CESPyDH 5

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 243

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/351297964

Comentario al libro: La cantidad de pena en el tiempo de prisión. Sistema de la


medida cualitativa de Pablo Vacani

Article · January 2018

CITATIONS READS

0 34

2 authors, including:

Marcos Caffarena
Universidad de Buenos Aires
5 PUBLICATIONS   0 CITATIONS   

SEE PROFILE

All content following this page was uploaded by Marcos Caffarena on 04 May 2021.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


CESPyDH — 5
A ÑO V – N°5 D ICIEMBRE DE 2018

G RUPO DE E STUDIOS
S OBRE S IS TEMA P ENAL
Y D ERECHOS H UMANOS
C UADERNOS DE
ESTUDIOS SOBRE
SISTEMA PENAL Y
DERECHOS HUMANOS
CESPyDH — 5
A ÑO V - N°5
D ICIEMBRE DE 2018

Ilustración de tapa:
La Protesta suplemento 328
30 mayo 1930

ISSN 1853-287X
Cuadernos de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(CESPyDH) es una revista de ciencias sociales de publicación periódica,
editada por el GESPyDH (Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y
Derechos Humanos), radicado en el Instituto de Investigaciones Gino
Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires. Publica trabajos y estudios abordados desde las ciencias sociales sobre
las distintas agencias del sistema penal, con los objetivos de problematizar su
relación con los derechos fundamentales de las personas y generar un espacio
de debate, intercambio y difusión de conocimiento sobre dichas temáticas.

Grupo de Estudios Sobre Sistema Penal y Derechos Humanos


Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires
Dirección postal: Pte. J. E. Uriburu 950, 6° piso,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, CP C1114AAD,
Tel. (54) (011) 4508-3800
gespydh@gmail.com

http://gespydhiigg.sociales.uba.ar/

https://www.facebook.com/gespydh

https://www.youtube.com/channel/UCEIGyaArTeTKmFEyincqMUA/feed

https://vimeo.com/user30277710

Directoras
Alcira Daroqui (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Silvia Guemureman (IIGG, FCS, UBA, Argentina)

Comité Editorial
Andersen, Jimena (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
López, Ana Laura (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Motto, Carlos (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Calcagno, Ornela (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Tellería, Florencia (IIGG, FCS, UBA, Argentina)
Conti, Sofía (IIGG, FCS, UBA, Argentina)

En este número
Coordinación y Edición: Ana Laura López
Diagramación y Edición: Carlos Motto
Índice 4
Presentación Editorial
Alcira Daroqui - Silvia Guemureman: …………………………… 7

Artículos
David Barrios Rodríguez: Laboratorio de guerra urbana: Río de
Janeiro en el siglo. .……………………………………..… 24
Carlos Ernesto Motto: La Gendarmería Nacional Argentina y el
desarrollo solapado en el país de la militarización de la seguri-
dad interior. …………………………………………..… 44
María Soledad Ballesteros: El “encierro sobre el encierro”. La
gestión de las poblaciones “conflictivas” en el siglo XXI. La
experiencia del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza. ….....… 72

Resultados de investigación
Florencia Tellería: El gobierno neoliberal de la marginalidad urba-
na. Los resultados de las políticas de seguridad del Ministerio
de Seguridad de la Nación (2010-2016) con relación a las
fuerzas de seguridad federales. …….…….……..…………..… 98
Franco Palermo: Deconstrucción de la construcción del dato: defi-
ciencias y ausencias en la Justicia Penal Juvenil de Mendoza. …..... 116

Avances de investigación
Ornela Calcagno: El gobierno policial de la pobreza urbana en la
Ciudad de Buenos Aires: algunas aproximaciones para cons-
truir un problema de investigación. …...…………………..… 138

Desafíos en la investigación de las agencias de control social pe-


nal: la construcción de problemas
Presentación de la sección. …….…………………………..… 155
Diego Pacheco: La construcción de un protocolo de investigación
sobre las agencias de control social penal: un ejercicio para
desarticular el sentido común. ……………..……………..… 156

Perspectiva estadística
Ana Laura López: Actualización estadística 2018. ……….……..… 160
5 El Poder Ubuesco
Presentación de la sección: La soberanía grotesca o ubues-
ca: un homenaje a Alfred Jarry y a Michel Foucault. .……172
Videoconferencia: salud mental y reducción de costos. …………173
Crimen organizado I: la lucha contra el narcotráfico. ……….…174
Crimen organizado II: la mafia del chipá. ………………..……174

Comentarios de libros
Marcos Caffarena y Julia Palladino: La cantidad de pena en el
tiempo de prisión. Sistema de la medida cualitativa
(VACANI, Pablo Andrés, 1ed. - Buenos Aires, Ad-Hoc,
2015). ..……….….………………………………..… 176

Documentos para el debate académico y político


Diego Luna: Algunas anotaciones sobre el trámite parlamentario de
la Ley 27.375 de reformas a la Ley de Ejecución de la Pena
Privativa de Libertad. ……………………………..… 184
GESPyDH - María Jimena Andersen (compiladora): “¿De
qué lado estamos? Recuperando a Howard Becker para refle-
xionar sobre la investigación de lo carcelario”. Observaciones a
la investigación: “Poblaciones carcelarias en Latinoamérica”
Capítulo Argentina (CELIV-UNTREF). …………..… 196
Mark Neocleous y George Rigakos: Anti-Seguridad: una decla-
ración ..……….….………………………………..… 214
Karl Marx: Concepción apologética de la productividad de todas las
profesiones. ...……….….…………………………..… 218

Presencia en la actualidad
Comunicados ……..…….….…………………………..… 222

Convocatoria para el Nº6 de CESPyDH


Normas generales ……….….…………………………..… 236

Sobre las ilustraciones de este número del CESPyDH


La ilustraciones presentadas en este número en: Tapa y páginas (6 - 43 - 71 - 97 -
137 - 154 - 171 - 183 - 241) son extraídas de los Suplementos de “La Protesta”.
Pertenecen a la colección documental del CeDInCI (Centro de Documentación e
Investigación de la Cultura de Izquierdas). Accesibles en línea en:
http://americalee.cedinci.org/
6

La Protesta suplemento 323


15 marzo 1930
Presentación del quinto número de los
Cuadernos del GESPYDH

Alcira Daroqui y Silvia Guemureman

Estas líneas tienen por objeto presentar el Cuaderno (CESPyDH) N°5, cuya coordi- 7
nación editorial y de contenidos1 ha estado a cargo de dos integrantes del
GESPyDH, Carlos Motto y Ana Laura López, quienes a su vez han participado co-
mo autores. En el caso de Carlos Motto con un artículo de fondo y en caso de Ana
Laura López, a través de la producción de dos de las secciones permanentes de esta
publicación: Lo Ubuesco y Perspectiva Estadística. Y claro está, el resto de los y las
integrantes del GESPyDH2 colaboraron y participaron en diferentes instancias de
este proceso editorial en cuanto a la consulta sobre contenidos, material fotográfico,
definición de tipo de diseño, contacto y convocatoria a los autores y autoras, revi-
sión y corrección de artículos, traducciones, etc.
La decisión de hacer esta publicación en formato digital nos permitió trabajar más
libremente en cuanto la incorporación de contenidos, extensión de artículos y rigi-
dez de estructura, dado que ha permitido la creación de secciones nuevas. Entre el
último número editado y el que estamos presentando pasaron tres años, a lo largo
de los cuales hicimos acopio de una gran cantidad de material de elaboración propia,
esto es, producido por los y las integrantes del GESPyDH, así como también fueron
producto de otros espacios académicos-institucionales con los que hemos realizado
intercambios y debates durante este período.
Este número reconoce un proceso de construcción que recupera los procesos de
investigación individuales y colectivos del GESPyDH y se nutre de diversas activi-
dades de investigación, intercambio académico y transferencia en las que hemos in-
tervenido en carácter de organizadores, participantes o asistentes, y en las que he-
mos propuesto trabajar y debatir perspectivas teóricas, metodológicas y también
políticas con otros colegas y referentes, tanto de espacios académicos como de orga-
nizaciones sociales y de derechos humanos, con el claro objetivo de avanzar y pro-
fundizar el pensamiento y la reflexión crítica acerca de la “ecuación imposible” entre
sistema penal y derechos humanos.
En este sentido, nos parece importante compartir con los lectores el camino recorri-
do por el GESPyDH durante estos últimos tres años transcurridos desde el anterior
número de los Cuadernos, presentando una síntesis de lo que hemos trabajado en
materia de investigación, transferencia y divulgación, y aunque sabemos que el ca-
rácter sumario implicará la ausencia de múltiples y variadas actividades y produccio-
nes que quedarán por fuera de esta presentación, al menos dejará plasmadas aquellas
que han hecho posible la publicación de este Cuaderno N°5 (CESPyDH).
Así, el recorrido que proponemos comienza, como siempre, con la investigación

1 La Coordinación editorial y de contenidos implicó: definición sobre secciones y contenidos, el dise-


ño gráfico, el de imágenes y la corrección de textos y de estilo.
2 En este número colaboraron en las diferentes actividades mencionadas María Jimena Andersen,

Florencia Tellería, Ornela Calcagno, Sofía Conti y Alcira Daroqui.


8 colectiva que estructura la participación de todos los integrantes del GESPyDH, nos
referimos a la Convocatoria UBACyT que para el período 2017-2020 nos encuentra
trabajando en el proyecto “Políticas punitivas sobre la excedencia social en la Ciu-
dad de Buenos Aires. Observatorio de prácticas del sistema penal en la administra-
ción del castigo y la violencia estatal”3.
Las dimensiones se agrupan en campos temáticos centrados en las agencias del sis-
tema penal, presente en los objetivos del proyecto y que se traducen en indagaciones
y análisis acerca del policiamiento territorial de los últimos veinte años, la militariza-
ción de las policías, los procesos de “pacificación” de determinados “territorios so-
ciales” y con ello, por supuesto, la consecuente interpelación a la “cuestión securita-
ria” que tendrá un espacio reflexivo relevante en este número de los Cuadernos. En
cuanto a la agencia judicial, nos hemos concentrado en el avance del punitivismo
judicial en cuanto a la identificación y análisis de una política condenatoria expansi-
va, en particular en cuanto a la aplicación de condenas cortas por delitos de baja in-
tensidad -en términos securitarios- y una práctica judicial-penitenciaria direccionada
hacia la “retención y permanencia” -incluso por fuera de los límites que la ley pres-
cribe- de miles de personas en el encierro carcelario.

Las dimensiones se agrupan en campos temáticos centrados


en las agencias del sistema penal, presente en los objetivos
del proyecto y que se traducen en indagaciones y análisis
acerca del policiamiento territorial de los últimos veinte
años, la militarización de las policías, los procesos de
“pacificación” de determinados “territorios sociales” y con
ello, por supuesto, la consecuente interpelación a la
“cuestión securitaria” que tendrá un espacio reflexivo
relevante en este número de los Cuadernos.

En el aspecto de la administración de justicia, hemos focalizado en el análisis de los


escenarios legislativos de reforma del actual régimen penal de la minoridad en favor
un régimen de responsabilización penal juvenil, con arreglo a “mirar” su incidencia
en los tribunales atendiendo especialmente a la cuestión de la edad de punibilidad. Y
por último, gran parte de nuestra práctica investigativa se orienta a la continua inda-
gación acerca del despliegue del castigo carcelario en clave de gobierno de sujetos y
poblaciones, en el que los malos tratos y las torturas ocupan un eje central, profun-
dizando el análisis sobre las continuidades y desplazamientos de determinadas prác-
ticas penitenciarias, en la que la regulación, distribución y circulación de personas
detenidas debe leerse en tanto articulación entre la producción del espacio y el tiem-
po, en clave de aislamiento/confinamiento, dispositivo de tránsito y dispositivo
ingreso, entre otros.
Estos campos de investigación se complejizan a partir diferentes problematizaciones
temáticas referidas a la producción de información tanto en relación a la realización
de lecturas analíticas y críticas sobre las estadísticas penales y criminales oficiales,
como en la producción y construcción de datos propios en cuanto a diferentes te-
3 Proyecto de la Secretaria de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires-Programación
2017-2020, radicado en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales
(UBA). Directora: Dra. Silvia Guemureman y Co-Directora: Lic. Alcira Daroqui. Investigadores par-
ticipantes: Carlos Motto, María Jimena Andersen, Ana Laura López, Ornela Calcagno, Florencia
Tellería, Sofía Conti, Hugo Motta y Joaquín Zajac.
máticas que involucran a cada una de las agencias del sistema penal: policías, ámbito 9
judicial y encierro punitivo-cárcel.
Esta propuesta investigativa se pone en diálogo con otros proyectos y producciones
académicas de los distintos integrantes del GESPyDH, en clave de intercambios y

Estos campos de investigación se complejizan a partir


diferentes problematizaciones temáticas referidas a la
producción de información tanto en relación a la realización
de lecturas analíticas y críticas sobre las estadísticas penales
y criminales oficiales, como en la producción y construcción
de datos propios en cuanto a diferentes temáticas que
involucran a cada una de las agencias del sistema penal:
policías, ámbito judicial y encierro punitivo -cárcel.

aportes a un proceso, sostenido en el tiempo, de construcción de conocimiento que


reconoce la integración de lo colectivo con lo individual.
Por ello, presentaremos algunos resultados académicos4 que registran una clara vin-
culación con los diferentes contenidos que integran el índice de este Cuaderno N°5
(proyectos, avances y resultados de investigación, artículos y ponencias elaboradas
por integrantes del GESPyDH). Nos focalizamos especialmente en los dos últimos
años, 2017 y 2018 (aunque también haremos referencias a producciones de años
anteriores), en relación a la “cuestión policial”, a la “cuestión carcelaria” y a la siem-
pre inminente -aunque nunca concretada- reforma penal juvenil.
Desde hace ocho años la “cuestión policial” -en clave securitaria- ocupa un espa-
cio central en cuanto a la producción de conocimiento científico. Diferentes inte-
grantes del GESPyDH han incorporado, y a su vez aportado, al proceso de investi-
gación colectivo desde sus propios proyectos de investigación, algunos en proceso y
otros ya concluidos en tesis de maestría. En este sentido, interesa destacar particu-
larmente la tesis de Florencia Tellería: “La gestión policial de la inseguridad so-
cial. La “política criminal” del Ministerio de Seguridad de la Nación para la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el periodo 2010- 2016”5 que se constitu-
yó, por un lado en un claro aporte para diferentes propuestas de trabajo del
GESPyDH y, por otro, en una línea de trabajo de permanente actualización y com-
plejización. En esta clave, el artículo presentado por la autora en este Cuaderno da
cuenta de ese proceso.
Asimismo, el proyecto de tesis de maestría elaborado y presentado por Ornela Cal-
cagno: "El gobierno policial de la marginalidad urbana en la Ciudad de Bue-
nos Aires"6 orientado a indagar sobre las prácticas policiales efectivas en cuanto a
las regulaciones punitivas en clave de orden y limpieza, las cuales constituyen el pri-
mer eslabón de una “cadena punitiva”. Los avances de estas propuestas de investi-
gación se constituyeron en aportes para el diseño de un proyecto colectivo que titu-
4 Para ampliar acerca de las diferentes producciones del GESpyDH durante los años 2015 y 2016
ver pagina web.
5 Tesis presentada y defendida por Florencia Tellería en el año 2017. Directora Alcira Daroqui. Más-

ter Internacional en Criminología y Sociología Jurídico Penal, Universitat de Barcelona-Universidad


Nacional de Mar del Plata.
6 Proyecto presentado por Ornela Calcagno en la Maestría en Investigación Social, Facultad de

Ciencias Sociales UBA. Directora Alcira Daroqui- Co-Directora María Jimena Andersen.
10 lamos: “Lo policial y la vulneración de derechos en territorios urbanos. Prác-
ticas de violencia policial de las fuerzas de seguridad (policía federal, policía
metropolitana, gendarmería, prefectura y policía aeroportuaria) en el territo-
rio de la Ciudad de Buenos Aires”, con la participación -en una primera a etapa-
de Florencia Tellería, Ornela Calcagno, Sofía Conti y Alcira Daroqui. Por otra parte
Joaquin Zajac ha presentado su tesis de maestría en antropología en la UNSAM,
problematizando la dimensión territorial y la gestión de los barrios del sur de la Ciu-
dad de Buenos Aires por parte de la Gendarmería Nacional. Así, en su tesis de
maestría “„En el corazón del monstruo‟ La Gendarmería y el gobierno de los
márgenes en barrios informales del sur de la Ciudad de Buenos Aires”, se
analizan las reconfiguraciones del Operativo Cinturón Sur y la implementación de
los operativos de Prevención Barrial.
En este campo temático se inscriben, a su vez, una serie de producciones académi-
cas que son parte de un proceso de acumulación y profundización de conocimiento
científico sobre la cuestión policial desde la reflexión crítica sobre la relación entre el
“paradigma de la seguridad” y el neoliberalismo, no sólo en su dimensión económi-
ca y social, sino fundamentalmente, política.

En este campo temático se inscriben, a su vez, una serie de


producciones académicas que son parte de un proceso de
acumulación y profundización de conocimiento científico
sobre la cuestión policial desde la reflexión crítica sobre la
relación entre el “paradigma de la seguridad” y el
neoliberalismo, no sólo en su dimensión económica y social,
sino fundamentalmente, política.

En relación a la “cuestión policial”, mencionamos algunas presentaciones realizadas


durante el año 2017 en las Jornadas de Sociología de la Universidad de Cuyo 8
(UNcuyo), por Sofía Conti, Ornela Calcagno, Florecía Tellería y Jimena Andersen:
“Desafíos en la investigación de las agencias de control social penal. Un
abordaje sobre la cuestión policial”; y de las mismas autoras: “Malos tratos y
tortura por parte de policías y otras fuerzas de seguridad. Apuntes para la
elaboración de un proyecto de investigación sobre el gobierno policial del
territorio urbano”. Profundizando y ampliando lecturas analíticas a partir de rele-
vamientos específicos, las mismas autoras presentaron en las XII Jornadas de Socio-
logía de la UBA9 y en IX Jornadas de Jóvenes Investigadores del Instituto de Inves-
tigaciones Gino Germani (UBA)10.
También en el año 2017 la ponencia presentada por Carlos Motto: “La Gendarme-
7 Tesis presentada en la Maestría en Antropología Social (IDES-IDAES) en noviembre de 2018 (en
espera de defensa).
8 Ponencias presentadas en la Mesa 4: Sistema Penal y Derechos Humanos de las Terceras Jornadas

de Sociología (Pre-ALAS de la Provincia de Mendoza), Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,


(UNcuyo) Junio, Mendoza, 2017.
9 Andersen, A.; Calcagno, O.; Conti, S.; Tellería, F. (2017) Ponencia presentada en la Mesa 85: Siste-

ma Penal y Derechos Humanos en Eje 9: Sociología del poder, el conflicto y el cambio social de las
XII Jornadas de Sociología (UBA). Julio, Buenos Aires.
10 Tellería, F.; Conti, S.; Calcagno, O.; Andersen, J. (2017) “Policiamiento territorial en la Ciudad de

Buenos Aires. Un abordaje focalizado en las prácticas policiales de tortura y maltrato”. Ponencia
presentada en Eje 2: “Poder, dominación y violencia” de las IX Jornadas de Jóvenes Investigadores
del Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA). Noviembre, Buenos Aires.
ría Nacional Argentina y el desarrollo solapado en el país de la militarización 11
de la seguridad interior”11, en el Seminario de Reflexión organizado por el Institu-
to de Investigaciones Económicas de la UNAM, en México, se constituyó en un
insumo fundamental tanto en publicaciones de divulgación científica, material de
docencia12 y como aporte central para el artículo que publica el autor en este Cua-
derno.
Asimismo, en el año 2018 destacamos la participación de integrantes del grupo de
trabajo en el XI Seminario Internacional Políticas de la Memoria: Memorias subal-
ternas, memorias rebeldes, en este caso con la ponencia de Ornela Calcagno sobre
“El gobierno policial de la pobreza urbana en la Ciudad de Buenos Aires” 13, en la
cual avanza en el análisis y la conceptualización sobre el policiamiento territorial de
los últimos años.
La “cuestión carcelaria” constituye uno de los campos temáticos que trazan nues-
tra trayectoria en investigación desde hace más de veinte años, en cuanto a la pro-
ducción de conocimiento científico sobre el castigo. Ello reconoce los aportes de
diferentes integrantes del GESPyDH, desde sus proyectos de investigación, algunos
en proceso y otros concluidos en tesis de maestría.
En este orden, damos cuenta del proyecto de tesis de doctorado14 diseñado y pre-
sentado por María Jimena Andersen: "Gobernar con la violencia y el miedo.
Emergencia y despliegue de la técnica penitenciaria de aislamiento como
régimen de vida en los pabellones de Resguardo de Integridad Física dentro
de las cárceles federales en el marco de la penalidad neoliberal”, orientada a
avanzar y profundizar sobre técnicas penitenciarias en clave de gobierno de sujetos
y poblaciones en un contexto signado por singularidades propias del neoliberalismo
punitivo.
Asimismo, el proyecto de tesis de maestría de Hugo Motta: “El dispositivo de
transito como técnica de gobierno penitenciario en el ámbito de las cárceles
federales”15 orienta su problematización a la indagación y análisis sobre un tema
estructurante de nuestra perspectiva teórica y epistemológica de investigación sobre
la cárcel, nos referimos a la cuestión de la articulación entre castigo y gobierno en el
encierro punitivo.
En el marco de los resultados de investigaciones, estas producciones y otras vincula-
das a los objetivos del UBACyT, se presentaron bajo el formato de ponencias, ar-
tículos y materiales de divulgación. Entre varias producciones realizadas, citamos
algunas en tanto vinculadas a los abordajes temáticos que planteamos hace más de
15 años, y que pretenden dar cuenta de cambios, rupturas y continuidades en cuanto
a prácticas y discursos de las agencias del sistema penal, conjuntamente con nuevas
preguntas problematizadoras acerca de temas que estructuralmente definen las polí-
ticas penales, en este caso penitenciaria, como así también la construcción de infor-

11 El Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México


organizó el Seminario de Reflexión “El capitalismo del siglo XXI y las corporaciones globales” del
11 al 13 de septiembre del 2017.
12 Nos referimos a los publicación de posters en la EXPO IIGG del año 2016 y 2018, focalizado en

esta fuerza militar de Argentina: la Gendarmería Nacional como así tambien, en Estadísticas carcela-
rias.
13 La ponencia se presentó Mesa 7 “Memorias de la democracia. Encierro, tortura y punitivismo en

el gobierno de la desigualdad” en el XI Seminario Internacional Políticas de la Memoria: Memorias


subalternas, memorias rebeldes. Septiembre, Buenos Aires.
14 María Jimena Andersen. Doctorado en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales, Universi-

dad de Buenos Aires.


15 Proyecto presentado por Hugo Motta en la Maestría en Investigación Social, Facultad de Ciencias

Sociales UBA. Directora Alcira Daroqui, Co-Directora Ana Laura López.


12 mación y las lecturas críticas sobre estadísticas oficiales y encarcelamiento masivo en
América Latina, en particular en Argentina durante los últimos veinte años.
Así, en el año 2017 la ponencia presentada en las II Jornadas horizontes historiográ-
ficos de los estudios penitenciarios. Nuevos enfoques, herramientas y convergencias
teóricas16 por María el Rosario Bouilly y Jimena Andersen: “Emergencias y refor-
mas penitenciarias en el entramado histórico institucional”, se inscribe en un
proceso de investigación a través de documentos, problematizando conceptos que
“fundamentan y justifican” políticas penales penitenciarias que avanzan en un senti-
do punitivo, y consolidan el “sentido” de la emergencia y la reforma como constitu-
tivas del estado penal.
“Lecturas críticas sobre estadísticas carcelarias” fue la presentación que Carlos
Motto realizó en el Seminario “Acerca del crecimiento de la población carcelaria, el
juicio abreviado, el procedimiento de flagrancia y la reforma de la ley 24.660”17 reali-
zado en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, en diciembre de 2017.
También Carlos Motto presentó la ponencia “La dimensión y evolución del dis-
positivo carcelario en la Argentina durante las últimas dos décadas”, en las
Terceras Jornadas de Sociología de UNcuyo en 2017, en la que se da cuenta -una
vez más- del crecimiento de la población detenida en el marco de un dispositivo
carcelario que responde a la avanzada punitiva de los últimos veinte años. En estas
mismas Jornadas de Sociología de UNcuyo18, Ana Laura López presentó la ponen-
cia “Jóvenes y control penal”, trazando una continuidad en el abordaje de la cues-
tión penal juvenil que integra desde hace más de quince años los campos temáticos
de investigación del GESPyDH.
Asimismo, en la XII Jornadas de Sociología de la UBA19, Ana Laura López y Carlos
Motto presentaron la ponencia “Baja de edad de punibilidad, el diagnóstico
inexistente: estadísticas e indicadores sobre la “cuestión penal juvenil”, un
abordaje conceptual sobre información estadística referida a lo penal-juvenil, que se
constituye en un insumo clave para el debate académico y también político sobre el
avance punitivo del estado sobre adolescentes y jóvenes de los sectores sociales más
desposeídos. La baja de edad de punibilidad fue un tema ampliamente problematiza-
do en distintas producciones. Así, en particular Silvia Guemureman organizó y
coordinó debates en mesas de trabajo sobre el tema20, y también intervino en carác-
ter de panelista21 y en particular de especialista sobre esta temática22. A su vez, las
16 Jornadas organizadas por la Revista de Historia de las Prisiones y el Instituto de Investigaciones
Historiográficas de la Universidad Nacional de Tucumán. San Miguel de Tucumán, 26 y 27 de octubre.
17 Actividad académica organizada por el GESPyDH en el Instituto de Investigaciones Gino Germa-

ni, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). Diciembre 2017, Buenos Aires
18 Ponencia presentada por Carlos Motto en la Terceras Jornadas de Sociología de UNcuyo “Ofensiva

neoliberal en “Toda la piel de América”. El Estado en el centro del debate sociológico”. Año 2017,
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo Pre-ALAS de la Provin-
cia de Mendoza, República Argentina.
19 Las referencias a estas Jornadas, ver otras notas.

20 Desayuno de coyuntura: Procesos de criminalización hacia los jóvenes. Análisis sobre las nuevas

embestidas punitivas y argumentos para no bajar la edad de punibilidad, organizado en el Instituto


Gino Germani el 30 de junio de 2017 (Silvia Guemureman y Ana Laura López); Coordinación de la
Mesa Violencia en jóvenes de sectores populares . FCS, 14 de noviembre de 2017 (Silvia Guemure-
man y Ana Laura López); Moderación en el Debate sobre Justicia penal juvenil, organizado por el
PIUBAMAS- SECYT/UBA. Buenos Aires, 28 de noviembre de 2017 (Silvia Guemureman).
21 Jornada de discusión “No a la baja de edad de punibilidad: las responsabilidades interrogadas”, or-

ganizado por la Facultad de Psicología de la UNR el 2 de agosto de 2017, Rosario (Silvia Guemure-
man) y Reunión Nacional del GT de infancias y juventudes de CLACSO, en las Jornadas de Sociolo-
gía/FCS- UBA, 25 de agosto de 2017. Panel: ¿Quién cae donde? juventudes e infancias, desigualdades
y politicas. Título de la presentación: “enfoque multidimensional de violencia en jóvenes”.
22 Comisión de Responsabilidad penal Juvenil del Ministerio de Justicia (2017).
reflexiones sobre estos temas se plasmaron en publicaciones, tanto de carácter es- 13
trictamente académico23, como en carácter de divulgación orientado a la sensibiliza-
ción temática y al debate24. En el año 2018, se realizaron presentaciones en diversos
congresos, a saber: “Responsabilidad penal juvenil: tesituras, posiciones y pro-
yectos. El arco de posiciones y sus matices”25 y “Un análisis de los proyectos
de ley sobre responsabilidad penal juvenil en Argentina 2016-2018”26.
Retomando el eje de la cuestión carcelaria, también el año 2017 Hugo Motta presen-
tó la ponencia: “El uso de los espacios de tránsito por parte del Servicio Peni-
tenciario Federal”, en las XII Jornadas de Sociología de la UBA, en la que adelan-
tó avances de su proyecto de tesis.
En el año 2018 se presentó la ponencia de autoría colectiva a cargo Carlos Motto,
Ana Laura López y Ornela Calcagno: “Cárcel, cuestión social y neoliberalismo
producción y regulación de poblaciones en la Argentina del Siglo XXI”28. La
relación entre neoliberalismo, cuestión social y sistema penal es especialmente traba-
jada desde hace más de diez años por Carlos Motto y se ha constituido en un campo
de abordaje central en el marco de las lecturas y producciones de los integrantes del
GESPyDH, plasmados en artículos, ponencias y tesis29, como por ejemplo la tesis
de maestría de María Jimena Andersen: “La penalidad neoliberal en el siglo XXI: la
tercerización del gobierno carcelario a través de la „gestión evangelista penitenciaria‟
en las cárceles bonaerenses”30.
En relación con la agencia judicial, solo decir que tanto en aquellas investigaciones
en la que focalizamos la indagación en la cuestión carcelaria y/o la policial, la di-
mensión de las prácticas y discursos judiciales siempre forma parte del proceso de
23 Guemureman, Silvia: “Escenarios de reforma legislativa en materia penal juvenil. Etnografía de un
proceso acelerado”, para la Revista Institucional de la Defensa Pública de la Ciudad de Buenos Aires
(2016), disponible en Nº 12, https://www.mpdefensa.gob.ar/biblioteca/pdf/Revista12.pdf y “La
derogación del Régimen penal de la minoridad ley 22.278/80: una cruzada maldita. Relato en varios
tiempos de una reforma legislativa fracasada” (2018), en “Aportes para la construcción de una Justicia
Juvenil especializada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires", editorial JUSBAIRES.
24 Guemureman, Silvia: A propósito del proceso de reforma penal juvenil: confusiones que embarran
la cancha, disponible en http://revistaepocas.com.ar/silvia-guemureman-regimen-penal-juvenil/.
Contribución para la revista epocas. Revista de Ciencias sociales y crítica cultural. Adolescentes y siste-
ma penal. acerca del proceso de reforma legislativa del régimen penal de la minoridad durante 2017,
Contribución para el PIUBAMAS, disponible en: http://cyt.rec.uba.ar/sitios/piubamas/SiteAssets/
Documentos%20del%20Sitio/CONTRIBUCIONES/Contribuciones%202017_Guemureman.pdf;
Cuadernos de Marginaciones sociales y políticas públicas. Serie 3: Marginaciones sociales y Violencia.
Justicia Penal Juvenil. PIUBAMAS, 2018. También en forma audivisual: PIUBAMAS - Políticas de
incertidumbre. Sobre la baja de la edad de Imputabilidad.
25 Comunicación presentada en la 8ºConferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, en
el Panel 36, eje Juventudes y políticas de infancia (Guemureman-Martín y Merino). Buenos Aires,
noviembre de 2018.
26 Comunicación presentada por Guemureman, Silvia, en la VII RENIJA, organizada por la UNC, y
realizada en la Ciudad de Córdoba en noviembre de 2018.
27 Ponencia presentada por Hugo Motta en la Mesa 85: Sistema Penal y Derechos Humanos en Eje 9:
Sociología del poder, el conflicto y el cambio social de las XII Jornadas de Sociología (UBA). Julio
2017, Buenos Aires.
28 Laponencia se presentó Mesa 7 “Memorias de la democracia. Encierro, tortura y punitivismo en el
gobierno de la desigualdad”, en el XI Seminario Internacional Políticas de la Memoria: Memorias
subalternas, memorias rebeldes. Septiembre 2018, Buenos Aires.
29 Véase los artículos de Florencia Tellería y Ornela Calcagno en este mismo número. También véase
el artículo de María Jimena Andersen en los Cuadernos 3-4, así como otras producciones del inte-
grantes del GESPyDH, en las que se aborda la cuestión penal y neoliberalismo,
30 Tesis de María Jimena Andersen presentada en el Máster en Criminología y Sociología Jurídico Pe-
nal de la Universitat de Barcelona-Universidad Nacional de Mar del Plata, en el año 2014.
14 indagación en cuanto a los objetivos que dan cuenta de la articulación penitenciaria-
judicial y la articulación policial-judicial. Pero en el año 2016 decidimos avanzar en
un abordaje específico sobre la práctica judicial, en particular sobre datos de la prác-
tica judicial “condenatoria”, realizando un recorte sobre aquellas que denominamos
“condenas cortas” y que hacen posible leer analíticamente el punitivismo judicial,
reafirmando la persecución selectiva de determinados sectores sociales, es decir, la
cárcel como castigo, el abandono explícito de cualquier pretensión resocializadora y
la circulación permanente de personas por el encierro punitivo que son condenadas
por delitos de insignificancia, que poco “resuelven” la cuestión securitaria. Carlos
Motto elaboró el informe: “La „Política Condenatoria‟ y en encarcelamiento
masivo, una lectura crítica a través de los datos”, que fue presentado en la EX-
POIIGG del año 2018. En este sentido, la propuesta para el año 2019, es seguir
avanzado con diseños de investigación focalizados específicamente en la agencia
judicial.
Y por supuesto, cabe mencionar, en cuanto al trabajo realizado desde el GESPyDH
durante estos tres años, resaltamos la publicación los Informes Anuales 2015, 2016
y 2017 del Registro Nacional de casos de Tortura, cuya coordinación general
está cargo del GESPyDH desde el año 2010 (fecha de su creación) con un acervo de
siete informes anuales y el octavo en proceso de elaboración. La continuidad del
registro sobre la tortura penitenciaria y policial durante estos nueve años y la elabo-
ración de informes públicos sobre la violencia estatal ha sido posible también por la
continuidad del acuerdo interinstitucional31 entre la Procuración Penitenciaria de la
Nación (PPN), la Comisión Provincial de la Memoria (CPM) y el Grupo de Estu-
dios sobre sistema penal y derechos humanos (GESPyDH).
Ahora bien, hemos dados cuenta de las distinta actividades organizadas durante es-
tos tres años en el marco de Jornadas académicas: la EXPO IIGG como de Jóvenes
Investigadores ambas del Instituto de Investigaciones Gino Germani; las Jornadas
de Sociología de la UBA y de las Jornadas de Sociología de la Universidad de Cuyo y
la participación en otras como expositores/as o ponentes, tal es el caso de la del
Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México. Volvemos a hacer mención a las mismas es porque aquello que escribimos
al comienzo de esta presentación se plasma en estas breves líneas que dedicamos a
continuación.
Este número de los Cuadernos cuenta con artículos, resultados y avances de investi-
gación como también, documentos académicos que fueron parte de distintas pre-
sentaciones realizadas en estos encuentros, en los se produjeron intercambios que
hicieron posible la participación de varios de los y las autoras en esta publicación.
Tal es el caso de Franco Palermo y María Soledad Ballesteros en las Jornadas de So-
ciología de UNcuyo en 2017; de Diego Barrios Rodríguez en la actividad en la Uni-
versidad de México en 2017; de Diego Luna en el Seminario de Intercambio y De-
bate y la EXPO IIGG de 2018.
En este sentido también es importante resaltar la participación de los integrantes de
GESPyDH en este número, y que sus artículos cuentan con contenidos que fueron
parte de presentaciones realizadas en estos encuentros. En ese sentido cabe mencio-
nar el documento, de autoría colectiva entre Ana Laura López, Maria del Rosario
Bouilly, Alcira Daroqui y María Jimena Andersen: “¿De qué lado estamos? Recu-

31 En estos tres años avanzamos en otros acuerdos interisntitucionales para el trabajo conjunto entre
el GESPyDH y el Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Córdoba y la Defensa
Pública Provincial de Sante Fé, formalizado a través de la firma de una Carta de Intención entre el
Director del Instituto de Investigaciones Gino Germani y la Defensora Provincial, en ambos acuerdos
la propuesta es trabajar en cuanto al asesoramiento metodológico y conceptual sobre el relevamientos
y sistematización de información de la violencia estatal de fuerzas de seguridad y custodia.
perando a Howard Becker para reflexionar sobre la investigación de los car- 15
celario”. Observaciones a la investigación: „Poblaciones carcelarias en Lati-
noamérica‟ Capítulo Argentina (CELIV-UNTREF), publicado en este Cua-
derno, dentro de la sección “Documentos para el debate académico y político”32.

Este número de los Cuadernos cuenta con artículos,


resultados y avances de investigación como también,
documentos académicos que fueron parte de distintas
presentaciones realizadas en estos encuentros, en los se
produjeron intercambios que hicieron posible la
participación de varios de los y las autoras en esta
publicación.
Los integrantes del GESPyDH hemos estado profundamente involucrados en nues-
tro compromiso por los derechos humanos del presente, y así, la producción de co-
nocimiento, el registro, seguimiento y control del despliegue y modalidad de las vio-
lencias estatales ha estado, como siempre, presente en todos los espacio y ámbitos
institucionales que compartimos para seguir en la lucha contra la pereza intelectual y
moral, desde posicionamientos críticos que incomodan y para aportar para la cons-
trucción de alternativas que interpelen siempre al poder, esa bestia magnífica, tal como
lo definía Michel Foucault.
La reflexión sobre las violencias estatales ha estado presente en la producción del
período. Así, el artículo “Violencias y violencias estatales, hacia un ejercicio de con-
ceptualización” fue la punta de lanza para debatir y confrontar al lavado concepto
de violencia institucional. La multidimensionalidad de las violencias33, especialmente
sobre adolescentes y jóvenes, fue otro tema ampliamente abordado34.
Es por ello que la quinta edición de los Cuadernos demoró en ser culminada, pero
no dejamos de pensar en la necesidad de publicar35 apuntes y reflexiones que fueran
parte de los resultados de nuestros trabajos de investigación y que podamos com-
partir en otros espacios, aquellos a los que somos convocados por organizaciones
sociales y organismos de derechos humanos, y que se propusiera esa participación
aportando información y conceptualizaciones fundadas como contribuciones para
debate político colectivo. Así, diseñamos y lanzamos “Tinta Roja. Documentos
críticos para el debate político sobre sistema penal y los Derechos Humanos

32 Este documento fue inicialmente presentado en la Expo IIGG de 2016 y posteriormente editado
por María Jimena Andersen
33 Al respecto, Guemureman (en coautoría con Otamendi, M. A.; Zajac, J.; Sander, J; Bianchi, E.

(2017), en Revista Ensambles. Dossier Número 7: Violencia(s). disponible en http://


www.revistaensambles.com.ar/ojs-2.4.1/index.php/ensambles/article/view/87 Pag. 18-25
34 Solo baste citar 2017: “Modalidades actuales de ejercicio de violencia estatal sobre niños, adoles-

centes y jóvenes”. Disertación brindada en la 3ª Reunión sobre barrios precarios en las metropolis
argentinas- Aportes para intervenciones inclusivas. Programa Interdisciplinario sobre Desarrollo
Humano e Inclusión Social, UCA, 25 y 26 de septiembre de 2017; “Juventudes y violencias”, diser-
tación en el Simposio argentino de educación en contextos de encierro, organizado por la Universi-
dad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA), Unidad Académica San Julian. 24 y 25 de noviembre
de 2017 y “Multidimensionalidad de las violencias sufridas por adolescentes y jóvenes”, disertación
en Jornada justicia, medios y sociedad, organizadas por Escuela de Capacitación Judicial del Poder
Judicial de Río Negro, el Instituto de Investigación en Políticas Públicas y Gobierno (IIPPyG) de la
Universidad Nacional de Río Negro y la carrera de Abogacía, 5 y 6 de octubre de 2017.
35 También en materia de publicaciones ver la pagina web del GESPyDH http://

gespydhiigg.sociales.uba.ar/
16 del presente”36. El primer número fue publicado en el año 2017 y se tituló: “NO A
LA BAJA. Jóvenes y sistema penal. Apuntes y reflexiones sobre el avance pu-
nitivo del Estado”. Trabajamos en esta primera publicación Ana Laura López y
Alcira Daroqui.
El segundo número fue publicado en el año 2018 y se tituló: “El sainete de los
datos: encarcelamiento. Apuntes y reflexiones sobre la producción de desin-
formación”27. Trabajamos en esta segunda entrega, conjuntamente, Alcira Daroqui
y Carlos Motto. Este documento tiene la virtud de reflexionar críticamente sobre la
“desinformación” y a la vez, mostrar el necesario y robusto compromiso con la pro-
ducción y construcción de información propia, que se defina por ser confiable y ri-
gurosa. Es esta una línea de investigación que,, trazada fundamentalmente por Silvia
Guemureman desde hace ya más de 20 años, está arraigada en el trabajo del
GESPyDH38.
Previa a la presentación de las secciones y contenidos del Cuaderno N°5, se impone
hacer una lectura, aunque más no sea breve, del contexto social actual. Hace tres
años referíamos a la existencia de un Estado penal securitario, cuya gestación reco-
noce no menos de veinte años, y que este 2018 lo encuentra exponenciado, coloni-
zado por una lógica bélica que fundamenta y expande los procesos de militarización
de las fuerzas de seguridad como la “capacidad letal” de sus agentes, a la vez de un
avance sobre reformas legislativas de los códigos penales y procesales que, con el
argumento propio de los progresistas de derechas en cuanto a la “necesidad” real de
tales transformaciones, van abandonando cada vez más el “seudo- progresismo” y
avanzan sin obstáculos políticos hacia la “derecha”, ya que en realidad se constitu-
yen en instrumentos en los que se “filtran” aquellos intereses que hacen posible la
perpetuación de un sistema penal que garantice la reproducción de un orden social
desigual39.
En nombre de la seguridad, sea esta “democrática” o “ciudadana”, en estos 20 años
se ha incrementado la persecución selectiva y discrecional de las fuerzas de seguri-
dad sobre determinados sectores produciendo un crecimiento exponencial de la po-
blación encarcelada, articulado con una consolidación de punitivismo judicial.

En nombre de la seguridad, sea esta “democrática” o


“ciudadana”, en estos 20 años se ha incrementado la
persecución selectiva y discrecional de las fuerzas de
seguridad sobre determinados sectores produciendo un
crecimiento exponencial de la población encarcelada,
articulado con una consolidación de punitivismo judicial.

36 Esta publicación fue trabajada y pensada colectivamente por distintos integrantes del GESPyDH,
tanto la propuesta de contenidos, su nombre, el diseño y la imagen integraron nuestros debate de
equipo de trabajo.
37 Este titulo fue reeditado en reconocimiento a aquel que fuera el titulo del Epílogo del nuestro pri-

mero libro “La Niñez Ajusticiada” publicado en el año 2000 con autoría de Silvia Guemureman y
Alcira Daroqui.
38 En ese sentido invitamos a detenerse en las diferentes menciones a ponencias y artículos de Carlos

Motto y Ana Laura López, que reafirman la trayectoria.


39 Al respecto, es imprescindible la reconstrucción que realizamos desde el Observatorio de adolescen-

tes y jóvenes, titulada: “La militarización de la seguridad interior: una amenaza para los derechos y la
vida de los jóvenes”. Boletín de coyuntura Nº14, disponible en: http://
observatoriojovenesiigg.sociales.uba.ar/2018/12/06/boletin-de-coyuntura-no14-diciembre-de-2018/
En este sentido, compartimos el primer párrafo de la “Declaración Anti- Seguri- 17
dad”40 escrita por Mark Neocleous y George Rigakos, y cuya versión completa se
encuentra en la sección de “Documentos para el debate académico y político” de
este este número:
“El propósito de este proyecto, formulado de manera sencilla, es mostrar que la seguridad es
una ilusión que se ha olvidado que es una ilusión. formulado de manera menos sencilla, que
la seguridad es una peligrosa ilusión. ¿por qué “peligrosa”? porque ha venido a actuar como
un bloqueo a la política: cuanto más sucumbimos al discurso de la seguridad, menos podemos
decir sobre la explotación y la alienación; cuanto más hablamos de seguridad, menos habla-
mos de los fundamentos materiales de la emancipación; cuanto más venimos a compartir el
fetiche de la seguridad, más nos alienamos unos de otros y más nos volvemos cómplices en el
ejercicio de los poderes de policía”
En el nombre de la “seguridad”, el año 2018 registró el mayor incremento de la po-
blación encarcelada a nivel país, cuyo incremento venía siendo sostenido desde el
año 2013. Según el informe elaborado para la sección Perspectiva Estadística, la
cantidad de personas presas en Argentina, contando sólo los/as detenidos/as en
ámbitos penitenciarios, pasó de 64.288 presos a fines de 2013 a 85.283 presos en
2017, creciendo un 30% en 4 años41. Arrojando para 2017 una tasa de 194,33 presos
cada 100 mil habitantes. Si se contabilizan las personas detenidas en comisarías 42 de
todo el país, a excepción de la provincia de Rio Negro que no informó el dato, en
2017 ascienden a 92.161 y representan una tasa de 209,24 personas presas cada 100
mil habitantes.
Y por supuesto, ello debe leerse en el marco del aumento exponencial de las poli-
cías, de una práctica judicial punitivista que encierra, con condenas cortas y largas,
que avala la retención penitenciaria de las personas detenidas, que expande las pri-
siones preventivas, y que siempre encierra, consolidando una práctica estatal
“naturalizada” por los distintos sectores políticos de ámbito legislativo y ejecutivo y
por supuesto, por los integrantes de las agencias que forman parte de la cadena pu-
nitiva: las violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte de las fuerzas
de seguridad y custodia, que actúan convencidas de impunidad garantizada.
Decíamos en la presentación de los Cuadernos 3-4, allá en el año 2015, y por su-
puesto vale para el presente:
“Los malos tratos y torturas, las muertes en prisión y/o en momentos de la aprensión policial
no ingresan en la agenda de una política vinculada a los derechos humanos en el presente.
Informes de distintos organismos43 hacen visible la violencia estatal y también, la política de
encubrimiento e impunidad que las diferentes estructuras del poder judicial garantizan a poli-
cías y penitenciarios que matan y torturan. Los malos tratos, las torturas y las muertes de
personas detenidas ¿son investigados por la “justicia”?, ¿cómo se investigan?, ¿a cuántas de-
nuncias dan curso?, ¿cómo se caratulan o re-caratulan esas causas?, ¿a quiénes y cuántos
40 La referencia de su publicación como de la traducción véase en la sección Documentos para el
debate académico y político.
41 Ver http://www.jus.gob.ar/media/2736750/Informe%20SNEEP%20ARGENTINA%
202013.pdf y https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/
presentacion_informe_ejecutivo_sneep_2017.pdf
42 La información sobre detenidos en comisarías proporcionada por el SNEEP es incompleta en tres

aspectos: 1) se publica intermitentemente (no hay datos para 2003, 2004, 2007, 2009, 2010 y 2011),
2) siempre es parcial en tanto hay provincias que no responden y 3) sólo en 2002 se presentó des-
agregada por provincia.
43 Ver Informes Anuales del Registro Nacional de Casos de Torturas- PPN-CCT y GESPyDH,

Informes Anuales de la Procuración Penitenciaria Nacional, Informes Anuales de la Comisión por


la Memoria de la Provincia de Buenos Aire., por solo mencionar aquellos informes que dan cuenta
específicamente de las problemática de la violación de derechos humanos por parte de funcionarios
estatales en el presente.
18 funcionarios penitenciarios y policiales imputan?, ¿a cuántos procesan?, ¿a cuántos conde-
nan?”
Se trata de una verdadera expansión y profundización de la fase penal del Estado,
que lleva ya décadas de ininterrumpido progreso, especialización y tecnificación
en una matriz estructurante estado-sociedad-individuo signada por la defensa so-
cial y la construcción de alteridad en clave securitaria. Esta tendencia resulta as-
cendente, y quienes trabajamos en estos temas hace más de 20 años sabemos qué
significa más policías en un contexto de desigualdad social, y peor aún, más poli-
cías empoderados en “cumplimiento de su deber”, y peor aún, más policías eximi-
dos de la exigencia de legalidad, y habilitados para el uso letal de la fuerza: más
inseguridad, más represión y más encarcelamiento44.

Se trata de una verdadera expansión y profundización de la


fase penal del Estado, que lleva ya décadas de
ininterrumpido progreso, especialización y tecnificación en
una matriz estructurante estado-sociedad-individuo signada
por la defensa social y la construcción de alteridad en clave
securitaria.

Ello ha sido parte de una política de gobierno de la excedencia social y de avance


en la industria de la seguridad desde hace más de dos décadas, y que la coyuntura
política-social actual profundiza y agrava, pero que a su vez reafirma como parte
de un proceso que contempla una sustantiva historicidad relacionada a las claras
exigencias de un orden social -tanto en el plano local como en el internacional- en
el avance del Estado penal-securitario que es propio del neoliberalismo punitivo.
Ello se inscribe en propuestas que van desde aquellos que se “acomodan” en un
progresismo de derechas y los que en forma descarnada enarbolan desde las
“banderas” de la ley y el orden, la legitimidad de “dar muerte” al “otro” en clave
de defensa social, desde el populismo punitivo.
A partir del 2015 y desde la gestión de gobierno de Mauricio Macri es aún más
pronunciado el avance del punitivismo de estado, propio de un estado que alterna
el desalmado neoliberalismo económico con el prepotente neoconservadurismo
político, y que repropone un esquema clasista con la adscripción a valores tradi-
cionales y por lo tanto, aceptación resignada de las diferencias, reificando un or-
den cuasi divino. Al comienzo de la gestión de gobierno del macrismo se preten-
dió responder con “políticas” ancladas en el populismo punitivo a ciertas deman-
das de orden en el espacio público. En tal sentido, se puso en marcha el mentado
“Protocolo Anti-piquete”, en tanto forma de apropiarse del vocabulario popular
en términos eufemísticos, para crear un instrumento que “ejecutara adecuadamen-
te” la regulación, control y represión de la protesta social. También la imbricación
entre progresismo de derechas y populismo punitivo se ha expresado en las pro-
puestas de reformas legislativas, entre las cuales el régimen de responsabilización
penal juvenil es un ejemplo paradigmático (que ya había tenido intentos de avance
en los gobiernos anteriores, y en especial en el 2009), que propone avanzar puniti-
vamente sobre los más jóvenes bajando la edad de punibilidad, “garantizando” un
régimen penal que se regodea en el principio de especialidad y augura un trata-
44 Resolución 956/18 del Ministerio de Seguridad (publicado en el B.O el 3/12/2018) , también co-
nocido como Protocolo Chocobar, en “homenaje” al policía que ejecutó a un delincuente ya neutra-
lizado, concitando la euforia presidencial y ministerial.
miento acorde a los “más chicos” a través de la inclusión en el sistema penal, y la 19
exclusión de estos mismos adolescentes del sistema de protección. Unos años des-
pués se fue abandonando cualquier “consigna” anclada en supuestos derechos y ga-
rantías, y pegando un manotazo punitivo ante hechos graves, se propusieron refor-
mas de la ley de Ejecución Penal45 y se avanzó en la ley de Flagrancia, que reivindica
la cárcel como única respuesta posible por parte del Estado a las demandas del pu-
nitivismo social.
La reasignación de partidas presupuestarias desde “educación” a “seguridad”, di-
mensión de Estado que se posicionó, expandió y jerarquizó con creces desde el año
2010 con la creación de un “ministerio propio”, no es más que un descarnado ejem-
plo de la relevancia que adquiere la seguridad a expensas del desarrollo y de la pro-
tección. Los procesos de militarización de la seguridad interior no solo no se cues-
tionaron, ni se modificaron, sino que se profundizaron: continúan la Gendarmería y
la Prefectura siendo las fuerzas claves en materia del combate de las “nuevas amena-
zas” a las que sumaron las Fuerzas Armadas en una función y misión todavía difu-
sas, aunque sus antecedentes en estos operativos datan del 2011, con el Operativo
Escudo Norte. El discurso del combate contra narcotráfico y el terrorismo (a la que
tres leyes del gobierno anterior otorgan “legitimidad” en la avanzada actual), es un
discurso de guerra como lo fue el de la pacificación al momento de la ya referida
creación del Ministerio de Seguridad, en el año 2010. Pacificación y combate, dos
expresiones claras de una matriz bélica. En este contexto actual, su reinvidicación
avanza además en la glorificación de la represión estatal en el marco de la protesta
social, cobrándose dos vidas: la de Rafael Nahuel y la de Santiago Maldonado. Y esa
glorificación no se detiene ante el homicidio policial, haciendo de Chocobar “un
ejemplo”, tampoco antes se modificaron las leyes que hacen posible la continuidad
de esa facultad nefasta que otorga el “estado policial”: su carácter de “permanente”.
Y claro está, ello fue conduciendo hacia lo que creemos que es un camino que está
trazando este gobierno que no es solo las respuestas propias del populismo punitivo
o de un cada vez más opacado progresismo de derechas, sino el de la “barbarie pu-
nitiva”, entronado en el “Protocolo de uso de armas de fuego para fuerzas de segu-
ridad federales”, que formalizaron el presidente Macri y su vocera, la Ministra Bull-
rich, un protocolo que legitima el ya extendido homicidio policial también denomi-
nado gatillo fácil, pero que por primera vez tiene pretensiones de “norma estatal” a
la espera de una legislación que lo encuadre, como bien puede ser la “esperada” re-
forma de código penal, próxima a tener tratamiento legislativo.
Esta “barbarie punitiva” debe ser “imputada” no solo a este gobierno más obscena-
mente neoliberal, sino a todo el arco político del poder ejecutivo y del poder legisla-
tivo de distintos signos políticos que con sus votos, avales, adhesiones, abstenciones
y silencios cómplices, son parte de este Estado penal securitario que a la par que
avanza con las recetas neoliberales en términos económicos, sociales y políticos, en
simultáneo, profundiza la desigualdad produciendo una clara persecución selectiva
de los sectores sociales más desposeídos.
Por ello la necesidad política e intelectual de plasmar un pensamiento y reflexión
crítica sobre la relación entre orden social, sistema penal y derechos humanos. Por
eso esta publicación.
Los Cuadernos CESPyDH, publicación del GESPyDH, se reivindica como ya lo
hemos expresado con anterioridad: “como un espacio de reflexión crítica y producción de
conocimiento sobre el despliegue de las violencias de las distintas agencias de la cadena punitiva y los
modos de gestión, ejecutivos, judiciales y legislativos, de las problemáticas sociales que son tipificadas
45Reformas votadas por la mayoría el arco político en el Congreso a favor, con pocas escepciones en
su contra y con la llamativas “abstenciones” de ciertos diputados y diputadas que no hicieron otra
cosa que avalar el avance punitivo en clave legislativo. Al respecto, ver documento de Diego Luna en
esta publicación.
20 como “amenazantes” en clave de defensa social”.
Los Cuadernos como espacio editorial en que el repertorio de las violencias estatales
y su reconfiguraciones y reinvenciones permanentes se hacen visibles con rigor cien-
tífico, posicionamiento de irreductible negociación para quienes integramos el colec-
tivo del GESPyDH: investigar para conocer, conocer para decir, decir para denun-
ciar, denunciar con la expectativa de producir cambios, o al menos, reducir la impu-
nidad que confiere el ampararse en el desconocimiento y la desinformación.

Esta “barbarie punitiva” debe ser “imputada” no solo a este


gobierno más obscenamente neoliberal, sino a todo el arco
político del poder ejecutivo y del poder legislativo de
distintos signos políticos que con sus votos, avales,
adhesiones, abstenciones y silencios cómplices, son parte de
este Estado penal securitario que a la par que avanza con las
recetas neoliberales en tér minos económicos, sociales y
políticos, en simultáneo, profundiza la desigualdad
produciendo una clara persecución selectiva de los sectores
sociales más desposeídos.
Entre muchas cosas, tal como expresamos en otra editorial, los Cuadernos cuentan
con una plataforma de trabajos siempre con nivel académico, pero que a su vez está
orientado hacia la horizontalidad en los intercambios intelectuales, porque es un es-
pacio editorial que integra trabajos de autores reconocidos en el plano académico,
investigadores con sólidas trayectorias de muchos años, y todo el arco que va desde
allí hasta estudiantes de grado, que dan cuenta de la misma vocación por investigar,
por conocer y por comprometerse intelectual y políticamente, interpelando al siste-
ma penal desde la perspectiva de los derechos humanos. En ese sentido los Cuader-
nos son un espacio editorial de encuentro amplio y diverso.
El contenido de este quinto número de los Cuadernos, como en el caso de los ante-
riores, reafirma el lugar del investigador y del intelectual en cuanto al sentido de su
accionar riguroso y crítico sobre las prácticas y los discursos del poder que produ-
cen violencias, que humillan, precarizan, degradan, neutralizan, lastiman y matan.
En este caso, la persistente interpelación al sistema penal en relación a los derechos
humanos.
A partir de esta introducción, cabe realizar la presentación del contenido de este
quinto número de los Cuadernos del GESPyDH. Esta edición reproduce gran parte
de la estructura de los números anteriores, con artículos de fondo, avances de investigación,
estadísticas, el poder de lo ubuesco, presencia en la actualidad, comentarios de libros, la construcción
de problemas en el marco del Seminario Desafíos en la investigación de las agencias de control social
penal (que incorpora la participación de estudiantes que dan cuenta del proceso de
formulación de un problema de investigación sobre estas temáticas). Se agregan dos
secciones nuevas: una sobre resultados de investigación, que refieren a aquellas investiga-
ciones concluidas y una sección que refiere a documentos para el debate académico y políti-
co, que incorpora producciones propias y de otros y otras autores/as que comparten
una mirada común sobre la “ecuación imposible” entre el sistema penal y los dere-
chos humanos.
La primera sección del número es la de Artículos. Aquí se encuentran tres artículos
que ofrecen una valiosa conjunción de elementos conceptuales con respaldos empí-
ricos, que se articulan en el campo de un análisis sobre las complejidades que asume 21
el despliegue de las agencias del sistema penal, dos de ellos focalizados en la militari-
zación de las fuerzas de seguridad y otros sobre, el gobierno en el castigo carcelario.
El primer artículo, elaborado por Diego Barrios Rodríguez, titulado
“Laboratorio de guerra urbana: Río de Janeiro en el siglo XXI”; el segundo
artículo, “La Gendarmería Nacional Argentina y el desarrollo solapado de la
militarización de la seguridad interior”, elaborado por Carlos Ernesto Motto; y
el tercer artículo, titulado: “El ´encierro sobre el encierro‟. La gestión de las po-
blaciones “conflictivas” en el siglo XXI. La experiencia del Complejo Peni-
tenciario Federal I de Ezeiza”, a cargo de María Soledad Ballesteros.
La siguientes dos secciones de los Cuadernos se compone de Resultados y Avan-
ces de Investigación. Nos interesa promover este espacio dentro de los Cuader-
nos, en el que por un lado, se plasma una síntesis de aquellos resultados finales de
investigaciones ya concluidas y, por el otro, se presentan resultados parciales en cla-
ve de avances del proceso investigativo de aquellos proyectos que se encuentran en
su etapa de ejecución.
En la sección, Resultados de Investigación se presentan dos textos procedentes de
investigaciones en el campo de la penalidad. El primero, “El gobierno neoliberal
de la marginalidad urbana. Los resultados de las políticas de seguridad del
Ministerio de Seguridad de la Nación (2010-2016) con relación a las fuerzas
de seguridad federales”, cuya autoría corresponde a Florencia Tellería; y el se-
gundo, “Deconstrucción de la construcción del dato: deficiencias y ausencias
en la Justicia Penal de Mendoza” elaborado por Franco Palermo.
En relación a los Avances de Investigación, se incluye el trabajo de Ornela Cal-
cagno, “El Gobierno policial de la pobreza urbana en la Ciudad de Buenos
Aires: algunas aproximaciones para construir un problema de investigación”.
La siguiente sección, Desafíos en la investigación de las agencias de control
social penal: la construcción de problemas, fue inaugurada en el segundo número
de los Cuadernos y tiene por objetivo dar cuenta de las vicisitudes que acarrea la
construcción de un problema de investigación, abriendo el espacio a que las partici-
pantes de la sección puedan relatar los muchos y difíciles pasos, contradicciones y
vivencias experimentadas en el proceso de formulación del “problema”. En esta
edición, Diego Pacheco nos participa de su proceso de problematización en el
marco de la cursada del Seminario, a través de la presentación de “La construcción
de un protocolo de investigación sobre las agencias de control social penal:
un ejercicio para desarticular el sentido común”.
La sección sobre Perspectiva Estadística se presenta una actualización del panora-
ma estadístico mundial, regional y nacional de encarcelamiento, elaborado por Ana
Laura López. Esta sección, que integra la estructura permanente de los Cuadernos
del GESPyDH, se actualiza la sistematización de los datos sobre personas detenidas
en el mundo, en la región y en Argentina, desagregando el análisis local en variables
significativas, a la vez que advierte sobre las dificultades en el acceso y publicidad de
la información relativa al despliegue de las agencias penales de encarcelamiento. Pa-
ra ello se relevan fuentes secundarias oficiales y académicas.
La sección El poder Ubuesco se ha convertido en una de las más características de
los Cuadernos del CESPyDH, y propone esa manera distinta de mirar al poder: la
soberanía grotesca o ubuesca, aquella que mata y da risa a la vez. Se trata de una sec-
ción centrada en lo grotesco de las de las agencias de control social penal en tanto
45Reformas votadas por la mayoría el arco político en el Congreso a favor, con pocas escepciones en
su contra y con la llamativas “abstenciones” de ciertos diputados y diputadas que no hicieron otra
cosa que avalar el avance punitivo en clave legislativo. Al respecto, ver documento de Diego Luna en
esta publicación.
22 instituciones, y de sus actores, responsables, por acción u omisión, y señala las
prácticas cotidianas y sistemáticas en las violaciones de los derechos fundamenta-
les de las personas que ingresan al sistema. Presentada por Alcira Daroqui, la mis-
ma se compone de artículos cortos, cuya compilación46 y edición en este número
ha estado a cargo de Ana Laura López.
En la sección correspondiente a Comentarios de libros, este número incluye la
referencia al libro que consideramos de particular interés para el debate e inter-
cambio con otras disciplinas sobre la cuestión penal, en este caso en particular
sobre el castigo carcelario. El libro titulado “La cantidad de pena en el tiempo de
prisión. Sistema de medida cualitativa”47 cuyo autor es Pablo Vacani, ha sido co-
mentado por Marcos Caffarena y Julia Palladino.
Incorporamos como novedad en este número de los Cuadernos, la sección Do-
cumentos para el debate académico y político, que amplía la propuesta del
número anterior denominada Documentos de Trabajo, ya que además de presen-
tar documentos propios de GESPyDH vinculados a resultados de seminarios,
actividades, etc., incorpora textos, comunicaciones, declaraciones etc., de otros/as
autores y autoras que comparten una mirada problematizadora acerca de la rela-
ción entre el orden social, el sistema penal y los derechos humanos. En esta entre-
ga, iniciamos esta sección con un homenaje a Carlos Marx en conmemoración a
los 200 años de su nacimiento, pero fundamentalmente, por ser parte clave en
nuestra formación académica, intelectual y claro está, política.
Finalmente, los Cuadernos mantienen la sección Presencia en la actualidad, en
la que el equipo editorial da cuenta de una serie de comunicados y declaraciones
públicas producidas desde el GESPyDH, así como también comunicados a los
que el equipo de los Cuadernos adhiere, y otras intervenciones de carácter público
con relación a hechos de violación a los derechos humanos y vinculados al des-
pliegue del sistema penal que consideramos necesario convocan a plantear nues-
tros posicionamientos, en tanto investigadores académicos con perspectiva y
compromiso político con la realidad.
Para finalizar, es importante señalar que, como equipo de investigación, sostene-
mos con persistencia la necesidad de realizar nuestras tareas con un férreo com-
promiso político-militante en la producción de conocimiento sólido, consistente y
riguroso. Creemos, ante todo, que la investigación en ciencias sociales debe ser
crítica e independiente de compromisos de gobierno y gestión, de modo tal de
darse la posibilidad de develar con la mayor precisión posible las tramas, articula-
ciones y nudos de las prácticas socio-penales y aportar insumos valiosos que per-
mitan actualizar y dinamizar la agenda en el campo de los derechos humanos.

Creemos, ante todo, que la investigación en ciencias sociales


debe ser crítica e independiente de compromisos de
gobierno y gestión, de modo tal de darse la posibilidad de
develar con la mayor precisión posible las tramas,
articulaciones y nudos de las prácticas socio-penales y
aportar insumos valiosos que permitan actualizar y
dinamizar la agenda en el campo de los derechos humanos.

46 A partir de aportes de diferentes integrantes del GESPyDH.


47 Publicado por Editorial Ad-Hoc, Buenos Aires, 2015.
23 Acerca de las directoras del GESPyDH
Alcira Daroqui – Licenciada y Profesora en Sociología, UBA.
En cuanto a sus trabajos recientes, continúa con la Coordinación del Registro Na-
cional de Casos de Torturas, a cargo de la Procuración Penitenciaria de la Nación, la
Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires y el Grupo de Estudios
sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (GESPyDH). También co-organizado y
co-coordinó las Mesas de las Jornadas de la Carrera de Sociología (CABA, UBA) y
de las Jornadas de Sociología de UNcuyo (Mendoza); y también participando en las
jornadas de la EXPO-IIGG (UBA); organizado y participado del Seminario de De-
bate e Intercambio: “Acerca del crecimiento de la población carcelaria, el juicio
abreviado, el procedimiento de flagrancia y la reforma de la ley 24.660”, realizado el
Instituto e Investigaciones Gino Germani (IIGG); organizado y participado en el
Seminario de formación e intercambio junto al Servicio Público Provincial de la De-
fensa Penal de la Provincia de Santa Fe: “La dimensión política e histórica de la tor-
tura. Registro de casos: propuestas, alcances y limitaciones”; ha sido convocada por
el Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Córdoba para el aseso-
ramiento y formación de organizaciones de la sociedad civil para la creación del Re-
gistro de Homicidios policiales en la Ciudad de Córdoba. Desarrolló la propuesta de
una segunda publicación del GESPyDH, que se denominó “Tinta Roja”, cuya pues-
ta en marcha fue producto del intercambio colectivo de los integrantes del equipo:
Florencia Tellería, Jimena Andersen, Ornela Calcagno, Sofía Conti y en particular,
Ana Laura López y Carlos Motto, que trabajaron en los contenidos de cada uno de
los dos primeros números que publicamos en 2017 y 2018 respectivamente. Tam-
bién dirigió Tesis de Maestría y Doctorado, en la permanente apuesta a la integra-
ción entre docencia e investigación, tanto en el Seminario de la Carrera de grado de
Sociología dela UBA como en el distintas instancias de formación de posgrado.
Silvia Guemureman – Licenciada en Sociología y Doctora en Ciencias Sociales, UBA.
Entre sus trabajos recientes, continúa coordinando el Observatorio de Adolescentes
y Jóvenes en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG), desde donde se
han realizado diversas actividades vinculadas a tematizar la reforma legislativa sobre
la justicia penal juvenil, a la vez que problematizar el funcionamiento del sistema
penal con relación a los adolescentes y jóvenes. Toda la producción está disponible
para su consulta en el sitio http://observatoriojovenesiigg.sociales.uba.ar/. En si-
multáneo, consolidó un espacio de formación académica en la Universidad Nacional
de Río Negro (UNRN) a través de su incorporación a la Licenciatura de Criminolo-
gía y Ciencias Forenses, donde se encuentra a cargo del área de Criminología y de la
Asignatura sobre Sistema Penal y Derechos Humanos, cuyos contenidos guardan
relación con los impartidos en el seminario a su cargo en la Carrera de Sociología
(UBA). Allí, en la UNRN, creó un Programa de Fortalecimiento en capacidades de
investigación orientado a problematizar el funcionamiento de las agencias de control
social a nivel local. Además de las actividades compartidas por el GESPYDH (ya
referenciadas en el texto sobre Alcira Daroqui), también dictó cursos de posgrado
en diferentes ámbitos referidos a la niñez y adolescencia. En este sentido, es rele-
vante su participación en la REIJA, Red de Investigadores de Juventud en la Argen-
tina, en el Grupo de Trabajo (GT) de CLACSO sobre Infancia y Juventudes, y en el
Grupo de Niñez Plural de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL-UBA). La forma-
ción de recursos humanos a través del acompañamiento en especializaciones, maes-
trías y doctorados continúa siendo un pilar privegiado en su labor como investiga-
dora del CONICET.
Artículos

Laboratorio de guerra urbana: Río de Janeiro en el siglo XXI

David Barrios Rodríguez – Candidato a Doctor en Estudios Latinoamericanos, Integrante del Observatorio
Latinoamericano de Geopolítica (OLAG) con adscripción al Instituto de Investigaciones Económicas de la Universi-
dad Nacional Autónoma de México (UNAM) – davidbarrios@iiec.unam.mx

24
Resumen
América Latina y el Caribe destaca a nivel mundial tanto por los niveles
de violencia cuantificables, como por las modalidades que esta compor-
ta. Ante ello, las preocupaciones en torno a la seguridad pública o ciuda-
dana han ofrecido una serie de interpretaciones poniendo énfasis en el
comportamiento económico del área, los procesos de urbanización o la
polarización generada por los índices de criminalidad y las políticas de
mano dura vueltas “consenso”. En este caso, se propone abordar la pro-
blemática a través de la incorporación de elementos semánticos y opera-
cionales de la estrategia militar, tomando como ejemplo la ciudad de Río
de Janeiro con la experiencia de las Unidades de Policía Pacificadora
(UPP) y la militarización de la ciudad en el marco de un ciclo de mega-
eventos de diez años de duración. En base a la consulta de distintas
fuentes documentales, entre ellas escritos de militares que participaron
en Operaciones de guerra urbana en la ciudad, se corrobora la hipótesis
sobre el empleo de estrategias de guerra en contextos urbanos como al-
ternativa disponible para las elites políticas y económicas con objetivos
de control social.

Palabras clave: Militarización urbana, Megaeventos, Río de Janeiro,


guerra irregular, seguridad pública
Abstract
Latin America and the Caribbean stands out at a world level for the quantifiable levels of violence
and for the modalities that this entails. Concerns about public or citizen security have offered a series
of interpretations emphasizing the economic behavior of the area, urbanization processes or the
polarization generated by crime rates and heavy-handed policies "consensus". In this case, it is pro-
posed to address the problem through the incorporation of semantic and operational elements of the
military strategy, taking as an example the city of Rio de Janeiro with the experience of the Pacifying
Police Units (UPP) and the militarization of the city within the framework of a 10-year mega-events
cycle. Based on the consult of different documentary sources, including the writings of military per-
sonnel who participated in urban warfare operations in the city, the hypothesis on the use of war
strategies in urban contexts as an alternative available for political and economic elites with social
control objectives is corroborated.
Key words: Urban militarization, Mega events, Rio de Janeiro, Irregular warfare, Public security
25 Introducción1
El crecimiento de los índices de violencia, especialmente en lo que se circunscribe a
las tasas de asesinato por cada cien mil habitantes, ha atrapado la preocupación de
distintas instancias regionales y foráneas respecto al recorrido contemporáneo de
América Latina y el Caribe. Esta problemática, que se remonta a las décadas de los
años ochenta y noventa ha adquirido centralidad en toda la región, aun cuando se
manifiesta de manera diferenciada en ella2. De manera muy esquemática, tiene dos
vertientes principales. Por un lado, un conjunto de ciudades y países en los que la
sensación de inseguridad no coincide con las tasas objetivas de criminalización, si-
tuación que ha sido señalada para Argentina, Costa Rica o Chile. Por el otro, conta-
mos con países que duplican la proporción considerada “tolerable” entre población
y asesinatos, esto es, de 10 personas por cada cien mil habitantes. En la región tene-
mos cuatro de los países con más muertes violentas en términos globales, a saber:
Brasil, México, Colombia y Venezuela, lo que se traduce en que uno de cada cuatro
eventos de este tipo a nivel mundial acontece en uno de estos estados-nación
(Muggah y Aguirre Tobón, 2018). También se cuentan aquellos, especialmente los
que conforman el Triángulo Norte de Centroamérica, en los que se cuenta con las
mayores tasas de asesinato a nivel mundial, en lo cual influye que se trate de países
pequeños en términos territoriales y poblacionales, en los que la evolución del fenó-
meno de las maras ha entrado en conjunción con el desarrollo y sofisticación de la
economía criminal ilegal.
Esta problemática, que cuenta con una evolución similar a nivel regional, ha hecho
que los estudios sobre violencia urbana o seguridad pública o ciudadana proliferen
en la región, aunque esto ocurre a partir de distintos enfoques. De tal suerte que se
puede poner énfasis en el comportamiento económico del modelo neoliberal y sus
efectos sociales a tres décadas de implementación. Otra manera de acercarse a la
problemática es a través del estudio sobre el recorrido regional en términos de urba-
nización, caracterizado por la profundización de un esquema excluyente que con los
procesos de gentrificación supone el reforzamiento de los mecanismos de discipli-
namiento y control en nuestras ciudades. Para señalar uno más, pensemos en el auge
de las políticas públicas de “mano dura” vueltas consenso en buena medida gracias
al papel de los oligopolios mediáticos y la capitalización de un “eco social” que, en
determinados contextos, ha incluido la realización de movilizaciones en contra de la
violencia y el crimen3. Sin embargo, existe una vertiente de la problemática que, aun

1 Investigación realizada en el marco de los proyectos PAPIIT “Economía y guerra en el siglo XXI:
corporaciones, Estados y mercenarios. Genealogías latinoamericanas” IG300318 y “Economía política
de la violencia. Genealogías latinoamericanas” IA301217.
2 El incremento de la denominada “delincuencia común” como fenómeno replicado en la mayor parte

de los países, adquirió un aura distinta con la comisión de delitos que requerían tanto mayor infraes-
tructura como vínculos con elementos policiacos, lo que resulta característico, por ejemplo, en el caso
de los secuestros extorsivos. De manera paralela las décadas de los años ochenta y noventa señalaron
el inicio de la paulatina alteración en la dinámica de producción, trasiego y tráfico de estupefacientes en
la que destaca la violencia producida en el mercado de la economía criminal ilegal por la introducción
de la cocaína. Ciudades de Colombia, Brasil y México dan cuenta de ello.
cuando está presente en distintas regiones del área, no ha recibido la atención que 26
merece. Lo que prolifera ahora en distintos países de la región es la imbricación de
sentidos sociales y políticas gubernamentales en la materia, con contenidos y formas
de funcionamiento bélicas. Así, el recurso de metáforas que aluden a un imaginario
de guerra se expande en términos sociales, tanto desde los centros de poder y deci-
sión, como a partir de la población inmersa en lo que se presenta como situación de
guerra (Ceceña, 2014) o estado de guerra (Santiago e Illades, 2014)4. Esto supone
entonces, una profunda modificación en las atribuciones policiacas que ahora incor-
poran estrategias bélicas inscritas en las formas de guerra irregular
(contrainsurgencia, asimetría, guerra de baja intensidad, etc.) y que redefinen en el
siglo XXI las fronteras previas de actuación del Estado y las construcciones en
torno a la ciudadanía.
Por ello, en el presente texto centraré la atención en el recorrido brasileño y en par-
ticular en su ciudad más emblemática, Río de Janeiro, por considerar que se trata de

...centraré la atención en el recorrido brasileño y en


particular en su ciudad más emblemática, Río de Janeiro,
por considerar que se trata de un puesto de avanzada en lo
que se refiere a la militarización de la seguridad pública y la
conformación de porciones de la urbe en teatro de
operaciones de guerra irregular, lo que en el fondo supone
la conversión de la población de dichos espacios en
enemigos internos.

un puesto de avanzada en lo que se refiere a la militarización de la seguridad pública


y la conformación de porciones de la urbe en teatro de operaciones de guerra irre-
gular, lo que en el fondo supone la conversión de la población de dichos espacios en
enemigos internos. Esto reviste aún mayor preocupación, si se atiende al hecho de
que se trata de una manera de enfrentar la problemática que tiende a generalizarse
en la región.
Para ello, se establecerá desde una perspectiva general, el recorrido en la conforma-
ción de la Policía Militar del Estado de Río de Janeiro, de la cual forman parte en la
3 Este tipo de movilizaciones se han llevado a cabo en distintos puntos de la región, donde en térmi-
nos generales han compartido un cierto repertorio de demandas, así como un componente de clase
atípico en lo que a protestas callejeras se refiere.
4 De esta manera, en lo que se refiere a oligopolios mediáticos, plataformas electorales y gobiernos en
funciones, podemos pensar en la proliferación de metáforas y recursos lingüísticos que hablan de ga-
nar o declarar la guerra a la delincuencia, o bien de la implementación de operaciones de pacificación
(Contursi y Tufró, 2015) y estabilización. Por el otro, la población de nuestros países crea y reproduce
un slang o ciertos neologismos que recuperan el acervo de violencia cotidiana que es experimentada
como guerra. Este puede ser tanto el caso del parlache paisa (Aricapa, 1998) como de lo que ha sido
enunciado para México como narcoñol (Reguillo, 2011).
27 actualidad tanto el Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) como las Unidades
de Policía Pacificadora (UPP), en ambos casos entidades que tuvieron un papel des-
tacado en la “retoma de territorios” favelados por parte del Estado brasileño duran-
te los últimos años. Acto seguido, se describirán algunas de las operaciones militares
que permitieron la implantación de las UPP, al mismo tiempo que se llevará a cabo
un balance de esta experiencia en el marco del decreto de intervención federal en
Río de Janeiro del mes de febrero de 2018.

Policía Militar de Río de Janeiro:


el brazo armado de las clases propietarias
"El entendimiento debe intentar aproximarse a esas circunstancias con la mayor decisión, para
consumar la crítica, tanto de la violencia fundadora como de la conservadora. Pero estas dos formas
de la violencia se hacen presentes en aún otra institución del Estado, y en una combinación todavía
mucho más antinatural que en el caso de la pena de muerte y amalgamadas de forma igualmente
monstruosa: esta institución es la policía."
Para una crítica de la violencia. Walter Benjamin

Los esfuerzos destinados por la élite carioca para intentar disciplinar a la población
de Río de Janeiro han sido enormes a lo largo del tiempo. Un momento clave en la
configuración de este proceso se da como resultado del arribo de la Corte Imperial
portuguesa (1808) y la concomitante conversión de la ciudad, con 80 mil esclavos a
mediados del Siglo XIX (Chalhoub, 2011), en el principal lugar de arribo de cautivos
africanos en el Hemisferio Occidental5. Al esclavismo como sostén del proyecto
económico de Brasil, que configuraría el racismo de largo aliento y que se expresa
hasta la actualidad, debemos agregar en ese periodo el terror que produjeron distin-
tas rebeliones internas y, de manera muy especial, la Revolución Haitiana
(consumada en 1804)6. Es por ello que no se escatimó en la generación de mecanis-
mos de control para contener a la población capturada en África, que incluyeron
redadas, castigos públicos y ejecuciones7. Mientas, en el periodo de finalización jurí-
dica de la esclavitud fueron impulsadas formas de segregación socioespacial, como

5 La institución atravesó por diversas transformaciones a partir de entonces, entre ellas las derivadas
de la relación cambiante en términos jurídico-administrativos, primero dentro de la Corte Imperial y
después en el periodo republicano. Otra mutación de gran trascendencia proviene del traslado a Bra-
silia en 1960 de las atribuciones como capital del país. Aun así, se puede rastrear la continuidad de
los cuerpos armados de formato militar que hasta la actualidad llevan a cabo las tareas de vigilancia y
actuación policial en la ciudad. Con la salvedad de un breve lapso en 1831, cuando el cuerpo fue
disuelto por una rebelión, este tipo de institución ha sido permanente en la historia de la urbe
(Bretas, 1997).
6 La rebelión de esclavos Malês (musulmanes) en Salvador durante 1835 horrorizó de manera parti-

cular a propietarios y gobernantes por su grado de organización, por estar en manos de personas
alfabetizadas y por su carácter abiertamente militar (Malaguti,2003).
7 Significativa es la figura del Comandante de la Guarda Real de Polícia, Miguel Nunes Vidigal, quien

cobró fama por llevar a cabo expediciones punitivas sobre determinados habitantes de la ciudad,
especialmente de los descendientes de africanos. La vida y acciones del Geral Vidigal fueron popula-
rizadas y preservadas en el tiempo, gracias a la novela decimonónica de Manuel Antônio de Almeida,
intitulada Memorias de un Sargento de Milicias, considerada una de las obras fundacionales de la
literatura brasileña. En la actualidad, precisamente una de las favelas de la Zona Sur donde hay una
UPP instalada, lleva su nombre.
en el caso de los cortiços, formas de habitación popular que precedieron a las fave- 28
las8.
La creación de la Policía Militar de Río de Janeiro (PMERJ) se inscribe en esta lógica
y tiene continuidad en el tiempo: hacia atrás en la figura del capitão do mato y hacia
el presente en la conformación socioeconómica que tiene la institución y sus distin-
tas vertientes9. La PMERJ ha tenido y mantiene como principal función proteger los
intereses de las clases propietarias, elemento que se puede rastrear en el propio escu-
do de la institución. Conformado por una mata de café, una caña de azúcar y una
corona, resulta símbolo elocuente de su origen en el pasado colonial-imperial, pero
también de sus tareas como cuerpo dedicado a la defensa patrimonial de los poderes
económicos del país. La actualización de estas formas de control se puede identifi-
car al considerar el desarrollo ulterior de la PMERJ en sus diferentes subdivisiones,
quienes son encargados de capturar, castigar y asesinar a sus iguales. Tratándose del
cuerpo del Estado responsable de llevar a cabo el patrullaje ostensivo de las calles y
al mismo tiempo de las labores de prevención, es la que está en contacto permanen-
te con la población10.

