleado y escrito
mientras trabajaba de albañil, pues no tenía otros medios. Lo primero que ha-
bía escrito ya era muy bueno, y nos reíamos a carcajadas, pues era un verdade-
ro genio y tenía mucha gracia y talento. Así empezó a nacer «El refugiao», que
lo escribió en cinco actos y no en siete como en el original. No podíamos espe-
rar cada ensayo para saber lo que había escrito de nuevo, y yo le invitaba a ve-
nir a cenar con nosotros y dictarme lo que acababa de escribir, y lo copiaba a
máquina. Muchas veces teníamos que pararnos, y Aurora también, para har-
tarnos de reír a carcajadas, lo que tiempo después hizo el público.
Cuando lo terminó pocos días después lo presenté a nuestro Grupo para
ponerlo en escena. Por supuesto no hubo problema, pues la obra era una
crítica permanente a la sociedad y la vida de los refugiados. Y naturalmente
hicimos como en España, que se representaba el Don Juan todos los 31 de
octubre y 1 de noviembre. Ni que decir tiene el éxito que alcanzamos en to-
5
dos los aspectos...
Un día que, por desgracia, ya no llegará. Sin embargo, uno de sus dos
mil amigos va a intentar reconstruir, aquí y ahora, un capítulo de la tra-
yectoria escénica de Juan Mateu, el albañil de Pedralba que se convirtió
Lujoso despacho. Gran bureau de una empresa que ha ido a más. Fulgurantes luces de
neón anuncian en lengua internacional: «Amikoj de la Teatro Hispana (catalán spo-
ken)». Por las paredes, carteles de las actividades artísticas de la entidad: Sueño de
una siesta de verano, por Los Amigos del Teatro Hispano, La vida es un tango, de
Calderón de la Barca. En chantier: Los plombiers, de Elizondo, etc. En confortable si-
llón, los pies sobre la mesa, gafas Truman y puro gordo, el dire de la troupe. A su diestra,
una secretaria guapa con su correspondiente datilera de escribir.15
Aplausos ruidosos de la claque. Se reanudan los juegos. Ruidos y telón al son del Po-
rompompero. [119-120].
PEPE.– Mira: brisca, café y baile los tienes en todas partes, pero conferencias,
charlas de diferentes colores y temas y estilo, no. No seas tonto, aprovéchate
de tu paso por el extranjero, conoce lo que te está vedado allá. [114]
Por ello no nos sorprende que Pepe, socio del Centro Español, de-
muestre que ha adquirido ya una conciencia crítica de la realidad y, tras
escuchar las palabras del Presentador, critique la existencia en dicho
Centro de distintas categorías de socios según su poder económico y se
convierta así en víctima de la censura franquista:
PEPE.– [...] Me choca que esta Sociedad, nuestra Sociedad, como reza en
los papeles, sea regida solamente por los bolsillos... digamos socialmente
preparados.
[...]
PRESENTADOR.– No permitiremos que el Centro Español sirva de platafor-
ma a ningún grupo ni partido. ¡Aquí no se hace política, nada de política!
(Un gorila del Centro le sella la boca con un enorme esparadrapo.) [116]
Entran tímida y lentamente con una maleta y un saco dos jóvenes: nuevos turistas. Se
empieza a oír la música de fondo: la canción popular tarareada Adiós España. Se
plantan en medio de la escena, despistados. Ella, la joven, se sienta fatigada en la maleta.
El joven mira con curiosidad, se orienta. PEPE se le acerca. Le ofrece el semanal. Lo mi-
Q COMICIDAD Y HUMOR
Los acordes del himno nazi-onal impedirán que se oiga el resto del recital. Al mismo
tiempo va cayendo el pasaporte con la inscripción siguiente: «Los personajes y lugares de
esta escena son imaginarios. Cualquier parecido con los de la vida real será pura coinci-
dencia». «El Autor». [74]
CÓNSUL.– ¡España...!
CORO.– ¡Una!
CÓNSUL.– ¡España...!
CORO.– ¡Grande!
CÓNSUL.– ¡España...!
CORO.– ¡Libre!
TELÓN FINAL
(Ya era hora.) [127]
FEDERICO.– ¡Rajao!
RODOLFILLO.– ¡Tránsfuga!
PASIONARIO.– ¡Aburguesao!
FEDERICO.– Dégonflé!
RODOLFILLO.– ¡Claudicao!
NUEVO RICO.– Es muy fácil no claudicar cuando no se tiene coche. [49-50]
Un personaje a través del cual Juan Mateu acierta a lucir, en este diálo-
go cómico con Carmen en la escena segunda, su vena de humor absurdo:
JUSTO.– Tu caso es grave, joven..., pero, en fin, para el gran Artisan que es
el Señor, tu problema no deja de ser una bricola más. Un momentito que
JUSTO.– [...]
Hoy el mundo está perdido,
por la vía pasa el tren
(esto no tiene sentido,
pero en cambio rima bien)... 21
ROBERT.– ¡Su justicia, su justicia! Ojalá fuera cierta, pero hace siglos que la vienen
anunciando y nunca llega.
JUSTO.– Habrá cogido un tren de la RENFE... [64]
(El Padre JUSTO cae arrodillado. ROBERT, que se habrá ido sentando poco a poco,
le quita la estola y se la pone él.) Contriciónate y haz propósito de no reinci-
dir, hijo mío. Y ahora de penitencia me recitarás diez veces La conquista
del pan, de Kropotkin, y catorce El Capital, de Marx, y unos versos de
Quevedo... (El pecador baja el testuz). En el nombre del Pater, del Filius y
del Espíritus Santus...
Q EPÍLOGO
NUEVO RICO (mirando la hora).– [...] ¿Qué hora tenéis, S.V.P.? Mi montre
siempre adelanta algo.
