Huna El Secreto Hawaiano - Serge Kahili King

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Serge Kahili King

Huna
El secreto hawaiano
 

URANO
Argentina – Chile – Colombia – España
Estados Unidos – México – Perú – Uruguay – Venezuela
 
 
 
 
’Jke ’ia e ka nui manu
Reconocido por muchos pájaros
 
A los alumnos de mis talleres de todo el mundo,
que me ayudaron a aclarar y pulir las ideas
ofrecidas en estas páginas
Agradecimientos

Mi gratitud se dirige especialmente, por orden, a mi querido amigo Alf


Lüchow, que no ha parado de animarme a escribir este libro; a mi amigo de
toda la vida y leal agente, John White, y a mi editora, Cynthia Black, a quien,
por fortuna, le gusta lo que escribo.
Contenido
Portadilla
Dedicatoria
Agradecimientos

Introducción
1. ¿Qué es huna?
2. Convertir los sueños en hechos
3. Diséñate a ti mismo
4. El Efecto Duplicativo
5. El poder de focalizar
6. Centrarse en el presente
7. Ama tu camino hacia el éxito
8. Extiende tu influencia
9. El misterio del dinero
10. El Restaurante del Universo
11. Los nervios de decidir
12. La Fórmula Maestra del éxito
Personalidades de la cultura hawaiana
Glosario
Créditos
Introducción

Huna es una palabra hawaiana que significa «secreto», más en el sentido de


conocimiento esotérico que de un secreto que no puede ser compartido.
Otro significado es «muy fino», como las partículas de polvo o las gotas de
espuma del mar. Más que algo que haya que guardar bajo llave, es algo
simplemente difícil de apreciar o reconocer. En el primer capítulo se
desvelarán más detalles sobre ello en tanto que sistema esotérico, por lo que
de momento bastará con saber que la expresión hawaiana Ka Huna se
traduce como «El Secreto», y se refiere a la sabiduría ancestral de convertir el
conocimiento interno en éxito externo.
Hace más de treinta y cinco años que soy un profesional de las
enseñanzas de huna y me dedico a compartir ese conocimiento con el
mundo. Una palabra estrechamente relacionada y a menudo asociada con
huna es kahuna, empleada en el argot norteamericano en la expresión big
kahuna, o máxima autoridad o jefe. Hay tanta controversia y malentendidos
con respecto a esta palabra que me gustaría aclararla aquí y explicar cómo se
relaciona con el estudio de huna.
Primero, un apunte sobre las convenciones lingüísticas: en hawaiano el
plural de kahuna es nākāhuna. En castellano, sin embargo, el plural puede
formarse añadiendo una «s» a las palabras, incluso en el caso de los
extranjerismos (por ejemplo, leis —guirnaldas de flores—, luaus —fiestas
típicas— y ukeleles —instrumentos de cuerda—). Así que, aunque no sea un
hawaiano correcto, para facilitar la lectura haré el plural de las palabras
hawaianas añadiendo una «s». Asimismo, al hablar hawaiano los hawaianos
emplean la pronunciación «Hawai’i», pero, en esta traducción al castellano,
verás que a lo largo del libro se emplea «Hawái», de igual modo que decimos
«Alemania» en lugar de «Deutschland», «China» en lugar de «Zhōngguó»,
«Viena» en lugar de «Wien», etcétera. De manera que se utilizarán las
convenciones castellanas al escribir la mayoría de las palabras hawaianas. Y
ahora volvamos a los kahunas.
De acuerdo con Lorrin Andrews, autor del primer diccionario hawaiano
publicado en 1865, kahuna es una contracción de kahu («cocinar»,
especialmente en un horno de barro) y ‘ana (una partícula de sustantivación
a partir de verbos). Así pues, el significado básico de kahuna es «una
cocina». Lo cual no tiene mucho sentido hasta que descubres que kahu
también significa «ocuparse de un horno o encargarse de la cocina». Desde
nuestro punto de vista, el pensamiento hawaiano ancestral era muy
simbólico o figurativo, y una palabra para un tipo de actividad o experiencia
podía aplicarse a otras actividades o experiencias simbólicamente
relacionadas. De modo que kahu, que en su origen hacía referencia al hecho
de ocuparse de un horno, se convirtió en un término genérico para ocuparse
de cualquier cosa. Sin embargo, otro origen posible de la palabra kahuna es
que es simplemente una combinación de kahu («ocuparse de») y na (una
partícula de formación de adjetivos sustantivados). En ese caso, una
traducción básica de kahuna sería «un cuidador».
Las lenguas cambian con el tiempo y en algún momento dado tanto kahu
como kahuna se convirtieron en sustantivos de significados ligeramente
distintos. La palabra kahu pasó a hacer referencia no sólo a los cuidadores,
sino a lo que ahora se conoce como «personal sanitario», así como a
administradores, regentes, pastores religiosos, señores y señoras de una casa,
dueños de perros y directores de clubes, asociaciones, órdenes y demás
grupos. La palabra kahuna, según J. S. Emerson, uno de los primeros
observadores de la cultura hawaiana, «da más idea de la relación profesional
del sacerdote con la comunidad».
Andrews define kahuna como «el nombre genérico aplicado a aquellas
personas que tienen un oficio, un trabajo artístico o que practican alguna
profesión», al que generalmente se añade un término calificativo como en:
kahuna lapa’au, un médico; kahuna pule, un sacerdote; kahuna kalai la’au,
un carpintero; kahuna kālā, un orfebre. Sin término calificativo alguno,
advierte, kahuna hace referencia al «sacerdote o la persona que ofrece
sacrificios». Mary Kawena Pukui y Samuel H. Elbert, autores del diccionario
moderno del hawaiano estándar, definen a un kahuna como «sacerdote,
hechicero, mago, brujo, ministro de una religión, experto en cualquier
profesión (sea hombre o mujer)», y añaden que, según las leyes del reino
hawaiano de 1845, los médicos, cirujanos y dentistas también se llamaban
kahuna.
En e People of Old [Los pueblos de antaño], Samuel Kamakau habla de
geólogos kahuna, kahunas de la geomancia, videntes kahuna, artistas
marciales kahuna, lanzadores de lanza kahuna, «y muchas más clases». En
Ruling Chiefs of Hawaii [Jefes gobernantes de Hawái], Kamakau describe a
un kahuna, Paka’a, que era un maestro de geología, percepción psíquica y
navegación. También describe a muchos artesanos kahuna elegidos por el
rey Kamehameha el Grande para encargarse del tinte, de la navegación, de la
fabricación de canoas, de las tablas de surf, de los cuencos y de muchos otros
trabajos de artesanía.
A partir de este breve repaso histórico y de la lectura completa de estas
referencias, unas cuantas cosas están claras sobre los kahunas:
 
♦  Eran los expertos del antiguo Hawái: expertos en religión, salud, artesanía, ciencia, psicología y
prácticas de magia de diversa índole.
♦  Kahuna era un título, como el de doctor en medicina o en otra especialidad, y se empleaban
palabras descriptivas adicionales para designar el campo de conocimiento.
♦  Al igual que el uso moderno de la palabra «doctor» a secas se entiende generalmente referido a
un médico, el término kahuna sin más calificativos aludía generalmente a un sacerdote o
sanador.
♦  Los kahunas se sometían a un entrenamiento intenso y arduo antes de ser reconocidos como
expertos en su campo, ya fuera por su profesor o por la comunidad.
♦  Algunos kahunas eran expertos en muchos campos.
♦  Los kahunas podían ser hombres o mujeres.
♦  Aunque anteriormente no se haya dicho de forma explícita, tras la lectura de las fuentes
previamente mencionadas queda claro que en la tradición hawaiana cualquier clase de kahuna
estaba siempre en sintonía tanto con el lado espiritual de su campo de conocimiento como con
el lado material.
♦  Durante la monarquía, el término kahuna acabó extendiéndose a aquellos extranjeros
reconocidos como expertos en sus campos, especialmente ministros religiosos y profesionales
de la salud.
 
