CESPyDH 5
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Marcos Caffarena
Universidad de Buenos Aires
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G RUPO DE E STUDIOS
S OBRE S IS TEMA P ENAL
Y D ERECHOS H UMANOS
C UADERNOS DE
ESTUDIOS SOBRE
SISTEMA PENAL Y
DERECHOS HUMANOS
CESPyDH — 5
A ÑO V - N°5
D ICIEMBRE DE 2018
Ilustración de tapa:
La Protesta suplemento 328
30 mayo 1930
ISSN 1853-287X
Cuadernos de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(CESPyDH) es una revista de ciencias sociales de publicación periódica,
editada por el GESPyDH (Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y
Derechos Humanos), radicado en el Instituto de Investigaciones Gino
Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires. Publica trabajos y estudios abordados desde las ciencias sociales sobre
las distintas agencias del sistema penal, con los objetivos de problematizar su
relación con los derechos fundamentales de las personas y generar un espacio
de debate, intercambio y difusión de conocimiento sobre dichas temáticas.
http://gespydhiigg.sociales.uba.ar/
https://www.facebook.com/gespydh
https://www.youtube.com/channel/UCEIGyaArTeTKmFEyincqMUA/feed
https://vimeo.com/user30277710
Directoras
Alcira Daroqui (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Silvia Guemureman (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Comité Editorial
Andersen, Jimena (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
López, Ana Laura (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Motto, Carlos (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Calcagno, Ornela (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Tellería, Florencia (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Conti, Sofía (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
En este número
Coordinación y Edición: Ana Laura López
Diagramación y Edición: Carlos Motto
Índice 4
Presentación Editorial
Alcira Daroqui - Silvia Guemureman: …………………………… 7
Artículos
David Barrios Rodríguez: Laboratorio de guerra urbana: Río de
Janeiro en el siglo. .……………………………………..… 24
Carlos Ernesto Motto: La Gendarmería Nacional Argentina y el
desarrollo solapado en el país de la militarización de la seguri-
dad interior. …………………………………………..… 44
María Soledad Ballesteros: El “encierro sobre el encierro”. La
gestión de las poblaciones “conflictivas” en el siglo XXI. La
experiencia del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza. ….....… 72
Resultados de investigación
Florencia Tellería: El gobierno neoliberal de la marginalidad urba-
na. Los resultados de las políticas de seguridad del Ministerio
de Seguridad de la Nación (2010-2016) con relación a las
fuerzas de seguridad federales. …….…….……..…………..… 98
Franco Palermo: Deconstrucción de la construcción del dato: defi-
ciencias y ausencias en la Justicia Penal Juvenil de Mendoza. …..... 116
Avances de investigación
Ornela Calcagno: El gobierno policial de la pobreza urbana en la
Ciudad de Buenos Aires: algunas aproximaciones para cons-
truir un problema de investigación. …...…………………..… 138
Perspectiva estadística
Ana Laura López: Actualización estadística 2018. ……….……..… 160
5 El Poder Ubuesco
Presentación de la sección: La soberanía grotesca o ubues-
ca: un homenaje a Alfred Jarry y a Michel Foucault. .……172
Videoconferencia: salud mental y reducción de costos. …………173
Crimen organizado I: la lucha contra el narcotráfico. ……….…174
Crimen organizado II: la mafia del chipá. ………………..……174
Comentarios de libros
Marcos Caffarena y Julia Palladino: La cantidad de pena en el
tiempo de prisión. Sistema de la medida cualitativa
(VACANI, Pablo Andrés, 1ed. - Buenos Aires, Ad-Hoc,
2015). ..……….….………………………………..… 176
Presencia en la actualidad
Comunicados ……..…….….…………………………..… 222
Estas líneas tienen por objeto presentar el Cuaderno (CESPyDH) N°5, cuya coordi- 7
nación editorial y de contenidos1 ha estado a cargo de dos integrantes del
GESPyDH, Carlos Motto y Ana Laura López, quienes a su vez han participado co-
mo autores. En el caso de Carlos Motto con un artículo de fondo y en caso de Ana
Laura López, a través de la producción de dos de las secciones permanentes de esta
publicación: Lo Ubuesco y Perspectiva Estadística. Y claro está, el resto de los y las
integrantes del GESPyDH2 colaboraron y participaron en diferentes instancias de
este proceso editorial en cuanto a la consulta sobre contenidos, material fotográfico,
definición de tipo de diseño, contacto y convocatoria a los autores y autoras, revi-
sión y corrección de artículos, traducciones, etc.
La decisión de hacer esta publicación en formato digital nos permitió trabajar más
libremente en cuanto la incorporación de contenidos, extensión de artículos y rigi-
dez de estructura, dado que ha permitido la creación de secciones nuevas. Entre el
último número editado y el que estamos presentando pasaron tres años, a lo largo
de los cuales hicimos acopio de una gran cantidad de material de elaboración propia,
esto es, producido por los y las integrantes del GESPyDH, así como también fueron
producto de otros espacios académicos-institucionales con los que hemos realizado
intercambios y debates durante este período.
Este número reconoce un proceso de construcción que recupera los procesos de
investigación individuales y colectivos del GESPyDH y se nutre de diversas activi-
dades de investigación, intercambio académico y transferencia en las que hemos in-
tervenido en carácter de organizadores, participantes o asistentes, y en las que he-
mos propuesto trabajar y debatir perspectivas teóricas, metodológicas y también
políticas con otros colegas y referentes, tanto de espacios académicos como de orga-
nizaciones sociales y de derechos humanos, con el claro objetivo de avanzar y pro-
fundizar el pensamiento y la reflexión crítica acerca de la “ecuación imposible” entre
sistema penal y derechos humanos.
En este sentido, nos parece importante compartir con los lectores el camino recorri-
do por el GESPyDH durante estos últimos tres años transcurridos desde el anterior
número de los Cuadernos, presentando una síntesis de lo que hemos trabajado en
materia de investigación, transferencia y divulgación, y aunque sabemos que el ca-
rácter sumario implicará la ausencia de múltiples y variadas actividades y produccio-
nes que quedarán por fuera de esta presentación, al menos dejará plasmadas aquellas
que han hecho posible la publicación de este Cuaderno N°5 (CESPyDH).
Así, el recorrido que proponemos comienza, como siempre, con la investigación
Ciencias Sociales UBA. Directora Alcira Daroqui- Co-Directora María Jimena Andersen.
10 lamos: “Lo policial y la vulneración de derechos en territorios urbanos. Prác-
ticas de violencia policial de las fuerzas de seguridad (policía federal, policía
metropolitana, gendarmería, prefectura y policía aeroportuaria) en el territo-
rio de la Ciudad de Buenos Aires”, con la participación -en una primera a etapa-
de Florencia Tellería, Ornela Calcagno, Sofía Conti y Alcira Daroqui. Por otra parte
Joaquin Zajac ha presentado su tesis de maestría en antropología en la UNSAM,
problematizando la dimensión territorial y la gestión de los barrios del sur de la Ciu-
dad de Buenos Aires por parte de la Gendarmería Nacional. Así, en su tesis de
maestría “„En el corazón del monstruo‟ La Gendarmería y el gobierno de los
márgenes en barrios informales del sur de la Ciudad de Buenos Aires”, se
analizan las reconfiguraciones del Operativo Cinturón Sur y la implementación de
los operativos de Prevención Barrial.
En este campo temático se inscriben, a su vez, una serie de producciones académi-
cas que son parte de un proceso de acumulación y profundización de conocimiento
científico sobre la cuestión policial desde la reflexión crítica sobre la relación entre el
“paradigma de la seguridad” y el neoliberalismo, no sólo en su dimensión económi-
ca y social, sino fundamentalmente, política.
ma Penal y Derechos Humanos en Eje 9: Sociología del poder, el conflicto y el cambio social de las
XII Jornadas de Sociología (UBA). Julio, Buenos Aires.
10 Tellería, F.; Conti, S.; Calcagno, O.; Andersen, J. (2017) “Policiamiento territorial en la Ciudad de
Buenos Aires. Un abordaje focalizado en las prácticas policiales de tortura y maltrato”. Ponencia
presentada en Eje 2: “Poder, dominación y violencia” de las IX Jornadas de Jóvenes Investigadores
del Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA). Noviembre, Buenos Aires.
ría Nacional Argentina y el desarrollo solapado en el país de la militarización 11
de la seguridad interior”11, en el Seminario de Reflexión organizado por el Institu-
to de Investigaciones Económicas de la UNAM, en México, se constituyó en un
insumo fundamental tanto en publicaciones de divulgación científica, material de
docencia12 y como aporte central para el artículo que publica el autor en este Cua-
derno.
Asimismo, en el año 2018 destacamos la participación de integrantes del grupo de
trabajo en el XI Seminario Internacional Políticas de la Memoria: Memorias subal-
ternas, memorias rebeldes, en este caso con la ponencia de Ornela Calcagno sobre
“El gobierno policial de la pobreza urbana en la Ciudad de Buenos Aires” 13, en la
cual avanza en el análisis y la conceptualización sobre el policiamiento territorial de
los últimos años.
La “cuestión carcelaria” constituye uno de los campos temáticos que trazan nues-
tra trayectoria en investigación desde hace más de veinte años, en cuanto a la pro-
ducción de conocimiento científico sobre el castigo. Ello reconoce los aportes de
diferentes integrantes del GESPyDH, desde sus proyectos de investigación, algunos
en proceso y otros concluidos en tesis de maestría.
En este orden, damos cuenta del proyecto de tesis de doctorado14 diseñado y pre-
sentado por María Jimena Andersen: "Gobernar con la violencia y el miedo.
Emergencia y despliegue de la técnica penitenciaria de aislamiento como
régimen de vida en los pabellones de Resguardo de Integridad Física dentro
de las cárceles federales en el marco de la penalidad neoliberal”, orientada a
avanzar y profundizar sobre técnicas penitenciarias en clave de gobierno de sujetos
y poblaciones en un contexto signado por singularidades propias del neoliberalismo
punitivo.
Asimismo, el proyecto de tesis de maestría de Hugo Motta: “El dispositivo de
transito como técnica de gobierno penitenciario en el ámbito de las cárceles
federales”15 orienta su problematización a la indagación y análisis sobre un tema
estructurante de nuestra perspectiva teórica y epistemológica de investigación sobre
la cárcel, nos referimos a la cuestión de la articulación entre castigo y gobierno en el
encierro punitivo.
En el marco de los resultados de investigaciones, estas producciones y otras vincula-
das a los objetivos del UBACyT, se presentaron bajo el formato de ponencias, ar-
tículos y materiales de divulgación. Entre varias producciones realizadas, citamos
algunas en tanto vinculadas a los abordajes temáticos que planteamos hace más de
15 años, y que pretenden dar cuenta de cambios, rupturas y continuidades en cuanto
a prácticas y discursos de las agencias del sistema penal, conjuntamente con nuevas
preguntas problematizadoras acerca de temas que estructuralmente definen las polí-
ticas penales, en este caso penitenciaria, como así también la construcción de infor-
esta fuerza militar de Argentina: la Gendarmería Nacional como así tambien, en Estadísticas carcela-
rias.
13 La ponencia se presentó Mesa 7 “Memorias de la democracia. Encierro, tortura y punitivismo en
ni, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). Diciembre 2017, Buenos Aires
18 Ponencia presentada por Carlos Motto en la Terceras Jornadas de Sociología de UNcuyo “Ofensiva
neoliberal en “Toda la piel de América”. El Estado en el centro del debate sociológico”. Año 2017,
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo Pre-ALAS de la Provin-
cia de Mendoza, República Argentina.
19 Las referencias a estas Jornadas, ver otras notas.
20 Desayuno de coyuntura: Procesos de criminalización hacia los jóvenes. Análisis sobre las nuevas
ganizado por la Facultad de Psicología de la UNR el 2 de agosto de 2017, Rosario (Silvia Guemure-
man) y Reunión Nacional del GT de infancias y juventudes de CLACSO, en las Jornadas de Sociolo-
gía/FCS- UBA, 25 de agosto de 2017. Panel: ¿Quién cae donde? juventudes e infancias, desigualdades
y politicas. Título de la presentación: “enfoque multidimensional de violencia en jóvenes”.
22 Comisión de Responsabilidad penal Juvenil del Ministerio de Justicia (2017).
reflexiones sobre estos temas se plasmaron en publicaciones, tanto de carácter es- 13
trictamente académico23, como en carácter de divulgación orientado a la sensibiliza-
ción temática y al debate24. En el año 2018, se realizaron presentaciones en diversos
congresos, a saber: “Responsabilidad penal juvenil: tesituras, posiciones y pro-
yectos. El arco de posiciones y sus matices”25 y “Un análisis de los proyectos
de ley sobre responsabilidad penal juvenil en Argentina 2016-2018”26.
Retomando el eje de la cuestión carcelaria, también el año 2017 Hugo Motta presen-
tó la ponencia: “El uso de los espacios de tránsito por parte del Servicio Peni-
tenciario Federal”, en las XII Jornadas de Sociología de la UBA, en la que adelan-
tó avances de su proyecto de tesis.
En el año 2018 se presentó la ponencia de autoría colectiva a cargo Carlos Motto,
Ana Laura López y Ornela Calcagno: “Cárcel, cuestión social y neoliberalismo
producción y regulación de poblaciones en la Argentina del Siglo XXI”28. La
relación entre neoliberalismo, cuestión social y sistema penal es especialmente traba-
jada desde hace más de diez años por Carlos Motto y se ha constituido en un campo
de abordaje central en el marco de las lecturas y producciones de los integrantes del
GESPyDH, plasmados en artículos, ponencias y tesis29, como por ejemplo la tesis
de maestría de María Jimena Andersen: “La penalidad neoliberal en el siglo XXI: la
tercerización del gobierno carcelario a través de la „gestión evangelista penitenciaria‟
en las cárceles bonaerenses”30.
En relación con la agencia judicial, solo decir que tanto en aquellas investigaciones
en la que focalizamos la indagación en la cuestión carcelaria y/o la policial, la di-
mensión de las prácticas y discursos judiciales siempre forma parte del proceso de
23 Guemureman, Silvia: “Escenarios de reforma legislativa en materia penal juvenil. Etnografía de un
proceso acelerado”, para la Revista Institucional de la Defensa Pública de la Ciudad de Buenos Aires
(2016), disponible en Nº 12, https://www.mpdefensa.gob.ar/biblioteca/pdf/Revista12.pdf y “La
derogación del Régimen penal de la minoridad ley 22.278/80: una cruzada maldita. Relato en varios
tiempos de una reforma legislativa fracasada” (2018), en “Aportes para la construcción de una Justicia
Juvenil especializada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires", editorial JUSBAIRES.
24 Guemureman, Silvia: A propósito del proceso de reforma penal juvenil: confusiones que embarran
la cancha, disponible en http://revistaepocas.com.ar/silvia-guemureman-regimen-penal-juvenil/.
Contribución para la revista epocas. Revista de Ciencias sociales y crítica cultural. Adolescentes y siste-
ma penal. acerca del proceso de reforma legislativa del régimen penal de la minoridad durante 2017,
Contribución para el PIUBAMAS, disponible en: http://cyt.rec.uba.ar/sitios/piubamas/SiteAssets/
Documentos%20del%20Sitio/CONTRIBUCIONES/Contribuciones%202017_Guemureman.pdf;
Cuadernos de Marginaciones sociales y políticas públicas. Serie 3: Marginaciones sociales y Violencia.
Justicia Penal Juvenil. PIUBAMAS, 2018. También en forma audivisual: PIUBAMAS - Políticas de
incertidumbre. Sobre la baja de la edad de Imputabilidad.
25 Comunicación presentada en la 8ºConferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, en
el Panel 36, eje Juventudes y políticas de infancia (Guemureman-Martín y Merino). Buenos Aires,
noviembre de 2018.
26 Comunicación presentada por Guemureman, Silvia, en la VII RENIJA, organizada por la UNC, y
realizada en la Ciudad de Córdoba en noviembre de 2018.
27 Ponencia presentada por Hugo Motta en la Mesa 85: Sistema Penal y Derechos Humanos en Eje 9:
Sociología del poder, el conflicto y el cambio social de las XII Jornadas de Sociología (UBA). Julio
2017, Buenos Aires.
28 Laponencia se presentó Mesa 7 “Memorias de la democracia. Encierro, tortura y punitivismo en el
gobierno de la desigualdad”, en el XI Seminario Internacional Políticas de la Memoria: Memorias
subalternas, memorias rebeldes. Septiembre 2018, Buenos Aires.
29 Véase los artículos de Florencia Tellería y Ornela Calcagno en este mismo número. También véase
el artículo de María Jimena Andersen en los Cuadernos 3-4, así como otras producciones del inte-
grantes del GESPyDH, en las que se aborda la cuestión penal y neoliberalismo,
30 Tesis de María Jimena Andersen presentada en el Máster en Criminología y Sociología Jurídico Pe-
nal de la Universitat de Barcelona-Universidad Nacional de Mar del Plata, en el año 2014.
14 indagación en cuanto a los objetivos que dan cuenta de la articulación penitenciaria-
judicial y la articulación policial-judicial. Pero en el año 2016 decidimos avanzar en
un abordaje específico sobre la práctica judicial, en particular sobre datos de la prác-
tica judicial “condenatoria”, realizando un recorte sobre aquellas que denominamos
“condenas cortas” y que hacen posible leer analíticamente el punitivismo judicial,
reafirmando la persecución selectiva de determinados sectores sociales, es decir, la
cárcel como castigo, el abandono explícito de cualquier pretensión resocializadora y
la circulación permanente de personas por el encierro punitivo que son condenadas
por delitos de insignificancia, que poco “resuelven” la cuestión securitaria. Carlos
Motto elaboró el informe: “La „Política Condenatoria‟ y en encarcelamiento
masivo, una lectura crítica a través de los datos”, que fue presentado en la EX-
POIIGG del año 2018. En este sentido, la propuesta para el año 2019, es seguir
avanzado con diseños de investigación focalizados específicamente en la agencia
judicial.
Y por supuesto, cabe mencionar, en cuanto al trabajo realizado desde el GESPyDH
durante estos tres años, resaltamos la publicación los Informes Anuales 2015, 2016
y 2017 del Registro Nacional de casos de Tortura, cuya coordinación general
está cargo del GESPyDH desde el año 2010 (fecha de su creación) con un acervo de
siete informes anuales y el octavo en proceso de elaboración. La continuidad del
registro sobre la tortura penitenciaria y policial durante estos nueve años y la elabo-
ración de informes públicos sobre la violencia estatal ha sido posible también por la
continuidad del acuerdo interinstitucional31 entre la Procuración Penitenciaria de la
Nación (PPN), la Comisión Provincial de la Memoria (CPM) y el Grupo de Estu-
dios sobre sistema penal y derechos humanos (GESPyDH).
Ahora bien, hemos dados cuenta de las distinta actividades organizadas durante es-
tos tres años en el marco de Jornadas académicas: la EXPO IIGG como de Jóvenes
Investigadores ambas del Instituto de Investigaciones Gino Germani; las Jornadas
de Sociología de la UBA y de las Jornadas de Sociología de la Universidad de Cuyo y
la participación en otras como expositores/as o ponentes, tal es el caso de la del
Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México. Volvemos a hacer mención a las mismas es porque aquello que escribimos
al comienzo de esta presentación se plasma en estas breves líneas que dedicamos a
continuación.
Este número de los Cuadernos cuenta con artículos, resultados y avances de investi-
gación como también, documentos académicos que fueron parte de distintas pre-
sentaciones realizadas en estos encuentros, en los se produjeron intercambios que
hicieron posible la participación de varios de los y las autoras en esta publicación.
Tal es el caso de Franco Palermo y María Soledad Ballesteros en las Jornadas de So-
ciología de UNcuyo en 2017; de Diego Barrios Rodríguez en la actividad en la Uni-
versidad de México en 2017; de Diego Luna en el Seminario de Intercambio y De-
bate y la EXPO IIGG de 2018.
En este sentido también es importante resaltar la participación de los integrantes de
GESPyDH en este número, y que sus artículos cuentan con contenidos que fueron
parte de presentaciones realizadas en estos encuentros. En ese sentido cabe mencio-
nar el documento, de autoría colectiva entre Ana Laura López, Maria del Rosario
Bouilly, Alcira Daroqui y María Jimena Andersen: “¿De qué lado estamos? Recu-
31 En estos tres años avanzamos en otros acuerdos interisntitucionales para el trabajo conjunto entre
el GESPyDH y el Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Córdoba y la Defensa
Pública Provincial de Sante Fé, formalizado a través de la firma de una Carta de Intención entre el
Director del Instituto de Investigaciones Gino Germani y la Defensora Provincial, en ambos acuerdos
la propuesta es trabajar en cuanto al asesoramiento metodológico y conceptual sobre el relevamientos
y sistematización de información de la violencia estatal de fuerzas de seguridad y custodia.
perando a Howard Becker para reflexionar sobre la investigación de los car- 15
celario”. Observaciones a la investigación: „Poblaciones carcelarias en Lati-
noamérica‟ Capítulo Argentina (CELIV-UNTREF), publicado en este Cua-
derno, dentro de la sección “Documentos para el debate académico y político”32.
32 Este documento fue inicialmente presentado en la Expo IIGG de 2016 y posteriormente editado
por María Jimena Andersen
33 Al respecto, Guemureman (en coautoría con Otamendi, M. A.; Zajac, J.; Sander, J; Bianchi, E.
centes y jóvenes”. Disertación brindada en la 3ª Reunión sobre barrios precarios en las metropolis
argentinas- Aportes para intervenciones inclusivas. Programa Interdisciplinario sobre Desarrollo
Humano e Inclusión Social, UCA, 25 y 26 de septiembre de 2017; “Juventudes y violencias”, diser-
tación en el Simposio argentino de educación en contextos de encierro, organizado por la Universi-
dad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA), Unidad Académica San Julian. 24 y 25 de noviembre
de 2017 y “Multidimensionalidad de las violencias sufridas por adolescentes y jóvenes”, disertación
en Jornada justicia, medios y sociedad, organizadas por Escuela de Capacitación Judicial del Poder
Judicial de Río Negro, el Instituto de Investigación en Políticas Públicas y Gobierno (IIPPyG) de la
Universidad Nacional de Río Negro y la carrera de Abogacía, 5 y 6 de octubre de 2017.
35 También en materia de publicaciones ver la pagina web del GESPyDH http://
gespydhiigg.sociales.uba.ar/
16 del presente”36. El primer número fue publicado en el año 2017 y se tituló: “NO A
LA BAJA. Jóvenes y sistema penal. Apuntes y reflexiones sobre el avance pu-
nitivo del Estado”. Trabajamos en esta primera publicación Ana Laura López y
Alcira Daroqui.
El segundo número fue publicado en el año 2018 y se tituló: “El sainete de los
datos: encarcelamiento. Apuntes y reflexiones sobre la producción de desin-
formación”27. Trabajamos en esta segunda entrega, conjuntamente, Alcira Daroqui
y Carlos Motto. Este documento tiene la virtud de reflexionar críticamente sobre la
“desinformación” y a la vez, mostrar el necesario y robusto compromiso con la pro-
ducción y construcción de información propia, que se defina por ser confiable y ri-
gurosa. Es esta una línea de investigación que,, trazada fundamentalmente por Silvia
Guemureman desde hace ya más de 20 años, está arraigada en el trabajo del
GESPyDH38.
Previa a la presentación de las secciones y contenidos del Cuaderno N°5, se impone
hacer una lectura, aunque más no sea breve, del contexto social actual. Hace tres
años referíamos a la existencia de un Estado penal securitario, cuya gestación reco-
noce no menos de veinte años, y que este 2018 lo encuentra exponenciado, coloni-
zado por una lógica bélica que fundamenta y expande los procesos de militarización
de las fuerzas de seguridad como la “capacidad letal” de sus agentes, a la vez de un
avance sobre reformas legislativas de los códigos penales y procesales que, con el
argumento propio de los progresistas de derechas en cuanto a la “necesidad” real de
tales transformaciones, van abandonando cada vez más el “seudo- progresismo” y
avanzan sin obstáculos políticos hacia la “derecha”, ya que en realidad se constitu-
yen en instrumentos en los que se “filtran” aquellos intereses que hacen posible la
perpetuación de un sistema penal que garantice la reproducción de un orden social
desigual39.
En nombre de la seguridad, sea esta “democrática” o “ciudadana”, en estos 20 años
se ha incrementado la persecución selectiva y discrecional de las fuerzas de seguri-
dad sobre determinados sectores produciendo un crecimiento exponencial de la po-
blación encarcelada, articulado con una consolidación de punitivismo judicial.
36 Esta publicación fue trabajada y pensada colectivamente por distintos integrantes del GESPyDH,
tanto la propuesta de contenidos, su nombre, el diseño y la imagen integraron nuestros debate de
equipo de trabajo.
37 Este titulo fue reeditado en reconocimiento a aquel que fuera el titulo del Epílogo del nuestro pri-
mero libro “La Niñez Ajusticiada” publicado en el año 2000 con autoría de Silvia Guemureman y
Alcira Daroqui.
38 En ese sentido invitamos a detenerse en las diferentes menciones a ponencias y artículos de Carlos
tes y jóvenes, titulada: “La militarización de la seguridad interior: una amenaza para los derechos y la
vida de los jóvenes”. Boletín de coyuntura Nº14, disponible en: http://
observatoriojovenesiigg.sociales.uba.ar/2018/12/06/boletin-de-coyuntura-no14-diciembre-de-2018/
En este sentido, compartimos el primer párrafo de la “Declaración Anti- Seguri- 17
dad”40 escrita por Mark Neocleous y George Rigakos, y cuya versión completa se
encuentra en la sección de “Documentos para el debate académico y político” de
este este número:
“El propósito de este proyecto, formulado de manera sencilla, es mostrar que la seguridad es
una ilusión que se ha olvidado que es una ilusión. formulado de manera menos sencilla, que
la seguridad es una peligrosa ilusión. ¿por qué “peligrosa”? porque ha venido a actuar como
un bloqueo a la política: cuanto más sucumbimos al discurso de la seguridad, menos podemos
decir sobre la explotación y la alienación; cuanto más hablamos de seguridad, menos habla-
mos de los fundamentos materiales de la emancipación; cuanto más venimos a compartir el
fetiche de la seguridad, más nos alienamos unos de otros y más nos volvemos cómplices en el
ejercicio de los poderes de policía”
En el nombre de la “seguridad”, el año 2018 registró el mayor incremento de la po-
blación encarcelada a nivel país, cuyo incremento venía siendo sostenido desde el
año 2013. Según el informe elaborado para la sección Perspectiva Estadística, la
cantidad de personas presas en Argentina, contando sólo los/as detenidos/as en
ámbitos penitenciarios, pasó de 64.288 presos a fines de 2013 a 85.283 presos en
2017, creciendo un 30% en 4 años41. Arrojando para 2017 una tasa de 194,33 presos
cada 100 mil habitantes. Si se contabilizan las personas detenidas en comisarías 42 de
todo el país, a excepción de la provincia de Rio Negro que no informó el dato, en
2017 ascienden a 92.161 y representan una tasa de 209,24 personas presas cada 100
mil habitantes.
Y por supuesto, ello debe leerse en el marco del aumento exponencial de las poli-
cías, de una práctica judicial punitivista que encierra, con condenas cortas y largas,
que avala la retención penitenciaria de las personas detenidas, que expande las pri-
siones preventivas, y que siempre encierra, consolidando una práctica estatal
“naturalizada” por los distintos sectores políticos de ámbito legislativo y ejecutivo y
por supuesto, por los integrantes de las agencias que forman parte de la cadena pu-
nitiva: las violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte de las fuerzas
de seguridad y custodia, que actúan convencidas de impunidad garantizada.
Decíamos en la presentación de los Cuadernos 3-4, allá en el año 2015, y por su-
puesto vale para el presente:
“Los malos tratos y torturas, las muertes en prisión y/o en momentos de la aprensión policial
no ingresan en la agenda de una política vinculada a los derechos humanos en el presente.
Informes de distintos organismos43 hacen visible la violencia estatal y también, la política de
encubrimiento e impunidad que las diferentes estructuras del poder judicial garantizan a poli-
cías y penitenciarios que matan y torturan. Los malos tratos, las torturas y las muertes de
personas detenidas ¿son investigados por la “justicia”?, ¿cómo se investigan?, ¿a cuántas de-
nuncias dan curso?, ¿cómo se caratulan o re-caratulan esas causas?, ¿a quiénes y cuántos
40 La referencia de su publicación como de la traducción véase en la sección Documentos para el
debate académico y político.
41 Ver http://www.jus.gob.ar/media/2736750/Informe%20SNEEP%20ARGENTINA%
202013.pdf y https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/
presentacion_informe_ejecutivo_sneep_2017.pdf
42 La información sobre detenidos en comisarías proporcionada por el SNEEP es incompleta en tres
aspectos: 1) se publica intermitentemente (no hay datos para 2003, 2004, 2007, 2009, 2010 y 2011),
2) siempre es parcial en tanto hay provincias que no responden y 3) sólo en 2002 se presentó des-
agregada por provincia.
43 Ver Informes Anuales del Registro Nacional de Casos de Torturas- PPN-CCT y GESPyDH,
David Barrios Rodríguez – Candidato a Doctor en Estudios Latinoamericanos, Integrante del Observatorio
Latinoamericano de Geopolítica (OLAG) con adscripción al Instituto de Investigaciones Económicas de la Universi-
dad Nacional Autónoma de México (UNAM) – davidbarrios@iiec.unam.mx
24
Resumen
América Latina y el Caribe destaca a nivel mundial tanto por los niveles
de violencia cuantificables, como por las modalidades que esta compor-
ta. Ante ello, las preocupaciones en torno a la seguridad pública o ciuda-
dana han ofrecido una serie de interpretaciones poniendo énfasis en el
comportamiento económico del área, los procesos de urbanización o la
polarización generada por los índices de criminalidad y las políticas de
mano dura vueltas “consenso”. En este caso, se propone abordar la pro-
blemática a través de la incorporación de elementos semánticos y opera-
cionales de la estrategia militar, tomando como ejemplo la ciudad de Río
de Janeiro con la experiencia de las Unidades de Policía Pacificadora
(UPP) y la militarización de la ciudad en el marco de un ciclo de mega-
eventos de diez años de duración. En base a la consulta de distintas
fuentes documentales, entre ellas escritos de militares que participaron
en Operaciones de guerra urbana en la ciudad, se corrobora la hipótesis
sobre el empleo de estrategias de guerra en contextos urbanos como al-
ternativa disponible para las elites políticas y económicas con objetivos
de control social.
1 Investigación realizada en el marco de los proyectos PAPIIT “Economía y guerra en el siglo XXI:
corporaciones, Estados y mercenarios. Genealogías latinoamericanas” IG300318 y “Economía política
de la violencia. Genealogías latinoamericanas” IA301217.
2 El incremento de la denominada “delincuencia común” como fenómeno replicado en la mayor parte
de los países, adquirió un aura distinta con la comisión de delitos que requerían tanto mayor infraes-
tructura como vínculos con elementos policiacos, lo que resulta característico, por ejemplo, en el caso
de los secuestros extorsivos. De manera paralela las décadas de los años ochenta y noventa señalaron
el inicio de la paulatina alteración en la dinámica de producción, trasiego y tráfico de estupefacientes en
la que destaca la violencia producida en el mercado de la economía criminal ilegal por la introducción
de la cocaína. Ciudades de Colombia, Brasil y México dan cuenta de ello.
cuando está presente en distintas regiones del área, no ha recibido la atención que 26
merece. Lo que prolifera ahora en distintos países de la región es la imbricación de
sentidos sociales y políticas gubernamentales en la materia, con contenidos y formas
de funcionamiento bélicas. Así, el recurso de metáforas que aluden a un imaginario
de guerra se expande en términos sociales, tanto desde los centros de poder y deci-
sión, como a partir de la población inmersa en lo que se presenta como situación de
guerra (Ceceña, 2014) o estado de guerra (Santiago e Illades, 2014)4. Esto supone
entonces, una profunda modificación en las atribuciones policiacas que ahora incor-
poran estrategias bélicas inscritas en las formas de guerra irregular
(contrainsurgencia, asimetría, guerra de baja intensidad, etc.) y que redefinen en el
siglo XXI las fronteras previas de actuación del Estado y las construcciones en
torno a la ciudadanía.
Por ello, en el presente texto centraré la atención en el recorrido brasileño y en par-
ticular en su ciudad más emblemática, Río de Janeiro, por considerar que se trata de
Los esfuerzos destinados por la élite carioca para intentar disciplinar a la población
de Río de Janeiro han sido enormes a lo largo del tiempo. Un momento clave en la
configuración de este proceso se da como resultado del arribo de la Corte Imperial
portuguesa (1808) y la concomitante conversión de la ciudad, con 80 mil esclavos a
mediados del Siglo XIX (Chalhoub, 2011), en el principal lugar de arribo de cautivos
africanos en el Hemisferio Occidental5. Al esclavismo como sostén del proyecto
económico de Brasil, que configuraría el racismo de largo aliento y que se expresa
hasta la actualidad, debemos agregar en ese periodo el terror que produjeron distin-
tas rebeliones internas y, de manera muy especial, la Revolución Haitiana
(consumada en 1804)6. Es por ello que no se escatimó en la generación de mecanis-
mos de control para contener a la población capturada en África, que incluyeron
redadas, castigos públicos y ejecuciones7. Mientas, en el periodo de finalización jurí-
dica de la esclavitud fueron impulsadas formas de segregación socioespacial, como
5 La institución atravesó por diversas transformaciones a partir de entonces, entre ellas las derivadas
de la relación cambiante en términos jurídico-administrativos, primero dentro de la Corte Imperial y
después en el periodo republicano. Otra mutación de gran trascendencia proviene del traslado a Bra-
silia en 1960 de las atribuciones como capital del país. Aun así, se puede rastrear la continuidad de
los cuerpos armados de formato militar que hasta la actualidad llevan a cabo las tareas de vigilancia y
actuación policial en la ciudad. Con la salvedad de un breve lapso en 1831, cuando el cuerpo fue
disuelto por una rebelión, este tipo de institución ha sido permanente en la historia de la urbe
(Bretas, 1997).
6 La rebelión de esclavos Malês (musulmanes) en Salvador durante 1835 horrorizó de manera parti-
cular a propietarios y gobernantes por su grado de organización, por estar en manos de personas
alfabetizadas y por su carácter abiertamente militar (Malaguti,2003).
7 Significativa es la figura del Comandante de la Guarda Real de Polícia, Miguel Nunes Vidigal, quien
cobró fama por llevar a cabo expediciones punitivas sobre determinados habitantes de la ciudad,
especialmente de los descendientes de africanos. La vida y acciones del Geral Vidigal fueron popula-
rizadas y preservadas en el tiempo, gracias a la novela decimonónica de Manuel Antônio de Almeida,
intitulada Memorias de un Sargento de Milicias, considerada una de las obras fundacionales de la
literatura brasileña. En la actualidad, precisamente una de las favelas de la Zona Sur donde hay una
UPP instalada, lleva su nombre.
en el caso de los cortiços, formas de habitación popular que precedieron a las fave- 28
las8.
La creación de la Policía Militar de Río de Janeiro (PMERJ) se inscribe en esta lógica
y tiene continuidad en el tiempo: hacia atrás en la figura del capitão do mato y hacia
el presente en la conformación socioeconómica que tiene la institución y sus distin-
tas vertientes9. La PMERJ ha tenido y mantiene como principal función proteger los
intereses de las clases propietarias, elemento que se puede rastrear en el propio escu-
do de la institución. Conformado por una mata de café, una caña de azúcar y una
corona, resulta símbolo elocuente de su origen en el pasado colonial-imperial, pero
también de sus tareas como cuerpo dedicado a la defensa patrimonial de los poderes
económicos del país. La actualización de estas formas de control se puede identifi-
car al considerar el desarrollo ulterior de la PMERJ en sus diferentes subdivisiones,
quienes son encargados de capturar, castigar y asesinar a sus iguales. Tratándose del
cuerpo del Estado responsable de llevar a cabo el patrullaje ostensivo de las calles y
al mismo tiempo de las labores de prevención, es la que está en contacto permanen-
te con la población10.
rar a sus congéneres. Con ello se fue instaurando otro elemento central para la reproducción sisté-
mica del orden social brasileño: “inculcar en el oprimido que la violencia contra otro oprimido esta-
ba asociada al beneficio de su inclusión social” (Rosas Reis, 2016). En la actualidad, la distribución
racial de los cuerpos policiacos se caracteriza por una mayor presencia de descendientes de esclavos
africanos en la PMERJ (pretos y pardos), mientras que la policía Civil (de investigación) y la Federal
son integradas en mayor medida por blancos (Barrios Rodríguez, 2017).
10 Todas ellas expresiones militarizadas de policía, la PMERJ cuenta con cuerpos de choque, opera-
ciones especiales (BOPE), integrantes de la Policía Pacificadora, por señalar aquellos más relaciona-
dos con las incursiones violentas en las favelas.
11 De esta manera, en la trayectoria del vocablo en Occidente, se prefigura desde la instauración de
con la tarea de realizar acciones de seguridad pública en situaciones en las cuales los demás cuerpos
de la Policía Militar no tenían capacidad de intervención. Sus operaciones en las favelas fueron pensa-
das en la lógica de confrontación con facciones del narcotráfico (Mattos de Rocha, 2013).
13 La mesa en cuestión se intituló “Moradia e mobilidade: Conexões com a cidade e impactos nas
favelas”, llevada a cabo en el Instituto de Filosofía e Ciencias Sociais (IFCS) de la Universidade Fede-
ral do Rio de Janeiro (UFRJ), 04 de agosto de 2016.
dentro de la capital carioca se ha llevado a cabo en distintas oportunidades con ante- 30
rioridad, pero esto ha ocurrido a partir de principios jurídicos y escalas distintas. Un
par de antecedentes a finales del siglo pasado fueron la ECO-92 y la Operação Rio
(1995). A mediados de la década siguiente volvieron a ser utilizadas con el inicio del
ciclo de ocho megaeventos que se inaugura con los Juegos Panamericanos en 2007.
