Resumen UNIDAD 6 Parte 2
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2. Noción de persona.
a. En San Agustín.
La noción de la persona se hace referencia la distinción de Dios. El concilio de Nicea no
distingue todavía con claridad la “hipóstasis” (era considerada como una excesiva separación) de
la “ousía” (esencia). Debido a esto Atanasio elimina en el año 360 la expresión “tres hipóstasis”
(tres sustancias). No es necesariamente arriana, como no es forzosamente sabeliana la formula
“una ousía” (una esencia).
Agustín, en su “Trinitate, ha reflexionado ya de manera bastante refleja sobre el término
“persona”. Los griegos hablan de una esencia (ousía) y tres sustancias (hipóstasis). Los latinos
de una esencia o sustancia, tres personas. Hay que preferir en latín el termino “persona” porque la
“sustancia”, es equivalente por la etimología a “hipostasis” se confundiría con la esencia, dado el
uso habitual de estas palabras en la lengua latina, lo que lleva como decíamos al principio a una
excesiva separación, en lugar de una simple distinción, entre los tres. Agustín siente que el
termino persona no es el adecuado, no se siente satisfecho, pero es el que introduce a la relación
entre la vida trinitaria, la necesidad fuerza a utilizar este término menos inadecuado que otros ya
mencionados.
Agustín nos ha dicho ya que, Padre, Hijo y Don (nombre propio del Espíritu Santo) son
términos relativos. Hablamos del Padre del Hijo, del Hijo del Padre, o del Don de los dos, con esto
demostramos que usamos términos relativos. Pero cuando decimos del Padre no hablamos del
Hijo, si no del Padre mismo. La consecuencia es que el concepto de persona no se predica en
relación a otro, sino “ad se”, es decir, “sobre si mismo”. La pluralidad en Dios venía de la relación,
y que no cabía el plural en todo lo que dice “ad se”. Agustín ha visto claramente que el plural en
Dios venia de las relaciones, pero el concepto de persona es para él un absoluto. Agustín no ha
tratado de definir directamente persona. Pero en este contexto señala que es algo singul.ar e
individual, “aliquid singulare atque individuum”.
b. En Boecio.
Boecio ha proporcionado la definición de persona que ha sido y sigue siendo el punto de
referencia obligado en la teología occidental: “la persona es la sustancia individual de naturaleza
racional”. La sustancia, es el sustrato del ser; pero ésta ha de ser individualizada, es decir, no
intercambiable por otra. La naturaleza raciona especifica aún más esta individualidad, es ahí
donde los hombre experimentamos la incomunicabilidad (es decir no podes transferir ese “don”).
Ricardo de San Víctor modifica esta definición y propone en su lugar “persona en la
existencia incomunicable de la naturaleza racional” ha eliminado la “sustancia”.
Nota sobre la dificultad de usar la definición de Boecio: si en la definición se habla de la
“sustancia”, se corre el riesgo de pensar que las tres personas EN Dios son tres sustancias o
esencias; se caería en un triteísmo. De ahí que se propone la sustitución de “sustancia” por
“existencia”, palabra que indica la esencia, “sistere”, lo que hay en uno, y a la vez la procedencia,
el “ex” (desde) del ser de cada uno.
La diferencia del modo de “existir”, viene del origen. Precisamente del diverso modo de
“existir” en relación a la procedencia o no procedencia. El Padre no procede de ningún, “existe” a
partir de sí mismo, Las otras dos personas proceden de él. El Hijo procede del Padre, y tiene a
otro que procede de él. El Espíritu Santo procede de otro y no hay nadie que proceda de él. Por
ello se define a la persona divina como “divine nature incomunicabilis existentia”. Dado que el
amor es tan determinante en el modo de explicar las procesiones, las personas divinas, a la vez
que por su modo de proceder, se caracterizan por el modo de su amor. En el amor esta la
diferencia, no la dignidad, ni el poder. El amor determina la irrepetibilidad. El amor, el modo,
podríamos decir, como se relaciona con otros; éste es elemento “incomunicable” más que la
sustancia. En la cualidad del amor se determina lo que somos.
El Hijo expresa la imagen del Padre, que es el que da el amor originariamente. El Hijo es
verbo, sabiduría, porque por él tenemos noticia del Padre, fuente de sabiduría. Al Espíritu Santo
se le atribuye propiamente este nombre, es el amor que es común a los dos. Con ello se muestra
que la unidad y la distinción en Dios no se oponen entre sí
4. Mutua inhabitación.
La perichoresis o ciscumincessioestas expresiones indican que las personas divinas no
son sólo en relación con las otras, sino también que están en las otras, que no se da entre ellas
solamente un “ese ad” sino también un “ese in” Un ejemplo claro lo encontramos en el nuevo
testamento cuando el Hijo no dice en el evangelio de Juan “Yo estoy en el Padre y él está en mí”.
Este ejemplo y muchos otros, dan lugar al desarrollo de la mutua inhabitación del Padre y el
Hijo. Esto se verá más enriquecido con la explícita mención del Espíritu Santo.
Dionisio Romano ve en la inhabitación mutua de las tres personas divina la garantía de la
Trinidad que se reúne en la monarquía del Padre.
El concilio de Florencia considera la perichoresis como la consecuencia de la unidad de la
esencia divina: “A causa de esta unidad el Padre está todo entero en el Hijo, todo entero en el
Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo
entero en el Padre, todo entero en el Hijo”.
La inhabitación de cada persona en las otras respeta ciertamente la “taxis”, en el orden de
las procesiones|, pero a la vez muestra igualdad radical entre ellas, la comunión perfecta en la que
cabe la distinción más que la diferencia. La inhabitación mutua es a la vez el elemento esencial
de esta unidad, constituida también por la interacción dinámica de las tres personas. La
inhabitación reciproca expresa y realiza en la máxima medida la unidad de las personas en su
distinción. Jn 17,21 los que creen en Jesús deben ser una solo cosa en el Padre y el Hijo. Desde
la encarnación de Cristo por obra del espíritu Santo, hasta la resurrección por otra del Padre en la
que no está tampoco ausente la intervención del Espíritu Santo.