El Milagro de La Imaginación (Neville)
El Milagro de La Imaginación (Neville)
El Milagro de La Imaginación (Neville)
EL MILAGRO DE LA IMAGINACIÓN
E L HOMBRE QUE SABÍA QUE ERA D IOS
Han pasado casi veinte años desde que me senté en el auditorio del Women's Club de Los Ángeles,
California, y vi a un hombre con un traje de rayas grises salir al escenario y ocupar su lugar detrás del
podio, donde había muchas grabadoras colocadas a lo largo del escenario. Un hombre pasó, pulsó los
botones de las numerosas máquinas, se sentó y el orador comenzó.
He bendecido mi grabadora muchas veces, porque, aunque asistí a las conferencias de una hora de
duración durante siete años, cuando oía la frase: «Ahora entremos en el silencio», no podía recordar ni
una sola palabra de lo que se había dicho.
Neville siempre tenía el poder de llevarme con él (tal vez porque yo siempre estaba entusiasmada y
dispuesta a ir). Parecía que yo no tenía ningún control; simplemente era transformada por sus palabras
y le permitía llevarme a experimentar vistas y sonidos que no sabía que existían. Sin embargo, todos eran
tan familiares, que mi corazón cantaba el coro del Aleluya. La hora siempre pasaba demasiado rápido, y
yo conducía a casa tratando de recordar lo que había escuchado, y preguntándome por qué me sentía tan
pesada. ¿Era porque había sido tan libre? Siempre era así. Neville tenía ese efecto en mí. Le creía con todo
mi corazón y mi alma. Todavía lo hago.
Neville Goddard nos dejó el primero de octubre de 1972. ¿Pero a dónde fue? Todavía puedo ver su sonrisa
(ya sabes, la del gato cuando se ha tragado el canario) y oírlo decir: «¿A dónde puedo ir sino dentro de
ti?» Ahí es donde lo he encontrado. Está dentro de mí, como dentro de ti, no como un hombre de carne y
hueso, nacido en la familia Goddard y llamado Neville, sino en nuestra propia consciencia. Pero tal vez
ese no sea el Neville que quieres conocer.
Quizá necesitas saber sobre el niño que nació el 19 de febrero de 1905, el cuarto hijo de una familia de
nueve niños y una niña. Te diré lo que sé. Debes recordar que estoy compartiendo contigo la imagen que
tengo en mi memoria de un hombre que fue mi maestro. Un hombre al que respeté mucho y aprendí a
amar con un amor más profundo del que yo sabía que era capaz de poseer. Su nombre era Neville
Goddard.
Una mañana de marzo del año 1905 un hombre subía las escaleras de una casa de madera en la isla de
Barbados. Se dirigía a ver a su hermana y a su nuevo bebé, que aún no tenía nombre. De repente se detuvo.
Una voz que hablaba alto y claro dijo: «Se llama Neville». Reflexionando sobre estas palabras, el hombre
continuó subiendo las escaleras y entró en la habitación de su hermana. Y cuando le contó lo que había
oído, ella dijo: «Sí, lo sé. Lo llamaremos Neville».
Al vivir en una familia de nueve varones, Neville aprendió a temprana edad a compartir. El dicho de la
casa era: «El primero en vestirse es el mejor vestido», porque si los chicos empezaban a discutir sobre si
uno tenía puesta la corbata de otro, su padre ponía fin a la discusión agarrando la corbata y diciendo: «La
corbata es mía. Yo la he pagado. Estoy dispuesto a compartirla. Aprendan a hacer lo mismo». Y lo hicieron.
La familia Goddard era pobre en bienes materiales, pero rica en amor. Su madre era disciplinada. Su padre
un hombre de negocios. Neville solía contarnos historias de su juventud; sobre los cangrejos de arena con
sus pinzas traseras, y la anciana que vivía sola en las dunas de arena que podía leer el futuro. Fue ella
quien le dijo a uno de los hermanos de Neville que sería un gran empresario, a otro hermano que sería
médico, pero que dejaran en paz al cuarto, porque le pertenecía a Dios.
El cuarto siempre se reía mucho. Si tenía un céntimo, lo gastaba. Solía contar que le pagaba la entrada al
cine a un amigo si le prometía que se reiría a carcajadas en la parte más triste. El amigo siempre cumplía
su promesa y, por tanto, nunca llegaban a ver el final de la película. O bien, pagaba a un hombre cuyo
burro estaba en celo, para que esperara en una esquina a que Neville y sus hermanos llegaran montados
en su gran carro tirado por gatos. Todavía veo a Neville reír mientras escribo esto… y lo recuerdo.
Lo que intento decirte es que Neville era un ser humano igual que tú y yo. Sin embargo, a pesar de todas
sus debilidades humanas, Neville era consciente de ser Dios Padre. Pero me estoy adelantando.
Cuando Neville era aún muy joven (creo que estaba en quinto o sexto grado) debía llevar su Biblia a la
escuela y recitar un versículo de ella. Como la familia sólo tenía una Biblia, y uno de sus hermanos ya la
había llevado a la escuela, Neville llegó sin Biblia. Cuando recitó el versículo «Toma tu cama y camina», el
maestro lo corrigió diciendo que el versículo decía: «Toma tu sofá y camina». Y como Neville no pudo
mostrar su Biblia, el maestro le hizo quitarse la camisa y bajarse los pantalones. Luego lo golpeó sin
compasión. Neville fue sacado de esa escuela para continuar su educación en otro lugar, y completó la
escuela secundaria a la edad de diecisiete años.
Sin embargo, había un hambre en el joven, un hambre que no podía ser satisfecha en la pequeña isla de
Barbados. Así que, a los diecisiete años, Neville abandonó su hogar para ir al continente, llegando a Nueva
York en el año 1921. Y allí, como joven inculto, comenzó a buscar suerte.
Al encontrar un trabajo como ascensorista para la compañía J.C. Penney, Neville trabajó por quince
dólares a la semana hasta que un día le dijeron que sus servicios ya no eran necesarios. Con una
recomendación en mano, Neville consiguió un trabajo en el muelle de Macy's por trece dólares a la
semana. Pero este puesto duró poco, ya que Neville se enfadó tanto que se dijo a sí mismo: «A partir de
hoy no trabajo para otro. Sólo trabajaré para mí mismo». Y eso fue lo que hizo.
Creyendo que si otros podían bailar en el escenario él también podía, Neville se apuntó con un conocido
bailarín y comenzó su carrera profesional. Fue durante esta época cuando se casó. De esta unión nació un
hijo.
En 1925 Neville y su pareja de baile se embarcaron hacia Inglaterra y viajaron mucho por ese país. Allí
conoció el mundo de la exploración psíquica, que le interesó mucho. Poco después de su regreso a
América, en 1926, su interés por el misticismo aumentó al mismo tiempo que disminuía su interés por el
teatro. Y cuando la depresión llegó en 1929 y los teatros cerraron, también lo hizo la vida profesional de
Neville como bailarín.