Con el objetivo de implantar las UPP en la zona Norte de la ciudad y contrarrestar
acciones del tráfico, se llevó a cabo la ocupación militar del Complexo do Alemão y
da Penha en 2010-2011. Volvieron a ser convocadas entre 2012 y 2013 durante la
Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable Rio+20 (2012) y a
propósito de la visita del Papa en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud -
JMJ (2013). Finalmente, en el contexto de una fuerte crisis social y económica en el
país, se sucedieron los tres mayores eventos del periodo, la Copa Confederaciones
en 2013, la Copa del Mundo FIFA al año siguiente y en lo que fue considerado el
cierre de este ciclo para la ciudad, la Olimpiada y Para Olimpiada Río 2016 (Lima de
Carvalho, 2013; Prisco de Souza, 2015)14.
Cabe resaltar que en todas estas oportunidades la intervención de las Fuerzas Arma-
das estuvo mediada por la solicitud en primera instancia del gobernador del Estado
de Río de Janeiro al poder ejecutivo federal, y posteriormente de éste hacia las Fuer-
zas Armadas del país. Esto quiere decir que los dos gobiernos identificados como de
izquierda política del Partido dos Trabalhadores (PT) son responsables de la deci-
sión de establecer operaciones cívico militares en las favelas de Río de Janeiro.
14 El caso de la Operação Río de 1995 tuvo un carácter específico, ya que el objetivo declarado era
participar en funciones de seguridad pública y no solamente con el argumento de proteger a las dele-
gaciones internacionales que participaran en los megaeventos. Tomaron parte la Brigada da Infanteria
de Paracaidistas, reforzada por batallones del Ejército y de la Fuerza Aérea (Escoto, 2016). La opera-
ción fue resultado del clima de inseguridad (en cierta medida mediáticamente construido) relacionado
con las incursiones de jóvenes favelados en las playas de la Zona Sur para robar a los bañistas
(estrategia conocida como arrastroes). Además de ello se trata de un periodo de tiempo marcado por
eventos de violencia institucional entre los que destacan tres masacres de jóvenes de sectores popula-
res con gran impacto social: Chacina de Acari (1990); Chacina da Candelaria y Chacina de Vigario
Geral (1993).
31 En términos más generales, es posible considerar que el proceso de implantación de
las UPP fue una de las maneras en que el gobierno brasileño en sus distintos niveles,
encontró una manera de convencer a la opinión pública, nacional e internacional, de
que la problemática de la inseguridad pública y especialmente la actuación de los
traficantes con uso ostensivo de armas, podría ser revertido para generar un clima
de seguridad hacia los visitantes extranjeros, en el marco de los megaeventos en
puerta.
Aun así, este proceso no fue realizado de la misma forma en los distintos espacios
de la ciudad donde fueron implantadas las 38 unidades de Policía Pacificadora. In-
clusive, de acuerdo con distintos especialistas, más que un modelo acabado, hubo
un cierto grado de improvisación y adaptación a lo largo del periodo de implemen-
tación. Prueba de ello es que entre el decreto para su creación (2009) y uno en que
quedara clara su estructura, objetivos y atribuciones pasaron dos años (2011), para
ser de nuevo alterados un par de años después (2013). Siendo ese último bienio en
que se estableció su carácter y gestión como policía de proximidad, aun cuando no
siempre quedó clara la distinción entre esto y los principios de policía comunitaria
(Franco, 2014).
El secretario de seguridad pública de la ciudad durante diez años, y a quien se le atri-
buye la creación de estas unidades, Mariano Beltrame, señaló que en 2007 viajó a
Medellín para conocer la experiencia de los Centros de Atención Inmediata periféri-
cos (CAI) de la ciudad colombiana, en los que se habrían inspirado para la introduc-
ción de las UPP en Río (Valente, 2016)15. Esto parece haber sido una forma de
mostrar el proyecto a la opinión pública, ya que como veremos más adelante, los
abrevaderos de esta experiencia de militarización de determinadas áreas de la ciudad,
se encuentra en la Cuenca del Caribe, aunque ha incorporado elementos para el
combate en Oriente Medio16.
De esta manera, los criterios esgrimidos para su instalación fueron: que se tratase de
comunidades pobres, con baja presencia institucional y que contaran con actividad
de grupos criminales ostensiblemente armados. En función de esto, los objetivos de
las UPP estaban vinculados con la consolidación del control estatal sobre estas co-
munidades para devolver a la población local la paz y la tranquilidad pública (Cano
et al, 2012b).
Los resultados inmediatos a la instalación de las UPP, como la reducción de deter-
minados delitos y la disminución del uso ostensivo de armas en las favelas de la ciu-
dad, produjo optimismo en habitantes y en el gobierno, lo que se refrendó a través
15 El programa de las UPP fue desarrollado durante el gobierno estatal de Sergio Cabral del PMDB,
quien dimitió en abril de 2014 y posteriormente fue uno de los objetivos de la “cruzada” anticorrup-
ción en Brasil. Actualmente se encuentra preso bajo delitos de corrupción y con una condena de más
de 100 años de prisión.
16 Otro estudioso del tema sugiere que, con relación a su carácter de policía comunitaria, Boston, ade-
más de Medellín y Bogotá, habrían sido los prototipos de la experiencia (De Sousa, 2017). Sin embar-
go, como señalé antes, el proyecto se modificó durante los años de implementación, diluyendo con
ello la validez sobre la herencia del modelo.
de la coparticipación de la iniciativa privada en materia de inversión para la financia- 32
ción de las instalaciones17. El triunfo en términos simbólicos de la estrategia tam-
bién es perceptible en el hecho de que las películas Tropa de Elite y su secuela, fue-
ran especialmente exitosas18.
Estudios posteriores hicieron énfasis en que al menos en la primera etapa de imple-
mentación (17 UPP), el objetivo de incrustar bases policiacas en determinadas áreas
de la ciudad tuvo un criterio más o menos claro de selección: una parte de ellas ubi-
cadas en la Zona Sur, de barrios de sectores privilegiados y orientada al turismo; en
el centro de la ciudad y la zona del puerto, en donde también se desarrolló una im-
portante reforma urbana y en una región específica de la Zona Norte, alrededor del
Estadio de Maracaná (Cano et al,2012b: 27-28)19.
Es así como se estableció un cerco sobre algunas favelas de la ciudad, por lo que
puede ser considerada más que una política general de seguridad, una forma de in-
tervención en espacios de la urbe estigmatizados: se trataba de controlar/contener
dichas áreas. Aunque el proyecto era contar con 40 instalaciones para 2016, final-
mente fueron instaladas 38, la mayor parte de ellas en la Zona Norte y Sur de Río
(UPP-RJ, 2016).
cuando en un principio fueron identificadas como una forma de contrarrestar las actividades de las
facciones de tráfico, de manera paulatina fueron asociadas con violaciones a los derechos humanos
sobre la población y con la comisión de distintas actividades ilícitas. Monopolizan actividades econó-
micas en los territorios donde tienen presencia (televisión por cable, gas, luz y el transporte local) y
ahora existen indicios de que también participan del tráfico de estupefacientes (Couto et al, 2018).
Actúan principalmente en la Zona Oeste de Río. La investigadora Alba Zaluar estimaba en 2010 que
controlaban territorios habitados por más de 400 mil personas (Gledhill, 2016).
21 Los bailes funk son reuniones específicamente asociadas con los tráficos y que en su versión con-
temporánea se caracterizan por ser espacios donde se escucha un tipo de música que hace apología
de estas actividades, así como por una estética y un conjunto de prácticas, incluyendo el baile, hiper-
sexualizadas. Los dos géneros más populares dentro de este tipo de bailes son el llamado putaria,
abiertamente sexista y el proibidão, que es propiamente el que habla de las distintas organizaciones de
tráfico y sus formas de vida. Aun cuando son enormemente populares, existen restricciones para
escucharlos en los medios comerciales de comunicación. Con la política de ocupación militar de las
favelas tanto los bailes como la música han sido objeto de persecución.
22 Durante el trabajo de campo con motivo de mi estancia de investigación, tuve oportunidad de ha-
bitar en una favela situada en los límites de la Zona Sur con el Centro de la ciudad. Se trata de una
pequeña colonización a las faldas de un morro que administrativamente pertenece al barrio de Laran-
jeiras. Pereira de Silva, también conocida como Pereirão constituye un caso emblemático del resulta-
do de los procesos de “pacificación”, en relación a la preservación del tráfico y a la convivencia que
hay de manera cotidiana, entre actores armados estatales y no estatales (De Mattos, 2013).
hacia otras áreas. 34
Por su parte, en las favelas del Norte de la ciudad, se llevaron a cabo las mayores
operaciones. En parte esto se debió a que éstas rodean algunos de los accesos estra-
tégicos (Avenida Brasil y Linha Vermelha), como aquellos que van desde el Aero-
puerto Internacional Galeão, hacia el Centro de la urbe y hacia instalaciones como el
Estadio de Maracaná o la Ciudad Olímpica construida en la Zona Oeste (de Barra
da Tijuca hacia Jacapareguá). Esto se hizo a través de la conformación de una Fuer-
za Pacificadora adscrita al Comando Militar do Leste del Ejército brasileño (CML)
con sede en el Estado de Río de Janeiro23.
Esta fuerza que actuó en las operaciones realizadas en los complexos de Maré, Ale-
mão y da Penha, se conformó a partir de segmentos de las Fuerzas Armadas Brasile-
ñas con experiencia en Haití a través de la Missão das Nações Unidas para Estabili-
zação no Haiti (MINUSTAH)24. En la isla del Caribe, éstas habían desarrollado ac-
ciones como brigadas médicas y odontológicas, mientras que otras unidades tenían
como objetivo participar en la “pacificación” de los barrios considerados problemá-
ticos como Bel Air, Cité Soleil, Cité Militaire, entre otros25. En esta experiencia, que
en 2014 cumplía ya diez años, las Fuerzas Armadas brasileñas obtuvieron conoci-
mientos relevantes sobre la manera de hacer presencia en un contexto urbano den-
23La fuerza quedó constituida de la siguiente forma: comando a cargo de un oficial-general del Ejérci-
to brasileño; tropas del Ejército con dos Fuerzas de Tarea compuestas por Batallones de Infantería;
Policía Militar del Estado de Río de Janeiro (PMERJ); un comando y dos batallones de campaña de la
Policía Militar; Policía Civil del Estado de Río de Janeiro. También formaron parte de la fuerza equi-
pos de inteligencia, un destacamento logístico, un equipo de comunicación social, otro más de opera-
ciones psicológicas y hacia el final de la operación Arcanjo una sección de asuntos civiles (Klinguelfus,
2012).
24 La participación de efectivos brasileños en la MINUSTAH constituye la mayor experiencia en su
tipo en la historia del país sudamericano como partícipe de operaciones de la ONU. Entre 2004 y
2016 han tomado parte de la misma casi 33 mil militares entre tropas y oficiales (Passarelli Hamann,
2016).
25 Nos referimos al Batalhão Brasileiro de Operação de Paz no Haiti (BRABATT/ MINUSTAH)
que realizó distintas acciones bélicas y de asistencia en casos de desastre (Leite Silva, 2014). Se
estimaba que como resultado del terremoto en enero de 2010, alrededor de 4.500 presidiarios, algunos
35 samente poblado, a través de la vigilancia ostensiva de sus habitantes, a pie o a bor-
do de vehículos motorizados. Resalta de ello la militarización de la vida cotidiana
como un proyecto a largo plazo, en zonas caracterizadas por carencias materiales, en
donde las labores de inteligencia y su corroboración a través de la obtención de da-
tos ofrecidos por la población, forman parte de la lógica de intervención territorial.
En los estudios existentes sobre la “vertiente” haitiana del proceso, se establece la
relación entre este precedente y la de la implantación de las UPP. Esto en dos senti-
dos: por un lado, a partir del momento de la invasión y ocupación del territorio ur-
bano y por el otro, a través de la lógica de permanecer en él a través de los llamados
pontos fortes utilizados en Haití como posiciones fortificadas y que guardan una
lógica similar tanto con los CAI periféricos de Medellín, como con las UPP cariocas.
Además de ello, el patrullaje ostensivo realizado en la isla por parte de los vehículos
blindados y efectivos a cargo del Batalhão Brasileiro de Infantaria de Força de Paz
(BIF-Paz) tiene similitudes con la actuación de los caveirões, que habiendo sido uti-
lizados desde comienzos de la década pasada, han sido perfeccionados para las in-
cursiones en distintas favelas de Río26. Entre las funciones realizadas en la isla del Cari-
be y que después serían replicadas en las operaciones en las favelas de Río de Janei-
ro se encuentran operaciones de cerco y cateo, checkpoints, static points, seguridad
de instalaciones y operaciones de control de disturbios (Do Amaral Peixoto, 2009).
En Alemão y Penha, la operación llevada a cabo en 2011 constituyó la de mayor
envergadura que ha tenido la Fuerza Terrestre Brasileña desde las operaciones en el
siglo XIX a cargo de Luis Alves de Lima e Silva, mejor conocido como el Duque de
Caxias27. Durante 87 días se llevó a cabo esta ocupación en la que tomaron parte el
BOPE, la Policía Civil, miembros de la Policía Federal y que contó con apoyo logís-
tico del Ministerio de la Defensa (Lima de Carvalho: 2013). Uno de los argumentos
esgrimidos para la actuación de las Fuerzas Armadas fueron las acciones realizadas
considerados como de alta peligrosidad, habían logrado escapar, lo que los convertía en un objetivo
militar de la MINUSTAH y de los batallones brasileños (Porto Pinheiro, 2011).
26 Se trata de vehículos blindados que son utilizados para la invasión y patrullaje de las favelas. El
término caveirão, empleado por los habitantes, remite al símbolo del BOPE conformado por una
calavera con unos cuchillos atravesados. Por su parte la PMERJ y en términos más generales el go-
bierno, optan por llamarlo o pacificador.
27 También denominado en la historiografía brasileña como “el pacificador” fue el responsable mili-
tar de sofocar rebeliones decimonónicas en las provincias de Maranhão, São Paulo, Minas Gerais y
Rio Grande do Sul. También fue el jefe militar de las tropas brasileñas en la Guerra de la Triple
Alianza o Guerra del Paraguay. Es considerado el patrono de la Fuerza Terrestre brasileña (Zaccone,
2015).
por facciones de traficantes durante aquellos días (Comando Vermelho y Amigos 36
dos Amigos) y que consistieron en quema de autobuses y el bloqueo de algunas via-
lidades, lo que fue interpretado como una manera de protestar ante la puesta en
marcha de las UPP en la ciudad.
De esta manera, se llevaron a cabo acciones de cercamiento por parte del cuerpo de
infantería de paracaidistas (Operação Chivunk) y de otras fuerzas federales que se
conformaron como Fuerza de Tarea Arcanjo, mismo nombre que tendría la opera-
ción militar28. Para pensar en la dimensión del despliegue, es necesario reparar en
que, en el área de 16 kilómetros cuadrados de aglomeración urbana vertical, habita-
ban en ese momento alrededor de 400 mil personas. Después de la intervención
inicial otras unidades del Ejército se alternaron en turnos de tres meses para contro-
lar el área hasta el 28 de junio de 2012, cuando el gobierno del Estado de Río de
Janeiro terminó la instalación de las últimas UPP, un total de 8 en ambos complejos
de favelas. A lo largo de diecinueve meses, 8.764 militares participaron de la ocupa-
ción (Lima de Carvalho: 2013).
Respecto a la favela de Maré, en 2014 se llevó a cabo la Operación São Francisco,
solicitada por el gobierno del Estado el 5 de abril de ese año. A diferencia de la
Operação Arcanjo antes descrita, en este caso se enmarcó en términos jurídicos en
la atribución del Ejército brasileño en ejercicios de Garantía de la Ley y el Orden
(GLO)29. Para ello se llevaron a cabo exposiciones de motivos interministeriales,
que autorizaron la participación temporal de militares para la preservación del orden
público. En el mismo periodo fueron publicadas instrucciones administrativas del
Estado Mayor del Ejército, que determinaron la organización de una Fuerza de Pa-
cificación, con el empleo de recursos operacionales militares (de Barros,2016).
Como elementos principales fueron considerados aspectos en materia de comunica-
ción, así como mecanismos para ganar la confianza de la población, producto de la
mala percepción de los aparatos armados del Estado, atribuida a la acción de los
traficantes (de Barros Campos, 2016)30. Como habían tenido oportunidad de apren-
der en Haití, esto resultaba crucial para las labores de inteligencia. O como señala
otro militar brasileño a propósito de esta operación: “A inteligência também priori-
zou a coleta e a busca de informações sobre a população, centro de gravidade dos
conflitos irregulares assimétricos do século XXI”. En este ámbito, resulta notoria la
incorporación de la experiencia del Ejército y los Fusileros Navales de Estados Uni-
28 El equipo de paracaidistas llevó a cabo tareas de inteligencia y reconocimiento aéreo, así como in-
tervención directa en los complejos de favelas ocupados militarmente (Ramos Marques, 2012: 56-64).
29Estas misiones se llevan a cabo bajo orden expresa del presidente de la República en casos de agota-
miento de los mecanismos instituidos para la preservación de la seguridad pública o ante una situación
grave de perturbación del orden. Son reguladas por la Constitución Federal y conceden de manera
provisoria a los militares la facultad de actuar con poder de policía hasta el restablecimiento de la nor-
malidad. Con la excepción de los Juegos Panamericanos Río 2007 y los V Juegos Mundiales Militares
de 2011, fue el marco de actuación de las Fuerzas Armadas durante el ciclo de megaeventos
(Ministerio de Defensa brasileño, 2018).
30 En ese momento, en la favela de Maré se identificaba la presencia del Comando Vermelho, sus riva-
les del Terceiro Comando Puro, así como grupos de milicias. Para efectos de la operación en términos
semánticos, fueron denominados Agentes da Perturbação da Ordem Pública (APOP).
37 dos en Afganistán31. En este caso, la actuación de las fuerzas armadas incluyó la co-
locación de check points, patrullaje ostensivo, cateos sobre autos y personas, captu-
ra en flagrancia y cumplimiento de mandatos de apresamiento para lo que fueron
instalados los llamados Postos de Bloqueio e Controle de Vias Urbanas (PBCVU).
En la operación participaron 3.300 militares veinticuatro horas al día y siete días a la
semana, desde el 1 de abril de 2014 y hasta el 30 de junio de 2015 32. Esto quiere de-
cir que fueron utilizados 18 militares por cada 1000 habitantes, una cifra que desde
la perspectiva militar es suficiente para operaciones de “imposición de paz” o para
tareas de contrainsurgencia33. También fueron implementadas acciones cívico-
militares con el objeto de intentar paliar el descontento producido entre la pobla-
ción, así como altoparlantes y panfletos para difundir las acciones de la operación y
desacreditar a los grupos de tráfico.
Desde la óptica militar se trataba de actuar en un área densamente poblada con
129.770 habitantes distribuidos en 3.301.743 m2, lo que proporcionalmente equivale
a 25,44 personas por metro cuadrado (De Barros, 2016). Resulta significativo que en
los textos de militares brasileños aparecidos en Military Review, dedicados a las ope-
raciones en Alemão, Penha y Maré, no se hable de las muertes por decenas que tu-
vieron lugar durante las mismas. De igual manera no se alude a las afectaciones a la
vida cotidiana de la población, entre la que se cuenta la de niños y ancianos. Aun
cuando no es del todo posible establecer el saldo social de estas incursiones milita-
res, existen algunos cálculos llevados a cabo por organizaciones. Así, por ejemplo,
durante la Operação São Francisco en Maré fueron asesinadas 21 personas, además
de 16 asesinatos previos llevados a cabo por el BOPE al preparar el terreno para la
ocupación34.
Durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos fueron dispuestos más de 43 mil mili-
tares para tareas de seguridad pública en la ciudad, quienes actuaron en la lógica de
prevenir y confrontar amenazas asimétricas, tales como la posibilidad de atentados
terroristas, aun cuando el mayor temor era frente a “nativos autorradicaliza-
dos” (Visacro, 2018)35. En ese sentido, es preciso recordar que desde 2013, Río y
otras ciudades del país fueron escenario de protestas contra distintas medidas del
31 En este caso la referencia es a la conformación de Células de Inteligencia de Compañía (Company-
Level Intelligence Cells) que hacían parte de las Compañías Operacionales. Otros mecanismos de
inteligencia fueron a través de informantes que hacían uso de la aplicación para teléfonos móviles
Whatsapp, así como de Disque Pacificação implementado por la Fuerza de Pacificación (Escoto,
2016).
32 Fueron utilizados carros de combate M113, Urutu y Guaraní; por parte de la Marina brasileña dis-
tintos vehículos blindados como el SR 8x8 Piranha IIIC, además de motocicletas; así como aerona-
ves del Comando de Aviación del Ejército como los helicópteros HA-1 Esquilo y el HM-Pantera
(De Barros, 2016).
33 De acuerdo con uno de los militares brasileños citados con anterioridad, la experiencia de 8 opera-
ciones previas señalaba que, para ser exitosos, esta clase de despliegues deberían de contar con 13
elementos por cada mil integrantes de la comunidad en cuestión, mientras que el manual estadouni-
dense de contrainsurgencia establece un número de efectivos adecuado para estas tareas de entre 20
y 25 personas por cada mil habitantes (Escoto, 2016).
34 Un año antes, durante un operativo con motivo de la Copa Confederaciones, sólo el día 24 de julio
habían sido asesinadas 10 personas (Comitê Popular da Copa e Olimpíadas do Rio de Janeiro, 2015).
gobierno, tanto de la depuesta Dilma Roussef, como de Michel Temer, ungido pre- 38
sidente con posterioridad al golpe de Estado concretado en agosto de 2016.
Como colofón de la política de seguridad implementada durante el ciclo de mega-
eventos es necesario apuntar que al interior de Brasil el entusiasmo inicial sobre su
eficacia se ha modificado. Durante los años que van desde la colocación de la pri-
mera UPP en el morro de Santa Marta hasta la actualidad, la percepción en torno a
estas se ha deteriorado debido a la represión contra la población, que ha incluido la
desaparición forzada, así como el asesinato de habitantes de las favelas36. Sin embar-
go, hacia el exterior las UPP suelen ser vistas a nivel regional como un modelo exi-
toso para abatir la violencia y se habla de su exportación a otros contextos con pro-
blemáticas similares. Tal es el caso de El Salvador, en donde para su implementa-
ción participan la Secretaría de Seguridad del país en colaboración con la USAID
(UPP-RJ, 2015)37.
Fuentes consultadas
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43
La protesta Suplemento Semanal 8
27 de febrero de 1922
44
Resumen
En el presente artículo se realiza un análisis del modo en que se está
produciendo la militarización de la seguridad interior en la Argentina.
Para ello se repasa el caso de una fuerza que se ha convertido en emble-
mática de ese proceso: la Gendarmería Nacional Argentina (GNA). En
primer término se hace un recorrido por la historia de esta fuerza, pro-
poniendo una periodización de la misma en relación a las políticas re-
presivas estatales. Luego se reflexiona sobre su readaptación estratégica
en un contexto de deslegitimación de las fuerzas militares tras la dicta-
dura y el genocidio y su creciente utilización en el marco constitucional
primero para la represión de la protesta social y su posterior extensión a
todo el arco de las actividades policiales. Finaliza, el artículo, con un
análisis de la impronta de esta fuerza en la creación del Ministerio de
Seguridad de la Nación.
Abstract
In this article we analize the way in which the militarization of the domestic security
is making in Argentina. To do this, we review the case of a military force that has
become emblematic in this process: Gendarmería Nacional Argentina (GNA). In
the first place, we show the history of this military force, proposing a periodization
of it in relation to repressive state policies. Then, we reflect on its strategic readjust-
ments in the context of delegitimization of military forces after the dictatorship and
genocide, and its growing use in the constitutional framework, first, for repression
of social protest and, later, its extension to the whole set of policing activities. Fina-
lly, we describe the stamp of this military force on the creation of the Ministry of
Security of the Nation.
seguridad interna: su desarrollo solapado en Argentina, en el Seminario de Reflexión: El capitalismo del siglo
XXI y las corporaciones globales, realizado en el Instituto de Investigaciones Económicas – UNAM,
México, del 11 al 13 de setiembre de 2017.
3 Foucault (2006), al desarrollar las características del primer arte de gobierno que podemos atribuir
al estado moderno, la razón de Estado, describe como esas dos formas de la violencia, y las institu-
ciones en que se sostienen, se articulan en conjuntos tecnológicos: el primero el “sistema diplomáti-
co militar”, el segundo la “policía”. Esta última en la acepción originaria del término que refiere al
“calculo y técnica que permiten asegurar el buen uso de las fuerzas del Estado” en procura del orden
interior.
militar. Pero la cuestión más significativa ha sido el crecimiento tanto en efectivos 46
como en funciones policiales de un cuerpo de origen y formación militar, que sigue
manteniendo el estado militar en su ley orgánica pero que ha pasado a formar parte
de las fuerzas del Ministerio de Seguridad de la Nación, este cuerpo es la Gendarme-
ría Nacional Argentina (GNA).
De la conquista a la pacificación:
colonización territorial y sometimiento
de los pueblos originarios.
El antecedente fundacional de la GNA es la creación en 1917 de los Regimientos de
Gendarmería de Línea con el objetivo de asegurar los territorios nacionales,
“pacificados” durante las tres décadas anteriores en que el Ejército “conquistó” los
territorios comprendidos entre la frontera interna y la frontera internacional, en los
territorios actuales de las provincias del Chaco y Formosa.
El Regimiento de Gendarmería de Línea dependía del Estado Mayor del Ejército,
según las memorias de uno de sus miembros:
“...en la práctica lo único que se modificó fue la denominación de la Unidad aprovechando la
experiencia del personal en el territorio”… “su accionar permitiría, al cabo de 21 años de
penosa labor, concretar la pacificación definitiva de los indios del Chaco, es decir, la ejecución
de la fase final de la conquista de la región”.4
4 Citado por Musante (2017).
En las mismas memorias se relatan los combates en que son asesinados centenares 48
de personas. En 1924 estas tropas ejecutan la llamada masacre de Napalpí al repri-
mir una sublevación de miembros de las comunidades Qom y Moqoit que se resis-
ten a la restricción de sus movimientos. Los propios fortines de las anteriores cam-
pañas militares fueron reutilizados por el Regimiento de Gendarmería de Línea con
un sentido estratégico: éstos eran colindantes con la ubicación de las reducciones de
indígenas5. Para transitar por los territorios los aborígenes debían mostrar un salvo-
conducto otorgado por las autoridades de la reducción, de modo que el control in-
terno de las reducciones también se ejercía para ir a trabajar a los ingenios de la zona
en épocas de escaso trabajo en las colonias. En la foto6 siguiente pueden apreciarse
los brazaletes blancos que debían usar los aborígenes para ser identificados como
“pacificados” permitírseles entonces el paso.
5 Las reducciones de indígenas fueron el organismo administrativo básico de los virreinatos españo-
les durante la colonización de América. Eran poblaciones en las que se asentaron los nativos con
una finalidad eminentemente evangelizadora, complementada con procesos de sometimiento labo-
ral, social y político. La Reducción Aborigen de Napalpí (a 120 kilómetros de Resistencia) era un
espacio de sometimiento donde los indígenas eran obligados a trabajar en condiciones de semiescla-
vitud. En julio de 1924, los indígenas Qom y Mocoví se declararon en huelga. Denunciaban los mal-
tratos y la explotación de los terratenientes y planeaban marchar a los ingenios azucareros de Salta y
Jujuy, pero el gobernador Fernando Centeno les prohibió abandonar Chaco y, ante la persistencia
indígena, ordenó una brutal represión y matanza.
6 Fuente: Musante (2017)
49 estima que alrededor de 600 miembros del pueblo Pilagá fueron asesinados a manos
de la GNA. En esa ocasión cientos de familias Pilagás se concentraron a la vuelta de
los ingenios azucareros de Ledesma, Las Palmas y Tabacal, donde habían sido de-
fraudadas, tras varios días la concentración fue creciendo y finalmente efectivos de
la GNA dispararon con fusiles y ametralladoras pesadas contra la multitud. La re-
presión se expendió por varias semanas con persecuciones dentro del monte, y un
número indeterminado de adultos y niños murieron debido a las heridas, a la sed, el
hambre, y en otros fusilamientos. Las familias capturadas fueron llevadas a las re-
ducciones denominadas como “Colonias Aborígenes”, a trabajar como peones bajo
la administración de la Dirección de Protección al Aborigen y la vigilancia de la
Gendarmería.
Por esta masacre el pueblo Pilagá inició una causa contra el estado argentino en
2005, en el marco de ese expediente un juez federal ordenó el allanamiento de las
instalaciones del Escuadrón de Gendarmería de Las Lomitas, en Formosa, y un
equipo forense encontró fosas colectivas en el lugar.
“Estos asesinatos masivos de personas marcaron la memoria social de las comunidades que
sólo después de muchos años pudieron contar públicamente lo sucedido y, por ejemplo, aún hoy
en los lotes que corresponden a la ex reducción de Napalpí los jóvenes explican que no hablan
la lengua qom (como sí sucede en zonas cercanas pero que no forman parte del ejido de la
colonia) ya que los abuelos, como forma de protección, no enseñaron el uso de su idioma.”
(Musante, 2017)
Como puede verse, en estas primeras décadas del siglo XX la GNA viene a corpori-
zar la política del Estado Nacional de conquista y dominio del territorio y someti-
miento de su población. Nace por tanto como una fuerza nacional de intervención,
de carácter militar pero que a la vez forja relaciones estrechas con los intenses eco-
nómicos localizados, como garante de la producción de mano de obra sometida. Su
papel entonces no era meramente represivo, sino productivo en la creación y expan-
sión del orden social capitalista. Su accionar y función no era extraña a las doctrinas
de los teóricos de la colonización de los siglos XIX y XX, que fundamentaron el uso
de policías militarizadas y gendarmerías en los territorios colonizados. Dirá por
ejemplo Louis Hubert Lyautey, oficial francés sobre las tareas militares en África:
"Durante el periodo que sigue a la conquista, el papel de las tropas se reduce a la función de
policía, que pronto es asumida por tropas especiales, la policía militar y civil"7
De la pacificación a la contrainsurgencia:
subordinación al Ejercito en el marco
de la Doctrina de la Seguridad Nacional
La GNA se independizó del Ejército en 1951, pero eso duró poco, en 1958, pasó a
ser “cuerpo auxiliar de seguridad integrante de la Fuerza Ejército”, aunque las
“funciones policiales” continuaban siendo coordinadas por el Ministerio del Inte-
rior. Son los años en que la GNA recibía, junto al Ejército, instrucción en la doctri-
na contrainsurgente, primero en la Escuela Superior de Guerra argentina por oficia-
9 La Prefectura Naval Argentina es otra fuerza con doble carácter militar y policial, con origen en la
Armada Argentina.
10 El Nunca Más y los crímenes de la dictadura (2015)
cionar está a la altura de las doctrinas más modernas para la época, desde los maes- 52
tros franceses de la Escuela de Guerra de los años 60 a los instructores de la Escuela
de las Américas norteamericana, que importan los métodos contrainsurgentes desa-
rrollados para someter y violentar a la población en Vietnam.
Peritos judiciales
Pero además de garantizar la represión de piqueteros, en década del 90 la GNA
también fue convocada para una de las tareas que más prestigio le ganó: la justicia
la convoca para los peritajes forenses sobre crímenes en que estaban implicados
agentes de otras policías. Este es el caso, por ejemplo, de la muerte del obrero
Víctor Choque durante una manifestación en Tierra del Fuego en 1995, donde el
peritaje de 250 armas permitió condenar a un comisario a 9 años de cárcel. O la
investigación por el caso emblemático que involucro a la policía de la provincia
de Buenos Aires: el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas a principios
de 1997. Dos años después, el peritaje de la Gendarmería fue clave en el caso
conocido como la “Masacre de Ramallo”, el asalto a un banco que termina con
los asaltantes y sus rehenes acribillados por la policía bonaerense. La GNA se
convierte en un perito requerido no sólo por la justicia federal sino que hasta la
Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires recomienda su convocatoria
cuando deba investigarse a la policía provincial.
17 Un ejemplo de esa valoración profesional es que se haya recurrido a personal de la GNA en el mar-
co de la reforma policial bonaerense en 2005, se les encargó entonces la participar de la formación de
la nueva Policía bonaerense, la Policía Buenos Aires 2. (Salles Kobalinski, 2012: 18)
18 Es interesante el argumento utilizado en esos años de reemplazar a policías por gendarmes para que
los primeros se dediquen a combatir el delito, ya que es el mismo argumento con el cual el actual go-
bierno del presidente Macri reemplaza gendarmes con militares para abocar los primeros a combatir el
narcotráfico. La inseguridad funciona así como una suerte de fuerza centrípeta en el proceso de milita-
rización.
19 “Ante la incapacidad de los gobiernos provinciales para sostener políticas de seguridad que reduzcan la violencia delic-
tiva y la propagación del sentimiento de inseguridad en sus respectivos territorios, la GNA se convirtió en objeto de
demanda no solo de los gobiernos provinciales, sino también de los gobiernos municipales.” (Salles Kobalinski, 2012:
19)
57 sobre los pilares de su accionar en la represión legal de las protestas, el profesiona-
lismo evidenciado en sus actuación como peritos judiciales y relevo de las policías
provinciales, también por el prestigio como fuerza moderna que le da su participa-
ción en las operaciones de paz. Estas actividades refuerzan cierta discursividad auto-
referencial de la GNA, en la que se la describe como profesional y eficiente, lo que
la diferencia de las policías provinciales, y por sobre todo se la presenta como una
fuerza empática con la democracia y con las poblaciones, lo que la distingue, por
oposición, del ejército20.
A los barrios
Pero la gran novedad de este período se produce en 2003, ya con el gobierno del
presidente Néstor Kirchner, con la primera incursión de la GNA en un territorio
urbano en carácter de fuerza de ocupación. Como vimos más arriba ya desde fines
de los 90 la GNA era convocada a reemplazar a las policías en sus funciones tanto
de custodia como de control de la vía pública, tendencia que decíamos se consolidó
con el denominado Comité de Crisis de 2003, justamente este despliega el
“Programa de Protección Integra en los Barrios”. Ahora frente a una denominada
“ola de secuestros” se produce la ocupación de tres barrios del Gran Buenos Aires:
la villa la Cava de San Isidro, la villa Carlos Gardel de Morón por la PNA y el barrio
de monoblock Ejercito de los Andes (conocido mediáticamente como Fuerte Apa-
che) de Tres de Febrero, por la GNA.
Detengámonos en el barrio en que intervino la GNA: éste es un complejo habita-
cional bautizado mediáticamente como “Fuerte Apache”, habitado por 20 mil per-
sonas aproximadamente. Está situado en la localidad bonaerense de Ciudadela, a
cuadras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, su población provenía en su ma-
yoría de la Villa 31 de Retiro, habiendo sido parte de esta población producto de la
relocalización hacía más de diez años por el gobierno militar del General Onganía,
en el marco del plan de “erradicación” de villas de emergencia. El barrio fue subsu-
mido por la precariedad, el desempleo y la pobreza, la corrupción institucional, la
violencia y el abandono. El incremento de las prácticas clientelares de gobierno, la
creciente relación entre bandas y fuerzas policiales a la vez que crecientes niveles de
impunidad y corrupción hicieron que el barrio fuera temido y estigmatizado. El ope-
rativo de la GNA tuvo las características de una ocupación militar repentina, mante-
nida en secreto hasta último momento. Supuso un cerco y la implantación de una
suerte de estado de sitio focalizado: con la colocación de puestos fijos para el con- 60
trol de la entrada y salida de las personas y un dispositivo de patrullaje reforzado. Se
preveía que la militarización solo duraría 90 días, pero se extendió por varios años.
Los objetivos de este operativo y los efectos de esta operación nos los grafican estas
dos citas de un trabajo de investigación realizado en esos años:
“Este es un barrio en el que hay virus que extirpar, porque es como un cuerpo enfermo que
hay que sacarle lo que lo ataca para que sea sano, y de eso nos estamos encargan-
do” (Reunión en la Capilla, discurso del Jefe de Gendarmería a cargo del opera-
tivo en el barrio, 22/05/05)23.
“Entramos al CEC (centro educativo complementario) y aguardamos en el pasillo que nos
presenten a nuestros entrevistados. En la pared hay un afiche muy grande en el que se mues-
tran collages realizados por los niños como parte del aprendizaje de la obra de Berni en su
serie Juanito. El primer collage que veo me llama mucho la atención: es una composición so-
bre el barrio, donde hay lanas de colores haciendo de nubes y sol, un poco de brillantina ador-
nando el suelo y una figura recortada de una revista donde hay un gendarme apuntando a
una fila de hombres alineados de espalda y contra la pared” (Registro de campo,
8/12/05)24.
Con los años esta experiencia se va expandiendo hasta que, en 2010 con la creación
del Ministerio de Seguridad de la Nación, no se aplica ya sobre barrios puntuales
sino sobre grandes extensiones urbanas. Se lanzan primero en 2010 los operativos:
Cinturón Sur y Centinela. El primero en el Sur de la Ciudad de Buenos Aires, con el
objetivo de desplazar de las calles a la Policía Federal, la que se considera corrompi-
da, entonces es reemplazada por la GNA y la PNA. El segundo implica el desplie-
gue de 6 mil efectivos de la Gendarmería Nacional en el conurbano bonaerense. En
2014 se agrega el operativo Rosario, por el que se envían tropas a esa ciudad de la
provincia de Santa Fe.
En el marco de estas tareas, el Ministerio presentó la Policía y Gendarmería de Pre-
vención Barrial en el año 2012. La página web del Ministerio decía lo siguiente:
“El Ministerio de Seguridad puso en marcha un cuerpo de la Policía Federal y la Gendar-
mería Nacional especializado para actuar de forma preventiva en zonas de alta vulnerabili-
dad social de la ciudad de Buenos Aires. Los efectivos de la Policía de Prevención Barrial
están equipados con motos, cuatriciclos, bicicletas y herramientas para el patrullaje y la vigi-
lancia en barrios densamente poblados de la ciudad como la Villa 31, Villa 31 bis, (Retiro)
Villa 15, Villa 20 (Lugano, Ciudad Oculta), y Villa 21-24 (Barracas)” (MSN.
