La Aventura de Convertirse en Familia
La Aventura de Convertirse en Familia
La Aventura de Convertirse en Familia
la aventura
de convertirse
en
familia
Beatriz San Román
Ilustraciones: Mariel Soria
La Aventura
de Convertirse
en Familia
7
8
9
Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
I. La espera:. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
El que espera... • La espera, un período incierto • Dudas y
temores de todos los colores • Aprovechar –y disfrutar– la
espera • Preparar el viaje • Elegir acompañante de viaje •
Cuando hay otros hijos • Abróchense los cinturones,
empieza la aventura
9
La aventura de convertirse en familia es un excelente compañe-
ro de viaje para aquellas personas o parejas que estén decidiendo o
hayan decidido ser padres a través de la adopción internacional. No
es un manual, aunque sugiere adecuados y sensibles consejos. El texto
estimula la reflexión en torno al torbellino emocional que siempre se
pone en marcha con la crianza de un hijo, y lo hace de forma más
concreta refieriéndose a los sentimientos entroncados con la expe-
riencia de adoptar un/a niño/a con un pasado repleto, en general, de
carencias y pérdidas.
El libro relata posibles vaivenes emocionales por los que pueden
pasar los miembros de las familias adoptivas, tanto padres como hijos,
durante el período de adaptación a la nueva realidad.También expo-
ne de forma clara y sencilla, qué requerimientos precisa la construc-
ción del vínculo de apego en los niños, imprescindible éste para des-
arrollar una sana personalidad. La autora resalta la idea de que no sólo
se crea a través del amor, sino que exige –por parte de los adultos–
la práctica de una función mucho más compleja, fundamentada en la
empatía, la tolerancia y la presencia incondicional. En el caso de los
menores adoptados, por el hecho de haber padecido privaciones y
menoscabos durante sus primeros meses/años de vida, la verdadera
creación de este vínculo puede estar más comprometida y no acon-
tece de forma inmediata ni fácil. Ahondando en este sentido, se me
ocurre pertinente señalar que algunos menores presentan dificultades
que sobrepasan el “buen hacer” de la familia y que, aún cuando ésta
posea recursos personales para encararlas, requiere de la intervención
profesional. Habitualmente la vida en familia es lo que más contri-
buye en la resituación general, pero –como se apunta en el libro– no
habría que desconocer ni desestimar dicha posibilidad.
Partiendo de la base de que tras toda adopción hay una historia
de pérdidas y de que una de las funciones que deberán ejercer los
padres es la de ayudar a sus hijos a elaborar el duelo implícito en ellas,
10
la autora propone una serie de sugerencias para acompañar a los hijos
en la elaboración de los mismos en cada etapa de su evolución. Deseo
señalar aquí que considero trascendental el énfasis que Beatriz San
Román otorga a la necesidad de que las familias velen por el dere-
cho a la intimidad y privacidad de la historia de sus hijos, sin caer en
el secretismo.
A lo largo del libro, la autora logra encontrar un equilibrio entre
transmitir las dificultades que entraña la adopción, y la experiencia
enriquecedora y humana que puede representar para la familia.Y por
el hecho de que todos estos temas son expuestos y abordados por una
madre adoptiva, pensados a través de su propia experiencia y la de
otras familias, utilizando buenas dosis de empatía, deseo de compren-
sión y sinceridad, la lectura del libro puede ser de gran ayuda.
11
I. La espera
7
8
9
El que espera...
15
La espera, un período incierto
16
Dudas y temores de todos los colores
17
una etapa intensa, en la que aparecen sentimientos desconocidos
hasta ahora.
Llevar un diario personal ayuda a las personas a mantener un
contacto con sus emociones y elaborar los temas que más les preo-
cupan. Aunque no lo hayas hecho nunca, puede ser un buen
momento para iniciar uno.
18
Aprovechar –y disfrutar– la espera
Muchas madres y padres se quejan de que la espera se les hace
insufriblemente larga, sobre todo cuando entre la asignación y el
viaje transcurre un tiempo considerable. Cada semana sin novedades
parece una eternidad. Paradójicamente, los días y las semanas parece-
rán apenas suspiros cuando llegue el niño, así que es un buen
momento para desarrollar tareas y actividades que necesitan un tiem-
po que después no tendremos.
Intenta afrontar esta fase del proceso no como una desesperan-
te espera, sino como un período de preparación. Casi con seguridad,
habrá momentos en que te sentirás abatido e impotente, pero esta
etapa será más llevadera si te centras en llenarla de contenido y pala-
dear lo que tiene de bueno. Saborea la lectura relajada del periódico
dominical, las siestas, las salidas al cine o al teatro, las cenas con ami-
gos... Aunque a veces te parezca que no, llegará el momento en que
perderás esos placeres ahora cotidianos.
Durante el período de adaptación, necesitarás todo el tiem-
po posible para estar con tu hijo y pillarle el tranquillo a la logís-
tica familiar. Infórmate ahora sobre los trámites que tendrás que
cumplimentar a la vuelta del viaje (baja maternal, adopción plena
si es el caso, etc.). Ponte al día de las revisiones médicas (dentis-
ta, oculista, ginecólogo, etc). Reorganiza los armarios, pinta una
puerta o haz cualquiera de esos arreglos caseros que hace meses
que harás el próximo fin de semana. Si tu situación laboral lo
permite, adelanta trabajo. Cuando por fin tengas a tu hijo en casa,
durante meses te parecerá que el tiempo se encoge y tu capaci-
dad de concentrarte disminuirá –temporalmente– de forma pre-
ocupante.
Las siguientes ideas pueden ayudarte a hacer más llevadera esta
etapa:
19
- Ponte –y mantente– en forma.
Para los que la adopción es una primera experiencia de paterni-
dad, es muy probable que les sorprenda la gran exigencia física
que supone cargar en brazos a una criatura de, pongamos, 8 ó 9
kilos. Por no hablar de lo que sufren las lumbares cuando uno se
agacha cientos de veces por día. Ponerse en forma y fortalecer
la musculatura prepararán nuestro cuerpo para hacer frente a la
extenuante labor de ser madre o padre. ¿Se te ocurre alguna
motivación mejor para no faltar al gimnasio?
- Recoge información que te ayude a prepararte para cuan-
do el niño esté en casa.
Ha llegado el momento de interesarse por el contenido de esas
conversaciones “de padres” que hasta hace unos años te parecí-
an un auténtico tostón. ¿Cómo ven el mundo los niños de una
determinada edad? ¿Qué comen? ¿A qué edad les salen los dien-
tes? Y también por aspectos específicos de la educación de hijos
adoptados. ¿Cómo se desarrolla el apego de un niño adoptado?
¿Qué se puede hacer para favorecer la creación de un vínculo
seguro? Es cierto que cada niño es diferente, pero también lo es
que los padres de niños adoptados nos encontramos con situa-
ciones y comportamientos que nos desconciertan, pero que son
comunes y hasta previsibles.
- Si tienes oportunidad, apúntate a un foro o una lista de
correo en internet de familias adoptantes.
Seguro que te animará estar en contacto con otras personas que
están pasando por lo mismo que tú y que entienden perfecta-
mente toda esa amalgama de sentimientos contradictorios y
nuevas emociones que estás viviendo.Y las experiencias de los
que van más adelantados en el proceso te ayudarán a prepararte
para lo que está por venir.
- Confeccionar listas de tareas pendientes –e irlas llevando a cabo–
ayuda a eliminar la desagradable sensación de “estar a la espera”.
20
- Aprende algunas palabras básicas del idioma del país de
tu futuro hijo.
Cuanto mayor es la edad del niño, más interesante resulta tratar
de aprender algunas frases de vocabulario básico como “a dor-
mir”, “tranquilo, todo va bien”, “siéntate”, etc. o incluso seguir
un curso. Un cierto manejo del idioma nos puede ayudar a
superar los problemas de comunicación cuando llegue el
momento.
- Localiza una persona colaboradora que hable el idioma de
tu futuro hijo.
La adaptación de un niño de cuatro o más años puede
beneficiarse enormemente si contamos con la colaboración de
alguien capaz de entender lo que el niño necesita expresar y no
puede. Algunos padres, aún cuando los niños no tienen más de
dos años, buscan un canguro del país de procedencia con el
objetivo de que el niño conserve/aprenda el idioma que ha
escuchado desde su nacimiento.
- Aprende de tu entorno.
Si es tu primer hijo, pasa tiempos prolongados con una familia
con niños. Una jornada en el zoo con tus sobrinos o un fin de
semana en el campo con tus amigos y sus hijos te ayudarán a
entender “la que se te viene encima” y te mostrarán algunos tru-
quillos sobre la dinámica y los ritmos de una familia con niños
pequeños.
- Conoce el país de tu futuro hijo.
Algunos padres tienden a obviar que el lugar de nacimiento es
algo más que un dato anecdótico. Para el adoptado, conocer y
apreciar su cultura de origen es uno de los pilares para la forma-
ción de su autoestima. En mi opinión, la adopción internacio-
nal conforma familias multiculturales en las que la cultura y el
país de origen enriquecen no sólo al adoptado sino a todos los
miembros de la familia.
21
Ahora tienes tiempo para leer libros, artículos y buscar informa-
ción en internet sobre la cultura, las costumbres y la cocina. Del
mismo modo que en la dieta de cualquier familia se incorporan pla-
tos de los lugares de donde proceden sus miembros, ¿por qué no
incorporar también el borshch, los rollitos de primavera o cualquier
especialidad del país de tu futuro hijo?
22
Preparar el viaje
23
sico y algún antitérmico. Si la estancia en el país es corta o es
difícil comprar productos infantiles, puede compensar llevar
pañales y papillas para todos los días.
- “Entretenimiento”.
Previsiblemente habrá momentos en los que será necesario
combatir el aburrimiento (trámites, esperas en los aeropuertos,
etc.).Y, lo que es más importante, el juego será uno de tus mejo-
res recursos a la hora de acercarte a un niño que con toda pro-
babilidad te considera un desconocido total. ¿O acaso no lo
eres? No necesitas llenar dos maletas con material de entreteni-
miento; recuerda que tu hijo, a diferencia de los niños que te
rodean, no está continuamente rodeado de cachivaches de los
que se cansan en un rato. Dos o tres juguetes simples serán más
que suficientes, pero elige siempre aquellos que te permitan una
mayor interacción con el niño (una pelota, una marioneta de
mano, etc.).
En el momento en que por fin te avisen para viajar, lo más pro-
bable es que la excitación y la alegría te desborden. Será sin duda un
viaje intenso lleno de sorpresas y momentos especiales que quedarán
fijados en tu memoria. Dedica algo de tiempo ahora a pensar en él
como una ocasión única para recoger información que en el futuro
compartirás con tu hijo no sólo sobre su lugar de origen, sino tam-
bién sobre su persona y la parte de su vida que no ha compartido
contigo. Prepara una lista de preguntas para los cuidadores y otra para
la familia biológica o las personas que te puedan informar sobre las
circunstancias de su adopción. Incluye preguntas sobre su nacimien-
to, historial médico, hábitos y preferencias (qué come, a qué horas,
cuánto y cómo duerme, qué le divierte, etc.), circunstancias del aban-
dono, información sobre la familia biológica... No te fíes de tu
memoria, guarda estas listas junto al pasaporte o la documentación
para viajar.
´
24
Elegir acompañante de viaje
25
Cuando hay otros hijos
26
Abróchense los cinturones,
empieza la aventura
Quienes sean capaces de hacer frente a las sorpresas sin perder
la calma tienen más posibilidades de disfrutar del viaje. Intenta enca-
rarlo como una aventura más que como una prueba de superviven-
cia. Después de llegar hasta aquí, ya sabes que no hay retraso de vuelo
ni dificultad que te vayan a impedir reunirte con tu hijo. Espera lo
inesperado y, si las cosas van mal (una inoportuna gastroenteritis, el
niño vomita en la última muda de ropa limpia cuando aún quedan
ocho horas de vuelo), puedes consolarte pensando que algún día será
una divertida anécdota familiar.
