Guia de Los Anfibios y Reptiles de Charc
Guia de Los Anfibios y Reptiles de Charc
Guia de Los Anfibios y Reptiles de Charc
ii Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato iii
iv Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
UMA COATZIN
Ambystoma velasci
Primera edición, 2014. Guía de los Anfibios y Reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato.
UMA Coatzin
Prol. Piñon No. 39, Barrio de la Cruz, C.P. 76800, San Juan del Río, Querétaro, México.
ISBN: 978-607-95611-0-9
Contenido
Dedicatorias xi
Agradecimientos xii
Presentación xiii
Prólogo xv
Introducción 1
Reptiles 13
Clase reptilia 13
Reptiles 13
Testudines o Chelonia (tortugas) 14
Lepidosauria/Rhynocephalia (tuátara) 14
Lepidosauria/Squamata/Lacertilia (lagartijas) 15
Lepidosauria/Squamata/Serpente (serpientes) 15
Lepidosauria/Squamata/Amphisbaenia (reptiles anillados) 16
Archosauria/Crocodylia (cocodrilos) 16
vii
viii Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Reptiles/Lagartijas 49
Lincer/Plestiodon lynxe 49
Lincer y escorpión (Figura 24) 49
Escorpión/Barisia imbricata 50
Reptiles/Serpientes 50
Cincuate y/o alicante/Pituophis deppei 50
Cincuate (Figura 25) 51
Glosario 53
Literatura Citada 59
Imágenes y Autorías 63
Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato xi
Dedicatorias
Esta obra está dedicada a los habitantes de Charco Azul quienes se encuentran en estrecho
contacto con los anfibios y reptiles de la Sierra Gorda guanajuatense; a su vez, convocamos
y esperamos servir como un impulso para que más herpetólogos mexicanos, quienes día a
día luchan desde sus distintas trincheras, ya sea en el campo, gabinete, aula o laboratorio,
dirijan sus esfuerzos en la divulgación del conocimiento sobre la herpetofauna de nuestro
país; esperando que esta obra sea de gran utilidad para todas aquellas personas ávidas
de conocer más sobre la fauna, y en particular, de animales tan emblemáticos como son
los anfibios y reptiles.
A mi hija Carla Paola, quien es el motor que mueve mi vida en cada paso que doy. Gracias
por darme el honor y dicha de formar parte de tu vida y hacer de tus logros los míos.
Al aventurero más increíble de este mundo, el que se sorprende y maravilla a cada mo-
mento, a pesar de ser aún pequeño, es un verdadero naturalista en desarrollo, su gran
corazón inspira a seguir difundiendo la gran riqueza de México. Con mucho cariño para
mi hijo Matías Domínguez Martínez
Agradecimientos
Presentación
xiii
xiv Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Prólogo
xv
xvi Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato
Introducción
En resumen, este trabajo contempla varios temas entre los que se incluyen: 1- Ge-
neralidades acerca de los anfibios y reptiles, como su clasificación, evolución e historia
natural, 2- Aspectos socio-económicos de Charco Azul, 3- Diversidad de especies de
los anfibios y reptiles de Charco Azul, 4- Fichas descriptivas de las especies para ambos
grupos biológicos, y 5- Usos, mitos y costumbres en cuanto a los anfibios y reptiles
en el sitio. Además se proporciona un glosario que ayuda a entender algunos de los
términos que se manejan dentro de esta obra.
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato
Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato
pende de un alto grado de agudeza visual, ya que suelen ser muy escurridizas,
y regularmente se encuentran en lugares donde su coloración es críptica, esto
es, que las hace parecerse al entorno que las rodea, dificultando su observa-
ción. Cabe resaltar que por ninguna circunstancia se debe capturar o mane-
jar una serpiente, ya que pueden ser causas de accidente mortales, al ser la
persona mordida, como es el caso de especies venenosas y entre las cuales se
incluye a las serpientes de cascabel (presentes en Charco Azul). En este senti-
do, es importante conocer la forma de identificar serpientes venenosas para
prevenir accidentes. En general, las serpientes de cascabel pueden identificarse
a simple vista, por la presencia de una estructura quitinosa, llamada cascabel,
la cual es muy evidente, de ahí su nombre “Cascabel”, otra característica es
la posición de la pupila, presentándose esta de manera vertical, y aunque si
bien, está es una característica distintiva en las cascabeles, se puede observar
en otras serpientes no venenosas, como la culebra Hypsiglena torquata.
110. En el caso de las tortugas, estas suelen ser comunes en cuerpos de agua per-
manentes o temporales en los que habitan, sin embargo, suele ser un tanto
difíciles de localizar, puesto que muchas de las veces permanecen ocultas, ya
sea en los cuerpos de agua o vegetación que rodea a estos, sólo observándo-
seles cuando sacan su cabeza para respirar.
111. Finalmente, debe tomarse en cuenta que al querer observar anfibios y rep-
tiles en su medio natural o salvaje, no se recomienda atraparlos, ya que al
hacerlo, los organismos se defenderán al sentirse acorralados o estresados,
o bien escaparán. Por lo que lo más recomendable es no molestarlos, ni
atraparlos.
Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato
Generalidades
de los Anfibios y Reptiles
Anfibios
Clase Amphibia
10
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato 11
Los anfibios incluyen como tal, a los sapos, ranas, ajolotes, salamandras y cecilias,
siendo su origen y aparición en el la tierra, hace aproximadamente unos 368 millones
de años, y en un periodo conocido como Devónico Superior (Vázquez-Díaz y Quin-
tero-Díaz, 2005). En términos generales los anfibios se agrupan y clasifican en tres
grandes ordenes: Anura, Caudata o Urodela, y Gymnophiona.
Anura. Está integrado por las ranas y sapos, existiendo a nivel mundial, un poco más
de cuatro mil especies (Pough et al., 2001), y en México se tienen aproximadamente
unas 234 especies (Parra-Olea et al., 2014), mismas que muestran una gran variedad
y habitan en todo el territorio nacional, ocupando distintos ambientes; desde las sel-
vas lluviosas hasta las dunas arenosas, manglares y lagunas en las zonas costeras; los
bosques de niebla o mesófilos de montaña, los de pino y encinos en las zonas tem-
pladas, los bosques de matorral submontano y xerófilo en las planicies del país; así
como zonas limítrofes de los desiertos (Jiménez-Velázquez et al., 2012; Pough et al.,
2004). Por otra parte, entre las ranas, existen especies que son totalmente acuáticas,
es decir, que todo su ciclo de vida o la mayor parte, se encuentran en el agua, o muy
cercas de ésta (Jiménez-Velázquez et al., 2012). Sin embargo, existen otras como las
ranitas terrestres de la familia Craugastoridae; que no necesitan obligadamente estar
en el agua, basta con que exista alta humedad en el ambiente; además, las ranitas de
este género presentan desarrollo directo.
Caudata. A los miembros de este grupo se les conoce así ya que presentan una es-
tructura llamada cola o cauda —generalmente comprimida— que sirve para darles
movilidad en el medio acuático (Pough et al., 2001, 2004). En México, se tiene a los
ajolotes (familia Ambystomatidae) y salamandras (familia Pletodontidae), con 137
especies (Parra-Olea et al., 2014). Las diferencias entre ajolotes y salamandras son en
primer lugar su forma o apariencia, que en algunos casos suele ser similar y por ello
se les llega a confundir. Los ajolotes, por lo general presentan una corona de bran-
quias que les ayudan a respirar en el agua (Zug et al., 2001), aunque algunas especies
en estado adulto pierden esa corona, por un proceso de metamorfosis, por lo que se
asemejan más en apariencia a sus primas terrestres (salamandras), un ejemplo de ello,
es el ajolote (Ambystoma velasci, muy común en Charco Azul, Xichú). En el caso de
las salamandras, éstas viven en ambientes con alta humedad, y sus extremidades y
cuerpo están más adaptados a las condiciones terrestres, a diferencia de los ajolotes,
no son de hábitos acuáticos (al menos no las especies mexicanas). Algo que comparten
ajolotes y salamandras con las ranas y sapos, es una piel lisa y suave, que presenta una
capa protectora que cubre el cuerpo y lo protege de heridas o patógenos, así como
para darle menor fricción en el agua, en el caso de las especies acuáticas, si bien en las
terrestres también la presentan, ésta no es tan abundante (Zug et al., 2001; Pough et
12 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Reptiles
Clase Reptilia
Reptiles- La palabra reptil, se deriva del vocablo latín reptile, cuya forma sustantiva
es reptilis; y que significa “el que se arrastra”, hace referencia particularmente a las
serpientes; en tanto el término repere (reptar: arrastrarse, deslizarse y reptar); es más
general. Su origen pudo haber ocurrido de entre 280 a 338 millones de años, durante
la era Paleozoica, siendo actualmente los grupos vivientes reconocidos: Testudines o
Chelonia (tortugas), Lepidosauria (Tuatara [reptil primitivo cuyo origen se remonta
a época de los dinosaurios, y actualmente sólo se le encuentra en Nueva Zelanda];
lagartijas, serpientes y anfisbénidos [reptil anillado con apariencia de un gusano]);
y Archosauria, específicamente se refiere a los Crocodylia (Pough et al., 2001; 2004,
2009; Vázquez-Díaz y Quintero-Díaz, 2005; Flores-Villela y García-Vázquez, 2014).
Una característica general de los reptiles es la presencia de estructuras llamadas “es-
camas”; en todos los miembros de este grupo cubren y protegen en su totalidad la
piel del organismo; a excepción de las tortugas, ya que éstas presentan un caparazón
o coraza de queratina formada por placas que protegen su cuerpo (Zug et al., 2001;
Pough et al., 2001; Jiménez-Velázquez et al., 2012).