LOS TRES (sacando sus respectivas cebollas, pero sin mirarlas).— ¡Las 19’39! [50-51]
1 Este trabajo forma parte del proyecto Escena y literatura dramática en el exilio
republicano de 1939 [HUM2007-60545], del que soy investigador principal.
2 Bruno Groppo, «Los exilios europeos en el siglo XX», en AAVV, México,
país refugio. La experiencia de los exilios en el siglo XX, coordinación de Pablo Yanke-
levich. México, CONACULTA-Instituto Nacional de Antropología e Historia-
Plaza y Valdés, editores, 2002, p. 39.
3 Juan Mateu, Memorias de un albañil de pueblo. Lecturas para mano de obra sin
bachiller. Valencia, Carena Editors, 1999, p. 141.
4 Me he referido a «José Martín Elizondo en Toulouse. La creación del
grupo «Amigos del Teatro Español» en Primer Acto, 329 (julio-agosto de 2009),
pp. 150-155, número monográfico sobre El exilio teatral republicano (1939-2009);
y, anteriormente, en «El exilio teatral en Francia: José Martín Elizondo y los
Amigos del Teatro Español (ATE) de Toulouse», en AAVV, Teatro y territorios.
España e Hispanoamérica (1950-1996), coordinación de Sara Bonnardel y
Geneviève Champeau (Bordeaux, Presses Universitaires de Bordeaux, Maison
des Pays Ibériques, 1998, pp. 231-242). Actualmente preparo un libro sobre la
historia del ATE desde 1959 a 2009, un grupo teatral que ha desarrollado du-
rante cincuenta años sus actividades escénicas en el exilio de Toulouse.
5 Juan Montiel, Memorias de un rojo vivo (Toulouse, Éditions Hélios, 2010, pp.
133-134). Y el propio Montiel apostilla poco después que «Don Juan Tenorio. “El
refugiao” es la obra que más a gusto hice en mi vida, como actor, director e incluso
iniciador de ella, pues su autor Juan Mateu, recién llegado de España y no entera-
do de la historia y la vida de los refugiados en Toulouse, no habría podido realizarla
sin las informaciones que le di sobre el mundillo del exilio» (ob. cit., p. 135).
6 Federico Serralta afirma en el «Prefacio» a las Memorias de un rojo vivo, de
Juan Montiel, que los exiliados republicanos españoles en Toulouse «tardaron
bastantes años en integrarse a la sociedad francesa, pasando al principio por una
larga fase de «ensimismamiento» social y cultural. Fase caracterizada en Toulouse
por una intensa actividad teatral, organizada con vistas a la recaudación de fondos
para ayudar a las víctimas del franquismo, que reunía a los refugiados españoles en
torno a dramas sociales, juguetes cómicos o animados espectáculos de «varietés».
Montiel fue durante veinte años un destacado protagonista del teatro exiliado, co-
mo actor y director del dinámico Grupo Iberia, y las anécdotas que nos cuenta refle-
jan un clima de compañerismo y generosidad que hoy recuerdan con emoción to-
dos los testigos presenciales» (ob. cit., pp. 7-8). Obviamente, al Grupo Iberia se
refiere Montiel en sus memorias (ob. cit., pp. 115-116, 131-133, 135-137 y 153-155).
7 Juan Mateu, Don Juan Tenorio «El refugiao», edición, introducción y notas
de Frédéric Serralta, con la colaboración de Juan Montiel. Toulouse, Presses
Universitaires du Mirail, Anejos de Criticón 6, 1995.
agudeza verbal [...], ofrece una visión satírica y jocosa del mundillo de los refu-
giados antifranquistas en Toulouse, de sus críticas, anhelos y nostalgias, en lo
que se podría llamar la primera fase del exilio español en dicha ciudad francesa»,
afirma Fréderic Serralta en su «Introducción» a El pasaporte (esperpentillo) de
Juan Mateu, (ob. cit., p. 8).
12 Frédéric Serralta es autor de cuatro trabajos sobre esta obra, que men-
ciono por orden cronológico: «Un Don Juan del siglo XX: entre parodia y políti-
ca». Estudios, 189-190 (abril-septiembre de 1995), pp. 297-310, monográfico so-
bre Tirso de Molina: del Siglo de Oro al siglo XX; «Dos parodias originales del
Tenorio en el exilio», en AAVV, El exilio literario español de 1939, edición de Ma-
nuel Aznar Soler. Sant Cugat del Vallès, Associació d’Idees-GEXEL, 1999,
tomo segundo, pp. 589-600; «Juan Mateu entre Toulouse et Pedralba: un aller-
retour exemplaire», en AAVV, L’émigration: le retour, edición de Rose Duroux et
Alain Montandon. Clermont Ferrand, Centre de Recherches sur les Littératures
Modernes et Contemporaines de l’Université Blaise-Pascal, 1999, pp. 561-569;
y, finalmente, «Sobre el teatro del absurdo (de Juan del Encina a Juan
Mateu)». Revista de Literatura, 133 (enero-junio de 2005), pp. 181-190.
13 Juan Mateu, El pasaporte (ob. cit., p. 32). A partir de este momento, y por
bir» significa «máquina de escribir», una «derivación jocosa del argot «dátil» —
dedo— (ob. cit., p. 76, nota 3).
16 Sobre el estreno de El labrador de más aire de Miguel Hernández en Pe-
dralba, dirigido en mayo de 1968 por Juan Mateu, preparo actualmente un tra-
bajo.