27
II. ¡Al fin juntos!
< G<
El primer encuentro
31
Tras una espera de largos meses o años, después de superar dece-
nas de obstáculos, los padres esperan ansiosos el momento de abrazar
a los que, independientemente de si la adopción está ya finalizada o
no, hace tiempo que sienten como sus hijos. Es importante recordar
que, mientras tú has dedicado meses, tal vez años, a preparar tu mente
y tu corazón para la llegada del nuevo hijo, él ha tenido poca o nin-
guna preparación para el increíble cambio que va a suceder en su
vida.
El niño lleva tiempo inmerso en la rutina del orfanato y de
pronto un día alguien le presenta a su nueva mamá o papá. En reali-
dad, lo que le hayan podido explicar a modo de preparación tiene
para él poco sentido. Cognitivamente son con frecuencia demasiado
jóvenes para entender que van a tener una nueva familia. Además,
cuando has vivido la mayor parte de tu vida en una institución, no
tienes una referencia de lo que el concepto “familia” significa.
Si se trata de un niño mayor y tiene memorias de un entorno
familiar inestable o desestructurado, tampoco esos recuerdos sirven
como reflejo de la nueva relación que establecerá a partir de este
momento.
La mayoría de los primeros encuentros se sitúan en algún punto
entre los dos extremos con que se abre este capítulo. No te obsesio-
nes. En realidad, el modo en que se desarrolle tendrá muy poca rele-
vancia en la relación que establecerás con tu hijo en el futuro.
Si tu hijo reacciona de un modo distinto al que habías imagina-
do o soñado, no te decepciones. No lo tomes como algo personal.
Convertirse en una familia –como enamorarse, como construir cual-
quier relación importante– lleva tiempo. Convertirse en familia es un
viaje en los que a ratos luce el sol y el viento sopla a favor, y otras
veces nos sentimos frustrados y perdidos.
Nuestros hijos, a diferencia de los hijos biológicos, no han com-
partido con sus nuevos padres toda la etapa de bebé ni sus primeros
32
pasos en la vida. Nosotros sabemos que nuestro hijo lo es ya para
siempre, pero ellos aún no lo saben y, seguramente, sus experiencias
previas les hagan imaginar lo contrario. Aprender a sentirse seguro y
a confiar en sus nuevos padres será lo más importante durante la
adaptación a su nuevo entorno.
33
La verdadera adopción
es una carretera de doble sentido
34
que juntos afinan su relación afectivamente.Y continúa a lo largo de
la vida como una negociación, en la que padres e hijos se esfuerzan
por responder a las necesidades del otro y ven satisfechas las suyas
propias.
Los bebés desarrollan un apego seguro hacia su madre o la per-
sona que los cuida antes de cumplir el año. El bebé llora porque tiene
hambre, necesita un cambio de pañales o se siente incómodo o asus-
tado. Su madre –o la persona que lo cuida– acude, lo conforta y satis-
face su necesidad dándole de comer, cambiándolo o tomándolo en
brazos. El niño se relaja. Con la repetición del ciclo, el niño aprende
que el mundo es un lugar predecible, y utiliza al adulto como una
base segura desde la que explorar su entorno.
Aprender a confiar requiere, pues, de repetición constante. Los
niños cuyas necesidades no han sido atendidas de un modo previsi-
ble no han realizado ese primer aprendizaje tan necesario para un
sano desarrollo psíquico y emocional.
Con frecuencia se oye decir que lo único que necesitan nues-
tros niños es unos padres que los quieran, como si el amor volcado
unidireccionalmente fuera suficiente para sanar cualquier tipo de
herida o suplir cualquier carencia en su desarrollo.Tu hijo necesita tu
amor incondicional, eso es cierto, pero necesita también tiempo para
aprender a ser tu hijo. Nadie nace sabiendo y él nunca ha sido el hijo
de nadie, o por lo menos no desde hace mucho tiempo, o incluso
puede que su experiencia como hijo no haya sido precisamente pla-
centera y satisfactoria.
¿Recuerdas cuando eras joven, y la persona de la que estabas
enamorado te hizo daño? Es posible que tu hijo se sienta así si ha
perdido a alguien querido o siente que le han fallado. Necesitará
tiempo para entender que tu amor está y estará siempre disponible,
que no viene y va, que puede confiar en ti.
Durante años, muchos orfanatos rotaban con frecuencia su per-
sonal para evitar que los niños se encariñaran con sus cuidadores. Se
35
creía que de ese modo se evitaba el sentimiento de pérdida cuando
eran adoptados o trasladados a otro lugar. Hoy sabemos que si un
niño desarrolla una relación de apego con un cuidador o unos padres
de acogida, naturalmente ello conllevará el necesario duelo, pero
facilitará enormemente la creación de un vínculo seguro con sus
nuevos padres.
Dicho de otro modo, cuando existe una experiencia previa de
apego, el niño ya sabe lo que significa confiar en un adulto.Transferir
esa relación de confianza requerirá también algo de tiempo, pero
seguramente mucho menos de lo que significa aprender a confiar
desde cero. Si tienes la suerte de que tu hijo haya estado con una
familia de acogida –o un entorno en el que se haya sentido queri-
do–, no te martirices pensando que el duelo por su pérdida dificul-
tará vuestra relación.Alégrate por la suerte que ambos habéis tenido.
36
De la institucionalización a la familia
37
- Si un niño ha tenido que ser autosuficiente o ha actuado como
cuidador de un niño más pequeño del mismo orfanato, no le
será fácil “dejarse cuidar” por sus nuevos padres.
- Los niños no están acostumbrados a poseer cosas. Aprender a
tener propiedades que son sólo suyas y a respetar las de los
demás les llevará tiempo.
- En un orfanato, los cambios –de personal, de la habitación
donde vive dependiendo de la edad, etc.– se producen de forma
inesperada para el niño y sin ningún tipo de preparación. Como
veremos más adelante, esto puede llevar al niño a obsesionarse
por mantener el control de lo que ocurre a su alrededor.
Entre los niños que han estado institucionalizados, se dan dos
reacciones típicas, que dan lugar a lo que se ha dado en llamar “los
Niños Velcro” y “los Niños Teflón”.
- Los Niños Velcro: Algunos niños se angustian con la más leve
separación. Necesitan constantemente tener al alcance de su
vista a su nuevo padre o madre. Cuando algún extraño entra en
escena o se hallan en un lugar nuevo en presencia de descono-
cidos, no quieren siquiera que los dejes en el suelo, no soportan
la idea de perder el contacto físico con la única referencia que
sienten más o menos segura. Si esto ocurre, otros adultos bien-
intencionados te dirán que te está tiranizando, que no le hagas
caso, que está “enmadrado” y no soporta la competencia. Sin
embargo, lo más probable es que tu hijo no esté seguro al cien
por cien de que su nueva situación es permanente. La presencia
de extraños y los lugares desconocidos disparan sus alarmas por-
que le hacen presagiar un nuevo cambio. Si necesita la seguri-
dad de tus brazos, no se la niegues si puedes dársela. Y anota
mentalmente volver a repetirle que siempre vas a cuidar de él y
que no vas a permitir que nadie le haga daño. Satisfacer repeti-
damente sus necesidades –también las de seguridad psíquica o
38
emocional– es la base de la creación del vínculo entre padres e
hijos.
- Los Niños Teflón: Se mueven bien –demasiado bien– con
extraños. En el orfanato han aprendido a desplegar toda suerte
de encantos para obtener alguna atención extra de los adultos.
Ante el asombro de los padres, se muestran con frecuencia más
cariñosos y receptivos con auténticos desconocidos que con
ellos. Algunos han llegado a la dolorosa conclusión de que nada
de lo que hagan tendrá una respuesta satisfactoria por parte de
los adultos. Para desconcierto de sus nuevos padres, han apren-
dido a acunarse solos dándose golpes contra los barrotes de la
cuna. O se caen de bruces y se levantan sin una sola lágrima y
sin tan siquiera mirarte para recibir consuelo.
Esta actitud es especialmente dolorosa para los padres, que han
esperado mucho tiempo ansiando entregarles su amor y ahora ven
como el niño se muestra totalmente indiferente o incluso reacio a
cualquier manifestación de cariño. Necesitan tiempo.Todavía no han
entendido el papel primordial que sus nuevos padres tienen en la
película de su vida.
Los “niños Velcro” y los “niños Teflon” son las dos caras de la
misma moneda. En ambos casos, lo que ocurre es que ¡no saben
cómo ser hijos!; necesitan tiempo para aprenderlo –o recordarlo–. De
hecho, en la mayoría de los niños adoptados después de cumplir un
año, lo más frecuente es que durante al menos los doce primeros
meses alternen “Fases Velcro” con “Fases Teflón”.
También es probable que tu hijo experimente cambios repenti-
nos de humor. Son los niños “de corriente alterna”, que pasan en dos
minutos de estar dominados por el llanto y la furia a reírse a carcaja-
das. Trata de minimizar los momentos negativos y distraerle hacia
algo positivo.Tras superar un episodio de “sonoro desacuerdo”, no le
recuerdes una y otra vez lo ofendido o irritado que estás. Los niños
39
modulan su estado de ánimo con el del adulto que les cuida.
Recupera cuanto antes una actitud positiva y alegre para evitar crear
una espiral de malestar y enfrentamientos.
En un orfanato, el niño más violento o más fuerte suele ser
quien impone su posición entre sus pares; el que más grita o más
zalamero sabe mostrarse con los adultos, quien más atención es capaz
de conseguir. Con frecuencia, saben desplegar todo un abanico de
encantos para conseguir lo que quieren. Muchos de los aprendizajes
sociales que han realizado en el pasado no son válidos en su nueva
situación. Si además el niño se muestra arisco o distante la mayor
parte del tiempo, y sólo exhibe su repertorio de mimos, abrazos y
sonrisas cuando quiere conseguir un capricho, los padres pueden sen-
tirse furiosos y manipulados.
Conviene no olvidar que el niño únicamente pone en práctica
las estrategias que hasta ahora le funcionaban. Desandar lo andado y
aprender nuevas pautas de comportamiento llevará lógicamente
algún tiempo.
40
Las comparaciones son odiosas
(además de injustas)
41
bras a compararlo sólo consigo mismo, te evitarás un montón de ago-
bios innecesarios y podrás disfrutar de sus pequeños-grandes avances.
Por lo general, durante los seis o doce primeros meses a partir
del momento de la adopción, nuestros hijos experimentan un des-
arrollo extraordinario a todos los niveles. Físicamente, el cambio es a
veces espectacular y la ropa y el calzado parece que encogen rápida-
mente.
A nivel emocional y mental, los cambios puede que no sean tan
evidentes, pero son igualmente importantes. La adaptación supone
para el niño asimilar muchas novedades de golpe. No te impacientes,
piensa que seguramente en un par de años habrá aprendido muchas
más palabras en castellano (o catalán, gallego o euskera) de las que tu
aprenderías en alemán o ruso aunque lo estudiaras durante años.
Recuerda que el desarrollo de los niños nunca es lineal, sino que
sucede a trompicones: después de una larga etapa en la que parece
que no pasa nada, de la noche a la mañana empiezan a andar, hablar
o dormir bien.
42
¿Cuánto dura la adaptación?
43
Del “¿ahora qué?” al “¡ahora sí!”
44
El bajón post-adopción
45
La llegada del niño trastoca toda la casa y requiere ajustes y rea-
justes en la logística familiar. Los niveles de estrés suben. El día a día
con un niño que necesita constante atención (o que aparentemente
ha perdido la capacidad de dormir por la noche) puede poner al
borde de un ataque al más seguro de los padres. De pronto, a las tres
o cuatro semanas, aparece ese extraño sentimiento de ansiedad.Y, de
nuevo, las dudas inconfesables: ¿soy realmente capaz de ser padre? ¿le
querré algún día como a mi otro hijo? ¿ha sido la adopción una
buena decisión?
