Calnek Tenochtitlan

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gran distrito rectangular que ocupaba la parte central de g10 XVI, Y que incltlyen datos genealógIcos y biográficos que

Tenochtitlan, la cual se destinó de inmediato para el uso establecen la proPiedad hasta finales del siglo xv. Por otra
exclusivo de los españoles. parte, puede notarse que no hay una variación perceptible
Segundo, únicmnente se seleccionaron al1uellos casos que en el tamaño de las zonas residenciales o de las chinampas
ofrecían suficienteS' pmebas topográficas pat·a esttlblecer la pro­ ni en la composición básica de los grupos que las poseye­
bable presencia o amencia de chinampas en relación con zonas ron y ocuparon hacia fines del periodo colonial.
residenciales específicas. Aunque la evidencia contextual indica La correlación de las distribuciones de la época colonial
una estabilidad muy alta en el modelo básico del conjunto con el modelo de conjunto antes de la Conquista se basa en
en todas las áreas que permanecieron bajo el dominio de los una muestra considerable de zonas del siglo XVI cuya evi­
indios a lo largo del periodo colonial, las zonas residenciales dencia genealógica y testimonio oral de individuos que ha­
que carecían de chinampas se incluyeron en la muestra sola­ bían alcanzado la madurez antes de 1519 establece la pro­
mente hacia fines del siglo XVI. No obstante, hay un cierto piedad y residencia hasta el tiempo del litigio. Esta eyidencia
número de excepciones a esta regla que comprenden zonas indica que la relación básica entre el espacio residencial y
con una información docwnental particularmente significa­ las chinampas no se alteró en forma significativa, aunque las
tiva. Dos zonas son excepcionalmente grandes y pertenecie­ unidades estructurales que ocupaban una zona dada hayan
ron a descendientes de los primeros caciques de Tlatelolco, podido ser reconstruidas o modificadas a intervalos regula­
y es muy probable que hayan sido áreas palaciegas en tiem­ res para hacer frente a los cambios en la composición real
pos anteriores a la Conquista. de los grupos residenciales. Hay un pequeño pero coherente
Tercero, las zonas de chinampas que permanecieron bajo grupo de pruebas que indica que los cambios de esta natu­
el control de los indios se incluyen en la muestra total, raleza obedecía a patrones establecidos antes de !a Con·
independientemente del periodo para el que han sido iden­ quista.
tificadas. Este procedimiento ofrece una medida de control La muestra de zonas residenciales urbanas que se da en
sobre las muestras del siglo >"'\'1, de zonas carentes de chi­ el cuadro 1 y en el mapa 1, analizada en el cuerpo de este
nampas que implican importantes inferencias de distribución. trabajo, refleja una selección rigurosa de un cuerpo mucho
Así, la muestra de los barrios Santa Ana Atenantitech y más extenso de material documental disponible. Los prejuicios
San Martín Atezcapan, en Tlatelolco, indica una concentra­ s;stemáticos en los procedimientos de selección tienden a in­
ción muy alta de zonas carentes de chinampas durante el crementar la representación de zonas de chinam.pas a costa
siglo XVI. El hecho de que ningún documento posterior haga de las zonas exclusivamente residenciales. La congruencia
referencia a zonas de chinampas en esta área refuerza sustan­ del conjunto de la muestra conserva, no obstante, su carácter
cialmente la inferencia de que, antes de la Conquista, esta impresionante, y la información cuantitativa de tiempos colo­
área estuvo excepcionalmente poblada, con una ocupación sin niales posteriores no requiere ninguna modificación en las
espacios entre casa y casa. Asimismo, el hecho de que las conclusiones que se hayan podido derivar solamente de la
muestras de los siglos xvu y XVIIl de zonas de chinampas muestra del siglo XVI.
que pueden servir para el estudio del total de áreas en cul­ La posibilidad de que la naturaleza de los procedimien­
tivo caen muy bien dentro de los resultados de la muestra tos de litigio del periodo colonial conduzcan a !lIla sobre­
del siglo XVI refuerza la inferencia de que esta última es representación Jtl.flrlncial de ciertas clases o estratos socioló­
válida para la ciudad en conjunto. Podría anotarse, a este gicamente definidos de la población urbana debe también
respecto, que las zonas de chinampas documentadas más oran· tenerse en consideración. La gran proporción de zonas en
des están firmemente fechadas en las décadas medias d~l si­ litigio que fueron propiedad de mujeres es particularmente

14 15
sorprendente y, por ra zones que se discutirán más tarde,
evidentemente anormal para la ci udad como un todo. l os
datos genealógicos incorporados a estos litigios indican, no
obstante, que la herencia conduce persistentemente a un
propietlrio masculino, no más de dos o tres generaciones
atrás y guc, virtualmente, todos los propietari os citados en
el tiempo de la Conquista, pertenecían al sexo masculino.
CENT RO

CE~ I~E RCAOO


Es probable que el litig io formal se llevara hasta el nivel


de la Audiencia Real, sobre todo en los casos en que la

ruptura interna de g rupos residenciales - que parecen haber
sido muy estables bajo control masculino-- impedía la ad­
judicación informal en niveles más bajos. As í, mientras que
la muestra (k c ~ ,os Ic.<:;a1cs es tá íntimamente rehcionada con
ciertos rasgos caracterí sticos de la fami lia u organización de
linaje de los aztecas, no ex;sten pruebas de que ello no
se deba meramente a las distribuciones topográficas de los
A
AA•
tipos básicos de unidades residenciales. Por lo contrario, la
presencia de un número de zonas comparativamente peque­ I I
I
ñas indica que el valor de los bienes raíces no estaba, por sí I
I ••
mismo, entre las variables capita les que influyen en la
A
I
I
I
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muestra. I A
• l LA TRAZA AA
Ü: II A
3. Procedimielltos de hlve.rtigacióll A tP'·L__
·A··
...-----­ ""1--- oA

El término zona se emplea para desig nar un área continua,


delimitad3. y poseída por l'n solo individuo o grupo incor­ • A
f •
porado. Dado CjUC la identí ficación y descripción de zonas
depende excl usivamente de rderencias documenta les, los con­
ceptos socia lmente definidos de propiedad se toman como
tA
L ' , • , ,
decisivos al establecer los lí mites de las zonas y al invalidar
consideraciones puramente topográficas. El grado en que
las definic iones de zona que se expresan en estos términos
guardan relac ión con las caracterís ticas topográficas identifi­ A SITIO DECHINAMPA
cables es, por supuesto, un problema fundamental por su pro­
pia naturaleza, con implicaciones importantes para la infe­ • SITIO SIN CHINAMPA
LIMITE TENOCHTITLAN TLATEL
rencia arCjueológica de fuentes no documentales en su tota­ LIMITES APROXIMADOS DE LA
lidad . TRAZA HISPANICA (C. 15301
Empíricamente, sólo se representan dos tipos de patrón
de conjunto urbano: (1) zonas residenci ales con chinampas :MAPA 1. Distribución relativa de los siti os resiJenc iales con chinampa
y sin chi nampas en Tenochtitlan .
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adjuntas y (2) zonas residenc iales. ~in chinampas adjuntas . C0 1110 pertenecientes al Tipo 1 o al Tipo 2, y localizar ( ' ltro
La información mínima incluye sufICientes pruebas para esta­ de un barrio conocido de la ciudad antes de la ngui ta o
blecer la ubicación de la zona y determinar si procede una Las zonas individu ales pueden incluir también iclencia
clasificación como TiPo 1 o TiPo 2. Las tipologías com­ descriptiva que establezca su posición en relación con las
plementarias que separan zonas se pueden utilizar con base calles e iglesias conocidas u otras características topog ráficas
en la clase de estructuras residenciales de que se trate. prominentes de la ciud ad colonia l; información que identi­
Las varias zonas palaciegas que se represen.tan en la muestra fique el número de casas o chinampas presentes en la zona;
podrían indudablemente formar un subtipo del Tipo 2. las dimensiones reales de algunos o todos los componentes
Empíricamente, las desviaciones del patró~. básico, que se de la zona, o un plano real (plano de zona) del tipo que
analiza en detalle más adelante, son lo sufICientemente raras se reproduce al fin al de este estudio. Se hace referencia oca­
para justificar el manejo de las excepciones como casos es­ sional, aunque no coincidente, a la existencirr de caracterís­
peciales sin la elaboración de una tipología formal. ticas especiales tales como un segundo piso, o muros (corra­
La localización mínima de la zona se establece cuando les) alrededor del lote de la casa. Unas cuantas referencias
se dice que una zona está ubicada en un barrio determinado. identifican cisternas (atentli) , g raneros de maíz (troxes) ,
Esta investigación tiene como base la localización de los ba­ escaleras exteriores y varios detalles relacionados con la cons­
rrios establecidos por Al fo nso Caso (1956) .* Es posible esta­ trucción real.
blecer la localización de otros barrios y modificaciones me­ Pruebas sobre el tamaño, la composición y la historia
nores al mapa de Caso basándose en los pleitos o litigios ~enealógica de los grupos res idenci ales las h ay en abundJn­
sobre tierras del periodo colonial. El barrio de San ta Ma.~ía cia y sólo se han utilizado parcialmente en este trabaj o. El
Amatlán no puede ser localizado con base en la mformaclOn problema principal que enfrentamos atañe al trrmaño general
disponible a la fecha; está representado en la muestra por y la composición de los grupos resid cll"'ia les. Habremos de
la zona 55. Por otra parte, de la zona 78 sólo se puede resumir los datos que establecen la existencia de grupos fa­
decir que estaba dentro del gran distrito llamado San Sebas­ miliares grandes, incorporados y extendidos como unidad bá­
tián Atzacualco, y se ha incluido porque el caso legal en que sica del modelo residencial urbano. Aunque no es esencial a
está anotada proporciona importante información genealógica. las limitad as áreas problemáticas q ue se seleccionaron pa ra la
Las zonas 107-112 se pueden localizar en forma aproximada investigación al principio de este proyecto, también se rrna­
porque el único mapa en que t;stán representadas i~cl~ye un liza el problema de la d iferenciación fnn cional en las uni­
área que se localiza en el b ~ rrto de Tecam~. Los limites de dades estructurales que se pueden rebcionar con las caracte­
este barrio en la etapa antenor a la Conquista nos son des­ rísticas es pecífi cas de la diferenciación interna de los gmpos
conocidos, aunque, por otra parte, es posible establecer su residenciales. H rry algu nos datos sobre la especiali zación ocu­
posición aproximada hacia el sur de la gran plaza de Te­ pacional dentro de la población urbana; la diferenciación de
Sta/liS que se expresa a través de títulos y form as de refe­
nochtitlan .
Con las advertencias ya hechas, todas las zonas que se rencia y discurso; la organización y función de g rupos incor­
incluyen en el cuadro 1 y en el mapa 1 se pueden clasificar porados más grandes, tales como el barrio o tlaxilcallij el
concepto azteca de propiedad}' herencia ; el papel económico
de las propiedades localizad as fuera de la ciudad, y muchos
* Caso Alfonso. "Los barrios antiguos de Tenochtitlan y Tlate­ otros problemas sociológicos de fundamental importrrnc ia
lo leo" en 'Memorias de la Acruiemia Mexicana de la Historia, Co­
rresp;ndiente a la Rcal de Madrid. T. XV, núm . 1. México, enero­ para los estudiosos de las sociedades inmediatamente anterio­
marzo de 1956. res a la Conquista en la zona central de México. Cabe señalar