2014)25
Para responder al interrogante acerca de cómo actúa esta Policía de Prevención Ba-
rrial el Ministerio de Seguridad publicó en su sitio:
“La presencia territorial de esta policía es clave para asegurar su desempeño. En los barrios
donde se encuentra este cuerpo policial se hizo una distribución basada en cuadrículas de
23 Citado en López (2005).
24 Ibíd..
25 Citado en GESPyDH (2016)
61 acuerdo con la cantidad de manzanas que cada una de ellas tiene. En ambos casos se garan-
tiza patrullaje en horarios diurnos y nocturnos. Además, el operativo establece puestos fijos en
los puntos más emblemáticos de los distritos que ofician como bases para la actividad policial
y actúan como un nexo con la comunidad. La Policía de Prevención Barrial está preparada
para actuar en las etapas previas a la conjuración del delito. Esto requiere una capacitación
especial en la forma de acercarse a los vecinos, generando confianza en el barrio y fomentando
la detección a tiempo de situaciones de violencia intrafamiliar o intravecinal. El grupo, que se
despliega sobre el terreno en trinomios, mantiene un contacto permanente con la ciudadanía
promoviendo las vías de comunicación y desalentando el uso de armas de fuego. La actividad
preventiva que desarrolla este personal policial es monitoreada en tiempo real por un equipo
de fiscalización del Ministerio de Seguridad.” (MSN, 2014)
26 Ibíd.
27 Esta es una policía civil, pero creada, en 2005, a partir de la disolución de la Policía Aeronáutica
Nacional, dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, otra fuerza de doble carácter, militar y policial.
28 Ver el artículo de Florencia Tellería en esta misma revista.
Fuerzas Armadas. 62
La tendencia a esta concentración está inscripta desde el comienzo mismo del Mi-
nisterio y se expresa con claridad en su propia propaganda. Como pude verse en la
32 En (Motto, et al, 2015) hemos definido a ese discurso como “progresismo punitivo”. Éste reafirma
Incremento
2001 2016
Porcentual
PFA 31.706 48.575 53,2%
GNA 18.282 38.555 110,9%
PNA 14.910 23.179 55,5%
PSA 3.170 4.954 56,3%
Total 70.069 117.279 67,4%
Fuente: Elaboración propia en base a presupuestos consolida-
dos del estado nacional.
Por otra parte, su presupuesto creció 11 veces en 9 años, en 2003 era de 610 millo-
nes de pesos y en 2012 de 6.700 millones de pesos (discurso de la Ministra de Segu-
ridad Nilda Garré, 2012).
La comparación con el Ministerio de Defensa es ilustrativa y sumamente pertinente
al hablar de militarización. Como se puede ver en el siguiente cuadro, entre los años
Incremento
2001* 2016
Porcentual
34 Debe señalarse además que buena parte de los efectivos de las fuerzas de defensa tienen el carác-
ter de reserva.
35 No pudimos actualizar los datos de personal al año 2017 porque el Ministerio de Hacienda no pu-
Militarización y Policiamiento:
dos estrategias confluyentes del Estado Neoliberal.
Pero bajo las palabras altisonantes del populismo punitivo no hay que pensar tanto
en un cambio de rumbo como en un perfil que acentúa en su versión más descarna-
da un proceso que lleva al menos 25 años, y que implica no sólo al Estado Nacional,
36 El25 de noviembre de 2017, en el marco del desalojo de la comunidad mapuche Lafken Winkul
Mapu, en la zona del lago Mascardi, ubicado en la provincia de Río Negro, Rafael Nahuel fue asesina-
do de un disparo por la espalda, otros dos mapuches resultaron heridos y fueron detenidas varias per-
sonas, entre ellas cinco niños.
67 sino también a los provinciales y a la diversidad de gobiernos, de distinto signo par-
tidario, que han estado en ellos.
El punitivismo, tanto en sus versiones populista como progresista, han impulsado
un proceso de policiamiento creciente, sustentado en la retórica de la inseguridad, lo
que ha implicado un formidable crecimiento del aparato armado del Estado argen-
tino. Como puede verse en el cuadro siguiente el mayor incremento se dio en las
policías provinciales, pero así y todo, las fuerzas federales, mayoritariamente militari-
zadas, siguen desplazándose para el control de las zonas “conflictivas”, que no son
otros que los territorios de la pobreza y de la resistencia que deben ser cercados y
“pacificados”.
Tabla 3: de fuerzas armadas y de seguridad estados nacional y provinciales
2001 – 2015
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71
30 julio 1930
Artículos
El “encierro sobre el encierro”. La gestión de las
poblaciones “conflictivas” en el siglo XXI.
La experiencia del Complejo Penitenciario Federa I de Ezeiza.
María Soledad Ballesteros – Licenciada en Trabajo Social, UBA. Magister en Criminología, Política Crimi-
nal y Sociología Jurídico Penal, Universidad de Barcelona. Asesora de la Procuración Penitenciaria de la Nación –
mballesteros@ppn.gov.ar
Resumen 72
En 1996, con la aprobación de la ley 24.660, se inicia en la Argentina, en tér-
minos discursivos, una época que privilegia una ejecución de la pena privativa
de libertad respetuosa de los derechos de las personas detenidas, en concor-
dancia con las normativas internacionales vigentes. Las reformas penitencia-
rias y con ellas las legislaciones aprobadas exigían el surgimiento de estableci-
mientos penales diferentes que pudieran dar cumplimiento a los nuevos crite-
rios adoptados. En este contexto, surge el Complejo Penitenciario Federal I
de Ezeiza, con el objeto de servir de respuesta a la nueva normativa aprobada.
Sin embargo, también surge con el objetivo de alojar y neutralizar a las pobla-
ciones “conflictivas” que habían desbordado el sistema penal de fines del si-
glo pasado y generando serios problemas de gobernabilidad en las cárceles.
En este marco, resulta interesante conocer las prácticas penitenciarias que se
desarrollan sobre las poblaciones “conflictivas” que llegarán al Complejo de
Ezeiza, ya que ello nos permite trascender los discursos, conociendo aquellas
cuestiones latentes en las políticas punitivas.
Palabras claves: Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza, “clasificación”,
Unidades Residenciales, “conflictivos”, prácticas penitenciarias, segregación
espacial, “sectorización”, agresiones físicas.
Abstract
The “Execution of Freedom´s Privative Punishment Act” (Act no. 24.660) was passed in
1996, and with it began a period that encourage an effective fulfillment of the detainees’
rights and the adjustment of the execution of the punishment to the current international
standards. Considering that legislative modification and the penitentiary reforms which had
taken place, it was also needed to create different prisons that could fit the new criteria
adopted. Under those circumstances, arose the Complejo Penitenciario Federal I –located
in the district of Ezeiza-. Precisely, with the aim of answering the inquiries developed after
the recent legislation. Nonetheless, this facility was also created to accommodate and neu-
tralized "conflictive" population, who had overflowed the criminal system and taken over
prisons, in the late twentieth century. Therefore, would be interesting to identify those prac-
tices, which have been developed and applied specifically to “conflictive " population inside
the Ezeiza’ Federal Prison. And with them, being able to transcend words and discourses to
finally achieve those matters underlying punitive policies.
Keywords: Complejo Penitenciario Federal I of Ezeiza, "classification", Residential Units,
"conflicting", prison practices, spatial segregation, "sectorization", physical assaults, life stories.
73 Introducción
En primer lugar, cabe mencionar que el presente resulta un recorte de la Tesis pre-
sentada para la aprobación del Máster en Sociología Jurídico Penal de la Universidad
de Barcelona; por lo que lo aquí expuesto es una sección de un trabajo aún mayor.
En el mismo sentido, la elaboración del Máster me brindó la oportunidad de siste-
matizar un conocimiento y trabajo que vengo desarrollando desde hace tiempo co-
mo asesora de la Procuración Penitenciaria de la Nación, compartiéndolo con quien
esté interesado.
Ahora bien, la exigencia de mayor cárcel por la sociedad en los últimos tiempos,
asentada en un discurso de inseguridad difundido por los medios de comunicación,
produce una gran alarma social. Ante este escenario, el populismo punitivo adquiere
relevancia, en tanto el endurecimiento de las penas y la maximización del uso de la
prisión aparecen como las principales soluciones a un problema de tintes estructura-
les. La solución a la problemática de la inseguridad, resulta más fácil de resolver al
estamento legislativo por medio de mayor punibilidad que a través de la elaboración
de propuestas alternativas donde la persona que comete un delito no se vea grave-
mente afectada.
La oscuridad que prima sobre el entorno carcelario permite que la sociedad se man-
tenga al margen de su funcionamiento, permitiendo a su vez, que se active un imagi-
nario social sobre ella, arraigándose -por sobre todo- los discursos del fin
“resocializador” que predica la pena privativa de libertad. El silenciamiento y la invi-
sibilización de lo que ocurre al interior de una cárcel es la estrategia política ideal
para hacer legítimo el encarcelamiento masivo.
En este contexto creemos necesario conocer y comprender las realidades del encie-
rro y reflexionar acerca de si las prácticas que se desarrollan son realmente la solu-
ción al aparente problema de la inseguridad tan proclamado, o por el contrario pro-
voca en las personas que las padecen consecuencias que lejos están de los fines
“resocializadores” que justifican la pena de prisión.
Por ello, resulta importante poder conocer que sucede al interior de las cárceles ar-
gentinas más allá de los discursos políticos esgrimidos sobre esta institución y las
leyes aprobadas al respecto. En este sentido, si bien la legislación se muestra en
avanzada y respetuosa de los derechos de todas las personas privadas de libertad, las
prácticas reales son las que nos permiten dar cuenta de los verdaderos objetivos de
las instituciones. Siguiendo a Foucault en Boullant, (2004):
En cuanto a la cárcel, no tendría sentido limitarse a los discursos sobre la cárcel. Existen
también los que provienen de la propia cárcel, las decisiones, los propios reglamentos de las
cárceles, que tienen sus estrategias; esos discursos no formulados, esas astucias que finalmente
no pertenecen a nadie, pero que sin embargo son vividas, aseguran el funcionamiento y la
permanencia de la institución. (2004: 18)
Por lo tanto, debemos reflexionar sobre la “práctica del encarcelamiento” (Foucault
en Boullant, 2004: 20). 74
De este modo, el presente trabajo pretende conocer y visualizar que pasa tras los
muros con las personas privadas de libertad que no se adaptan a las normas estable-
cidas en las cárceles de la República Argentina, especialmente en el Complejo Peni-
tenciario Federal I de Ezeiza -en adelante CPF I-; población que comúnmente es
denominada por los funcionarios de prisión como “conflictiva”.
cimientos concentraban el 60% del total de la población penal bajo la órbita del Ser-
vicio Penitenciario Federal (PPN, 2014b).
Además, su ubicación también implicaba una realidad que debía ser atendida, en
75 medio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a la vista de todos, estas cárceles
reflejaban una parte oscura del Estado argentino, que ya no era posible seguir visua-
lizando a fines del siglo XX. Por lo tanto, esta situación exigía una reforma penal
donde el cierre de estas cárceles sería central, resultando imprescindible levantar un
nuevo lugar donde alojar a la población que allí vivía.
En el mismo sentido, la promulgación en 1996 de la Ley de Ejecución de la Pena
Privativa de la Libertad Nº24.660, con el objeto de traducir jurídicamente las refor-
mas penitenciarias en marcha, exigía asumir una serie de compromisos que las cár-
celes de la época no podían asegurar. En este marco, es que también es pensado y
construido el CPF I de Ezeiza, a fin de adaptarse a la nueva época carcelaria que se
avecinaba.
Las obras se iniciaron en 1998, siendo finalizada una primera fase en octubre de
1999. Los primeros detenidos no fueron trasladados al Complejo hasta el 1 de fe-
brero del 2000. Progresivamente se fueron habilitando las siete unidades residencia-
les que contendrá este Complejo; y para el 2002 ya todas las instalaciones se encon-
traban operativas.
Así, el CPF I, se alza como una cárcel modelo de máxima seguridad, con novedosos
sistemas de seguridad para contener a la población más “peligrosa” del sistema pe-
nal argentino. Su arquitectura y diseño es similar al modelo carcelario de los Estados
3 Según surge del parte de población penal del SPF del 4 de septiembre de 2017.
4 Programa de Tratamiento Interdisciplinario, Individualizado e Integral.
5 En la planta alta del ala sur se alojan personas detenidas por delitos de lesa humanidad.
personas que padecen alguna patología de la salud mental que debe ser tratada especialmente.
77 del Año 14, Nº267. Por otra parte, el criterio de alojamiento en cada uno de los pa-
bellones se encuentra contemplado en el “Manual del interno destinado a los aloja-
dos en el Complejo Penitenciario Federal I -Ezeiza-, del Complejo Penitenciario
Federal II -Marcos Paz- y del Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad Autóno-
ma de Buenos Aires y el Instituto Correccional de Mujeres (U.3)”, aprobado por la
Resolución D.N. Nº3687 en agosto de 2007 y publicado en el Boletín Público Nor-
mativo del SPF del Año 14, Nº259, en octubre de 2007.
Resulta relevante detenernos aquí y exponer algunas de las denominaciones que son
utilizadas en las reglamentaciones mencionadas, respecto a la clasificación que el
SPF le otorga a cada uno de los módulos residenciales y las actitudes que se obser-
varán en las personas para determinar donde corresponderá su alojamiento.
Con relación a la UR I “(…) alojará internos procesados y transitoriamente conde-
nados de baja potencialidad conflictiva o acusados de delitos menores, (…) con per-
fil criminológico que se aconseje su alojamiento en establecimientos de tipo Semia-
bierto (…)” (Resolución D.N. Nº3687: 5). Respecto a los pabellones de este módu-
lo, la Resolución D.N. Nº5057 manifiesta que quienes allí se alojen deben ser perso-
nas “de actitud proactiva”.
La UR II “(…) alojará internos procesados y transitoriamente condenados de me-
diana potencialidad conflictiva o acusados de delitos que de ser condenados le co-
rrespondiere penas de mediana magnitud, (…) con perfil criminológico que se acon-
seje su alojamiento en establecimientos de tipo Semiabierto (…)” (Resolución D.N.
Nº3687: 12). Respecto a los pabellones de este módulo, la Resolución D.N. Nº5057
establece que quienes allí se alojen deben ser personas “(…) que han demostrado
adaptación al régimen imperante del Establecimiento y de actitud proactiva” (página
2).
En cuanto a la UR III “(…) alojará internos procesados y transitoriamente condena-
dos de alta potencialidad conflictiva o acusados de delitos graves, (…) con perfil
criminológico que se aconseje su alojamiento en establecimientos de tipo Cerrado
(…)” (Resolución D.N. Nº3687: 19). Este será la unidad residencial destinado a
nuestra población, por lo que luego se realizará un análisis de sus alojamientos.
De lo expuesto en la reglamentación resulta claro cómo el criterio de “peligrosidad/
las Unidades Residenciales III y IV -destinadas a la población “conflictiva”- en tanto que los términos
que se utilizan coloquialmente no suelen ser ingenuos. Si bien éstas se encuentran situadas edilicia-
mente al final del Complejo, su identificación con el fondo no es menor y, por el contrario, nos per-
mite ver entrelíneas de qué modo es considerado aquel que es destinado a esos sectores; alguien que
es depositado, olvidado allá en el fondo. El uso del fondo comúnmente suele indicar algo que se pone
debajo o atrás de todo, si buscamos en el diccionario, el fondo es “la parte inferior de una cosa hue-
ca” (Diccionario Estrada, 2013); de este modo podemos decir que se guarda o se deja algo al fondo,
porque es lo último, o con la intención de que no sea visibilizado, por el contrario, pretende ser es-
condido al meterlo al fondo.
se arman discusiones realmente (…) para ellos [Seguridad Interna y Directores] un 80
interno tiene que estar en el fondo9, le dicen acá que es el III y IV, y por ahí para
nosotros, los profesionales y el área de salud mental, decimos no, no le da, por ahí
en internos que pasaron por PRISMA; nosotros siempre preferimos que primero
sea evaluado por el PRISMA o por el CRD, entonces se pone: tal Unidad Residen-
cial previa evaluación de PROTIN, previa evaluación del CRD, que primero se lo
evalúe al interno y que los sectores específicos vean si considera que está apto para
permanecer en él, o lo que sea, o si considera que puede ir [a la UR recomendada]
(…) [nosotros] vemos algo de labilidad en el sujeto que ellos no” (Idem anterior).
Teniendo en cuenta el relato de la entrevistada respecto de cómo se define final-
mente el alojamiento, si bien ésta hizo una diferenciación e incluso infirió que hay
cierta “rivalidad” entre lo que privilegian los equipos profesionales a la hora de de-
terminar el alojamiento de una persona y lo que consideran especialmente los Direc-
tores y el personal de seguridad; al consultarle particularmente respecto de qué es lo
que determina que a través del DUI una persona sea asignado a una u otra UR,
mencionó: “Se tiene en cuenta la institucionalización, hay internos que ya saben
convivir, que manejan un código, los que vienen de provincia les cuesta adaptarse al
SPF” (Idem anterior). Por lo tanto, aquí es claro como la “seguridad”, y con ello el
componente de “peligrosidad”, prima por sobre cualquier otra cuestión a la hora de
decidir el alojamiento de una persona que ingresa al establecimiento penal; permane-
ciendo intacta la herencia positivista que dio lugar a la criminología en la Argentina
de 1920.
Finalmente, y a modo de conocer qué participación tiene la persona privada de li-
bertad sobre la decisión de su alojamiento, comenta: “Siempre se le pregunta, ¿tenés
problemas con alguien en algún módulo? (…); quizás no a los primarios porque se
supone que nunca estuvo detenido, salvo que traigan algún problema de afuera y
que sepa que hay alguien acá (…)” (Idem anterior). Pareciera que lo único por lo
que se define el alojamiento finalmente son los problemas, siendo lo único que se le
consulta al detenido respecto de dónde ir, como si la persona se circunscribe solo a
sus problemas de convivencia, sin tener en cuenta cuáles son sus expectativas o por
qué considera que deba ir a un lugar y no a otro.
Si tenemos en cuenta la información que se recaba, podemos decir que para la cons-
81 trucción del “perfil criminológico”, el componente de “peligrosidad” prima por so-
bre cualquier otra cuestión. Pareciera que lo único que define a la persona es su tra-
yectoria institucional y su pasado; la dimensión que asumen los problemas que pu-
diera llegar a ocasionar dentro del Complejo, lo trascienden de manera que sus ex-
pectativas y reconocimiento como sujeto de derecho quedan negados desde el
inicio.
De este modo podemos afirmar que ya desde el momento del DUI muchos son
“clasificados” como “conflictivos” y en consecuencias destinados a un sector que
pueda contener este perfil; en la actualidad su destino será la UR III o la UR IV.
11 Cuando hablamos de prácticas hacemos referencia a la consideración sociológica del término, en-
tendiéndolas como acciones que se suceden con cierta regularidad y que se despliegan con una inten-
ción determinada. Resultan acciones arraigas en las instituciones que las ejecutan y que habitualmente
se presentan resistentes al cambio, las prácticas se desplazan o mutan, pero no se erradican. Por lo
tanto, al hablar de prácticas no estamos frente a hechos aislados o de excepcionalidad, tampoco ante
acciones ingenuas (Motto, 2012).
85 formación recogida por los organismos de control permite centrarnos en ciertas
prácticas que se mantienen constantes y recurrentes en el tiempo. Prácticas que, sin
estar reguladas, se presentan instaladas por la naturalización que ha adquirido su
aplicación para la gestión de las poblaciones “conflictivas”.
Reflexiones finales
De lo expuesto se desprende que la UR III del CPF I es la destinada, desde un pri-
mer momento, para recibir a las poblaciones con mayor “conflictividad”; y dentro
de esta los Pabellones A y B. Las prácticas -segregación espacial, “sectorización” y
agresiones físicas- que allí se aplican, y descriptas en el presente, no resultan medi-
das llevadas a cabo de manera excepcional o como hechos aislados, sino que la recu-
rrencia de su aplicación evidencia la sistematicidad que adquieren. Las características
que éstas asumen reflejan, de algún modo, como la pena privativa de libertad consti-
tuye, aún hoy, un castigo donde el disciplinamiento de los sujetos por medio de sus
cuerpos y almas son el centro de la realidad del encierro. Estas prácticas se presen-
tan en contracara al fin perseguido de “resocialización” de la pena de prisión.
En este marco, la administración penitenciaria crea espacios determinados, como
estrategia de intervención de las poblaciones “conflictivas” que no son ingenuas,
sino que buscan el sometimiento de quienes aloja. Se constituyen como espacios
útiles para el gobierno de la población penal.
Así, la adopción de prácticas de segregación espacial, “sectorización” y agresiones
físicas, se asumen como necesarias para la administración de la cárcel estableciendo
espacios en términos de amenaza. La permanencia de éstas genera sectores de casti-
go implícito, utilizados por la administración penitenciaria para lograr la obediencia
fingida de las poblaciones (Rivera Beiras, 1997). Estos espacios operan como una
influencia para la docilidad y la adaptación al régimen penitenciario sobre aquellos
que, a los fines de evitar ser allí alojados, buscan el beneficio en sectores de
“conducta” o “tranquilos”.
La práctica de segregación espacial dentro de los Pabellones A y B genera indefecti-
blemente problemas de convivencia entre los presos, iniciándose “conflictos” que 94
son atendidos por la administración penitenciaria por medio de la denominada
“sectorización”, según se argumenta, única forma de mermar la “alteración del or-
den”; lo que provoca su vez, la intervención del cuerpo de requisa que ingresa vio-
lentamente, también como única forma de atenuar la situación, siendo esos momen-
tos propicios para la aparición de las agresiones físicas. Se conforma un sistema que
opera de manera cíclica, constituyendo una forma de gobierno arraigada.
En otro orden, los Pabellones A y B resultan espacios estigmatizados por haber sido
los primeros designados para alojar a las poblaciones más “peligrosas” que llegaban
de las cárceles de Devoto y Caseros. En la actualidad, estos lugares cargan con ese
estigma de pabellones “conflictivos” o “violentos” transfiriendo esa condición a los
que allí se encuentren, por lo que las identidades de las personas privadas de libertad
se definen, también, en términos de sus lugares de alojamiento.
Por otra parte, y teniendo en cuenta como los funcionarios de prisiones construyen
la figura del “conflictivo”, podemos decir que los factores de “desobediencia” y re-
incidencia son los de mayor peso para considerar a alguien con un “perfil criminoló-
gico conflictivo”.
Aquí persiste la herencia positivista que centra sus “clasificaciones” en los
“reformables” e “irreformables”, destinando para éstos últimos las prácticas de ex-
clusión. Además, el uso de términos como “clasificación”, “tratamiento penitencia-
rio”, “potencialidades conflictivas”, “distribución penal”, “centro de evaluación”,
también nos indican la presencia del positivismo como la escuela que aún prima en
materia criminológica y ejecución de la pena.
Lejos el fin “resocializador” puede estar presente en un sistema donde prima la se-
gregación espacial, el aislamiento en su modalidad de “sectorización”, y la existencia
de agresiones físicas como penalidad corporal. Prácticas todas ellas pensadas solo
para el gobierno carcelario y que, subsumidas dentro de un sistema de premios y
castigos, solo colaboran para “reinsertar” a sus receptores al propio sistema penal
que intenta cooptarlos y envolverlos dentro de situaciones de violencia y exclusión;
convirtiéndolos así en los futuros integrantes de la prisión. Nada se tiene pensado
95 para quienes se les aplica la etiqueta de “conflictivo”, más que un “encierro en el
encierro” hasta que acepten el juego de este laberinto de obediencias fingidas
(Dobon, 1997).
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97
30 junio 1930
Resultados de investigación
El gobierno neoliberal de la marginalidad urbana.
Los resultados de las políticas de seguridad del Ministerio de
Seguridad de la Nación (2010-2016) con relación a las fuerzas
de seguridad federales.
Florencia Tellería – Licenciada y Profesora de Sociología, UBA. Magíster en Criminología y Sociología Jurídica,
Universidad Nacional de Mar del Plata - Universidad de Barcelona. – flortelleria@gmail.com
Resumen 98
La creación del Ministerio de Seguridad de la Nación (MSN) en 2010 se fun-
dó en un discurso basado en elaboraciones que pueden rastrearse en el Pro-
grama de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión Inter-
americana por los Derechos Humanos (CIDH) en el cual se asocia la seguri-
dad al ejercicio de la democracia y de los derechos humanos. Por el contrario,
en este trabajo se interpreta la valorización e inversión estatal en seguridad en
la última década en Argentina como parte de un proyecto político neoliberal
cuya finalidad es la gestión y el gobierno de marginalidad urbana avanzada
(Harvey, 2015; Calveiro, 2012; Wacquant, 2006, 2009). En este artículo se
presentan los resultados de las políticas del MSN, desde su creación en el año
2010 hasta 2016, poniendo en tensión la producción discursiva en torno a la
seguridad con la evolución de las fuerzas de seguridad (FFSS) federales a ni-
vel nacional y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Para ello, se descri-
ben brevemente las características del Paradigma de la Seguridad Democráti-
ca; la evolución cuantitativa de las FFSS a nivel nacional y local; y se analizan
cualitativamente las prácticas desplegadas en el territorio en base a entrevistas
realizadas en el marco del Registro de Casos de Tortura y/o Malos Tratos por parte
de las policías y fuerzas de seguridad en territorio a personas detenidas y a autorida-
des del Servicio Penitenciario Federal.
Palabras clave: Ministerio de seguridad, Sistema penal, seguridad, policía,
neoliberalismo.
Abstract
The creation of the Ministry of Security of the Nation (MSN) in 2010 was based on a discourse ba-
sed on elaborations that can be traced in the United Nations Development Program (UNDP) and
the Inter-American Commission for Human Rights (IACHR) in the which "security" is associated
with the exercise of democracy and human rights. On the contrary, this paper interprets the valua-
tion and state investment in "security" in the last decade in Argentina as part of a neoliberal political
project whose purpose is the man agement and governance of urban marginality (Harvey, 2015; Cal-
veiro, 2012; Wacquant, 2006, 2009). This article presents the results of the MSN policies, from its
creation in 2010 until 2016, putting the discursive production on security with the evolution of the
federal security forces (FFSS) at the national level and of the Autonomous City of Buenos Aires. To
this end, the characteristics of the Democratic Security Paradigm are briefly described; the quantitati-
ve evolution of FFSS at the national and local levels; and qualitatively analyzed the practices deplo-
yed in the territory based on interviews conducted within the framework of the Register of Cases of
Torture and / or bad-treatment by the police and security forces in the territory of detainees and
authorities of the Federal Penitentiary Service.
Key words: Urban militarization, Ministry of security, penal system, security, police, neoliberalism.
99 Introducción: el gobierno neoliberal
de la marginalidad urbana
En este artículo1 presentamos los resultados de las políticas del Ministerio de Seguri-
dad de la Nación Argentina (MSN) desde su creación en el año 2010 hasta el año
2016 enmarcándolas en el contexto más amplio de la gestión neoliberal de la margi-
nalidad urbana, tensionando la producción discursiva en torno a la seguridad en rela-
ción con la evolución de las fuerzas de seguridad federales para todo el país y, en
particular, para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Para ello, se describen las
características del Paradigma de la Seguridad Democrática; la evolución cuantitativa de las
FFSS a nivel nacional y local; y se analizan cualitativamente las prácticas desplegadas
en el territorio en base a entrevistas realizadas en el marco del Registro de Casos de Tor-
tura y/o Malos Tratos por parte de las policías y fuerzas de seguridad en territorio 2 a personas
detenidas y a autoridades del Servicio Penitenciario Federal.
Las características que adquiere el sistema penal en la actualidad deben ser interpre-
tadas en el marco de la relación entre las transformaciones del modo de producción
capitalista y las necesidades para el sostenimiento y la fabricación del orden social
dominante (Pavarini, 1980; Neocleous, 2010). Bajo esta premisa, la incorporación de
la noción de seguridad (humana, ciudadana, democrática, comunitaria) y su creciente
valorización por parte de los Estados es interpretada como el resultado de un proce-
so histórico que tiene su origen en la última reestructuración del sistema capitalista
(Harvey 2015; Wacquant 2009; Bauman, 2001, 2005; De Giorgi, 2006).
A fines de la década de 1960 una grave crisis de acumulación de capital condujo a
una reconfiguración del modo de producción3 (Harvey, 2015; Calveiro, 2012; De
Giorgi, 2006). Este proceso económico fue acompañado en el plano político por un
giro hacia el neoliberalismo tanto en las prácticas como en el pensamiento político-
económico, considerando que -siguiendo a David Harveys el neoliberalismo puede
entenderse como un proyecto político para restablecer las condiciones de acumula-
ción de capital y restaurar el poder de las élites económicas (2015: 24). Así, mientras
el liberalismo de corte keynesiano con sus diferentes matices locales comenzaba a
desmoronarse tanto a escala internacional como dentro de las economías domésti-
cas, el neoliberalismo -que presentó un desarrollo geográfico desigual4- se extendió
1 Este artículo es una actualización de un capítulo de la Tesis de Maestría titulada “La gestión policial
de la inseguridad social. La “política criminal” del Ministerio de Seguridad de la Nación para la Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires en el periodo 2010- 2016”.
2 El Registro forma parte del Registro Nacional de Casos de Tortura y/o Malos Tratos realizado por
el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (IIGG, Facultad de Ciencias Socia-
les, UBA), la Procuración Penitenciaria de la Nación y la Comisión Provincial por la Memoria entre
2013 y 2016 a personas detenidas por alguna fuerza de policial y/o de seguridad en la CABA. Este
relevamiento fue realizado en los sectores de alojamiento de ingreso penitenciario-judicial y peniten-
ciario-carcelario y en comisarías de la Policía Federal Argentina (PFA) de la Ciudad de Buenos Aires.
3 Muy sucintamente, las transformaciones implicaron la valorización del capital financiero y del traba-
jo inmaterial por sobre el capital productivo y el trabajo industrial. Esto, sumado a la introducción de
nuevas tecnologías -principalmente informáticas- produjo una disminución progresiva de la cantidad
de trabajo vivo necesario para la valorización del capital (De Giorgi 2006: 91), modificando radical-
mente las relaciones de producción.
4 Dependiendo de las características de cada Estado y su formación social, las formas políticas, las
Por otra parte, importa remarcar que el proceso iniciado con la creación del ministe-
rio no resultó en la constitución de un modelo único, coherente y homogéneo de
discursos y políticas de seguridad -incluso durante el periodo 2010-2015- poniendo
de manifiesto la persistencia de discursos y prácticas propias del modelo de tolerancia
cero. Así, fue posible rastrear apelaciones a conceptos tales como
“pacificación” (MSN, 2015) y “recuperación del espacio público”, elementos de una
discursividad que se fue construyendo durante la década de 1990 en torno al par
“seguridad-inseguridad”, y que realiza una vinculación causal entre pobreza-
juventud-desocupación-delito-violencia-inseguridad (Wacquant, 2000; Pegoraro,
2003; Dallorso, 2012).
12 La doctrina de las nuevas amenazas comenzó a impulsarse por Estados Unidos desde fines de la
década de 1990 e implica el empleo de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior: “se ha
denominado „nuevas amenazas‟ al conjunto de riesgos y situaciones conflictivas no tradicionales, esto
es, no generadas por los conflictos interestatales (…) a través del empleo de las Fuerzas Armadas de
los países contendientes. (…) el narcotráfico, el fenómeno guerrillero, el terrorismo, los conflictos
étnicos, raciales, nacionalistas y religiosos, etcétera, es decir, amenazas de carácter internas” (Saín,
2002: 263).
13 Se menciona la existencia de terrorismo en el informe sobre la R.A.M. (Resistencia Ancestral Mapu-
che) luego de los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel por parte de GNA y PNA, res-
pectivamente, en el año 2017. Ver R.A.M. Informe conjunto realizado entre el Ministerio de Seguri-
dad de la Nación y los Gobiernos de las Provincias de Río Negro, Neuquén y Chubut
Los resultados de las políticas del MSN 2010- 2016. 104
La evolución de las fuerzas de seguridad federales en Argentina
(2010-2016)
Durante el periodo 2010-2016 el MSN creó o participó de 13 planes y programas de
seguridad para todo el país14, de los cuales 11 estuvieron focalizados o fueron imple-
mentados en la CABA. Paralelamente, se produjo un sostenido aumento presupues-
tario y de la cantidad de agentes de todas las fuerzas de seguridad.
Con relación a las fuerzas de seguridad, en seis años la cantidad de agentes de todas
ellas se acrecentó en un 26.63%. Este dato adquiere relevancia si se toma en cuenta
que, para el mismo periodo, el porcentaje de incremento poblacional fue del 6,89%,
pasando de 40.788.000 habitantes en 2010 a 43.600.000 en 2016, según datos esti-
mados del INDEC.15
Incremento
2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
porcentual
PFA 41.626 41.626 43.626 44.372 46.372 47.575 48.575 16.69%
GNA 28.393 30.383 32.383 34.383 36.383 38.555 38.555 35.79%
PNA 17.893 18.893 19.693 20.693 21.693 22.279 23.179 29.54%
PSA 3.110 3.579 3.755 3.914 4.314 4.554 4.954 59.29%
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio de Hacienda de la Nación, 2018 16.
14 Los planes y programas fueron los siguientes: Plan Nacional de Participación Comunitaria (abril
2011- alcance nacional), Plan Buenos Aires Ciudad Segura - BACS (junio 2011 - local), Operativo
Unidad Cinturón Sur (junio 2011 - local), Tren Alerta (septiembre 2011 - AMBA), Plan de Seguridad
Urbana (octubre 2011 - local), Control Accesos CABA (noviembre 2011 - local), Operativo Vigía
(diciembre 2011 - nacional), Plan de Abordaje Integral “Plan Ahí” (junio 2012 - nacional), Programa
Federal de colaboración y asistencia para la seguridad (agosto 2013 - nacional), Programa Barrios Se-
guros (abril 2016 - nacional), Plan “Operativos de Control Poblacional Conjunto” (mayo 2016 - AM-
BA). Por otra parte, únicamente dos planes del MSN fueron implementados en jurisdicciones fuera de
la Ciudad: el Operativo Escudo Norte (actualmente denominado “Operativo Fronteras”) en las regio-
nes NOA y NEA del país, y el Operativo Centinela en el territorio de la Provincia de Buenos Aires.
15 INDEC (2018). Recuperado de: https://www.indec.gob.ar/nivel4_default.asp?
id_tema_1=2&id_tema_2=24&id_tema_3=84
16 https://www.minhacienda.gob.ar/onp/presupuestos/presupuestos
105
La introducción de las fuerzas federales en tareas de seguridad interior
Si bien tanto Gendarmería como Prefectura17 comenzaron a realizar tareas de segu-
ridad interior antes de la creación del MSN18, su introducción en 2011 presentó ca-
racterísticas novedosas al otorgarles la función de prevenir el delito y al modificar
para ello su jurisdicción y competencias a un segmento considerable de las fuerzas.
Por otra parte, su incorporación regular en tareas de seguridad interior resulta in-
congruente con la aspiración declarada de protección de derechos humanos ya que,
aunque actualmente se encuentren bajo la órbita civil, por su estructura, entrena-
miento y doctrina militar, el enfoque de estas fuerzas sobre la seguridad pública
acentúa la tendencia represiva con la que sistémicamente operan las fuerzas policia-
les (Salles Kobilanski, 2012: 14).
17 Respecto a Gendarmería Nacional ver Informe Anual RNCT 2015, pp.891-907 y el texto de Carlos
Motto en este Cuaderno. Con relación a Prefectura Naval Argentina, ver Informe Anual RNCT 2017,
pp.377-385.
18 La GNA, en 2002 en la provincia de Buenos Aires con la creación del Ministerio de Justicia, Seguri-
21 En el año 2016 se inició el traspaso progresivo de agentes de la PFA a la Ciudad de Buenos Aires,
los cuales junto a la totalidad de la Policía Metropolitana constituyen actualmente la Policía de la Ciu-
dad. Esta fuerza inició sus funciones el 1 de enero de 2017 y cuenta con aproximadamente 25 mil
efectivos. Como resultado, la participación de agentes federales en materia de seguridad interior en la
CABA se redujo considerablemente. Por una parte, debido al retiro de la Policía Federal de lugares no
federales de la Ciudad; por el otro, con la finalización del Operativo Cinturón Sur, mediante el Decre-
to 66/17. Lo que pudo observarse fue su paulatino retiro a los barrios más marginalizados de la ciu-
dad, particularmente a villas de emergencia, que exceden los barrios abarcados originalmente por el
Operativo Cinturón Sur.
22 Para un detalle de las zonas comprendidas, ver: Conti, S.; Fuentes K.; Tellería, F. (2015) "La reconfi-
Comuna 8 en su totalidad y parte de las Comunas 4, 5, 7 y 9, zonas donde se encuentra la mayor can-
tidad de villas de emergencia y asentamientos de la Ciudad y que cuentan con los indicadores socio-
económicos más bajos. Según el Boletín Estadístico elaborado por el gobierno de la Ciudad de Bue-
nos Aires, en 2016 el hacimiento total registraba un promedio de 10 para toda la Ciudad, mientras en
las Comunas 4 y 8 era de 20,1% y 21% respectivamente. Además, el porcentaje de hogares con ingre-
sos menores a la canasta total promedio para la Ciudad en 2015 era de 19,1%, mientras que en la Co-
muna 4 ascendía al 35%, y en la 8 al 43,2% siendo los dos valores más altos para la Ciudad. También
las tasas de desocupación y analfabetismo de estas comunas son las mayores de la Ciudad. Con rela-
ción al desempleo, de acuerdo con el Censo 2010, mientras la tasa promedio era del 4.34%, ascendía
al 5.45% para la Comuna 4 y un 6.55% en la 8. Por último, en el caso del analfabetismo, la tasa pro-
medio es de 0.48%, y se presentaba un 0.8% en la Comuna 4 y un 1.1% en la 8.
24 Wacquant utiliza el concepto marginalidad urbana avanzada para diferenciarla de la pobreza clásica.
Según el autor, la marginalidad urbana avanzada fue impulsada por la fragmentación del trabajo asala-
riado, el retroceso del estado social, y la propagación de la estigmatización territorial.
