Ciclo Del Agua
Ciclo Del Agua
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El ciclo del agua es vital para el mantenimiento y la estabilidad del planeta Tierra.
¿Qué es el ciclo del agua?
El ciclo del agua o ciclo hidrológico es el proceso de circulación del agua en
el planeta Tierra. Constituye uno de los ciclos biogeoquímicos más importantes,
en el que el agua sufre desplazamientos y transformaciones físicas (por acción de
factores como el frío y el calor) y atraviesa los tres estados de la materia: líquido,
sólido y gaseoso.
El agua es una de las sustancias más abundantes del planeta y cubre la mayor
parte de la Tierra. Se puede encontrar en su fase líquida en océanos o mares, en
su fase sólida en los glaciares y en su fase gaseosa en el vapor de agua.
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El
derretimiento de los hielos es un ejemplo de fusión.
Algunas de las características del ciclo del agua son:
Evaporación. El ciclo del agua comienza con la evaporación del agua desde la
superficie hacia la atmósfera. El agua líquida de los océanos y otros cuerpos
de agua se evapora y pasa de estado líquido a gaseoso, por la acción de la luz
solar y el calentamiento de la Tierra. Los seres vivos también contribuyen al
proceso de evaporación, a través de la transpiración (en el caso de las plantas)
y de la sudoración (en el caso de los animales).
Condensación. Luego, el agua en la atmósfera se desplaza, por acción del
viento, en distintas direcciones. Cuando el vapor de agua llega a altitudes
mayores, las bajas temperaturas le permiten condensarse, es decir, recuperar
su forma líquida y formar gotas de agua que se acumulan en las nubes. Las
nubes se vuelven oscuras a medida que contienen mayor cantidad de gotas de
agua.
Precipitación. Cuando las gotas de agua contenidas en las nubes son
grandes y pesadas, rompen su estado de equilibrio y se producen las lluvias o
precipitaciones. Por lo general, el agua cae en forma líquida, pero, en ciertas
regiones donde las temperaturas son menores, puede hacerlo en forma más o
menos sólida, como nieve, escarcha o granizo.
Recolección. Del agua que llega a la superficie terrestre, una parte alimenta
los océanos y otros cuerpos de agua y otra es directamente aprovechada por
los seres vivos. Una tercera fracción del agua que precipita se filtra a través
del suelo y se acumula formando acuíferos o capas de agua subterránea. Esta
agua, eventualmente, puede volver a emerger en forma de fuentes o formando
parte de distintos cuerpos de agua (como arroyos o ríos) o volver al océano a
través del flujo subterráneo. Tarde o temprano, el agua vuelve a evaporarse y
el ciclo vuelve a comenzar. Dentro de este paso se dan procesos como:
Infiltración. El agua que alcanza el suelo terrestre penetra y se
transforma en agua subterránea. La cantidad de agua que se filtra por la
superficie depende de distintos factores como la permeabilidad del
suelo, la pendiente y la cobertura vegetal de la región. El agua infiltrada
puede luego volver a la atmósfera por evaporación o ser incorporada a
distintos cuerpos de agua superficiales.
Escorrentía. El agua líquida cae sobre terrenos saturados (que no
pueden absorber más agua) y se moviliza por la superficie hasta la red
fluvial. La escorrentía genera erosiones y transporta sedimentos. Un
área de tierra determinada drenada por la escorrentía se denomina
cuenca.
Circulación subterránea. El agua que se filtra a través de los poros de
la tierra luego se desplaza por el subsuelo, en ocasiones incluso a
través de rocas permeables. Las capas porosas de roca en las que el
agua subterránea es almacenada se denominan acuíferos.
El ciclo del agua es un proceso vital porque, en primer lugar, permite que haya
vida en el planeta y, además, permite conservar los ecosistemas como se
conocen hoy en día. El movimiento constante del agua es responsable de regular
los climas, la temperatura y la humedad de un sitio, la erosión del terreno y de
transportar sustancias de un lugar hacia otro.
Gracias a este ciclo, el agua está disponible para ser usada por los seres vivos,
que la obtienen de los cursos de agua o de la tierra. Además, permite al ser
humano realizar actividades como la agricultura y los procesos industriales.
Existen otras causas que afectan el desarrollo del ciclo, entre las que están: la tala
indiscriminada de bosques, la erosión de los suelos, la extracción de agua,
la urbanización, entre otras. Estas prácticas alteran el normal ciclo hidrológico y
traen consecuencias como inundaciones y sequías.
Debido a que un porcentaje muy pequeño del agua disponible es apta para el
consumo humano, su escasez y la dificultad de obtener agua de alta calidad son
dos factores a tener en cuenta. Para ello se fomentan prácticas que apuntan a
reducir su consumo, evitar su contaminación y gestionar de forma responsable
este recurso para que pueda estar disponible para la población mundial.