Ese “bajón” es normal, es como una resaca después de la eufo-
ria de tener por fin a tu hijo en casa. Seguro que echando mano de
tus recuerdos encontrarás situaciones similares: cada vez que conse-
guimos alcanzar una meta largamente perseguida –acabar los estu-
dios, casarse o culminar un proyecto importante–, tras la alegría,
sufrimos un cierto “desinfle”.
Con la llegada del niño, muchos padres se ven obligados a hacer
frente y reelaborar nuevamente sus sentimientos sobre la infertilidad.
Las preguntas intrusivas (“Es adoptado, ¿no? ¿Tú no podías tener
hijos?”) ponen otra vez sobre la mesa cuestiones que creías ya supe-
radas. Cuando se ha desarrollado una conexión especial con la madre
biológica, algunos padres necesitan pasar un cierto duelo por ella.
Sean cuáles sean las causas, lo cierto es que es una reacción natu-
ral que no deberíamos vivir con culpa. Las satisfacciones y alegrías de
ser padre son inmensas, pero los retos pueden confundirnos, estresar-
nos y también deprimirnos.Y eso no quiere decir que la adopción
haya sido un error o que seamos diferentes a otros nuevos padres.
G
46
Sé paciente, tiene tanto que aprender
47
III. Claves
del primer año
h
El primer año juntos
El primer año es una etapa clave en esta maravillosa aventura de
convertirse en familia, un período mágico e intenso de descubri-
miento mútuo. Lo más importante que puedes hacer por tu hijo es
jugar con él, divertiros juntos y hacer que sus días sean tan previsi-
bles como sea posible.Tanto tú como tu hijo necesitáis pasar tiempo
juntos.
51
n
1. DEDÍCALE A TU HIJO MUCHO TIEMPO
Apegarse y construir un vínculo son procesos lentos que requie-
ren de muchas repeticiones para cimentarse. Necesitáis jugar y dis-
frutar juntos, tocaros, miraros, descubriros. Los mimos y las caricias
son básicos para la creación del vínculo.
Posiblemente tu hijo no esté acostumbrado a recibir cariño en
grandes dosis, así que al principio es posible que se sienta incómodo.
Puede incluso que se muestre reacio a ser tocado o a mantener la
mirada. No le fuerces, deja que sea él quien marque el ritmo. Por lo
general, los niños tardan en pedir mimos o tolerar largas sesiones.
Durante los primeros meses, tendrás que paladear la felicidad de un
abrazo espontáneo en sorbos cortos. Si tu hijo intenta separarse a los
pocos segundos, no se lo impidas.
La hora del baño, las actividades con música o simplemente sen-
tar a tu hijo en tu regazo para leer un cuento pueden proporcionar
momentos impagables de intimidad:
- Busca actividades que fomenten el contacto visual y físico de
un modo divertido. Como resumía una madre adoptiva:“tu hijo
no ha estado en contacto con tu vientre, y eso sólo se suple con
piel, piel y piel”. Sé sensible a sus sentimientos e intereses y no
le fuerces cuando no se muestre receptivo.
- No tengas miedo de darle demasiados mimos. Algunas
personas creen que darlos “en exceso” hace que los niños se
vuelvan extremadamente dependientes y temen que eso perju-
dique su adaptación a la guardería o el colegio. No es así. Las
personas se ponen ansiosas cuando no saben en quién pueden
52
confiar para que les ayuden: sentirse querido hace que el niño
sea más confiado e independiente.
De entre las siguientes ideas para favorecer el contacto físico
y visual, elige aquellas que se adapten mejor a tu hijo (recuerda tener
en cuenta su edad emocional, no la que marca su partida de naci-
miento):
- Dale el biberón o alimentos con tus manos.
- Jugad al cucu-tras.
- Haced manitas con juegos como el de “éste tenía hambre, éste
compró un huevo...”
- Establece un ritual de levantarse y acostarse que incluya abrazos,
besos, caricias, masajes, etc.
- Hazle cosquillas, pero para en cuanto lo pida.
- Duerme la siesta en la misma cama que él o tumbaros juntos en
el sofá para leer o ver la televisión.
- Poneros crema hidratante por el cuerpo el uno al otro.
- Realizad actividades físicas juntos como mecerse en una mece-
dora, hacer un muñeco de nieve, jugar con la arena en la playa,
trasplantar una maceta, etc.
- Bailad juntos y enseñaros pasos el uno al otro.
- Colócate una pegatina en la frente pero no digas nada, ¡espera a
que el niño la descubra!
53
¡A jugar!
54
n
2. HÁBLALE MUCHO
Si te fijas, verás que los padres de bebés o niños pequeños se
pasan el día diciendo cosas como “Ahora voy a guardar la fruta en la
nevera y el pan en la panera. ¿No quedan mandarinas? Mañana com-
praremos más”. Tu hijo se ha perdido esa etapa, descríbele las cosas
como harías con un niño más pequeño. En las mismas situaciones, es
posible que te salgan “rollos” parecidos. No temas ser demasiado rei-
terativo; con cada repetición tu hijo reafirma sus conocimientos y
capta nuevos matices.
- Acostúmbrate a hablarle constantemente, aunque sea dema-
siado pequeño para entender o no conozca el idioma.
- Que no te dé miedo sobreactuar. Los cambios de entona-
ción y la gesticulación exagerada que los padres usan con sus
bebés actúan como un amplificador, ayudando al niño a identi-
ficar lo importante en cada momento. Es el mejor modo de des-
cubrir el mundo y aprender una lengua. Aunque tu hijo sea
mayor y al principio te sientas ridículo, utiliza tus gestos, tus
expresiones faciales y cambios en el tono de voz para enfatizar
lo que dices.
- Anticípale lo que va a suceder.Tal vez al principio parezca
un poco inútil porque el niño es muy pequeño o porque no
entiende aún las palabras.A pesar de ello, es bueno acostumbrar-
se a contarle lo que va a pasar (ahora vamos a ir a tal sitio, vamos
a hacer tal cosa, etc.).
- Antes de dormir, haced un repaso de las actividades des-
arrolladas durante la jornada, procurando resaltar los
55
aspectos positivos, pero abierto a comentar cualquier cosa
que el niño desee aclarar.
- Háblale de vuestra relación.“Como soy tu madre para siem-
pre, mi trabajo es cuidar de ti”,“Vivirás conmigo hasta que seas
tan mayor como yo” y otras frases por el estilo reafirman su con-
fianza en ti y aumentan su seguridad.
Estas técnicas le ayudan a asimilar vocabulario, pero sobre todo
le proporcionan una sensación de seguridad. Nuestros hijos tienen
por lo general problemas para asimilar los cambios o desenvolverse
en situaciones nuevas. Saber qué va a pasar y qué se espera de ellos
les ayuda a afrontarlos con mayor seguridad.Antes de su primera visi-
ta al pediatra, le expliqué cien mil veces a mi hija cómo iba a ser,
cómo la iban a auscultar, a mirar los oídos, la garganta... La visita fue
como la seda (el pediatra estaba asombrado) hasta que el doctor quiso
medirla. ¡Eso no estaba en el guión! Fue totalmente imposible.
56
n
3. RUTINA Y MÁS RUTINA
Todos los libros dirigidos a padres afirman que la rutina y la
coherencia son factores claves en la educación de los niños. Se insis-
te en que la coherencia les ayuda a sentirse seguros, y a desarrollar el
pensamiento abstracto al entender las relaciones causa-efecto.
En nuestros hijos, esta necesidad es más importante si cabe.
Seguramente han recibido respuestas poco consistentes a sus necesi-
dades. Recordemos una vez más cómo se inician los ciclos de crea-
ción del apego y la confianza: el niño llora porque le duele algo o
tiene hambre o se siente mal. Si repetidamente su llanto no recibe
respuesta alguna (o una vez es ignorado y la siguiente es abroncado
o mandado a dormir sin contemplaciones), su cerebro no asimilará
que sus elecciones y sus acciones tienen respuestas previsibles.
Lo más probable es que en el momento de llegar a casa tu hijo
se halle en un estado de descoloque importante. Es posible que lle-
vara mucho tiempo viviendo entre las cuatro paredes de un orfana-
to, donde las variaciones entre lo que veía y ocurría a su alrededor
eran mínimas. Un buen día llegamos nosotros, unos extraños que le
sacan del entorno que conoce y donde se siente seguro y lo llevan a
sitios nuevos (hotel, embajada, avión, un nuevo hogar, etc.). El
mundo que conocía hasta ahora se ha evaporado y en su lugar apa-
rece un desconcertante planeta lleno de formas, colores y olores des-
conocidos, donde todo se mueve demasiado, brilla demasiado y
resulta desconcertante y hasta atemorizador.
La rutina y la simplificación se convierten en los mejores alia-
dos a la hora de asimilar el cambio. Mantener unos horarios y un
57
ambiente tranquilo sin grandes variaciones son claves en el primer
año.Aunque te mueras de ganas de llevar a tu hijo al zoo o al parque
de atracciones, es mejor dejar que asimile todos los nuevos estímulos
que a partir de ahora serán cotidianos.Tiempo habrá para las sorpre-
sas cuando TODO deje de ser una sucesión de sorpresas.
- Intenta averiguar las costumbres y horarios del orfana-
to o el hogar anterior del niño. La continuidad en los horarios
y las rutinas que sean adaptables ayudarán al niño en la transi-
ción.
- Establece horarios fijos para las comidas, el baño y la hora de
dormir.
- Crea pequeños rituales en torno a las actividades coti-
dianas y haz siempre las mismas cosas en el mismo orden. Es
posible que tu hijo se desconcierte o angustie ante la menor
variación. Esfuérzate en ser previsible. Cuando se sienta seguro,
le será fácil aceptar que no importa el orden en que pones la
mesa, pero al principio es posible que se desespere si un día
intentas poner los cubiertos antes que los platos.
- Mantén un horario simple y fijo de actividades a lo largo
del día. Procura hacer los trámites, las compras, etc. siempre a la
misma hora. Así el niño sabrá, por ejemplo, que tras el desayuno
salís a la calle y a lugares nuevos, pero que después volvéis a casa
para jugar un rato antes de comer. La seguridad de saber qué
sucederá a continuación, le ayudará a no angustiarse en un
ambiente que desconoce y que para él puede resultar intimidan-
te.
- Enlaza unas actividades con otras. “Ahora vamos a jugar y,
cuando suene el despertador, recogemos y ponemos la mesa
para cenar”. Si el niño es lo suficientemente mayor, utiliza un
reloj que esté permanentemente a la vista para explicarle cuán-
do se hace cada cosa.
58
- Recuerda que las necesidades básicas SIEMPRE deben ser
atendidas por los padres. Ver repetidamente satisfechas sus
necesidades es la base para la creación del vínculo. En los pri-
meros tiempos, es esencial que sean los padres y sólo los padres
quienes alimenten, cambien, bañen y consuelen a los niños.
- Limita las visitas. Es normal que tanto familiares como ami-
gos se mueran por conocer al recién llegado, pero intenta retra-
sar al máximo las presentaciones y visitas. En lo posible, limíta-
las a una o dos personas cada vez y procura encajarlas suavemen-
te en las rutinas del niño. Una idea puede ser quedar en el par-
que, de modo que tras las presentaciones el niño pueda volver a
sus juegos mientras los adultos charlan.
59
n
4. CUÍDATE. SIMPLIFICA TU VIDA
La llegada de un nuevo hijo exige a los padres reajustar sus ruti-
nas cotidianas y también sus prioridades. Ser padres conlleva una alta
exigencia en tiempo y energía; si no levantamos el acelerador en
otras parcelas de nuestra vida, lo más probable es que pronto nos
encontremos constantemente exhaustos. No pasa nada si durante un
tiempo dejas de comprar el periódico todos los días o te limitas a leer
los titulares.
Intenta llevar una vida sana y mantener un buen estado de
ánimo. Un padre exhausto o deprimido difícilmente podrá propor-
cionar a su hijo un entorno en el que se sienta feliz y contento.