25 Ver nota al pie 2.
po de permanencia en comisarías y su devenir (es decir, si se les imputa un delito o 108
no, si se les otorga la libertad desde la dependencia policial o se los deriva al Servicio
Penitenciario Federal). Se hace evidente la existencia de un subregistro de aquellas
personas capturadas por las policías por delitos menores -contra la propiedad o por
tenencia de drogas- que son puestas en libertad desde los centros de detención no
penitenciarios. En este marco, son especialmente relevantes las detenciones en co-
misaría realizadas por establecimiento de identidad, las cuales no quedan consignadas en
ningún registro de acceso público. El establecimiento de identidad es una figura que per-
mite y habilita las rutinas de administración policial sobre los sujetos26. En la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, entre 2012 y 2014, se registraron 7.458 detenciones por
establecimiento de identidad, de las cuales sólo un 2% de derivó en una causa penal,
un total de 149 casos27, es decir, que un 98% de las personas detenidas fueron libe-
radas sin que se les iniciara una causa, sin que se identificara algún delito o un pedi-
do de captura luego de la detención (CELS, 2016: 16), pudiendo permanecer legal-
mente en las comisarías por hasta diez horas.
En relación con el accionar de los agentes de las fuerzas con función policial en el
espacio urbano, las personas entrevistadas como parte del relevamiento del Registro
Nacional de Torturas (RNCT) calificaron de recurrentes las prácticas violatorias de
derechos humanos28. Según manifestaron, éstas incluyen: hostigamiento, diversos
tipos extorsión, daño de pertenencias y robos, amenazas, requisas corporales y agre-
siones físicas. Estas prácticas se registraron especialmente en los barrios donde se
produjo la saturación policial y en espacios públicos de mucha circulación: calles,
plazas, estaciones de trenes y subterráneos, etc. y se presentaron como direcciona-
das particularmente a jóvenes y a personas en situaciones de extrema vulnerabilidad,
especialmente a quienes se encuentran “en situación de calle”, pero también a traba-
jadores ambulantes, cuidacoches, trabajadoras sexuales y migrantes, reafirmando lo
que expresara Didier Fassin:
“la acción de las fuerzas del orden siempre se focalizó en grupos cuya vulnerabilidad económi-
ca y social era convertida fácilmente en peligrosidad delictiva y criminal” (2016: 260).
En el caso de las personas en “situación de calle”29, las prácticas violentas profundi-
zan las ya degradadas y precarias condiciones de vida de estos sujetos, e incluyen
detenciones arbitrarias -que pueden o no derivar en la detención en comisaría- ame-
nazas, violencia física y verbal y la destrucción de las pertenencias y de los espacios
precarios donde habitan. Estas prácticas responden a una lógica de “limpieza del
espacio público” que se aplica de manera generalizada, pero se agrava con relación a
26 Hasta el año 2016, la Ley 23.950/91 (llamada Ley Lázara de detención por averiguación de identi-
dad) otorgaba a la Policía Federal Argentina la facultad de detener por “establecimiento de identidad”
y permitía, luego de la aprehensión, “demorar” a las personas por un período de hasta diez horas des-
de el momento en que se hacía figurar el ingreso formal del detenido en los libros de la dependencia.
A partir de la creación de la Policía de la Ciudad, en el año 2017 mediante la Ley 5.688/16 de la CA-
BA, esta facultad se redujo formalmente a cuatro horas.
27 Como fuente de este dato se cita a la Policía Federal, sin dar mayores precisiones (CELS, 2016).
28 Ver Las detenciones arbitrarias policiales en el marco del gobierno de la marginalidad urbana en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en PPN (2017) La situación de los derechos humanos en las cár-
celes federales de la Argentina, Informe Anual, ps.218-226.
29 Al respecto, véase el texto de Ornela Calcagno en este Cuaderno.
109 este colectivo:
“Yo estoy siempre en la Plaza Once. Estoy solo… Siempre me paran me piden el docu-
mento y si no tengo, me mandan a establecer identidad. Y si tengo documento, me dejan ir.
Yo trato de no parar en ningún lado. Cuando estamos en la plaza, a veces pasan y dicen
que no nos quieren ver. Hay veces que entienden que estamos ahí y a veces no, y nos va-
mos. Sabemos que vamos a perder” (PFA - 2016. Balvanera).
“La policía está re tumbeando en la calle. Te tomás una birra en la plaza y te paran, te
dan con el celularcito de la picana. A los pibes de la calle nos re molestan los de la Fede-
ral, pasaste 20 mil veces, sabés que vivo acá. Vienen, me patean la comida. Levantan a
los pibes a las tres de la mañana” (PFA - 2016. San Telmo).
Durante la permanencia o circulación en el espacio público es donde se registra la
mayor cantidad de hechos:
“Cuando entrás y cuando salís [de la Villa 31] te revisan todo, ¡olvidate! con cacheo y te
revisan las bolsas, yo había ido a comprar, después te piden datos y te toman las huellas
para ver si tenés antecedentes, siempre es así, hay un montón de policías” (PFA - 2016.
Retiro, Villa 31).
“Me paran, me preguntan: „¿qué andas haciendo?‟. Me piden nombre y apellido y yo se
los doy normalmente. Me dicen: „quedate quieto, contra la pared ¿tenés domicilio?
¿DNI?‟. Me requisan sin ningún motivo” (PFA - 2016. Paternal, Villa La Carbo-
nilla).
“La Gendarmería está en el barrio, a veces te pegan, te piden datos, los papeles, te ca-
chean. Si tenés algo, sí te pegan y cuando tenés faso te lo hacen comer” (GNA - 2014.
Villa Soldati).
La sobrevulneración de estos sujetos se manifiesta también, y especialmente, en el
armado de causas o en la incorporación de la figura “resistencia a la autoridad”,
que difícilmente puede ser probada como falaz, lo cual se potencia por la falta de
acceso a la justicia que padecen estas personas, vulneradas por todas las agencias
penales.
“Ciudad Oculta está rodeado de federales. Sobre Piedrabuena, Eva Perón, Miralla, hay
un cordón de federales. Van y vienen. Andan de a cuatro. Hay muchos pibes a los que
maltratan, pibes que andan fumando pasta base. Los llevan presos por nada. En vez de
agarrar a los que tienen que agarrar, se la agarran con los pibes” (PFA - 2016. Ciu-
dad Oculta).
“No podés estar tranquilo en la calle. Yo trato de esquivarlos porque cuando pueden te
meten un fierro, algo, y estos acá [la justicia] les hacen caso” (PFA - 2016. Villa Lu-
gano).
“Estaba en un bar, entró la policía y allanó el lugar. Encontraron tres mochilas robadas.
Me pidieron documento, pero no tengo porque lo estoy tramitando, el DNI peruano a
ellos no les sirve. Entonces me pusieron la billetera en la mochila y dijeron que yo la ha-
bía robado” (PFA - 2015. Balvanera).
“Si hay muchos arrebatos y quilombo en la calle salen a apretar a todos los que andamos
por la calle, te echan, te amenazan con armarte causa y entonces te guardas dos días” (PFA 110
- 2015. Balvanera).
Como se desprende de los relatos, estas prácticas involucran, además, agresiones
físicas: golpes de puño, patadas, palazos e incluso, en los casos más extremos, dispa-
ros con armas de fuego. Esta situación se vuelve más peligrosa para las poblaciones
mencionadas ya que, como afirma Reiner, “la privacidad posee una dimensión de
clase. Cuanto más baja sea la posición social de una comunidad, tanto mayor será su
vida social en espacios públicos y tantas más posibilidades tendrán de llamar la aten-
ción de la policía por infracciones” (1992: 480).
“La Gendarmería cuando te ve en el barrio te agarran y te pegan, y te dejan todo sangrando
en el piso. Tengo terror a los policías. Me patearon todo y me dejaron ahí en el piso, pero no
me detuvieron” (GNA - 2014. Villa Zavaleta, Barracas).
Nota de campo: “Me querían llevar a un arroyo, son malos esos tipos, me llevaron a dar
vueltas por todos lados, me tenían sentado atrás entre dos policías y me decían „¿Qué? estás
llorando puto‟ y me decían que baje la cabeza y no mire, onda secuestro. Estaban buscando
un lugar descampado y terminamos en Barracas en la calle Monteagudo, me bajaron y entre
los tres me cagaron a palos, trompadas, piñas en el estómago, me hicieron ir corriendo. Ade-
más, me amenazaron, me dijeron que no me querían ver más por el barrio‟” (PNA - 2015.
Villa Zavaleta, Barracas).
“Te cagan a palos [la GNA], a veces agarran y tiran tiros adelante de los nenitos, no les
importa nada. Están todo el día en el barrio, no dejan que este nadie en la esquina, te ver-
duguean. Si ven que parás con los pibes en la esquina y te pegan directamente sin decir nada,
con palos, a las piñas” (GNA - 2015. Villa Zavaleta, Barracas).
Se verifica que estas políticas de multiplicación de efectivos policiales para disminuir
el delito “sólo pueden ponerse en práctica escarneciendo los derechos civiles ele-
mentales de los pobres, en primer lugar, el de circular libremente sin ser detenidos,
cacheados y humillados en público de manera arbitraria” (Wacquant, 2000: 15).
Lo expuesto permite dar cuenta que las detenciones policiales parecen estar más
vinculadas a una persecución penal focalizada sobre la marginalidad urbana que a la
prevención del delito. Esto se vio reforzado en diversas entrevistas realizadas a
agentes del Servicio Penitenciario Federal de la Alcaidía Unidad 28 y los Complejos
Penitenciarios del Área Metropolitana de Buenos Aires, quienes confirmaron -
pudiendo establecerse como una práctica sistemática y en ascenso- la detención de
personas de bajos recursos económicos, sociales y culturales por delitos menores
(tentativas de hurto, consumo de alcohol o drogas, rebeldías) que suelen permanecer
durante poco tiempo detenidas e, incluso, por causas armadas por las propias fuer-
zas de seguridad y policiales:
“El 90% de los ingresos a la unidad son reincidentes. Más que nada por „delitos sociales‟,
hurto y robo. Digamos, no son crímenes que requieren una organización, que sean planea-
dos, robos de cosas importantes, no. Yo lo vengo diciendo, no deberían estar detenidos. Es
una política de la policía para hacer estadísticas” (Jefe de Seguridad Interna, Unidad
28, SPF).
111 “Traen detenidos por cualquier cosa, la mayoría son por causas armadas” (Jefe de Turno,
Unidad 28, SPF).
“Vienen acá con esos delitos, que muchas veces se los inventa la propia policía. Ellos gene-
ralmente no se acuerdan mucho, porque son personas que no están bien en general” (Jefe de
Seguridad Interna, Unidad 28, SPF).
Reflexiones finales
En este artículo se presentaron los resultados de las políticas del Ministerio de Segu-
ridad de la Nación durante el periodo 2010-2016, en términos de evolución de la
cantidad de agentes de las fuerzas de seguridad federales para el total del país y para
la Ciudad de Buenos Aires, poniéndolos en relación con una elaboración discursiva
que se referencia en el modelo de la “nueva prevención” y que pretende asociar la
seguridad al ejercicio de la democracia y los derechos humanos. Específicamente, se
dio cuenta de la producción de una saturación policial en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y de las prácticas violatorias de derechos humanos que esto trae apare-
jado por parte de los agentes de las diversas fuerzas con función policial hacia los
sujetos más marginalizados de la ciudad.
La reducción de los problemas sociales a problemas de seguridad produce efectos
en la realidad, habilitando cierto tipo de intervenciones y dejando por fuera otras,
haciendo posible “transformar un problema político, enraizado en la desigualdad
económica e inseguridad social, en un problema de criminalidad” (Wacquant, 2006:
61).
En el marco del proceso de neoliberalización que atraviesa el Estado argentino des-
de hace al menos cuatro décadas, se verificó que, si bien la problematización del
concepto de seguridad (mediante la incorporación de las nociones de seguridad ciu-
dadana, democrática o comunitaria) se realizó en el nombre del reforzamiento de
ciertos valores democráticos, las políticas públicas a las que dio lugar siempre y sola-
mente refirieron a lugares públicos y de visibilidad pública (Baratta, 1997). Esto im-
plica necesariamente que su intervención se reduce a “un pequeño número de deli-
tos que entran en la así llamada criminalidad tradicional (sobre todo agresiones con
violencia física a la persona y al patrimonio)” (Baratta, 1997) y a las incivilidades
propias de las clases más bajas de la estructura social.
Durante el periodo 2011-2016 se produjo una inflación en la cantidad de agentes de
todas las fuerzas de seguridad federales con función policial. Importa inscribir este
proceso en un marco más amplio, del cual el encarcelamiento también es parte, da-
do que se incrementaron en un 14.5% la cantidad de personas encarceladas en el
Servicio Penitenciario Federal30, dependiente del poder ejecutivo nacional, que pasó
de 9.524 personas encarceladas en 2010 a 10.968 en 2016 (SNEEP, 2016).
Teniendo en cuenta que estas construcciones discursivas y políticas públicas a las
que dieron lugar fueron impulsadas y financiadas por organismos internacionales y
30 Se
toman los datos de la evolución del encarcelamiento en el SPF debido a que es en sus cárceles
donde se aloja a las personas detenidas en la Ciudad de Buenos Aires.
que pueden rastrearse programas de similares características en toda América Latina, 112
importa situar este proceso en un marco amplio, que exceda los gobiernos com-
prendidos en el periodo de estudio e incluso la coyuntura nacional y lo enmarque en
un modelo de gestión estatal de la marginalidad relacionado al proceso de neolibera-
lización.
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Resumen 116
El presente artículo constituye parte de un trabajo de investigación y gestión
judicial realizado desde la Secretaría de Modernización del Poder Judicial de
Mendoza durante los años 2016 y 2017, en el cual se abordan aspectos vincula-
dos a la producción de información bajo el estudio de caso sobre el fuero penal
juvenil. Consiste en un relevamiento empírico longitudinal, cualitativo y cuanti-
tativo, que va de lo general de las normas e indicadores destinados a establecer
mediciones en el área antes mencionada, a lo particular y peculiar de las prácti-
cas institucionales del escenario provincial. Con la pretensión de obtener infor-
mación que nos permita describir cómo se construyen los datos que confor-
man las estadísticas judiciales, se recurre a la deconstrucción, es decir, a la des-
agregación de cada uno de los elementos, partículas, que se encuentra ligados
al dato numérico. Se presenta aquí un análisis de las observaciones realizadas
a los formularios de recolección de datos y al registro en Mesa de Entradas de
las unidades judiciales, rescatando las voces de los principales actores de este
proceso constructivo-deconstructivo. En esta línea de investigación se analiza
particularmente el ingreso de casos-jóvenes, principal registro que nos permite
acercarnos a una dimensión cuantitativa respecto a cuántos jóvenes se encuen-
tran en conflicto con la ley o cooptados por el sistema penal, punto de partida
insoslayable para la realización de cualquier tipo de medición judicial poste-
rior, así también, dato insoslayable en la formación de debate políticos sóli-
dos, más aún teniendo en cuenta las pretensiones de reforma normativa.
Palabras clave: Justicia Penal - Jóvenes - Construcción - Estadísticas - Información
Abstract:
The present article is part of a research and judicial-proceeding project carried out at the Ministry of
Modernization, judiciary branch, in Mendoza, Argentina, between 2016 and 2017. It tackles aspects
of information production under the case study on the juvenile criminal court. This article is an em-
pirical longitudinal survey, both qualitative and quantitative, which ranges from the general aspects of
the regulations and indicators destined to establish measurements of the area mentioned before, to
the specific institutional customs in Mendoza. With the aspiration of obtaining information which
allows us to describe how the data that form judicial statistics are built, we resort to the deconstruc-
tion of every element and particle linked with the numerical data. An analysis of the observations on
the data-gathering forms and the Reception desk records of the judicial units is presented, with the
intention of reviving the voices of the main actors of this constructive-deconstructive process. In
this line of investigation, the entry of young cases is thoroughly analysed, for it constitutes a crutial
record which allows us to approach a quantitative dimension regarding how many youngsters have
conflicts with the law or are co-opted by the criminal system, an unavoidable starting point to carry
out any subsequent judicial measurement and to form solid political debate, even more so taking into
account the current reform aspirations.
Key words: Urban militarization, Mega events, Rio de Janeiro, Irregular warfare, Public security
117 Introducción
“Después de todo,
amamos como nos han amado en la infancia,
y los amores posteriores suelen ser
sólo una réplica del primer amor”
Milena Busquets, También esto pasará, 2014
protagonista-del-ano-de-la-oralizacion-judicial/
4 El Centro de Capacitación e Investigaciones “Dr. Manuel A. Sáez” dependiente de la SCJM, si
bien organiza cursos, jornadas y demás, no ha publicado estudios ni informes vinculados a esta ma-
teria como a otras.
119 informar los Juzgados Penales de Menores (JPM) según la normativa vigente?, ¿Qué
informan efectivamente?, ¿Cómo se informa?, es decir, ¿Cómo se construyen los
datos que contienen los reportes estadísticos?, y por último ¿Para qué es requerida
tal información?
Para finalizar esta introducción, es importante mencionar la organización del pre-
sente artículo con la finalidad de facilitar su lectura y brindar una clara distinción de
los distintos aspectos que comprende.
En el primer apartado se presenta la metodología de trabajo, fuentes, técnicas e ins-
trumentos utilizados. El objetivo es reflejar las distintas áreas, disciplinas y estrate-
gias que dialogaron en el transcurso de la investigación. En la segunda sección se
describe el marco normativo vigente -internacional, local e institucional- pertinente
a los fines estadísticos. El objetivo propuesto fue identificar la dirección y linea-
mientos generales de la información a producir. En el tercer apartado se observan y
analizan los Formularios de Recolección de Datos (FRD), las deficiencias en el in-
greso de casos y uso de sistemas informáticos. El objetivo es reflejar la actividad
concreta mediante la cual se construye la información. Finalmente se presentan al-
gunas reflexiones en el ámbito del Poder Judicial en las áreas bajo estudio haciendo
referencia al contraste entre el discurso jurídico y las prácticas institucionales.
Metodología de trabajo
Se llevo a cabo un diseño de investigación empírica, un estudio de campo situado de
tipo exploratorio y descriptivo. En el transcurso del trabajo se siguieron estrategias
cuantitativas como cualitativas, se consultó una multiplicidad de fuentes, a fin de
iluminar distintas porciones de las metas propuestas.
El trabajo se ubica dentro de la estrategia metodológica de estudio de caso. Ello im-
plicó indagar y describir, de modo situado y sistemático, determinada área institucio-
nal; observar desde múltiples perspectivas, en forma intensiva y profunda, dinámicas
y articulaciones que convergen en el terreno seleccionado (Martínez Carazo, 2006).
La estrategia mencionada fue complementada mediante la triangulación de datos,
que llevó a la confrontación de diversas fuentes5, actores y organismos, a fin de ob-
tener mayor fiabilidad en los resultados obtenidos y arribar a conclusiones más cer-
teras (Cantor, 2002; Donolo, 2009; Aguilar-Barroso, 2015).
De modo prioritario, pero no exclusivo, se privilegió el desarrollo de un intensivo
5 Los distintos actores y áreas/organismos involucrados, tanto unidades judiciales (Mesa de Entradas,
Secretaría, Juez) como distintos organismos intervinientes (estadísticas, informática, e inspección,
secretaría administrativa), documentos (acordadas, formularios de recolección de datos, manual in-
trabajo de campo desde marzo de 2016 hasta marzo de 2017. Ello implicó un reco- 120
rrido por todas las unidades judiciales existentes en la provincia 6, y también com-
prendió otros organismos y áreas como la Secretaría Administrativa y Secretaría Le-
gal y Técnica, dependientes de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza (SCJM).
Las técnicas e instrumentos de recolección de datos utilizadas como fuentes prima-
rias fueron la observación directa de usos y sistema, los registros de campo, entre-
vistas, observación y análisis de los FRD. Entre las fuentes secundarias se encuen-
tran: las normativas, los datos estadísticos, las actas de Inspección, los formularios
recolección de datos, el Manual del Sistema Iurix, expedientes y material bibliográfi-
co.
Los instrumentos legales que se utilizaron como fuente de información fueron:
constitución provincial, leyes nacionales N°26.061, 22.278 y 22.803, leyes provincia-
les N°6.354, 7.076 y 8.937, acordadas de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza
(SCJM), como así también instrumentos internacionales incorporados a nuestro or-
den normativo7.
En cuanto al desarrollo de estrategias cuantitativas, se trabajó con el banco de datos
proporcionado por la Oficina de Estadísticas, información recolectada y procesada
en los últimos siete años (2011-2017) y datos proporcionados por la Dirección de
Informática del Poder Judicial, respecto de los años 2015-2016. Se realizó la obser-
vación de FRD y variables existentes, sin embargo, aquí sólo se abordan los “casos
nuevos ingresados”.
Respecto a las estrategias cualitativas, se realizaron entrevistas semi-estructuradas a
más de 20 personas, entre ellos los encargados del cumplimiento de la remisión de
los FRD, como al resto del personal. Se conformaron “grupos focales” (con Jefes
de Mesa de Entradas y JME) donde se expuso parte de los datos recolectados en el
campo con el objeto de activar el diálogo y debate, a fin que la interacción individual
entre los participes contribuya a ampliar la información (Sautú-Freidin, 2007).
El objetivo fue verificar usos y posibilidades de los sistemas informáticos, alcances y
precisiones respecto de las principales variables, entre otros aspectos. Fueron elabo-
radas guías de observación destinadas a evaluar el sistema informático utilizado, la
forma de registración de casos, los campos utilizados, sus usos informáticos e iden-
tificar resoluciones del proceso.
Paralelamente a ello se contó con información proveniente del área de informática,
6 La provincia de Mendoza se encuentra dividida territorialmente en cuatro circunscripciones judi-
ciales. La 1° Circunscripción Judicial (en adelante 1°C, 2°C, etc.) está compuesta por la Ciudad Ca-
pital y los departamentos de Godoy Cruz, Guaymallén, Las Heras, Luján, Maipú y Lavalle en donde
funcionan 3 Juzgados PM; la 2°C compuesta por San Rafael, General Alvear y Malargüe, donde 2
JPM; la 3°C compuesta por los departamentos de San Martín, Rivadavia, Junín, Santa Rosa y La Paz
y por último la 4°C de la que forman parte Tunuyán, San Carlos y Tupungato, en estas últimas dos
funciona un JPM por cada una, suman un total de 7 JPM.
7 Convención de los Derechos del Niño (CDN); Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la
Administración de la Justicia de Menores (Reglas de Beijing); Reglas Mínimas de las Naciones Uni-
das sobre las Medidas no Privativas de Libertad (Reglas de Tokio); Directrices de las Naciones Uni-
das para la Prevención de la Delincuencia Juvenil (Directrices de Riad); Reglas de las Naciones Uni-
das para la Protección de los Menores Privados de Libertad (Reglas de La Habana); Reglas Básicas
de Acceso a la Justicia de las Personas Vulnerables (Reglas de Brasilia).
121 como clasificadores estadísticos de delitos, códigos informáticos de actuación que
utilizan los operadores, materias almacenadas y disponibles en el Sistema Informáti-
co IURIX para la carga de datos, a fin de observar y analizar la cantidad de actuacio-
nes disponibles, su comparabilidad, ausencias y deficiencias.
La articulación de fuentes primarias o de primera mano y fuentes secundarias en
diálogo, nos permitió alcanzar resultados y hallazgos que posibilitan una explicación
en conjunto sobre el objeto de investigación respecto al qué, cómo, para qué y por-
qué se produce determinada información. Aquí, la complementariedad de los méto-
dos, estrategias y técnicas de investigación tiene por objetivo evitar sesgos en la in-
vestigación.
De este modo, el conjunto de estos procedimientos y la revisión y sistematización
del material posibilitó alcanzar los resultados que se presentarán a continuación, co-
mo estímulo al desarrollo de una propuesta de trabajo a futuro, con el fin de optimi-
zar la gestión y producción de información estadística.
Marco de referencia
En el presente apartado se procede a una recopilación y descripción de las distintas
normas y recomendaciones vinculadas al Fuero Penal Juvenil y, particularmente,
aquellas que en el ámbito institucional hacen referencia a la producción de informa-
ción. Así, y en un recorrido que va desde los tratados internacionales pasando por
las acordadas de la SCJM y concluyendo en las prácticas institucionales.
Instrumentos internacionales:
Comité de Derechos del Niño/a y UNICEF
Durante el siglo XX, y especialmente en su segunda mitad, se produjeron una serie
de acuerdos internacionales sobre derechos humanos que generaron profundos
cambios ideológicos, jurídicos y políticos. Se fue consolidando lo que hoy denomi-
namos paradigma integral de protección de derechos, amplificando los derechos y
garantías de las personas menores de edad que han cometido infracción a las nor-
mas penales.
En líneas generales, es posible afirmar que la observación y análisis de los lineamien-
tos internacionales de la Justicia Penal Juvenil debe estar centrada en los siguientes
aspectos: restricción y control sobre la privación de la libertad de jóvenes8; prioridad
en la aplicación de medidas alternativas a la privación de la libertad 9; dar impulso a
formas alternativas al proceso penal10; contar con un sistema especializado de justi-
8 Reglas de Beijing, 17.1, inc. b. En caso de PL se deben observar ciertos principios y reglas 1) Princi-
pio de proporcionalidad (CDN, art. 37, inc. b y art. 40, inc. 4; Reglas de Beijing, Reglas 5, 17 inc. a y
19; Reglas de La Habana, Reglas 1 y 2 y Reglas de Tokio, Regla 3.2.). Debe estar determinado el plazo
de duración y debe realizarse una revisión periódica. La CDN en su art. 37 prohíbe las penas perpe-
tuas, sin excarcelación o capitales.
9 La CDN en su art. 40 inc. 4, Reglas de Beijing Regla 18.1 y 2, Reglas de Tokio art. 8.
Ahora bien, en esta línea cabe citar el apartado VII titulado Recopilación de Datos,
Evaluación e Investigación (párrafos 98 y 99) en el cual se insta a los Estados a re-
copilar y sistematizar datos y destaca su importancia para evaluación y elaboración
de las políticas públicas y programas13. Entre las variables o indicadores simples que
menciona el Comité, el párrafo 98 indica:
Preocupa profundamente al Comité la falta de datos desglosados, ni siquiera básicos, sobre
cuestiones como el número y el tipo de delitos cometidos por los menores, la utilización de la
prisión preventiva y el promedio de su duración, el número de menores a los que se han apli-
cado medidas distintas de los procedimientos judiciales (remisión de casos), el número de niños
condenados y el tipo de penas que se les han impuesto.
Paralelamente a ello, la sistematización de la información del Fuero Penal Juvenil es
un trabajo que realiza a nivel internacional el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF), programa dependiente de la Organización de los Estados Ame-
ricanos (ONU). Para ello elaboran numerosos trabajos e informes, en los cuales se
recolecta y procesa la información que contiene cada Estado respecto de niños, ni-
11 CDN en su art. 40.3, Convención Americana de Derechos Humanos 5.5; CDN, art. 40; Reglas de
Beijing, punto 2.3, Reglas 6 punto 1 y 3, y la Regla 22 punto 1 y 2.
12 Reglas de Beijing sección Sexta titulada: Investigación, planificación, formulación y evaluación de
políticas, impulsa la realización de investigaciones como base de la planificación, formulación y la
evaluación de políticas (Regla 30.3 y 30.4).
13 Así también en el párrafo 99 recomienda realizar evaluaciones independientes sobre el funciona-
miento concreto de la justicia de menores, puntualiza en las medidas adoptadas, reintegración social y
reincidencia, e incluso hace referencia a la importancia de que los menores participen en esa labor de
evaluación e investigación.
123 ñas y adolescentes (NNyA) en conflicto con la ley penal.
A continuación, se citan los indicadores de prioridad “fundamental” según este or-
ganismo (UNICEF, 2008: 7), y algunos que, si bien no son caracterizados de este
modo, constituyen información importante a recolectar14. Sumado a ello, UNICEF
ha solicitado información a los Poderes Judiciales sobre los siguientes aspectos: 1)
Cantidad de causas activas (en trámite) de la justicia penal juvenil; 2) Cantidad de
sobreseimientos luego de un proceso penal; 3) Cantidad de declaración de no res-
ponsabilidad penal luego de un proceso penal; 4) Cantidad de NNyA con aplicación
de pena privativa de la libertad; 5) Cantidad de NNYA con aplicación de pena no
privativa de la libertad.
16 Otras leyes rigen en el ámbito provincial vinculadas al fuero 7.076 (B.O. 2002) y 8.937 (B.O.
20/12/2016) ambas tienden a desdibujar el principio de especialidad, su análisis excede los propósitos
del presente artículo.
Penal Juvenil a los parámetros fundamentales de la CDN, plasmados en los arts. 37 124
y 4017.
Conforme análisis de sus disposiciones, se puede advertir la recepción de los linea-
mientos internacionales en cuanto establecimiento de leyes, órganos y procedimien-
tos en cumplimiento con el principio de especialidad18, medidas alternativas a la pri-
vación de libertad (art. 180) y distintas medidas de protección, restricción y excep-
cionalidad de la privación de libertad, de conformidad con los parámetros interna-
cionales19.
17 CDN El Poder Judicial de Mendoza puso en práctica sus organismos específicos conforme acorda-
das N°15.510Bis, 15.695, 15.721, 16.260,16.363 y 16.773.
18 No obstante, ello establece juicio abreviado para jóvenes (arts. 114 inc. c, 158 a 162, 6.354) y hace
un reenvío genérico a las disposiciones del código procesal penal de adultos (Art. 109 y 120).
19 En el art. 191 establece los principios de “brevedad, excepcionalidad y respeto a la condición pecu-
liar del menor”, el art. 194 el máximo de tiempo de privación de libertad, no pudiendo superar en
ningún caso el año. El art. 195 indica que deberá ser revisada cada 3 meses.
20 Ley Orgánica de Tribunales de la provincia de Mendoza.
21 Obligación que emana de la Constitución Provincial art. 144 y LOT art. 13 inc. 9.
22 El art. 53 establece que: “Los Jueces de Primera Instancia tienen las siguientes atribuciones y debe-
res: …Inc. 4. Pasar a la Suprema Corte, cada trimestre, un estado del movimiento de su Juzgado, en el
que se expresará el número de causas que existan en tramitación, el de las causas iniciadas, el de las
que existan en estado de sentencia y la fecha de autos para definitiva; el número y clase de las senten-
cias; en su caso la clase de delito que originó el proceso, y en los fallos en materia penal, la indicación
de si son absolutorios o condenatorios”.
23 Disponible en http://www2.jus.mendoza.gov.ar/rhumanos/index.php bajo el título
“Conocimientos Teóricos”. Así también se refiere la Resolución de Administración General N°3798 y
al tal efecto se creó un modelo de norma institucional.
125 Dicho esto, se intentó localizar tales instrumentos, esfuerzo que implicó una bús-
queda arqueológica debido al faltante en todos los registros, tanto papel, digital, co-
mo en las unidades judiciales y serios obstáculos para acceder a la información, in-
clusive para los propios operadores de la institución. No obstante, se observó cierta
adecuación a los lineamientos de los tratados internacionales en el discurso institu-
cional24.
Ahora bien, en relación con las distintas áreas “vinculadas a la producción de infor-
mación” se localizó la Ac. N°9.417 (02/03/1978)25, que crea la Oficina de Estadísti-
cas y se encuentra actualmente vigente, la Ac. N°7.784 (29/12/1967)26 y la Ac. N°
7.786 (17/01/1968), ambas vigentes y vinculadas a la Oficina de Inspección Judicial,
organismo encargado del monitoreo de las unidades judiciales.
Del área de Informática se encontraron dos acordadas: la Ac. N°17.558
(04/07/2002) que menciona la instalación de la última versión del Sistema informá-
tico Iurix, sin establecer mayores precisiones y la Ac. N°22.948 (23/09/2010), que
establece la obligación de cargar las actuaciones, pero no da mayores precisiones y
no aparece como clara la separación del Fuero Penal Juvenil del Fuero de Familia27.
Si bien existen algunas adecuaciones discursivas institucionales a los lineamientos
internacionales, no se observaron avances significativos en cuanto a la obtención de
información transparente y de calidad, no fueron localizadas acordadas que dispu-
sieran formularios, tal como establece reglamento. No pueden soslayarse las acorda-
das con origen en las dictaduras militares pasadas, que ponen en duda “lo particu-
lar” del Fuero Penal Juvenil.
Deficiencias y ausencias
en la producción de información.
libertad o alternativas al proceso penal (mediación), al juicio penal (suspensión del juicio a prueba),
distinción de sentencias declarativas e integrativas, aplicación de penas, tipo de pena y graduación del
tiempo, sobreseimientos y sus diferentes tipos.
33 No obstante todas las deficiencias apuntadas en el capitulo anterior, a continuación se procede a
analizar la variable “casos nuevos ingresados”, puesto que resultó ser una de las escasas
“coincidencias” entre las diferencias apuntadas en la Tabla N°1 y, sumado a ello, son contabilizadas
mediante el sistema informático, lo que supone una reducción de los márgenes de error.
34 En lo que aquí interesa, responder a preguntas tales como cuántos jóvenes han sido cooptados por
la justicia penal y cuántos procesos corresponde, por qué delitos, cuántos privados de la libertad,
sobreseídos, condenados, etc.
Según pudo relevarse a partir de las intervenciones en el campo, el modo y forma en 128
que un expediente puede ser registrado varía en cada unidad judicial. Esto responde
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Oficina de Estadísticas del Poder Judicial
Ahora bien, abriendo camino a la indagación cabe preguntarse si estas cifras respon-
den a causas ingresadas en la Justicia Penal Juvenil, es decir, ¿físicamente es posible
encontrar esta cantidad de causas?, o bien, ¿estos datos representan la cantidad de
jóvenes que han sido cooptados por el sistema de justicia penal? y, por último: ¿se
trata de causas penales y/o de jóvenes tutelados?37.
A partir de ahora comenzaremos a deconstruir, desagregar estas cifras, según la divi-
35 El equipo En la 1° y 2°C se utiliza el Sistema Iurix y en la 3° y 4°C se utiliza Sistema Fox. Los cam-
pos a utilizar difieren, y especialmente este último sólo es útil para cargar actuaciones en Mesa de En-
tradas.
36 Eltotal de casos coincide con lo informado por el Poder Judicial en la Memoria Anual o Anuarios
Estadísticos presentado todos los años ante la legislatura provincial, salvo pequeñas diferencias en los
años 2011, 2012 y 2013 respecto a la Memoria del Poder Judicial de Mendoza del año 2015.
37 Por razones de que aún persiste el paradigma tutelar en el discurso, expedientes y documentos se
utilizará tratamiento tutelar haciendo alusión a las causas de jóvenes por protección de derechos.
129 sión territorial (circunscripciones) y las unidades judiciales (juzgados), presentando
la “historia que subyace” (UNECE, 2009: 1) a las cifras construidas38. A continua-
ción, en el Gráfico N°2, podemos observar cómo es la distribución de la cantidad
de causas según circunscripciones judiciales, siendo la 1° y 2° las que concentran
mayor cantidad de causas.
Gráfico N°2: Evolución del total de causas ingresadas según circunscripción judicial
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Oficina de Estadísticas del Poder Judicial
Es posible observar que el quiebre advertido en el Grafico N°1 durante el año 2012
proviene de un incremento mayor en la 1°C y 3°C, en proporciones prácticamente
idénticas. No obstante, al desagregar por circunscripciones se observa que en los
años 2013 y 2014 se produjo un aumento notable en el ingreso de casos en la 2°C
(de 789 a 1.304), cuando en el resto de las circunscripciones los valores se han man-
tenido relativamente estables. De modo que, si bien no se observa en el Gráfico N°
1, el incremento de causas proveniente de la 2°C impactó de modo significativo en
el total de causas.
A continuación, se detalla el ingreso de casos respecto de cada una unidad judicial.
Existen diferencias que serán destacadas, puesto que imposibilitan determinar el
número preciso de casos o de jóvenes en conflicto con la ley penal, cuestión que
aún no ha sido definida como se advierte. Es decir, si bien se utiliza la expresión
ingreso de “casos” -es así como es denominada en el FRD- no implica asumir que
ello sea efectivamente de ese modo. Esta variable recibe diferentes denominaciones:
“Expedientes nuevos ingresados”, “Expedientes ingresados”, “Expedientes inicia-
dos” y “Causas ingresadas”.
Tal como se observa en el Gráfico N°3, el 1°JPM presenta cifras notablemente su-
periores a los restantes, registrando el mayor número de causas ingresadas en todos
los años, e incluso duplicando a sus coterráneos en el año 2011 y 2012, no obstante
tener idénticas competencias materiales y territoriales, como recursos. A partir del
año 2013 se evidencia una relativa paridad en el ingreso de causas entre los juzga-
dos.
38 Enesta línea de reflexión cabe citar que “Una noticia estadística contiene un mensaje sobre qué ha
sucedido, quién lo ha hecho, cuándo, dónde, porqué y cómo ha sucedido” (UNECE, 2009: 1).
130
Gráfico N° 3: Cantidad de causas ingresadas por año en la 1°C por JPM 2011/2015
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Oficina de Estadísticas del Poder Judicial
Algunas reflexiones
De conformidad con lo hasta aquí expuesto no es posible conocer la cantidad de
jóvenes cooptados por el sistema de justicia penal, privados de la libertad, bajo me-
didas alternativas, tipo y prolongación, y demás indicadores. Menos aún, para preo-
cupación de la agencia judicial, ni siquiera es posible saber de manera “aproximada”
cuántas causas han sido creadas, resueltas y cuántas se encuentran en trámite.
Desde las acordadas de la SCJM pasando por los formularios de recolección de da-
tos, hasta el manual de sistemas informáticos, fueron advertidas una serie de ausen-
cias vinculadas a definiciones, precisiones y decisiones técnico-política administrati-
vas en cuanto a qué, cómo y para qué producir determinada información42.
Las acordadas constituyen normas reguladoras de la actividad, marcan el rumbo que
han de adoptar las políticas institucionales: “dime las acordadas que tienes y te diré
el Poder Judicial que eres”. Por lo tanto, su acceso y publicidad tanto por los opera-
dores judiciales en particular como de la ciudadanía en general, debe ser ágil, sencillo
y transparente, bases fundamentales de un Estado de Derecho, republicano y demo-
crático.