17 «La exaltación por el exiliado Robert del combate y de la unión tiene
acentos demasiado enfáticos para ser un verdadero reflejo de las íntimas convic-
ciones de un autor poco aficionado a los maniqueísmos caricaturescos, y en
cuanto la realidad del exilio desmiente las demasiado cándidas ilusiones del per-
sonaje, se las echa en cara el joven Pepe con palabras que en su tiempo no pudo
dejar de aprobar el mero sentido común de los espectadores», afirma Serralta
en su «Introducción» a la obra (ob. cit., p. 15).
18 Frédéric Serralta anota que esta escena fue añadida por el autor «a raíz
so sino solo del nombre, voluntariamente común, que figura en el gran pasa-
porte pintado por Carlos Pradal como elemento base de la decoración escénica»
(Ob. cit., p. 27, nota 1).
20 Juan Mateu, El pasaporte (ob. cit., p. 56). Cabe resaltar que en el desenlace
de la escena sexta, tras escuchar por enésima vez el blablabla de Federico, Pa-
sionario y Rodolfillo, la desesperación de la estatua alcanza su hartazgo y el ac-
tor que interpreta a Goudouli protagoniza un monólogo en lengua francesa que
concluye con la acotación siguiente: «Desaparece con el pedestal a cuestas al son de La
Marsellesa» (ob. cit., p. 111).
21 Juan Mateu, El pasaporte (ob. cit., p. 63). Este ejercicio lúdico con la rima
se repite también en la escena quinta cuando Don Juan responde a los versos
de doña Inés («Don Juan, yo lo imploro pues / de tu hidalga compasión: /
¡arráncame el corazón / o adora a tu pobre Inés!») con la réplica en hilarante
inglés de «¡Yes..., yes..., yes...!» (ob. cit., p. 96). Y, a vueltas con la parodia zo-
rrillesca, recordemos en esta misma escena los versos grotescos de otro Don
Juan «refugiao» en Toulouse, mezcla de ejercicio lúdico-fonético y humor gro-
tesco y absurdo que nos sitúa al personaje en el popular mercado dominguero
de la plaza de Saint-Sernin: «Por allá donde fui / la razón atropellé, / y a la justi-
cia vendí / un domingo en San Sernén; / y sobre la puerta mía / puse siempre
que el estreno de La pasión del general Franco fue «proyecto de una colaboración
entre el T. N. P. y Los Amigos del Teatro Español cuyo montaje fue prohibido
por el entonces gobierno de De Gaulle» (Cómicos sin tierra. Ideario, memorias de una
compañía en el destierro y obra dramática, edición, estudio introductorio y notas de
Madeleine Poujol (Sada —A Coruña, Ediciós do Castro, Biblioteca del Exilio—
34, 2007, p. 69). Por su parte, López Vázquez y González Fuentes afirman que
Gatti «conoció muy de cerca los problemas de nuestros emigrados políticos en
Toulouse» y que, con el telón de fondo de las huelgas protagonizadas por los
mineros asturianos durante los años sesenta, los exiliados republicanos de Tou-
louse le propusieron que escribiera una obra «con la sola finalidad de recaudar
fondos para ayudar a la resistencia en las minas de Asturias» (ob. cit., pp. 11-12).
Juan Tenorio», empieza a declamar estos versos: «Yo a los andamios subí / y a las
cloacas bajé... / Por allá donde fui / de manobra trabajé» [91].
29 F. Serralta, ob. cit., p. 90, nota 3.
Resumen: El presente artículo tiene como objeto central el estudio de las moti-
vaciones implícitas en el uso del mito de Antígona dentro del teatro del exilio
republicano español de 1939. Mediante el análisis de las piezas teatrales de Eli-
zondo, Bergamín y Zambrano, tres autores clave en su reinterpretación del tema
de Antígona, esta investigación plantea ir más allá de la lectura meramente polí-
tica para tratar de observar cómo, mediante un mismo recurso temático común,
cada autor articula particularmente su vivencia personal de la guerra y posterior
experiencia de exilio.
Palabras clave: Exilio teatral, Guerra civil, Mito de Antígona, Destierro,
Memoria.
Abstract: This paper deals with the central question of the study of the implicit
reasons in the use of the classical myth of Antigone along the Spanish Republi-
can theatre of 1939. Through the analysis of the theatrical pieces of Elizondo,
Bergamín and Zambrano, three main authors by his reinterpretation of the
theme of Antigone, the present research is focused on going further than the
merely political reading, in order to try to watch how, by the use of the same
common thematic, each author articulates particularly his own personal experi-
ence of war and latter exile.
Keywords: Theatrical Exile, Spanish Civil War, Antigone’s myth, Exile, Memory.
Estas tres Antígonas sirven a sus autores para, partiendo del mismo mito,
tratar temas distintos. Nos parece evidente que ambas piezas pueden ser
leídas en clave política, encontrando en ellas el reflejo de la historia de la
España reciente; aún así, proponemos hacer una lectura que nos permita
ver más allá e intuir la actitud existencial y pensamiento de nuestros au-
tores y ver cómo son articulados mediante el uso de un mismo recurso
CORO.– Habla tú, La Menoecea, por su boca. Algún dios ha cosido los la-
bios del déspota para ahorrarnos sus eructos.» 12
Tiresias es el hombre que regresa del exilio:
TIRESIAS.– (Alzando la voz.)
Me sigues callada, patria,
golpeando las sienes,
arruinándome día a día
de sentirte y no verte.13
HEMÓN.– Yo sé que está escrito que en toda circunstancia el hijo debe do-
blegar su voluntad a la del padre. Pero un rumor creciente va diciendo
que la más inocente ha sido condenada a causa del gesto noble y piadoso
de no consentir que el hermano, a quién debiéramos ver con corona de
oro, queda para los perros en medio de un charco de sangre»17.