El laboratorio carioca de guerra urbana


Observou-se também uma nova modalidade de conflito moderno para as forças armadas brasileiras,
que necessitaram se adequar, para combater e pacificar.
Uma guerra irregular, sem fronteiras, com inimigos difusos, atuando entre os moradores.
Marcelo de Barros Campos – Oficial de Reserva del Ejército brasileño
Tenemos un soldado para cada 55 moradores. Desde que la Maré nace en la década de los años
30 nunca tuvimos un profesor para cada 55 moradores, ni un médico para cada 55 habitantes
¿por qué merecemos tanques de guerra y no merecemos educación y salud?
Gizele Martins – Periodista independiente de Maré
Desde el año 2008, en que las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) comenzaron
a ser instaladas en distintas favelas y morros de Río de Janeiro, el discurso securita-
rio en construcción comenzó a aludir al logro de hacer presencia en lugares ocupa-
dos por traficantes e incluso se habló en términos de la retoma de territorios por el
Estado brasileño, gracias a la acción de las fuerzas policiacas y militares 11. Algunas
8 La abolición “por etapas” suponía que de manera gradual se iría extinguiendo el tráfico y comercio
de esclavos. A partir de 1871 con la Lei de ventres livres las mujeres aun esclavas tendrían descen-
dencia liberada y finalmente llegaría la extinción jurídica de la esclavitud con la Lei Áurea de 1888.
9 Los capitães do mato eran reclutados entre ex esclavos africanos quienes tenían la tarea de captu-

rar a sus congéneres. Con ello se fue instaurando otro elemento central para la reproducción sisté-
mica del orden social brasileño: “inculcar en el oprimido que la violencia contra otro oprimido esta-
ba asociada al beneficio de su inclusión social” (Rosas Reis, 2016). En la actualidad, la distribución
racial de los cuerpos policiacos se caracteriza por una mayor presencia de descendientes de esclavos
africanos en la PMERJ (pretos y pardos), mientras que la policía Civil (de investigación) y la Federal
son integradas en mayor medida por blancos (Barrios Rodríguez, 2017).
10 Todas ellas expresiones militarizadas de policía, la PMERJ cuenta con cuerpos de choque, opera-

ciones especiales (BOPE), integrantes de la Policía Pacificadora, por señalar aquellos más relaciona-
dos con las incursiones violentas en las favelas.
11 De esta manera, en la trayectoria del vocablo en Occidente, se prefigura desde la instauración de

la “pacificación” la relación asimétrica entre bandos, la anexión de territorios y poblaciones incon-


trolados, así como el ocultamiento del momento bélico que le acompaña, en parte a través del uso
29 de estas operaciones cobraron enorme relevancia mediática. Por un lado, aquellas
áreas con alta concentración poblacional que incluyen conjuntos de favelas, como
Complexo do Alemão o Maré. Por otra, las ubicadas en la Zona Sur como Santa
Marta, Cantagalo, Babilônia y Chapéu Mangueira, Vidigal o Rocinha. En esta última,
considerada la favela más grande de América Latina y el Caribe y que por añadidura
se encuentra en una de las áreas comerciales e inmobiliarias más valorizadas de Río

La creación de la Policía Militar de Río de Janeiro (PMERJ)


se inscribe en esta lógica y tiene continuidad en el tiempo:
hacia atrás en la figura del capitão do mato y hacia el
presente en la conformación socioeconómica que tiene la
institución y sus distintas vertientes. La PMERJ ha tenido y
mantiene como principal función proteger los intereses de
las clases propietarias...

de Janeiro, la operación, con amplia cobertura del oligopolio mediático brasileño,


recibió el nombre de Choque de paz. Durante su implementación, helicópteros lan-
zaron panfletos en los que se le daba el siguiente mensaje a la población: su favela
está siendo pacificada. Al mismo tiempo se incluían correos electrónicos y números
telefónicos para llevar a cabo denuncias anónimas sobre la ubicación de traficantes y
sobre la comisión de actividades ilícitas. En estos lugares la incursión del BOPE de
la PMERJ incluyó, además del uso de tanquetas, helicópteros y demás pertrechos
militares, el ritual de izamiento de la bandera brasileña y la entonación del himno
nacional12. Durante un foro contra los Juegos de la exclusión, nombre con el que
diversas organizaciones sociales renombraron a las Olimpiadas Río 2016, escuché
relatar un episodio de este tipo a un habitante de esa favela, en particular quien se-
ñaló que cuando vio al Ejército y la Policía Militar realizando dicha ceremonia se
preguntó: ¿y entonces qué éramos antes de esto?; en alusión a la operación de ocu-
pación policiaco-militar de la que estaban siendo objeto y al ulterior rito de
“conquista” que subyace a la colocación del estandarte nacional13.
La participación de las Fuerzas Armadas brasileñas en tareas de seguridad pública

alternativo de tácticas de contrainsurgencia, guerra de baja intensidad y de aquellos otros eufemismos


como las operaciones de mantenimiento de la paz y estabilización. Además de establecer la genealogía
de la noción, en un artículo aparecido hace un par de años se establece su aplicación en distintos con-
textos regionales (Contursi y Tufró, 2015).
12 El Batallón es creado en 1978 con el nombre de Núcleo da Companhia de Operações Especiais y

con la tarea de realizar acciones de seguridad pública en situaciones en las cuales los demás cuerpos
de la Policía Militar no tenían capacidad de intervención. Sus operaciones en las favelas fueron pensa-
das en la lógica de confrontación con facciones del narcotráfico (Mattos de Rocha, 2013).
13 La mesa en cuestión se intituló “Moradia e mobilidade: Conexões com a cidade e impactos nas

favelas”, llevada a cabo en el Instituto de Filosofía e Ciencias Sociais (IFCS) de la Universidade Fede-
ral do Rio de Janeiro (UFRJ), 04 de agosto de 2016.
dentro de la capital carioca se ha llevado a cabo en distintas oportunidades con ante- 30
rioridad, pero esto ha ocurrido a partir de principios jurídicos y escalas distintas. Un
par de antecedentes a finales del siglo pasado fueron la ECO-92 y la Operação Rio
(1995). A mediados de la década siguiente volvieron a ser utilizadas con el inicio del
ciclo de ocho megaeventos que se inaugura con los Juegos Panamericanos en 2007.
Con el objetivo de implantar las UPP en la zona Norte de la ciudad y contrarrestar
acciones del tráfico, se llevó a cabo la ocupación militar del Complexo do Alemão y
da Penha en 2010-2011. Volvieron a ser convocadas entre 2012 y 2013 durante la
Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable Rio+20 (2012) y a
propósito de la visita del Papa en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud -
JMJ (2013). Finalmente, en el contexto de una fuerte crisis social y económica en el
país, se sucedieron los tres mayores eventos del periodo, la Copa Confederaciones
en 2013, la Copa del Mundo FIFA al año siguiente y en lo que fue considerado el
cierre de este ciclo para la ciudad, la Olimpiada y Para Olimpiada Río 2016 (Lima de
Carvalho, 2013; Prisco de Souza, 2015)14.

...intervención de las Fuerzas Armadas estuvo mediada por


la solicitud en primera instancia del gobernador del Estado
de Río de Janeiro al poder ejecutivo federal, y posteriormente
de éste hacia las Fuerzas Armadas del país. Esto quiere decir
que los dos gobiernos identificados como de izquierda
política del Partido dos Trabalhadores (PT) son responsables
de la decisión de establecer operaciones cívico -militares en
las favelas de Río de Janeiro.

Cabe resaltar que en todas estas oportunidades la intervención de las Fuerzas Arma-
das estuvo mediada por la solicitud en primera instancia del gobernador del Estado
de Río de Janeiro al poder ejecutivo federal, y posteriormente de éste hacia las Fuer-
zas Armadas del país. Esto quiere decir que los dos gobiernos identificados como de
izquierda política del Partido dos Trabalhadores (PT) son responsables de la deci-
sión de establecer operaciones cívico militares en las favelas de Río de Janeiro.

14 El caso de la Operação Río de 1995 tuvo un carácter específico, ya que el objetivo declarado era
participar en funciones de seguridad pública y no solamente con el argumento de proteger a las dele-
gaciones internacionales que participaran en los megaeventos. Tomaron parte la Brigada da Infanteria
de Paracaidistas, reforzada por batallones del Ejército y de la Fuerza Aérea (Escoto, 2016). La opera-
ción fue resultado del clima de inseguridad (en cierta medida mediáticamente construido) relacionado
con las incursiones de jóvenes favelados en las playas de la Zona Sur para robar a los bañistas
(estrategia conocida como arrastroes). Además de ello se trata de un periodo de tiempo marcado por
eventos de violencia institucional entre los que destacan tres masacres de jóvenes de sectores popula-
res con gran impacto social: Chacina de Acari (1990); Chacina da Candelaria y Chacina de Vigario
Geral (1993).
31 En términos más generales, es posible considerar que el proceso de implantación de
las UPP fue una de las maneras en que el gobierno brasileño en sus distintos niveles,
encontró una manera de convencer a la opinión pública, nacional e internacional, de
que la problemática de la inseguridad pública y especialmente la actuación de los
traficantes con uso ostensivo de armas, podría ser revertido para generar un clima
de seguridad hacia los visitantes extranjeros, en el marco de los megaeventos en
puerta.
Aun así, este proceso no fue realizado de la misma forma en los distintos espacios
de la ciudad donde fueron implantadas las 38 unidades de Policía Pacificadora. In-
clusive, de acuerdo con distintos especialistas, más que un modelo acabado, hubo
un cierto grado de improvisación y adaptación a lo largo del periodo de implemen-
tación. Prueba de ello es que entre el decreto para su creación (2009) y uno en que
quedara clara su estructura, objetivos y atribuciones pasaron dos años (2011), para
ser de nuevo alterados un par de años después (2013). Siendo ese último bienio en
que se estableció su carácter y gestión como policía de proximidad, aun cuando no
siempre quedó clara la distinción entre esto y los principios de policía comunitaria
(Franco, 2014).
El secretario de seguridad pública de la ciudad durante diez años, y a quien se le atri-
buye la creación de estas unidades, Mariano Beltrame, señaló que en 2007 viajó a
Medellín para conocer la experiencia de los Centros de Atención Inmediata periféri-
cos (CAI) de la ciudad colombiana, en los que se habrían inspirado para la introduc-
ción de las UPP en Río (Valente, 2016)15. Esto parece haber sido una forma de
mostrar el proyecto a la opinión pública, ya que como veremos más adelante, los
abrevaderos de esta experiencia de militarización de determinadas áreas de la ciudad,
se encuentra en la Cuenca del Caribe, aunque ha incorporado elementos para el
combate en Oriente Medio16.
De esta manera, los criterios esgrimidos para su instalación fueron: que se tratase de
comunidades pobres, con baja presencia institucional y que contaran con actividad
de grupos criminales ostensiblemente armados. En función de esto, los objetivos de
las UPP estaban vinculados con la consolidación del control estatal sobre estas co-
munidades para devolver a la población local la paz y la tranquilidad pública (Cano
et al, 2012b).
Los resultados inmediatos a la instalación de las UPP, como la reducción de deter-
minados delitos y la disminución del uso ostensivo de armas en las favelas de la ciu-
dad, produjo optimismo en habitantes y en el gobierno, lo que se refrendó a través

15 El programa de las UPP fue desarrollado durante el gobierno estatal de Sergio Cabral del PMDB,
quien dimitió en abril de 2014 y posteriormente fue uno de los objetivos de la “cruzada” anticorrup-
ción en Brasil. Actualmente se encuentra preso bajo delitos de corrupción y con una condena de más
de 100 años de prisión.
16 Otro estudioso del tema sugiere que, con relación a su carácter de policía comunitaria, Boston, ade-

más de Medellín y Bogotá, habrían sido los prototipos de la experiencia (De Sousa, 2017). Sin embar-
go, como señalé antes, el proyecto se modificó durante los años de implementación, diluyendo con
ello la validez sobre la herencia del modelo.
de la coparticipación de la iniciativa privada en materia de inversión para la financia- 32
ción de las instalaciones17. El triunfo en términos simbólicos de la estrategia tam-
bién es perceptible en el hecho de que las películas Tropa de Elite y su secuela, fue-
ran especialmente exitosas18.
Estudios posteriores hicieron énfasis en que al menos en la primera etapa de imple-
mentación (17 UPP), el objetivo de incrustar bases policiacas en determinadas áreas
de la ciudad tuvo un criterio más o menos claro de selección: una parte de ellas ubi-
cadas en la Zona Sur, de barrios de sectores privilegiados y orientada al turismo; en
el centro de la ciudad y la zona del puerto, en donde también se desarrolló una im-
portante reforma urbana y en una región específica de la Zona Norte, alrededor del
Estadio de Maracaná (Cano et al,2012b: 27-28)19.
Es así como se estableció un cerco sobre algunas favelas de la ciudad, por lo que
puede ser considerada más que una política general de seguridad, una forma de in-
tervención en espacios de la urbe estigmatizados: se trataba de controlar/contener
dichas áreas. Aunque el proyecto era contar con 40 instalaciones para 2016, final-
mente fueron instaladas 38, la mayor parte de ellas en la Zona Norte y Sur de Río
(UPP-RJ, 2016).

...se estableció un cerco sobre algunas favelas de la


ciudad, por lo que puede ser considerada más que una
política general de seguridad, una forma de intervención
en espacios de la urbe estigmatizados: se trataba de
controlar/contener dichas áreas.
Con el paso de los años, tanto los comandantes como los efectivos de las UPP ten-
dieron a replicar las formas de ejercicio de poder antes atribuidas a traficantes y a los
grupos de milicianos20. Entre estas destacan imponer regulaciones diversas sobre
actividades recreativas (prohibición de bailes funk y fiestas) o comerciales (hora de
cierre de tiendas y botecos)21. Por ello se ha señalado que lo que ha tenido lugar es
17 Al menos hasta 2011 habían invertido Coca Cola y empresas brasileñas como Souza Cruz
(cigarrillos), Firjan (conglomerado de industrias), Bradesco Seguros, Light (energía), EBX (energía,
minería, infraestructura, petróleo) y la Confederación Brasileña de Fútbol. En conjunto habrían inver-
tido unos 60 millones de reales (Granja, 2015).
18Tropa de Elite II o Inimigo Agora é Outro, que relata temas de corrupción y la aparición de las
milicias en la ciudad, ocupa el segundo lugar en taquilla en la historia del país, sólo por detrás del lar-
gometraje dedicado a temas religiosos Os dez mandamentos. La sucesión de este tipo de intereses da
cuenta de rasgos culturales del Brasil contemporáneo.
19 El histórico puerto de Río, a donde llegaron decenas de miles de esclavos africanos durante la colo-
nia, fue objeto de un agresivo proyecto de intervención, mediado por procesos de desalojo habitacio-
nal de sectores populares, y que fue nombrado como Porto Maravilha. Incluyó la instalación de un
teleférico en el cerro de Providência, un sistema de transporte dedicado principalmente al turismo
(Vehículo Leve de Trilhos), así como la remodelación de la zona portuaria para la edificación del lla-
mado Boulevard Olímpico.
20Las milicias son un fenómeno de actualización y sofisticación de esquemas de privatización de la
seguridad conformadas por efectivos policiales y del cuerpo de bomberos en activo y retiro. Aun
33 un proceso de sustitución de los anteriores donos do morro por otros. Tampoco
estuvieron ausentes casos sonados de corrupción, como los que involucraron al co-
mandante de la UPP del morro de São Carlos, así como a otros integrantes de este
cuerpo de policía, quienes recibían pagos por parte de traficantes (Gledhill, 2016:
79).
En el caso de las favelas de la Zona Sur, éstas fueron desalojadas de forma relativa-
mente sencilla y no hubo enfrentamientos ni una ocupación militar tan extendida
como la que acontecería en los complejos de favelas ubicados en la Zona Norte de
la ciudad. Lo que sí destaca del proceso de instauración de las UPP en las áreas de la
ciudad más próximas al litoral y al centro de la ciudad es la llamada expulsão branca
o gentrificación que ahí tuvo lugar22. Esta ocurre porque ante la disminución, al me-
nos visual, de la presencia del tráfico en las favelas de estas áreas de la ciudad, se da
un paulatino proceso de valorización a partir del cual comienzan a arribar como in-
quilinos de casas y nuevas construcciones, personas de capas medias de la pobla-
ción, e incluso extranjeros. De manera paralela, el Estado puso en funcionamiento
estrategias de regulação fundiaria que al mismo tiempo que permitieron mejorar el
acceso a determinados servicios públicos (luz y agua), hace que estos comiencen a
ser cobrados, cosa que no ocurrió durante los casi 125 años previos de existencia de
las favelas. Así, personas que históricamente habían habitado los morros de esas
zonas de la ciudad, tuvieron que desplazarse ante el incremento del coste de la vida

...el Estado puso en funcionamiento estrategias de regulação


fundiaria que al mismo tiempo que permitieron mejorar el
acceso a deter minados servicios públicos (luz y agua), hace
que estos comiencen a ser cobrados...

cuando en un principio fueron identificadas como una forma de contrarrestar las actividades de las
facciones de tráfico, de manera paulatina fueron asociadas con violaciones a los derechos humanos
sobre la población y con la comisión de distintas actividades ilícitas. Monopolizan actividades econó-
micas en los territorios donde tienen presencia (televisión por cable, gas, luz y el transporte local) y
ahora existen indicios de que también participan del tráfico de estupefacientes (Couto et al, 2018).
Actúan principalmente en la Zona Oeste de Río. La investigadora Alba Zaluar estimaba en 2010 que
controlaban territorios habitados por más de 400 mil personas (Gledhill, 2016).
21 Los bailes funk son reuniones específicamente asociadas con los tráficos y que en su versión con-

temporánea se caracterizan por ser espacios donde se escucha un tipo de música que hace apología
de estas actividades, así como por una estética y un conjunto de prácticas, incluyendo el baile, hiper-
sexualizadas. Los dos géneros más populares dentro de este tipo de bailes son el llamado putaria,
abiertamente sexista y el proibidão, que es propiamente el que habla de las distintas organizaciones de
tráfico y sus formas de vida. Aun cuando son enormemente populares, existen restricciones para
escucharlos en los medios comerciales de comunicación. Con la política de ocupación militar de las
favelas tanto los bailes como la música han sido objeto de persecución.
22 Durante el trabajo de campo con motivo de mi estancia de investigación, tuve oportunidad de ha-

bitar en una favela situada en los límites de la Zona Sur con el Centro de la ciudad. Se trata de una
pequeña colonización a las faldas de un morro que administrativamente pertenece al barrio de Laran-
jeiras. Pereira de Silva, también conocida como Pereirão constituye un caso emblemático del resulta-
do de los procesos de “pacificación”, en relación a la preservación del tráfico y a la convivencia que
hay de manera cotidiana, entre actores armados estatales y no estatales (De Mattos, 2013).
hacia otras áreas. 34
Por su parte, en las favelas del Norte de la ciudad, se llevaron a cabo las mayores
operaciones. En parte esto se debió a que éstas rodean algunos de los accesos estra-
tégicos (Avenida Brasil y Linha Vermelha), como aquellos que van desde el Aero-
puerto Internacional Galeão, hacia el Centro de la urbe y hacia instalaciones como el
Estadio de Maracaná o la Ciudad Olímpica construida en la Zona Oeste (de Barra
da Tijuca hacia Jacapareguá). Esto se hizo a través de la conformación de una Fuer-
za Pacificadora adscrita al Comando Militar do Leste del Ejército brasileño (CML)
con sede en el Estado de Río de Janeiro23.
Esta fuerza que actuó en las operaciones realizadas en los complexos de Maré, Ale-
mão y da Penha, se conformó a partir de segmentos de las Fuerzas Armadas Brasile-
ñas con experiencia en Haití a través de la Missão das Nações Unidas para Estabili-
zação no Haiti (MINUSTAH)24. En la isla del Caribe, éstas habían desarrollado ac-

...la conformación de una Fuerza Pacificadora adscrita al


Comando Militar do Leste del Ejército brasileño (CML) con
sede en el Estado de Río de Janeiro. Esta fuerza que actuó
en las operaciones realizadas en los complexos de Maré,
Alemão y da Penha, se conformó a partir de segmentos de
las Fuerzas Ar madas Brasileñas con experiencia en Haití a
través de la Missão das Nações Unidas para Estabilização no
Haiti (MINUSTAH).

ciones como brigadas médicas y odontológicas, mientras que otras unidades tenían
como objetivo participar en la “pacificación” de los barrios considerados problemá-
ticos como Bel Air, Cité Soleil, Cité Militaire, entre otros25. En esta experiencia, que
en 2014 cumplía ya diez años, las Fuerzas Armadas brasileñas obtuvieron conoci-
mientos relevantes sobre la manera de hacer presencia en un contexto urbano den-
23La fuerza quedó constituida de la siguiente forma: comando a cargo de un oficial-general del Ejérci-
to brasileño; tropas del Ejército con dos Fuerzas de Tarea compuestas por Batallones de Infantería;
Policía Militar del Estado de Río de Janeiro (PMERJ); un comando y dos batallones de campaña de la
Policía Militar; Policía Civil del Estado de Río de Janeiro. También formaron parte de la fuerza equi-
pos de inteligencia, un destacamento logístico, un equipo de comunicación social, otro más de opera-
ciones psicológicas y hacia el final de la operación Arcanjo una sección de asuntos civiles (Klinguelfus,
2012).
24 La participación de efectivos brasileños en la MINUSTAH constituye la mayor experiencia en su
tipo en la historia del país sudamericano como partícipe de operaciones de la ONU. Entre 2004 y
2016 han tomado parte de la misma casi 33 mil militares entre tropas y oficiales (Passarelli Hamann,
2016).
25 Nos referimos al Batalhão Brasileiro de Operação de Paz no Haiti (BRABATT/ MINUSTAH)
que realizó distintas acciones bélicas y de asistencia en casos de desastre (Leite Silva, 2014). Se
estimaba que como resultado del terremoto en enero de 2010, alrededor de 4.500 presidiarios, algunos
35 samente poblado, a través de la vigilancia ostensiva de sus habitantes, a pie o a bor-
do de vehículos motorizados. Resalta de ello la militarización de la vida cotidiana
como un proyecto a largo plazo, en zonas caracterizadas por carencias materiales, en
donde las labores de inteligencia y su corroboración a través de la obtención de da-
tos ofrecidos por la población, forman parte de la lógica de intervención territorial.
En los estudios existentes sobre la “vertiente” haitiana del proceso, se establece la

Resalta de ello la militarización de la vida cotidiana como un


proyecto a largo plazo, en zonas caracterizadas por carencias
materiales, en donde las labores de inteligencia y su corroboración a
través de la obtención de datos ofrecidos por la población, forman
parte de la lógica de intervención territorial.

relación entre este precedente y la de la implantación de las UPP. Esto en dos senti-
dos: por un lado, a partir del momento de la invasión y ocupación del territorio ur-
bano y por el otro, a través de la lógica de permanecer en él a través de los llamados
pontos fortes utilizados en Haití como posiciones fortificadas y que guardan una
lógica similar tanto con los CAI periféricos de Medellín, como con las UPP cariocas.
Además de ello, el patrullaje ostensivo realizado en la isla por parte de los vehículos
blindados y efectivos a cargo del Batalhão Brasileiro de Infantaria de Força de Paz
(BIF-Paz) tiene similitudes con la actuación de los caveirões, que habiendo sido uti-
lizados desde comienzos de la década pasada, han sido perfeccionados para las in-
cursiones en distintas favelas de Río26. Entre las funciones realizadas en la isla del Cari-
be y que después serían replicadas en las operaciones en las favelas de Río de Janei-
ro se encuentran operaciones de cerco y cateo, checkpoints, static points, seguridad
de instalaciones y operaciones de control de disturbios (Do Amaral Peixoto, 2009).
En Alemão y Penha, la operación llevada a cabo en 2011 constituyó la de mayor
envergadura que ha tenido la Fuerza Terrestre Brasileña desde las operaciones en el
siglo XIX a cargo de Luis Alves de Lima e Silva, mejor conocido como el Duque de
Caxias27. Durante 87 días se llevó a cabo esta ocupación en la que tomaron parte el
BOPE, la Policía Civil, miembros de la Policía Federal y que contó con apoyo logís-
tico del Ministerio de la Defensa (Lima de Carvalho: 2013). Uno de los argumentos
esgrimidos para la actuación de las Fuerzas Armadas fueron las acciones realizadas

considerados como de alta peligrosidad, habían logrado escapar, lo que los convertía en un objetivo
militar de la MINUSTAH y de los batallones brasileños (Porto Pinheiro, 2011).
26 Se trata de vehículos blindados que son utilizados para la invasión y patrullaje de las favelas. El

término caveirão, empleado por los habitantes, remite al símbolo del BOPE conformado por una
calavera con unos cuchillos atravesados. Por su parte la PMERJ y en términos más generales el go-
bierno, optan por llamarlo o pacificador.
27 También denominado en la historiografía brasileña como “el pacificador” fue el responsable mili-

tar de sofocar rebeliones decimonónicas en las provincias de Maranhão, São Paulo, Minas Gerais y
Rio Grande do Sul. También fue el jefe militar de las tropas brasileñas en la Guerra de la Triple
Alianza o Guerra del Paraguay. Es considerado el patrono de la Fuerza Terrestre brasileña (Zaccone,
2015).
por facciones de traficantes durante aquellos días (Comando Vermelho y Amigos 36
dos Amigos) y que consistieron en quema de autobuses y el bloqueo de algunas via-
lidades, lo que fue interpretado como una manera de protestar ante la puesta en
marcha de las UPP en la ciudad.
De esta manera, se llevaron a cabo acciones de cercamiento por parte del cuerpo de
infantería de paracaidistas (Operação Chivunk) y de otras fuerzas federales que se
conformaron como Fuerza de Tarea Arcanjo, mismo nombre que tendría la opera-
ción militar28. Para pensar en la dimensión del despliegue, es necesario reparar en
que, en el área de 16 kilómetros cuadrados de aglomeración urbana vertical, habita-
ban en ese momento alrededor de 400 mil personas. Después de la intervención
inicial otras unidades del Ejército se alternaron en turnos de tres meses para contro-
lar el área hasta el 28 de junio de 2012, cuando el gobierno del Estado de Río de
Janeiro terminó la instalación de las últimas UPP, un total de 8 en ambos complejos
de favelas. A lo largo de diecinueve meses, 8.764 militares participaron de la ocupa-
ción (Lima de Carvalho: 2013).
Respecto a la favela de Maré, en 2014 se llevó a cabo la Operación São Francisco,
solicitada por el gobierno del Estado el 5 de abril de ese año. A diferencia de la
Operação Arcanjo antes descrita, en este caso se enmarcó en términos jurídicos en
la atribución del Ejército brasileño en ejercicios de Garantía de la Ley y el Orden
(GLO)29. Para ello se llevaron a cabo exposiciones de motivos interministeriales,
que autorizaron la participación temporal de militares para la preservación del orden
público. En el mismo periodo fueron publicadas instrucciones administrativas del
Estado Mayor del Ejército, que determinaron la organización de una Fuerza de Pa-
cificación, con el empleo de recursos operacionales militares (de Barros,2016).
Como elementos principales fueron considerados aspectos en materia de comunica-
ción, así como mecanismos para ganar la confianza de la población, producto de la
mala percepción de los aparatos armados del Estado, atribuida a la acción de los
traficantes (de Barros Campos, 2016)30. Como habían tenido oportunidad de apren-
der en Haití, esto resultaba crucial para las labores de inteligencia. O como señala
otro militar brasileño a propósito de esta operación: “A inteligência também priori-
zou a coleta e a busca de informações sobre a população, centro de gravidade dos
conflitos irregulares assimétricos do século XXI”. En este ámbito, resulta notoria la
incorporación de la experiencia del Ejército y los Fusileros Navales de Estados Uni-
28 El equipo de paracaidistas llevó a cabo tareas de inteligencia y reconocimiento aéreo, así como in-
tervención directa en los complejos de favelas ocupados militarmente (Ramos Marques, 2012: 56-64).
29Estas misiones se llevan a cabo bajo orden expresa del presidente de la República en casos de agota-
miento de los mecanismos instituidos para la preservación de la seguridad pública o ante una situación
grave de perturbación del orden. Son reguladas por la Constitución Federal y conceden de manera
provisoria a los militares la facultad de actuar con poder de policía hasta el restablecimiento de la nor-
malidad. Con la excepción de los Juegos Panamericanos Río 2007 y los V Juegos Mundiales Militares
de 2011, fue el marco de actuación de las Fuerzas Armadas durante el ciclo de megaeventos
(Ministerio de Defensa brasileño, 2018).
30 En ese momento, en la favela de Maré se identificaba la presencia del Comando Vermelho, sus riva-
les del Terceiro Comando Puro, así como grupos de milicias. Para efectos de la operación en términos
semánticos, fueron denominados Agentes da Perturbação da Ordem Pública (APOP).
37 dos en Afganistán31. En este caso, la actuación de las fuerzas armadas incluyó la co-
locación de check points, patrullaje ostensivo, cateos sobre autos y personas, captu-
ra en flagrancia y cumplimiento de mandatos de apresamiento para lo que fueron
instalados los llamados Postos de Bloqueio e Controle de Vias Urbanas (PBCVU).
En la operación participaron 3.300 militares veinticuatro horas al día y siete días a la
semana, desde el 1 de abril de 2014 y hasta el 30 de junio de 2015 32. Esto quiere de-
cir que fueron utilizados 18 militares por cada 1000 habitantes, una cifra que desde
la perspectiva militar es suficiente para operaciones de “imposición de paz” o para
tareas de contrainsurgencia33. También fueron implementadas acciones cívico-
militares con el objeto de intentar paliar el descontento producido entre la pobla-
ción, así como altoparlantes y panfletos para difundir las acciones de la operación y
desacreditar a los grupos de tráfico.
Desde la óptica militar se trataba de actuar en un área densamente poblada con
129.770 habitantes distribuidos en 3.301.743 m2, lo que proporcionalmente equivale
a 25,44 personas por metro cuadrado (De Barros, 2016). Resulta significativo que en
los textos de militares brasileños aparecidos en Military Review, dedicados a las ope-
raciones en Alemão, Penha y Maré, no se hable de las muertes por decenas que tu-
vieron lugar durante las mismas. De igual manera no se alude a las afectaciones a la
vida cotidiana de la población, entre la que se cuenta la de niños y ancianos. Aun
cuando no es del todo posible establecer el saldo social de estas incursiones milita-
res, existen algunos cálculos llevados a cabo por organizaciones. Así, por ejemplo,
durante la Operação São Francisco en Maré fueron asesinadas 21 personas, además
de 16 asesinatos previos llevados a cabo por el BOPE al preparar el terreno para la
ocupación34.
Durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos fueron dispuestos más de 43 mil mili-
tares para tareas de seguridad pública en la ciudad, quienes actuaron en la lógica de
prevenir y confrontar amenazas asimétricas, tales como la posibilidad de atentados
terroristas, aun cuando el mayor temor era frente a “nativos autorradicaliza-
dos” (Visacro, 2018)35. En ese sentido, es preciso recordar que desde 2013, Río y
otras ciudades del país fueron escenario de protestas contra distintas medidas del
31 En este caso la referencia es a la conformación de Células de Inteligencia de Compañía (Company-
Level Intelligence Cells) que hacían parte de las Compañías Operacionales. Otros mecanismos de
inteligencia fueron a través de informantes que hacían uso de la aplicación para teléfonos móviles
Whatsapp, así como de Disque Pacificação implementado por la Fuerza de Pacificación (Escoto,
2016).
32 Fueron utilizados carros de combate M113, Urutu y Guaraní; por parte de la Marina brasileña dis-

tintos vehículos blindados como el SR 8x8 Piranha IIIC, además de motocicletas; así como aerona-
ves del Comando de Aviación del Ejército como los helicópteros HA-1 Esquilo y el HM-Pantera
(De Barros, 2016).
33 De acuerdo con uno de los militares brasileños citados con anterioridad, la experiencia de 8 opera-

ciones previas señalaba que, para ser exitosos, esta clase de despliegues deberían de contar con 13
elementos por cada mil integrantes de la comunidad en cuestión, mientras que el manual estadouni-
dense de contrainsurgencia establece un número de efectivos adecuado para estas tareas de entre 20
y 25 personas por cada mil habitantes (Escoto, 2016).
34 Un año antes, durante un operativo con motivo de la Copa Confederaciones, sólo el día 24 de julio

habían sido asesinadas 10 personas (Comitê Popular da Copa e Olimpíadas do Rio de Janeiro, 2015).
gobierno, tanto de la depuesta Dilma Roussef, como de Michel Temer, ungido pre- 38
sidente con posterioridad al golpe de Estado concretado en agosto de 2016.
Como colofón de la política de seguridad implementada durante el ciclo de mega-
eventos es necesario apuntar que al interior de Brasil el entusiasmo inicial sobre su
eficacia se ha modificado. Durante los años que van desde la colocación de la pri-
mera UPP en el morro de Santa Marta hasta la actualidad, la percepción en torno a
estas se ha deteriorado debido a la represión contra la población, que ha incluido la
desaparición forzada, así como el asesinato de habitantes de las favelas36. Sin embar-
go, hacia el exterior las UPP suelen ser vistas a nivel regional como un modelo exi-
toso para abatir la violencia y se habla de su exportación a otros contextos con pro-
blemáticas similares. Tal es el caso de El Salvador, en donde para su implementa-
ción participan la Secretaría de Seguridad del país en colaboración con la USAID
(UPP-RJ, 2015)37.

Durante los años que van desde la colocación de la primera


UPP en el morro de Santa Marta hasta la actualidad, la
percepción en torno a estas se ha deteriorado debido a la
represión contra la población, que ha incluido la
desaparición forzada, así como el asesinato de habitantes de
las favelas. Sin embargo, hacia el exterior las UPP suelen ser
vistas a nivel regional como un modelo exitoso para abatir la
violencia y se habla de su exportación a otros contextos con
problemáticas similares.

Coartada olímpica: la militarización de las favelas


El proyecto de seguridad centrado en las UPP tenía como objetivos explícitos modi-
35 Durante la realización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Rio de 2016 fue desactivada una
célula de ciberactivistas quienes difundían propaganda islamista en internet (Operación Hashtag).
Otro incidente fue el ingreso por error de un vehículo de Fuerza Nacional en la favela de Maré
(atribuido al dispositivo de geolocalización utilizado), que derivó en una balacera en la que resultaron
heridos dos policías, mientras que un soldado murió. Como resultado de ello, se llevó a cabo un ope-
rativo que incluyó el cerco de Vila João (lugar donde ocurrió el incidente) para preparar la incursión
del BOPE, así como del Comando Conjunto de Prevenção e Combate ao Terrorismo (CCPCT) per-
teneciente a las Fuerzas Armadas brasileñas (Visacro, 2018). Como resultado de ello, resultaron heri-
dos dos habitantes de la favela, mientras que otro fue asesinado, lo cual fue atribuido a balas perdidas
durante el enfrentamiento con facciones del tráfico.
36 Especialmente significativo ha sido el caso de Amarildo Dias de Souza, un albañil que fue detenido
por elementos de la UPP de la Rocinha, conducido por ellos a través de distintos lugares de la ciudad,
lo que inclusive quedó registrado por el GPS de la patrulla en que lo transportaron, para finalmente
desaparecer sin que hasta el momento se sepa qué fue lo que ocurrió con él (Granja, 2015).
37 Dentrode Brasil el modelo fue imitado cuando el gobierno del PT estableció una Base Comunitaria
de Segurança en el Bairro da Paz, a finales de 2012.
39 ficar la estrategia de incursiones violentas en las favelas e intervenir en los espacios
controlados por facciones de tráfico ostensiblemente armadas. Como fue planteado
en este artículo, lo que se estableció fue una estrategia de cerco sobre determinadas
favelas de la ciudad, con el objetivo de invisibilizar y aislar a sus habitantes, al mis-
mo tiempo que se promovió un proceso de expulsão branca. La realización de dis-
tintos megaeventos durante cerca de diez años permitió la generación de condicio-
nes excepcionales para la implementación de mecanismos de vigilancia y control, así
como de la militarización de la ciudad (Vainer, 2016)38. Este proyecto no concluyó
con el fin de ciclo, sino que se mantiene y agudiza en la actualidad.
En julio de 2017 fue decretada una Lei de Garantia e Ordem que se tradujo en la
invasión de favelas Salgueiro y Rocinha con un saldo de 11 personas asesinadas. A

El proyecto de seguridad centrado en las UPP tenía como


objetivos explícitos modificar la estrategia de incursiones
violentas en las favelas e intervenir en los espacios
controlados por facciones de tráfico ostensiblemente
armadas. ...lo que se estableció fue una estrategia de cerco
sobre determinadas favelas de la ciudad, con el objetivo de
invisibilizar y aislar a sus habitantes, al mismo tiempo que
se promovió un proceso de expulsão branca.

comienzos de 2018, con posterioridad a la realización del Carnaval de la ciudad, fue-


ron explotados gubernamental y mediáticamente eventos de violencia ocurridos du-
rante el mismo para crear una situación propicia que permitiera solicitar una vez
más la presencia de las Fuerzas Armadas. A pesar de que el incremento de la violen-
cia no alteraba en demasía el recorrido previo de la urbe, el 2018 -año electoral y
con la necesidad de imponer parte de las reformas propuestas por el gobierno- ha
sido el escenario para dar un aliento mayor a la de por sí delicada situación de milita-
rización en Río de Janeiro.
El 16 de febrero de 2018, a través de un decreto presidencial fue nombrado inter-
ventor de seguridad pública el General Walter Souza Braga Netto, quien había esta-
do encargado de este tipo de funciones durante el ciclo megaeventos. Michel Temer
también nombró como Ministro extraordinario de Seguridad Pública a Raúl Jung-
mann, quien dejó el cargo de Ministro de Defensa para asumir la responsabilidad. El
decreto puede durar hasta finales de 2018, aun cuando puede ser ampliado o aplica-
38 En algo que por cuestiones de espacio no pudo ser abordado en el presente texto, también destaca
la instalación del Centro de Comando y Control más avanzado del planeta hasta el momento, el lla-
mado Centro de Operações Rio (COR) conectando casi 11 mil cámaras en vías de acceso y medios
de transporte en la ciudad con una sala de control de crisis y emergencias (Haesbaert, 2014).
da una política similar en otros lugares de Brasil. En declaraciones posteriores, el 40
Comandante del Ejército brasileño, General Eduardo Vilas Bõas, señaló que en el
marco de la intervención federal en Río, las Fuerzas Armadas deberían actuar con
garantías de que no serían instauradas Comisiones de Verdad como aquellas que
juzgaron los crímenes de la dictadura (Justiça Global, 2018). Un mes después, el 14
de marzo, Marielle Franco vereadora oriunda de Maré, crítica de la violencia policial
sobre las favelas de la ciudad y que había sido electa como relatora de la comisión
que supervisa la intervención de las fuerzas de seguridad federales en Río, fue asesi-
nada.
La intervención federal en Río de Janeiro señala el fracaso de la política de pacifica-
ción en lo que refiere al desistimiento de las incursiones violentas por parte de las
fuerzas del Estado en las favelas. Además, escala el grado de militarización, al con-
formar un proyecto de largo alcance y con el objeto de resguardar el carácter autori-
tario, antidemocrático y antipopular de las medidas adoptadas por el presidente gol-
pista Michel Temer.

Fuentes consultadas
 Aricapa, Ardila R. (1998) Medellín es así, Medellín, Colombia: Universidad de Antioquia.
 Barrios, Rodríguez, D. (diciembre de 2017) “Del capitão do mato a la Policía Pacificado-
ra. Policía y control social en Río de Janeiro”, Revista Con-temporánea Instituto Nacio-
nal de Antropología e Historia. Recuperado de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/
contemporanea/article/view/11818.
 Bretas, Marcos, L. (1997) A guerra das ruas. Povo e Polícia na Cidade do Rio de Janeiro,
Río de Janeiro, Brasil: Arquivo nacional.
 Cano, I. y Duarte T. (coordinadores), (2012a) No sapatinho. A evolução das milícias no
Rio de Janeiro [2008-2011], Río de Janeiro, Brasil: Heinrich Böll Stiftung-LAV.
 _____________, Doriam Borges, Eduardo Ribeiro (2012b) Os donos do morro. Uma
avaliação exploratória do impacto das Unidades de Polícia Pacificadora (UPPs) no Rio
de Janeiro, Rio de Janeiro, Brasil: LAV-UERJ.
 _____________ (2018) “A especificidade da segurança pública no Rio de Janeiro”. den-
tro de Data Folha-Fórum Brasileiro de Segurança Pública. Rio sob intervenção. Recupe-
rado de http://www.forumseguranca.org.br/wp-content/uploads/2018/04/
FBSP_Rio_sob_Intervencao_2018_relatorio.pdf
 Ceceña, A. E. (2014) “Los golpes de espectro completo”, Revista América Latina en
Movimiento N° 495 Reordenando el continente, Quito, Ecuador.
 Chalhoub, S. (2011) Visões da liberdade Uma história das últimas décadas da escravidão
na Corte, São Paulo, Brasil: Compahia das Letras.
 Comité Popular da Copa e Olimpíadas do Rio de Janeiro (2015), Dossier Olimpíada Rio
2016, os jogos da exclusão, Rio de Janeiro, Brasil.
 Couto, M. I., Hirota, R., Olliveira, C. y Spagnuolo, S., (2018) “Tá tudo dominado. Exclu-
sivo: as milícias assumiram o controle do Rio de Janeiro”, The Intercept_Brasil. Recupe-
rado de https://theintercept.com/2018/04/05/milicia-controle-rio-de-janeiro/
 De Barros Campos, Marcelo (Oficial de Reserva del Ejército brasileño) (marzo-abril de
2016) “Força de Pacificação – Operação São Francisco Políticas Integradas de Segura-
41 nça Pública na Cidade do Rio de Janeiro – Complexo Da Maré – Forças Armadas Brasi-
leiras”, Military Review (edición brasileña).
 De Sousa e Silva, J. (julio-diciembre de 2017) “Efeitos colaterais da estratégia da “guerra
as drogas”, a falência das unidades policias pacificadoras do Rio de Janeiro o aprendiza-
do com seus erros”, Olhares amazónicos, Revista Científica do Núcleo de Pesquisas
Eleitorais e Políticas da Amazônia, Vol. 5. N° 2.
 Do Amaral Peixoto, R. A. (Mayor del Ejército Brasileño) (julio-agosto de 2009)
“Planejamento e Características do Emprego de Blindados na Missão das Nações Uni-
das para a Estabilização do Haiti (Minustah)”, Military Review (edición brasileña),
 Escoto, R. (General de Brigada del Ejército brasileño), (enero-febrero de 2016) “Guerra
Irregular A Brigada de Infantaria Paraquedista do Exército Brasileiro na Pacificação de
Favelas do Rio de Janeiro”, Military Review (edición brasileña).
 Franco, M. (2014) UPP. A redução da favela a três letras: uma análise da política de se-
gurança pública no Estado do Rio de Janeiro (tesis de Maestría en Administración públi-
ca), Universidad Federal Fluminense, Niterói, Río de Janeiro, Brasil.
 Gledhill, J. (2016) La nueva guerra contra los pobres. La producción de inseguridad en
Latinoamérica, Barcelona, Estado español: Ediciones Bellaterra
 Graham, S. (2016) Cidades sitiadas. O novo urbanismo militar, São Paulo, Brasil:
Boitempo.
 Granja, P. (2015) UPP: o novo dono da favela: cadê o Amarildo?, Río de Janeiro, Brasil:
Editora Revan.
 Haesbaert, R. (2014) Vivir no limite. Território e multi/transterritorialidade em tempos
de insegurança e contenção, Rio de Janeiro: Bertrand Brasil.
 Instituto Políticas Alternativas para o Cone Sul. (2017) Militarização do cotidiano: um
legado olímpico. Recuperado de http://www.pacs.org.br/files/2018/03/Militariza%
C3%A7%C3%A3o-do-Cotidiano-Um-legado-ol%C3%ADmpico.pdf
 Justiça Global (2018) “Denúncia sobre violações de direitos humanos decorrentes da
decretação da intervenção federal militar realizada pela União no Estado do Rio de Ja-
neiro”. Recuperado de http://www.global.org.br/wp-content/uploads/2018/02/
Informe_Interven%C3%A7%C3%A3oFederalMilitar_ONU_22022018.pdf
 Klinguelfus, Mendes, C. A. (Teniente-Coronel del Ejército brasileño) (julio-agosto de
2012) “Considerações Sobre a Força de Pacificação Empregada no Rio de Janeiro”, Mi-
litary Review (edición brasileña).
 Lima de Carvalho, F. (Tenente-Coronel do Exército Brasileiro), (enero-febrero 2013)
“O Emprego das Forças Armadas Brasileiras no Combate ao Crime Organizado do Rio
de Janeiro (2010): Um Câmbio na Política de Segurança Pública Brasileira”, Military Re-
view (edición brasileña).
 Malaguti Batista, V. (2009) O medo no Rio de Janeiro Dois tempos de uma historia, Río
de Janeiro, Brasil: Editora Revan.
 Martini, S. y Contursi, M.E. (compiladoras) (2015) Crónicas de las violencias en la Ar-
gentina. Estudios en comunicación y medios, Buenos Aires, Argentina: Imago Mundi.
 Mattos de Rocha, L. (2013) Uma favela “diferente das outras?”. Rotina, silenciamento e
ação coletiva na favela do Pereirão, Rio de Janeiro, Río de Janeiro, Brasil: FAPERJ-
Quartet.
 Ministerio de Defensa brasileño (2018), Garantia da Lei e da ordem. Recuperado de
http://www.defesa.gov.br/exercicios-e-operacoes/garantia-da-lei-e-da-ordem
 Muggah R. y Aguirre Tobón K. (2018) Citizen Security in Latin America: Facts and fi-
gures, Instituto Igarapé, Río de Janeiro, Brasil.
 Passarelli Hamann, E. (julio-septiembre de 2016) “A Força de uma Trajetória. O Brasil e 42
as Operações da ONU (1947-2015)”, Military Review (edición brasileña).
 Porto Pinheiro, A. (General de Brigada del Ejército brasileño) (enero-febrero de 2011)
“A Atuação do Batalhão Brasileiro Após o Terremoto do Haiti”, Military Review
(edición brasileña),
 Prisco de Souza Neto, A. (Teniente Coronel del Ejército brasileño) (septiembre-octubre
de 2015) “O Emprego da Comunicação Social na Força de Pacificação do Complexo da
Maré Estudo de Caso - Março 2015”, Military Review (edición brasileña).
 Ramos, Marques, A. (Mayor del Ejército brasileño) (marzo-abril de 2012) “O Emprego
da Companhia de Precursores Paraquedista nas Ações nos Complexos do Alemão e da
Penha”, Military Review (edición brasileña).
 Reguillo, R. (2011). La narcomáquina y el trabajo de la violencia: Apuntes para su deco-
dificación, E-misférica, Hemisferic Institute, Nueva York, Estados Unidos.
 Rosas, Reis, R. (2016) ““La violencia como mercancía. Los medios y la espectaculariza-
ción de la barbarie en Brasil” dentro de Wacquant, Loïc et al, Tiempos violentos. Barba-
rie y decadencia civilizatoria, Buenos Aires, Argentina:Ediciones Herramienta.
 Santiago, T. e Illades, C. (2014) Estado de guerra. De la guerra sucia a la narcoguerra,
México: ERA.
 Unidade de Polícia Pacificadora, “Modelo de policiamento das UPPs será adotado em El
Salvador”, Recuperado de http://www.upprj.com/index.php/acontece/acontece-
selecionado/modelo-de-policiamento-das-upps-sera-adotado-em-el-salvador/CPP
 _________________________________________ “Histórico”, Recuperado de
http://www.upprj.com/index.php/historico
 Vainer, Carlos et al (organizadores) (2016) Os megaeventos e a cidade. Perspectivas crí-
ticas, Rio de Janeiro, Brasil: Editora Letra Capital.
 Valente, Julia (2016) UPPs: governo militarizado e a ideia de pacificação, Rio de Janeiro,
Brasil: Editora Revan.
 Visacro, A. (Coronel del Ejército brasileño) (primer trimestre de 2018) “Brasil Comando
Conjunto de Prevenção e Combate ao Terrorismo na Segurança dos Jogos Olímpicos e
Paralímpicos Rio 2016”, Military Review (edición brasileña).
 Zaccone, Orlando (2015) Indignos de vida. A forma jurídica da política de extermínio de
inimigos na cidade de Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brasil: Editora Revan.
43
La protesta Suplemento Semanal 8
27 de febrero de 1922

Los capitalistas extranjeros que tienen sus feudos


en el Sur, respiran satisfechos, Las tropas nacio-
nales, las mismas que "civilizaron" al indio y
"solucionaron" huelgas obreras a tiro limpio,
lograron "pacificar" la Patagonia. Centenares de
"bandoleros” quedaron tendidos sobre el blanco
sudario, rojo en sangre, del territorio de Santa
Cruz. La civilización burguesa exige de esos holo-
caustos para perpetuarse, porque está cimentada en
el despojo y la violencia y en la sumisión del pueblo
a la minoría privilegiada. - La paz reina en la
Patagonia... Sí, reina la paz burguesa, impuesta
por el atropello y el crimen. Los capitalistas pue-
den volver a sus feudos. El bandolerismo patagóni-
co puede seguir su obra civilizadora, arrancando
las riquezas de ese suelo abonado con carnaza de
explotación y sangre de rebeldes.
Texto que acompañaba la ilustración

La protesta Suplemento Semanal 9


6 de marzo de 1922

Los "pacificadores" de la Patagonia retornaron a


sus cuarteles. Traían los uniformes manchado de
lodo y de sangre, cual si vinieran de conquistar un
imperio. Y total no habían hecho otra cosa que
matar tres o cuatro centenares de obreros, perdidos
en las desoladas llanuras patagónicas.
La patria fué salvada, un vez más. ¿Qué impor-
ta el luto de las madres que perdieron a sus hijos
y de las esposas que quedaron en el abandono por
la pérdida de sus compañeros? ¡Sálvense los prin-
cipios aunque perezcan los hombres!
Texto que acompañaba la ilustración

Terminando la edición de este cuaderno


nos enteramos del fallecimiento de
Osvaldo Bayer.
Va esta página como un homenaje al
querido maestro y compañero
Artículos
La Gendarmería Nacional Argentina y el desarrollo solapado
de la militarización de la seguridad interior

Carlos Ernesto Motto – Licenciado y Profesor en Sociología (UBA) – mottoce@gmail.com.ar

44

Resumen
En el presente artículo se realiza un análisis del modo en que se está
produciendo la militarización de la seguridad interior en la Argentina.
Para ello se repasa el caso de una fuerza que se ha convertido en emble-
mática de ese proceso: la Gendarmería Nacional Argentina (GNA). En
primer término se hace un recorrido por la historia de esta fuerza, pro-
poniendo una periodización de la misma en relación a las políticas re-
presivas estatales. Luego se reflexiona sobre su readaptación estratégica
en un contexto de deslegitimación de las fuerzas militares tras la dicta-
dura y el genocidio y su creciente utilización en el marco constitucional
primero para la represión de la protesta social y su posterior extensión a
todo el arco de las actividades policiales. Finaliza, el artículo, con un
análisis de la impronta de esta fuerza en la creación del Ministerio de
Seguridad de la Nación.

Palabras clave: Gendarmería Nacional, militarización, policía militar,


pacificación, seguridad interior

Abstract
In this article we analize the way in which the militarization of the domestic security
is making in Argentina. To do this, we review the case of a military force that has
become emblematic in this process: Gendarmería Nacional Argentina (GNA). In
the first place, we show the history of this military force, proposing a periodization
of it in relation to repressive state policies. Then, we reflect on its strategic readjust-
ments in the context of delegitimization of military forces after the dictatorship and
genocide, and its growing use in the constitutional framework, first, for repression
of social protest and, later, its extension to the whole set of policing activities. Fina-
lly, we describe the stamp of this military force on the creation of the Ministry of
Security of the Nation.

Key words: Gendarmería Nacional, militarization, military force, pacification, do-


mestic security
45 Introducción1 2
En la Argentina las tareas de seguridad interna le están prohibidas a las Fuerzas Ar-
madas por ley desde 1988, pero fundamentalmente su participación es resistida por
distintos sectores sociales y políticos a partir del carácter genocida que asumieron las
fuerzas armadas durante la última dictadura militar, entre los años 1976 a 1983. Re-
cientemente el gobierno del presidente Mauricio Macri, con el decreto 683, de julio
de 2018, habilitó a las Fuerzas Armadas a dar apoyo en materia de logística y comu-
nicaciones a las fuerzas federales del Ministerio de Seguridad, en especial a la Gen-
darmería Nacional Argentina en el “combate contra el contrabando y el narcotráfi-
co”. Se da así un paso más en la implicación de las Fuerzas Armadas en tareas de
seguridad interna, ya en 2011 el gobierno nacional había lanzado el Plan de Seguri-
dad Escudo Norte y el Programa Operativo Fortín II que implicaban la operación
de los radares y la cooperación directa entre la Fuerza Aérea y las fuerzas federales
del Ministerio de Seguridad. Ahora se implementa La Operación Integración Norte,
que consiste en la movilización de efectivos a la frontera norte, entre La Quiaca y
Puerto Iguazú, con el objetivo de fortalecer la presencia con acciones de apoyo a la
comunidad en los pueblos fronterizos, y coordinar las comunicaciones y el trasporte
de gendarmes en camiones y helicópteros entre otras acciones de apoyo logístico a
las fuerzas federales.
La militarización de la seguridad interior es un fenómeno que viene llamando la
atención de distintos analistas e investigadores, al menos durante las dos últimas
décadas, en especial en América Latina. Por una parte las fuerzas armadas incursio-
nan en tareas propias de la actividad policial, convocas a luchar contra el crimen or-
ganizado, en especial el narcotráfico, se despliegan crecientemente en tareas tendien-
tes a garantizar el orden interior. Pero por otra parte distintos cuerpos policiales se
organizan, entrenan y pertrechan como ejércitos para el control poblacional en terri-
torios conflictivos. Se desdibujan así los perfiles propios de las dos vertientes en que
se estructuró el monopolio de la violencia estatal (Weber, 2008) desde los inicios del
estado moderno: los dispositivos militar y policial2.
Sin embargo, la cuestión de la “inseguridad” ha abierto un canal solapado de milita-
rización de la seguridad interna en cuanto a la actividad policial, este proceso tiene
varias facetas, desde las doctrinales y propagandísticas con la apelación cada vez más
recurrente a “la guerra contra el delito” y la “guerra contra el narcotráfico”, pasando
por la creación de cuerpos especiales de élite, con entrenamiento y pertrechamiento
1 Agradezco a Ana Laura López la compilación de materiales para este artículo, como así también la
atenta lectura y sus sugerencias y aportes.
2 La primera versión de este artículo fue presentada como ponencia, con el título La militarización de la

seguridad interna: su desarrollo solapado en Argentina, en el Seminario de Reflexión: El capitalismo del siglo
XXI y las corporaciones globales, realizado en el Instituto de Investigaciones Económicas – UNAM,
México, del 11 al 13 de setiembre de 2017.
3 Foucault (2006), al desarrollar las características del primer arte de gobierno que podemos atribuir

al estado moderno, la razón de Estado, describe como esas dos formas de la violencia, y las institu-
ciones en que se sostienen, se articulan en conjuntos tecnológicos: el primero el “sistema diplomáti-
co militar”, el segundo la “policía”. Esta última en la acepción originaria del término que refiere al
“calculo y técnica que permiten asegurar el buen uso de las fuerzas del Estado” en procura del orden
interior.
militar. Pero la cuestión más significativa ha sido el crecimiento tanto en efectivos 46
como en funciones policiales de un cuerpo de origen y formación militar, que sigue
manteniendo el estado militar en su ley orgánica pero que ha pasado a formar parte
de las fuerzas del Ministerio de Seguridad de la Nación, este cuerpo es la Gendarme-
ría Nacional Argentina (GNA).

...la cuestión de la “inseguridad” ha abierto un canal


solapado de militarización de la seguridad interna en cuanto
a la actividad policial, (...) la cuestión más significativa ha
sido el crecimiento tanto en efectivos como en funciones
policiales de un cuerpo de origen y formación militar, que
sigue manteniendo el estado militar en su ley orgánica pero
que ha pasado a formar parte de las fuerzas del Ministerio de
Seguridad de la Nación, este cuerpo es la Gendarmería
Nacional Argentina (GNA).

La GNA se autodefine en sus documentos como:


“… una Fuerza de Seguridad, de naturaleza Militar con características de fuerza interme-
dia que cumple su misión y funciones en el marco de la Seguridad Interior, Defensa Nacional
y apoyo a la Política Exterior”.
“Por fuerza intermedia entendemos una organización con estado militar con capacidades para
disuadir y responder amenazas, crisis, contingencias e incidentes en los ámbitos de la Seguri-
dad Interior y de la Defensa Nacional, generando aptitudes para su empeño en operaciones de
Apoyo a la Política Exterior de la Nación” (GNA, 2014)
Actualmente la GNA forma parte del Sistema de Seguridad Interior e integra el
“Sistema de Defensa Nacional”, según su Ley Orgánica Nº 19.349/71 (vigente des-
de 1971, o sea, desde la dictadura militar del General Onganía). La actuación de la
GNA se despliega en cualquier lugar del territorio de la Nación:
“cuando ello sea dispuesto por el Poder Ejecutivo con vista al mantenimiento del orden y la
tranquilidad pública o para satisfacer un interés de seguridad nacional” o “a requerimiento
de la Justicia Federal” (GNA, 2014).
El 1 de agosto del año 2017 esta fuerza cobró una trágica notoriedad por su implica-
ción en la desaparición y muerte de Santiago Maldonado, en el marco de la repre-
sión de un corte de ruta realizado por familias mapuches del Pu Lof en Resistencia
de Cushamen, en lucha por la recuperación de tierras que se encuentran bajo el do-
minio de la empresa Benetton en la provincia de Chubut. No es la primera desapari-
ción en democracia por parte de una fuerza de seguridad, pero tiene la particulari-
dad que afecta la imagen de una fuerza que hasta no hace mucho tiempo gozaba de
cierto “prestigio” -entre distintos sectores políticos y sociales- por su
“profesionalismo”, que la contraponía como modelo a otras policías, por conside-
47 rarlas corruptas y faltas de “profesionalismo” en su accionar, presentando en con-
traposición a la GNA como una cuerpo de funcionarios que concentraba, de algún
modo, los valores aspiracionales pretendidos para las “fuerzas de seguridad en la
democracia”.
Ese “prestigio” se fue construyendo a lo largo de dos décadas sobre la base de su
participación en peritajes forenses en casos resonantes en los que se investigaba a
otras fuerzas de seguridad. La otra fuente de su “prestigio” fue su efectividad para
despejar cortes de ruta y protestas públicas a lo largo y ancho del país. Y por último,
su participación como cascos azules en misiones de “Paz” de la ONU le dio un
“barniz” de fuerza moderna pacificadora.
Sin embargo, un rápido repaso por la historia de la GNA nos permitirá reconocer
otros rasgos de su perfil institucional, hilvanados en su carácter de fuerza
“pacificadora”, que nos permitirán caracterizarla y avanzar en la comprensión de las
razones de su creciente relevancia.
La primera versión de este artículo fue presentada como ponencia, con el título La
militarización de la seguridad interna: su desarrollo solapado en Argentina, en el Se-
minario de Reflexión: El capitalismo del siglo XXI y las corporaciones globales, rea-
lizado en el Instituto de Investigaciones Económicas – UNAM, México, del 11 al 13
de setiembre de 2017
Foucault (2006), al desarrollar las características del primer arte de gobierno que po-
demos atribuir al estado moderno, la razón de Estado, describe como esas dos for-
mas de la violencia, y las instituciones en que se sostienen, se articulan en conjuntos
tecnológicos: el primero el “sistema diplomático militar”, el segundo la “policía”.
Esta última en la acepción originaria del término que refiere al “calculo y técnica que
permiten asegurar el buen uso de las fuerzas del Estado” en procura del orden inte-
rior.

De la conquista a la pacificación:
colonización territorial y sometimiento
de los pueblos originarios.
El antecedente fundacional de la GNA es la creación en 1917 de los Regimientos de
Gendarmería de Línea con el objetivo de asegurar los territorios nacionales,
“pacificados” durante las tres décadas anteriores en que el Ejército “conquistó” los
territorios comprendidos entre la frontera interna y la frontera internacional, en los
territorios actuales de las provincias del Chaco y Formosa.
El Regimiento de Gendarmería de Línea dependía del Estado Mayor del Ejército,
según las memorias de uno de sus miembros:
“...en la práctica lo único que se modificó fue la denominación de la Unidad aprovechando la
experiencia del personal en el territorio”… “su accionar permitiría, al cabo de 21 años de
penosa labor, concretar la pacificación definitiva de los indios del Chaco, es decir, la ejecución
de la fase final de la conquista de la región”.4
4 Citado por Musante (2017).
En las mismas memorias se relatan los combates en que son asesinados centenares 48
de personas. En 1924 estas tropas ejecutan la llamada masacre de Napalpí al repri-
mir una sublevación de miembros de las comunidades Qom y Moqoit que se resis-
ten a la restricción de sus movimientos. Los propios fortines de las anteriores cam-
pañas militares fueron reutilizados por el Regimiento de Gendarmería de Línea con
un sentido estratégico: éstos eran colindantes con la ubicación de las reducciones de
indígenas5. Para transitar por los territorios los aborígenes debían mostrar un salvo-
conducto otorgado por las autoridades de la reducción, de modo que el control in-
terno de las reducciones también se ejercía para ir a trabajar a los ingenios de la zona
en épocas de escaso trabajo en las colonias. En la foto6 siguiente pueden apreciarse
los brazaletes blancos que debían usar los aborígenes para ser identificados como
“pacificados” permitírseles entonces el paso.

Para 1938 fue creada la Gendarmería Nacional Argentina, se buscando reemplazar a


los Regimientos de Gendarmería de Línea del Ejército Argentino. Nació bajo la ór-
bita del Ministerio de Guerra y luego desplazaría su dependencia a la esfera del Mi-
nisterio del Interior. Pero no sólo se dedicó al cuidado de las fronteras sino que, co-
mo sus antecesores, cumplía funciones de policía rural, dedicada a controlar a las
poblaciones de los pueblos originarios y perseguir a los bandidos rurales. Como
fuerza de frontera y policía de territorios nacionales se fue forjando como una poli-
cía militarizada rural fuertemente ligada a los poderes locales, en especial a los terra-
tenientes de las plantaciones algodoneras y de los ingenios azucareros.
De esos primeros años data una matanza que la reafirma en el linaje genocida de las
fuerzas armadas argentinas: Se trata de la masacre conocida como “Matanza de Rin-
cón Bomba” ocurrida en octubre de 1947 en Formosa, cerca de Las Lomitas. Se

5 Las reducciones de indígenas fueron el organismo administrativo básico de los virreinatos españo-
les durante la colonización de América. Eran poblaciones en las que se asentaron los nativos con
una finalidad eminentemente evangelizadora, complementada con procesos de sometimiento labo-
ral, social y político. La Reducción Aborigen de Napalpí (a 120 kilómetros de Resistencia) era un
espacio de sometimiento donde los indígenas eran obligados a trabajar en condiciones de semiescla-
vitud. En julio de 1924, los indígenas Qom y Mocoví se declararon en huelga. Denunciaban los mal-
tratos y la explotación de los terratenientes y planeaban marchar a los ingenios azucareros de Salta y
Jujuy, pero el gobernador Fernando Centeno les prohibió abandonar Chaco y, ante la persistencia
indígena, ordenó una brutal represión y matanza.
6 Fuente: Musante (2017)
49 estima que alrededor de 600 miembros del pueblo Pilagá fueron asesinados a manos
de la GNA. En esa ocasión cientos de familias Pilagás se concentraron a la vuelta de
los ingenios azucareros de Ledesma, Las Palmas y Tabacal, donde habían sido de-
fraudadas, tras varios días la concentración fue creciendo y finalmente efectivos de
la GNA dispararon con fusiles y ametralladoras pesadas contra la multitud. La re-
presión se expendió por varias semanas con persecuciones dentro del monte, y un
número indeterminado de adultos y niños murieron debido a las heridas, a la sed, el
hambre, y en otros fusilamientos. Las familias capturadas fueron llevadas a las re-
ducciones denominadas como “Colonias Aborígenes”, a trabajar como peones bajo
la administración de la Dirección de Protección al Aborigen y la vigilancia de la
Gendarmería.
Por esta masacre el pueblo Pilagá inició una causa contra el estado argentino en
2005, en el marco de ese expediente un juez federal ordenó el allanamiento de las
instalaciones del Escuadrón de Gendarmería de Las Lomitas, en Formosa, y un
equipo forense encontró fosas colectivas en el lugar.
“Estos asesinatos masivos de personas marcaron la memoria social de las comunidades que
sólo después de muchos años pudieron contar públicamente lo sucedido y, por ejemplo, aún hoy
en los lotes que corresponden a la ex reducción de Napalpí los jóvenes explican que no hablan
la lengua qom (como sí sucede en zonas cercanas pero que no forman parte del ejido de la
colonia) ya que los abuelos, como forma de protección, no enseñaron el uso de su idioma.”
(Musante, 2017)
Como puede verse, en estas primeras décadas del siglo XX la GNA viene a corpori-
zar la política del Estado Nacional de conquista y dominio del territorio y someti-
miento de su población. Nace por tanto como una fuerza nacional de intervención,
de carácter militar pero que a la vez forja relaciones estrechas con los intenses eco-
nómicos localizados, como garante de la producción de mano de obra sometida. Su
papel entonces no era meramente represivo, sino productivo en la creación y expan-
sión del orden social capitalista. Su accionar y función no era extraña a las doctrinas
de los teóricos de la colonización de los siglos XIX y XX, que fundamentaron el uso
de policías militarizadas y gendarmerías en los territorios colonizados. Dirá por
ejemplo Louis Hubert Lyautey, oficial francés sobre las tareas militares en África:
"Durante el periodo que sigue a la conquista, el papel de las tropas se reduce a la función de
policía, que pronto es asumida por tropas especiales, la policía militar y civil"7

De la pacificación a la contrainsurgencia:
subordinación al Ejercito en el marco
de la Doctrina de la Seguridad Nacional
La GNA se independizó del Ejército en 1951, pero eso duró poco, en 1958, pasó a
ser “cuerpo auxiliar de seguridad integrante de la Fuerza Ejército”, aunque las
“funciones policiales” continuaban siendo coordinadas por el Ministerio del Inte-
rior. Son los años en que la GNA recibía, junto al Ejército, instrucción en la doctri-
na contrainsurgente, primero en la Escuela Superior de Guerra argentina por oficia-

7 Citado por Neocleous, (2016).


les franceses de las guerras de Indochina y Argelia, años después en la Escuela de las 50
Américas, en Estados Unidos8.
En este carácter de auxiliar del ejército, la GNA va a tomar una progresiva y persis-
tente participación activa en distintos hechos represivos durante el siglo XX. A mo-
do de ejemplo, enumeramos a continuación algunos hechos emblemáticos.
En 1959 interviene en la represión a los trabajadores del frigorífico Lisandro de la
Torre y a los vecinos del barrio de Mataderos, en la Capital Federal, que los apoya-
ban. Éstos habían tomado el frigorífico, resistiendo su privatización. Del desalojo
participó una fuerza conjunta de policía, gendarmería y ejército con carros de asalto
y tanques. La represión duro varios días y se trasladó a las calles del barrio, donde se
levantaron barricadas en apoyo a los trabajadores.
En los años 1963-64 es la fuerza que combatió y desarticuló en Salta al insipiente
Ejército Guerrillero del Pueblo comandado por Jorge Ricardo Masetti, que intenta-
ba instalarse en la región.
En 1966 se creó una guarnición en el Ingenio Ledesma por decreto presidencial con
la excusa de combatir el foco guerrillero, ya desarticulado. Pero, en vez de instalarse
en la zona de frontera, lo hizo dentro del establecimiento de la familia Blaquier, la
empresa de la burguesía nacional que les brindaría alojamiento y suministros, ade-
más de vehículos para el despliegue de la represión, en una articulación cívico-
militar-empresarial que antecede al despliegue máximo de esa cooperación, que su-
cederá una década después, durante la dictadura iniciada en 1976. Como veremos,
de inmediato estos servicios le fueron retribuidos a la empresa con creces por parte
de la GNA.
En 1971 la dictadura militar encabezada por Levingston y Lanusse crea la ley orgá-
nica de la GNA, que se encuentra actualmente vigente, tras 35 años de gobier-
nos constitucionales. En esta ley se destaca su carácter de doble fuerza, militar y
policial.
En febrero de 1975, el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón
firmó los “decretos de aniquilamiento de la subversión” por los cuales se autorizaba
a la GNA y a las Fuerzas Armadas a intervenir en la lucha contra las organizaciones
armadas populares, en ese marco sus efectivos participan del “Operativo Indepen-
dencia” en la provincia de Tucumán, entre otras actividades, cumpliendo funciones
como guardias de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. Allí se
hará conocido el gendarme Eduardo Jorge, sobre el que haremos referencia más
adelante.
No había pasado un mes de la firma de los decretos cuando la GNA participa en un
operativo en Villa Constitución, una localidad de la provincia de Santa Fe, donde
servía de guardia de las compañías metalúrgicas extranjeras. En conjunto con las
fuerzas policiales federal y de la provincia, la Guardia Rural "Los Pumas" (un grupo
8 “…según documenta la propia Institución, desde 1969 hasta 1975 numerosos cuadros superiores y subalternos de la
Gendarmería habrían recibido formación represiva y contrinsurgente en la Escuela de las Américas, que incluía entre
otros cursos el de "Operaciones de Guerra Irregular" e "Interrogatorios de Inteligencia Militar" y "contrainsurgencia
urbana"” (Escolar, 2001: 7).
51 parapolicial de la zona), Prefectura Naval Argentina (PNA)9, la Secretaría de Inteli-
gencia del Estado, matones del Ministerio de Bienestar Social, militares y pistoleros
de la Triple A invadieron el pueblo y detuvieron a 300 trabajadores que venían resis-
tiendo persecuciones y despidos masivos. En el Albergue de Solteros de la planta de
la empresa Acindar se establece una cárcel clandestina, considerada uno de los pri-
meros centros clandestinos de detención, tortura y exterminio del país. Una veinte-
na de militantes detenidos allí aún continúan desaparecidos.
Ya en la dictadura militar de 1976 se dispone a la GNA directamente bajo la con-
ducción del Ejército, a la par de la PNA y la Policía Federal. Como parte de las fuer-
zas genocidas en esos años, la GNA tiene una activa participación en los principales
Centros Clandestinos de detención, tortura y exterminio bajo la órbita del Ejercito,
como en “El Campito” de Campo de Mayo, en la provincia de Buenos Aires, “La
Ribera”, “La Perla” y otros en Córdoba, además de los creados en Tucumán por el
“Operativo Independencia”, como “La Escuelita” y el “Arsenal Miguel de Azcuéna-
ga”. También actúa en el “Pabellón especial” del Penal de Chimbas, en la provincia
de San Juan, destinado a detenidos políticos. Principalmente sus efectivos se ocupa-
ban de la custodia de esos campos de secuestro y exterminio, pero también salieron
de sus filas notorios torturadores, como el ya mencionado Eduardo Jorge, o el co-
mandante de GNA Agustín Feced, quien sería puesto al mando de la Policía de San-
ta Fe10, y también Omar Torres, que se haría famoso al declarar ante el Juez español
Baltazar Garzón y describir las ejecuciones en Tucumán, a cargo de Bussi y otros
oficiales. En otras regiones del país los Escuadrones de la GNA se constituyeron
directamente en Centros Clandestinos, como por ejemplo, el Escuadrón 34 de Bari-
loche y el Escuadrón 35 de El Bolsón en Rio Negro, la Agrupación “Mesopotamia
Sur” de Curuzú Cuatiá, en Corrientes, los Escuadrones 9 de Oberá, 50 de Posadas y
8 de “Alto Uruguay”, todos ellos en Misiones, y el anteriormente mencionado del
Ingenio Ledezma, en Jujuy. En relación con este último Escuadrón se produce una
de sus actuaciones más destacadas en esos años, que es su participación en lo que se
conoció como “el apagón” en Ledezma en Jujuy. Entre el 20 y el 27 de julio de 1976
se produjeron una serie de apagones de suministro eléctrico en los barrios del de-
partamento de Ledesma, durante los que fueron secuestradas 400 personas, de las
cuales 55 aún permanecen desaparecidas. Desde las 22 y hasta las 6 horas del día
siguiente, la GNA y otras fuerzas de seguridad cortaban el suministro de electricidad
y en el medio de la oscuridad recorrían las calles con una “lista negra” realizada por
el directorio del Ingenio Ledesma para identificar y secuestrar a los trabajadores, allí
establecieron el centro clandestino de detención y exterminio denominado
“Gerrero”.
Hasta aquí podemos resaltar algunas características de este período: la misma forma-
ción en las doctrinas contrainsurgentes del ejército, su dependencia directa de ese
cuerpo y su fuerte vinculación directa con los intereses de las empresas, sean estas:
ingenios, fábricas o latifundios. En este período también podemos decir que su ac-

9 La Prefectura Naval Argentina es otra fuerza con doble carácter militar y policial, con origen en la
Armada Argentina.
10 El Nunca Más y los crímenes de la dictadura (2015)
cionar está a la altura de las doctrinas más modernas para la época, desde los maes- 52
tros franceses de la Escuela de Guerra de los años 60 a los instructores de la Escuela
de las Américas norteamericana, que importan los métodos contrainsurgentes desa-
rrollados para someter y violentar a la población en Vietnam.

De la contrainsurgencia al despliegue antidisturbios:


avanzada represiva del neoliberalismo.
Con el retorno constitucional, en 1983, se estableció nuevamente la independencia
de la GNA respecto del Ejército y se determinó que estaría bajo la órbita del Poder
Ejecutivo de la Nación, a través del Ministerio de Defensa. En este marco y con la
ley de Defensa en 1988 queda excluida de realizar tareas en seguridad interior, ya
que dicha ley prohíbe la participación de las Fuerzas Armadas en actividades de Se-
guridad Interior. La GNA, aunque ya independiente del Ejército, seguía siendo par-
te de las fuerzas armadas del Ministerio de Defensa11. Durante los años siguientes,
distintos decretos van a contradecir esta ley, habilitando la intervención de las Fuer-
zas Armadas12, situación que se va a definir en 1992 con la ley de Seguridad Interior.
Esta determina que la GNA, (junto con la PNA) es habilitada para actuar en cues-
tiones referidas a seguridad interior. Así, mientras que por una parte se vuelve a po-
ner un freno a la actividad de las Fuerzas Armadas en seguridad interior, por la otra
se habilita a intervenir a sus fuerzas auxiliares. Siguiendo a Diego Escolar (2001)
sostenemos que esta ley supone una moderación de la separación taxativa entre se-
guridad y defensa que macaba la Ley de Defensa de 1988, y agregamos que con el
desplazamiento de la GNA y la PNA significó una militarización de la seguridad
interior. Paralelamente a las idas y venidas legislativas, ya en 1989 la GNA fue envia-
da por el gobierno nacional a actuar en Rosario, durante los saqueos, para restable-
cer el orden, marcando un hito inicial para una práctica que se irá extendiendo y
perfilando la militarización.
En este contexto la GNA, con su doble rol militar y policial, aparece como la fuerza
disponible13 para que el Ejecutivo Nacional afronte los conflictos producidos en los
territorios federales, en especial las rutas nacionales, pero además para que pueda
intervenir en las jurisdicciones provinciales como apoyo a las fuerzas locales, ante
distintas protestas y puebladas que las desbordan.
Diego Escolar (2001) plantea una hipótesis sumamente sugerente sobre el sentido
de la utilización de la GNA en los años 90, que bien podría extenderse para la com-
prensión de su evolución posterior hasta la actualidad:

11 Se le reservaba, como a la PNA, tareas de vigilancia y control de fronteras y aguas jurisdiccionales,


así como la custodia de objetivos estratégicos.
12 Se trata de los decretos 83/89, que crea el Consejo de Seguridad integrado por las Fuerzas Armadas
y el 327/89 que habilita a ese Consejo a ejercer medidas para prevenir y conjurar la formación de gru-
pos que tengan la aptitud para poner en peligro la vigencia de la Constitución, ambos del presidente
Alfonsín. Y el decreto 392/90 que amplía las competencias de las Fuerzas Armadas, habilitando su
intervención operativa y de inteligencia ante hechos de conmoción interna, este último del presidente
Menem.
13 Enparticular sus Unidades de Intervención Rápida, que en 48 horas podían desplazarse a cualquier
punto del país.
53 “...justamente por el fuerte aunque a veces no tan aparente- vinculo que en la memoria colecti-
va posee la pasada dictadura militar y su cruenta represión con la cuestión de seguridad inte-
rior, y específicamente la represión de la protesta social, es que la Gendarmería ha sido ubica-
da en el papel actual: por un lado, para responder (desde la perspectiva de la
"gobernabilidad") con una capacidad represiva superior a la policial a conflictos sociales que
desde el poder político y estamentos de gobierno son percibidos como una amenaza a la estabi-
lidad del sistema. Por el otro (desde una realpolitik de la memoria), evitando habilitar a las
FFAA para cubrir hipótesis de conflicto interno, eludiendo así no tanto el riesgo para el
orden democrático, sino también el alto costo político y la resistencia que esto conllevaría en la
opinión pública, por las memorias colectivas que probablemente mantienen el estigma sobre los
militares.” (Pags. 18-19)
La GNA recupera así en democracia ese carácter de fuerza pacificadora de territo-
rios, fronteras adentro, que la caracterizará en sus comienzos, pero el territorio de su
despliegue no se limitará ahora a la frontera interior recién conquistada, sino que
será todo el territorio nacional, y en especial en el espacio urbano degradado o en las
vías de comunicación (rutas, autopistas) que se constituirán en epicentro de la con-
flictividad político-social del período neoliberal. Tampoco está ya por entonces bajo
la dependencia del ejército, no es más una extensión, ni una fuerza de apoyo de
aquel, aunque no renunciará por eso a su carácter militar. Se constituye así rápida-
mente en un recurso efectivo, en tanto es una policía militarizada (o una fuerza mili-
tar con funciones policiales) a disposición de los gobiernos para darles sustento ante
las crisis sociales y políticas que producen las contrarreformas neoliberales.

Se constituye así rápidamente en un recurso efectivo, en


tanto es una policía militarizada (o una fuerza militar con
funciones policiales) a disposición de los gobiernos para
darles sustento ante las crisis sociales y políticas que
producen las contrarreformas neoliberales.

Represión de cortes de rutas y puebladas


Es así como en 1993, ante el primer ajuste grande que afectaba a las administracio-
nes publicas de las provincias, ya se estaban perdiendo los polos de desarrollo vin-
culados a los ferrocarriles y las empresas públicas de acero, gas, carbón y petróleo en
el marco de las reformas neoliberales, cuando se produce el “santiagazo”, el 16 de
diciembre. En la ciudad de Santiago del Estero se da la primera gran reacción contra
estas políticas: los trabajadores del estado, docentes, judiciales y municipales, habían
convocado a un acto de protesta por el atraso salarial. La manifestación se desbor-
dó, los efectivos policiales se negaron a reprimir y los manifestantes, a los que ya se
habían sumado cientos de vecinos, incendiaron la casa de gobierno, los tribunales y
las casas de varios dirigentes políticos locales. El ejecutivo nacional entonces inter-
viene la provincia y manda tropas de la GNA a restablecer el orden.
Estas “nuevas” funciones cobran fuerza institucional con la "Ley de Reforma del
Estado" de 1996, que transfirió nuevamente a la GNA al Ministerio del Interior,
consolidando la habilitación en tareas de seguridad de la ley de 1992. Bajo esta de-
pendencia no falta a la cita para la represión de las resistencias a las políticas neolibe- 54
rales aplicadas. Pero una novedad va a instalarse ya desde esos años en el despliegue
de la GNA: muchas de sus intervenciones las realiza el poder ejecutivo por invoca-
ción del poder judicial federal. Se conforma así un dispositivo de intervención en el
que se articula una fuerza militarizada actuando bajo una demanda judicial y esto en
tanto que una de las principales formas de lucha de los años noventa es considerado
un delito federal: los cortes de ruta. Tomemos por caso uno de los mayores hitos de
la lucha de esos años: el “cutralcazo”.

...una novedad va a instalarse ya desde esos años en el


despliegue de la GNA: muchas de sus intervenciones las
realiza el poder ejecutivo por invocación del poder judicial
federal. Se conforma así un dispositivo de intervención en el
que se articula una fuerza militarizada actuando bajo una
demanda judicial y esto en tanto que una de las principales
formas de lucha de los años noventa es considerado un delito
federal: los cortes de ruta.

En 1996, los vecinos de Cutral Co y Plaza Huincul, en la provincia de Neuquén,


organizaron piquetes y cortaron las rutas que pasan por esas ciudades, reclamando
trabajo. La zona había sido devastada por la privatización de YPF (Yacimientos Pe-
trolíferos Fiscales). Tras varios días de corte, una jueza federal ordenó el desalojo de
la ruta, a la vez que el Ministro del Interior envió a la GNA con un contingente de
400 agentes, 33 vehículos, una tanqueta, un carro hidrante y decenas de perros, diri-
gidos por el comandante mayor Eduardo Jorge, quien figuraba como represor en los
archivos de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP).
Como recordaría un diario años después:
“Jorge fue (…) responsable del primer centro clandestino de Tucumán y asistió personalmente
al dictador Antonio Domingo Bussi en la ejecución, mediante disparos en la cabeza, de per-
sonas cuyos cuerpos caían en pozos donde eran quemados”14.
La región quedará convulsionada y un año después volverá a cortarse la ruta, en este
caso la represión tendrá como resultado el asesinato de Teresa Rodríguez en medio
de la violenta represión desatada por la Gendarmería y la policía neuquina. Esta y
otras manifestaciones, llevan al Presidente Carlos Menem a insistir sobre la necesi-
dad de involucrar a las Fuerzas Armadas en lo que considera un “rebrote subversi-
vo” lo que abre un debate en el campo político y militar, sin embargo paralelamente
a estos debates altisonantes15 el accionar de la GNA ya implicaba reflexiones mucho
menos doctrinales y más prácticas:
“Como síntesis de estas experiencias, el entonces ministro del Interior, Carlos Corach, sostuvo
que se habían obtenido “múltiples y ricas consecuencias y enseñanzas para la Gendarmería y

14 Ver Página 12, 28/01/2000


15 Para ver el debate sobre el papel de las Fuerzas Armas se puede consultar Canelo (2007)
55 los gobiernos provinciales” que ameritaban, opinó, la confección de un manual para enfren-
tar los estallidos sociales. Con estos antecedentes esta fuerza se fue colocando como un re-
curso fundamental para el mantenimiento de la “paz” interna.” (Bonavena, et al,
2014: 10)
Con el traspaso de gobierno en 1999 no menguará el recurso a la GNA. Así ape-
nas asumido el nuevo gobierno nacional, del Presidente Fernando De la Rúa, de-
cide la intervención de la provincia de Corrientes, quebrada financieramente, don-
de hacía seis meses que no se pagaban los sueldos de los empleados estatales. Es-
tos sostenían un plan de lucha, en ese marco cortaron el puente General Belgrano
que une la provincia de Corrientes con la del Chaco. Allí la GNA despejó violen-
tamente el puente marco en el que son asesinados dos jóvenes trabajadores y se
registran veintiocho heridos de bala.
Por sólo citar un caso más, la GNA será la protagonista privilegiada de las repre-
siones en la zona de Tartagal y Mosconi, en la provincia de Salta, entre 1997 y
2001 en una sucesión de puebladas que utilizaron el corte de ruta para hacerse
escuchar.

Peritos judiciales
Pero además de garantizar la represión de piqueteros, en década del 90 la GNA
también fue convocada para una de las tareas que más prestigio le ganó: la justicia
la convoca para los peritajes forenses sobre crímenes en que estaban implicados
agentes de otras policías. Este es el caso, por ejemplo, de la muerte del obrero
Víctor Choque durante una manifestación en Tierra del Fuego en 1995, donde el
peritaje de 250 armas permitió condenar a un comisario a 9 años de cárcel. O la
investigación por el caso emblemático que involucro a la policía de la provincia
de Buenos Aires: el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas a principios
de 1997. Dos años después, el peritaje de la Gendarmería fue clave en el caso
conocido como la “Masacre de Ramallo”, el asalto a un banco que termina con
los asaltantes y sus rehenes acribillados por la policía bonaerense. La GNA se
convierte en un perito requerido no sólo por la justicia federal sino que hasta la
Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires recomienda su convocatoria
cuando deba investigarse a la policía provincial.

Apoyo y reemplazo de las policías en tareas de custodia


y control callejero
En los años 90 también empieza a implicarse a la GNA en tareas propias de la
policía civil en el ámbito urbano. Uno de los primeros despliegues se produce en
1997, con el argumento de una nueva “ola de delitos”. Así la inseguridad habilito
que más de 700 gendarmes (y unos 600 prefectos) pasaran a custodiar las entida-
des de las comunidades judías y musulmanas para prevenir atentados16, correlati-
16 Elreemplazo en la custodia de entidades judías y musulmanas es simultáneo a la investigación de
la implicación de efectivos policiales en el atentado a la AMIA, en ese marco la GNA es presentada
como una fuerza más confiable.
vamente el personal policial fue trasladado a las comisarías y calles. En 1999 el go- 56
bierno resolvió la movilización de la GNA y la PNA para apoyar a la Policía además
estableció que las provincias podían solicitar el apoyo de esas fuerzas. (Bonavena, et
al, 2014 – pag. 11). Durante el Gobierno de Fernando de la Rúa empezarían los
operativos de control vial de la GNA en los accesos a la CABA a partir de un acuer-
do con el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf. En el año 2003, con el gobierno
del presidente Néstor Kirchner se consolidará esta tendencia con la creación del
Comité de Crisis entre el Gobierno nacional y el bonaerense, que tiene a Felipe Solá
a la cabeza, entonces la GNA y otras fuerzas comenzarían a operar en el ámbito del
AMBA. Un año después a través del decreto 880/2004, de Néstor Kirchner y Gus-
tavo Beliz (entonces Ministro de Justicia, Seguridad y Derecho Humanos), se dispu-
so que la GNA y la PNA asumieran “servicios de policía de seguridad en los pues-
tos de la Avenida General Paz”, desplazando a los efectivos policiales (Salles Koba-
linski, 2012 – pág. 18 / Bonavena, et al, 2014 – pag. 11). Todas estas medidas van
introduciendo a los efectivos de la GNA, con sus uniformes y pertrechos militares,
en el paisaje urbano y la vida cotidiana, pero además van consolidando un perfil
profesional17 en la medida que son convocadas como refuerzo y reemplazo18 de
unas policías cada vez más cuestionadas por su ineficacia y corrupción19.