Cuando Hawái pasó a ser territorio de Estados Unidos y destino turístico,
los visitantes descubrieron que al mejor surfista de la playa lo llamaban
kahuna nui he’e nalu, «maestro surfista consumado». Debido a su pericia
también era el líder de los surfistas, y éstos seguían sus consejos sobre tablas,
olas y la técnica en sí. El calificativo abreviado era kahuna nui. Esto pronto
se convirtió en la expresión «big kahuna» (es decir, «gran kahuna»), que
adoptó significados de «gran jefe» o incluso de «el más grande y mejor» en
cualquier área, incluidas las hamburguesas.
En la actualidad, a la palabra kahuna se le da un uso correcto e incorrecto
en muchos sentidos. Hay personas sin ningún conocimiento ni formación
en la tradición hawaiana que aseguran haber sido «iniciadas» como kahunas,
cosa de la que los hawaianos de antaño se habrían reído o que los habría
sorprendido. Algunos hawaianos temen la palabra porque la relacionan
automáticamente con la brujería, y otros afirman que sólo pueden ser
kahunas los hawaianos nativos. Algunos visitantes vienen a Hawái en busca
de un kahuna que (para ellos) sea un sanador psíquico, mientras que otros
vienen buscando un chamán.
¿Cómo sabes si alguien es realmente un kahuna? No hay reglas tajantes y
fijas, ni las ha habido nunca. Pero un profundo conocimiento y comprensión
de la cultura hawaiana parece indispensable para que la palabra tenga algún
sentido dentro de un contexto hawaiano. En el antiguo Hawái la prueba
decisiva habría sido el nivel propio de pericia en un campo determinado
importante para los hawaianos. El profesor es quien concede el título, por lo
que poder dar el nombre del profesor parece que también sería un factor. Así
pues, ¿qué es un kahuna? Simplemente un título que significa lo que creas
que significa. Si tropiezas con un o una kahuna, respétalo o respétala por lo
que puede hacer más que por el título. Y si esa persona asegura que el título
es de origen hawaiano, es de esperar que tenga ciertos conocimientos de la
cultura hawaiana y atesore sabiduría esotérica, se la llame huna o de otra
forma, y que mencione con orgullo a su profesor o profesora.
¿Necesitas un kahuna para aprender o utilizar huna? En absoluto. Huna
se basa en un conjunto de ideas que cualquiera puede aplicar a las
situaciones vitales. Estas ideas formaban parte de la cultura ancestral
hawaiana. Un kahuna especializado en un área vital que sea de tu interés es
posible que pueda ayudarte, pero, al igual que puedes aprender a llevar un
negocio sin ir a la universidad, puedes aprender a usar huna sin un kahuna.
A mí, mi tía Laka y mi tío Wana, de la familia Kahili, oriunda de Kauai,
me educaron al estilo tradicional kalakupua, o kupua para abreviar, un
primo hermano del «chamanismo». Fui hanai (un término hawaiano para la
adopción familiar autorizada) por esa familia como nieto de Joseph Kahili
en 1957. Mi último profesor, Wana Kahili, me concedió en 1975 el título de
kahuna kupua en Goleta Beach, California, basándose en los resultados de
más de veinte años de formación (incluido el tiempo que pasé con mi
padre). Como la mayoría de los que han recibido un honor similar, no tengo
un certificado que lo «demuestre» y, como fue una ceremonia privada, no
hay ningún testigo para dar fe de ello. Pero sé lo que sé, y sé cómo hacer lo
que hago. Eso me basta. Sin embargo, he dejado de utilizar el título de
kahuna. Uno de los aspectos que aprendí de la cultura hawaiana es evitar
ofender al prójimo si no es necesario, y a algunos hawaianos les ofende que
use el título de kahuna. De modo que soy Kahu para los miembros de mi
organización que quieren ponerme un título, «doctor King» para aquellos
que quieren hacer mención de mi doctorado en Psicología y «Serge» a secas
para el resto del mundo. Asimismo, tengo nombres hawaianos, pero honro a
mis padres biológicos empleando el nombre que me pusieron, y honro a mi
familia hawaiana empleando el suyo como segundo nombre cuando escribo
y doy clases.
Además de formarme con mi padre y con la familia Kahili, realicé un
aprendizaje chamanístico en África Occidental durante cerca de siete años
con un chamán africano. Al volver a Estados Unidos en 1971, empecé mi
formación kupua con mi tío hawaiano y en 1973 fundé Huna International
con el fin de compartir este conocimiento con el mundo. Bajo el nombre de
Aloha International, se ha convertido en una red mundial de sanadores,
profesores y alumnos de huna. Y por el camino he escrito una docena de
libros, todos ellos relacionados de un modo u otro con el conocimiento
huna.
Creo que descubrirás que las aplicaciones de huna proporcionadas en este
libro son las más prácticas para muchos de los objetivos de la mayoría de la
gente de cuantas he propuesto hasta ahora. Mi esperanza es que puedas
aplicar estas técnicas para hacer realidad tus sueños, utilizando la sabiduría
de huna para incrementar tus poderes mentales, corporales y espirituales.
1

¿Qué es huna?

Hu’ea pau ‘ia e ka wai


Todos rodeados por el agua que corre con fuerza
(Todo se revela, no se guardan secretos)
 
 
En las islas del Pacífico Sur, influidas por un mundo de mar y arena,
volcanes y palmeras, huracanes y brisas suaves, existe un sendero vital
extraordinario en ocasiones llamado «El Estilo Aventurero». Es un sendero
ancestral tan poderoso y tan práctico que en los tiempos modernos funciona
tan bien como lo hizo en el pasado remoto. Este estilo está basado en una
filosofía polinesia llamada Ka Huna, que significa «El Secreto».
Sin embargo, antes de describirla en detalle lo mejor es «hablar de la
historia», como dicen los hawaianos, a fin de introducir las ideas que
conforman la base de huna.

Lo nuevo es viejo y lo viejo es también nuevo


Corre el año 207 d.C. y un hombre de mediana edad, vestido con una
túnica de un blanco inmaculado hecha de corteza vegetal, se acuclilla en un
afloramiento de roca volcánica de cara al océano. De una bolsita de rafia
saca una piedra desgastada y tallada parecida a un pez, y la deja en la lava
negra. Habla a la piedra con una voz vibrante y de cántico, moviéndola en
diversas direcciones en respuesta a algún impulso interno del que sólo él es
consciente. Por fin, deja de salmodiar, se relaja y sonríe hacia el fragmento
de piedra que ahora señala hacia las montañas que tiene a sus espaldas.
Acto seguido se levanta y grita a los pescadores que han estado a la espera:
«¡Preparad las redes! Vendrán peces en abundancia cuando el sol toque el
kahiki-ku (el cielo de arriba) avanzada la tarde».
Corre el año 2007 y una joven con traje de chaqueta entallado se dirige a
una reunión importante. Con el cinturón de seguridad abrochado y
cómodamente sentada en el asiento de ventanilla del jet 777, hojea la
revista de la compañía aérea para pasar el rato. De pronto deja la revista,
consciente de un acontecimiento que va tomando forma a su alrededor.
Instantes después el avión da bandazos al atravesar una zona de
turbulencias, se encienden las luces que advierten de la conveniencia de
abrocharse los cinturones de seguridad y la voz del capitán anuncia que
todos permanezcan en sus asientos, porque les esperan turbulencias
considerables. La mujer inspira hondo con tranquilidad y despliega su
espíritu más allá de los límites del avión. Allí funde sus energías con las del
viento, le habla con dulzura y lo serena con su mente. En menos de dos
minutos toda turbulencia ha cesado, por lo que desvía la atención del viento
y vuelve a su revista.
 
Estas dos personas, separadas en el tiempo por casi dos mil años y
viviendo en culturas radicalmente distintas, tienen en común algo
importante: ambas practican huna y han aprendido a integrar sus siete
principios básicos en sus vidas cotidianas.

El primer principio:
 El mundo es lo que crees que es
De entrada, el hombre y la mujer del ejemplo anterior han aprendido que el
mundo responde a sus pensamientos con absoluta naturalidad. Su
experiencia personal es, de hecho, un reflejo exacto de cómo creen que es (ni
más ni menos que un sueño). Como practicantes de huna saben que este
sueño que llamamos realidad física lo producen las creencias, las
expectativas, las intenciones, los miedos, las emociones y los deseos. Para
cambiar el sueño, emplean el primer principio de huna para modificar las
«mentalidades» a voluntad, a fin de provocar unos efectos concretos bajo
diversas condiciones.

El segundo principio:
 No hay límites
Este principio de huna establece simplemente que en realidad no hay límites,
no hay ninguna separación real entre los seres. El hombre antiguo era capaz
de comunicarse con la piedra y a través de ésta con los peces del océano. Y la
mujer moderna pudo dejar su cuerpo en el asiento para fundirse con el
viento y luego volver sin la menor dificultad. Creer que no hay límites es una
forma de concederse a uno mismo una enorme libertad, pero su
consecuencia es la responsabilidad absoluta sobre las acciones y reacciones
propias.

El tercer principio:
 La energía fluye hacia donde va la atención
En el tercer principio, la energía fluye hacia donde va la atención, una
poética forma de decir que concentrar la atención en algo produce una
concentración de energía conectada con el objeto de atención, sea físico o
no. Y la energía así concentrada producirá un efecto creador según la
naturaleza de los pensamientos que acompañan la atención. El hombre que
estaba en la falda de roca volcánica se concentró en los peces con la
intención de influir en su dirección por el bien de la comunidad, y la mujer
del avión lo hizo en el viento con el propósito de eliminar las turbulencias
para su tranquilidad y la del resto de pasajeros.

El cuarto principio:
 El momento del poder es ahora
Tanto el hombre como la mujer del ejemplo actuaron de acuerdo con el
cuarto principio de huna, sabiendo que el poder existe únicamente en el
momento presente. Sin embargo, también sabían que este momento presente
es tan dilatado como su atención consciente presente. Así pues, su noción
del tiempo es totalmente distinta a la de la típica persona de hoy día. Como
no se puede actuar en el pasado ni el futuro, uno no debería desperdiciar el
tiempo en remordimientos pasados ni preocupaciones futuras, pero, a su
vez, desde el momento presente uno puede cambiar tanto el pasado como el
futuro.

