Alfredo y Sus Emociones
Alfredo y Sus Emociones
Alfredo y Sus Emociones
Cuando Raquel lo veía pasar por el parque arrastrando los pies, cabizbajo, con ese
gesto de tristeza en la cara, se le partía el corazón. Llevaba meses así: no levantaba su
cabeza.
Alfredo solo hizo un amago de saludo con la mano sin levantar la cabeza.
- ¿Quieres venir conmigo a pasear esta tarde? He descubierto un lugar que te encantará - le dijo.
Alfredo, contra todo pronóstico, aceptó la oferta, y Raquel lo citó a las cinco en el primer árbol que estaba
en el camino que llevaba al río. Empezaba la primavera y el bosque estaba bonito
en esos días. Al llegar, Raquel vio a Alfredo apoyado en el árbol del camino.
- ¿Ves ese pájaro? - le dijo cuando estuvo a su lado. Raquel se agachó para verlo
más de cerca. Un bebé gorrión se había caído del árbol y piaba con todas sus
fuerzas muy asustado.
A Raquel le dio una punzada en el corazón; su amigo nunca le había hablado tan abiertamente de
sus sentimientos.
De pronto bajaron del cielo dos pájaros más grandes y revolotearon alrededor del gorrioncillo calmándolo,
a la vez que Raquel le ponía la mano cariñosamente en el hombro. Alfredo se fijó de dónde venían las
aves, y vio el nido en una rama no muy alta.
- ¡Tengo que subir ahí! - dijo. Alfredo se adelantó, tomó al bebé gorrioncillo en sus manos y escalando por
el tronco logró devolver al pequeño a su nido.
Cuando Raquel ayudó a su amigo a bajar del árbol vio que en su mirada había cambiado algo; por
primera vez, en mucho tiempo, sus ojos mostraban algo más que tristeza.
- ¿Oyes eso? - preguntó Raquel. Alfredo guardó silencio: el gorrioncillo, más tranquilo, ya no piaba.
Al llegar a la orilla vieron a un pobre gatito que, resbalando una y otra vez, se agarraba a unas ramas
para no caer al agua.
- ¡Así me siento yo muchas veces! - dijo Alfredo. Raquel lo abrazó. Alfredo corrió en su ayuda y pudo salvar
al animal. De nuevo ese destello de brillo asomó en su mirada. Los dos amigos siguieron su paseo por el
bosque.
- ¿Qué era eso que me querías enseñar? - preguntó Alfredo de repente, rompiendo el silencio.
- ¡Así me siento yo cuando te veo alegre! Alfredo escuchó a su amiga y esta vez fue él quien la abrazó,
siendo consciente de lo que sentía en ese momento.
Gracias a todo lo sucedido esa tarde, Alfredo comprendió que la alegría está en ayudar y en saber recibir
el apoyo de los demás, en nuestra actitud ante la vida, y aunque es normal que a veces estemos tristes,
depende principalmente de nosotros ir con ese brillo en los ojos, el paso ligero y la cabeza bien alta.
Pide a un familiar que te dicte la parte que más les haya gustado.
AHORA YA SABES: Para manejar tus emociones tienes que tomar en consideración los siguientes consejos.
1. Reconoce la emoción que sientes en ese momento, para que puedas actuar con calma.
2. Si estas acompañado, intenta no negar la emoción que sientes.
3. Respira hondo y trata de encontrar el motivo o la causa de lo que sientes.
4. Recuerda que para justificar tus emociones no puedes siempre buscar culpables, ya que eres tú el
que está actuando.
5. Acepta todas tus emociones (alegría, tristeza, miedo o ira) como naturales y comprensibles.
No es malo sentirlos, pero si tomarlos como excusa para lastimar, insultar, golpear a alguien o
romper algo sin razón.