Durante este tiempo Neville se interesó por la Sociedad Rosacruz y conoció a un hombre que iba a influir
en su vida. El hombre tenía pensado ser sacerdote católico. Mientras estudiaba la carrera del sacerdocio,
su padre, un rico hombre de negocios, murió y le dejó una herencia de miles de dólares a su hijo.
Cambiando rápidamente de opinión sobre el sacerdocio, el joven se dedicó a gastar el dinero tan rápido
como pudo.
Como Neville no sentía respeto por un hombre que gastaba el dinero tan pródigamente cuando había
tantas necesidades en el país, encontró excusas cuando éste le pidió que asistiera a una clase a la que el
joven se había apuntado. Pero un día Neville se quedó sin excusas y asistió a la clase, que era dictada por
un excéntrico rabino etíope llamado Abdalá. Al terminar la clase, Abdalá se acercó y, tomando la mano de
Neville, le dijo: «¿Dónde habías estado? Llevas tres meses de retraso». Sorprendido, Neville preguntó:
«¿Cómo sabías que iba a venir?», a lo que Abdalá respondió: «Los hermanos me lo dijeron».
Con Abdalá, Neville estudió la Cábala, una forma judía de misticismo, y obtuvo una comprensión luminosa
de los libros de la Biblia. Desarrolló un nuevo enfoque del problema del hombre y su relación con el
mundo palpitante del espíritu que lo rodea.
Fue Abdalá quien enseñó a Neville a utilizar la ley de la conciencia y a ver la Biblia psicológicamente. Y
cuando Neville comenzó a ver el mundo como una imagen proyectada desde el interior, su fe en sí mismo
creció.
En febrero de 1930 Neville comenzó a dar conferencias en la ciudad de Nueva York. La primera reunión
la hizo en una en una pequeña sala de un edificio público donde solo asistieron un puñado de personas.
A medida que fue ganando confianza en su mensaje, y su habilidad para hablar aumentó, también lo hizo
su audiencia.
El primer matrimonio de Neville duró poco, y estuvo sin pareja durante varios años, hasta que un día una
joven diseñadora se sentó en su audiencia. Mientras lo escuchaba, se dijo a sí misma: «Este es el hombre
con el que me voy a casar». Y cuando se dieron la mano al final de la conferencia, Neville la tomó de la
mano y se dijo a sí mismo: «Esta es la mujer con la que me voy a casar», y así lo hicieron. Fue un buen
matrimonio. Se amaban profundamente, eso era evidente, y de esa unión nació una hija.
Una vez terminada la guerra, Neville comenzó a viajar, dando conferencias en varias ciudades grandes,
incluso en la occidental San Francisco. Y un día supo que había llegado el momento de dejar la ciudad de
Nueva York. Esperaba mudarse a San Francisco, ya que le encantaba esta ciudad cosmopolita, pero no fue
así. Sabía entonces que su trabajo más importante debía realizarse en Los Ángeles, así que, recogiendo a
su mujer y a su hija, la familia Goddard se trasladó a Los Ángeles en 1955. Regresaron a Nueva York en el
otoño de 1956 y volvieron a Los Ángeles en 1957.
Desconozco las fechas, pero sé que durante los primeros años de la década del cincuenta Neville tenía su
propio programa de televisión. Hizo dos discos fonográficos durante esos años, que ahora están
disponibles en casetes. También debatió con equipos de ministros, sacerdotes y rabinos en programas
especiales de televisión.
Neville enseñó la ley de la conciencia en Los Ángeles en el Teatro Fox Wilshire los domingos por la mañana
a una multitud tan grande que la gente se paraba afuera para escuchar sus palabras. También pasaba
varias semanas cada año en San Francisco.
Fue en San Francisco, el veinte de julio de 1959, que Neville despertó y se encontró sellado en una tumba.
Al quitar una piedra colocada allí, salió de su cráneo como un niño sale del vientre de su madre.
A partir de ese momento las conferencias de Neville cambiaron. Habiendo despertado del sueño de la
vida, la perspectiva de Neville sobre el mundo cambió. Él sabía, por las visiones que tuvo a partir de ese
momento, que el ropaje que llevaba, y que respondía a su nombre, era simplemente una envoltura que
ocultaba su ser verdadero e inmortal, que era Dios Padre. Y trató de decirles a todos los que quisieron
escuchar que no eran la pequeña máscara que llevaban, sino un ser mucho más amplio de lo que podían
concebir.
Y desde ese día hasta su partida el primero de octubre de 1972, Neville, al igual que Pablo, «[…] les exponía
y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndolos acerca de Jesús, tanto por
la ley de Moisés como por los profetas. Y algunos se convencían de lo que decía, pero otros no creían»1.
Margaret Ruth Broome
1 Hechos 28:23,24
LECCIÓN 1
Espero que cada uno de ustedes sepa exactamente lo que quiere, porque estoy convencido de que todos
los deseos de su corazón se pueden hacer realidad aplicando las técnicas que les daré en estas clases.
Permítanme exponer mi posición con claridad:
La Biblia no hace referencia a personas que hayan existido ni a ningún evento ocurrido en la Tierra. Los
antiguos narradores no estaban escribiendo Historia, sino una lección alegórica de ciertos principios
básicos que vistieron con el ropaje de la Historia. Estos relatos estaban adaptados a la limitada capacidad
de un pueblo muy poco crítico y crédulo en extremo.
A lo largo de los siglos las personificaciones registradas en las Escrituras han sido confundidas con
personas, las lecciones de sus imágenes alegóricas con la Historia, el vehículo que transmite la instrucción
con la instrucción, y el significado más aparente superficial con el significado profundo que se quería dar.
La diferencia entre la forma y lo esencial en la Biblia es tan grande como la diferencia entre un grano de
maíz y el germen de vida dentro de ese grano. Al igual que nuestros órganos de asimilación pueden
discriminar entre el alimento que puede incorporarse a nuestro sistema y el que debe desecharse, así
también lo hacen nuestras facultades intuitivas despiertas. Estas facultades, una vez despiertas, pueden
revelar la diferencia entre la alegoría y la parábola y el germen psicológico vital de la Biblia. Y cuando
esto es revelado, la forma que transmitía el mensaje es desechada.
El argumento en contra de la historicidad de la Biblia es demasiado extenso, y su inclusión no sería
adecuada en esta interpretación psicológica y práctica de sus relatos. Por lo tanto, no perderé tiempo en
tratar de convencerlos de que la Biblia no es un hecho histórico, sino que simplemente expondré relatos
bíblicos desde el punto de vista psicológico.