El quinto principio:
 Amar es estar feliz con
Uno de los descubrimientos más trascendentales y profundos de aquellos
antiguos que crearon la filosofía huna es que el amor es la mejor
herramienta para una actuación eficaz. La palabra hawaiana para amor es
aloha, y su significado inherente es «ser feliz con alguien o algo y compartir
esta felicidad». En este sentido, el amor es tanto una actitud como una
acción. Así que el amor no es sólo un sentimiento o un comportamiento,
sino también un medio para el cambio. Para el practicante de huna, el amor
es un poder espiritual que aumenta a medida que el juicio y la crítica
disminuyen. Una intencionalidad verdaderamente amorosa es la fuerza
espiritual más poderosa que el mundo puede conocer. El practicante de
huna expresa el amor en forma de bendición, alabanza, reconocimiento y
gratitud. La separación reduce el poder y el amor reduce la separación,
aumentando, por consiguiente, el poder. El hombre antiguo estableció
contacto con los peces a través del amor, al igual que la mujer moderna
contactó con el viento.

El sexto principio:
 Todo el poder procede del interior
El sexto principio enseña que, en realidad, todo el poder proviene del
interior. Ni el hombre ni la mujer del ejemplo invocaron la ayuda de
ninguna fuerza externa para sus tentativas. Su poder no procedía de su
personalidad ni de su individualidad, sino de la chispa divina común que
saben que es la fuente de su propio ser. El poder y la energía de esta fuente
son infinitos, están en contacto con todo lo demás, siendo una parte integral
de la Fuente Primordial (o el nombre que sea que uno decida ponerle). Dado
que esta fuente está tanto dentro como fuera y nunca nos separamos de ella,
sólo tenemos que buscarla en nuestro interior.

El séptimo principio:
 La eficacia es el indicador de la verdad
Como eran sumamente prácticos, los antiguos practicantes de huna
desarrollaron este principio sumamente práctico de que la eficacia es el
único indicador válido de la verdad. La verdad absoluta llevada a su extremo
lógico se traduce como «todo es». Dado que a nivel humano esto
difícilmente resulta útil, el practicante de huna mide la verdad preguntando:
«¿Esto funciona?», y se siente, por tanto, libre para cambiar mentalidades,
alterar sistemas de creencias y crear o modificar técnicas a fin de lograr los
mejores resultados en una situación determinada. ¿Fue verdad que el
hombre antiguo habló realmente con la piedra y que ésta le contestó? Sí,
porque los peces aparecieron. ¿Fue verdad que la mujer se fundió realmente
con el viento y lo serenó con la mente? Sí, porque las turbulencias cesaron.
Para el practicante de huna, causa y efecto no son lo mismo que para la
persona de a pie de la sociedad moderna.
 
 
Huna es una filosofía ancestral y pragmática que nació de una observación
de la vida excepcionalmente aguda por parte de los kahunas del
conocimiento esotérico de la Polinesia. En la familia Kahili, esta filosofía
esotérica fue transmitiéndose desde las primeras generaciones, codificada en
las siete ideas fundamentales que acabo de explicar. Primero aprendí estas
ideas de mi tío hawaiano adoptivo a partir de palabras hawaianas concretas
y proverbios asociados. Cuando llegó el momento de compartir esta
sabiduría con el mundo moderno, condensé los conceptos en siete frases en
inglés que, a mi juicio, representaban los aspectos más prácticos de cada
principio para que los alumnos de hoy día empezaran a estudiarlos. Desde la
base de estos principios, el practicante de huna aprende rápida y eficazmente
a ver la realidad común de un modo extraordinario, a reconocer
acontecimientos extraordinarios en circunstancias normales y a crear nuevas
circunstancias a voluntad. Y la vida se convierte en una aventura
emocionante.

¿En serio los hawaianos utilizaban huna ?


Ha habido cierta controversia acerca de si los antiguos practicantes
hawaianos llegaron a emplear la palabra huna para describir sus estudios
sobre el conocimiento esotérico. Un escritor no hawaiano incluso ha
afirmado, escribiendo sobre la espiritualidad hawaiana, que huna no fue una
tradición hawaiana y que la palabra fue acuñada por Max Freedom Long,
quien en las décadas de 1940 y 1950 escribió varios libros sobre el
pensamiento esotérico hawaiano. Examinemos, pues, algunas fuentes locales
y no regionales para ver qué pueden decirnos sobre el origen de la palabra.
En primer lugar, con respecto a la idea de que Max Freedom Long acuñó
la palabra huna, éste basó su investigación en la edición de 1865 de A
Dictionary of the Hawaiian Language [Un diccionario de la lengua
hawaiana], de Lorrin Andrews. En dicho diccionario encontramos huna
definido como «ocultar conocimiento o sabiduría». Así pues, es obvio que
Max Freedom Long no acuñó el término. Sí manifestó, no obstante, que ésta
era la palabra que usaría para describir el sistema de conocimientos
esotéricos (o secretos) hawaianos tal como él lo entendía. De modo que al
margen de que uno coincida o no con la versión definitiva de Long del
conocimiento esotérico hawaiano, lo que está claro es que no inventó la
palabra ni su significado.
Pero la pregunta sigue ahí: ¿emplearon los hawaianos la palabra huna
para referirse a sus conocimientos esotéricos? Eso no es fácil de determinar
en una tradición oral, pero tras la introducción del lenguaje escrito unos
cuantos hawaianos eruditos dejaron constancia de ciertos detalles de sus
propias tradiciones. Tal vez ahí encontremos algunas pistas.
Muchos de los antiguos heiau, o templos, de Hawái contenían una
elevada estructura de madera llamada ‘anu’u, parcialmente cubierta de kapa,
o tela de corteza vegetal, y que era utilizada para las ofrendas y como lugar
desde el que los sacerdotes revelaban las palabras de los dioses. Cuando
anunciaban la revelación empezaban con la frase: «Que lo desconocido se
conozca». En ‘Ōlelo No’eau (aforismos), un libro de proverbios hawaianos de
la respetada estudiosa hawaiana Mary Kawena Pukui, encontramos la
misma frase en hawaiano: Ahuwale ka nane huna. La traducción de la propia
Pukui es: «Aquello que era secreto ya no está oculto».
Puede encontrarse otra referencia a huna en una fuente decimonónica.
Samuel Kamakau, un erudito escritor hawaiano de principios del siglo XIX
dijo: «En el Hawái antiguo contaban con expresiones proféticas y proverbios
ocultos (‘ōlelo huna, es decir, habla con significado secreto)».
En su libro Hawaiian Mythology, Martha Beckwith expone ideas que
arrojan luz sobre el significado de huna. Según sus fuentes hawaianas,
antiguamente existieron en su día doce islas sagradas cerca de Hawái, entre
las que el contacto era asiduo. Estas islas estaban habitadas por seres
espirituales, pero los humanos solían viajar hasta ellas con frecuencia (un
concepto muy chamanístico). Se dice que tenían la habilidad de moverse
bajo el mar, por el horizonte o de elevarse en el aire como una nube, según la
voluntad del espíritu líder. Tras los enormes cambios políticos y religiosos
que tuvieron lugar aproximadamente a mediados del siglo XIII, estas islas de
espíritus raras veces fueron vistas.
Una de las más famosas islas de espíritus se llama Kanehunamoku,
traducido normalmente como «La isla oculta de Kane». (En este sentido
Kane era una especie de espíritu creador.) Quizá «tierra del espíritu creador
invisible» sería una traducción más acertada. En el Hawaiian Dictionary de
Mary Kawena Pukui y Samuel H. Elbert, la frase po’o huna se traduce como
«misterioso, oculto, invisible, como los dioses», validando «invisible Kane»
como traducción. Todo esto es significativo, porque hay muchos relatos de
Kanehunamoku en los que los humanos viajan allí, adquieren
conocimientos esotéricos (en otras palabras, conocimientos artísticos y
artesanales hasta entonces desconocidos por los humanos) y vuelven para
compartir ese conocimiento con el resto de la humanidad.
En épocas más contemporáneas, la admirada Edith Kanaka’ole, una
famosa kumu hula, o maestra de hula, creó este cántico (seguido de mi
traducción):
 
E Hō Mai
E hō mai ka ‘ike mai luna mai e
‘O nā mea huna no’eau o nā mele e
E hō mai, e hō mai, e hō mai e
 
Concédenos
Concédenos el conocimiento superior.
El sabio secreto de los cánticos.
Concédenoslo, concédenoslo, concédenoslo.
 
Los hawaianos de antaño no solían nombrar los conceptos abstractos.
Mientras que, por ejemplo, hay un sinfín de palabras para denotar formas
concretas de conducta sexual, no hay ninguna palabra para «sexo» ni para
«sexualidad» como concepto. La que más podría aproximarse a eso en
hawaiano, sin inventar vocablos nuevos, sería ka mea ai, que se traduce
como «la cosa del coito». Asimismo no hay en hawaiano ningún término
general para la metafísica o el esoterismo. Mi tío hawaiano me contó que
«huna no es más que un apodo para ka ‘ike huna, el conocimiento oculto, o
ka ‘ike pō, el conocimiento del mundo interior. Lo usamos porque en inglés
es más fácil darle a ese conocimiento un nombre corto y bonito».
Tal como indican estas pocas referencias, no cabe duda de que los
hawaianos tenían un sistema de conocimientos y prácticas esotéricas.
También es evidente que empleaban la palabra huna para referirse a este
conocimiento de muy diversas maneras. Pero que llamaran huna a este
conjunto de conocimientos no está tan claro. A Max Freedom Long le
pareció práctico y a mi familia hawaiana también. Sé de familias hawaianas
que también utilizaban la palabra huna, mientras que otras emplean hoy día
distintos términos para describirlo. Los nombres son arbitrarios; el
conocimiento es real.