18 19
que la mayor parte de los documentos que contienen datos ZACATENCO
de este tipo se transcribieron y analizaron parcialmente en el
I"EPE
contexto de este proyecto, pero que se necesita volver a ana­
lizar sistemáticamente las fuentes documentales estándares,
tales como el Códice Florentino de Sahagún, antes de llegar
a conclusiones dignas de confianza . De cualquier manera,
tales problemas quedan fuera de los límites específicos de
esta investigación .
..,.
La información genealógica e históric a es, como se dijo
antes, definitiva en otro sentido, pues constituye el único
~~
eslabón digno de confianza entre el periodo inmediatamente TLACO PAN
::r
anteriur a la Conquista y las primeras_ formas coloniales de ONOAICCJJ TLATELOLC';'~
conillnto y modelo residencial. La posibilidad de rastrear la o-;: _ .~~ <:>
o
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historia real de las zonas específicas en relación con el 1) . '1 ~
desarrollo de grupos residenciales específicos ofrece la evi­ ~~ TENOCHTITLAN = =
m
dencia más fuerte para una estabilidad y continuidad básicas
a este nivel de las sociedades indígenas de las épocas ante­
riores a la Conquista y la colonial. Así, los cambios especí­
~
CHAPULlE
i~ ~~ ;o

ficos en la distribución de las unidades estructurales pueden


ser explícitamente relacionados, en algunos casos, con los IXI
cambios en el tanlaño y la composición de amplios grupos
familiares. Además, los cambios específicos en la composición
de grupo, propiedad del terreno y aspectos si milares se pueden o 0.5 1.0 1.5 2.0
lZTACAIgO
relacionar explícitamente con factores tales como la alta mOf­ KILOMETROS

talidad masculina duran te el sitio de la ciudad de México,


los efecto~ de las epidemias posteriores a la Conquista que 701

periódicamente diezmaron la población india, etcétera. No


TETEPllfO
obstante, todo esto habrá de considerarse en relación con los
casos ind iv iduales cuyo valor testimonial sea relevante. IZTAPALAPA

lVIAPA 2. Sector oes te del lago de Texcoco en 151 9. El mapa muestr2


4. Descripción general y antecedentes históricos la relaci ón de la ciudad con sus colonias, islotes y tierra firme . La línea
de la costa y la del Albarradón de N etzahualcóyotl se muestran (:n
Un estudio extensivo de las pruebas históricas, ambientales y forma aproxim1da. Los límites de los islotes so n hipotéticos.
de alguna otra naturaleza con textual relevante requeriría por
sí solo una amplia monografía. Los puntos siguientes abar­
can ciertas características del desarrollo anterior a la Con­ llegaron al valle de México a fines del siglo XIII. La ciudad
quista que clarifica n el significado de la información que se que sería su capital, Tenochtitlan, fue establecida en una
examina en este traba jo. o varias pequeñas islas agrupadas en un a zona pantanosa
Los aztecas, o mexicas, como se llamaban a sí mismos, cercana al lado oeste del lago de Texcoco, a mediados del

20 21
siglo XIV (mapa 2). Poco Je~pués de la fundación de terísticas monumentales -los grandes templos piramidales y
'fenoch ti t];lll , un a facción disidente estableció una segunda los recintos ceremoniales de Tenochtitlan y Tlatelolco, los
comunidad, Tlatelolco, en otra isla hacia el norte. Las dos palacios de sus dirigentes, mercados, acueducto\ calzadas,
ciudades tuvieron un desarrollo paralelo y, al menos en etc.-, dedicando muy poco espaCIo a la sltuaClon de los
forma parcial, iade endiente hasta que Tenochtitlan conquis­ distritos residenciales ordinarios. Aparte de las frecuentes re­
tó a su ciudad hermana en 1473. En tiempos de la Con­ ferencias a la. existencia de zonas residenciales rodeadas por
quista, las dos ciudades estuvieron separadas solamente por agua, hasta las más detalladas descripciones de las operaciones
un estrecho canal que iba de este a oeste, pudiéndose consi­ . militares que se llevaron a cabo durante la ConquIsta de
deL,lr que ambas eran partes de un mismo complejo urbano México arrojan poca información útil acerca de las áreas
total. Las ligeras diferencias históricas y ciertas complicacio­ ocupadas por el grueso de la población urbana. Sabemos que
nes en las relaciones políticas posteriores entre los tenochcas las casas y los palacios funcionaban como símbolos impor­
y los tlatdolcas explican la existencia de dos monumentales tantes del status social, pero ignoramos incluso cómo era el
centros ceremoniales separados y las diferencias en sus divi­ "palacio" de una figura tan importante como el emperador
siones internas en barrios o tlaxilcallis. Cuauhtémoc.
Parece que en tiempos de la Conquista española el área La información demográfica y distribucional detallada y
urbana en su totalidad ocupó entre 10 y 15 kilómetros cua­ concreta no existe virtualmente. La existencia de chinampas,
drados, cuya parte más grande representaba la expansión del por ejemplo, se puede deducir por un número de fuentes,
área residencial hacia el lago y los pantanos circundantes. pero ni Cortés ni Bernal Díaz la mencIOnan .y tampoco figu­
Todas las descripciones de la ciudad coinciden en afirmar ran muy prominentemente en otras_ descnpClones de .la cm­
que, hacia 1519, Tenochtitlan estaba totalmente rodeada por dad antenores y posterIOres a la LonqLllsta. No eXiste lil­
agua, y que cuatro o posiblemente más calzadas la unían con formación alguna acerca de su tamaño promedio ni de la
tierra firme, incluyendo entre éstas la calzada de Nonoalco, composición de los grupos para los que constituyeron un
origen de algunas controversias_ El transporte y la comuni­ recurso económico.
cación dependían en alto grado de las canoas que circulaban En suma, nuestro conocimiento de la ciudad anterior a
por un sistema de canales, los cuales parecen haber sido cons­ la Conquista se reduce a observaciones muy generales sobre
truidos artificialmente, distinguiéndose de las. zanjas, o fosos su aspecto, excepto cuando se trata de habilidades y estmc­
de irrigación poco profundos que rodeaban las chinampas ur­ turas de naturaleza especializada en sumo grado. Sabemos
banas, por el término acequia. A juzgar por el mapa de que fue una ciudad ínsula, atravesada por un elaborado sis­
Alonso de Santa Cruz,* un número de estos canales se pro­ tema de canales, calles y calzadas, acueductos, etcétera. Tam­
longaba hasta el bgo circundante -posiblemente para facili­ bién sabemos que los conjuntos urbanos y los modelos resi­
tar el transporte en canoas suando bajaba el nivel del lago. denciales variaban según el status social, y hay algunas
Las narraóones de los conquistadores, así como las eró­ indicaciones de que los barrios individuales variaban en den­
nielS indígenas y los manuscritos pictóricos proporcionan sidad y en todo su carácter.
un testimonio vívido del aspecto general de la ciudad antes Históricamente, sabemos que todo el periodo de desarro­
de la Conquista. "No obstante, se hace hincapié en las carac­ llo urbano abarcó poco menos de dos siglos. La transición
excepcionalmente rápida de una aldea de pescadores en pe­
queña escala al sta/M de capital imperial estuvo ciertamente
,;. Linne, Sigwald, 1937. "Hunting and fishing in the Valley of
i'.kxico, in Ihe micldk of the sixtcenth century." Ethnos, vol. 1I, en estrecha correlación con la evolución política del Estado
pp. 56-64. Estoco lmo, Edit. O. K alback. azteca. En efecto, la urbanización implicó la rápida exten­

22 23
sión del espacio residencial por la construcción de platafor­
mas artificiales sobre e! lecho poco profundo del lago de
TéXCOCO, y po~iblcmenlc necesitó la canalización y drenaje
parciales de áreas p~nt¡¡nosas e inundadas. Ninguna de la~
fases específi cas comprendidas en este de~arrollo puede ser
descrita ahora en términos cuantitativos importantes. RECINTO
i\Jgllms de las subdivisiones administrativas caracterís­ CEAEMOf':IAl

ticas de b ciudad están un poco mejor descritas, y puc, leu


reslUllirse aquí provechosamente. La división básica entre Te·

tli::rI=~I;~"I·~lrr.~~--t-rr_.:~._.