Esta noche tomaré cuatro historias y les mostraré lo que los antiguos narradores pretendían que
viéramos en ellas. Iremos descubriendo que vincularon verdades psicológicas a alegorías fálicas y solares.
Nuestros antiguos narradores no sabían tanto de la estructura física del hombre como los científicos
modernos, ni sabían tanto del cielo como nuestros astrónomos modernos, pero usaron su conocimiento
sabiamente, y construyeron marcos fálicos y solares para contener las grandes verdades psicológicas que
habían descubierto. En el Antiguo Testamento encontrarás gran parte del culto fálico, pero como no es
de utilidad, no me extenderé en ello, sino que les mostraré cómo interpretar su mensaje.
Comenzaré refiriéndome a dos nombres relevantes: el de Jehová y el de Jesús. La lengua hebraica es
mística y nunca pronunciada por el hombre. Se entiende como un matemático entiende los símbolos de
las matemáticas superiores, y no es algo que la gente usaba para transmitir el pensamiento como ahora
uso el idioma español. Los antiguos usaban la lengua hebraica para deletrear los nombres de Jehová y
Jesús usando pequeños símbolos. Su símbolo para Jehová era yod, hei, vav, hei2. Permítanme tomar estos
símbolos y explicárselos.
Yod tiene como símbolo una mano. Si hay un órgano en el hombre que lo separa y distingue del resto de
la creación, es su mano. Lo que llamamos mano en el mono antropoide no es una mano, pues sólo se
utiliza para llevar la comida a la boca o para balancearse de rama en rama. Pero la mano de un hombre
puede modelar. Es la mano del constructor, la mano del director, ya que ella dirige, moldea y construye
3 Génesis 1:26,27
4 Génesis 2:21,22
5 Génesis 2:19b
constancia de que Adán despertara de este sueño. La técnica que enseño hace énfasis en este estado
creativo del sueño.
Déjame recordarte una vez más que las historias de la Biblia tienen que ver contigo. Presentando muchas
personalidades diferentes, dramatizan la técnica mediante la cual puedes cambiar tu concepto de ti
mismo. Y cuando esto se hace, tu futuro cambia, pues todos los acontecimientos se cumplen en tu mente
individual.
Vayamos al capítulo treinta y dos del libro del Génesis y leamos la historia de la lucha de Jacob con un
ángel. Dice: «Jacob se quedó solo y un ángel luchó con él hasta el alba. Cuando el ángel vio que no prevalecía
contra Jacob, tocó el hueco de su muslo, y el muslo de Jacob se descoyuntó mientras luchaba con él […] Por
eso hasta el día de hoy los hijos de Israel no comen el tendón que está en la coyuntura del muslo, porque Él
tocó el hueco del muslo de Jacob en el tendón que se contrajo».
Este relato fue escrito hace siglos, y, sin embargo, hay quienes hoy en día, por creer que esta historia es
literal, no comerán la parte de un animal que se supone que está relacionada con el área del muslo de
Jacob que se contrajo. Pero si buscas la palabra «muslo» en la Concordancia Bíblica de Strong, descubrirás
que su significado es: ‘las partes blandas generativas que cuelgan sobre el muslo de un hombre’. Los
antiguos narradores utilizaron este marco fálico para revelar una gran verdad psicológica que ya
examinaremos.
Un ángel es un mensajero de Dios. Como tu conciencia es Dios, cualquier idea (mensaje) que tienes es
entregada por un ángel. Al no saber que ya eres lo que contemplas, e incapaz de creer que puedas llegar
a serlo, luchas con el deseo.
La palabra «Jacob» significa ‘suplantador’. Al desear transformarte en aquello que tu razón y tus sentidos
niegan, luchas con la sensación de su cumplimiento hasta que algo sale de ti. Hasta que puedas decir en
tu interior: «Me ha tocado alguien, pues, percibo que ha salido virtud de mí». Al igual que en el acto físico
de la creación, después de una meditación exitosa, uno se vuelve, por un momento, incapaz de continuar
el acto. Y cuando llega la satisfacción, el hambre y la sed desaparecen. Si el hambre persiste, no has
conseguido ser consciente de su cumplimiento; por lo tanto, la sed sigue ahí. Si, dentro de ti, puedes sentir
que eres aquello que hace unos segundos deseabas ser, entonces ya no tienes hambre de ser lo que hace
unos segundos deseabas ser. Ya no tienes sed de ello. Tu deseo, después de haber sido tocado con el sentir,
se contrae en tu conciencia, y el deseo de continuar la meditación cesa. Y si oras creyendo que has recibido
tu petición, la recibirás. Cuando el acto físico de la creación se completa, el tendón que está en hueco del
muslo del hombre se encoge, y el hombre se siente impotente, ya no es capaz de realizar el acto. Del
mismo modo, cuando el hombre ora con éxito, es consciente de ser lo que deseaba ser y, por tanto, no
puede seguir deseándolo. En el momento de la satisfacción física y psicológica algo sale de él, que, con el
tiempo, da testimonio del poder creador del hombre.
Vayamos ahora al capítulo treinta y ocho del libro del Génesis y leamos la historia de Tamar, la nuera del
rey Judá. El nombre «Judá» se compone de las letras yod, hei, vav. Y la palabra «Tamar» significa ‘palmera;
[esbelta]’. Una palmera alta y majestuosa florece, incluso, en el desierto, y no hay nada más deseable para
un hombre que se mueve a través de un desierto que la vista de una palmera. Tu objetivo es la palmera
majestuosa y hermosa que buscas, y está personificada en esta historia como Tamar, la bella.
Vestida con velos de ramera, Tamar se sentó en un sitio público. Cuando su suegro, el rey Judá, pasaba se
enamoró y deseó tener intimidad con ella. Entonces ella le preguntó: «“¿Qué me vas a dar para que entres
en mí?” Y él respondió: “Te enviaré un cabrito del rebaño”. Ella preguntó: “¿Me darás una prenda hasta que
me lo envíes?” Él dijo: “¿Qué prenda te daré?” Y ella respondió: “Tu anillo, tu cordón y el bastón que tienes
en la mano”. Él se los dio y entró en ella, y ella concibió de él» y dio a luz un hijo.
Permítanme ahora interpretar esta historia para ustedes. El hombre sólo tiene un regalo que es
verdaderamente suyo para ofrecer, y es él mismo. Esto se nos dice en el primer acto creativo de Adán
engendrando a la mujer a partir de sí mismo. De la misma manera, Judá sólo tenía un regalo que era
verdaderamente suyo para dar. El anillo, el brazalete y el bastón eran símbolos de su realeza. Estos hacen
al rey, así que cuando los dio, se dio a sí mismo.