Contingentes de fuerzas de paz: los Cascos azules


Un cambio significativo que se produce en los años 90 es el viraje doctrinal de las
Fuerzas Armadas. Poco a poco el estado argentino fue marginando las hipótesis de
conflicto regional, especialmente con Chile con quien estuvo al borde de la guerra
en 1979, por otra parte se había desvaído el “peligro comunista” con el desmorona-
miento de la Unión Soviética, y también estaban impedidas de actuar en la seguridad
interna. Un nuevo rol se va perfilando para las fuerzas armadas, en articulación con
las fuerzas de Estados Unidos. En este marco cobra preponderancia su participa-
ción como cascos azules para misiones de paz de la ONU, y la GNA en su doble
carácter militar y policial es incluida activamente en estas misiones. Participa a lo
largo de los años con contingentes en: Guatemala, Angola, Argelia, Bosnia-
Herzegovina, Kosovo, Croacia, Líbano, Ruanda, Timor Oriental, Chipre, Sudán,
Haití, Costa de Marfil y El Congo, además de participar en ejercicios conjuntos con
otras fuerzas militares en Perú, Colombia, Bolivia, Paraguay y Chile.
Hacia fines de los años 90 la GNA va perfilando una identidad propia construida

17 Un ejemplo de esa valoración profesional es que se haya recurrido a personal de la GNA en el mar-
co de la reforma policial bonaerense en 2005, se les encargó entonces la participar de la formación de
la nueva Policía bonaerense, la Policía Buenos Aires 2. (Salles Kobalinski, 2012: 18)
18 Es interesante el argumento utilizado en esos años de reemplazar a policías por gendarmes para que
los primeros se dediquen a combatir el delito, ya que es el mismo argumento con el cual el actual go-
bierno del presidente Macri reemplaza gendarmes con militares para abocar los primeros a combatir el
narcotráfico. La inseguridad funciona así como una suerte de fuerza centrípeta en el proceso de milita-
rización.
19 “Ante la incapacidad de los gobiernos provinciales para sostener políticas de seguridad que reduzcan la violencia delic-
tiva y la propagación del sentimiento de inseguridad en sus respectivos territorios, la GNA se convirtió en objeto de
demanda no solo de los gobiernos provinciales, sino también de los gobiernos municipales.” (Salles Kobalinski, 2012:
19)
57 sobre los pilares de su accionar en la represión legal de las protestas, el profesiona-
lismo evidenciado en sus actuación como peritos judiciales y relevo de las policías
provinciales, también por el prestigio como fuerza moderna que le da su participa-
ción en las operaciones de paz. Estas actividades refuerzan cierta discursividad auto-
referencial de la GNA, en la que se la describe como profesional y eficiente, lo que
la diferencia de las policías provinciales, y por sobre todo se la presenta como una
fuerza empática con la democracia y con las poblaciones, lo que la distingue, por
oposición, del ejército20.

Hacia fines de los años 90 la GNA va perfilando una


identidad propia construida sobre los pilares de su accionar
en la represión legal de las protestas, el profesionalismo
evidenciado en sus actuación como peritos judiciales y
relevo de las policías provinciales, también por el prestigio
como fuerza moderna que le da su participación en las
operaciones de paz. Estas actividades refuerzan cierta
discursividad autoreferencial de la GNA, en la que se la
describe como profesional y eficiente, lo que la diferencia de
las policías provinciales, y por sobre todo se la presenta
como una fuerza empática con la democracia y con las
poblaciones, lo que la distingue, por oposición, del ejército

De las rutas a los barrios:


la inseguridad y los nuevos enemigos internos
Tras las movilizaciones populares que obligaron a renunciar al gobierno de Fernan-
do De la Rúa, comienzan a una serie de movimientos institucionales que van a re-
configurar las fuerzas federales capaces de intervenir en eventos similares. Es así
que en el año 2002 la GNA pasó a depender por decreto de la Secretaría de Seguri-
dad Interior de la Presidencia de la Nación, se concentraron de ese modo las fuerzas
disponibles del gobierno nacional ante una de las mayores crisis políticas y sociales
del país. Este será el antecedente del actual Ministerio de Seguridad, en tanto se reú-
nen bajo una misma dependencia a la GNA, la PNA y la Policía Federal Argentina.
20 Escolar (2001) trabajó con entrevistas a gendarmes y destaca el modo en que ellos se describen a sí
mismos a fines de los años 90. Destaca que en su discurso la memoria de su papel en la represión en
la dictadura militar emerge continuamente y requiere diferenciarse de la represión en el marco consti-
tucional, y uno de sus recursos es diferenciarse del ejército. En este sentido dice: “Proponemos que las
imágenes del "contacto con la comunidad" o del Gendarme más ligado a una pertenencia popular que a una casta
militar supuestamente aislada de los valores, intereses y necesidades populares, constituyen, más allá de su valor descrip-
tivo, una suerte de configuración mítica que se proyecta en la interpretación de distintas experiencias históricas de los
gendarmes, como la Represión, la represión y las misiones de paz al extranjero. Estas imágenes son además un factor
sustancial en la construcción de la identidad institucional a nivel de los arreglos simbólicos subjetivos, que apuntarían a
establecer una diferenciación colectiva con el Ejército basada, más que en una regla institucional, en la noción naturali-
zada de cierta disposición especial de "personalidad" de los individuos gendarmes -que atravesaría como un alma colec-
tiva distintas experiencias históricas”. (2001: 23-24).
Meses más tarde se dictó el decreto por el cual este conjunto de fuerzas pasó a estar 58
subordinadas del entonces Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.
Con este encuadre quedan a disposición del nuevo gobierno de Néstor Kirchner
desde el año 2003.
Bajo esta nueva dependencia seguirá ocupando el rol de intervención en los conflic-
tos que rebasen a las fuerzas policiales locales. Por ejemplo: en febrero de 2006, en
la provincia de Santa Cruz, la movilización popular de los trabajadores petroleros de
Las Heras es reprimida por un contingente de GNA de más de 400 efectivos. Se
detuvo a diecisiete personas, a tal extremo llegaron los vejámenes que el Comisario
de Las Heras -a cargo del traslado de los detenidos a la Alcaldía de Puerto Deseado-
denuncia penalmente las torturas.
Otro ejemplo, en noviembre de 2010, luego de cinco meses de lucha cortando la
ruta, la policía de la provincia de Formosa reprimió la protesta y asesinó a un miem-
bro de la comunidad Qom, en la colonia La Primavera. Ese mismo mes otro diri-
gente del Pueblo Pilagá de Colonia Alberdi es atropellado intencionalmente por per-
sonal policial. El ejecutivo nacional interviene saturando la región con efectivos de
la GNA, los pobladores denuncian que en lugar de defenderlos efectúan un control
constante de todos sus movimientos.
Otros casos de intervención de GNA fue su envío a Bariloche, provincia de Rio
Negro en 2012 (conflicto en los altos de Bariloche y saqueos) y en 2013 a Córdoba
para garantizar el orden ante una huelga de la Policía Provincial.
Un hecho novedoso que marca la importancia que va cobrando la GNA sucede en
septiembre de 2009. A partir de la represión a los trabajadores de la empresa Kraft,
en el Gran Buenos Aires, que habían tomado la fábrica en protesta por despidos, se
hizo pública la actividad planificada y sistemática del Proyecto X de GNA, de infil-
tración y espionaje a organizaciones de trabajadores, militantes sociales, de derechos
humanos y políticos.
La actuación represiva de la GNA en el despeje de rutas tuvo un fuerte impacto en
la gestión del militar Sergio Berni como Secretario de Seguridad de la Nación, entre
2012 y 2015. El Ex secretario, un ex coronel-médico del ejército simpatizante de los
“carapintadas”, solía dirigir él mismo los operativos, desde un helicóptero, como
puede verse en la foto de la página siguiente21. En una de sus primeras intervencio-
nes trasladó a 68 detenidos, entre ellos 9 menores de edad, a las dependencias de
GNA en Campo de Mayo (otro lugar que funcionó como Centro Clandestino de
detención, tortura y exterminio durante la última dictadura militar). En el año 2014,
también se presentó en persona para comandar la represión, en esa oportunidad los
trabajadores de la autopartista Lear, despedidos por su actividad sindical, realizaban
21 piquetes en la autopista Panamericana. El mismo secretario de Seguridad, en de-
claraciones del año 2017, reivindicó haber realizado 2.500 despejes de cortes en los
cuatro años de su gestión22.

21 Fuente: Clarin 28/11/14


22 Declaraciones televisivas accesibles en: https://www.youtube.com/watch?v=wEH7vcF__wU
59

A los barrios
Pero la gran novedad de este período se produce en 2003, ya con el gobierno del
presidente Néstor Kirchner, con la primera incursión de la GNA en un territorio
urbano en carácter de fuerza de ocupación. Como vimos más arriba ya desde fines
de los 90 la GNA era convocada a reemplazar a las policías en sus funciones tanto
de custodia como de control de la vía pública, tendencia que decíamos se consolidó
con el denominado Comité de Crisis de 2003, justamente este despliega el
“Programa de Protección Integra en los Barrios”. Ahora frente a una denominada
“ola de secuestros” se produce la ocupación de tres barrios del Gran Buenos Aires:
la villa la Cava de San Isidro, la villa Carlos Gardel de Morón por la PNA y el barrio
de monoblock Ejercito de los Andes (conocido mediáticamente como Fuerte Apa-
che) de Tres de Febrero, por la GNA.
Detengámonos en el barrio en que intervino la GNA: éste es un complejo habita-
cional bautizado mediáticamente como “Fuerte Apache”, habitado por 20 mil per-
sonas aproximadamente. Está situado en la localidad bonaerense de Ciudadela, a
cuadras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, su población provenía en su ma-
yoría de la Villa 31 de Retiro, habiendo sido parte de esta población producto de la
relocalización hacía más de diez años por el gobierno militar del General Onganía,
en el marco del plan de “erradicación” de villas de emergencia. El barrio fue subsu-
mido por la precariedad, el desempleo y la pobreza, la corrupción institucional, la
violencia y el abandono. El incremento de las prácticas clientelares de gobierno, la
creciente relación entre bandas y fuerzas policiales a la vez que crecientes niveles de
impunidad y corrupción hicieron que el barrio fuera temido y estigmatizado. El ope-
rativo de la GNA tuvo las características de una ocupación militar repentina, mante-
nida en secreto hasta último momento. Supuso un cerco y la implantación de una
suerte de estado de sitio focalizado: con la colocación de puestos fijos para el con- 60
trol de la entrada y salida de las personas y un dispositivo de patrullaje reforzado. Se
preveía que la militarización solo duraría 90 días, pero se extendió por varios años.
Los objetivos de este operativo y los efectos de esta operación nos los grafican estas
dos citas de un trabajo de investigación realizado en esos años:
“Este es un barrio en el que hay virus que extirpar, porque es como un cuerpo enfermo que
hay que sacarle lo que lo ataca para que sea sano, y de eso nos estamos encargan-
do” (Reunión en la Capilla, discurso del Jefe de Gendarmería a cargo del opera-
tivo en el barrio, 22/05/05)23.
“Entramos al CEC (centro educativo complementario) y aguardamos en el pasillo que nos
presenten a nuestros entrevistados. En la pared hay un afiche muy grande en el que se mues-
tran collages realizados por los niños como parte del aprendizaje de la obra de Berni en su
serie Juanito. El primer collage que veo me llama mucho la atención: es una composición so-
bre el barrio, donde hay lanas de colores haciendo de nubes y sol, un poco de brillantina ador-
nando el suelo y una figura recortada de una revista donde hay un gendarme apuntando a
una fila de hombres alineados de espalda y contra la pared” (Registro de campo,
8/12/05)24.
Con los años esta experiencia se va expandiendo hasta que, en 2010 con la creación
del Ministerio de Seguridad de la Nación, no se aplica ya sobre barrios puntuales
sino sobre grandes extensiones urbanas. Se lanzan primero en 2010 los operativos:
Cinturón Sur y Centinela. El primero en el Sur de la Ciudad de Buenos Aires, con el
objetivo de desplazar de las calles a la Policía Federal, la que se considera corrompi-
da, entonces es reemplazada por la GNA y la PNA. El segundo implica el desplie-
gue de 6 mil efectivos de la Gendarmería Nacional en el conurbano bonaerense. En
2014 se agrega el operativo Rosario, por el que se envían tropas a esa ciudad de la
provincia de Santa Fe.
En el marco de estas tareas, el Ministerio presentó la Policía y Gendarmería de Pre-
vención Barrial en el año 2012. La página web del Ministerio decía lo siguiente:
“El Ministerio de Seguridad puso en marcha un cuerpo de la Policía Federal y la Gendar-
mería Nacional especializado para actuar de forma preventiva en zonas de alta vulnerabili-
dad social de la ciudad de Buenos Aires. Los efectivos de la Policía de Prevención Barrial
están equipados con motos, cuatriciclos, bicicletas y herramientas para el patrullaje y la vigi-
lancia en barrios densamente poblados de la ciudad como la Villa 31, Villa 31 bis, (Retiro)
Villa 15, Villa 20 (Lugano, Ciudad Oculta), y Villa 21-24 (Barracas)” (MSN.
2014)25
Para responder al interrogante acerca de cómo actúa esta Policía de Prevención Ba-
rrial el Ministerio de Seguridad publicó en su sitio:
“La presencia territorial de esta policía es clave para asegurar su desempeño. En los barrios
donde se encuentra este cuerpo policial se hizo una distribución basada en cuadrículas de
23 Citado en López (2005).
24 Ibíd..
25 Citado en GESPyDH (2016)
61 acuerdo con la cantidad de manzanas que cada una de ellas tiene. En ambos casos se garan-
tiza patrullaje en horarios diurnos y nocturnos. Además, el operativo establece puestos fijos en
los puntos más emblemáticos de los distritos que ofician como bases para la actividad policial
y actúan como un nexo con la comunidad. La Policía de Prevención Barrial está preparada
para actuar en las etapas previas a la conjuración del delito. Esto requiere una capacitación
especial en la forma de acercarse a los vecinos, generando confianza en el barrio y fomentando
la detección a tiempo de situaciones de violencia intrafamiliar o intravecinal. El grupo, que se
despliega sobre el terreno en trinomios, mantiene un contacto permanente con la ciudadanía
promoviendo las vías de comunicación y desalentando el uso de armas de fuego. La actividad
preventiva que desarrolla este personal policial es monitoreada en tiempo real por un equipo
de fiscalización del Ministerio de Seguridad.” (MSN, 2014)

Un Ministerio para la Gendarmería Nacional:


el Ministerio de Seguridad de la Nación

El último desplazamiento institucional de la GNA se produce en el año 2010. Con


la creación del Ministerio de Seguridad, del cual pasa a depender. Ya hemos visto
algunas de las tareas que se profundizan en esta dependencia institucional y que im-
plican la ampliación del despliegue territorial de esta fuerza en el territorio urbano.
En este Ministerio la GNA está junto con la PNA, la Policía Federal y la Policía de
Seguridad Aeroportuaria (PSA)27. Quedan así reunidas y reconfiguras las tres poli-
cías militares que nacieron en las tres fuerzas armadas. Por otra parte la Policía Fe-
deral, ya con el gobierno actual, entre 2016 y 2017, transfiere el personal y las de-
pendencias afectadas a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hacia la nueva Policía
de la Ciudad28. Así, las cuatro fuerzas federales del Ministerio de Seguridad se con-
solidan en una característica común: están desvinculadas de las jurisdicciones pro-
vinciales, pero actúan y se despliegan por todo el territorio nacional con unidad de
comando. Esto implica una concentración de fuerzas a nivel operativo que nunca
antes había tenido el Estado Nacional, si no era apelando directamente al uso de las

...las cuatro fuerzas federales del Ministerio de Seguridad se


consolidan en una característica común: están desvinculadas
de las jurisdicciones provinciales, pero actúan y se
despliegan por todo el territorio nacional con unidad de
comando. Esto implica una concentración de fuerzas a nivel
operativo que nunca antes había tenido el Estado Nacional,
si no era apelando directamente al uso de las Fuerzas

26 Ibíd.

27 Esta es una policía civil, pero creada, en 2005, a partir de la disolución de la Policía Aeronáutica
Nacional, dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, otra fuerza de doble carácter, militar y policial.
28 Ver el artículo de Florencia Tellería en esta misma revista.
Fuerzas Armadas. 62
La tendencia a esta concentración está inscripta desde el comienzo mismo del Mi-
nisterio y se expresa con claridad en su propia propaganda. Como pude verse en la

imagen siguiente29, un país tapizado de policías, y una presencia que crece


(retomaremos esto último más adelante).
No es casual entonces que los dos primeros ministros de este nuevo Ministerio, an-
teriormente hayan estado a cargo del Ministerio de Defensa: Nilda Garré y Arturo
Puricelli. Pero es la tercera ministra en el cargo, entre 2013 y 2015, María Cecilia Ro-
dríguez, la que con su trayectoria expresa en buena medida la preponderancia de la
GNA en esta concentración de fuerzas disponible para la “seguridad interna”.
La trayectoria de una persona puede decirnos mucho del desarrollo de ciertas insti-
tuciones, veamos por caso la trayectoria de María Cecilia Rodríguez, ex Ministra de
Seguridad de Argentina: es politóloga y fue docente en la Escuela Superior de Ofi-
ciales de Gendarmería Nacional. Durante los años 90 desempeñó cargos en la Se-
cretaría de Asistencia Humanitaria Internacional, del Misterio de Desarrollo Social,
donde desarrolló proyectos junto a la ONU y la OEA. Fuera del gobierno participó
en organizaciones humanitarias en El Salvador, Kosovo y Panamá. Vuelta al go-
bierno en 2006 volvió a tener cargos en el Misterio de Desarrollo Social, fue Direc-
tora Nacional de Asistencia Crítica de la Subsecretaria de Abordaje Territorial. Estu-
vo en Kosovo con los Cascos Azules y en Haití cumpliendo funciones humanitarias
en el marco de la misión de los Cascos Blancos de la Cancillería. Pasa luego a traba-
29 Fuente: GESPyDH (2016)
63 jar en el Ministerio de Seguridad de la Nación, donde hasta mayo de 2012 fue subse-
cretaria de Participación Ciudadana, luego pasa a ser secretaria de Coordinación Mi-
litar de Asistencia en Emergencias, en el Ministerio de Defensa, donde su trabajo
consistía en manejar la logística de las fuerzas armadas para situaciones de catástro-
fes. En diciembre de 2013 asume como Ministra de Seguridad.
Se pueden seguir tres transformaciones propias del neoliberalismo en este recorrido
biográfico personal: primero, el uso de la política social como instrumento de políti-
ca de seguridad, en clave de emergencias; segundo, la militarización de las políticas
de seguridad interna, tanto en términos de uso de fuerzas militarizadas como de
concepción, y tercero, la confluencia de las dos anteriores por medio de la implica-
ción de gendarmes en operaciones de paz de la ONU. Pero la ex Ministra no sólo
expresa con su trayectoria el itinerario de la GNA, sino que en su discurso asume la
descripción autorreferencial que los agentes de la GNA fueron componiendo en el
intento de distinguir su fuerza de otras, vale la pena citarla:
“Yo conocí a la Gendarmería Nacional antes de ser Ministra de Seguridad. La conocí estan-
do lejos de mi casa, en un país devastado, tratando de ayudar a gente que había sufrido los
estragos del odio étnico y la guerra. La conocí también en las catástrofes en las que me tocó
asistir dentro y fuera del país. Cuando hablo de los gendarmes, sé de quiénes estoy hablando.
Y yo sé que ustedes saben quién les habla. Entre ustedes y yo siempre habrá un lazo. Porque
donde la vida de las personas está en juego, donde lo único que importa es que lo que sabe-
mos, lo que somos y lo que tenemos sirva para que el otro se sienta mejor, no hay modo de no
quedar ligado”30.
Este discurso y esta trayectoria personal, nos hablan de la creciente importancia de
la GNA como pilar de la política represiva, a la vez que nos indican la impronta que
esa fuerza le imprime al Ministerio de Seguridad. Mientras el discurso de la seguri-
dad ciudadana, que acompañó el lanzamiento del nuevo Ministerio en 2010 31, exten-
día una retórica que insistía en diferenciar a la policía de las fuerzas militares, eran
las policías militarizadas las que daban el perfil institucional al nuevo Ministerio 32.
No es extraño entonces que la Ministra del nuevo gobierno de Mauricio Macri in-
tente expresar la misma empatía con los miembros de estas fuerzas, vistiéndose con
ropa de combate y realizando una enérgica defensa de su accionar en los casos de
uso letal de las fuerzas federales o de intervención represiva en protestas. Es así que,
como vemos en la foto de la página siguiente33, Patricia Bullrich se muestra como
parte de la fuerza, pero además resalta su lugar de jefa operativa de las fuerzas, algo
que como vimos estaba también presente en el anterior Secretario de Seguridad Ber-
30 Del discurso de la ministra de seguridad María Cecilia Rodríguez el 28 de julio de 2014, en el 76
aniversario de la Gendarmería Nacional Argentina. Fuente: MSN HTTP://
WWW.MINSEG.GOB.AR/DISCURSO-DE-CECILIA-RODR%C3%ADGUEZ-EN-EL-76%
C2%BA-ANIVERSARIO-DE-GENDARMER%C3%ADA . Consulta 5/08/15
31 Ver el artículo de Florencia Tellería en esta revista.

32 En (Motto, et al, 2015) hemos definido a ese discurso como “progresismo punitivo”. Éste reafirma

el diagnostico “populista” en cuanto al aumento de la delincuencia, pero agrega la necesidad de


“democratizar” las fuerzas de seguridad, poniéndolas bajo control político. Insiste más en la preven-
ción que en la represión, pero reduce la primera a mayor presencia policial y en los hechos resultó en
más policías en territorio.
33 Fuente: https://www.minutouno.com Consulta: 7 de setiembre de 2017.
ni. Estas continuidades indican que, mostrarse como parte de la fuerza, vistiendo 64
sus ropas, con actitud de comando, son actos de conversión de los miembros del

campo político en parte de la fuerza intermedia, militar y policial, que representa la


GNA. No sólo expresan un discurso de mano dura y punitivita ante la sociedad, son
además el modo de ganarse a la fuerza que le da cuerpo al Ministerio.
Esta preponderancia se hace evidente en la evolución de la cantidad de efectivos de
la GNA. En el cuadro siguiente puede verse el incremento comparado de las fuerzas
del Ministerio de Seguridad entre 2001 y 2016. La importancia de la GNA se ve en
su incremento, que fue del 110,9% en el período, muy por encima del crecimiento
de las otras fuerzas federales.
Tabla 1: Personal de las Fuerzas Federales 2001 – 2015

Incremento
2001 2016
Porcentual
PFA 31.706 48.575 53,2%
GNA 18.282 38.555 110,9%
PNA 14.910 23.179 55,5%
PSA 3.170 4.954 56,3%
Total 70.069 117.279 67,4%
Fuente: Elaboración propia en base a presupuestos consolida-
dos del estado nacional.

Por otra parte, su presupuesto creció 11 veces en 9 años, en 2003 era de 610 millo-
nes de pesos y en 2012 de 6.700 millones de pesos (discurso de la Ministra de Segu-
ridad Nilda Garré, 2012).
La comparación con el Ministerio de Defensa es ilustrativa y sumamente pertinente
al hablar de militarización. Como se puede ver en el siguiente cuadro, entre los años

29 Fuente: GESPyDH (2016)


65 2001 y 2016 el conjunto de efectivos en ambos Ministerios tiene una evolución de-
sigual, mientras en Defensa el incremento es del 2,5%, en Seguridad es del 67,4%, lo
que implica que, para 2016 el Ministerio de Seguridad tenga más efectivos que el de
Defensa34.
Tabla 2: Personal de los Ministerios de Defensa y Seguridad 2001 – 2015

Incremento
2001* 2016
Porcentual

Fuerzas del Ministerio de Seguridad 70.069 117.279 67,4%

Fuerzas del Ministerio de Defensa 102.219 104.737 2,5%


Fuente: Elaboración propia en base a presupuestos consolidados del estado nacional.
*El Ministerio de Seguridad se crea en 2010 por tanto el dato de 2001 corresponde al
conjunto de las fuerzas luego reunidas bajo ese Ministerio
Pero también vemos su importancia en la amplia gama de tareas que realiza la
GNA, esta fue repasada por la Ministra María Cecilia Rodríguez en el ya citado dis-
curso del aniversario de la GNA en 2014:
“Hoy tenemos gendarmes en 102 pasos fronterizos en nuestros 9.376 kilómetros de fronte-
ras. Cuidando un total de 10.029 kilómetros de rutas y autopistas. Formando parte de la
Unidad de Prevención Barrial, de los operativos Centinela, Cinturón Sur, Vigía, Escudo
Norte y Rosario. Dándole seguridad a consulados y embajadas. Combatiendo el narcotráfico
y la trata de personas. Haciendo pericias e investigaciones para la Justicia Federal, y ahora
también para la Justicia Ordinaria. Garantizando que se puedan realizar los juicios por
delitos de lesa humanidad. En misiones de paz en el lugar del mundo que nos necesite y nos
llame. Cuidando el medio ambiente. Interviniendo en la desactivación de explosivos. Cum-
pliendo funciones con los destacamentos móviles.”
Todas estas tareas han continuado con la nueva administración del poder ejecutivo
nacional, iniciada en diciembre de 2015. Además de este trazo de continuidades que
es necesario visibilizar para problematizar adecuadamente el despliegue y función de
las fuerzas federales en el marco histórico del orden constitucional democrático, la
preeminencia cuantitativa de la GNA en el Ministerio de Seguridad se acentuó en
2016, con el pase de efectivos de la Policía Federal a depender del gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires para un año después fundirse, con la Policía Metropolitana,
en la nueva Policía de la Ciudad. Con este movimiento, la GNA pasa a ser la fuerza
con mayor cantidad absoluta de efectivos en el Ministerio de Seguridad35.
El nuevo gobierno, desde que asumió en 2015, pretendió darle una nueva impronta
al Ministerio de Seguridad, anunció que sus objetivos fundamentales serían la lucha
contra el narcotráfico y la trata de personas y otros delitos complejos o, como se les
suele denominar, del “crimen organizado”. Esto implicaba para la GNA una vuelta
a sus funciones específicas, en especial en las fronteras. Pero la administración man-

34 Debe señalarse además que buena parte de los efectivos de las fuerzas de defensa tienen el carác-
ter de reserva.
35 No pudimos actualizar los datos de personal al año 2017 porque el Ministerio de Hacienda no pu-

blicó las tablas de personal en el presupuesto consolidado


tiene fuerzas de GNA (y PNA) en las zonas urbanas en los que se venían realizando 66
los operativos antes mencionados. En este sentido anunció, en octubre de 2016, un
retiro paulatino de los operativos Cinturón Sur y Centinela que fue resistido por los
legisladores de la oposición, en especial aquellos ligados al anterior gobierno con el
argumento de que así se les negaba “seguridad” a los más pobres. Así, el operativo
Cinturón Sur en CABA fue redefinido y la GNA retirada de algunos espacios, aun-
que la Gendarmería Barrial sigue patrullando selectiva y focalizadamente las villas y
los barrios más pobres de la ciudad. Lo mismo sucedió con el operativo Rosario,
primero se retiró a parte de las tropas de la GNA pero durante el año 2017 el go-
bierno nacional mandó nuevamente 3.000 efectivos solicitados por el gobernador
socialista de Santa Fe. Estos desplazamientos y reposicionamientos van a contrade-
cir las declaraciones iniciales de modo que se propuso en primera instancia una
“vuelta a las fronteras”, dado que finalmente se terminó consolidando su despliegue
territorial para la seguridad interior. En este sentido el objetivo explicitado para la
firma del decreto 683, de julio de 2018 -que habilitó a las fuerzas armadas a dar apo-
yo en materia de logística y comunicaciones a las fuerzas federales del Ministerio de
Seguridad- es el de ocupar posiciones de estas fuerzas para poder disponer de ellas
en tareas de seguridad interior. Lo que debe preocupar entonces, no es tanto las
fuerzas militares que pasan a custodiar distintos edificios, sino los gendarmes que
desplazados de esas funciones pasan a recorrer hace ya más de una década
(recordemos que esta modalidad se inaugura en septiembre de 2003 en el conurbano
bonaerense) las rutas y barrios con sus pertrechos militares.
El otro cambio importante y que recorre estos aspectos junto con el anterior, es que
esos movimientos han sido acompañados por una modificación de la retórica de la
seguridad ciudadana. Ésta fue virando desde los discursos de progresismo punitivo
hacía las manifestaciones más clásicas del populismo punitivo, acentuando el perfil
bélico y por tanto militarista de “la guerra contra la delincuencia”. Es en esta línea
que la Ministra Patricia Bullrich no ha vacilado en nada a la hora de justificar los
asesinatos de Santiago Maldonado por la GNA y de Rafael Nahuel por la PNA 36.
Estas muertes replican el dispositivo institucional consolidado en los años 90, ante
una protesta, corte de ruta o toma de tierras, el poder judicial federal dispone la re-
presión, el ejecutivo nacional lo ejecuta con fuerzas federales y la represión produce
heridos y muertos. No es nueva la práctica, sino la vehemencia con que la Ministra
reivindica el uso letal de la fuerza y el modo abierto en que presiona para que el cie-
rre judicial de los hechos sea una reafirmación de ese uso letal ilimitado de la fuerza.

Militarización y Policiamiento:
dos estrategias confluyentes del Estado Neoliberal.
Pero bajo las palabras altisonantes del populismo punitivo no hay que pensar tanto
en un cambio de rumbo como en un perfil que acentúa en su versión más descarna-
da un proceso que lleva al menos 25 años, y que implica no sólo al Estado Nacional,
36 El25 de noviembre de 2017, en el marco del desalojo de la comunidad mapuche Lafken Winkul
Mapu, en la zona del lago Mascardi, ubicado en la provincia de Río Negro, Rafael Nahuel fue asesina-
do de un disparo por la espalda, otros dos mapuches resultaron heridos y fueron detenidas varias per-
sonas, entre ellas cinco niños.
67 sino también a los provinciales y a la diversidad de gobiernos, de distinto signo par-
tidario, que han estado en ellos.
El punitivismo, tanto en sus versiones populista como progresista, han impulsado
un proceso de policiamiento creciente, sustentado en la retórica de la inseguridad, lo
que ha implicado un formidable crecimiento del aparato armado del Estado argen-
tino. Como puede verse en el cuadro siguiente el mayor incremento se dio en las
policías provinciales, pero así y todo, las fuerzas federales, mayoritariamente militari-

El punitivismo, tanto en sus versiones populista como


progresista, han impulsado un proceso de policiamiento
creciente, sustentado en la retórica de la inseguridad, lo que
ha implicado un for midable crecimiento del aparato armado
del Estado argentino.

zadas, siguen desplazándose para el control de las zonas “conflictivas”, que no son
otros que los territorios de la pobreza y de la resistencia que deben ser cercados y
“pacificados”.
Tabla 3: de fuerzas armadas y de seguridad estados nacional y provinciales
2001 – 2015

Personal de fuerzas armadas Incremento


2005 2015
y de seguridad Porcentual
Fuerzas Armadas 105.208 106.293 1,0%
Fuerzas Federales 80.114 116.022 44,8%
Policías Provinciales 180.601 295.237 63,5%
Total 367.928 519.567 41,2%

Fuente: Elaboración propia en base a presupuestos consolidados del estado na-


cional, y datos de: (2014) El Empleo Público en las Provincias Argentinas: 2005-
37
2012 y de la ONU
Pero es necesario indicar cuales son las condiciones de posibilidad de este creci-
miento de la capacidad letal y punitiva del Estado. La contrarreforma neoliberal,
iniciada hace 40 años, se despliega en el marco de la acumulación por desposesión
(Harvey 2005), un modo de valorización que requiere de la fuerza, así en su inicio
requirió de un gran despliegue de violencia y terror, y dejó, como una de sus conse-
cuencias, una vasta población en situación de pobreza y una sociedad desestructura-
da. Los gobiernos posteriores bajo el signo del régimen constitucional han amplia-
do, profundizado y consolidado a esa población en la pobreza, el capitalismo en su
fase neoliberal ya no tiene en su horizonte una integración de esas poblaciones, no
37 Del Para fuerzas Armadas y Federales la fuente de datos es los presupuestos consolidados del
estado nacional, para las policías provinciales el dato de 2005 corresponde a cargos ocupados en el sector
público provincial según escalafón obtenidos en el documento (2014) “El Empleo Público en las Provin-
cias Argentinas: 2005-2012”, y para 2015 los datos corresponden a los publicados por la ONU en un
relevamiento mundial disponible en su sitio web, sobre policías civiles, por lo que realizamos el
cálculo delas policías provinciales restando las federales de carácter civil (Policía Federal Argentina y
Policía de Seguridad Aeroportuaria).
requiere tanto una policía que discipline como una variedad de fuerzas que controle, 68

Los gobiernos posteriores bajo el signo del régimen


constitucional han ampliado, profundizado y consolidado a
esa población en la pobreza, el capitalismo en su fase
neoliberal ya no tiene en su horizonte una integración de
esas poblaciones, no requiere tanto una policía que
discipline como una variedad de fuerzas que controle,
delimite y, en la crisis, contenga.

delimite y, en la crisis, contenga. En ese sentido la ampliación y mutación del apara-


to represivo, letal y punitivo del Estado se orienta al control y gestión de las nuevas
configuraciones poblacionales y se ha pertrechado con ese fin38.
En necesario reflexionar entonces sobre el modo en que se combinan el policia-
miento territorial y la militarización de las tareas policiales, superando la dicotomía
formal entre lo policial y lo militar. El caso de la GNA es sustancial a la hora de de-
finir a qué nos referimos cuando hablamos de militarización. El recurso a las fuerzas
armadas para la seguridad interna puede ser el rasgo más evidente de la militariza-
ción, pero no es el determinante. Y mientras nos centramos sólo en ese aspecto la
militarización avanza y se consolida por otros carriles. En este sentido la trayectoria
histórica de la GNA traza un recorrido que hace al núcleo de las transformaciones
del aparato armado del Estado en el orden neoliberal. Como vimos nace en el ejérci-
to como un apéndice suyo y bajo la misma matriz de conquista y genocidio, y luego
se autonomiza y desplaza hasta ser el eje de las fuerzas federales operativas en segu-
ridad interior en la actualidad.
El recorrido genealógico por la GNA nos ha permitido poner en evidencia que esta
fuerza no ha crecido tanto en función de su modernización y democratización, sino
más bien por su carácter histórico de fuerza “pacificadora” y la posibilidad estratégi-
ca de ubicarse, bajo el amparo institucional del poder político y con legitimación
constitucional, como la fuerza paradigmática del renovado dispositivo represivo del
Estado. En este sentido retomamos las palabras de Neocleous (2016) como un mo-
do de llamar la atención para que las novedades de la coyuntura no nos impidan ver
las estrategias en que se articulan:
“Se nos dice constantemente que estamos viviendo un período en el que los poderes bélicos y
policiales están confluyendo. Se nos dice de un modo recurrente que estamos presenciando
38 Cuando nos referimos a pertrechamiento no sólo aludimos a las condiciones materiales en cuanto a
cantidad de efectivos y equipos, sino también a las disposiciones legales. Como expresa Bonavena. et
al. (2014) “De manera concomitante con estas argucias y recursos se han desarrollado otras acciones, tanto políticas
como legislativas, que fortalecen el clima de militarización. En el marco de un endurecimiento penal contra el delito se
sancionaron en el año 2005 las leyes 26.023 (Convención Interamericana Contra el Terrorismo), 26.024 (Convenio
Internacional para la Represión de la Financiación del Terrorismo), a las que siguieron, en 2007, la ley 26.268
(Encubrimiento y Lavado de Activos) y en 2011 la ley 26.734 (modificación del Código Penal, prolongando las penas
para delitos asociados al terrorismo). Estas fueron las adecuaciones legislativas solicitadas por Estados Unidos, en con-
sonancia con lo prescripto en la Patriot Act.” (2014: 16)
69 “una politización de lo militar” y “una militarización de la policía”. En contraposición a
estas aseveraciones, el concepto de pacificación nos permite entender los poderes convergentes de
la guerra y la policía y comprender que estos poderes siempre han sido convergentes. (...) la
teoría crítica de la pacificación asume que la guerra y la policía están desde siempre juntas.
(...) tenemos que pensar la guerra y la policía como procesos que funcionan de forma conjunta
como parte del poder estatal y para la fabricación del orden social burgués”. (2016: 20-21)

Bibliografía y fuentes
 Bonavena, P. A.; y Nievas F. H. (2014). La sociedad argentina se militariza: yuxtaposi-
ción entre defensa y seguridad. VIII Jornadas de Sociología de la UNLP. Departamento
de Sociología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, La Plata.
 Canelo, Paula (2007). La “militarización” de la seguridad interior en la Argentina. La diri-
gencia política y las Fuerzas Armadas frente al crecimiento de la protesta social (1996-
2001). VII Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos
Aires, Buenos Aires.
 Escolar, D. (2001) represión y Represión: memorias, política militar y estrategias institu-
cionales en la Gendarmería Nacional Argentina, documento aportado por el autor.
 Foucault, M. (2006) Seguridad Territorio y Población, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires.
 GESPyDH (2016) Documento de trabajo: LA “CUESTIÓN POLICIAL” - Ciudad de
Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires y municipios de San Isidro y Tigre. Equipo de
investigación y producción del informe: Ornela Calcagno, Sofía Conti, Karina Fuentes,
Natalia Narváez, Juan Pablo Palmucci, Fernando Rizzón, Florencia Tellería, Maria Jime-
na Andersen, María del Rosario Bouilly y Alcira Daroqui. Mimeo accesible en: https://
docplayer.es/61256836-La-cuestion-policial-ciudad-de-buenos-aires-provincia-de-
buenos-aires-y-municipios-de-san-isidro-y-tigre.html
 GNA (2014). http://www.gendarmeria.gob.ar/institucional/. Consulta: 10/08/2014.

 Harvey, D (2005): El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión. En Socialist


register 2004 (enero 2005). CLACSO Buenos Aires.
 López, A. L. (2005) El Estado de la Excepción: procesos sociales de guetificación. Entre
la frontera social y el marcaje ejemplificador. Notas sobre la nueva cartografía urbana en
espacios de exclusión social, ponencia presentada en las V Jornadas de Estudiantes de
Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Villa María, 5 y 6 de octubre de 2005, Villa
María, Córdoba, Argentina.
 Ministerio de Cultura de la Nación (2015) El Nunca Más y los crímenes de la dictadura.

 Ministerio de Defensa de la Nación (2015) Libro Blanco de la Defensa, República Ar-


gentina.
 Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de la Nación (2014), El Empleo Público en
las Provincias Argentinas: 2005-2012, ponencia presentada en 47° Jornadas Internacio-
nales de Finanzas Públicas, Universidad Nacional de Córdoba, septiembre de 2014. Ac-
ces ible en: http://www2.mecon.gov.ar /hacienda/dncfp/pr ovincial/
El_empleo_publico_en_las_provincias_argentinas.pdf. Consulta de julio de 2018 70
 Motto, C.; Fiuza, P. y Liguori, M. (2015) Políticas públicas en seguridad y la cuestión
policial: un abordaje arqueológico, en Cuadernos de Estudios sobre Sistema Penal y De-
rechos Humanos, GESPyDH, Vol. n°3-4, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
 MSN (2014) Ministerio de Seguridad de la Nación: Policía de Prevención Barrial. Accio-
nes del Ministerio de Seguridad, datos disponibles en: http://www.minseg.gob.ar/
policia-de-prevencion-barrial, última consulta 14/07/2014.
 Musante, M. (2017, en prensa) Reducir y controlar. Masacres, disciplinamiento y trabajo
forzado en las reducciones estatales para indígenas de Chaco y Formosa durante el siglo
XX. En el libro: “En el país de Nomeacuerdo. Archivos y memorias del genocidio del
Estado argentino sobre los pueblos originarios 1870-1950”; Editorial de la Universidad
Nacional de Río Negro, Viedma.
 Neocleous, M. (2010) La fabricación del orden social: una teoría crítica sobre el poder de
policía, Prometeo Libros, Buenos Aires.
 Neocleous, M. (2016) La lógica de la pacificación: guerra-policía-acumulación, en Revista
Athenea Digital, N°16 (1), pps. 9-22, disponible en: http://dx.doi.org/10.5565/rev/
athenea.1738
 Organización de las Naciones Unidas (ONU), http://www.un.org/es/index.html

 Salles Kobalinski, F. (2012); “¿Militarización sin militares? Los gendarmes enlas calles
argentinas durante los gobiernos kirchneristas (2003-2012)”, en Urvio N° 12, Flacso-
Ecuador.
 Tellería, F. (2017) La gestión policial de la inseguridad social. La “política criminal” del
Ministerio de Seguridad de la Nación para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el
periodo 2010- 2016. Tesis del Máster Internacional en Criminología y Sociología Jurídico
Penal. Universitat de Barcelona y Universidad Nacional de Mar del Plata.
 Weber, M. (2008) Economía y Sociedad, Fondo de Cultura Económica, México.
71

La Protesta suplemento 332

30 julio 1930
Artículos
El “encierro sobre el encierro”. La gestión de las
poblaciones “conflictivas” en el siglo XXI.
La experiencia del Complejo Penitenciario Federa I de Ezeiza.
María Soledad Ballesteros – Licenciada en Trabajo Social, UBA. Magister en Criminología, Política Crimi-
nal y Sociología Jurídico Penal, Universidad de Barcelona. Asesora de la Procuración Penitenciaria de la Nación –
mballesteros@ppn.gov.ar

Resumen 72
En 1996, con la aprobación de la ley 24.660, se inicia en la Argentina, en tér-
minos discursivos, una época que privilegia una ejecución de la pena privativa
de libertad respetuosa de los derechos de las personas detenidas, en concor-
dancia con las normativas internacionales vigentes. Las reformas penitencia-
rias y con ellas las legislaciones aprobadas exigían el surgimiento de estableci-
mientos penales diferentes que pudieran dar cumplimiento a los nuevos crite-
rios adoptados. En este contexto, surge el Complejo Penitenciario Federal I
de Ezeiza, con el objeto de servir de respuesta a la nueva normativa aprobada.
Sin embargo, también surge con el objetivo de alojar y neutralizar a las pobla-
ciones “conflictivas” que habían desbordado el sistema penal de fines del si-
glo pasado y generando serios problemas de gobernabilidad en las cárceles.
En este marco, resulta interesante conocer las prácticas penitenciarias que se
desarrollan sobre las poblaciones “conflictivas” que llegarán al Complejo de
Ezeiza, ya que ello nos permite trascender los discursos, conociendo aquellas
cuestiones latentes en las políticas punitivas.
Palabras claves: Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza, “clasificación”,
Unidades Residenciales, “conflictivos”, prácticas penitenciarias, segregación
espacial, “sectorización”, agresiones físicas.
Abstract
The “Execution of Freedom´s Privative Punishment Act” (Act no. 24.660) was passed in
1996, and with it began a period that encourage an effective fulfillment of the detainees’
rights and the adjustment of the execution of the punishment to the current international
standards. Considering that legislative modification and the penitentiary reforms which had
taken place, it was also needed to create different prisons that could fit the new criteria
adopted. Under those circumstances, arose the Complejo Penitenciario Federal I –located
in the district of Ezeiza-. Precisely, with the aim of answering the inquiries developed after
the recent legislation. Nonetheless, this facility was also created to accommodate and neu-
tralized "conflictive" population, who had overflowed the criminal system and taken over
prisons, in the late twentieth century. Therefore, would be interesting to identify those prac-
tices, which have been developed and applied specifically to “conflictive " population inside
the Ezeiza’ Federal Prison. And with them, being able to transcend words and discourses to
finally achieve those matters underlying punitive policies.
Keywords: Complejo Penitenciario Federal I of Ezeiza, "classification", Residential Units,
"conflicting", prison practices, spatial segregation, "sectorization", physical assaults, life stories.
73 Introducción
En primer lugar, cabe mencionar que el presente resulta un recorte de la Tesis pre-
sentada para la aprobación del Máster en Sociología Jurídico Penal de la Universidad
de Barcelona; por lo que lo aquí expuesto es una sección de un trabajo aún mayor.
En el mismo sentido, la elaboración del Máster me brindó la oportunidad de siste-
matizar un conocimiento y trabajo que vengo desarrollando desde hace tiempo co-
mo asesora de la Procuración Penitenciaria de la Nación, compartiéndolo con quien
esté interesado.
Ahora bien, la exigencia de mayor cárcel por la sociedad en los últimos tiempos,
asentada en un discurso de inseguridad difundido por los medios de comunicación,
produce una gran alarma social. Ante este escenario, el populismo punitivo adquiere
relevancia, en tanto el endurecimiento de las penas y la maximización del uso de la
prisión aparecen como las principales soluciones a un problema de tintes estructura-
les. La solución a la problemática de la inseguridad, resulta más fácil de resolver al
estamento legislativo por medio de mayor punibilidad que a través de la elaboración
de propuestas alternativas donde la persona que comete un delito no se vea grave-
mente afectada.
La oscuridad que prima sobre el entorno carcelario permite que la sociedad se man-
tenga al margen de su funcionamiento, permitiendo a su vez, que se active un imagi-
nario social sobre ella, arraigándose -por sobre todo- los discursos del fin
“resocializador” que predica la pena privativa de libertad. El silenciamiento y la invi-
sibilización de lo que ocurre al interior de una cárcel es la estrategia política ideal
para hacer legítimo el encarcelamiento masivo.
En este contexto creemos necesario conocer y comprender las realidades del encie-
rro y reflexionar acerca de si las prácticas que se desarrollan son realmente la solu-
ción al aparente problema de la inseguridad tan proclamado, o por el contrario pro-
voca en las personas que las padecen consecuencias que lejos están de los fines
“resocializadores” que justifican la pena de prisión.
Por ello, resulta importante poder conocer que sucede al interior de las cárceles ar-
gentinas más allá de los discursos políticos esgrimidos sobre esta institución y las
leyes aprobadas al respecto. En este sentido, si bien la legislación se muestra en
avanzada y respetuosa de los derechos de todas las personas privadas de libertad, las
prácticas reales son las que nos permiten dar cuenta de los verdaderos objetivos de
las instituciones. Siguiendo a Foucault en Boullant, (2004):
En cuanto a la cárcel, no tendría sentido limitarse a los discursos sobre la cárcel. Existen
también los que provienen de la propia cárcel, las decisiones, los propios reglamentos de las
cárceles, que tienen sus estrategias; esos discursos no formulados, esas astucias que finalmente
no pertenecen a nadie, pero que sin embargo son vividas, aseguran el funcionamiento y la
permanencia de la institución. (2004: 18)
Por lo tanto, debemos reflexionar sobre la “práctica del encarcelamiento” (Foucault
en Boullant, 2004: 20). 74
De este modo, el presente trabajo pretende conocer y visualizar que pasa tras los
muros con las personas privadas de libertad que no se adaptan a las normas estable-
cidas en las cárceles de la República Argentina, especialmente en el Complejo Peni-
tenciario Federal I de Ezeiza -en adelante CPF I-; población que comúnmente es
denominada por los funcionarios de prisión como “conflictiva”.

El Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza


La elección de este establecimiento para su análisis encuentra motivo en su surgi-
miento, a fines del siglo XX, dentro de un plan de reformas penitenciarias y princi-
palmente para constituirse como el lugar de alojamiento predilecto de la población
más “conflictiva” del sistema penitenciario federal; constituyéndose como referente
modelo penitenciario de máxima seguridad de la República Argentina.
Este Complejo, fue construido sobre criterios específicos, no sólo en cuanto al dise-
ño espacial respecto de alojamiento en celdas individuales, sino también en cuanto a
la estructura general organizativa del funcionamiento en módulos residenciales.
Su iniciativa surge con la decisión de promover un cambio del sistema penitenciario
federal a partir de la edificación de establecimientos contemplados en el “Plan Di-
rector del Servicio Penitenciario Federal” -Decreto Nacional 426/95-. Los estableci-
mientos emplazados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -Unidades Nº1 y 2,
comúnmente conocidas como Caseros y Devoto respectivamente- se encontraban
inmersos dentro de un contexto generalizado de vulneración de derechos en térmi-
nos no solo de las deplorables condiciones materiales de los establecimientos sino
también de regímenes penitenciarios violentos, que exigían un giro en materia penal.
En este sentido, las situaciones de violencia, las condiciones de habitabilidad infra-
humanas y la sobrepoblación habían saturado el sistema, obstaculizando no solo la
posibilidad de aplicar cualquier “clasificación” de la población y desarrollo de
“tratamiento” individual, sino también el gobierno de las poblaciones. Estos estable-

...las situaciones de violencia, las condiciones de


habitabilidad infrahumanas y la sobrepoblación habían
saturado el sistema, obstaculizando no solo la posibilidad de
aplicar cualquier “clasificación” de la población y desarrollo
de “tratamiento” individual, sino también el gobierno de las
poblaciones.

cimientos concentraban el 60% del total de la población penal bajo la órbita del Ser-
vicio Penitenciario Federal (PPN, 2014b).
Además, su ubicación también implicaba una realidad que debía ser atendida, en
75 medio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a la vista de todos, estas cárceles
reflejaban una parte oscura del Estado argentino, que ya no era posible seguir visua-
lizando a fines del siglo XX. Por lo tanto, esta situación exigía una reforma penal
donde el cierre de estas cárceles sería central, resultando imprescindible levantar un
nuevo lugar donde alojar a la población que allí vivía.
En el mismo sentido, la promulgación en 1996 de la Ley de Ejecución de la Pena
Privativa de la Libertad Nº24.660, con el objeto de traducir jurídicamente las refor-
mas penitenciarias en marcha, exigía asumir una serie de compromisos que las cár-
celes de la época no podían asegurar. En este marco, es que también es pensado y
construido el CPF I de Ezeiza, a fin de adaptarse a la nueva época carcelaria que se
avecinaba.
Las obras se iniciaron en 1998, siendo finalizada una primera fase en octubre de
1999. Los primeros detenidos no fueron trasladados al Complejo hasta el 1 de fe-
brero del 2000. Progresivamente se fueron habilitando las siete unidades residencia-
les que contendrá este Complejo; y para el 2002 ya todas las instalaciones se encon-
traban operativas.
Así, el CPF I, se alza como una cárcel modelo de máxima seguridad, con novedosos
sistemas de seguridad para contener a la población más “peligrosa” del sistema pe-
nal argentino. Su arquitectura y diseño es similar al modelo carcelario de los Estados

...el CPF I, se alza como una cárcel modelo de máxima


seguridad, con novedosos sistemas de seguridad para
contener a la población más “peligrosa” del sistema penal

Unidos con pabellones unicelulares, en su mayoría de dos plantas con alojamiento


para cincuenta personas, cuyas celdas se disponen alrededor de un salón de uso co-
mún donde se ubican sillas y mesas. Este diseño unicelular buscaba erradicar, entre
otras cosas, la práctica de la población penal de las “ranchadas”1, con la intención de
desafectar y evitar la conformación de grupos dentro de la prisión, como había suce-
dido en Devoto y Caseros. Asimismo, el mobiliario antibandálico seleccionado es-
pecialmente pretendía eliminar la producción de “facas”2 (PPN, 2001).
Se conforma un complejo penitenciario constituido por varios módulos residencia-
les, pensados con el fin de poseer en un mismo complejo, diversidad de estableci-
mientos que permitan optimizar la “clasificación” y el consecuente “tratamiento” de
las personas privadas de libertad. Flexibilizando de este modo la “distribución” y el
gobierno de la población penal. Así, el Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza
1 La (…) las “ranchadas” fueron creadas por los presos políticos, quienes se organizaban económica-
mente para el consumo en un sistema en común. Es probable que las “ranchadas” tengan su antece-
dente en la desaparecida Penitenciaria Nacional (…) donde si bien el régimen era celular, un grupo
de 4 o 5 reclusos iban a comer en una misma celda (Neuman y Irurzun, 1994: 43).
2 La faca es la denominación que se le otorga en el lenguaje carcelario a un elemento corto-punzante

elaborado por los propios detenidos con diversos materiales.


se convierte en la primera cárcel de Sudamérica que asume estas modernas caracte- 76
rísticas penales.
Este establecimiento comienza a poblarse con los detenidos que se encontraban en
las cárceles de la CABA, que iban a ser cerradas. De esta manera, los primeros po-
bladores fueron aquellos provenientes de las Unidades Nº1 y Nº16, “Caseros vieja y
nueva”. Estos establecimientos, que cierran sus puertas, alojaban población masculi-
na adulta y joven adulta -de 18 a 21 años- respectivamente, trasladando esta clasifi-
cación etaria a la nueva institución penal. Poco a poco, también fueron llegando de-
tenidos provenientes de la Unidad Nº2 de Devoto; principalmente aquellos
“clasificados” como de “alta conflictividad” por el SPF. Las novedosas medidas de
seguridad introducidas en el CPF I permitían contener a estas poblaciones
“peligrosas”, disminuyendo las posibilidades de fugas y motines. Como resultado de
esta práctica, hacia el año 2002 sólo el 24.4% de los presos del SPF se alojaban en la
CABA (PPN, 2014b).

La “distribución” del alojamiento


El CPF I de Ezeiza habilita sus diversos módulos de alojamiento de manera progre-
siva, alcanzando una capacidad total de alojamiento, en un primer momento, de
1.740 plazas. En la actualidad la capacidad del Complejo de Ezeiza es de 2.064 pla-
zas3.
Una vez habilitado todo el Complejo, éste quedará conformado por siete unidades
residenciales -en adelante UR-, más el Hospital Penitenciario Central (HPC). La fun-
cionalidad de cada una de las unidades residenciales fue variando a lo largo de los
años, quedando en la actualidad configurado de la siguiente manera: una unidad de
ingreso, selección y tránsito, destinada a la recepción de la población penal ingresan-
te con algunos pabellones que aloja detenidos de manera permanente; las UR I y II
para personas con “buena conducta”; UR III y IV para personas de “alta conflictivi-
dad”; UR V para población extranjera no hispanoparlante; UR VI población homo-
sexual por un lado y por el otro un dispositivo de tratamiento de atención de la sa-
lud mental denominado PROTIN4. Por su parte, el HPC cumple funciones de hos-
pital en una de sus “alas” (sur)5 y en la otra (norte) funciona el Servicio Psiquiátrico
para Varones -programa PRISMA6- desde el año 2011.
La “distribución” de la población penal en cada una de las unidades residenciales,
quedará formalizada en la Resolución D.N. Nº5057 de 2007: “Distribución de la
población penal del Complejo Penitenciario Federal I -Ezeiza-, del Complejo Peni-
tenciario Federal II -Marcos Paz- y del Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires”, publicada en el Boletín Público Normativo del SPF

3 Según surge del parte de población penal del SPF del 4 de septiembre de 2017.
4 Programa de Tratamiento Interdisciplinario, Individualizado e Integral.
5 En la planta alta del ala sur se alojan personas detenidas por delitos de lesa humanidad.

6 El PRISMA, Programa Interministerial de atención de la Salud Mental Argentino, atiende aquellas

personas que padecen alguna patología de la salud mental que debe ser tratada especialmente.
77 del Año 14, Nº267. Por otra parte, el criterio de alojamiento en cada uno de los pa-
bellones se encuentra contemplado en el “Manual del interno destinado a los aloja-
dos en el Complejo Penitenciario Federal I -Ezeiza-, del Complejo Penitenciario
Federal II -Marcos Paz- y del Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad Autóno-
ma de Buenos Aires y el Instituto Correccional de Mujeres (U.3)”, aprobado por la
Resolución D.N. Nº3687 en agosto de 2007 y publicado en el Boletín Público Nor-
mativo del SPF del Año 14, Nº259, en octubre de 2007.
Resulta relevante detenernos aquí y exponer algunas de las denominaciones que son
utilizadas en las reglamentaciones mencionadas, respecto a la clasificación que el
SPF le otorga a cada uno de los módulos residenciales y las actitudes que se obser-
varán en las personas para determinar donde corresponderá su alojamiento.
Con relación a la UR I “(…) alojará internos procesados y transitoriamente conde-
nados de baja potencialidad conflictiva o acusados de delitos menores, (…) con per-
fil criminológico que se aconseje su alojamiento en establecimientos de tipo Semia-
bierto (…)” (Resolución D.N. Nº3687: 5). Respecto a los pabellones de este módu-
lo, la Resolución D.N. Nº5057 manifiesta que quienes allí se alojen deben ser perso-
nas “de actitud proactiva”.
La UR II “(…) alojará internos procesados y transitoriamente condenados de me-
diana potencialidad conflictiva o acusados de delitos que de ser condenados le co-
rrespondiere penas de mediana magnitud, (…) con perfil criminológico que se acon-
seje su alojamiento en establecimientos de tipo Semiabierto (…)” (Resolución D.N.
Nº3687: 12). Respecto a los pabellones de este módulo, la Resolución D.N. Nº5057
establece que quienes allí se alojen deben ser personas “(…) que han demostrado
adaptación al régimen imperante del Establecimiento y de actitud proactiva” (página
2).
En cuanto a la UR III “(…) alojará internos procesados y transitoriamente condena-
dos de alta potencialidad conflictiva o acusados de delitos graves, (…) con perfil
criminológico que se aconseje su alojamiento en establecimientos de tipo Cerrado
(…)” (Resolución D.N. Nº3687: 19). Este será la unidad residencial destinado a
nuestra población, por lo que luego se realizará un análisis de sus alojamientos.
De lo expuesto en la reglamentación resulta claro cómo el criterio de “peligrosidad/

...el criterio de “peligrosidad/conflictividad” determinará de


manera excluyente el alojamiento de los detenidos
ingresantes al CPF I de Ezeiza; rigiendo en la “distribución”
de la población diferentes niveles de autodisciplina que
deberá cumplir el alojado para poder transitar .

conflictividad” determinará de manera excluyente el alojamiento de los detenidos


ingresantes al CPF I de Ezeiza; rigiendo en la “distribución” de la población dife-
rentes niveles de autodisciplina que deberá cumplir el alojado para poder transitar 78
por las distintas unidades funcionales. De este modo,
(…) el Módulo III funcionaría como el alojamiento de menor autodisciplina, pasando por el
Módulo II -de buena conducta y antesala al módulo I- y terminando en el Módulo I en el que
los internos tendrían mayor autonomía. Podríamos decir entonces que la autodisciplina es con-
siderada como la variable “general” que permite desde la administración penitenciaria caracte-
rizar a cada uno de los Módulos funcionales. Por otra parte, desde lo particular, en el interior
de cada uno de estos Módulos adquiere mayor relevancia la variable “peligrosidad” (PPN,
2008a: 180).
Como ya se ha mencionado, de esta normativa se desprende el sector de alojamien-
to que será analizado en el presente artículo, esto es la Unidad Residencial III, en
virtud de considerar que fue la que siempre alojó a población “conflictiva”. Aquí
resulta útil mencionar que si bien en la actualidad la UR IV aloja también población
considerada por la administración penitenciaria como “conflictiva”, este sector co-
menzó a recibir a esta población hacia el año 2010, dado que desde su inauguración
se encontraba destinado a la población masculina joven adulta que había llegado de
la Unidad N°16 de Caseros.
De este modo, el presente trabajo se abocará a conocer las prácticas implementadas
en la Unidad Residencial III, en virtud que desde un primer momento fue la que
recibió a las poblaciones de “alta conflictividad” que venían de las cárceles de Devo-
to y Caseros, y cuyo destino, como unidad residencial de máxima seguridad, no ha
cambiado en todo este tiempo.

Criterios de “clasificación” de la población penal


En primer lugar, cabe considerar que para el desarrollo del presente se tendrán espe-
cialmente en cuenta las entrevistas realizadas a la Secretaría de la Junta de Evalua-
ción y al Segundo Jefe de Seguridad Interna7 de la Unidad Residencial III, integrante
también de dicha junta. Dividiremos la narrativa en consideración de lo que cada
uno de ellos dijo, en tanto que ambos ocupan roles diferentes en la “clasificación”
de la población penal, y a los fines de comprender mejor este procedimiento de
“clasificación” y “distribución” de las poblaciones.

La mirada desde el área de tratamiento


En la Unidad Residencial de Ingreso funciona el Centro de Evaluación de procesa-
dos, cuya función es la de constituir el Dictamen Único e Integral -en adelante DUI-
de la persona que ingresa al Complejo, ya sea que se encuentre procesada o conde-
nada. Éste es elaborado por la Junta de Evaluación y será el que determinará el sec-
tor al cual será trasladada la persona ingresante.
7 Los jefes de seguridad interna son aquellos que, tal como su nombre lo indica, se encargan de la se-
guridad interna de las unidades residenciales y son quienes atienden en audiencia personal a los deteni-
dos en variedad de casos: para decidir alojamientos, cambios de pabellones, resolución de conflictos.
En la práctica, si bien los Directores se encuentran a cargo formalmente de la unidad, las decisiones
de las intervenciones cotidianas quedan a cargo del Jefe de Seguridad Interna.
79 El funcionamiento del Centro de Evaluación se encuentra contemplado en el Regla-
mento General de Procesados, Decreto Reglamentario N°303/96. Dicho Centro se
encuentra conformado por un equipo interdisciplinario, donde participan las distin-
tas áreas de “tratamiento” -educación, servicio social, médicos, psicólogos, psiquia-
tras-, personal de seguridad interna y directores de todas las unidades residenciales.
De este modo, la persona que ingresa al CPF I es entrevistada primero por cada una
de las áreas y por el Jefe de Seguridad Interna; y luego por la Junta de Evaluación,
de manera conjunta.
Durante las entrevistas individuales todos tratan de indagar sobre lo mismo, con el
objeto de construir el “perfil criminológico” del entrevistado. Entre la información
consultada prevalece: antecedentes delictivos, condición de primario o reincidente,
tratamiento por consumo de estupefacientes, si conoce a alguien alojado en el Com-
plejo, delito actual. “Nosotros tomamos como perfil si el interno es adicto, si ya
cuenta con antecedentes como menor, como mayor o si tiene algún tipo de patolo-
gía y por eso se lo deriva al PRISMA o al CRD, o por ahí se lo puede alojar en algu-
na unidad bajo algún tratamiento como el AGA8 y bueno, más que nada se trata de
esto si el interno es primario obviamente no lo vas a cruzar con internos que tienen
antecedentes” (entrevista a la Secretaria de la Junta de Evaluación, julio de 2016). Al
consultar respecto de qué se tiene en cuenta con relación a los antecedentes penales,
la entrevistada refiere a los anteriores delitos que haya cometido, sin perjuicio de la
causa actual: “no es lo mismo una persona por robo, por hurto, que por secuestro
extorsivo, por homicidio” (Idem anterior).
Con esta información se confecciona el legajo de la persona, el que será utilizado en
la Junta de Evaluación; allí le vuelven a realizar las mismas preguntas en busca de
contradicciones. Con esa información se elabora el DUI donde se determina el sec-
tor de alojamiento.
Al consultar respecto a cómo se define el alojamiento, es decir, a que UR será trasla-
dado, la entrevistada indica: “en realidad yo soy la secretaria yo no tengo ni voz ni
voto, yo por ahí puedo opinar como profesional y porque yo les hago el legajo, yo
no es que tengo un voto, no es que les digo que hay que votar y listo; para eso están
los jefes de las unidades y los jefes de las áreas de tratamiento” (Idem anterior). En
cuanto a la votación, la consultada menciona que no siempre se vota, sino en caso
de que la decisión del alojamiento este discutida: “Hay casos muy peleados, donde
8 El AGA, Programa de Asistencia Grupal para Adictos, es un programa de atención de las adicciones
de tipo ambulatorio y funciona en la UR I.
9 Resulta interesante aquí reflexionar sobre la denominación del fondo con la que se hace referencia a

las Unidades Residenciales III y IV -destinadas a la población “conflictiva”- en tanto que los términos
que se utilizan coloquialmente no suelen ser ingenuos. Si bien éstas se encuentran situadas edilicia-
mente al final del Complejo, su identificación con el fondo no es menor y, por el contrario, nos per-
mite ver entrelíneas de qué modo es considerado aquel que es destinado a esos sectores; alguien que
es depositado, olvidado allá en el fondo. El uso del fondo comúnmente suele indicar algo que se pone
debajo o atrás de todo, si buscamos en el diccionario, el fondo es “la parte inferior de una cosa hue-
ca” (Diccionario Estrada, 2013); de este modo podemos decir que se guarda o se deja algo al fondo,
porque es lo último, o con la intención de que no sea visibilizado, por el contrario, pretende ser es-
condido al meterlo al fondo.
se arman discusiones realmente (…) para ellos [Seguridad Interna y Directores] un 80
interno tiene que estar en el fondo9, le dicen acá que es el III y IV, y por ahí para
nosotros, los profesionales y el área de salud mental, decimos no, no le da, por ahí
en internos que pasaron por PRISMA; nosotros siempre preferimos que primero
sea evaluado por el PRISMA o por el CRD, entonces se pone: tal Unidad Residen-
cial previa evaluación de PROTIN, previa evaluación del CRD, que primero se lo
evalúe al interno y que los sectores específicos vean si considera que está apto para
permanecer en él, o lo que sea, o si considera que puede ir [a la UR recomendada]
(…) [nosotros] vemos algo de labilidad en el sujeto que ellos no” (Idem anterior).
Teniendo en cuenta el relato de la entrevistada respecto de cómo se define final-
mente el alojamiento, si bien ésta hizo una diferenciación e incluso infirió que hay
cierta “rivalidad” entre lo que privilegian los equipos profesionales a la hora de de-
terminar el alojamiento de una persona y lo que consideran especialmente los Direc-
tores y el personal de seguridad; al consultarle particularmente respecto de qué es lo
que determina que a través del DUI una persona sea asignado a una u otra UR,
mencionó: “Se tiene en cuenta la institucionalización, hay internos que ya saben
convivir, que manejan un código, los que vienen de provincia les cuesta adaptarse al
SPF” (Idem anterior). Por lo tanto, aquí es claro como la “seguridad”, y con ello el
componente de “peligrosidad”, prima por sobre cualquier otra cuestión a la hora de
decidir el alojamiento de una persona que ingresa al establecimiento penal; permane-
ciendo intacta la herencia positivista que dio lugar a la criminología en la Argentina
de 1920.
Finalmente, y a modo de conocer qué participación tiene la persona privada de li-
bertad sobre la decisión de su alojamiento, comenta: “Siempre se le pregunta, ¿tenés
problemas con alguien en algún módulo? (…); quizás no a los primarios porque se
supone que nunca estuvo detenido, salvo que traigan algún problema de afuera y
que sepa que hay alguien acá (…)” (Idem anterior). Pareciera que lo único por lo
que se define el alojamiento finalmente son los problemas, siendo lo único que se le
consulta al detenido respecto de dónde ir, como si la persona se circunscribe solo a

...lo único por lo que se define el alojamiento finalmente son


los problemas, siendo lo único que se le consulta al detenido
respecto de dónde ir, como si la persona se circunscribe solo
a sus problemas de convivencia (...) podemos decir que para
la construcción del “perfil criminológico”, el componente de
“peligrosidad” prima por sobre cualquier otra cuestión.

sus problemas de convivencia, sin tener en cuenta cuáles son sus expectativas o por
qué considera que deba ir a un lugar y no a otro.
Si tenemos en cuenta la información que se recaba, podemos decir que para la cons-
81 trucción del “perfil criminológico”, el componente de “peligrosidad” prima por so-
bre cualquier otra cuestión. Pareciera que lo único que define a la persona es su tra-
yectoria institucional y su pasado; la dimensión que asumen los problemas que pu-
diera llegar a ocasionar dentro del Complejo, lo trascienden de manera que sus ex-
pectativas y reconocimiento como sujeto de derecho quedan negados desde el
inicio.
De este modo podemos afirmar que ya desde el momento del DUI muchos son
“clasificados” como “conflictivos” y en consecuencias destinados a un sector que
pueda contener este perfil; en la actualidad su destino será la UR III o la UR IV.

La mirada desde la seguridad interna


Para conocer la voz desde la vertiente de la seguridad, respecto a cómo resulta la
“clasificación” y la posterior “distribución” de la población en el Complejo, también
se entrevistó al Segundo Jefe de Seguridad Interna de la Unidad Residencial III. Te-
niendo en cuenta que el objetivo principal de la participación de todos los Directo-
res y Jefes de Seguridad Interna en las Juntas del DUI, consiste en que cada uno de
ellos “evalúe”, “elija”, quién debe ir o no a sus unidades residenciales, observando
cada uno de ellos distintos aspectos que indicarían la pertinencia o no a éstas; resulta
sumamente interesante lo que nos va a decir sobre los “perfiles criminológicos” que
selecciona para destinar en la UR que dirige, la III, nuestra UR de interés.
En primer lugar, resulta pertinente destacar la connotación del entrevistado al refe-
rirse al objetivo de la Junta de Evaluación: “[En el] DUI, Dictamen Único Integral,
nos sentamos en una mesa, vamos y vemos, ahí seleccionamos los perfiles, cada in-
terno que cae en la [unidad] 28 es evaluado, son evaluados por psicólogos, jefe de
interna, directores, personal de sociales, de todas las áreas, ¿por qué?, porque ahí se
le hacen preguntas al interno, que nos fijamos la causa que tiene, los antecedentes
que tienen, le preguntamos los problemas de convivencia, le preguntamos un mon-
tón de cosas integrales que llevan a conocer al interno… porque el alojamiento no
es al azar. El DUI es solo para procesados, con los condenados nos manejamos con
lo que es PTI10, régimen cerrado, semiabierto, abierto, puntaje” (entrevista realizada
al Segundo Jefe de Seguridad Interna de la UR III, julio de 2016). Por otro lado, al
consultarle qué criterios utiliza, esto es, qué observa particularmente durante el
DUI, menciona: “¿Qué perfil utilizo yo para alojar en mi módulo? Anote Boletín
Público Normativo Nº259 de 2007 (…)” (Idem anterior). En esos momentos lee lo
que dicho Boletín enuncia sobre quién debe ser alojado en la UR III -la misma nor-
mativa a la que se hizo referencia en el apartado anterior- y concluye “(…) a que
internos alojamos nosotros acá, de alta potencialidad conflictiva o acusados de deli-
tos graves” (Idem anterior). Esto es, según el entrevistado, lo que busca en una per-
sona cuando participa de un DUI. No obstante, y en consecuencia de la subjetividad
implícita en el término de “potencial conflictividad”, en tanto los acusados de deli-
tos graves son más fáciles de “clasificar”, al menos se guiarán por criterios mera-
10 El PTI hace referencia al Programa de Tratamiento Individual.
mente cuantitativos en relación a la condena estipulada para los delitos imputados, 82
es que se solicita explique cómo se mide la “conflictividad”: “Los internos que yo
alojo acá, ya estuvieron alojados anteriormente en otras unidades, y lo que es la cla-
sificación de riesgo y necesidad cuando caen en la 28, están todos los antecedentes
del interno (…) La clasificación de riesgo y necesidad, es la clasificación que se hace
para el alojamiento del interno en la Unidad 28, la investigación nuestra del Área de
Inteligencia, tiene contacto con la Policía, la Gendarmería, con todos los que son los
sistemas de seguridad para ver los antecedentes del interno” (Idem anterior).
Al hablar de la 28, el Segundo Jefe de Seguridad Interna hace referencia a la Unidad
28, Centro de Detención Judicial, principal alcaidía del SPF, situada en el sótano del
Palacio de Justicia. Ésta recibe tanto población adulta y joven adulta, mujeres y
hombres que comparecen ante los tribunales penales situados en la Ciudad Autóno-
ma de Buenos Aires, y aquellos detenidos en las comisarías de dicha ciudad. Enton-
ces, y por lo que pudo el entrevistado clarificar durante el encuentro, la construcción
del “perfil criminológico” -y en consecuencia la “clasificación” de la persona privada
de libertad- se iniciaría en este primer contacto con el sistema penal en la Unidad 28;
por lo que llegaría, en este caso al CPF I, con ese primer legajo de antecedentes con-
feccionado por la Delegación de Inteligencia del Servicio Penitenciario.
Sobre la elaboración de esta investigación, el entrevistado explica que llega en lo que
denominan como MEMO 11, siendo información clasificada. Este MEMO 11 con-
tiene todo el recorrido institucional de la persona privada de libertad, en caso de
tener antecedentes, ya sea que haya estado detenido en el ámbito federal o provin-
cial: “El MEMO 11 es una información clasificada donde tenemos la información
del interno, o sea que unidades estuvo, con quién peleó, con quién se lastimó, a qué
agente lastimó, cuantas veces quiso fugarse, los cambios de alojamientos pedidos
por la justicia” (Idem anterior).
Ahora bien, esta información reunida por la Delegación de Inteligencia -la 50 como
la ha dado en llamar a lo largo de toda la entrevista- les permite, siguiendo lo ex-
puesto, realizar una “clasificación” inicial sobre quién ingresa; “clasificación” que de
algún modo condicionará a la hora de elegir la UR a trasladar. Además, no está de
más aquí incluir que se pudo identificar que esta primera “clasificación” de la Uni-
dad 28, también condiciona el alojamiento en la Unidad Residencial de Ingreso, ya
que este sector también distribuye a la población penal siguiendo criterios de
“conducta”; siendo los pabellones E y F los destinados a los reincidentes
“conflictivos”.
Sobre la clasificación provista por la Delegación de Inteligencia, el entrevistado refi-
rió: “Esta clasificación digamos que nos da como tres clasificaciones posibles inicia-
les, de potencialidad conflictiva con riesgo de fuga, interno promedio, interno vul-
nerable, estos son los distintos tipos de perfiles, y adentro de cada clasificación ini-
cial hay una subclasificación. Están los internos “a tener en cuenta” que son bastan-
tes conflictivos o que son bastantes demandantes; los internos promedios, que tam-
83 bién pueden llegar a tener peleas, pero no son personalidades… o que hayan transi-
tado mucho las unidades. Tengo que dar acá alojamiento a internos conflictivos,
demandantes de compleja convivencia” (Idem anterior). Entonces y finalmente así
define a quienes elige durante el DUI: “(…) yo alojo acá internos de reincidencia,
reintegrantes o con varias condenas cumplidas, ya los conocemos a los internos y
sabemos cómo es su conflictividad, no mezclamos los primarios con los reinciden-
tes, acá no hay primarios, van al Módulo I o Módulo II” (Idem anterior).
Esta información no resulta menor, si consideramos lo expuesto respecto del objeti-
vo de la Junta del DUI, que es “conocer” a la persona que ingresa en el CPF I,
cuando en realidad saben mucho más de lo que dicen en esa instancia. Sobre ello, es
dable decir, que es sólo el personal de seguridad interna el que accedería a esta infor-
mación clasificada antes del DUI, y no así las áreas de tratamiento. Sin embargo, y
teniendo en cuenta el tiempo que lleva recopilar toda esta información, el Jefe de
Seguridad Interna indica que a veces ésta no se encuentra disponible previo a la Jun-
ta de Evaluación; en esos casos él luego solicita la de aquellos detenidos que decide
alojar en la Unidad Residencial que dirige.
Por cierto, toda la información recaba en las dos entrevistas nos permitió conocer
cómo es el procedimiento y el criterio de “clasificación” que se utiliza para el aloja-
miento inicial de una persona que ingresa al CPF I de Ezeiza. Primando de manera
casi excluyente el factor de la “seguridad”, siendo que la única investigación que se
hace de la persona es en relación con sus “malos” comportamientos pasados, asu-
miéndolos por ello como capaces de vivir en “cualquier lado”.

¿Qué hace a una persona privada de libertad


“conflictiva”?
Siguiendo la información provista por el Jefe de Interna, un detenido es
“conflictivo” cuando “(…) tenga una causa anterior, (…) tenga heridas de arma
blanca porque significa que el interno peleo, combatió, tuvo peleas dentro de un
pabellón, (…) si tiene conocidos (…) los nombres a mí me da pie con quien estuvo
juntado, porque ellos toman “ranchada”, y las “ranchadas” son como la familia (…)
si no tiene miedo porque es un interno que tiene un perfil psicológico más antiso-
cial, digamos, que tiene mucha trayectoria en la cárcel, el delito no es lo mismo un
arrebato, que un secuestro seguido de muertes, potencialidad conflictiva con riesgo
de fuga, sin riesgo de fuga”. Al respecto aclara, “hay internos que saben vivir en la
cárcel, que buscan el beneficio (…) pero el perfil general es ese” (Idem anterior).
Entonces, y en consideración de la información recabada, podemos afirmar que el
recorrido institucional previo, las peleas que haya tenido durante detenciones pasa-
das o en anteriores unidades, las marcas en su rostro, su “ranchada” y su actitud
“demandante” y no “proactiva”, será lo que considere a una persona como
“conflictiva”; confirmándose el dicho “tu pasado te condenada”. No bastará con la
condena judicial que reciban -en caso de los penados- ni la caracterización de reinci-
dentes, que serán también etiquetados como “conflictivos”, con todo el peso que 84
ello traerá aparejado.
En otro orden, resulta necesario destacar la presencia de un propio registro de per-
sonas “conflictivas” que el entrevistado adujo realizar: “Yo tengo un registro que se
comparte con todos los otros módulos (…) que si pones el nombre del interno sale,
yo lo llamo RUN, Registro Único de Novedades, de lo que son las novedades del
Complejo, si bien yo pongo todo, dice cuándo ingreso, dónde ingreso, con quién
peleó…” (Idem anterior). Práctica, podríamos decir, tendiente a señalar a la persona
por todos y cada uno de los actos que realice.
En fin, podemos decir que en la caracterización que adopta el “conflictivo”, cobra
centralidad la pertenencia a las “ranchadas”, la reincidencia y multireinicidencia, las
peleas, intentos de fuga, marcas en el cuerpo, “desobediencia” y demandas.

Prácticas11 penitenciarias para la gestión de las po-


blaciones “conflictivas”
La presentación de las prácticas que se hará a continuación, son introducidas a mo-
do demostrar su presencia; no significa ni que son las únicas implementadas ni que
se reproducen de igual modo en todos los lugares que se alojen personas considera-
das como “conflictivas”, ni que sólo se reproducen sobre este colectivo; sino que
adquieren cierta constancia y relevancia a lo largo del tiempo sobre el sector que se
pretende analizar. Se desarrollarán las prácticas implementadas en la Unidad Resi-
dencial III, en virtud que desde un primer momento fue la que recibió a las pobla-
ciones de “alta conflictividad” que venían de las cárceles de Devoto y Caseros, y
cuyo destino, como unidad residencial de máxima seguridad, no ha cambiado en
todo este tiempo. La impermeabilidad del sistema carcelario torna dificultosa la ta-
rea de conocimiento de las gestiones penitenciarias, obstaculizando la posibilidad de
alcanzar una versión más acabada de los modos de gobierno carcelario; pero la in-

...La impermeabilidad del sistema carcelario torna


dificultosa la tarea de conocimiento de las gestiones
penitenciarias, obstaculizando la posibilidad de alcanzar una
versión más acabada de los modos de gobierno carcelario;
pero la información recogida por los organismos de control
permite centrarnos en ciertas prácticas que se mantienen
constantes y recurrentes en el tiempo.

11 Cuando hablamos de prácticas hacemos referencia a la consideración sociológica del término, en-
tendiéndolas como acciones que se suceden con cierta regularidad y que se despliegan con una inten-
ción determinada. Resultan acciones arraigas en las instituciones que las ejecutan y que habitualmente
se presentan resistentes al cambio, las prácticas se desplazan o mutan, pero no se erradican. Por lo
tanto, al hablar de prácticas no estamos frente a hechos aislados o de excepcionalidad, tampoco ante
acciones ingenuas (Motto, 2012).
85 formación recogida por los organismos de control permite centrarnos en ciertas
prácticas que se mantienen constantes y recurrentes en el tiempo. Prácticas que, sin
estar reguladas, se presentan instaladas por la naturalización que ha adquirido su
aplicación para la gestión de las poblaciones “conflictivas”.

Alojamientos especiales y la segregación espacial


como gestión del conflicto
La primera gestión sobre estas poblaciones estará presente en la decisión misma del
pabellón donde será alojada la persona al llegar a la UR III.
Los colectivos de “alta conflictividad” que fueron trasladados de Devoto y Caseros
hacia el año 2000 vinieron a ocupar este espacio, trayendo consigo algunas “marcas”
o “etiquetas” que la administración penitenciaria ya les otorgaba en los anteriores
sectores. Si bien el objetivo manifiesto del nacimiento del CPF I era la introducción
de nuevas prácticas carcelarias respetuosas de los derechos de las personas privadas
de libertad, y en consonancia con la adecuación a la nueva ley de Ejecución de la
Pena, ciertas cuestiones fueron trasladadas con las poblaciones mismas; como las
propias definiciones que la administración penitenciaria ya tenía construida sobre
éstas, y los modos de gobierno que ejercía sobre ellos, reproduciendo en los nuevos
alojamientos las prácticas de los antiguos establecimientos penitenciarios.
De este modo, este lugar quedará estigmatizado por quienes fueron alojados en ese
primer momento, sufriendo las consecuencias de dicha estigmatización incluso los
actuales alojados.
La Resolución D.N. Nº5057 establece los siguientes criterios de alojamientos:
(…) en los Pabellones A y B, internos de alta potencialidad conflictiva; en el Pabellón C
internos que ingresen al Establecimiento (…) Pabellones D y E, interno trabajadores y
afectados a distintos talleres de laborterapia, de actitud proactiva que hayan demostrado la
adaptación al régimen imperante en el Establecimiento y respeto por sus iguales; Pabellón F
internos condenados e incorporados al R.E.A.V12 de buena conducta; Pabellones G y H
internos trabajadores y de buena conducta; pabellones I y J internos trabajadores de buena
conducta (página 2. El resaltado me pertenece).
La única modificación con ello es que en la actualidad los Pabellones I y J alojan
personas con resguardo de integridad física y cumplimiento de sanciones disciplina-
rias y “tránsito”, respectivamente. Por su parte, cabe mencionar que la aprobación
de esta Resolución venía a reglamentar algo que ya era práctica en la administración
penitenciaria, por lo que la definición de los Pabellones A y B resulta ya de larga da-
ta; reconocidos históricamente como los peores alojamientos de todo el CPF de
Ezeiza.
En la entrevista realizada al Segundo Jefe de Seguridad Interna de la UR III en julio
12 El R.E.A.V, Régimen de Ejecución Anticipada Voluntaria, se trata de un programa al que se in-
corpora a aquellas personas privadas de libertad procesadas que voluntariamente aceptan iniciar un
de 2016, éste comentaba: “Los internos que yo los subo en el B son todos internos 86
que vienen más o menos de provincia (…) que han sido situación de calle desde
muy chicos, que han estado en institutos de menores, que han tenido problemas en
muchas unidades, Complejo I, Complejo II, en Devoto no los podemos cruzar, han
salido de varias unidades, son internos que tienen una carrera más sufrida, digamos.
El Pabellón A, lo que yo tengo son internos que tienen condenas muy largas, de
fondo tienen condenas que son con apoyo logístico, pueden conseguir armas tran-
quilamente, tienen capaz que un nivel de educación más alto y tienen potenciado el
poder discriminar, tienen un poco más de herramientas para desenvolverse” (Idem
anterior).
De este modo el entrevistado agrega: “¿Qué pasa si el detenido ingresante no se
muestra “proactivo”? Con su actitud, el celador, todos, nos damos cuenta que el
interno tiene unas mañas distintas o que le gusta andar peleando, como dicen ellos,
ahí es cuando son alojados en el Pabellón A o el Pabellón B”. En el mismo sentido
afirma fehacientemente que “el A y el B no se pueden cruzar, (…) porque es algo
que es cultural dentro del ambiente” (Idem anterior). Una rivalidad que la naturaliza
y la considera innata, algo ontológico.
Ahora bien, con el argumento de no poder cruzarse con otros detenidos en virtud
que la posibilidad de conflicto se presentaría latente, estas personas son segregadas
al interior de los propios pabellones.
Por lo tanto, la percepción que la administración penitenciaria hace de estos pabe-
llones trae aparejado el confinamiento de éstos dentro del mismo sector de aloja-
miento, como primera práctica aplicada para su gestión. Su falta de interés por mos-
trarse “proactivos” y “obedientes” de las normas carcelarias justificará su exclusión
dentro de la misma población. Este confinamiento implica estar todos los días ence-
rrados dentro del pabellón, sin tener la posibilidad de salir a realizar ninguna activi-
dad fuera de éste, a excepción del goce de las visitas, en el caso de que las tuviesen.
Así, esta población será segregada espacialmente, durante el tiempo que dure su alo-
jamiento allí.
Oportunamente, el Jefe de Seguridad Interna confirmó este hecho libremente, con-
signando ser el único modo de administrar a esta población, siendo inviable juntar-
los con otros alojados, porque: “Yo sé que el ambiente condiciona, la persona que
pisa un lugar se adapta y actúa a como digan los demás internos que tiene que ac-
tuar”. Por ello, no realizan trabajos fuera del pabellón, la única actividad laboral des-
tinada para ellos es la fajina del mismo: “Tienen actividades laborales dentro del pa-
bellón, de limpieza”; las visitas se llevan a cabo en lugares distintos al resto de los
pabellones; y en relación al acceso a la educación, el entrevistado lo llamó
“incentivo”: “El A y el B tienen dos incentivos semanales primaria o secunda-
ria” (Idem anterior). Derechos con jerarquía constitucional para todas las personas,
incluidas aquellas privadas de libertad; aquí se convierten en meros “incentivos”,
asimilado a una política de “premios y castigos” para la gestión del “conflicto”. Una
87 gestión que, como dijimos, los segrega dentro del pabellón y los excluye dentro de la
misma prisión, siendo que no los dejan compartir espacios con otros presos, ni
mantener ningún tipo de vínculo.