Habiendo transcurrido más de 30 años de la última dictadura cívico-militar, el Poder
40 Causas iniciadas son aquellas que se registran por primera vez, que dan lugar a la asignación de un
número y caratula de expediente. En cambio, el ingreso de casos puede responder a cualquier moti-
vo, y se trata de causas que ya han sido iniciadas e ingresan, por ejemplo, por apelación o control
jurisdiccional.
41 En el mismo sentido se encuentran las “subrogancias” de los jueces penales de menores respecto a
causas ajenas al fuero, que no se encuentran registradas en los sistemas informáticos, por lo tanto la
especialidad propia del fuero tampoco sería posible de mesura. Esta problemática se advirtió espe-
cialmente en los JPM departamentales.
42 Sin embargo, este tipo de acuerdos o resoluciones si ha sido posible observar en otras áreas geo-
gráficas: Neuquén Acuerdo Nº 4736; Chubut Acuerdo Plenario Nro. 3754/08, Acuerdo Plenario
Nro. 3874 /2010, Resoluciones Administrativas N° 2781/05-SIJ, N° 1227/03 S.A., N° 926/2014 y
N° 1680/04 S.A.; Córdoba Acuerdo Reglamentario N° 487 (27/04/1999), Acuerdo N° 93 (27-03-
2009); Buenos Aires Resolución N°10/10 (14/04/2010), Acuerdo N° 3362, Resolución de Presiden-
cia Nº 15/09, Reglamento del Registro de Procesos del Niño (RPN) 22/12/2008, entre otros.
Judicial de Mendoza no ha democratizado áreas fundamentales de toda organización 134
estatal, tal como pudo observarse en las aún vigentes acordadas
“dinosaurios” (García, 1983: 7) de la Oficina de Inspección Judicial (1967) y de Es-
tadística (1978), que ponen en evidencia que la producción de información no ha
estado entre las preocupaciones centrales de la organización institucional.
Resumen 138
En este artículo proponemos presentar un problema de investigación
que versa sobre el gobierno policial de la población marginal que habita-y-
circula el espacio urbano en la Ciudad de Buenos Aires. En primer lugar,
desarrollamos las dimensiones teóricas e históricas que muestran que –
desde su emergencia y a través del tiempo– el gobierno policial se en-
cuentra ligado al orden de la ciudad y las poblaciones (Foucault, 2016;
Castel, 2009; Neocleous, 2010). A partir de los conceptos de “espacio
relacional” (Harvery, 2014) y “gubernamentalidad” (Foucault, 2016), re-
ferimos al “policiamiento” en la fabricación del orden social capitalista,
así como también en la génesis de la Ciudad de Buenos Aires. En segun-
do lugar, presentamos algunos supuestos y registros empíricos para pro-
blematizar acerca de las especificidades que asume la relación policía y
pobreza urbana en el presente. Reflexionamos sobre la marginalidad so-
cial y el “policiamiento” en el contexto actual, en relación con el incre-
mento del encarcelamiento de aquellas personas que desarrollan su
tiempo vital en las calles, plazas, u otros espacios urbanos. De esta ma-
nera, se busca reconstruir la imagen provisoria de aquella cosa que se
quiere estudiar (Becker, 2014), lo cual se cuestionará y transformará en
el proceso de investigación.
Palabras clave: Policía, Gobierno, Espacio Urbano, Pobreza
Abstract
In this article we propose to present a research problem that is about the police government of the
marginal population that inhabits-and-circulates the urban space in the City of Buenos Aires. On the one
hand, we develop the theoretical and historical dimensions which show that –since their emergence
and over time– the police government is linked to the city and populations order (Foucault, 2016,
Castel, 2009, Neocleous, 2010). Using the concepts of “relational space” (Harvey, 2014) and
“governmentality” (Foucault, 2016), we refer to the “policing” in the fabrication of the capitalist
social order, as well as in the genesis of the City of Buenos Aires. On the other hand, we present
some assumptions and empirical records to problematize the specific characteristics of the relations-
hip between police and urban poverty in the present. We reflect on social marginality and “policing”
in the current context related to the increase on imprisonment of those who develop their vital time
in the streets, squares, or other urban spaces. In this way, we seek to reconstruct the “provisional
image” of what we want to study (Becker, 2014), what will be questioned and transformed in the
research process.
Key words: Police, Government, Urban Space, Poverty
139 Introducción
Desde su emergencia, el concepto de policía aparece ligado a una batería amplia y
difusa de prácticas que –a través del tiempo y en diversas espacialidades– se expan-
den, fragmentan, restringen y reedifican en clave de la administración de aglomera-
dos, movimientos y circulación de poblaciones. Este supuesto es reconstruido a par-
tir de la lectura de conocidos trabajos que abordan la temática 1, resultando una guía
para reflexionar sobre algunos emergentes de los relevamientos que realicé como
integrante del Registro Nacional de Casos de Tortura (RNCT). Este cruce entre
abordajes analíticos y material empírico me permitió delinear un problema de inves-
tigación2 acerca del despliegue policial en la Ciudad de Buenos Aires y la gestión de
la población comúnmente nombrada como “en situación de calle”3.
Algunos trabajos contemporáneos4 en el campo de indagación de lo policial parten
de una –supuesta– actitud de “des-prejuicio” y “anti-indignidad” para privilegiar la
mirada del “nativo” como garantía de neutralidad valorativa y rigurosidad científica.
En contraposición, siguiendo a Ruth Sautú (2010), sostengo que los datos hablan el
lenguaje de la teoría, de manera que reconstruir y exponer los supuestos teóricos
constituyen tareas esenciales en la producción de conocimiento. En esta misma lí-
nea, considero fundamental desandar los procesos históricos y antecedentes empíri-
cos inmediatos que contribuyen a formular una imagen provisoria de aquella cosa
que se quiere estudiar, y sobre la que se avanzará en su producción y refinamiento
(Becker, 2014)5. Este ejercicio reflexivo resulta propicio en vistas al intercambio y
disputa de sentidos en la construcción de un problema de investigación, asumiendo
el esfuerzo y el compromiso de rigor en la continuación del proceso investigativo.
Es por todo ello que en el presente trabajo me propongo desarrollar las principales
dimensiones teóricas e históricas que permiten aprehender la relación entre policía y
pobreza urbana, para luego problematizar acerca de este vínculo en el contexto ac-
tual. En el primer apartado se muestra la mencionada relación histórica, dando
cuenta de las características que asume el policiamiento en la fabricación de un nue-
vo orden social, para luego hacer referencia a este proceso en la génesis de la Ciudad
1 Me interesa subrayar que no estoy partiendo de una definición meramente abstracta ni restringida a
una teoría, sino que retomo elementos problematizados en base al análisis de documentos en los
trabajos de Michel Foucault, Robert Castel y Mark Neocleous.
2 Este planteo problemático es producto del trabajo colectivo coordinado por Alcira Daroqui, y en
especial de los intercambios en el grupo de lectura sobre “la cuestión policial” realizado en el año
2016 junto a María Jimena Andersen, Florencia Tellería y Sofia Conti. También reconoce los aportes
y discusiones con Carlos Motto y Ana Laura López en la materia “Dispositivos de gobierno de la
pobreza” (Carrera de Sociología, FCS, UBA). Agradezco a este grupo las lecturas y comentarios so-
bre una primera versión de este trabajo.
3 Sobre esta categoría volveré en el segundo apartado.
4 En relación con estos trabajos y la postura tomada por quien escribe, ver: Andersen, M. J. (et al)
“Desafíos en la investigación de las agencias de control social penal. Un abordaje sobre la cuestión
policial”, mayo de 2017, Terceras Jornadas de Sociología, FCPyS-UNCuyo - Pre-ALAS Mendoza.
5 Si bien reconozco las dificultades que puede acarrear a la investigación anclar en un imaginario
científico, una teoría y una historia, sin desafíos, también al igual que Becker (2014: 35) sostengo que
“[s]in un conocimiento basado en la experiencia de primera mano para corregir nuestro imaginario,
no sólo no sabremos a donde buscar material interesante, tampoco reconoceremos aquello que no es
necesario investigar a fondo ni probar” (Becker, 2014: 35).
de Buenos Aires (CABA). En el segundo apartado se presentan algunos aspectos 140
que confluyen en esta relación histórica para el presente, a los fines de construir un
nuevo problema acerca del gobierno policial de las personas que –sin trabajo formal
y sin domicilio fijo– habitan circulando el espacio urbano en la CABA. Por tanto,
esta revisión bibliográfica y relectura de relevamientos previos no busca más que
delinear interrogantes acerca de las especificidades que cobra el gobierno policial,
sugiriendo que se trata de un proceso de reedición punitivista de la “limpieza urba-
na” de los “desechos sociales”, y su producción como “delincuencia paria” que tien-
de a ocupar cada vez más plazas en las cárceles.
vagabundos vigorosos] se los debe atar a la parte trasera de un carro y azotar hasta que la sangre
mane del cuerpo; luego han de prestar juramento de regresar a su lugar de nacimiento (…) y de
„ponerse a trabajar‟” (Marx, 2004: 919).
8 “[La] construcción de un paradigma negativo del vagabundo era un discurso del poder. (…) fue en
primer lugar obra de los encargados del manejo social de esas poblaciones, y que constituyó el instru-
mento de esa gestión” (Castel, 2009: 86).
9 Entre ellos, resaltan las figuras de Patrick Colquhoun en Inglaterra y Nicolas Delamare en Francia
simbolizaba arraigo local, frente a una población de campaña caracterizada por una extrema movili-
dad y por su origen migrante.
13 La justicia colonial en el Río de la Plata imputaba cargos discrecionales como el de “perjudicial para
Casagrande señala: “un recurso de buen gobierno era evitar la existencia de vagabundos en la ciudad
o en la campaña para romper con la extensión de las prácticas a otros sujetos inocentes que se veían
inspirados a vivir de la haraganería” (2014: 41).
15 Así lo expresaba San Martín al proponer el “establecimiento de una Casa en donde se recojan a las
mujeres escandalosas o que su conducta antisocial les haga acreedoras a alguna represión”.
taran con trabajo ni domicilio fijo16. El “servicio de Armas” se consolidó como el 144
principal castigo de los varones en estas condiciones, en tanto --como sugiere Salva-
tore (1992)- el problema era la indisciplina social. El reclutamiento, aunque generó
una mayor resistencia al sedentarismo y el trabajo, solidificó la dicotomía social.
Nuevamente, frente a los “propietarios” se prefiguraron los “vagos”, categoría aso-
ciada en este marco a los desertores del Ejército que se desplazaban por la campaña
y allegaban a la ciudad sobreviviendo del pillaje. Es en este contexto que se diversifi-
caron los discursos que hacían hincapié en la regulación y control de los flujos de
poblaciones y mercaderías como camino hacia la civilización17.
Esta perspectiva tomo aún mayor relevancia a mediados del siglo XIX, cuando las
epidemias se diseminaron en Buenos Aires dando lugar a la extensión de la discipli-
na de la higiene, clave del proyecto modernizador del Estado Nación argentino
(Salessi, 1996). Dos acontecimientos ocurridos en la segunda mitad del siglo XIX
resultan relevantes por cuanto avanzaron hacia una administración de la ciudad en
términos de “orden público”. Por un lado, la creación en 1858 del Asilo de Mendi-
gos como respuesta a las inquietudes de un grupo filantrópico que veía como pro-
blemática la ausencia de lugares apropiados para alojar a decenas de individuos en
las calles, siendo hasta entonces colocados en comisarías por cortos períodos. Esto
implicaba una nueva clasificación y regulación sobre las personas que circulaban en
la ciudad, cuyo reglamento disponía “ejercer una rígida disciplina, el control de los
internos, y en los casos en que las enfermedades no lo impidieran, a recuperarlos
para el trabajo” (Moreno, 2012: 34).
Por otro lado, diez años después se ejecutó la reforma policial que implicaba una
progresiva reconfiguración de sus funciones, al tiempo que se consolidaba una orga-
nización municipal y judicial, independientes. Así, tareas como el control sanitario,
familia y minoridad, y ordenamiento edilicio fueron absorbidas por nuevas estructu-
ras burocráticas (Barreneche y Galeano, 2008). De este nuevo complejo institucional
es subsidiario el replanteo higienista en clave de “defensa social”, que primero iden-
tificó bacteria y microbio con inmigrante extranjero, y luego a éstos con la pobla-
ción de “delincuentes” que debían ser controlados o reformados (Salessi, 1996). En
adelante, una serie de herramientas de control pre-delictual permearon las prácticas
16 ElResulta ilustrativa la siguiente cita de un Juzgado de Paz: “El Alcayde de la cárcel pública recibirá
en ella a la disposición del S. Juez de 1ra. Inst. D. D. Roque S. de la Peña al moreno libre Francisco
Vicente por no tener alistamiento ni ocupación fija, y ser acusado de ratero (…) Buenos Ayres febrero
10 de 1824”.
17 La “naturaleza salvaje”, dirá Sarmiento (2006), “es incompatible con las exigencias de la propiedad,
de la ley y de la civilización”.
145 policiales ejerciendo la vigilancia y secuestro –en palabras de Francisco De Veyga18–
de los “desechos humanos” (Sozzo, 2008).
Hacia la primera parte del siglo XX, la Ciudad de Buenos Aires sufrió una expan-
sión geográfica y poblacional, cuya consecuente complejización resulta crucial para
la policía, que ira articulando su lógica “ordenadora” en dos polos espaciales: el cen-
tro congestionado de la ciudad y los bordes jurisdiccionales que la separan de la pro-
vincia (Caimari, 2012). Los cambios en los usos de la ciudad, las nuevas formas de
movilidad y los modos de transgresión novedosos, habilitaron distintas maneras de
ocupación y desplazamiento policial por el centro y la periferia urbana, siguiendo de
cerca las transformaciones en la organización y la violencia política. Por lo tanto,
como sugiere Caimari, “la mirada sobre formas singulares del desorden como el de-
lito o la protesta política va dejando paso a la pregunta más general sobre la cons-
trucción de un orden callejero, y de un orden social” (2012: 15). Es este el recorrido
de preguntas y observaciones que se irá realizando en vistas a conocer las especifici-
dades del despliegue policial en la Ciudad de Buenos Aires, en un período en el que
el sistema penal se constituye en operador e instrumento fundamental de las políti-
cas de orden a través de su fortalecimiento y expansión (Daroqui, 2009).
La marginalidad y el policiamiento
como supuestos en la construcción del problema
Dos supuestos resultan significativos al observar las transformaciones contemporá-
neas en la Ciudad de Buenos Aires. Por un lado, se observa la perennidad de la margi-
nalidad social. Conforme se desarrolla en reconocidas investigaciones (Salvia, 2011),
durante las últimas décadas en Argentina el “núcleo duro de la marginalidad” per-
manece inalterado –incluso en épocas de crecimiento– a raíz del aumento de la po-
breza y la indigencia vinculado a la informalidad laboral y la desigualdad económica
ampliada. Esta nueva matriz social caracterizada por una fuerte polarización se ex-
presa en las formas de ocupación del espacio urbano, siendo uno de efectos más
notorios en la Ciudad de Buenos Aires el incremento de personas que habitan las
calles, sobre todo a partir del año 1997 (Boy, 2010)20. Este fenómeno implicó un
aumento de los flujos y contactos entre grupos sociales desiguales más allá de las
zonas “relegadas”, atravesando los barrios “abiertos” (Cosacov y Perelman, 2011).
Es en este marco que la ordenación de la ciudad se resignifica, constituyendo a esta
población en foco de acción gubernamental desde las áreas del Estado nominadas
“sociales”, aunque fueron tomando un rol significativo aquellas asociadas a la admi-
nistración, higiene y control del “espacio urbano”. Resulta paradigmático el caso de
la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) que, con el objetivo declarado de
“restaurar el espacio urbano”, levantó de las calles a las personas que habitaban pla-
zas, veredas, etc., tarea que –lejos de extinguirse21– fue readaptaba en nuevos proce-
dimientos inter-área que involucran al Programa Buenos Aires Presente (BAP), Hi-
giene Urbana y la Policía22.
Por otro lado, se destaca la extensión del policiamiento urbano. Al menos desde los años
‟90, en la agenda de los tres poderes del Estado argentino abundan las
“estimaciones”23 de los costos sociales y económicos de la criminalidad. Sobre esa
20 Sibien la Secretaria de Fortalecimiento Familiar y Comunitario de la Ciudad de Buenos Aires, a
través de su Programa Buenos Aires Presente, mide la cantidad de población que habita las calles de la
ciudad, los números publicados resultan evidentemente irrisorios. En el mes mayo de 2017, se llevó a
cabo un “censo” desde el Ministerio Público de la Defensa de la CABA y organizaciones no guberna-
mentales que consigna un total de 4.394 (frente a las 1.066 contabilizadas por el GCABA). Ambas
fuentes son consideradas un subregistro teniendo en cuenta el carácter fluctuante de esta población,
pudiendo alcanzar una medición meramente aproximada. Ver: Rosa, P. “¿Cuántos son, quiénes son,
los habitantes de la calle? Acercamientos a las cifras”, Scielo - Trabajo y Sociedad Nro. 21. Santiago
del Estero, diciembre 2013. Disponible online: www.scielo.org.ar
21 La UCEP fue disuelta en el año 2009 a raíz de las denuncias penales por su accionar violento en
relación con la población que habitaba las calles en la Ciudad. Los operativos de desalojo de personas
viviendo en la calle se registran al menos desde la primera gestión de Mauricio Macri en el gobierno
de la CABA, según estudia Auyero (2016), quien define a este tipo de accionar estatal como “patadas
clandestinas”.
22 Esta
información fue brindada por comisarios de la Policía Federal Argentina - Policía de la Ciudad
de Buenos Aires.
23 Las comillas buscan poner en tensión esta expresión ya que no existen –al menos públicamente–
diagnósticos y estudios rigurosos desde el Estado que fundamenten las medidas gubernamentales
llevadas adelante.
147 base, se habilita una creciente inflación legislativa y de mayor punición desde el po-
der legislativo, la extensión de dispositivos de vigilancia de tipo tecnológicos y hu-
manos en los principales centros urbanos desde el poder ejecutivo, y la captura y el
encierro bajo una modalidad exprés y reiterante desde el sistema penal 24. En este
“Nosotros desperdiciábamos muchos policías. [con la reforma policial] en vez de tener ese tipo
[en la comisaría], lo tengo en la calle. [Pero] nosotros tenemos un plan integral. La seguridad
no es solo la represión policial, el operativo policial o la prevención policial. Se ataca desde
varias aristas: educación, la parte social, la parte ambiental… porque si vos llegas a un lu-
gar, ves basura, los árboles no están podados, y demás, eso a vos te provoca inseguridad” 27.
24 Como parte de este proceso, se reconocen la creación de nuevos órganos del Estado como el Minis-
terio de Seguridad de la Nación en el año 2010 y la extensión de políticas públicas que implicaron la
ocupación del espacio urbano por más cuerpos policiales. También interesa mencionar la sanción de
la Ley de Flagrancia Nº27.272 en el año 2016, en tanto asegura una mayor captura y circulación por
espacios de encierro punitivo de quienes cometen delitos que se caracterizan por ser “insignificantes”
o de menor cuantía en términos del monto de la pena.
25 Fuente: Ley Nº5.688. Documento normativo disponible online en sitio web de la Policía de la Ciu-
dad: www.policiadelaciudad.gob.ar
26 “Al momento de la puesta en marcha [de la Policía de la Ciudad], la PFA cedió entre 19.500 y
21.000 agentes, de los cuales entre 15 y 16 mil se encontraban asignados a la Superintendencia de Se-
guridad Metropolitana. Los restantes provienen de diversas áreas de la PFA tales como la Guardia de
Infantería, la Guardia Montada, Bomberos” (Tellería, 2017).
27 Fuente: Registros de campo del Programa “Comisarías Abiertas” en el barrio de Flores, año 2017.
Las personas que habitan-y-circulan el espacio urbano: 148
foco del despliegue policial en la fabricación del orden en
la ciudad
En los trabajos de campo con el equipo del Registro Nacional de Casos de Tortura
(RNCT) en cárceles del Servicio Penitenciario Federal y comisarías de la Policía Fe-
deral Argentina y Policía Metropolitana –hoy unificada en la Policía de la Ciudad–
dilucidamos una tendencia que se sustenta en la información empírica relevada. La
misma refiere al contacto policial regular y focalizado respecto de las personas que
fueron referidas bajo el rótulo “en situación de calle”. Esta categoría se registra en
las políticas del gobierno de la Ciudad, al menos de los años 2000, siendo su antece-
sora inmediata “sin techo” o “homeless”. Ahora bien, de acuerdo con la descripción
de las formas de vida y ocupación del espacio urbano, elegimos construir una nueva
categoría que distingue a este grupo. Utilizaré “población que habita-y-circula el es-
pacio urbano”28 para referir a la franja extrema de los “supernumerarios” (Castel,
2006) que, de forma circunstancial o permanente, desarrollan su tiempo vital –la
alimentación y el pernocte, entre otros actos de sobrevivencia– en plazas, estaciones
de trenes, veredas, etc., destacando un modo de habitar la ciudad en perpetua circu-
lación, donde los posibles asentamientos en sitios concretos asumen carácter transi-
torio29. En este primer esbozo, dos aspectos resaltan a esta población y abren la po-
sibilidad de trazar cierto paralelismo con la figura que históricamente fue foco de
gestión policial: no tener domicilio ni trabajo fijo. De manera similar al
“vagabundo”, “si está fuera de la ley de los intercambios sociales, no puede esperar
misericordia, y debe ser combatido como un malhechor” (Castel, 2006: 77).
La mayoría de los comisarios de la Policía de la Ciudad entrevistados se refirieron a
las personas que clasifican con tales características como un “problema” en cuanto
al desorden urbano y a la comisión de ciertos delitos. Aunque –generalmente– ase-
veran que su accionar sobre las mismas está limitado al segundo punto problemático
(“lo delictual”), entiendo que ambos puntos habilitan formas diversas de contactos
con dicha población en el devenir cotidiano de las Comunas. Resultan ilustrativos
los siguientes relatos en referencia a las zonas de Constitución, Microcentro y Reco-
leta30:
“El gran problema, acompañado de los robos, [son] los indigentes. Son muy
pocos los que realmente, podemos decir, de buen vivir. Tenemos un hombre que para en la
Plaza San Martín y hace varios años, tiempo que está ahí. Bueno, eligió su forma de vivir,
porque por ahí podría estar en un parador que, de hecho, lo ha hecho. Pero hay muchos que
circulan, vienen y utilizan ciertos lugares para parar de noche y vigilar por ahí algún lugar
28 Con esta categoría se reemplazan y complejizan nociones de uso común que hacen hincapié en la
falta de vivienda o potencial ausencia de esta (los guiones intentan hacer hincapié en un estado de
continuo movimiento, en contraposición a su asentamiento en un sitio concreto).
29 Entre los años 2014 y 2017, en el marco del RNCT se entrevistó a un total de 54 detenidos/as que
se autoidentificaron como personas “de la calle” o “parias”, dando cuenta de un conjunto de dimen-
siones que han permitido reconstruir esta categoría.
30 Fuente:entrevistas a comisarios de la Policía de la Ciudad realizadas por el equipo del Registro Na-
cional de Casos de Tortura entre noviembre y diciembre del año 2017.
149 para después robar (…). Mientras no hagan nada que está contraviniendo a un tipo con
relación a un delito, o algo, pueden seguir estando. O se llama al BAP (…). Pero si enci-
ma estás en el barrio, tomás, jodés a las mujeres, es otra cosa, no estás cuidando, digamos,
tu lugar de trabajo (…) Porque el tema indigencia no es un tema policial. El tema resi-
duos no es un problema de seguridad. El tema de los indigentes que sacan las bolsas de
residuos y dejan todo tirado, algún que otro choreo, sí”.
“[Gente en la calle] se observa mucho en la parte de debajo de la autopista, toda la
línea de bajo la autopista 25 de Mayo. Toda gente que cada dos por tres se corría con
personal del gobierno de la ciudad, con personal del BAP para que los ubiquen en un pa-
rador. Por ahí van al lugar, se retiran, los ubican en un parador pero los tipos vuelven a
aparecer. A veces los mismos, a veces otros (…). No hay muchos que digan que los indi-
gentes le roben. Por ahí sí de peleas entre ellos (…). Acá se hacen reuniones todos los jue-
ves como en todas las comisarías y es una problemática para la estética visual, diga-
mos, de la zona. Al vecino le da un poco de temor, por ahí camina por esa zona en horas
de la noche. Más allá de que por ahí no les hacen nada, o capaz que sí, o no, pero a la
gente le molesta. A todo el mundo, yo creo que, si tuviera gente indigente, gente que está en
situación de calle, viviendo por ahí cerca de su domicilio, le molestaría, más que nada por
ahí porque generan la suciedad, o dejan sus desechos en la vía pública”.
Sea un problema de “mala vida” o una cuestión “ornamental”, en la agenda poli-
cial toma un lugar central esta población. Ahora bien, el carácter novedoso de
este contacto no radica en la captura policial, ni en el encierro de esta población,
modos de gestión que se registran históricamente (tal como se desarrolló en los
apartados anteriores). No obstante, las personas así identificadas nunca, como
ahora, ocuparon tantas plazas en las cárceles, último eslabón de la “cadena puniti-
va” (Daroqui, 2012). Pueden citarse varios relatos que dejan entrever e invitan a
profundizar esta indagación31:
“En estos tres años se ve que, en la época de invierno, los que ingresan [a la cárcel] son
más la gente en situación de calle que otros que, digamos, tienen una vivienda particular o
alquila. Es más, la gente en situación de calle. (…) imagínese que algunas personas están
porque robaron un foco, una lámpara, y son situación de calle...” (Segundo Jefe de Seguri-
dad Interna del Módulo III, CPF II, Marcos Paz).
“Se ha visto un incremento de las personas [detenidas] en situación de calle. Son personas
en estado de vulnerabilidad (…) es un problema de la policía. Nosotros vemos lo que nos
traen. Está clarísimo que hay un incremento. Hubo un 40% de aumento en las detencio-
nes y ahí está la gente en situación de calle, en estado de vulnerabilidad, que uno se da
cuenta que no podría robar, aunque quisiera. Hay una tendencia a sacar gente de la calle
y eligieron el peor modo. Se van a la calle, no hay pruebas, o son inimputables. Te das
cuenta de que tiene que ver con levantar la gente de la calle” (Jefe del Área de Psicología,
Unidad 28, CABA).
El confinamiento fue siempre una forma de gestionar la pobreza, en el marco de
programas de gobierno que buscaban fabricar mano de obra o administrar la ca-
rencia. Sin embargo, no deja de resultar llamativa la centralidad que cobra el en-
tramado policía-cárcel en el gobierno de aquellos desposeídos que habitan circu-
31 Fuente:Entrevistas a funcionarios del Servicio Penitenciario Federal realizadas por el equipo del
Registro Nacional de Casos de Tortura en el año 2016.
lando por la ciudad. A modo de hipótesis, planteo que asistimos a un proceso de 150
reedición punitiva de la “limpieza urbana” de los “desechos sociales” y su produc-
ción como “delincuencia paria”, entendiendo que la calle, el barrio, el patrullero y la
32En su texto titulado “La escoria de la sociedad de mercado” (2010), Waqcuant detalló la tendencia
creciente al encarcelamiento de la marginalidad (distinguiendo tres categorías que, según asevera, las
más de las veces se entrelazan entre sí: consumidoras de drogas, homeless y pacientes psiquiátricos
forzosamente desinstitucionalizados), en donde la práctica de detención policial aparece como mercy
booking y la cárcel como vertedero de los deshechos sociales.
151 piedades que producen desorden urbano y criminalidad. Nueva cuestión social
constituida en nueva cuestión policial.
Por lo tanto, el incremento de la pobreza sin trabajo formal y domicilio fijo (no sólo
son cada vez más, sino que muestran las marcas de una depauperización y desafilia-
ción sin precedentes en el marco de una sociedad salarial) y el aumento cuantitativo
de la presencia policial en las ciudades, deben ser leídos relacionalmente. Vínculo
que invita a formular interrogantes acerca de las especificidades que cobra el des-
pliegue efectivo de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires en cuanto a las poblacio-
nes y los movimientos urbanos, y en particular sobre las prácticas concretas de regu-
lación y penalización de las personas que habitan-y-circulan el espacio urbano. Claro
que, estas conexiones y categorizaciones no están cerradas: será en el mismo proce-
so investigativo donde se pondrán en duda, se refinarán y transformarán en vistas a
la producción de conocimiento y la disputa de sentidos en el campo de las ciencias
sociales y del sistema penal.
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Sozzo, M. (2008) Inseguridad, prevención y policía, FLACSO, Ecuador.
156
En este breve texto intentaré explicar cómo fue el proceso de diseño y escritura del
protocolo de investigación propuesto en el marco del seminario “Desafíos en la in-
vestigación de las agencias de control social penal” de la carrera de Sociología de la
Universidad de Buenos Aires. En primer lugar, me interesa destacar la pertinencia
de la palabra “Desafíos” en el título, palabra que se interpuso una y otra vez durante
el avance del proyecto. Este desafío se presentó en primera instancia para la elección
del tema de investigación. Elegir un tema no es fácil y menos aun cuando se refiere
a las agencias de control social penal. Esta elección es consecuencia de diversas lec-
turas y preguntas que se hace el sujeto investigador. En mi caso personal, entre cla-
ses y bibliografía de la materia surgió la cuestión de la inseguridad en la provincia de
Buenos Aires, territorio vasto y relevante del que tanto se escucha hablar en los me-
dios de comunicación masiva. Sin lugar a duda, un espacio altamente heterogéneo
que de diversas maneras se muestra como inhabitable y por momentos casi salvaje.
Un modo recurrente para reforzar esa simplificación tiene que ver con la referencia
constante a la inseguridad, problema que parece no tener fin ni solución. Fue ese mi
punto de partida para comenzar con el difícil proceso de conocimiento: ¿es en ver-
dad la inseguridad en la provincia de Buenos Aires (más específicamente en el co-
nurbano bonaerense) un problema irresoluble? Me vi por lo tanto obligado a inves-
tigar sobre las distintas propuestas y reformas que se llevaron a cabo en las últimas
décadas, encontrando que efectivamente no se trata de una novedad sino de aparen-
tes sucesivos fracasos en relación con la solución de esta temática. Y es en este pun-
157 to en el que no pude evitar considerar, gracias a las distintas lecturas -más que nada
del enorme aporte de Foucault con Vigilar y Castigar- que al igual que la cárcel, no
se trata de fracasos e inoperancias de funcionarios que tropiezan una y otra vez con
los mismos inconvenientes, sino de estrategias sumamente efectivas por parte del
Estado para administrar grupos poblacionales específicos. Fue a partir de esa aclara-
ción por la que pude, en primer lugar, delimitar el espacio (conurbano bonaerense).
En segunda instancia quedaba delimitar el tiempo, elegir de todas esas reformas y
propuestas, alguna que me pareciera relevante. Decidí inclinarme por la emergencia
en seguridad pública declarada a partir del año 2014 por el ex Gobernador Daniel
Scioli, por dos cuestiones: por un lado, me interpeló profundamente la palabra
“emergencia”, en segunda instancia por la declaración casi automática de la emer-
gencia en seguridad por parte de la actual Gobernadora, María Eugenia Vidal, y sus
consiguientes prórrogas que llegan hasta el día de hoy. Esta situación de
“emergencia constante” sugirió que existe una utilidad estatal acerca de la declara-
ción de la emergencia y, por otro lado, me generó algunas preguntas: ¿a qué se refie-
re el Estado en su dimensión gubernamental cuando habla de seguridad? ¿cómo se
expresa la utilidad de la emergencia?
Baratta, A. (1997) “Política criminal: entre política de seguridad y política social”, en De-
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Perspectiva estadística
Actualización 2015/2018
Resumen 160
Esta sección permanente de los Cuadernos del GESPyDH actualiza la
sistematización de los datos sobre encarcelamiento en el mundo, en la
región y en Argentina, desagregando el análisis local en variables signifi-
cativas a la vez que se indican las dificultades en el acceso y publicidad
de la información relativa al despliegue de las agencias penales de encar-
celamiento. Para ello se toman fuentes secundarias oficiales y académi-
cas. En este número la sección estadística muestra una actualización de
las cifras carcelarias mundiales más relevantes, siendo una continuación
de los artículos publicados en los números 1 a 4 de la Revista. Se co-
mienza exponiendo la población carcelaria mundial. Luego se actualizan
los datos de los países con mayor población presa en el mundo; luego se
actualizan los datos de algunos países europeos analizados en el número
anterior; y finalmente se presentan los datos de una selección de países
de América Latina, repasando el caso argentino y en especial el de algu-
nas provincias.
Abstract
This permanent section of the Journal of GESPyDH updates the systematization of
data on incarceration in the world, in the region and in Argentina, disaggregating
local analysis in significant variables while the difficulties in access to and disclosure
of information listed on the deployment of criminal incarceration agencies. For this
official and academic secondary sources are taken. In this issue the statistical section
shows an update of the most relevant figures world prison, being a continuation of
the articles published in numbers 1 to 4 of the Journal. It begins by describing the
global prison population. Data from the countries with the highest prison popula-
tion in the world is then updated; then data from some European countries
analyzed in the previous section are updated; and finally the data of selected coun-
tries in Latin America are presented, reviewing the Argentine case and especially in
some provinces.
El mundo:
• Población carcelaria mundial total en 2018: 10.743.619 presos1.
• Tasa de encarcelamiento mundial: 145 presos por cada 100.000 habitantes2.
• Si se agregasen las 650.000 personas bajo detención administrativa en China (dato
al 2009), la población carcelaria mundial ascendería a 11 millones de personas en el
mundo, con una tasa de 155 presos por cada 100.000 habitantes.
• Entre cuatro países: Estados Unidos, China, Brasil y Rusia reúnen casi el 50% del
total de personas privadas de libertad en el mundo, con una cifra que supera los 5
millones de personas (5.042.900). No obstante, la población total de estos cuatro
países alcanza sólo a una cuarta parte de la población mundial total.
• Más de la mitad de los países del mundo (53,1%) tienen tasas por debajo de los
150 presos cada 100 mil habitantes.
• Ranking de países con más cantidad de personas presas en el mundo:
1° Estados Unidos: 2.1 millones de personas presas
2° China: 1.6 millones de personas presas (sólo contabiliza condenados. No incluye
detenciones preventivas o administrativas)
3° Brasil: 690.000 personas presas
4° Rusia: 583.600 personas presas
5° India: 420.000 personas presas
En los últimos tres años la población carcelaria del mundo creció en 386.500
(3,7%), aunque ello refleja un nivel equivalente al crecimiento demográfico mundial
(3,0%). Así, el nivel neto de crecimiento de la población carcelaria (por fuera del
crecimiento global de población) es de menos del 1%.
Sin embargo, la figura global enmascara sustancial cambios -tanto hacia arriba como
hacia abajo- en algunos países. Se produjeron grandes alzas, como por ejemplo, en
Camboya (68%), Nicaragua (61%), Egipto (53%), Filipinas (48%), Indonesia (45%),
Ecuador (37%), Jordania y Turquía (ambos 31%). Ha habido grandes caídas en paí-
ses como México (23%), Rumania (22%), Kazajstán (21%), Ucrania (19%), Japón
(15%), Vietnam (11%) y el Federación de Rusia (10%).
Los países con mayor tasa de prisionalización (número de presos por cada 100.000
habitantes) son los Estados Unidos (655 presos cada 100 mil habitantes), seguido
por El Salvador (604), Turkmenistán (552), Islas Vírgenes de los Estados Unidos
1 Información sobre 223 países y territorios dependientes. Información a septiembre de 2018. Las
cifras no están disponibles para cuatro países: Eritrea, Corea del Norte y Somalia. Para China solo
están incluidos los condenados ni las detenciones administrativas. Cifras del http://
www.prisonstudies.org
2 Tomando como referencia una base de población mundial de 7.3 mil millones de personas.
(542), Tailandia (526), Cuba (510), Maldivas (499), Islas Marianas del Norte - U.S.A. 162
(482), Islas Vírgenes Británicas (470), Ruanda (464), Bahamas (438), Seychelles
(437), Grenada (435), St. Vicente y las Granadinas (426), Guam - EE.UU. (404) y la
Federación Rusa (402).
Más de la mitad de todos los países y territorios (53%) tienen tasas por debajo de
150 presos cada 100 mil habitantes. La tasa mundial de población reclusa, basada en
estimaciones de la población mundial, es de 145 presos cada 100.000 habitantes.
Desde el año 2000 la población mundial en prisión ha crecido en un 24%, que es
casi lo mismo que el aumento estimado en la población general del mundo sobre el
mismo período.
No obstante, hay diferencias considerables entre los continentes. La población car-
celaria total en Oceanía ha aumentado en un 86%, la de América en un 41%, en
Asia se incrementó en un 38% y en África un 29%. En Europa, por el contrario, la
población encarcelada ha disminuido en un 22%, en especial ello refleja las grandes
caídas de la población en cárcel de Rusia (45%) y también en el centro y Europa del
Este. En cambio, la población carcelaria en Europa, excluyendo a Rusia, aumentó
un 3%.
En especial se produjeron grandes aumentos de presos en Sudamérica (175%) y en
el Sudeste Asiático (122%).
Las tasas de población de la prisión varían considerablemente entre las diferentes
regiones del mundo, y entre diferentes partes del mismo continente. Por ejemplo: en
África la tasa para el Oeste de África es de 53, mientras que para los países del Sur
de África es de 244.
En las Américas la tasa media para los países del Sur de América es 233, mientras
que para Centro América es de 316.
En Asia la tasa media para los países de Asia meridional (principalmente el subcon-
tinente indio) es de 88 presos cada 100 mil habitantes, mientras que para los países
de Asia Central es de 160.
En Europa la tasa media para los países de Europa del Oeste es de 81 presos cada
100 mil habitantes, mientras que para los países de Europa y Asia (por ejemplo, Fe-
deración de Rusia y Turquía), la presos cada 100 mil habitantes es de 268.
Finalmente, para Oceanía la tasa media de presos cada 100 mil habitantes es de 182.
En términos globales, Estados Unidos continúa siendo el país del mundo que más
cantidad de presos tiene, con un estimado de 2.121.600 personas presas y una tasa
de encarcelamiento de 655 personas cada 100 mil habitantes. La cantidad de perso-
nas detenidas de EEUU representa el 19.6% de la totalidad de las personas presas
en el mundo, es decir, dos de cada diez presos en el planeta están alojados en cárce-
les norteamericanas.