Tú eres el gran Rey Judá. Antes de que puedas hacer que tu Tamar lleve tu semejanza, debes entrar en
ella y dar de ti mismo. Supón que quieres seguridad. No puedes obtenerla conociendo a personas que son
seguras. Debes ser consciente de ser seguro. Las pastillas no te darán salud, si ese es tu deseo, ni la dieta
o el clima te concederán tu deseo. Debes tomar conciencia de estar sano asumiendo la sensación de la
salud.
Tal vez desees ser conocido en este mundo. Vivir en el reflejo de reyes, presidentes y gente famosa no te
hará conocido. Debes ser consciente de ser conocido para ser conocido. Debes ser consciente de ser digno
para llegar a serlo. Cuando caminas en la conciencia de ser rico, das luz a la imagen de la riqueza y, con el
tiempo, aparece el hijo, pues siempre materializas lo que tienes conciencia de ser. Como el rey Judá, entras
en tu deseo, y cuando te haces consciente de ser quien deseas ser, eres Tamar. Entonces das a luz a tu hijo
mientras tu deseo se cristaliza en el mundo que te rodea.
Recuerda siempre que, aunque los antiguos narradores introdujeron muchos personajes en su drama,
todos ellos viven en tu mente. Sabiendo que tu conciencia es la única realidad, al leer las historias allí,
asume que eres el personaje central y permite que el relato te revele su verdad.
Tomemos ahora la historia de Isaac y sus dos hijos, Esaú y Jacob, tal como se registra en el capítulo 27 del
libro del Génesis. Isaac es viejo y ciego. Sintiendo la proximidad de la muerte, llama a su primer hijo, Esaú,
un muchacho rudo y peludo, y lo envía al bosque en busca de carne de venado. El segundo hijo, Jacob, un
muchacho de piel suave, escuchó la petición de su padre. Deseando la primogenitura de su hermano,
Jacob sacrificó uno de los rebaños de su padre y lo desolló. Luego, vestido con las pieles peludas del
cabrito, Jacob llegó con sutileza y traicionó a su padre haciéndole creer que él era Esaú.
El padre dijo: «Acércate, hijo mío, para que pueda tocarte»6. «No puedo ver, pero ven para que pueda
sentir». Luego el padre continuó diciendo: «La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de
Esaú»7. Al sentir la realidad del hijo Esaú, Isaac dio entonces su bendición a Jacob. En el momento en que
esto se hace, Jacob desaparece, y su hermano Esaú regresa. Este es un punto muy importante.
Veamos este versículo de forma prágmatica. Los personajes personificados aquí son ideas abstractas que
deben cumplirse en ti, individualmente. Tú eres Isaac, mientras que esta habitación es tu Esaú, tal y como
lo conocen tus órganos corporales. Todos tus sentidos atestiguan que estás aquí, pero quizás preferirías
estar en otra parte.
Afirmar que esta sala no existe la hace aún más real. Pero si quieres estar en otro lugar, ese es tu estado
de piel lisa, o Jacob. Puedes retirar tu atención de esta región de sensaciones y hacer real tu destino
deseado, concentrando tu atención en él. Para ello, debes hacer de otro lugar el aquí y del después, el
ahora. Esto se hace imaginando que tu objetivo está tan cerca que puedes sentirlo.
Supongamos que quisieras que un piano estuviera aquí y ahora. Ver un piano en el ojo de tu mente como
si existiera en otro lugar no lo hará. Debes visualizar un piano en esta habitación tan sólidamente real
que puedas poner tu mano mental sobre él y sentir sus teclas. Hazlo y has dado a un estado subjetivo
(personificado como tu segundo hijo, Jacob) el derecho de nacimiento.
6 Génesis 27:21b.
7 Génesis 27:22b.
Se dice que Isaac es ciego. ¿No eres Isaac cuando no puedes ver tu objetivo con tus órganos corporales?
Aunque sólo seas capaz de percibir tu deseo con tu mente, tienes el poder de hacerlo objetivamente real
cuando lo palpas. Puedes perderte de una manera tan intensa en el sentimiento de poseer tu deseo, que
cuando abres los ojos y tu mundo objetivo (Esaú) vuelve, te das cuenta de que te has autoengañado. La
habitación que estuvo excluida por un momento, niega el hecho de que ahora eres quien deseas ser, o
tienes lo que deseas poseer. Pero tú, conociendo la ley de la cosecha idéntica, puedes decir a Esaú:
«Aunque tu hermano Jacob haya venido con sutileza y me haya traicionado, le he dado tu bendición y no
puedo retractarme».
Si continúas dándole tu poder de conciencia a aquello que hiciste subjetivamente real, tu Jacob (deseo)
se convertirá en tu Esaú (realidad objetiva). En este estado y tiempo limitados no hay espacio para que
dos cosas vivan en la realidad al mismo tiempo. ¡Aquello de lo que eres consciente, es! El mundo es un
espejo que refleja siempre lo que eres consciente de ser.
Conociendo el estado que quieres encarnar, asume que ya estás en él. Piérdete en esa sensación hasta que
tu asunción se sienta sólidamente real. Al darle al deseo sentido de realidad, le has otorgado la bendición
que pertenece al mundo objetivo. No tienes que ayudar al nacimiento de tu deseo más de lo que ayudas
al nacimiento de un niño o de una semilla que plantas en la tierra. Cada semilla contiene en sí misma el
poder y los planes necesarios para su autoexpresión.
Esta noche, vuelve a entrar en la historia de Isaac y bendice a tu segundo hijo. Entonces camina con la
conciencia de ser lo que antes sólo soñabas y observa, ya que tu entorno actual se desvanecerá. Las
circunstancias de tu vida cambiarán para dar paso a la llegada de aquello a lo cual has dado tu vida.
Ahora vayamos al capítulo treinta y cuatro del libro de Deuteronomio. Pregunten a cualquier sacerdote o
rabino quién escribió este libro, y les dirá que fue Moisés. Si eso es cierto, entonces Moisés escribió su
propio obituario, ya que esto es lo que se registra en el quinto, sexto y séptimo verso.
«Y murió allí Moisés, siervo del Señor, en la tierra de Moab, según la palabra del Señor. Y lo enterró en el
valle, en tierra de Moab, frente a Bet-peor; y nadie sabe su sepulcro hasta el día de hoy. Y era Moisés de edad
de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor».
Es importante que aprendas la técnica de escribir tu propio obituario; morir tan completamente a lo que
eres, que nadie pueda descubrir dónde está enterrado tu antiguo yo. Si estabas enfermo y te curas,
¿puedes señalar el lugar donde está enterrado tu antiguo yo? Si estás empobrecido y de repente te
encuentras revolcándote en la riqueza, ¿dónde has enterrado al tú que era pobre? Una transformación
completa de la conciencia entierra toda evidencia de cualquier cosa que no sea aquello que eres
consciente de ser.