- Si te sientes cansado, desconecta el teléfono y duerme la siesta o
acuéstate temprano como tu hijo. Durante los primeros meses,
lo normal es que mientras el niño esté despierto ocupe todo tu
tiempo.
- Si tienes pareja, hablad sobre quién se va a ocupar de cada cosa
y revisad vuestros acuerdos tantas veces como sea necesario.
- Si puedes permitírtelo, contrata ayuda para las tareas domésticas
de modo que te quede más tiempo para dedicarle a tu familia.
- Si estás en disposición de hacerlo, y es lo que quieres, reduce tu
jornada laboral.
- Resérvate un mínimo de veinte minutos diarios para ti. Habrá
días en que sólo tendrás ganas de relajarte y quedarte quieto;
otros, te apetecerá charlar con algún adulto (a veces los niños
nos absorben tanto que un poco de conversación adulta es
indispensable para mantener la salud mental). Si eres monopa-
60
rental y te sientes agobiado, busca la manera de encontrar una
tarde o una mañana entera para ti. Desconectar de tu papel de
padre durante algunas horas mejorará de forma asombrosa tu
capacidad de gozar de él.
61
IV. Ser adoptado,
a veces, duele
g
¿Cómo afecta el ser adoptado
a nuestros hijos?
“Hay veces que me siento ADOPTADA, con
mayúsculas, como si ese fuera el rasgo más
característico de mi persona. Pero muchas otras
veces ni me acuerdo, es sólo una característica
más, como ser mujer, abogada o extrovertida”.
(Carla, 24 años, adoptada a los pocos días de nacer).
Muchos padres piensan que, una vez hayan construído una rela-
ción segura con sus hijos, bastará responder sus preguntas y dudas sobre
la adopción a medida que puedan ir comprendiendo y aceptando. En
su fuero interno, creen que si consiguen dar la respuesta adecuada en
cada momento, el niño lo asumirá con naturalidad y el tema no ten-
drá mayor importancia. Cualquier adoptado adulto nos dirá que eso no
es cierto. Ser adoptado –como ser hijo único o crecer rodeado de her-
manos– es algo que marca a la persona. El hecho de que queramos a
nuestros hijos como los querríamos si llevaran nuestro ADN no signi-
fica que la adopción no sea una característica determinante de nuestras
familias y de nuestros hijos. Habrá momentos en que lo sientan como
algo importante y otros en los que ni se acuerden, pero siempre estará
ahí.
Tendemos a pensar en la adopción como un encuentro maravi-
lloso de la necesidad que tiene un niño de una familia y el deseo de
unos padres de amar y cuidar de un hijo. Con frecuencia, caemos en
la trampa de creer que la adopción sólo implica beneficios para todos,
olvidando lo que unos y otros hemos perdido en ese camino. Por muy
convencidos que estemos de que lo que se gana es más que lo que se
pierde, no podemos olvidar que toda adopción implica pérdidas, y que
las pérdidas necesitan su duelo para ser asimiladas.
Y
65
Pérdidas en la adopción
66
dad de emociones: la negación, el enfado, la tristeza... Como en cual-
quier pérdida importante, nuestros hijos se verán muchas veces en la
vida enfrentados al dolor que les produce. Como padres, nos encan-
taría evitárselo, pero no es posible. Con toda probabilidad, reaparece-
rá en distintos momentos y por diferentes motivos a medida que
crezcan y comprendan realmente lo que implica la adopción.
No temas ni rechaces su dolor. Evitar hablar de aquello que le
entristece no disminuirá su sufrimiento, al contrario. Nuestros hijos
necesitan unos padres alerta dispuestos a identificar los signos de su
duelo y proporcionarles el apoyo y el consuelo para superarlo.
67
Características de la pérdida
en la adopción
68
- No existe un reconocimiento social de esa pérdida. Los
padres adoptivos oímos una y otra vez esos odiosos comentarios
sobre “la suerte que ha tenido” nuestro hijo. Cuando muere un
ser querido, el velatorio, los funerales y los pésames nos ayudan
a asumir su pérdida. Los amigos entienden nuestro dolor y nos
ofrecen consuelo y cariño para soportarlo. En cambio, el dolor
de nuestros hijos pasa muchas veces desapercibido para los que
les rodean.
69
Reconocer el dolor
70
partir los sentimientos de duelo fortalecerá nuestra relación y permi-
tirá al niño encontrar en nosotros consuelo cuando lo necesite.
Cuando tu hijo manifieste tristeza o enfado por ser adoptado,
hazle sentir que le entiendes y consuélale, no trates de restar importan-
cia a las causas de su sufrimiento. Puede que tu hijo te diga que le gus-
taría haber estado en tu barriga, o no ser adoptado (o tener un padre
si eres una madre monoparental). No despaches su inquietud contes-
tando que la adopción es una manera maravillosa de formar una fami-
lia o que hay muchas otras como la vuestra. Dile que le entiendes, que
a ti también te hubiera gustado que las cosas fueran de otra manera o
que todos sentimos tristeza cuando perdemos a alguien o algo.Tal vez
os ayude hablar de tus propias pérdidas, de cómo te hizo daño el per-
der algo o alguien importante. Hazle saber que comprendes lo que
siente y que sus sentimientos son normales.
71
El duelo en los bebés
Que un niño de dos años no comprenda conceptos abstractos
como la adopción y la pérdida no significa que no puedan sentir su
angustia y dolor. Está demostrado que incluso los bebés sufren con la
pérdida de la madre, el padre o la persona que los cuida.
En niños menores de tres años, los signos de duelo suelen apa-
recer inmediatamente o poco después de la llegada al nuevo hogar.
Aún no son capaces de expresar con palabras lo que sienten y lo
hacen a través de comportamientos como:
- Cambios o problemas en la alimentación o el sueño
- Llantos inexplicables y rabietas
- Regresiones: se comportan como si fueran más pequeños o
pierden de pronto la capacidad de realizar acciones que ya habí-
an aprendido
En esta etapa, lo mejor que puedes ofrecerle a tu hijo es mucha
paciencia, comprensión y proximidad. Dedícale mucho tiempo, pro-
porciónale horarios y rutinas previsibles y reduce los cambios impor-
tantes al mínimo. Necesita tiempo para sentirse bien en su nuevo
entorno y entender que estás y estarás siempre ahí para atender sus
necesidades. Y
72
El duelo de los 3 a los 5 años
73
tante proximidad física o a inquietarse ante la presencia de
extraños. Algunos niños temen que alguien se los lleve, por lo
que se muestran pegajosos y demandan constantemente aten-
ción y muestras de cariño.
Cuéntale desde pequeño la historia de su adopción, y ve com-
pletándola con detalles a medida que aumente su capacidad de com-
prensión. Algunos padres piensan que el niño debe saber que es
adoptado, pero cuanto menos se hable de los detalles menos sufrirá
por el tema. Es un error. Cuanto más sepa tu hijo, más preparado
estará para manejar sus sentimientos. Si la información resulta dolo-
rosa, reafirma tu proximidad abrazándole o simplemente acaricián-
dole, pero no fuerces el contacto si el niño no se muestra receptivo.
Manténte cerca, pero no invadas su espacio si le incomoda.
- Recuerda que en esta etapa los niños están aún aprendiendo a
reconocer sus sentimientos, y que tú puedes ayudarle expresán-
dolos en palabras.
- En estas edades los niños todavía no entienden que tienen dos
familias; sus preocupaciones suelen centrarse en el temor a que
la situación actual no sea permanente. Necesita que le repitas
que sois su familia para SIEMPRE, y que le cuidarás y protege-
rás hasta que sea tan mayor como tú eres.
- Los libros infantiles sobre adopción son un buen recurso para
hablar abiertamente del tema. También lo son los juegos con
muñecos, que permiten expresar lo que el niño no puede decir
aún por sí mismo.
Y
74
El duelo en los años escolares
75
En esta etapa, el duelo adquiere nuevas formas de manifes-
tarse:
- Las fantasías. Algunos niños dedican mucho tiempo a imagi-
nar y fantasear sobre sus padres biológicos y cómo habría sido
su vida con ellos.
- El enfado es un síntoma del duelo, especialmente en niños que
han sido adoptados con edad suficiente para percibir el gran
cambio que daba su vida. No sólo es natural sino que resulta
hasta saludable, ya que permite al niño distanciarse del dolor y
trabajarlo para hacerlo más soportable.Ten presente que no eres
tú la causa de ese dolor ni de su ira. Si te grita “¡Tú no eres mi
madre!”, tómalo como lo que es: una manifestación de su rabia,
no un rechazo hacia ti.
- Las actividades compulsivas. Si tu hijo repentinamente
empieza a comer, practicar deporte o realizar otras actividades
en exceso, puede que esté tratando de llenar un vacío que no
sabe expresar.
A esta edad, necesitan información que responda al por qué
de su abandono y les reafirme en que las causas no tuvieron que
ver con ellos, sino con la situación y circunstancias de su familia
biológica. Algunos niños fantasean con la idea de que algo malo
debía haber en ellos para que sus padres no los quisieran.
Necesitan entender por qué sus padres biológicos no podían
criarlos.
La mejor manera de apoyar a tu hijo es permitirle hablar de lo
que siente.
- Anímale a expresar sus sentimientos. Necesita saber que sus
sentimientos son normales y no te incomodan. Recuérdale
sutilmente que estás ahí y que le apoyas, y que no hay nada malo
en pensar o preguntarse sobre sus padres biológicos.
76
- Tiende puentes con su pasado. Con naturalidad, sin recurrir
a una charla solemne, tiende puentes con su pasado y sus oríge-
nes. Si tu hijo baila especialmente bien, puedes decir por ejem-
plo “¡Qué sentido del ritmo! A lo mejor lo has heredado de tus
padres biológicos”.
77
El duelo en la adolescencia (13 - 18 años)
78
tuar la depresión del adolescente. Si los síntomas son preocupan-
tes, como comportamientos autodestructivos o pensamientos
recurrentes sobre el suicidio, deberías buscar ayuda profesional.
El gran reto para ayudar a nuestros hijos adolescentes a sobrelle-
var el duelo es permitirles encontrar modos de expresar su dolor que
no sean autodestructivos.
Lo más importante, también en esta etapa, es mantener abiertos
los canales de comunicación y hacerle entender que puede hablar de
ello cuando lo necesite. Hablar de aquello que nos produce dolor
con alguien que nos escucha empáticamente y no trata de juzgarnos
siempre resulta un alivio. Si no te ves capaz de desempeñar ese papel,
busca una tercera persona (puede ser un psicólogo, pero también una
persona de confianza capaz de entender los sentimientos del niño y
proporcionarle apoyo). Muchos adolescentes se sienten más cómodos
con un interlocutor “neutral” al que puedan expresar sus temores o
su rabia sin que se sienta afectado directamente.
Permite a tu hijo encontrar modos de expresar su enfado y su
rabia y no pierdas los estribos si un día en plena discusión te grita
“cállate, tú no eres mi madre”. No lo empeores haciendo un drama.
Es muy posible que el dolor que sienta tu hijo tras pronunciarla sea
casi tan grande como el que le llevó a decirla. Tu hijo está en una
etapa difícil, en la que todavía está aprendiendo a manejar, elaborar y
expresar sus sentimientos. No necesita que le juzgues, sino sentirse
escuchado y apoyado.
Y
79
El duelo en la edad adulta
80
V. Retos Frecuentes
PPP
No hay dos niños iguales y sin embargo...
85
proceso ni entenderlo. A medida que consiguen sentirse seguros en
su nuevo hogar, ese tipo de obsesiones van disminuyendo paulatina-
mente.
Si tu hijo ha pasado un tiempo prolongado en un orfanato,
seguramente le hayan faltado los estímulos necesarios para desarrollar
una sana relación con el entorno. Como consecuencia de una pobre
estimulación, muchos niños presentan una gran dificultad para cen-
trar su atención, que se manifiesta a veces en un estado pasivo –como
de aletargamiento– y otras en una actividad frenética y descontrola-
da. No tengas prisa, tiene toda la vida por delante para desarrollar
todo su potencial.