Habitan casi todos los ambientes del planeta; bosques templados, desiertos y sel-
vas en la tierra, hasta los arrecifes coralinos en los mares (Pough et al., 2004), su tipo
13
14 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
su tipo de reproducción puede ser asexual (como por ejemplo, en algunas especies de
lagartijas del género Aspidoscelis), sexual; ovíparas o vivíparas; los hay de vida corta
(dos a tres años, por ejemplo; lagartijas de talla mediana como Sceloporus grammicus),
hasta 80 años, como los cocodrilos (ejemplo Crocodylus acutus), así como tortugas
marinas y algunas terrestres (Zug et al., 2001; Pough, 2001, 2004, 2009; Vitt y Caldwell,
2009, 2014; Jiménez-Velázquez et al., 2012).
Los reptiles son llamados comúnmente organismos o animales de sangre fría; lo
que ha dado lugar a la falsa creencia de que sean malos o que no tengan sentimientos,
según el folklore popular (Casas-Andreu, 2004). Sin embargo, el término “sangre
fría”, se refiere a otra cosa más importante que ayuda a los reptiles a vivir y que tiene
que ver con la capacidad de tomar la energía del sol —transformada en calor en su
cuerpo para poder regular su temperatura—, ya que ellos no tienen la capacidad de
mantener su energía corporal controlada con respecto a la del medio exterior, como
lo hacen los mamíferos (Pough et al., 2001).
A continuación se mencionan algunos aspectos y características importantes para
los tres grupos de reptiles vivientes. Sin embargo, debe recalcarse que si bien alguno
de ellos no se encuentran presentes en Charco Azul ni en Guanajuato, es importante
mencionarlos en esta obra, ya que forman parte de la diversidad de los reptiles tanto
de México como del mundo.
casi 210 millones de años (desde el periodo Triásico); así que se pude considerar un
fósil viviente (Pough et al., 2001; Vázquez-Díaz y Quintero-Díaz, 2004). Actualmen-
te, existe sólo una especie viva; Sphenodon punctatus que sólo se puede encontrar en
Nueva Zelanda en el continente de Oceanía (Vázquez-Díaz y Quintero-Díaz, 2005).
Las especie del género alcanzan una talla o tamaño de 300 mm en promedio de LHC
(Longitud hocico cloaca), son de hábitos terrestres; viven en los acantilados y entre
rocas, utilizando las madrigueras hechas por las aves marinas, siendo su actividad
durante la noche y su alimentación se basa principalmente en insectos, aunque tam-
bién puede comer caracoles marinos, huevos de aves, lagartijas y ranas (Pough et al.,
2004). Su tipo de reproducción es ovíparo, y el tamaño de puesta es de 5 a 15 huevos,
y se da un cuidado de los mismos en el nido o madriguera (Jiménez-Velázquez et al.,
2012).
hallarse en selvas, bosques, pastizales, matorrales y a elevaciones que van desde el nivel
del mar (incluso las hay marinas de la familia Hydrophinae); en las dunas de arenas,
manglares y pantanos hasta más de los 4000 msnm en las zonas de alta montaña, como
en el pico de Orizaba (Uribe-Peña et al., 1999). Las hay con actividad diurna y noctur-
na dependiendo del ecosistema en que se encuentren, y sus hábitos son variados; ya
que pueden ser acuáticas y semiacuáticas, terrestres, arborícolas y enterradoras (Flo-
res-Villela y García-Vázquez, 2014). Todas son depredadoras, es decir, buscan, cazan,
capturan y tragan a sus presas después de haberlas cazado; hay desde las que comen
pequeños insectos como la serpiente ciega tropical Ramphotyphlops braminus hasta la
gran Mazacoata o boa (Boa constrictor), que puede comer mamíferos del tamaño de
una cría de venado o becerro. Existen otras como las pitones, originarias del sur de
Asia, y las anacondas en Sudamérica (de hasta 10 metros de longitud) en las que se
ha registrado que pueden llegar a comer incluso una vaca entera, cocodrilos, jaguares
y seres humanos (Casas-Andreu, 2004; Jiménez-Velázquez et al., 2012; Flores-Villela
y García-Vázquez, 2014).
En las serpientes su reproducción es sexual, sin embargo, en algunos casos muy
raros, se ha reportado “partenogénesis”; siendo un ejemplo de ello, los géneros Bo-
throps y Crotalus (Jiménez-Velázquez et al., 2012). Los tipos de reproducción (sexual)
son el ovíparo y el vivíparo; el tamaño de la puesta o camada varía entre cada una de
las especies. Por ejemplo, en especies ovíparas como la coralillo (Micrurus tener), se ha
registrado un tamaño de puesta de 10 huevos (Vázquez-Díaz y Quintero-Díaz, 2005).
En tanto que para especies vivíparas como Mazacoata (Boa constrictor), el tamaño de
camada varía de 10 a 20 crías (Santiago-Pérez et al., 2012).
Contexto geográfico
El Municipio de Xichú junto con los de Victoria, Artejea, Santa Catarina y parte norte
de San Luis de La Paz, se encuentran comprendidos dentro de la Reserva de la Biosfera
Sierra Gorda-Guanajuato (RBSG-G; Campos-Rodríguez et al., 2009). La RBSG-G,
abarca una superficie de 236, 882 hectáreas, y presenta varios tipos de vegetación,
entre los que se incluyen comunidades de cactáceas, selva baja caducifolia, bosque de
pino, bosque de encino, matorral xerófilo y matorral submontano (Rzedowski, 1978;
SEMARNAP, 1999).