La técnica utilizada en la realización de cada objetivo se da en el primer verso del capítulo treinta y cuatro
de Deuteronomio de esta manera: «Y subió Moisés desde las llanuras de Moab al monte Nebo, a la cima del
Pisga, frente a Jericó. Y el Señor le mostró toda la tierra de Galaad hasta Dan».
Veamos las palabras registradas aquí. La palabra «Moisés» significa ‘sacar; rescatar; levantar; traer’.
Moisés personifica tu poder de ser consciente, que puede sacar de ti lo que buscas. La palabra «Moab» es
una contracción de dos palabras hebreas Mem y Ab, que significan ‘madre y padre’. Tu conciencia
(«yo-soy-dad») es Moab, la madre-padre (causa) de tu mundo, siempre sacando algo de ti.
La palabra «Nebo» significa ‘profecía; imagen de la mente’. En nuestro idioma, Nebo es tu deseo. Se le
llama montaña porque parece imposible de realizar. Una montaña es grande y se eleva sobre ti; por lo
tanto, Nebo personifica lo que deseas, en contraste con lo que eres.
La palabra «Pisga» significa ‘contemplar’, y Jericó es un ‘olor fragante’. Galaad significa ‘las colinas del
testimonio’ y la última palabra, «Dan», significa ‘el profeta; [juicio; aquel que juzga; juez’]. Pongamos todo
junto en un sentido práctico y veamos lo que los antiguos tratan de decirnos.
Sabiendo que tu conciencia es Dios, y que puedes transformarte en la semejanza de tu deseo a través del
sentir, tienes todo lo que se necesita para escalar cualquier montaña de negación. Habiendo definido tu
objetivo, asciende tu gran Nebo (deseo) a la cima del Pisga, donde contemplas tu objetivo hasta que
sientas que eres lo que quieres ser —hasta que no puedas reprimir la alegría [de aspirar ese perfume]
(Jericó) que sale de ti—. Después de contemplar tu objetivo hasta que tengas la sensación de la
satisfacción, no haces nada para que así sea, pues las colinas de Galaad (el mundo que te rodea) dan
testimonio de lo que has asumido ser, [y juzgan lo que ahora ven]. A medida que sostienes este testimonio
dentro de ti, tu mundo se ajustará a tu asunción, mientras la profecía (Nebo) se cumple.
Si ahora eres lo que asumiste ser, ¿dónde está tu antiguo yo? Al haber muerto a tu antiguo concepto del
yo, ¿dónde está enterrado sino dentro de ti!
Durante diez años fui bailarín, y bailé en espectáculos de Broadway, vodevil, clubes nocturnos y en
Europa. En aquella época pensaba que no podría vivir sin los amigos que conocía y con los que trabajaba.
Ahora confieso que no podría vivir con ellos, pues ya no tenemos nada en común. Morí tanto a esa vida,
que cuando me encuentro con esas personas hoy, ni siquiera podemos hablar de los viejos tiempos. Pero
hay gente que disfruta recordando los «buenos» tiempos. Haciéndose cada vez más pobres, siguen en el
mismo estado.
Al no estar dispuestos a enterrar ese estado, lo mantienen vivo en su mundo. Se nos dice que Moisés tenía
ciento veinte años de edad. Uno más dos más cero es igual a tres, que es el símbolo numérico de la
expresión. Con los ojos brillantes [hei] y con las funciones naturales de tu cuerpo espiritual intactas, eres
plenamente consciente de que estás expresando aquello que ya no quieres expresar. Pero puedes
transformarte en tu deseo asumiendo que ahora lo estás expresando. Al caminar en esa asunción, te
conviertes en ello, y el viejo hombre (el yo anterior) muere, así como todo lo que estaba relacionado con
tu anterior concepto del yo. No se puede echar vino nuevo en odres viejos, ni se puede poner remiendos
de tela nueva en vestidos viejos; y lo mismo sucede contigo, ni un solo vestigio de un estado antiguo puede
revivir en el nuevo.
Tu asunción de que eres quien deseas ser no requiere de la ayuda de otro para lograrlo; no necesitas
ayuda para enterrar a tu antiguo yo. Deja que los muertos entierren a sus muertos8. Habiendo puesto la
mano en el arado, no mires atrás, porque si lo haces no eres apto para el reino de los cielos9.
No te preguntes cómo se va a cumplir tu deseo. No importa si tu razón niega su cumplimiento, o tu mundo
no lo refleja. Permanece fiel a tu nuevo concepto de ti mismo y tu antiguo concepto morirá. Entonces,
como Moisés, nadie en todo Israel descubrirá tu sepultura.
Permítanme ahora definir la técnica que quiero que empleen. La conciencia es la única realidad. Por lo
tanto, debes formar el objeto de tu deseo a partir de tu propia conciencia. La gente tiene la tendencia de
8Mateo 8:22; Lucas 9:60. A propósito de esta sentencia bíblica, Neville expresa lo siguiente en su libro SENTIR ES EL
SECRETO: «El hombre en estado de vigilia está obligado a expresar sus impresiones subconscientes. Si en el pasado
dejó impresiones en sí mismo de manera imprudente, entonces, déjalo que empiece a cambiar su pensamiento y
su sentir, porque solo cuando lo haga cambiará su mundo. No pierdas un instante en lamentarte, porque pensar
con emoción en los errores del pasado es reinfectarte. “Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Dale la
espalda a las apariencias y asume la sensación que experimentarías si ya fueras el que deseas ser.
9 Lucas 9:62: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios.
despreciar la importancia de las cosas simples. La idea de crear un estado parecido al sueño para ayudar
a una asunción es tan simple que puede ser despreciada, pero es muy importante.
Las Escrituras nos dan una fórmula sencilla para cambiar el futuro. Lo primero que debes hacer es definir
tu objetivo. A continuación, construye un acontecimiento que creas que ocurrirá después de que se
cumpla tu deseo. Colócate en el centro de esta acción, sabiendo que eres el que la protagoniza. Ahora,
inmoviliza tu cuerpo físico e induce un estado parecido al sueño. Mentalmente, siéntete dentro de la
acción propuesta imaginando que tiene lugar aquí y ahora. Debes participar en la acción imaginal, no sólo
quedarte mirando. Es importante que sientas que estás ahí para que la sensación imaginal sea real para
ti.
Recuerda siempre que la acción propuesta implica su cumplimiento. Por ejemplo, supón que deseas un
ascenso en tu oficina. Entonces, ser felicitado sería un evento que experimentaría después del ascenso. Al
seleccionar esta acción como la que quieres experimentar en tu imaginación, inmoviliza tu cuerpo físico
e induce un estado de somnolencia, en el cual que puedas controlar la dirección de tus pensamientos. En
este estado puedes estar atento sin esfuerzo. A continuación, visualiza a un amigo de pie ante ti. Pon tu
mano imaginaria en la suya. Siente que es sólida y real, y mantén una conversación imaginal con él,
conforme a la sensación de haber sido de haber sido promovido.