Si tu hijo ha pasado mucho tiempo institucionalizado o tienes
indicios de que haya sufrido abusos o malos tratos, es importante que
un equipo profesional haga una evaluación de su desarrollo. Entender
dónde se encuentra el niño y qué ayuda necesita para avanzar desde
ese punto es fundamental.
86
1. EL SUEÑO
Las pesadillas o los sueños agitados no son exclusivos de los
niños adoptados. Sin embargo, el sueño de nuestros hijos suele ser
más complicado que la media, sobre todo durante los primeros meses
desde la llegada a su nuevo hogar.
Seguramente tú también has tenido problemas para quedarte
dormido o sueños agitados la noche antes de una entrevista de tra-
bajo o en épocas de estrés. La calidad de nuestro descanso está en
relación directa con nuestra tranquilidad y bienestar emocional. El
sueño sirve para que el cuerpo descanse, pero también para permitir
al cerebro clasificar y ordenar las nuevas informaciones y vivencias y
asimilar lo ocurrido durante la jornada (o anticipar lo que ocurrirá
al día siguiente).
Cuando llegan a su nueva familia, la mayoría de los niños tienen
carencias enormes en sus aprendizajes cognitivos y emotivos, y no es
de extrañar que la avalancha de nueva información les sobrepase y
estrese. Es probable que tu hijo experimente pesadillas o terrores
nocturnos, que se despierte varias veces cada noche durante semanas
–o meses– o que presente una dificultad enorme para quedarse dor-
mido.
87
Vivir en Disneylandia
Para todos los niños, como para los adultos, el exceso de estímu-
los produce una carga extra en el cerebro que dificulta un sueño plá-
cido, incluso cuando esos estímulos son positivos o placenteros. Tras
una jornada agotadora en el parque de atracciones o en cualquier
lugar novedoso y lleno de cosas excitantes, un niño físicamente
exhausto puede mostrarse incapaz de conciliar el sueño. Como se
dice coloquialmente, “está pasado de vueltas”. Recuerda que para el
niño el nuevo entorno está lleno de novedades: ¡es como si viviera
permanentemente en Disneylandia!
Permítele absorber su nueva realidad de forma paulatina, esfor-
zándote por mantener la rutina y disminuir el número de sorpresas.
No olvides que, para tu hijo, cosas obvias como el que tras un fin de
semana en el campo o unas vacaciones volveréis a casa pueden no
serlo en absoluto. Ayúdale a asimilar las situaciones de cambio,
hablando de ellas y explicándole si serán permanentes o transitorias.
88
No le dejes llorar “hasta que se canse”
89
abrazarlo cada vez que gruña en mitad de la noche. Si te cuesta
encontrar un equilibrio adecuado, recuerda la siguiente pauta:
90
¿Camas juntas o separadas?
91
El ritual de irse a la cama
92
puede ser de gran ayuda.Tal vez tampoco haya dormido nunca
a oscuras; en ese caso, una pequeña fuente de luz le ayudará a
relajarse.
- No necesitas acostumbrarle a dormirse en tus brazos.
Recuerda que los niños adoptados no están habituados a ver
rápidamente atendidas sus necesidades, han tenido que aprender
a dormir solos. Proporcionarle un objeto de transición (un pelu-
che, una manta, una prenda con tu perfume) puede ayudarle a
tranquilizarse y dormirse por sí mismo.
- Permítele elegir el tipo o el color de la almohada o los libros
para leer antes de dormir. Las pequeñas elecciones le proporcio-
nan una cierta sensación de control.
- Puedes preguntarle a tu hijo cuáles han sido los mejores y los
peores momentos de su jornada. De ese modo, sabrá que te inte-
resan las cosas buenas o malas que le suceden.
- Por último, céntrate en “ir a la cama” en lugar de “dormir”.
Si tu hijo siente temor a quedarse dormido, la elección de las
palabras disminuirá su reticencia.
93
Pesadillas y terrores nocturnos
94
recordará nada al día siguiente. En cambio, si lo haces, casi con segu-
ridad el terror se repetirá a las dos horas.
Ante un terror nocturno, lo mejor es acercarse muy suavemen-
te y repetirle palabras tranquilizadoras (“vuélvete a dormir, no pasa
nada”,“papá está aquí contigo”). Puedes taparle o tocarle suavemen-
te. Es importante que tu tono de voz sea reconfortante y firme al
mismo tiempo: aunque no esté consciente, entenderá vagamente esa
orden simple y tranquilizadora.
95
2. LA ALIMENTACIÓN
Comer es un placer
96
- Haz que te ayude a manipular y preparar los alimentos.
Ningún niño se resiste a probar lo que él mismo ha preparado.
- Convierte la introducción de cada nuevo sabor en algo
interesante y divertido. La primera vez que pruebe una fruta,
por ejemplo, dale una sin pelar para que la toque mientras tra-
táis de adivinar de qué color será por dentro, si tendrá pepitas o
hueso, etc. Una vez pelada, dale un trozo para que compruebe
su tacto, su temperatura, si está húmeda...
Si tu hijo es de los que comen como un pajarito o se alimenta-
ría solo de pan, pero su pediatra no se muestra preocupado, piensa
que los seres humanos estamos programados genéticamente para
sobrevivir: ningún niño se muere de inanición si tiene alimentos
saludables a su disposición. Existen muchos libros que te ayudarán
con consejos prácticos e incluso recetas y que, sobre todo, eliminarán
la angustia que el tema te pueda causar. Mi niño no me come de Carlos
González y Niños...a comer de Julián Lirio son dos buenos ejemplos.
97
Los otros problemas con la comida
98
- Repítele muchas veces que sus nuevos papás se van a ocupar
siempre de que haya comida suficiente.
- El niño está acostumbrado a comer todo lo que se le sirve, pero
no a poder repetir. Durante los primeros tiempos, trata de servir
en los platos una cantidad generosa y no le des la oportunidad
de decidir por él mismo si puede ingerir más. Aunque estuvie-
ra a punto de reventar, es muy posible que decidiera seguir
comiendo.
- Cuando consideres que ha comido más que suficiente, pero siga
mostrándose hambriento, pídele que escuche a su estómago, a
ver si le dice que ya está lleno. No funcionará la primera vez ni
la quinta, pero con el tiempo aprenderá a reconocer cuándo ha
comido lo suficiente.
- No permitas que la comida se convierta en un campo de bata-
lla. Si tu hijo se levanta a escondidas por la noche para comer o
descubres en el fondo de su armario medio bocadillo putrefac-
to, no le riñas. No trates de luchar contra el comportamiento
que te desagrada, sino contra el miedo que lo provoca. Explícale
una vez más que te vas a encargar de que siempre haya comida
en casa.
- Si tu hijo cena bien, pero se levanta por la noche para comer o te
dice que tiene mucha hambre a las dos de la mañana, considera la
posibilidad de dejar un minibrick de leche o un plátano en la
mesilla de noche. Seguramente no le despierte su estómago, sino
el recuerdo de las noches en que lo sintió vacío y la angustia de
que puedan repetirse. Poner comida a su alcance, le devuelve la
sensación de control. Si entre comidas notas que a tu hijo le obse-
siona intentar conseguir algo de comer, prueba a dejarle llevar una
barrita de cereales en el bolsillo.
- Puedes tener un bol con frutas o algún aperitivo saludable siem-
pre a la vista y accesible. Saber que en cualquier momento pue-
99
den tomar una zanahoria o un par de uvas ayuda a eliminar la
obsesión por la comida. Es posible que al principio acuda al bol
cada cinco minutos, pero al comprobar que siempre hay comi-
da disponible, ésta dejará de ser una obsesión.
100
3. DÍAS DE TORMENTA
“Nuestra hija, que desde el día que llegó parecía
la viva imagen de la felicidad, siempre tan fácil de
convencer y tan contenta, de pronto monta en
cólera cada vez que no se sale con la suya.Ver a
tu hijo dominado por la rabia y sentirte
impotente es muy duro; uno se plantea si no
estará equivocándose en algo”.
101
familia. Seguramente no entiendan aún que los problemas que los
llevaron a ser adoptados no tienen nada que ver con su comporta-
miento y sientan pavor a ser “rechazados” de nuevo.
A medida que se encuentran más cómodos y seguros en su nuevo
hogar, su comportamiento se deteriora. El niño hasta entonces obe-
diente y feliz se atreve a mostrar sus preferencias y su resistencia a las
órdenes y los límites. Puede incluso que su comportamiento se vuelva
súbitamente agresivo o desafiante.Algunos niños parecen estar dicien-
do “si al final tú también me vas a dejar, acabemos con esto cuanto
antes”. A veces, deciden que el lugar de donde venían era “mucho
mejor” y te lo hacen saber de forma contundente.
Convivir con un niño que parece estar poniéndote constante-
mente a prueba puede resultar exasperante. No desesperes, es cues-
tión de paciencia y tiempo que las cosas mejoren. Ayúdale a expre-
sar verbalmente su enfado y a descargar su ira de modo que no se
dañe a sí mismo ni a los demás.
Ante todo, intenta mantener en forma tu optimismo y tu pacien-
cia. Con el tiempo entenderá que ahora es tu hijo y las cosas mejora-
rán. Aunque se muestre abiertamente hostil contigo, te arañe o te
muerda, ten siempre presente que tú no eres la causa de su enfado; lo
vierte sobre ti porque eres la persona que siente más cerca.
Aunque la luna de miel es lo más habitual, hay ocasiones en que
los padres no gozan de esa tregua inicial. Algunos niños se muestran
desafiantes y agresivos con sus padres desde el primer día.
Irónicamente, muchos psicólogos consideran que es un síntoma
inequívoco de su voluntad decidida de apegarse.
102
Demasiadas pautas nuevas
103
- Proporciónale un entorno relajado pero interesante. Un
niño aburrido es una fuente de problemas y caprichos. Si tu hijo
se resiste a hacer algo que le parece poco atractivo, procura enla-
zarlo con otra actividad más atrayente: “primero recogemos y
después jugamos un rato al dominó”.
- Refuerza los comportamientos positivos. Los niños apren-
den más rápido cuando son premiados por un comportamiento
positivo que cuando son castigados por uno negativo. Hazle saber
cuando algo que ha hecho te ha gustado mediante una sonrisa, un
gesto cómplice o un elogio que aumente su autoestima y le haga
saber que aprecias lo que hace bien. Céntrate en elogiar la acción
concreta (“lo has hecho muy bien”). Las alabanzas exageradas en
torno a su persona (“eres un niño maravilloso”) pueden resultar
peligrosas y despertar inseguridades innecesarias (“¿me querrás
hoy que no he sido maravilloso?”).
- Elige tus batallas. Si le corriges cada vez que presenta un
comportamiento “no-aceptable”, es difícil evitar que tu casa se
convierta en una disputa constante. No es lo mismo coger algo
que le acabas de decir que no debe tocar que intentar meter los
dedos en un enchufe. Elige tus batallas, mantente inflexible en
las que entres y hazte el distraído cuantas veces sea necesario. No
escuches a los que te digan que te está tomando el pelo.Tu hijo
no sabe qué comportamientos son aceptables y cuáles no para
conseguir sus deseos. Por eso, ensaya una y otra vez, hasta que da
con algo que funciona.
- Esfuérzate en ser absolutamente coherente: una sola vez
que cedas echará por tierra el aprendizaje de todas las veces en
que te hayas esforzado por mantenerte firme.
104
Evitar las batallas por el control
105
Corregir para aprender
106
Aprender a controlarse
107
clave, el aprender a calmarse, no en recordar los motivos de la
rabieta.
Esta estrategia de retirarles momentáneamente la atención suele
funcionar bien en los primeros meses.A su favor juega que un niño
recién adoptado rara vez es un niño caprichoso acostumbrado a
que se atiendan inmediatamente sus gritos, pero también el que
acaba de descubrir unos padres que le dedican atención como
nadie desde hacía mucho tiempo. Si ignoras sus lloriqueos, gritos o
llantos, es muy posible que descubra por sí solo que no sirven para
nada y busque otro modo de captar tu atención.