nochtitlan y TlateloJco ha sido ya inelicada antes. Teno:hti­


tlan se dividió a su vez en cuatro grandes barrios (mapa 3),
cuyos límites estaban marcados por grandes avenidas que = ~A_ .~':~_.
iban en las direcciones cardinales y que partían de las cuatro ~.....~¿r A' '\.
puertas del gran recinto ceremonial, situado ligeramente al - ar-"-"r-~--I1'-
e: : '.
norte del moderno Zócalo. Los barrios fueron a su vez di­
vididos en distritos más pequeños que son las unidades mar­
cadas en el mapa de Caso. Estas son llamadas siempre tla­
xilcallis en los docL2l11entos ele! periodo colonial, y no hay otro
término náhuatl. Los documentos españoles generalmente se ..
- !.
refieren a estas grandes divisiones como barrios grandes o
parcialidades. TlaxilcalJi, en cambio, se traduce por lo común
como barrio pequeño o, en forma más general, sólo como
barrio.
El nlunero total de tlaxiJcallis que constituían los cuatro
barrios grandes de Tenochtitlan lo desconocemos. El Códice
OSfllla enumera aproximadamente sesenta, pero esta lista no
incluye aquellos que se localizaban dentro de! área que se
apropió la traza española hacia 1521. Un Índice extenso de
referencias anteriores y posteriores a la Conquista, compilado - DIQUES
por mí, ha dado un total de 106 nombres de barrios. Sin
embargo, algunos de ellos son nombres que se aplican indis­ CANALES
tintamente al mismo barrio. Sospecho que el total de ba­ - LIMITES APROXIMADOS
rrios de Tenochtitlan antes de la Conquista fue aproximada. A RECINTO CEREMONIAL
mente de ochenta.
Un sistema un poco diferente se empleó en Tlatelolco.
MAPA 3. Tenochtitbn en 1519. Los límites de la ciudad se establecen
Esta ciudad careció de divisiones en grandes barrios, pero los dentro del perímetro comprendido entre los puntos A y H, J, J, 1.
distintos tlaxilcallis representados en el mapa Caso-Alzate son Sóio se señabn las calles, corrales y centros arqueológicos que pueden
algo más grandes que sus contrapartes tenochcas. Un cierto localizarse en mapas modernos.
número de juicios sobre tierras, entablados sobre zonas 10­

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calizadas en TI,ltelolco, pone en claro que estos barrios estaban tablecen el número de cas,ts y,ue abarca una zona p:trticular
subdividiJos en distritos más pequ<;üos a los que, desafortu­ y pueden dar también las dimensiones. Se puede obtener m~
nadamente, también se llamó tlaxilcaUis. Dadas las dificul­ mformación exam.inando los planos que formaban parte de
tades para identificar los límites de las unidades más pequeñas, los archlv~s . JudICiales en algunos litigios. Las pruebas cuan­
no se puede establecer la ubicación específica de la mayor tltatlv~s baslCas se resumen en el cuadro 1. Algunos planos
parte de los distritos identificados sobre esta base. han Sido reproducidos e incorporados en este ensayo. Los
La relación entre el término tlaxilcalli y el término cal­ dlstmtos planos parecen representar virtualmente todo el es­
puUi es un punto de considerable interés en sí mismo. Arturo pectro de variación en la organización de los rasgos estruc­
Mon zón (l949) consideró que el calpulli fue una subdivisión turales de una zona residencial específica. Son necesarias
principal de los grandes narrios de Tenochtitlan, y que el algunas observ¡:clünes. ;especto a la interpretación de los
tlaxilcalli fue una subdiviSión del calpulli. No hay aquí, sin planos y otra mformaclOn topográfica.
embargo, pruebas históricas particularmente firmes que indi­ Los textos españoles comúnmente indican las dimensiones
quen que la interpretación sea correcta, y el continuo uso del de la zona por medio de unidades llamadas brazas, varas o
término tlaxilcalli en relación con los llamados harrios, que pIes; La braza equivale a dos varas mientras que la vara es
en otros contextos son identificados como calpullis, lo hace Igual a tres . pIes .. Los textos náhuas emplean un término que
altamente improbable. Mi punto de vista es que el término parece ser mdlstmtamente matl o maitJ. Maitl es la forma
tlaxilcalli se refería originalmente al distrito territorial y más común. Las subdivisiones del maitl en el sistema indí­
que calpulli identificaba un tipo particular de grupo social. gena se registran baj o los términos omitl (hueso) yollotli
Es probable que cada tlaxilcalli fuera poseído, ocupado, o al (cora.zón) y algunos otros (Cline, 1966), que hace' un aná­
menos estrechamente identificado con algo específico llamado [¡SIS del sIstema paralelo utilizado en los alrededores de
calpuJli, y que, donde se tratara de residencia estable y a Texcoco; los mismos términos y símbolos se utilizaban también
largo plazo, los habitantes de algo llamado tlaxilcalli eran en Tenochtitlan, aunque las. medidas individuales parecen
normalmente miembros del calpulli del cual dependía. Hay, ha~er tenIdo valores algo dIferentes. Los términos braza y
sin embargo, algunas complicaciones que no permiten dar maltl son usados en las traducClon:s como si fueran equiva­
una solución enteramente satisfactoria de este problema sin una lentes exactos . En la CIudad de Mexico el valor de la braza
nueva investigación. La cuestión de la organización del cal­ se fijó oficialmente en términos que la hacen equivalente
pulli no es pertinente en este trabajo, aunque las conclusiones a 1.67 m (cuadro 1), El valor preciso del maitl o las uni­
derivadas de los estudios de los conjuntos urbanos y del mo­ dades más pequeñas dentro del sistema indígena anterior a
delo residencial se considerarán en rel ación con la definición j~ ConqUIsta no pued,e establecerse con preciSIón en nuestros
elel calpuJli urbano de Tenochtitlan como un grupo corpora­ d.las. Dado que el numero de brazas establecidas por medi­
tivo de poseedores de tierras. cIOnes directas efectuadas por funcionarios españoles nom­
brados por las Cortes concuerda invariablemente con el nú­
5. 2011 ,1.1 res;denciales mero de maitl indicados en un plano o en un texto náhuatl,
su valor real debió de haber sido tan cercano que toda
los primeros datos utilizados para este estudio los constitu­ dlferenCJa resultaba mSlgnlfJcante, o bien pudo el valor ofi­
yen las referencias más o menos detalladas de las zonas CJal de la braza haber sido adoptado por la comunidad
residenciales o chinampas. Las evidencias mínimas establecen Jl1dígena como el valor del maitl.
meramente que pertenecen al Tipo 1 o al Tipo 2, según se Para propósi tos de cómputo, tomo el valor de la braza
definió antes. Las descripciones de zonas frecuentemente es­ y el maitl como uno mismo, y equivalente a l.67 m. Toda

26 27
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FIGl;RA
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1.
I 2RCOS DE BELEN

1
Reconstrucción parcial de los distritos de chinampas, su·
FIGURA 2. Reconstrucción parcial de una zona urbana . 13. localización
de tres templos coloniales se señala con una cruz. También la de cuatro
sitios residenci a les sin chinampa.

pelpuesta a un mapa moderno . unidades más pequeñas, o están indicados, en varios planos,
por ornamentos-glosa náhuatl. El maitl es representado por
veL que s6lo se emp.lean unidad~s más pequeñas para in~icar una sola mano vertical, desde la muñeca. Las dimensiones
el residuo de una dIstancIa medIda en brazas, las son unlfor· totales pueden indicarse por la repetici6n (cf., por ejemplo,
memente tratadas como equivalentes a una vara o 0.836 m. el plano 1) de! símbolo de la mano según el número de
Esto no es aplicable, por supuesto, a las medICiones dadas maitl. Pero es más general representarlo con la mano sola
totalmente en varas o en pies, que se calculan slmplel1::ente seguida por una serie de pequeños CÍrculos o puntos, según
como una medida lineal adecuada por derecho. Cabe senalar el total de brazas. Ocasionalmente no se usa más que el
que la vara fue empleada ocasionalmente en documentos in· círculo o el punto . Debe anotarse aguí que el círculo se
dígenas, pero aparece como una palabra. prestad~ más bierJ emple6 como símbolo taquigráfico nada más para la braza
que como equivalente de alguna otra un.l?ad . Mlentr~ que o maitl en todos los planos aquí incluidos.
este procedimiento induce alguna desvlaClon entre la d.lm~~­ Las dimensiones completas de una zona residencial son
sión real del terreno y el área calculada, la posIble vanaClon por lo general, totales y ambiguas. La situaci6n con. respecto
es pegueña. Y esto vale lo mismo si e! v~Jor lineal de la a las medidas de casas individuales es más complIcada, ya
br:lZa no fue normal, como yo he supuesto . La cifra 1.67 .m que los planos individuales no están hechos a escala . Las
debe de acercarse razonablemente a tocio valor posible aSig­ medid as de la chinampa abarcan las más de las veces el
nado al maitl o braza. área que incluye las chinampas y el agua en conjunto. Esto
Las medid~s lineales se representan en los planos por hit ocasionado que se diga, por ejempl o, que las chinampas
medio de símbolos convencionales que representan maitl o ocupan un área cuyas dimensiones totales son, digamos, diez

28 29
por veintitrés brazas. Desafortunadamente, no hay pruebas
que arrojen luz sobre la amplitud promedio de las zanjas que
separaban una chinampa de otra. He empleado, por ello, una
f ~' ,;......""._.,., ,..... ,,"\1
medida estándar de un metro para cálculos de este tipo. Es
probable que aumente las dimensiones del área atribuidas a
~
la chinampa por un pequeño margen.
\)
Las áreas realmente ocupadas por estructuras residenciales
tienden a ser pequeñas (cuadro 1) . El mayor número de
zonas sin construcciones palaciegas caen dentro de los 500 m 2 ;
I 9I ~
.
algunas de ellas abarcaban un poco menos de 100 m 2 de
terreno. Estas estaban ocupadas por una, seis o más estruc­ "-------" -- - <: ¿
turas residenciales parcialmente separadas (véase el cuadro 1

t:"
y los planos), cada una con una sola puerta que daba a un
espacio abierto o patio, pero raramente o nunca daba acceso
directo a la calle. El vocablo casa (náhuatl: callí) es cons­
tantemente aplicado a toda habitación dentro de un conjunto
o grupo residencial. Las. casas más grandes están divididas a
veces en cuartos (aposentos) por muros interiores, pero rara­
mente más de dos. Las cifras di¡:¡nas de confianza sobre el ........
-
espacio ocupado por las casas individuales son escasas, e
indican un promedio de entre treinta y cuarenta metros cua­
drados, con un mínimo de cerca de diez. Distribuciones se­
mejantes del espacio residencial entre el emplazamiento de
las casas y el patio pueden inferirse de la inspección de los
planos y de las cifras dadas en el cuadro l.
Un segundo piso se designa con el nombre de "alto", y
frecuentemente alojaba a un núcleo familiar separado (véase
1
el inciso 6, más adelante). Se llegaba a ellos, evidentemente,
por escaleras exteriores del tipo ilustrado en el plano 2. Otras
1
Q
estructuras incluían cisterna o aljibes (atentli), que evidente­
mente se utilizaron para regar las chinampas (AGN Tie­
rras 48-4), así como para el uso doméstico en general, y
depósitos de maíz (troxes), que se mencionan explícitamente,