Los siete principios en proverbios


No hay duda de que los hawaianos practicaban el ka ‘ike huna, el
conocimiento esotérico consistente en usar el poder de la mente para influir
en la naturaleza y los acontecimientos. En los documentos escritos hay
abundantes referencias al respecto. Pero ¿practicaban lo que ahora llamamos
los siete principios de huna?
Se puede obtener un montón de información acerca de una tradición
cultural analizando sus proverbios, y en los proverbios hawaianos
recopilados por los investigadores encontramos muchos ejemplos de la
práctica de los principios. A continuación aparecen siete proverbios
relacionados con los siete principios, ordenados respectivamente, del libro
‘Ōlelo No’eau, de Mary Kawena Pukui.
 
1.  ‘A’ohe pau ka ‘ike i ka hālau ho’okahi («La totalidad del conocimiento no se enseña en una
única escuela»): una variante de la idea de que hay numerosas fuentes de conocimiento y
muchas formas de ver las cosas. La palabra hālau es, en realidad, un cobertizo alargado y
semidescubierto, usado en su día para guardar las canoas o como lugar de reunión para
actividades diversas, especialmente la enseñanza. En su uso más amplio también se refería al
grupo allí reunido. Hoy se utiliza casi exclusivamente para referirse a un grupo de hula.
Incluso en algo tan importante para la cultura como el hula, había muchos maestros y muchas
escuelas, cada uno de ellos con sus propias tradiciones y prácticas. Principio de huna
correspondiente: «El mundo es lo que crees que es».
2.  ‘A’hoe pu’u ki’eki’e ke ho’ā’o ‘ia e pi’i («Ninguna colina es demasiado alta para escalarla»):
una manera de decir que nada es imposible. Principio de huna correspondiente: «No hay
límites».
3.  He makau hala ‘ole («Un anzuelo que siempre atrapa peces»): se dice de alguien que siempre
consigue lo que quiere. El anzuelo fue uno de los principales símbolos de la atención sostenida
y se decía que un buen anzuelo era capaz de atraer a los peces incluso sin cebo. Esto es debido
a la idea dominante de que la focalización en un objetivo produce lo que hoy podríamos
llamar «una atracción magnética». Principio de huna correspondiente: «La energía fluye hacia
donde va la atención».
4.  Wela ka hao! («¡Hazlo ahora!»): literalmente, «¡Actúa cuando el hierro está caliente!» Es un
claro mensaje de que el poder para actuar está en el momento presente. Resulta interesante
observar que este concepto se basa en cómo está construida la lengua hawaiana. Sin tiempos
verbales de pasado ni futuro, y sin los verbos «ser» ni «estar», el pensamiento hawaiano
ancestral lo relacionaba todo con el presente, incluidos los recuerdos y las expectativas. De
modo que una frase como «Fui a Maui la semana pasada» se habría traducido como «Mi he
ido a Maui la semana pasada ya ha terminado». E «Iré a Kauai la semana que viene» sería «Mi
ir a Kauai la semana que viene aún no ha pasado». Semejante concepto no deja tiempo para la
culpa o la preocupación y es un ejemplo perfecto de la capacidad de los hawaianos, incluso en
la actualidad, de vivir el presente. Principio de huna correspondiente: «El momento del poder es
ahora».
5.  He ‘olina leo ka ke aloha («La dicha está en la voz del amor»): en Hawái la palabra aloha se
emplea generalmente como saludo, pero en realidad significa «amor». Sin embargo, a
diferencia de los conceptos de amor occidentales, aloha no tiene absolutamente ninguna
connotación negativa. El amor se evalúa, al estilo hawaiano, en función de lo amable que eres y
lo feliz que eres. Principio de huna correspondiente: «Amar es estar feliz con».
6.  Aia no i ka mea e mele ana («Deja que el cantante elija la canción»): un modo poético de
reconocer que el verdadero poder procede del interior. En todos los estamentos de la antigua
sociedad hawaiana, la autoridad de uno, en el área que fuese, estaba directamente relacionada
con su capacidad de demostrar la habilidad requerida en cuestión. Incluso un líder
preeminente como Kamehameha el Grande tuvo que demostrar su valía al atracar en uno de
sus dominios, siendo capaz de esquivar las lanzas que le tiraron unos guerreros locales. Los
antiguos hawaianos no reconocían el poder como hereditario ni se enzarzaban en hueros
rituales de iniciación. El individuo debe descubrir su propio poder. Principio de huna
correspondiente: «Todo el poder procede del interior».
7.  ‘Ike ‘ia no ka loea i ka hokua o ka ‘ale («Demuestra tus conocimientos de surf en la pared
de una ola»): en palabras de la experta hawaiana Mary Kawena Pukui: «No basta con hablar
de los conocimientos y las habilidades propias. Hay que demostrarlos». Si bien está
relacionado con el significado del proverbio anterior, este concepto es el que permitió que los
hawaianos adoptaran y adaptaran rápidamente cualquier cosa útil que les pasó por delante.
Por mencionar tan sólo unos cuantos ejemplos, convirtieron los himnos en una rica tradición
musical, la guitarra portuguesa en el ukelele y la destreza del pastoreo aprendida de los
vaqueros españoles en la mundialmente célebre subcultura del cowboy hawaiano, o paniolo.
Principio de huna correspondiente: «La eficacia es el indicador de la verdad».

La ética de huna
De vez en cuando la gente me pregunta por el aspecto ético de huna, porque
a primera vista los siete principios parecen amorales. Es decir, que a algunas
personas les molesta la aparente ausencia de pautas claras de conducta (de
obligatoriedad) de los principios.
Sin embargo, como corresponde al «conocimiento oculto», la ética está
implícita en los principios. Si se emplean con lógica, es inevitable actuar con
ética. Analicémoslos uno a uno desde esta perspectiva.

1. El mundo es lo que crees que es


Si aceptas que el mundo es lo que crees que es, consciente e
inconscientemente, entonces sólo cabe intentar cambiar tus creencias a
mejor, a fin de tener una vida mejor; después de todo, en realidad estamos
hablando de tu experiencia subjetiva del mundo, no de un mundo objetivo
imaginado. Te guste o no, lo único que tienes es una realidad subjetiva. Una
consecuencia fascinante de esto es que tu experiencia subjetiva te dirá
claramente por sí sola qué tal funciona tu sección mental. La vida te irá bien
en la medida en que tu pensamiento esté bien. No puedes esconderte de tus
creencias.

2. No hay límites
Si no hay límites, entonces el universo es infinito. A algunos científicos les
gusta especular sobre la existencia de múltiples universos y hasta múltiples
infinitos, pero no hacen más que jugar con las palabras. «Universo» significa
el conjunto de todo, e «infinito» significa eso, infinito. La idea de un
universo infinito da a entender que todo él está en todas partes y en todo
momento, lo que a su vez sugiere que cada parte del mismo es infinita. Y eso
da a entender que también tú lo eres. Lo que al final sugiere que, con un
aspecto u otro, siempre te topas contigo mismo; así pues, es conveniente
mostrarse amable con el vecino, porque el vecino eres tú mismo.

3. La energía fluye hacia donde va la atención


Si la energía fluye hacia donde va la atención, entonces la atención sostenida
(consciente o inconsciente) concede poder al objeto de atención. Piensa de
forma obsesiva en la enfermedad, y ésta se hará más presente en tu vida;
piensa en la felicidad, y serás más feliz; céntrate en lo que te falta, y las
carencias serán más evidentes; céntrate en la abundancia, y ésta abundará.
Naturalmente, si tu focalización es desigual, obtendrás resultados desiguales.
Vale la pena prestar atención a tu atención.

4. El momento del poder es ahora


Si ahora es realmente el momento del poder, entonces cada momento es una
oportunidad para cambiar tu vida a mejor. En cualquier momento libre de
consideraciones pasadas o futuras el cambio puede producirse al instante. Lo
más curioso de este concepto es que cuando la mente o el cuerpo tienen
semejante oportunidad avanzan automáticamente hacia la paz y la felicidad;
como si la ética estuviese ya incorporada. Por ejemplo, cuando tu mente está
totalmente en el momento presente y libre de cualquier pensamiento del
pasado o futuro, entras en un estado de serena confianza; cuando tu cuerpo
se halla en ese mismo estado, la falta de tensión emocional permite que tus
procesos naturales de curación se aceleren considerablemente, y cuando se
conocen dos personas sin ningún problema pasado ni miedo futuro, se
hacen amigas enseguida.