Aislamiento carcelario como herramienta del go-


bierno de las poblaciones. La “sectorización”
El aislamiento constituye una práctica de las prisiones desde el momento mismo de
su nacimiento. En la actualidad, la misma presenta instancias legítimas, las sanciones
disciplinarias, que se encuentran reguladas tanto en la normativa nacional como in-
ternacional -ello no significa que no haya un abuso de esta práctica- y otra ilegítima
que no responde a ningún estamento normativo, sino que -por el contrario- se apli-
ca a modo de castigo encubierto, a través de resoluciones administrativas peniten-
ciarias. El aislamiento bajo la modalidad de “sectorización” será la técnica de gestión
que se resignificará sobre nuestra población.
Cuando hablamos de “sectorización” nos referimos a la aplicación, por parte de la
administración penitenciaria, de una medida de aislamiento colectiva que afecta a
pabellones enteros y que implica el uso de las instalaciones del pabellón en grupos.
El régimen de “sectorización” se inicia, en la mayoría de los casos, con una medida
cautelar o provisional, aplicada a modo preventivo o como castigo luego de algún
suceso al interior de un pabellón. Siguiendo los argumentos penitenciarios, como
modo preventivo se aplica ante el encuentro de elementos prohibidos durante algu-
na requisa de rutina o ante el rumor de que se está organizando algún conflicto en-
tre distintos grupos de un pabellón. Como castigo, suele ser aplicada luego de una
pelea entre reclusos, o de algún fallecimiento. Cabe mencionar que, en todas ellas, la
medida se inicia con el ingreso de la requisa, ya sea como inspección ordinaria o ex-
traordinaria.
La implementación de esta medida cautelar se encuentra contemplada en los artícu-
los 35, 36 y 37 del “Reglamento de Disciplina para los internos”. Si bien su aplica-
ción se introduce como una variable para atender determinadas situaciones, la mis-
ma siempre excede los tiempos máximos fijados -72 horas- en la reglamentación, lo
que la convertirá en ilegitima; por lo tanto, ésta podrá ser asimilada más bien como
una sanción colectiva encubierta -prohibida en el artículo 12 del mismo Reglamento
- que como una medida que pretende solo la “restauración del orden”.
Por otra parte, la modalidad del régimen implementado es, en muchos de los casos,
la misma que para el caso de los sancionados, pero como no se asigna responsabili-
dad a ningún sujeto, la medida no es recurrible. A su vez, los plazos de encierro mu-
chas veces exceden los autorizados por las normas para el régimen sancionatorio (15
días máximo). Por lo tanto, es posible afirmar que la “sectorización” no posee nin-
guna legitimidad jurídica en el ordenamiento normativo argentino; sino que, por el
contrario, contradice también lo previsto en el artículo 84 de la Ley 24.660, el cual
expresa “No habrá infracción ni sanción disciplinaria sin expresa y anterior previ- 88
sión legal o reglamentaria”.
En estos casos, se suele someter a los afectados a un aislamiento que puede variar
entre veintitrés y diecisiete horas de encierro diario en celda individual, ello depen-
diendo de los motivos que llevaron a su aplicación. Además, la “sectorización” trae
aparejada la restricción del derecho al trabajo y a la educación; limita el derecho a la
comunicación; e implica una mayor restricción a la movilidad física, afectando direc-
tamente el derecho a la salud, tanto física como psíquica. Asimismo, la incomunica-
ción y opacidad de esta situación permite la comisión de las mayores arbitrariedades
dentro de las prisiones.
Siguiendo a Sharon Shalev (2014) podríamos identificar a esta práctica como:
Control o manejo del centro penal (prision management): en estos el aislamiento solitario es
usado como una herramienta de manejo interno del centro penal para el control de reclusos
catalogados como peligrosos, indisciplinados o que de alguna forma se han convertido en un
problema para la administración del centro penal (…). Esta medida sigue la lógica de que
aislando a este tipo de reclusos se reducirán los incidentes de violencia en la prisión y se logra-
rá mantener el orden y la disciplina. (…) En aquellos centros penales en los que se utiliza el
aislamiento en pequeños grupos, los internos son mantenidos en celdas individuales, pero se
les permite interactuar con hasta cinco internos más en determinados momentos del día (…).
(2014: 38)
Esta práctica se encuentra presente desde hace ya varios años en la UR III. La Pro-
curación Penitenciaria de la Nación relevó esta modalidad de aislamiento en la audi-
toría efectuada en el 2007 sobre el CPF I. En dicha oportunidad se detectó que en la
UR III se aplicaba una práctica penitenciaria denominada “régimen de sectoriza-
ción”, que consistía en mantener “encerrada” en sus celdas a determinada población
penal durante períodos de tiempo indefinidos, fundándose en diversas motivaciones
(PPN 2010: 213).
Asimismo, las diversas recomendaciones llevadas a cabo por el organismo contralor
dan cuenta de la existencia de la práctica de “sectorización” y de su reproducción
con el correr de los años. Con relación a ello podemos nombrar la emisión de la Re-
comendación Nº690/PPN del año 2008, donde el Procurador Penitenciario reco-
mendaba el inmediato cese del régimen de “sectorización” al que se somete a las
personas privadas de libertad en los Pabellones “A” y “B” de la UR III. Esta reco-
mendación exponía que las autoridades penitenciarias de aquel momento sostenían
que la práctica de “sectorización” era aplicada en los Pabellones “A” y “B” desde
mediados del año 2006, con el objetivo de reducir el índice de violencia de dicho
lugar de alojamiento, y que ante la aparición de rumores de que pudiera suceder al-
gún inconveniente, con el previo ingreso de la requisa, se aplicaba de manera auto-
mática el “régimen sectorizado”. Esta práctica, en aquella oportunidad, consistía en
mantener a la población encerrada en celda individual durante veintitrés horas dia-
rias, pudiendo salir de sus celdas tan solo una hora al día, en grupos de tres perso-
nas, debiendo en esa hora asearse, hablar por teléfono, recrearse. La misma había
durado cuarenta días. (Recomendación 690/PPN/2008)
89 La respuesta de la administración penitenciaria ante la denuncia de esta práctica fue
que la “sectorización” es una de las herramientas utilizadas para hacer frente a
“internos de alto grado de conflictividad” (PPN, 2010).
Hacia el 2009-2010, la Procuración Penitenciaria realizó la investigación “Malos tra-
tos físicos y Tortura en cárceles federales. Informe de Investigación 2009-2010” -
publicada en el año 2012- sobre diversas unidades del SPF, entre ellas el CPF I de
Ezeiza. Los resultados obtenidos consignaron nuevamente el uso de la práctica de
“sectorización” en los Pabellones A y B de la UR III, como una estrategia de go-
bierno carcelario. Así lo expone la investigación:
En una entrevista con personal penitenciario se nos expresó que estas estrategias están rela-
cionadas a que este es un módulo de “alta conflictividad” (…) Señala entonces de forma
descriptiva que el pabellón “A” se encuentra sectorizado, “se los dispone en grupos de 5 o 4
por situaciones vinculadas a peleas y conflictos que hay entre ello”. Asimismo, mencionó que
al pabellón B “se le dio la abierta –salida de la celda- hace poco”, es decir que estuvieron
sectorizados recientemente. (PPN, 2012b: 36)
Algunos relatos incluidos en dicha investigación resultan útiles para tomar dimen-
sión de lo que esta práctica implica. Alojados en el Pabellón A: “Nos sacan una hora
para bañar y hablar por teléfono. Estuvimos engomados 23 horas diarias por cuatro
meses. Nos dieron “la abierta” quince días, y nos volvieron a engomar durante dos
meses. Nos volvieron a dar la abierta quince días, y a engomarnos desde hace un
mes (…)”; “Estoy encerrado 23 horas, yo ya no se ni en qué fecha estamos. Nos
dan un recreo de una hora a la noche, cuando se puede. Salimos de a cuatro” (PPN,
2012b: 36-37). Pabellón B: “El pabellón esta siempre castigado, estuvimos 10 meses
engomados, con un recreo de media hora durante el día y otro de noche
(…)” (PPN, 2012b: 37).
Por otra parte, en el 2011 el Procurador Penitenciario efectúa la Recomendación
Nº735/PPN/2011, nuevamente por el régimen de “sectorización” aplicado sobre
los Pabellones A y B de la UR III, identificándolo como un régimen recurrente y
sistemático, aplicado de manera intermitente sobre estos sectores.
La persistencia de esta práctica permite afirmar que resulta una práctica que se aplica
de manera sistemática en la UR III. El argumento principal esgrimido por los fun-
cionarios de las prisiones para su implementación consiste en reducir “los niveles de
conflictividad”. No obstante, resulta llamativo cómo sería posible conseguir benefi-
cios con una práctica de tal naturaleza cuando está comprobada la nocividad que
produce su implementación; además es lógico que se reduzca la violencia si tenemos
en cuenta que permanecen casi todo el día encerrados sin tener contacto con ningu-
na otra persona. Nuevamente se constituye una modalidad de gobierno de la institu-
ción carcelaria que privilegia la “necesidad de seguridad” por sobre la misma salud y
dignidad de la persona, o incluso de la pretensión legal de “tratamiento”; una estra-
tegia adoptada para la “restauración del orden”, pero que no buscar otra cosa más
que el disciplinamiento del alma, diría Foucault, de quienes la padecen.
90

...se constituye una modalidad de gobierno de la institución


carcelaria que privilegia la “necesidad de seguridad” por
sobre la misma salud y dignidad de la persona, o incluso de
la pretensión legal de “tratamiento”; una estrategia adoptada
para la “restauración del orden”, pero que no buscar otra
cosa más que el disciplinamiento del alma, diría Foucault,
de quienes la padecen.

Agresiones físicas, otra forma de disciplinamiento


Durante la recopilación de la información para el presente trabajo, se identificó cier-
ta constancia en las agresiones físicas que se producen en el CPF I de Ezeiza, advir-
tiéndose a ésta como una de las cárceles del SPF donde más se producen estos tipos
de hechos. En el mismo sentido, y en particular sobre los últimos años, fue posible
distinguir a la UR III como un espacio donde la violencia física sobre los alojados se
reproduce de manera focalizada y con cierta sistematicidad.
Para evidenciar la sistematicidad con la que se producen las agresiones físicas en el
Complejo de Ezeiza en general y en la UR III en particular, se incluirán datos reco-
pilados, por un lado, de dos investigaciones realizadas por la Procuración Peniten-
ciaria de la Nación en el año 2007 y su posterior seguimiento en el período 2009-
2010; y por el otro, de los diversos informes anuales publicados por el mismo orga-
nismo en el marco del “Procedimiento de Investigación y Documentación de Casos
de Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas y/o Degradantes” que des-
de el año 2007 se aplica en base a los principios y criterios del Protocolo de Estam-
bul13. Para estos casos no debemos olvidar la presencia de la denominada “cifra ne-
gra”, es decir, esos casos que ocurren, pero a los cuales no se puede acceder en vir-
tud del encubrimiento, e incluso de la naturalización de la violencia que rige en los
centros de privación de libertad. Por lo tanto, los datos que se expondrán no consti-
tuyen el universo real de afectados, sino solo el universo conocido.
La investigación de la PPN, “Cuerpos Castigados. Malos tratos físicos y tortura en
cárceles federales”, publicada en el 2008, registró que el 53,2% de la población penal
consultada en el CPF I de Ezeiza respondió de forma positiva a la pregunta sobre si
sufrió alguna agresión física por parte del personal penitenciario del establecimiento
de referencia (PPN, 2008b). En esta oportunidad, el 56,7% de los que permanecían
alojados en la UR III habían sido víctimas de maltrato físico durante su estadía allí
(PPN, 2012b).
Entre los años 2009-2010 la Procuración Penitenciaria realizó una nueva investiga-
13 El protocolo de Estambul es un manual adoptado por la ONU para la documentación e investiga-
ción de casos de tortura y otros tratos o penas crueles inhumanos o degradante.
91 ción de misma naturaleza -publicada en 2012- “Malos tratos físicos y tortura en cár-
celes federales. Informe de Investigación 2009-2010”, a los fines de comparar las
prácticas de ese momento con lo relevado en el año 2007. Los datos arrojados en la
última investigación presentaron un aumento en el uso de ciertas prácticas. Así, ha-
cia el año 2009, el 63,8% de la población del CPF I había sido víctima de agresiones
física, un 20% más que en el 2007 (PPN, 2012b).
En esta oportunidad, la investigación se centró en registrar lo que sucedía en tres
espacios diferentes del CPF I de Ezeiza, dado que, en los datos arrojados en el 2007
éstos se presentaban con los mayores niveles de violencia institucional dentro de
dicho Complejo, a saber: la Unidad Residencial de Ingreso, las UR III y IV.
En el año 2007, en el módulo 3, módulo 4 y módulo de Ingreso del Complejo Penitenciario
NºI de Ezeiza, el 60,4% de las personas detenidas padecía malos tratos y torturas por par-
te del personal penitenciario, en el año 2009, el 77,2% de las personas detenidas en dichos
módulos padecieron malos tratos físicos y tortura. Esta diferencia de casi 17.2 puntos del
porcentaje implica un incremento del 28% (PPN, 2012b: 31).
Respecto a la situación registrada en aquel entonces sobre la UR III, el 74,8% de la
población alojada en dicho sector había manifestado haber sido agredida físicamen-
te; un 22% más que en el año 2007. Este dato no resulta menor en tanto que la ma-
yor parte de los consultados habría sufrido violencia física durante su alojamiento en
la UR III. (PPN, 2012b).
En esta línea, es pertinente considerar que el Informe Anual del 2008 de la PPN
hacía referencia a que la UR III constituía el sector de alojamiento del CPF I donde
se formulan la mayor cantidad de testimonios y/o denuncias de detenidos por ma-
los tratos físicos, verbales y arbitrariedades por parte del personal penitenciario. En
este sentido, afirmaba que los alojados en los Pabellones A, B y C eran los que ha-
cían referencia a un mayor grado de violencia por parte del cuerpo de requisa, esen-
cialmente cuando ésta ingresaba a realizar la requisa a los pabellones (PPN, 2009).
Hacia el año 2010, a través del “Procedimiento de Investigación y Documentación
Eficaz de Casos de Tortura y Malos Tratos” -en adelante el Procedimiento- la PPN
relevó un total de 194 casos de tortura y/o malos tratos, 94 de ellos producidos en
el CPF I de Ezeiza, esto es, el 48,5% del total de los Procedimientos (PPN, 2011).
En 2011 se registraron 403 casos a través del Procedimientos institucional, presen-
tándose el CPF I en el segundo lugar con un total de 139 procedimientos aplicados,
esto es, el 35,4% del total registrado. En este caso, entre las UR III y IV se produ-
cían el 30,7% de los registros, 12,9% y 17,8% respectivamente.
En el 2012 se registraron 429 casos de tortura en las cárceles federales, de los cuales
86 corresponden a agresiones ocurridas en el CPF I, el 20% de un total de veinti-
cuatro cárceles registradas (PPN, 2013). Por su parte, en el 2013 se aplicaron un to-
tal de 718 procedimientos en veinticuatro cárceles diferentes, alcanzando el CPF I
de Ezeiza un total de 193 casos, esto es, el 27% del total del registro, duplicando los
casos respecto del año 2012. La focalización de los casos continuaba concentrada
como en otros años sobre las UR III y IV, a saber: 50 y 63 casos respectivamente. 92
Es decir, el 26% en la UR III y el 33% en la IV, respecto del total del CPF I; entre
las dos asumen el 56% de los procedimientos aplicados, más de la mitad. Circuns-
tancia que no es menor en consideración de su persistencia, que lo constituye como
una práctica habituada para el gobierno de las poblaciones carcelarias “conflictivas”.
Sobre el 2014 y el 2015 estas prácticas persisten. Hacia el 2014 el Complejo de Ezei-
za alcanza el 31,2% del total de los casos del año con la aplicación de 254 procedi-
mientos de 814 aplicados, nuevamente, en veinticuatro cárceles federales distintas
(PPN, 2015). Mientras que en 2015 alcanzó el 29% (224 casos de un total de 775),
conformando la unidad penitenciaria con mayor cantidad de procedimientos aplica-
dos en ambos años (PPN, 2016).
Al evidenciar las prácticas sobre la UR III podemos pronunciar que el 21% de los
hechos se han producido allí, esto implica el registro de 53 personas. La UR IV
vuelve a superar este porcentaje con un total de 66 procedimientos aplicados, que
implican el 26% del total del CPFI. Sin embargo, seguimos frente a una situación
que describe que el 47% de los hechos de agresiones físicas que se producen en el
Complejo de Ezeiza suceden en las unidades destinadas a la población
“conflictiva” (PPN, 2015). Sobre la misma variable en el año 2015 podríamos afir-
mar -siguiendo los procedimientos aplicados por la PPN- que esta situación se re-
vierte en tanto que los hechos registrados en la UR III, superan a los del 2014. En la
UR III se registraron 55 casos que alcanzan el 25% del total de los hechos conoci-
dos, mientras que la UR IV registró el 15%, con 33 procedimientos de malos tratos
aplicados. Entre ambas alcanzan el 40% de los procedimientos aplicados en el CPF
I (PPN, 2015 y 2016).
De lo recopilado, podríamos inferir que la presencia de las agresiones físicas tal y
como las hemos enunciado resultan un modo de gestión penitenciaria que pretende
el disciplinamiento de las poblaciones que allí se alojan. “La percepción penitencia-
ria de baja docilidad de un conjunto de detenidos suele ser resuelta a través de agre-
siones físicas” (PPN, 2014a: 55).
La distribución espacial que vimos adquiere en el CPF I de Ezeiza la violencia insti-
tucional, demuestra la creación y el mantenimiento de espacios problemáticos por
parte de la administración penitenciaria. Entonces se podría decir que es incluso la
misma “clasificación” que la administración penitenciaria realiza sobre la población
la que supone un tratamiento específicamente violento sobre el cuerpo de los dete-
nidos, confirmando el atributo corporal de la pena de prisión; afirmando que no se
terminaron los suplicios.
Por lo tanto, y siguiendo todo lo expuesto, la presencia histórica de la violencia ins-
titucional en el CPF I, pero principalmente la estabilidad registrada en las cifras so-
bre las agresiones físicas en las UR destinadas a los “más conflictivos”, III y IV, nos
permite deducir que los golpes, constituyen una práctica penitenciaria más para el
gobierno de estas poblaciones que el SPF asume en denominar como “conflictivas”;
93 su regularidad y persistencia nos aleja de cualquier explicación que pretenda incluir-
las como de excepcionalidad. Conformándose, así, como una característica constitu-
tiva de las relaciones de la administración penitenciaria del Complejo de Ezeiza con
la población penal que aloja.

...La distribución espacial que vimos adquiere en el CPF I de


Ezeiza la violencia institucional, demuestra la creación y el
mantenimiento de espacios problemáticos por parte de la
administración penitenciaria. Entonces se podría decir que
es incluso la misma “clasificación” que la administración
penitenciaria realiza sobre la población la que supone un
tratamiento específicamente violento sobre el cuerpo de los
detenidos, confirmando el atributo corporal de la pena de
prisión; afirmando que no se ter minaron los suplicios.

Reflexiones finales
De lo expuesto se desprende que la UR III del CPF I es la destinada, desde un pri-
mer momento, para recibir a las poblaciones con mayor “conflictividad”; y dentro
de esta los Pabellones A y B. Las prácticas -segregación espacial, “sectorización” y
agresiones físicas- que allí se aplican, y descriptas en el presente, no resultan medi-
das llevadas a cabo de manera excepcional o como hechos aislados, sino que la recu-
rrencia de su aplicación evidencia la sistematicidad que adquieren. Las características
que éstas asumen reflejan, de algún modo, como la pena privativa de libertad consti-
tuye, aún hoy, un castigo donde el disciplinamiento de los sujetos por medio de sus
cuerpos y almas son el centro de la realidad del encierro. Estas prácticas se presen-
tan en contracara al fin perseguido de “resocialización” de la pena de prisión.
En este marco, la administración penitenciaria crea espacios determinados, como
estrategia de intervención de las poblaciones “conflictivas” que no son ingenuas,
sino que buscan el sometimiento de quienes aloja. Se constituyen como espacios
útiles para el gobierno de la población penal.
Así, la adopción de prácticas de segregación espacial, “sectorización” y agresiones
físicas, se asumen como necesarias para la administración de la cárcel estableciendo
espacios en términos de amenaza. La permanencia de éstas genera sectores de casti-
go implícito, utilizados por la administración penitenciaria para lograr la obediencia
fingida de las poblaciones (Rivera Beiras, 1997). Estos espacios operan como una
influencia para la docilidad y la adaptación al régimen penitenciario sobre aquellos
que, a los fines de evitar ser allí alojados, buscan el beneficio en sectores de
“conducta” o “tranquilos”.
La práctica de segregación espacial dentro de los Pabellones A y B genera indefecti-
blemente problemas de convivencia entre los presos, iniciándose “conflictos” que 94
son atendidos por la administración penitenciaria por medio de la denominada
“sectorización”, según se argumenta, única forma de mermar la “alteración del or-
den”; lo que provoca su vez, la intervención del cuerpo de requisa que ingresa vio-
lentamente, también como única forma de atenuar la situación, siendo esos momen-
tos propicios para la aparición de las agresiones físicas. Se conforma un sistema que
opera de manera cíclica, constituyendo una forma de gobierno arraigada.
En otro orden, los Pabellones A y B resultan espacios estigmatizados por haber sido

...la adopción de prácticas de segregación espacial,


“sectorización” y agresiones físicas, se asumen como
necesarias para la administración de la cárcel estableciendo
espacios en tér minos de amenaza. La permanencia de éstas
genera sectores de castigo implícito, utilizados por la
administración penitenciaria para lograr la obediencia
fingida de las poblaciones ...

los primeros designados para alojar a las poblaciones más “peligrosas” que llegaban
de las cárceles de Devoto y Caseros. En la actualidad, estos lugares cargan con ese
estigma de pabellones “conflictivos” o “violentos” transfiriendo esa condición a los
que allí se encuentren, por lo que las identidades de las personas privadas de libertad
se definen, también, en términos de sus lugares de alojamiento.
Por otra parte, y teniendo en cuenta como los funcionarios de prisiones construyen
la figura del “conflictivo”, podemos decir que los factores de “desobediencia” y re-
incidencia son los de mayor peso para considerar a alguien con un “perfil criminoló-
gico conflictivo”.
Aquí persiste la herencia positivista que centra sus “clasificaciones” en los
“reformables” e “irreformables”, destinando para éstos últimos las prácticas de ex-
clusión. Además, el uso de términos como “clasificación”, “tratamiento penitencia-
rio”, “potencialidades conflictivas”, “distribución penal”, “centro de evaluación”,
también nos indican la presencia del positivismo como la escuela que aún prima en
materia criminológica y ejecución de la pena.
Lejos el fin “resocializador” puede estar presente en un sistema donde prima la se-
gregación espacial, el aislamiento en su modalidad de “sectorización”, y la existencia
de agresiones físicas como penalidad corporal. Prácticas todas ellas pensadas solo
para el gobierno carcelario y que, subsumidas dentro de un sistema de premios y
castigos, solo colaboran para “reinsertar” a sus receptores al propio sistema penal
que intenta cooptarlos y envolverlos dentro de situaciones de violencia y exclusión;
convirtiéndolos así en los futuros integrantes de la prisión. Nada se tiene pensado
95 para quienes se les aplica la etiqueta de “conflictivo”, más que un “encierro en el
encierro” hasta que acepten el juego de este laberinto de obediencias fingidas
(Dobon, 1997).

Bibliografía
 Baratta, A. (2011). Criminología crítica y crítica del derecho penal. México, D.F.: Siglo
XXI editores S.A.
 Bouilly, M. R., y Motta H. (noviembre de 2008). “La arquitectura penitenciaria de
“nueva” generación como incapacitadora de poblaciones residuales: el caso del Comple-
jo Penitenciario Federal I de Ezeiza”. En M. Grimberg (Presidencia), V Jornadas de In-
vestigación en Antropología Social. Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires. Dispo-
nible en http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/05/
doctrina41191.pdf
 Boullant, F. (2004). Michel Foucault y las prisiones. Buenos Aires: Ediciones Nueva Vi-
sión SAIC.
 Daroqui, A. V. (2002). “La cárcel del presente, su “sentido” como práctica de secuestros
intitucionales”. En S. Gayol y G. Kessler. (Comp.), Violencias, Delitos y Justicias en la
Argentina (pp.191-204). Buenos Aires: Manantial SRL y Universidad Nacional de Gene-
ral Sarmiento.
 Cesano, J. D. (2011). Castigando a los castigados: algunas reflexiones sobre la potestad
disciplinaria de la administración penitenciaria en la ley 24.660. Disponible en http://
www.pensamientopenal.com.ar/doctrina/31246-castigando-castigados-algunas-
reflexiones-sobre-potestad-disciplinaria-administracion
 Dobon, J. (1997). “El sujeto en el laberinto de discursos”. En J. Dobon, y I. Rivera Bei-
ras. (Coord.) Secuestros Institucionales y Derechos Humanos: La cárcel y el manicomio
como laberintos de obediencia fingida (pp. 173-191). Barcelona: Editorial María Jesús
Bosch S.L.
 Neuman, E. y Irurzun, V. J. (1994). La sociedad carcelaria. (4ª ed.) Buenos Aires: Edicio-
nes Depalma.
 Foucault, M. (2015). Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. (2ª ed.) Buenos Aires:
Siglo XXI editores S.A.
 Garland, D. (1999). Castigo y sociedad moderna. Un estudio de teoría social. Madrid:
Siglo XXI editores S. A.
 Goffman, E. (2007). Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos men-
tales. (2ª ed). Buenos Aires: Amorrortu editores S.A.
 - (2006). Estigma. La identidad deteriorada. Buenos Aires: Amorrortu editores.
 Méndez, J. (marzo de 2013). Exposición en la Audiencia Temática sobre Derechos Hu-
manos y Aislamiento Solitario en las Américas. Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y American Civil Liberties Union. Disponible en http://www.ohchr.org/
Documents/Issues/Torture/IAC12March2013.pdf
 Motto, C. E. (2012). “Administración y rutinización de la violencia penitenciaria, los
casos del SPF y el SPB”. Seminarios de estudios comparados sobre las estrategias del
gobierno de la cárcel neoliberal en Argentina y en Francia, (pp. 145-158). Disponible en
http://gespydhiigg.sociales.uba.ar/files/2013/11/Chantraine.pdf
 Pavarini, M. (2013). Control y dominación. Teorías criminológicas burguesas y proyecto
hegemónico. México D.F.: Siglo XXI editores S.A.
 Procuración Penitenciaria de la Nación [PPN]. (2001). Informe Anual 2000. Buenos 96
Aires.
 - (2007). Informe Anual 2006. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-
anuales
 - (2008a). Informe Anual 2007. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-
anuales
 - (2008b). Cuerpos Castigados. Malos tratos físicos y tortura en cárceles federales. Bue-
nos Aires: Editores del puerto S.R.L.
 - (2009). Informe Anual 2008. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-
anuales
 - (2010). Informe Anual 2009. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-
anuales
 - (2011). Informe Anual 2010. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-
anuales
 - (2012a). Informe Anual 2011. La Situación de los Derechos Humanos en las cárceles
federales de la Argentina. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-anuales
 - (2012b). Cuadernos de la Procuración Penitenciaria de la Nación Nº 2. Malos tratos
físicos y Tortura en cárceles federales. Informe de Investigación 2009-2010. Disponible
en http://www.ppn.gov.ar/?q=node/1636
 - (2013). Informe Anual 2012. La Situación de los Derechos Humanos en las cárceles
federales de la Argentina. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-anuales
 - (2014a). Informe Anual 2013. La Situación de los Derechos Humanos en las cárceles
federales de la Argentina. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-anuales
 - (2014b). Cuadernos de la Procuración Penitenciaria de la Nación Nº 6. Confinamiento
Penitenciario. Un estudio sobre el confinamiento como castigo. Disponible en http://
www.ppn.gov.ar/?q=node/2229
 - (2015). Informe Anual 2014. La Situación de los Derechos Humanos en las cárceles
federales de la Argentina. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-anuales
 - (2016). Informe Anual 2015. La Situación de los Derechos Humanos en las cárceles
federales de la Argentina. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?q=informes-anuales
 Rivera Beiras, I. (1997). “Secuestros institucionales y sistemas punitivo/premiales”. En J.
Dobon, y I. Rivera Beiras. (Coord.), Secuestros Institucionales y Derechos Humanos: La
cárcel y el manicomio como laberintos de obediencia fingidas (pp. 13-43). Barcelona:
Editorial María Jesús Bosch S.L.
 Shalev, S. (2014). Libro de Referencia sobre Aislamiento Solitario. Centre for Criminolo-
gy, University of Oxford. Disponible en http://www.solitaryconfinement.org

Recomendaciones
 PPN. (2008) Recomendación 690/PPN/08. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?
q=reco690
 - (2009) Recomendación 701/PPN/09. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?
q=reco701
 - (2010) Recomendación 728/PPN/10. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?
q=reco728
 - (2011) Recomendación 735/PPN/11. Disponible en http://www.ppn.gov.ar/?
q=node/1318
97

La Protesta suplemento 330

30 junio 1930
Resultados de investigación
El gobierno neoliberal de la marginalidad urbana.
Los resultados de las políticas de seguridad del Ministerio de
Seguridad de la Nación (2010-2016) con relación a las fuerzas
de seguridad federales.
Florencia Tellería – Licenciada y Profesora de Sociología, UBA. Magíster en Criminología y Sociología Jurídica,
Universidad Nacional de Mar del Plata - Universidad de Barcelona. – flortelleria@gmail.com

Resumen 98
La creación del Ministerio de Seguridad de la Nación (MSN) en 2010 se fun-
dó en un discurso basado en elaboraciones que pueden rastrearse en el Pro-
grama de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión Inter-
americana por los Derechos Humanos (CIDH) en el cual se asocia la seguri-
dad al ejercicio de la democracia y de los derechos humanos. Por el contrario,
en este trabajo se interpreta la valorización e inversión estatal en seguridad en
la última década en Argentina como parte de un proyecto político neoliberal
cuya finalidad es la gestión y el gobierno de marginalidad urbana avanzada
(Harvey, 2015; Calveiro, 2012; Wacquant, 2006, 2009). En este artículo se
presentan los resultados de las políticas del MSN, desde su creación en el año
2010 hasta 2016, poniendo en tensión la producción discursiva en torno a la
seguridad con la evolución de las fuerzas de seguridad (FFSS) federales a ni-
vel nacional y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Para ello, se descri-
ben brevemente las características del Paradigma de la Seguridad Democráti-
ca; la evolución cuantitativa de las FFSS a nivel nacional y local; y se analizan
cualitativamente las prácticas desplegadas en el territorio en base a entrevistas
realizadas en el marco del Registro de Casos de Tortura y/o Malos Tratos por parte
de las policías y fuerzas de seguridad en territorio a personas detenidas y a autorida-
des del Servicio Penitenciario Federal.
Palabras clave: Ministerio de seguridad, Sistema penal, seguridad, policía,
neoliberalismo.
Abstract
The creation of the Ministry of Security of the Nation (MSN) in 2010 was based on a discourse ba-
sed on elaborations that can be traced in the United Nations Development Program (UNDP) and
the Inter-American Commission for Human Rights (IACHR) in the which "security" is associated
with the exercise of democracy and human rights. On the contrary, this paper interprets the valua-
tion and state investment in "security" in the last decade in Argentina as part of a neoliberal political
project whose purpose is the man agement and governance of urban marginality (Harvey, 2015; Cal-
veiro, 2012; Wacquant, 2006, 2009). This article presents the results of the MSN policies, from its
creation in 2010 until 2016, putting the discursive production on security with the evolution of the
federal security forces (FFSS) at the national level and of the Autonomous City of Buenos Aires. To
this end, the characteristics of the Democratic Security Paradigm are briefly described; the quantitati-
ve evolution of FFSS at the national and local levels; and qualitatively analyzed the practices deplo-
yed in the territory based on interviews conducted within the framework of the Register of Cases of
Torture and / or bad-treatment by the police and security forces in the territory of detainees and
authorities of the Federal Penitentiary Service.
Key words: Urban militarization, Ministry of security, penal system, security, police, neoliberalism.
99 Introducción: el gobierno neoliberal
de la marginalidad urbana
En este artículo1 presentamos los resultados de las políticas del Ministerio de Seguri-
dad de la Nación Argentina (MSN) desde su creación en el año 2010 hasta el año
2016 enmarcándolas en el contexto más amplio de la gestión neoliberal de la margi-
nalidad urbana, tensionando la producción discursiva en torno a la seguridad en rela-
ción con la evolución de las fuerzas de seguridad federales para todo el país y, en
particular, para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Para ello, se describen las
características del Paradigma de la Seguridad Democrática; la evolución cuantitativa de las
FFSS a nivel nacional y local; y se analizan cualitativamente las prácticas desplegadas
en el territorio en base a entrevistas realizadas en el marco del Registro de Casos de Tor-
tura y/o Malos Tratos por parte de las policías y fuerzas de seguridad en territorio 2 a personas
detenidas y a autoridades del Servicio Penitenciario Federal.
Las características que adquiere el sistema penal en la actualidad deben ser interpre-
tadas en el marco de la relación entre las transformaciones del modo de producción
capitalista y las necesidades para el sostenimiento y la fabricación del orden social
dominante (Pavarini, 1980; Neocleous, 2010). Bajo esta premisa, la incorporación de
la noción de seguridad (humana, ciudadana, democrática, comunitaria) y su creciente
valorización por parte de los Estados es interpretada como el resultado de un proce-
so histórico que tiene su origen en la última reestructuración del sistema capitalista
(Harvey 2015; Wacquant 2009; Bauman, 2001, 2005; De Giorgi, 2006).
A fines de la década de 1960 una grave crisis de acumulación de capital condujo a
una reconfiguración del modo de producción3 (Harvey, 2015; Calveiro, 2012; De
Giorgi, 2006). Este proceso económico fue acompañado en el plano político por un
giro hacia el neoliberalismo tanto en las prácticas como en el pensamiento político-
económico, considerando que -siguiendo a David Harveys el neoliberalismo puede
entenderse como un proyecto político para restablecer las condiciones de acumula-
ción de capital y restaurar el poder de las élites económicas (2015: 24). Así, mientras
el liberalismo de corte keynesiano con sus diferentes matices locales comenzaba a
desmoronarse tanto a escala internacional como dentro de las economías domésti-
cas, el neoliberalismo -que presentó un desarrollo geográfico desigual4- se extendió
1 Este artículo es una actualización de un capítulo de la Tesis de Maestría titulada “La gestión policial
de la inseguridad social. La “política criminal” del Ministerio de Seguridad de la Nación para la Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires en el periodo 2010- 2016”.
2 El Registro forma parte del Registro Nacional de Casos de Tortura y/o Malos Tratos realizado por

el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (IIGG, Facultad de Ciencias Socia-
les, UBA), la Procuración Penitenciaria de la Nación y la Comisión Provincial por la Memoria entre
2013 y 2016 a personas detenidas por alguna fuerza de policial y/o de seguridad en la CABA. Este
relevamiento fue realizado en los sectores de alojamiento de ingreso penitenciario-judicial y peniten-
ciario-carcelario y en comisarías de la Policía Federal Argentina (PFA) de la Ciudad de Buenos Aires.
3 Muy sucintamente, las transformaciones implicaron la valorización del capital financiero y del traba-

jo inmaterial por sobre el capital productivo y el trabajo industrial. Esto, sumado a la introducción de
nuevas tecnologías -principalmente informáticas- produjo una disminución progresiva de la cantidad
de trabajo vivo necesario para la valorización del capital (De Giorgi 2006: 91), modificando radical-
mente las relaciones de producción.
4 Dependiendo de las características de cada Estado y su formación social, las formas políticas, las

tradiciones históricas y los pactos institucionales preexistentes en cada país.


por todo el planeta. 100
Harvey define a este proceso de neoliberación como un “proceso de destrucción creati-
va” orientado a “atraer toda acción humana al dominio del mercado” (2015: 7) el
cual será el regulador excluyente de las relaciones económicas, laborales y sociales
(Daroqui 2009: 16). Estas transformaciones combinadas produjeron un proceso de
desproletarización creciente de grandes segmentos de la clase trabajadora
(Wacquant, 2006) y el resquebrajamiento del sistema de protecciones. Se viró así
hacia un modelo de la inseguridad social5 (Castel, 2008) al tiempo que produjo una
“canonización del derecho a la seguridad” (Daroqui 2009: 16), entendida en térmi-
nos de seguridad civil, es decir, aquella que refiere a la seguridad de los bienes y perso-
nas (Castel, 2008).
En este marco, el concepto seguridad fue ganando relevancia y una enorme gama de
problemas de índole social, política o económica comenzaron a caracterizarse, anali-
zarse e incluso a reducirse a cuestiones de seguridad (Calveiro 2012: 171), amplián-
dose hasta incluir en él prácticamente la totalidad de las acciones del Estado. En este
marco, los Estados realizaron una transición de la gestión social de la desigualdad hacia el
tratamiento penal de los desórdenes producidos por la fragmentación del trabajo asalaria-
do, redireccionando los recursos administrativos y fiscales hacia la justicia penal
(Simon, 2007; Wacquant, 2009).
En Argentina, el inicio del proceso de neoliberalización puede situarse al menos ha-
ce cuatro décadas6 (Harvey, 2012; Auyero, 2016). Sin embargo, fue a partir de me-
diados de la década de 1990 que comenzaron a hacerse evidentes las transformacio-
nes que produjo: desregulación financiera, privatización, flexibilización laboral y li-
beralización del comercio (Auyero, 2016); las cuales trajeron como consecuencia
despidos masivos y la expansión de la precarización del trabajo, que se combinaron
con un deterioro del ámbito público, en lo relacionado a la posibilidad de acceso y la
calidad de la educación, vivienda y salud (Daroqui 2009: 15) y de los soportes socia-
les relacionales que aseguraban una “protección próxima”, tales como la familia y la
cultura obrera (Castel, 1991)7.
En este contexto, a partir de mediados de la década de 1990, pero tomando mayor
impulso en la del 2000, mientras continuaban desmontándose los mecanismos de
protección colectiva, comenzaron a presentarse una serie de proyectos de políticas
públicas y cambios legislativos orientados a profundizar la gestión de la marginali-
dad social a través del sistema penal, entre los cuales se cuentan:
“reformas legislativas que extienden las facultades policiales y fijan a las personas capturadas
5 Siguiendo a Robert Castel, la inseguridad social es producto del resquebrajamiento de las proteccio-
nes sociales, aquellas que “„cubren‟ contra los principales riesgos capaces de entrañar una degradación
de la situación de los individuos, como la enfermedad, el accidente, la vejez empobrecida” (2008: 11).
6Puede situarse como el inicio del proceso de neoliberalización el año 1974 durante el gobierno de
María Estela Martínez de Perón (Villarreal, 1985; Bailone, 2016).
7 El proceso transformador fue de tal magnitud que “abarcó cambios en el proceso productivo, en las
formas hegemónicas de socialización, en la modalidad predominante en la que se gestionaban y com-
partían los riesgos sociales, en las relaciones laborales, en la representación y mediación política, en la
organización de la vida familiar, en la agregación de demandas colectivas y en las formas de participa-
ción y lucha política, entre otros” (Ayos y Dallorso 2011: 2).
101 al encierro punitivo (ampliación de las competencias de las fuerzas de seguridad y de los már-
genes de la detención preventiva, aumento de los montos de las condenas y restricción de sali-
das o excarcelaciones); la ampliación de las mallas de captura policial (especialmente, diversi-
dad de fuerzas de seguridad en el territorio, cantidad de efectivos, recursos y facultades); y la
inflación del eslabón carcelario (alojamiento en comisarías, containers y otros espacios de alo-
jamiento irregulares e ilegales, construcción y reforma de cárceles e incremento exponencial de
la población penal)” (Andersen, 2014, p.92).

La introducción de la seguridad democrática


“Derechos humanos y seguridad son los términos de la
misma ecuación que nos permite vivir en democracia”.
Cristina Fernández de Kirchner (Díaz, 2012: 86)
La noción de seguridad como concepto político adquirió relevancia en el siglo
XVIII en el proceso de consolidación del liberalismo. Vinculado al concepto de li-
bertad -en tanto libertad de la propiedad privada- se convirtió en el “concepto su-
premo de la sociedad burguesa”, en la garantía ideológica del egoísmo de la
„búsqueda independiente e individualista de la propiedad‟” (Neocleous, 2010: 91).
En América Latina, desde inicios de siglo XX la seguridad estuvo definida en térmi-
nos de seguridad de los Estados (Fiuza, 2016). Luego de los gobiernos dictatoriales,
desde una crítica al aparato represivo desarrollado durante la implementación de la
Doctrina de la Seguridad Nacional8, comenzó a evaluarse el concepto de seguridad y,
con éste, el papel de las policías. Se planteó la seguridad en términos de seguridad ciu-
dadana, un discurso orientado a producir una discontinuidad respecto de la experien-
cia anterior. A partir de entonces, el objetivo de la seguridad no debía ser restituir el
orden normativo alterado, sino “oponerse a la inseguridad” de los ciudadanos. Se
produjo así, dentro de una retórica de reforma democrática, un desplazamiento del
objetivo de la “seguridad” que viró el foco desde el Estado hacia las personas: ya no
se trataba de garantizar el orden sino el reaseguro de los derechos humanos y de la
ciudadanía (Ríos, 2014; Sozzo, 2014). Los primeros abordajes teóricos sobre esta
temática constituyeron intentos de pensar en fuerzas de seguridad capaces de garan-
tizar el orden público, pero circunscritas a los principios de la democracia y el esta-
do de derecho (Ríos, 2014). Como resultado, comenzó a plantearse como impres-
cindible la reforma de las instituciones policiales que debían ahora estar vinculadas a
la defensa de los derechos y las libertades: desmilitarización, profesionalización y
acercamiento a la sociedad serían los elementos que permitirían distinguirlas de las
8 La Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) fue elaborada el Departamento de Estado de los Esta-
dos Unidos durante la guerra fría. A partir de la misma, se instruyó a las fuerzas armadas de las na-
ciones latinoamericanas en la Escuela de las Américas para contrarrestar la influencia creciente de
organizaciones políticas marxistas o de izquierda. Se creó la figura del enemigo interno, como factor
de conflicto y desestabilización, al cual había que exterminar para alcanzar el orden y el progreso
económico, reconfigurando la función de las Fuerzas Armadas, que ya no quedaban restringidas a
sofocar intentos desestabilizadores provenientes del exterior, sino que debían adoptar nuevas técni-
cas y tecnologías para identificar a un enemigo perfectamente integrado a la sociedad civil. La DSN
“medía la totalidad de los fenómenos de la sociedad en referencia a una „valencia‟ ideológica, que los
hacía funcionales o no para la preservación de la llamada seguridad nacional de los países de Occi-
dente” (Calveiro 2012: 171).
...desde una crítica al aparato represivo desarrollado durante
la implementación de la Doctrina de la Seguridad Nacional,
comenzó a evaluarse el concepto de seguridad y, con éste, el
papel de las policías. Se planteó la seguridad en términos de
seguridad ciudadana, un discurso orientado a producir una
discontinuidad respecto de la experiencia anterior. (…) el
objetivo de la seguridad no debía ser restituir el orden nor-
mativo alterado, sino “oponerse a la inseguridad” de los ciu-
dadanos. Se produjo así, dentro de una retórica de reforma
democrática, un desplazamiento del objetivo de la
“seguridad” que viró el foco desde el Estado hacia las perso-
nas...

fuerzas armadas (Ríos, 2014). 102


En este marco se produjo la creación del Ministerio de Seguridad de la Nación
(MSN) el 10 de diciembre de 20109, día internacional de los derechos humanos. Su
creación vino aparejada de una vasta producción discursiva en torno a la temática
seguridad, la cual se enmarcaba en un “nuevo paradigma” denominado de “Seguridad
Democrática”. El mismo estaba basado en elaboraciones que pueden rastrearse en
el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión Inter-
americana por los Derechos Humanos (CIDH) en el cual se asocia la seguridad al
ejercicio de la democracia y de los derechos humanos10.
Las características de este discurso presentan numerosas correspondencias con
aquellas propuestas impulsadas por el movimiento denominado de la “Nueva Pre-
vención” (Baratta, 1997)11 en el cual se introduce la noción de seguridad ciudadana, y
se atribuye por primera vez a la política criminal una dimensión local, participativa,
multidisciplinaria y pluriagencial, que valoriza la función de la prevención del delito,
por sobre la reacción penal frente al mismo.
9 Inmediatamente después de una serie de hechos de violencia policial que tomaron cariz público:
entre el 7 y el 10 de diciembre de 2010, la Policía Federal Argentina y la Policía Metropolitana reali-
zaron un operativo de desalojo ordenado por la justicia contravencional de la Ciudad de Buenos
Aires y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el Parque Indoamericano, ubicado en el barrio
de Soldati, que había sido ocupado por varias familias de migrantes a inicios de ese año, en reclamo
de viviendas. La represión produjo el asesinato de tres personas y decenas de heridos.
10 Para la elaboración del “Paradigma de Seguridad Democrática”, contaron con la asistencia del

Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y se reconocen como antecedentes: El


Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos (2009) de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) y el Acuerdo de Seguridad Democrática (INEES 2012: 8), que surgió
como una iniciativa del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) hacia fines del año 2009. El
mismo consta de diez propuestas orientadas sobre tres ejes: fuerzas de seguridad, poder judicial y
política penitenciaria (Tiscornia, 2013: 17).
11 El movimiento denominado de la “Nueva Prevención” se organizó como un discurso científico

internacional produciendo la valorización de la función de la prevención del delito. Este modelo de


intervención, inscripto en las elaboraciones teóricas realizadas a partir de la década de 1990, reco-
mienda en términos de política criminal, la puesta en práctica de políticas de control social que se
distancian de la imposición de penas, en tanto castigos legales, para la prevención del delito (Baratta,
1997).
103 Los principales ejes del Modelo de la Seguridad Democrática -vigente durante el periodo
2010-2015- reunían todas estas experiencias: gobierno político de la seguridad (INEES
2013: 38); profesionalización del personal de las fuerzas de seguridad (INEES, 2013: 35); pro-
moción de la participación comunitaria y la prevención social (INEES, 2013: 56); abordaje mul-
tiagencial de la problemática “seguridad” (INEES, 2011: 39), entre otros.
Importa resaltar que a partir del cambio de gestión -a fines del año 2015- se abando-
naron las referencias al “Paradigma de la Seguridad Democrática”, e incluso a la no-
ción de seguridad ciudadana. En este sentido, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, afir-
maba en 2016:
“La seguridad ciudadana no se encuentra dentro de las competencias comunes que se susciten
asignadas al Ministerio de Seguridad de la Nación, toda vez que la investigación de los deli-
tos en el ámbito de las jurisdicciones provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
resultan ser competencia de los ministerios de seguridad locales” (CELS, 2017: 84).

Se direccionó el discurso a nociones más congruentes con la retórica de las “nuevas


amenazas”12, virando el objeto de las políticas hacia el “crimen organizado” y “las
redes de narcotráfico” e introduciendo incluso la noción de “terrorismo”13.

Si bien este cambio retórico a partir de 2015 estuvo acompañado de la reformula-


ción y desaparición de muchos de los planes de “seguridad”, también se mantuvie-
ron varios elementos de la gestión anterior, tales como la utilización de las fuerzas
de seguridad federales en territorios urbanos cumpliendo funciones de seguridad
interior, el incremento de los agentes de las fuerzas de seguridad y la utilización de
las Fuerzas Armadas en las fronteras norte del país, entre otros.

Por otra parte, importa remarcar que el proceso iniciado con la creación del ministe-
rio no resultó en la constitución de un modelo único, coherente y homogéneo de
discursos y políticas de seguridad -incluso durante el periodo 2010-2015- poniendo
de manifiesto la persistencia de discursos y prácticas propias del modelo de tolerancia
cero. Así, fue posible rastrear apelaciones a conceptos tales como
“pacificación” (MSN, 2015) y “recuperación del espacio público”, elementos de una
discursividad que se fue construyendo durante la década de 1990 en torno al par
“seguridad-inseguridad”, y que realiza una vinculación causal entre pobreza-
juventud-desocupación-delito-violencia-inseguridad (Wacquant, 2000; Pegoraro,
2003; Dallorso, 2012).

12 La doctrina de las nuevas amenazas comenzó a impulsarse por Estados Unidos desde fines de la
década de 1990 e implica el empleo de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior: “se ha
denominado „nuevas amenazas‟ al conjunto de riesgos y situaciones conflictivas no tradicionales, esto
es, no generadas por los conflictos interestatales (…) a través del empleo de las Fuerzas Armadas de
los países contendientes. (…) el narcotráfico, el fenómeno guerrillero, el terrorismo, los conflictos
étnicos, raciales, nacionalistas y religiosos, etcétera, es decir, amenazas de carácter internas” (Saín,
2002: 263).
13 Se menciona la existencia de terrorismo en el informe sobre la R.A.M. (Resistencia Ancestral Mapu-

che) luego de los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel por parte de GNA y PNA, res-
pectivamente, en el año 2017. Ver R.A.M. Informe conjunto realizado entre el Ministerio de Seguri-
dad de la Nación y los Gobiernos de las Provincias de Río Negro, Neuquén y Chubut
Los resultados de las políticas del MSN 2010- 2016. 104
La evolución de las fuerzas de seguridad federales en Argentina
(2010-2016)
Durante el periodo 2010-2016 el MSN creó o participó de 13 planes y programas de
seguridad para todo el país14, de los cuales 11 estuvieron focalizados o fueron imple-
mentados en la CABA. Paralelamente, se produjo un sostenido aumento presupues-
tario y de la cantidad de agentes de todas las fuerzas de seguridad.
Con relación a las fuerzas de seguridad, en seis años la cantidad de agentes de todas
ellas se acrecentó en un 26.63%. Este dato adquiere relevancia si se toma en cuenta
que, para el mismo periodo, el porcentaje de incremento poblacional fue del 6,89%,
pasando de 40.788.000 habitantes en 2010 a 43.600.000 en 2016, según datos esti-
mados del INDEC.15

Tabla 1: Evolución de la cantidad de agentes de las fuerzas policiales y de seguridad


federales en Argentina (2010-2016)

Incremento
2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
porcentual
PFA 41.626 41.626 43.626 44.372 46.372 47.575 48.575 16.69%
GNA 28.393 30.383 32.383 34.383 36.383 38.555 38.555 35.79%
PNA 17.893 18.893 19.693 20.693 21.693 22.279 23.179 29.54%
PSA 3.110 3.579 3.755 3.914 4.314 4.554 4.954 59.29%

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio de Hacienda de la Nación, 2018 16.

Los aumentos más significativos se produjeron en la Gendarmería Nacional Argen-


tina, la cual incrementó la cantidad de agentes un 35.79% (un total de 10.162) y en
Prefectura Naval Argentina, con un 29.54% (5.286 efectivos). Por su parte, la Poli-
cía Federal Argentina incrementó su personal en un 16.69% (6.949 agentes) y, por
último, la Policía de Seguridad Aeroportuaria muestra un significativo incremento,
del 59.29%, pero debe tenerse en cuenta que se trata de una fuerza policial creada
en el año 2006 cuya cantidad total de agentes es la menor de todas las fuerzas men-
cionadas (aumentando en 1.844 efectivos en total).

14 Los planes y programas fueron los siguientes: Plan Nacional de Participación Comunitaria (abril
2011- alcance nacional), Plan Buenos Aires Ciudad Segura - BACS (junio 2011 - local), Operativo
Unidad Cinturón Sur (junio 2011 - local), Tren Alerta (septiembre 2011 - AMBA), Plan de Seguridad
Urbana (octubre 2011 - local), Control Accesos CABA (noviembre 2011 - local), Operativo Vigía
(diciembre 2011 - nacional), Plan de Abordaje Integral “Plan Ahí” (junio 2012 - nacional), Programa
Federal de colaboración y asistencia para la seguridad (agosto 2013 - nacional), Programa Barrios Se-
guros (abril 2016 - nacional), Plan “Operativos de Control Poblacional Conjunto” (mayo 2016 - AM-
BA). Por otra parte, únicamente dos planes del MSN fueron implementados en jurisdicciones fuera de
la Ciudad: el Operativo Escudo Norte (actualmente denominado “Operativo Fronteras”) en las regio-
nes NOA y NEA del país, y el Operativo Centinela en el territorio de la Provincia de Buenos Aires.
15 INDEC (2018). Recuperado de: https://www.indec.gob.ar/nivel4_default.asp?
id_tema_1=2&id_tema_2=24&id_tema_3=84
16 https://www.minhacienda.gob.ar/onp/presupuestos/presupuestos
105
La introducción de las fuerzas federales en tareas de seguridad interior
Si bien tanto Gendarmería como Prefectura17 comenzaron a realizar tareas de segu-
ridad interior antes de la creación del MSN18, su introducción en 2011 presentó ca-
racterísticas novedosas al otorgarles la función de prevenir el delito y al modificar
para ello su jurisdicción y competencias a un segmento considerable de las fuerzas.

Gráfico N°1: Evolución de la cantidad de agentes de las fuerzas de seguri-


dad federales en Argentina (2010-2016)

Fuente: Elaboración propia en base a la Oficina Nacional de Presupuesto


del Ministerio de Hacienda de la Nación, 2018.

Por otra parte, su incorporación regular en tareas de seguridad interior resulta in-
congruente con la aspiración declarada de protección de derechos humanos ya que,
aunque actualmente se encuentren bajo la órbita civil, por su estructura, entrena-
miento y doctrina militar, el enfoque de estas fuerzas sobre la seguridad pública
acentúa la tendencia represiva con la que sistémicamente operan las fuerzas policia-
les (Salles Kobilanski, 2012: 14).

17 Respecto a Gendarmería Nacional ver Informe Anual RNCT 2015, pp.891-907 y el texto de Carlos
Motto en este Cuaderno. Con relación a Prefectura Naval Argentina, ver Informe Anual RNCT 2017,
pp.377-385.
18 La GNA, en 2002 en la provincia de Buenos Aires con la creación del Ministerio de Justicia, Seguri-

dad y Derechos Humanos, destacándose en el “Operativo Cono”, el Operativo GNA en La Cava de


San Isidro, el barrio Ejército de los Andes -conocido como “Fuerte Apache”- de Ciudadela y el barrio
Carlos Gardel de Morón en el año 2003, a cargo de la “Agrupación Especial Metropolitana”, y el
“Operativo Saturación San Isidro” en el año 2004, a raíz de los cuales cientos de efectivos de la Gen-
darmería Nacional ocuparon determinados barrios de la zona norte de la provincia de Buenos Aires y
el área de acceso a la Ciudad de Buenos Aires. Por su parte, la PNA fue la encargada de custodiar
edificios de la Ciudad después de los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA, y fue aposta-
da en el barrio Puerto Madero en el año 2000. En este mismo año participó en Mar del Plata de un
operativo denominado de Seguridad Ciudadana. Fuentes: Informe Anual RNCT 2015, pág. 896 y
Prefectura afianzó sus funciones y las amplió con la participación en la seguridad pública (22 de junio
de 2011), La Capital.
Gráfico N°2 : Participación de agentes de GNA y PFA en "operaciones
complementarias de seguridad interior*"
106

Fuente: Elaboración propia en base a la Oficina Nacional de Presupuesto


del Ministerio de Hacienda de la Nación, 2016.
*En los informes del Ministerio de Hacienda se denominan “operaciones
complementarias” en seguridad ciudadana a las intervenciones de las FFSS
en planes del MSN.
La cantidad de agentes destinados a tareas de seguridad interior a nivel nacional
también muestra un incremento sostenido durante todo el periodo 2010-2016, al-
canzando 15.175 funcionarios entre ambas fuerzas.

La saturación policial territorial y la vigilancia diferencial de la


Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Hacia 2016, específicamente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se desplega-
ban las cuatro fuerzas federales cumpliendo funciones policiales en el territorio
(PFA, GNA, PNA y PSA) y dos cuerpos de seguridad creados por la gestión del
MSN: el Cuerpo de Agentes Preventores Ferroviarios (CPF) y el Cuerpo de Policía
de Prevención Barrial (CPPB).
En total, se desplegaban 25.884 agentes de todas las fuerzas19. Si se toma en cuenta
que la cantidad estimada de habitantes en la Ciudad de Buenos Aires era de
3.059.122 en 201620, existía un agente federal cada 118 habitantes. Y si a este dato le
adicionamos los 6 mil efectivos con los que contaba la Policía Metropolitana al fina-
lizar el periodo estudiado, el número de efectivos de seguridad desplegados en la
Ciudad de Buenos Aires en el año 2016 ascendía a 31.884, es decir, que se contaba
con un efectivo policial o de seguridad cada 96 habitantes. Así, hacia fines del año
2016 para la Ciudad de Buenos Aires la tasa de agentes de seguridad cada cien mil
habitantes alcanzo la cifra de 1.042, siendo aún más elevada que la tasa nacional (de

19 Este dato fue construido mediante la utilización de diversas fuentes oficiales.


20 Fuente:
INDEC (2018). Recuperado de: https://www.indec.gob.ar/nivel4_default.asp?
id_tema_1=2&id_tema _2=24&id_tema_3=85
107 803,3) y cuadruplicando el promedio registrado por Naciones Unidas, que se ubica
entre 250 y 300 efectivos21.
Este despliegue de fuerzas y planes de seguridad se produjo de manera focalizada
sobre territorios clave22, tales como los límites con la provincia de Buenos Aires, las
estaciones de ferrocarriles y barrios donde habitan los sectores más marginalizados y
empobrecidos23, que los documentos oficiales del Ministerio de Seguridad consig-
nan como “zonas calientes” (MSN, 2011a), “puntos de alta conflictividad”, “puntos
críticos (MSN, 2013a) a “recuperar”, territorios de la ciudad en los que se concen-
tran los segmentos de la marginalidad urbana avanzada24

Las prácticas policiales habilitadas por las políticas


de “seguridad”
Más que prevenir el delito, la saturación policial territorial amplía la capacidad de
captura del sistema penal, extendiendo las violaciones a los derechos humanos. Co-
mo parte del Registro Nacional de Casos de Tortura Policiales25, durante el periodo 2012-
2016 se registraron “prácticas habituales y rutinarias de baja intensidad puniti-
va” (Daroqui, 2012: 110) por parte de las fuerzas policiales y de seguridad hacia los
sujetos y poblaciones más marginalizadas de la estructura social de la Ciudad de
Buenos Aires.
Respecto a las detenciones policiales, no se cuenta con información pública produ-
cida por las policías o el MSN en relación con la cantidad de aprehensiones, el tiem-

21 En el año 2016 se inició el traspaso progresivo de agentes de la PFA a la Ciudad de Buenos Aires,
los cuales junto a la totalidad de la Policía Metropolitana constituyen actualmente la Policía de la Ciu-
dad. Esta fuerza inició sus funciones el 1 de enero de 2017 y cuenta con aproximadamente 25 mil
efectivos. Como resultado, la participación de agentes federales en materia de seguridad interior en la
CABA se redujo considerablemente. Por una parte, debido al retiro de la Policía Federal de lugares no
federales de la Ciudad; por el otro, con la finalización del Operativo Cinturón Sur, mediante el Decre-
to 66/17. Lo que pudo observarse fue su paulatino retiro a los barrios más marginalizados de la ciu-
dad, particularmente a villas de emergencia, que exceden los barrios abarcados originalmente por el
Operativo Cinturón Sur.
22 Para un detalle de las zonas comprendidas, ver: Conti, S.; Fuentes K.; Tellería, F. (2015) "La reconfi-

guración de las fuerzas de seguridad en espacios de vulnerabilidad socioterritorial de la Ciudad de


Buenos Aires", ponencia presentada en las XI Jornadas de Sociología, Facultad de Cs. Sociales, UBA.
23 El “Operativo Unidad Cinturón Sur” fue un claro ejemplo de esto, ya que fue implementado en la

Comuna 8 en su totalidad y parte de las Comunas 4, 5, 7 y 9, zonas donde se encuentra la mayor can-
tidad de villas de emergencia y asentamientos de la Ciudad y que cuentan con los indicadores socio-
económicos más bajos. Según el Boletín Estadístico elaborado por el gobierno de la Ciudad de Bue-
nos Aires, en 2016 el hacimiento total registraba un promedio de 10 para toda la Ciudad, mientras en
las Comunas 4 y 8 era de 20,1% y 21% respectivamente. Además, el porcentaje de hogares con ingre-
sos menores a la canasta total promedio para la Ciudad en 2015 era de 19,1%, mientras que en la Co-
muna 4 ascendía al 35%, y en la 8 al 43,2% siendo los dos valores más altos para la Ciudad. También
las tasas de desocupación y analfabetismo de estas comunas son las mayores de la Ciudad. Con rela-
ción al desempleo, de acuerdo con el Censo 2010, mientras la tasa promedio era del 4.34%, ascendía
al 5.45% para la Comuna 4 y un 6.55% en la 8. Por último, en el caso del analfabetismo, la tasa pro-
medio es de 0.48%, y se presentaba un 0.8% en la Comuna 4 y un 1.1% en la 8.
24 Wacquant utiliza el concepto marginalidad urbana avanzada para diferenciarla de la pobreza clásica.

Según el autor, la marginalidad urbana avanzada fue impulsada por la fragmentación del trabajo asala-
riado, el retroceso del estado social, y la propagación de la estigmatización territorial.
25 Ver nota al pie 2.
po de permanencia en comisarías y su devenir (es decir, si se les imputa un delito o 108
no, si se les otorga la libertad desde la dependencia policial o se los deriva al Servicio
Penitenciario Federal). Se hace evidente la existencia de un subregistro de aquellas
personas capturadas por las policías por delitos menores -contra la propiedad o por
tenencia de drogas- que son puestas en libertad desde los centros de detención no
penitenciarios. En este marco, son especialmente relevantes las detenciones en co-
misaría realizadas por establecimiento de identidad, las cuales no quedan consignadas en
ningún registro de acceso público. El establecimiento de identidad es una figura que per-
mite y habilita las rutinas de administración policial sobre los sujetos26. En la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, entre 2012 y 2014, se registraron 7.458 detenciones por
establecimiento de identidad, de las cuales sólo un 2% de derivó en una causa penal,
un total de 149 casos27, es decir, que un 98% de las personas detenidas fueron libe-
radas sin que se les iniciara una causa, sin que se identificara algún delito o un pedi-
do de captura luego de la detención (CELS, 2016: 16), pudiendo permanecer legal-
mente en las comisarías por hasta diez horas.
En relación con el accionar de los agentes de las fuerzas con función policial en el
espacio urbano, las personas entrevistadas como parte del relevamiento del Registro
Nacional de Torturas (RNCT) calificaron de recurrentes las prácticas violatorias de
derechos humanos28. Según manifestaron, éstas incluyen: hostigamiento, diversos
tipos extorsión, daño de pertenencias y robos, amenazas, requisas corporales y agre-
siones físicas. Estas prácticas se registraron especialmente en los barrios donde se
produjo la saturación policial y en espacios públicos de mucha circulación: calles,
plazas, estaciones de trenes y subterráneos, etc. y se presentaron como direcciona-
das particularmente a jóvenes y a personas en situaciones de extrema vulnerabilidad,
especialmente a quienes se encuentran “en situación de calle”, pero también a traba-
jadores ambulantes, cuidacoches, trabajadoras sexuales y migrantes, reafirmando lo
que expresara Didier Fassin:
“la acción de las fuerzas del orden siempre se focalizó en grupos cuya vulnerabilidad económi-
ca y social era convertida fácilmente en peligrosidad delictiva y criminal” (2016: 260).
En el caso de las personas en “situación de calle”29, las prácticas violentas profundi-
zan las ya degradadas y precarias condiciones de vida de estos sujetos, e incluyen
detenciones arbitrarias -que pueden o no derivar en la detención en comisaría- ame-
nazas, violencia física y verbal y la destrucción de las pertenencias y de los espacios
precarios donde habitan. Estas prácticas responden a una lógica de “limpieza del
espacio público” que se aplica de manera generalizada, pero se agrava con relación a
26 Hasta el año 2016, la Ley 23.950/91 (llamada Ley Lázara de detención por averiguación de identi-
dad) otorgaba a la Policía Federal Argentina la facultad de detener por “establecimiento de identidad”
y permitía, luego de la aprehensión, “demorar” a las personas por un período de hasta diez horas des-
de el momento en que se hacía figurar el ingreso formal del detenido en los libros de la dependencia.
A partir de la creación de la Policía de la Ciudad, en el año 2017 mediante la Ley 5.688/16 de la CA-
BA, esta facultad se redujo formalmente a cuatro horas.
27 Como fuente de este dato se cita a la Policía Federal, sin dar mayores precisiones (CELS, 2016).
28 Ver Las detenciones arbitrarias policiales en el marco del gobierno de la marginalidad urbana en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en PPN (2017) La situación de los derechos humanos en las cár-
celes federales de la Argentina, Informe Anual, ps.218-226.
29 Al respecto, véase el texto de Ornela Calcagno en este Cuaderno.
109 este colectivo:
“Yo estoy siempre en la Plaza Once. Estoy solo… Siempre me paran me piden el docu-
mento y si no tengo, me mandan a establecer identidad. Y si tengo documento, me dejan ir.
Yo trato de no parar en ningún lado. Cuando estamos en la plaza, a veces pasan y dicen
que no nos quieren ver. Hay veces que entienden que estamos ahí y a veces no, y nos va-
mos. Sabemos que vamos a perder” (PFA - 2016. Balvanera).
“La policía está re tumbeando en la calle. Te tomás una birra en la plaza y te paran, te
dan con el celularcito de la picana. A los pibes de la calle nos re molestan los de la Fede-
ral, pasaste 20 mil veces, sabés que vivo acá. Vienen, me patean la comida. Levantan a
los pibes a las tres de la mañana” (PFA - 2016. San Telmo).
Durante la permanencia o circulación en el espacio público es donde se registra la
mayor cantidad de hechos:
“Cuando entrás y cuando salís [de la Villa 31] te revisan todo, ¡olvidate! con cacheo y te
revisan las bolsas, yo había ido a comprar, después te piden datos y te toman las huellas
para ver si tenés antecedentes, siempre es así, hay un montón de policías” (PFA - 2016.
Retiro, Villa 31).
“Me paran, me preguntan: „¿qué andas haciendo?‟. Me piden nombre y apellido y yo se
los doy normalmente. Me dicen: „quedate quieto, contra la pared ¿tenés domicilio?
¿DNI?‟. Me requisan sin ningún motivo” (PFA - 2016. Paternal, Villa La Carbo-
nilla).
“La Gendarmería está en el barrio, a veces te pegan, te piden datos, los papeles, te ca-
chean. Si tenés algo, sí te pegan y cuando tenés faso te lo hacen comer” (GNA - 2014.
Villa Soldati).
La sobrevulneración de estos sujetos se manifiesta también, y especialmente, en el
armado de causas o en la incorporación de la figura “resistencia a la autoridad”,
que difícilmente puede ser probada como falaz, lo cual se potencia por la falta de
acceso a la justicia que padecen estas personas, vulneradas por todas las agencias
penales.
“Ciudad Oculta está rodeado de federales. Sobre Piedrabuena, Eva Perón, Miralla, hay
un cordón de federales. Van y vienen. Andan de a cuatro. Hay muchos pibes a los que
maltratan, pibes que andan fumando pasta base. Los llevan presos por nada. En vez de
agarrar a los que tienen que agarrar, se la agarran con los pibes” (PFA - 2016. Ciu-
dad Oculta).
“No podés estar tranquilo en la calle. Yo trato de esquivarlos porque cuando pueden te
meten un fierro, algo, y estos acá [la justicia] les hacen caso” (PFA - 2016. Villa Lu-
gano).
“Estaba en un bar, entró la policía y allanó el lugar. Encontraron tres mochilas robadas.
Me pidieron documento, pero no tengo porque lo estoy tramitando, el DNI peruano a
ellos no les sirve. Entonces me pusieron la billetera en la mochila y dijeron que yo la ha-
bía robado” (PFA - 2015. Balvanera).
“Si hay muchos arrebatos y quilombo en la calle salen a apretar a todos los que andamos
por la calle, te echan, te amenazan con armarte causa y entonces te guardas dos días” (PFA 110
- 2015. Balvanera).
Como se desprende de los relatos, estas prácticas involucran, además, agresiones
físicas: golpes de puño, patadas, palazos e incluso, en los casos más extremos, dispa-
ros con armas de fuego. Esta situación se vuelve más peligrosa para las poblaciones
mencionadas ya que, como afirma Reiner, “la privacidad posee una dimensión de
clase. Cuanto más baja sea la posición social de una comunidad, tanto mayor será su
vida social en espacios públicos y tantas más posibilidades tendrán de llamar la aten-
ción de la policía por infracciones” (1992: 480).
“La Gendarmería cuando te ve en el barrio te agarran y te pegan, y te dejan todo sangrando
en el piso. Tengo terror a los policías. Me patearon todo y me dejaron ahí en el piso, pero no
me detuvieron” (GNA - 2014. Villa Zavaleta, Barracas).
Nota de campo: “Me querían llevar a un arroyo, son malos esos tipos, me llevaron a dar
vueltas por todos lados, me tenían sentado atrás entre dos policías y me decían „¿Qué? estás
llorando puto‟ y me decían que baje la cabeza y no mire, onda secuestro. Estaban buscando
un lugar descampado y terminamos en Barracas en la calle Monteagudo, me bajaron y entre
los tres me cagaron a palos, trompadas, piñas en el estómago, me hicieron ir corriendo. Ade-
más, me amenazaron, me dijeron que no me querían ver más por el barrio‟” (PNA - 2015.
Villa Zavaleta, Barracas).
“Te cagan a palos [la GNA], a veces agarran y tiran tiros adelante de los nenitos, no les
importa nada. Están todo el día en el barrio, no dejan que este nadie en la esquina, te ver-
duguean. Si ven que parás con los pibes en la esquina y te pegan directamente sin decir nada,
con palos, a las piñas” (GNA - 2015. Villa Zavaleta, Barracas).
Se verifica que estas políticas de multiplicación de efectivos policiales para disminuir
el delito “sólo pueden ponerse en práctica escarneciendo los derechos civiles ele-
mentales de los pobres, en primer lugar, el de circular libremente sin ser detenidos,
cacheados y humillados en público de manera arbitraria” (Wacquant, 2000: 15).
Lo expuesto permite dar cuenta que las detenciones policiales parecen estar más
vinculadas a una persecución penal focalizada sobre la marginalidad urbana que a la
prevención del delito. Esto se vio reforzado en diversas entrevistas realizadas a
agentes del Servicio Penitenciario Federal de la Alcaidía Unidad 28 y los Complejos
Penitenciarios del Área Metropolitana de Buenos Aires, quienes confirmaron -
pudiendo establecerse como una práctica sistemática y en ascenso- la detención de
personas de bajos recursos económicos, sociales y culturales por delitos menores
(tentativas de hurto, consumo de alcohol o drogas, rebeldías) que suelen permanecer
durante poco tiempo detenidas e, incluso, por causas armadas por las propias fuer-
zas de seguridad y policiales:
“El 90% de los ingresos a la unidad son reincidentes. Más que nada por „delitos sociales‟,
hurto y robo. Digamos, no son crímenes que requieren una organización, que sean planea-
dos, robos de cosas importantes, no. Yo lo vengo diciendo, no deberían estar detenidos. Es
una política de la policía para hacer estadísticas” (Jefe de Seguridad Interna, Unidad
28, SPF).
111 “Traen detenidos por cualquier cosa, la mayoría son por causas armadas” (Jefe de Turno,
Unidad 28, SPF).
“Vienen acá con esos delitos, que muchas veces se los inventa la propia policía. Ellos gene-
ralmente no se acuerdan mucho, porque son personas que no están bien en general” (Jefe de
Seguridad Interna, Unidad 28, SPF).

Reflexiones finales
En este artículo se presentaron los resultados de las políticas del Ministerio de Segu-
ridad de la Nación durante el periodo 2010-2016, en términos de evolución de la
cantidad de agentes de las fuerzas de seguridad federales para el total del país y para
la Ciudad de Buenos Aires, poniéndolos en relación con una elaboración discursiva
que se referencia en el modelo de la “nueva prevención” y que pretende asociar la
seguridad al ejercicio de la democracia y los derechos humanos. Específicamente, se
dio cuenta de la producción de una saturación policial en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y de las prácticas violatorias de derechos humanos que esto trae apare-
jado por parte de los agentes de las diversas fuerzas con función policial hacia los
sujetos más marginalizados de la ciudad.
La reducción de los problemas sociales a problemas de seguridad produce efectos
en la realidad, habilitando cierto tipo de intervenciones y dejando por fuera otras,
haciendo posible “transformar un problema político, enraizado en la desigualdad
económica e inseguridad social, en un problema de criminalidad” (Wacquant, 2006:
61).
En el marco del proceso de neoliberalización que atraviesa el Estado argentino des-
de hace al menos cuatro décadas, se verificó que, si bien la problematización del
concepto de seguridad (mediante la incorporación de las nociones de seguridad ciu-
dadana, democrática o comunitaria) se realizó en el nombre del reforzamiento de
ciertos valores democráticos, las políticas públicas a las que dio lugar siempre y sola-
mente refirieron a lugares públicos y de visibilidad pública (Baratta, 1997). Esto im-
plica necesariamente que su intervención se reduce a “un pequeño número de deli-
tos que entran en la así llamada criminalidad tradicional (sobre todo agresiones con
violencia física a la persona y al patrimonio)” (Baratta, 1997) y a las incivilidades
propias de las clases más bajas de la estructura social.
Durante el periodo 2011-2016 se produjo una inflación en la cantidad de agentes de
todas las fuerzas de seguridad federales con función policial. Importa inscribir este
proceso en un marco más amplio, del cual el encarcelamiento también es parte, da-
do que se incrementaron en un 14.5% la cantidad de personas encarceladas en el
Servicio Penitenciario Federal30, dependiente del poder ejecutivo nacional, que pasó
de 9.524 personas encarceladas en 2010 a 10.968 en 2016 (SNEEP, 2016).
Teniendo en cuenta que estas construcciones discursivas y políticas públicas a las
que dieron lugar fueron impulsadas y financiadas por organismos internacionales y

30 Se
toman los datos de la evolución del encarcelamiento en el SPF debido a que es en sus cárceles
donde se aloja a las personas detenidas en la Ciudad de Buenos Aires.
que pueden rastrearse programas de similares características en toda América Latina, 112
importa situar este proceso en un marco amplio, que exceda los gobiernos com-
prendidos en el periodo de estudio e incluso la coyuntura nacional y lo enmarque en
un modelo de gestión estatal de la marginalidad relacionado al proceso de neolibera-
lización.

Bibliografía
 Andersen, M. J. (2015) “El desafío neoliberal en el gobierno de la conflictividad social.
Régimen de acumulación, estructura de clases y Estado”, en Cuadernos de Estudios so-
bre el Sistema Penal y Derechos Humanos (CESPyDH), Año III, N°3 y 4, Instituto de
Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos
Aires, pp. 46-71.
 Auyero, J. (2016) Pacientes del Estado, Eudeba, Buenos Aires.

 Ayos, E. y N. Dallorso (2011) (In)seguridad y condiciones de vida en la problematiza-


ción de la cuestión social: políticas sociales y políticas de prevención social del delito,
Pol. Crim. Vol 6, N°11, pp. 1-18.
 Bailone, M. (2016) “El Genocidio y el Anteproyecto de Código Penal de la Nación”, en
Cuestiones Penales de Derecho Penal, Editorial Jusbaires, Buenos Aires, pp. 25-34.
 Baratta, A. (1997) “Política criminal: entre política de seguridad y política social”, en Ca-
rranza E. (coord.), Delito y Seguridad de los habitantes, Siglo XXI, México.
 Bauman, Z. (2001) La globalización: consecuencias humanas, Fondo de Cultura Econó-
mica, México.
 Bauman, Z. (2005) Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias, Editorial Paidós,
Buenos Aires.
 Calveiro, P. (2012) Violencias de Estado: la guerra antiterrorista y la guerra contra el cri-
men como medios de control global, Siglo XXI Editores, Buenos Aires.
 Castel, R. (2006) La Metamorfosis de la cuestión social, Buenos Aires, Paidós.

 Castel, R. (2008) La inseguridad social ¿Qué es estar protegido?, Buenos Aires, Manan-
tial.
 Christie, N. (1993) La industria del control del delito, Editores del Puerto, Buenos Aires.

 Conti, S., K. Fuentes y F. Tellería (2015) Policiamiento. La reconfiguración de las fuer-


zas de seguridad en el gobierno de la población excedentaria en CABA, 2° Jornadas de
Sociología, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza.
 Dallorso, N. (2012) “La compleja relación entre el poder político y las fuerzas de seguri-
dad: desafíos para el análisis de la emergencia del Plan Unidad Cinturón Sur de la Ciudad
de Buenos Aires”, en Hologramática, Facultad de Ciencias Sociales, UNLZ, Año VII,
Número 17, V2.
 Daroqui A. (2003) “Las seguridades perdidas”, Revista Argumentos, N°1.

 Daroqui, A. (2009) “El gobierno de la cárcel”, Comité Contra la Tortura. Informe anual
2009- El sistema de la crueldad IV, Comisión Provincial por la Memoria.
 Daroqui, A. (Coord.) (2007) Muertes silenciadas: la eliminación de los “delincuentes”.
113
Una mirada sobre las prácticas y los discursos de los medios de comunicación, la policía
y la justicia, Ediciones del CCC, Buenos Aires.
 Daroqui, A. y Motto, C. (Coord.) (2008) Cuerpos castigados: malos tratos y tortura física
en cárceles federales, Del Puerto, Procuración Penitenciaria de la Nación, Buenos Aires.
 Daroqui, A. (Coord.) (2014) Castigar y gobernar. Hacia una sociología de la cárcel. La
gobernabilidad penitenciaria bonaerense, Comisión Provincial por la Memoria, La Pla-
ta.
 Daroqui, A., López, A.L. y Cipriano García, R. (Coord. ed.) (2012) Sujeto de Castigos:
hacia una sociología de la penalidad juvenil, Homo Sapiens Ediciones, Rosario.
 De Giorgi, A. (2005) Tolerancia Cero. Estrategias y prácticas de la sociedad de control,
Ed. Virus, Barcelona.
 De Giorgi, A. (2006) El gobierno de la excedencia. Postfordismo y control de la multi-
tud, Traficantes de Sueños, Madrid.
 Díaz, M. (2012) La palabra y la acción: la máquina de enunciación K, Editorial Universi-
taria Villa María, Córdoba.
 Fassin, D. (2016) La fuerza del orden, Siglo XXI Editores, Buenos Aires.

 Fiuzza, P. (2016) “El paradigma de la seguridad democrática: un abordaje desde la


„historia del presente‟”, en Estado & comunes. Revista de políticas y problemas públicos.
N° 3, Quito, pp. 95-114
 Harvey, D. (2015) Breve historia del neoliberalismo, Akal, Buenos Aires.

 Neocleous, M. (2010) La fabricación del orden social: una teoría crítica sobre el poder
de policía, Prometeo Libros, Buenos Aires.
 Pavarini, M. (1980) Control y Dominación: teorías criminológicas burguesas y proyecto
hegemónico, Buenos Aires, Siglo XXI Editores.
 Pegoraro, J. (2003) “Una reflexión sobre la inseguridad”, en Argumentos, Revista elec-
trónica de crítica social, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Buenos Aires.
 Recasens I Brunet, A. (2000) “Enfoques histórico ideológico sobre el concepto de apa-
rato policial”, en Criminología crítica y control social, N°1, El poder punitivo del Esta-
do, Juris, Rosario.
 Reiner, R (1992) La cultura policial, Harvester Wheatsheaf, Londres, pp. 107-137.

 Reiner, R (2002), “La policía y la actividad policiaca”, en Maguire, Mike y Rod, Morgan
(eds.) Manual de criminología, Oxford University Press, México.
 Ríos, A. (2014) “Estudiar lo policial: consideraciones acerca del estudio de las fuerzas de
seguridad y una apuesta”, en Sociológica, año 29, pp. 87-118.
 Saín, M. F. (2002) Nuevos horizontes, nuevos dilemas. Las „nuevas amenazas‟ y las fuer-
zas armadas en la Argentina democrática, Desarrollo Económico, Vol. 42, N°166.
 Salles Kolibanski, F. (2012) “¿Militarización sin militares? Los gendarmes en las calles
argentinas durante los gobiernos kirchneristas (2003-2012)”, en Urvio, Revista Latinoa-
mericana de Seguridad Ciudadana, N°12, Quito, 13-24.
 Simon, J. (2007) Gobernar a través del delito, México, Gedisa. 114
 Sozzo, M. (2014) “Delito común, inseguridad y respuestas estatales. Inercia e innovación
durante la década kirchnerista a nivel nacional en Argentina”, en Cuestiones de Crimino-
logía N°10, Universidad Nacional de La Plata.
 Svampa, M. (2005) La Sociedad Excluyente, Buenos Aires, Taurus.