19
20 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
En el caso particular de Charco Azul (ChA), mejor conocido como “Parque Eco-
turístico Charco Azul”, se encuentra enclavado en la zona núcleo de la RBSG-G, en
la comunidad de El Ocotero (21° 17’ 43’’ Norte y 100° 03’ 39’’ Oeste; Figura 2), ejido
de Casitas, Municipio de Xichú, Guanajuato. Colinda al norte con la comunidad de
Casitas, dentro del mismo ejido, y en dirección norte con el poblado de El Pilón, y
pueblo y cabecera municipal de Xichú; y hacia el noroeste con la comunidad de San
Agustín, Municipio de Victoria (SEMARNAT, 2005).
Presenta elevaciones que van de los 2200 a los 2296 metros sobre el nivel del mar;
el clima es templado; precipitación y temperatura promedio anual de 617 mm, y 16 y
18 °C, respectivamente (García, 1973). El tipo de vegetación característico correspon-
de a bosque de encino, y algunos elementos de pino, cedro, matorral submontano e
hidrófitas (carrizales; introducidos en el área; Rzedowski, 1978; Figura 3).
Aspectos Socio-económicos
Charco Azul tiene una población aproximada de 170 habitantes, siendo mayor el
número de mujeres que de hombres. En el sitio hay 40 viviendas, las cuales en su
mayoría cuentan con servicios de luz y agua (en el caso del agua, esta también es to-
mada directamente de la poza de agua que se encuentra en ChA); de éstas, la mayoría
son de techo de lámina y sin piso. La población promedio cuenta con estudios a nivel
secundaria. En ChA no se cuenta con centros educativos de ningún nivel, por lo que
los niños y jóvenes, tienen que trasladarse a otras comunidades, ya sea a Casitas, en
donde se cuenta con un kínder y primaria, o bien, hacia la comunidad de La Joya
en el Municipio de Victoria para asistir a la secundaria (SEMARNAT, 2005). Entre
las principales actividades económicas se tiene la agricultura, siendo la producción
y venta de manzana, así como sus derivados (licor de manzana, jalea y dulce) una
Diversidad de los
Anfibios y Reptiles
23
24 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
En cuanto a familias, géneros y especies para anfibios, los anuros (sapos y ranas)
presentan el mayor número de especies, en tanto que para los reptiles, las serpientes
son más diversas, como es el caso de la familia Colubridae (Cuadros 2 y 3).
Fichas Descriptivas
para las Especies
Las fichas descriptivas para las especies de anfibios y reptiles de Charco Azul (ChA),
se desarrollaron con base en la literarura especializada como libros, guías y tesis que
refieren a información: morfológica, ecológica y reproductiva de las especies que se
describen para el sitio. En cada una de las fichas en el apartado que dice Fuentes, apa-
rece el número que corresponde a cada autor (es) consultado o referido. Las fuentes
se ordenaron por año de publicación.
25
26 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Sapo/Incilius occidentalis
Ranita/Hyla eximia
Rana/Lithobates berlandieri
Ajolote/Ambystoma velasci
Tlaconete/Pseudoeurycea cephalica
Casquito/Kinosternon integrum
Escorpión/Barisia imbricata
Colorado/Sceloporus minor
Lincer/Plestiodon lynxe
Culebrita/Conopsis lineata
Culebrita/Geophis latifrontalis
Culebrita/Rhadinaea taeniata
Culebrita/Storeria dekayi
Cascabel/Crotalus molossus
Cuadro 4. Se muestra la lista anotada de los anfibios y reptiles de ChA, y se especifica su estatus
de conservación conforme a la Norma Oficial Mexicana “NOM-059-SEMARNAT-2010”. A =
Amenazada, Pr = Sujetas a Protección Especial, P = En Peligro de extinción, Nc = No consi-
derada (DOF, 2010). Se incluye además su endemismo: e = Endémica, Ne = no endémica.