Para todo el que haya vivido en un mundo en el que haya muchos desterra-
dos, oprimidos, exiliados, como a mí me ha ocurrido en Toulouse, donde he
estado muchos años, el personaje de Antígona siempre que se haga teatro al
mismo tiempo, es una figura que anda poblando la imaginación. Y, única-
mente, si uno se retiene para coger la pluma y escribir sobre ella, es por el
respeto que hay que tener a los clásicos. Está Sófocles detrás, y está toda una
Vemos cómo la obra juega con el teatro dentro del teatro. A pesar de
la necesaria lectura política, podemos entrever, de forma quizá un tanto
más abstracta, una defensa del teatro en particular y del arte en general
como forma de sublimación del dolor: «La poética interviene desde el
momento en que las presas tienen el recurso de utilizar su propia imagi-
nación desvelada, su imaginación que busca una salida y entran en una
especie de trance, de delirio, en el cual, para expresarse, recurren a la
tragedia de Antígona.»22 El teatro, utilizado «como medio de soportar lo
insoportable, o los estado límite como instrumento para crear, para dejar
volar la imaginación.»23 Podemos intuir, pues, una defensa de la labor
artística como labor comprometida con la realidad, como mínimo con
cierto valor «terapéutico», podríamos decir, que ayuda a aquellos que por
ella pasan a tamizar y a hacer más llevadera la insoportable levedad del
peso de la realidad.
NODRIZA.– ¡Que nos sirva de alivio el fingir la mueca de dolor que los anti-
guos grabaron en esta tierra de perdición!24
Q LA SANGRE DE ANTÍGONA25
El autor se sirve del mito sofócleo para tratar y actualizar el tema del
fratricidio y para ofrecernos «a modo de un misterio o auto religioso me-
dieval, la reformulación cristiana, en este caso descristianizada, de una
tragedia clásica»27. Partiendo de la base de que conocemos el mito «pero
que es necesario que lo oigamos de nuevo con un enfoque y un sesgo
diferentes»28, juega con el contraste y la paradoja y transforma oposicio-
nes típicas que aparecen en la obra de Sófocles: así, y de forma muy re-
levante, pasa por alto la confrontación entre Antígona y Creón para
plantearnos a Antígona como única agonista. Enfrentada y en conflicto
consigo misma, juega ya desde el principio con el nombre de Antígona,
o establece paradojas con la sangre engendradora y a la vez símbolo de
muerte29.
Al desaparecer el conflicto Creón-Antígona la confrontación entre ley
natural y ley del estado pasa a un segundo plano; así, también, la maldi-
ción de Tiresias ya no se dirige solo a Creón sino a todo el pueblo, a toda
la comunidad, responsable toda ella del conflicto y muerte de Antígona:
Los conflictos que ella vive no son con respecto a los otros sino consi-
go misma. Son los mismos que atraviesan a todo hombre y mujer con-
temporáneos; Antígona como «una mujer con las dudas y temores que
puede tener un hombre contemporáneo sobre la libertad, la vida eterna,
el amor, la muerte, Dios, la verdad o su propia identidad»33. El desaso-
siego por ella vivenciado es consecuencia del hecho de haberse dado
cuenta de «la falta de amor de todos, vivos y muertos, que ha quedado
bien manifiesta con la muerte de sus dos hermanos»34:
ANTÍGONA.– [...] Matasteis para no morir. Por temor el uno del otro. Pero
yo estaba entre vosotros, invisible, y vuestro hierro fratricida fue a mí a
la que hirió de muerte35.
Q LA TUMBA DE ANTÍGONA42
Esta particular versión del mito sofócleo da pie a la autora para reflexio-
nar acerca del género trágico en general y del mito de Antígona en parti-
cular, mito con el que ya había trabajado en anteriores ocasiones. A pe-
sar de ser su primera y única obra de ficción que trata el tema del exilio
este, aparece constantemente en su pensamiento y queda recogido en
sucesivos trabajos de corte filosófico y teórico.
Q BIBLIOGRAFÍA
Q NOTAS
1 Steiner, George. Antígonas, La travesía del mito universal por la historia de Occi-
dente. Barcelona, Gedisa, 2009, p. 13.
2 Rague-Arias, María José, Lo que fue de Troya. Los mitos griegos en el teatro
español actual. Madrid, Asociación de Autores de Teatro, 1993, p. 140.
3 Rsgue-Arias, María José, Op.cit, p. 63.
4 Remitimos a la bibliografía que se encentra al final de este estudio, que
intenta ser una actualización de los estudios existentes que se refieren a las tres
obras.
5 Nos parece importante señalar que, si bien las obras de Zambrano y Ber-
gamín han recibido más atención por parte de los estudiosos, no se puede decir
lo mismo de la de Elizondo. Aunque este no es el lugar para llevar a cabo un
análisis en profundidad de su Antígona sí hemos procurado ir apuntando cami-
nos que podrían seguirse en venideros estudios de la pieza.
6 Aznar Soler, Manuel, El exilio teatral republicano de 1939. Sant Cugat del
Vallès, Associació d’Idees-GEXEL, 1999, p. 19.
7 Rague-Arias, María José. Op.cit, p. 15.
8 Santa María, Teresa, «Bergamín en sus tragedias», en AA.VV, Homenaje
a José Bergamín, edición de Gonzalo Penalva Candela. Madrid, Consejería de
Cultura de la Comunidad de Madrid, 1997, p. 343.
9 Martín Elizondo escribió su Antígona en 1969. Inicialmente la obra lle-
vaba el título de Antígona y los perros, en 1980 Elizondo revisó el texto y le cambió
su antiguo título por el de Antígona 80, y en ocasión del estreno en Mérida, pasó
a titularla Antígona entre muros. Fue publicada por la SGAE en 1988 y se estrenó
en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, 7 de julio de 1988,
bajo la dirección de María Ruiz. La obra mereció el primer Premio Internacio-
nal de Teatro de Mérida. Calificada por Poujol como obra perteneciente al gru-
po de las denominadas sociopolíticas, esta es una de sus cincuenta y dos obras
teatrales.