Nunca te visualices en un punto distante en el tiempo y el espacio. Haz que tu acción tenga lugar aquí y
ahora. La diferencia entre sentir que actúas aquí y ahora y visualizarte en la acción como en una pantalla
de cine es la diferencia entre el éxito y el fracaso. Por ejemplo, visualízate subiendo una escalera. Ahora,
con los ojos cerrados, imagina que la escalera está delante de ti y siente que la subes.
La experiencia me ha enseñado a limitar la acción imaginal a un solo acto, y a representarlo una y otra
vez hasta que sienta su realidad. Si el acto es demasiado largo y complicado, la atención se desviará. Se
presentarán multitud de imágenes asociadas para captar tu atención, y te llevarán a cientos de kilómetros
de tu objetivo, en términos de espacio, y a años de distancia, en términos de tiempo.
Si subir un determinado tramo de escaleras es el evento probable que seguiría a la realización de tu deseo,
entonces limita tu acción a subir esas escaleras. Si tu atención se desvía, recondúcela a su tarea. Sigue
subiendo esas escaleras hasta que tengan toda la solidez y nitidez de la realidad. La idea debe mantenerse
sin ningún esfuerzo apreciable de tu parte. Debes, con el mínimo esfuerzo, impregnar la mente con la
sensación del deseo cumplido.
La somnolencia facilita el cambio, porque favorece la atención sin esfuerzo. Pero no hay que llevarla hasta
el estado del sueño, porque entonces ya no serás capaz de controlar tus movimientos. La forma más eficaz
de encarnar un deseo es asumir el sentimiento del deseo cumplido y luego, en un estado relajado y
somnoliento, repetir una frase corta una y otra vez, como una canción de cuna. Di: «gracias, gracias,
gracias», como si te dirigieras a un poder superior, agradeciéndole que te haya concedido tu deseo.
No necesitas hacer nada en el exterior para que tu deseo se cumpla. Todo lo que necesitas hacer es aplicar
esta técnica de oración. Con los ojos cerrados y el cuerpo físico inmovilizado, induce un estado parecido
al sueño y entra en la acción como si fueras un actor en el escenario. Experimenta en tu imaginación lo
mismo que experimentarías en carne y hueso si ya estuvieras en posesión de tu objetivo. Haz de otro
lugar el aquí, y del futuro el ahora. Haz eso y tu yo más amplio, usando un mayor enfoque, convocará a
los medios que producirán el deseo que has asumido.
Estás liberado de toda responsabilidad para hacer realidad tu deseo porque, al imaginar y sentir que es
una realidad, tu ser dimensionalmente mayor determina los medios. No pienses que alguien tendrá que
ser lastimado o defraudado para que tus sueños se hagan realidad. La imaginación tiene caminos que tú
desconoces, así que no te preocupes por los demás.
Ahora cierra los ojos y permítete perderte en la contemplación. Siente que ya eres quien deseas ser, de
una manera tan completa, que ya no seas consciente del hecho de que estás en esta habitación. Hazlo y te
sentirás en shock cuando abras los ojos y descubras que no eres aquel que sentías que eras, o que no
tienes lo que sabías que tenías, hace solo un momento.
Ahora entremos en lo profundo.
(Período de silencio)
No hace falta que te recuerde que ahora eres lo que has asumido. No discutas esto con nadie, ni siquiera
contigo mismo. ¡No puedes pensar en el «cómo», cuando sabes que ya lo eres! Tu mente tridimensional y
de razonamiento limitado no debe entrar en tu escena. Ella no sabe que lo que acabas de sentir es la
realidad.
No permitas que nadie te diga que no debes desear. Lo que sientas que tienes, lo tendrás. Y te aseguro
que después de que hayas realizado tu objetivo, si lo reflexionas, tendrás que admitir que tu mente
consciente y racional nunca podría haber elaborado su manifestación.
Sabiendo que eres y tienes aquello de lo que te has apropiado, no lo comentes con nadie. No busques
estímulo en otra parte; simplemente ocúpate de los asuntos de tu Padre, haciendo todo con normalidad
y naturalidad, y deja que los deseos de los cuales te has apropiado lleguen a tu mundo.
LECCIÓN 2
Algunos de ustedes pueden inclinarse a creer que, aunque se pueda hacer una interpretación psicológica
de la Biblia, ésta debe seguir siendo interpretada literalmente, pero yo digo que la Biblia no hace ninguna
referencia a personas o acontecimientos que tuvieron lugar en el espacio y el tiempo. Mientras más rápido
te deshagas de la idea de que la Biblia debe interpretarse literalmente, mucho mejor será para ti.
Todas las historias registradas en las escrituras deben ser y serán recreadas en tu mente. Aunque parecen
dar cuenta de personas que estuvieron despiertas en el mundo tridimensional, las historias tienen lugar
en el mundo de la cuarta dimensión de la imaginación. Los personajes involucrados en estas historias son
interpretados por tu yo dormido y más profundo y tu yo consciente y despierto. Personificado como Adán,
el yo creativo y cuatridimensional fue colocado en un sueño profundo y habita cada noche en el estado
en el que entras cuando te duermes en la cama.
Los historiadores afirman que los acontecimientos registrados en el Libro del Génesis ocurrieron unos
tres mil años antes de los registrados en el Libro de Juan, sin embargo, yo sugiero que el mismo hombre
inspirado pudo haber registrado la misma historia de manera diferente.
En el evangelio de Juan se afirma que Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, quien dijo: "Tenéis la costumbre
de que os suelte a un hombre en la Pascua. ¿Queréis que suelte al rey de los judíos?" Entonces gritaron:
"No a éste, sino a Barrabás, el ladrón". Aquí vemos que Pilato era sólo un juez que interpretaba la ley. Al
no tener elección en el asunto, Pilato sólo hizo lo que el pueblo pedía. Querían que Barrabás, el ladrón,
fuera liberado y que Jesús fuera crucificado.
Recuerda siempre que tu conciencia es Dios Padre, que tiene un hijo. Ese hijo es lo que tú eres consciente
de ser. La palabra «Barrabás» viene de la contracción de dos palabras hebreas: bar, que significa ‘hijo;
niño’, y abba [o ‘padre’. Así que «Barrabás»] significa ‘hijo de un padre’. Mientras que Jesús es el hijo de
Dios, tu Salvador.