Especie Hábitos Nombre común Endemismo Estatus
Amphibia/Anura/Bufonidae Acuáticos Sapo Ne Nc
Incilius occidentalis (Camerano,
1879)
Hylidae Hyla arenicolor Cope, Acuáticos Ranita, arenera Ne Nc
1866
H. eximia Baird, 1854 Acuáticos Ranita Ne Nc
Ranidae Lithobates berlandieri Acuáticos Rana Ne Nc
Baird, 1854
Caudata/Ambystomatidae Acuáticos Ajolote Pr E
Ambystoma velasci Dugès, 1888
Plethodontidae Pseudoeurycea Terrestres Salamandra, Nc E
cephalica (Cope, 1865) tlaconete
Reptilia/Testudines/ Terrestres, Tortuga, Pr Ne
Kinosternidae Kinosternon acuáticos casquito
integrum Le Conte, 1824
45
46 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Guanajuato, al igual que otros estados de nuestro país es rico en costumbres, mitos y
tradiciones que tienen que ver con animales, en particular con los anfibios y reptiles,
lo cual en términos generales se puede definir como etnoherpetofauna “estudio sobre
la cosmovisión, tradición y conocimiento que los pueblos indígenas o personas, tienen
acerca de los anfibios y reptiles que incide en aspectos culturales, sociales y económi-
cos de su vida”, siendo en su mayoría esta percepción negativa e infundada en casi la
totalidad de los casos, además de muy imaginativa y ocurrente. Puesto que no existe
un fundamento probado y sólido que explique lo visto por las personas, no al menos
desde el punto de vista científico, ya que la mayoría de las creencias se pueden com-
probar desde un enfoque real y basado en pruebas tangibles, que se justifican por el
conocimiento que se tiene en cuanto a la biología de las especies que conocemos hoy
en día, y que comúnmente, las personas nombran como sapos, lagartijas y culebras,
o simplemente bichos (Pough et al., 2001; Casas-Andreu, 2004). En Charco Azul, se
cuenta con una rica gama de mitos y usos en cuanto a los anfibios y reptiles, siendo
algunos de éstos y para algunas especies, los siguientes:
Anfibios/Sapos
Sapo (Incilius occidentalis; Figura 23). Se tiene la creencia, como en la mayoría del te-
rritorio guanajuatense y nacional, que los sapos pueden ser tóxicos y causar la muerte.
En ChA, se piensa que el veneno “leche” que saca —como dice la gente— es tóxica
y muy peligrosa, si se llega a agarrar al animal con las manos. Además, se cree que
mientras más grande al inflarse, es más malo. Si bien es verdad, que los sapos no son
muy agradables a la vista para la mayoría de las personas ya que su forma, aspecto y
consistencia (rugosa y con tubérculos sobre el dorso), causa una sensación de miedo
y asco a las personas. Por otra parte, la llamada “leche” o sustancia blanca que se ob-
serva salir del cuerpo de los sapos, se concentra en unas estructuras llamadas glándulas
parotoides, situadas por atrás del ojo sobre la cabeza, y que en algunas especies de
sapos-particularmente, la familia Bufonidae, se puede extender al cuello y/o hombros.
47
48 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
La función de esta glándula, es secretar una sustancia viscosa con potencial tóxico
(Canseco-Márquez y Gutiérrez-Mayén, 2010), que sin embargo, y para los sapos en
México, esta sustancia no es letal para el ser humano, simplemente la utilizan como
un mecanismo de defensa ante depredadores. Por otra parte, las personas, no tienen
alguno uso y/o aprovechamiento de los sapos en ChA.
Anfibios/Ajolote
Ajolote (Ambystoma velasci; Figura 23). La palabra “ajolote” proviene del vocablo
náhuatl axolotl (monstruo acuático; Casas-Andreu, 2004). En ChA, se tiene la creen-
cia de que los ajolotes pueden introducirse al cuerpo de las personas que están en el
agua, ello a través del recto, o bien que pueden sacar ronchas si se les toca, ya que la
viscosidad de su cuerpo es tóxica; en ambos casos, las afirmaciones son falsas. Para
el primer caso es un tanto fantasioso y realmente no sería de interés para el ajolote
ocupar un sitio que sería imposible utilizar como refugio, y más el hecho de entrar
en él. Los ajolotes, en realidad suelen permanecer entre el sustrato de los cuerpos de
agua, o bien entre la vegetación sumergida o el material vegetal “hojarasca” en suspen-
sión sobre la superficie Por otra parte, “la viscosidad” como lo llaman las personas,
es la capa de mucosa que protege el cuerpo del anfibio, ya sea para no friccionarse o
lastimarse con rocas, hojas u otros microhábitats, y facilitar su desplazamiento en la
columna de agua. Así como para evitar el ataque de bacterias y hongos que puedan
causar enfermedades, siendo la mucosa, más que nada un aislante y capa protectora
(Zug et al., 2001; Casas-Andreu, 2004). En cuanto a algún uso o aprovechamiento,
los ajolotes de Charco Azul, no son utilizados por los pobladores, sin embargo, han
sido objeto de extracción por algunos visitantes que generalmente los utilizan como
mascotas o bien, los venden en el mercado negro.
Figura 23. Ajolote y sapo; forman parte de la cosmovisión de los habitantes de Charco Azul, Xichú.
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato 49
Reptiles/Lagartijas
Lincer (Plestiodon lynxe; Figura 24). Entre los reptiles, uno de los mitos más comunes
es el de la lagartija conocida como Lincer. Se cree que esta es una especie venenosa que
puede ser mortal si se le toca, y más aún si pica, de hecho ninguna lagartija o serpiente
pica o tiene capacidad para hacerlo, puesto que no tienen estructuras especializadas
para ello, como un estilete, en el caso de las chinches; o el aguijón en las abejas; en
todo caso morderían, pero son carentes de veneno.