5. Amar es estar feliz con


Si defines el amor como la actitud de ser feliz con alguien o algo, entonces es
práctico aumentar tu afectuosidad. Los sabios antiguos que desarrollaron
estas ideas observaron el hecho curioso de que la felicidad aumenta mientras
la felicidad aumenta, lo que significa que para que siga existiendo tienes que
transmitirla. Esta felicidad no implica un tipo de felicidad atolondrada,
despreocupada, afirmativa y provisional. La palabra aloha (o amor), de la
que surge el principio, también incluye los conceptos de misericordia,
compasión, gracia, caridad y todas las demás bondades que se aglutinan bajo
el sustantivo «amor» (no incluye ninguno de los aspectos negativos). A
medida que practicas el amor, haces que éste aumente, al igual que también
aumenta la felicidad de todas las partes interesadas.

6. Todo el poder procede del interior


Si todo el poder procede del interior, entonces todo tiene la misma fuente de
poder; una idea que, por lógica, se deduce del segundo principio: «No hay
límites». La diferencia estriba en el modo y el ingenio con que se aplica. Sin
embargo, hay un aspecto del poder que con frecuencia se pasa por alto y es
importante recordar: el verdadero poder procede de la habilidad para
otorgar dicho poder. La energía hidráulica se obtiene usando la fuerza de la
corriente del agua para accionar máquinas que generen electricidad. El
poder político se obtiene usando el poder de una sociedad para autorizar a
individuos para dar órdenes o aprobar leyes. El poder no tiene un único
comienzo, final o fuente; cambia el foco sin parar. Cuanta más gente toma
conciencia de su poder para otorgar poder, más natural le resulta manejarlo
con cautela y usarlo en aras del bien común.

7. La eficacia es el indicador de la verdad


Si la eficacia sirve como indicador de la verdad, entonces el resultado de
nuestra experiencia fácilmente nos guiará hacia un comportamiento más
eficiente. Aprendemos a andar haciendo caso omiso de nuestros errores y
repitiendo nuestros éxitos. De hecho, la mayoría de nuestras habilidades y
conductas no las aprendemos por ensayo y error, como generalmente se da
por sentado, sino por el ensayo y la repetición de lo que nos sale bien. Esta
idea de eficacia está basada en la palabra hawaiana pono, un concepto de
bondad, exactitud, o de lo apropiado. En las culturas antiguas significaba el
mayor bien para el mayor número de personas, lo cual no estaba delimitado
por ciertas reglas arbitrarias, sino por la misma experiencia del éxito, la
prosperidad, la salud y la felicidad. En este sentido, pues, la verdad de tus
acciones quedará demostrada por los resultados que experimenten todas las
partes implicadas.
 
 
Según Funk and Wagnalls Encyclopedia [Enciclopedia Funk y Wagnalls], en
la historia de la ética «hay tres normas principales de conducta, cada una de
las cuales ha sido propuesta como el bien supremo: felicidad o placer; deber,
virtud u obligación; y perfección, el desarrollo más armonioso del potencial
humano». Tal como se ha apuntado anteriormente a grandes rasgos, la ética
de huna incluye las tres normas en la práctica de los siete principios.
2

Convertir los sueños en hechos

‘Eu kōlea i kona puapua; ‘eu ke kanaka i kona hanu


Un chorlito se mueve mediante la cola;
un hombre se mueve mediante el aliento
(Tu poder de acción está en ti mismo)

Los siete principios, hoy


La sabiduría huna puede aplicarse a cualquier cosa, pero está especialmente
indicada para la consecución de objetivos, alcanzar el éxito y convertir los
sueños en hechos. En este capítulo analizaremos cómo los siete principios de
huna pueden guiarnos hacia el éxito. Hablaremos del papel que ejerce el
poder personal a la hora de alcanzar nuestros objetivos y estudiaremos un
programa práctico para empezar cada nuevo día en consonancia con dichos
objetivos.
Primero me gustaría compartir contigo la palabra hawaiana para cada
uno de los siete principios de huna, además de un proverbio asociado que a
menudo utilizaba mi tío y profesor hawaiano, Wana Kahili. Cada principio
tiene una aplicación directa hacia la conquista del éxito.

1. El mundo es lo que crees que es


‘Ike significa «ver, saber, sentir, percibir, ser consciente de, comprender», y
en su forma activa ho’ike significa «enseñar, demostrar, explicar, revelar,
experimentar». En filosofía, impera la idea de que nuestro modo de ver el
mundo determina nuestra experiencia del mismo. A mi tío le gustaba decir:
Mamua ka ‘ike, mahope ka ‘ike («Primero percibimos y luego
experimentamos»), jugando con dos acepciones de la palabra.
En huna es fundamental la idea de que el uso hábil de la propia mente es
una forma tremendamente poderosa de incidir en el comportamiento físico
y emocional de uno. Y, al fin y al cabo, es ese comportamiento el que
determina la experiencia personal del mundo. Relacionando nuestro
comportamiento con nuestros pensamientos podemos descubrir los
patrones mentales que moldean nuestros hábitos, y cambiando
conscientemente nuestro pensamiento podemos cambiar nuestros hábitos.
Estos patrones nuevos de conducta provocarán respuestas nuevas en el
mundo que nos rodea; no hay separación entre nosotros mismos, nuestro
entorno y las personas que lo habitan. Aquellos que entienden estas
verdades ciertamente logran considerables hazañas, como Kamehameha el
Grande, que unificó el archipiélago de Hawái en un solo reino reconocido
por todos los principales poderes mundiales de su tiempo.

2. No hay límites
Kala significa «aflojar, desatar, liberar, soltar, perdonar». La idea principal es
que todos los límites son arbitrarios y el universo en sí es infinito. A mi tío le
gustaba decir: Ana ‘ole, ka pō, ke ao («El mundo interior y el exterior no
tienen límites»). En términos prácticos, lo que dice es que si el universo es
infinito, entonces cualquier cosa es posible si eres capaz de averiguar cómo
hacerla. Todo lo que haces repercute en el mundo que te rodea.
La inquietud moderna por la ecología se basa en la idea de que todo está
interconectado y de que no puedes cambiar nada aisladamente. Hagas lo que
hagas, afectará a otra cosa, y los cambios a tu alrededor te afectarán a ti
también. Cada vez está más aceptado que no podemos talar todos los
árboles, continuar arrojando al océano nuestros desechos ni seguir
contaminando el aire sin consecuencias graves para todas las formas de vida
de este planeta. Los meteorólogos alimentan esta idea cuando, siguiendo la
teoría del caos, afirman que el aleteo de una mariposa en Japón puede
producir una tormenta eléctrica en las montañas Rocosas. Como personas,
estamos acostumbradas a la idea de que el estado de nuestro entorno y
nuestro cuerpo puede afectar a nuestra mente, pero mucha gente sigue sin
aceptar la idea de que nuestro estado de ánimo puede afectar a nuestro
cuerpo e incluso a nuestro entorno. Los límites y las fronteras existen en
nuestra percepción, pero no necesariamente en nuestra experiencia. Ésta fue
la idea que tenía en mente el rey Kalākaua, el último rey de Hawái, cuando
se convirtió en el primer monarca de la historia en circunnavegar el globo.

3. La energía fluye hacia donde va la atención


Mākia significa «objetivo, propósito, proponerse o aspirar a, concentrarse
en». Mi tío decía: Mākia ke ali’i, ehu ka ukali («La concentración es el líder;
la actividad, el discípulo»).
¿Te has fijado alguna vez en que cuanto más te interesa una cosa, más
probabilidades tienes de hacer algo relacionado con ella? Puede que compres
un libro que ha recibido increíbles críticas, veas una película que un amigo
te haya recomendado encarecidamente, incluso que cambies tu estilo de vida
para agradar a tu nuevo novio o novia. Lo que sea que acapare tu interés
tenderá también a atraer tu energía emocional y física. Por otra parte, ¿te has
fijado también en que las cosas que dejan de interesarte se pierden entre los
bastidores de tu vida junto con las cosas que nunca te han interesado?
Cuanto más triunfa una persona, más dirige y mantiene la atención en
algo mediante una decisión consciente. No se limita a esperar a que algo
capte su atención; lo busca y lo capta con su atención. Cuando aprendas a
focalizar a voluntad y mantener la atención en algo durante el rato que
quieras, habrás adquirido una de las habilidades de eficacia más profunda
que el ser humano puede alcanzar. Duke Kahanamoku, la leyenda hawaiana,
mantuvo la focalización y ganó en natación tres medallas de oro y dos de
plata en las Olimpiadas de 1912, 1920 y 1924. Divulgó mundialmente el surf
como deporte, se convirtió en la primera persona en ser admitida en el
Swimming Hall of Fame y el Surfing Hall of Fame (organizaciones dedicadas
a reconocer y promocionar los deportes acuáticos), y fue sheriff de Honolulú
durante trece legislaturas seguidas.