- Las pausas obligadas (o, como dicen en baloncesto, los “tiem-
pos muertos”) consisten en apartar al niño del desencadenante
de la crisis, no como un castigo, sino como una oportunidad de
recuperar la calma para que pueda reincorporarse a la actividad
que estaba haciendo. No te alteres, evita los reproches y sarcas-
mos. En lugar de gritar “¡Vete a tu habitación y no salgas hasta
que yo te lo diga!”, dile algo como “Veo que estás muy nervio-
so. Necesitas sentarte aquí tres minutos para calmarte y poder
seguir jugando”. Esta táctica suele funcionar bien si se utiliza de
vez en cuando y para corregir un número pequeño de compor-
tamientos. Si decides emplearla:
- Aplícala coherentemente, sin variaciones y con tiempos fijos
que el niño conozca de antemano.
- Ten en cuenta que apartarse momentáneamente de la activi-
dad no tiene por qué significar aislar al niño. Puedes sentar-
lo a tu lado o en una silla algo apartada pero en la misma
habitación. El quid de la cuestión es desarrollar su autocon-
trol, no hacer que se sienta marginado.
- Si el niño se resiste a quedarse quieto, puedes sentarlo en tu
regazo abrazándole hasta que se calme, evitando así que se
autolastime o haga daño a terceros.
108
- Los tiempos no deben superar un minuto por año cumplido.
Para un niño de tres años, tres minutos pueden ser una eter-
nidad; puede que con dos tenga más que suficiente.
- Al final de la pausa, intenta recuperar en seguida el buen
humor y continuar con lo que estabáis haciendo antes del
incidente. Las pausas obligadas deberían desembocar en algo
agradable que premie al niño por haberse calmado.
109
Atacar las raíces de la rabia
110
Las regresiones
111
- No le compares con otros niños de su edad, ni le hagas sentir
ridículo. Si se “atasca” con algo tan sencillo como ponerse un
calcetín, en lugar de decirle “Puedes hacerlo tú solo”, trata de
ver la parte positiva, mostrarte colaborador y darle ánimos.
Estate atento y alaba cada pequeño éxito (“Fíjate, ¡ya has hecho
la mitad! ¡Muy bien! ¿Te ayudo un poco con el otro?”).
- No aumentes su inseguridad mostrándote impaciente o irrita-
do, trata de aprovechar la ocasión para demostrarle –una vez
más– que tiene tu apoyo incondicional.
- Recuerda que su edad emocional puede no coincidir con su
edad cronológica. Si tu hijo actúa como si fuera un bebé o un
niño mucho menor, disfruta de los momentos de proximidad e
intimidad que ello te brinda.Tu hijo se ha perdido algunas eta-
pas en su desarrollo emocional; recuperarlas juntos os hará
mucho bien a ambos y fortalecerá vuestro vínculo.
Independientemente de su edad, a muchos niños adoptados les
encanta jugar a ser bebés.A veces no ocurre hasta un año después de
la llegada a casa, pero prácticamente todos los niños, en algún
momento, demandan este tipo de juego. Es como si de repente nece-
sitaran una dosis extra de mimos y de reafirmación del amor de los
padres. Quieren que los tomes en brazos o los sientes en tu regazo
en el sofá, les hagas carantoñas, les acaricies, finjas cambiarles los
pañales... Este tipo de juegos tienen un efecto balsámico sobre el
estado emocional de los niños y resultan valiosísimos como forma de
recuperar una etapa que tanto los hijos como los padres nos hemos
perdido.
112
IV. Hablar
de la adopción
4
¥
1. HABLAR CON NUESTROS HIJOS
En el pasado, la adopción era un tema tabú y existía la errónea
convicción de que había que esperar a que el niño pudiera entender
qué significa ser adoptado para comunicárselo. Hoy la mayoría de los
padres y los especialistas estamos de acuerdo en que nuestros hijos no
deberían recordar el momento en que lo supieron. La adopción no
debería ser un tema que sale de Pascuas a Ramos en una conversa-
ción larga y meditada; debería formar parte del día a día de la fami-
lia.
Dado que los padres vemos la adopción como una forma posi-
tiva de formar una familia, no nos es difícil hablar con nuestros hijos
de cuánto los quisimos aún antes de verlos por primera vez o del
emocionante viaje por el cual llegaron a nuestra familia. Pero el rela-
to de su adopción y, en definitiva, de su vida no comienza en el
momento en que nosotros aparecemos en ella.
No podemos engañarnos pensando que, si ahora se saben que-
ridos y seguros, no necesitarán saber qué ocurrió en el pasado. A
medida que avance en su capacidad de comprensión, el niño se cues-
tionará sobre su origen y las razones por las que su familia biológica
lo entregó en adopción. Para sentirse querido y seguro en el seno de
su familia, necesitará entender las circunstancias y las razones que le
llevaron a formar parte de ella. Puede que antes de la adopción su
vida no fuera precisamente un camino de rosas, pero es su historia y
tiene derecho a conocerla. Más aún, necesita hacerlo para poder sen-
tirse una persona completa, para entender su vida como un trayecto
en el que no quedan estaciones fantasma.
117
Por muy convencidos que estemos de que una sana relación
entre padres e hijos no puede basarse en mentiras ni medias verda-
des, es muy frecuente que al principio nos sintamos inseguros e
inquietos con la idea de relatar a nuestros hijos lo que sabemos de sus
orígenes.
Algunos padres se limitan a explicar la historia de la adopción
desde el momento en que ellos entran a formar parte del relato –y espe-
ran con temor el momento en que el niño quiera saber más y pregun-
te–. Otros, en su afán por tratar el tema de una forma honesta y abier-
ta, apabullan a sus hijos con un relato exhaustivo que incluye más infor-
mación de la que pueden asimilar en un determinado momento. Nadie
mejor que tú sabe lo que tu hijo necesita oír o está preparado para
entender, pero conviene recordar algunas ideas básicas:
- Ten presente la capacidad de comprensión de tu hijo.
Como en cualquier otro tema complejo, lo mejor es introducir
la información poco a poco. Empieza con una versión simple y
concreta de los hechos y ve proporcionándole más datos y deta-
lles a medida que aumente su capacidad de comprensión y su
curiosidad.
- Introducir la adopción a una edad temprana hace que se con-
vierta en un concepto familiar, que irá perfilando y compren-
diendo más en profundidad cuando crezca. No creas que por-
que tu hijo aún no sepa cómo se concibe un niño, no está pre-
parado para oír que estuvo en el vientre de otra mujer. Piensa
que el motor de combustión tampoco es un concepto sencillo,
pero ello no te impide contarle a tu hijo que el coche necesita
gasolina para funcionar.
- Sé honesto. Adecuar las respuestas a la edad de tu hijo no sig-
nifica disfrazar la realidad. No digas nada que más tarde te veas
obligado a corregir: eso dañaría su confianza en ti. Si todavía no
está preparado para encajar ciertos aspectos de su historia,
118
empieza por una explicación simple pero verdadera y propor-
ciónale los detalles cuando pueda asimilar la historia completa.
Un niño puede preguntar por qué sus padres biológicos no se
lo quedaron mucho antes de poder entender una historia de
negligencias o malos tratos. Contestar que sus padres biológicos
no podían hacerse cargo de ningún bebé en ese momento es
una forma de decir la verdad sin enfrentarle a datos que todavía
no está preparado para afrontar.
- Resiste la tentación de rellenar los huecos o “arreglar”
la historia. Sé fiel a los hechos y, si no sabes la respuesta a una
pregunta, admítelo abiertamente y promete al niño que inten-
tarás averiguarlo si está en tu mano el hacerlo.
- No juzgues su pasado. Los comentarios negativos sobre sus
orígenes dañarían la autoestima de tu hijo y también su relación
contigo. Relata los hechos de forma objetiva y mantente neu-
tral para que, con el tiempo, tu hijo pueda elaborar sus propios
juicios.
- Tratar la adopción abiertamente no significa hablar de
ella todos los días ni todas las semanas. El objetivo no es que
el niño tenga presente constantemente que es adoptado, sino
que vaya asimilando esa realidad paulatinamente, como tantas
otras cosas durante su crecimiento.
- Aprende de tus errores. Nadie en el mundo es capaz de dar
siempre la respuesta perfecta. Puede que la pregunta te pille ner-
vioso o distraído y que tu contestación no sea la más apropiada.
La gran ventaja de conseguir que la adopción sea un tema que
salga habitualmente en nuestras conversaciones cotidianas es que
siempre habrá otra oportunidad. Recuerda: un comentario
equivocado no dañará irreparablemente a tu hijo.
- Inicia las conversaciones, no esperes a que sea el niño quien
pregunte. Puede que durante largas etapas el niño no parezca
119
interesado en absoluto. No te preocupes, pero no por ello evi-
tes todo lo relativo, por ejemplo, a sus orígenes. Ante un niño
que se muestra poco receptivo o directamente rechaza hablar de
ello, lo mejor es ir haciendo comentarios sueltos, con tono
casual, proporcionándole los datos que creas que puede asimilar.
Necesitas demostrarle una y otra vez que estás disponible para
que, cuando lleguen sus dudas o preocupaciones, sepa a ciencia
cierta que estás disponible para hablar de todo lo relativo a la
adopción.
- Entender nuestra historia nos ayuda a sentirnos seguros.
Compartir la información de que se dispone no amena-
za la familia, muy al contrario, permite construir una relación
sana y fuerte que no se asiente sobre un gran vacío de interro-
gantes.
¥
120
¿Cuándo empezar?
121
más limpia de ideas preconcebidas está su mente, con lo que le
resulta más fácil aceptar con naturalidad las explicaciones. ¡Si
hasta creen que existe un ratón capaz de envolver un regalo y
depositarlo bajo la almohada cuando se les cae un diente!
Además, evitar el tema obliga a contestar con evasivas o menti-
ras preguntas tan inocentes como “cuando yo era un bebé,
¿tomaba un biberón antes de dormir como mi primo?”.
- Los niños pequeños suelen tener una visión positiva de
la adopción. ¡Les encanta que les cuenten su historia una y otra
vez aunque aún no la entiendan! Si en el hogar se habla de ello
abiertamente y con naturalidad, se acostumbrarán a oír el voca-
bulario específico en un ambiente positivo y absorberán su pro-
pia historia con naturalidad.
- Los niños absorben información fuera del ambiente
familiar. Si el niño tiene ya unas nociones primarias y sabe que
hablar de ello no te incomoda, podrá contrastar las informacio-
nes que recibe del exterior. Incluso cuando en su entorno casi
todos ignoren que es adoptado, puede absorber prejuicios sobre
la adopción. (“Esa no es la mamá de Ana Mei, su verdadera
mamá está en China pero no se la quiso quedar”). Si las diferen-
cias físicas hacen evidente que es adoptado, es esencial darle las
armas necesarias para que sepa afrontar los comentarios negati-
vos o, por lo menos, pueda sentirse cómodo relatando el episo-
dio al llegar a casa.
- Hablar a edades tempranas nos permite a los adultos
practicar y perfilar el relato.A mi juicio, la mayor ventaja de
empezar cuanto antes no es para los niños, sino para los padres.
Si tu hijo es pequeño cuando llega a casa, aprovecha la oportu-
nidad que se te brinda para ensayar y sentirte cómodo tocando
el tema.
¥
122
Familias como las otras, sólo que diferentes
Todas las familias hablan de lo que aconteció en su pasado, de
los hechos que marcaron su historia. Adoptados o no, conocer nues-
tros orígenes es esencial para entendernos a nosotros mismos. Cuanto
más comprendemos nuestra propia vida y las personas que han for-
mado parte de ella, más nos gustamos como personas. Puesto que
resulta innegable que la adopción es una parte importante de nues-
tra historia familiar, hablar de ella es sobre todo hablar de nuestra
familia, de su historia, de lo que tiene en común y lo que la diferen-
cia de otras familias.