En este sentido, es factible recalcar que tal vez esta idea tenga que ver con el hecho
de que esta especie, exhiba su lengua bífida —la lengua le ayuda a percibir los cam-
bios de temperatura y detectar aromas en el aire— y las personas piensen que tiene
más características de serpiente que de lagartija. Además P. lynxe, suele vivir entre la
hojarasca en ambientes con vegetación de encino y pino, y se desplaza y oculta con
facilidad entre las hojas secas (Santiago-Pérez et al., 2012). Este comportamiento de
Escorpión (Barisia imbricata; Figura 24). Esta lagartija, no sólo es temida en ChA, sino
en varias localidades y municipios de Guanajuato, y en gran parte de los estados en
los que se distribuye, particularmente en la zona centro de México (Ramírez-Bautista
et al., 2009). Su aspecto suele ser más parecido al de una serpiente; de lengua bífida,
cabeza ligeramente triangular, escamas lisas y extremidades cortas; por lo que sin duda
para muchas personas es una serpiente, y se le suele temer. Además, es una especie
que al sentirse observada huye —al igual que la mayoría de los reptiles— pero si se
le acorrala, no dudara en enfrentarse a su oponente; torciendo el cuerpo, abriendo la
boca y sacando la lengua “simples avisos”. Al no resultar esta estrategia de autodefensa,
corre a ocultarse a algún escondite o refugio cercano; que generalmente son rocas,
arbustos y hojas (Casas-Andreu, 2004; Quintero-Díaz y Vázquez-Díaz, 2005).
Estas características de su comportamiento —antes mencionadas— han difun-
dido la idea generalizada de que se trata de un una animal que posee veneno y que
su mordedura (la gente dice que pica), puede ocasionar la muerte al instante. Otra
creencia es que mata con la sombra, si esta es proyectada sobre una persona. En am-
bos casos, no es verdad que el escorpión como lo llaman las personas, pueda matar
a alguien. Morder cuando mucho sí, sin embargo, no es dolorosa la mordida, ni la
lagartija cuenta con glándulas de veneno, y mucho menos colmillos inoculadores del
mismo. Además, esta es una especie que se alimenta de insectos (Véase ficha descrip-
tiva), por lo que no tendría necesidad de producir veneno y/o tener bacterias tóxica
en la saliva de la boca como el llamado lagarto enchaquirado, también conocido como
monstruo de Gila (Heloderma horridum), que es la única especie de lacertilo (lagartijas
y lagartos), en México, que si podría ser letal para el ser humano si le muerde, sin em-
bargo, esta no se encuentra en Xichú, ni en el el estado (Santiago-Pérez et al., 2012).
Reptiles/Serpientes
Cincuate o Alicante (Pituophis deppei; Figura 25). Sobre esta culebra, se dicen varios
mitos, considerándosele parte esencial de las tradiciones y costumbres de las serpientes
en casi todo México, se podría decir que es la culebra modelo por excelencia, ya que
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato 51
Glosario
53
54 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Literatura Citada
Álvarez del Toro, M. y L. Sigler. 2001. Los Crocodylia de México. 1ª Edición. IMERNAR, PROFEPA.
México.
Campos-Rodríguez, J. I., C. Elizalde-Arellano, J. C. López-Vidal, G. F. Aguilar-Martínez, S. N.
Ramos-Reyes, y R. Hernández-Arciga. 2009. Nuevos registros de anfibios y reptiles para Gua-
najuato, procedentes de la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda de Guanajuato y zonas adyacentes,
Acta Zoológica Mexicana 25(2):269-282.
Canseco-Márquez, L., F., Mendoza-Quijano y P., Ponce-Campos. 2007. Rhadinaea taeniata. In:
IUCN 2013. IUCN Red List of Threatened Species. Versión 2013.2
Canseco-Márquez, L., y M. G., Gutiérrez-Mayén. 2006. Guía de campo de los anfibios y reptiles del
Valle de Zapotitlán, Puebla. Sociedad Herpetológica Mexicana A.C. 78 p.
Canseco-Márquez, L., y M. G., Gutiérrez-Mayén. 2010. Anfibios y reptiles del Valle de Tehuacán-
Cuicatlán. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Cuicatlán A. C. y
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. 302 p.
Canter, W. L. 1999. Manual de Evaluación de Impacto Ambiental: Técnicas para la elaboración de los
estudios de impacto. 2da. Edición, McGraw-Hill. Colombia. 841 p.
Casas-Andreu, G. 2004. Nuevas interpretaciones y adiciones a los anfibios y reptiles en la obra del
naturalista Francisco Hernández. Ciencia Ergo Sum, 11(3):308-312.
Contreras-Espinoza, F. Ecosistemas Costeros Mexicanos. 1993. Comisión Nacional para el Conocimien-
to y Uso de la Biodiversidad y Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, México,
Distrito Federal. 415 p.
Contreras-Ramos, A., C., Cuevas-Cardona, I., Goyenechea, y U. Iturbide. 2007. La sistemática, base
del conocimiento de la biodiversidad. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. 159 p.
Cruz-Elizalde, R. 2010. Análisis herpetofaunístico por tipos de vegetación en los municipios de Acaxo-
titlán y Cuautepec de Hinojosa, Hidalgo. Tesis de Licenciatura. Universidad Autónoma del Estado
de Hidalgo. 125.