 Tiscornia, S. (1996) “Violencia policial: de las prácticas rutinarias a los hechos extraordi-
narios”, programa de investigación de la UBA Antropología política de la violencia insti-
tucional punitiva, (in)seguridad ciudadana, derechos humanos y respuestas políticas; Re-
cuperado de: http://webiigg.sociales.uba.ar/conflictosocial/libros/violencia
 Tiscornia, S. (2013) “El Acuerdo de Seguridad Democrática. La experiencia de la red de
investigadores sociales en el marco del Acuerdo”, en Cuadernos de Antropología Social
N°37, FFyL, Universidad de Buenos Aires, 15-23.
 Tellería, F., Conti, S.; Calcagno, O.; Andersen, J. (2017) “Policiamiento territorial en la
Ciudad de Buenos Aires. Un abordaje focalizado en las prácticas policiales de tortura y
maltrato”, Ponencia presentada en las IX Jornadas de Jóvenes Investigadores del Institu-
to de Investigaciones Gino Germani, UBA.
 Villarreal, J. (1985) “Los hilos sociales del poder”, en Jozami, E., Crisis de la dictadura
argentina. Política económica y cambio social (1976 - 1983), Siglo XXI, Bs. As.
 Wacquant, L. (2000) Las Cárceles de la Miseria, Ediciones Manantial, Buenos Aires.

 Wacquant, L. (2006) “Castigar a los parias urbanos”, en Antípoda N°2, Universidad de


los Andes, Colombia, pp. 60-66.
 Wacquant, L. (2009) Castigar a los pobres, el gobierno neoliberal de la inseguridad so-
cial, Gedisa Editorial, México.
 Wacquant, L. (2011) “Forjando el Estado Neoliberal. Workfare, Prisonfare e Inseguri-
dad Social”, en Revista Prohistoria Vol.16, Rosario. Publicación electrónica.
 Wacquant, L. (2012) “El matrimonio entre el workfare y el prisionfare en el siglo XXI”,
en Astrolabio, Nueva Época, Revista del Centro de Investigaciones y Estudios sobre
Cultura y Sociedad (CIECS), perteneciente al Consejo Nacional de Investigaciones Cien-
tíficas y Técnicas (CONICET) y a la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), pp. 184-
204.

Otras fuentes:
 CELS (2016) Hostigados: violencia y arbitrariedad en los barrios populares. Recuperado
de: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2016/12/ miscela-
neas44665.pdf
 CIDH (2009) Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos.

 GESPyDH (2016) La “Cuestión Policial”. Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos


Aires y municipios de San Isidro y Tigre. Recuperado de http://
gespydhiigg.sociales.uba.ar/?attachment_id=1225
 INEES (2012) El Modelo Argentino de la Seguridad Democrática 2010-2011.

 INEES (2013) El Modelo Argentino de la Seguridad Democrática 2011-2011.


 MSN (2011a) La Participación Comunitaria en la Gestión de la Seguridad Pública. Cua-
115
dernillos de difusión: Seguridad Democrática. Recuperado de http://
www.minseg.gob.ar/la-participaci%C3%B3n-comunitaria-en-la-gesti%C3%B3n-de-la-
seguridad-p%C3%BAblica
 MSN (2011b) Los Nuevos Paradigmas del Ministerio de Seguridad y el Consenso Fede-
ral. Recuperado de
 MSN (2011c) Políticas de Seguridad de la Nación N°1.

 MSN (2012) Políticas de Seguridad de la Nación N°3 bis.

 MSN (2013a) Políticas de Seguridad de la Nación N°4

 MSN (2013b) Políticas de Seguridad de la Nación N°5.

 MSN (2014) Políticas de Seguridad de la Nación N°6.

 MSN (2015), Políticas de Seguridad de la Nación N°7.

 PPN (2016) Informe del Registro Nacional de Casos de Tortura 2015. Recuperado de:
http://www.ppn.gov.ar/?q=investigaciones-y-producciones
 PPN (2017) Informe Estadístico 2016.

 SNEEP (2016) Informe Anual República Argentina 2015.

 SNEEP (2016b) Informe Anual Servicio Penitenciario Federal 2015.


Resultados de investigación
Deconstrucción de la construcción del dato: deficiencias y
ausencias en la Justicia Penal Juvenil de Mendoza

Franco Palermo – Abogado, Poder Judicial provincial de Mendoza – frankopalermo@gmail.com

Resumen 116
El presente artículo constituye parte de un trabajo de investigación y gestión
judicial realizado desde la Secretaría de Modernización del Poder Judicial de
Mendoza durante los años 2016 y 2017, en el cual se abordan aspectos vincula-
dos a la producción de información bajo el estudio de caso sobre el fuero penal
juvenil. Consiste en un relevamiento empírico longitudinal, cualitativo y cuanti-
tativo, que va de lo general de las normas e indicadores destinados a establecer
mediciones en el área antes mencionada, a lo particular y peculiar de las prácti-
cas institucionales del escenario provincial. Con la pretensión de obtener infor-
mación que nos permita describir cómo se construyen los datos que confor-
man las estadísticas judiciales, se recurre a la deconstrucción, es decir, a la des-
agregación de cada uno de los elementos, partículas, que se encuentra ligados
al dato numérico. Se presenta aquí un análisis de las observaciones realizadas
a los formularios de recolección de datos y al registro en Mesa de Entradas de
las unidades judiciales, rescatando las voces de los principales actores de este
proceso constructivo-deconstructivo. En esta línea de investigación se analiza
particularmente el ingreso de casos-jóvenes, principal registro que nos permite
acercarnos a una dimensión cuantitativa respecto a cuántos jóvenes se encuen-
tran en conflicto con la ley o cooptados por el sistema penal, punto de partida
insoslayable para la realización de cualquier tipo de medición judicial poste-
rior, así también, dato insoslayable en la formación de debate políticos sóli-
dos, más aún teniendo en cuenta las pretensiones de reforma normativa.
Palabras clave: Justicia Penal - Jóvenes - Construcción - Estadísticas - Información
Abstract:
The present article is part of a research and judicial-proceeding project carried out at the Ministry of
Modernization, judiciary branch, in Mendoza, Argentina, between 2016 and 2017. It tackles aspects
of information production under the case study on the juvenile criminal court. This article is an em-
pirical longitudinal survey, both qualitative and quantitative, which ranges from the general aspects of
the regulations and indicators destined to establish measurements of the area mentioned before, to
the specific institutional customs in Mendoza. With the aspiration of obtaining information which
allows us to describe how the data that form judicial statistics are built, we resort to the deconstruc-
tion of every element and particle linked with the numerical data. An analysis of the observations on
the data-gathering forms and the Reception desk records of the judicial units is presented, with the
intention of reviving the voices of the main actors of this constructive-deconstructive process. In
this line of investigation, the entry of young cases is thoroughly analysed, for it constitutes a crutial
record which allows us to approach a quantitative dimension regarding how many youngsters have
conflicts with the law or are co-opted by the criminal system, an unavoidable starting point to carry
out any subsequent judicial measurement and to form solid political debate, even more so taking into
account the current reform aspirations.
Key words: Urban militarization, Mega events, Rio de Janeiro, Irregular warfare, Public security
117 Introducción
“Después de todo,
amamos como nos han amado en la infancia,
y los amores posteriores suelen ser
sólo una réplica del primer amor”
Milena Busquets, También esto pasará, 2014

El presente trabajo pretende brindar una aproximación al estado actual a la produc-


ción de información vinculada al Fuero Penal Juvenil en el Poder Judicial de la pro-
vincia de Mendoza. A partir de la normativa vigente, se realiza un recorrido crítico
de las prácticas institucionales, indagando en diferentes aspectos vinculados a la pro-
ducción de datos estadísticos1. Se trata en definitiva de un diagnóstico sobre los al-
cances de la información producida en el ámbito judicial, indispensable para la im-
plementación de cambios o reformas institucionales (Marchisio, 2004).
En cuanto a la delimitación del objeto de estudio, se realiza el abordaje teniendo
como ejes centrales: por un lado, la producción de información, es decir, normas,
indicadores y variables, su construcción, precisión y fiabilidad. Por otro, el Fuero
Penal Juvenil de conformidad a sus particularidades y en cumplimiento del principio
de especialidad (CDN 40.3, Reglas de Beijing 2.3, 6.2, 6.3, y 22 1 y 2, Convención
Americana de Derechos Humanos 5.5).
Respecto a la justificación e importancia, son varias las cuestiones a destacar: la re-
forma penal juvenil en el centro del debate en diferentes ámbitos, baja de la edad
punibilidad y necesidad de actualización del régimen jurídico vigente que proviene
de la última dictadura militar. Sumado a ello, los/las jóvenes conforman un colecti-
vo vulnerable según las "Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas
en Condiciones de Vulnerabilidad".

No puede soslayarse que Mendoza ha sido durante una


década aproximadamente la provincia de Argentina con
mayor tasa de litigiosidad.
No puede soslayarse que Mendoza ha sido durante una década aproximadamente la
provincia de Argentina con mayor tasa de litigiosidad. En efecto, según los informes
1 Este artículo surgió a raíz de la participación, junto a otros colegas, en las II Jornadas de Sociología:
"Balances y desafíos de una década larga (2001-2015): aportes y debates desde la Sociología". Reali-
zadas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. Tra-
bajo titulado “Políticas penales para jóvenes en Mendoza. Tensiones entre el paradigma de protec-
ción de derechos y la profundización del encierro: el caso Cacheuta”, junto a Fernanda Riquelme
(Lic. Trabajo Social) y Diego Heras (Lic. Sociología), en el cual el cruce de datos entre Poder Ejecuti-
vo y Judicial no fue posible debido al estado de la información del poder judicial. De ahí la importan-
cia de estos espacios para estimulo de producciones locales, de diálogo e intercambio de información
que posibiliten pensar nuestras prácticas institucionales e introducir cambios en el campo penal.
Aprovecho la oportunidad para agradecer los aportes realizados por todos los operadores judiciales
en las reuniones informativas como así también los intercambios realizados con el equipo de
GESPyDH.
nacionales, es posible observar que incluso con anterioridad al año 2008 la provincia 118
registra el mayor número de causas ingresadas por cada 100.000 habitantes
(JU.FE.JUS, Indicadores Provinciales: 2008-2015).
En reiteradas oportunidades el presidente de la Suprema Corte de Justicia de Men-
doza (SCJM), Dr. Pedro Llorente, como tantos otros actores políticos y funciona-
rios del Estado, ha hecho referencia a tal situación: “En Mendoza se genera una
causa judicial cada cuatro habitantes, es uno de los lugares con mayor litigiosidad del
mundo”2, o expresiones como “Vivimos en una sociedad altamente conflictiva”3.
Sin embargo, no se han realizado investigaciones en esta dirección que confirmen o
respalden tales afirmaciones mediante datos precisos e información transparente.
Sumado a la inexistencia de un “observatorio judicial” (Marchisio, 2004: 72) que
realice estudios, diagnóstico o evaluaciones objetivas, contribuye a la formación del
estado de incertidumbre4.
En nuestro país el estado de producción de información y dificultad para acceder a
datos precisos y fiables constituye un obstáculo para la evaluación y elaboración de
políticas, en los cuales se ha observado “recortes, metodologías y criterios disímiles
[…] ausencia de información fehaciente, confiable, sistemática, consistente y de ac-
cesibilidad garantizadas” (Daroqui, et al, 2012: 61-63).
Para el desarrollo del diagnóstico se delineó una serie de objetivos. El objetivo gene-
ral fue “Describir y comprende el funcionamiento de la justicia vinculado a la pro-
ducción de información del Fuero Penal Juvenil, tanto en la construcción y medi-
ción, como en su alcance y validez de los datos a fin de conocer su calidad, preci-
sión y transparencia”.
En esta tarea político-administrativa y de investigación se plantearon una serie de
objetivos específicos: “Recolectar e identificar la normativa vigente penal juvenil y
de producción de datos”, “Analizar y verificar la adecuación de la información a los
lineamientos internacionales”, “Observar y detectar ausencias y deficiencias en la
producción de datos”, “Indagar las deficiencias en la carga de datos, usos y sistemas
informáticos vigentes”.
De este modo se buscó deconstruir la información, es decir, deshacer y desagregar
analíticamente los distintos elementos, actores y organismos que intervienen en el
proceso de construcción, evidenciando las ambigüedades, debilidades y contradic-
ciones que subyacen a los datos estadísticos. Desde lo prescrito en las normas, con-
cluyendo en las prácticas institucionales, en un trayecto transversal que va de lo ge-
neral a lo particular.
Para alcanzar tales objetivos se plantearon los siguientes interrogantes: ¿Qué deben

2 Apertura del año judicial, 2016. Extraído de http://www.unidiversidad.com.ar/para-mejorar-la-


justicia-llorente-le-reclamo-dinero-al-ejecutivo
3 Apertura del año judicial, 2017. Extraído de http://www.malargueadiario.com/malargue-es-

protagonista-del-ano-de-la-oralizacion-judicial/
4 El Centro de Capacitación e Investigaciones “Dr. Manuel A. Sáez” dependiente de la SCJM, si

bien organiza cursos, jornadas y demás, no ha publicado estudios ni informes vinculados a esta ma-
teria como a otras.
119 informar los Juzgados Penales de Menores (JPM) según la normativa vigente?, ¿Qué
informan efectivamente?, ¿Cómo se informa?, es decir, ¿Cómo se construyen los
datos que contienen los reportes estadísticos?, y por último ¿Para qué es requerida
tal información?
Para finalizar esta introducción, es importante mencionar la organización del pre-
sente artículo con la finalidad de facilitar su lectura y brindar una clara distinción de
los distintos aspectos que comprende.
En el primer apartado se presenta la metodología de trabajo, fuentes, técnicas e ins-
trumentos utilizados. El objetivo es reflejar las distintas áreas, disciplinas y estrate-
gias que dialogaron en el transcurso de la investigación. En la segunda sección se
describe el marco normativo vigente -internacional, local e institucional- pertinente
a los fines estadísticos. El objetivo propuesto fue identificar la dirección y linea-
mientos generales de la información a producir. En el tercer apartado se observan y
analizan los Formularios de Recolección de Datos (FRD), las deficiencias en el in-
greso de casos y uso de sistemas informáticos. El objetivo es reflejar la actividad
concreta mediante la cual se construye la información. Finalmente se presentan al-
gunas reflexiones en el ámbito del Poder Judicial en las áreas bajo estudio haciendo
referencia al contraste entre el discurso jurídico y las prácticas institucionales.

...se presentan algunas reflexiones en el ámbito del Poder


Judicial en las áreas bajo estudio haciendo referencia al
contraste entre el discurso jurídico y las prácticas
institucionales.

Metodología de trabajo
Se llevo a cabo un diseño de investigación empírica, un estudio de campo situado de
tipo exploratorio y descriptivo. En el transcurso del trabajo se siguieron estrategias
cuantitativas como cualitativas, se consultó una multiplicidad de fuentes, a fin de
iluminar distintas porciones de las metas propuestas.
El trabajo se ubica dentro de la estrategia metodológica de estudio de caso. Ello im-
plicó indagar y describir, de modo situado y sistemático, determinada área institucio-
nal; observar desde múltiples perspectivas, en forma intensiva y profunda, dinámicas
y articulaciones que convergen en el terreno seleccionado (Martínez Carazo, 2006).
La estrategia mencionada fue complementada mediante la triangulación de datos,
que llevó a la confrontación de diversas fuentes5, actores y organismos, a fin de ob-
tener mayor fiabilidad en los resultados obtenidos y arribar a conclusiones más cer-
teras (Cantor, 2002; Donolo, 2009; Aguilar-Barroso, 2015).
De modo prioritario, pero no exclusivo, se privilegió el desarrollo de un intensivo
5 Los distintos actores y áreas/organismos involucrados, tanto unidades judiciales (Mesa de Entradas,
Secretaría, Juez) como distintos organismos intervinientes (estadísticas, informática, e inspección,
secretaría administrativa), documentos (acordadas, formularios de recolección de datos, manual in-
trabajo de campo desde marzo de 2016 hasta marzo de 2017. Ello implicó un reco- 120
rrido por todas las unidades judiciales existentes en la provincia 6, y también com-
prendió otros organismos y áreas como la Secretaría Administrativa y Secretaría Le-
gal y Técnica, dependientes de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza (SCJM).
Las técnicas e instrumentos de recolección de datos utilizadas como fuentes prima-
rias fueron la observación directa de usos y sistema, los registros de campo, entre-
vistas, observación y análisis de los FRD. Entre las fuentes secundarias se encuen-
tran: las normativas, los datos estadísticos, las actas de Inspección, los formularios
recolección de datos, el Manual del Sistema Iurix, expedientes y material bibliográfi-
co.
Los instrumentos legales que se utilizaron como fuente de información fueron:
constitución provincial, leyes nacionales N°26.061, 22.278 y 22.803, leyes provincia-
les N°6.354, 7.076 y 8.937, acordadas de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza
(SCJM), como así también instrumentos internacionales incorporados a nuestro or-
den normativo7.
En cuanto al desarrollo de estrategias cuantitativas, se trabajó con el banco de datos
proporcionado por la Oficina de Estadísticas, información recolectada y procesada
en los últimos siete años (2011-2017) y datos proporcionados por la Dirección de
Informática del Poder Judicial, respecto de los años 2015-2016. Se realizó la obser-
vación de FRD y variables existentes, sin embargo, aquí sólo se abordan los “casos
nuevos ingresados”.
Respecto a las estrategias cualitativas, se realizaron entrevistas semi-estructuradas a
más de 20 personas, entre ellos los encargados del cumplimiento de la remisión de
los FRD, como al resto del personal. Se conformaron “grupos focales” (con Jefes
de Mesa de Entradas y JME) donde se expuso parte de los datos recolectados en el
campo con el objeto de activar el diálogo y debate, a fin que la interacción individual
entre los participes contribuya a ampliar la información (Sautú-Freidin, 2007).
El objetivo fue verificar usos y posibilidades de los sistemas informáticos, alcances y
precisiones respecto de las principales variables, entre otros aspectos. Fueron elabo-
radas guías de observación destinadas a evaluar el sistema informático utilizado, la
forma de registración de casos, los campos utilizados, sus usos informáticos e iden-
tificar resoluciones del proceso.
Paralelamente a ello se contó con información proveniente del área de informática,
6 La provincia de Mendoza se encuentra dividida territorialmente en cuatro circunscripciones judi-
ciales. La 1° Circunscripción Judicial (en adelante 1°C, 2°C, etc.) está compuesta por la Ciudad Ca-
pital y los departamentos de Godoy Cruz, Guaymallén, Las Heras, Luján, Maipú y Lavalle en donde
funcionan 3 Juzgados PM; la 2°C compuesta por San Rafael, General Alvear y Malargüe, donde 2
JPM; la 3°C compuesta por los departamentos de San Martín, Rivadavia, Junín, Santa Rosa y La Paz
y por último la 4°C de la que forman parte Tunuyán, San Carlos y Tupungato, en estas últimas dos
funciona un JPM por cada una, suman un total de 7 JPM.
7 Convención de los Derechos del Niño (CDN); Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la

Administración de la Justicia de Menores (Reglas de Beijing); Reglas Mínimas de las Naciones Uni-
das sobre las Medidas no Privativas de Libertad (Reglas de Tokio); Directrices de las Naciones Uni-
das para la Prevención de la Delincuencia Juvenil (Directrices de Riad); Reglas de las Naciones Uni-
das para la Protección de los Menores Privados de Libertad (Reglas de La Habana); Reglas Básicas
de Acceso a la Justicia de las Personas Vulnerables (Reglas de Brasilia).
121 como clasificadores estadísticos de delitos, códigos informáticos de actuación que
utilizan los operadores, materias almacenadas y disponibles en el Sistema Informáti-
co IURIX para la carga de datos, a fin de observar y analizar la cantidad de actuacio-
nes disponibles, su comparabilidad, ausencias y deficiencias.
La articulación de fuentes primarias o de primera mano y fuentes secundarias en
diálogo, nos permitió alcanzar resultados y hallazgos que posibilitan una explicación
en conjunto sobre el objeto de investigación respecto al qué, cómo, para qué y por-
qué se produce determinada información. Aquí, la complementariedad de los méto-
dos, estrategias y técnicas de investigación tiene por objetivo evitar sesgos en la in-
vestigación.
De este modo, el conjunto de estos procedimientos y la revisión y sistematización
del material posibilitó alcanzar los resultados que se presentarán a continuación, co-
mo estímulo al desarrollo de una propuesta de trabajo a futuro, con el fin de optimi-
zar la gestión y producción de información estadística.

Marco de referencia
En el presente apartado se procede a una recopilación y descripción de las distintas
normas y recomendaciones vinculadas al Fuero Penal Juvenil y, particularmente,
aquellas que en el ámbito institucional hacen referencia a la producción de informa-
ción. Así, y en un recorrido que va desde los tratados internacionales pasando por
las acordadas de la SCJM y concluyendo en las prácticas institucionales.

Instrumentos internacionales:
Comité de Derechos del Niño/a y UNICEF
Durante el siglo XX, y especialmente en su segunda mitad, se produjeron una serie
de acuerdos internacionales sobre derechos humanos que generaron profundos
cambios ideológicos, jurídicos y políticos. Se fue consolidando lo que hoy denomi-
namos paradigma integral de protección de derechos, amplificando los derechos y
garantías de las personas menores de edad que han cometido infracción a las nor-
mas penales.
En líneas generales, es posible afirmar que la observación y análisis de los lineamien-
tos internacionales de la Justicia Penal Juvenil debe estar centrada en los siguientes
aspectos: restricción y control sobre la privación de la libertad de jóvenes8; prioridad
en la aplicación de medidas alternativas a la privación de la libertad 9; dar impulso a
formas alternativas al proceso penal10; contar con un sistema especializado de justi-

8 Reglas de Beijing, 17.1, inc. b. En caso de PL se deben observar ciertos principios y reglas 1) Princi-
pio de proporcionalidad (CDN, art. 37, inc. b y art. 40, inc. 4; Reglas de Beijing, Reglas 5, 17 inc. a y
19; Reglas de La Habana, Reglas 1 y 2 y Reglas de Tokio, Regla 3.2.). Debe estar determinado el plazo
de duración y debe realizarse una revisión periódica. La CDN en su art. 37 prohíbe las penas perpe-
tuas, sin excarcelación o capitales.
9 La CDN en su art. 40 inc. 4, Reglas de Beijing Regla 18.1 y 2, Reglas de Tokio art. 8.

10 Hace referencia especialmente a modos alternativos de solución de conflicto, arbitraje y mediación

(Regla de Brasilia, Regla 43).


cia11; y por último, la necesidad de realizar evaluaciones, investigaciones y planifica- 122
ción de políticas12.
Ahora bien, en cuanto a la producción de información, dos organismos internacio-
nales se han expedido y realizado aportes respecto a qué datos recolectar para una
evaluación, diseño y planificación de políticas públicas respecto de jóvenes que han
cometido infracciones a las normas penales.
En primer lugar, y tal como se adelantó en la introducción, es importante destacar
que el Comité de Derechos del Niño/a, en la Observación General N°10 se mani-
festó con preocupación debido a la escasa información con la que cuentan los Esta-
dos. Esto pone en evidencia una problemática más bien de orden internacional, no
constituyen una excepción la Argentina, ni un caso aislado Mendoza.

...es importante destacar que el Comité de Derechos del


Niño/a, en la Observación General N°10 se manifestó con
preocupación debido a la escasa información con la que
cuentan los Estados. Esto pone en evidencia una
problemática más bien de orden internacional, no
constituyen una excepción la Argentina, ni un caso aislado
Mendoza.

Ahora bien, en esta línea cabe citar el apartado VII titulado Recopilación de Datos,
Evaluación e Investigación (párrafos 98 y 99) en el cual se insta a los Estados a re-
copilar y sistematizar datos y destaca su importancia para evaluación y elaboración
de las políticas públicas y programas13. Entre las variables o indicadores simples que
menciona el Comité, el párrafo 98 indica:
Preocupa profundamente al Comité la falta de datos desglosados, ni siquiera básicos, sobre
cuestiones como el número y el tipo de delitos cometidos por los menores, la utilización de la
prisión preventiva y el promedio de su duración, el número de menores a los que se han apli-
cado medidas distintas de los procedimientos judiciales (remisión de casos), el número de niños
condenados y el tipo de penas que se les han impuesto.
Paralelamente a ello, la sistematización de la información del Fuero Penal Juvenil es
un trabajo que realiza a nivel internacional el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF), programa dependiente de la Organización de los Estados Ame-
ricanos (ONU). Para ello elaboran numerosos trabajos e informes, en los cuales se
recolecta y procesa la información que contiene cada Estado respecto de niños, ni-
11 CDN en su art. 40.3, Convención Americana de Derechos Humanos 5.5; CDN, art. 40; Reglas de
Beijing, punto 2.3, Reglas 6 punto 1 y 3, y la Regla 22 punto 1 y 2.
12 Reglas de Beijing sección Sexta titulada: Investigación, planificación, formulación y evaluación de
políticas, impulsa la realización de investigaciones como base de la planificación, formulación y la
evaluación de políticas (Regla 30.3 y 30.4).
13 Así también en el párrafo 99 recomienda realizar evaluaciones independientes sobre el funciona-
miento concreto de la justicia de menores, puntualiza en las medidas adoptadas, reintegración social y
reincidencia, e incluso hace referencia a la importancia de que los menores participen en esa labor de
evaluación e investigación.
123 ñas y adolescentes (NNyA) en conflicto con la ley penal.
A continuación, se citan los indicadores de prioridad “fundamental” según este or-
ganismo (UNICEF, 2008: 7), y algunos que, si bien no son caracterizados de este
modo, constituyen información importante a recolectar14. Sumado a ello, UNICEF
ha solicitado información a los Poderes Judiciales sobre los siguientes aspectos: 1)
Cantidad de causas activas (en trámite) de la justicia penal juvenil; 2) Cantidad de
sobreseimientos luego de un proceso penal; 3) Cantidad de declaración de no res-
ponsabilidad penal luego de un proceso penal; 4) Cantidad de NNyA con aplicación
de pena privativa de la libertad; 5) Cantidad de NNYA con aplicación de pena no
privativa de la libertad.

Marco de referencia local:


normativa nacional, provincial e institucional
El giro paradigmático produjo su anclaje en nuestro país con la sanción de la ley N°
26.061 del 26 de octubre de 2005). Sin embargo, no es una ley que tenga incidencia
en el régimen penal juvenil, deuda pendiente en nuestro país desde el retorno a la
democracia, siendo el único país latinoamericano que aún no adecua su legislación
nacional a los tratados internacionales (Carranza-Maxera, 2005)15.
La única ley nacional sobre jóvenes en conflicto con la ley penal que actualmente
rige es el Decreto-Ley N°22.278 (B.O. 28/08/80), reformada por la Ley N°22.803
(B.O. 09/05/83). Entre los aspectos principales para su medición, establece criterios
de punibilidad, indica quiénes son y no son punibles, y por otro lado un aspecto im-
portante de mesura, propio de la especialidad del fuero, es la posibilidad de dictar
dos tipos de sentencia.
Una sentencia declarativa vinculada al “hecho penal”, participación y autoría, que
concluye con la declaratoria de responsabilidad o absolución. La otra sentencia, dic-
tada posterior o conjuntamente a la mencionada, es conocida como integrativa, y
está referida al resultado del tratamiento ordenado según declaración de responsabi-
lidad, y que puede concluir con la absolución o imposición de “pena”, sea de cum-
plimiento efectivo o no.
La provincia de Mendoza fue la primera en adecuar su legislación al “giro paradig-
mático”. Lo hizo mediante la Ley N°6.354 (B.O. 28/12/1995), denominada
“Régimen Jurídico de Protección de la Minoridad”16. Ello significó un avance tras-
cendental en tanto y en cuanto acomodó el procedimiento en materia de Justicia
14 Siendo tales: 1.-Niños en conflicto con la ley; 2.-Niños privados de libertad (Fundamental); 3.-Niños
privados de libertad antes de la sentencia (Fundamental); 4.-Duración de la privación de libertad antes
de la sentencia; 5.-Duración de la privación de libertad impuesta por la sentencia; 6.-Niños muertos en
privación de libertad; 7.-Separación de los adultos;8.-Contacto con padres y familiares; 9.-Sentencias
privativas de libertad (Fundamental);10.-Remisión previa a la sentencia (Fundamental); 11.-Atención
después de la puesta en libertad; 12.-Inspecciones periódicas independientes; 13.-Mecanismo para
atender quejas; 14.-Sistema especializado de justicia de menores (Fundamental) y 15.-Prevención.
15 Se suma a ello no existe un Código Penal y ley de ejecución de la Pena específicos para jóvenes.

16 Otras leyes rigen en el ámbito provincial vinculadas al fuero 7.076 (B.O. 2002) y 8.937 (B.O.

20/12/2016) ambas tienden a desdibujar el principio de especialidad, su análisis excede los propósitos
del presente artículo.
Penal Juvenil a los parámetros fundamentales de la CDN, plasmados en los arts. 37 124
y 4017.
Conforme análisis de sus disposiciones, se puede advertir la recepción de los linea-
mientos internacionales en cuanto establecimiento de leyes, órganos y procedimien-
tos en cumplimiento con el principio de especialidad18, medidas alternativas a la pri-
vación de libertad (art. 180) y distintas medidas de protección, restricción y excep-
cionalidad de la privación de libertad, de conformidad con los parámetros interna-
cionales19.

Constitución, LOT20, Reglamento y acordadas del Poder Judicial


La SCJM debe informar el estado de la administración de justicia. Lo realiza median-
te la presentación anual de la Memorial del Poder Judicial ante la legislatura de la
provincia21. El art. 53 de la LOT menciona algunas líneas de trabajo, sin especificar
en detalle fuero o materia, establece algunas variables e indicadores simples para me-
dir la actividad jurisdiccional, tales como causas iniciadas, sentencias, delito y otras
cuestiones22.
Por su parte, el Reglamento del Poder Judicial establece en el artículo 25 del capítulo
segundo, referente a estadísticas, algunas cuestiones en cuanto a la forma de cumpli-
miento de la obligación mencionada en el párrafo anterior y sostiene que los formu-
larios serán dispuestos por la SCJM.
La SCJM, en su poder de superintendencia establecido en la Constitución Provincial
(art. 144 inc. 1) posee la facultad-deber de dictar Acordadas (LOT, art. 13 inc. 3). Se
trata de resoluciones de carácter político-administrativo que gobiernan la institución
procurando su mejor funcionamiento. Si bien no fue posible localizar acordadas que
establezcan su alcance o naturaleza jurídica, el Manual de Ingreso del Poder Judicial
de Mendoza indica que son “Verdaderas Normas Reglamentarias”23, ¿verdaderas?

17 CDN El Poder Judicial de Mendoza puso en práctica sus organismos específicos conforme acorda-
das N°15.510Bis, 15.695, 15.721, 16.260,16.363 y 16.773.
18 No obstante, ello establece juicio abreviado para jóvenes (arts. 114 inc. c, 158 a 162, 6.354) y hace
un reenvío genérico a las disposiciones del código procesal penal de adultos (Art. 109 y 120).
19 En el art. 191 establece los principios de “brevedad, excepcionalidad y respeto a la condición pecu-
liar del menor”, el art. 194 el máximo de tiempo de privación de libertad, no pudiendo superar en
ningún caso el año. El art. 195 indica que deberá ser revisada cada 3 meses.
20 Ley Orgánica de Tribunales de la provincia de Mendoza.
21 Obligación que emana de la Constitución Provincial art. 144 y LOT art. 13 inc. 9.
22 El art. 53 establece que: “Los Jueces de Primera Instancia tienen las siguientes atribuciones y debe-
res: …Inc. 4. Pasar a la Suprema Corte, cada trimestre, un estado del movimiento de su Juzgado, en el
que se expresará el número de causas que existan en tramitación, el de las causas iniciadas, el de las
que existan en estado de sentencia y la fecha de autos para definitiva; el número y clase de las senten-
cias; en su caso la clase de delito que originó el proceso, y en los fallos en materia penal, la indicación
de si son absolutorios o condenatorios”.
23 Disponible en http://www2.jus.mendoza.gov.ar/rhumanos/index.php bajo el título
“Conocimientos Teóricos”. Así también se refiere la Resolución de Administración General N°3798 y
al tal efecto se creó un modelo de norma institucional.
125 Dicho esto, se intentó localizar tales instrumentos, esfuerzo que implicó una bús-
queda arqueológica debido al faltante en todos los registros, tanto papel, digital, co-
mo en las unidades judiciales y serios obstáculos para acceder a la información, in-
clusive para los propios operadores de la institución. No obstante, se observó cierta
adecuación a los lineamientos de los tratados internacionales en el discurso institu-
cional24.
Ahora bien, en relación con las distintas áreas “vinculadas a la producción de infor-
mación” se localizó la Ac. N°9.417 (02/03/1978)25, que crea la Oficina de Estadísti-
cas y se encuentra actualmente vigente, la Ac. N°7.784 (29/12/1967)26 y la Ac. N°
7.786 (17/01/1968), ambas vigentes y vinculadas a la Oficina de Inspección Judicial,
organismo encargado del monitoreo de las unidades judiciales.
Del área de Informática se encontraron dos acordadas: la Ac. N°17.558
(04/07/2002) que menciona la instalación de la última versión del Sistema informá-
tico Iurix, sin establecer mayores precisiones y la Ac. N°22.948 (23/09/2010), que
establece la obligación de cargar las actuaciones, pero no da mayores precisiones y
no aparece como clara la separación del Fuero Penal Juvenil del Fuero de Familia27.
Si bien existen algunas adecuaciones discursivas institucionales a los lineamientos
internacionales, no se observaron avances significativos en cuanto a la obtención de
información transparente y de calidad, no fueron localizadas acordadas que dispu-
sieran formularios, tal como establece reglamento. No pueden soslayarse las acorda-
das con origen en las dictaduras militares pasadas, que ponen en duda “lo particu-
lar” del Fuero Penal Juvenil.

Deficiencias y ausencias
en la producción de información.

Formularios de Recolección de Datos28: sumando palitos


La no disposición de los FRD por la SCJM implicó una indefinición de la dirección
de la política institucional en el aspecto técnico-administrativo vinculado a la infor-
mación, rumbo que quedó en manos de los propios operadores jurídicos. Los JME
24 Elloen cuanto a jóvenes privados de la libertad, Ac. N°17.024 y 26.208, Alternativas al proceso
penal (mediación) Ac. N° 18.410 y 21.612bis, Principio de Especialidad Ac. N° 24.149, Ac. N° 26.979
y Ac. N° 27.843.
25 En ese entonces se encontraba como Interventor Militar de Mendoza Jorge Sixto Fernández
(12/04/1976-15/02/1980). Entre los magistrados firmantes se encuentran Benigno Martínez Váz-
quez, Rodolfo Galdós y Sergio Moretti, este último nombrado el 01/01/1977 como Ministro, Ante-
riormente había sido Interventor de Facto (27/04/1963 al 12/12/1963).
26 Durante esos años la provincia era gobernada por José Eugenio Blanco, militar y político designa-
do Interventor Federal de facto de Mendoza el día 03/08/1966, durante casi todo el régimen del dic-
tador Juan Carlos Onganía.
27 La parte dispositiva establece lo siguiente: “I.- (…). II- Ordenar a los Tribunales de Familia del
Poder Judicial la obligatoriedad de cargar íntegramente las actuaciones judiciales en el sistema infor-
mático IURIX, considerándose falta grave el incumplimiento de esta obligación de registro”.
28 Se hace referencia al reporte estadístico, también denominado “planillas”. Son documentos que
remiten cada una de las unidades judiciales en forma trimestral en cumplimiento del Reglamento del
Poder Judicial y Ley Orgánica de Tribunales.
no sólo asumieron la obligación colocada de los jueces según la LOT de elaborar y 126
remitir las estadísticas, y también confeccionaron tales formularios.
Algunos continuaron en forma automatizada sin modificar lo elaborado por quienes
los precedieron y otros añadían variables que intuitivamente creían útiles. Los entre-
vistados refirieron, en cuanto a la confección de los FRD, que: “de igual modo que
el Jefe anterior”; “tomamos como modelo el formulario que remitía la Cámara del
Crimen”, “Como la jefa anterior y lo que me decía el juez que le agregara” (Registro
de Campo).
La principal consecuencia, tal como se observa en la Tabla N°1, es que la cantidad
de variables que contienen los FRD en ningún caso fue coincidente. De ahí que re-
sulte imposible realizar comparaciones o cualquier estudio o medición.

Tabla N° 1: Cantidad de variables en los FRD por unidad judicial

Unidad Judicial Cantidad de variables


1 JPM 25
2 JPM 17
3 JPM 42
JPM de Gral. Alvear 24
JPM de San Rafael 41
JPM de San Martín 43
JPM de Tunuyán 33

Fuente: Elaboración propia en base a observación de los FRD

La no disposición de los FRD por la SCJM implicó una


indefinición de la dirección de la política institucional en el
aspecto técnico-administrativo vinculado a la información,
rumbo que quedó en manos de los propios operadores
jurídicos. (...) Algunos continuaron en forma automatizada
sin modificar lo elaborado por quienes los precedieron y
otros añadían variables que intuitivamente creían útiles.

Las variables establecidas por defecto en el Sistema Informático IURIX 29 no se ade-


cúan a la actividad específica de la justicia penal juvenil (por ejemplo: sentencia de-
clarativa e integrativa, medidas alternativas). Se encuentran más bien destinados a
construir estándares de desempeño y eficiencia, a medir cuánto produce la fábrica
judicial basándose en modelos de gestión asociados al desarrollo empresarial
(Garland, 2005, Guemureman, 2012).
Sumado a ello, aún en el caso de pretender cumplir con estos indicadores, ello no
sería posible, puesto que más allá de la diferencias según Tabla N°1, la definición y
29 Este sistema es el utilizado en la 1° y 2° circunscripción judicial. Las variables establecidas son las
siguientes: 1) Expedientes nuevos ingresados, 2) Inspección, encuesta y controles, 3) Oficios, 4) Cedu-
las, 5) Fiscalías, 6) Defensorías, 7) Decretos, 8) Audiencias y Actas, 9) Resoluciones, 10) Autos Re-
sueltos y 11) Sentencias resueltas.
127 alcance de cada una de las variables no es unívoco para todas las unidades judicia-
les involucradas, lo que aún mediando coincidencia en la denominación de la va-
riable, su significado difiere según unidad judicial30.
La contabilización de las actuaciones o resoluciones de cada variable se realiza
manualmente, tal como refirieron los JME “sumando palitos” (Registro de Cam-
po), haciendo referencia al proceso de conteo mediante revisión de libros o cua-
dernos31. Se observaron algunas excepciones como “casos nuevos ingresados”, en
la que es utilizado el sistema informático. De modo que un primer obstáculo es la
escasa informatización y disposición de datos en formato electrónico.
Por otro lado, conocer el resultado de determinados procesos resuelta sumamen-
te complejo, debido a la cantidad de números que pueden ser asignados a un ex-
pediente penal (Marqhisio, 2004). Así también, se observó que las unidades de
análisis no resultan claramente diferenciables, es decir, no es preciso si se trata de
causas o casos, de personas o hechos penales.
Más allá de las diferencias de la registración en cuanto al qué y cómo, se advirtie-
ron ausencias significativas en los FRD32. Si bien existen algunas adecuaciones a
los instrumentos internacionales, no se constató la adecuación discursiva en las
prácticas institucionales, es decir, responder a la pregunta de cuáles han sido los
niveles de adecuación a los lineamientos internacionales de conformidad de los
JPM de Mendoza.

Casos nuevos ingresados33: “No me preguntes por qué,


porque así me lo enseñaron”
El ingreso-inicio de casos es una de las variables o indicadores simples más im-
portante, puesto que influye en la tasa de litigiosidad, carga de trabajo-cogestión
de juzgados, productividad (ingreso de casos-resolución), entre otros. El registro
inadecuado, sea de personas, procesos o hechos, imposibilita una adecuada cons-
trucción de cualquier indicador posterior34, de modo que una defectuosa registra-
ción inicial produce un “error de arrastre”, difícil de controlar.
30 A modo de ejemplo: la variable “sentencias” no se encuentra desglosada en sentencias declarativas
y sentencias integrativas. Algunas unidades suman sentencias declarativas e integrativas y otros sólo
consideran las integrativas, que es la que concluye definitivamente el proceso. Es decir, no ha sido
definido qué es una sentencia según para el fuero en estudio y cómo debe ser contabilizada.
31 También En algunas unidades se observó la utilización de hasta 15 cuadernos y 4 libros No obs-
tante ello suele ser el único instrumento con el que se cuenta, de ahí la importancia su utilización
(Pastor, 2005).
32 Tales como: jóvenes privados de libertad, aplicación de medidas “alternativas” a la privación de

libertad o alternativas al proceso penal (mediación), al juicio penal (suspensión del juicio a prueba),
distinción de sentencias declarativas e integrativas, aplicación de penas, tipo de pena y graduación del
tiempo, sobreseimientos y sus diferentes tipos.
33 No obstante todas las deficiencias apuntadas en el capitulo anterior, a continuación se procede a

analizar la variable “casos nuevos ingresados”, puesto que resultó ser una de las escasas
“coincidencias” entre las diferencias apuntadas en la Tabla N°1 y, sumado a ello, son contabilizadas
mediante el sistema informático, lo que supone una reducción de los márgenes de error.
34 En lo que aquí interesa, responder a preguntas tales como cuántos jóvenes han sido cooptados por

la justicia penal y cuántos procesos corresponde, por qué delitos, cuántos privados de la libertad,
sobreseídos, condenados, etc.
Según pudo relevarse a partir de las intervenciones en el campo, el modo y forma en 128
que un expediente puede ser registrado varía en cada unidad judicial. Esto responde

El registro inadecuado, sea de personas, procesos o hechos,


imposibilita una adecuada construcción de cualquier
indicador posterior, de modo que una defectuosa
registración inicial produce un “error de arrastre”, difícil de

a: existencia de sistemas informáticos diferentes35, usos diferentes de un mismo sis-


tema y, por último, diversos criterios de Jefes de Mesa de Entradas (o jueces). Estos
dos últimos puntos (usos y criterios) serán desarrollados posteriormente, a fin de
reflejar su impacto en las estadísticas judiciales.
A continuación, se analiza la cantidad de causas ingresadas en primera instancia en
la justicia penal de Mendoza36. Estas cifras deben ser tenidas en cuenta a modo de
ejercicio, como se observará, difícilmente constituyan datos útiles para la toma de
decisiones de política institucional. En el gráfico N°1 se observa cierto período de
estabilidad, especialmente en los años 2014 a 2015, con mínimas diferencias. No
obstante, se logra identificar un quiebre significativo en el año 2012.
Gráfico n° 1: Evolución de la totalidad de causas ingresadas en los JPM de Mendoza

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Oficina de Estadísticas del Poder Judicial

Ahora bien, abriendo camino a la indagación cabe preguntarse si estas cifras respon-
den a causas ingresadas en la Justicia Penal Juvenil, es decir, ¿físicamente es posible
encontrar esta cantidad de causas?, o bien, ¿estos datos representan la cantidad de
jóvenes que han sido cooptados por el sistema de justicia penal? y, por último: ¿se
trata de causas penales y/o de jóvenes tutelados?37.
A partir de ahora comenzaremos a deconstruir, desagregar estas cifras, según la divi-
35 El equipo En la 1° y 2°C se utiliza el Sistema Iurix y en la 3° y 4°C se utiliza Sistema Fox. Los cam-
pos a utilizar difieren, y especialmente este último sólo es útil para cargar actuaciones en Mesa de En-
tradas.
36 Eltotal de casos coincide con lo informado por el Poder Judicial en la Memoria Anual o Anuarios
Estadísticos presentado todos los años ante la legislatura provincial, salvo pequeñas diferencias en los
años 2011, 2012 y 2013 respecto a la Memoria del Poder Judicial de Mendoza del año 2015.
37 Por razones de que aún persiste el paradigma tutelar en el discurso, expedientes y documentos se
utilizará tratamiento tutelar haciendo alusión a las causas de jóvenes por protección de derechos.
129 sión territorial (circunscripciones) y las unidades judiciales (juzgados), presentando
la “historia que subyace” (UNECE, 2009: 1) a las cifras construidas38. A continua-
ción, en el Gráfico N°2, podemos observar cómo es la distribución de la cantidad
de causas según circunscripciones judiciales, siendo la 1° y 2° las que concentran
mayor cantidad de causas.
Gráfico N°2: Evolución del total de causas ingresadas según circunscripción judicial

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Oficina de Estadísticas del Poder Judicial

Es posible observar que el quiebre advertido en el Grafico N°1 durante el año 2012
proviene de un incremento mayor en la 1°C y 3°C, en proporciones prácticamente
idénticas. No obstante, al desagregar por circunscripciones se observa que en los
años 2013 y 2014 se produjo un aumento notable en el ingreso de casos en la 2°C
(de 789 a 1.304), cuando en el resto de las circunscripciones los valores se han man-
tenido relativamente estables. De modo que, si bien no se observa en el Gráfico N°
1, el incremento de causas proveniente de la 2°C impactó de modo significativo en
el total de causas.
A continuación, se detalla el ingreso de casos respecto de cada una unidad judicial.
Existen diferencias que serán destacadas, puesto que imposibilitan determinar el
número preciso de casos o de jóvenes en conflicto con la ley penal, cuestión que
aún no ha sido definida como se advierte. Es decir, si bien se utiliza la expresión
ingreso de “casos” -es así como es denominada en el FRD- no implica asumir que
ello sea efectivamente de ese modo. Esta variable recibe diferentes denominaciones:
“Expedientes nuevos ingresados”, “Expedientes ingresados”, “Expedientes inicia-
dos” y “Causas ingresadas”.
Tal como se observa en el Gráfico N°3, el 1°JPM presenta cifras notablemente su-
periores a los restantes, registrando el mayor número de causas ingresadas en todos
los años, e incluso duplicando a sus coterráneos en el año 2011 y 2012, no obstante
tener idénticas competencias materiales y territoriales, como recursos. A partir del
año 2013 se evidencia una relativa paridad en el ingreso de causas entre los juzga-
dos.

38 Enesta línea de reflexión cabe citar que “Una noticia estadística contiene un mensaje sobre qué ha
sucedido, quién lo ha hecho, cuándo, dónde, porqué y cómo ha sucedido” (UNECE, 2009: 1).
130
Gráfico N° 3: Cantidad de causas ingresadas por año en la 1°C por JPM 2011/2015

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Oficina de Estadísticas

Las indagaciones en el campo posibilitaron relevar empíricamente que la diferencia


numérica del incremento de causas en el 1°JPM responde, entre otros posibles fac-
tores, a la creación de expedientes por iniciativa y a requerimiento del Juez. Es decir,
sin que haya mediado ingreso de una denuncia o sumario policial, ello con la finali-
dad de organización y gestión interna de medidas. En este caso son creadas causas
cuando se debe restituir la libertad a jóvenes, siendo denominado el expediente “P/
Reintegro”39.
Respecto a la relativa paridad de causas a partir de año 2014 del gráfico precedente,
puede responder a la hipótesis de modificación de criterios de registración, como así
también el ingreso un nuevo JME en dicho período (2013), disminución de priva-
ciones de libertad a jóvenes, y por lo tanto de creación de causas por reintegro, toda
vez que el 1°JPM estuvo subrogado por otros jueces durante más de un año.
Por otro lado, se observaron diferencias en las modalidades y en los campos de car-
ga en el sistema informático según monitoreos realizados a los JME. Así también se
detectó el desconocimiento respecto al porqué y pará qué de determinados usos in-
formáticos, y la realización de prácticas bajo criterios burocráticos de repetición
acríticos. Así lo refleja el relevamiento de campo con expresiones tales como: “No
me preguntes porqué, porqué así me lo enseñaron” (Registro de campo).
De modo que, sería conveniente avanzar en la unificación de criterios de carga co-
mo así también en el establecimiento de campos obligatorios de llenado mediante
capacitaciones. En este sentido, se garantizaría que la totalidad de los juzgados cuen-
ten con la misma información de calidad en los mismos tiempos.
Ahora bien, según la carga realizada por los operadores jurídicos, no es posible de-
terminar con precisión cuántas causas ingresadas pertenecen al proceso penal y
cuántas causas al proceso tutelar, puesto que esta distinción no se realiza al momen-
to de la registración, y escogen para todo tipo de ingreso el campo “Penal”. Más
aún, los casos tutelares, registrados como penal en el sistema, están registrados y
39 Las causas por reintegro familiar se forman con el “Acta” en la cual los progenitores se presentan y
solicitan el reintegro (o restitución) del joven a su familia cuando se encuentra privado de libertad en
el Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil o Comisaría del Menor. Sumado a ello, la causa es creada
en la Secretaría del Tribunal y no en Mesa de Entradas.
131 organizados en función del “principio del hecho penal” y no del “tratamiento indivi-
dual-tutelar”.

según la carga realizada por los operadores jurídicos, no es


posible determinar con precisión cuántas causas ingresadas
pertenecen al proceso penal y cuántas causas al proceso
tutelar, puesto que esta distinción no se realiza al momento
de la registración, y escogen para todo tipo de ingreso el
campo “Penal”. Más aún, los casos tutelares, registrados
como penal en el sistema, están registrados y organizados en
función del “principio del hecho penal” y no del
“tratamiento individual-tutelar”

Sumado a ello, tampoco sería posible determinar la cantidad aproximada de jóvenes,


sea bajo proceso penal o tutelar, debido a las razones apuntadas como así también a
la ausencia de monitoreos informáticos. En este sentido, existen una serie proble-
máticas no resueltas desde el punto de vista informático en el proceso de carga que
limitan los alcances de la información. Según expresiones de los propios operadores:
“Cuando querés cargar el DNI el sistema te tira un error. Te dice que el DNI es du-
plicado… entonces tengo que mentirle al sistema para que me deje avan-
zar” (Registro de campo).
Seguidamente se detalla la cantidad de causas ingresadas en el resto de las unidades
judiciales y que corresponden a la 2°C (Gral. Alvear y San Rafael), 3° C (San Martín)
y 4° C (Tunuyán). Tal como puede observarse, el JPM de San Rafael registra los
guarismos más altos en todos los años. Sin embargo, en el paso del año 2013 al 2014
se produce un importante salto, que prácticamente duplica el ingreso de causas, pa-
sando de 580 causas ingresadas a 1.032, manteniendo valores similares al año si-
guiente.
Grafico n° 4: Evolución de la cantidad de causas ingresadas por año y departamento

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Oficina de Estadísticas del Poder Judicial

Esta significativa diferencia se debe al cambio de Jefe de Mesa de Entradas, el 23 de


diciembre de 2013, quien entendió que “ante la duda cada actuación que entra al 132
juzgado es ingresada como causa nueva” (Registro de Campo), se trate de todo tipo
de actuación, solicitud, oficio o actuación. Ello pone de manifiesto la inconsistencia
en los criterios del JME en la carga de datos y especialmente la inexistencia de un
Manual de Procedimiento de Ingreso de Causas que establezca qué y cómo debe ser
el ingreso de un caso.
Sumado a ello, existen diferencias de creación y registro en las causas tutelares. En la
1° y 2°C (salvo departamento de General Alvear) la creación de causas sigue el crite-
rio del hecho penal, por lo tanto, cada causa de tratamiento tutelar se ingresa si-
guiendo la lógica del proceso penal. Es decir, que si un joven comete varios delitos
tendrá varias causas tutelares, según cada delito. En cambio, en la 3° y 4°C se regis-
tran en función del “tratamiento individual”, por lo tanto, si un joven comete varios
delitos, los posteriores hechos se agregan a la causa existente y se acumulan.
Esto último es concordante con uno de los principios generales de la cuantificación
de indicadores de la justicia penal juvenil propuesta por organismos especializados,
que sugiere que “la información sea recogida a nivel de niño individualmente consi-
derado” (UNICEF, 2008: 5; ONU, 2004: 24). En el caso de Tunuyán, si bien el re-
gistro es individual, cuando una causa por un hecho nuevo arriba al juzgado es
igualmente es ingresada como nueva y luego se acumula, no obstante, de existir una
causa judicial en proceso.
Ahora bien, si tomamos los datos del gráfico N°3 sobre la cantidad de “causas in-
gresadas” por año en la 1°C, la información proporcionada por la Oficina de Esta-
dísticas de acuerdo a los datos enviados por las unidades judicial, y ello lo contrasta-
mos tomando como fuente de información la Dirección de Informática, según la
consulta realizada en la base de datos respecto de “causas iniciadas”, se advierten
diferencias notables, tal como muestra el grafico siguiente, siendo claramente infe-
riores los datos, al punto que el 1° JPM deja de ser el de mayor cantidad de casos.
Gráfico N°5: Evolución de la cantidad de causas iniciada en la 1°C (2015-2016)

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Dirección de Informática del


Poder Judicial
Los datos complementarios expuestos tomando como fuente de información la Di-
rección de Informática dejan a la luz una serie cuestiones vinculadas al ingreso de
casos, mesura de la litigiosidad, articulación y organización institucional. Por un la-
133 do, las definiciones y diferencias entre “causas ingresadas” y “causas iniciadas” no
resultan claras40. En segundo lugar, la Oficina de Estadísticas y Dirección de Infor-
mática, según lo que aquí ha sido posible relevar, no se encuentran en una articula-
ción fluida, tomando la primera el dato tal como es proporcionado por las unidades
judiciales, sin realizar la consulta específica al sistema informático. Es decir, la Ofici-
na Estadísticas toma el dato tal cual es proporcionado por las unidades judiciales
sino confrontarlo con la base de datos de la Dirección de Informática.
Existen otras cuestiones que inciden a la hora de establecer un número real o apro-
ximado de casos iniciados, ingresados y en trámite. En este sentido, las declinatorias
e inhibiciones de competencia entre juzgados generan nuevos números de expedien-
tes, de modo tal que un mismo expediente podría varios números, ello impacta en
las cifras si no se realizan las restas correspondientes, más allá de a los fines de reali-
zar una evolución o seguimiento de un caso concreto, resulta indispensable estable-
cer un número único de expediente (Marchisio, 2004)41.

Algunas reflexiones
De conformidad con lo hasta aquí expuesto no es posible conocer la cantidad de
jóvenes cooptados por el sistema de justicia penal, privados de la libertad, bajo me-
didas alternativas, tipo y prolongación, y demás indicadores. Menos aún, para preo-
cupación de la agencia judicial, ni siquiera es posible saber de manera “aproximada”
cuántas causas han sido creadas, resueltas y cuántas se encuentran en trámite.
Desde las acordadas de la SCJM pasando por los formularios de recolección de da-
tos, hasta el manual de sistemas informáticos, fueron advertidas una serie de ausen-
cias vinculadas a definiciones, precisiones y decisiones técnico-política administrati-
vas en cuanto a qué, cómo y para qué producir determinada información42.
Las acordadas constituyen normas reguladoras de la actividad, marcan el rumbo que
han de adoptar las políticas institucionales: “dime las acordadas que tienes y te diré
el Poder Judicial que eres”. Por lo tanto, su acceso y publicidad tanto por los opera-
dores judiciales en particular como de la ciudadanía en general, debe ser ágil, sencillo
y transparente, bases fundamentales de un Estado de Derecho, republicano y demo-
crático.
Habiendo transcurrido más de 30 años de la última dictadura cívico-militar, el Poder
40 Causas iniciadas son aquellas que se registran por primera vez, que dan lugar a la asignación de un
número y caratula de expediente. En cambio, el ingreso de casos puede responder a cualquier moti-
vo, y se trata de causas que ya han sido iniciadas e ingresan, por ejemplo, por apelación o control
jurisdiccional.
41 En el mismo sentido se encuentran las “subrogancias” de los jueces penales de menores respecto a

causas ajenas al fuero, que no se encuentran registradas en los sistemas informáticos, por lo tanto la
especialidad propia del fuero tampoco sería posible de mesura. Esta problemática se advirtió espe-
cialmente en los JPM departamentales.
42 Sin embargo, este tipo de acuerdos o resoluciones si ha sido posible observar en otras áreas geo-

gráficas: Neuquén Acuerdo Nº 4736; Chubut Acuerdo Plenario Nro. 3754/08, Acuerdo Plenario
Nro. 3874 /2010, Resoluciones Administrativas N° 2781/05-SIJ, N° 1227/03 S.A., N° 926/2014 y
N° 1680/04 S.A.; Córdoba Acuerdo Reglamentario N° 487 (27/04/1999), Acuerdo N° 93 (27-03-
2009); Buenos Aires Resolución N°10/10 (14/04/2010), Acuerdo N° 3362, Resolución de Presiden-
cia Nº 15/09, Reglamento del Registro de Procesos del Niño (RPN) 22/12/2008, entre otros.
Judicial de Mendoza no ha democratizado áreas fundamentales de toda organización 134
estatal, tal como pudo observarse en las aún vigentes acordadas
“dinosaurios” (García, 1983: 7) de la Oficina de Inspección Judicial (1967) y de Es-
tadística (1978), que ponen en evidencia que la producción de información no ha
estado entre las preocupaciones centrales de la organización institucional.

...no es posible conocer la cantidad de jóvenes cooptados por


el sistema de justicia penal, privados de la libertad, bajo
medidas alternativas, tipo y prolongación, y demás
indicadores. Menos aún, para preocupación de la agencia
judicial, ni siquiera es posible saber de manera
“aproximada” cuántas causas han sido creadas, resueltas y
cuántas se encuentran en trámite.

Si bien no es conveniente realizar generalizaciones, evitando caer en un error de in-


ferencia sea por la metodología de estudio de caso y escasa representatividad de la
muestra de causas que ingresan al Poder Judicial, al menos es posible poner en duda
la Tasa de Litigiosidad. Existen otros elementos que sí permiten ir más allá del Fue-
ro Penal Juvenil, tal como la investigación documental (acordadas, formularios y
manual informático) y empírica (trabajo de campo), siendo necesario profundizar
sobre este indicador en futuras investigaciones.
En cuanto al marco de referencia, es relevante que la organización de la justicia pro-
vincial pueda estar a la altura de los requerimientos de organismos internacionales
en cuanto a la producción de sus datos. De este modo, serían conveniente la ade-
cuación de los FRD, la captación del dato en los diversos fueros provinciales con-
forme a los indicadores establecidos de manera global, contribuyendo de este modo
a la integración nacional, regional e internacional.
Una cuestión para destacar es la relación-articulación entre informática, inspección,
estadística y construcción de datos precisos y fiables, en cuanto a: sistema informáti-
cos no uniformes y desactualizados, adecuación del manual informático, definición
y categorización específicas del fuero en estudio, ausencia de reglamentación de
usos de sistemas y de auditorías informáticas para garantizar una mayor calidad del
dato. Ahora bien, no pueden colocarse estas deficiencias en cabeza de informáticos,
estadísticos, jueces, ni menos aún de Jefes de Mesa de entradas, cuando estamos
hablando de decisiones políticas.
“El mundo prometido a Juanito Laguna” (Berni, 1962) en los tratados internaciona-
les no es posible reflejarlo en datos, información fiable y fehaciente. A veinte años
del anclaje del paradigma de protección integral (Ley N°6.354), no pueden estable-
cerse las dimensiones del impacto del giro paradigmático, como así tampoco realizar
una evaluación de las políticas sociales sobre bases empíricas, aportes indispensables
para un debate sólido sobre la reforma penal juvenil y la baja de edad de punibilidad.
En fin, nada nuevo bajo el sol.
135 Bibliografía
 Aguilar, S. y Barroso, J. (2015). La Triangulación de Datos como Estrategia en Investiga-
ción Educativa, Píxel-Bit. Revista de Medios y Educación. Nº 47 Julio 2015. Disponible
en http://dx.doi.org/10.12795/pixelbit.2015.i47.05
 Berni, A. (1962). El Mundo prometido a Juanito Laguna [Pintura]. Bélgica, Museo de
Ostende.
 Cantor, G. (2002). “La Triangulación Metodológica en Ciencias Sociales. Reflexiones a
partir de un trabajo de investigación empírica”. Revista de Epistemología de Ciencias
Sociales http://www.moebio.uchile.cl/13/cantor.htm
 Carranza, E.; Maxera, R.; ILANUD, (2005). “Los sistemas de justicia penal juvenil en
América Latina. Análisis comparado”. México: UNAM.
 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, (2011). Justicia Juvenil y Derechos
Humanos en las Américas. Elaborado a instancias de la Relatoría de sobre los Derechos
de la Niñez.
 Comité de los Derechos del Niño, (2007). Observación General N° 10 Los derechos del
niño en la justicia de menores. Naciones Unidas.
 Daroqui, A., (et. Alt.) (2012). Sujeto de castigos. Hacia una sociología de la penalidad
juvenil, coordinado por Alcira Daroqui, Ana Laura López, Roberto Cipriano García Ho-
mo Sapiens Ediciones, Argentina.
 Donolo, D.S., (2009). Triangulación: Procedimiento incorporado a nuevas metodologías
de investigación. Revista Digital Universitaria, 10 (8). Recuperado de:
http://www.revista.unam.mx/vol.10/num8/art53/art53.pdf
 García, C. (1983). Los dinosaurios. En Clics Modernos [CD]. New York, EU.: Electric
Lady Studios.
 Garland, D., (2005), La cultura del Control. Delito y Orden social en las sociedades con-
temporáneas, traducción Máximo Sozzo, Barcelona España: Ed. Gedisea.
 Guemureman, S. (2012). Las estadísticas judiciales, los miedos y los mitos. Una pincela-
da del funcionamiento de la justicia penal de menores en Argentina, Revista Derecho y
Ciencias Sociales. Abril 2012. Nº6 (Acceso a la Justicia). Pgs.109 -138 ISNN 1852-2971
Instituto de Cultura Jurídica y Maestría en Sociología Jurídica. FCJ y S. UNLP.
 Ju.Fe.Jus (2008/2015), Indicadores provinciales, Recuperado de
http://www.jufejus.org.ar/index.php/2013-04-29-21-18-
54/estadisticas/publicaciones/indicadores-provinciales
 Marqhisio, A. (2004). La duración del proceso penal en la república Argentina. A diez
años de la implementación del juicio oral y público en el sistema federal argentino. Kon-
rad-Adenauer-Stiftung A.C. Montevideo. Uruguay.
 Martínez Carazo, P. C., (2006) El método de estudio de caso: estrategia metodológica de
la investigación científica. Pensamiento & Gestión, recuperado de:
<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=64602005>
 ONU (2004), Manual para la elaboración de estadísticas, Departamento de Asuntos
Económicos y Sociales, Nueva York, EU.: Naciones Unidas.
 Otamendi, M.A. y Otero, M. P. (2007). Valoraciones sobre seguridad y tenencia de ar- 136
mas de fuego en Buenos Aires: Un estudio con grupo focales. En Sautu, R., & Freidin,
B. (Ed.), Práctica de la investigación cuantitativa y cualitativa: articulación entre la teoría,
los métodos y las técnicas (pp. 335-368). Buenos Aires, Argentina: Lumiere. (pp. 335-
368).
 Pastor, S. (2005). Cifrar y descifrar. Manual para generar, recopilar, difundir y homologar
estadísticas e indicadores judiciales, Vol. I. Chile: Centro de Estudios de Justicia de las
Américas (CEJA). Recuperado de
http://biblioteca.cejamericas.org/bitstream/handle/2015/3842/ceja-cifrar1-
esp.pdf?sequence=1&isAllowed=y consultado el 09/05/2018.
 UNECE Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (2009) Cómo hacer
comprensibles los datos. Parte 1. Una guía para escribir sobre números, Nueva York y
Ginebra Recuperado de
https://www.unece.org/fileadmin/DAM/stats/documents/writing/MDM_Part1_Span
ish.pdf
 UNICEF (2008) Manual para cuantificar los indicadores de la justicia de menores. Na-
ciones Unidas: New York.
137

La protesta Suplemento Semanal 6


13 de febrero de 1922
Avances de investigación
El gobierno policial de la pobreza urbana en la Ciudad de
Buenos Aires: algunas aproximaciones para construir un
problema de investigación.
Ornela Calcagno – Licenciada en Sociología y Maestranda en Investigación en Ciencias Sociales . Facultad de
Ciencias Sociales UBA. – ornelacalcagno@hotmail.com

Resumen 138
En este artículo proponemos presentar un problema de investigación
que versa sobre el gobierno policial de la población marginal que habita-y-
circula el espacio urbano en la Ciudad de Buenos Aires. En primer lugar,
desarrollamos las dimensiones teóricas e históricas que muestran que –
desde su emergencia y a través del tiempo– el gobierno policial se en-
cuentra ligado al orden de la ciudad y las poblaciones (Foucault, 2016;
Castel, 2009; Neocleous, 2010). A partir de los conceptos de “espacio
relacional” (Harvery, 2014) y “gubernamentalidad” (Foucault, 2016), re-
ferimos al “policiamiento” en la fabricación del orden social capitalista,
así como también en la génesis de la Ciudad de Buenos Aires. En segun-
do lugar, presentamos algunos supuestos y registros empíricos para pro-
blematizar acerca de las especificidades que asume la relación policía y
pobreza urbana en el presente. Reflexionamos sobre la marginalidad so-
cial y el “policiamiento” en el contexto actual, en relación con el incre-
mento del encarcelamiento de aquellas personas que desarrollan su
tiempo vital en las calles, plazas, u otros espacios urbanos. De esta ma-
nera, se busca reconstruir la imagen provisoria de aquella cosa que se
quiere estudiar (Becker, 2014), lo cual se cuestionará y transformará en
el proceso de investigación.
Palabras clave: Policía, Gobierno, Espacio Urbano, Pobreza
Abstract
In this article we propose to present a research problem that is about the police government of the
marginal population that inhabits-and-circulates the urban space in the City of Buenos Aires. On the one
hand, we develop the theoretical and historical dimensions which show that –since their emergence
and over time– the police government is linked to the city and populations order (Foucault, 2016,
Castel, 2009, Neocleous, 2010). Using the concepts of “relational space” (Harvey, 2014) and
“governmentality” (Foucault, 2016), we refer to the “policing” in the fabrication of the capitalist
social order, as well as in the genesis of the City of Buenos Aires. On the other hand, we present
some assumptions and empirical records to problematize the specific characteristics of the relations-
hip between police and urban poverty in the present. We reflect on social marginality and “policing”
in the current context related to the increase on imprisonment of those who develop their vital time
in the streets, squares, or other urban spaces. In this way, we seek to reconstruct the “provisional
image” of what we want to study (Becker, 2014), what will be questioned and transformed in the
research process.
Key words: Police, Government, Urban Space, Poverty
139 Introducción
Desde su emergencia, el concepto de policía aparece ligado a una batería amplia y
difusa de prácticas que –a través del tiempo y en diversas espacialidades– se expan-
den, fragmentan, restringen y reedifican en clave de la administración de aglomera-
dos, movimientos y circulación de poblaciones. Este supuesto es reconstruido a par-
tir de la lectura de conocidos trabajos que abordan la temática 1, resultando una guía
para reflexionar sobre algunos emergentes de los relevamientos que realicé como
integrante del Registro Nacional de Casos de Tortura (RNCT). Este cruce entre
abordajes analíticos y material empírico me permitió delinear un problema de inves-
tigación2 acerca del despliegue policial en la Ciudad de Buenos Aires y la gestión de
la población comúnmente nombrada como “en situación de calle”3.
Algunos trabajos contemporáneos4 en el campo de indagación de lo policial parten
de una –supuesta– actitud de “des-prejuicio” y “anti-indignidad” para privilegiar la
mirada del “nativo” como garantía de neutralidad valorativa y rigurosidad científica.
En contraposición, siguiendo a Ruth Sautú (2010), sostengo que los datos hablan el
lenguaje de la teoría, de manera que reconstruir y exponer los supuestos teóricos
constituyen tareas esenciales en la producción de conocimiento. En esta misma lí-
nea, considero fundamental desandar los procesos históricos y antecedentes empíri-
cos inmediatos que contribuyen a formular una imagen provisoria de aquella cosa
que se quiere estudiar, y sobre la que se avanzará en su producción y refinamiento
(Becker, 2014)5. Este ejercicio reflexivo resulta propicio en vistas al intercambio y
disputa de sentidos en la construcción de un problema de investigación, asumiendo
el esfuerzo y el compromiso de rigor en la continuación del proceso investigativo.
Es por todo ello que en el presente trabajo me propongo desarrollar las principales
dimensiones teóricas e históricas que permiten aprehender la relación entre policía y
pobreza urbana, para luego problematizar acerca de este vínculo en el contexto ac-
tual. En el primer apartado se muestra la mencionada relación histórica, dando
cuenta de las características que asume el policiamiento en la fabricación de un nue-
vo orden social, para luego hacer referencia a este proceso en la génesis de la Ciudad

1 Me interesa subrayar que no estoy partiendo de una definición meramente abstracta ni restringida a
una teoría, sino que retomo elementos problematizados en base al análisis de documentos en los
trabajos de Michel Foucault, Robert Castel y Mark Neocleous.
2 Este planteo problemático es producto del trabajo colectivo coordinado por Alcira Daroqui, y en

especial de los intercambios en el grupo de lectura sobre “la cuestión policial” realizado en el año
2016 junto a María Jimena Andersen, Florencia Tellería y Sofia Conti. También reconoce los aportes
y discusiones con Carlos Motto y Ana Laura López en la materia “Dispositivos de gobierno de la
pobreza” (Carrera de Sociología, FCS, UBA). Agradezco a este grupo las lecturas y comentarios so-
bre una primera versión de este trabajo.
3 Sobre esta categoría volveré en el segundo apartado.

4 En relación con estos trabajos y la postura tomada por quien escribe, ver: Andersen, M. J. (et al)

“Desafíos en la investigación de las agencias de control social penal. Un abordaje sobre la cuestión
policial”, mayo de 2017, Terceras Jornadas de Sociología, FCPyS-UNCuyo - Pre-ALAS Mendoza.
5 Si bien reconozco las dificultades que puede acarrear a la investigación anclar en un imaginario

científico, una teoría y una historia, sin desafíos, también al igual que Becker (2014: 35) sostengo que
“[s]in un conocimiento basado en la experiencia de primera mano para corregir nuestro imaginario,
no sólo no sabremos a donde buscar material interesante, tampoco reconoceremos aquello que no es
necesario investigar a fondo ni probar” (Becker, 2014: 35).
de Buenos Aires (CABA). En el segundo apartado se presentan algunos aspectos 140
que confluyen en esta relación histórica para el presente, a los fines de construir un
nuevo problema acerca del gobierno policial de las personas que –sin trabajo formal
y sin domicilio fijo– habitan circulando el espacio urbano en la CABA. Por tanto,
esta revisión bibliográfica y relectura de relevamientos previos no busca más que
delinear interrogantes acerca de las especificidades que cobra el gobierno policial,
sugiriendo que se trata de un proceso de reedición punitivista de la “limpieza urba-
na” de los “desechos sociales”, y su producción como “delincuencia paria” que tien-
de a ocupar cada vez más plazas en las cárceles.

Policiar y urbanizar como gobierno de la pobreza


Las lecturas en vistas a la construcción de problemas en el campo de indagación de
lo policial pusieron en evidencia que “ciudad” y “policía” se referencian histórica-
mente entre sí. Como señala Harvey: “las formas espaciales (…) „contienen‟ proce-
sos sociales en la misma medida en que los procesos sociales son espaciales” (2014:
3). Así, entiendo que el espacio urbano en su carácter relacional “contiene” un con-
junto de actividades y movimientos que lo configuran, a partir de lo cual emergen
particulares formas de intervención y regulación sobre el mismo. Esto último ad-
quiere modalidades novedosas conforme se reconfigura la “cuestión social” (Castel,
2009), en cuanto a los usos y los obstáculos, la aglomeración y las fluctuaciones de
la materialidad urbana. En y por ella las mercaderías se intercambian, la vecindad se
comunica, las miasmas se transmiten, pero también posibilita el despliegue de un
conjunto de mecanismos policiales que observan, calculan, regulan esta masa en
movimiento.
En efecto, la ligazón entre las mencionadas nociones invita a revisitar aquella otra
que –entiendo– las atraviesa: el “gobierno” sobre los demás. Retomando a Foucault
(2016), esta conceptualización permite salir de la noción de Estado y, en este senti-
do, de la definición ahistórica e institucional que prevalece acerca de la “policía”.
Una indagación que parte del exterior y de forma global admite mostrar lo que la
institución estatal densifica, sin perder de vista sus inicios, sus técnicas, sus efectos.
Por lo tanto, al descentrar la policía de sus funciones y objeto asociados al cumpli-
miento de la ley y la prevención del delito, no circunscribo la mirada en los actores
estatales y en las políticas públicas. Antes bien, interesa resituar este entramado poli-
cía-seguridad en términos de “gubernamentalidad”, atendiendo a sus condiciones de
emergencia, sus reconfiguraciones estratégicas y sus prácticas efectivas. Y es en este
develamiento que la dimensión espacial cobra relevancia, no como mero escenario
ni como foco de la gestión sino como elemento integrante en el ejercicio de go-
bierno policial sobre las poblaciones.

La emergencia del policiamiento en la fabricación


de un nuevo orden social
La propuesta de abordaje sobre la relación histórica entre ciudad y policía retorna a
la Edad Media tardía. Por entonces, la complejización de la economía y la creciente
141 interdependencia social engendraron desajustes en las formas de sociabilidad y en la
reproducción de la existencia que, paulatinamente, se tradujeron en formas específi-
cas de ejercicio de la dominación. El contexto de disputas entre sectores de la aristo-
cracia (Elías, 1987) y de luchas anti-feudales (Federici, 2015) forzó una mayor con-
centración de tierras, la acumulación de excedentes de producción y el afianzamien-
to de centros comerciales urbanos. Estos movimientos en territorio europeo confi-
guraron una división social creciente que desplazó del campo a la ciudad el proble-
ma de la pobreza, es decir la aglomeración de aquellas personas “libres” que debían
vender su fuerza de trabajo para sobrevivir (Marx, 2004). Sin embargo, la exclusión
de los medios de subsistencia desembocó en una considerable población flotante
que las estructuras fijas de la organización del trabajo y del socorro no pudieron ab-
sorber (Geremek, 1998).
La crisis de acumulación y el creciente conflicto social que caracterizaron al siglo
XV6 conllevaron a un proceso de centralización de los medios financieros y milita-
res, hecho que traccionó el cercamiento de la tierra y la expansión colonial. En ade-
lante, los “excesos de población” fueron foco de una “legislación sanguina-
ria” (Marx, 2004) y una “cacería y demonización” (Federici, 2015) que incluyeron
una extendida e intensiva flagelación sobre los cuerpos7. La consecuente depauperi-
zación y desafiliación de una gran masa de mujeres y varones dio lugar a la emergen-
cia de nuevas categorías e instituciones. La miseria que circulaba por la ciudad, per-
sonificada en los “vagabundos” y las “prostitutas” que no se adaptaban al “nuevo
estado de las cosas”, fue concebida como causa de desorden8. En efecto, “de una
experiencia religiosa que la santifica, (…) [la miseria] pasa a una concepción moral
que la condena” (Foucault, 1993: 95). Las observancias eclesiásticas y vigilancias
municipales incorporaron formas de domesticación de la fuerza de trabajo conde-
nando la “mala vida” y el delito contra la propiedad, así como también medios de
control de la reproducción de mano de obra convirtiendo la sexualidad femenina en
trabajo. Este conjunto de medidas se fue secularizando y centralizando como méto-
do de supervisión de la pobreza urbana (Geremek, 1998).
Hacia los siglos XVI y XVII, junto al dispositivo diplomático-militar, se cimentó
una nueva técnica de gobierno, cobrando relevancia como tarea del Estado al inte-
rior de las ciudades. Policiar implicó, entonces, llevar a cabo “el conjunto de las me-
didas que hacen el trabajo a la vez posible y necesario para todos aquellos que no
podrían vivir sin él” (Foucault, 1993: 101). De modo similar, los teóricos y promo-
tores de la organización de la policía9 destacaron dos actividades que buscaban man-
6 “(…) para una parte del campesinado de Europa occidental, y para los trabajadores urbanos, el siglo
XV fue una época de poder sin precedentes. No sólo la escasez de trabajo les dio poder de decisión,
sino que el espectáculo de empleadores compitiendo por sus servicios reforzó su propia valoración y
borró siglos de degradación y sumisión” (Federici, 2015: 89).
7 Resulta ilustrativa la legislación inglesa de 1530 –citada por Marx–, en la que se indica que “[a los

vagabundos vigorosos] se los debe atar a la parte trasera de un carro y azotar hasta que la sangre
mane del cuerpo; luego han de prestar juramento de regresar a su lugar de nacimiento (…) y de
„ponerse a trabajar‟” (Marx, 2004: 919).
8 “[La] construcción de un paradigma negativo del vagabundo era un discurso del poder. (…) fue en

primer lugar obra de los encargados del manejo social de esas poblaciones, y que constituyó el instru-
mento de esa gestión” (Castel, 2009: 86).
9 Entre ellos, resaltan las figuras de Patrick Colquhoun en Inglaterra y Nicolas Delamare en Francia

referidas en Foucault (2006) y Neocleous (2010).


tener el orden de la ciudad: unas caracterizadas como “inmovilizantes”, que torna- 142
ran inofensivos los elementos de desorden, y otras como “movilizantes”, que vol-
vieran esos elementos una fuerza activa (Neocleous, 2010). De esta manera, no solo
se buscaba proteger la propiedad y las mercaderías, sino –sobre todo– evitar que la
clase trabajadora activa se transforme en pobres ociosos y delincuentes. En este sen-
tido es que incluye una variedad de tareas, tales como registrar la extensión del terri-
torio y de ciudadanos, las profesiones y modos de vida elegidos, asignar trabajos o
subvenciones, controlar la circulación de mercancías, y limpiar las suciedades en el
espacio urbano.
Si bien en sus inicios, los hospitales, las casas de caridad, los comisarios se ocupaban
todos de la masa social empobrecida, sus tareas se fueron especificando sobre la
base de clasificaciones e intervenciones diferenciadas respecto de cada conjunto de
individuos. Como sostiene Neocleous (2010: 170), “no se trata de que la policía ha-
ya quedado reducida a la prevención y la detección del delito, sino de que la labor de
la policía se delegó a otras entidades administrativas dedicadas a ordenar la vida de
los ciudadanos”. En efecto, se consolidó una red de instituciones y saberes para la
administración de la vida en clave de normalización (Foucault, 2016). Esto supuso la
diversificación del control y corrección sobre el uso del tiempo y los cuerpos de los
trabajadores o, dicho de otro modo, la intensificación del grado de explotación con
medios policíacos para acelerar la acumulación de capital (Marx, 2004). Al mismo
tiempo, se extendieron un conjunto de políticas de prevención y disuasión sobre
quienes se desviaban de las normas. Así, como respuesta al aumento de la población
flotante y del aparato de producción y la necesidad de ajustar su correlación, la orga-
nización policial admitió una generalización disciplinaria alcanzando la dimensión de
Estado y consolidando una sociedad de la vigilancia (Foucault, 2002).
Durante el siglo XX, la administración policial de las ciudades permaneció subordi-
nada a los avatares de “la era de los extremos” (Hobsbawn, 2001) que finalmente
condujo a extremos de riqueza y pobreza. Mientras que en la primera parte del siglo
la pobreza se velaba detrás de la generalización de las protecciones sociales 10, la se-
gunda vio una transición de la gestión social hacia el tratamiento penal de los desór-
denes provocados por la fragmentación del trabajo asalariado (Waqcuant, 2009). En

Durante el siglo XX, la administración policial de las


ciudades permaneció subordinada a los avatares de “la era
de los extremos” que finalmente condujo a extremos de
riqueza y pobreza. Mientras que en la primera parte del siglo
la pobreza se velaba detrás de la generalización de las
protecciones sociales, la segunda vio una transición de la
gestión social hacia el tratamiento penal de los desórdenes
provocados por la fragmentación del trabajo asalariado
10No se desarrolla con exhaustividad este período en tanto la lucha política, y la lucha armada en
particular, nuclearon la mayoría de las producciones en Ciencias Sociales que hacen referencia a la
policía.
143 este marco es que emerge un “nuevo orden interior” (Foucault, 1991) en el que se
tratará de “organizar la circulación, suprimir los aspectos riesgosos, distinguir entre
la buena y la mala circulación, maximizar la primera y reducir la segunda” (Foucault,
2016: 38). Ello implica la producción de conocimiento sobre la ciudad y sus proble-
mas –para lo cual intervienen de forma interrelacional el campo burocrático, acadé-
mico y mediático, con el objetivo declarado de “mantener estándares mínimos de
desorden y criminalidad” (Waqcuant, 2009).

El despliegue policial en la génesis de Buenos Aires


Es posible trazar ciertos vectores entre la administración de la ciudad en Europa y
las modalidades adoptadas en los territorios colonizados11. Con la ocupación de tie-
rras y el saqueo -en lo que hoy conocemos como América- se trasladó el estatus so-
cial y jurídico de “pobre” sobre los pueblos despojados (Moreno, 2012). El trabajo
forzado y esclavización en hacendados y minas no reconoció el afán de la reproduc-
ción de la mano de obra hasta el colapso demográfico, cobrando importancia en el
Río de la Plata con el desarrollo de la economía de estancias y del mercado urbano.
Por entonces, los vecinos12 eran los responsables de ejercer control sobre la produc-
ción y la propiedad contra un sector de pobladores que transitaban la campaña, lo
cual no solo tenía por fin proveerse de trabajadores sino imponer un orden 13. Si
bien existían múltiples normativas para el control del “vagabundo” en la campaña,
se reconocía su extensión sobre todo en la ciudad, centro de poder económico, polí-
tico y social de la Monarquía (Casagrande, 2014)14. En esta clave, el cabildo acogió
múltiples funciones de policía, en el sentido de técnica de gobierno, incluyendo el
tráfico, la basura, la iluminación, la salubridad, la infraestructura urbana y ornato
(Barreneche y Galeano, 2008).
Sobre todo, es en el contexto revolucionario que la administración policial cobra un
lugar fundamental en la génesis de un nuevo orden social y espacial. En el año 1812
las tareas de limpieza y ordenamiento urbano fueron reglamentadas en la Intenden-
cia de Policía (Vaccaroni, 2015), marco en el cual se recurría al confinamiento de
quienes revestían “calidad de vagos” como “una ventaja para la sociedad y el buen
orden de la policía”15. En los años posteriores a la Independencia una serie de de-
cretos establecieron como tarea de la Policía “apoderarse de los vagos” que no con-
11 No pretendo aquí entrar en una discusión sobre las divergencias en los procesos históricos y socia-
les a ambos lados; por eso, retomo textos que –aunque desde distintos enfoques– permiten señalar
lineamientos en cuanto a la problematización que me interesa reconstruir.
12 Como destaca Fradkin (2009) la condición de vecino presuponía la condición de propietario, lo que

simbolizaba arraigo local, frente a una población de campaña caracterizada por una extrema movili-
dad y por su origen migrante.
13 La justicia colonial en el Río de la Plata imputaba cargos discrecionales como el de “perjudicial para

el vecindario”, “malentretenido”, “irreligioso”, produciendo de ese modo “ilegalidad” asociada a cier-


ta clase o condición social que explotara la riqueza de la región, siendo los propietarios quienes se
proponían e incidían en el poder metropolitano (Martínez Dougnac, 1996).
14 Al analizar normativas y narrativas sobre la vagancia en el período previo a la Revolución de 1810,

Casagrande señala: “un recurso de buen gobierno era evitar la existencia de vagabundos en la ciudad
o en la campaña para romper con la extensión de las prácticas a otros sujetos inocentes que se veían
inspirados a vivir de la haraganería” (2014: 41).
15 Así lo expresaba San Martín al proponer el “establecimiento de una Casa en donde se recojan a las

mujeres escandalosas o que su conducta antisocial les haga acreedoras a alguna represión”.
taran con trabajo ni domicilio fijo16. El “servicio de Armas” se consolidó como el 144
principal castigo de los varones en estas condiciones, en tanto --como sugiere Salva-
tore (1992)- el problema era la indisciplina social. El reclutamiento, aunque generó
una mayor resistencia al sedentarismo y el trabajo, solidificó la dicotomía social.
Nuevamente, frente a los “propietarios” se prefiguraron los “vagos”, categoría aso-
ciada en este marco a los desertores del Ejército que se desplazaban por la campaña
y allegaban a la ciudad sobreviviendo del pillaje. Es en este contexto que se diversifi-
caron los discursos que hacían hincapié en la regulación y control de los flujos de
poblaciones y mercaderías como camino hacia la civilización17.
Esta perspectiva tomo aún mayor relevancia a mediados del siglo XIX, cuando las
epidemias se diseminaron en Buenos Aires dando lugar a la extensión de la discipli-
na de la higiene, clave del proyecto modernizador del Estado Nación argentino
(Salessi, 1996). Dos acontecimientos ocurridos en la segunda mitad del siglo XIX
resultan relevantes por cuanto avanzaron hacia una administración de la ciudad en
términos de “orden público”. Por un lado, la creación en 1858 del Asilo de Mendi-
gos como respuesta a las inquietudes de un grupo filantrópico que veía como pro-
blemática la ausencia de lugares apropiados para alojar a decenas de individuos en
las calles, siendo hasta entonces colocados en comisarías por cortos períodos. Esto
implicaba una nueva clasificación y regulación sobre las personas que circulaban en
la ciudad, cuyo reglamento disponía “ejercer una rígida disciplina, el control de los
internos, y en los casos en que las enfermedades no lo impidieran, a recuperarlos
para el trabajo” (Moreno, 2012: 34).
Por otro lado, diez años después se ejecutó la reforma policial que implicaba una
progresiva reconfiguración de sus funciones, al tiempo que se consolidaba una orga-
nización municipal y judicial, independientes. Así, tareas como el control sanitario,
familia y minoridad, y ordenamiento edilicio fueron absorbidas por nuevas estructu-
ras burocráticas (Barreneche y Galeano, 2008). De este nuevo complejo institucional
es subsidiario el replanteo higienista en clave de “defensa social”, que primero iden-
tificó bacteria y microbio con inmigrante extranjero, y luego a éstos con la pobla-
ción de “delincuentes” que debían ser controlados o reformados (Salessi, 1996). En
adelante, una serie de herramientas de control pre-delictual permearon las prácticas

De este nuevo complejo institucional es subsidiario el


replanteo higienista en clave de “defensa social”, que
primero identificó bacteria y microbio con inmigrante
extranjero, y luego a éstos con la población de
“delincuentes” que debían ser controlados o reformados.