~ ~----O-
sin embargo, sólo en conexión con la zona 135 (AGN
Tierras 49-5). Ambos eran, sin embargo, probablemente más
---0-----0
comunes de lo que deja apreciar la información limitada
disponible en nuestros días. Al espacio residencial que no era
PLANO l.
.:>cupado por ninguna estructura se le llama patio, el cual

30 31
t.\r;.-:-.....~.-:-;-;-:,,,._rr=====lf

podía estar enteramente descubiertl\ así como también cer­


cado por muros de adobes O de cañas (corral) .
La construcción de la casa era normalmente de piedra
o de adobe, con largas vigas de madera utiJ izadas como
soporte de un segundo piso o de un techo plano (azotea).
Es interc:s:1!1te ohservar (Jue no h ay término distintivo
con que se designe un conjunto residencial como unidad es­
tructuralmente integrada. Referencias documentales especifi­
l.
.....
can siempre que una zona está ocupada por un cierto número
de casas o aposentos. Por razones que se dan en la siguiente
sección, el término conjunto es, a pesar de todo, sociológica­
mente apropiado, y se usará así ' a tod o lo hrgo de este ----Q~
capítulo.
~. ~
Se insistió mucho en mantener un espacio adecuado para
el pati o, "por el servicio de la casa", y algunos juicios lega­
les comprendían pleitos sobre áreas muy pequeñas que daban ..,~ ~
frente a la casa (cf., por ejemplo, AGN 30-3). El principal
motivo de que se haya restad o importancia al espacio real­
~ l:-:::::::=:=:-:;;:::"" JJ
}t
mente ocupado por las estructuras residenciales fue proba­ -:::=J
blemente la función que se 8tribuyó al espacio del patio en
la vida cotidiana, y acaso también el que en él se llevaran a
cabo operaciones artesanales especializad as. Es posible que se
h aya tratado, como en los casos analizados en el siguiente
q :l-~-b_~
ill ~' iso, de mantener un espacio para el acomodo de los gru­
pos de la familia en expansión . Sin embargo, esto puede ser
d iscutido más convenientemente en conexión con la compo­ t::::::J¡.; -- .. ~ Q_._-'
sición de los grul10s específicamente residenciales .
La relación de zonas individu ales con las inmediaciones
ofrece una serie de problemas más difíciles. La naturaleza PLAI\:O 2. Sitio 25. San J ua n T eocaltitl á n .
de las pruebas documentales dirige la atención a zonas indi ­
viduales, y no se pueden hacer inferenci as exactas de su Tlaco~hcalcatl. En. todo caso, si era el muro de una cons­
relación con las propiedades colindantes excepto sobre la trucClon o un patIO, esto no puede deducirse desafortunada­
base de referencias muy concretas a zonas colindantes. mente del mforme. Virtualmente todos los informes de zona
Así, las zonas 25 y 26 (planos 2 y 3) representan no establecen los límites con respecto a calles, casas o chinampas
sólo las propiedades colindantes si no que también incluyen colmdantes. Debe de ser tentador suponer que las zonas co­
estructuras que computían una pared común. La zona 59 se Jmda~tes normalmente representaban el mismo tipo de zona'
describe como compartiendo también un muro con una zona p or ejemplo, que una totalmente encerrada por una calle y
bastante grande propiedad de un noble azteca: don M artín tres propIedades resIdenCIales adicionales formaban parte de

32
33
I

un complejo residencial enteramente que constaba de zonas


pertenecientes al Tipo 2. Es muy posible que ést~ haya sido,
en efecto, el caso. Esta sería una muy firme deducción por
lo que toca a los barrios de San Martín Atezcapan y Santa
Ana Atenantitech en Tlatelolco. Sin embargo, la existencia de
áreas con distribuciones mixtas del Tipo 1 y del Tipo 2
(por ejemplo, San Juan Yopico, plano 4) debilita la fir­
meza de este procedimiento para el área urbana en conjunto.
Dudo que la propiedad de don Martín Tlacochcalcatl, citada
antes, incluyera chinampas, aunque esto no puede probarse
... terminantemente.
Un caso un poco menos frecuente puede ser el del barrio
de San Juan Huehuecalco, donde las zonas de la casa y la
o chinampa, ajustándose al modelo estereotipado, puede ser re­
lacionado con la conocida acequia que rodeaba la chinampa
por un lado, y una calle paralela flanqueada por casas tanto
Ó de uno como de otro lados. La evidencia topográfica dispo­
~ nible para esta región está presentada en el plano 5, con
base en el cual se puede decir con confianza, generalizando,
~
o
Q .
que proporciona un modelo de vecindad del tipo reconsti­
tuido en e! plano 6. Estos modelos concuerdan en parte con
6 ~ Ó lo que presenta el plano 7, aunque este último incluye chi­
nampas que se podrían haber separado desde la siguiente
().
~ zona, al menos una de las dos zonas residenciales presentadas
hacia el pie de! mapa.
~ O ~""",o
--, Q La conclusión obvia que puede desprenderse de estos
ejemplos es que el modelo de residencia variaba ampliamente
T en el área urbana en su conjunto. La reconstrucción de los
modelos de vecindad depende, en la mayoría de los casos,
de la disponibilidad de pruebas al menos tan considerables
como las que poseemos para Huehuecalco, o de la existencia
de descripciones muy concretas de l:1s relaciones entre zonas
colindantes de! tipo proporcionado por las zonas 25, 26 Y 59.
PI.,\ i' O 3. Sitio 26. Sl O Jeno Teocaltitláo.

6. Grupos residenciales
La información sobre los grupos residenciales indica que la
residencia multifamiliar en una sola zona fue corriente, y

34 35
tomó la forma de una casa llevada en común por parientes
cercanos y sus familias. Hay un cuerpo de datos anteriores
a la Conquista, pequeño pero enteramente coherente, que ofre­ \.,
ce una base para la consideración de material posterior.
La zona 59 (plano 16; genealogía 1) la poseyeron dos
individuos : Coconetzin y Cahualixtli, hacia 1500 o antes.
Cuatro hijos de Cahualixtli, incluyendo una hija, se casaron
y construyeron casas individuales en la zona, antes de la Con­
quista. Cada vivienda debió de alojar un mínimo de cinco
familias, incluyendo a Cahualixtli. Nada conocemos de Co­
conetzio: ni de sus descendientes, si los tuvo, ya que la línea
aparentemente finalizó antes de la fecha proporcionada por
el litigio. La zona en su conjunto, consecuentemente, debe de
haber alojado a más de cinco núcleos familiares inmediata­
.
r ~d' L"
1
\\
.,

'1:•• ,
mente antes de 1519. El testimonio presentado en este caso
indica que toda la zona, exceptuando la casa perteneciente
a Xocotzin, fue arrasada durante el sitio; reconstruida un fl
año o dos después fue nuevamente habitada por los nietos
J
de Cahualixtli y sus famili as. Un gran conjunto familiar,
del que formaban parte los descendientes de Cahualixtli y sus
esposas, seguía viviendo ahí en 1570 .
--
la zona 149 (genealogía 4) fue ocupada por Chimaltzin
y tres hijos, de los cuales al menos dos tuvieron famili as y
t

casas de su propiedad. Fue abandonada durante el sitio, y ha­


cia 1526 los hijos ya habían muerto. Se dice que esposas e
hijos regresaron a las casas de sus parientes maternos (" . .. se
pasaron a bibir de las dichas casas a otras casas que tienen
en el barrio de Atezcapan que son del patrimonio de sus r---"""
madres") .
la zona 69 fue ocupada por seis hijos adoptivos, cada uno
de los cuales tenía su propia casa. Un gran conjunto de
economías domésticas continuó funcionando hasta la muerte del
último miembro sobreviviente de este grupo, después de la
cual se dividió. El plano 6 representa una parte de la zona
dividida. Se había ampliado ligeramente por la adquisición PLANO 4.
de un terreno colindante a fin de alojar a dos hermanas de
la propietaria, Juana Francisca.
Unil. disposición un poco diferente ocurre en las zonas 55
(genealogía 2) y 15 (genealogía 6). Ambas alojaban a hijos

36 37
o del propietario con mujeres esclavas, y se Cllnvirtieron en eco·

\l
.
o
Q L
nomías domésticas multifamiliares en generaciones posteriores.
La zona 15 ofrece una complicación, ya que la hija de una
'1 Q esclava con e! tiempo consiguió un título legal sobre parte
o de la zona. Vale la pena señalar que, como no tenía hijos,
o o
"'O I
o
1\ o
o
invitó inmediatamente a un número de parientes, cercanos y
distantes, para construir y residir con ella en ese sitio.
'f ¡ Q
La zona 89 (genealogía 8) es un buen ejemplo de una gran
o
o o vivienda mantenida por un noble de alto rango durante la
o o
"1 ó
., Colonia y probablemente durante el periodo anterior a la Con­
o
o
ti quista. Fue el palacio construido por Andrés de T ilpi;¡ Mote!­
ch iuhtzin, que fue gobernador de Tenochtitlan entre los años
'1 de 1525 y 1530. Esta es sin duda la imponente estructura
'r­ o o o o () 4::l llamada "Casa de Tapia" en e! mapil de Alonso de Santa
~ Cruz (Linne, 1958). La propiedad de Motelchiuhtzin -que
comprendía extensas tierras de siembra fuera de la ciudad,
,.
o

o
Q- o o o o
o
así como también varias zonas resid enciales urbanas- fu e
repartida por partes iguales entre sus siete hijos. El control de
las propiedades y de su ingreso permaneció, sin embargo, en
o manos de su hijo don Hernando de Tapia, hasta su muerte
'r' 6 en 155 5. Hasta entonces sus hijos adoptivos, con sus esposas
o e hijos, formaban evidentemente una gran casa común de la
~ que don Hernando fue la indiscutible cabeza. Los ingresos
o ~ procedentes de las propiedades de Motelchiuhtzin fueron de­
dicados casi enteramente a cubrir las grandes deudas que don
'1 o Hernando había contraído al tratar de conservar e! refinado
o estilo de vida de un gran hombre de la nobleza durante las
Ó primeras décadas de la Conquista.
o ~ Aunque se ha encontrado que muchas zonas estaban ha­
J o o o -tl bitadas por un solo núcleo familiar durante la Colonia -par­
o ticularmente en casos en que la zona se había adquirido más
'i1 bien que heredado- hubo una fuerte tendencia por parte de
los hijos a permanecer con sus padres después de casarse. Los
U o
" c::=c::. o o ...00 o ..:!;J
casos antes citados ponen en claro que éste fue un modelo
preferido en los últimos tiempos de la preconquista y que
meramente continuó durante el periodo colonial. Allí donde
PLANO 5. Sitio 1. San Juan Tl~"co ac. se dispone de información genealógica profunda, las familias
reunidas parecen haber sido estables durante largos periodos.