DOF (Diario Oficial de la Federación). 2010. Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-
2010. Protección Ambiental-Especies Nativas de México de Flora y Fauna Silvestres-Categorías de
Riesgo y Especificaciones para su inclusión, exclusión o cambio. Lista de especies en riesgo (30 de
Diciembre de 2010).
Duellman, W. E., y L. Trueb. 1986. Biology of amphibians. McGraw-Hill Book Company. 669.
Flores-Villela, O. A. y L. Canseco-Márquez. 2004. Nuevas especies y cambios taxonómicos para la
herpetofauna de México. Acta Zoológica Mexicana, 20(2):115-144.
Flores-Villela, O., y U. O., García-Vázquez. 2014. Biodiversidad de reptiles en México. Revista
Mexicana de Biodiversidad, 85:467-475.
Flores-Villela, O. A. y P. Gerez. 1994. Biodiversidad y conservación en México: Vertebrados, vegetación
y uso de suelo. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad y Universidad
Nacional Autónoma de México, México, D. F. 439 p.
59
60 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
García, E. 1973. Modificaciones al sistema de clasificación climática de Köppen: Para adaptarlo a condicio-
nes de la República Mexicana. 2da. Edición. Universidad Nacional Autónoma de México, México.
246 p.
Gil-Hernández R., y P., Ocaña-Luna. 1996. Manual de protección a tortugas marinas. Sian Ka’an. Serie
de cuadernillos de Sian Ka’an, No. 4. México. 16 p.
Jiménez-Velázquez, G., J. A. Sandoval-Quintero y N. Trigo-Boix. 2012. Guía teórica y metodológica
para el conocimiento y manejo de la herpetofauna. CBS, Manual No. 3, Universidad Autónoma Me-
tropolitana, Unidad Xochimilco. 102 p.
Hernández-Arciga, R., Hernández, C., López-Vidal, J. C., Villegas-Ruiz, J. y Elizalde-Arellano.
2013. Nuevo registro de Geophis latifrontalis (Squamata: Colubridae) para el estado de Guanajuato,
México. Acta Zoológica Mexicana, 2(93):884-687.
Leyte-Manrique, A., y A., Ramírez-Bautista. 2005. Contribución a la ecología de Crocodylus moreletii
en el sistema Yucalpetén-Progreso-Chicxulub, Yucatán, México. Boletín de la Sociedad Herpetológica
Mexicana, 13(2):69-77.
Liner, E. A. 2007. Checklist of the amphibians and reptiles of Mexico. Occasional Papers of the Museum
of Natural Science 80:1-59.
Lips, K. R., J. R., Mendelson III., A. Muñoz-Alonso., L., Canseco-Márquez, y D. G., Mulcahy. 2004.
Amphibian population declines in montane southern Mexico: Surveys of historical localities. Biol.
Conserv., 119: 555–564.
Mendoza-Quijano, F., S. M. Meneses-Mayo, V. H. Reynoso-Rosales, Ma. A. Estrada-Hernández,
y M. Rodríguez-Blanco. 2001. Anfibios y reptiles de la Sierra de Santa Rosa, Guanajuato: Cien
años después. Anales del Instituto de Biología, Serie Zoología 72(2):233-243.
Parra-Olea, G., O., Flores-Villela, y C., Mendoza-Almeralla. 2014. Biodiversidad de anfibios en
México. Revista Mexicana de Biodiversidad, 85:460-466.
Pavón, N. P., y M., Meza-Sánchez. 2009. Cambio climático en el estado de Hidalgo: Clasificación y ten-
dencias climáticas. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. 168 p.
Pough F. H., R. M. Andrews., J. E. Cadle., M. L. Crump., A.H. Savitzky., y K.D. Wells. 2001. Her-
petology 2ª Ed. Prentice Hall, New Jersey. USA. 612 p.
Pough F. H., R. M. Andrews., J. E. Cadle., M. L. Crump., A.H. Savitzky., y K.D. Wells. 2004. Her-
petology 3ª Ed. Pearson Prentice Hall. USA. 736 p.
Pough, G. H., C. M., Janis., y J. B. Heiser. 2009. Vertebrate life. 8ª Ed. Pearson Education Inc. USA.
688p.
Ramírez-Bautista A., U., Hernández-Salinas, U. O., García-Vázquez, A., Leyte-Manrique, y L.,
Canseco-Márquez. 2009. Herpetofauna del Valle de México: Diversidad y Conservación. Universi-
dad Autónoma del Estado de Hidalgo y Comisión Nacional para el Concomimiento y Uso de la
Biodiversidad. 213 p.
Ramírez-Bautista A., L., Canseco-Márquez y F., Mendoza-Quijano. 2006. Inventarios herpetofaunís-
ticos de México: Avances en el conocimiento de su biodiversidad. Sociedad Herpetológica Mexicana,
A. C. 346 p.
Reynoso, V. H., A., González y M., Sánchez-Luna. 2012. Anfibios y reptiles. Pp. 220-226 En la Biodi-
versidad en Guanajuato: Estudio de Estado Vol. II. México. Comisión Nacional para el Conocimiento
y Uso de la Biodiversidad e Instituto de Ecología del Estado de Guanajuato. 523 p.