Según las estadísticas oficiales, el segundo país con mayor población carcelaria en el
mundo es China, con 1.649.804 personas presas, equivalente al 15,3% del total de
presos del planeta. Sin embargo, en el caso de China, se estima una gran cantidad de
personas presas bajo medidas cautelares o en distintos tipos de instituciones de en-
163 cierro bajo orden administrativo, que sumarían unas 650.000 aproximadamente. No
obstante, en términos de tasa de población presa cada 100.000 habitantes, el lugar
de China en el ranking de países encarceladores desciende notablemente, ubicándo-
se en el puesto 134 sobre 222 países, más de 51 puestos por debajo de Argentina,
que se ubica en el puesto 83 del ranking mundial, con una tasa de al menos 186 pre-
sos cada 100 mil habitantes.
El tercer país con más cantidad de presos en el mundo es Brasil, con 700.489 presos
y una tasa de encarcelamiento de 328 (en 2012 ese país registraba un total de
548.003 presos y una tasa de 274). En los últimos años, frente al crecimiento en la
cantidad de presos de Brasil y el decrecimiento de los presos en Rusia, se invirtieron
los puestos de los últimos años, pasando Brasil a ocupar el tercer lugar en el ranking
mundial y Rusia el cuarto.
Así, el cuarto país con mayor cantidad de presos es Rusia, con 571.007 en 2018 con
una tasa de 394 cada 100 mil habitantes, país en el que descendió notablemente la
cantidad de detenidos respecto de la medición al año 2013 cuando eran 681.600 de-
tenidos, que representaban una tasa de 475 presos cada 100 mil habitantes.
Países con mayor cantidad de presos en el mundo
Tasa
País Presos Porcentaje
encarcelamiento
Estados Unidos 2.121.600 19,67 655
China (*) 1.649.804 15,29 118
Brasil 700.489 6,49 328
Rusia 571.007 5,29 394
India 419.623 3,89 33
Fuente: Elaboración propia en base a datos del International Centre for Prision
Studies (*) Solo condenados
Variación
Cantidad Cantidad Variación población
Continente
año 2000 año 2018 encarcelados total
(2000-2018)
África 902.500 1.162.440 +28.8% +57.5%
América 2.690.300 3.787.059 +40.8% +21.1%
Asia 3.023.500 4.164.323 +37.7% +21.8%
Europa 2.013.600 1.565.643 -22.0% +4.4%
Oceanía 34.400 64.154 +86.5% +32.1%
TOTAL 10.743.619 100 145 +24.2%
Fuente: Elaboración propia en base a datos del International Centre for Pri-
sion Studies
La población carcelaria en las Américas desde el año 2000 está muy influenciada por
la tendencia en los Estados Unidos, cuya población carcelaria es, por lejos, la más 164
grande, pero ha crecido mucho menos que la de muchos otros países en el conti-
nente. Sin las cifras de Estados Unidos, la población carcelaria en las Américas ha
aumentado en 121% desde 2000, el aumento es de 67% en América Central y 175%
en América del Sur.
El cambio en la población carcelaria desde el año 2000 en Asia ha variado enorme-
mente entre las diferentes partes del continente: los totales en Asia sudoriental y en
Asia occidental (Medio Oriente) aumentaron un 122% y un 102% respectivamente,
mientras que el total en Asia central cayeron un 34%. China e India con sus altas
poblaciones influyen fuertemente en el conjunto asiático nivel poblacional peniten-
ciario. La población carcelaria china aumentó en un 16%, mientras que la población
carcelaria india aumentó en un 54%. Excluyendo estos dos países, la población car-
celaria asiática aumentó en un 58%.
Europa es el único continente que ha visto una caída en el número de prisioneros
desde el año 2000. La escala de la disminución es fuertemente influenciado por las
cifras de Rusia: su población carcelaria es la más grande de Europa y presenta una
caída del 45%. Excluyendo a Rusia, la población carcelaria en Europa ha aumentado
en un 3% desde el año 2000. Además, el número de prisioneros en el centro y Euro-
pa oriental sin Rusia ha disminuido en un 45% desde 2000. Por el contrario, ha ha-
bido un crecimiento en otras regiones de Europa: 7% en Europa occidental y norte
de Europa y 27% en Europa meridional.
El crecimiento de la población carcelaria de Oceanía es mayor que en cualquier otro
continente. Por supuesto está dominado por las cifras de Australia, cuya población
carcelaria ha aumentado en un 98% desde 2000, y Nueva Zelanda cuyo total ha au-
mentado en un 82%.
De 2015 a 2018, la población carcelaria conocida en el mundo ha aumentado en
386.500 personas (+3,7%), en tanto en ese período se ha registrado un aumento
global del 3,0% en la población general del mundo. Así, la tasa mundial de pobla-
ción reclusa (presos por cada 100.000 habitantes) se ha mantenido bastante estable,
pasando de 144 a 145.
Sin embargo, a nivel nacional, las cifras de la población carcelaria en muchos países
han cambiado significativamente y no han mantenido la línea con las tendencias de
la población nacional. Por ejemplo, en África, los cambios más importantes se han
producido en Egipto, donde la tasa de población carcelaria ha aumentado en un
53%, y Costa de Marfil (aumento del 27%). Otros grandes incrementos ocurrieron
en Nigeria (19%), Zambia (17%) y Uganda (12%).
En las Américas, los cambios más importantes han sido en Nicaragua (aumento del
61%) y Ecuador (aumento del 37%). Otro se registraron grandes incrementos en El
Salvador (23%), Argentina (16%) y Perú (12%). Una gran caída (del 23%) se registró
en México.
En Asia, los cambios más importantes han sido en Camboya (aumento del 68%),
Filipinas (aumento del 48%) e Indonesia (aumento del 45%). Otros grandes aumen-
165 tos ocurrieron en Jordania (31%), Myanmar (28%), Bangladesh (23%), Arabia Sau-
dita (22%) y Tailandia (14%). Se registraron grandes caídas en Kazajstán (21%), Ja-
pón (15%) y Vietnam (11%).
En Europa, los cambios más importantes han sido los aumentos en Turquía (31%),
Bielorrusia (19%) e Italia (14%), y cae en Rumania (22%), Ucrania (19%) y la Fede-
ración Rusa (10%).
Finalmente, en Oceanía, la tasa de población carcelaria en Australia aumentó en un
14% (en el siguiente país más grande de Oceanía, Nuevo Zelanda, la tasa aumentó
en un 10%).
América Latina
• Brasil es el tercer país con más cantidad de presos en el mundo, con 700.489 per-
sonas encarceladas en 2018. En 2001 contaba con 233.859 presos con una tasa cada
100 mil habitantes de 133 presos. Para 2012 esa cifra se elevó a 548.003 con una
tasa de 274 presos, multiplicando su población penal en 2,3 veces en una década.
Para 2018 los 700.489 presos representaban una tasa de 328 presos cada 100 mil
habitantes, alcanzando la triplicación de los presos en 17 años.
• México contaba con 246.226 presos en el año 2013 con una tasa de 210 presos
cada 100 mil habitantes, que a 2018 descendió a 204.422 personas y una tasa de 164.
• Perú tenía 61.390 personas presas en diciembre del 2012, alcanzando una tasa de
202 detenidos cada 100 mil habitantes. Para 2018 la cifra se elevó a 88.423, repre-
sentando una tasa de 269 presos cada 100 mil habitantes.
• Venezuela tenía 48.262 presos a fines de 2012, con una tasa de 161 presos cada
100 mil habitantes. Para 2018 esa cifra era de 57.096 presos, con una tasa de 178.
• Uruguay multiplicó su población, para 2018 es de 11.078 con una tasa de 321 pre-
sos cada 100 mil habitantes, cifra que eleva lo registrado en 2012 cuando contaba
con 9.524 presos y una tasa de 281 presos cada 100 mil habitantes.
Al analizar los datos de 10 países seleccionados de América del Sur, se comprueba
que la región tiene una evolución en alza, al contrario de la tendencia global a nivel
mundial, y la
Argentina, aunque con una tasa baja en relación a la mayoría de sus vecinos, sigue
esa tendencia al alza.
Argentina
• En Argentina la cantidad de presos, contando sólo los detenidos en ámbitos peni-
tenciarios, pasó de 64.288 presos a fines de 2013 a 85.283 presos en 2017, creciendo
un 30% en 4 años4. Arrojando, para 2017, una tasa de 194,33 cada 100 mil habitan-
tes.
3http://www.unodc.org/pdf/crime/forum/forum3_Art3.pdf
4http://www.jus.gob.ar/media/2736750/Informe%20SNEEP%20ARGENTINA%202013.pdf y
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/presentacion_informe_ejecutivo_sneep_2017.pdf
• Si se contabilizan las personas detenidas en comisarías5 de todo el país, a excep- 166
ción de la provincia de Rio Negro que informó el dato, en 2017 ascienden a 92.161
y representan una tasa de 209,24 personas cada 100 mil habitantes. No obstante, la
cifra no incluye personas menores de edad en centros penales de niñez y adolescen-
cia, clínicas psiquiátricas y comunidades terapéuticas.
En 2012 la tasa de encarcelamiento cada 100 mil habitantes era de 150,8 sin consi-
derar los detenidos en comisarías y de 160,1 contabilizándolos6, en 2013 las tasas
correspondientes eran de 152,33 sin considerar los detenidos en comisarías y de
165,2 contabilizándolos7 lo que está dando cuenta de que no sólo hay un aumento
en términos absolutos sino una mayor prisionización relativa en cuanto al total de
población del país.
8 Para el análisis de los datos de Argentina, se tomó como referencia el documento: “Las estadísticas
oficiales sobre encarcelamiento en argentina. Una lectura crítica”, elaborado por el Departamento de
Investigaciones de la Procuración Penitenciaria de la Nación: www.ppn.gov.ar
9 No incluimos detenidos en comisarías porque no hay datos para toda la serie histórica
Grafico sobre cantidad y evolución de la población presa en unidades penales de todo el país
167 entre 1996 y 2017
90.000 87.576
80.000
69.642
70.000
60.789
60.000 55.423 54.537
50.000 46.288
40.000 34.040
25.163
30.000
20.000
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Eje-
cución de la Pena. SNEEP, y partes de población encarcelada del SPB
Si desagregamos el conjunto nacional por provincias en cuanto a cantidad de deteni-
dos en distintos Servicios Penitenciarios, vemos que para fines de 2017, el 86,5% de
los/as presos/as en Argentina se alojan en cárceles provinciales y el 13,5% en cárce-
les federales/nacionales. Del total de presos y presas en cárceles del país (sin consi-
derar comisarías), el 45,5% se encontraba alojado/a en unidades penales dependien-
tes del Servicio Penitenciario Bonaerense10, esto plantea el peso determinante de la
evolución de este distrito en el conjunto. Sin embargo la mayoría de las provincias
acompañan la tendencia de la Provincia de Buenos Aires, aunque esta y unas pocas
más concentran una gran proporción de presos/as. Es así que 83% del total de las
personas presas al 2017 en el país se concentraban en seis Servicios Penitenciarios,
cinco provinciales y el Servicio Penitenciario Federal: Buenos Aires (39.879), Servi-
cio Penitenciario Federal (11.861), Córdoba (8.387), Mendoza (4.384), Santa Fe
(3.480) y Salta (2.774). En el cuadro siguiente vemos la evolución de los/as pre-
sos/as en estos Servicios Penitenciarios.
Cantidad de personas presas según principales Servicios Penitenciarios (1996-2017)
Variación %
1996 2000 2005 2010 2017
96-17
Buenos Aires 10.043 15012 24.721 26.903 39.879 297%
SPF 6.112 7.146 9.625 9.523 11.861 94%
Córdoba 3.112 4.582 5.484 5.862 8.387 170%
Santa Fe ** 1.394 1.784 2.217 2.572 4.931 254%
Mendoza 1.097 1.954 2.464 2.626 4.605 320%
Salta 1.280* 1.490 1.707 1.925 2.962 131%
Total País 25.163 37.885 55.423 59.227 87.576 248%
Fuente: Elaboración propia en base a datos del SNEEP y partes de población encarcelada
del SPB – * Corresponde a 1997 – ** La provincia de Santa Fe es la que históricamente mayor pro-
porción de presos en comisarías tenía, lo que parece haber empezado a revertirse a partir de 2016.
10 ElLas Alcaldías Departamentales Bonaerenses dependen directamente del Ministerio de Justicia de
la Provincia aunque su personal es del SPB.
Es de destacar que casi todos los distritos (a excepción de Neuquén) muestran creci- 168
miento de su tasa de encarcelamiento, con lo cual comprobamos que estos incre-
mentos están por arriba del crecimiento poblacional del país y de cada provincia.
En el cuadro siguiente se muestran las tasas para las provincias que tienen, al 2017,
una tasa de encarcelamiento mayor que la de conjunto del país11.
Tasa de encarcelamiento cada 100 mil hab. según pro-
vincia (2010-2016)
Variación %
Provincia 2010 2013 2017
2010-17
Mendoza 148 190 239 61%
Buenos
171 174 234 37%
Aires
Córdoba 174 200 230 32%
Salta 155 167 216 39%
Nacional 146 152 198 36%
Fuente: elaboración propia en base a datos de SNEEP y
partes de población encarcelada del SPB
De modo que si bien la provincia de Buenos Aires es relevante porque involucra a la
mayor cantidad de encarcelados, esto no resta importancia a la contribución que
hacen otras provincias. Es así no sólo por sus aportes cuantitativos, sino que pre-
sentan características similares a la bonaerense tanto en su aspecto relativo: los en-
carcelados aumentan más que la población en general, como dinámico: ritmos de
aumento similares y aún mayores.
46000
44000
43.496
42000
40000
39.870
38000
36000 35.721
34000 34.096
32000
31.806
30000
2014 2015 2016 2017 2018
60000
56447
55000
51731
50000
46689
45000 44370
42230
40000
2014 2015 2016 2017 2018
Fuente: elaboración propia en base a partes del SPF del 07/11/18 y del SPB del 30/10/18.
De modo que la tendencia al alza de la inflación penitenciaria sigue en pleno y acele- 170
rado desarrollo.
Para finalizar presentamos el gráfico siguiente, en el que mostramos la evolución de
la población encarcelada en el conjunto del país entre los años 2014 a 2017, según
los datos publicados por el informe SNEEP, pero incluyendo las personas con Mo-
nitoreo Electrónico (excluidos desde el año 2016) y aquellos que se encontraban en
las Alcaldías Departamentales de la Prov. de Buenos Aires para los cuatro años
(excluidos siempre de la estadística oficial). Agregamos una segunda línea que suma
a los presos y presas anteriores, aquellos detenidos en comisarías, también según la
SNEEP. Finalmente realizamos para el año 2018 una proyección a escala nacional
del incremento que verificamos antes para la suma del SPF y del SPB a octubre de
2018. El resultado es impactante en clave de avance del punitivismo en Ar-
gentina: en este año 2018 se va a sobrepasar el umbral de los 100.000 presos y
presas.
105.000
103.049
100.000
94.454 95.545
95.000
90.000 87.576
83.998
85.000
65.000
2014 2015 2016 2017 2018
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Sistema Nacional de Estadísticas sobre
Ejecución de la Pena SNEEP y la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia
de Buenos Aires.
Fuentes consultadas
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/presentacion_informe_ejecutivo_sneep_
2017.pdf http://www.prisonstudies.org
http://www.ppn.gov.ar
171
diciembre 1929
172
El poder Ubuesco
Presentación de la Sección
La soberanía grotesca o ubuesca:
un homenaje a Alfred Jarry y a Michel Foucault
Si el poder está en todas partes, por donde haya poder, habrá resistencia.
Michel Foucault
El 10 de diciembre de 1896 se estrena en París la obra de teatro que será vanguardista en cuanto al teatro del
absurdo, Ubú Rey, su autor Alfred Jarry presenta al rey Ubú como un rey grotesco, símbolo de la codicia,
ignorancia y arbitrariedad. Al término “ubuesco” se lo considera sinónimo de aberrante, absurdo y ridículo.
Y Jarry también le inventa al rey Ubú el lenguaje patafísico, un lenguaje destructor que, a su vez, proviene de
la Patafísica: la ciencia de las soluciones imaginarias.
Así fue, que el adjetivo “ubuesco” fue incorporado en 1922, y recuerda al personaje de Ubú Rey para calificar
lo grotesco, absurdo o caricaturesco, lo “ubuesco” es aquello que se parece a Ubú por un carácter
cómicamente cruel, cínico y cobarde a ultranza. Un siglo después, y en los años que llevamos estudiando a las
agencias del control social penal, las figuras del rey Ubú y del lenguaje patafísico son un lugar común con el
que nos encontramos con irritante frecuencia.
En su clase del 8 de enero de 1975 en el Collége de France, Michel Foucault (2000:25-27) hace especial
referencia a aquellos discursos, algunos con pretensión de saberes, que se presentan como discursos
verdaderos pero son en sí mismos, en sentido absolutamente estricto, grotescos. Y agrega:
“(…) calificaré de grotesco el hecho de poseer por su status efectos de poder de los que su calidad intrínseca
debería privarlo. Lo grotesco, o si lo prefieren, lo ubuesco no es simplemente una categoría de injurias. El
terror ubuesco, la soberanía grotesca refiere a la maximización de los efectos de poder a partir de quien los
produce: no es un accidente del poder, una avería de su mecánica (…) es uno de los engranajes que forma
parte inherente de los mecanismos de poder (…)
El poder político, al menos en ciertas sociedades, en todo caso en la nuestra, puede darse y se dio,
efectivamente la posibilidad de hacer transmitir sus efectos, mucho más, de encontrar el origen de sus efectos
en un lugar que es manifiesta, explícita y voluntariamente descalificado por lo odioso, lo infame o lo ridículo
(…) Lo grotesco es uno de los procedimientos esenciales de la soberanía arbitraria y también es un
procedimiento inherente a la burocracia aplicada”.
Es evidente que el sistema penal es un observatorio privilegiado del poder ubuesco; se trata sin duda de aquel
lugar en nuestra sociedad donde este tipo de poder se encuentra, claramente representado.
Al mostrar explícitamente al poder como abyecto, infame, ubuesco o simplemente ridículo, no se trata, creo,
de limitar sus efectos y descoronar mágicamente a quien recibe la corona. Me parece que, al contrario, se
trata de manifestar de manera patente la inevitabilidad del poder, la imposibilidad de eludirlo, que puede
funcionar con todo su rigor, y en el límite extremo de su racionalidad violenta, aun cuando esté en manos de
alguien efectivamente descalificado.
Pensamos inevitablemente en los servicios penitenciarios, en sus estructuras, sus jerarquías, sus funcionarios
(penitenciarios y “civiles”), en cada uno de los profesionales que hacen posibles dichas maquinarias de
ubuesca crueldad. Pensamos en las policías, donde la administración de violencia y muerte es un grotesco
parte diario. Y pensamos en la institución judicial, protagonista y autora responsable de producción de
impunidad y del grado quizá más elevado del lenguaje patafísico. En definitiva, al sistema penal en su
conjunto, que tanto nos recuerda a la Patafísica: la ciencia de las soluciones imaginarias.
En esta sección entregaremos algunas muestras y pinceladas de los innumerables pequeños reyes Ubú con (y
contra) los que nos topamos a diario, en medios de información pública así como en nuestro trabajo de
investigación. Así, dedicamos especialmente este espacio a Alfred Jarry y a Michel Foucault, ambos nos
enseñaron que aquellos discursos y prácticas del poder que dan risa, a veces, matan.
Alcira Daroqui
Bibliografía FOUCAULT, M. (2000). Los anormales, Buenos Aires: Ed. FCE, pp.25-27.
173 Videoconferencia:
salud mental y reducción de costos
Fuente: http://www.spf.gob.ar/www/noticias/catcms/34/pub/349/
Asistencia-psiquiatrica-a-traves-de-video-conferencia
11/11/2015
176
Sin embargo, ello no solo importa, según el autor, una negación de la violencia por
parte de los agentes judiciales, sino una violación a las normas de jerarquía constitu-
cional que regulan específicamente la prohibición de un trato punitivo contrario a la
dignidad de la persona.
La tesis del autor rompe con esa lógica y propone cambiar el concepto de tiempo
cronológico por el de tiempo existencial: asumiendo el desafío de examinar el conte-
nido del encierro y asignar un valor cuantificable y compensable en la pena a todos
aquellos tratos que vulneren otros derechos distintos al objeto de aquella. Se dirige
así a distinguir una concepción del tiempo que no se limite a su consideración en
abstracto, equiparando todos los casos por simple mandato legal, sin una referencia
a la trayectoria de cada individuo en la prisión, y a los distintos padecimientos que
reflejan que el castigo no se reparte de manera igualitaria.
A modo de cierre
En síntesis, el principal aporte de este libro es el exhaustivo análisis interdisciplina-
rio de la problemática del tiempo de prisión, aportando sólidos argumentos en favor
de la teoría que propone. Desentraña el “mundo carcelario” desde un punto de vista
3 Causa 56449/2013 “N, B” Resuelta el 11 de septiembre de 2015 por la Sala 3 de la CNCCC, con el
voto de los Dres. Luis Niño y Pablo Jantus, y la disidencia del Dr. Mario Magariños.
4 Causa 75213 “R, DE” resuelta el 2 de junio de 2016 por la Sala 1 del Tribunal de Casación Bonae-
rense, con el voto de los Dres. Daniel Carral y Ricardo Maidana.
183
Diego Luna – Profesor de Filosofía del Derecho, Derecho Penal y Criminología, Facultad de Derecho UBA. –
diegoluna@derecho.uba.ar
184
Suelo repetir en los ámbitos donde el discurso tiende a simplificar los conceptos,
que las llamadas "Leyes Blumberg", que incluyeron también una reforma a la ley de
ejecución de la pena privativa de libertad, en algunos casos ni siquiera respondían a
los reclamos del falso ingeniero devenido en dirigente social ocasional a partir de su
tragedia personal. El propio Juan Carlos Blumberg, quien contaba con el asesora-
miento jurídico del abogado Jorge Durrieu, se ha encargado en más de una ocasión
de aclarar que algunas de las reformas a las que se alude con ese mote, ni siquiera
fueron incluidas en aquellas recordadas proclamas punitivistas de 20041.
Esto tiene relación con la reforma de la Ley 24.660, sancionada en julio de 2017 -
Ley 27.375 (B.O. 28/07/20172)- y que algunos pretenden llamar "Ley Petri". La ver-
dad es que, así como el llamar "Ley Blumberg" a cualquiera de aquellas reformas -
por caso la acumulación de penas en los concursos reales de delitos hasta los cin-
cuenta años de prisión- hace un flaco favor a la democracia, en la medida en que
con esa mención quedan solapados los verdaderos autores de la ley. Es una obvie-
dad recordar que las leyes nacionales requieren de un complejo proceso de trámite
parlamentario bicameral para convertirse en eso: una ley. Pero en situaciones para-
digmáticas como estas conviene estar atentos para que la simplificación del panfleto
o la consigna no nos lleve a pensar que aquellas leyes fueron sancionadas por Juan
aún, creer que la Ley surge de la voluntad de "El Legislador". Así, en mayúscula,
como una especie de semidiós todo poderoso, omnisciente, omnipotente y omni-
comprensivo, aunque también a-temporal y a-histórico (Nino, 1989). No alcanzan
las demoledoras críticas que el método de la exegesis, como canon de la interpreta-
ción jurídica, ha merecido (Aftalión, Vilanova y Raffo, 2004); siempre habrá algún
jurista o muchos dispuestos a simplificar el asunto con aquello del "espíritu del le-
gislador". Cabe recordar acá la caracterización del método exegético, en palabras de
Cossio:
“Este método exegético se caracteriza porque hace sinónimos la ley y la intención del legisla-
dor que la sancionó; de modo que, en caso de duda, es cuestión de aclarar cuál fue la intención
que tuvo el legislador que dictó la ley. Pero son conocidas las dificultades que presenta esta
identidad que postula el método exegético. Por ejemplo, si la ley se sanciona en un cuerpo cole-
giado y los votos están divididos, ¿qué significan, respecto de la interpretación de la ley por la
intención del legislador, aquellos votos de la oposición que son, sin embargo, necesarios para
integrar el quorum? Se presentan, asimismo, dificultades en los casos conocidos en que los
legisladores, al estar disciplinados en grupos políticos, sólo asienten a lo que el gobierno del
partido determina, sin saber siquiera de qué se trata; o en los casos más comunes en que no
hay manera de encontrar la intención del legislador porque el legislador ha aprobado simple-
mente un texto, que es el que nos llega” (1967: 121-122).
Suelo decir también, con sorna, que lo más parecido al espíritu del legislador o el
espíritu de la ley, para el caso da igual, es “el fantasma de la B”: aquella imagen po-
pular futbolera. Tienen en común, al menos, que ni lo uno ni lo otro existen.
Para evitar algunas de estas incomodidades que generan en personas como uno, que
se preocupan por detalles menores, haré aquí una crónica de los aspectos relevantes
que constituyeron el derrotero parlamentario que culminó con la sanción de la Ley
27.375. Es decir, su origen como proyecto de ley, su paso por las comisiones parla-
mentarias en ambas cámaras del Congreso, con sus respectivos dictámenes de comi-
sión (con eventuales observaciones) y el tratamiento que luego tuvieron en el recin- 186
to de ambas cámaras al ser considerados por la reunión plenaria respectiva en sesión
de diputados y senadores.
Toda ley para su sanción cuenta, en general, con algunos o todos estos anteceden-
tes; salvo las así mal llamadas, por haber sido aprobadas como acto legislativo de
mero poder de hecho durante gobiernos que suprimieron el funcionamiento del
Congreso de la Nación. Ejemplo de esto son las -mal llamadas, insisto- Leyes 22.278
(B.O. 28/08/1980) de "Régimen Penal de la Minoridad", aún vigente, y la 17.711
(B.O. 26/04/1968) de reformas al Código Civil, vigente hasta la unificación de los
Códigos Civil y Comercial en 2014.
Cabe aun otra aclaración. Me limitaré, sin embargo, a la mención de cada paso o
hito en el derrotero parlamentario de modo de clarificar en lo que se pueda el proce-
so de sanción de la ley en sí mismo, indicando donde corresponda el sitio donde
consultar la referencia completa. Esto podría resultar aburrido o carente de utilidad,
si uno asume la actitud del alumno de escuela secundaria que tiene que afrontar de
memoria la lección de educación cívica sobre el capítulo de la Constitución Nacio-
nal relativa al proceso de sanción de las leyes. Pero, al menos desde mi punto de
vista, cada uno de estos pasos o movimientos son la expresión visible de las pujas,
tensiones, acuerdos y cuándo no, habilidades político-parlamentarias, de una dimen-
sión tan relevante como la reforma legal misma. Este enfoque no suple, claro está,
análisis de ese otro estilo, pero creo que resulta de alguna utilidad y suele ser pasado
por alto. Se trata, en suma, de la faz agonal de la política legislativa que se expresa
como una concreta política legislativa arquitectónica (Linares, 1960). La ley sancio-
nada o modificada, resulta el producto textual y operante en el plano normativo de
todo un mundo reglado bajo la lógica del derecho parlamentario que a veces distrae
con sus tecnicismos y que otras veces queda impúdicamente exhibido ante la opi-
nión pública, por mucho que se insista con el recurso de sesionar en horas de la ma-
drugada a escondidas de la mirada pública e intentando evitar los titulares de los dia-
rios del día.
Diré en primer lugar que el día 15 de noviembre de 2016 se reunió la Comisión de
Asuntos Penales de la Cámara de Diputados de la Nación (en adelante, CDN) para
dar tratamiento a dos proyectos. La realidad de los últimos años evidencia algo muy
187 simple y sencillo de entender: se tratan solamente los proyectos que el o la presiden-
te de cada comisión decide tratar, con un previo sondeo informal entresemana so-
bre el consenso que el mismo genera. A veces, ese tratamiento en comisión es pre-
cedido de una discusión previa en reunión de asesores de los diputados que integran
la respectiva comisión a los efectos de revisar cuestiones técnicas o de mera redac-
ción formal. El dictamen que una comisión produce respecto de un asunto tratado,
que puede contener a su vez uno o más proyectos, se denomina "Orden del
Día" (OD). Ese día, la Comisión de Legislación Penal emitió el OD N°924 3 sobre la
base de los proyectos de las diputadas Litza, Massetani, Pitiot y Ehcosor N° 3805-D
-20164 y el proyecto de los diputados Petri, Wolff, Hers Cabral y Burgos N° 4829-D
-20165. El OD contenía un dictamen de mayoría y dos dictámenes de minoría. El
primero, proponiendo una serie de reformas a la Ley 24.660, lo suscribieron los
diputados: María G. Burgos (presidente de la Comisión), Gilberto O. Alegre, Juan F.
Brügge, María S. Carrizo, Álvaro G. González, Martín O. Hernández, Anabella R.
Hers Cabral, Mónica E. Litza, Vanesa L. Massetani, Miguel Nanni y Luis A. Petri. El
primero de minoría, por el rechazo de los proyectos, lo firmaron los diputados Luis
R. Tailhade y María F. Raverta; mientras que el segundo de minoría, proponiendo
reformas alternativas, lo firmó la diputada Ana I. Copes.
Una vez publicado el OD y circulado en todos los despachos de los diputados, to-
dos/as contaban con la posibilidad de presentar reparos, comentarios, observacio-
nes a ese dictamen hasta el 30 de noviembre de 2016; día en que vencía el plazo que
establece el artículo 113 del Reglamento. No hubo observaciones en este caso, aun-
que el plazo no llego a correr íntegramente, sino que antes se llevó a cabo una se-
sión especial en la que el asunto se puso a votación y fue aprobado. Otra práctica
muy generalizada en la CDN es precisamente esta: cuando un asunto urge o bien, se
pretende evitar o acotar al máximo toda discusión en los días de plazo para presen-
tar observaciones, se apura la convocatoria de una sesión en la que el asunto se trata
sin más. Es un modo de hecho de derogar el plazo de observaciones. Aunque la
Constitución Nacional y los Reglamentos de ambas Cámaras prevén un funciona-
miento "ordinario" del Congreso en el que las Cámaras de Diputados y Senadores
exp=3805-D-2016&tipo=LEY
5 Texto completo del Proyecto 4829-D-16: https://www.hcdn.gob.ar/proyectos/textoCompleto.jsp?
exp=4829-D-2016&tipo=LEY
van sesionando conforme avanza la discusión de los asuntos en sus diversas Comi- 188
siones, una vez más la realidad indica que las sesiones en muchas ocasiones solo se
llegan a realizar cuando existe un consenso previo sobre unos pocos o a veces mu-
chos, asuntos previamente acordados. Este tipo de sesiones se denominan
"especiales" y se caracterizan, entre otros rasgos, por contener un temario cerrado
de asuntos para su tratamiento y solo disponen de un mecanismo un tanto particular
para su modificación o ampliación, una vez en curso la sesión. El artículo 35 del
Reglamento de la CDN prescribe: “Las sesiones especiales se realizarán por resolu-
ción de la Cámara, a petición del Poder Ejecutivo; o por un número no inferior a
diez diputados, dirigida por escrito al presidente, debiendo expresarse en todos los
casos el objeto de la sesión”. Si bien el Reglamento de la CDN establece un diseño
de funcionamiento en el que la Comisión de Labor Parlamentaría –reunión del/a
presidente de la Cámara y los/las presidentes de los diversos bloques– debería re-
unirse semanalmente para realizar un seguimiento de los asuntos despachados por
las comisiones y preparar el contenido de las sesiones en función de ese trabajo pre-
vio (artículos 58, 59 y 60 del Reglamento), durante todo ese año 2016 la Cámara de
Diputados funcionó mayoritariamente mediante este mecanismo de sesión especial
(17 sesiones especiales, 5 sesiones ordinarias –una de ellas con expresiones en mino-
ría; es decir: sin quorum pero con oradores–; 2 sesiones ordinarias informativas;
más la sesión ordinaria de apertura y otra preparatoria)6.
Las respectivas Cámaras del Congreso de la Nación sancionan los proyectos puestos
en tratamiento mediante una de las vías posibles que consiste, precisamente, en que
el proyecto en cuestión haya recibido tratamiento de la o las Comisiones a las que
hubiere sido girado luego de su presentación y que se hayan conformado uno o más
dictámenes. En este caso, como dije antes, se obtuvo un dictamen de mayoría y dos
de minoría. Sin embargo, su tratamiento en el pleno del recinto de Diputados sería
producto del mecanismo de sesión especial. La sesión especial fue solicitada por una
cantidad de diputados suficiente, como lo establece el Reglamento (al menos diez),
encabezada por el presidente del bloque PRO, Nicolás Massot, el día 21 para sesio-
nar el día 23 de noviembre de 2016, con el siguiente temario: 1. O.D.-920: Ley de
Convertibilidad. Modificación sobre actualizaciones de las deudas de dinero; 2. O.D.
-786: Ley 26.815, de manejo del fuego. Sistema Federal de Manejo del Fuego. Modi-
ficación; 3. O.D.-887: Código Penal. Modificación sobre abuso sexual; 4. O.D.-926:
Otorgamiento de libertades durante el proceso penal. Régimen; 5. O.D.-924: Ley
24.660, de pena privativa de la libertad. Modificación; 6. O.D.-937: Bien de familia.
Modificación de los artículos 244 y 245 del Código Civil y Comercial de la Nación.
Creación del Sistema Nacional de Información de los Registros de la Propiedad In-
mueble; 7. O.D.-914: Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación - OPC.
Creación; 8. 137-S.-14: Proyecto de ley en revisión por el cual se sustituye el artículo
1° de la Ley 25.959, de creación de un Juzgado Federal de primera instancia con
asiento en la ciudad de General Pico, provincia de La Pampa; 9. O.D.-904: Mensaje
85/16 de fecha 2 de agosto del año 2016 y proyecto de ley de transición del go-
bierno en el ámbito del Poder Ejecutivo Nacional. Régimen; 10. Expediente 126-S.-
6 Fuente: https://www.hcdn.gob.ar/sesiones/sesiones/sesiones.html
189 16: proyecto de ley en revisión por el cual se denomina al Capítulo IV bis del Título
III del Código Electoral Nacional: “De la campaña electoral y el debate presidencial
obligatorio”; 11. O.D.-751: Investigación médica y científica del uso medicinal de la
planta de cannabis y sus derivados; y 12. O.D.-908: Ley 25.065, de tarjetas de crédi-
to. Modificación.
Ese día la CDN dio media sanción al dictamen de mayoría del OD 924 de reformas
a la Ley 24.660. Los detalles de esa sesión y todo su desarrollo pueden consultarse
en la versión taquigráfica denominada Diario de Sesiones7 o bien, consultarse en el
registro audiovisual de la transmisión en vivo de las sesiones que se realiza por inter-
net8. La nómina de los diputados presentes y el sentido de su voto (a favor, en con-
tra o abstención), puede consultarse también en el respectivo registro de votaciones
de la CDN. De los/las 257 diputados/as, 52 estaban ausentes, votaron negativa-
mente 69, se abstuvo uno y votaron por la afirmativa otros/as 1349. El texto de re-
forma sancionado por la CDN (Exp. CD N°90/16) fue remitido al Senado de la
Nación el 23 de noviembre de 2016, dos días después de sancionado en Diputados10
y girado a la Comisión de Justicia y Asuntos Penales del Senado11.
La sanción en Diputados a fines del año 2016 contó con una manifestación en con-
tra del proyecto en las afueras del Congreso de la Nación, que incluyó un corte par-
cial de la avenida Entre Ríos. Si bien no me voy a ocupar en detalle del asunto, el
avance posterior del proyecto resultaría inexplicable sin la mención de al menos este
hito: el femicidio de la joven de 21 años Micaela García, ocurrido en la ciudad de
Gualeguay, provincia de Entre Ríos, el 1 de abril de 2017 y la consecuente moviliza-
ción pública que el hecho generó, determinando que, en parte por el cálculo oportu-
nista de algunos sectores políticos, el asunto de la reforma de la ley de ejecución pe-
nal reflotara enmarcado en el movimiento feminista que en los últimos años venía
http://www1.hcdn.gov.ar/dependencias/dselectronicos/actas/2016/134OE20_11_R21.pdf
10 Texto completo de la media sanción de la CDN:
http://www.senado.gov.ar/parlamentario/parlamentaria/384073/downloadPdf
11 Ver trámite parlamentario acá:
http://www.senado.gov.ar/parlamentario/comisiones/verExp/90.16/CD/PL
visibilizando su creciente fortalecimiento en las masivas movilizaciones de cada 8 de 190
marzo. Algunos medios de prensa titularon así: “Tras el femicidio de Micaela, el Se-
nado tratará proyecto para restringir excarcelaciones” (Ámbito Financiero:
11/04/17)12; “El caso Micaela apuró en el Senado la ley que impide excarcelacio-
nes” (La Voz: 13/04/17)13. El asunto es que, luego de una ronda de discusión en la
Comisión en la que se escuchó el 20 de abril de 2017 a una serie de asociaciones
civiles y organismos vinculados a la ejecución de la pena 14, fue votado en la sesión
del 26 de abril de 2017. De los 72 senadores se encontraban ausentes 15 de ellos, y
votaron afirmativamente 48; mientras que fueron 8 los votos negativos (Ana Almi-
rón, Anabel Fernández Sagasti, Marcelo Fuentes, Virginia García, Nancy González,
María Labado, María Inés Pilatti Vergara y María de los Ángeles Sacnun) y una abs-
tención (Fernando Solanas)15. También la versión taquigráfica íntegra de la sesión de
ese día16, como el registro audiovisual, pueden consultarse en internet.17
En su calidad de Cámara revisora, el Senado de la Nación introdujo reformas al tex-
to sancionado por la CDN y, en consecuencia, devolvió el texto a la Cámara de ori-
gen18. En tales condiciones, la CDN se encontraba ante esta alternativa: 1) aprobar
la sanción del Senado aceptando las modificaciones introducidas a la sanción del 23
de noviembre de 2016, para lo cual requería del voto positivo de la mayoría absoluta
de los diputados presentes; o 2) insistir con el texto aprobado por la CDN con una
mayoría agravada de las dos terceras partes de los diputados presentes. Así lo estipu-
la el artículo 81 de la Constitución Nacional. Al reingresar el asunto a la Cámara de
origen, obtuvo nuevamente un dictamen de mayoría en la Comisión de Legislación
Penal de la CDN el 23 de mayo de 2017, OD N°1326.19
En la sesión -también especial- del 28 de junio de 2017, en la cual no se había inclui-
do ese asunto en el temario, el diputado Luis Petri solicitó su inclusión en plena se-
sión. En el contexto de los escándalos de corrupción y acusaciones cruzadas por el
denominado “Caso Odebrecht”, el temario acotado de la sesión era el siguiente: 31-
PE-16 de ley. Régimen de responsabilidad penal para las personas jurídicas por deli-
tos cometidos contra la administración pública y cohecho transnacional
(O.D.1367/17); 291-S-16 de ley. Protocolo de enmienda del acuerdo de Marrakech
por el que se establece la organización mundial del comercio, hecho en la ciudad de
12 El
Fuente: http://www.ambito.com/879034-tras-el-femicidio-de-micaela-el-senado-tratara-
proyecto-para-restringir-excarcelaciones
13Fuente: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/el-caso-micaela-apuro-en-el-senado-la-ley-que-
impide-excarcelaciones
14 La jornada puede verse en 13 partes en el canal de Youtube del Senado.
15Detalle de votación del 26/04/17: http://www.senado.gov.ar/parlamentario/sesiones/220/
descargarActa
16Diario de Sesiones del 26/04/17: http://www.senado.gov.ar/parlamentario/sesiones/1141/
descargarDiario
17 Sesión completa del 26/04/17: https://www.youtube.com/watch?v=HgJBHEjQQK8&t=4820s
18Texto completo de la sanción del Senado: http://www.senado.gov.ar/parlamentario/
parlamentaria/392643/downloadPdf
19Texto completo del OD 1326: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dcomisiones/periodo-
134/134-1326.pdf
191 Ginebra, confederación Suiza, el 27 de noviembre de 2014. Aprobación
(O.D.1345/17).