16 ElResulta ilustrativa la siguiente cita de un Juzgado de Paz: “El Alcayde de la cárcel pública recibirá
en ella a la disposición del S. Juez de 1ra. Inst. D. D. Roque S. de la Peña al moreno libre Francisco
Vicente por no tener alistamiento ni ocupación fija, y ser acusado de ratero (…) Buenos Ayres febrero
10 de 1824”.
17 La “naturaleza salvaje”, dirá Sarmiento (2006), “es incompatible con las exigencias de la propiedad,
de la ley y de la civilización”.
145 policiales ejerciendo la vigilancia y secuestro –en palabras de Francisco De Veyga18–
de los “desechos humanos” (Sozzo, 2008).
Hacia la primera parte del siglo XX, la Ciudad de Buenos Aires sufrió una expan-
sión geográfica y poblacional, cuya consecuente complejización resulta crucial para
la policía, que ira articulando su lógica “ordenadora” en dos polos espaciales: el cen-
tro congestionado de la ciudad y los bordes jurisdiccionales que la separan de la pro-
vincia (Caimari, 2012). Los cambios en los usos de la ciudad, las nuevas formas de
movilidad y los modos de transgresión novedosos, habilitaron distintas maneras de
ocupación y desplazamiento policial por el centro y la periferia urbana, siguiendo de
cerca las transformaciones en la organización y la violencia política. Por lo tanto,
como sugiere Caimari, “la mirada sobre formas singulares del desorden como el de-
lito o la protesta política va dejando paso a la pregunta más general sobre la cons-
trucción de un orden callejero, y de un orden social” (2012: 15). Es este el recorrido
de preguntas y observaciones que se irá realizando en vistas a conocer las especifici-
dades del despliegue policial en la Ciudad de Buenos Aires, en un período en el que
el sistema penal se constituye en operador e instrumento fundamental de las políti-
cas de orden a través de su fortalecimiento y expansión (Daroqui, 2009).

Es este el recorrido de preguntas y observaciones que se irá


realizando en vistas a conocer las especificidades del
despliegue policial en la Ciudad de Buenos Aires, en un
período en el que el sistema penal se constituye en operador
e instrumento fundamental de las políticas de orden a través
de su fortalecimiento y expansión.

Gestionar los “desechos sociales” en la Ciudad


de Buenos Aires
Diversos trabajos en el campo de las ciencias sociales hacen hincapié en la relevan-
cia que (re)cobra la administración policial de la ciudad en Estados Unidos y en paí-
ses de Europa hacia finales del siglo XX19. De la lectura de estos surge que las medi-
das de los gobiernos se centran en un discurso vinculado a la “seguridad” preconce-
bida como delictual y no, como otrora, en términos de “seguridad social” (Daroqui,
2003). En línea con ello, se suceden reformas e intervenciones que expanden el po-
der policial en cuanto a la cantidad de agentes como respecto de las competencias
en el espacio urbano. Se asiste, así, a una (re)aparición de discursos que combinan
las categorías de “orden” y “vecindad” y (re)establecen aquellos elementos conside-
rados productores de amenaza: la suciedad, el tumulto, la mendicidad, la indigencia.
Por lo tanto, se podría ver aquí una continuidad respecto de los discursos del poder
18 Quien era director del “Depósito de Contraventores” de la Policía de la Capital Federal, creado a
fines del siglo XIX se desempeñó –según su director– como una “clínica de tránsito” previo a la re-
clusión de aquellas personas consideradas “incorregibles” en el Hospital Nacional de Alienados.
19 Destaco sobre todo a Loic Waqcuant, Alessandro De Giorgi y Didier Fassin.
a través de la historia en cuanto a la gestión policial de la ciudad. ¿Qué hay de nove- 146
doso, entonces, en el marco de la “nueva cuestión social”?

La marginalidad y el policiamiento
como supuestos en la construcción del problema
Dos supuestos resultan significativos al observar las transformaciones contemporá-
neas en la Ciudad de Buenos Aires. Por un lado, se observa la perennidad de la margi-
nalidad social. Conforme se desarrolla en reconocidas investigaciones (Salvia, 2011),
durante las últimas décadas en Argentina el “núcleo duro de la marginalidad” per-
manece inalterado –incluso en épocas de crecimiento– a raíz del aumento de la po-
breza y la indigencia vinculado a la informalidad laboral y la desigualdad económica
ampliada. Esta nueva matriz social caracterizada por una fuerte polarización se ex-
presa en las formas de ocupación del espacio urbano, siendo uno de efectos más
notorios en la Ciudad de Buenos Aires el incremento de personas que habitan las
calles, sobre todo a partir del año 1997 (Boy, 2010)20. Este fenómeno implicó un
aumento de los flujos y contactos entre grupos sociales desiguales más allá de las
zonas “relegadas”, atravesando los barrios “abiertos” (Cosacov y Perelman, 2011).
Es en este marco que la ordenación de la ciudad se resignifica, constituyendo a esta
población en foco de acción gubernamental desde las áreas del Estado nominadas
“sociales”, aunque fueron tomando un rol significativo aquellas asociadas a la admi-
nistración, higiene y control del “espacio urbano”. Resulta paradigmático el caso de
la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) que, con el objetivo declarado de
“restaurar el espacio urbano”, levantó de las calles a las personas que habitaban pla-
zas, veredas, etc., tarea que –lejos de extinguirse21– fue readaptaba en nuevos proce-
dimientos inter-área que involucran al Programa Buenos Aires Presente (BAP), Hi-
giene Urbana y la Policía22.
Por otro lado, se destaca la extensión del policiamiento urbano. Al menos desde los años
‟90, en la agenda de los tres poderes del Estado argentino abundan las
“estimaciones”23 de los costos sociales y económicos de la criminalidad. Sobre esa
20 Sibien la Secretaria de Fortalecimiento Familiar y Comunitario de la Ciudad de Buenos Aires, a
través de su Programa Buenos Aires Presente, mide la cantidad de población que habita las calles de la
ciudad, los números publicados resultan evidentemente irrisorios. En el mes mayo de 2017, se llevó a
cabo un “censo” desde el Ministerio Público de la Defensa de la CABA y organizaciones no guberna-
mentales que consigna un total de 4.394 (frente a las 1.066 contabilizadas por el GCABA). Ambas
fuentes son consideradas un subregistro teniendo en cuenta el carácter fluctuante de esta población,
pudiendo alcanzar una medición meramente aproximada. Ver: Rosa, P. “¿Cuántos son, quiénes son,
los habitantes de la calle? Acercamientos a las cifras”, Scielo - Trabajo y Sociedad Nro. 21. Santiago
del Estero, diciembre 2013. Disponible online: www.scielo.org.ar
21 La UCEP fue disuelta en el año 2009 a raíz de las denuncias penales por su accionar violento en
relación con la población que habitaba las calles en la Ciudad. Los operativos de desalojo de personas
viviendo en la calle se registran al menos desde la primera gestión de Mauricio Macri en el gobierno
de la CABA, según estudia Auyero (2016), quien define a este tipo de accionar estatal como “patadas
clandestinas”.
22 Esta
información fue brindada por comisarios de la Policía Federal Argentina - Policía de la Ciudad
de Buenos Aires.
23 Las comillas buscan poner en tensión esta expresión ya que no existen –al menos públicamente–
diagnósticos y estudios rigurosos desde el Estado que fundamenten las medidas gubernamentales
llevadas adelante.
147 base, se habilita una creciente inflación legislativa y de mayor punición desde el po-
der legislativo, la extensión de dispositivos de vigilancia de tipo tecnológicos y hu-
manos en los principales centros urbanos desde el poder ejecutivo, y la captura y el
encierro bajo una modalidad exprés y reiterante desde el sistema penal 24. En este

...se habilita una creciente inflación legislativa y de mayor


punición desde el poder legislativo, la extensión de
dispositivos de vigilancia de tipo tecnológicos y humanos en
los principales centros urbanos desde el poder ejecutivo, y la
captura y el encierro bajo una modalidad exprés y reiterante
desde el sistema penal.

marco, en la Ciudad de Buenos Aires se registra una permanente reconfiguración en


la organización burocrática y operativa de la policía que, en términos efectivos, pro-
dujo un cambio cuantitativo y cualitativo en la gestión urbana. Con la creación de
cuerpos policiales locales se propone desplegar una modalidad de control pre-
delictual, prestando especial atención al espacio “comunal”25. Con relación a ello,
interesa destacar dos medidas en tanto implican formas de intervenir estos espacios:
la “presencia policial en la calle”26 y la “limpieza de las calles”. Así lo refirieron auto-
ridades de la Secretaría de Seguridad:

“Nosotros desperdiciábamos muchos policías. [con la reforma policial] en vez de tener ese tipo
[en la comisaría], lo tengo en la calle. [Pero] nosotros tenemos un plan integral. La seguridad
no es solo la represión policial, el operativo policial o la prevención policial. Se ataca desde
varias aristas: educación, la parte social, la parte ambiental… porque si vos llegas a un lu-
gar, ves basura, los árboles no están podados, y demás, eso a vos te provoca inseguridad” 27.

Es decir que, si bien se deslinda formalmente a la policía de tareas urbanas y socia-


les, en términos efectivos preexiste cierta conexión. El propósito de indagar acerca
las especificidades del gobierno de la policía en un contexto de marginalidad social
perenne y extensión policial urbana, implica recuperar esa conexión, observar sus
continuidades y aspectos novedosos.

24 Como parte de este proceso, se reconocen la creación de nuevos órganos del Estado como el Minis-
terio de Seguridad de la Nación en el año 2010 y la extensión de políticas públicas que implicaron la
ocupación del espacio urbano por más cuerpos policiales. También interesa mencionar la sanción de
la Ley de Flagrancia Nº27.272 en el año 2016, en tanto asegura una mayor captura y circulación por
espacios de encierro punitivo de quienes cometen delitos que se caracterizan por ser “insignificantes”
o de menor cuantía en términos del monto de la pena.
25 Fuente: Ley Nº5.688. Documento normativo disponible online en sitio web de la Policía de la Ciu-

dad: www.policiadelaciudad.gob.ar
26 “Al momento de la puesta en marcha [de la Policía de la Ciudad], la PFA cedió entre 19.500 y

21.000 agentes, de los cuales entre 15 y 16 mil se encontraban asignados a la Superintendencia de Se-
guridad Metropolitana. Los restantes provienen de diversas áreas de la PFA tales como la Guardia de
Infantería, la Guardia Montada, Bomberos” (Tellería, 2017).
27 Fuente: Registros de campo del Programa “Comisarías Abiertas” en el barrio de Flores, año 2017.
Las personas que habitan-y-circulan el espacio urbano: 148
foco del despliegue policial en la fabricación del orden en
la ciudad
En los trabajos de campo con el equipo del Registro Nacional de Casos de Tortura
(RNCT) en cárceles del Servicio Penitenciario Federal y comisarías de la Policía Fe-
deral Argentina y Policía Metropolitana –hoy unificada en la Policía de la Ciudad–
dilucidamos una tendencia que se sustenta en la información empírica relevada. La
misma refiere al contacto policial regular y focalizado respecto de las personas que
fueron referidas bajo el rótulo “en situación de calle”. Esta categoría se registra en
las políticas del gobierno de la Ciudad, al menos de los años 2000, siendo su antece-
sora inmediata “sin techo” o “homeless”. Ahora bien, de acuerdo con la descripción
de las formas de vida y ocupación del espacio urbano, elegimos construir una nueva
categoría que distingue a este grupo. Utilizaré “población que habita-y-circula el es-
pacio urbano”28 para referir a la franja extrema de los “supernumerarios” (Castel,
2006) que, de forma circunstancial o permanente, desarrollan su tiempo vital –la
alimentación y el pernocte, entre otros actos de sobrevivencia– en plazas, estaciones
de trenes, veredas, etc., destacando un modo de habitar la ciudad en perpetua circu-
lación, donde los posibles asentamientos en sitios concretos asumen carácter transi-
torio29. En este primer esbozo, dos aspectos resaltan a esta población y abren la po-
sibilidad de trazar cierto paralelismo con la figura que históricamente fue foco de
gestión policial: no tener domicilio ni trabajo fijo. De manera similar al
“vagabundo”, “si está fuera de la ley de los intercambios sociales, no puede esperar
misericordia, y debe ser combatido como un malhechor” (Castel, 2006: 77).
La mayoría de los comisarios de la Policía de la Ciudad entrevistados se refirieron a
las personas que clasifican con tales características como un “problema” en cuanto
al desorden urbano y a la comisión de ciertos delitos. Aunque –generalmente– ase-
veran que su accionar sobre las mismas está limitado al segundo punto problemático
(“lo delictual”), entiendo que ambos puntos habilitan formas diversas de contactos
con dicha población en el devenir cotidiano de las Comunas. Resultan ilustrativos
los siguientes relatos en referencia a las zonas de Constitución, Microcentro y Reco-
leta30:
“El gran problema, acompañado de los robos, [son] los indigentes. Son muy
pocos los que realmente, podemos decir, de buen vivir. Tenemos un hombre que para en la
Plaza San Martín y hace varios años, tiempo que está ahí. Bueno, eligió su forma de vivir,
porque por ahí podría estar en un parador que, de hecho, lo ha hecho. Pero hay muchos que
circulan, vienen y utilizan ciertos lugares para parar de noche y vigilar por ahí algún lugar
28 Con esta categoría se reemplazan y complejizan nociones de uso común que hacen hincapié en la
falta de vivienda o potencial ausencia de esta (los guiones intentan hacer hincapié en un estado de
continuo movimiento, en contraposición a su asentamiento en un sitio concreto).
29 Entre los años 2014 y 2017, en el marco del RNCT se entrevistó a un total de 54 detenidos/as que
se autoidentificaron como personas “de la calle” o “parias”, dando cuenta de un conjunto de dimen-
siones que han permitido reconstruir esta categoría.
30 Fuente:entrevistas a comisarios de la Policía de la Ciudad realizadas por el equipo del Registro Na-
cional de Casos de Tortura entre noviembre y diciembre del año 2017.
149 para después robar (…). Mientras no hagan nada que está contraviniendo a un tipo con
relación a un delito, o algo, pueden seguir estando. O se llama al BAP (…). Pero si enci-
ma estás en el barrio, tomás, jodés a las mujeres, es otra cosa, no estás cuidando, digamos,
tu lugar de trabajo (…) Porque el tema indigencia no es un tema policial. El tema resi-
duos no es un problema de seguridad. El tema de los indigentes que sacan las bolsas de
residuos y dejan todo tirado, algún que otro choreo, sí”.
“[Gente en la calle] se observa mucho en la parte de debajo de la autopista, toda la
línea de bajo la autopista 25 de Mayo. Toda gente que cada dos por tres se corría con
personal del gobierno de la ciudad, con personal del BAP para que los ubiquen en un pa-
rador. Por ahí van al lugar, se retiran, los ubican en un parador pero los tipos vuelven a
aparecer. A veces los mismos, a veces otros (…). No hay muchos que digan que los indi-
gentes le roben. Por ahí sí de peleas entre ellos (…). Acá se hacen reuniones todos los jue-
ves como en todas las comisarías y es una problemática para la estética visual, diga-
mos, de la zona. Al vecino le da un poco de temor, por ahí camina por esa zona en horas
de la noche. Más allá de que por ahí no les hacen nada, o capaz que sí, o no, pero a la
gente le molesta. A todo el mundo, yo creo que, si tuviera gente indigente, gente que está en
situación de calle, viviendo por ahí cerca de su domicilio, le molestaría, más que nada por
ahí porque generan la suciedad, o dejan sus desechos en la vía pública”.
Sea un problema de “mala vida” o una cuestión “ornamental”, en la agenda poli-
cial toma un lugar central esta población. Ahora bien, el carácter novedoso de
este contacto no radica en la captura policial, ni en el encierro de esta población,
modos de gestión que se registran históricamente (tal como se desarrolló en los
apartados anteriores). No obstante, las personas así identificadas nunca, como
ahora, ocuparon tantas plazas en las cárceles, último eslabón de la “cadena puniti-
va” (Daroqui, 2012). Pueden citarse varios relatos que dejan entrever e invitan a
profundizar esta indagación31:
“En estos tres años se ve que, en la época de invierno, los que ingresan [a la cárcel] son
más la gente en situación de calle que otros que, digamos, tienen una vivienda particular o
alquila. Es más, la gente en situación de calle. (…) imagínese que algunas personas están
porque robaron un foco, una lámpara, y son situación de calle...” (Segundo Jefe de Seguri-
dad Interna del Módulo III, CPF II, Marcos Paz).
“Se ha visto un incremento de las personas [detenidas] en situación de calle. Son personas
en estado de vulnerabilidad (…) es un problema de la policía. Nosotros vemos lo que nos
traen. Está clarísimo que hay un incremento. Hubo un 40% de aumento en las detencio-
nes y ahí está la gente en situación de calle, en estado de vulnerabilidad, que uno se da
cuenta que no podría robar, aunque quisiera. Hay una tendencia a sacar gente de la calle
y eligieron el peor modo. Se van a la calle, no hay pruebas, o son inimputables. Te das
cuenta de que tiene que ver con levantar la gente de la calle” (Jefe del Área de Psicología,
Unidad 28, CABA).
El confinamiento fue siempre una forma de gestionar la pobreza, en el marco de
programas de gobierno que buscaban fabricar mano de obra o administrar la ca-
rencia. Sin embargo, no deja de resultar llamativa la centralidad que cobra el en-
tramado policía-cárcel en el gobierno de aquellos desposeídos que habitan circu-
31 Fuente:Entrevistas a funcionarios del Servicio Penitenciario Federal realizadas por el equipo del
Registro Nacional de Casos de Tortura en el año 2016.
lando por la ciudad. A modo de hipótesis, planteo que asistimos a un proceso de 150
reedición punitiva de la “limpieza urbana” de los “desechos sociales” y su produc-
ción como “delincuencia paria”, entendiendo que la calle, el barrio, el patrullero y la

El confinamiento fue siempre una forma de gestionar la


pobreza, en el marco de programas de gobierno que
buscaban fabricar mano de obra o administrar la carencia.
Sin embargo, no deja de resultar llamativa la centralidad que
cobra el entramado policía-cárcel en el gobierno de aquellos
desposeídos que habitan circulando por la ciudad. (...)
planteo que asistimos a un proceso de reedición punitiva de
la “limpieza urbana” de los “desechos sociales” y su
producción como “delincuencia paria”...

comisaría constituyen espacialidades habituales para el desarrollo de vínculos socio-


punitivos y trayectorias penales (Suárez y Bouilly, 2012). Tal dinámica no es ajena a
lo ocurrido en otras latitudes32, por el contrario, se enmarca en el “despliegue de un
„aparato penal expansivo, intrusivo y proactivo‟ que penetra las regiones más bajas
del espacio social y físico para contener la conflictividad promovida por la amplia-
ción de las desigualdades, la polarización social y los efectos de la fragmenta-
ción” (Andersen, 2015: 59).

Últimas líneas para continuar indagando


“Por problematización entiendo la existencia de un has unificado de
interrogantes (cuyas características comunes es preciso definir), que han
emergido en un momento dado (que hay que datar), que han sido reformu-
lados varias veces a través de crisis e integrando datos nuevos (hay que
periodizar esas transformaciones), y que siguen vivos en la actualidad”
Robert Castel – La metamorfosis de la cuestión social
Los apartados precedentes permitieron delinear una imagen (provisoria) teórica, histó-
rica y empírica acerca de la relación entre policía y pobreza urbana. Lejos de hacer
historiografía –como defiende Castel (2009)– este ejercicio supuso retomar testimo-
nios, documentos e investigaciones (sobre cierto consenso) para repensarlos socio-
lógicamente. De este modo es posible indagar el presente, planteando “una proble-
mática nueva (…) pero no otra problematización” (2009: 19). De forma similar que el
“vagabundo” de los albores del capitalismo, la población desposeída y fluctuante
propia de la matriz de acumulación neoliberal (Harvey, 2010) y manifiesta en el es-
pacio urbano como meras corporalidades deshechas e inútiles, es asociada con las pro-

32En su texto titulado “La escoria de la sociedad de mercado” (2010), Waqcuant detalló la tendencia
creciente al encarcelamiento de la marginalidad (distinguiendo tres categorías que, según asevera, las
más de las veces se entrelazan entre sí: consumidoras de drogas, homeless y pacientes psiquiátricos
forzosamente desinstitucionalizados), en donde la práctica de detención policial aparece como mercy
booking y la cárcel como vertedero de los deshechos sociales.
151 piedades que producen desorden urbano y criminalidad. Nueva cuestión social
constituida en nueva cuestión policial.
Por lo tanto, el incremento de la pobreza sin trabajo formal y domicilio fijo (no sólo
son cada vez más, sino que muestran las marcas de una depauperización y desafilia-
ción sin precedentes en el marco de una sociedad salarial) y el aumento cuantitativo
de la presencia policial en las ciudades, deben ser leídos relacionalmente. Vínculo

De forma similar que el “vagabundo” de los albores del


capitalismo, la población desposeída y fluctuante propia de
la matriz de acumulación neoliberal (Harvey, 2010) y
manifiesta en el espacio urbano como meras corporalidades
deshechas e inútiles, es asociada con las propiedades que
producen desorden urbano y criminalidad. Nueva cuestión
social constituida en nueva cuestión policial.
Por lo tanto, el incremento de la pobreza sin trabajo formal y
domicilio fijo (...) y el aumento cuantitativo de la presencia
policial en las ciudades, deben ser leídos relacionalmente.

que invita a formular interrogantes acerca de las especificidades que cobra el des-
pliegue efectivo de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires en cuanto a las poblacio-
nes y los movimientos urbanos, y en particular sobre las prácticas concretas de regu-
lación y penalización de las personas que habitan-y-circulan el espacio urbano. Claro
que, estas conexiones y categorizaciones no están cerradas: será en el mismo proce-
so investigativo donde se pondrán en duda, se refinarán y transformarán en vistas a
la producción de conocimiento y la disputa de sentidos en el campo de las ciencias
sociales y del sistema penal.

Bibliografía
 ANDERSEN, M. J. (2015) “El desafío neoliberal en el gobierno de la conflictividad social.
Régimen de acumulación, estructura de clases y Estado”, en: Cuadernos de Estudios
Sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (CESPyDH) Nº 3-4.
 Auyero, j. (2016) Pacientes del Estado, EUDEBA, Buenos Aires.

 Barreneche, O. y Galeano, D. (2008). “Notas sobre las reformas policiales en la Argenti-


na, siglos xix y xx”, en: Cuadernos de Seguridad del Ministerio de Seguridad de la Na-
ción, disponible online: www.minseg.gob.ar.
 Becker, H. (2014) Trucos del oficio. Cómo conducir su investigación en Ciencias Socia-
les, Siglo XXI, Buenos Aires.
 Boy, M. (2010) “Personas que viven en la calle: un problema político en construcción.
Ciudad de Buenos Aires, 2007-2009”, en: Revista CUHSO. Vol. 19 Nro. 1. Universidad
Católica de Temuco.
 Caimari, l. (2012) Mientras la ciudad duerme. Pistoleros, policías y periodistas en 152
Buenos Aires, 1920-1945, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires.
 Castel, R. (2009) La metamorfosis de la cuestión social, Paidós, Buenos Aires.

 Cosacov, N. y Perelman, M. (2011) “Modos de apropiación de la ciudad, conflicto y ges-


tión del espacio urbano. La construcción de fronteras en la Ciudad de Buenos Aires”, en
Di Virgilio, M. et al, La cuestión urbana interrogada. Transformaciones urbanas, am-
bientales y políticas públicas en Argentina.
 Daroqui, A. (comp.), (2009) Muertes Silenciadas: la eliminación de los “delincuentes”.
Una mirada sobre las prácticas y los discursos de los medios de comunicación, la policía
y la justicia, Ediciones del CCC, Buenos Aires.
 Daroqui A., López, A.L y Cipriano García, R. (coord.), (2012) Sujetos de castigos. Hacia
una sociología de la penalidad juvenil, Editorial Homo Sapiens, Rosario.
 Elías, N. (1987) El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogené-
ticas, Fondo de Cultura Económica, Madrid.
 Federici, S. (2015) Calibán y la bruja. La acumulación de trabajo y la degradación de las
mujeres, Tinta Limón, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
 Foucault, M. (1991) Nuevo orden Interior y control social, en: Saber y Verdad, Ed. Pi-
queta, Madrid.
 Foucault, M. (1993) Historia de la locura en la época clásica, Fondo de Cultura Econó-
mica, Bogotá, Colombia.
 Foucault, M. (2002) Vigilar y Castigar, Siglo XXI, México.

 Foucault, M. (2016) Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France


(1977-1978), Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
 Fradkin, R. (comp.) (2009) La ley es tela de araña. Ley, justicia y sociedad rural en Bue-
nos Aires, 1780-1830, Prometeo, Buenos Aires.
 Harvey, D. (2007) Breve historia del neoliberalismo, Ediciones Akal, Bueno Aires.

 Harvey, D. (2014) Urbanismo y desigualdad social, Siglo XXI, Madrid.

 Hobsbawm, E. J. (2001) Age of extremes: the short twentieth century, 1914-1991, Aba-
cus, London.
 Martínez Dougnac, G. (1995) “Justicia colonial, orden social y peonaje obligatorio”, en
Azcuy Ameghino, E. (comp.) El latifundio y la gran propiedad rioplatense, García Cam-
beiro, Buenos Aires.
 Marx, K. (2004) Capítulo XXVI “La llamada acumulación originaria”, en El capital, To-
mo I/ Vol. 3. Siglo XXI, Buenos Aires.
 Moreno, J. L. (2012) Un asilo para los pobres. Los mendigos y sus historias de vida
(Buenos Aires a mediados del siglo XIX), Prohistoria Ediciones, Rosario.
 Neocleous, M. (2010) La fabricación del orden social: una teoría crítica sobre el poder
de policía, Prometeo Libros, Buenos Aires.
 Salessi, J. (1995) Médicos maleantes y maricas. Higiene, criminología y homosexualidad
en la construcción de la nación Argentina (Buenos Aires: 1871-1914), Beatriz Viterbo
153 Editora, Biblioteca Estudios Culturales, Rosario.
 Salvatore, R. D. (1992) Reclutamiento militar, disciplinamiento y proletarización en la
era de Rosas, en: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravig-
nani”, Tercera Serie, núm. 5, 1er- semestre de 1992.
 Casagrande, A. (2014) “Amor a la ociosidad. Justificaciones sobre la persecución de los
vagos en Buenos Aires (1776-1865)”, en Barreneche, O. y Oyhandy, A. (comp.) Leyes,
justicias e instituciones de seguridad en la provincia de Buenos Aires (Siglos XIX a
XXI), Centro de Investigaciones Sociohistóricas Instituto de Investigaciones en Huma-
nidades y Cs. Sociales (UNLP-CONICET). E-book.
 Salvia, A. (2011) “De marginalidades sociales en transición a marginalidades económicas
asistidas”, en: Barba Solano, C. y Cohen, N. (Coord.) Perspectivas críticas sobre la cohe-
sión social. Desigualdad y tentativas fallidas de integración social en América Latina,
Colección CLACSO-CROP.
 Sautu, R. et al, (2010) Manual de metodología: la construcción del marco teórico, formu-
lación de los objetivos y elección de la metodología, Prometeo, Buenos Aires.
 Sozzo, M. (2008) Inseguridad, prevención y policía, FLACSO, Ecuador.

 Suárez, A. y Bouilly, M. R. (2012) “Acerca de lo policial. Selectividad y violencia”, en


Daroqui, et al: Sujetos de castigos. Hacia una sociología de la penalidad juvenil, Editorial
Homo Sapiens, Rosario.
 Tellería, F. (2017) La gestión policial de la inseguridad social. La “política criminal” del
Ministerio de Seguridad de la Nación para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el
periodo 2010- 2016. Tesis del Máster Internacional en Criminología y Sociología Jurídico
Penal. Universitat de Barcelona y Universidad Nacional de Mar del Plata.
 Vaccaroni, A. (2015) “La intendencia de policía de Buenos Aires de las reformas a la
revolución. Gobierno, higiene urbana y control político”, en: Revista de la Red Intercá-
tedras de Historia de América Latina Contemporánea Año 2, N° 3, Córdoba, diciembre
2014-mayo 2015.
 Wacquant, L. (2009) Castigar a los pobres: El gobierno neoliberal de la inseguridad so-
cial, Ed. Gedisa, España.
 Wacquant, L. (2010) Las dos caras de un gueto, Siglo XXI, Buenos Aires.
154

La Protesta suplemento 322

[30 febrero 1930]


155 Presentación de la Sección
Desafíos en la investigación de las agencias de control social
penal: la construcción de problemas
La idea de incorporar una Sección que dé cuenta de los desafíos en el proceso de construir un problema de
investigación tiene su anclaje en abrir un espacio en el cual los participantes puedan relatar el proceso de
formulación de un problema de investigación, que los llevó desde el esbozo de una idea, a la formulación de
un proyecto de investigación conforme a pautas estandarizadas dentro de la comunidad académica. Este
proceso contiene muchas vicisitudes y lo atravesamos con un sinnúmero de contradicciones, por eso nos
parece válido habilitar un espacio en que la voz de los protagonistas del proceso de formulación de un problema y
diseño de un proyecto de investigación lo puedan relatar y transferir, con sus vivencias y todo lo que ello conlleva.
A modo de ejemplo, durante la cursada del Seminario Desafíos en la investigación de las agencias de control social penal,
en la Carrera de Sociología, pedimos a los alumnos que piensen un tema vinculado a las agencias de control
social sobre el que les gustaría indagar para conocer en profundidad, articulando nociones teóricas, y
conocimientos que provienen de la lectura de bibliografía con datos empíricos que sustenten, confronten o
complementen los postulados teóricos. Siendo que las agencias de control social, sobre todo aquellas de
control social penal, son complejas y mucho de lo que allí ocurre se sustrae a la mirada científica o analítica
rigurosa, y se queda en aquello que denominamos “sentido común”, conocer en profundidad el
funcionamiento y despliegue real de esas agencias en su ejercicio, constituye un verdadero desafío.
Precisamente, encabezamos con este término la propuesta tanto del Seminario como de esta sección de los
Cuadernos: “Desafíos en la investigación”. El titulo contiene el componente del desafío, con la pretensión de la
“investigación”, de la producción de conocimiento con rigurosidad metodológica que conlleve a la puesta en
tensión del sentido común en las temáticas que abordamos.
Vigilancia epistemológica, reflexión crítica y rigurosidad metodológica son los tres ejes que inspiran nuestra
práctica docente al servicio de producir conocimiento útil para cambiar aquellas cosas que producen y
reproducen exclusión, marginación y vulneración sistemática de derechos de colectivos sociales importantes.
En forma genérica, cuando decimos “agencias de control social”, pensamos rápidamente en la cárcel, las
instituciones de encierro punitivo en general, la policía y demás fuerzas de seguridad, y la Justicia (en la
administración en sí, o en sus figuras, jueces, fiscales, defensores). Pero también en otras problemáticas
vinculadas: aspectos legislativos que regulan conductas delictivas percibidas como socialmente peligrosas,
fenómenos delictivos complejos, delitos organizados, y también estrategias de control territorial urbano que
inciden en la exclusión de poblaciones excedentes.
Durante el proceso de formulación de un problema y luego un proyecto de investigación comenzamos
pensando un tema, y luego lo convertimos en un problema de investigación, es decir, lo transformamos en
un fenómeno con entidad para ser indagado; que concita interés por su relevancia; que desmiente su carácter
de cosa trillada; que actualiza la pretensión de conocer no en la prescripción abstracta sino en el despliegue
concreto; y que además se debe operacionalizar un una propuesta factible, es decir, pasible de ser realizada
conforme a su previsión de recursos y las estrategias diseñadas para su implementación. En síntesis,
sugerimos que todos quienes quieren aprender a investigar lo hagan del único modo en que esto es posible:
investigando, haciéndolo, y en tal sentido, que se pertrechen con las primeras armas en la empresa de la
producción de conocimiento: la permanente negociación entre aquello que quieren y aquello que pueden,
aquello que pertenece al orden de los deseos y de las imposibilidades, y aquello que pertenece al ámbito de lo
abordable y terrenalmente posible; que se ejerciten en esa ardua tarea de la renuncia y la redefinición
permanente hasta el momento que lleguen a delimitar su objeto, sus alcances… y además, acoten sus
pretensiones en acciones que metodológicamente sean susceptibles de ser realizadas.
Muchas veces este proceso es más interesante que el producto en sí mismo y es por este motivo que
invitamos a los interesados en esta sección de los Cuadernos a que cuenten en forma breve el modo en que
problematizaron lo que terminó siendo su protocolo de investigación, cómo fue el proceso de toma de
decisiones sucesivas que los llevó a definir el tema, cómo decidieron los recortes (dimensiones espacio
temporales), cómo fue el proceso de preguntas que hizo que formulen los objetivos, en fin, que escriban y
documenten el proceso de gestación de sus propuestas. Y que estos relatos tengan una finalidad
instrumental, contar a otros las complejidades y las ambivalencias que se juegan en estos procesos de
producir conocimiento.
Continuamos con esta Sección con la “problematización” de un estudiante que curso el Seminario en 2017 y
que acepto el desafío de contarlo para todos nuestros lectores.
Desafíos en la investigación

La construcción de un protocolo de investigación sobre las


agencias de control social penal:
un ejercicio para desarticular el sentido común.

Diego Pacheco – Estudiante de sociología, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. – dpacheco_87@hotmail.com

156

En este breve texto intentaré explicar cómo fue el proceso de diseño y escritura del
protocolo de investigación propuesto en el marco del seminario “Desafíos en la in-
vestigación de las agencias de control social penal” de la carrera de Sociología de la
Universidad de Buenos Aires. En primer lugar, me interesa destacar la pertinencia
de la palabra “Desafíos” en el título, palabra que se interpuso una y otra vez durante
el avance del proyecto. Este desafío se presentó en primera instancia para la elección
del tema de investigación. Elegir un tema no es fácil y menos aun cuando se refiere
a las agencias de control social penal. Esta elección es consecuencia de diversas lec-
turas y preguntas que se hace el sujeto investigador. En mi caso personal, entre cla-
ses y bibliografía de la materia surgió la cuestión de la inseguridad en la provincia de
Buenos Aires, territorio vasto y relevante del que tanto se escucha hablar en los me-
dios de comunicación masiva. Sin lugar a duda, un espacio altamente heterogéneo
que de diversas maneras se muestra como inhabitable y por momentos casi salvaje.
Un modo recurrente para reforzar esa simplificación tiene que ver con la referencia
constante a la inseguridad, problema que parece no tener fin ni solución. Fue ese mi
punto de partida para comenzar con el difícil proceso de conocimiento: ¿es en ver-
dad la inseguridad en la provincia de Buenos Aires (más específicamente en el co-
nurbano bonaerense) un problema irresoluble? Me vi por lo tanto obligado a inves-
tigar sobre las distintas propuestas y reformas que se llevaron a cabo en las últimas
décadas, encontrando que efectivamente no se trata de una novedad sino de aparen-
tes sucesivos fracasos en relación con la solución de esta temática. Y es en este pun-
157 to en el que no pude evitar considerar, gracias a las distintas lecturas -más que nada
del enorme aporte de Foucault con Vigilar y Castigar- que al igual que la cárcel, no
se trata de fracasos e inoperancias de funcionarios que tropiezan una y otra vez con
los mismos inconvenientes, sino de estrategias sumamente efectivas por parte del
Estado para administrar grupos poblacionales específicos. Fue a partir de esa aclara-

Y es en este punto en el que no pude evitar considerar,


gracias a las distintas lecturas -más que nada del enorme
aporte de Foucault con Vigilar y Castigar- que al igual que la
cárcel, no se trata de fracasos e inoperancias de funcionarios
que tropiezan una y otra vez con los mismos inconvenientes,
sino de estrategias sumamente efectivas por parte del Estado
para administrar grupos poblacionales específicos.

ción por la que pude, en primer lugar, delimitar el espacio (conurbano bonaerense).
En segunda instancia quedaba delimitar el tiempo, elegir de todas esas reformas y
propuestas, alguna que me pareciera relevante. Decidí inclinarme por la emergencia
en seguridad pública declarada a partir del año 2014 por el ex Gobernador Daniel
Scioli, por dos cuestiones: por un lado, me interpeló profundamente la palabra
“emergencia”, en segunda instancia por la declaración casi automática de la emer-
gencia en seguridad por parte de la actual Gobernadora, María Eugenia Vidal, y sus
consiguientes prórrogas que llegan hasta el día de hoy. Esta situación de
“emergencia constante” sugirió que existe una utilidad estatal acerca de la declara-
ción de la emergencia y, por otro lado, me generó algunas preguntas: ¿a qué se refie-
re el Estado en su dimensión gubernamental cuando habla de seguridad? ¿cómo se
expresa la utilidad de la emergencia?

Intentando desarticular el sentido común


Durante la aproximación a los conceptos pertinentes para la problematización del
tema a investigar, quedó claro que la emergencia presenta una utilidad política y de
gestión para el Estado en clave de seguridad, en este caso. Para avanzar con el traba-
jo fue necesario comprender por qué. El concepto de “Estado de excepción” de
Agamben (2005) entendido como “la forma legal de lo que no puede tener forma
legal”, resultó interesante para comprender la utilidad de declarar la emergencia. Pu-
de encontrar un paralelismo entre lo que propone el estado de excepción y la emer-
gencia. La otorgación de “plenos poderes” al poder ejecutivo facilita saltear proce-
sos democráticos regulares tales como licitaciones, adecuaciones de presupuestos e
intervenciones del poder legislativo. Estos plenos poderes terminan siendo un um-
bral entre el autoritarismo y la democracia que deben tenerse en cuenta. Efectiva-
mente, distintos artículos de las emergencias declaradas en la provincia de Buenas
Aires incluyen este tipo de excepciones.
Por otro lado, para comprender de qué hablamos cuando hablamos de seguridad,
fueron nuevamente la conjunción del material bibliográfico tanto de la cátedra co- 158
mo búsquedas propias y la interacción con las docentes lo que me ayudó a avanzar
en este proceso. Fue interesante (y un poco doloroso también) descubrir a partir del
material cómo esa palabra “seguridad” aparecía reducida junto a su par inseguridad
como sinónimo de inseguridad delictiva. Los textos de Daroqui “Las seguridades
perdidas” (2003) y de Baratta, "Política criminal: entre política de seguridad y políti-
ca social" (1997) resultaron claves para ampliar la comprensión de este concepto. La
emergencia en seguridad propuesta en la provincia de Buenos Aires a partir de 2014
y hasta la actualidad no problematiza “la provisión de garantías de derechos y de
reaseguros sociales a la población” (Daroqui, 2003:1), lo que se propone es una pro-
puesta de seguridad asociada a la política criminal y, tal como lo expresa la autora,
no se trata de una reducción ingenua sino de una “afinidad electiva entre neolibera-
lismo y derecha criminológica” (Pegoraro, 2001), que se expresa en la política penal.
Habiendo delimitado el objeto de estudio e incorporado los conceptos de seguridad
y emergencia, quedaba aun articular la teoría con los objetivos de la investigación. El
concepto de gubernamentalidad propuesto por Foucault (2006), entendido como el
conjunto de instituciones y procedimientos que permiten ejercer el poder de una
manera específica, que tiene por blanco la población, por forma de saber la econo-
mía política y por instrumento los dispositivos de seguridad, resultó sumamente útil
para ordenar el protocolo. Gracias a este trabajo, la declaración de la emergencia en
seguridad pública en la provincia de Buenos Aires dejó de presentárseme ya como
una política estatal difusa, poco comprensible, y se mostró como un claro dispositi-
vo gubernamental con fines políticos e ideológicos específicos.

Gracias a este trabajo, la declaración de la emergencia en


seguridad pública en la provincia de Buenos Aires dejó de
presentárseme ya como una política estatal difusa, poco
comprensible, y se mostró como un claro dispositivo
gubernamental con fines políticos e ideológicos específicos.

La factibilidad del protocolo


La propuesta de factibilidad del protocolo significó otro desafío para su escritura. Si
bien todas las agencias que se proponen para su estudio en el seminario resultaron
de interés, personalmente me parecía difícil encontrar el modo de recolectar infor-
mación sin contactos propios para acceder a ellas, y en este caso a partir de la pro-
blematización propuesta, era una alternativa metodológica abordarla a través del
análisis de información contenida en documentos, informes oficiales, decretos, etc.
La escritura del protocolo en sí misma resultó ser un proceso de conocimiento e
investigación en el que gracias a la bibliografía y el intercambio de docentes-alumno,
se lograron establecer objetivos claros y realizables en el campo de las agencias de
control social penal.
159 Bibliografía

 Agamben, G. (2005) Estado de excepción, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires.

 Baratta, A. (1997) “Política criminal: entre política de seguridad y política social”, en De-
lito y Seguridad de los habitantes, Carranza E. (coord), Ed. Siglo XXI, México.
 Daroqui, A. (2003): “Las seguridades perdidas”, en Revista de crítica social. Buenos Ai-
res Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Ed. UBA.
 Foucault, M. (2006) Seguridad, territorio y población, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires.
 Pegoraro, J. (2001) "Derecha criminológica, neoliberalismo y política penal" en Revista
de Ciencias Sociales, "Delito y Sociedad", Nº15-16. Buenos Aires.
Perspectiva estadística
Actualización 2015/2018

Ana Laura López – Licenciada en Sociología. Magister en Investigación Social (UBA) –


ana4655@yahoo.com.ar

Resumen 160
Esta sección permanente de los Cuadernos del GESPyDH actualiza la
sistematización de los datos sobre encarcelamiento en el mundo, en la
región y en Argentina, desagregando el análisis local en variables signifi-
cativas a la vez que se indican las dificultades en el acceso y publicidad
de la información relativa al despliegue de las agencias penales de encar-
celamiento. Para ello se toman fuentes secundarias oficiales y académi-
cas. En este número la sección estadística muestra una actualización de
las cifras carcelarias mundiales más relevantes, siendo una continuación
de los artículos publicados en los números 1 a 4 de la Revista. Se co-
mienza exponiendo la población carcelaria mundial. Luego se actualizan
los datos de los países con mayor población presa en el mundo; luego se
actualizan los datos de algunos países europeos analizados en el número
anterior; y finalmente se presentan los datos de una selección de países
de América Latina, repasando el caso argentino y en especial el de algu-
nas provincias.

Palabras clave: población presa-tasa de encarcelamiento-inflación car-


celaria

Abstract
This permanent section of the Journal of GESPyDH updates the systematization of
data on incarceration in the world, in the region and in Argentina, disaggregating
local analysis in significant variables while the difficulties in access to and disclosure
of information listed on the deployment of criminal incarceration agencies. For this
official and academic secondary sources are taken. In this issue the statistical section
shows an update of the most relevant figures world prison, being a continuation of
the articles published in numbers 1 to 4 of the Journal. It begins by describing the
global prison population. Data from the countries with the highest prison popula-
tion in the world is then updated; then data from some European countries
analyzed in the previous section are updated; and finally the data of selected coun-
tries in Latin America are presented, reviewing the Argentine case and especially in
some provinces.

Key words: Prison Population - Incarceration Rate - Inflation Prison


161 Cifras destacadas

El mundo:
• Población carcelaria mundial total en 2018: 10.743.619 presos1.
• Tasa de encarcelamiento mundial: 145 presos por cada 100.000 habitantes2.
• Si se agregasen las 650.000 personas bajo detención administrativa en China (dato
al 2009), la población carcelaria mundial ascendería a 11 millones de personas en el
mundo, con una tasa de 155 presos por cada 100.000 habitantes.
• Entre cuatro países: Estados Unidos, China, Brasil y Rusia reúnen casi el 50% del
total de personas privadas de libertad en el mundo, con una cifra que supera los 5
millones de personas (5.042.900). No obstante, la población total de estos cuatro
países alcanza sólo a una cuarta parte de la población mundial total.
• Más de la mitad de los países del mundo (53,1%) tienen tasas por debajo de los
150 presos cada 100 mil habitantes.
• Ranking de países con más cantidad de personas presas en el mundo:
1° Estados Unidos: 2.1 millones de personas presas
2° China: 1.6 millones de personas presas (sólo contabiliza condenados. No incluye
detenciones preventivas o administrativas)
3° Brasil: 690.000 personas presas
4° Rusia: 583.600 personas presas
5° India: 420.000 personas presas
En los últimos tres años la población carcelaria del mundo creció en 386.500
(3,7%), aunque ello refleja un nivel equivalente al crecimiento demográfico mundial
(3,0%). Así, el nivel neto de crecimiento de la población carcelaria (por fuera del
crecimiento global de población) es de menos del 1%.
Sin embargo, la figura global enmascara sustancial cambios -tanto hacia arriba como
hacia abajo- en algunos países. Se produjeron grandes alzas, como por ejemplo, en
Camboya (68%), Nicaragua (61%), Egipto (53%), Filipinas (48%), Indonesia (45%),
Ecuador (37%), Jordania y Turquía (ambos 31%). Ha habido grandes caídas en paí-
ses como México (23%), Rumania (22%), Kazajstán (21%), Ucrania (19%), Japón
(15%), Vietnam (11%) y el Federación de Rusia (10%).
Los países con mayor tasa de prisionalización (número de presos por cada 100.000
habitantes) son los Estados Unidos (655 presos cada 100 mil habitantes), seguido
por El Salvador (604), Turkmenistán (552), Islas Vírgenes de los Estados Unidos
1 Información sobre 223 países y territorios dependientes. Información a septiembre de 2018. Las
cifras no están disponibles para cuatro países: Eritrea, Corea del Norte y Somalia. Para China solo
están incluidos los condenados ni las detenciones administrativas. Cifras del http://
www.prisonstudies.org
2 Tomando como referencia una base de población mundial de 7.3 mil millones de personas.
(542), Tailandia (526), Cuba (510), Maldivas (499), Islas Marianas del Norte - U.S.A. 162
(482), Islas Vírgenes Británicas (470), Ruanda (464), Bahamas (438), Seychelles
(437), Grenada (435), St. Vicente y las Granadinas (426), Guam - EE.UU. (404) y la
Federación Rusa (402).
Más de la mitad de todos los países y territorios (53%) tienen tasas por debajo de
150 presos cada 100 mil habitantes. La tasa mundial de población reclusa, basada en
estimaciones de la población mundial, es de 145 presos cada 100.000 habitantes.
Desde el año 2000 la población mundial en prisión ha crecido en un 24%, que es
casi lo mismo que el aumento estimado en la población general del mundo sobre el
mismo período.
No obstante, hay diferencias considerables entre los continentes. La población car-
celaria total en Oceanía ha aumentado en un 86%, la de América en un 41%, en
Asia se incrementó en un 38% y en África un 29%. En Europa, por el contrario, la
población encarcelada ha disminuido en un 22%, en especial ello refleja las grandes
caídas de la población en cárcel de Rusia (45%) y también en el centro y Europa del
Este. En cambio, la población carcelaria en Europa, excluyendo a Rusia, aumentó
un 3%.
En especial se produjeron grandes aumentos de presos en Sudamérica (175%) y en
el Sudeste Asiático (122%).
Las tasas de población de la prisión varían considerablemente entre las diferentes
regiones del mundo, y entre diferentes partes del mismo continente. Por ejemplo: en
África la tasa para el Oeste de África es de 53, mientras que para los países del Sur
de África es de 244.
En las Américas la tasa media para los países del Sur de América es 233, mientras
que para Centro América es de 316.
En Asia la tasa media para los países de Asia meridional (principalmente el subcon-
tinente indio) es de 88 presos cada 100 mil habitantes, mientras que para los países
de Asia Central es de 160.
En Europa la tasa media para los países de Europa del Oeste es de 81 presos cada
100 mil habitantes, mientras que para los países de Europa y Asia (por ejemplo, Fe-
deración de Rusia y Turquía), la presos cada 100 mil habitantes es de 268.
Finalmente, para Oceanía la tasa media de presos cada 100 mil habitantes es de 182.
En términos globales, Estados Unidos continúa siendo el país del mundo que más
cantidad de presos tiene, con un estimado de 2.121.600 personas presas y una tasa
de encarcelamiento de 655 personas cada 100 mil habitantes. La cantidad de perso-
nas detenidas de EEUU representa el 19.6% de la totalidad de las personas presas
en el mundo, es decir, dos de cada diez presos en el planeta están alojados en cárce-
les norteamericanas.
Según las estadísticas oficiales, el segundo país con mayor población carcelaria en el
mundo es China, con 1.649.804 personas presas, equivalente al 15,3% del total de
presos del planeta. Sin embargo, en el caso de China, se estima una gran cantidad de
personas presas bajo medidas cautelares o en distintos tipos de instituciones de en-
163 cierro bajo orden administrativo, que sumarían unas 650.000 aproximadamente. No
obstante, en términos de tasa de población presa cada 100.000 habitantes, el lugar
de China en el ranking de países encarceladores desciende notablemente, ubicándo-
se en el puesto 134 sobre 222 países, más de 51 puestos por debajo de Argentina,
que se ubica en el puesto 83 del ranking mundial, con una tasa de al menos 186 pre-
sos cada 100 mil habitantes.
El tercer país con más cantidad de presos en el mundo es Brasil, con 700.489 presos
y una tasa de encarcelamiento de 328 (en 2012 ese país registraba un total de
548.003 presos y una tasa de 274). En los últimos años, frente al crecimiento en la
cantidad de presos de Brasil y el decrecimiento de los presos en Rusia, se invirtieron
los puestos de los últimos años, pasando Brasil a ocupar el tercer lugar en el ranking
mundial y Rusia el cuarto.
Así, el cuarto país con mayor cantidad de presos es Rusia, con 571.007 en 2018 con
una tasa de 394 cada 100 mil habitantes, país en el que descendió notablemente la
cantidad de detenidos respecto de la medición al año 2013 cuando eran 681.600 de-
tenidos, que representaban una tasa de 475 presos cada 100 mil habitantes.
Países con mayor cantidad de presos en el mundo

Tasa
País Presos Porcentaje
encarcelamiento
Estados Unidos 2.121.600 19,67 655
China (*) 1.649.804 15,29 118
Brasil 700.489 6,49 328
Rusia 571.007 5,29 394
India 419.623 3,89 33

Fuente: Elaboración propia en base a datos del International Centre for Prision
Studies (*) Solo condenados

Si se analiza la información agrupada por continente, se observan comportamientos


disímiles:
Distribución de la población presa en el mundo según área continental

Variación
Cantidad Cantidad Variación población
Continente
año 2000 año 2018 encarcelados total
(2000-2018)
África 902.500 1.162.440 +28.8% +57.5%
América 2.690.300 3.787.059 +40.8% +21.1%
Asia 3.023.500 4.164.323 +37.7% +21.8%
Europa 2.013.600 1.565.643 -22.0% +4.4%
Oceanía 34.400 64.154 +86.5% +32.1%
TOTAL 10.743.619 100 145 +24.2%
Fuente: Elaboración propia en base a datos del International Centre for Pri-
sion Studies
La población carcelaria en las Américas desde el año 2000 está muy influenciada por
la tendencia en los Estados Unidos, cuya población carcelaria es, por lejos, la más 164
grande, pero ha crecido mucho menos que la de muchos otros países en el conti-
nente. Sin las cifras de Estados Unidos, la población carcelaria en las Américas ha
aumentado en 121% desde 2000, el aumento es de 67% en América Central y 175%
en América del Sur.
El cambio en la población carcelaria desde el año 2000 en Asia ha variado enorme-
mente entre las diferentes partes del continente: los totales en Asia sudoriental y en
Asia occidental (Medio Oriente) aumentaron un 122% y un 102% respectivamente,
mientras que el total en Asia central cayeron un 34%. China e India con sus altas
poblaciones influyen fuertemente en el conjunto asiático nivel poblacional peniten-
ciario. La población carcelaria china aumentó en un 16%, mientras que la población
carcelaria india aumentó en un 54%. Excluyendo estos dos países, la población car-
celaria asiática aumentó en un 58%.
Europa es el único continente que ha visto una caída en el número de prisioneros
desde el año 2000. La escala de la disminución es fuertemente influenciado por las
cifras de Rusia: su población carcelaria es la más grande de Europa y presenta una
caída del 45%. Excluyendo a Rusia, la población carcelaria en Europa ha aumentado
en un 3% desde el año 2000. Además, el número de prisioneros en el centro y Euro-
pa oriental sin Rusia ha disminuido en un 45% desde 2000. Por el contrario, ha ha-
bido un crecimiento en otras regiones de Europa: 7% en Europa occidental y norte
de Europa y 27% en Europa meridional.
El crecimiento de la población carcelaria de Oceanía es mayor que en cualquier otro
continente. Por supuesto está dominado por las cifras de Australia, cuya población
carcelaria ha aumentado en un 98% desde 2000, y Nueva Zelanda cuyo total ha au-
mentado en un 82%.
De 2015 a 2018, la población carcelaria conocida en el mundo ha aumentado en
386.500 personas (+3,7%), en tanto en ese período se ha registrado un aumento
global del 3,0% en la población general del mundo. Así, la tasa mundial de pobla-
ción reclusa (presos por cada 100.000 habitantes) se ha mantenido bastante estable,
pasando de 144 a 145.
Sin embargo, a nivel nacional, las cifras de la población carcelaria en muchos países
han cambiado significativamente y no han mantenido la línea con las tendencias de
la población nacional. Por ejemplo, en África, los cambios más importantes se han
producido en Egipto, donde la tasa de población carcelaria ha aumentado en un
53%, y Costa de Marfil (aumento del 27%). Otros grandes incrementos ocurrieron
en Nigeria (19%), Zambia (17%) y Uganda (12%).
En las Américas, los cambios más importantes han sido en Nicaragua (aumento del
61%) y Ecuador (aumento del 37%). Otro se registraron grandes incrementos en El
Salvador (23%), Argentina (16%) y Perú (12%). Una gran caída (del 23%) se registró
en México.
En Asia, los cambios más importantes han sido en Camboya (aumento del 68%),
Filipinas (aumento del 48%) e Indonesia (aumento del 45%). Otros grandes aumen-
165 tos ocurrieron en Jordania (31%), Myanmar (28%), Bangladesh (23%), Arabia Sau-
dita (22%) y Tailandia (14%). Se registraron grandes caídas en Kazajstán (21%), Ja-
pón (15%) y Vietnam (11%).
En Europa, los cambios más importantes han sido los aumentos en Turquía (31%),
Bielorrusia (19%) e Italia (14%), y cae en Rumania (22%), Ucrania (19%) y la Fede-
ración Rusa (10%).
Finalmente, en Oceanía, la tasa de población carcelaria en Australia aumentó en un
14% (en el siguiente país más grande de Oceanía, Nuevo Zelanda, la tasa aumentó
en un 10%).

América Latina
• Brasil es el tercer país con más cantidad de presos en el mundo, con 700.489 per-
sonas encarceladas en 2018. En 2001 contaba con 233.859 presos con una tasa cada
100 mil habitantes de 133 presos. Para 2012 esa cifra se elevó a 548.003 con una
tasa de 274 presos, multiplicando su población penal en 2,3 veces en una década.
Para 2018 los 700.489 presos representaban una tasa de 328 presos cada 100 mil
habitantes, alcanzando la triplicación de los presos en 17 años.
• México contaba con 246.226 presos en el año 2013 con una tasa de 210 presos
cada 100 mil habitantes, que a 2018 descendió a 204.422 personas y una tasa de 164.
• Perú tenía 61.390 personas presas en diciembre del 2012, alcanzando una tasa de
202 detenidos cada 100 mil habitantes. Para 2018 la cifra se elevó a 88.423, repre-
sentando una tasa de 269 presos cada 100 mil habitantes.
• Venezuela tenía 48.262 presos a fines de 2012, con una tasa de 161 presos cada
100 mil habitantes. Para 2018 esa cifra era de 57.096 presos, con una tasa de 178.
• Uruguay multiplicó su población, para 2018 es de 11.078 con una tasa de 321 pre-
sos cada 100 mil habitantes, cifra que eleva lo registrado en 2012 cuando contaba
con 9.524 presos y una tasa de 281 presos cada 100 mil habitantes.
Al analizar los datos de 10 países seleccionados de América del Sur, se comprueba
que la región tiene una evolución en alza, al contrario de la tendencia global a nivel
mundial, y la
Argentina, aunque con una tasa baja en relación a la mayoría de sus vecinos, sigue
esa tendencia al alza.

Argentina
• En Argentina la cantidad de presos, contando sólo los detenidos en ámbitos peni-
tenciarios, pasó de 64.288 presos a fines de 2013 a 85.283 presos en 2017, creciendo
un 30% en 4 años4. Arrojando, para 2017, una tasa de 194,33 cada 100 mil habitan-
tes.

3http://www.unodc.org/pdf/crime/forum/forum3_Art3.pdf
4http://www.jus.gob.ar/media/2736750/Informe%20SNEEP%20ARGENTINA%202013.pdf y
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/presentacion_informe_ejecutivo_sneep_2017.pdf
• Si se contabilizan las personas detenidas en comisarías5 de todo el país, a excep- 166
ción de la provincia de Rio Negro que informó el dato, en 2017 ascienden a 92.161
y representan una tasa de 209,24 personas cada 100 mil habitantes. No obstante, la
cifra no incluye personas menores de edad en centros penales de niñez y adolescen-
cia, clínicas psiquiátricas y comunidades terapéuticas.
En 2012 la tasa de encarcelamiento cada 100 mil habitantes era de 150,8 sin consi-
derar los detenidos en comisarías y de 160,1 contabilizándolos6, en 2013 las tasas
correspondientes eran de 152,33 sin considerar los detenidos en comisarías y de
165,2 contabilizándolos7 lo que está dando cuenta de que no sólo hay un aumento
en términos absolutos sino una mayor prisionización relativa en cuanto al total de
población del país.

La evolución de los detenidos en Argentina


entre 1996 y 20178
La serie de datos históricos publicados por los informes SNEEP deben corregirse
para poder seguir la evolución del encarcelamiento en la Argentina, al menos a partir
de 2014 puede hacerse de modo consistente ya que lo realizamos a partir de la mis-
ma fuente que se utiliza en la SNEEP pero incluyendo todos los datos, o sea man-
teniendo la trazabilidad de la serie. Presentamos los datos de presos y presas en
cáceles y alcaldías9. Del año 1996 a 2017 el incremento fue de 248%, de modo que
la evolución del encarcelamiento puede verse en el gráfico de la página siguiente.
Desde fines de los años 90 y hasta el año 2005 el incremento es incesante con una
fuerte aceleración entre los años 2000 y 2003 con un crecimiento promedio del 11%
y el incremento más pronunciado de toda la serie entre 2001 y 2002 que los encarce-
lados aumentan en un 12,9%. El aumento sigue hasta 2005 luego se revierte produ-
ciéndose una suerte de meseta hasta 2009 en que se vuelve al nivel de encarcela-
miento de 2005. El promedio de incremento entre 2009 y 2013 es de 3,3%, y a par-
tir de este año se acelera duplicándose el incremento anual, con un promedio de
6,8% hasta 2016. Entre este último año y 2017 se produce una nueva aceleración
con un incremento de 11,9%, o sea próxima al incremento más elevado de toda la
serie. Analizaremos luego la tendencia sigue para el año 2018.

5 Lainformación sobre detenidos en comisarías proporcionada por el SNEEP es incompleta en tres


aspectos: 1- se publica intermitentemente (no hay datos para 2003, 2004, 2007, 2009, 2010 y 2011). 2-
siempre es parcial en tanto hay provincias que no responden. 3- sólo en 2002 se presentó desagregada
por provincia.
6No se cuenta con datos de Córdoba, Corrientes, Formosa, Mendoza, Río Negro, San Luis y Santiago
del Estero (SNEEP, 2012).
7 http://www.jus.gob.ar/media/2736750/Informe%20SNEEP%20ARGENTINA%202013.pdf

8 Para el análisis de los datos de Argentina, se tomó como referencia el documento: “Las estadísticas
oficiales sobre encarcelamiento en argentina. Una lectura crítica”, elaborado por el Departamento de
Investigaciones de la Procuración Penitenciaria de la Nación: www.ppn.gov.ar
9 No incluimos detenidos en comisarías porque no hay datos para toda la serie histórica
Grafico sobre cantidad y evolución de la población presa en unidades penales de todo el país
167 entre 1996 y 2017

90.000 87.576

80.000
69.642
70.000
60.789
60.000 55.423 54.537
50.000 46.288

40.000 34.040
25.163
30.000

20.000

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Eje-
cución de la Pena. SNEEP, y partes de población encarcelada del SPB
Si desagregamos el conjunto nacional por provincias en cuanto a cantidad de deteni-
dos en distintos Servicios Penitenciarios, vemos que para fines de 2017, el 86,5% de
los/as presos/as en Argentina se alojan en cárceles provinciales y el 13,5% en cárce-
les federales/nacionales. Del total de presos y presas en cárceles del país (sin consi-
derar comisarías), el 45,5% se encontraba alojado/a en unidades penales dependien-
tes del Servicio Penitenciario Bonaerense10, esto plantea el peso determinante de la
evolución de este distrito en el conjunto. Sin embargo la mayoría de las provincias
acompañan la tendencia de la Provincia de Buenos Aires, aunque esta y unas pocas
más concentran una gran proporción de presos/as. Es así que 83% del total de las
personas presas al 2017 en el país se concentraban en seis Servicios Penitenciarios,
cinco provinciales y el Servicio Penitenciario Federal: Buenos Aires (39.879), Servi-
cio Penitenciario Federal (11.861), Córdoba (8.387), Mendoza (4.384), Santa Fe
(3.480) y Salta (2.774). En el cuadro siguiente vemos la evolución de los/as pre-
sos/as en estos Servicios Penitenciarios.
Cantidad de personas presas según principales Servicios Penitenciarios (1996-2017)

Variación %
1996 2000 2005 2010 2017
96-17
Buenos Aires 10.043 15012 24.721 26.903 39.879 297%
SPF 6.112 7.146 9.625 9.523 11.861 94%
Córdoba 3.112 4.582 5.484 5.862 8.387 170%
Santa Fe ** 1.394 1.784 2.217 2.572 4.931 254%
Mendoza 1.097 1.954 2.464 2.626 4.605 320%
Salta 1.280* 1.490 1.707 1.925 2.962 131%
Total País 25.163 37.885 55.423 59.227 87.576 248%
Fuente: Elaboración propia en base a datos del SNEEP y partes de población encarcelada
del SPB – * Corresponde a 1997 – ** La provincia de Santa Fe es la que históricamente mayor pro-
porción de presos en comisarías tenía, lo que parece haber empezado a revertirse a partir de 2016.
10 ElLas Alcaldías Departamentales Bonaerenses dependen directamente del Ministerio de Justicia de
la Provincia aunque su personal es del SPB.
Es de destacar que casi todos los distritos (a excepción de Neuquén) muestran creci- 168
miento de su tasa de encarcelamiento, con lo cual comprobamos que estos incre-
mentos están por arriba del crecimiento poblacional del país y de cada provincia.
En el cuadro siguiente se muestran las tasas para las provincias que tienen, al 2017,
una tasa de encarcelamiento mayor que la de conjunto del país11.
Tasa de encarcelamiento cada 100 mil hab. según pro-
vincia (2010-2016)
Variación %
Provincia 2010 2013 2017
2010-17
Mendoza 148 190 239 61%
Buenos
171 174 234 37%
Aires
Córdoba 174 200 230 32%
Salta 155 167 216 39%
Nacional 146 152 198 36%
Fuente: elaboración propia en base a datos de SNEEP y
partes de población encarcelada del SPB
De modo que si bien la provincia de Buenos Aires es relevante porque involucra a la
mayor cantidad de encarcelados, esto no resta importancia a la contribución que
hacen otras provincias. Es así no sólo por sus aportes cuantitativos, sino que pre-
sentan características similares a la bonaerense tanto en su aspecto relativo: los en-
carcelados aumentan más que la población en general, como dinámico: ritmos de
aumento similares y aún mayores.

Evolución del encarcelamiento durante 2018:


los casos del Servicio Penitenciario Federal (SPF)
y del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB)
A partir de los pocos datos oficiales actualizados, al mes de octubre del año 2018,
puede verse que la tendencia al alza del encarcelamiento sigue en marcha. En los
gráficos siguientes se observa como tanto para el ámbito del Servicio Penitenciario
Federal como para el del Servicio Penitenciario Bonaerense12, se han producido
fuertes incrementemos de diciembre de 2017 a fines de octubre de 2018, este incre-
mento de la población encarcelada representó en 9,2% y 9,1% respectivamente. Si
se tiene en cuenta que ambos servicios penitenciarios reúnen casi el 60% de los pre-
sos en cárceles del país, podemos aproximarnos a lo que está sucediendo en el país
en su conjunto, ambos servicios penitenciarios reunidos tuvieron un incremento del
9,1%, y aún no concluye el año.
11 Aquí debe destacarse la siguiente cuestión: en relación a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La
falta de datos fidedignos sobre la cantidad presos producidos en CABA, sólo nos permite calcular la
tasa de encarcelamiento considerando únicamente los presos de jurisdicción nacional. Esto evidente-
mente subestima los datos para este distrito, pues quedan fuera los presos de jurisdicción federal cap-
turados en la Ciudad. Una inclusión de estos presos, sobre los que no existen datos oficiales, segura-
mente ingresaría a la CABA en el cuadro, pues sólo considerando presos nacionales la tasa es una de
las más elevadas del país con 193 presos cada 100 mil hab.
12 Tomamos sólo estos dos sistemas penitenciarios porque son los únicos para los que se consiguen
datos oficiales actualizados.
Presos y presas en el SPF (2014-2018)
169
13500
13000 12.951
12500
12000
11.861
11500
11000 10.968
10.424
10500
10.274
10000
2014 2015 2016 2017 2018

Fuente: elaboración propia en base a partes del SPF del 07/11/18

Presos y presas en el SPB (2014-2018)

46000
44000
43.496
42000
40000
39.870
38000
36000 35.721
34000 34.096
32000
31.806
30000
2014 2015 2016 2017 2018

Fuente: elaboración propia en base a partes del SPB del 30/10/18.

Presos y presas en el SPF y el SPB sumados (2014-2018)

60000
56447
55000
51731
50000
46689
45000 44370
42230
40000
2014 2015 2016 2017 2018

Fuente: elaboración propia en base a partes del SPF del 07/11/18 y del SPB del 30/10/18.
De modo que la tendencia al alza de la inflación penitenciaria sigue en pleno y acele- 170
rado desarrollo.
Para finalizar presentamos el gráfico siguiente, en el que mostramos la evolución de
la población encarcelada en el conjunto del país entre los años 2014 a 2017, según
los datos publicados por el informe SNEEP, pero incluyendo las personas con Mo-
nitoreo Electrónico (excluidos desde el año 2016) y aquellos que se encontraban en
las Alcaldías Departamentales de la Prov. de Buenos Aires para los cuatro años
(excluidos siempre de la estadística oficial). Agregamos una segunda línea que suma
a los presos y presas anteriores, aquellos detenidos en comisarías, también según la
SNEEP. Finalmente realizamos para el año 2018 una proyección a escala nacional
del incremento que verificamos antes para la suma del SPF y del SPB a octubre de
2018. El resultado es impactante en clave de avance del punitivismo en Ar-
gentina: en este año 2018 se va a sobrepasar el umbral de los 100.000 presos y
presas.

105.000
103.049
100.000
94.454 95.545
95.000

90.000 87.576
83.998
85.000

80.000 77.612 78.284


75.901
75.000 73.307
69.642
70.000

65.000
2014 2015 2016 2017 2018

Incluyendo comisarías y otros centros policiciales


Centro penitenciarios, alcaldías y monitoreo electrónico

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Sistema Nacional de Estadísticas sobre
Ejecución de la Pena SNEEP y la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia
de Buenos Aires.

Fuentes consultadas
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/presentacion_informe_ejecutivo_sneep_
2017.pdf http://www.prisonstudies.org
http://www.ppn.gov.ar
171

La Protesta suplemento 318

diciembre 1929
172
El poder Ubuesco
Presentación de la Sección
La soberanía grotesca o ubuesca:
un homenaje a Alfred Jarry y a Michel Foucault
Si el poder está en todas partes, por donde haya poder, habrá resistencia.
Michel Foucault
El 10 de diciembre de 1896 se estrena en París la obra de teatro que será vanguardista en cuanto al teatro del
absurdo, Ubú Rey, su autor Alfred Jarry presenta al rey Ubú como un rey grotesco, símbolo de la codicia,
ignorancia y arbitrariedad. Al término “ubuesco” se lo considera sinónimo de aberrante, absurdo y ridículo.
Y Jarry también le inventa al rey Ubú el lenguaje patafísico, un lenguaje destructor que, a su vez, proviene de
la Patafísica: la ciencia de las soluciones imaginarias.
Así fue, que el adjetivo “ubuesco” fue incorporado en 1922, y recuerda al personaje de Ubú Rey para calificar
lo grotesco, absurdo o caricaturesco, lo “ubuesco” es aquello que se parece a Ubú por un carácter
cómicamente cruel, cínico y cobarde a ultranza. Un siglo después, y en los años que llevamos estudiando a las
agencias del control social penal, las figuras del rey Ubú y del lenguaje patafísico son un lugar común con el
que nos encontramos con irritante frecuencia.
En su clase del 8 de enero de 1975 en el Collége de France, Michel Foucault (2000:25-27) hace especial
referencia a aquellos discursos, algunos con pretensión de saberes, que se presentan como discursos
verdaderos pero son en sí mismos, en sentido absolutamente estricto, grotescos. Y agrega:
“(…) calificaré de grotesco el hecho de poseer por su status efectos de poder de los que su calidad intrínseca
debería privarlo. Lo grotesco, o si lo prefieren, lo ubuesco no es simplemente una categoría de injurias. El
terror ubuesco, la soberanía grotesca refiere a la maximización de los efectos de poder a partir de quien los
produce: no es un accidente del poder, una avería de su mecánica (…) es uno de los engranajes que forma
parte inherente de los mecanismos de poder (…)
El poder político, al menos en ciertas sociedades, en todo caso en la nuestra, puede darse y se dio,
efectivamente la posibilidad de hacer transmitir sus efectos, mucho más, de encontrar el origen de sus efectos
en un lugar que es manifiesta, explícita y voluntariamente descalificado por lo odioso, lo infame o lo ridículo
(…) Lo grotesco es uno de los procedimientos esenciales de la soberanía arbitraria y también es un
procedimiento inherente a la burocracia aplicada”.
Es evidente que el sistema penal es un observatorio privilegiado del poder ubuesco; se trata sin duda de aquel
lugar en nuestra sociedad donde este tipo de poder se encuentra, claramente representado.
Al mostrar explícitamente al poder como abyecto, infame, ubuesco o simplemente ridículo, no se trata, creo,
de limitar sus efectos y descoronar mágicamente a quien recibe la corona. Me parece que, al contrario, se
trata de manifestar de manera patente la inevitabilidad del poder, la imposibilidad de eludirlo, que puede
funcionar con todo su rigor, y en el límite extremo de su racionalidad violenta, aun cuando esté en manos de
alguien efectivamente descalificado.
Pensamos inevitablemente en los servicios penitenciarios, en sus estructuras, sus jerarquías, sus funcionarios
(penitenciarios y “civiles”), en cada uno de los profesionales que hacen posibles dichas maquinarias de
ubuesca crueldad. Pensamos en las policías, donde la administración de violencia y muerte es un grotesco
parte diario. Y pensamos en la institución judicial, protagonista y autora responsable de producción de
impunidad y del grado quizá más elevado del lenguaje patafísico. En definitiva, al sistema penal en su
conjunto, que tanto nos recuerda a la Patafísica: la ciencia de las soluciones imaginarias.
En esta sección entregaremos algunas muestras y pinceladas de los innumerables pequeños reyes Ubú con (y
contra) los que nos topamos a diario, en medios de información pública así como en nuestro trabajo de
investigación. Así, dedicamos especialmente este espacio a Alfred Jarry y a Michel Foucault, ambos nos
enseñaron que aquellos discursos y prácticas del poder que dan risa, a veces, matan.
Alcira Daroqui
Bibliografía FOUCAULT, M. (2000). Los anormales, Buenos Aires: Ed. FCE, pp.25-27.
173 Videoconferencia:
salud mental y reducción de costos

Fuente: http://www.spf.gob.ar/www/noticias/catcms/34/pub/349/
Asistencia-psiquiatrica-a-traves-de-video-conferencia

11/11/2015

Asistencia psiquiátrica a través de video conferencia


En consonancia con las modernas tecnologías que ha incorporado el Servicio Peni-
tenciario Federal (SPF) en los últimos años, se presentó una innovadora modalidad
de atención médica destinada a personas privadas de la libertad con padecimientos
mentales. Este sistema, permite realizar una comunicación instantánea y segura, a
través de la transmisión de datos de video de alta calidad, que garantiza la atención
médica en establecimientos federales que no cuenten con médicos especialistas en
psiquiatría; además de disminuir costos y reducir la cantidad de traslados.
El área de sanidad, ubicada en la Dirección Nacional del SPF, será la responsable de
designar médico psiquiatra, recabar y registrar las necesidades de atención y coordi-
nar la interconsulta a través del sistema de videoconferencia. Para la entrevista bajo
esta modalidad -cuyo protocolo garantiza la confidencialidad y secreto profesional-
deberá mediar siempre consentimiento informado del o la paciente, quien podrá
optar por la derivación a una institución pública zonal.
Este servicio, ahora puesto al servicio de un cuidado integral de la salud, fue regla-
mentado en julio de 2013 por la Corte Suprema de Justicia de la Nación para causas
en trámite en juzgados, tribunales orales y cámaras de apelaciones -tanto nacionales
como federales-. Además, se implementa para una conexión inmediata y en tiempo
real entre personas privadas de la libertad con sus familias, consolidando y afianzan-
do sus lazos a pesar de la distancia.
Medidas de estas características reafirman una gestión atravesada por un correcto y
eficiente manejo de los recursos institucionales, para maximizar su rendimiento y
orientar la implementación de políticas eficaces para cumplir con los objetivos que
la constitución, las leyes y los reglamentos le asignan al Servicio Penitenciario Fede-
ral.
Crimen organizado I: 174
la lucha contra el narcotráfico

El Ministerio de Seguridad de la Nación informa periódicamente a través de su sitio


web los significativos avances en la “lucha y combate” al narcotráfico y el crimen
organizado. Así sí.

Barrios Seguros: dos detenidos en la villa 31


Domingo, 17/04/2016 - 09:43
En el marco del programa Barrios Seguros, impulsado por el Ministerio de Seguri-
dad de la Nación, la Policía Federal aprehendió a un individuo en la Villa 31.
Mientras los efectivos de la fuerza mencionada se encontraban realizando los con-
troles poblacionales pertinentes en la intersección de las Calles Nº5 y Nº6 dentro del
barrio, detuvieron a un individuo para identificarlo.
Al ser palpado sobre sus ropas a efectos de verificar si poseía algún elemento consti-
tutivo de delito se le observo que portaba marihuana escondida entre sus ropas.
Atento a ello se procedió a su detención y al secuestro del material.
Asimismo, otros efectivos de la Policía Federal que también realizaba tareas de con-
trol en las calles del asentamiento, detuvieron a un joven de nacionalidad peruana
que llevaba consigo tres trozos de marihuana.
Barrios Seguros, iniciativa que surgió a partir de la decisión del Gobierno Nacional,
continúa luchando mediante el trabajo conjunto de las fuerzas de seguridad contra
el crimen organizado y el narcotráfico para garantizar la paz y proteger a la ciudada-
nía.

Crimen organizado II: la mafia del chipá

A través de los medios de comunicación, la justifica federal con asiento en Ciudad


de Buenos Aires comunica las trascendentes investigaciones en las que trabajan.

Fuente: Infobae https://www.infobae.com/2015/05/22/1730477-la-mafia-del-chipa-la-mira-la-


justicia/
175 La "mafia del chipá", en la mira de la Justicia

La investigación detectó tarifas casi extorsivas a vendedores y una organización vin-


culada a la Villa 31. ¿Una nueva estafa de pobres contra pobres? Un puntero que
conoce bien la Villa 31 admite: "Acá nada es cuentapropismo; siempre hay alguien
que tiene la manija. Todo lo controla algún capanga". En este caso, el control llega-
ría hasta a algo tan cotidiano y sencillo como un puesto de chipá.
A fines de febrero último, en su camino a los tribunales de Comodoro Py temprano
cada mañana por Retiro, Federico Delgado, a cargo de la Fiscalía No. 6, comenzó a
ver hombres y mujeres descargados de camiones para trabajar en los puestos de co-
midas y bebidas de la zona, todos aledaños a las estaciones de trenes y a la Villa 31.
Delgado se preguntó por esto, una organización detrás parecía algo lógico y comen-
zó a investigar. Despachó a Gendarmería Nacional y al área de Delitos y Crimen
Organizado de la Policía Metropolitana para que realicen averiguaciones. Los datos
llegaron a su despacho. Tras una investigación preliminar, Delgado esta semana ele-
vó una denuncia al fiscal general Germán Moldes para que vaya a sorteo. Creyó te-
ner motivos suficientes para que se ordenen intervenciones telefónicas, entre otras
medidas.
La información que recibió indicaba que los puesteros de una muy transitada esqui-
na porteña tendrían un regente directo, un hombre con domicilio en la Villa 31 bis,
con quien se comunican por teléfono. Los puesteros reconocieron no saber de dón-
de viene la mercancía y que el regente del lugar les cobraba una tarifa insólita: se lle-
vaban tan solo tres pesos de cada diez que recaudaba. Reconocieron estar "todo el
día trabajando." En los puestos de Retiro, Delgado encontró una situación similar,
con una mujer de la Villa 31 como jefa de los puestos.
El fiscal razona que esta posible explotación económica podría alojar trata de perso-
nas y que están sujetas a un comercio desigual dadas las condiciones en que trabajan
y el porcentaje que reciben. Esta no es la única estafa de pobres contra pobres que
ocurre en la Villa 31: el juez Sebastián Casanello investiga mafias que se instalan en
terrenos para usurparlos, lotearlos, venderlos y luego expulsar a quienes se los ven-
den con amenazas.
Comentarios de libros
La cantidad de pena en el tiempo de prisión
Sistema de la medida cualitativa
(VACANI, Pablo Andrés 1ed. - Buenos Aires, Ad-Hoc, 2015. 505 págs.)

Marcos Caffarena – Abogado Universidad de Buenos Aires, Prosecretario Administrativo de la Defensoría


General de la Nación. – marcoscaffa@hotmail.com
Julia Palladino – Abogada Universidad de Buenos Aires, Empleada de la Defensoría General de la Nación. –
palladino.juli@gmail.com

176

El libro que analizamos es el resultado de una investigación de más de diez años


realizada por Pablo Vacani, presentada en el año 2013 como Tesis Doctoral en la
Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Encontramos que la obra es un llamado de atención, una interpelación primordial-
mente a su ámbito de pertenencia: el derecho. Sin embargo, no se trata de un libro
jurídico corriente -normativo, conceptualista, dogmático- y tampoco aspira a con-
vertirse en un texto de denuncia, pese a su profundo sentido crítico y detalle sobre
las condiciones carcelarias.
La finalidad declarada en el epílogo es la de servir de herramienta para los agentes
judiciales, para que éstos amplíen la percepción jurídica del castigo y traduzcan la
cantidad de sufrimiento por tratos prohibidos en cantidad de pena compurgada. Pa-
ra ello, el autor proyecta generar un método jurídico que tenga como principal eje el
contenido de la realidad; una teoría que se construya y alimente de datos empíricos.
A tales efectos, se nutre de recursos de distintas disciplinas, y particularmente de
una amplia gama de conceptos tomados de la sociología de Pierre Bourdieu.
Para el abordaje de la problemática -el tiempo de prisión- utiliza una multiplicidad
de fuentes reveladoras de la realidad carcelaria y de su historia -informes de institu-
ciones de gestión y de organismos de control, análisis de expedientes, registros de
campo en mesa de entradas de tribunales y defensorías, indagación de casos puntua-
177 les, fuentes periodísticas, etc.-, otorgándole primordial relevancia a las entrevistas a
personas privadas de la libertad: “La voz de los propios encarcelados como forma
de acceder al conocimiento sobre el encierro”.

El problema del tiempo


El tiempo en el derecho es el tiempo calendario, cronológico, un tiempo captado
por la ley. Como aspecto de la pena, se ha definido como una táctica de privación
de un bien específico: la libertad ambulatoria. Esta concepción ha permitido repre-
sentar a la pena como simple privación de la libertad, cuya medida es su duración.
Entonces, el efecto de la sanción es el lapso de privación únicamente de aquel bien,
sin que ello pueda impedir la realización de otros derechos.
Este pensamiento permite inferir, según la tesis del autor, que la medida de la pena
como tiempo cronológico sólo sería legítima si su desarrollo se produjera en un
marco de plena legalidad; es decir, que la pena no afecte otros derechos distintos a la
mera libertad ambulatoria.
La investigación de Vacani evidencia que ésta es la forma en que tanto el derecho
como los agentes judiciales perciben al encierro; es decir, presumen que las condi-
ciones de encarcelamiento son legítimas, resultando así correcta la cuantificación de
la pena en tiempo lineal. Así se revela en lo dispuesto en los artículos 24 y 77 del
Código Penal Argentino.

Sin embargo, ello no solo importa, según el autor, una negación de la violencia por
parte de los agentes judiciales, sino una violación a las normas de jerarquía constitu-
cional que regulan específicamente la prohibición de un trato punitivo contrario a la
dignidad de la persona.

De esta manera, el derecho -y sus operadores- entienden a la pena desde el “deber


ser” del encarcelamiento, tomándolo por cierto, y considerando a todo aquel dato
empírico que demuestre la vulneración de derechos distintos de la libertad como un
hecho “aislado”, y por tanto sin repercusión en la cuantía de la pena.