10 Martín Elizondo, José, Antígona entre muros. Madrid, Sociedad General
ciones de Elizondo para mostrarnos a un tirano que parece ser guiado más por
las órdenes de su madre que no por su propia voluntad. Un tirano a consciencia
despunta aquí otro tema que sería interesante trabajar en estudios posteriores.
16 Martín Elizondo, José. Antígona..., p. 29.
17 Martín Elizondo, José. Op cit. pp. 41-42.
18 Martín Elizondo, José. Op cit. pp. 35-36.
19 Nos parece interesante destacar, en este sentido, el juego de confusiones
que nos propone Elizondo y que refuerza estos paralelismos en las dos tramas
desarrolladas que venimos señalando: la presa a la que nos referimos recibe el
nombre de La Nodriza y el personaje que interpreta en la obra sofoclea es, tam-
bién, el de La Nodriza
20 Ragué-Arias, María José, Lo que fue Troya..., pp. 71-72.
21 Ssanta-Cruz, Lola, «Martín Elizondo: la permanente sombra del exilio»,
p. 520.
28 Santa María Fernández, Teresa. «Bergamín en sus tragedias», pág. 342.
29 Estos contrastes y paradojas han sido ampliamente estudiados por Santa
p. 503.
en Siglo XXI, el año 1967. La pieza se representó parcialmente por primera vez
en Almagro, en julio de 1983. Un año más tarde, en 1984, Juan Hurtado dirigió
la obra en el Teatro-Estudio de Málaga.
43 Nieva de la Paz defiende la estructura básicamente teatral de la obra por
la concepción que tiene la autora del personaje trágico como aquel que no se
reconoce hasta que se encuentra ante sí mismo, en el momento trágico, desarro-
lla una interpretación de este tiempo que Zambrano concede para la muerte de
Antígona. «El tiempo concedido al personaje trágico Antígona es un ensancha-
autora tiene del exilio, este no es el lugar para hacerlo. Aun así, aludiremos a las
palabras de González di Piero, quien estudia la concepción que la autora tiene
del exilio: «El planteamiento de María Zambrano concibe el exilio como un pro-
ceso; en realidad, como un verdadero camino cuyo inicio está representado por
el sentimiento de abandono, en el que no hay acogida posible. Ese sentimiento
está siempre presidido por la tensión de vivir entre vida y muerte, para concluir
en el rechazo de ambas» (González Di Piero, Eduardo, «El exilio y el tránsito.
Visión filosófica de la expatriación en María Zambrano y José Graos» en Revi-
lla, Carmen, Claves de la razón poética, Madrid, Trotta. 1998, p. 57).
60 Zambrano, María. Op cit,, p. 213
61 Mékouar-Hertzberg, Nadia. Op cit, p. 52
62 Mékouar-Hertzberg, Nadia. Op cit, pp. 58, 59
63 Zambrano, María. Op cit, p. 225.
64 Mékouar-Hertzberg, Nadia, Op cit, p. 58
65 Zambrano, María, Op cit, p. 259.
66 Zambrano, María, Op cit, p. 259.
67 González Di Piero, Eduardo. Op.cit, p, 61.
Acotaciones, 24, enero-junio 2010, 105-118 105 Recibido 10-11-2009 Aceptado 10-01-2010
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ARTÍCULOS
Entre los exiliados españoles en la URSS hubo varias personalidades
cuya vida estuvo ligada al teatro, al de aficionados, o al teatro profesio-
nal, o bien a las ambas cosas. En esta ocasión nos vamos a centrar en la
experiencia de dos personalidades más relevantes del teatro profesional
en Rusia, que representan además dos generaciones del exilio, la prime-
ra, de los mayores, y la segunda, de los niños de la guerra. Son el autor
dramático César Arconada y el director de escena Ángel Gutiérrez.
Q CÉSAR ARCONADA
Q ÁNGEL GUTIÉRREZ
Violeta González ensaya bailes con los actores del espectáculo Carmen de Triana.
Dir. A. Gutiérrez.
Q NOTAS
Acotaciones, 24, enero-junio 2010, 119-146 119 Recibido 10-11-2009 Aceptado 10-01-2010
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ARTÍCULOS
dramaturgo exiliado. Nos referimos a Mangas y capirotes (España en su labe-
rinto teatral del XVII)1 y al artículo que se incluye en el tercer número del
El pasajero bajo el significativo título, «Figuraciones pasajeras: Musaraña
del Teatro. Poesía a voz en grito: Tablas y diablas no son más que imagi-
nación»2. Pero para situar mejor nuestra exposición nos fijaremos solo en
dos escritos suyos donde comenta algunas de sus ideas sobre dramatur-
gia, así como su propia labor como hombre de teatro. Nos referimos a las
«Acotaciones a Medea» y al «Prólogo-Epílogo-Apostillas a La niña guerrille-
ra». Ambos se publican con motivo de sus respectivos estrenos y en ellos
el escritor madrileño hace algo más que comentar aspectos sobre la
puesta en escena de sus obras. En realidad, se tratan de dos textos pro-
gramáticos en donde aparecen varias de las características que propug-
naba para el teatro, para cualquier clase de teatro pero, especialmente,
para su teatro.
Esa ficción teatral tiene mucho que ver con tres aspectos o notas que
los definen: el grito, la máscara y el temblor poético. Todos ellos inciden
en la definición del teatro como mentira o engaño poético. Pues solo en-
tre burlas y mentiras se pueden decir las mayores veras o verdades, en
opinión de Bergamín.
