Tarea 5, de La Unidad V, Filosofía Edad Media.
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Filosofía I
Materia
Febrero/2022
En este documento se estará resumiendo las características de la época donde se desarrolló la
vida de los pensadores San Agustín y Tomás de Aquino; y su aporte al pensamiento filosófico de
la Escolástica.
La actividad filosófica de San Agustín se desarrolla en la segunda mitad del siglo IV y el primer
cuarto del siglo V, un período en el que el Bajo Imperio romano está sometido a fuertes tensiones
internas y a la presión de las tribus bárbaras, que terminarán por provocar el desmoronamiento de
la parte occidental de forma definitiva a finales del siglo V.
El ascenso del cristianismo a lo largo del siglo IV, primero con su despenalización y el
reconocimiento de su actividad, por parte de Constantino I, y más tarde con su proclamación
como religión única del Imperio, por parte de Teodosio I, irá modificando el panorama
intelectual y filosófico del Bajo Imperio, tanto en la parte oriental como en la occidental. Así,
pese a la pervivencia de las escuelas filosóficas tradicionales, el acoso al paganismo por parte de
los cristianos y la destrucción de sus templos y símbolos culturales irá poniendo en primer plano
un tipo de reflexiones centradas casi en exclusiva sobre problemas morales, doctrinales y
teológicos propios de la religión cristiana, cambio del que el mismo San Agustín es un claro
exponente: inicialmente seguidor de Epicuro, se hace maniqueo y luego se convierte al
cristianismo, desde donde combate contra las "herejías" y la filosofía "pagana". No es de
extrañar, pues, que la mayoría de los nombres que podamos asociar a la actividad filosófica de
finales del siglo IV y siguientes, con pocas excepciones, como la de Juliano, nos remitan a
padres de la iglesia posteriormente santificados: San Ambrosio, San Basilio el Grande, San
Gregorio Nacianceno, San Gregorio Niseno, San Juan Crisóstomo y San Jerónimo, entre los más
destacados, seguidores, muchos de ellos, de las enseñanzas de Orígenes, que había sido uno de
los más destacados representantes de la Escuela de Alejandría. Su actividad se encaminaba no
sólo a polemizar con la sabiduría clásica, sino también a combatir las numerosas variantes del
cristianismo (como el arrianismo, el nestorianismo, el donatismo, el monofisimo, el gnosticismo,
entre las más destacadas, y que tras su derrota fueron clasificadas de herejías) estableciendo una
dirección doctrinal que prevaleció posteriormente, con ligeras modificaciones de segundo orden,
durante los siglos posteriores, llegando muchas de ellas hasta la actualidad.
Fue en los meses de invierno de los años 386 y 387 en los que San Agustín pasó un periodo de
conversación y contemplación con sus allegados. En ese periodo, Agustín escribió Contra
académicos, De beata vita, De ordine y Soliloquia, textos que definirían su filosofía cristiana.
Después de su bautismo, San Agustín escribió dos tratados sobre el alma, a saber, De
immortalitate animae y De quantitate animae, y De libero arbitrio. Entre el 388 y 391, se
escribieron los libros De magistro, De vera religione, Enarratione in Psalmos, De sermone
Domini in monte y De doctrina christiana. Después de su ordenación episcopal como obispo de
Hipona, Agustín escribió sus célebres Confesiones, narrativa de su vida en la cual comienzan a
aventurarse los principales tópicos que serán piedra angular de sus tres obras culmen: De Genesi
ad litteram, De Trinitate y De civitate Dei.
En cuanto a la época en la cual se desarrolló Tomas de Aquino; podemos decir que al filo de la
Edad Media (1225-1274), época en la que para algunos pensadores no se dio nada digno de
tomarse en cuenta-, vivió Tomás de Aquino, quien, no obstante su formación teológica, ha sido y
es considerado, sin duda, uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos. Concepción que
encuentra su respaldo y confirmación en el respeto y admiración que a su doctrina manifiestan v.
En los últimos años, tenemos el testimonio de este gran literato-filósofo, Umberto Eco, quien,
escribe "Elogio de Tomás de Aquino", en 1974, con motivo de la conmemoración del séptimo
centenario de su muerte, publicado en L'Espresso. Ensayo en el que escribe: "Yo podría afirmar
que sería cristiano, pero supongámoslo. Tengo la certeza de que participaría en las celebraciones
de su aniversario únicamente para recordar que no se trata de decidir cómo seguir utilizando lo
que él pensó, sino de pensar otras cosas: que es necesario, cuando mucho, aprender de él lo que
es necesario hacer para pensar honestamente como hombre del propio tiempo".Ideas que
comparto plenamente. Por lo cual, de su pensamiento escrito, que es muy extenso, trataré de
estudiar algunos puntos, con el fin de fundamentar la actualidad de su enseñanza en el campo de
la Filosofía del derecho.
Una de sus grandes aportaciones como intelectual consistió en conciliar la fe con la razón. En su
opinión, la fe podía ser una verdad de orden superior, pero no se contradecía con lo que nos
indica la lógica. No obstante, continuaba pensando que la filosofía debía estar al servicio de la
teología.
La filosofía de Santo Tomás de Aquino es, antes que nada, una filosofía teísta. De hecho, se
podría alegar que lo que se presenta en el corpus thomisticum es teología (filosófica), más no
filosofía.
Por otro lado, también es válido alegar que lo que se encuentra en el trabajo de Santo Tomás sí es
filosofía, pero teológica, es decir, una filosofía con agenda teológica o, para ser más preciso, con
agenda cristiana.
Una de las aportaciones más evidentes a la historia de la filosofía hecha por Santo Tomás son sus
célebres cinco vías para probar la existencia de Dios. En contra posición a San Anselmo, el
Aquinate no creía que la existencia de Dios se pudiera probar mediante el análisis del “concepto”
de Dios. Según Santo Tomás, la existencia de Dios debía ser una conclusión obtenida a partir del
mundo que se nos presenta en la experiencia, razonando de los efectos a la causa; proceso que en
jerga medieval se llamó “demostración quia”. Las cinco demostraciones quia comienzan
resaltando una característica general del mundo que conocemos; por ejemplo, el cambio, la
dependencia causal, la generación y la corrupción, los grados de perfección y el funcionamiento
de las cosas naturales. El propósito de resaltar estas características generales es hacer caer en la
cuenta que éstas requieren un nivel más alto de explicación para que la mente humana las pueda
entender a cabalidad. Este nivel más alto de explicación es lo que Santo Tomás llamó “Dios”.