Los padres sabemos que los lazos de la adopción son –y los sen-
timos– tan fuertes como los genéticos, que somos una familia como
las demás. Pero lo cierto es que gran parte de nuestra sociedad com-
parte ciertos estereotipos sobre la adopción.“¿Sabes algo de su verda-
dera madre?” , “¡Pobrecito! ¡Qué suerte ha tenido!” o “¡Qué buena
obra habéis hecho!” son sólo algunos de los comentarios que los
padres escuchamos en repetidas ocasiones, y que no hacen sino refle-
jar una triste verdad: mucha gente sigue viendo la adopción como
una relación “de segunda calidad”.
Es por ello que resulta imprescindible que transmitamos a nues-
tros hijos un concepto de familia en el que la nuestra encaje perfec-
tamente. De lo contrario, al confrontar su realidad con los estereoti-
pos que reflejan el cine, la televisión y los comentarios que escuchan
en la calle, pueden llegar a la dolorosa conclusión de que su familia
no es una verdadera familia.Todos los niños, y muy especialmente los
que han sido adoptados o viven en familias no tradicionales, deberí-
an asimilar antes de iniciar la escuela primaria las siguientes ideas
básicas:
- Una familia la forman las personas que viven juntas, se quieren
y se cuidan.
123
- Existen distintos tipos de familias: hay niños que crecen en la
familia en la que nacen y otros que son adoptados, hay niños
que viven con un padre y una madre, y otros que viven con una
madre, o un padre, o dos madres, etc.
- A veces, las personas de una familia dejan de vivir juntas pero
eso no significa que dejen de quererse o cuidarse.
Y, como no nos cansaremos de repetir, nuestros hijos necesitan
además que les reafirmemos una y otra vez que su nueva familia lo
es ya para siempre, que no importa lo que hagan, lo que nos enfade-
mos o lo que pase: siempre serán nuestros hijos y nosotros sus padres.
Para los adultos es tan obvia esta idea que a veces pasamos por alto
esta necesidad.
En países como Canadá, Noruega o Estados Unidos, con una
mayor historia en el campo de la adopción, los especialistas insisten
en que, en el momento de ser adoptados, la mayoría de los niños no
entienden los motivos y, por lo tanto, no tienen razones para creer
que no volverán a pasar por algo parecido en cualquier momento.
Recalcan, además, que los padres deberían hacer un esfuerzo por res-
ponder, aún antes de que el niño sea capaz de verbalizar sus dudas al
respecto, otras dos cuestiones esenciales de las que hablaremos a con-
tinuación:
- La existencia de los padres biológicos.
- Las razones que llevaron al niño a la adopción.
¥
124
Cómo hablar de los padres biológicos
125
conocida que le dió la vida provoque una amalgama de senti-
mientos confusos en la que se combinen los celos, el agradeci-
miento y el miedo a que su figura amenace la relación con el
niño. Algunos padres en su fuero interno recriminan a los padres
biológicos el abandono de sus hijos o se sienten superiores a ellos.
Trata de ponerte en su lugar y entender por qué eligieron la
adopción. Si te bloqueas, busca a alguien con quien charlar (otro
padre adoptivo, por ejemplo) que pueda ayudarte a entender y
respetar los orígenes de tu hijo. Examinar y aceptar nuestros sen-
timientos hacia ellos es crucial para conseguir que no atenacen
nuestra lengua ni hagan temblar nuestra voz en el momento más
inoportuno.
¥
126
Cómo llamar a la madre biológica
127
dio a luz a nuestro hijo esa denominación es lo que realmente puede
confundir a nuestros hijos, ya que la sociedad en la que viven la reco-
noce como tal sin resquicio para la duda. Puede que te lleve un tiem-
po sentirte cómodo con esa idea y que, aún aceptándola, no te sea
fácil al principio transmitírsela a tu hijo.
Para introducir la figura de la madre biológica, puedes decirle a
tu hijo “antes de nacer, estuviste en la barriga de una mujer en
China; por eso decimos que esa mujer es tu madre de nacimiento” o
alguna fórmula parecida. Pero no olvides que tu hijo también absor-
be información fuera del ámbito que tú controlas. Antes de lo que
crees, alguien le preguntará por su “verdadera madre”. Si tu hijo ya
sabe que tiene dos, no le costará entender que las dos son “verdade-
ras”. El que hable de “mi mamá de la China” o “mi madre de naci-
miento” no significa que no sea perfectamente capaz de reconocer
en su nueva madre a la persona que quiere y de la que recibe cuida-
do y protección.
¥
128
¿Por qué fui adoptado?
129
Es posible que sus padres biológicos lo quisieran realmente
mucho, pero no fue su amor el motivo por el que renunciaron a verlo
crecer. Tu hijo necesita oír que no podían criarlo. Las causas por las
que no podían hacerlo –¡y no el amor!– son las razones que dan sen-
tido a la decisión y que tu hijo necesita entender.
Es esencial reafirmar a nuestros hijos en que nada en ellos fue la
causa de que no pudieran vivir con su familia de nacimiento, en que
fue una decisión tomada por los adultos, por circunstancias y razones
que nada tienen que ver con cómo eran ellos.
La idea básica, pues, es que existen distintos motivos por los
que a veces un niño no puede crecer en su primera familia, pero que
todos ellos están relacionados con las circunstancias de los
padres o del país de nacimiento, no con los niños.
¥
130
Los sentimientos...
131
- Mantén los canales de comunicación siempre abiertos.
No se trata tanto de buscar un momento del fin de semana para
charlar sobre sus orígenes como de permitir que la adopción y
todo lo que está relacionado con ella afloren con naturalidad en
vuestras conversaciones. No es necesario repetirle machacona-
mente la historia de su adopción todas las noches, sino demos-
trarle una y otra vez con tu actitud ante sus preguntas y con
comentarios indirectos que estás siempre disponible para hablar
sobre el tema.
- Alerta con los días especiales y los momentos de cam-
bio.
En torno a su cumpleaños, al día de la Madre o a momentos de
estrés y cambio, suelen activarse los pensamientos en torno a la
adopción y la familia biológica. Comentarios como “Estoy
orgulloso de ti y ¿sabes una cosa? Creo que tus padres biológi-
cos también lo estarían” evidencian a los ojos de tu hijo que no
hay nada malo en pensar en ellos, ni tampoco en hablar sobre
ellos.
- No dejes ninguna pregunta sin responder.
Y, a ser posible, contéstalas en el momento. Si no tienes más
remedio que postponer la respuesta, dile a tu hijo que más tarde
hablaréis de ello y no olvides cumplir tu promesa en cuanto
encuentres un momento propicio. Aprovecha la oportunidad
que el niño te brinda para hablar del tema, y esfuérzate en trans-
mitirle que sus preguntas no te impacientan ni te ponen tenso.
- Escucha los sentimientos que hay detrás de las palabras.
En las preguntas relacionadas con la adopción, las palabras no
siempre expresan lo que tu hijo quiere saber. “¿Por qué nací en
la India?” lo mismo puede significar “¿Por qué el color de mi
piel es más oscuro que el de mis amigos?” o “Cuéntame otra vez
lo de mi madre de nacimiento”. Antes de responder, intenta
132
entender lo que está pensando y sintiendo. No te limites a pro-
porcionarle de forma honesta la información que demanda;
aprovecha la oportunidad para ayudarle a entender y manejar sus
sentimientos.
- Leed libros sobre adopción.
Leer –y releer– buenos libros sobre el tema ayuda al niño a
entender su adopción de forma positiva y hace que hablar de
ello sea natural. Muchos cuentos infantiles ignoran la vida del
niño antes de la adopción, como si no tuviera pasado o éste no
importara. Trata de encontrar también libros que traten con
delicadeza el tema de los orígenes, que ayuden a entender al
niño que, a veces, hay padres que tienen un bebé pero no pue-
den criarlo. Si tiene la edad suficiente, sugiérele novelas que
toquen el tema de una forma positiva. ¡Y no te fíes de las rese-
ñas! Lee siempre el libro antes que él, así sabrás qué tipo de pre-
guntas esperar.
- Contacta y frecuenta otras familias como la tuya.
A partir de cierta edad, los niños adoptados se sienten infelices por
ser distintos a sus amigos. Conocer otros niños como ellos y
entender que también ellos sienten lo mismo, les ayuda a no sen-
tirse unos bichos raros (no es lo mismo saber que existen que
conocerlos en persona). Además, el contacto con otras familias
proporciona la oportunidad de compartir experiencias e inter-
cambiar consejos y apoyo también entre los adultos.
¥
133
El Libro de su Historia
134
- ofrece múltiples oportunidades de hablar de todo lo relativo a la
adopción y de explorar los sentimientos del niño al respecto.
Nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para empezar
un libro de la vida de... Cuando los niños son pequeños, ayudan a
contarle y a entender cómo llegó a ser parte de la familia. A medida
que crecen, resulta un material muy útil para explorar sus dudas y sus
sentimientos.
Con cada lectura el niño irá captando matices distintos y pro-
fundizando en lo que le inquiete o interese en cada momento. Es
posible que cuando crezca, decidáis juntos modificar algunos textos
o completarlos.
Si tu hijo tiene la edad suficiente, confeccionad juntos el libro.
Puede ayudarte eligiendo las fotos, haciendo un dibujo cuando no las
hay, recortando, pegando... Si tiene recuerdos de su pasado, anímale a
relatarlos e intégralos en el álbum. La elaboración del libro en sí
puede dar ocasión a múltiples oportunidades de hablar de la adop-
ción de una manera placentera.
No existe un modo único de elaborar un libro de este tipo.
Puede estar escrito en primera o en tercera persona, titularse “La vida
de Sarah” o “Esta es mi historia”, utilizar una carpeta de anillas con
hojas plásticas para colocar fotos o un álbum de papel especial. Cada
niño, y cada historia, es única, por lo que cada libro lo será también.
Es posible que al principio te resulte difícil saber por dónde empe-
zar, pero el esfuerzo merece la pena.Tal vez las siguientes ideas pue-
dan ayudarte:
- La vida del niño empieza el día de su nacimiento; el
relato de su vida, por tanto, también. Incluso cuando la
información es escasa o inexistente, la familia biológica debería
ser mencionada. “No tenemos ninguna información sobre tu
padre biológico” por lo menos reconoce su existencia y pone de
manifiesto que no hay nada malo en hablar de él. Si tienes fotos
135
de sus familiares biológicos, o en su historial aparecen datos
sobre ellos, inclúyelos.
- No es necesario que el texto sea muy extenso, pero es
importante elegir cuidadosamente las palabras, utilizando
un vocabulario positivo para construir un relato que se corres-
ponda con la verdad. Los hechos deben ser presentados de modo
que ayuden al niño a entender y aceptar su pasado. En lugar de
decir que sus padres biológicos “no se lo quedaron” o “lo aban-
donaron”, en la mayoría de los casos es igualmente cierto y más
apropiado contar que hicieron un plan para que pudiera ser
adoptado.
- Las causas por las que el niño fue entregado en adop-
ción deben ser siempre reflejadas. Adecúa la explicación a
su capacidad de comprensión, pero no tergiverses ni edulcores
la realidad. Por muy dura que sea su historia, no creas que no
podrá soportar saberla, ¡ya la ha vivido en primera persona y ha
sobrevivido a ella!
- Todos los niños realizan alguna trastada que, aunque en el
momento enoja a los padres, con el tiempo se convierte en una
divertida anécdota familiar. O manifiestan de pequeños un
miedo o una fobia curiosa que con el tiempo superan y les hace
reír. Incluir su relato indica al niño que puede cambiar y que
cambiará en el futuro.
- No dés por terminado el libro en el momento en que el
niño llega a casa. Aunque es poco probable que lo continúes
haciendo toda la vida, prolóngalo algún tiempo más. Incluye los
acontecimientos importantes en su vida, sus gustos y aficiones,
los distintos colegios por los que pasa, sus profesores y amigos,
los cumpleaños, un viaje o unas vacaciones especiales, etc. etc.