Rzedowski, J. 1978. Vegetación de México. Limusa, México, D. F.
Santiago-Pérez, A. L., M., Domínguez-Laso, V. C., Rosas-Espinoza, y J. M., Rodríguez-Canseco.
2012. Anfibios y reptiles de las montañas de Jalisco: Sierra de Quila. Comisión Nacional para el Co-
nocimiento y Uso de la Biodiversidad. 226 p.
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato 61
Semarnap. 1999. Programa de Manejo Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, México. Instituto Nacional
de Ecología, México, D.F.
Semarnat. 2005. Estudio previo justificativo para el establecimiento del Área Natural Protegida Reserva
de la Biosfera Sierra Gorda-Guanajuato. Comisión Natural de Áreas Naturales Protegidas e Instituto
de Ecología del Estado de Guanajuato.
Uribe-Peña, Z., A. Ramírez-Bautista, y G. Casas. 1999. Anfibios y reptiles de las Serranías del Distrito
Federal, México. Cuadernos del Instituto de Biología No. 32, Universidad Nacional Autónoma de
México.
Vázquez-Díaz, J., y G., Quintero-Díaz. 2005. Anfibios y reptiles de Aguascalientes. Comisión Nacional
para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. CIEMA. 318 p.
Vitt L. J., y L. P., Caldwell. 2009. Herpetology: An introductory biology of amphibians and reptiles.
Thirdt edition, Academic Press, Elsevier. USA. 691 p.
Vitt L. J., y L. P., Caldwell. 2014. Herpetology: An introductory biology of amphibians and reptiles. Fourth
edition, Academic Press, Elsevier. USA. 757 p.
Walter, F., y B. Brooks. 2009. Diagnóstico pesquero y acuícola de Guanajuato. Gobierno del estado de
Guanajuato, Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, Univer-
sidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. 155 p.
Zug, G. R., Vitt., J. P. y Caldwell. 2001. Herpetology: An introductory Biology of Amphibians and Rep-
tiles. Academic Press, New York, USA. 630 p.
62 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso
Guía de los anfibios y reptiles de Charco Azul, Xichú, Guanajuato 63
Imágenes y Autorías
Figura 1. Ficha descriptiva Ambystoma velasci. Fotografías de Adrian Leyte Manrique.
Anfibios, dibujos de Fernando Castellanos Torres.
Reptiles, dibujos de Fernando Castellanos Torres.
Figura 2. Charco Azul. Mapa de Luis A. Escobedo Morales.
Figura 3. Vegetación de pino-encino. Fotografía de Adrian Leyte Manrique.
Figura 4. Poza de agua en Charco Azul. Fotografía de Efrén Hernández Navarro.
Figura 5. Incilius occidentalis. Fotografía de Adrian Leyte Manrique.
Figura 6. Hyla arenicolor. Fotografía superior, Adrian Leyte Manrique; e inferior Matías Domínguez
Laso.
Figura 7. Hyla eximia. Fotografía de Matías Domínguez Laso.
Figura 8. Lithobates berlandieri. Fotografía de Matías Domínguez Laso.
Figura 9. Ambystoma velasci. Fotografías de Adrian Leyte Manrique.
Figura 10. Pseudoeurycea cephalica. Fotografía de Raúl Hernández Mata.
Figura 11. Kinosternon integrum. Fotografía de Fernando Ramos López.
Figura 12. Barisia imbricata. Fotografía de Matías Domínguez Laso.
Figura 13. Sceloporus grammicus. Fotografía de Adrian Leyte Manrique.
Figura 14. S. minor. Fotografía de Adrian Leyte Manrique.
Figura 15. Plestiodon lynxe. Fotografías de Adrian Leyte Manrique (superior) y Matías Domínguez Laso
(inferior).
Figura 16. Conopsis lineata. Fotografías de Matías Domínguez Laso (adulto) y Adrian Leyte Manrique
(cría).
Figura 18. Pituophis deppei. Fotografía de Adrian Leyte Manrique.
Figura 18. Geophis latifrontalis. Fotografía de Luis Canseco Márquez.
Figura 19. Rhadinaea taeniata. Fotografía de Matías Domínguez Laso.
Figura 20. Storeira dekayi. Fotografía de Matías Domínguez Laso.
Figura 21. Crotalus aquilus. Fotografía de Adrian Leyte Manrique.
Figura 22. C. molossus. Fotografía de Matías Domínguez Laso.
Figura 23. Sapo y ajolote; Incilius occidentalis y Ambystoma velasci, respectivamente. Dibujo de Fernando
Castellanos Torres.
Figura 23. Lincer y escorpión; Plestiodon lynxe y Barisia imbricata. Dibujos de Fernando Castellanos
Torres.
Figura 24. Cincuate y/o alicante; Pituophis deppei. Dibujo de Fernando Castellanos Torres.
63
64 Adrian Leyte Manrique y Matías Domínguez Laso