Aquel tipo de mociones -se denomina moción a toda proposición hecha de viva voz
desde su banca por un diputado (artículo 126 del Reglamento)- consiste en que la
Cámara exceptúe la regla que establece un temario cerrado para las sesiones especia-
les para admitir así de modo excepcional la inclusión de otro asunto que no estaba
contemplado en la solicitud de sesión especial. De ahí que este tipo de mociones se
denomine de “apartamiento del reglamento” (artículo 127.10 del Reglamento) y que
requiera para su aprobación del voto afirmativo de las tres cuartas partes de los pre-
sentes, a diferencia del resto de mociones de orden que requieren solo de mayoría
absoluta o de los dos tercios de los votos emitidos (artículo 129 del Reglamento).
Por ello requieren de cierta habilidad del diputado que pretende utilizarla con éxito.
La más de las veces, estas mociones de apartamiento del reglamento se solicitan,
con votación nominal, para dejar en evidencia a los diputados que votan en contra
de tratar un determinado asunto. Rige acá, salvo contadas excepciones, una regla no
escrita: no romper los acuerdos de los temas a tratar. Este caso sería una de esas ex-
cepciones. Una jugada similar -muy recordada, por cierto- haría tiempo después la
diputada Victoria Donda para incluir en el temario y lograr la aprobación de la ley
de paridad de género en las listas de candidatos a cargos legislativos.
Dijo el diputado Petri en esa ocasión:
“Señor presidente: la Cámara de Diputados de la Nación el año pasado produjo una modifi-
cación sustancial del régimen de ejecución de la pena contenido en la Ley 24.660, por la que
se prohibían las salidas transitorias y la libertad condicional cuando se hubieren cometido
delitos violentos como homicidio, violación, muerte. Asimismo, se quitaba a los jueces la facul-
tad discrecional de ejecución para decidir sobre la libertad sin tener datos precisos respecto de
la evolución de esa persona y de su retorno progresivo a la vida en sociedad. Cabe señalar que
esa falta de peritos y de informes terminaba costándonos vidas, como las de Matías Quiroga,
Soledad Bargna y, últimamente, Micaela García. Con posterioridad, una vez ocurrido este
hecho, el Senado de la Nación rápidamente se abocó al tratamiento de este tema e introdujo
algunas modificaciones a la ley de ejecución de la pena, aunque sin alterar sustancialmente su
espíritu. La idea es que las condenas se cumplan y que la mentada resocialización que se
establece dentro de este régimen se cumpla en condiciones de encierro. No hay que olvidar que
el fin de las penas no consiste sólo en la resocialización de la persona que se encuentra privada
de su libertad, sino también en la protección de la sociedad frente al crimen. Los fines de la
prevención especial negativa en este caso son trascendentes para evitar que el retorno anticipa-
do se constituya en un retorno anticipado a la vida delictual. Teniendo en cuenta que este
tema ya fue ampliamente debatido en la Cámara de Diputados y que ha sido sancionado
también por la Cámara de Senadores, solicitamos el apartamiento de las prescripciones del
reglamento para considerar los dictámenes de comisión contenidos en el Orden del Día N°
1.326, expedientes 3.805-D.-2016 y 4.829-D.-2016, recaídos en la sanción girada por la
Cámara de Senadores”.20
votación. De este modo, el asunto quedó así incluido en el temario de esa sesión
especial, que por falta de acuerdos políticos para finiquitar los asuntos para cuya
aprobación sí había sido convocada, pasaría a un cuarto intermedio para el día 05 de
julio de 2017. Entiéndase bien: se trataba de la misma sesión -en cuanto acto jurídi-
co- que comenzó un día y terminó otro día de la semana siguiente. La reforma de la
ley de ejecución penal sería aprobada entonces el 05 de julio de 2017 como Ley
27.375, al aceptar la CDN las modificaciones introducidas por el Senado22. Del re-
gistro de la votación del asunto en esa sesión, se aprecia que de los 187 diputados/
as presentes sobre un total de 257, fueron 170 los que votaron por la afirmativa.
Votaron por la negativa 8 diputados/as: Alcira Argumedo, Araceli Ferreyra, Juan
Carlos Giordano, Nathalia González Seligra, Pablo López, Julio Raffo, Soledad Sosa
y Jorge Taboada; y se abstuvieron 7: Guillermo Carmona, Graciela Cousinet, Victo-
ria Donda Pérez, Lucila Duré, Silvia Horne, Federico Masso y Gabriela Troiano23.
Muchos de los diputados y diputadas que, con su ausencia, facilitaron que la moción
del diputado Petri lograra reunir los votos de las tres cuartas partes de los presentes
en la sesión del 28 de junio de 2017 e incluir así hábilmente el asunto, votaron afir-
mativamente en la sesión del 05 de julio de 2017. Resulta ilustrativo de este movi-
miento, lo expresado por el diputado Héctor Recalde, presidente del bloque “Frente
para la Victoria - PJ”, inmediatamente antes de ponerse en votación el asunto:
“Señor presidente: quiero aclarar el sentido del voto del bloque del Frente para la Victoria en
relación con este proyecto. Nuestra bancada ha decidido otorgar libertad de conciencia a sus
integrantes. En consecuencia, algunos señores diputados votarán por la afirmativa y otros, por
21 Detalle
de la votación de la moción de apartamiento del reglamento: http://www1.hcdn.gov.ar/
dependencias/dselectronicos/actas/2017/135OE07_06_R11.pdf
22 Ver
texto aprobado acá: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dsecretaria/Periodo2017/
BAT2017/PDF/OD%201326.pdf
23Detalle de la votación del 05/07/17: http://www1.hcdn.gov.ar/dependencias/dselectronicos/
actas/2017/135OE07_26_R12.pdf
193 la negativa.”24
El propio Recalde, con su libertad de conciencia a salvo, votaría a favor. De hecho,
y más allá de lo afirmado por su presidente de bloque, del acta de votación se ad-
vierte fácilmente que ningún diputado ni diputada de ese bloque votó por la negati-
va. También lo haría afirmativamente el diputado Tahilade, quien llamativamente en
2016 había sido el firmante de uno de los dictámenes de minoría por el rechazo del
proyecto. No fueron los únicos. De los 69 diputados y diputadas que votaron en
contra de la media sanción en la sesión del 23 de noviembre de 2016, cuando aún
era incierto el destino del proyecto de ley, 41 votaron a favor cuando el asunto re-
gresó a la CDN. La única diputada que se había abstenido, Ana Llanos, también lue-
go votó a favor; mientras que los otros 6 que votaron negativamente el 23 de no-
viembre de 2016 (Graciela Cousinet, Victoria Donda Pérez, Lucila Duré, Silvia Hor-
ne, Federico Masso y Gabriela Troiano), se abstuvieron el 05 de julio de 2017 junto
a otro diputado que había estado ausente en la primera votación (Guillermo Carmo-
na). Finalmente, mediante el Decreto N°573/2017, la ley sería promulgada y publi-
cada en el Boletín Oficial de la Nación, el 28 de julio de 2017.
Es posible que este cúmulo de datos de trámites parlamentarios, intersticios regla-
mentarios y pinceladas de voces públicas, pero poco audibles, como lo son las inter-
venciones de los legisladores en las sesiones en que discuten y aprueban las leyes,
constituya a fin de cuentas una cantidad de información de escasa relevancia para
dimensionar la problemática de la reforma de ejecución penal y su impacto en el
sistema penitenciario argentino. La reforma, como se sabe, es regresiva en materia
de Derechos Humanos y vino, en parte, a legitimar algunas prácticas del sistema
judicial como la escasa concesión en términos cuantitativos de los denominados
“beneficios” durante la progresividad de la pena. Para verificar ello, basta con remi-
tirse a los datos de los últimos años publicados en los informes anuales del SNEEP.
Así, por ejemplo, la nueva ley amplía los requisitos para acceder al período de prue-
ba25, como así también el catálogo de delitos por cuyas condenas se impide el acceso
24 Diario de Sesiones del 05/07/17: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dtaquigrafos/diarios/
periodo-135/135-07-05.pdf
25 ARTICULO 15. - El periodo de prueba consistirá en el empleo sistemático de métodos de autogo-
mes anuales muestran una "foto" del censo penitenciario al 31 de diciembre de cada
año, el dato resulta un indicio: 2008 (24%), 2009 (25%), 2010 (21%), 2011 (21%),
2012 (23%), 2013 (22%), 2014 (20%), 2015 (19%), 2016 (17%), 2017 (13%). Ade-
más, la nueva ley también amplía los recaudos para poder acceder a la libertad con-
dicional26, lo cual permite suponer que se reducirá la cantidad de condenados con
artículo 52 del Código Penal: quince (15) años; c) Accesoria del artículo 52 del Código Penal, cumpli-
da la pena: tres (3) años, 3) No tener causa abierta u otra condena pendiente, 4) Poseer conducta
ejemplar y concepto ejemplar. El director del establecimiento resolverá en forma fundada la conce-
sión al ingreso a período de prueba, comunicando tal decisión al juez de ejecución y al organismo
técnico-criminológico. 22 Ver texto aprobado acá: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/
dsecretaria/Periodo2017/BAT2017/PDF/OD%201326.pdf
26 ARTICULO 28. - El juez de ejecución o juez competente podrá conceder la libertad condicional al
condenado que reúna los requisitos fijados por el Código Penal, previo los informes fundados del
organismo técnico-criminológico, del Consejo Correccional del establecimiento y de la dirección del
establecimiento penitenciario que pronostiquen en forma individualizada su reinserción social. Dicho
informe deberá contener los antecedentes de conducta, el concepto y los dictámenes criminológicos
desde el comienzo de la ejecución de la pena. En los casos de las personas condenadas por los delitos
previstos en el artículo 128 tercer párrafo, 129 segundo párrafo y 131 del Código Penal, antes de
adoptar una decisión, el juez deberá tomar conocimiento directo del condenado y escucharlo si desea
hacer alguna manifestación. También se requerirá un informe del equipo interdisciplinario del juzgado
de ejecución y se notificará a la víctima o su representante legal, que será escuchada si desea hacer
alguna manifestación.
El interno y la víctima podrán proponer peritos especialistas a su cargo, que estarán facultados para
presentar su propio informe. Al implementar la concesión de la libertad condicional, se exigirá un
dispositivo electrónico de control, el cual sólo podrá ser dispensado por decisión judicial, previo in-
forme de los órganos de control y del equipo interdisciplinario del juzgado de ejecución. Con el pedi-
do del interno se abrirá un expediente en el que se deberán consignar: a) Situación legal del peticio-
nante de acuerdo a la sentencia condenatoria, la pena impuesta, su vencimiento, fecha en que podrá
acceder a la libertad condicional y los demás antecedentes procesales que obren en su legajo; b) Con-
ducta y concepto que registre desde su incorporación al régimen de ejecución de la pena y de ser posi-
ble la calificación del comportamiento durante el proceso; c) Si registrare sanciones disciplinarias,
fecha de la infracción cometida, sanción impuesta y su cumplimiento; d) Posición del interno en la
progresividad del régimen detallándose la fecha de su incorporación a cada período o fase; e) Informe
de la Sección de Asistencia Social sobre la existencia y conveniencia del domicilio propuesto; f) Pro-
puesta fundada del organismo técnico-criminológico, sobre la evolución del tratamiento basada en la
historia criminológica actualizada; g) Dictamen del Consejo Correccional respecto de la conveniencia
de su otorgamiento, sobre la base de las entrevistas previas de sus miembros con el interno de las que
se dejará constancia en el libro de actas. El informe del Consejo Correccional basado en lo dispuesto
en el artículo anterior se referirá, por lo menos, a los siguientes aspectos del tratamiento del interno:
salud psicofísica; educación y formación profesional; actividad laboral; actividades educativas, cultura-
les y recreativas; relaciones familiares y sociales; aspectos peculiares que presente el caso; sugerencia
sobre las normas de conducta que debería observar si fuera concedida la libertad condicional. El pro-
nóstico de reinserción social establecido en el Código Penal podrá ser favorable o desfavorable con-
forme a la evaluación que se realice y a las conclusiones a las que se arriben respecto a su reinserción
social para el otorgamiento de la libertad condicional. Sin perjuicio de otras causas que aconsejen
195 acceso a este período de la progresividad que supone el cumplimiento de la última
parte de la pena fuera del encierro carcelario. De todos modos, ya la cantidad de
personas en libertad condicional al 31 de diciembre de cada año, durante la última
década también en el sistema federal, salvo excepciones que habría que ver con
especial cuidado, pueden ser contadas con los dedos de una mano: 2008 (9), 2009
(14), 2010 (3), 2011 (1), 2012 (0), 2013 (1), 2014 (1), 2015 (3), 2016 (0), 2017 (33)27.
Más allá de lo poco que estas carillas pudieran aportar al debate y las investigacio-
nes sobre el encarcelamiento en nuestro país, confío en que los estudios que se
vienen haciendo y se harán en lo sucesivo desde perspectivas sociológicas, antro-
pológicas y jurídicas por quienes dedican años de esfuerzo a estudiar estas cues-
tiones, satisfarán a las inquietudes que esta breve crónica no puede ni se propuso
atender. Tampoco creo que se deje de aludir a la Ley 27.375 como “Ley Petri”,
pero al menos me deja la tranquilidad de conciencia de haber narrado, casi en pri-
mera persona, el proceso legislativo que concluyó en su sanción señalando algu-
nos aspectos que suelen pasar por alto o quedar relegados bajo el relato mítico del
“legislador racional” y que tal vez pueden contribuir a una multiplicidad de abor-
dajes desde diversas perspectivas para el mismo asunto.
Bibliografía
Aftalión, E.; Vilanova, J. y Raffo, J. (2004) Introducción al Derecho, Lexis Nexis,
Buenos Aires.
Cossio, C. (1967) El derecho en el derecho judicial, Abeledo Perrot, Buenos Aires.
Penna, G. (2015) “¿Fue Blumberg? A diez años de las modificaciones al Código Penal
argentino”, en Espacio Abierto. Revista del CIEJ - AFJU, Centro de Investigaciones y
Estudios Judiciales, N°22, Montevideo, ps. 78-83.
Presentación: 196
La Expo IIGG es organizada regularmente por el Instituto de Investigaciones Gino
Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA), con el objetivo de mostrar y acercar
a la comunidad la producción del Instituto: el trabajo de sus investigadores, auxilia-
res y becarios, las actividades de programas, grupos y equipos de investigación, así
como los avances de los proyectos que tienen sede en dicho instituto. En el año
2016 la Expo se desarrolló el día 21 de octubre, con más de 60 actividades.
En ese marco, el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(GESPyDH) en tanto grupo de investigación perteneciente al Área de Conflicto So-
cial del Instituto Germani, participó a través de la exposición de posters sobre
“Encarcelamiento” y “Policiamiento territorial”, así como también con un Panel
denominado “¿De qué lado estamos? Recuperando a Howard Becker para reflexio-
nar sobre la investigación de lo carcelario.”
Con las exposiciones de Alcira Daroqui, Ana Laura López, María del Rosario Boui-
lly y María Jimena Andersen, la presentación giró en torno a la producción de cono-
cimiento sobre la agencia carcelaria, la cuál exige responder y explicitar las decisio-
nes asumidas en relación a qué investigar, desde dónde partir y cómo hacerlo, en
particular frente al desafío de abordar una institución cuyo despliegue es sistemática-
mente velado. Lejos de las pretensiones asépticas sobre las prácticas investigativas,
en la base de aquellas decisiones se encuentra el propósito político de cada estudio y
sus potenciales implicancias tanto en el campo científico como –especialmente– so-
bre el campo de la penalidad. El posicionamiento del GESPyDH en relación al re-
corte de los objetos de indagación y la elección de unas determinadas estrategias
metodológicas es claro: abonamos a una investigación colectiva, que se concentre en
la minimización los condicionamientos institucionales, que recupere las voces es-
tructuralmente silenciadas y que ponga en juego herramientas creativas, rigurosas y
críticas para conocer y comprender aquello que quienes detentan el poder tienden a
ocultar. Desde esta perspectiva, se trabajó sobre uno de los trabajos publicados en
los últimos años acerca de lo penitenciario –“Estudio Latinoamericano a Población Priva-
da de Libertad” del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violen-
cia de la Universidad Nacional de Tres de Febrero – que permite problematizar “de
qué lado están” quienes investigan esta temática. Se reflexionó acerca de las opera-
ciones ideológicas que subyacen a las opciones epistemológicas, metodológicas y
técnicas en la producción de conocimiento sobre la agencia carcelaria, entendiendo
que, como propone Howard Becker, investigarla supone tomar partido en las dispu-
tas de sentido sobre un poder de castigar que impacta en la vida de miles de perso-
nas encarceladas, en un contexto de violación estructural de los derechos humanos.
En este documento se presenta una síntesis de las exposiciones que compusieron
dicho Panel.
197 Introducción
Expusieron en el panel las siguientes integrantes del equipo: Alcira Daroqui, Ana
Laura López, María Jimena Andersen y María del Rosario Bouilly. Otros compañe-
ros integrantes del GESPyDH como Carlos Motto, Hugo Motta, Joaquín Zajac,
Ornela Calcagno, Sofía Conti y Florencia Tellería participaron activamente en la or-
ganización de esta EXPO y en la elaboración de los posters sobre
“encarcelamiento” y “policiamiento” que acompañaron la actividad del panel. En
estos posters presentamos resultados de investigación y de distintos programas de
trabajo, de actualización de estadística carcelaria y de la cuestión policial 1. En este
sentido, cabe mencionar que de la elaboración de los resultados que se expusieron
en el poster sobre “policiamiento” participaron Karina Fuentes, Natalia Narváez,
Juan Palmucci y Fernando Rizzón junto con Ornela Calcagno, Sofía Conti y Floren-
cia Tellería (en ese momento coordinaron esas investigaciones María Jimena Ander-
sen y María del Rosario Bouilly). En cuanto a las estadistícas sobre la cuestión carce-
laria que nutrieron el segundo poster tenemos una larga tradición de trabajo: comen-
zamos en el primer número del CESPyDH2 y lo continuamos en los siguientes. En
los Cuadernos 3-4 fue Ana Laura López quien actualizó esas estadísticas y, al mismo
tiempo, desde la Procuración Penitenciaria de la Nación3 editamos un Cuaderno
coordinado por Carlos Motto sobre actualización estadística carcelaria 2014-2015.
El panel “¿De qué lado estamos?”4 tuvo como objetivo presentar una reflexión crítica
acerca de la producción de conocimiento científico en relación a la cuestión carcela-
ria y, en tal sentido, corresponde introducir nuestro posicionamiento. La perspectiva
del GESPyDH en relación al recorte de los objetos de indagación y la elección de
determinadas estrategias metodológicas es clara: abonamos a una investigación co-
lectiva que minimice los condicionamientos institucionales, que recupere las voces
estructuralmente silenciadas y que ponga en juego herramientas creativas, rigurosas
y críticas para conocer y comprender aquello que quienes detentan el poder tienden
a ocultar.
Desde esta perspectiva nos propusimos realizar un recorrido sobre distintos estu-
dios publicados. En este caso, trabajamos sobre una investigación presentada en dos
partes por la Universidad Nacional de Tres de Febrero y el Programa de las Nacio-
nes Unidas (PNUD).
En este sentido, y para saber de qué lado están quienes producen información, conoci-
miento y sentidos sobre el sistema penal, se impone la reflexión acerca de las opera-
ciones ideológicas que subyacen a las opciones epistemológicas, metodológicas y
1 Estos materiales pueden consultarse en el sitio del GESPyDH: http://gespydhiigg.sociales.uba.ar/,
así como sus actualizaciones presentadas en la ExpoIIGG del año 2018
2 Cuadernos de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humos, año 1 N° 1, 2010. Edición del
GESPyDH.
3 Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN), Departamento de Investigaciones. La PPN es un
organismo autónomo y autárquico que tiene la finalidad de controlar a las fuerzas federales
(particularmente el Servicio Penitenciario) y defender los derechos de los detenidos y detenidas en el
ámbito federal-nacional.
4 El título alude al artículo “¿De qué lado estamos?” que Howard Becker publicó en la revista Social
Desde esta perspectiva epistemológica, investigamos las agencias del sistema penal
que integran la cadena punitiva, dejando claro de qué lado estamos. Y nos hemos
encargado de que siempre sean públicos los resultados de las distintas líneas investi-
gativas que asumimos, tanto en actividades académicas como a través de publicacio-
nes.
Así es que como equipo de investigación construimos una trayectoria de investiga-
ción del sistema penal en el marco de los Derechos Humanos. Y, como alguna vez
escribió Carlos Motto: “estamos plantados en una sociología del sistema penal que reivindica su
posicionamiento crítico en tanto la sociología, si pretende hacer „descubrimientos‟ científicos debe des-
cubrir las estructuras y prácticas de dominación. Sólo un conocimiento a contrapelo de las voces
socialmente autorizadas puede producir el efecto de descubrimiento científico. En este sentido, y en
particular en relación a la cárcel, no se puede hacer ciencia sin incomodar, pues la prisión tiene el
carácter de evidencia en tanto se pretende equitativa y correctiva, sobre el que se funda su reproduc-
ción”.
En este marco es que las afirmaciones sobre el delito, la marginalidad y la cárcel que
se realizan en el “Poblaciones carcelarias en Latinoamérica”5 nos alertaron en rela-
ción a la perspectiva epistemológica que sostuvo la investigación (que antes bien
asumimos como “documento político”). Decía Massimo Pavarini “no sólo el pensa-
miento reflexivo sino la producción misma de conocimiento científico para ser considerado como tal
debe ser crítico, sino no es conocimiento”.
5El título aparece en otros documentos como “Estudio Latinoamericano a Población Privada de
Libertad”.
199 En primer resulta central considerar la denominación del espacio al que pertenecen
los autores del estudio: “Centro de Estudios Latinoamericanos de Inseguridad y
Violencia (CELIV)”; y también el título de la investigación original que presentaron
en el año 2014: “Delito, marginalidad y desempeño institucional en la Argentina.
Resultados de la encuesta de presos condenados”. Sobre los elementos estructuran-
tes de este estudio corresponde realizar unos breves señalamientos:
Atendiendo al título del informe (y teniendo en cuenta que la forma en que se
titula un documento no es casual), encontramos en primer término el delito,
en segundo término la marginalidad y por último el desempeño institucional.
Se hace interesante tratar de desentrañar cómo es posible construir un objeto
7 Es importante llamar la atención acerca de los elogios que ha recibido este estudio en ciertas notas
periodísticas, en algún caso propuesto como “la primera investigación que toma la palabra de los
presos”. El GESPyDH publicó su primera investigación titulada “Voces del encierro” en el año
2000 y desde entonces ha producido conocimiento científico sostenido en la perspectiva de las per-
sonas capturadas por el sistema penal. Pero además, al recuperar el estudio de UNTREF en tal sen-
tido se valora acríticamente el uso de “la palabra de los presos” en un estudio cuya finalidad parece
ser que las personas detenidas “hablen mal” de sí mismas.
201 tina y de las condiciones de vida carcelaria.
Esta producción pretendidamente científica refuerza la construcción sesgada sobre
lo delictual caracterizando a los pobres y su “mala vida” como los únicos mentores
de la “inseguridad” y de la degradación moral. Y promueve demás la distorsión e
invisibilización de las prácticas violatorias de Derechos Humanos de miles y miles
de personas en el contexto del encierro punitivo.
En la segunda entrega de este trabajo, en 2015, el autor del prólogo llega a afirmar
que el estudio del CELIV sobre personas encarceladas “nos autoriza a dejar sugerido un
posible sobrecondicionamiento de ciertos grupos para delinquir”. Resulta llamativo que este
autor no se pregunte sobre la selectividad del sistema penal, sobre los tipos de deli-
tos y personas que selecciona el sistema penal. También dice que: “la cárcel se presenta
como una institución necesaria” y en este sentido no problematiza su existencia ni lo que
la cárcel produce. Es más, afirma que se puede corregir la cárcel, se puede mejorar,
como si la cárcel no funcionara bien así como está funcionando para los intereses
del orden social dominante. Y luego agrega: “¿seremos capaces de entablar una discusión
educada y crítica acerca de nuestras instituciones y prácticas para generar otras nuevas y mejores?”.
Nos preguntamos a qué se refiere con “discusión educada” cuando se alude a la cárcel,
el castigo y la tortura. El autor del prólogo menciona que “lejos de la civilidad del castigo
que la pena de prisión supone, entre un 20 y un 25% de los encuestados de este estudio recibió gol-
pes”. Y así abona a la interpretación del informe acerca de las torturas como prácti-
cas contradictorias con las funciones institucionales antes que como constitutivas
del gobierno carcelario.
El riesgo de estas investigaciones que pretenden producir discursos de verdad es
que dan soporte y fundamento al tratamiento de la “inseguridad” destacando la rela-
ción entre delito y marginalidad e invisibilizando a la cárcel como institución de cas-
tigo y violación sistemática de los derechos humanos. Este tipo de producciones
deberían constituirse en una señal de alarma tanto para la ciencia social en general
como para las investigaciones sociológicas en el campo del sistema penal en particu-
lar. Por ello retomamos y presentamos en este documento las reflexiones que com-
partimos en el panel de la EXPO IIGG, con el objeto de promover el debate en
torno a las posiciones epistemológicas-ideológicas que asumimos al investigar y es-
pecialmente para alertar sobre las consecuencias políticas de cada decisión que to-
mamos en el proceso.
Panel: “¿De qué lado estamos? 202
Recuperando a Howard Becker para reflexionar
sobre la investigación de lo carcelario.”
Observaciones a la investigación:
“Poblaciones carcelarias en Latinoamérica” Capítulo Argentina
(CELIV-UNTREF)
Documentos analizados (entre paréntesis se consignan las siglas utilizadas en las ci-
tas):
1. Presentación del “Estudio Latinoamericano a Población Privada de Liber-
tad” (EPPL).
2. Ficha técnica general del “Estudio Latinoamericano a Población Privada de
Libertad” (EPPL).
3. “Cuestionario para población privada de libertad” (CPPL).
4. Informe: “Delito, marginalidad y desempeño institucional en la Argentina.
Resultados de la encuesta de presos condenados” (DMDI). Junio de 2014.
5. Informe: “Condiciones de vida en la cárcel: resultados de la encuesta de dete-
nidos condenados” (CVC). Diciembre de 2015.
El diseño de investigación
Crónica de resultados anunciados
Para atender al diseño de investigación accedimos a la ficha técnica general y al ins-
trumento de relevamiento que se utilizó para realizar este trabajo. De estos docu-
mentos surge que:
El trabajo realizado en Argentina es parte de un proyecto más amplio que se aplica
en otros países de América Latina (Perú, México, Brasil, Chile y El Salvador). Este
es el capítulo “Argentina” de algo que podríamos denominar un producto
“prefabricado” ya que “el molde” o “la matriz” del trabajo, sus exigencias y expecta-
tivas provienen de quien financia la investigación, el PNUD (Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo); organismo internacional que interviene instalando deter-
minados sentidos sobre la realidad e impulsando determinas políticas. Este dato es
central porque explica lo que se menciona a continuación en relación al problema, la
metodología y las técnicas implementadas.
En el documento también se menciona que la UNTREF colaboró en el financia-
miento y que en todos los países se contó con el apoyo de las autoridades peniten-
ciarias.
En la ficha técnica general no se alude a preguntas de investigación ni al planteo de
un problema investigativo, sino a la atención de “un problema de agenda”. Es decir
que, este trabajo busca responder a lo que denominan “El escenario actual” que re-
quiere generar nuevos conocimientos sobre: la seguridad ciudadana (sin explicitar defi-
203 nición) y quienes han cometido delitos y se encuentran privados de su libertad (encarcelados).
La secuencia lógico argumentativa que se presenta es la siguiente:
A. El escenario actual requiere generar nuevos conocimientos sobre: la seguridad
ciudadana y quienes han cometido delitos y se encuentran privados de su li-
bertad.
B. Queremos contribuir a potenciar debates sobre la seguridad ciudadana, la vio-
lencia y el delito.
Ligazón
Seguridad – Violencia – Delito Presos
Técnica
8 Esta batería de preguntas identifica claramente al encuestador con los agentes penales condicio-
nando fuertemente las respuestas.
9 Podría haberse leído “sólo la mitad estuvo anteriormente en una cárcel…” y concluir lo contrario.
207 “La institucionalización anterior, especialmente antes de la mayoría de edad, es un pre-
dictor de delincuencia violenta” (pág. 34 DMDI, resaltado propio).
“Un aspecto para destacar dentro de la población carcelaria, es que el 30% se encontraba
desocupado durante el último mes antes de ser detenido” (pág. 25, CVC, resaltado
propio).
Y algo que resulta especialmente llamativo es la identificación del consumo de
alcohol o drogas como influencia para la comisión de delitos (algo que ha sido
contundentemente refutado en distintas investigaciones científicas y que contradi-
cen los propios datos que presenta el estudio).
“Se evidencia una relación entre el consumo de alcohol y/o drogas antes de la comisión de
delitos. Un tercio admite haber consumido alguna de estas sustancias en un período de seis
horas antes de haber cometido el delito” (pág. 8 DMDI, resaltado propio)10.
“El 31% de los internos dice haber consumido alcohol o drogas por lo menos 6 horas
antes de haber cometido el delito por el que lo detuvieron. Entre los recientemente deteni-
dos, esta proporción es de 42%, lo que marca la creciente influencia de los estupefacientes
en relación con la comisión de delitos”(pág. 34 DMDI, resaltado propio)11 .
“La violencia en el delito y la ingesta de drogas y/o alcohol es un tema controversial que
despierta debates académicos. El 31% de los encuestados reconoció haber ingerido drogas
y/o alcohol durante las seis horas previas a cometer el delito por el que fue detenido, pero
al compararlo por edad se observa que aquellos detenidos de menor edad han tenido mayor
nivel de consumo. Esto muestra un cambio en las generaciones de los infractores frente a la
actividad y al consumo de estas sustancias” (pág. 41 CVC, subrayado propio).12
Todas estas conclusiones se asocian lineal y exclusivamente a la población en-
cuestada, que es de personas detenidas (no se puede referir al “delito” desde la
observación de los “detenidos”) y además aquellas condenadas (que son la menor
parte de las personas detenidas). Se reconoce que no se implementaron grupos de
control, se manifiesta que no se proponen realizan análisis causales y, sin embar-
go, se hacen:
“Tanto la violencia doméstica y de género, la familiaridad (entendida como un consumo
frecuente) con el alcohol y las drogas así como el hecho que familiares y/o amigos hayan
pasado por la cárcel, están asociados a la confirmación de un esquema de socialización que
tiene que ver con ciertos aspectos de los patrones delictivos. Aunque no se establezca una
causalidad de factores de socialización temprana como la violencia, la ingesta frecuente de
alcohol y/o drogas y la presencia de conocidos con pasado carcelario, estos son muy fre-
cuentes entre la población privada de la libertad. Estos aspectos conjugados podrían ser
precursores, no sólo de la criminalidad sino también de algunas conductas delictivas como
por ejemplo la reincidencia en los delitos y la incapacidad de poder establecer nuevos cami-
nos de socialización cuando se sale de la cárcel” (pág. 17 DMDI, resaltado propio).
“Si bien no contamos con un grupo de control para poder controlar por el efecto de haber
tenido habitualidad con la cárcel, seguramente entre la población general que no está presa
mucho menos de un 10% tiene o ha tenido un familiar o conocido preso/a, mientras que
10 Podría haberse leído “sólo un tercio admite haber consumido algunas de estas sustancias…” y
concluir lo contrario.
11 Resulta llamativo que hayan encontrado personas condenadas “recientemente” detenidas.
12 No se explicita que concepto de generación utiliza y/o si se comparó estos resultados con un estu-
dio semejante realizado en un período temporal anterior (cuando los detenidos actuales de edad ma-
yor eran jóvenes) o si se tomó por dado que las edades en sí misma explican “cambios generaciona-
les”.
en la población bajo estudio el 73% sí lo tiene. Claramente, este es un factor asociado y tal 208
vez explicativo de la propensión de ciertas personas a la comisión de delitos” (pág. 24
DMDI, resaltado propio).13
“La desestructuración familiar funciona como un facilitador de ciertas conductas delictivas y,
a su vez, se asocia con mayores niveles de violencia en la adultez (…). De todos modos, cabe
señalar una observación metodológica. Este estudio no busca demostrar causalidad entre fac-
tores socio-demográficos, contextuales y/o culturales y el delito. Simplemente señala regulari-
dades y datos sugerentes que apuntan a una posible relación. Al no contar para gran parte
de la información con población de control (no detenida) ni abordar un diseño experimental,
no se puede establecer científicamente causa y efecto. Sin embargo, los hallazgos son tan ilus-
trativos y contundentes que señalan claras asociaciones entre estos factores, y que merecen ser
estudiados en profundidad” (pág. 25-26 DMDI, resaltado propio).
Sin forzar demasiado la imaginación sociológica podemos suponer los resultados de
una medición de violencia intrafamiliar, desestructuración familiar, consumo de al-
cohol y drogas y entorno delictivo (aunque en este caso de delitos que difícilmente
lleguen a las cárceles) en las clases medias y altas14. Sin embargo, el estudio no duda
en sostener la existencia de carreras delictivas y, por supuesto, endilgárselas a las
clases populares.
“Los datos revelan que los tipos de delitos varían de acuerdo a características del sujeto (sexo
y edad) y también varía de acuerdo a las características sociales. También varían de acuerdo
a la edad en que se iniciaron en la delincuencia” (pág. 37 DMDI, resaltado propio).
“Los datos analizados indican que habría situaciones de vida en la niñez más propicias
para que el entrevistado haya cometido delitos relacionados con drogas, inclusive desde antes
de la mayoría de edad” (pág. 42 DMDI, resaltado propio).
“Finalmente, es más alta la tasa de reincidencia en aquellos que provienen de un entorno
poco favorable, afectado por la violencia doméstica, la familiaridad con drogas y/o alcohol en
el núcleo familiar y con entorno delictivo. Y el 50% de los que reinciden se fueron de la casa
antes de cumplir los 15 años” (pág. 59 DMDI, resaltado propio).
El esmero del estudio por asimilar encarcelados con delincuentes –primer objetivo que
identificamos en el trabajo– es destacado en el prefacio del informe sobre
“Condiciones de vida en la cárcel”:
“(…) el estudio del CELIV nos autoriza a dejar sugerido un posible sobre-
condicionamiento de ciertos grupos para delinquir (…). Las cárceles argentinas, en efecto,
están pobladas de hombres jóvenes (el 50% tiene menos de 33 años) y poco educados (la mi-
tad ha cursado estudios solo hasta la primaria). Y la mayoría (67,5%) cometió un hecho
delictivo con anterioridad (…).” (pág. 6 CVC, resaltado propio).
15 En tanto las condiciones de vida de las personas detenidas son producidas diferencialmente como
parte del programa de gobierno intramuros la estrategia metodológica no puede ser (sólo ni central-
mente) hipotético-deductiva. Una muestra aleatoria no asegura la representación de todos los tipos
de condiciones de vida intramuros; una encuesta limita el relevamiento de información a los sistemas
de variables y categorías que el investigador operacionaliza, sesgando aquello que conocerá sobre las
“condiciones de vida” en virtud de sus preconceptos.
16 Por ejemplo en lo relativo a “actividades dentro del penal”, “conseguir beneficios”, “recibir visi-
tas”.
Operaciones involucradas en la construcción de una “realidad” carcelaria
También se equipara la violencia estatal con la violencia entre personas detenidas, se 210
ocultan o relativizan los delitos cometidos por funcionarios públicos y se diluyen
estas prácticas en la noción de “inseguridad” (que nunca se define):
“En general entre un 19% y 25% de los presos afirma haber recibido golpes. (...) Más de la
mitad respondió que las agresiones provinieron del personal penitenciario. En este sentido, no
hay diferencias importantes entre los distintos sistemas comparados. Asimismo, aproximada-
mente un tercio de los internos que fueron víctimas de golpes dijeron que fueron atacados por
otros internos. Un mínimo porcentaje prefirió no responder quien los había golpeado.” (pág.
32 CVC, resaltado propio).
“Dentro de los hechos de inseguridad, además de los golpes, el más frecuente es el robo de
pertenencias, y en menor medida el abuso sexual [no se individualiza la procedencia institu-
cional o rol de los victimarios].” (pág. 9 CVC).