4. El momento del poder es ahora


Manawa significa «tiempo, temporada, afecto, sentimientos». «El momento
del poder es ahora» es una traducción directa de la versión de mi tío: Noho
ka mana i keia manawa.
Tienes que reconocer que ni el pasado ni el futuro tienen poder alguno
porque no puedes tocarlos, saborearlos, sentirlos, verlos, olerlos ni
reaccionar a ellos de ninguna forma. A efectos prácticos ni siquiera existen.
«¿Cómo? —protestarás—. ¿Y qué hay de todas las cosas, buenas y malas,
que han moldeado mi vida? ¿Qué hay de las habilidades adquiridas y del
sufrimiento que he soportado, y de todas mis experiencias? ¿Y qué pasa con
todas las cosas que ocurrirán y para las que tenemos que prepararnos?
¿Cómo puedes decir que no existen?»
Ya, pero ahora mismo lo único que tienes son los recuerdos de todas esas
cosas; las habilidades, las penas y las experiencias. Y a lo que estás
reaccionando ahora es a los recuerdos, no al pasado en sí. Los recuerdos
existen en el presente y puedes modificar tu relación con ellos (cambiar tu
forma de pensar en ellos), y de ese modo cambiar su efecto sobre tu vida. En
cuanto al futuro, nadie (ni el mejor vidente ni el meteorólogo mejor
equipado) puede predecir qué pasará. La gente puede hacer suposiciones
lógicas o intuitivas, a veces acertará y otras se equivocará, pero nadie lo sabe
a ciencia cierta.
En realidad, todo se reduce a nuestras opiniones personales y
pragmatismo. Si crees que el pasado es inalterable y capaz de ejercer su
poder sobre el presente, entonces es fácil caer en una posición victimista sin
hacer esfuerzo alguno para cambiar. Pero si crees que el pasado, pasado está,
y que carece de poder, puedes darte la libertad de realizar cuantos cambios
quieras. Asimismo, si crees que el futuro está determinado o escrito,
entonces tendrás pocos alicientes para tomar las riendas de tu propia vida. Y
si aceptas cierta mezcla de predestinación y libre albedrío, entonces usarás tu
libre albedrío en aquellas áreas donde creas que lo tienes y no lo usarás en
aquellas donde creas que no. Piensa en el futuro como una pizarra vacía y
podrás autorizarte para intentar cualquier cosa. Ka’ahumanu, la esposa más
joven y favorita de Kamehameha el Grande, se dio este permiso cuando el
anciano rey falleció. Siguiendo la tradición, Kamehameha nombró heredero
del reino a Liholiho, su primogénito. Como quien no quiere la cosa,
Ka’ahumanu entró sola en la cabaña del rey justo antes de que muriera y al
salir anunció que el último deseo de éste había sido nombrarla reina regente
del trono (una especie de primera ministra). Fue tal su carisma que mantuvo
el control del reino sin opositores desde 1819 hasta 1832 e incluso nombró
sucesora a Kinau, hija de otra esposa de Kamehameha I.

5. Amar es estar feliz con


Aloha significa «amor, afecto, compasión, lástima, amabilidad, caridad», y
mucho más. Mi traducción del quinto principio está basada en el curioso
modo que tenía mi tío de formar un proverbio: Ke aloha, ke alo, ke oha, ka
hā («El amor [aloha] es estar en presencia de alguien o algo [alo],
compartiendo la dicha [oha], compartiendo la vida [hā]»). Sin embargo, la
verdadera formulación de esta expresión es del libro de Barry Kaufman (que
lleva el mismo título), que habla del empleo del concepto con niños autistas.
El amor incluye los estados activos de la amabilidad, el deseo, el
entusiasmo, la pasión y la excitación, así como los estados pasivos de la
felicidad, la compasión, la amistad, el cariño y la misericordia. Sea activa o
pasiva, la motivación amorosa induce a la acción que cambia o influye en las
cosas, y ésa es la esencia del poder. Podría decirse que el amor es eléctrico y
a la vez magnético, que busca y atrae. Es la fuerza impulsora que hace que
las cosas ocurran; la energía suave que disipa la resistencia. Fue esta clase de
amor la que llevó a la última reina de Hawái, Lili’uokalani, a abdicar del
trono bajo protesta en 1893 (en lugar de permitir el derramamiento de
sangre) cuando una fuerza armada, respaldada por el ejército
norteamericano, asumió el gobierno.

6. Todo el poder procede del interior


Mana significa «poder sobrenatural o divino, poder milagroso, autoridad,
poder». Mi tío enseñaba que Mai ka pō mai ka mana («El poder procede del
mundo interior»), refiriéndose a la fuente infinita que todo y todos
compartimos.
Este concepto nos habla de que no hay ningún poder fuera de nosotros;
ninguna persona, ser, objeto ni circunstancia que tenga poder alguno sobre
nosotros. Es por decisión y convicción propias que podemos actuar como si
los demás tuviesen más poder sobre nosotros que nosotros, pero el poder
para hacer eso también procede del interior. Dios (o como prefieras
llamarlo) no actúa sobre nosotros, sino a través de nosotros. Según este
principio, si tienes un sueño, tienes el poder de hacerlo realidad.
Naturalmente, también tienes el poder de dificultarlo. Las leyendas
hawaianas abundan en historias de hombres y mujeres de poderes externos
aparentemente escasos, que emplearon su poder interior para superar unas
circunstancias espantosas y alcanzar el éxito para ellos mismos y sus seres
queridos.
7. La eficacia es el indicador de la verdad
Pono, la palabra que representa el último principio, significa «bondad,
cualidades morales, procedimiento correcto o adecuado, excelencia,
bienestar, prosperidad, éxito, bienes, uso, objetivo». Mi traducción es fiel al
proverbio de mi tío: Ana ‘oia i ka hopena («La verdad se mide por los
resultados»).
¿Dirías que ha triunfado un hombre que ha llegado a la cima de su
profesión y que se ha dejado la salud por el camino? ¿Podría decirse que ha
triunfado una mujer que después de crear una familia sana y feliz acaba
deprimida y frustrada? Si conquistas el mundo, pero pierdes el alma, ¿es eso
éxito? Si medimos el éxito por los resultados y si no hay límites, entonces los
resultados que medimos deben incluir no sólo la consecución de objetivos,
sino las consecuencias de dichos logros. En otras palabras, hay que tener en
cuenta el aspecto personal, social y ambiental de cualquier tentativa para
determinar lo exitosa que es. Siguiendo la filosofía huna, en esas tres áreas es
más importante la armonía que el equilibrio. Así que mientras te esfuerzas
por alcanzar riquezas o reconocimiento, relaciones íntimas o de amistad,
salud o buena forma física, analiza cómo te afectan esos esfuerzos a ti
personalmente, a la personas que te rodean y al mundo circundante.
Cuando los resultados son buenos, son pono. A Maui, el famoso héroe de la
cultura hawaiana, hoy día también conocido como el «supermán hawaiano»,
le apasionaba la aventura por sí misma, pero siempre compartía el provecho
que sacaba de sus aventuras con el resto de la humanidad. Tradicionalmente
se lo asocia con la transmisión de los secretos del fuego, la agricultura y
muchos tipos de artesanía.

Poder y determinación
La filosofía huna y el poder personal están conectados de forma inextricable;
así pues, examinemos más de cerca ese importante concepto. Una mejor
comprensión del poder te permitirá usarlo del modo más eficaz y con la
mayor determinación.
La esencia del poder es la influencia. La influencia te permite hacer con
eficacia lo que quieres hacer, conseguir los resultados deseados y hacer que
los demás den el paso de ayudarte. La influencia incide en el poder ajeno
aun cuando no sea deliberadamente.
Todo tiene poder con aspectos tanto activos como pasivos. Una flor tiene
el poder activo de crecer, florecer y reproducirse. Es posible que tenga
también el poder pasivo de alimentar a una abeja o dar placer a un humano,
cosas ambas que aumentan su poder activo para crecer y reproducirse.
Quizá tengas el poder activo de realizar cierta tarea y también el poder
pasivo de inspirar con ella a otras personas.
Hay diversos tipos de poder:
 
1.  El poder de la energía (por ejemplo, de los elementos, la fuerza, las emociones, las
vibraciones).
2.  El poder del favor (por ejemplo, de dar o no conceder dinero, posición, prestigio, afecto,
castigo, protección, placer, etcétera).
3.  El poder de la intimidación (por ejemplo, la amenaza/acto violento o pérdida, manipulación
emocional, etcétera).
4.  El poder del conocimiento (por ejemplo, la habilidad, la información, la sabiduría).
5.  El poder de la autoridad (por ejemplo, la confianza en uno mismo o la seguridad de poder
acceder a otro poder).
6.  El poder de focalizar (como la decisión, la determinación, la motivación y el deseo).
7.  El poder de creer (como las suposiciones, actitudes y expectativas).
 