La tesis del autor rompe con esa lógica y propone cambiar el concepto de tiempo
cronológico por el de tiempo existencial: asumiendo el desafío de examinar el conte-
nido del encierro y asignar un valor cuantificable y compensable en la pena a todos
aquellos tratos que vulneren otros derechos distintos al objeto de aquella. Se dirige
así a distinguir una concepción del tiempo que no se limite a su consideración en
abstracto, equiparando todos los casos por simple mandato legal, sin una referencia
a la trayectoria de cada individuo en la prisión, y a los distintos padecimientos que
reflejan que el castigo no se reparte de manera igualitaria.

La prisión preventiva como eje del análisis


La obra centra su análisis crítico sobre la cuantificación del tiempo de prisión pre-
ventiva como pena. La elección metodológica de analizar el encierro preventivo res-
ponde, por un lado, a que se trata de la mayor herramienta de encarcelamiento en
Argentina1, y por otro, constituye “un proceso existencial en curso al momento de 178
cuantificar la pena”, por lo cual, es posible tener un conocimiento directo del trato
punitivo aplicado, y asimismo, analizar su distorsión respecto al tiempo lineal.
La ley penal otorga a este tipo de encarcelamiento previo a la imposición de una
condena, o sea, anterior a la determinación del tiempo de privación de libertad que
el sujeto deberá sufrir como consecuencia de la comisión de un delito, un valor que
equipara un día de prisión preventiva con un día de prisión/pena.
El autor expone que este tipo de interpretación -que sigue una línea histórica que se
remonta a los proyectos legislativos de 1891, 1906, y 1917 previo a la sanción del
Código del año 1921- resulta hoy incompatible con la incorporación de los Tratados
Internacionales de Derechos Humanos a la Constitución Nacional en el año 1994
que prohíben las penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes; porque el tiempo
mensurable del castigo, como expresión de un tiempo uniforme, no asegura el valor
de una pena igualitaria. Desentenderse del trato punitivo arbitrario recibido durante
la prisión preventiva supone una vulneración a los principios de legalidad, propor-
cionalidad y prohibición de doble punición. En términos cualitativos, el castigo reci-
bido por dos individuos que cumplen una cantidad de tiempo de prisión puede dife-
rir considerablemente, y ponderar tales circunstancias exige, de parte del operador2,
adentrarse en el conocimiento de las prácticas carcelarias.
El abordaje que la obra ofrece a la prisión preventiva no se reduce a un análisis jurí-
dico -aunque siempre presente-, sino que se encuentra atravesado por un estudio
histórico que permite identificar, entre otras cuestiones, las distintas posturas res-
pecto a la cuantificación de su tiempo de duración. Así, por ejemplo, la obra rescata
los antecedentes de las Leyes 23070 y 24390 (conocida esta última como Ley del
2x1) que reconocieron respectivamente una mayor carga de castigo a la hora de la
fijación de la pena para quienes sufrieron prisión preventiva durante la última dicta-
dura cívico-militar, o permanecieron bajo esa medida más de dos años sin obtener
condena firme. De acuerdo con esa legislación, cumplidos ciertos requisitos la rela-
ción entre pena de prisión y prisión preventiva se compurgaba en una relación dis-
tinta a la paridad que impone el art. 24 del Código Penal.
Este entrecruzamiento de puntos de examen permite al autor poner de relieve que la
problemática de la medida del tiempo de prisión preventiva ha estado presente a lo
largo de la historia, y que incluso en distintos momentos se ha reconocido que el
impacto es mayor y que en cierto modo eso debe ser compensado en el cómputo
definitivo.

El trato punitivo como contenido de la pena


El trabajo aquí analizado, entonces, propone poner al contenido del encarcelamien-
to como elemento central al momento de cuantificar el tiempo de prisión preventi-
1 Y particularmente, en la Provincia de Buenos Aires, ámbito al que circunscribe su investigación,
aunque sus conclusiones no son exclusivas de dicho territorio.
2Puede tratarse de los funcionarios judiciales, pero principalmente quienes se ocupen de la defensa
del individuo privado de su libertad serán aquellos que tienen un especial interés en este análisis.
179 va. El punto de partida para ello es quebrar la confusión aún existente entre ley pe-
nal y poder punitivo, pues el análisis de las formas e intensidades del trato aplicado
al caso permite salir de la ceguera del deber ser, y promueve la indagación sobre las
manifestaciones de la violencia estatal como contenido del tiempo de prisión.
El tiempo es, para el autor, expresión de la violencia aplicada en prisión, y ella puede
tener manifestaciones lícitas (aquellas que recaen solo sobre la privación de libertad)
e ilícitas (aquellas que afectan otros derechos) constituyendo por tanto un trato arbi-
trario. La noción de medida cualitativa es aquella que permitirá revelar qué derechos
han sido lesionados y qué privaciones se han producido en aquel periodo temporal,
para luego poder definir qué respuesta jurisdiccional corresponde darle.
En la obra se emplean tres categorías de violencia -institucional, activa e interna/
tercerizada- que permiten desterrar la concepción de la cárcel como mero lugar de
encierro, a la vez que demuestra que el trato arbitrario no se corresponde con he-
chos aislados o excepcionales; por el contrario, explicita -mediante la sistematiza-
ción de los datos extraídos de las diferentes fuentes- que estos tipos de violencia
constituyen los principios reguladores del espacio carcelario.

En la obra se emplean tres categorías de violencia -


institucional, activa e interna/tercerizada - que per miten
desterrar la concepción de la cárcel como mero lugar de
encierro, a la vez que demuestra que el trato arbitrario no se
corresponde con hechos aislados o excepcionales; por el
contrario, explicita -mediante la sistematización de los datos
extraídos de las diferentes fuentes- que estos tipos de
violencia constituyen los principios reguladores del espacio

La distribución escasa de recursos, los diferentes lugares de alojamiento, los trasla-


dos, la tortura y malos tratos, las peleas entre internos, la religión en las cárceles; to-
do ello responde a las reglas que, de manera regular y persistente, se encuentran al
servicio de los intereses propios del sistema penitenciario y determinan la posición
de la persona privada de la libertad en el espacio carcelario, definiendo, por tanto, el
contenido del trato aplicado en cada caso concreto.
Para ello, la noción de campo de Pierre Bourdieu -acompañada de las nociones de
habitus, violencia simbólica y capital- se vuelve esencial para el autor, a fin de definir
un sistema de identificación de las prácticas punitivas que le permita atravesar los
muros de las cárceles y desentrañar los intereses, las luchas, las necesidades y estrate-
gias que definen realmente el encarcelamiento con incidencia directa sobre la digni-
dad de la persona. Esta comprensión del espacio -superadora de una percepción
física o geográfica de la cárcel- reconoce todos aquellos elementos que definen cua-
litativamente la trayectoria temporal del individuo en prisión.
El concepto de trato punitivo propuesto no pretende únicamente relevar la praxis
intracarcelaria, sino interpelar a los distintos operadores a ampliar el horizonte, a 180
dejar de negar que las arbitrariedades del sistema carcelario hacen al contenido de la
pena, y por tanto requieren ser abordadas jurídicamente. De esta forma, el autor

El concepto de trato punitivo propuesto no pretende


únicamente relevar la praxis intracarcelaria, sino interpelar a
los distintos operadores a ampliar el horizonte, a dejar de
negar que las arbitrariedades del sistema carcelario hacen al
contenido de la pena, y por tanto requieren ser abordadas
jurídicamente. De esta for ma, el autor impulsa una
expansión de los conceptos de trato degradante, cruel o
inhumano y tortura...

impulsa una expansión de los conceptos de trato degradante, cruel o inhumano y


tortura, entendiendo que aquella violencia institucional, activa e interna/tercerizada
que afecta derechos ajenos a la libertad ambulatoria, genera una distorsión en el
tiempo de prisión que, por mandato constitucional, debe computarse como pena.

El sistema cualitativo de la pena


La obra, luego de exponer que el sufrimiento ilegítimo como consecuencia de la
existencia de trato arbitrario aplicado debe ser computable y compensable en la
cuantificación de la pena -rompiendo con la equivalencia 1=1 que plantea el artículo
24 del Código Penal- propone generar un sistema que integre la individualización
del trato punitivo a la determinación de la pena.
Para lograrlo, es necesario reconocer que la relación entre el Estado y el individuo
privado de su libertad está marcada por la posición de garante del primero, vínculo
que supone la existencia de obligaciones positivas y negativas en torno a brindar un
trato digno y abstenerse de dar por acción u omisión un trato cruel, inhumano o
degradante. Cada una de las medidas que adopte, para no ser arbitraria, deberá ser
idónea, necesaria y razonable (relación medio-fin).
La noción del “principio de presunción incorporada” que el autor extrae de varios
fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos resulta ser una herramienta
interpretativa que permite considerar responsable al Estado por los malos tratos que
exhibe una persona que ha estado bajo su custodia, si no puede demostrar su irres-
ponsabilidad. De este modo, incluso, se sortea el obstáculo o la necesidad de some-
ter a los funcionarios estatales a un proceso penal para extraer de allí consecuencias
que se apliquen al cómputo de prisión. Rige la responsabilidad de la administración
en su posición de garante (objetiva), lo cual no queda sujeto al resultado que arroje
un proceso penal a la hora de calcular la cuantificación del exceso.
Como se expuso, la finalidad de Vacani es brindar una herramienta que permita a
los agentes jurídicos incorporar los datos de la realidad que distorsionan la medida
181 lineal de la pena. Para ello, resalta la importancia de generar un método jurídico -
sistema coherente, clasificatorio- que permita, mediante nociones abiertas y renova-
bles en su contenido, valorar diferenciadamente el trato punitivo aplicado al encar-
celado/a, su legitimidad, su nivel de intensidad, duración, reiteración y trascenden-
cia.
La propuesta del sistema cualitativo es la de requerir un proceso especial de determi-
nación de la cantidad de castigo que se realice con posterioridad al debate sobre el
monto abstracto de la pena formal; momento en el cual se incorporará toda la infor-
mación sobre el trato aplicado durante el curso de la prisión preventiva para, en ca-
so de corresponder, lograr su compensación.
De esta manera, se exige un proceso de análisis de la situación particular del sujeto
con relación a toda su cronología vivencial en prisión y los tratos arbitrarios recibi-
dos.
El proceso de determinación del valor de coerción ilegitima al que se ve sometida la
persona, toma como referencia la escala penal impuesta a los delitos del Código Pe-
nal, y jerarquiza los bienes jurídicos según su naturaleza y el grado de afectación
(nuevamente, carácter ofensivo, prolongación y trascendencia a la integridad familiar
de la persona). Esa referencia se integra con otros criterios como el nivel de vulnera-
bilidad del individuo, la ausencia de medidas de prevención y evitación de resultados
por parte del Estado, el impacto del trato en el proyecto de vida del sujeto.

A modo de cierre
En síntesis, el principal aporte de este libro es el exhaustivo análisis interdisciplina-
rio de la problemática del tiempo de prisión, aportando sólidos argumentos en favor
de la teoría que propone. Desentraña el “mundo carcelario” desde un punto de vista

...el principal aporte de este libro es el exhaustivo análisis


interdisciplinario de la problemática del tiempo de prisión,
aportando sólidos argumentos en favor de la teoría que
propone. Desentraña el “mundo carcelario” desde un punto
de vista sociológico contribuyendo con una visión amplia y
relacional de la prisión como campo.

sociológico contribuyendo con una visión amplia y relacional de la prisión como


campo.
Más importante aún, satisface su propósito de servir de herramienta a los operado-
res judiciales. Tal es así que empiezan a existir pronunciamientos que recogen el
concepto de medida cualitativa a la hora de compensar o reparar los malos tratos
sufridos en prisión. En el año 2015 la Sala 3 de la Cámara Nacional de Casación en
lo Criminal y Correccional modificó el monto de pena aplicado a quien había sufri-
do torturas por parte de agentes penitenciarios3. La Sala 1 del Tribunal de Casación 182
Penal de la Provincia de Buenos Aires decidió, en cambio, tomar la información
sobre la violencia sufrida por un detenido para otorgarle la libertad asistida que le
había sido rechazada en las instancias anteriores, a modo de reparación 4. Sin dudas
los pronunciamientos de tribunales de jerarquía superior darán al sistema de la me-
dida cualitativa un impulso desde la práctica forense acorde al reconocimiento que
el autor se propone sobre el tiempo existencial de la pena como concepto que rom-
pe la mirada tradicional del tiempo lineal o cronológico.

3 Causa 56449/2013 “N, B” Resuelta el 11 de septiembre de 2015 por la Sala 3 de la CNCCC, con el
voto de los Dres. Luis Niño y Pablo Jantus, y la disidencia del Dr. Mario Magariños.
4 Causa 75213 “R, DE” resuelta el 2 de junio de 2016 por la Sala 1 del Tribunal de Casación Bonae-
rense, con el voto de los Dres. Daniel Carral y Ricardo Maidana.
183

La Protesta Suplemento Semanal 2


16 de enero de 1922
Documentos para el debate académico y político
Algunas anotaciones sobre el trámite parlamentario de la
Ley 27.375 de reformas a la Ley de Ejecución de la Pena
Privativa de Libertad

Diego Luna – Profesor de Filosofía del Derecho, Derecho Penal y Criminología, Facultad de Derecho UBA. –
diegoluna@derecho.uba.ar

184

Suelo repetir en los ámbitos donde el discurso tiende a simplificar los conceptos,
que las llamadas "Leyes Blumberg", que incluyeron también una reforma a la ley de
ejecución de la pena privativa de libertad, en algunos casos ni siquiera respondían a
los reclamos del falso ingeniero devenido en dirigente social ocasional a partir de su
tragedia personal. El propio Juan Carlos Blumberg, quien contaba con el asesora-
miento jurídico del abogado Jorge Durrieu, se ha encargado en más de una ocasión
de aclarar que algunas de las reformas a las que se alude con ese mote, ni siquiera
fueron incluidas en aquellas recordadas proclamas punitivistas de 20041.
Esto tiene relación con la reforma de la Ley 24.660, sancionada en julio de 2017 -
Ley 27.375 (B.O. 28/07/20172)- y que algunos pretenden llamar "Ley Petri". La ver-
dad es que, así como el llamar "Ley Blumberg" a cualquiera de aquellas reformas -
por caso la acumulación de penas en los concursos reales de delitos hasta los cin-
cuenta años de prisión- hace un flaco favor a la democracia, en la medida en que
con esa mención quedan solapados los verdaderos autores de la ley. Es una obvie-
dad recordar que las leyes nacionales requieren de un complejo proceso de trámite
parlamentario bicameral para convertirse en eso: una ley. Pero en situaciones para-
digmáticas como estas conviene estar atentos para que la simplificación del panfleto
o la consigna no nos lleve a pensar que aquellas leyes fueron sancionadas por Juan

1 Al respecto, ver Penna, 2015.


2 Texto completo de la ley 27.375: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/275000-
279999/277449/norma.htm
185 Carlos Blumberg, quien ni siquiera era legislador, o que la aludida reforma del año
pasado a la Ley Nacional de Ejecución Penal haya sido obra exclusiva del diputado
mendocino Luis Petri (Unión Cívica Radical).
A este modo de aproximación, muy generalizado en el sentido común, aunque tam-
bién bastante popular en ámbitos académicos, se suma otra hipertrofia más bien
propia del ámbito leguleyo de los juristas: identificar al Derecho con la Ley y, peor

La verdad es que, así como el llamar "Ley Blumberg" a cual-


quiera de aquellas reformas -por caso la acumulación de pe-
nas en los concursos reales de delitos hasta los cincuenta
años de prisión- hace un flaco favor a la democracia, en la
medida en que con esa mención quedan solapados los verda-
deros autores de la ley.

aún, creer que la Ley surge de la voluntad de "El Legislador". Así, en mayúscula,
como una especie de semidiós todo poderoso, omnisciente, omnipotente y omni-
comprensivo, aunque también a-temporal y a-histórico (Nino, 1989). No alcanzan
las demoledoras críticas que el método de la exegesis, como canon de la interpreta-
ción jurídica, ha merecido (Aftalión, Vilanova y Raffo, 2004); siempre habrá algún
jurista o muchos dispuestos a simplificar el asunto con aquello del "espíritu del le-
gislador". Cabe recordar acá la caracterización del método exegético, en palabras de
Cossio:
“Este método exegético se caracteriza porque hace sinónimos la ley y la intención del legisla-
dor que la sancionó; de modo que, en caso de duda, es cuestión de aclarar cuál fue la intención
que tuvo el legislador que dictó la ley. Pero son conocidas las dificultades que presenta esta
identidad que postula el método exegético. Por ejemplo, si la ley se sanciona en un cuerpo cole-
giado y los votos están divididos, ¿qué significan, respecto de la interpretación de la ley por la
intención del legislador, aquellos votos de la oposición que son, sin embargo, necesarios para
integrar el quorum? Se presentan, asimismo, dificultades en los casos conocidos en que los
legisladores, al estar disciplinados en grupos políticos, sólo asienten a lo que el gobierno del
partido determina, sin saber siquiera de qué se trata; o en los casos más comunes en que no
hay manera de encontrar la intención del legislador porque el legislador ha aprobado simple-
mente un texto, que es el que nos llega” (1967: 121-122).
Suelo decir también, con sorna, que lo más parecido al espíritu del legislador o el
espíritu de la ley, para el caso da igual, es “el fantasma de la B”: aquella imagen po-
pular futbolera. Tienen en común, al menos, que ni lo uno ni lo otro existen.
Para evitar algunas de estas incomodidades que generan en personas como uno, que
se preocupan por detalles menores, haré aquí una crónica de los aspectos relevantes
que constituyeron el derrotero parlamentario que culminó con la sanción de la Ley
27.375. Es decir, su origen como proyecto de ley, su paso por las comisiones parla-
mentarias en ambas cámaras del Congreso, con sus respectivos dictámenes de comi-
sión (con eventuales observaciones) y el tratamiento que luego tuvieron en el recin- 186
to de ambas cámaras al ser considerados por la reunión plenaria respectiva en sesión
de diputados y senadores.
Toda ley para su sanción cuenta, en general, con algunos o todos estos anteceden-
tes; salvo las así mal llamadas, por haber sido aprobadas como acto legislativo de
mero poder de hecho durante gobiernos que suprimieron el funcionamiento del
Congreso de la Nación. Ejemplo de esto son las -mal llamadas, insisto- Leyes 22.278
(B.O. 28/08/1980) de "Régimen Penal de la Minoridad", aún vigente, y la 17.711
(B.O. 26/04/1968) de reformas al Código Civil, vigente hasta la unificación de los
Códigos Civil y Comercial en 2014.
Cabe aun otra aclaración. Me limitaré, sin embargo, a la mención de cada paso o
hito en el derrotero parlamentario de modo de clarificar en lo que se pueda el proce-
so de sanción de la ley en sí mismo, indicando donde corresponda el sitio donde
consultar la referencia completa. Esto podría resultar aburrido o carente de utilidad,
si uno asume la actitud del alumno de escuela secundaria que tiene que afrontar de
memoria la lección de educación cívica sobre el capítulo de la Constitución Nacio-
nal relativa al proceso de sanción de las leyes. Pero, al menos desde mi punto de
vista, cada uno de estos pasos o movimientos son la expresión visible de las pujas,
tensiones, acuerdos y cuándo no, habilidades político-parlamentarias, de una dimen-
sión tan relevante como la reforma legal misma. Este enfoque no suple, claro está,
análisis de ese otro estilo, pero creo que resulta de alguna utilidad y suele ser pasado
por alto. Se trata, en suma, de la faz agonal de la política legislativa que se expresa

La ley sancionada o modificada, resulta el producto textual y


operante en el plano normativo de todo un mundo reglado
bajo la lógica del derecho parlamentario que a veces distrae
con sus tecnicismos y que otras veces queda impúdicamente
exhibido ante la opinión pública, por mucho que se insista
con el recurso de sesionar en horas de la madrugada a escon-
didas de la mirada pública e intentando evitar los titulares
de los diarios del día.

como una concreta política legislativa arquitectónica (Linares, 1960). La ley sancio-
nada o modificada, resulta el producto textual y operante en el plano normativo de
todo un mundo reglado bajo la lógica del derecho parlamentario que a veces distrae
con sus tecnicismos y que otras veces queda impúdicamente exhibido ante la opi-
nión pública, por mucho que se insista con el recurso de sesionar en horas de la ma-
drugada a escondidas de la mirada pública e intentando evitar los titulares de los dia-
rios del día.
Diré en primer lugar que el día 15 de noviembre de 2016 se reunió la Comisión de
Asuntos Penales de la Cámara de Diputados de la Nación (en adelante, CDN) para
dar tratamiento a dos proyectos. La realidad de los últimos años evidencia algo muy
187 simple y sencillo de entender: se tratan solamente los proyectos que el o la presiden-
te de cada comisión decide tratar, con un previo sondeo informal entresemana so-
bre el consenso que el mismo genera. A veces, ese tratamiento en comisión es pre-
cedido de una discusión previa en reunión de asesores de los diputados que integran
la respectiva comisión a los efectos de revisar cuestiones técnicas o de mera redac-
ción formal. El dictamen que una comisión produce respecto de un asunto tratado,
que puede contener a su vez uno o más proyectos, se denomina "Orden del
Día" (OD). Ese día, la Comisión de Legislación Penal emitió el OD N°924 3 sobre la
base de los proyectos de las diputadas Litza, Massetani, Pitiot y Ehcosor N° 3805-D
-20164 y el proyecto de los diputados Petri, Wolff, Hers Cabral y Burgos N° 4829-D
-20165. El OD contenía un dictamen de mayoría y dos dictámenes de minoría. El
primero, proponiendo una serie de reformas a la Ley 24.660, lo suscribieron los
diputados: María G. Burgos (presidente de la Comisión), Gilberto O. Alegre, Juan F.
Brügge, María S. Carrizo, Álvaro G. González, Martín O. Hernández, Anabella R.
Hers Cabral, Mónica E. Litza, Vanesa L. Massetani, Miguel Nanni y Luis A. Petri. El
primero de minoría, por el rechazo de los proyectos, lo firmaron los diputados Luis
R. Tailhade y María F. Raverta; mientras que el segundo de minoría, proponiendo
reformas alternativas, lo firmó la diputada Ana I. Copes.
Una vez publicado el OD y circulado en todos los despachos de los diputados, to-
dos/as contaban con la posibilidad de presentar reparos, comentarios, observacio-
nes a ese dictamen hasta el 30 de noviembre de 2016; día en que vencía el plazo que
establece el artículo 113 del Reglamento. No hubo observaciones en este caso, aun-
que el plazo no llego a correr íntegramente, sino que antes se llevó a cabo una se-

Otra práctica muy generalizada en la CDN es precisamente


esta: cuando un asunto urge o bien, se pretende evitar o aco-
tar al máximo toda discusión en los días de plazo para pre-
sentar observaciones, se apura la convocatoria de una sesión
en la que el asunto se trata sin más. Es un modo de hecho de
derogar el plazo de observaciones.

sión especial en la que el asunto se puso a votación y fue aprobado. Otra práctica
muy generalizada en la CDN es precisamente esta: cuando un asunto urge o bien, se
pretende evitar o acotar al máximo toda discusión en los días de plazo para presen-
tar observaciones, se apura la convocatoria de una sesión en la que el asunto se trata
sin más. Es un modo de hecho de derogar el plazo de observaciones. Aunque la
Constitución Nacional y los Reglamentos de ambas Cámaras prevén un funciona-
miento "ordinario" del Congreso en el que las Cámaras de Diputados y Senadores

3 Texto completo del OD 924 en: http://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dcomisiones/periodo-


134/134-924.pdf.
4 Texto completo del Proyecto 3805-D-16: https://www.hcdn.gob.ar/proyectos/textoCompleto.jsp?

exp=3805-D-2016&tipo=LEY
5 Texto completo del Proyecto 4829-D-16: https://www.hcdn.gob.ar/proyectos/textoCompleto.jsp?

exp=4829-D-2016&tipo=LEY
van sesionando conforme avanza la discusión de los asuntos en sus diversas Comi- 188
siones, una vez más la realidad indica que las sesiones en muchas ocasiones solo se
llegan a realizar cuando existe un consenso previo sobre unos pocos o a veces mu-
chos, asuntos previamente acordados. Este tipo de sesiones se denominan
"especiales" y se caracterizan, entre otros rasgos, por contener un temario cerrado
de asuntos para su tratamiento y solo disponen de un mecanismo un tanto particular
para su modificación o ampliación, una vez en curso la sesión. El artículo 35 del
Reglamento de la CDN prescribe: “Las sesiones especiales se realizarán por resolu-
ción de la Cámara, a petición del Poder Ejecutivo; o por un número no inferior a
diez diputados, dirigida por escrito al presidente, debiendo expresarse en todos los
casos el objeto de la sesión”. Si bien el Reglamento de la CDN establece un diseño
de funcionamiento en el que la Comisión de Labor Parlamentaría –reunión del/a
presidente de la Cámara y los/las presidentes de los diversos bloques– debería re-
unirse semanalmente para realizar un seguimiento de los asuntos despachados por
las comisiones y preparar el contenido de las sesiones en función de ese trabajo pre-
vio (artículos 58, 59 y 60 del Reglamento), durante todo ese año 2016 la Cámara de
Diputados funcionó mayoritariamente mediante este mecanismo de sesión especial
(17 sesiones especiales, 5 sesiones ordinarias –una de ellas con expresiones en mino-
ría; es decir: sin quorum pero con oradores–; 2 sesiones ordinarias informativas;
más la sesión ordinaria de apertura y otra preparatoria)6.
Las respectivas Cámaras del Congreso de la Nación sancionan los proyectos puestos
en tratamiento mediante una de las vías posibles que consiste, precisamente, en que
el proyecto en cuestión haya recibido tratamiento de la o las Comisiones a las que
hubiere sido girado luego de su presentación y que se hayan conformado uno o más
dictámenes. En este caso, como dije antes, se obtuvo un dictamen de mayoría y dos
de minoría. Sin embargo, su tratamiento en el pleno del recinto de Diputados sería
producto del mecanismo de sesión especial. La sesión especial fue solicitada por una
cantidad de diputados suficiente, como lo establece el Reglamento (al menos diez),
encabezada por el presidente del bloque PRO, Nicolás Massot, el día 21 para sesio-
nar el día 23 de noviembre de 2016, con el siguiente temario: 1. O.D.-920: Ley de
Convertibilidad. Modificación sobre actualizaciones de las deudas de dinero; 2. O.D.
-786: Ley 26.815, de manejo del fuego. Sistema Federal de Manejo del Fuego. Modi-
ficación; 3. O.D.-887: Código Penal. Modificación sobre abuso sexual; 4. O.D.-926:
Otorgamiento de libertades durante el proceso penal. Régimen; 5. O.D.-924: Ley
24.660, de pena privativa de la libertad. Modificación; 6. O.D.-937: Bien de familia.
Modificación de los artículos 244 y 245 del Código Civil y Comercial de la Nación.
Creación del Sistema Nacional de Información de los Registros de la Propiedad In-
mueble; 7. O.D.-914: Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación - OPC.
Creación; 8. 137-S.-14: Proyecto de ley en revisión por el cual se sustituye el artículo
1° de la Ley 25.959, de creación de un Juzgado Federal de primera instancia con
asiento en la ciudad de General Pico, provincia de La Pampa; 9. O.D.-904: Mensaje
85/16 de fecha 2 de agosto del año 2016 y proyecto de ley de transición del go-
bierno en el ámbito del Poder Ejecutivo Nacional. Régimen; 10. Expediente 126-S.-

6 Fuente: https://www.hcdn.gob.ar/sesiones/sesiones/sesiones.html
189 16: proyecto de ley en revisión por el cual se denomina al Capítulo IV bis del Título
III del Código Electoral Nacional: “De la campaña electoral y el debate presidencial
obligatorio”; 11. O.D.-751: Investigación médica y científica del uso medicinal de la
planta de cannabis y sus derivados; y 12. O.D.-908: Ley 25.065, de tarjetas de crédi-
to. Modificación.
Ese día la CDN dio media sanción al dictamen de mayoría del OD 924 de reformas
a la Ley 24.660. Los detalles de esa sesión y todo su desarrollo pueden consultarse
en la versión taquigráfica denominada Diario de Sesiones7 o bien, consultarse en el
registro audiovisual de la transmisión en vivo de las sesiones que se realiza por inter-
net8. La nómina de los diputados presentes y el sentido de su voto (a favor, en con-
tra o abstención), puede consultarse también en el respectivo registro de votaciones
de la CDN. De los/las 257 diputados/as, 52 estaban ausentes, votaron negativa-
mente 69, se abstuvo uno y votaron por la afirmativa otros/as 1349. El texto de re-
forma sancionado por la CDN (Exp. CD N°90/16) fue remitido al Senado de la
Nación el 23 de noviembre de 2016, dos días después de sancionado en Diputados10
y girado a la Comisión de Justicia y Asuntos Penales del Senado11.
La sanción en Diputados a fines del año 2016 contó con una manifestación en con-
tra del proyecto en las afueras del Congreso de la Nación, que incluyó un corte par-
cial de la avenida Entre Ríos. Si bien no me voy a ocupar en detalle del asunto, el
avance posterior del proyecto resultaría inexplicable sin la mención de al menos este
hito: el femicidio de la joven de 21 años Micaela García, ocurrido en la ciudad de
Gualeguay, provincia de Entre Ríos, el 1 de abril de 2017 y la consecuente moviliza-
ción pública que el hecho generó, determinando que, en parte por el cálculo oportu-
nista de algunos sectores políticos, el asunto de la reforma de la ley de ejecución pe-
nal reflotara enmarcado en el movimiento feminista que en los últimos años venía

...el avance posterior del proyecto resultaría inexplicable sin


la mención de al menos este hito: el femicidio de la joven de
21 años Micaela García, ocurrido en la ciudad de Gualeguay,
provincia de Entre Ríos, el 1 de abril de 2017 y la consecuen-
te movilización pública que el hecho generó, determinando
que, en parte por el cálculo oportunista de algunos sectores
políticos, el asunto de la reforma de la ley de ejecución penal
reflotara enmarcado en el movimiento feminista...

7 Diario de Sesiones del 23/11/16:


https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dtaquigrafos/diarios/periodo-134/134-11-23.pdf
8 Sesión completa del 23/11/16: https://www.youtube.com/watch?v=3tsSzu1Hhzs

9 Detalle de votación OD 924 del 23/11/16:

http://www1.hcdn.gov.ar/dependencias/dselectronicos/actas/2016/134OE20_11_R21.pdf
10 Texto completo de la media sanción de la CDN:

http://www.senado.gov.ar/parlamentario/parlamentaria/384073/downloadPdf
11 Ver trámite parlamentario acá:

http://www.senado.gov.ar/parlamentario/comisiones/verExp/90.16/CD/PL
visibilizando su creciente fortalecimiento en las masivas movilizaciones de cada 8 de 190
marzo. Algunos medios de prensa titularon así: “Tras el femicidio de Micaela, el Se-
nado tratará proyecto para restringir excarcelaciones” (Ámbito Financiero:
11/04/17)12; “El caso Micaela apuró en el Senado la ley que impide excarcelacio-
nes” (La Voz: 13/04/17)13. El asunto es que, luego de una ronda de discusión en la
Comisión en la que se escuchó el 20 de abril de 2017 a una serie de asociaciones
civiles y organismos vinculados a la ejecución de la pena 14, fue votado en la sesión
del 26 de abril de 2017. De los 72 senadores se encontraban ausentes 15 de ellos, y
votaron afirmativamente 48; mientras que fueron 8 los votos negativos (Ana Almi-
rón, Anabel Fernández Sagasti, Marcelo Fuentes, Virginia García, Nancy González,
María Labado, María Inés Pilatti Vergara y María de los Ángeles Sacnun) y una abs-
tención (Fernando Solanas)15. También la versión taquigráfica íntegra de la sesión de
ese día16, como el registro audiovisual, pueden consultarse en internet.17
En su calidad de Cámara revisora, el Senado de la Nación introdujo reformas al tex-
to sancionado por la CDN y, en consecuencia, devolvió el texto a la Cámara de ori-
gen18. En tales condiciones, la CDN se encontraba ante esta alternativa: 1) aprobar
la sanción del Senado aceptando las modificaciones introducidas a la sanción del 23
de noviembre de 2016, para lo cual requería del voto positivo de la mayoría absoluta
de los diputados presentes; o 2) insistir con el texto aprobado por la CDN con una
mayoría agravada de las dos terceras partes de los diputados presentes. Así lo estipu-
la el artículo 81 de la Constitución Nacional. Al reingresar el asunto a la Cámara de
origen, obtuvo nuevamente un dictamen de mayoría en la Comisión de Legislación
Penal de la CDN el 23 de mayo de 2017, OD N°1326.19
En la sesión -también especial- del 28 de junio de 2017, en la cual no se había inclui-
do ese asunto en el temario, el diputado Luis Petri solicitó su inclusión en plena se-
sión. En el contexto de los escándalos de corrupción y acusaciones cruzadas por el
denominado “Caso Odebrecht”, el temario acotado de la sesión era el siguiente: 31-
PE-16 de ley. Régimen de responsabilidad penal para las personas jurídicas por deli-
tos cometidos contra la administración pública y cohecho transnacional
(O.D.1367/17); 291-S-16 de ley. Protocolo de enmienda del acuerdo de Marrakech
por el que se establece la organización mundial del comercio, hecho en la ciudad de

12 El
Fuente: http://www.ambito.com/879034-tras-el-femicidio-de-micaela-el-senado-tratara-
proyecto-para-restringir-excarcelaciones
13Fuente: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/el-caso-micaela-apuro-en-el-senado-la-ley-que-
impide-excarcelaciones
14 La jornada puede verse en 13 partes en el canal de Youtube del Senado.
15Detalle de votación del 26/04/17: http://www.senado.gov.ar/parlamentario/sesiones/220/
descargarActa
16Diario de Sesiones del 26/04/17: http://www.senado.gov.ar/parlamentario/sesiones/1141/
descargarDiario
17 Sesión completa del 26/04/17: https://www.youtube.com/watch?v=HgJBHEjQQK8&t=4820s
18Texto completo de la sanción del Senado: http://www.senado.gov.ar/parlamentario/
parlamentaria/392643/downloadPdf
19Texto completo del OD 1326: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dcomisiones/periodo-
134/134-1326.pdf
191 Ginebra, confederación Suiza, el 27 de noviembre de 2014. Aprobación
(O.D.1345/17).
Aquel tipo de mociones -se denomina moción a toda proposición hecha de viva voz
desde su banca por un diputado (artículo 126 del Reglamento)- consiste en que la
Cámara exceptúe la regla que establece un temario cerrado para las sesiones especia-
les para admitir así de modo excepcional la inclusión de otro asunto que no estaba
contemplado en la solicitud de sesión especial. De ahí que este tipo de mociones se
denomine de “apartamiento del reglamento” (artículo 127.10 del Reglamento) y que
requiera para su aprobación del voto afirmativo de las tres cuartas partes de los pre-
sentes, a diferencia del resto de mociones de orden que requieren solo de mayoría
absoluta o de los dos tercios de los votos emitidos (artículo 129 del Reglamento).
Por ello requieren de cierta habilidad del diputado que pretende utilizarla con éxito.
La más de las veces, estas mociones de apartamiento del reglamento se solicitan,
con votación nominal, para dejar en evidencia a los diputados que votan en contra
de tratar un determinado asunto. Rige acá, salvo contadas excepciones, una regla no
escrita: no romper los acuerdos de los temas a tratar. Este caso sería una de esas ex-
cepciones. Una jugada similar -muy recordada, por cierto- haría tiempo después la
diputada Victoria Donda para incluir en el temario y lograr la aprobación de la ley
de paridad de género en las listas de candidatos a cargos legislativos.
Dijo el diputado Petri en esa ocasión:
“Señor presidente: la Cámara de Diputados de la Nación el año pasado produjo una modifi-
cación sustancial del régimen de ejecución de la pena contenido en la Ley 24.660, por la que
se prohibían las salidas transitorias y la libertad condicional cuando se hubieren cometido
delitos violentos como homicidio, violación, muerte. Asimismo, se quitaba a los jueces la facul-
tad discrecional de ejecución para decidir sobre la libertad sin tener datos precisos respecto de
la evolución de esa persona y de su retorno progresivo a la vida en sociedad. Cabe señalar que
esa falta de peritos y de informes terminaba costándonos vidas, como las de Matías Quiroga,
Soledad Bargna y, últimamente, Micaela García. Con posterioridad, una vez ocurrido este
hecho, el Senado de la Nación rápidamente se abocó al tratamiento de este tema e introdujo
algunas modificaciones a la ley de ejecución de la pena, aunque sin alterar sustancialmente su
espíritu. La idea es que las condenas se cumplan y que la mentada resocialización que se
establece dentro de este régimen se cumpla en condiciones de encierro. No hay que olvidar que
el fin de las penas no consiste sólo en la resocialización de la persona que se encuentra privada
de su libertad, sino también en la protección de la sociedad frente al crimen. Los fines de la
prevención especial negativa en este caso son trascendentes para evitar que el retorno anticipa-
do se constituya en un retorno anticipado a la vida delictual. Teniendo en cuenta que este
tema ya fue ampliamente debatido en la Cámara de Diputados y que ha sido sancionado
también por la Cámara de Senadores, solicitamos el apartamiento de las prescripciones del
reglamento para considerar los dictámenes de comisión contenidos en el Orden del Día N°
1.326, expedientes 3.805-D.-2016 y 4.829-D.-2016, recaídos en la sanción girada por la
Cámara de Senadores”.20

20 Ver Diario de Sesiones del 28/06/17, p. 29: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/


dtaquigrafos/diarios/periodo-135/135-06-28.pdf
La moción fue votada positivamente por 115 diputados y diputadas, 13 votos por la 192
negativa; y 2 sin identificar, cuyo sentido de voto no fue computado. Sobre 257
diputados, se encontraban presentes solo 131 de ellos/as. Es decir, al filo del quo-
rum mínimo necesario para sesionar y votar mociones, se encontraban ausentes 126
diputados/as, siendo la mayoría de ellos del bloque “Frente para la Victoria - PJ”21.
Si en algo consiste la denominada “voluntad del legislador”, es seguro que se integra
tanto con la voluntad de los presentes, como la de los ausentes, y no solo con los
que votan en un sentido u otro, sino también con la de quienes se abstienen en la

Si en algo consiste la denominada “voluntad del legislador”,


es seguro que se integra tanto con la voluntad de los presen-
tes, como la de los ausentes, y no solo con los que votan en
un sentido u otro, sino también con la de quienes se abstie-
nen en la votación.

votación. De este modo, el asunto quedó así incluido en el temario de esa sesión
especial, que por falta de acuerdos políticos para finiquitar los asuntos para cuya
aprobación sí había sido convocada, pasaría a un cuarto intermedio para el día 05 de
julio de 2017. Entiéndase bien: se trataba de la misma sesión -en cuanto acto jurídi-
co- que comenzó un día y terminó otro día de la semana siguiente. La reforma de la
ley de ejecución penal sería aprobada entonces el 05 de julio de 2017 como Ley
27.375, al aceptar la CDN las modificaciones introducidas por el Senado22. Del re-
gistro de la votación del asunto en esa sesión, se aprecia que de los 187 diputados/
as presentes sobre un total de 257, fueron 170 los que votaron por la afirmativa.
Votaron por la negativa 8 diputados/as: Alcira Argumedo, Araceli Ferreyra, Juan
Carlos Giordano, Nathalia González Seligra, Pablo López, Julio Raffo, Soledad Sosa
y Jorge Taboada; y se abstuvieron 7: Guillermo Carmona, Graciela Cousinet, Victo-
ria Donda Pérez, Lucila Duré, Silvia Horne, Federico Masso y Gabriela Troiano23.
Muchos de los diputados y diputadas que, con su ausencia, facilitaron que la moción
del diputado Petri lograra reunir los votos de las tres cuartas partes de los presentes
en la sesión del 28 de junio de 2017 e incluir así hábilmente el asunto, votaron afir-
mativamente en la sesión del 05 de julio de 2017. Resulta ilustrativo de este movi-
miento, lo expresado por el diputado Héctor Recalde, presidente del bloque “Frente
para la Victoria - PJ”, inmediatamente antes de ponerse en votación el asunto:
“Señor presidente: quiero aclarar el sentido del voto del bloque del Frente para la Victoria en
relación con este proyecto. Nuestra bancada ha decidido otorgar libertad de conciencia a sus
integrantes. En consecuencia, algunos señores diputados votarán por la afirmativa y otros, por
21 Detalle
de la votación de la moción de apartamiento del reglamento: http://www1.hcdn.gov.ar/
dependencias/dselectronicos/actas/2017/135OE07_06_R11.pdf
22 Ver
texto aprobado acá: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dsecretaria/Periodo2017/
BAT2017/PDF/OD%201326.pdf
23Detalle de la votación del 05/07/17: http://www1.hcdn.gov.ar/dependencias/dselectronicos/
actas/2017/135OE07_26_R12.pdf
193 la negativa.”24
El propio Recalde, con su libertad de conciencia a salvo, votaría a favor. De hecho,
y más allá de lo afirmado por su presidente de bloque, del acta de votación se ad-
vierte fácilmente que ningún diputado ni diputada de ese bloque votó por la negati-
va. También lo haría afirmativamente el diputado Tahilade, quien llamativamente en
2016 había sido el firmante de uno de los dictámenes de minoría por el rechazo del
proyecto. No fueron los únicos. De los 69 diputados y diputadas que votaron en
contra de la media sanción en la sesión del 23 de noviembre de 2016, cuando aún
era incierto el destino del proyecto de ley, 41 votaron a favor cuando el asunto re-
gresó a la CDN. La única diputada que se había abstenido, Ana Llanos, también lue-
go votó a favor; mientras que los otros 6 que votaron negativamente el 23 de no-
viembre de 2016 (Graciela Cousinet, Victoria Donda Pérez, Lucila Duré, Silvia Hor-
ne, Federico Masso y Gabriela Troiano), se abstuvieron el 05 de julio de 2017 junto
a otro diputado que había estado ausente en la primera votación (Guillermo Carmo-
na). Finalmente, mediante el Decreto N°573/2017, la ley sería promulgada y publi-
cada en el Boletín Oficial de la Nación, el 28 de julio de 2017.
Es posible que este cúmulo de datos de trámites parlamentarios, intersticios regla-
mentarios y pinceladas de voces públicas, pero poco audibles, como lo son las inter-
venciones de los legisladores en las sesiones en que discuten y aprueban las leyes,
constituya a fin de cuentas una cantidad de información de escasa relevancia para
dimensionar la problemática de la reforma de ejecución penal y su impacto en el
sistema penitenciario argentino. La reforma, como se sabe, es regresiva en materia
de Derechos Humanos y vino, en parte, a legitimar algunas prácticas del sistema
judicial como la escasa concesión en términos cuantitativos de los denominados
“beneficios” durante la progresividad de la pena. Para verificar ello, basta con remi-

La reforma, como se sabe, es regresiva en materia de


Derechos Humanos y vino, en parte, a legitimar algunas
prácticas del sistema judicial como la escasa concesión en
términos cuantitativos de los denominados “beneficios”
durante la progresividad de la pena.

tirse a los datos de los últimos años publicados en los informes anuales del SNEEP.
Así, por ejemplo, la nueva ley amplía los requisitos para acceder al período de prue-
ba25, como así también el catálogo de delitos por cuyas condenas se impide el acceso
24 Diario de Sesiones del 05/07/17: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/dtaquigrafos/diarios/
periodo-135/135-07-05.pdf
25 ARTICULO 15. - El periodo de prueba consistirá en el empleo sistemático de métodos de autogo-

bierno y comprenderá sucesivamente: a) La incorporación del condenado a un establecimiento abier-


to, semiabierto o sección independiente de éste, que se base en el principio de autodisciplina; b) La
posibilidad de obtener salidas transitorias del establecimiento; c) La incorporación al régimen de semi-
libertad. Son requisitos necesarios para el ingreso al período de prueba: 1) Que la propuesta de ingreso
al mismo emane del resultado del periodo de observación y de la verificación de tratamiento, 2) Estar
comprendido en alguno de los siguientes tiempos mínimos de ejecución: a) Pena temporal sin la acce-
soria del artículo 52 del Código Penal: la mitad de la condena; b) Penas perpetuas sin la accesoria del
a los beneficios del período de prueba, lo cual redundará seguramente en una menor 194
cantidad de condenados con acceso a ese período de la progresividad y la conse-
cuente merma en la concesión de las salidas transitorias. Sin embargo, en la última
década ya se venía observando en el sistema federal una tendencia a la baja del por-
centaje de condenados que se encuentran en el período de prueba. Si bien los infor-

Sin embargo, en la última década ya se venía observando en


el sistema federal una tendencia a la baja del porcentaje de
condenados que se encuentran en el período de prueba.

mes anuales muestran una "foto" del censo penitenciario al 31 de diciembre de cada
año, el dato resulta un indicio: 2008 (24%), 2009 (25%), 2010 (21%), 2011 (21%),
2012 (23%), 2013 (22%), 2014 (20%), 2015 (19%), 2016 (17%), 2017 (13%). Ade-
más, la nueva ley también amplía los recaudos para poder acceder a la libertad con-
dicional26, lo cual permite suponer que se reducirá la cantidad de condenados con
artículo 52 del Código Penal: quince (15) años; c) Accesoria del artículo 52 del Código Penal, cumpli-
da la pena: tres (3) años, 3) No tener causa abierta u otra condena pendiente, 4) Poseer conducta
ejemplar y concepto ejemplar. El director del establecimiento resolverá en forma fundada la conce-
sión al ingreso a período de prueba, comunicando tal decisión al juez de ejecución y al organismo
técnico-criminológico. 22 Ver texto aprobado acá: https://www4.hcdn.gob.ar/dependencias/
dsecretaria/Periodo2017/BAT2017/PDF/OD%201326.pdf
26 ARTICULO 28. - El juez de ejecución o juez competente podrá conceder la libertad condicional al
condenado que reúna los requisitos fijados por el Código Penal, previo los informes fundados del
organismo técnico-criminológico, del Consejo Correccional del establecimiento y de la dirección del
establecimiento penitenciario que pronostiquen en forma individualizada su reinserción social. Dicho
informe deberá contener los antecedentes de conducta, el concepto y los dictámenes criminológicos
desde el comienzo de la ejecución de la pena. En los casos de las personas condenadas por los delitos
previstos en el artículo 128 tercer párrafo, 129 segundo párrafo y 131 del Código Penal, antes de
adoptar una decisión, el juez deberá tomar conocimiento directo del condenado y escucharlo si desea
hacer alguna manifestación. También se requerirá un informe del equipo interdisciplinario del juzgado
de ejecución y se notificará a la víctima o su representante legal, que será escuchada si desea hacer
alguna manifestación.
El interno y la víctima podrán proponer peritos especialistas a su cargo, que estarán facultados para
presentar su propio informe. Al implementar la concesión de la libertad condicional, se exigirá un
dispositivo electrónico de control, el cual sólo podrá ser dispensado por decisión judicial, previo in-
forme de los órganos de control y del equipo interdisciplinario del juzgado de ejecución. Con el pedi-
do del interno se abrirá un expediente en el que se deberán consignar: a) Situación legal del peticio-
nante de acuerdo a la sentencia condenatoria, la pena impuesta, su vencimiento, fecha en que podrá
acceder a la libertad condicional y los demás antecedentes procesales que obren en su legajo; b) Con-
ducta y concepto que registre desde su incorporación al régimen de ejecución de la pena y de ser posi-
ble la calificación del comportamiento durante el proceso; c) Si registrare sanciones disciplinarias,
fecha de la infracción cometida, sanción impuesta y su cumplimiento; d) Posición del interno en la
progresividad del régimen detallándose la fecha de su incorporación a cada período o fase; e) Informe
de la Sección de Asistencia Social sobre la existencia y conveniencia del domicilio propuesto; f) Pro-
puesta fundada del organismo técnico-criminológico, sobre la evolución del tratamiento basada en la
historia criminológica actualizada; g) Dictamen del Consejo Correccional respecto de la conveniencia
de su otorgamiento, sobre la base de las entrevistas previas de sus miembros con el interno de las que
se dejará constancia en el libro de actas. El informe del Consejo Correccional basado en lo dispuesto
en el artículo anterior se referirá, por lo menos, a los siguientes aspectos del tratamiento del interno:
salud psicofísica; educación y formación profesional; actividad laboral; actividades educativas, cultura-
les y recreativas; relaciones familiares y sociales; aspectos peculiares que presente el caso; sugerencia
sobre las normas de conducta que debería observar si fuera concedida la libertad condicional. El pro-
nóstico de reinserción social establecido en el Código Penal podrá ser favorable o desfavorable con-
forme a la evaluación que se realice y a las conclusiones a las que se arriben respecto a su reinserción
social para el otorgamiento de la libertad condicional. Sin perjuicio de otras causas que aconsejen
195 acceso a este período de la progresividad que supone el cumplimiento de la última
parte de la pena fuera del encierro carcelario. De todos modos, ya la cantidad de
personas en libertad condicional al 31 de diciembre de cada año, durante la última
década también en el sistema federal, salvo excepciones que habría que ver con
especial cuidado, pueden ser contadas con los dedos de una mano: 2008 (9), 2009
(14), 2010 (3), 2011 (1), 2012 (0), 2013 (1), 2014 (1), 2015 (3), 2016 (0), 2017 (33)27.
Más allá de lo poco que estas carillas pudieran aportar al debate y las investigacio-
nes sobre el encarcelamiento en nuestro país, confío en que los estudios que se
vienen haciendo y se harán en lo sucesivo desde perspectivas sociológicas, antro-
pológicas y jurídicas por quienes dedican años de esfuerzo a estudiar estas cues-
tiones, satisfarán a las inquietudes que esta breve crónica no puede ni se propuso
atender. Tampoco creo que se deje de aludir a la Ley 27.375 como “Ley Petri”,
pero al menos me deja la tranquilidad de conciencia de haber narrado, casi en pri-
mera persona, el proceso legislativo que concluyó en su sanción señalando algu-
nos aspectos que suelen pasar por alto o quedar relegados bajo el relato mítico del
“legislador racional” y que tal vez pueden contribuir a una multiplicidad de abor-
dajes desde diversas perspectivas para el mismo asunto.

Bibliografía
 Aftalión, E.; Vilanova, J. y Raffo, J. (2004) Introducción al Derecho, Lexis Nexis,
Buenos Aires.
 Cossio, C. (1967) El derecho en el derecho judicial, Abeledo Perrot, Buenos Aires.

 Linares, J. (1960) Política y Comunidad, Abeledo Perrot, Buenos Aires.

 Nino, C. (1989) Consideraciones sobre la dogmática jurídica, UNAM, México.

 Penna, G. (2015) “¿Fue Blumberg? A diez años de las modificaciones al Código Penal
argentino”, en Espacio Abierto. Revista del CIEJ - AFJU, Centro de Investigaciones y
Estudios Judiciales, N°22, Montevideo, ps. 78-83.

dictamen desfavorable respecto de su reinserción social, deberá ser desfavorable: 1) En el caso de


encontrarse sujeto a proceso penal por la comisión de nuevos delitos cometidos durante el cumpli-
miento de la condena; 2) En el caso de no haber alcanzado la conducta y concepto del interno la
calificación como mínimo de Buena durante al menos las dos terceras partes de la condena cumplida
al momento de peticionar la obtención de la libertad condicional. Con la información reunida por el
Consejo Correccional y la opinión fundada del director del establecimiento sobre la procedencia del
pedido, éste remitirá lo actuado a consideración del juez de ejecución. El interno será inmediatamen-
te notificado bajo constancia de la elevación de su pedido al juez de ejecución."
27 También Por todos, fuente: http://www.saij.gob.ar/estadisticas-ejecucion-de-la-pena.
Documentos para el debate académico y político
“¿De qué lado estamos? Recuperando a Howard Becker para
reflexionar sobre la investigación de lo carcelario.”
Observaciones a la investigación: “Poblaciones carcelarias en Latinoamérica” Capítulo Argentina
(CELIV-UNTREF)
GESPyDH Sistematización María Jimena Andersen – Licenciada en Sociología, UBA. Magíster en Criminología
y Sociología Jurídica, Univ. Nacional de Mar del Plata - Univ. de Barcelona – jimena.andersen@gmail.com

Presentación: 196
La Expo IIGG es organizada regularmente por el Instituto de Investigaciones Gino
Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA), con el objetivo de mostrar y acercar
a la comunidad la producción del Instituto: el trabajo de sus investigadores, auxilia-
res y becarios, las actividades de programas, grupos y equipos de investigación, así
como los avances de los proyectos que tienen sede en dicho instituto. En el año
2016 la Expo se desarrolló el día 21 de octubre, con más de 60 actividades.
En ese marco, el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(GESPyDH) en tanto grupo de investigación perteneciente al Área de Conflicto So-
cial del Instituto Germani, participó a través de la exposición de posters sobre
“Encarcelamiento” y “Policiamiento territorial”, así como también con un Panel
denominado “¿De qué lado estamos? Recuperando a Howard Becker para reflexio-
nar sobre la investigación de lo carcelario.”
Con las exposiciones de Alcira Daroqui, Ana Laura López, María del Rosario Boui-
lly y María Jimena Andersen, la presentación giró en torno a la producción de cono-
cimiento sobre la agencia carcelaria, la cuál exige responder y explicitar las decisio-
nes asumidas en relación a qué investigar, desde dónde partir y cómo hacerlo, en
particular frente al desafío de abordar una institución cuyo despliegue es sistemática-
mente velado. Lejos de las pretensiones asépticas sobre las prácticas investigativas,
en la base de aquellas decisiones se encuentra el propósito político de cada estudio y
sus potenciales implicancias tanto en el campo científico como –especialmente– so-
bre el campo de la penalidad. El posicionamiento del GESPyDH en relación al re-
corte de los objetos de indagación y la elección de unas determinadas estrategias
metodológicas es claro: abonamos a una investigación colectiva, que se concentre en
la minimización los condicionamientos institucionales, que recupere las voces es-
tructuralmente silenciadas y que ponga en juego herramientas creativas, rigurosas y
críticas para conocer y comprender aquello que quienes detentan el poder tienden a
ocultar. Desde esta perspectiva, se trabajó sobre uno de los trabajos publicados en
los últimos años acerca de lo penitenciario –“Estudio Latinoamericano a Población Priva-
da de Libertad” del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violen-
cia de la Universidad Nacional de Tres de Febrero – que permite problematizar “de
qué lado están” quienes investigan esta temática. Se reflexionó acerca de las opera-
ciones ideológicas que subyacen a las opciones epistemológicas, metodológicas y
técnicas en la producción de conocimiento sobre la agencia carcelaria, entendiendo
que, como propone Howard Becker, investigarla supone tomar partido en las dispu-
tas de sentido sobre un poder de castigar que impacta en la vida de miles de perso-
nas encarceladas, en un contexto de violación estructural de los derechos humanos.
En este documento se presenta una síntesis de las exposiciones que compusieron
dicho Panel.
197 Introducción
Expusieron en el panel las siguientes integrantes del equipo: Alcira Daroqui, Ana
Laura López, María Jimena Andersen y María del Rosario Bouilly. Otros compañe-
ros integrantes del GESPyDH como Carlos Motto, Hugo Motta, Joaquín Zajac,
Ornela Calcagno, Sofía Conti y Florencia Tellería participaron activamente en la or-
ganización de esta EXPO y en la elaboración de los posters sobre
“encarcelamiento” y “policiamiento” que acompañaron la actividad del panel. En
estos posters presentamos resultados de investigación y de distintos programas de
trabajo, de actualización de estadística carcelaria y de la cuestión policial 1. En este
sentido, cabe mencionar que de la elaboración de los resultados que se expusieron
en el poster sobre “policiamiento” participaron Karina Fuentes, Natalia Narváez,
Juan Palmucci y Fernando Rizzón junto con Ornela Calcagno, Sofía Conti y Floren-
cia Tellería (en ese momento coordinaron esas investigaciones María Jimena Ander-
sen y María del Rosario Bouilly). En cuanto a las estadistícas sobre la cuestión carce-
laria que nutrieron el segundo poster tenemos una larga tradición de trabajo: comen-
zamos en el primer número del CESPyDH2 y lo continuamos en los siguientes. En
los Cuadernos 3-4 fue Ana Laura López quien actualizó esas estadísticas y, al mismo
tiempo, desde la Procuración Penitenciaria de la Nación3 editamos un Cuaderno
coordinado por Carlos Motto sobre actualización estadística carcelaria 2014-2015.
El panel “¿De qué lado estamos?”4 tuvo como objetivo presentar una reflexión crítica
acerca de la producción de conocimiento científico en relación a la cuestión carcela-
ria y, en tal sentido, corresponde introducir nuestro posicionamiento. La perspectiva
del GESPyDH en relación al recorte de los objetos de indagación y la elección de
determinadas estrategias metodológicas es clara: abonamos a una investigación co-
lectiva que minimice los condicionamientos institucionales, que recupere las voces
estructuralmente silenciadas y que ponga en juego herramientas creativas, rigurosas
y críticas para conocer y comprender aquello que quienes detentan el poder tienden
a ocultar.
Desde esta perspectiva nos propusimos realizar un recorrido sobre distintos estu-
dios publicados. En este caso, trabajamos sobre una investigación presentada en dos
partes por la Universidad Nacional de Tres de Febrero y el Programa de las Nacio-
nes Unidas (PNUD).
En este sentido, y para saber de qué lado están quienes producen información, conoci-
miento y sentidos sobre el sistema penal, se impone la reflexión acerca de las opera-
ciones ideológicas que subyacen a las opciones epistemológicas, metodológicas y
1 Estos materiales pueden consultarse en el sitio del GESPyDH: http://gespydhiigg.sociales.uba.ar/,
así como sus actualizaciones presentadas en la ExpoIIGG del año 2018
2 Cuadernos de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humos, año 1 N° 1, 2010. Edición del

GESPyDH.
3 Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN), Departamento de Investigaciones. La PPN es un

organismo autónomo y autárquico que tiene la finalidad de controlar a las fuerzas federales
(particularmente el Servicio Penitenciario) y defender los derechos de los detenidos y detenidas en el
ámbito federal-nacional.
4 El título alude al artículo “¿De qué lado estamos?” que Howard Becker publicó en la revista Social

Problems en el año 1967.


técnicas. Entendemos, como propone el sociólogo-investigador norteamericano 198
Howard Becker, que en las ciencias sociales es imposible no asumir posicionamien-
tos y no tomar partido por determinados actores, dado que todos ocupamos un lu-
gar en la estructura social. Plantear la posibilidad de un trabajo libre de valoraciones
es pretender, como investigadores, estar fuera de lo social. Tomar partido a veces
recibe críticas, en cuanto acusación de realizar investigaciones sesgadas; y no es ca-
sual que, casi siempre, esa acusación surja cuando la investigación da crédito a la
perspectiva de un grupo subordinado, en palabras de Becker “sometido o subordi-
nado” a alguna relación jerárquica.
En base a lo que afirma Howard Becker, desde el GESPyDH sostenemos que in-
vestigar supone asumir una posición explícita en las disputas de sentido sobre un
poder de castigar que impacta en la vida de miles de personas encarceladas en un
contexto de violación estructural de los Derechos Humanos.

...desde el GESPyDH sostenemos que investigar supone asu-


mir una posición explícita en las disputas de sentido sobre
un poder de castigar que impacta en la vida de miles de per-
sonas encarceladas en un contexto de violación estructural
de los Derechos Humanos.

Desde esta perspectiva epistemológica, investigamos las agencias del sistema penal
que integran la cadena punitiva, dejando claro de qué lado estamos. Y nos hemos
encargado de que siempre sean públicos los resultados de las distintas líneas investi-
gativas que asumimos, tanto en actividades académicas como a través de publicacio-
nes.
Así es que como equipo de investigación construimos una trayectoria de investiga-
ción del sistema penal en el marco de los Derechos Humanos. Y, como alguna vez
escribió Carlos Motto: “estamos plantados en una sociología del sistema penal que reivindica su
posicionamiento crítico en tanto la sociología, si pretende hacer „descubrimientos‟ científicos debe des-
cubrir las estructuras y prácticas de dominación. Sólo un conocimiento a contrapelo de las voces
socialmente autorizadas puede producir el efecto de descubrimiento científico. En este sentido, y en
particular en relación a la cárcel, no se puede hacer ciencia sin incomodar, pues la prisión tiene el
carácter de evidencia en tanto se pretende equitativa y correctiva, sobre el que se funda su reproduc-
ción”.
En este marco es que las afirmaciones sobre el delito, la marginalidad y la cárcel que
se realizan en el “Poblaciones carcelarias en Latinoamérica”5 nos alertaron en rela-
ción a la perspectiva epistemológica que sostuvo la investigación (que antes bien
asumimos como “documento político”). Decía Massimo Pavarini “no sólo el pensa-
miento reflexivo sino la producción misma de conocimiento científico para ser considerado como tal
debe ser crítico, sino no es conocimiento”.

5El título aparece en otros documentos como “Estudio Latinoamericano a Población Privada de
Libertad”.
199 En primer resulta central considerar la denominación del espacio al que pertenecen
los autores del estudio: “Centro de Estudios Latinoamericanos de Inseguridad y
Violencia (CELIV)”; y también el título de la investigación original que presentaron
en el año 2014: “Delito, marginalidad y desempeño institucional en la Argentina.
Resultados de la encuesta de presos condenados”. Sobre los elementos estructuran-
tes de este estudio corresponde realizar unos breves señalamientos:
 Atendiendo al título del informe (y teniendo en cuenta que la forma en que se
titula un documento no es casual), encontramos en primer término el delito,
en segundo término la marginalidad y por último el desempeño institucional.
Se hace interesante tratar de desentrañar cómo es posible construir un objeto

Sólo un conocimiento a contrapelo de las voces socialmente


autorizadas puede producir el efecto de descubrimiento cien-
tífico. En este sentido, y en particular en relación a la cárcel,
no se puede hacer ciencia sin incomodar, pues la prisión tie-
ne el carácter de evidencia en tanto se pretende equitativa y
correctiva, sobre el que se funda su reproducción.

de estudio que no presente inconsistencias en relación a estos tres campos de


indagación tan diversos y complejos.
 Este estudio ya se había realizado en 5 países de Latinoamérica 6, como un
“enlatado” de Naciones Unidas. En principio, componen la muestra única-
mente con presos/as condenados/as, lo cual para hacer un estudio sobre la
cuestión carcelaria, incluso sobre el delito en América Latina plantea serias
inconsistencias. En Argentina la población encarcelada está compuesta casi en
un 60% por personas procesadas y sólo el restante 40% son condenadas. Por
lo cual, el diseño de este estudio desconoce las realidades latinoamericanas (es
probable que haya sido exportado a través del PNUD desde la Unión Euro-
pea, donde la proporción de personas encarceladas sin condena no es signifi-
cativa). A partir de aquí se presenta un vicio y un problema que condiciona
todo el estudio, en tanto ni siquiera se aclara porqué entrevistan sólo a conde-
nados. Las condiciones de las cárceles las padecen indistintamente condena-
dos y procesados, que además están alojados en los mismos espacios.
 Por otra parte, tampoco se explicita cómo se diferencian la criminalización
primaria, los tipos de delitos y la codificación penal en los países en los que se
realizó el estudio. No hay una breve mención acerca de qué elementos en co-
mún puede haber y cuáles no, por lo que encontramos una dificultad metodo-
lógica seria. Si no lo hacen con la criminalización primaria, menos lo hacen
con la secundaria: tampoco se refiere a cómo funciona selectivamente el siste-
ma penal en esos 5 países.

6 Perú, Chile, El Salvador, México y Brasil.


 Finalmente, la pretensión de analizar el delito y la marginalidad asociándolos 200
linealmente al encarcelamiento resulta preocupante. Este trabajo tiene un ses-
go ideológico-político similar al de Lombroso en el siglo XIX –cuestionado
incluso por el propio José Ingenieros– cuando analiza y caracteriza el delito y
construye un perfil del delincuente asociado a las personas presas, o sea, las
capturadas y encerradas por el sistema penal. Es casi un escándalo que se reto-
me la tradición lombrosiana, que además fue duramente criticada y amplia-
mente invalidada en términos científicos.
Luego encontramos problemas asociados a la realización del estudio de UNTREF y
en esta línea es oportuno señalar tres cuestiones sobre la forma en que el
GESPyDH asume el trabajo de campo en lugares de detención:
 El ingreso a la cárcel para desarrollar nuestras investigaciones siempre fue
conjuntamente con organismos de Derechos Humanos. Nunca lo hicimos de
la mano de las autoridades institucionales. Como afirma textualmente Howard
Becker en Trucos del oficio: “si se quiere conocer una institución, nunca hay
que ingresar de la mano del Director”.
 Observamos todos los espacios del encierro punitivo, entrevistamos en esos
espacios a las personas detenidas y también en otros sectores de la cárcel.
 Entrevistamos en forma individual, las entrevistas son confidenciales, pero
también hacemos intercambios colectivos y en todos los casos sin la presencia
de personal penitenciario.

“si se quiere conocer una institución, nunca hay que ingre-


sar de la mano del Director”.
Teniendo en cuenta nuestro posicionamiento, el que expresamos en palabras de Be-
cker y de Pavarini, encontramos entonces otro condicionante en el estudio de UN-
TREF –contradictorio contradictorio con la producción de conocimiento– en el
ingreso a la cárcel de la mano de las autoridades penitenciarias y los ministros de
justicia (a quienes agradecen en las primeras páginas de los informes). Y más aun,
teniendo en cuenta que la presentación pública de los resultados en el año 2014 la
realizaron en forma conjunta con las autoridades del Servicio Penitenciario Federal.
Entonces, este contexto nos convoca a compartir con ustedes algunas de las refle-
xiones que realizamos en el panel de la EXPO IIGG sobre este estudio que se insta-
ló como producción de conocimiento para ser tenida en cuenta –porque así fue ins-
talado en los medios de comunicación y porque así se ha planteado en las presenta-
ciones que se han hecho7– cuando se aborda la problemática del delito en la Argen-

7 Es importante llamar la atención acerca de los elogios que ha recibido este estudio en ciertas notas
periodísticas, en algún caso propuesto como “la primera investigación que toma la palabra de los
presos”. El GESPyDH publicó su primera investigación titulada “Voces del encierro” en el año
2000 y desde entonces ha producido conocimiento científico sostenido en la perspectiva de las per-
sonas capturadas por el sistema penal. Pero además, al recuperar el estudio de UNTREF en tal sen-
tido se valora acríticamente el uso de “la palabra de los presos” en un estudio cuya finalidad parece
ser que las personas detenidas “hablen mal” de sí mismas.
201 tina y de las condiciones de vida carcelaria.
Esta producción pretendidamente científica refuerza la construcción sesgada sobre
lo delictual caracterizando a los pobres y su “mala vida” como los únicos mentores
de la “inseguridad” y de la degradación moral. Y promueve demás la distorsión e
invisibilización de las prácticas violatorias de Derechos Humanos de miles y miles
de personas en el contexto del encierro punitivo.

Esta producción pretendidamente científica refuerza la


construcción sesgada sobre lo delictual caracterizando a los
pobres y su “mala vida” como los únicos mentores de la
“inseguridad” y de la degradación moral. Y promueve demás
la distorsión e invisibilización de las prácticas violatorias de
Derechos Humanos de miles y miles de personas en el
contexto del encierro punitivo.

En la segunda entrega de este trabajo, en 2015, el autor del prólogo llega a afirmar
que el estudio del CELIV sobre personas encarceladas “nos autoriza a dejar sugerido un
posible sobrecondicionamiento de ciertos grupos para delinquir”. Resulta llamativo que este
autor no se pregunte sobre la selectividad del sistema penal, sobre los tipos de deli-
tos y personas que selecciona el sistema penal. También dice que: “la cárcel se presenta
como una institución necesaria” y en este sentido no problematiza su existencia ni lo que
la cárcel produce. Es más, afirma que se puede corregir la cárcel, se puede mejorar,
como si la cárcel no funcionara bien así como está funcionando para los intereses
del orden social dominante. Y luego agrega: “¿seremos capaces de entablar una discusión
educada y crítica acerca de nuestras instituciones y prácticas para generar otras nuevas y mejores?”.
Nos preguntamos a qué se refiere con “discusión educada” cuando se alude a la cárcel,
el castigo y la tortura. El autor del prólogo menciona que “lejos de la civilidad del castigo
que la pena de prisión supone, entre un 20 y un 25% de los encuestados de este estudio recibió gol-
pes”. Y así abona a la interpretación del informe acerca de las torturas como prácti-
cas contradictorias con las funciones institucionales antes que como constitutivas
del gobierno carcelario.
El riesgo de estas investigaciones que pretenden producir discursos de verdad es
que dan soporte y fundamento al tratamiento de la “inseguridad” destacando la rela-
ción entre delito y marginalidad e invisibilizando a la cárcel como institución de cas-
tigo y violación sistemática de los derechos humanos. Este tipo de producciones
deberían constituirse en una señal de alarma tanto para la ciencia social en general
como para las investigaciones sociológicas en el campo del sistema penal en particu-
lar. Por ello retomamos y presentamos en este documento las reflexiones que com-
partimos en el panel de la EXPO IIGG, con el objeto de promover el debate en
torno a las posiciones epistemológicas-ideológicas que asumimos al investigar y es-
pecialmente para alertar sobre las consecuencias políticas de cada decisión que to-
mamos en el proceso.
Panel: “¿De qué lado estamos? 202
Recuperando a Howard Becker para reflexionar
sobre la investigación de lo carcelario.”
Observaciones a la investigación:
“Poblaciones carcelarias en Latinoamérica” Capítulo Argentina
(CELIV-UNTREF)
Documentos analizados (entre paréntesis se consignan las siglas utilizadas en las ci-
tas):
1. Presentación del “Estudio Latinoamericano a Población Privada de Liber-
tad” (EPPL).
2. Ficha técnica general del “Estudio Latinoamericano a Población Privada de
Libertad” (EPPL).
3. “Cuestionario para población privada de libertad” (CPPL).
4. Informe: “Delito, marginalidad y desempeño institucional en la Argentina.
Resultados de la encuesta de presos condenados” (DMDI). Junio de 2014.
5. Informe: “Condiciones de vida en la cárcel: resultados de la encuesta de dete-
nidos condenados” (CVC). Diciembre de 2015.

El diseño de investigación
Crónica de resultados anunciados
Para atender al diseño de investigación accedimos a la ficha técnica general y al ins-
trumento de relevamiento que se utilizó para realizar este trabajo. De estos docu-
mentos surge que:
El trabajo realizado en Argentina es parte de un proyecto más amplio que se aplica
en otros países de América Latina (Perú, México, Brasil, Chile y El Salvador). Este
es el capítulo “Argentina” de algo que podríamos denominar un producto
“prefabricado” ya que “el molde” o “la matriz” del trabajo, sus exigencias y expecta-
tivas provienen de quien financia la investigación, el PNUD (Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo); organismo internacional que interviene instalando deter-
minados sentidos sobre la realidad e impulsando determinas políticas. Este dato es
central porque explica lo que se menciona a continuación en relación al problema, la
metodología y las técnicas implementadas.
En el documento también se menciona que la UNTREF colaboró en el financia-
miento y que en todos los países se contó con el apoyo de las autoridades peniten-
ciarias.
En la ficha técnica general no se alude a preguntas de investigación ni al planteo de
un problema investigativo, sino a la atención de “un problema de agenda”. Es decir
que, este trabajo busca responder a lo que denominan “El escenario actual” que re-
quiere generar nuevos conocimientos sobre: la seguridad ciudadana (sin explicitar defi-
203 nición) y quienes han cometido delitos y se encuentran privados de su libertad (encarcelados).
La secuencia lógico argumentativa que se presenta es la siguiente:
A. El escenario actual requiere generar nuevos conocimientos sobre: la seguridad
ciudadana y quienes han cometido delitos y se encuentran privados de su li-
bertad.
B. Queremos contribuir a potenciar debates sobre la seguridad ciudadana, la vio-
lencia y el delito.

C. “Nos disponemos a producir información sobre la población privada de liber-


tad en América Latina”. Unidad de análisis: cada uno de los presos relevados
en las distintas cárceles de los diferentes países seleccionados.

Ligazón
Seguridad – Violencia – Delito Presos

Esta breve presentación argumentativa implica que: no se registran antecedentes,


estado del arte ni marco teórico. No se explicitan hipótesis, supuestos o puntos de
partida.
El trabajo recurre a un enfoque metodológico cuantitativo que se fundamenta en
la posibilidad de extrapolar los resultados, pero nada se menciona sobre las caracte-
rísticas específicas del campo de estudios ni de los objetivos de indagación.
En la ficha técnica se explica que se diseñó una muestra probabilística de los/as
condenados/as de determinadas cárceles bonaerenses y federales. Sin embargo, no
se fundamenta porqué se focalizan en los/as condenados/as. Se agrega que se reali-
zó un muestreo por azar simple, sin representar espacios de alojamiento.

Enfoque metodológico cuantitativo

Muestra probabilística de los/as condenados/as de


determinadas cárceles bonaerenses y federales.

•Fundamenta en la posibilidad de extrapolar los resultados.


•No se fundamenta porqué se focalizan en los/as condenados/as.
•Muestreo por azar simple, sin representar espacios de alojamiento .
Como técnica se utilizó la aplicación de un cuestionario estructurado cuyo diseño 204
es estándar para todos los países en los que se aplicó, agregando unas pocas pregun-
tas específicas por país. En Argentina se aplicaron un total de 1033 cuestionarios.
En lo que respecta al cuestionario, en Argentina se compuso de 284 preguntas ce-
rradas, sin ofrecer ninguna pregunta abierta en la que pueda registrarse “la voz de
los detenidos”, a la que tanto se alude en las presentaciones públicas de este trabajo.

Técnica

•Se aplicó un cuestionario estructurado estándar para todos los


países,
agregando unas pocas preguntas específicas por país.
•En total se aplicaron 1033 cuestionarios.
•El cuestionario de Argentina se compone de 284 preguntas cerradas.

No ofrece ninguna pregunta abierta en la que pueda

Las dimensiones que aborda el cuestionario son:


a. Características sociodemográficas y “redes sociales” (“ambiente delic-
tual”): 56 preguntas = 20% del cuestionario. Se indaga en: dónde vivía, hasta
que edad vivió con su madre, si sus padres lo maltrataban en su infancia, si
alguna vez abandonó su casa, si los padres consumían drogas o alcohol, si en
el barrio en el que vivía los vecinos se peleaban frecuentemente, sus antece-
dentes laborales y educativos, si antes de ser detenido recibía algún plan social
del gobierno, entre otras.
b. Características del delito por el que lo condenaron: 69 preguntas = 24%
del cuestionario. Se indaga en: el tipo de delito (preguntas específicas por ti-
po), si estaba drogado/a o alcoholizado/a al momento de cometerlo; se filtran
preguntas sobre si conoce personas que organicen o dirijan delitos desde las
cárceles y cuáles.
c. Reiterancia/reincidencia, trayectoria delictiva, uso de armas y consu-
mo de drogas: 39 preguntas = 14% del cuestionario. Se indaga en: el tipo de
delito anterior, motivos por los cuales delinquió, insistencia en si robó o ven-
dió drogas (antes y después de la mayoría de edad), uso de armas, consumo de
drogas.

Casi 6 de cada 10 preguntas del cuestionario están destinadas a ca-


racterizar a los entrevistados en tanto “delincuentes”.

d. “Condiciones de vida” en la cárcel: 61 preguntas = 21% del cuestionario.


Insiste en: si se droga o toma alcohol intramuros, si comete delitos intramu-
205 ros, si tuvo relaciones con otras personas que no sean su pareja, si trabaja, si
estudia, etc. Se incluyen preguntas sobre condiciones materiales, alimentación
y acceso a la salud que se presentan como no pertinentes y/o sesgadas. El he-
cho de que todas las preguntas sean cerradas permite obtener un porcentaje y
realizar una lectura arbitraria del mismo, ya que no es posible acceder a los
sentidos que los actores le dan a las diferentes cuestiones en las que se indaga.
No se logra comprender las condiciones de vida aplicando únicamente un
cuestionario estructurado, sin realizar observaciones de los pabellones ni efec-
tuar entrevistas en profundidad.
e. Aprehensión policial 12 preguntas = 4% del cuestionario.
f. Detención en comisaría 14 preguntas = 5% del cuestionario.
g. Acceso a la justicia (“características del debido proceso”) 33 preguntas
=12% del cuestionario.
Respecto de las características del trabajo de campo:
 No se especifica en qué condiciones fueron aplicados los cuestionarios, si hu-
bo presencia penitenciaria, si se garantizó confidencialidad, etc.
 No hay reparo en la cuestión de generar rapport con el/la entrevistado/a. El
tono de las preguntas iniciales es acusatorio e identifican al encuestador con
los agentes penales: si consume drogas o alcohol, en que barrio vive, si sus
amigos o familiares delinquen, si cobra planes del gobierno, etc.; y las finales
sobre condiciones de vida remiten a un tono de investigación de mercado con
estilo encuesta de opinión, por ejemplo: “¿Qué tan limpios están los servicios
sanitarios que utiliza? Muy limpios, algo limpios, poco limpios, nada limpios”.
Son preguntas estandarizadas que poco o nada dicen sobre las condiciones de
vida en la cárcel.

Crónica de resultados anunciados


Bajo este paraguas de sentidos se reifica el sentido común y la “investigación” apare-
ce como una operación ideológica.
Análisis de Resultados 206
La construcción de la delincuencia.
Como se mencionó anteriormente, el estudio se realiza sobre una muestra de perso-
nas detenidas condenadas, identificando linealmente delincuentes con las personas
encarceladas y delitos con los ilegalismos perseguidos e imputados a las personas
encarceladas, desconociendo (y ocultando) desde el propio diseño del estudio la se-
lectividad del sistema penal.
Para realizar esta identificación entre encarcelado y delincuente el diseño del instru-
mento de recolección dispone las primeras 143 preguntas en tono acusatorio sobre
estilo de vida, consumo de drogas y alcohol, actividades delictivas de familiares y
amigos, actividades delictivas propias, trayectoria carcelaria y uso de armas 8. Y lue-
go, en el análisis de los datos se efectúan correlaciones (aunque en ocasiones advier-
ten ellos mismos que esto constituye un error metodológico) que les permiten afir-
mar la existencia de un medio delincuencial, de una predisposición al delito e incluso
de patrones delictivos. El estudio elabora una ficha criminológica extramuros ras-
treando antecedentes sociales, familiares e individuales de índole moral, en torno a
los cuales recortan y construyen ciertas conductas delictivas.
En relación a los antecedentes socio-familiares –definidos como “entornos de socia-
lización temprana”– se hace foco en el barrio en el que vivía el encuestado
(presencia de bandas delictivas, peleas de vecinos, confianza en sus vecinos), si co-
noció a sus padres, si confiaba en ellos, si consumían alcohol y droga, en la habitua-
lidad de la cárcel en la vida familiar, la violencia de género y doméstica. Y concluyen
fácilmente que “todos estos factores reflejan una importante incidencia en los mo-
dos o formas delictivas” (pág. 17 DMDI).
“Se ha observado que el entorno delictivo, los niveles de violencia intrafamiliar y el consumo
de alcohol y/o droga en el hogar están muy asociados con el tipo de delito y la violencia de los
victimarios. En este sentido, sólo el 27% de los presos dice haber crecido en entornos no delic-
tivos” (pág. 8 DMDI, resaltado propio).
“La gran mayoría reporta haber tenido vínculos con amigos y/o familiares que habrían in-
currido en alguna actividad delictiva, por lo que pasaron por alguna institución carcela-
ria” (pág. 8 DMDI, resaltado propio).
“Se identifican relaciones positivas entre las desventajas de la desestructuración familiar y
condiciones del entorno barrial” (pág. 28 DMDI, resaltado propio).
La ficha criminológica individual se construye midiendo el inicio temprano en el trabajo,
el abandono escolar, los antecedentes penales y la situación laboral.
“Una alta proporción (52%) estuvieron anteriormente o en una cárcel de adultos o pasaron
por algún instituto de menores. Este aspecto es un fuerte condicionante para algunos patrones
delictivos”9 (pág. 8 DMDI, resaltado propio).

8 Esta batería de preguntas identifica claramente al encuestador con los agentes penales condicio-
nando fuertemente las respuestas.
9 Podría haberse leído “sólo la mitad estuvo anteriormente en una cárcel…” y concluir lo contrario.
207 “La institucionalización anterior, especialmente antes de la mayoría de edad, es un pre-
dictor de delincuencia violenta” (pág. 34 DMDI, resaltado propio).
“Un aspecto para destacar dentro de la población carcelaria, es que el 30% se encontraba
desocupado durante el último mes antes de ser detenido” (pág. 25, CVC, resaltado
propio).
Y algo que resulta especialmente llamativo es la identificación del consumo de
alcohol o drogas como influencia para la comisión de delitos (algo que ha sido
contundentemente refutado en distintas investigaciones científicas y que contradi-
cen los propios datos que presenta el estudio).
“Se evidencia una relación entre el consumo de alcohol y/o drogas antes de la comisión de
delitos. Un tercio admite haber consumido alguna de estas sustancias en un período de seis
horas antes de haber cometido el delito” (pág. 8 DMDI, resaltado propio)10.
“El 31% de los internos dice haber consumido alcohol o drogas por lo menos 6 horas
antes de haber cometido el delito por el que lo detuvieron. Entre los recientemente deteni-
dos, esta proporción es de 42%, lo que marca la creciente influencia de los estupefacientes
en relación con la comisión de delitos”(pág. 34 DMDI, resaltado propio)11 .
“La violencia en el delito y la ingesta de drogas y/o alcohol es un tema controversial que
despierta debates académicos. El 31% de los encuestados reconoció haber ingerido drogas
y/o alcohol durante las seis horas previas a cometer el delito por el que fue detenido, pero
al compararlo por edad se observa que aquellos detenidos de menor edad han tenido mayor
nivel de consumo. Esto muestra un cambio en las generaciones de los infractores frente a la
actividad y al consumo de estas sustancias” (pág. 41 CVC, subrayado propio).12
Todas estas conclusiones se asocian lineal y exclusivamente a la población en-
cuestada, que es de personas detenidas (no se puede referir al “delito” desde la
observación de los “detenidos”) y además aquellas condenadas (que son la menor
parte de las personas detenidas). Se reconoce que no se implementaron grupos de
control, se manifiesta que no se proponen realizan análisis causales y, sin embar-
go, se hacen:
“Tanto la violencia doméstica y de género, la familiaridad (entendida como un consumo
frecuente) con el alcohol y las drogas así como el hecho que familiares y/o amigos hayan
pasado por la cárcel, están asociados a la confirmación de un esquema de socialización que
tiene que ver con ciertos aspectos de los patrones delictivos. Aunque no se establezca una
causalidad de factores de socialización temprana como la violencia, la ingesta frecuente de
alcohol y/o drogas y la presencia de conocidos con pasado carcelario, estos son muy fre-
cuentes entre la población privada de la libertad. Estos aspectos conjugados podrían ser
precursores, no sólo de la criminalidad sino también de algunas conductas delictivas como
por ejemplo la reincidencia en los delitos y la incapacidad de poder establecer nuevos cami-
nos de socialización cuando se sale de la cárcel” (pág. 17 DMDI, resaltado propio).
“Si bien no contamos con un grupo de control para poder controlar por el efecto de haber
tenido habitualidad con la cárcel, seguramente entre la población general que no está presa
mucho menos de un 10% tiene o ha tenido un familiar o conocido preso/a, mientras que
10 Podría haberse leído “sólo un tercio admite haber consumido algunas de estas sustancias…” y
concluir lo contrario.
11 Resulta llamativo que hayan encontrado personas condenadas “recientemente” detenidas.