Aquí encontramos de nuevo a los dos hijos que aparecen en el libro del Génesis, Esaú y Jacob, cuyo padre
era ciego. Aunque Pilato no es físicamente ciego, desempeña el papel de un juez y la justicia, para ser
verdadera, debe ser ciega. Todos los grandiosos edificios del mundo muestran la figura que representa la
justicia con los ojos vendados. Y en el capítulo siete de Juan se nos dice: «No juzguéis por las apariencias,
sino juzgad con juicio justo». Así que ahora encontramos a Pilato haciendo el mismo papel que Isaac.
Veamos cómo los personajes que aparecen en esta historia pueden aplicarse a tu vida. Si eres consciente
de desear algo, te lo están robando. Estás caminando en compañía de Barrabás, pues, desear es confesar
que ahora no lo posees. Y como todas las cosas son tuyas, te robas a ti mismo viviendo en el estado de
deseo. [Cuando se materializa,] tu deseo es tu salvador. Es tuyo para que lo disfrutes, pero si continúas
deseando y no te crucificas en el deseo, exigiendo su cumplimiento, niegas a Jesús, tu salvador. «Porque
si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados»10. ¡No puedes desear lo que ya tienes!
Aquí encontramos que es el momento de la fiesta de la Pascua11. Algo va a pasar (cambiar) en este
momento. El hombre es incapaz de pasar de un estado de conciencia a otro sin soltar primero los
pensamientos que ahora tiene, porque éstos lo anclan al estado actual.
10 Juan 8:24.
11 La palabra Pascua aparece en hebreo como pesah, o Pésaj en español. «Pascua» significa ‘paso’ o ‘salto’.
Ir a las fiestas físicas año tras año, cuando el sol entra en el gran signo de Aries, no significa nada para la
verdadera Pascua mística. Para celebrar la fiesta de la Pascua psicológicamente, el hombre debe pasar de
un estado de conciencia a otro. Esto se logra liberando a Barrabás, el ladrón del estado que el hombre
quisiera encarnar.
En esta historia el estado buscado es personificado como Jesús, el salvador. Si te conviertes en tu deseo,
o lo posees, te salvas de desearlo. Pero si no lo haces, el que te roba su cumplimiento queda encerrado
dentro, junto con Jesús, tu salvador, y la fiesta de la Pascua aún está por celebrarse.
Estas historias no hacen referencia a personas, lugares o acontecimientos aquí en la Tierra. Más bien, los
personajes de las escrituras son estados eternos de la mente de cada individuo. Tu mantienes vivo a
Barrabás o a Jesús por los pensamientos que tienes.
No condenes a la multitud por clamar por la liberación de Barrabás y la crucifixión de Jesús. No se trata
de una muchedumbre de judíos, sino de aquellos que son sabios, pues hace falta ser sabio para clamar
por la liberación de la limitación y la restricción y por la crucifixión del deseo. Aunque ahora encarnas a
Jesús, sólo te recuerdo que si tienes una ambición sin cumplir, estás albergando lo que niega su
realización, y esa negación es Barrabás.
Para experimentar la transformación mística y psicológica conocida como Pascua, primero debes
identificarte con tu deseo y luego permanecer fiel a él. Ese es tu acto de crucifixión, por medio del cual
resucitas ese estado en tu mundo, sin la intervención de ningún hombre.
Se nos dice que nadie pudo levantarse lo suficientemente temprano como para rodar la piedra que cubría
el lugar donde estaba enterrado el Salvador. Pero la piedra fue removida, y lo que aparentemente estaba
muerto y enterrado, se levantó de esa tumba. Todo lo que necesitas hacer es caminar en la conciencia de
ser lo que deseas ser. No necesitas que un hombre haga rodar los problemas y obstáculos de la vida para
expresar lo que eres consciente de ser. El estado del que eres consciente tiene su propia manera de
hacerse carne para que el mundo pueda tocarlo.
Ahora puedes ver la relación entre la historia de Jesús y la de Isaac y sus dos hijos, donde uno sustituyó
al otro. ¿Por qué crees que los que compilaron los sesenta y pico libros de nuestra Biblia hicieron de Jacob
el antepasado de Jesús? Se dice que Jacob, el suplantador, fue padre de doce hijos, de los cuales Judá
(alabanza), el cuarto, fue ancestro de José, que se suponía que debía ser el padre de Jesús. Pero Jesús debe
suplantar a Barrabás como Jacob suplantó y tomó el lugar de Esaú.
Sentado tranquilamente en tu silla, asume que eres Pilatos y dirige un juicio a tus dos hijos. Luego
conviértete en la multitud y clama por la liberación de los pensamientos que te roban tu deseo. Y como
juez, libera a Barrabás y sentencia a Jesús a ocupar su lugar. Se dice que Jesús fue crucificado en el Gólgota,
el lugar del cráneo, que es el asiento de la imaginación.
Para experimentar el paso del viejo al nuevo concepto del yo, debes liberar a Barrabás y asumir a Jesús.
La mejor manera de hacerlo es crucificarte a ti mismo con tu ideal. Si sólo asumes que eres lo que buscas,
tu asunción sostenida se convertirá en un hecho. Sabrás cuando has tenido éxito en liberar a Barrabás (tu
viejo concepto de ti mismo) y crucificar con éxito a Jesús (tu deseo realizado) mirando mentalmente a las
personas que conoces. Si parecen ser las mismas, entonces no has cambiado las ideas desde las cuales
fluyen tus pensamientos, ya que todos los cambios en los conceptos del yo resultan en una relación
diferente con aquellos que te rodean. Si deseas que los demás te vean como la encarnación del ideal que
te inspira, debes imaginar que te están viendo así en este mismo momento.
Puedes liberar a Barrabás, crucificar y resucitar a Jesús si quieres, pero define tu ideal, luego relájate en
un sillón cómodo. Ahora cierra los ojos y entra en un estado de consciencia similar al sueño. Asume, en
tu imaginación, que estás que estás experimentando en la realidad lo que quieres expresar. Con este
sencillo método habrás liberado a Barrabás (carencia) y resucitado a tu salvador (tu estado deseado).
Se dice que Jesús, antes de su crucifixión, estuvo en el jardín de Getsemaní. Ahora bien, un jardín no es un
terreno baldío, sino una parcela debidamente preparada. Tú preparas tu jardín de Getsemaní leyendo
buenos libros, escuchando música de calidad y entablando conversaciones que ennoblecen: «Todo lo que
es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre;
si hay alguna virtud, si hay algo digno de alabanza, en eso pensad», y de esa manera estás preparando tu
jardín.
Volvamos ahora a nuestra historia, tal como se nos cuenta en el capítulo dieciocho del Libro de Juan.
Estando en el huerto, Jesús oye que se acerca la multitud y la llama: «¿A quién buscáis?» Entonces un
intermediario de Judas responde: «A Jesús de Nazaret». Y una voz que sale de la oscuridad responde: «Yo
soy».
