Actividad 1
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Actividad 1
Fundametal
La inflación en
Venezuela
Estudiante:
Docente:
Pérez Elenis. C.I: 28.596.938.
Contaduría Pública
Incremento desbordado en el costo de vida hace que el salario resulte insuficiente para
cubrir necesidades básicas, como la alimentación.
Con un incremento mensual superior al 10 por ciento en los precios de los productos,
compras cotidianas como un mercado se tornan excesivamente costosas. A la fecha, el
salario mínimo en Venezuela es de 84 bolívares digitales mensuales y de acuerdo con
el OVF dicho valor cubre solamente el 0,88% de la canasta básica. Según una medición
hecha por Efecto Cocuyo, un medio de comunicación venezolano, para diciembre de
2020 un mercado básico para una familia venezolana tenía un costo de 70 millones 770
mil bolívares, 18 veces más caro de lo que era la misma lista de compras en enero del
mismo año. Es así como productos básicos como una cubeta de huevos (4 millones de
Bs), 1kg de carne molida (3 millones 980 mil Bs) o ½ kg de fríjoles (1 millón 600 mil
Bs) superan el valor del salario mínimo y para acceder a estos, un venezolano tendría
que trabajar por casi 2 años.
Con la devaluación de la moneda local, los productos empiezan a ser valorados en una
moneda extranjera estable, para el caso de Venezuela en dólares.
Según señaló Felipe Capozzolo, presidente del Consejo Nacional del Comercio y los
Servicios (Consecomercio) en Venezuela, como resultado del creciente proceso de
dolarización transaccional que vive el país, durante el 2020 al menos el 70% de las
ventas se dieron en esta divisa. De acuerdo con Capozzolo esto fue el resultado de un
“rompimiento de cadenas que vino espontáneamente de la gente”, puntualizó en una
declaración para la agencia de noticias Efe.
Las remesas, una de las principales fuentes de dinero proveniente del extranjero, por lo
general también son giradas en dólares para que quienes las reciben en Venezuela lo
hagan al mejor precio posible. Sin embargo, con la inflación y el ritmo acelerado en el
aumento de los precios, el dinero enviado desde otros países alcanza para cada vez
menos alimentos y medicinas.
La economía atraviesa una crisis fiscal como resultado de la pesada carga de la deuda
externa acumulada, de la caída de los ingresos petroleros y de la no menos importante
caída de los ingresos de origen no petrolero, que han sido erosionados por la inflación.
El país ha entrado en un proceso de hiperinflación que, según los datos del índice de
precios que publica la Asamblea Nacional, movió los precios en el último trimestre de
2017 a una tasa promedio mensual de 62%. El proceso de aceleración inflacionaria, que
retrospectivamente se remonta a finales de 2012, ha acabado por completo con los
logros transitorios y cíclicos de los programas de desarrollo social de la Revolución
Bolivariana.
Hoy en día el ritmo explosivo de la cotización del dólar en el mercado paralelo ha sido
una terrible desventura que ha terminado por socavar la confianza y por pulverizar el
valor de la moneda nacional. En otro plano, la economía real se ha quedado sin motor
alguno que pueda sacarla del estado de postración en que se encuentra. El racionamiento
de divisas es un freno claro para el sector productivo, la política cambiaria es igual una
rémora, el sector público se ha quedado sin recursos para promover una recuperación y,
en el sector privado, la destrucción económica y el clima de controles han sido tan
hostiles, que no hay formas de estimular mayores inversiones. Así que, con semejantes
incapacidades por el lado de la producción, cualquier empuje de demanda termina
desatando mayores presiones inflacionarias. Finalmente, se han conjugado sobre las
finanzas públicas, por un lado, un contexto macroeconómico adverso que afecta
sensiblemente la capacidad de recaudación del fisco, por otro lado, una pesada carga
financiera de la deuda pública y niveles de gasto dirigidos a mantener una
administración pública cuyo tamaño se duplicó durante la Revolución Bolivariana. La
fórmula que ha quedado para cerrar el desequilibrio se halla en las debilidades
institucionales que la Revolución Bolivariana impuso en el plano fiscal y monetario, y
el resultado es una política monetaria a merced de las necesidades de recursos del sector
público.
El gobierno debe estudiar con cuidado los procesos económicos históricos aplicados en
Venezuela, para que pueda implementar un sistema económico de acuerdo a la situación
que el país vive. La democracia es importante, pero de igual forma es importante la
descentralización del poder, más que todo cuando se trata de temas económicos en
donde las grandes mayorías se ven afectadas. Con respecto a las expropiaciones
ocurridas, debe tomarse en cuenta que, al potencializar al sector privado, se crean
empleos; el Estado debe regular las funciones de la empresa privada tomando en cuenta
que cosas benefician a las personas y cuales afectan a la población, con recomendación
que su intervención sea mínima, ya que, aunque la autorregulación del mercado es un
poco utópica, permite que el dinero no se estanque, sino que fluctúe.
Además Venezuela debe adoptar un sistema de libre competencia dentro del país, para
que el sector privado pueda ejercer fuerza y realizar un impulso a la economía,
brindando empleo. Consecuentemente adoptar medidas sobre la moneda, ya que la
inflación golpea mucho los precios de la canasta básica y debe implementar una
estrategia de abastecimiento de productos dentro del país. Así mismo, debe escuchar las
alternativas que la comunidad internacional aporta para su recuperación.