38 39
Sin embargo, hay pruebas de un nivel bastante alto de movi· ...
lidad por parte de los individuos entre las zonas ocupadas
por varios tipos de parientes, incluyendo los de una esposa.
r------- I,
'

La zona 73 (genealogía 1) ejemplifica el tipo de dispo·


siciones que exis tieron o se desarrollaron con el tiempo. Los
primeros segmentos del registro genealógico están incompletos,
quizá porque no fueron relevantes en el litigio que tuvo
lugar hacia 1570. Hasta el año de 1550 la zona había estado
ocupada por la hija de Cuaquile, Juana, y sus nietas, Ana
Papan y M adalena Tiacapan. Puede observarse que los dos es­
posos de la última vivieron en casas que eran propiedad de
sus esposas. Que esto no ocasionaba un nivel bajo o plebeyo
lo indica el hecho de que Martín Aca fue un prominente o,
miembro del gremio de plateros. Empleaba cuando menos un
,
O
aprendiz, quien evidentemente vivió con él mismo y su esposa.
Sus hijos se habían ido a vivir con sus esposas, que habitaban ¿
~
en el baHio de Macpalxochititlán, que se hallaba en Juan
Moyot lán.
Martíc¡ Aca murió en el año de 1544 y su esposa lo
siguió en el año de 1550. Más tarde, el aprendiz aparece
6
en el litigio ya como platero de oficio y era vecino de Santa
María Cucpopan.
Hacia 1556, Ana Papan invitó a Pedro Nali para que
habitara la casa de su madre, y éste lo hizo junto con su
esposa. Un poco después se fue a vivir con él Juan Bautista,
quien construyó otra vivienda en la misma zona. La familia
vivió siempre unida armoniosamente hasta la muerte de Juan
Bautista, en el año de 1564. El pleito tuvo lugar entre las dos
mu jeres ruando Pedro Nali quedó incapacitado por la pará­
lisis uno o dos años más tarde, dejando a su grupo sin una
cabeza de familia efectiva.
Un te:;tamento comprendido en los archivos de la corte
relativo a la zona 1 indica que podía esperarse que un marido
que vivía a expensas de su esposa a, la muerte de ella pudiera
regresar a su hogar natal. La zona --{) las casas que eran
propiedad de Madalena Tiacapan, ya que la propiedad perte­
necía a la línea representada en la genealogía 10-, fue le­
gada a sus hijas (genealogía 11), aunque los derechos del P LANO 6, Sitio 69 , San Sebastián Cot olco.
esposo a una parte de la salina (¿"depósito de sal" ?), resul­

40 41
tado de la labor de ambos, estaban reconocidos explícita.
mtllte.1
El testamento de Martín Tenoch, cabeza del vecindario
localizado en la zona 59 (véase antes), explícitamente re·
conoció el derecho de un primo segundo, Baltasar Tlezamen,
a regresar, o a pedir compensaci6n de sus derechos como des­
cendiente de Cahualixtli, si así lo quería. Un caso en el cual r=
las mujeres de hombres que murieron durante o poco despues &
e
I
de fa Conquista, la simple disponibilidad de espacio vital en
sobre los cuales reclamaron sus derechos a través de sus
ma~res, ha sido mencionado en páginas anteriores. Una va­
~
e ~ :;;1 c::a o o
~
riante la proporciona la zona 55 (genealogía 2), donde el
-----
I
[}
propietario legal, Pedro de San Nicolás, continuó residiendo
con su esposa en otra parte aunque hubiera podido retornar o
a su zona natal si lo hubiese preferido. o
o!i
Generalizando a partir de estos casos y otros semejantes,
los mexicas preferían vivir, obviamente, como miembros de
viviendas unidas que comprendían de dos hasta seis grupos
de núcleos familiares. Mientras que predominan los casos que
o
11
o
j
o
respEcto a residencias dependientes del esposo, la alternativa
no es poco frecuente y parece haber reflejado una preferen ­
cia personal más bien que una compulsión económica o
U::r
í
/)
---º--
--=-.­ I I
social.
Los individuos que residían con un c6nyuge retenían evi­
dentemente la opci6n de regresar a su vecindario natal.
Dadas las condiciones de mayor apiñamiento en el tiempo
L
--~~~
- -~-
-- -·~!I
de la Conquista (zona 149) regresaron a sus vecindarios,
zonas controladas por parientes del esposo o de la esposa
puede haber sido la variable decisiva al adoptar residenci a
con uno u otro. Si se podía optar por vivir con la línea
materna tanto como con la paterna, la residencia con un tío
o una tía era también una posible alternativa, pero en la
actualidad no contamos con pruebas concretas sobre este
punto.
. 1 Cabe señalar que las dos hijas vivieron con sus esposos en
Tlatelolco cuando la zona quedó bajo litigio. Dos hombres, que
parecen haber sido parientes adoptivos, reclamaban alguna participa.
ción en la zona, aunque ambos vivían en el barrio de San Pablo PLA NO 7. Sitio 99. San Pab~ o Tlachcuitlán .
Acatlán .
43
42
Aunque la evidencia no puede ser delineada aquí en de­ el apoyarse en una elaborada cadena de parentesco para esta­
talle, cabe anotar <¡ue los grupos de familias estaban imbri­ blecer residencia, más bien que los cambios ocasionados por
cados en organizaciones mucho más amplias de cadenas de la Conquista, es lo que ofrece la visión más importante sobre
parentesco . El testimonio presentado en algunos casos indica los modelos residenciales y la organización social de la pre­
que los individuos conocían, por lo común, cuando menos a con<¡uista. Debe recalcarse, sin embargo, que de ello no se
algunos de sus parientes de cuarto o quinto grado, y no se puede inferir una gran estabilidad en la residencia matri­
hace una distinción clara entre las líneas masculina y feme­ monial o individual en los tiempos anteriores a la Conqui,ta.
nina. Una ojeada a las genealogías añadidas a este ensayo El carácter aparentemente bilateral de la herencia y la des­
pone en claro, sin embargo, <¡ue los antepasados masculinos cendencia a través de cuando menos una generación de descen­
tienden a ser mencionados sólo cuando dos o más generacio­ dientes, y los mecanismos aparentemente bien establecidos que
nes se apartaban. Como se ha señalado antes, el despropor­ permitían el retorno del hombre o la mujer a su casa natal,
cionado número de mujeres implicadas en los litigios sugiere deben de haber asegurado una continuidad básica de la orga­
indirectamente una predisposición patrilineal y acaso patriar­ nización de la vecindad, al mismo tiempo que permitían una
cal. En el primer caso, las mujeres habitualmente identifican movilidad considerable a los miembros que no fuesen cabeza
un antepasado masculino como el individuo de quien en últi­ de familia.
ma instancia procedía la propiedad heredada, excepto cuando Detenerse a considerar eslabones más concretos entre un
heredaban de sus esposos a falta de un heredero lineal. En grupo residencial internamente diferenciado, así como la dis­
este caso, a la mujer raramente se le concedían todos los posición física que ofrecían las estructuras y las facilidades
derechos de propiedad, excepto cuando ella fungía como tutor que representaban las zonas individuales, es también aquí de
legal de sus propios hijos, los cuales eran los verdaderos considerable interés. La correlación al menos parcial de los
herederos. En la genealogía 1 (zona 73), por ejemplo, María núcleos familiares dentro de una vivienda común con cuartos
Francisca Tiacapan actuó más bien a favor de su hija que ind ividuales semiseparados en los barrios residenciales ha
en beneficio propio. En el caso representado por la genea­ sido ya anotada. Esta observación, sin embargo, parece sim­
logía 12, la posición de' Francisca Ana Papan fue que here­ plificar con exceso la organización real de la vivienda.
dó de su fallecida hija, Angelina, más bien que de su esposo, Los textos náhuas designan constantemente una sola es­
Martín Coatl. tructura con el término cihuacalJi, que significa "casa de
En este y en otros casos del mismo tipo, lo más común las mujeres". Hay ocasionalmente más de una estructura de este
era que el litigio siguiera a la muerte del último sobre­ tipo, pero su múltiple uso no es frecuente. Se le describe como
viviente adulto masculino que hubiera estado viviendo en una de las estructuras residenciales más grandes y mejores en
la zona. Francisca Ana no hizo ninguna reclamación hasta la muchos lugares. El cihuacalli me~cionado en la zon~ 87, por
muerte del sobrino de su esposo, Martín Tenoch, en 1577 ejemplo, fue decorado con dIbUJOS en azul y amarIllo (esta
-treinta años después de la muerte de su propio esposo, y parece ser la más grande de las dos estructuras representadas
veinticinco años después de la muerte de la hija para la que en el olano 2; sin embargo, éste cubre s610 una parte de la
exigió los derechos de propiedad definitivos-o La inferencia zona t~1 como existió antes del litigio). El cihuacalli alber­
obvia es que los grandes vecindarios estaban normalmente gaba el altar familiar, con sus santos y representaciones de
bajo firme control masculino y que los pleitos llegaban a las la Virgen María. Es interesante notar <¡ue los testamentos da­
cortes españolas cuando éste no era el caso. dos en el lecho de muerte por una cabeza de familia mascu­
Desde el punto de vista de esta investigación, la obvia lina especifican frecuentemente <¡ue debía el personaje en
preferencia por un gran conjunto de vecindades familiares y cuestión habitar en alguna otra estructura que no era el