Según el relato, los que escucharon esta audaz declaración cayeron a tierra al instante, lo que debería
indicar que no es posible que se trate de un acto real, físicamente hablando, ya que ninguna declaración,
por audaz que sea, puede hacer que miles de hombres caigan a tierra12. Pero, según el relato, cuando
recuperaron la compostura volvieron a hacer la pregunta y Jesús les respondió: «Os dije que Yo soy; por
tanto, si me buscáis a mí, dejad que éstos se vayan», [y antes ya había dicho:] «Lo que vas a hacer, hazlo
pronto»13. Entonces Judas, sabiendo que debe actuar rápidamente, se marcha y se suicida.
Veamos esta escenificación. Puedes entrar en tu jardín de Getsemaní controlando tu mente. Cuando
puedes restringir su acción mental al no permitir que tu atención divague, sino que la mantienes sin
esfuerzo en el estado que estás contemplando, tu presencia disciplinada está en el jardín.
Cuando sabes lo que quieres ser, has encontrado a Jesús, tu salvador. Cuando asumes que eres, estás
viviendo como Jesús y tu anterior concepto del yo (Judas) se ha suicidado.
Sabiendo qué te salvará, deja ir lo que eres ahora y todo lo que representa. Hazlo y te habrás suicidado
mentalmente. Al morir a lo que antes expresabas, debes vivir expresando mentalmente el nuevo estado
en el que has entrado. En cierto sentido, te has quitado la vida cuando te has desprendido en la
consciencia de lo que antes mantenías vivo y vives consciente de aquello que has descubierto en tu jardín.
Esta no es una historia de un hombre que traiciona a otro, sino de la consciencia que se desapega y se
reenfoca. A partir de este momento, camina como si tu deseo fuera ahora tu realidad. Permanece fiel a
ese nuevo concepto y te habrás suicidado. Ciertamente, nadie te ha quitado la vida, la has puesto tú
mismo.14
¿Puedes ver la relación entre la muerte de Judas y la muerte de Moisés? Se dice que Judas se suicidó,
mientras Moisés estaba tan completamente muerto, que nadie pudo descubrir dónde estaba enterrado.
12 Para tener una idea sobre la cantidad de soldados implicados en el relato, sin contar a los subordinados o
alguaciles de los sumos sacerdotes y fariseos, que eran una especia de guardia del templo de Jerusalén, veamos la
cita bíblica en Juan 18:3: «Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los sumos sacerdotes y
de los fariseos, vino allí con linternas y antorchas, y con armas».
«Compañía» es un término militar que se refiere a una cohorte romana, que consistía en un décimo de una legión.
La fuerza numérica de una legión era de seis mil soldados, de modo que la «compañía» o «cohorte» era igual a
seiscientos soldados.
13Juan 13:26-27: Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, lo
toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo
que vas a hacer, hazlo pronto».
14 Lucas 9:23-24: Y a todos decía: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día
y sígame. Porque cualquiera que quiera salvar su vida, la perderá, y cualquiera que pierda su vida por causa de mí,
la salvará».
Judas no es un hombre que traicionó a otro hombre llamado Jesús. El Judas del Nuevo Testamento es el
Judas del Antiguo Testamento, que significa ‘alabar; dar gracias; estallar de gozo’. ¿No explotas de dicha
cuando te identificas con el ideal que buscas encarnar en este mundo? Cuando el estado que buscas es
finalmente tuyo, tu gozo se eleva como el olor fragante descrito en el Antiguo Testamento como Jericó.
Intento mostrarte que los antiguos contaron la misma historia una y otra vez para para decirnos cómo
convertirnos en lo que queremos ser. Y en cada historia insinuaron que no necesitamos la ayuda de otro
para alcanzar nuestros objetivos.
Ahora vayamos al Libro de Josué, donde leemos la promesa que Dios le hizo a Josué (la misma promesa
hecha a Jesús y registrada en los cuatro evangelios). En el Antiguo Testamento se le dijo a Josué: «Yo os
he entregado todo lugar que pise la planta de vuestro pie». Y en el evangelio de Juan, Jesús afirma: «Todo
lo mío es tuyo; y todo lo tuyo, mío», sin importar dónde esté. Analiza esta promesa y acéptala literalmente.
La promesa es cierta no físicamente, sino desde el punto de vista psicológico, pues dondequiera que te
encuentres mentalmente, lo logras.
Josué, cautivado por la promesa de que allí donde ponga su pie (su entendimiento), será suyo, desea el
fragante estado llamado Jericó. Al encontrarse con sus muros infranqueables, recurre a los servicios de
una ramera llamada Rahab. (rach significa ‘aliento o espíritu’, y ab significa ‘padre’). Aquí descubrimos
que esta ramera es el espíritu del Padre: ¡tu capacidad de sentir!
Rahab tiene dos profesiones: la de espía y la de ramera. La profesión de espía exige que el viaje se haga
de forma tan secreta y silenciosa que no sea detectada. No hay un solo espía físico, por muy sabio que sea
en ocultar sus caminos, que no corra el riesgo de ser detectado. Pero cuando te sientas tranquilamente
con tus pensamientos, ningún hombre es lo suficientemente sabio como para decirte dónde estás
habitando mentalmente.
Puedo estar aquí en un andén de San Francisco, California, cerrar los ojos y asumir que estoy en Londres.
Si permanezco allí el tiempo suficiente, puedo rodearme de los hechos objetivos, sólidos y concretos que
me rodean allí. Físicamente sigo aquí, pero mentalmente estoy a miles de kilómetros. No puedes verme
habitando allí, por lo que crees que sólo me he ido a dormir y que sigo en este mundo tridimensional. Esto
es cierto en lo que se refiere al plano físico, pero nadie sabe dónde estoy cuando entro en un momento de
meditación.
La siguiente profesión de Rahab fue la de ramera, una que concede a los hombres todo lo que le piden sin
cuestionar el derecho del hombre a pedir. Si ella es una ramera absoluta como implica el nombre de
Rahab, entonces lo posee todo y puede satisfacer todos los deseos. Una ramera está para servir, no para
cuestionar o juzgar si el deseo es bueno o malo.
Tienes la capacidad de apropiarte de un estado sin saber cómo se hará realidad. Sin poseer ninguno de
los talentos que los hombres afirman que son necesarios para la realización del deseo, si te apropias de
él en la consciencia, habrás empleado a Rahab, la espía. Y como puedes encarnar ese estado entregándote
a ti mismo, eres Rahab, la ramera, satisfaciendo al que la busca.
Lo haces apropiándote de la sensación de que ahora eres lo que deseas ser. Y esta asunción, aunque sea
falsa, pues, tus sentidos la niegan, si persistes en ella, se convertirá en un hecho. Debes encarnar
realmente tu deseo en tu imaginación hasta que se convierta en una realidad tangible y concreta. Si no lo
haces, te quedarás frustrado.
(Por completar…)