Las grandes verdades deben subir a escena para que, una vez enmas-
caradas y gritadas, se nos hagan poderosamente evidentes y reales. Esa
es la paradoja por excelencia del teatro y la que le confiere ese valor in-
discutible como escenario, nunca mejor dicho, de la vida humana. Por
tanto, el teatro resulta una mentira, como grito, a los oídos, pero tam-
bién, como máscara, a los ojos. Y es que «todo en el teatro es, por el
contrario que en el circo taurino, poesía materializada, mágica y prodi-
Aquí sucede todo lo contrario que dentro del anillo cerrado en tablas del to-
reo, donde el hombre desaparece para hacerse pura figura iluminada o en-
cendida de luces de razón, entendimiento racional, burla y birla. Sobre las
tablas del teatro y entre sus diablas celestes, el hombre se visibiliza por ente-
ro —por entero y por verdadero—: aparentando vanamente hasta lo más se-
creto y hondo de su ser13.
Apunta, así, uno de los temas más recurrentes en su teatro, pero tam-
bién en su poesía y sus ensayos: el hombre vive enmascarando lo único
que verdaderamente posee como cierto e innegable, su esqueleto. Y con
esta idea toca dos cuestiones que le preocuparon a lo largo de toda su
producción y de su vida. Por un lado, la muerte como redentora o reve-
ladora de lo más genuino y cierto que posee el hombre, su esqueleto. Por
otro lado, ese contraste entre las apariencias y la esencia del ser humano
le lleva a plantearse su propia labor como escritor en dos vertientes. Pri-
mero, en relación a su propio quehacer literario, pues le embarga la duda
sobre si aquello que escribe es lo que realmente quería decir o bien las
palabras traicionan y velan el auténtico significado que él quiso revelar:
Estoy escribiendo, estoy pensando: y cuando lo que digo, lo que pienso, em-
pieza a salirse de mí, a separarse, empieza a existir —a estar, o a ser, fuera—,
me encuentro como traicionado. Y no porque mis palabras me denuncien,
volcando al exterior lo más recóndito y secreto mío, sino porque, al salir de
mí, se vuelven, o revuelven, en contra mía: porque no me reflejan como soy,
o como quise o pensé que era, sino como no lo había pensado ni querido.
Esta, que es traición imaginativa del lenguaje, me testimonia, dramática-
mente, como un loco, tomando, al encararse así, desde fuera, conmigo, una
expresión de burla. Es, o se hizo, como el espejo despiadado de una fisono-
mía que se deforma: [...] como si al arrancarme lo más hondo, lo más secreto
de mi pensamiento, por la palabra, por las palabras, me hubiesen arrancado
una careta, y al volverla en la mano, para mirarla, me ofreciera grotesca-
mente su risa de mi asombro14.
De esta forma, se puede afirmar que no solo el arte teatral, sino cual-
quier tipo de manifestación artística, tiene la función de enmascarar para
revelar la autenticidad de las cosas, de desnudar para ofrecer lo único
genuino y cierto. Y también se observa la coherencia de todo el pensa-
miento de Bergamín. Si el grito le servía para aludir a la dimensión po-
pular del teatro, la máscara, y los términos que connotan enmascara-
miento o desnudez de lo auténtico, nos ofrecen la vertiente divina o
religiosa que defendía dentro de su ministerio como escritor. Consigue,
así, otorgar dos dimensiones a su obra, a su poesía: pensamiento y senti-
miento. O dicho de otra forma: palabra viva y temblor. Volvemos, por
tanto, a la idea de un teatro que, a pesar de parecer un juego superficial
e intranscendente, oculta o enmascara las más complejas e importantes
realidades del hombre: sus pensamientos. Pero pensamientos que no son
encubiertos por las palabras o las letras «alfabetas», sino gritados y en-
mascarados en la ficción para que suenen a la más absoluta y reveladora
realidad.
¿Teatro de ideas? ¡Como si una idea que no sea una cosa, o causa de poesía,
pudiera ser, llegar a ser, causa o cosa de teatro!
En el teatro es donde vemos claramente hasta dónde pueden llegar las co-
sas, como se dice vulgarmente: hasta dónde pueden llegar las cosas para
serlo de veras. Y de burlas. Las cosas o fronteras de nuestro pensamiento.
Las cosas de verdad. Y eso es el realismo imaginativo o poético, que venimos
diciendo, fuera del cual, el teatro, sencillamente, no existe. Tablas y Diablas
no son más que imaginación17.
Bergamín afirma que todo lo sagrado es poesía. Que la poesía es una expre-
sión indispensable de la fe. El vínculo que establece entre la poesía y lo sa-
grado parece complejo, pero en realidad es simple: tanto la poesía como lo
sagrado convierten el tiempo en eternidad [...] Toda vida, dice, está hecha
La razón era una pasión para el griego: una pasión humana; la pasión es una
razón para el cristiano, una razón divina. De este modo se le representaba
al griego, en su teatro, una verificación de la muerte, por la razón, que es el
desesperado y desesperante sentimiento trágico de la vida, como le ha llamado
Unamuno; mientras que al español del XVII lo que se le representa en su
teatro es una verificación de la vida por la fe, que es una esperanzada y espe-
ranzadora concepción lírica de la muerte. Por eso el teatro griego se conver-
tía, por su verdad, en un vivo teatro de la muerte, como le diría Calderón. En
cambio, el teatro católico español del XVII, se hizo, por la muerte, un verda-
dero teatro vivo: un poético torcedor del pensamiento38.
Lo que ve el cristiano con sus ojos cuando se mira en este espejo de su teatro
católico español, es lo que no ve mientras más mira; que mientras más mira
y menos ve, mejor se siente cantar en el corazón la fe: la música de su san-
gre; mejor presiente lo que no siente en su corazón, por sus ojos ciegos: la
pura corazonada de la fe: el presentimiento divino de lo eterno [...]