“Muchos admiten que se consumen drogas en las cárceles, y que éstas provienen de afuera a
través de familiares (44%) y personal que trabaja en el penal (25%).” (pág. 9 CVC, resal-
tado propio).
calidad de los alimentos es juzgada como „mala‟ en la mayoría de los penales.” (pág. 21 CVC). “Respecto a la canti-
dad de los alimentos suministrados por la autoridad penitenciaria, la mayoría de los internos indica que es insuficien-
te” (pág. 22 CVC). Y luego concluye: “la mayoría de los presos califican de limpios los penales, y la cantidad de
alimentos es suficiente aunque la calidad sea regular”. (pág. 23 CVC, subrayado propio).
trabajo: recomponer la agónica idea de resocialización. 212
“Un aspecto para destacar dentro de la población carcelaria, es que el 30% se encontraba
desocupado durante el último mes antes de ser detenido. Dentro del penal, a estas personas,
se les presenta la oportunidad de terminar sus estudios y/o trabajar, derechos que contribu-
yen, al menos potencialmente, a revertir el círculo vicioso de la reincidencia delictiva y cárcel.”
(pág. 25 CVC, resaltado propio).
Análisis de resultados
Presos sucios, malos y feos en cárceles sanas y limpias
Los elementos que hemos señalado hasta aquí permiten reconstruir la posición epis-
temológica desde la cual se ha partido para diseñar y desarrollar este estudio
(posición que –por otra parte– no se reconoce ni explicita) y, consecuentemente, los
sentidos que produce sobre el crimen y el castigo.
El estudio de CELIV-UNTREF asume, en clave organicista, al sistema penal como
un medio para la recomposición del equilibrio ante “anomalías” sociales. Estas ano-
malías son asociadas a una minoría no integrada que viola los valores generales que
expresa el derecho penal.
Desde este punto de partida, el estudio sostiene que esa minoría tiene elementos
comunes que la diferencian de la mayoría respetuosa de la ley. A lo largo del docu-
mento, los indicadores recortados para construir a esta “delincuencia” se proponen
como incivilidades o irracionalidades: la juventud, el bajo nivel educativo, la canti-
dad de hijos/as, los antecedentes penales, un determinado “entorno delictivo”, la
desocupación y la adicción a drogas y alcohol. Esta perspectiva criminológica-
positivista (re)produce la idea de la existencia de grupos “condicionados” para delin-
quir (deducido de la posición socio-económica de las personas encarceladas) y la
selectividad penal se propone como un “error” (sesgo) que existiría además de la
predisposición de los pobres a cometer delitos.
Por su parte, la cárcel se presenta como una institución “necesaria” para hacer fren-
te a aquellas anomalías, no se problematiza su función social y lo que reconocen co-
mo “cuestionable” o “incómodo” es interpretado como un error o una falla, suscep-
tible de ser corregido. Por ello, el informe específico sobre las “condiciones de vida
en la cárcel” también se concentra en la individualización de causas sociales e indivi-
duales en el devenir “delincuente”, adjudica ciertas cualidades excluyentemente a la
población encarcelada y refuerza la imagen de violencia y “mala vida”.
Lo que promueve este estudio es, en última instancia, que aquello sobre lo que ca-
bría operar es la incivilidad y la inmoralidad de los pobres. En lo que respecta a las
condiciones de vida en la cárcel “se parte desde un piso razonable” (sic).
213
¿De qué lado estar? Versiones de la “cuestión carcela-
Criminología positivista Sociología del sistema penal
Mark Neocleous – Department of Social and Political Sciences, Brunel University London.
George Rigakos – Professor of Law, Criminology and Political Economy at Carleton University.
214
Presentación:
El texto que reproducimos a continuación emergió a partir de un libro
previo de Mark Neocleous titulado “Crítica a la Seguridad” del año
2008. En 2009, Mark Neocleous y George Rigokus comenzaron a ha-
blar de la necesidad de establecer un espacio alternativo para ayudar a
fomentar la interpelación crítica de la noción de seguridad. Como resul-
tado, en 2010 organizaron un seminario en la Universidad de Carleton
(Canadá) del cual surgió la declaración.
De acuerdo a los autores, se trata de “una provocación dirigida a cuestionar el
marco analítico de la investigación de seguridad” al tiempo que es considerado
un “proyecto político” que intenta constituirse en “un llamado a la investiga-
ción, el activismo y la participación más radicales en el proyecto por parte de otros”.
Desde el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(GESPyDH) compartimos la necesidad de cuestionar críticamente la
noción de “seguridad” y superar este concepto tanto desde el análisis
teórico como en términos políticos.
215 El propósito de este proyecto, formulado de manera sencilla, es mostrar que la se-
guridad es una ilusión que se ha olvidado que es una ilusión. Formulado de manera
menos sencilla, que la seguridad es una peligrosa ilusión. ¿Por qué “peligrosa”? Por-
que ha venido a actuar como un bloqueo a la política: cuanto más sucumbimos al
discurso de la seguridad, menos podemos decir sobre la explotación y la alienación;
cuanto más hablamos de seguridad, menos hablamos de los fundamentos materiales
de la emancipación; cuanto más venimos a compartir el fetiche de la seguridad, más
nos alienamos unos de otros y más nos volvemos cómplices en el ejercicio de los
poderes de policía.
Exponer el desarrollo de cómo llegamos aquí es el primer desafío; mostrar cuán da-
ñino ha sido esto es un desafío aún mayor; hacer estas cosas de una manera que
contribuya a una política radical, crítica y emancipatoria aún más. Pero es un desafío
que debe hacerse, y debe hacerse colectivamente. Para comenzar, entonces, noso-
tros ofrecemos las siguientes declaraciones sobre una política anti-seguridad.
Negamos todos los falsos binarios que oscurecen y reifican la problemática de la
seguridad y sirven solamente para reforzar su poder. Por tanto, rechazamos:
Libertad versus seguridad. En los trabajos de los fundadores de la tradición
liberal -esto es, los fundadores de la ideología burguesa- libertad es seguridad
y seguridad es libertad. Para la clase dominante, la seguridad siempre ha triun-
fado y siempre triunfará sobre la libertad, porque la “libertad” nunca ha sido
pensada como un contrapeso a la seguridad. La libertad siempre ha sido el
abogado de la seguridad.
Luchemos por un lenguaje político alternativo que nos lleve más allá del estre-
cho horizonte de la seguridad burguesa y sus poderes policiales.
Karl Marx
218
Presentación
A 200 años del nacimiento de Karl Marx acompañamos esta edición
con uno de sus textos menos conocidos, pero de una enorme relevancia
para el campo de estudios críticos de la sociología del sistema penal y el
castigo. Así, nos invita a una re-lectura, un siglo y medio después, de
sus aportes a la concepción compleja de la relación entre delito, sistema
penal y orden social en el marco de las sociedades capitalistas. Ayer y
hoy, vínculos que se definen mucho más allá de lo inmediatamente visi-
ble.
La titulada "Concepción apologética de la productividad de todas las
profesiones", es un texto escrito por Karl Marx entre 1860 y 1862 y edi-
tado de modo póstumo, como apéndice de "Teorías de las plusvalías".
E
219 l filósofo produce ideas, el poeta poemas, el cura sermones, el profesor
compendios, etc. El delincuente produce delitos. Fijémonos un poco más
de cerca en la conexión que existe entre esta última rama de producción y el
conjunto de la sociedad y ello nos ayudará a sobreponernos a muchos prejuicios. El
delincuente no produce solamente delitos: produce, además, el derecho penal y, con
eso, al mismo tiempo, al profesor encargado de sustentar cursos sobre esta materia
y, además, el inevitable compendio en que este mismo profesor lanza al mercado
sus lecciones como una “mercancía”. Lo cual contribuye a incrementar la riqueza
nacional, aparte de la fruición privada que, según nos hace ver, un testigo competen-
te, el señor profesor Roscher, el manuscrito del compendio produce a su propio
autor.
El delincuente produce, asimismo, toda la policía y la administración de justicia pe-
nal: esbirros, jueces, verdugos, jurados, etc., y, a su vez, todas estas diferentes ramas
de industria que representan otras tantas categorías de la división social del trabajo;
desarrollan diferentes capacidades del espíritu humano, crean nuevas necesidades y
nuevos modos de satisfacerlas. Solamente la tortura ha dado pie a los más ingenio-
sos inventos mecánicos y ocupa, en la producción de sus instrumentos, a gran nú-
mero de honrados artesanos.
El delincuente produce una impresión, unas veces moral, otras veces trágica, según
los casos, prestando con ello un “servicio” al movimiento de los sentimientos mora-
les y estéticos del público. No sólo produce manuales de derecho penal, códigos
penales y, por tanto, legisladores que se ocupan de los delitos y las penas; produce
también arte, literatura, novelas e incluso tragedias, como lo demuestran, no sólo La
culpa de Müllner o Los bandidos de Schiller, ¡sino incluso el Edipo y el Ricardo III!
El delincuente rompe la monotonía y el aplomo cotidiano de la vida burguesa. La
preserva así del estancamiento y, provoca esa tensión y ese desasosiego sin los que
hasta el acicate de la competencia se embotaría. Impulsa con ello las fuerzas produc-
tivas. El crimen descarga al mercado de trabajo de una parte de la superpoblación
sobrante, reduciendo así la competencia entre los trabajadores y poniendo coto has-
ta cierto punto a la baja del salario, y, al mismo tiempo, la lucha contra la delincuen-
cia absorbe a otra parte de la misma población. Por todas estas razones, el delin-
cuente actúa como una de esas “compensaciones” naturales que contribuyen a res-
tablecer el equilibrio adecuado y abren toda una perspectiva de ramas “útiles” de
trabajo.
Podríamos poner de relieve hasta en sus últimos detalles el modo como el delin-
cuente influye en el desarrollo de la productividad. Los cerrajeros jamás habrían po-
dido alcanzar su actual perfección, si no hubiese ladrones. Y la fabricación de bille-
tes de banco no habría llegado nunca a su actual refinamiento a no ser por los falsi-
ficadores de moneda. El microscopio no habría encontrado acceso a los negocios
comerciales corrientes (véase Babbage) si no le hubiera abierto el camino el fraude
comercial. Y la química práctica, debiera estarle tan agradecida a las adulteraciones
de mercancías y al intento de descubrirlas como al honrado celo por aumentar la
productividad.
El delito, con los nuevos recursos que cada día se descubren para atentar contra la 220
propiedad, obliga a descubrir a cada paso nuevos medios de defensa y se revela, así,
tan productivo como las huelgas, en lo tocante a la invención de máquinas. Y aban-
donado al campo del delito privado, ¿acaso, sin los delitos nacionales, habría llegado
a crearse nunca el mercado mundial? Más aún, ¿existirían siquiera naciones? ¿Y no
es en el árbol del pecado, al mismo tiempo y desde Adán, el árbol del conocimiento?
Ya Mandeville en su Fábula de las abejas (1705) había demostrado la productividad
de todos los posibles oficios, etc., poniendo de manifiesto en general la tendencia de
toda esta argumentación:
«Lo que en este mundo llamamos el mal, tanto el moral como el natural, es el gran
principio que nos convierte en criaturas sociales, la base firme, la vida y el puntal de
todas las industrias y ocupaciones, sin excepción; aquí reside el verdadero origen de
todas las artes y ciencias y, a partir del momento en que el mal cesara, la sociedad
decaería necesariamente, si es que no perece completamente.»
Lo que ocurre es que Mandeville era, naturalmente, mucho más, infinitamente más
audaz y más honrado que los apologistas filisteos de la sociedad burguesa.
221
Fuentes:
https://www.cronica.com.ar/politica/Patricia-Bullrich-pidio-terminar-con-una-policia-de-brazos-
caidos-20181204-0014.html
https://www.pagina12.com.ar/159850-licencia-para-matar
224
17 de noviembre de 2018
Comunicación ante la muerte de presos en la comi-
saría de Esteban Echeverría
Fue el estado, otra vez…
En la madrugada del 15 de noviembre se produjo un incendio en la comisaría 3ª de
Transradio de Esteban Echeverría. Debido a una serie de acciones y omisiones de
distintos agentes estatales, murieron en el momento 4 de las personas presas (Elías
Soto, Miguel Ángel Sánchez, Jeremías Rodríguez y Jorge Ramírez), y en el día de
ayer fallecieron dos personas más (Eduardo Ocampo y Juan Lavarda) quienes se
encontraban internados en grave estado.
El relato policial-oficial de los hechos fue recibido y reproducido por los diarios na-
cionales de mayor alcance. En ellos se reeditó la operación simbólica de fijar la mira-
da sobre las víctimas de la violencia estatal. Los titulares aludieron a “intento de fu-
ga”, “motín”, “brutal pelea”, diferentes expresiones que instalan la responsabilidad
del lado de los muertos. Expresiones que reeditan, reinventan, renuevan la afirma-
ción más siniestra de nuestra historia nacional: “algo habrán hecho”.
Los procesos de demonización y responsabilización de los sectores sociales más
marginalizados y empobrecidos –aquellos que son encerrados selectivamente por el
sistema penal–, permean todo el funcionamiento del sistema. Dichos mecanismos
simbólicos operan cuando se recurre, de manera excluyente, al encierro. Se privilegia
la segregación y el castigo por sobre los derechos y la vida de quienes son captura-
dos/as por el sistema penal. El encierro en comisarías a raíz de la “falta de cupo” en
las cárceles bonaerenses da cuenta de este funcionamiento.
Según datos aportados por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), actual-
mente hay 3500 personas encerradas en comisarías de la Provincia de Buenos Aires.
El encierro punitivo en comisarías es una práctica regular y sistemática que eviden-
cia la intervención de distintas agencias estatales en la producción de muerte. Como
señaló la CPM: la muerte de 6 personas en la comisaría 3ª de Esteban Echeverría
“no se trata ya de un hecho aislado o de un accidente inesperado”, entre 2016 y
2018 –solo en dos años– se produjeron “56 muertes bajo custodia del Estado en las
comisarías”.
Sin embargo, esta no es una práctica novedosa de los últimos años, sino que reco-
noce una persistencia histórica. Los distintos gobiernos han recurrido al encierro
degradante e indigno en calabozos y “leoneras” policiales violando la Constitución
Nacional y la normativa nacional e internacional en materia de Derechos Humanos.
En este despliegue ilegal de las agencias del sistema penal debe leerse el hecho de
que la comisaría 3ª de Transradio estaba en funcionamiento a pesar de que el Juzga-
do de Garantías 2 de Lomas de Zamora había dictado una orden de clausura que
inhabilitaba los calabozos y exigía al Ministerio de Seguridad de la Provincia que los
desalojara de manera urgente y trasladara a las personas allí detenidas.
Frente a todo esto….Una vez más, decimos….FUE EL ESTADO.
Desde el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(GESPyDH) repudiamos la producción activa de muertes por parte del Estado que
se renueva cada vez que los operadores judiciales ordenan encerrar personas en co-
misarías, y exigimos que se investiguen las múltiples responsabilidades estatales en
estos hechos (políticas, judiciales, policiales y todas aquellas agencias involucradas).
225
26 de julio de 2018
No a las Fuerzas Armadas
No a la militarización del espacio social
Ahora y siempre
El GESPyDH expresa su profundo repudio y rechazo a la política del Gobierno del
Presidente Mauricio Macri, que le otorga facultades e incumbencias a las Fuerzas
Armadas en cuestiones de seguridad interior. Esta política de militarización de la
seguridad interior ha sido siempre denunciada por el GESPyDH desde su anterior
impronta en el año 2011, cuando fuerzas de carácter militar como Prefectura Naval
Argentina y en particular Gendarmería Nacional Argentina fueron afectadas a pro-
gramas y planes que contemplaron (y siguen contemplando) acciones de control
territorial en pos de la prevención y represión del delito en amplias zonas urbanas
de nuestro país, pero especialmente en las zonas empobrecidas.
Y también denunciamos la “habilitación” a las Fuerzas Armadas a participar ante
“amenazas externas”, provenientes no de otros Estados, sino sobre accionar de
“delitos” como narcotráfico, trata de personas y contrabando, al habilitar al Ejército
y a la Fuerza Aérea, junto con la Prefectura y Gendarmería, en el denominado Plan
de Seguridad Escudo Norte y el Programa Operativo Fortín II, también creado en
el año 2011 por el -por entonces- flamante Ministerio de Seguridad de la Nación.
En 2018, el decreto del Presidente Macri recupera, profundiza y avanza en una polí-
tica de militarización del espacio social comenzada por el gobierno anterior en 2011
y que, en nombre de la cuestión securitaria, convoca aún más activamente a las
Fuerzas Armadas a tareas de control social interno. Desde siempre, el
“protagonismo” de las Fuerzas Armadas ha representado para el pueblo argentino la
represión, muerte, tortura y genocidio.
De ello es testigo nuestra historia. En el nombre de miles y miles de víctimas de
“nuestras fuerzas armadas”, desde el GESPyDH decimos que REPUDIAMOS Y
RECHAZAMOS su participación en planes, programas y acciones de inteligencia
en cuestiones de seguridad interna y menos aún, en cuestiones de “orden”. No a las
fuerzas armadas. NO A LA MILITARIZACIÓN DEL ESPACIO SOCIAL.
AYER, HOY Y SIEMPRE.
226
24 de Marzo de 2018
A 42 años del golpe genocida
impunidad a los genocidas:
una política de Estado del Gobierno de Macri.
Los actos perversos del Sr. Ministro
El señor Ministro de Justicia Garavano, promotor de la baja de edad de imputabili-
dad y legitimador de la pena de muerte sumaria y extrajudicial de presuntos delin-
cuentes a manos de la policía ha pergeñado una nueva iniciativa: liberar a los genoci-
das de la dictadura utilizando como rehenes de intercambio a los/as presos/as po-
bres apilados en las cárceles. No se puede interpretar de otro modo una lista de can-
didatos a medidas alternativas a la prisión que iguala, por ejemplo, a una mujer em-
barazada que cumple una pena corta por un delito no violento con el genocida
mundialmente famoso: Alfredo Astiz.
Los que legitiman esta política de Estado, política de impunidad y no de derechos,
tal como la Señora Graciela Fernández Meijide, entre otros, igualan estas dos situa-
ciones en el derecho que asiste a unos y a otros. A estas personas hay que recordar-
les que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles porque son de acción
continua. Sin duda, discursos “perversos” que avalan acciones perversas. Cada día
que estos delincuentes genocidas mantienen su silencio sobre el paradero de los des-
aparecidos y de los niños que les robaron, esas personas vuelven a ser secuestradas
por más que sus verdugos estén presos.
La igualación que realiza el Señor Ministro como si se tratara de cuestiones de técni-
ca criminológica penitenciaria desprovista de toda intencionalidad política es un acto
perverso mayúsculo. Sólo para contrastar, en Alemania recientemente murió en un
hospital, a los 96 años, el nazi de las SS Oskar Gröning, el contador de Auschwitz,
quien se encontraba encarcelado desde el año 2015, fue detenido y juzgado a los 92
años por ser partícipe necesario de los asesinatos cometidos en aquel campo de con-
centración.
La propuesta del Señor Ministro tiene como excusa la sobrepoblación carcelaria en
el ámbito del Servicio Penitenciario Federal, un hecho irrefutable que viene siendo
denunciado hace años por distintos organismos de derechos humanos. Organismos
de derechos humanos y de control que pueden acercar propuestas acerca de los co-
lectivos que deberían ser incluidos en listados de acceso a penas alternativas: muje-
res embarazadas, mujeres con hijos pequeños, varones y mujeres jóvenes adultos/
as, varones y mujeres con discapacidad, enfermos terminales, imputados de delitos
de insignificancias, por drogas o contra la propiedad sin ejercicio de violencia, de
estos colectivos están colmadas las cárceles federales, algunos procesados otros con-
denados y condenadas a penas de 6 meses, 1 año o 3 años. Todo indica que con
contención y asistencia social brindada por el Estado deberían “gozar” de esas me-
didas alternativas.
Esta sobrepoblación no está siendo producida por la cantidad de genocidas encarce-
lados. Estos apenas llegan a 235 en el Servicio Penitenciario Federal según lo infor-
ma en su propio sitio de internet. (No es una novedad que buena parte -de los ya de
por sí pocos genocidas juzgados- cumplen las penas en sus casas). Ninguno de estos
detenidos genocidas en cárceles federales a cargo del Sr. Ministro viven en las condi-
ciones degradantes en las que están la mayoría de los presos y presas, por el contra-
rio aunque estén en cárcel común, nada tienen en común con la vida de los miles de
227 presos y presas pobres de toda pobreza: hambreados, encerrados durante horas en
celdas de 2 por 1 metros, obligados a comer y dormir con sus excrementos y orines,
sin atención médica, en cárceles a miles de kilómetros de sus familias, golpeados,
maltratados y degradados.
No Señor Ministro, no son los delincuentes genocidas los que hacen rebalsar las
cárceles de presos, no hay ninguna necesidad de postularlos para penas alternativas.
Plantear las cosas en esos términos es otro acto perverso.
Durante el año 2017 su gobierno propuso y sancionó, buena parte de la oposición
lo acompañó, dos leyes que harán rebalsar las cárceles una y otra vez: la reforma de
la ley de ejecución de la pena, que limita el acceso de la mayoría de los presos a la
libertad condicional, y la ley de flagrancia, que acelera los tiempos procesales y per-
mite la producción de condenas en serie. O sea una ley que retiene personas en las
cárceles y otra que le provee prontamente de nuevos detenidos y detenidas. Señor
Ministro no se puede ser punitivista y humanitario a la vez, la sola inclusión de los
genocidas en esas listas desnuda la hipocresía de sus propósitos y otra vez, se pre-
senta como un acto perverso.
Según datos del propio Servicio Penitenciario Federal hay más de 700 presos y pre-
sas cumpliendo penas de menos de tres años, la proporción de presos/as condena-
dos que cumplen estas penas cortas viene creciendo sostenidamente desde al menos
5 años pero en los últimos dos se duplicó. Detenidos por hurtos y robos, general-
mente en grado de tentativa, cometidos sin violencia, por tenencia de drogas, se tra-
ta de personas en situación de calle, adictos que roban o venden drogas al menudeo,
ladrones ocasionales con penas alternativas declarados en rebeldía por no cumplir
con formalidades judiciales, enfermos siquiátricos que los hospitales expulsan, son
algunas de las historias de estos pobres entre los pobres, para estas personas: la cár-
cel. La cárcel más dura, la más difícil de sobrellevar, la miseria los ha dejado sin fa-
milia, sin amigos, solos en la peor de las cárceles, sin nadie que les acerque un ali-
mento para soportar el hambre por la escasa comida que les da el penal, sin asisten-
cia médica, sin remedios, sin nadie que les provea la ropa o la manta que no les da la
cárcel, a oscuras porque nadie les puede comprar una lamparita, denigrados y degra-
dados; violentados y maltratados.
Estos 700 presos y presas pobres, que no han robado niños, que no han desapareci-
do personas, que no han torturado ni violado, súmelos a la lista de candidatos para
penas alternativas, propóngales a los jueces que les eviten la cárcel y provéales de
ayuda social. Y saque tranquilo a los genocidas de su lista, porque de todos modos le
va a sobrar lugar en las cárceles, para ellos y para los que están penando en sus ca-
sas.
Incluso podrá cerrar alguna cárcel sin necesidad de construir nuevas y que los em-
presarios hagan negocios construyendo escuelas y hospitales, y de paso evítenos a
todos y todas, el oprobio de ver salir a los genocidas por las calles manteniendo su
pacto mafioso de silencio.
228
Marzo 2018
La represión mata.
No a la pena de muerte
Desde el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(GESPyDH) expresamos, una vez más, que el Estado mata y lo hace construyendo
su propia impunidad. El caso de Santiago Maldonado es un claro ejemplo, un accio-
nar represivo desplegado por la Gendarmería y dispuesto por una orden judicial es
lo que causa su muerte. La persecución, aún en predios no autorizados para el ingre-
so de la Gendarmería, fue la clave para que esta muerte sea una clara consecuencia
del accionar represivo del estado. El gobierno tiene la obligación de no ejercer nive-
les de violencia que impliquen posibles consecuencias letales contra la ciudadanía, y
más aún, en el marco de la protesta social. Pero quizás el caso Maldonado no termi-
naba de dar cuenta de los alcances -aunque el discurso de la Ministra Bullrich no
dejaba dudas- de la decisión gubernamental de matar a quienes enfrenten a las fuer-
zas de seguridad, aún en el marco de estrategias defensivas ante las acciones represi-
vas.
El homicidio de Rafael Nahuel por agentes de Prefectura Naval fue el caso que con-
firma que las fuerzas de seguridad están legitimadas para matar, y que ello es parte
de una política de Estado del presidente Macri, que ejecuta su Ministra de Seguri-
dad. Matar por la espalda, un homicidio cobarde que suele ser, además de castigado
con el máximo de las penas, “sancionado moralmente” cuando es entre
“delincuentes” pero sin embargo se “celebra como un acto de heroísmo” cuando lo
ejerce un agente de cualquier fuerza de seguridad contra una persona claramente
indefensa.
Esta doble vara quedó evidenciada en el caso del joven Juan Pablo Kukoc, quien fue
asesinado una vez que ya estaba neutralizado, y que a posteriori de su muerte fue
revictimizado a través de un último acto de irrefutable violencia simbólica, cuando
el Presidente de la Nación recibió al policía local de Avellaneda Luis Chocobar, eje-
cutor del acto material de la muerte mediante un tiro por la espalda. Juan Pablo Ku-
koc portaba un cuchillo, y para el momento de la ejecución ya había sido neutraliza-
do por los vecinos. No se trató de un “enfrentamiento”, se trató de una ejecución.
El Estado, y sus “ocupantes” en los puestos de gobierno tienen la responsabilidad
política y el deber constitucional de instrumentar estrategias que contrarresten situa-
ciones de violencia en el marco del delito, pero que apunten a “recuperar”,
“resocializar”, “reeducar” o “rehabilitar”. En el caso de Kukoc, el Estado fracasó en
las oportunidades en que éste había estado privado de libertad en institutos de
“menores”.
Sin embargo, este “fracaso” no es un pasaporte hacia la ejecución, no lo habilita a
matar. El oficial Chocobar se queja de haber sido imputado y procesado por homi-
cidio agravado por la utilización de un arma de fuego en exceso en el cumplimiento
de un deber; debería agradecerle a ese juez que no lo imputó solo por homicidio
simple porque el exceso en el cumplimiento de su deber no debería encuadrarse en
una persecución y tiro por la espalda mientras la víctima corría hacia adelante y por-
taba un cuchillo, con remate cuando ya estaba reducido, ¿eso es un exceso en el
cumplimiento de su deber?. Chocobar y Macri no deberían reprocharle nada al juez,
lo hechos hablan por sí solos.
Y más aún, después de ratificada la imputación y el procesamiento por la Cámara de
Apelaciones, el presidente Macri vuelve a cargar contra la “justicia” y los camaristas,
y lo hace amparándose en su calidad de “simple ciudadano”, sensibilizado por la
229 inseguridad. Este acto de demanda de impunidad por parte del Presidente, en defi-
nitiva no es más que otra provocación que desnuda la voluntad de demagogia puni-
tiva claramente promovida desde gran parte de la “clase” política.
Y en esta línea de cumplimiento con las ejecuciones sumarias, la “orden de fuego”
fue para un oficial del Grupo GEO que también ejecutó por la espalda a un adoles-
cente, Fabián Exequiel Enrique, de dos tiros a falta de uno, con el “argumento” que
le había querido robar el celular. Aun confiriendo verosimilitud a la versión policial,
debe sorprender su desproporción: el bien jurídico celular (cosa) nunca puede equi-
parar el valor del bien jurídico vida. El oficial del grupo GEO -del cual no ha tras-
cendido el nombre a través de los medios de comunicación- es un agente estatal con
una (¿teórica?) formación profesional que le suministra herramientas y conocimien-
to de cómo proceder, conociendo qué acciones son posibles de ser realizadas en el
marco de la ley, y cuáles no. Sin embargo, asesinó a Fabián Exequiel Enrique por la
espalda y con dos tiros. Como agravante, no existen testigos que puedan corroborar
la versión policial. A falta de elementos, se revictimiza a la víctima, se enumeran sus
antecedentes y los atributos de una “mala vida”, aun cuando se aclara que al mo-
mento de su asesinato estaba desarmado.
A estas y tantas otras, se suma la de ese niño de 12 años, Facundo Ferreira, asesina-
do en un supuesto enfrentamiento con un tiro en la nuca por personal de la policía
de la provincia de Tucumán: por la nuca, si, una vez más, por la espalada. A su com-
pañero, que salvó la vida, le rozó una bala en la cabeza, otra bala destinada a matar.
Parece que la propuesta de abordaje del Estado nacional y, en este caso, el provin-
cial, para niños de tan solo 12 años, problemáticos e incluso etiquetados de
“violentos”, es matarlos. Ningún funcionario nacional condenó este hecho, ni si-
quiera “reflexionó” sobre la situación de la infancia marcada por la violencia de la
desigualdad y la ausencia y/o deficiencia de políticas sociales de “inclusión” social y
sus “consecuencias”.
El homicidio policial es celebrado como “combate contra la inseguridad” y los tiros
por la espalda como heroísmo. Ese es el “cambio de doctrina del Presidente Macri”
que protege a las fuerzas de seguridad, legitimando una pena de muerte policial.
Matan, por la espalda, los respalda el Presidente, la Ministra, el Jefe de Gabinete y
tantos otros integrantes del gobierno. Y después, una vez allanadas las condiciones
de enunciación, aparece el asesor presidencial Duran Barba diciendo “nuestras encues-
tas dicen que la mayoría de la gente pide la pena de muerte”1; ¿Qué encuestas Señor Barba?
¿Cuándo las mandó a hacer? ¿Por qué? ¿Para qué?: para después de matar decir que
es “lo que la gente quiere”. La mayoría de nosotras y nosotros estamos formados en
sociología, nos interesan esas encuestas, sus resultados, las muestras utilizadas, la
validez, la representación, dónde las aplicó y sobre todo conocer a los profesionales
que las diseñaron, aplicaron y luego analizaron, obteniendo esa información. Sola-
mente así podemos validar -o invalidar- los resultados. Todas las encuestas realiza-
das hasta el presente han dado resultados bien diferentes2, diferenciando la demanda
de seguridad de la demanda de punición y poniendo en duda el “consenso puniti-
vo”.
Los invitamos a ellos y a “su encuesta” y porque no, a usted también, a debatir so-
bre la pena de muerte y sobre su encuesta, ponemos a disposición nuestra unidad
académica, la Faculta de Ciencias Sociales de la UBA, en un aula, en el auditorio,
donde usted y sus profesionales se sientan más cómodos, esperamos que participen
1 https://www.lanacion.com.ar/2107094-jaime-duran-barba-la-inmensa-mayoria-de-la-gente-quiere-
la-pena-de-muerte
2 Al respecto, véase http://observatoriojovenesiigg.sociales.uba.ar/2018/02/10/pena-de-muerte-no-
Especialistas que estuvieron el jueves en la última reunión de debate promovida por el Gobierno
manifestaron sus reparos sábado 25 de febrero de 2017
http://www.infobae.com/politica/2017/02/25/el-gobierno-ya-no-buscara-bajar-la-edad-de-
imputabilidad/
4 Al final, el Gobierno no impulsará una baja en la edad de imputabilidad. Había anunciado que la
fijaría en 14 años. Pero la comisión creada por el Ministerio de Justicia para debatir el régimen penal
de menores lo rechazó. Era central, admitieron. 25/02/2017 – 01:01Clarin.com
5 El Presidente hablará sobre la importancia de dar la discusión en su discurso ante la Asamblea Le-
gislativa. http://www.infobae.com/politica/2017/02/25/el-gobierno-ratifico-su-proyecto-para-bajar
-la-edad-de-imputabilidad/ sábado 25 de febrero de 2017
6 Será uno de los ejes en su discurso en la Asamblea Legislativa. http://
www.lanacion.com.ar/1987968-mauricio-macri-anunciara-la-baja-en-la-edad-de-imputabilidad-el-
proximo-miercoles SÁBADO 25 DE FEBRERO DE 2017
235 en particular del propio Ministro Garavano, convocar para promover consensos y
luego desconocer los mismos, logrados además por amplia mayoría. Una vez más,
un profundo desprecio por lo mejor de la política: la discusión fundada, el debate, el
respeto a las diferencias y la construcción de consensos por mayoría.
Convocamos a todos los actores que se manifestaron en contra de la baja a repudiar
la decisión de gobierno de presentar el proyecto de ley desconociendo los consensos
y los resultados alcanzados en el marco del trabajo en las comisiones, así como tam-
bién convocamos a todas las organizaciones sociales, organismos de derechos hu-
manos, sectores políticos, académicos y profesionales a profundizar la lucha,
NO A LA BAJA
Convocatoria para el Nº6 de CESPyDH
Recepción de trabajos: Remitir 1 (una) copia digital vía e-mail al: Grupo de Estu-
dios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (GESPyDH) Instituto de Investiga-
ciones Gino Germani Facultad de Ciencias Sociales. E-mail: gespydh@gmail.com
Pautas editoriales
ESPECIFICACIONES EDITORIALES
Artículo
• Consignar en primer lugar el título del artículo respetando:
• Tipo de letra: Arial negrita
• Tamaño de letra: 11
• Primera letra mayúscula y el resto minúscula (según corresponda)
• Sin entrecomillar
• Sin subrayar
• No colocar punto final
• Texto Centrado
Ejemplo:
Historia de la locura en la época clásica
• Consignar a un espacio del título Nombres y Apellidos completos del/la autor/a
respetando:
• Tipo de letra: Arial cursiva 238
• Tamaño de letra: 11
• Mayúsculas y minúsculas (según corresponda)
• Alineado a la derecha
• En caso de más de un/a autor/a consignar uno/a debajo del otro/a sin dejar es
pacio
• Consignar por cada autor/a en un pie de página (ver especificaciones para las no-
tas al pie): profesión, pertenencia institucional, país de la institución de ads-cripción,
correo electrónico
• Ejemplo:
Carlos Motto2
2 Licenciado en Sociología, Universidad de Buenos Aires, Argentina, motto-
ce@gmail.com
• Se deberá incluir posterior a los nombres de los autores, un resumen del artículo
en español de hasta 250 palabras.
• Posterior al resumen en español se deberá incluir palabras clave del artículo en ese
mismo idioma.
• Se deberá incluir posterior al resumen y palabras clave en español, un resumen en
inglés (abstract) del trabajo de hasta 250 palabras.
• Posterior al resumen se deberá incluir palabras clave en inglés (keywords) del ar-
tículo.
• Los subtítulos deben consignarse respetando:
• Tipo de letra: Arial subrayada
• Tamaño de letra: 11
• Primera letra mayúscula y el resto minúscula (según corresponda)
• Sin entrecomillar
• Sin numerar
• Alineados a la izquierda
• No colocar punto final
• Ejemplo:
El mundo correccional
• Las notas deben ir a pie de página, de acuerdo a lo siguiente:
• Formato de número: 1, 2, 3…
• Numeración: continua
• Tipo de letra: Arial
• Tamaño de letra: 9
• Texto justificado
• Ejemplo4
• Las citas textuales deben consignarse respetando:
• Entrecomillar
• Tipo y tamaño de letra: Arial 11 (letra normal)
• Las citas textuales que excedan las cuatro líneas deben ir fuera del texto en párrafo
aparte (separadas del cuerpo por un espacio). Se deben componer a espacio simple,
sin comillas y en letras redondas tamaño 10. Deben ir con márgenes adicionales
239 (derecho e izquierdo) de 1 centímetro.
• Las citas dentro de citas deben encerrarse entre comillas simples.
• Ejemplos:
a) En palabras de Foucault (2000:17), el castigo “tenderá, pues, a conver-
tirse en la parte más oculta del sistema penal”.
b) En este sentido, podemos concluir con Daroqui (2001:5) en que
Reseñas
Especificaciones generales ídem Artículo.
Encabezamiento de datos bibliográficos según este orden:
• Alineación: margen izquierdo
• Autor de texto reseñado: Apellido, Nombre completo en letra redonda negrita (no
colocar punto final.
• Debajo, sin espacio: Título. Subtítulo, en letra redonda negrita (no colocar punto
final)
• Debajo, sin espacio: Lugar de edición, Editorial, año, nº de páginas (pp)
• Debajo, sin espacio: ISBN Nº
• Debajo, a un espacio, margen derecho, autor de la reseña: Nombre y apellido
• Debajo, sin espacio: Lugar/Institución de trabajo
Ejemplo:
Murillo, Susana
Colonizar el dolor. La interpelación ideológica del Banco Mundial en
América Latina. El caso argentino desde Blumberg a Cromañón
Buenos Aires, Clacso, 2008, 368 pp.
ISBN 978-987-1183-90-6.
Ana Lucía Grondona
Facultad de Ciencias Sociales, UBA.
Secciones
• Especificaciones generales ídem Artículo.
• Título: alineación margen izquierdo
• Debajo, a un espacio, margen derecho: Nombre y apellido del autor
Referencias bibliográficas 240
La bibliografía debe consignarse al final del artículo, por orden alfabético, respetan-
do el formato APA.
• Referencias bibliográficas para citas dentro del cuerpo del texto con el siguiente
formato:
• Citas no textuales (Apellido del Autor, Año). Por ejemplo: (Foucault, 1992)
• Citas textuales (Apellido del autor, Año: Página). Por ejemplo: (Foucault,
1992:23)
• Las referencias deben colocarse después del signo de puntuación, en los casos que
así se requiera.
• En caso de usar fuentes de Internet debe mencionar el autor, página web, link di-
recto, y día, mes y año en que se efectuó la consulta.
• Si se desea poner en relieve algún texto, éste debe ir en cursiva. No utilizar negri-
ta ni subrayado.
• Figuras, gráficos e ilustraciones: deberán ir numeradas consecutivamente con nú-
meros indoarábigos (p.e. Figura 1, Figura 2) bajo la figura. Asimismo, éstas deberán
enviarse en archivo separado en alta resolución y numerados según el orden en el
que deban aparecer en el texto, con indicación clara de su ubicación en el cuerpo del
texto.
27 mayo 1929
G RUPO DE E STUDIOS
S OBRE S IS TEMA P ENAL
CESPyDH — 5 Y D ERECHOS H UMANOS