El poder personal es el poder de dirigir la propia vida de uno y asumir las
consecuencias de ello. Todos usamos el poder personal hasta cierto punto, y
la mayoría de nosotros aceptamos nuestra responsabilidad cuando éste
funciona como queremos. Sin embargo, un número relativamente pequeño
de personas quiere hacerse responsable cuando no funciona bien, y
relativamente muchas prefieren traspasar a alguien más la autoridad para
dirigir sus propias vidas. «Cuida de mí» parece un lema más popular que
«Ayúdame a cuidar de mí mismo». «No es culpa mía» es una muletilla más
común que «Cambiaré».
El poder personal no afecta únicamente al individuo; es posible que tenga
también consecuencias sociales y económicas. Tomemos el ejemplo de los
misioneros incidiendo en la cultura hawaiana; pese a que a los primeros
misioneros de Boston se les ha culpado de muchos de los problemas
sociales, políticos y culturales que ha padecido el pueblo hawaiano, al menos
una de sus políticas contribuyó a muchos de los éxitos de los hawaianos en
esas mismas áreas.
Cuando en 1820 llegaron por primera vez los misioneros a Hawái, lo
primero que intentaron fue convertir el hawaiano en una lengua escrita. Los
jefes del momento sabían, debido a sus interacciones con los exploradores y
mercaderes occidentales, lo valiosas y poderosas que eran la lectura y la
escritura, pero quisieron restringir el alfabetismo a la aristocracia. Los
misioneros, sin embargo, insistieron en que, o aprendían todos a leer y
escribir, o no aprendería nadie. Naturalmente, la motivación principal de los
misioneros era permitir que leyese la Biblia el mayor número posible de
hawaianos, pero después de que los jefes diesen permiso, la divulgación de la
lectura y la escritura fue imparable. Durante bastante tiempo, Hawái se
convirtió en la nación más alfabetizada del mundo, con más de ochenta
periódicos independientes creados en hawaiano solamente en Honolulú. Tal
vez la consecuencia más valiosa y duradera de proporcionar al pueblo
hawaiano el poder personal de leer y escribir fuera la conservación de logros
culturales hawaianos que, de otro modo, se habrían perdido para siempre.
El poder sin un propósito carece de sentido, y ningún objetivo puede
alcanzarse sin poder. Cuanto más grande es el objetivo, mayor es el poder,
pero a la inversa no funciona. No puedes acumular primero un poder
tremendo y luego disponerte a aplicarlo a un gran objetivo. Es el objetivo el
que expande el poder. Cuando el poder se emplea en aras del bien de
muchos, la persona que lo ejerce es recordada eternamente con cariño. El
rey más famoso de Kauai fue Manokalanipō. Según Abraham Fornander, un
investigador de la historia hawaiana, Manokalanipō «fue valorado por la
energía y sabiduría con que impulsó la agricultura y la industria, y realizó un
proyecto de irrigación largo y complejo, lo que llevó el cultivo a los páramos.
Ninguna guerra externa perturbó su reinado y las leyendas lo recuerdan
como la época dorada de esa isla». Para Manokalanipō su poder tenía un
propósito, y por ello es venerado y honrado incluso hoy día.
Es normal utilizar el poder para una autosatisfacción inmediata. Lo
hacemos cada vez que actuamos para aumentar nuestra comodidad, placer o
eficacia. Ir de tiendas es una expresión del poder personal, al igual que ir en
coche, jugar a algún juego o hacer el amor, pero el grado de influencia (y,
por tanto, el nivel de poder) manifestado en esos actos es relativamente
pequeño. Cuando incluimos a otros en nuestra expresión de poder personal,
ayudándolos a incrementar su influencia, nuestro propio poder aumenta.
Todos los grandes líderes religiosos, políticos, militares, económicos o
sociales han llevado, consciente o inconscientemente, esta idea a la práctica.
Asimismo, la mayoría se ha topado con dos problemas fundamentales
basados en una mala interpretación del poder.
El primer problema consiste en asociar erróneamente el poder con el
control. Este error, cometido con frecuencia, es la razón principal por la que
a mucha gente le da miedo el concepto de poder en general. De hecho, el
control no es más que una técnica para ejercer influencia, y no muy buena.
Para ser eficaz, el control requiere la amenaza o la certeza de un castigo, y la
respuesta a eso es siempre el miedo y la ira. En consecuencia, el empleo de la
técnica del control produce una resistencia natural a la misma.
Considerando superficialmente una situación, es posible que la técnica de
control parezca efectiva, ya sea en el seno familiar o en un Estado policial,
pero la resistencia subyacente funciona constantemente para anularla.
Incluso aunque la situación se prolongue durante muchos años, la técnica de
control producirá una consecución pésima de los resultados deseados. Más
adelante ahondaré en esto.
El segundo problema es utilizar el poder contra algo. Ejercer influencia
induce al cambio, pero el universo tiene una resistencia férrea al cambio que
ayuda a impedir que caiga en el caos. En toda forma de vida podemos ver
una interacción constante entre las fuerzas del cambio y la resistencia a esas
fuerzas. La tierra se resiste a los poderes del agua y el viento, los cables se
resisten al movimiento de electricidad a través de ellos y la gente se resiste a
reformas políticas que no le gustan. Asimismo, vemos intentos constantes
para reducir la resistencia a fin de facilitar el cambio, como el recorrido que
realiza la lava líquida; la forma de una gota de lluvia, que hace que se mueva
en el aire con más facilidad; la estructura de la fronda de una palmera, que
posibilita que pase más viento por entre sus foliolos sin causar daño; la
fuerza de un elefante, que le permite derribar árboles que le obstaculizan el
paso; las líneas aerodinámicas de un avión, que reducen la resistencia del
viento, y la modificación de un estilo de vida para adoptar cambios según las
circunstancias. Muy pocas veces vemos que el poder se emplee sistemática y
determinadamente para deshacerse de algo, excepto entre los humanos.
Algunas personas no se conforman con desarrollar su propio sistema
religioso o político; tienen que hacer que el suyo sea el único y destruir el
resto. Hay quien no quiere competir y quiere eliminar la competencia. El uso
del poder para combatir, someter o destruir deliberadamente otro poder
genera un estrés tremendo que sólo debilita ambas fuerzas.
El «poder sobre» o el «poder contra» son empleos ineficientes del poder.
Un uso mucho más eficaz es el «poder para», que es intrínsecamente
creador. Los dos primeros son intrínsecamente destructivos. En ocasiones, la
diferencia es tan sutil como un cambio de actitud, pero los resultados
pueden diferir enormemente. Por ejemplo, considerar la enfermedad como
un enemigo o como una conducta son dos enfoques curativos muy
diferentes. Si una enfermedad como el cáncer es percibida como un
enemigo, entonces el tratamiento puede adoptar un enfoque bélico, con
soluciones drásticas como la cirugía, las radiaciones y los fármacos como
armas para ganar la batalla. Además, cualquier tratamiento que carezca del
poder para eliminar o destruir el cáncer, o para revelar sus secretos, es
descartado por irrelevante, en el mejor de los casos, o como un fraude en el
peor. Por otra parte, percibir el cáncer como una conducta, o una
consecuencia conductual, lleva a la idea de que cualquier tratamiento que
cambie el comportamiento del cuerpo, la mente o el entorno puede ser útil,
y de que hasta podría incluir tratamientos que son armas según el enfoque
de la enfermedad como un enemigo. La principal diferencia es que la actitud
bélica produce un estrés en el cuerpo, la mente y el entorno mucho más
resistente que una actitud de pacífico cambio conductual. El resultado de
eso, como es lógico, es que en el segundo caso se aplica realmente más poder
a la curación y se necesita menos para vencer la resistencia. Éste es
simplemente un aspecto de la física de la energía. Dicho sea de paso, la
curación hawaiana siempre ha estado orientada hacia la relajación y el
fortalecimiento de cuerpo, mente y espíritu, y nunca hacia la lucha o
eliminación de la enfermedad.
En la naturaleza vemos abundantes ejemplos de rocas, plantas y animales
que siguen el sendero de la resistencia mínima. También lo encontramos en
los humanos, junto con lo que parece ser la práctica de seguir el sendero de
la resistencia máxima. Sin embargo, el sendero de la resistencia mínima
puede que salte tanto a la vista que para reconocerlo haga falta un cambio de
actitud radical. Aparentemente, una brizna de hierba tiene el poder de
penetrar en una placa de cemento, pero es evidente que no tiene fuerza para
realizar esta hazaña. Aunque tal vez no se trate en absoluto de penetrar en el
cemento. Quizá, utilizando el principio de que la energía fluye hacia donde
va la atención, se trate de que la brizna focalice toda su atención para
enviarla al sol e ignore totalmente el cemento. Tal vez, ante un amor
semejante el cemento simplemente se abra para dejar que penetre. Y tal vez
esta misma idea se aplique a nuestras vidas humanas. Es decir, que tal vez el
sendero de la resistencia mínima sea el sendero del amor. De ser así,
entonces nos da más poder y una mayor determinación mantener nuestra
atención en lo que queremos y no en lo que no queremos; menos en lo que
odiamos y tememos, y mucho más en lo que percibimos como el bien
supremo.

Un programa práctico
Ahora que has alcanzado una comprensión más completa del poder
personal, ha llegado el momento de aplicarlo orientado a la consecución del
éxito (sea lo que sea que eso signifique para ti). Tener éxito significa lograr lo
que quieres de la forma que quieres. Es tan importante tener una filosofía
del éxito como contar con ciertas pautas para poner esa filosofía en práctica.
A continuación tienes una secuencia de afirmaciones que uso cada
mañana para recordarme a mí mismo la filosofía, para despejar la mente y
tener claro mi objetivo, para estabilizar y armonizar mis sentimientos y
emociones, y para relajar mi cuerpo y cargarlo para las actividades de la
jornada. Me recuerdo a mí mismo los siete principios de huna de una forma
que me prepara para lograr mis objetivos a mi manera. Lo hago como si yo
fuese mi propio profesor. Si tengo un día ajetreado, puede que lo haga muy
brevemente, pero siempre que dispongo de tiempo me entretengo un rato.
Puedes hacerlo repitiendo las frases al estilo de un mantra, escribiéndolas en
un diario o mediante cualquier método que te vaya bien. Lo importante es
dedicar unos instantes antes de que empiece el día para prepararte para el
éxito que estás creando.
 