44 45
cihuacalli. Las traducciones de este término al español inclu­ 7. ZO/las de chi/lálnpa
yen, además de "casa de mujeres" o "recibimiento de mu­
Los _Jatos cuantitativos básicos se dan en el cuadro 1, que
jeres", .muy frecu~ntemente el de "coc.ina". Esto sugiere que
reqlIlere comparativamente pocos comentarios adicionales. Las
las rut~nas temenlnas, Incluyendo COCinar, se desempeñabln
chinampas adyacentes a una sola zona residencial varían en
en conJun;o. en ~I cihuacalli ..En un caso (zona 135) esto se
número, desde una hasta un máximo de setenta. El área esti­
hace exphClto: . . . y la cozma ... sea para todos mis nie­
tos _.. Y los dichos mis visnietos". mativa de las chinampas varía de un mínimo de cuatro metros
cuadrados (zona 30) a un máximo de 1377 (zona 104). El
Aunque se refiera a Texcoco más bien que a la ciudad
promedio desciende por lo general a tres o cuatro chinampas,
de Ten?cht~tl.an, el Cl?ni.sta Pomar (1964, 63) proporciona
con una combinación de áreas que llegan a los 500 m 2 (1
una enlgmatICa descnpclón de la disposición más común
de una casa. menos. Considerando el carácter fortuito de la muestra en su
conjunto, pueden hacerse las siguientes observaciones: la gran
Describe que los conjuntos residenciales consistían en un
concentración de zonas sin chinampas en un tramo grande, al
número de ~posentos que rodeaban un patio central: " ... en
los cuales tienen sus dormitorios y cuartos de recepción, los sur de la Gran Plaza de Tlatelolco es particularmente sor­
h.~mbres en un extre~o y las mujeres en otro". Esta disposi­
prendente. Las zonas individuales son pequeñas y no hay
Clan pued~ ha~er ;xlst,ldo en Te?ochtitlan en aquellas zonas pruebas de una distribución significativa de chinampas en
donde se Identifico mas de un Clhuacalli, pero no puede ser esta área. Escasas pruebas sugieren que las mismas caracterís­
demostr~do. plenamente. En conjunto, el peso de las pruebas ticas de distribución valían para los barrios ubicados más cén­
parece mdlcar que los núcleos familiares comúnmente ocu­ tricamente hacia el norte del recinto ceremonial de Tenoch­
paban su propia casa, por más estrechamente ligadas que hayan titlan. Mientras que no hay pruebas sobre los barrios ubicados
estado las actividades corporativas de la vivienda sobre una en el centro de Tenochtitlan, debido a la presencia de la
base cotidiana. Esto se desprende de las provisiones testamen­ traza españolil, hay una concentración visible de zonas sin
larias que asignaban a individuos casas particulares o, como chinampas en las áreas más cercanas al centro, que aumenta a
el~ las zonas 64 y 135, a la planta alta de una casa de dos medida que se va hacia la periferia urbana. La dilatada exten­
piSOS. sión del gran barrio llamado San Pablo Teoran, que se
En la mayorh de los casos esto parece confirmar me­ hallaba al sur de la acequia de San Antonio Abad , incluía los
ramente las disposiciones de vivienda preexistentes . lugares con más grande registro de chinampas, y casi no
. Resumiendo, las pruebas de que vivían muchas fami l ias hay duda de que ésta fue un área de concentración máxima
Juntas en una zona, e incluso en zonas pequeñas, son conclu­ de chinampas. L::¡s zonas individuales, sin embargo, descien­
yentes. Alojaban de dos a seis o aun más núcleos familiares den a menos de las 0.6 a 0.7 ha . que se requerían para cubrir
bien definidos, formando un grupo familiar corporativo ex­ anualmente las necesidades de subsistencia de siquiera un solo
tenso. núcleo familiar; por lo tanto, no hay duda de que ésta cons­
. La v.ida corporativa se concentraba en el patio y en el tituía Ulla parte del área urbana, más bien que un distrito
C1huacalil, que desempeñaba el papel de altar familiar, cuar­ semirrural suburbano.
to de recepción y, en muchos casos, una especie de cora­ Lo fidedigno de esta muestra como nn índice del tamaño
zón comunal. Se le destacó, igualmente, por la construcción de y distribución de la chinampa en el área urbana en conjunto
un muro o al,!!'lOa otra disposición arquitectónica mediante la es, por supuesto, absolutamente decisivo para las conclusio­
cual cada gru~)O quedaba separado como una unidad del resto nes dadas al final de este ensayo. La· muestra misma es
del mundo exterior . congruente allí donde se dispone de datos cuantitativos, y

46 47
es por completo compatible con la evidencia que apar~e en la tiendo que madurase su grano, es particularmente iluminador.
muestra de zonas de chinampas, que enumera las chmampas Significa que las chinampas fueron primeramente tomadas co­
pero que no proporciona datos sobre las_dimensiones ,de la mo fuente de vegetales frescos de hortalizas - un lujo- más
chinampa, El hecho de que tanto , el tamanO como el numero bien que como un recurso de subsistencia económicamente de­
tienden a crecer conforme se alejan del centro urbano (ma­ cisivo, Una interpretación de este tipo es exigida, verdadera­
pa 2) es también un rasgo sorprend,ente, y difícilmente puede mente, por la persistencia con que incluso las áreas de chi­
ser una derivación de la muestra mIsma, nampas muy pequeñas fueron mantenidas a lo largo del
Hay, además, pruebas que apoyan esto en regi$~r~s, hechos siglo XVI y hasta finales del siglo XVIII, ruando la desecación
por funcionarios español~s, ~e alto rango, tanto ClvIles, ,CO~10 y salinización hicieron a las chinampas, en muchos lugares de
eclesiásticos, sobre la poslbIlldad de gravar a la poblaClon m­ la ciudad, totalmente improductivas.
dígena de la ciudad colonial con tribu~os de maíz, , Esto también indica que había una gran área de selección
El virrey don Luis de Velasco mforma, por ejemplo , en relación con la decisión de emplear el espacio urbano
que "" ,los indios vecinos d~ e~ta ciudad tiene~ muy pocas co~o zonas de residencia o como chinampas, y que conside­
tierras en qué sembrar maíz 11l tngo nI otras semdlas , , , y es racIOnes puramente económicas desempeñaron comparativamen­
así que para proveer sus casas de maíz lo compran en los te un papel menor. Una inestabilidad básica, que nunca se
tianguez de Jo que viene de las comarcas, y ellos lo van a controló totalmente, del nivel del lago de Texcoco puede
buscar fuera porque no lo cogen ni tienen dónde, sino son mencionarse también, porque esto significa que no se podía
pocos y muy poco", . . " confiar en que las chinampas pudiesen producir una cosecha
El oidor Ceynos mencIOna el mIsmo punto, Y aunque anual compfeta. Las declaraciones del virrey de Velasco cita­
algunos siembran en lo que se seca de la laguna, es muy poco das anteriormente indican que las inundaciones en menor escala
y no pasan años que la laguna torna a crecer y se le fueron bastante frecuentes, y debió esto de dar por resultado
inunda," , ' un perjuicio a la cosecha regular. Inundaciones más extensas
Alonso de Zorita añade las importantes observaCIOnes SI­ rompieron enteramente la producción de la chinampa en la
guientes, relacionadas con los modelos ?e consumo respecto ciudad por periodos que alcanzan un número considerable de
a las chinampas urbanas : "Y si algunos. SIembran, es muy poca años.
cantidad en algunos camellones que tIenen a la redonda de Los Ana/es de T/ate/o/eo registran, por ejemplo, una
sus casas para lo comer en elote ", Y si hubi.esen d~. dar inundación que destruyó chinampas en 1382 , y no retornó
algún maíz de tributo, lo han de comprar en los tlanguez , a su nivel normal hasta el año de 1385, Inundaciones similar­
. fray Alonso de 'Montúfar observa que el bamo de San mente devastadoras ocurrieron al menos dos veces durante el
Pablo Teopan estaba habitado por mercaderes, artesanos y pes­ siglo xv, y continuaron a intervalos regulares hasta que los
radares, que vivían del ingreso que l~s pro,l':o((l?naba su pro­ modernos proyectos de drenaje redujeron el antiguo lago a
fesión, Añade que muchos de ellos tamblen SIembran, pero una pequeña fracción de su tamaño anterior. Puede razonarse,
muy poco. , . ", sólo sobre esta base, que el cultivo urbano de chinampa
Estos informes, escritos para est3.blecel' bases razonables desempeñó un papel enteramente marginal. Históricamente, la
para lns impuestos ~ndígenas, ~eben ser considerados como amenaza de inundación fue quizá conocida desde los primeros
autorizados para la CIUdad colonIal. Descnben un modelo que tiempos, impidiendo todo intento sistemático de extender el
es en todo compatible con la información propo~Clonada p,or áre~ de las chinampas ~ una escala comparable a la que está
los mapas y el cuadro citados antes, El comentuno de Zont,a regIstrada para las regIOnes de Chalco y Xochimilco, hacia
de que el maíz se comía en elote verde más bIen que perml­ el sur.