12 No se explicita que concepto de generación utiliza y/o si se comparó estos resultados con un estu-

dio semejante realizado en un período temporal anterior (cuando los detenidos actuales de edad ma-
yor eran jóvenes) o si se tomó por dado que las edades en sí misma explican “cambios generaciona-
les”.
en la población bajo estudio el 73% sí lo tiene. Claramente, este es un factor asociado y tal 208
vez explicativo de la propensión de ciertas personas a la comisión de delitos” (pág. 24
DMDI, resaltado propio).13
“La desestructuración familiar funciona como un facilitador de ciertas conductas delictivas y,
a su vez, se asocia con mayores niveles de violencia en la adultez (…). De todos modos, cabe
señalar una observación metodológica. Este estudio no busca demostrar causalidad entre fac-
tores socio-demográficos, contextuales y/o culturales y el delito. Simplemente señala regulari-
dades y datos sugerentes que apuntan a una posible relación. Al no contar para gran parte
de la información con población de control (no detenida) ni abordar un diseño experimental,
no se puede establecer científicamente causa y efecto. Sin embargo, los hallazgos son tan ilus-
trativos y contundentes que señalan claras asociaciones entre estos factores, y que merecen ser
estudiados en profundidad” (pág. 25-26 DMDI, resaltado propio).
Sin forzar demasiado la imaginación sociológica podemos suponer los resultados de
una medición de violencia intrafamiliar, desestructuración familiar, consumo de al-
cohol y drogas y entorno delictivo (aunque en este caso de delitos que difícilmente
lleguen a las cárceles) en las clases medias y altas14. Sin embargo, el estudio no duda
en sostener la existencia de carreras delictivas y, por supuesto, endilgárselas a las
clases populares.
“Los datos revelan que los tipos de delitos varían de acuerdo a características del sujeto (sexo
y edad) y también varía de acuerdo a las características sociales. También varían de acuerdo
a la edad en que se iniciaron en la delincuencia” (pág. 37 DMDI, resaltado propio).
“Los datos analizados indican que habría situaciones de vida en la niñez más propicias
para que el entrevistado haya cometido delitos relacionados con drogas, inclusive desde antes
de la mayoría de edad” (pág. 42 DMDI, resaltado propio).
“Finalmente, es más alta la tasa de reincidencia en aquellos que provienen de un entorno
poco favorable, afectado por la violencia doméstica, la familiaridad con drogas y/o alcohol en
el núcleo familiar y con entorno delictivo. Y el 50% de los que reinciden se fueron de la casa
antes de cumplir los 15 años” (pág. 59 DMDI, resaltado propio).
El esmero del estudio por asimilar encarcelados con delincuentes –primer objetivo que
identificamos en el trabajo– es destacado en el prefacio del informe sobre
“Condiciones de vida en la cárcel”:
“(…) el estudio del CELIV nos autoriza a dejar sugerido un posible sobre-
condicionamiento de ciertos grupos para delinquir (…). Las cárceles argentinas, en efecto,
están pobladas de hombres jóvenes (el 50% tiene menos de 33 años) y poco educados (la mi-
tad ha cursado estudios solo hasta la primaria). Y la mayoría (67,5%) cometió un hecho
delictivo con anterioridad (…).” (pág. 6 CVC, resaltado propio).

13Llama la atención el uso de “impresiones” y suposiciones en un estudio de pretensión científica.


Sostienen que “seguramente” (es decir, un supuesto infundado más que en el sentido común) que
entre la población que no está presa, mucho menos de un 10% tiene o ha tenido un familiar preso.
Esta afirmación y el “invento” de un porcentaje no es pertinente en una investigación de pretensión
académica, rigurosa y científica. En todo caso, deberá reconocerse la inexistencia de un dato de para-
metrización general, pero nunca suponer y establecer una cifra sin respaldo.
14Cabe destacar, además, que las nociones de “violencia”, “desestructuración”, “consumo” y
“entorno delictivo” no se definen sino que se utilizan como términos autoevidentes.
209 Análisis de resultados
la construcción de la cárcel
El diseño muestral sobre “personas detenidas condenadas” también adelanta aque-
llo que el estudio dirá sobre la cárcel. En primer lugar, porque al inferir de sus resul-
tados las condiciones de vida de todas las personas en la cárcel soslaya el encarcela-
miento masivo de personas sin condena. Pero además porque desconoce y vela que
las condiciones de vida de las personas detenidas son producidas diferencialmente
como parte del programa de gobierno intramuros (y por lo tanto no pueden genera-
lizarse a través de una muestra construida al azar, menos siendo exclusivamente so-
bre las personas condenadas)15.
La identificación con los agentes penales que señalamos en relación al tono de las
preguntas sobre antecedentes familiares e individuales de las personas encuestadas
también se reconoce en lo relativo a las preguntas sobre la cárcel. La construcción
de los sistemas de categorías y sus definiciones replica la imagen que la propia insti-
tución construye sobre sí misma16. Pero además el ingreso a la institución se realiza
con los propios representantes institucionales, sesgando todavía más el relevamien-
to.
El marco interpretativo identificado con el de la institución naturaliza las vulneracio-
nes y vela la acción estatal, interpreta derechos como “beneficios” y responsabiliza a
las propias personas detenidas por sus condiciones de detención.
“Entre los elementos indispensables para la vida cotidiana dentro de la cárcel, el colchón lo
provee el sistema penitenciario argentino en más del 93% de los casos, mientras que sábanas,
comida, vestimenta y calzado son suministrados por la familia” (pág. 8 CVC, resaltado
propio).
“En este apartado se muestra, desde los datos empíricos, la violencia física en la población
carcelaria” (pág. 32 CVC, subrayado propio).
“Se hizo atender por el servicio médico” (pág. 36 CVC, subrayado propio).
“Vale mencionar que algunos encuestados respondieron no utilizar el servicio [telefónico],
pero ello no significaría que se esté violando este derecho, sino que la incomunicación pueda
obedecer a otros factores, como por ejemplo el perdido [la pérdida] de contacto con familia-
res.” (pág. 30 CVC, resaltado propio).
“Entre quienes que no han tenido visitas íntimas, el principal motivo es por no estar en pa-
reja (47,7%), mientras que el resto es porque no lo vienen a visitar o porque no lo había
solicitado. Asimismo, cabe remarcar que a un 3% se le negó el pedido.” (pág. 39 CVC,
resaltado propio).

15 En tanto las condiciones de vida de las personas detenidas son producidas diferencialmente como
parte del programa de gobierno intramuros la estrategia metodológica no puede ser (sólo ni central-
mente) hipotético-deductiva. Una muestra aleatoria no asegura la representación de todos los tipos
de condiciones de vida intramuros; una encuesta limita el relevamiento de información a los sistemas
de variables y categorías que el investigador operacionaliza, sesgando aquello que conocerá sobre las
“condiciones de vida” en virtud de sus preconceptos.
16 Por ejemplo en lo relativo a “actividades dentro del penal”, “conseguir beneficios”, “recibir visi-

tas”.
Operaciones involucradas en la construcción de una “realidad” carcelaria

•Responsabilización de las personas detenidas por sus condiciones de


detención.
Oculta la producción institucional de las condiciones de
detención y su utilización para el gobierno interno.

Operaciones involucradas en la construcción de una “realidad” carcelaria

•Interpretación de derechos como “beneficios”.


Se valida la mercantilización de derechos como forma
de gobierno intramuros.

También se equipara la violencia estatal con la violencia entre personas detenidas, se 210
ocultan o relativizan los delitos cometidos por funcionarios públicos y se diluyen
estas prácticas en la noción de “inseguridad” (que nunca se define):
“En general entre un 19% y 25% de los presos afirma haber recibido golpes. (...) Más de la
mitad respondió que las agresiones provinieron del personal penitenciario. En este sentido, no
hay diferencias importantes entre los distintos sistemas comparados. Asimismo, aproximada-
mente un tercio de los internos que fueron víctimas de golpes dijeron que fueron atacados por
otros internos. Un mínimo porcentaje prefirió no responder quien los había golpeado.” (pág.
32 CVC, resaltado propio).
“Dentro de los hechos de inseguridad, además de los golpes, el más frecuente es el robo de
pertenencias, y en menor medida el abuso sexual [no se individualiza la procedencia institu-
cional o rol de los victimarios].” (pág. 9 CVC).
“Muchos admiten que se consumen drogas en las cárceles, y que éstas provienen de afuera a
través de familiares (44%) y personal que trabaja en el penal (25%).” (pág. 9 CVC, resal-
tado propio).

Operaciones involucradas en la construcción de una “realidad” carcelaria

•Equiparación de la tortura con la violencia entre personas detenidas.


Se des-responsabiliza al Estado y se ocultan las
prácticas de tortura.

Y llamativamente se realiza una defensa de la institución con afirmaciones que no


podrían sostenerse de haber ingresado alguna vez a una cárcel (y en algunos casos
afirmaciones que hasta la propia institución desmiente):
“Los penales de los Sistemas Federal y Bonaerense se encuentran ocupados al 100%, y muy
pocos carecen de cama” (pág. 8 CVC, resaltado propio).
“(…) ambos sistemas penitenciarios argentinos a pesar de estar completos no presentan pro-
211 blemas serios de hacinamiento”. (pág. 19 CVC, resaltado propio).
“Alrededor del 60 % califica a los servicios higiénicos como muy limpios” (pág. 8 CVC,
resaltado propio).
“Casi el total de los presos tiene acceso al teléfono público, a medios gráficos (diarios, revis-
tas) y audiovisuales (TV y radio)” (pág. 8 CVC, resaltado propio).
“Más de tres cuartos de la población carcelaria en Argentina participa en actividades depor-
tivas, educativas y/o trabaja dentro del penal. La mayoría califica los programas educativos
como „muy buenos‟” (pág. 8-9 CVC, resaltado propio).
“La atención médica en las cárceles del país es evaluada satisfactoriamente” (pág. 9 CVC).
“El Sistema Bonaerense es el mejor calificado en atención médica por los reclusos”. (pág. 37
CVC). “(…) en Argentina y Chile muchos medicamentos son proporcionados por el servicio
penitenciario, ya sea a través de la sala de primeros auxilios o por partidas destinadas por el
Ministerio de Salud.” (pág. 38 CVC, resaltados propios).
“Entre el 70% y el 80% de los internos en Argentina consideran la atención de psicólogos y
asistentes sociales como buena o muy buena.” (pág. 37 CVC, resaltados propios).
Estos recursos les permiten ocultar las pocas violaciones de derechos señaladas con
expresiones pretendidamente asépticas, se mencionan “al pasar” o se interpretan
con el mismo tono que las “condiciones de vida” que no constituyen malos tratos.
En esta misma línea las torturas se interpretan como prácticas contradictorias con
las funciones institucionales y no como constitutivas del gobierno penitenciario.
“En cambio, la mala conducta ocasiona castigos. Aproximadamente el 20% fue privado de
las visitas como forma de sanción” (pág. 9 CVC, resaltado propio).
“Alrededor de un cuarto de la población indica que el trato recibido por el personal del penal
a sus familiares es entre regular y muy malo” (pág. 9 CVC, resaltado propio).
“Existen varios tipos de „pagos improcedentes‟ para acceder a beneficios” (pág. 9 CVC,
resaltado propio).
“Entre un 20% y un 25% de reclusos dijo que ha recibido golpes17, y en más de la mitad de
esos casos por parte del personal penitenciario. El 40% ha visto golpear a otros reclusos, en
su mayoría por otros internos.” (pág. 9 CVC, resaltado propio).
“Dado los presupuestos asignados a este rubro [alimentos], debería revisarse la razón de la
baja calidad de los alimentos percibida por los privados de la libertad” (pág. 21 CVC, re-
saltado propio)18.
De esta manera, la contundencia con la cual se identifica encarcelados con delin-
cuentes a través de un lenguaje claro, directo y cargado de inferencias empíricamen-
te insostenibles se revierte en el tratamiento de la institución carcelaria: se reiteran
eufemismos, relativizaciones y expresiones condicionales para defenderla. Y en esta
operación vuelven recurrentemente sobre el que parece ser el segundo objetivo del
17 En Sobre esta variable además se presentan datos diferentes. En el Gráfico nro. 23 (CVC) se pre-
senta que el 19,6% “ha recibido golpes” en provincia de Buenos Aires, mientras que en el Gráfico
nro. 27 (CVC) se presenta “lo han golpeado”: 44,1%. Por su parte, la Tabla nro. 12 (CVC) presenta
para el total país “ha recibido golpes”: 21,2% mientras la Tabla nro. 14 indica “lo han golpeado”:
45,9%.
18 Sobre la alimentación se presentan resultados contradictorios: “(…) se observa que la percepción en la

calidad de los alimentos es juzgada como „mala‟ en la mayoría de los penales.” (pág. 21 CVC). “Respecto a la canti-
dad de los alimentos suministrados por la autoridad penitenciaria, la mayoría de los internos indica que es insuficien-
te” (pág. 22 CVC). Y luego concluye: “la mayoría de los presos califican de limpios los penales, y la cantidad de
alimentos es suficiente aunque la calidad sea regular”. (pág. 23 CVC, subrayado propio).
trabajo: recomponer la agónica idea de resocialización. 212
“Un aspecto para destacar dentro de la población carcelaria, es que el 30% se encontraba
desocupado durante el último mes antes de ser detenido. Dentro del penal, a estas personas,
se les presenta la oportunidad de terminar sus estudios y/o trabajar, derechos que contribu-
yen, al menos potencialmente, a revertir el círculo vicioso de la reincidencia delictiva y cárcel.”
(pág. 25 CVC, resaltado propio).

Análisis de resultados
Presos sucios, malos y feos en cárceles sanas y limpias
Los elementos que hemos señalado hasta aquí permiten reconstruir la posición epis-
temológica desde la cual se ha partido para diseñar y desarrollar este estudio
(posición que –por otra parte– no se reconoce ni explicita) y, consecuentemente, los
sentidos que produce sobre el crimen y el castigo.
El estudio de CELIV-UNTREF asume, en clave organicista, al sistema penal como
un medio para la recomposición del equilibrio ante “anomalías” sociales. Estas ano-
malías son asociadas a una minoría no integrada que viola los valores generales que
expresa el derecho penal.
Desde este punto de partida, el estudio sostiene que esa minoría tiene elementos
comunes que la diferencian de la mayoría respetuosa de la ley. A lo largo del docu-
mento, los indicadores recortados para construir a esta “delincuencia” se proponen
como incivilidades o irracionalidades: la juventud, el bajo nivel educativo, la canti-
dad de hijos/as, los antecedentes penales, un determinado “entorno delictivo”, la
desocupación y la adicción a drogas y alcohol. Esta perspectiva criminológica-
positivista (re)produce la idea de la existencia de grupos “condicionados” para delin-
quir (deducido de la posición socio-económica de las personas encarceladas) y la
selectividad penal se propone como un “error” (sesgo) que existiría además de la
predisposición de los pobres a cometer delitos.
Por su parte, la cárcel se presenta como una institución “necesaria” para hacer fren-
te a aquellas anomalías, no se problematiza su función social y lo que reconocen co-
mo “cuestionable” o “incómodo” es interpretado como un error o una falla, suscep-
tible de ser corregido. Por ello, el informe específico sobre las “condiciones de vida
en la cárcel” también se concentra en la individualización de causas sociales e indivi-
duales en el devenir “delincuente”, adjudica ciertas cualidades excluyentemente a la
población encarcelada y refuerza la imagen de violencia y “mala vida”.

Lo que promueve este estudio es, en última instancia, que aquello sobre lo que ca-
bría operar es la incivilidad y la inmoralidad de los pobres. En lo que respecta a las
condiciones de vida en la cárcel “se parte desde un piso razonable” (sic).
213
¿De qué lado estar? Versiones de la “cuestión carcela-
Criminología positivista Sociología del sistema penal

 La cárcel es una institución  La cárcel es una institución


necesaria. con una función social
específica en la reproducción
del orden social dominante.
 La cárcel es una institución  La cárcel funciona “bien”.
con errores o fallas que
pueden corregirse.
 La cárcel es una institución  La cárcel es el último eslabón
que encierra a los de una cadena punitiva
“delincuentes”. sostenida en la “selectividad
penal”.

 La cárcel “resocializa”.  La cárcel incapacita y produce


subjetividades precarizadas.

 La cárcel ofrece las mismas  La producción y


condiciones de vida a todas administración diferencial de
las personas detenidas. condiciones de vida en la
cárcel constituye una
estrategia central del gobierno
intramuros.

 Las violaciones de derechos  Las violaciones de derechos


humanos y las torturas son humanos y las torturas son
prácticas contradictorias con prácticas sistemáticas y
las funciones de la cárcel. constitutivas del gobierno
intramuros.

¿De qué lado estar? Sentidos e implicancias políticas”


Criminología positivista Sociología del sistema penal
DEFENSA DES-CUBRIMIENTO DE
INSTITUCIONAL LAS PRÁCTICAS
INSTITUCIONALES DE
PODER
Documentos para el debate académico y político
Anti-Seguridad: una declaración

Mark Neocleous – Department of Social and Political Sciences, Brunel University London.
George Rigakos – Professor of Law, Criminology and Political Economy at Carleton University.

214

Presentación:
El texto que reproducimos a continuación emergió a partir de un libro
previo de Mark Neocleous titulado “Crítica a la Seguridad” del año
2008. En 2009, Mark Neocleous y George Rigokus comenzaron a ha-
blar de la necesidad de establecer un espacio alternativo para ayudar a
fomentar la interpelación crítica de la noción de seguridad. Como resul-
tado, en 2010 organizaron un seminario en la Universidad de Carleton
(Canadá) del cual surgió la declaración.
De acuerdo a los autores, se trata de “una provocación dirigida a cuestionar el
marco analítico de la investigación de seguridad” al tiempo que es considerado
un “proyecto político” que intenta constituirse en “un llamado a la investiga-
ción, el activismo y la participación más radicales en el proyecto por parte de otros”.
Desde el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(GESPyDH) compartimos la necesidad de cuestionar críticamente la
noción de “seguridad” y superar este concepto tanto desde el análisis
teórico como en términos políticos.
215 El propósito de este proyecto, formulado de manera sencilla, es mostrar que la se-
guridad es una ilusión que se ha olvidado que es una ilusión. Formulado de manera
menos sencilla, que la seguridad es una peligrosa ilusión. ¿Por qué “peligrosa”? Por-
que ha venido a actuar como un bloqueo a la política: cuanto más sucumbimos al
discurso de la seguridad, menos podemos decir sobre la explotación y la alienación;
cuanto más hablamos de seguridad, menos hablamos de los fundamentos materiales
de la emancipación; cuanto más venimos a compartir el fetiche de la seguridad, más
nos alienamos unos de otros y más nos volvemos cómplices en el ejercicio de los
poderes de policía.
Exponer el desarrollo de cómo llegamos aquí es el primer desafío; mostrar cuán da-
ñino ha sido esto es un desafío aún mayor; hacer estas cosas de una manera que
contribuya a una política radical, crítica y emancipatoria aún más. Pero es un desafío
que debe hacerse, y debe hacerse colectivamente. Para comenzar, entonces, noso-
tros ofrecemos las siguientes declaraciones sobre una política anti-seguridad.
Negamos todos los falsos binarios que oscurecen y reifican la problemática de la
seguridad y sirven solamente para reforzar su poder. Por tanto, rechazamos:
 Libertad versus seguridad. En los trabajos de los fundadores de la tradición
liberal -esto es, los fundadores de la ideología burguesa- libertad es seguridad
y seguridad es libertad. Para la clase dominante, la seguridad siempre ha triun-
fado y siempre triunfará sobre la libertad, porque la “libertad” nunca ha sido
pensada como un contrapeso a la seguridad. La libertad siempre ha sido el
abogado de la seguridad.

 Público versus privado. Ninguna determinación legal post-hoc [posterior]


sobre imputabilidad, estatus legal, uniformización, o uso legítimo de la fuerza
puede deshacer la histórica interoperabilidad entre las policías públicas y pri-
vadas, ejércitos mercenarios y estatales, seguridad corporativa y gubernamen-
tal, o las corporaciones transnacionales y las relaciones internacionales. La es-
fera pública hace el trabajo de la esfera privada, la sociedad civil el trabajo del
estado. La cuestión no es, por tanto, “público versus privado” o “sociedad
civil versus el estado”, sino la unidad de la violencia burguesa y los medios a
través de los cuales la pacificación es legitimada en el nombre de la seguridad.

 Suave versus duro. Tales construcciones dicotómicas -policiamiento suave


versus policiamiento duro para suprimir el disenso; intervención militar suave
versus intervención militar dura para erradicar la resistencia local e indígena;
poder suave versus poder duro para imponer la hegemonía global imperial-
son sólo aspectos de la unidad de violencia de clase, distrayéndonos de la pa-
cificación universal llevada adelante en el nombre del capital.

 Barbarie versus civilización. La historia de la civilización después de la ilus-


tración es la consolidación del trabajo asalariado, la imposición cultural y ma-
terial de la dominación imperial, y la violencia de la guerra de clases. Bajo la
forma de “el estándar de civilización”, la majestuosidad de la ley fue central
para este proyecto. Civilizar es proyectar poder policial. „Civilización‟ es un 216
eufemismo para imponer las relaciones capitalistas; lo cual quiere decir: la civi-
lización burguesa es barbarie.

 Doméstico versus foráneo. La mayor tiranía de la seguridad es la insistencia


en la construcción del “otro”. La seguridad crea amenazas tanto domésticas
como foráneas, generando el miedo y la división que apuntalan la raison d‟é-
tat. La pacificación colonial de sujetos en el extranjero es rápidamente conver-
tida en pacificación doméstica de los sujetos en casa. Las nuevas iniciativas
internacionales de policiamiento no son más que un laboratorio para la milita-
rización de la seguridad doméstica. La “guerra contra el terrorismo” es una
permanente embestida multifrente que agrupa yihadistas con pacifistas, femi-
nistas con islamistas, y socialistas con asesinos. La no pretensión de una dis-
tinción es necesaria porque el estado capitalista es inseguro en todas las direc-
ciones.

 Pre y post 11/09. Seamos claros: el asesinato de 3.000 [personas] el 11 de


septiembre de 2001 fue horrible, pero no cambió nada. Creer eso es participar
en un acto deliberado de olvido. El aparato de seguridad que se aceleró en los
días posteriores al ataque había estado en fabricación por décadas mientras el
terreno de la guerra de clases mutaba. Los objetivos de la nueva “guerra” -esta
vez contra el terrorismo- no eran nuevos. La queja por la “inseguridad” fue
nuevamente respondida con dos demandas familiares: tú consume y nosotros
destruiremos. Ve a Disneylandia, y deja que el estado continúe el trabajo que
ha estado conduciendo por generaciones. Si el 11/09 logró algo fue hacer la
seguridad casi inexpugnable.

 Excepción y normalidad. Este no es un estado de excepción. El estado ca-


pitalista atropellando los derechos humanos en el nombre de la seguridad es
normal. La clase dominante llevando a cabo actos de violencia en el nombre
de la acumulación es normal. El diseño de nuevas técnicas para disciplinar y
castigar sujetos refractarios es normal. Asesinatos selectivos, el bombardeo de
civiles, encarcelamiento sin juicio… normal, normal, normal. Y, no lo olvide-
mos: ¿liberales desesperados justificando tales cosas? Normal.

Frente a todo esto, entendemos que la seguridad hoy:


 Opera como un concepto supremo de la sociedad burguesa.

 Coloniza y des-radicaliza el discurso: de hambre a seguridad alimentaria; de


imperialismo a seguridad energética; de globalización a seguridad de la cadena
de suministro; welfare a seguridad social; de seguridad personal a seguridad
privada. La seguridad vuelve burgués todo lo que es inherentemente comuni-
tario. Nos aliena de las soluciones que son naturalmente sociales y nos fuerza
a hablar el lenguaje de la racionalidad estatal, los intereses corporativos y el
egoísmo individual. En vez de compartir, acumulamos. En vez de ayudar,
construimos dependencias. En vez de alimentar a los demás, los dejamos mo-
217 rir de hambre… todo en el nombre de la seguridad.

 Es una mercancía especial, jugando un rol esencial en la explotación, aliena-


ción y humillación de los trabajadores. Produce su propio fetiche, incrustán-
dose en todas las demás mercancías, produciendo aún más riesgo y miedo
mientras intensifica y nos distrae de las condiciones materiales de explotación
que nos han hecho inherentemente inseguros. Hace concretas nuestras inse-
guridades efímeras bajo las relaciones capitalistas. Intenta saciar con el consu-
mo lo que sólo se puede lograr mediante la revolución.

El llamado de esta declaración es que nosotros:

 Nombremos la seguridad por lo que realmente es;

 Rechacemos la securitización del discurso político;

 Desafiemos la naturaleza autoritaria y reaccionaria de la seguridad;

 Señalemos las formas en que las políticas de seguridad desvían la atención de


las condiciones materiales y los cuestionamientos, en el proceso de transfor-
mar la política emancipatoria en un brazo de la policía;

 Luchemos por un lenguaje político alternativo que nos lleve más allá del estre-
cho horizonte de la seguridad burguesa y sus poderes policiales.

– Nombremos la seguridad por lo que realmente es;


– Rechacemos la securitización del discurso político;
– Desafiemos la naturaleza autoritaria y reaccionaria de la
seguridad;
– Señalemos las formas en que las políticas de seguridad
desvían la atención de las condiciones materiales y los
cuestionamientos, en el proceso de transformar la política
emancipatoria en un brazo de la policía;
– Luchemos por un lenguaje político alternativo que nos
lleve más allá del estrecho horizonte de la seguridad
burguesa y sus poderes policiales.
Concepción apologética de la productividad de todas las
profesiones

Karl Marx

218

Presentación
A 200 años del nacimiento de Karl Marx acompañamos esta edición
con uno de sus textos menos conocidos, pero de una enorme relevancia
para el campo de estudios críticos de la sociología del sistema penal y el
castigo. Así, nos invita a una re-lectura, un siglo y medio después, de
sus aportes a la concepción compleja de la relación entre delito, sistema
penal y orden social en el marco de las sociedades capitalistas. Ayer y
hoy, vínculos que se definen mucho más allá de lo inmediatamente visi-
ble.
La titulada "Concepción apologética de la productividad de todas las
profesiones", es un texto escrito por Karl Marx entre 1860 y 1862 y edi-
tado de modo póstumo, como apéndice de "Teorías de las plusvalías".
E
219 l filósofo produce ideas, el poeta poemas, el cura sermones, el profesor
compendios, etc. El delincuente produce delitos. Fijémonos un poco más
de cerca en la conexión que existe entre esta última rama de producción y el
conjunto de la sociedad y ello nos ayudará a sobreponernos a muchos prejuicios. El
delincuente no produce solamente delitos: produce, además, el derecho penal y, con
eso, al mismo tiempo, al profesor encargado de sustentar cursos sobre esta materia
y, además, el inevitable compendio en que este mismo profesor lanza al mercado
sus lecciones como una “mercancía”. Lo cual contribuye a incrementar la riqueza
nacional, aparte de la fruición privada que, según nos hace ver, un testigo competen-
te, el señor profesor Roscher, el manuscrito del compendio produce a su propio
autor.
El delincuente produce, asimismo, toda la policía y la administración de justicia pe-
nal: esbirros, jueces, verdugos, jurados, etc., y, a su vez, todas estas diferentes ramas
de industria que representan otras tantas categorías de la división social del trabajo;
desarrollan diferentes capacidades del espíritu humano, crean nuevas necesidades y
nuevos modos de satisfacerlas. Solamente la tortura ha dado pie a los más ingenio-
sos inventos mecánicos y ocupa, en la producción de sus instrumentos, a gran nú-
mero de honrados artesanos.
El delincuente produce una impresión, unas veces moral, otras veces trágica, según
los casos, prestando con ello un “servicio” al movimiento de los sentimientos mora-
les y estéticos del público. No sólo produce manuales de derecho penal, códigos
penales y, por tanto, legisladores que se ocupan de los delitos y las penas; produce
también arte, literatura, novelas e incluso tragedias, como lo demuestran, no sólo La
culpa de Müllner o Los bandidos de Schiller, ¡sino incluso el Edipo y el Ricardo III!
El delincuente rompe la monotonía y el aplomo cotidiano de la vida burguesa. La
preserva así del estancamiento y, provoca esa tensión y ese desasosiego sin los que
hasta el acicate de la competencia se embotaría. Impulsa con ello las fuerzas produc-
tivas. El crimen descarga al mercado de trabajo de una parte de la superpoblación
sobrante, reduciendo así la competencia entre los trabajadores y poniendo coto has-
ta cierto punto a la baja del salario, y, al mismo tiempo, la lucha contra la delincuen-
cia absorbe a otra parte de la misma población. Por todas estas razones, el delin-
cuente actúa como una de esas “compensaciones” naturales que contribuyen a res-
tablecer el equilibrio adecuado y abren toda una perspectiva de ramas “útiles” de
trabajo.
Podríamos poner de relieve hasta en sus últimos detalles el modo como el delin-
cuente influye en el desarrollo de la productividad. Los cerrajeros jamás habrían po-
dido alcanzar su actual perfección, si no hubiese ladrones. Y la fabricación de bille-
tes de banco no habría llegado nunca a su actual refinamiento a no ser por los falsi-
ficadores de moneda. El microscopio no habría encontrado acceso a los negocios
comerciales corrientes (véase Babbage) si no le hubiera abierto el camino el fraude
comercial. Y la química práctica, debiera estarle tan agradecida a las adulteraciones
de mercancías y al intento de descubrirlas como al honrado celo por aumentar la
productividad.
El delito, con los nuevos recursos que cada día se descubren para atentar contra la 220
propiedad, obliga a descubrir a cada paso nuevos medios de defensa y se revela, así,
tan productivo como las huelgas, en lo tocante a la invención de máquinas. Y aban-
donado al campo del delito privado, ¿acaso, sin los delitos nacionales, habría llegado
a crearse nunca el mercado mundial? Más aún, ¿existirían siquiera naciones? ¿Y no
es en el árbol del pecado, al mismo tiempo y desde Adán, el árbol del conocimiento?
Ya Mandeville en su Fábula de las abejas (1705) había demostrado la productividad
de todos los posibles oficios, etc., poniendo de manifiesto en general la tendencia de
toda esta argumentación:
«Lo que en este mundo llamamos el mal, tanto el moral como el natural, es el gran
principio que nos convierte en criaturas sociales, la base firme, la vida y el puntal de
todas las industrias y ocupaciones, sin excepción; aquí reside el verdadero origen de
todas las artes y ciencias y, a partir del momento en que el mal cesara, la sociedad
decaería necesariamente, si es que no perece completamente.»
Lo que ocurre es que Mandeville era, naturalmente, mucho más, infinitamente más
audaz y más honrado que los apologistas filisteos de la sociedad burguesa.
221

Tinta Roja. Documentos críticos para el


debate político sobre el sistema penal y
los Derechos Humanos del presente es
una nueva publicación del GESPyDH cu-
ya propuesta es comunicar y difundir sín-
tesis de resultados de investigación e in-
formación sistematizada y producida por
nuestro equipo de trabajo. Información y
conocimiento como aporte para el debate
político con organizaciones sociales, or-
ganismos de derechos humanos sectores políticos y académicos
comprometidos en la construcción de espacios de resistencia y
de lucha contra el avance punitivo de Estado. Cuadernillos, folle-
tos y postales serán los formatos de esta
propuesta para construir una mirada crí-
tica conjunta que no renuncie a las dife-
rencias y que apunte siempre a una inter-
pelación política fundada al orden social
dominante, con un horizonte libertario,
sin renunciamientos. Por eso, Tinta Roja.
Se pude acceder a la versión digital en:
http://gespydhiigg.sociales.uba.ar/
Presencia en la actualidad
Comunicados
En esta sección se reproducen los comunicados y declaraciones públicas del GESPyDH ante hechos vinculados a
nuestro campo de investigación.

4 de diciembre de 2018 222


Contra Bullrich y el Reglamento letal
No a la pena de muerte
Nuevamente, desde el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Huma-
nos (GESPyDH) expresamos nuestro más profundo repudio a la política de Estado
de Mauricio Macri quien, a través de su Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, ha-
bilita el fusilamiento de personas por parte de las Fuerzas de Seguridad.
El 27 de noviembre se firmó la Resolución 956/2018 por la cual se creó
el Reglamento General para el Empleo de las Armas de Fuego por parte de los
Miembros de las Fuerzas Federales de Seguridad. La misma comenzó a circular de
manera informal por las redes sociales durante los días 28 y 29 de noviembre, en el
marco del inicio de la reunión del G20 y en un contexto de militarización y virtual
estado de sitio de la Ciudad de Buenos Aires, sin haber sido publicada en el Boletín
Oficial.
Consultada al respecto, la ministra Bullrich explicó que se dictó la resolución con el
fin de habilitar la actuación de las fuerzas de seguridad en el marco del G20, para
“darles garantías y establecer un protocolo de actuación a las comitivas extranje-
ras”. Sin embargo, la misma se publicó en el Boletín Oficial recién el 3 de diciembre,
a dos días de terminado el evento.
La norma otorga legalidad a toda una serie de prácticas características de las fuerzas
de seguridad que ya vienen siendo legitimadas de facto por el gobierno de Mauricio
Macri en estos últimos dos años, tal como denunciáramos en el comunicado publi-
cado por el GESPyDH en marzo de este año (ver http://
gespydhiigg.sociales.uba.ar/).
Así, de acuerdo al Reglamento los motivos para hacer “uso de las armas de fuego”
son, además del peligro inminente de la vida propia o de otra persona, “para proce-
der a la detención de quien represente ese peligro inminente y oponga resistencia a
la autoridad” y además “para impedir la fuga de quien represente ese peligro inmi-
nente, y hasta lograr su detención”.
En este sentido, con criterios confusos y ante supuestos ambiguos que otorgan gran
discrecionalidad a las fuerzas, el reglamento habilita el uso legal del arma de fuego
en una serie de situaciones en las cuales hasta ahora –al menos legalmente– no po-
dían ser exculpados los agentes de las fuerzas al ser juzgados por el fusilamiento de
personas, tales como disparar por la espalda, sin identificarse, a personas de las cua-
les sólo se “presuma verosímilmente” que puedan poseer un arma letal, etc.
Esta norma tiene múltiples implicancias y efectos, con la misma se busca dejar im-
punes los asesinatos recientes –tales como el realizado por el policía bonaerense
Luis Chocobar o los de asesinatos de Rafael Nahuel o de Facundo Ferreira de 12
años asesinado por la espalda por la Policía de Tucumán, entre otros–; se legitima la
intervención con armas de fuego en los conflictos sociales; y redunda en la imposi-
bilidad de juzgamiento a todos los agentes de las fuerzas federales que de ahora en
más podrán alegar estar cumpliendo su deber, reeditando la Ley de Obediencia De-
223 bida.
Para ello el decreto deroga toda la reglamentación previa en la materia, afectando
severamente los derechos de los ciudadanos e incrementando el poder represivo del
Estado en contra de la Constitución Nacional y los tratados internacionales incorpo-
rados en la misma.
Inicialmente, el Reglamento aplica para las fuerzas policiales y de seguridad federa-
les, es decir, Policía Federal Argentina, Policía de Seguridad Aeroporturaria, Gen-
darmería Nacional y Prefectura Naval. Sin embargo, Patricia Bullrich afirmó que les
pedirá a todas las policías provinciales que utilicen la misma reglamentación.
Respecto de las características de esta política de Estado asesina, las palabras de la
ministra son por demás ilustrativas: “El país viene de una vieja historia, la dictadura,
que le fue sacando la capacidad de acción a la Policía hasta que llegamos a una Poli-
cía de brazos caídos (…) Desde que llegamos estamos cambiando esa filosofía. Lo
estamos haciendo. Queremos fuerzas que puedan cumplir con su rol”. En nuestro
país desde décadas atrás se viene desarrollando esta política de letalidad policial que
presenta una escalada en la gestión de Bullrich a través de la legitimación pública y
habilitación normativa. Después de 35 años de democracia, la gestión actual explici-
ta su vocación de superar a la dictadura en la capacidad de fuego y de dar muerte.
Por todo ello, volvemos a expresarnos contra las ejecuciones sumarias de la policía.
NO A LA PENA DE MUERTE POLICIAL

Fuentes:
https://www.cronica.com.ar/politica/Patricia-Bullrich-pidio-terminar-con-una-policia-de-brazos-
caidos-20181204-0014.html
https://www.pagina12.com.ar/159850-licencia-para-matar
224
17 de noviembre de 2018
Comunicación ante la muerte de presos en la comi-
saría de Esteban Echeverría
Fue el estado, otra vez…
En la madrugada del 15 de noviembre se produjo un incendio en la comisaría 3ª de
Transradio de Esteban Echeverría. Debido a una serie de acciones y omisiones de
distintos agentes estatales, murieron en el momento 4 de las personas presas (Elías
Soto, Miguel Ángel Sánchez, Jeremías Rodríguez y Jorge Ramírez), y en el día de
ayer fallecieron dos personas más (Eduardo Ocampo y Juan Lavarda) quienes se
encontraban internados en grave estado.
El relato policial-oficial de los hechos fue recibido y reproducido por los diarios na-
cionales de mayor alcance. En ellos se reeditó la operación simbólica de fijar la mira-
da sobre las víctimas de la violencia estatal. Los titulares aludieron a “intento de fu-
ga”, “motín”, “brutal pelea”, diferentes expresiones que instalan la responsabilidad
del lado de los muertos. Expresiones que reeditan, reinventan, renuevan la afirma-
ción más siniestra de nuestra historia nacional: “algo habrán hecho”.
Los procesos de demonización y responsabilización de los sectores sociales más
marginalizados y empobrecidos –aquellos que son encerrados selectivamente por el
sistema penal–, permean todo el funcionamiento del sistema. Dichos mecanismos
simbólicos operan cuando se recurre, de manera excluyente, al encierro. Se privilegia
la segregación y el castigo por sobre los derechos y la vida de quienes son captura-
dos/as por el sistema penal. El encierro en comisarías a raíz de la “falta de cupo” en
las cárceles bonaerenses da cuenta de este funcionamiento.
Según datos aportados por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), actual-
mente hay 3500 personas encerradas en comisarías de la Provincia de Buenos Aires.
El encierro punitivo en comisarías es una práctica regular y sistemática que eviden-
cia la intervención de distintas agencias estatales en la producción de muerte. Como
señaló la CPM: la muerte de 6 personas en la comisaría 3ª de Esteban Echeverría
“no se trata ya de un hecho aislado o de un accidente inesperado”, entre 2016 y
2018 –solo en dos años– se produjeron “56 muertes bajo custodia del Estado en las
comisarías”.
Sin embargo, esta no es una práctica novedosa de los últimos años, sino que reco-
noce una persistencia histórica. Los distintos gobiernos han recurrido al encierro
degradante e indigno en calabozos y “leoneras” policiales violando la Constitución
Nacional y la normativa nacional e internacional en materia de Derechos Humanos.
En este despliegue ilegal de las agencias del sistema penal debe leerse el hecho de
que la comisaría 3ª de Transradio estaba en funcionamiento a pesar de que el Juzga-
do de Garantías 2 de Lomas de Zamora había dictado una orden de clausura que
inhabilitaba los calabozos y exigía al Ministerio de Seguridad de la Provincia que los
desalojara de manera urgente y trasladara a las personas allí detenidas.
Frente a todo esto….Una vez más, decimos….FUE EL ESTADO.
Desde el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(GESPyDH) repudiamos la producción activa de muertes por parte del Estado que
se renueva cada vez que los operadores judiciales ordenan encerrar personas en co-
misarías, y exigimos que se investiguen las múltiples responsabilidades estatales en
estos hechos (políticas, judiciales, policiales y todas aquellas agencias involucradas).
225
26 de julio de 2018
No a las Fuerzas Armadas
No a la militarización del espacio social
Ahora y siempre
El GESPyDH expresa su profundo repudio y rechazo a la política del Gobierno del
Presidente Mauricio Macri, que le otorga facultades e incumbencias a las Fuerzas
Armadas en cuestiones de seguridad interior. Esta política de militarización de la
seguridad interior ha sido siempre denunciada por el GESPyDH desde su anterior
impronta en el año 2011, cuando fuerzas de carácter militar como Prefectura Naval
Argentina y en particular Gendarmería Nacional Argentina fueron afectadas a pro-
gramas y planes que contemplaron (y siguen contemplando) acciones de control
territorial en pos de la prevención y represión del delito en amplias zonas urbanas
de nuestro país, pero especialmente en las zonas empobrecidas.
Y también denunciamos la “habilitación” a las Fuerzas Armadas a participar ante
“amenazas externas”, provenientes no de otros Estados, sino sobre accionar de
“delitos” como narcotráfico, trata de personas y contrabando, al habilitar al Ejército
y a la Fuerza Aérea, junto con la Prefectura y Gendarmería, en el denominado Plan
de Seguridad Escudo Norte y el Programa Operativo Fortín II, también creado en
el año 2011 por el -por entonces- flamante Ministerio de Seguridad de la Nación.
En 2018, el decreto del Presidente Macri recupera, profundiza y avanza en una polí-
tica de militarización del espacio social comenzada por el gobierno anterior en 2011
y que, en nombre de la cuestión securitaria, convoca aún más activamente a las
Fuerzas Armadas a tareas de control social interno. Desde siempre, el
“protagonismo” de las Fuerzas Armadas ha representado para el pueblo argentino la
represión, muerte, tortura y genocidio.
De ello es testigo nuestra historia. En el nombre de miles y miles de víctimas de
“nuestras fuerzas armadas”, desde el GESPyDH decimos que REPUDIAMOS Y
RECHAZAMOS su participación en planes, programas y acciones de inteligencia
en cuestiones de seguridad interna y menos aún, en cuestiones de “orden”. No a las
fuerzas armadas. NO A LA MILITARIZACIÓN DEL ESPACIO SOCIAL.
AYER, HOY Y SIEMPRE.
226
24 de Marzo de 2018
A 42 años del golpe genocida
impunidad a los genocidas:
una política de Estado del Gobierno de Macri.
Los actos perversos del Sr. Ministro
El señor Ministro de Justicia Garavano, promotor de la baja de edad de imputabili-
dad y legitimador de la pena de muerte sumaria y extrajudicial de presuntos delin-
cuentes a manos de la policía ha pergeñado una nueva iniciativa: liberar a los genoci-
das de la dictadura utilizando como rehenes de intercambio a los/as presos/as po-
bres apilados en las cárceles. No se puede interpretar de otro modo una lista de can-
didatos a medidas alternativas a la prisión que iguala, por ejemplo, a una mujer em-
barazada que cumple una pena corta por un delito no violento con el genocida
mundialmente famoso: Alfredo Astiz.
Los que legitiman esta política de Estado, política de impunidad y no de derechos,
tal como la Señora Graciela Fernández Meijide, entre otros, igualan estas dos situa-
ciones en el derecho que asiste a unos y a otros. A estas personas hay que recordar-
les que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles porque son de acción
continua. Sin duda, discursos “perversos” que avalan acciones perversas. Cada día
que estos delincuentes genocidas mantienen su silencio sobre el paradero de los des-
aparecidos y de los niños que les robaron, esas personas vuelven a ser secuestradas
por más que sus verdugos estén presos.
La igualación que realiza el Señor Ministro como si se tratara de cuestiones de técni-
ca criminológica penitenciaria desprovista de toda intencionalidad política es un acto
perverso mayúsculo. Sólo para contrastar, en Alemania recientemente murió en un
hospital, a los 96 años, el nazi de las SS Oskar Gröning, el contador de Auschwitz,
quien se encontraba encarcelado desde el año 2015, fue detenido y juzgado a los 92
años por ser partícipe necesario de los asesinatos cometidos en aquel campo de con-
centración.
La propuesta del Señor Ministro tiene como excusa la sobrepoblación carcelaria en
el ámbito del Servicio Penitenciario Federal, un hecho irrefutable que viene siendo
denunciado hace años por distintos organismos de derechos humanos. Organismos
de derechos humanos y de control que pueden acercar propuestas acerca de los co-
lectivos que deberían ser incluidos en listados de acceso a penas alternativas: muje-
res embarazadas, mujeres con hijos pequeños, varones y mujeres jóvenes adultos/
as, varones y mujeres con discapacidad, enfermos terminales, imputados de delitos
de insignificancias, por drogas o contra la propiedad sin ejercicio de violencia, de
estos colectivos están colmadas las cárceles federales, algunos procesados otros con-
denados y condenadas a penas de 6 meses, 1 año o 3 años. Todo indica que con
contención y asistencia social brindada por el Estado deberían “gozar” de esas me-
didas alternativas.
Esta sobrepoblación no está siendo producida por la cantidad de genocidas encarce-
lados. Estos apenas llegan a 235 en el Servicio Penitenciario Federal según lo infor-
ma en su propio sitio de internet. (No es una novedad que buena parte -de los ya de
por sí pocos genocidas juzgados- cumplen las penas en sus casas). Ninguno de estos
detenidos genocidas en cárceles federales a cargo del Sr. Ministro viven en las condi-
ciones degradantes en las que están la mayoría de los presos y presas, por el contra-
rio aunque estén en cárcel común, nada tienen en común con la vida de los miles de
227 presos y presas pobres de toda pobreza: hambreados, encerrados durante horas en
celdas de 2 por 1 metros, obligados a comer y dormir con sus excrementos y orines,
sin atención médica, en cárceles a miles de kilómetros de sus familias, golpeados,
maltratados y degradados.
No Señor Ministro, no son los delincuentes genocidas los que hacen rebalsar las
cárceles de presos, no hay ninguna necesidad de postularlos para penas alternativas.
Plantear las cosas en esos términos es otro acto perverso.
Durante el año 2017 su gobierno propuso y sancionó, buena parte de la oposición
lo acompañó, dos leyes que harán rebalsar las cárceles una y otra vez: la reforma de
la ley de ejecución de la pena, que limita el acceso de la mayoría de los presos a la
libertad condicional, y la ley de flagrancia, que acelera los tiempos procesales y per-
mite la producción de condenas en serie. O sea una ley que retiene personas en las
cárceles y otra que le provee prontamente de nuevos detenidos y detenidas. Señor
Ministro no se puede ser punitivista y humanitario a la vez, la sola inclusión de los
genocidas en esas listas desnuda la hipocresía de sus propósitos y otra vez, se pre-
senta como un acto perverso.
Según datos del propio Servicio Penitenciario Federal hay más de 700 presos y pre-
sas cumpliendo penas de menos de tres años, la proporción de presos/as condena-
dos que cumplen estas penas cortas viene creciendo sostenidamente desde al menos
5 años pero en los últimos dos se duplicó. Detenidos por hurtos y robos, general-
mente en grado de tentativa, cometidos sin violencia, por tenencia de drogas, se tra-
ta de personas en situación de calle, adictos que roban o venden drogas al menudeo,
ladrones ocasionales con penas alternativas declarados en rebeldía por no cumplir
con formalidades judiciales, enfermos siquiátricos que los hospitales expulsan, son
algunas de las historias de estos pobres entre los pobres, para estas personas: la cár-
cel. La cárcel más dura, la más difícil de sobrellevar, la miseria los ha dejado sin fa-
milia, sin amigos, solos en la peor de las cárceles, sin nadie que les acerque un ali-
mento para soportar el hambre por la escasa comida que les da el penal, sin asisten-
cia médica, sin remedios, sin nadie que les provea la ropa o la manta que no les da la
cárcel, a oscuras porque nadie les puede comprar una lamparita, denigrados y degra-
dados; violentados y maltratados.
Estos 700 presos y presas pobres, que no han robado niños, que no han desapareci-
do personas, que no han torturado ni violado, súmelos a la lista de candidatos para
penas alternativas, propóngales a los jueces que les eviten la cárcel y provéales de
ayuda social. Y saque tranquilo a los genocidas de su lista, porque de todos modos le
va a sobrar lugar en las cárceles, para ellos y para los que están penando en sus ca-
sas.
Incluso podrá cerrar alguna cárcel sin necesidad de construir nuevas y que los em-
presarios hagan negocios construyendo escuelas y hospitales, y de paso evítenos a
todos y todas, el oprobio de ver salir a los genocidas por las calles manteniendo su
pacto mafioso de silencio.
228
Marzo 2018
La represión mata.
No a la pena de muerte
Desde el Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos
(GESPyDH) expresamos, una vez más, que el Estado mata y lo hace construyendo
su propia impunidad. El caso de Santiago Maldonado es un claro ejemplo, un accio-
nar represivo desplegado por la Gendarmería y dispuesto por una orden judicial es
lo que causa su muerte. La persecución, aún en predios no autorizados para el ingre-
so de la Gendarmería, fue la clave para que esta muerte sea una clara consecuencia
del accionar represivo del estado. El gobierno tiene la obligación de no ejercer nive-
les de violencia que impliquen posibles consecuencias letales contra la ciudadanía, y
más aún, en el marco de la protesta social. Pero quizás el caso Maldonado no termi-
naba de dar cuenta de los alcances -aunque el discurso de la Ministra Bullrich no
dejaba dudas- de la decisión gubernamental de matar a quienes enfrenten a las fuer-
zas de seguridad, aún en el marco de estrategias defensivas ante las acciones represi-
vas.
El homicidio de Rafael Nahuel por agentes de Prefectura Naval fue el caso que con-
firma que las fuerzas de seguridad están legitimadas para matar, y que ello es parte
de una política de Estado del presidente Macri, que ejecuta su Ministra de Seguri-
dad. Matar por la espalda, un homicidio cobarde que suele ser, además de castigado
con el máximo de las penas, “sancionado moralmente” cuando es entre
“delincuentes” pero sin embargo se “celebra como un acto de heroísmo” cuando lo
ejerce un agente de cualquier fuerza de seguridad contra una persona claramente
indefensa.
Esta doble vara quedó evidenciada en el caso del joven Juan Pablo Kukoc, quien fue
asesinado una vez que ya estaba neutralizado, y que a posteriori de su muerte fue
revictimizado a través de un último acto de irrefutable violencia simbólica, cuando
el Presidente de la Nación recibió al policía local de Avellaneda Luis Chocobar, eje-
cutor del acto material de la muerte mediante un tiro por la espalda. Juan Pablo Ku-
koc portaba un cuchillo, y para el momento de la ejecución ya había sido neutraliza-
do por los vecinos. No se trató de un “enfrentamiento”, se trató de una ejecución.
El Estado, y sus “ocupantes” en los puestos de gobierno tienen la responsabilidad
política y el deber constitucional de instrumentar estrategias que contrarresten situa-
ciones de violencia en el marco del delito, pero que apunten a “recuperar”,
“resocializar”, “reeducar” o “rehabilitar”. En el caso de Kukoc, el Estado fracasó en
las oportunidades en que éste había estado privado de libertad en institutos de
“menores”.
Sin embargo, este “fracaso” no es un pasaporte hacia la ejecución, no lo habilita a
matar. El oficial Chocobar se queja de haber sido imputado y procesado por homi-
cidio agravado por la utilización de un arma de fuego en exceso en el cumplimiento
de un deber; debería agradecerle a ese juez que no lo imputó solo por homicidio
simple porque el exceso en el cumplimiento de su deber no debería encuadrarse en
una persecución y tiro por la espalda mientras la víctima corría hacia adelante y por-
taba un cuchillo, con remate cuando ya estaba reducido, ¿eso es un exceso en el
cumplimiento de su deber?. Chocobar y Macri no deberían reprocharle nada al juez,
lo hechos hablan por sí solos.
Y más aún, después de ratificada la imputación y el procesamiento por la Cámara de
Apelaciones, el presidente Macri vuelve a cargar contra la “justicia” y los camaristas,
y lo hace amparándose en su calidad de “simple ciudadano”, sensibilizado por la
229 inseguridad. Este acto de demanda de impunidad por parte del Presidente, en defi-
nitiva no es más que otra provocación que desnuda la voluntad de demagogia puni-
tiva claramente promovida desde gran parte de la “clase” política.
Y en esta línea de cumplimiento con las ejecuciones sumarias, la “orden de fuego”
fue para un oficial del Grupo GEO que también ejecutó por la espalda a un adoles-
cente, Fabián Exequiel Enrique, de dos tiros a falta de uno, con el “argumento” que
le había querido robar el celular. Aun confiriendo verosimilitud a la versión policial,
debe sorprender su desproporción: el bien jurídico celular (cosa) nunca puede equi-
parar el valor del bien jurídico vida. El oficial del grupo GEO -del cual no ha tras-
cendido el nombre a través de los medios de comunicación- es un agente estatal con
una (¿teórica?) formación profesional que le suministra herramientas y conocimien-
to de cómo proceder, conociendo qué acciones son posibles de ser realizadas en el
marco de la ley, y cuáles no. Sin embargo, asesinó a Fabián Exequiel Enrique por la
espalda y con dos tiros. Como agravante, no existen testigos que puedan corroborar
la versión policial. A falta de elementos, se revictimiza a la víctima, se enumeran sus
antecedentes y los atributos de una “mala vida”, aun cuando se aclara que al mo-
mento de su asesinato estaba desarmado.
A estas y tantas otras, se suma la de ese niño de 12 años, Facundo Ferreira, asesina-
do en un supuesto enfrentamiento con un tiro en la nuca por personal de la policía
de la provincia de Tucumán: por la nuca, si, una vez más, por la espalada. A su com-
pañero, que salvó la vida, le rozó una bala en la cabeza, otra bala destinada a matar.
Parece que la propuesta de abordaje del Estado nacional y, en este caso, el provin-
cial, para niños de tan solo 12 años, problemáticos e incluso etiquetados de
“violentos”, es matarlos. Ningún funcionario nacional condenó este hecho, ni si-
quiera “reflexionó” sobre la situación de la infancia marcada por la violencia de la
desigualdad y la ausencia y/o deficiencia de políticas sociales de “inclusión” social y
sus “consecuencias”.
El homicidio policial es celebrado como “combate contra la inseguridad” y los tiros
por la espalda como heroísmo. Ese es el “cambio de doctrina del Presidente Macri”
que protege a las fuerzas de seguridad, legitimando una pena de muerte policial.
Matan, por la espalda, los respalda el Presidente, la Ministra, el Jefe de Gabinete y
tantos otros integrantes del gobierno. Y después, una vez allanadas las condiciones
de enunciación, aparece el asesor presidencial Duran Barba diciendo “nuestras encues-
tas dicen que la mayoría de la gente pide la pena de muerte”1; ¿Qué encuestas Señor Barba?
¿Cuándo las mandó a hacer? ¿Por qué? ¿Para qué?: para después de matar decir que
es “lo que la gente quiere”. La mayoría de nosotras y nosotros estamos formados en
sociología, nos interesan esas encuestas, sus resultados, las muestras utilizadas, la
validez, la representación, dónde las aplicó y sobre todo conocer a los profesionales
que las diseñaron, aplicaron y luego analizaron, obteniendo esa información. Sola-
mente así podemos validar -o invalidar- los resultados. Todas las encuestas realiza-
das hasta el presente han dado resultados bien diferentes2, diferenciando la demanda
de seguridad de la demanda de punición y poniendo en duda el “consenso puniti-
vo”.
Los invitamos a ellos y a “su encuesta” y porque no, a usted también, a debatir so-
bre la pena de muerte y sobre su encuesta, ponemos a disposición nuestra unidad
académica, la Faculta de Ciencias Sociales de la UBA, en un aula, en el auditorio,
donde usted y sus profesionales se sientan más cómodos, esperamos que participen
1 https://www.lanacion.com.ar/2107094-jaime-duran-barba-la-inmensa-mayoria-de-la-gente-quiere-
la-pena-de-muerte
2 Al respecto, véase http://observatoriojovenesiigg.sociales.uba.ar/2018/02/10/pena-de-muerte-no-

se-puede-ni-conviene-ni-se-quiere/. Encuestas Gallup-Argentina 1999-2009, encuesta Centro de


Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (COPUB), 2015-2017 y Encuestas de Victimización.
de esta invitación, sería un buen ejercicio democrático dar explicaciones técnicas y 230
políticas acerca de un discurso que legitimó los homicidios policiales apelando a “lo
que la gente quiere”: la pena de muerte.
Y nada termina en estas muertes, a este listado debe añadirse la del joven Emanuel
Garay, que aspiraba a integrar la fuerza policial en la provincia de La Rioja, a quien
lo matan otros policías en el contexto de la “instrucción” policial. La formación po-
licial, todo un tema a debatir: mientras los “profesionales progresistas de la seguri-
dad” dictan cursos en las aulas a policías para que sean democráticos y respetuosos
de los derechos humanos, en la instrucción propiamente policial los hombres de
uniforme les “enseñan” a degradar, odiar, torturar y matar utilizando para ello el
cuerpo y el „alma‟ de sus cadetes. Así forman a “nuestra policía”: resentidos, despia-
dados y crueles, estos atributos conducen a la violencia descarnada, no al
“heroísmo”.
La represión mata, lo saben tantos luchadores sociales, lo saben Santiago Maldona-
do y Rafael Nahuel y la pena de muerte tiene un nombre claro: homicidios policia-
les, lo saben tantos y tantos, lo saben Juan Pablo Kukoc, Fabian Exequiel Enrique y
Emanuel Garay, entre otros.
Contra la represión estatal, contra las ejecuciones sumarias de la policía, no a la pena
de muerte policial.

CONTRA LA REPRESIÓN Y LA PENA DE MUERTE,


SIEMPRE.
231
27 de febrero 17

Declaración del OAJ y el GESPyDH


ante el avance de la baja en la edad
de imputabilidad
El Observatorio de Adolescentes y Jóvenes -OAJ y el Grupo de Estudios sobre Sis-
tema Penal y Derechos Humanos- GESPyDH manifiestan rechazo por la falta de
reconocimiento de los CONSENSOS ARRIBADOS en el marco de la Mesa 8-
DEFINICIÓN DE IMPUTABILIDAD DE LOS JÓVENES MENORES DE
EDAD, realizada en Ministerio de Justicia el jueves 23 día Jueves 23 de febrero de
2017.
En el marco de la decisión del gobierno de avanzar con la reforma del régimen pe-
nal de la minoridad, se organizaron durante el mes de febrero en el Ministerio de
Justicia ocho mesas temáticas que abordaron los diferentes aspectos que tiene que
contemplar un futuro régimen de responsabilización penal juvenil. La Mesa 8 fue la
última y la más concurrida de las previstas en el proceso de consulta. Hubo mucha
demanda de inscripción.
Participaron especialistas en el área y especialmente actores judiciales de este campo.
La mesa se realizó como la mayoría de las mesas, en el salón del piso 11 del Ministe-
rio de Justicia y fue precedida y acompañada de una copiosa manifestación de orga-
nizaciones que se pronunciaron enfáticamente por el NO A LA BAJA. Estuvieron
los representantes de asociaciones de la sociedad civil, organismos de derechos hu-
manos y promotores y adherentes a los colectivos de No a la Baja y Argentina no
baja. La movilización y acto político duró varias horas bajo el tórrido calor de la tar-
de, se prolongó incluso algunas horas mientras transcurría la discusión en la Mesa.
El subsecretario de Política Criminal del Ministerio de Justicia, Marín Casares, fue el
coordinador de la Mesa y como tal, luego de pasar revista todo el proceso de discu-
sión, describiendo los distintos tipos de reuniones realizadas con diferentes actores
(jueces, fiscales y defensores, y legisladores y asesores legislativos), hizo un relato
breve de los consensos arribados en las 7 Mesas de trabajo. Los consensos arribados
fueron auspiciosos, y permiten pensar en que es posible avanzar en un genuino pro-
ceso de debate y construcción de un proyecto de responsabilización penal juvenil
con altos estándares jurídicos.
Luego, explicitó la metodología de trabajo: el orden de expositores estaba prefijado
y se había realizado en función del grado de participación en las reuniones y los
aportes recibidos. Así, a mayor grado de participación, mejor orden de prelación en
la posibilidad de hacer uso de la palabra. Para aquellos que solo asistían a esa
reunión, se abrió la lista de oradores para que hablaran con posterioridad a la lista
inicial. Los oradores anunciados podían hacer uso de la palabra o desistir y pasar de
largo. En los casos de las representaciones institucionales, cuando había más de un
inscripto, fue decisión de éstos multiplicar las exposiciones o concentrarlas en un
solo orador. La metodología fue aceptada y se dio apertura a las exposiciones.
Aquí deviene importante hacer la distinción entre la imputabilidad y la punibilidad
que además, era el primero de los ítems de la agenda solicitaba. La imputabilidad, en
tanto concebida sea como susceptibilidad de reprochabilidad de un hecho delictivo
a un supuesto autor, sea que se la conciba como capacidad de discernimiento, o ca-
pacidad de comprensión y orientación de las acciones con arreglo a fines, es bien
distinta de la punibilidad, entendida esta sí como potestad o facultad del estado de 232
fijar la edad a partir de la cual los sujetos son pasibles de recibir sanciones en carác-
ter de reproche a las acciones disvaliosas. Situar el eje de la discusión en la edad de
imputabilidad es bien distinto entonces, de fijar el hecho en la edad de punibilidad.
En el primer caso, se alude a la capacidad de orientarse en la norma, y en tal sentido,
se fija un piso a partir del cual se entiende que los sujetos están en condiciones de
comprender la norma y dirigir sus acciones. En ese caso, inimputables son aquellos
que por distintos causales (art. 34 º del CP) no pudieron motivarse en la norma o no
pudieron dirigir sus acciones.
Siguiendo este razonamiento, es fácil deducir que “inimputable” no es lo mismo que
“no punible”, aun cuando un “inimputable, puede ser no punible, pero no necesa-
riamente un no punible debe ser “inimputable”, siguiendo los propios causales que
nos brinda nuestro código penal. Coextensivamente, entonces, cuando hablamos de
NO BAJAR LA EDAD DE PUNIBILIDAD, LO QUE ESTAMOS RECLA-
MANDO ES QUE EL ESTADO NO SE ARROGUE LA FACULTAD DE IM-
PONER SANCIONES A UNA EDAD MÁS TEMPRANA SUSTENTADO EN
UNA DECISIÓN DE POLÍTICA CRIMINAL.
Es importante aclarar esto porque son muchos los actores que se pronuncian en
contra de la baja de edad de imputabilidad/punibilidad y que asimilan estos concep-
tos. De allí derivan confusiones. Es importante aclarar que no todos los actores que
participamos en el debate y que estamos “en contra de la baja” sostenemos las mis-
mas posturas. El NO A LA BAJA engloba colectivos bien heterogéneos, muchos
derivados de la asimilación entre punibilidad e imputabilidad.
Del lado del no a la baja de punibilidad, el espectro es más estrecho: la mayoría abo-
na la tesitura de la decisión de política criminal, y en tal sentido, sostiene que siendo
que el sistema penal fracasa conforme a sus objetivos declarados, es harto conve-
niente sustraer lo más posible a los sujetos del ingreso al sistema penal. Antes bien,
aceitar los programas de prevención, las políticas públicas y las acciones tendientes a
que los más chicos crezcan en condiciones de vida que los doten de perspectivas de
desarrollo potencial, que esas perspectivas no aborten su potencia en acto, es decir
que se potencien a través de acciones proactivas en forma de programas y políticas
públicas dotados de presupuesto y condiciones de posibilidad. También la mayoría
de estos actores advierte sobre el funcionamiento real del sistema penal, y las conse-
cuencias del ingreso al mismo “un auténtico viaje de ida”. Y que como siempre son
determinados sectores sociales y sus acciones “disvaliosas” la que el sistema penal
persigue y ahora además pretende poder encerrar “legítimamente” a jóvenes de esos
sectores a partir de los 14 años. Además, advierten sobre el carácter regresivo que
implicaría bajar la edad cuando los estándares internacionales abogan en el sentido
de subirla paulatinamente. Destacan a su vez que este fue uno de los aspectos que
no fue observado por la CIDH cuando sancionó al país por la aplicación de senten-
cias condenatorias a prisión perpetua a jóvenes que cumplieron delitos siendo me-
nores de 18 años. Con estos argumentos, abrió la exposición el Dr. Damián Muñoz
en representación de la Defensoría General de la Nación1. Los argumentos fueron
contundentes y fueron referencia obligada de todos los que abonamos la tesitura de
NO LA BAJA POR RAZONES DE POLÍTICA CRIMINAL.
De otro lado, entre quienes sostienen el no a la baja, están las posiciones vinculadas
a una psicología del desarrollo, en las neurociencias, y en análisis de la biomedicina
que fundamentan carencias y deficiencias que no hacen conveniente el descenso de
la edad. Estas posiciones tienen algunos rasgos que las asemejan peligrosamente a
las doctrinas del discernimiento. También, abonan la tesitura de no a la baja aquellos
1 La defensoría general de la nación rechaza enfáticamente la baja de edad de punibilidad. Subdirec-
ción de Comunicación institucional. DGN. MPD., 24/02/2017
233 que sin abundar en explicaciones de tipo evolutivo, entienden que las condiciones
deprivación y pobreza extrema son de por sí un argumento de peso para hacer a
un lado al sistema penal como horizonte de posibilidad, y en cambio, proponer
más estado social como forma de reparar y garantizar derechos.
De la mano de Nora Cortiñas en representación de las organizaciones sociales
fueron los propios niños que se manifestaron en contra de la baja denunciando
las cosas que les pasan.
En un lugar destacado, cabe mencionar aquellos que sostienen que bajar la edad
no solo no es necesario, sino que además constituye un riesgo, amén de conno-
tar el apuro y la premura del proceso de debate todo. Esta posición fue esgrimida
por la representante de Unicef en Argentina, Florence Bauer quien alertó sobre el
riesgo de una discusión apresurada y el tratamiento de edad como un factor aisla-
do cuando no puede desconocerse el contexto.
Entre todas estas posiciones hay matices, claro está, pero en definitiva todos coin-
ciden en que el sistema penal no pude arreglar las cosas. El sistema penal, desde
el encierro punitivo a los controles en territorio, nunca restituye derechos, ni a los
adultos ni a los más jóvenes, NUNCA.
Del otro lado, están aquellos que propician la baja de edad de imputabilidad/
punibilidad. Aun siendo posiciones residuales, solamente 4 participantes se expi-
dieron en ese sentido, es un desafío a la imaginación sociológica, jurídica y políti-
ca explicar los curiosos encuentros que se proponen entre quienes proponen ba-
jar la edad de imputabilidad/punibilidad: De un lado los que se declaran
“garantistas a ultranza”, y que aseveran que los sujetos son punibles desde que
nacen, habida cuenta de las cosas que les pueden pasar, y que entonces, meterlos
en el sistema penal es dotarlos de garantías, para acotar el espectro de las cosas
que les pueden pasar, como estar presos o privados de la libertad (no se explayan
sobre las violencias punitivas estatales por parte de las fuerzas de seguridad, para
eso, parece que no fueran un eficaz antídoto las garantías). Esta posición falaz-
mente garantista propone el sistema penal como oposición a un sistema falsa-
mente proteccionista y tutelar.
Las garantías serían la llave maestra, que a lo que es vicio convierte en virtud. La
exponente de esta posición fue la Doctora Laura Musa, ex diputada y ex Asesora
General Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires. Ella compartió con todos el ho-
rror de la existencia de un menor no punible preso, pero el foco del horror lo ubi-
có en su carácter de no punible, no es su carácter de privado de libertad. El riesgo
de esta posición es inducir a la errónea creencia de que bajando la edad y hacién-
dolo punible “con garantías”, la gravedad de la privación de la libertad desapare-
ce. El discurso de las garantías que podría ser esgrimido con fervor republicano
en una verdadera república, hace agua en un estado de derecho en el que se dan
cuenta periódicamente de las violaciones de derechos humanos perpetradas por el
estado en los espacios de encierro punitivo, vale en este sentido los 6 informes
anuales registro nacional de casos de torturas. Un “estado de derecho” que justa-
mente por ello recibe sanciones de organismos internacionales justamente por
violar la observancia de tratados y convenciones de derechos humanos, de deten-
ciones arbitrarias o de vejámenes, torturas y malos tratos.
Las garantías no se cumplen ni para aquellos que ya están dentro del sistema pe-
nal, y de eso cualquier informe de los organismos de derechos humanos o de con-
tralor puede dar acabada cuenta. Estas posiciones “falazmente garantistas” se
tocan con aquellas que emitidas desde la reacción victimológica, que proponen
más sistema penal, más punición aún a sabiendas que el sistema penal no podrá
reparar lo irreparable que es la pérdida de seres queridos. Esta posición fue expre-
sada por la Doctora Diana Cohen Agrest quien sufrió la lamentable pérdida de un 234
hijo a manos de un victimario que, nobleza obliga connotar NO ERA MENOR DE
EDAD, ERA MAYOR DE EDAD Y PUNIBLE CON TODAS LAS GARAN-
TÍAS. Es interesante connotar las posiciones de quienes están a favor de la baja: por
una lado los “garantistas”, y por el otro lado “los justicieros”, que más que justicia,
tienen sed de expiación, venganza y castigo, comprensible quizá, pero no admisible
como parte y menos “argumento” para debatir sobre los límites y alcances punitivos
del Estado.
En el medio, quedan los NI NI, aquellos que no se expidieron taxativamente ni por
la baja, ni a en contra de la baja. Poco queda para agregar sobre estas presentaciones
que seguramente, fueron “sutiles” apoyos a la baja de edad, aun cuando no tuvieran
la suficiente convicción debido a su poca consistencia argumentativa y su ambigüe-
dad política que no les permite defender abiertamente esa posición. Solamente dos
expositores quedaron en este rango de “indefinición”.
Al cierre de la jornada quedó claro para TODOS los participantes que los consensos
arribados estaban a favor de avanzar en la discusión de un régimen de responsabili-
dad penal juvenil pero en contra de la baja de imputabilidad/punibilidad. Incluso el
experto internacional al que invitaron expresamente, el Dr. Miguel Cillero, acordó
con el consenso y alentó a trabajar con más tiempo y deslizó su apreciación negativa
sobre la reforma aplicada en Chile.
El comunicado de UNICEF fue elocuente al respecto2, y en idéntico sentido apare-
cieron las primeras declaraciones reconociendo por parte de los funcionarios del
Ministerio de Justicia el estado de situación3 y hasta el diario Clarín se hizo eco4.
Sin embargo, en muy pocas horas, el gobierno se rearticuló y subió la apuesta con
estas declaraciones:
“El Gobierno ratificó su proyecto para bajar la edad de imputabilidad” 5, y más tar-
de:
“Mauricio Macri anunciará su iniciativa para bajar la edad de imputabilidad el próxi-
mo miércoles”6.
Es altamente preocupante que este Gobierno no acepte los resultados de una con-
sulta promovida desde el propio gobierno y en los que muchos participamos para
plantear posicionamientos con relación a una trayectoria de compromisos asumidos
desde siempre con los derechos humanos que se traduce en acciones que pongan
los límites necesarios al avance de los populismos punitivos y de los “progresismos
de derechas” en materia penal.
Es desvergonzado, y cínico por parte de los funcionarios del ministerio de justicia,
2 Amplio consenso para no bajar la edad de imputabilidad en el nuevo Sistema de Responsabilidad
Penal Juvenil, disponible en https://www.unicef.org/argentina/spanish/media_35638.html
3 La baja en la edad de imputabilidad sumó algunos rechazos.

Especialistas que estuvieron el jueves en la última reunión de debate promovida por el Gobierno
manifestaron sus reparos sábado 25 de febrero de 2017
http://www.infobae.com/politica/2017/02/25/el-gobierno-ya-no-buscara-bajar-la-edad-de-
imputabilidad/
4 Al final, el Gobierno no impulsará una baja en la edad de imputabilidad. Había anunciado que la

fijaría en 14 años. Pero la comisión creada por el Ministerio de Justicia para debatir el régimen penal
de menores lo rechazó. Era central, admitieron. 25/02/2017 – 01:01Clarin.com
5 El Presidente hablará sobre la importancia de dar la discusión en su discurso ante la Asamblea Le-

gislativa. http://www.infobae.com/politica/2017/02/25/el-gobierno-ratifico-su-proyecto-para-bajar
-la-edad-de-imputabilidad/ sábado 25 de febrero de 2017
6 Será uno de los ejes en su discurso en la Asamblea Legislativa. http://
www.lanacion.com.ar/1987968-mauricio-macri-anunciara-la-baja-en-la-edad-de-imputabilidad-el-
proximo-miercoles SÁBADO 25 DE FEBRERO DE 2017
235 en particular del propio Ministro Garavano, convocar para promover consensos y
luego desconocer los mismos, logrados además por amplia mayoría. Una vez más,
un profundo desprecio por lo mejor de la política: la discusión fundada, el debate, el
respeto a las diferencias y la construcción de consensos por mayoría.
Convocamos a todos los actores que se manifestaron en contra de la baja a repudiar
la decisión de gobierno de presentar el proyecto de ley desconociendo los consensos
y los resultados alcanzados en el marco del trabajo en las comisiones, así como tam-
bién convocamos a todas las organizaciones sociales, organismos de derechos hu-
manos, sectores políticos, académicos y profesionales a profundizar la lucha,
NO A LA BAJA
Convocatoria para el Nº6 de CESPyDH

Normas generales 236


Cuadernos de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (CESPyDH) es
una revista de ciencias sociales de publicación periódica, editada por el GESPyDH
(Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos), radi­cado en el
Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires. Publica trabajos y estudios aborda-dos desde las cien-
cias sociales sobre las distintas agencias del sistema penal, con los objetivos de pro-
blematizar su relación con los derechos fundamentales de las personas y generar un
espacio de debate, intercambio y difusión de conocimiento sobre dichas temáticas.
Los Cuadernos de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (CESPyDH)
convocan a participar de su publicación número 6 a través de artículos y reseñas
vinculados a la temática del sistema penal y los derechos humanos.
Fecha límite de envío de trabajos: 15 de julio de 2019

Recepción de trabajos: Remitir 1 (una) copia digital vía e-mail al: Grupo de Estu-
dios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (GESPyDH) Instituto de Investiga-
ciones Gino Germani Facultad de Ciencias Sociales. E-mail: gespydh@gmail.com

Normas generales para la participación en los Cuadernos


1. Los Cuadernos de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (CES­
PyDH) considerarán para su publicación trabajos originales y no deben estar si-
multáneamente propuestos para publicar en otras revistas. Se recibirán trabajos pro-
ducto de investigaciones, ensayos en los que se proponen avances teóricos y/o rese-
ñas de libros u otras obras (ej.: películas, documentales) recientemente publicados
en el área de las ciencias sociales, vinculados a la temática del control social penal y
los derechos humanos.
2. Se aceptan artículos en español, en portugués, en francés y en inglés. Los artículos
en portugués, francés o inglés que fueran aceptados para su publicación deberán ser
traducidos al español por el/a autor/a y reenviados al GESPyDH.
Revisión por pares:
Los originales recibidos serán parte de un proceso editorial que se desarrollará en
diversas fases. Primero, los artículos serán objeto de una evaluación preliminar a
cargo del Comité Editorial, que determinará la pertinencia de su publicación. Una
vez aprobado el artículo en cuanto a su cumplimiento de los requisitos temáticos,
formales (según las presentes pautas) y calidad académica, será enviado a dos pares
académicos especialistas externos, quienes determinarán de manera anónima:
a. Publicar sin cambios
b. Publicar cuando se hayan cumplido correcciones menores
c. Publicar posterior a la realización de una revisión de fondo
d. Rechazar
En caso de que ambos pares externos difirieran en su evaluación, el artículo será
237 enviado a un tercer árbitro, cuya decisión será definitoria.
Los resultados del proceso del descripto dictamen académico serán inapelables en
todos los casos.
3. Deben enviarse en archivos/copias aparte:
• Un resumen en español y en inglés y palabras clave en ambos idiomas. La ex­
tensión máxima del resumen debe ser de 250 palabras, conteniendo: breve in-
troducción, objetivo o propósito, método, principales hallazgos y conclusiones prin-
cipales. Incluir al final del resumen 5 (cinco) palabras clave que describan el conteni-
do del trabajo.
• Una reseña biográfica de los/as autores/as indicando su afiliación profesional y
académica, su tema o intereses de investigación, sus publicaciones más recientes.
Asimismo, deben consignar un teléfono y dirección de e-mail de contacto.

Pautas editoriales

FORMATO ARTÍCULO/RESEÑA/NOTAS DE SECCIONES


• Procesador de texto Word
• Extensión máxima de los artículos: 25 carillas (incluyendo notas, cuadros, grá­ficos
y bibliografía)
• Extensión máxima de las reseñas: 5 carillas (incluyendo notas, cuadros, gráficos y
bibliografía).
• Tamaño de la página: A4
• Márgenes (superior, inferior, derecho e izquierdo): 2,5
• Interlineado: 1,5
• Texto: justificado
• Tipo de letra: Arial
• Tamaño de letra: 11
• Párrafos: separados por un espacio, sin sangría
• Páginas numeradas en la parte inferior derecha (desde la primera página) con for-
mato: 1, 2, 3…

ESPECIFICACIONES EDITORIALES
Artículo
• Consignar en primer lugar el título del artículo respetando:
• Tipo de letra: Arial negrita
• Tamaño de letra: 11
• Primera letra mayúscula y el resto minúscula (según corresponda)
• Sin entrecomillar
• Sin subrayar
• No colocar punto final
• Texto Centrado

Ejemplo:
Historia de la locura en la época clásica
• Consignar a un espacio del título Nombres y Apellidos completos del/la autor/a
respetando:
• Tipo de letra: Arial cursiva 238
• Tamaño de letra: 11
• Mayúsculas y minúsculas (según corresponda)
• Alineado a la derecha
• En caso de más de un/a autor/a consignar uno/a debajo del otro/a sin dejar es­
pacio
• Consignar por cada autor/a en un pie de página (ver especificaciones para las no-
tas al pie): profesión, pertenencia institucional, país de la institución de ads-cripción,
correo electrónico
• Ejemplo:
Carlos Motto2
2 Licenciado en Sociología, Universidad de Buenos Aires, Argentina, motto-

ce@gmail.com

Aparte se deberá adjuntar un breve curriculum vitae del/los autor/es

• Se deberá incluir posterior a los nombres de los autores, un resumen del artículo
en español de hasta 250 palabras.
• Posterior al resumen en español se deberá incluir palabras clave del artículo en ese
mismo idioma.
• Se deberá incluir posterior al resumen y palabras clave en español, un resumen en
inglés (abstract) del trabajo de hasta 250 palabras.
• Posterior al resumen se deberá incluir palabras clave en inglés (keywords) del ar-
tículo.
• Los subtítulos deben consignarse respetando:
• Tipo de letra: Arial subrayada
• Tamaño de letra: 11
• Primera letra mayúscula y el resto minúscula (según corresponda)
• Sin entrecomillar
• Sin numerar
• Alineados a la izquierda
• No colocar punto final
• Ejemplo:
El mundo correccional
• Las notas deben ir a pie de página, de acuerdo a lo siguiente:
• Formato de número: 1, 2, 3…
• Numeración: continua
• Tipo de letra: Arial
• Tamaño de letra: 9
• Texto justificado
• Ejemplo4
• Las citas textuales deben consignarse respetando:
• Entrecomillar
• Tipo y tamaño de letra: Arial 11 (letra normal)
• Las citas textuales que excedan las cuatro líneas deben ir fuera del texto en párrafo
aparte (separadas del cuerpo por un espacio). Se deben componer a espacio simple,
sin comillas y en letras redondas tamaño 10. Deben ir con márgenes adicionales
239 (derecho e izquierdo) de 1 centímetro.
• Las citas dentro de citas deben encerrarse entre comillas simples.
• Ejemplos:
a) En palabras de Foucault (2000:17), el castigo “tenderá, pues, a conver-
tirse en la parte más oculta del sistema penal”.
b) En este sentido, podemos concluir con Daroqui (2001:5) en que

Si vamos a dar cuenta del sistema penal, sería conveniente comenzar


por las leyes, los códigos, las discusiones parlamentarias sobre la cons-
trucción de ´nuevos delitos´ y de ´nuevas penas´, continuar su relación
con las demandas del orden dominante y de la ´ciudadanía´, avanzar lue-
go sobre la justicia pe-nal y con la policía y también, claro, la cárcel como
pena casi excluyente del sistema. Buscar las vinculaciones entre cada
uno de estos procesos e insti-tuciones, ubicarlos en su tiempo político y
social y dar cuenta de esta forma, de la complejidad que supone abordar
las estrategias de control social de tipo punitivo diseñadas por el Estado
para entre otras cuestiones y sobre todo por ello, ´gestionar´ el conflicto
social y disciplinar sistemáticamente a aquellos que se ubican en los
márgenes sociales: los pobres.

Reseñas
Especificaciones generales ídem Artículo.
Encabezamiento de datos bibliográficos según este orden:
• Alineación: margen izquierdo
• Autor de texto reseñado: Apellido, Nombre completo en letra redonda negrita (no
colocar punto final.
• Debajo, sin espacio: Título. Subtítulo, en letra redonda negrita (no colocar punto
final)
• Debajo, sin espacio: Lugar de edición, Editorial, año, nº de páginas (pp)
• Debajo, sin espacio: ISBN Nº
• Debajo, a un espacio, margen derecho, autor de la reseña: Nombre y apellido
• Debajo, sin espacio: Lugar/Institución de trabajo

Ejemplo:
Murillo, Susana
Colonizar el dolor. La interpelación ideológica del Banco Mundial en
América Latina. El caso argentino desde Blumberg a Cromañón
Buenos Aires, Clacso, 2008, 368 pp.
ISBN 978-987-1183-90-6.
Ana Lucía Grondona
Facultad de Ciencias Sociales, UBA.

Secciones
• Especificaciones generales ídem Artículo.
• Título: alineación margen izquierdo
• Debajo, a un espacio, margen derecho: Nombre y apellido del autor
Referencias bibliográficas 240
La bibliografía debe consignarse al final del artículo, por orden alfabético, respetan-
do el formato APA.

Ejemplo para artículo en revista científica:


DAROQUI, A. (2008). De la resocialización a la neutralización e incapaci-
tación. Encrucijadas, 43, 12-16.
Ejemplo para libros:
ANITUA, G. I. (2005). Historias de los pensamientos criminológicos. Bue-
nos Aires, Argentina: Editores del Puerto.

Ejemplo para artículos o capítulos en libros editados:


DAROQUI, A. (2002). La cárcel del presente, su “sentido” como práctica
de secuestro institucional. En: S. Gayol y G. Kessler (comps.). Violen-
cias, delitos y justicias en la Argentina (pp. 191-203). Buenos Aires, Ar-
gentina: Manantial.

• Referencias bibliográficas para citas dentro del cuerpo del texto con el siguiente
formato:
• Citas no textuales (Apellido del Autor, Año). Por ejemplo: (Foucault, 1992)
• Citas textuales (Apellido del autor, Año: Página). Por ejemplo: (Foucault,
1992:23)
• Las referencias deben colocarse después del signo de puntuación, en los casos que
así se requiera.
• En caso de usar fuentes de Internet debe mencionar el autor, página web, link di-
recto, y día, mes y año en que se efectuó la consulta.
• Si se desea poner en relieve algún texto, éste debe ir en cursiva. No utilizar negri-
ta ni subrayado.
• Figuras, gráficos e ilustraciones: deberán ir numeradas consecutivamente con nú-
meros indoarábigos (p.e. Figura 1, Figura 2) bajo la figura. Asimismo, éstas deberán
enviarse en archivo separado en alta resolución y numerados según el orden en el
que deban aparecer en el texto, con indicación clara de su ubicación en el cuerpo del
texto.

El proceso de evaluación de los trabajos recibidos tiene una duración de un mes.


Una vez que el artículo sea aprobado por el evaluador, la decisión será comunicada a
los/as autores/as para su publicación. A partir de ese momento, los/as autores/as
tienen 15 días para hacer los cambios necesarios y no podrán, sin autorización del
Comité Editorial, presentar los artículos a otras publicaciones.
Los autores ceden los derechos de autor a GESPyDH y los trabajos serán publica-
dos gratuitamente. Como única retribución, cada autor recibirá sin cargo un ejem-
plar de la publicación.
El Comité Editorial se reserva el derecho a hacer correcciones de estilo que estime
pertinentes.
El envío de trabajos significará la aceptación de las precedentes normas y condicio-
nes de publicación por parte de los autores. Los artículos que no cumplan con las
normas precedentes no se aceptarán para su evaluación.
241

La Protesta suplemento 306

27 mayo 1929
G RUPO DE E STUDIOS
S OBRE S IS TEMA P ENAL
CESPyDH — 5 Y D ERECHOS H UMANOS

View publication stats

También podría gustarte