¥
136
Educar en el derecho a la intimidad
138
los padres entiendan cuanto antes que los orígenes de nuestros niños
son historias privadas y que a ellos les corresponde decidir con quién
y hasta dónde quieren compartirlas.
- Recuerda que la historia de tu hijo le pertenece sólo a
él y que desvelar detalles de su vida antes de la adopción –tanto
sin son positivos como si son negativos– viola su derecho a la inti-
midad. Hay quienes creen que vivir el tema con naturalidad supo-
ne hablar de ello abiertamente con cualquiera, que nada hay en el
relato de la vida del niño que deba ser secreto u ocultado. Merece
la pena insistir en que no es lo mismo el secretismo que la priva-
cidad. Un secreto es una información que se le esconde a alguien
directamente implicado; la privacidad es un derecho fundamental
de cualquier persona a proteger de intromisiones externas su inti-
midad y su vida privada.
- A no ser que esa información sea relevante, nunca reve-
les que es adoptado, ni siquiera cuando las diferencias físicas
lo hagan evidente.Vivir la adopción con naturalidad no signifi-
ca recordarle continuamente a tu hijo cómo llegó a la familia ni
hacerle sentir que ser adoptado es su tarjeta de presentación.
- Cuando alguien que tiene un trato frecuente con el niño –su
pediatra, su profesor, vuestro círculo familiar más próximo–
pregunte sobre sus experiencias antes de la adopción, plantéa-
te si realmente esa persona necesita esa información.
Rebotar la pregunta diciendo “¿Por qué lo preguntas?” suele ser
una manera de averiguarlo. Si crees que es bueno para tu hijo
que compartas esa información, hazlo, pero cíñete a los datos
que sean relevantes.Y no olvides dejar claro que esa informa-
ción es confidencial.
¥
139
La familia extensa
140
qué dices eso?” o “¿Qué quieres decir?” dan la oportunidad de
iniciar una conversación relajada y aclarar el tema sin que nadie
se sienta herido.
- No permitas ningún chiste racista o comentarios joco-
sos que impliquen una visión negativa de la adopción.
Conseguir reírnos de nosotros mismos es un sano síntoma de
aceptación, pero no olvides que los chistes son un peligroso
transmisor de estereotipos y que pueden resultar una fuente de
inseguridades para tu hijo.
Un abuelo que adora a su nieto pero es incapaz de desprender-
se de los prejuicios racistas sobre su comunidad de origen o un fami-
liar que insiste en establecer diferencias entre quienes tienen y no tie-
nen relaciones de sangre pueden poner a los padres en un difícil
brete.Tenemos claro que nuestra prioridad debe ser proteger a nues-
tros hijos y proporcionarles un ambiente familiar libre de prejuicios,
que no cuestione el modo en que llegaron a la familia. ¿Qué hacer
cuando nuestros intentos por educar y sensibilizar al entorno resul-
tan inútiles? ¿Evitar las celebraciones y comidas familiares? ¿Apartar
de nuestra vida a personas que deberían seguir siendo importantes en
ella?
En estos casos, apoyar y defender a nuestro hijo manteniendo al
mismo tiempo la unidad de la familia es, sin duda, un reto difícil. En
primer lugar, es necesario asumir la realidad: no podemos cambiar a
los miembros de nuestra familia aunque haya en ellos aspectos u opi-
niones que nos desagraden. Sin embargo, podemos y debemos pro-
teger a nuestros hijos de la discriminación o las alusiones peyorativas
en torno a la adopción o la raza.
Si tus esfuerzos por educar a tus allegados fracasan, conviene
cambiar el tipo de respuesta ante sus comentarios. Una buena estra-
tegia es interrumpir la frase incluso antes de que sea pronunciada,
dejando claro que no tolerarás que esas cosas se digan en tu casa. Si
141
te callas, de alguna manera estás validando esa opinión a los ojos de
tu hijo, cuando tu principal objetivo debería ser precisamente ense-
ñarle a defenderse de ella.
Después de cada incidente, siéntate a hablar con tu hijo tan
pronto como estéis a solas. Déjale absolutamente claro que estás en
total desacuerdo con esas opiniones. Puedes añadir también que, a
pesar de ello, tú sigues queriendo a la persona en cuestión. Educar en
la tolerancia significa enseñar a nuestros hijos que hay personas que
tienen una visión de la vida distinta a la nuestra y que, aunque pen-
semos que están gravemente equivocadas, no siempre podremos con-
vencerlas.
Explícale por qué crees tú que la persona en cuestión tiene esos
prejuicios. Cuanto más entienda de dónde proceden, más fácil le será
argumentar en su contra y defenderse de ellos. Habrá ocasiones en
que tú y tu hijo no podréis evitar sentiros heridos, pero considera
que esa mentalidad es algo con lo que sin duda os iréis encontrando
a lo largo de la vida, así que trata de enfocarlo como una ocasión de
aprendizaje.
Cuando este tipo de situaciones se encaran con firmeza pero
con una visión positiva, permiten enfatizar una lección esencial: el
amor en la familia es incondicional, y a pesar de las estupideces que
podamos hacer o decir, siempre nos seguiremos queriendo.
¥
142
Las preguntas intrusivas
143
- y/o clarificar que la adopción forma verdaderas familias
y que ellos son “nuestros propios hijos”.
Puesto que las preguntas en torno a la adopción son un hecho
inevitable, los padres deberían cuanto antes lograr hacerles frente sin
perder la calma.Algunas personas las viven como una oportunidad de
explicar lo felices que la adopción les ha hecho; otras como una
indignante intromisión en su vida privada. En cualquier caso, debe-
mos esforzarnos por aprender a responderlas en un tono cordial que
no denote impaciencia ni enfado. La respuesta encendida o indigna-
da de un padre causará sin duda mayor dolor o más dudas en el niño
que la escucha que cualquier cosa que un extraño diga o insinúe.
¥
144
El dichoso foco perseguidor
145
- Protege el espacio de tu hijo y proporciónale los recur-
sos necesarios para hacerlo por sí mismo. Cuando las per-
sonas desconocidas los tocan y acarician, los niños pueden sen-
tirse incómodos. Frases como “A mi hijo no le gusta que le
toquen el pelo”, pronunciadas con una sonrisa en los labios, son
una buena táctica. Enséñale y dale permiso para defenderse él
mismo de modo educado.
¥
146
El humor y otros aliados
147
puesta o te parece que le ha quedado alguna duda o preocupa-
ción, habla con tu hijo más tarde.“¿Has visto que cosas pre-
gunta la gente? ¡No sabía qué contestar!” puede ser una forma
de comenzar. Charla con él de cómo podíais haberlo hecho o
de cómo lo haréis la próxima vez que se plantee una situación
similar.
- Recuerda que la mejor respuesta ante una pregunta intrusiva
es aquella que protege a nuestro hijo y su privacidad y
que somos capaz de decir con un tono amigable, a ser
posible con una sonrisa.
¥
148
A modo de epílogo
Escribir este libro ha sido una experiencia muy enriquecedora que
me ha obligado a documentarme y reflexionar sobre aspectos esenciales de
mi propia familia, algunos de los cuáles apenas intuía cuando inicié el cami-
no que me llevaría a convertirme en la madre de mi hija. De aquella pri-
mera etapa de esta maravillosa aventura recuerdo con claridad la avalancha
de dudas y temores que experimenta cualquier madre primeriza.Ahora que
ha pasado el tiempo, soy consciente de que esos miedos estaban acrecenta-
dos por el poso de los prejuicios y los mitos en torno a la adopción de los
que, ingenuamente, me creía a salvo.
El primer mito, y tal vez el más engañoso de todos, es que el amor todo
lo puede, que lo único que necesitan nuestros hijos son unos padres que los
quieran. No cabe duda de que todo niño necesita el amor y el apoyo incondi-
cional de sus padres, pero el amor ciego no sana todas las heridas ni elimina
todas las preguntas sin respuesta. Sólo entendiendo cómo viven ellos la adop-
ción y aceptando que tienen un pasado y unas experiencias que han contri-
buido a modelar lo que son y lo que sienten podremos comprender qué es lo
que necesitan de nosotros para crecer sanos y felices.
Otro mito interesante es el de los extremos, que considera que las adop-
ciones son cuestión de cara o cruz: o bien desde el primer encuentro padres e
hijos inician una vida en común llena de felicidad y satisfacciones, o bien la
adopción crea una situación extremadamente difícil donde el niño no consi-
gue adaptarse a su nuevo entorno y la familia entra en una crisis continua en
la que todos sus miembros sufren enormemente. La realidad es que la inmen-
sa mayoría de las familias nos encontramos en una zona intermedia. Como
ocurre en los hogares fundados sobre lazos biológicos, hay días en que nuestra
familia nos hace sentir increíblemente felices y afortunados, y momentos en
que a duras penas nos soportamos los unos a los otros. Ser padre es una expe-
riencia maravillosa y enormemente enriquecedora, aunque conlleva retos que
pueden confundirnos, estresarnos y deprimirnos. En eso tampoco somos dife-
rentes de los demás padres.
Un tercer mito al que con frecuencia nos aferramos es el de pensar que,
desde el mismo momento en que finalizan los trámites, somos una familia
como cualquier otra. En muchos sentidos es cierto, los derechos y obligaciones
tanto legales como morales que nos unen son exactamente los mismos. Sin
embargo, convertirse en familia no es un proceso instantáneo. Necesitamos
149
tiempo para aprender a ser y sentirnos padres, y nuestros hijos lo requieren para
aprender -o recordar- cómo ser hijos.
La adopción constituye verdaderas familias y estoy absolutamente con-
vencida de que no querría más a mi hija si la hubiera llevado en mi vientre,
y de que es tan hija mía como yo lo soy de su abuela. Ello no es óbice, sin
embargo, para admitir que tenemos en común ciertas peculiaridades, por
decirlo de algún modo. Los padres adoptivos nos encontramos con situacio-
nes que nos desconciertan y preocupan, pero que son comunes en muchas
familias como la nuestra.Ver a tu hijo recién llegado acunarse dándose cabe-
zazos contra la pared –o escuchar de sus labios un ¡tú-no-eres-mi-madre! car-
gado de furia– puede provocar angustia y dolor, sobre todo cuando aparece
cómo algo inesperado.Y, sin embargo, son reacciones “de libro”, comunes en
muchos hogares, que no deberían sorprendernos ni crearnos inseguridades.
La mayoría de los niños adoptados han sufrido pérdidas más o menos
traumáticas y carencias importantes en su estimulación. Es de esperar, pues, que
su desarrollo tanto físico como psíquico y emocional se haya visto comprome-
tido. Dependiendo de sus experiencias previas y del tiempo que hayan estado
institucionalizados, es posible que los padres necesiten buscar apoyo de profe-
sionales especialistas (pediatras, logopedas, psicólogos, etc.), en muchos casos de
forma más o menos puntual, y en un porcentaje muy bajo en terapias más o
menos prolongadas. Actualmente, es difícil encontrar estos recursos cuando se
necesitan, pero es de esperar que el crecimiento espectacular de las cifras de la
adopción nos depare un futuro en el que los especialistas en adopción dejen de
ser una “rara avis”.
Afortunadamente, la naturaleza ha dotado a los cachorros de la espe-
cie humana de una increíble capacidad de adaptación y aprendizaje y un
entorno familiar estructurado y cálido constituye el caldo de cultivo ópti-
mo para su desarrollo. Existe el riesgo de que los padres caigamos en el
error de achacar cualquier reacción de nuestros hijos que no entendamos
al hecho de ser adoptados, por lo que antes de dar por finalizado este libro
quisiera insistir en una idea bastante obvia: la adopción es una variable a
tener en cuenta, pero no la única determinante de su comportamiento.
Nuestros niños son, ante todo, niños. Como todos los niños tienen sus días
y sus momentos, sus celos, sus rabietas, sus fases de maduración, etc.; y nos-
otros el privilegio de verlos crecer, de tenderles la mano para avanzar jun-
tos y de disfrutar de sus logros. Una aventura apasionante.
150