Q NOTAS
disparatados..., p. 88.
17 Op. cit., pp. 26-27.
18 Bergamín, J. «Hablar en cristiano», Cruz y Raya, Madrid, 28 (julio 1935),
pp. 73-83; recogido en CRUZ Y RAYA, Antología, Madrid, Turner, 1974, p. 412.
19 Bergamín, J., «Notas para unos prolegómenos a toda poética del porve-
y capirotes..., p. 27.
31 Op. cit., p. 29.
32 «El teatro es siempre conciencia de un pueblo o no es teatro — escribió
Santiago de Chile /Madrid, Cruz del Sur [Ariel, Barcelona] (Renuevos de Cruz
y Raya, 2), 1961, pp. 28-29.
34 Op. cit., pp. 30-31.
35 El artículo «Las cosas en su punto» apareció en España, Madrid, 404 (12
enero 1924), pp. 8-9. Pero toda la cita entrecomillada está recogida de Gonzalo
Penalva, Tras las huellas de un fantasma..., p. 45.
36 Op. cit., p. 50. Para más información sobre la relación entre ambos escri-
tores, véase Dennis N. Perfume and Poison. A Study of the Relationship between José
Bergamín and Juan Ramón Jiménez, Kassel, Edition Reichenberger, 1985.
37 Bergamín J. «El ensimismado enfurecido. Los puntos sobre las jotas»,
Mangas y capirotes (España en su laberinto teatral del XVII), Madrid, Plutarco, 1933,
p. 102.
39 Bergamín J. «Pasar y suceder», en Disparadero español, III: el alma en un
Abstract: The theatre of Teresa Gracia knots the daily thing with the historical
thing. The effects that his writing produces go beyond the scenic offers realized
by the theatre of the exile. Besides, his works transform the quality of the few
thing and it provides it with a new dimension, with a new object of representa-
tion. The resistance of the texts to be assimilated by the scene was disappearing
from the same moment in which there was getting a concept so complex as sig-
nificant and productive as the fold.
Key words: Teresa Gracia. Exile. Dramaturgy. Stage management.
Acotaciones, 24, enero-junio 2010, 147-156 147 Recibido 10-11-2009 Aceptado 10-01-2010
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ARTÍCULOS
Q EL TEXTO «RESISTENTE»
Su obra, por ello, por esta matriz productiva libertaria, favorece una
dramaturgia diferente. Se puede entender mejor cuando leemos la nota
(que no acotación) con la que se abre Las Republicanas:
Tragedia. El hemiciclo se abre ante el mar. La representación es para peces y
navegantes. El público recibe las palabras por boca de los peces que se quieran
ahogar sacando la cabeza al aire*. Son los más listos, aunque a menudo se equi-
voquen y pongan en labios de una lo que otra pronunció. Pero quizá sepan que
no importa, ya que en aquellos días en que la palabra estaba perdida, la prime-
ra, la más valiente de las recluidas, acudía para presentarle una frase en que se
sostuviera, sin que fuesen respetados ni los turnos en una conversación normal,
ni las leyes del diálogo (por las que siempre se ha intentado elevar preguntas y
respuestas —sin que su naturaleza diese para tanto— al arte).
Hete aquí que este escenario solo tiene dos de las tres paredes que se le
aseguran en otros sitios.
*Trátase, pues, del último suspiro, convertido en palabra, de quien está fue-
ra de su elemento. Debido a la magnitud del texto, se han necesitado gran can-
tidad de peces cuyos nombres no podemos dar aquí; pero sépase que cada una
de nuestras heroínas recuerda la gloria de, por lo menos, un banco de sardinas».
Q NOTAS
Madeleine Poujol
La obra Un teatro para Borges fue creada por la Compañía Martín Elizondo el 1
de febrero de 1992 en el Real Coliseo de Carlos III en San Lorenzo de El Esco-
rial. Fue el actor José María Cañete quien hizo el papel del Adecuador. Martín
Elizondo lo dirigió.
Al año siguiente, en enero de 1993, esta obra estuvo en cartelera en la sala
de teatro del Centre Pompidou de París en su versión francesa. Fue Claude
Demarigny el traductor. El actor argentino Facundo Bo encarnó al Adecuador
/Actor. Lo dirigió Marcos Malavia, director de la Compañía Sourou – Théâtre.
En febrero de 1998 se volvió a dar esta obra en el Théâtre de L’Epée de bois
(Cartoucherie de Vincennes, Paris).
En la revista L’Avant – Scène Théâtre, en el número 925 (1 de marzo de 1993)
André Camp publicó la siguiente crítica:
Martín Elizondo, dramaturgo español, quien desde hace muchos
años se dedica al teatro aquí en Francia, queda fascinado desde siempre
por el universo y la poesía del escritor argentino Jorge Luis Borges. La
obra de Borges se caracteriza, por lo esencial, por la narrativa y la lírica.
Aunque se interesó por el cine y la música tradicional de su tierra, el
teatro es el gran ausente de su forma de expresión. Martín Elizondo se
ha propuesto colmar este vacío recorriendo la obra poética borgiana en
busca de sus raíces dramáticas. Las ha encontrado y nos las ofrece a tra-
vés de un Adecuador/Actor, admirablemente servido por Facundo Bo,
quien hace de mediador entre el público y el auténtico Borges. La forma
expresiva es tan acertada como espectacular. Gracias a un dédalo de si-
tuaciones y especulaciones mentales surge un universo dramático pobla-
do de seres que no reflejan los espejos. Martín Elizondo ha sabido pene-
trar tan perfectamente este universo con resonancias metafísicas que ya
Anverso y reverso del programa de mano que se editó para el estreno en París
de la obra Un Théâtre pour Borges, con fotografía del actor Facundo Bo
(Centre Pompidou, 20 de enero de 1993).