48 49
8. Conclllsiones sidad de reservar espacio para posteriores generaciones en
un grnpo familiar en expansión continu,t y para preservar l
El tamaño extremadamente pequeño y la distribución limitada área del patio para el uso familiar. El factor limitante a
de las chinampas urbanas refuta de modo concluyente las este respecto fne obviamente e! que impuso el espacio resi ­
reconstrucciones del modelo de! conjunto urbano que supone dencial disponible, más bien que e! gue se desprendiera en
gue e! cultivo local de chi~ampa desempeñó un papel ~o­ alguna medida de las capacidades productivas de las chinam­
nómico capital durante los tiempos antenores a ~a Congulst~ . pas adyacentes. Aunque ningún argumento concluyente puede
La zona de chinampas más grande registrada aSCiende aproxl­ basarse en las pruebas con que se cuenta ahora, conside racio­
mad:1mente a 0.14 ha. Suponiendo unas condiciones ecológicas nes similares pueden haber desempeñado un papel en la
estables y una labor de cultivo intensivo de nivel compara­ creación y mantenimiento de una elaborada cadena de rela­
ble a las regiones de Chalco y Xochimilco, ascendería a ciones parentales que vinculaban famil ias extensas con otros
un veinte por ciento escaso de! ingreso de subsistencia de un grupos residenciales . Una función de estas cadenas puede ha­
núcleo familiar único. Las chinampas de este tamaño eran , ber sido la de ofrecer una diversidad de alternativas -po r
sin embargo, excepcionales; el promedio descen~ía c~nsider~­ ejemplo, una flexibilidad mayor- en el alojamiento de pare­
hlemente por debajo de 0.05 ha. Ya que la reSidenCia mu~tI­ jas de recién casados que no podían habi tar en lugares ocu­
familiar fue, más que la excepción, la regla, el valor económico pados por los parientes de alguno de los cónyuges.
de una chinampa disponible es, en la mayoría de los casos, Las pruebas existentes no apoyan el supuesto de que grupos
una fracción de uno por ciento de ~na ci.fra basada en ;.10 corporativos más ,grandes, del orden del cal pulli o tlaxilcal!i,
mínimo anual de necesidades de subSistenCia. No hay razon, desempeñaran algún pape! importante en este proceso. Mien­
por supuesto, para suponer que el ingreso del grupo residencial tras que ambas cortes, indígena y española, parecen haber
urbano "promedio" pueda calcularse sobre esta base, aunque oaoo mucho peso al testimonio de un cuerpo de funcionarios
algunas clases o estratos de la Jloblación urbana puedan haber del barrio, llamados tlaxillacaleque - ,que guizá comprendía
vi~ido o puedan haberse acercado a ese nivel de subsistencia. ancianos (huehuetque) así como individuos que ocupaban
Esta interpretación es compatible t~talmente con .muchas fuen­ puestos administrativos en el sistema administrativo indíge­
tes que recalcan la gran importanCia d.el comercIo y la rr;anu­ n~-, no reclamaban ninguna autoridad sobre la disposición
factura, el ingreso por tributos Y el mgreso .de las reglo~es real de la propiedad . Se esperaba que conocieran a los indi­
agrícolas localizadas en los territorios conqul~!ados, trabaJa­ viduos o familias residentes en su barrio, y en los tiempos
dos en distintas formas de labor por la poblaclOn de Tenoch­ anteriores a la Conquista mantenían, probablemente al menos,
titlan. Más aún, hay una evidencia histórica que muestra que un censo formal y reg istros de propiedad. El famoso Plan
la situación fue esencialmente la misma durante las primeras Maguev parecería haber sido un documento de este tipo, la
fases del desarrollo urbano, expresión más fuerte de sus funcion . en relación co n las zonas
l.as pruebas de distribución en conjunto indica? que~os residenciales ocurre en relación con la znn:1 1/19. Aquí permi­
distritos residenciales de la ciudad de la preconqulsta vana­ tieron a un tal Martín Coatl ir a residir a una zona antigua­
ban grandemente en densidad y model~s de establecimient~ , mente poseída por Chimaltzin: ..... y le dijeron que entrara
aunque es probable qne se haya prefendo los grupos fami­ y cuidara de (las casas) .. , para que no se perdieran y por­
liares corporativos extensos en todas las áreas y en todos los que pertenecían a los herederos de Chimaltzin, .. , y le encar­
estratos de la pohlación urbana, Parece ser que se hizo un j1'aron que vigilara las dichas casas, tierras y chinampas porque
esfuerzo consciente para reducir las áreas realmente ocupadas f'll~s pertenecían al dicho Chimaltzin y a sus herederos" ,
por estructuras residenciales, motivado por una doble nece­ O sea. cuidanosamente se abstuvieron d e oc, ignar una y otr,1

50 51
vez, permanentemente, la zona a un nuevo dueño, aunque, Zuazo, en lcazbalceta, 1858, 1, 366; Pedro Mártir, en Macnutt,
como se expresa en otro lugar, a ellos concernía que el lugar 1912, JI, 108) . Cortés no proporciona una estimación, pero la
pudiera ser ocupado por alguien que pudiera contribuir a las cifra de Mártir aparece en un pasaje que es esencialmente
obligaciones de mano de obra (tequio) que debían prestar una paráfrasis. de una sección de la "Carta Tercera" de Cortés
los hombres del barrio. Por lo demás, los tlaxilacalleque apa­ a Carlos V (Pedro Mártir entrevistó a muchos de los prime­
recen constantemente como testigos expertos, y afirman conti­ ros conquistadores). Como muestran Cook y Simpson, esta
nuamente que los descendientes de un propietario anterior cifra concuerda con las estimaciones implicadas por las cifras
deben reclamar sus derechos aun cuando hayan pasado treinta que da Cortés para otras ciudades del valle de México. Gómara
o cuarenta años. también especIfica 60000 casas. Hay estimaciones más altas
El punto decisivo, sin embargo, es que ni los tlaxilacalle­ dadas. por escritores posteriores. Lorenzo Surio (citado por
que en tanto grupo, ni los abogados españoles, que exploraron ClavIJero) calcula 130 000 casas, apoyándose en documentos
con persistencia toda alternativa concebible que les ofreciera del Archivo Real de Carlos V. Torquemada da igualmente
algún apoyo en el derecho o la tradición indígena en relación una cifra de 120 000. Clavijero sugiere que plausiblemente los
con las tierras, nunca tuvieron el derecho a desposeer a un cálculos últimos incluían suburbios (arrabales), lo que pro­
propietario o sus descendientes, aun en casos en que la zona bablemente signifique otras comunidades separadas localizadas
hubiera sido abandonada y se hubiera dejado que se arruinara en el lago de Texeoco, y posiblemente colonias aztecas como
en el transcurso de décadas, y ya no sólo de años . las de Mazatzintamalco y Popotla en tierra firme a lo largo
Sobre este terreno, es claro que la famosa discusión de de la calzada de Tlacopan. Es verdad que el Conquistador
Zorita sobre el sistema del calpuJli no puede aplicarse a las Anónimo, cuya obra existe sólo en la traducción italiana, es­
áreas urbanas de Tenochtitlan. (Las pruebas contextuales que pecifica "sessanta mila habitatori" (60 000 habitantes), pero
proporcionan ponen de manifiesto que se refería a los distritos con toda seguridad es una traducción equivocada del término
rurales, y probablemente a zonas donde se practicaba el culo español "vecino", que usualmente se refiere a una persona
tivo extensivo más bien que el intensivo. Una adición a este adulta casada.
texto, que aparece en una versión posterior de su obra, indica La cifra 60 000 casas puede tomarse también como una
que la verdadera fuente de este pasaje es fray Francisco de estimación corriente establecida entre el ejército español antes
las Navas, que vivió por varios años en Huexotzinco [Zorita, del sitio de Tenochtitlan. No sabemos, desafortunadamente, si
MS de la Biblioteca del Palacio, número JI, 59].) era una opinión basada en una impresión general de la ciudad
En todo caso, no podría considerarse que los derechos del en conjunto o si derivó de cálculos reales que fueron propor­
calpulli relativos a la distribución de tierra cultivable tuvieran cionados por los nobles aztecas mismos. A este respecto cabe
una función significativa en las condiciones existentes en decir que se sabe con segurin"d de un mapa detallado y un
Tenochtitlan. censo de la población urbana en los tiempos anteriores a la
Debido a las pruebas sobre la considerable heterogeneidad Conquista (véase Toussaint y Fernández, 1938, 20-23, para
del modelo de conjunto urbano a lo largo de la ciudad , no una discusión general sobre este punto; Durán, 1, 323, Mo­
pueden deducirse de los datos actualmente disponibles con­ tolinía, 1903,255, Zurita, 1941, 112 Y ENE, 14, 147, que son
clusiones demográficas dignas de confianza aunque pueden explícitos sobre este punto). Hay una posibilidad, consecuen­
hacerse algunas observaciones sobre estimaciones anteriores de temente, de que las primeras estimaciones españolas hayan
la población. Cálculos de españoles contemporáneos relativos tenido una sólida base empírica.
a Tenochtitlan antes del rompimiento de hostilidades con los La contribución más importante de este estudio a la con­
mexicas especifican un total de 60000 casas ( ef., por ejemplo, troversia de la población se centra en los siguientes puntos.

52 53
Primero, el hecho de que el término náhuatl calli se aplicara Hay, además, una consecuencia eh: gran impurtancia: que
a uniJ ades estructurales semi scparadas dentro de un conjunto puede lograrse un progreso sustancial en el análisis del mate­
residencial significa que los cálculos españoles eran compa­ rial procedente de fuentes normales si se reconoce la impor­
tibles on un total de 20 000 zonas residenciales o menos. tancia de una aguda diferenciación en la organización y en
Ya que L1na considerable proporción del área urbana -aunque las ac tividades de las com unidades urbanas y rurales. No es ya
probablemente menos de la mitad- se caracterizó por una posible suponer una vasta homogeneidad de cultura y orga­
densa ocupación del tipo representado por algunas partes de nización del tipo que podría, como se ha venido haciendo
Tlatelolco, esto es enteramente plausible. Por lo contrario, el hasta el presente, permitir el uso de datos provenientes de
número rtal de núcleos familiares en la residencia en cual­ comunidades tan ampli amente dispersas y funcionalmente d i­
quier tiempo dado debe de haber sido menor que el número ferenciadas como Texcoco, Xochimilco, Tlaxcala, etc. en la
rea.! de unidades estructurales individuales. Por lo tanto, las reconstrucción de rasgos individuales de la organización social,
tasas de conversión deben de haber sido algo más bajas que política y económica en, por ejemplo, la capital azteca,
los normales cinco a siete habitan tes por casa que más común­ Tenochtitlan.
mente se ha venido aceptando. Mientras que un cálculo se­ Cuadro 1 '"
guro del rn(tximo de población continúa escapando al análisis,
parecería que: el mínimo de población no puede haber sido Cbinam/J,IJ
mucho menor que 150000 habitantes . Por otra parte, puede ZOI", naxilcalli C"S.15 P,ttio Núm. SU!J. Comentario
haber sido considerablemente mayor de 200 000.
1 lIJchco3c 4 408 4 298
Las conclusiones obtenidas en este punto son, por supues·
2 Tlachcoac x 260
to, una representación extremadamente general de las caracte­
3 Nccatitlán
rísticas sociológicas que deben ser puestas primeramente en 4 Tequixquipan 2
balanza en un análisis completo de la vida urbana en Jos Tequixquipan x 522
últimos tiempos de la preconquista. Han sido fuertemente 6 Xihuitonco 2
orientadas a proporcionar una serie de conclusiones negativas: 7 Xihuitonco
que Tenochtitlan no fue esencialmente una ciudad de chinam­ 8 (Omiti,b)
pas, que las pruebas son totalmente incompatibles con el marco 9 TlatiJco 17
institucional cuasi-agrario imputado a la sociedad azteca y al 10 Tlati lco x
Estado, y '-{ue investigaciones futuras deben dar por supuestos 11 (Omitida)
niveles excepcionalmente altos de especialización no agrícola, 12 Tepetitlán 3 2 70¡f
estrechamente vinculados a una economía que gira alrededor 13 Tepetitlán x 6
14 Cihuateocaltitlán x
del mercado como punto de partida básico. Las pruebas pre­
15 Yopico 6 6
sentadas en el análisis de los grupos residenciales ---<J.ue sólo 16 Yopico x
están parcialmente representados en este ensay<r- ponen claro 17 Yopico x
que hay suficiente continuidad entre el marco institucional del
periodo anterior a la Conquista y el del primer periodo colo­ '" Las cifras citadas debajo de las columnas titulad ls casas y
nial, para que se justifique seguir insistiendo en el recurso chintJmpas/ número son el número de unidades representadas, excepto
cuando se indica una x, lo que significa que había casas o chinampas,
a los archivos cuando se trata de la reconstrucción de las pero se desco noce el número de unidades. Las cifras citadas debajo
características específicas de la organización de la preconquista de las columnas titul adas patio y chinampas/superficie son la superfi­
que no pueden inferirse de los registros históricos habituales. cie conocida o estimada en metros cuadrados.