Q NOTAS
1 Traducción mía.
2 El personaje combatiente en la obra de José Martín Elizondo (en prensa)
3 Entrevista publicada en El Diario de León, 13 de mayo de 1984, citada
en José Martín Elizondo, Teatro Combatiente, Editorial Saturraran, octubre de
2009, p. 82.
PRÓLOGO
Q EL DRAMATISMO
Q UN RENUNCIO
¿Cuál o cuáles pueden ser las razones por las que Borges desestimó el
teatro para dar forma a sus temas? Una respuesta a lo de Perogrullo sería
declarar que no le convenía o que no tenía gusto alguno por el género. Si
en estas razones nos pueden aparecer implícitas algunas de las causas de
Q NOTAS
1
Magazine Littéraire, n° 259, noviembre 1988.
2
Magazine Littéraire, ya citado.
Personajes:
ADECUADOR
Una mesa, una silla. Sobre la mesa una lámpara que proyecta un cono
de luz tenue. Sobre la mesa igualmente una jarra de agua, un vaso y
un mazo de cuartillas. (Hablado) Una puesta en escena mínima. Una
reducción a lo más estricto.
(Mientras se vuelve a oír música lejana el Adecuador / actor sale y vuelve con un
libro. Adopta ostensiblemente la pose del lector miope.)
¿Por qué, Señor Borges, le han de ocurrir las cosas al otro Borges?
Caminaba, decía él, por las calles y, de pronto, su paso se volvía tar-
do. Avanzaba incluso mecanicamente y su mirada era atraída lo mis-
mo por el arco de un zaguán que por una cancela...De su alter ego, de
su otro yo, tenía él noticia porque le llegaba una carta a nombre de
Borges o leía ese nombre en un diccionario donde figuraban las vidas
y milagros de algunos personajes célebres. Le gustaban mucho las co-
sas más bien arcaícas, como los relojes de arena o la tipografía del si-
glo XVIII. Y lo más curioso del caso es que el otro compartía sus mis-
mas preferencias. Y esto es lo que más me ha conmovido a mí, simple
actor: el que compartiera tales gustos de un modo vanidoso hasta el
punto que las convertía en el atributo del actor. ¿Saben cómo justifi-
caba su literatura? Borges A se dejaba vivir para que Borges B pudie-
ra ir escribiendo su obra. Con todo, él repetía constantemente que las
páginas más logradas, las páginas más bellas de su producción no
eran suyas propiamente dicho y, por lo tanto, no podían salvarle. Pre-
cisamente por eso: porque si eran válidas no podían ser ya de nadie.
«Porque lo bueno ya no es de nadie» decía textualmente. ¡Ah! ... y
tampoco del otro ya que pertenecían más bien al lenguaje, al acervo
de todos.
(Da unos pasos por el estrecho corredor laberíntico que acaba de trazar.)
Así fue, día tras día, cediéndole al otro, al tiempo que recordaba que
«todas las cosas quieren perseverar en su ser, así como la piedra quie-
re ser siempre piedra, y para siempre piedra, y el tigre, tigre». De esa
manera, después de amañar y urdir su laberinto, después de haber te-
jido la tela de araña que lo mismo apresaba al otro, su rival, como a
él, Borges o los dos Borges A y B, si es que eran alguien sumados los
dos —esto lo diría él también— se reconocería más fácilmente en los
libros de otros que en los suyos propios, así como también en el ras-
gueo de una guitarra. Así fue cómo intentó escapar de sí mismo reco-
rriendo en la huída los arrabales míticos y acudir a la cancha donde
se juega la partida que siempre se pierde, la del tiempo.
«Tango, tango tú eres el que se queda / y yo soy el que se va... »
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
(Cambio de voz.)
—Lo mismo has dicho de los que te escuchan ahí, alineados unos tras
otros, abajo en esa media penumbra.
(Breve transición.)
(Breve pausa.)
(El ADECUADOR / ACTOR trata de empañar los espejos con su aliento. Luego
coge un libro y lee.)
(Pausa.)
La memoria es olvido.
Antes de separarse de la mesa del café tiene una leve inclinación como
despidiéndose de nadie o de alguien que es nadie; es decir de sí mismo
volviéndose a situar mentalmente en el asiento que acaba de dejar.
Los tertulianos de las mesas vecinas interrumpen su charla para escu-
char el sorprendente diálogo sin interlocutor visible. Borges, con voz
suave, interroga la mesita de mármol.
—Perdone que me encuentre en la necesidad de acudir a mi tarea.
Encantado de haberla conocido. Mi trabajo en esa Babel que es la Bi-
blioteca me espera. Con él me esperan kilómetros de estanterías y
anaqueles...No, no, como dice un amigo mexicano, la Biblioteca de
(Se oyen los primeros compases de una milonga. El actor baila con una silla.)
Ha soñado que Borges sabía que todo el teatro ocurría entre las cua-
tro paredes del cráneo averiado...
... Soñado hasta con el juego de los salones pero de eso hace ya mucho
tiempo... soñado con Borges aunque él nunca haya soñado con él...
Sí, soñado...
OSCURO
JOSÉ ÁNGEL ASCUNCE ARRIETA ha escrito, entre otros, los libros León Felipe:
trayectoria poética y Bernardo Atxaga: los demonios personales de un escritor, además de
ser autor de numerosos artículos como «Autorías y manuscritos del «Quijote»
en el «Quijote»», y «Pío Baroja o la crisis de la modernidad».
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ACOTACIONES
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