54 55
Cuadro 1 ( contilluación) Cuadro 1 (coiltinuación)

ChinamfJas ChillamfJas
Casas Patio Núm. SuPo Comentario Zona Tlaxilcalli Casas Patio Núm . Supo Comelltario
Z ona Tlaxilcalli

18 Y opico 4 182 2 210 56 Teocaltitlán x 151 108


19 Yopico x 57 A nalpa x1 176 Pos,ble zona
20 Yopico x 58 Copo leo 3 175 170 pa laciega
21 Yopi co x x 59 Copolco +5 950
22 Amanaleo 2 195 3 167 60 Tezcatzonco 3 260
23 Am analeo x 6 61 Tlocalpan 4
24 Amanaleo 3 4 62 Cotoleo x
25 Teocaltitlán 3 168 63 Coto leo x
26 Teocaltit lán 1 124 64 Cotoleo '>
~ 350 ? 3 350
27 Teocaltitlán x 65 Cotolco 3
28 Teocaltitlán 314 167 66 Cotolco x 234
29 Texcaleocoleo x 67 Coto\co 1 50
30 Tequicaltitlán 5? 68 4 40 68 Cotolco 2
69 Coto\co 3 192 Zon a di vid,da
31 Yao tlican x
32 Yaotlican 6 165 70 Cuitlahuatonco 3 108
33 Tecpanca It itlán x Zona pala ciega 71 Cuitlahuatonco x
34 Tecpancal titl án 38 72 (Omitid a )
35 (Omitida) 73 Zacat lán +3 348 2 374
36 Tecpnncaltitlán 3 3 74 Zacatlán 1 336 2 216
37 Huehu eca lco x Zona palaciega 75 Coatlán x
38 Hueh ueca lco 3 217 x 200 ' 76 Coatlán x
39 Hu ehuecalco 2 219 x lOO ? 77 Coatlán x 3760 Zona palaciega
40 Huehuecalco 2 78 (Atzacunlco) x
41 Huehuecalco 2 79 Contzinco x 240 x
43 Hu ehueca leo 1 2 80 Contzinco 2 1
44 Huehueca lco 3 236 3 100 81 Atl ixco x' T ierra ejidal
45 H lIenuecalco 2 82 Ometochtitlán x 480
46 HlIehueca\co x 3 8~ Ometochtitlán 2 2 17
47 H lIehlleca leo +1 275 ' 4 275 ? 84 Ometochtit lán x 140 180
48 HlIehuecaleo x +1 85 Cozotlán x 87
49 Huehuecaleo x 740 ? 7 740 ? 86 Cozotlán x
50 Huehueca\co x +1 87 T ozanidán 4 134 3
51 Hu eh ueca lco x x' Huerta 88 Tozanitlá n x Zona palaciega
52 H ueh ueca\co x 89 Toznnitlán x x
53 Tzapotlán x Zona palaciega 90 T eoca lt it lán x 8 1 128'
54 (Omitida ) 91 Teocaltitlán x
55 Amant la x x 92 Teocaltitlán x

56 57
Cuadro 1 (continuación) ClJ~clro 1 (contilll/;/ción)

Cbi ll"Ii'jhlJ' ChÚUlilll"'-'


Z ona '1'1¡¡xilCilIl, Cas,1S Patio Núm. Sil!). Comen/ario ZOlla Tlaxi/ca/!i Casas Patio Núm. Sil/' . Comentario

93 Cu ezco ntitlán x 136 Atezcapan 3 G7


94 Acatlán 4 4 96 0 ? 137 Atezcapan 2 120
95 Acatlán x 2 40 V 138 Atezcapan 2
96 Acatlán 4 5 139 Atezcapan x
97 Acatlán x Altar del calpulli 140 Atezcapan 2
98 Tlachcuititlán 2 10 4 1 272 141 Atezcapan +3
99 Tlachcuititlán 2 7 1 000) 142 Atezcapan I
100 lhchcuititlitn x 4 60S? 14 3 Atezcapan x
101 Huitznahuatonco x x 144 Atezcapan x 4 ni Pos ible zona pll 1cieg a
102 Zoquipan +2 306 14 145 Atezcapan x 2 100 Posible zona pa lar ie,t;a
10 3 Zo<]uip a n x 500 ? 4 146 Atezcapan 1
104 Zoquipan 5 825 I7 1 377 147 Atezcapan + 2
105 Macuitl apilco x +4 148 Atezcapan x
106 Atajona x 149 Atezcapa n x x
107·112 (Teopan) x
114 Tepitón 1
115 Tepitón 2 2
116 Tepitón
117 Tepitón
lIS Tepitón
119 Atenantitech 2
120 Atenantitech 2
121 Atenantitech
122 Atenantitech x
12 3 Atenantitech x
124 Atenantitech x 2436
125 Atenantitech x 45
126 Aten:1ntitech 2 104
127 TelpochcaltitJán x
128 Atecolocan x
129 XolaJpan x 170
130 Xolalpan x
131 Atezcapan +5
132 Atezcapan x 221
133 Atezcapan x 144
134 Atezcapan x 36
13 5 Atezcapan +4

58 59
GE Xr:.UOGí.:\ 1, ZO::-.." t\ 73 : San Seb."r i3n Zcl l.u l(in.
CII.ll.j ui le
m . ( .1 . i ')1 0

.t LJ •laa
m. (;J . 1 ,~U

1 1 ~1 :Hlin
JUln Ana J\ I:1da lt'nJ
Tiaca p;1 n AC:l
Quauhrli - Papan
m. ( (l . 1:;~O m. {.1. I ').~-1

! -1 María Fran cisca


María Pctroni la An a Pedro Juan
I~
Tl1co Xoco N:lnJli J3.lutisIJ Tiacapan
Yé'Capi lL.J
(Osuna)
m. 15 64

(Hijos ) Mariana
Manina
n. 1 \69·70

GENEA.l.OGí~ 2, ZONA ~:; : Santa Mílfín Am:mtl:in .


Juana Cuauhqut"chnlt zi n Escl:lV:l
Teocho m. (a . 1520
Papantzin
m . ca. 1\45

1
r
Pedro de Pa bló
,J
~i'.arrín
= Marina
Papa n
(Primer
<'51"'50)
San Nicolás Yopint-¿in Osuna
m. 1564
(Hijos)

GE"EALOGíA 3. ZO NA (,<) : $ .111 S<basrián Corolco.

Ana
1 Lu is
I Ana
I
Bernardino Muía Siblin~
I Sib lin~
l
Sibl ing
Moce l Epcoatl Ti aqpan Alonso Morel m. m. m. ?
m. m. ? m. ? m.

I I 1 I 1 --1
Miguel Ju ana Marta Magda . Bahasar Maria Ju an Maria

Q uicen Fran cisca Telolo le na Pedro T ':p; Ball as:u Tiac3pan

m. ? m. 1576 m.? m. ?

¡-- I
Ana María María
Tepi Tlaco
m. ca. 1 \57 m. 1\81·8 2

GENEALOGíA 4, ZONA 149 : San Ma rtin Zacatlán . Tlatelolco .

Chimalr zin Tiac.lpan


m . ca.1521

I I 1
Adatz;n Coco h l. in M a rt ín Ana
m. ca. 1521 m. ca. 1\21 M aa polear! P ap an
m . ca. 1525

I
T o ribio.de
IHijo María
I Bárbara Mencia
I
la C ruz m. Susana Marina Martq
GENEALOGÍA 6, ZONA 15: San J uaa Yop ico .
Chiehimeeaeíhuatl Nohuehuetzin Tlacocíhuatl
m. ca , 1506 m . ca. 1503 m. )

I
,Matlalcíhuatl
I
M aría
Connatzia
Ti acapan Xoco

':;:l
u
- ro ­
><
Maualena
I I
M ocel

T eieuieh m. 1543

I
M artÍa JUJa
I I
Ana Barto lomé

Clleulicoe Tehtli M ocel

n . 1539

(Varios hijos vivían


ea 1563 )

c::
'-':<j . o_ ro
::J GIN[ALOGíA 7, ZON A 34: San Juan Tecpancaltitlán.
c,.c
o u
ro e 'C
o
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b
e
]3
o..'"' An a
Beat riz M arti n Lázaro
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r/ ) X oco Pan tecat' l Tepi
o m, antes 1550 m . ca. 1550
G\ e
..: 'Ecc
Z
o
N
-6­
ro
u
I
Ant6a Ximénez Hernaa co
l Beatriz

ro
U Pilanea lcnosuchitl

To pi lne uc m . antes 157:\

63
GENEALOGÍA 11 , ZONA 1: San Juan Tl achcoac. Resi dentes en la
zona 1.
Tizoc

Tezcapopoca C ih ua illitzin

Don Diego · D oña María

Tehuelzitzitzin

o
-:o I I
'"
Po.
Don Ped ro Di onisio Doña M aría D on Diegn
Xicon oc de Ah u itzot zin
Eca tepec

GENEALOGÍA 10, ZONA 1: San Juan Tlachcoac. P rop ietari os de la "'.


2 na 1, pero residentes (vecinos ) en el barrio de San Pab lo Teo·
- -u caltit lá n.
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Po.

Quauatlapaltuq uil técatl


I
Antón Madalena

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Francisco " Alon so (, J oa na S imón de M arin a Al onso
___ _ .s'" Velázquez Papan G ante Papan Qua uhtli
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