SÉ CONSCIENTE de que el mundo es lo que crees que es. Decide que tienes
el poder de triunfar.
 
A menos que puedas persuadirte de que tienes el poder de triunfar (de
que tienes la capacidad o el potencial), habrás perdido antes de empezar.
Puede que en este momento no tengas la experiencia, la destreza ni el
conocimiento para ganar, pero eso puede adquirirse. Sin embargo, el poder
de triunfar no es algo que puedas obtener fuera de ti mismo. Tienes que
creer que ya existe y está esperando para aflorar. La única forma de que
empieces a creer es ignorar todas las fuerzas interiores que intentan
hundirte, y decirte una y otra vez que el poder del éxito es real.
 
SÉ LIBRE, porque no hay límites. Date a ti mismo el derecho de triunfar.
 
Hay demasiadas personas que se limitan a sí mismas innecesariamente
porque tienen la sensación de que no merecen ser felices ni triunfar debido a
algo que hicieron o dejaron de hacer en el pasado. Si ése es tu problema,
perdónate a ti mismo y sigue adelante, o te verás eternamente constreñido
por las cadenas que tú mismo te has puesto. No importa que los demás
digan que no tienes derecho o incluso que sí lo tienes. No lo tendrás hasta
que te lo concedas a ti mismo.
 
FOCALIZA, porque la energía fluye hacia donde va la atención. Aumenta
tu deseo de triunfar.
 
El secreto de aumentar tu deseo de triunfo está en focalizar en los
beneficios del éxito y decidir que esos beneficios son realmente importantes
para ti.
 
ESTATE AQUÍ, porque el momento del poder es ahora. Que la voluntad de
triunfar empiece ahora mismo.
 
No puedes hacer nada ayer ni puedes hacer nada mañana. Únicamente
puedes hacer algo ahora mismo. Pero ese «ahora mismo» es como un país
extranjero para aquellas personas que se pasan la mayor parte del tiempo
instaladas en el pasado o en el futuro. Si no estás acostumbrado, centrarse en
el momento presente no es fácil. La forma de practicarlo es respirar
conscientemente, observar colores y formas conscientemente, escuchar
conscientemente los sonidos que te rodean y tocar conscientemente lo que
está a tu alcance. Y luego actuar conscientemente, aunque sea algo
insignificante, en la dirección que tú decidas. Es posible que resulte
interesante ir de visita al pasado y al futuro, pero aunque pudieras no
querrías vivir allí. Tu verdadero hogar está en el aquí y ahora.
 
ALÉGRATE, porque el amor es la fuente del poder. Disfruta y reconoce lo
bueno que es eso.
 
Si no estás contento, alégrate. ¿Cómo vas a hacer eso cuando están
pasando tantas cosas horribles? Pues bien, Frank Bettger, autor de Del
fracaso al éxito en los negocios, empleó la técnica de «finge hasta que lo
consigas», y le funcionó. Pero yo te proporcionaré un sistema más simple
que nos ha funcionado a mí y a miles de personas a las que he formado. Es
una técnica muy antigua, se llama «cuenta tus bendiciones». Se realiza
buscando activamente y sintiendo agradecimiento por todas las cosas
buenas que detectes. Esto incluye todas las experiencias positivas que hayas
tenido, por insignificantes que puedan parecer; todas las habilidades que has
adquirido, incluyendo andar, hablar y vestirte; toda la belleza y las maravillas
del mundo que te rodea; todas las buenas acciones ajenas que hayas visto u
oído. No estoy sugiriendo que hagas como si no hubiese cosas malas,
porque, al fin y al cabo, esto es una enseñanza práctica. Pero cuanto más
consciente seas de lo bueno, más fácil será lidiar con lo malo.
 
TEN CONFIANZA, porque todo el poder procede del interior. Confía
siempre en ti mismo.
 
No puedes confiar en que la gente haga siempre lo que tú quieres, porque
ellos tienen sus propias prioridades y pautas, que pueden coincidir o no con
las tuyas. No puedes confiar en que el mundo sea siempre como quieres que
sea, porque intervienen muchas fuerzas e influencias que quizá no estén
moviéndose en la dirección que quieres que vayan las cosas. Pero siempre
puedes confiar en que tienes el poder de cambiar lo que puedes cambiar, de
adaptarte cuando no puedas hacer cambios y de incrementar tus aptitudes
con el estudio y la práctica. Uno de los mejores pósteres que he visto en mi
vida fue el de un marinero que estaba en el mar, en su barco, con una
leyenda que rezaba: «No puedes controlar el viento, pero siempre puedes
ajustar la vela».
 
SÉ POSITIVO, porque la eficacia es el indicador del éxito. Espera siempre
lo mejor.
 
Algunas personas creen que hay que estar preparado para lo peor, para no
llevarse ninguna sorpresa desagradable. Eso plantea dos problemas: primero,
que por lo general se llevan igualmente sorpresas desagradables, y segundo,
que pocas veces se llevan sorpresas gratas. Otras personas evitan el
optimismo porque temen decepcionarse. Analicemos eso a fondo: la
decepción es estar descontento con cierto resultado. Así que estas personas
no prevén el éxito, porque a lo mejor sus planes no funcionan y entonces
quizá se sientan mal. Tienen tanto miedo de sentirse mal que prefieren no
sentirse bien.
La lógica de esto se me escapa. Sí, es posible que las cosas no salgan como
quieres y que decidas tomártelo a mal. ¿Y? Si todavía quieres ganar,
intentarás algo distinto y volverás a empezar. A menudo lo que digo es que
la gente no fracasa, fracasan los planes. La gente simplemente tira la toalla o
hace planes nuevos.
Se ha dicho (con mucho acierto, creo yo) que «la suerte se da cuando la
preparación y la oportunidad coinciden». Si no te preparas para triunfar, no
serás capaz de aprovechar la oportunidad cuando surja. Evidentemente,
podría producirse un desastre; por eso confías en que, cuando se produzca,
si llega a producirse, lo llevarás lo mejor posible, preparándote de la manera
que te parezca apropiada si vives en una zona proclive a los desastres o
tienes un empleo proclive al desastre. Pero si quieres triunfar en lo que sea
que te hayas propuesto, es mucho más importante estar preparado para el
éxito. Esperar lo mejor tiene además la doble ventaja de que te ayuda a estar
más relajado al tiempo que te da más energía que canalizar hacia el éxito.
 
 
Resumiendo este programa para triunfar: cada mañana, cuando estés aún en
la cama o nada más levantarte, date a ti mismo las siguientes instrucciones
(modificadas como te plazca), y piensa en cada una de ellas durante unos
instantes por lo menos antes de pasar a la siguiente.
 
♦  SÉ CONSCIENTE de que el mundo es lo que crees que es. Decide que tienes el poder de
triunfar.
♦  SÉ LIBRE, porque no hay límites. Date a ti mismo el derecho de triunfar.
♦  FOCALIZA, porque la energía fluye hacia donde va la atención. Aumenta tu deseo de triunfar.
♦  ESTATE AQUÍ, porque el momento del poder es ahora. Que la voluntad de triunfar empiece
ahora mismo.
♦  ALÉGRATE, porque el amor es la fuente del poder. Disfruta y reconoce lo bueno que es eso.
♦  TEN CONFIANZA, porque todo el poder procede del interior. Confía siempre en ti mismo.
♦  SÉ POSITIVO, porque la eficacia es el indicador del éxito. Espera siempre lo mejor.
3

Diséñate a ti mismo

‘Ohi ka manu o ke ao
El ave pescadora recoge a diario su cosecha
(La acción tenaz produce resultados)
 
 
¿Estás satisfecho con tu vida? ¿A veces desearías poder ser otra persona? No
te preocupes, lo serás.
Que la gente cambia es un hecho. Algunas personas dejan que otras
personas o circunstancias las cambien, y otras deciden cambiar solas a fin de
cambiar sus circunstancias.
Uno de los hombres más famosos de la historia de Hawái fue un jefe de la
Isla Grande llamado Lono. Era muy inteligente y hábil en muchos sentidos,
pero un defecto casi fatal de su personalidad era su predisposición a pensar
lo peor de la gente que estaba más cerca de él. Según una versión de su
historia, al enterarse de que otro líder estaba coqueteando con su mujer,
sospechó inmediatamente que ésta tenía una aventura amorosa y estuvo a
punto de matarla en un ataque de ira. Loco de remordimiento, el líder vagó
por la jungla, seguido por un criado fiel que lo ayudó a recuperar la cordura.
Más adelante le llegaron rumores de que este criado estaba conspirando
contra él y prohibió al hombre fiel que entrase en su casa. Acabó dándose
cuenta de lo que se estaba haciendo a sí mismo y a su liderazgo, y tomó
conscientemente la decisión de cambiar su forma de pensar y actuar. Pasó a
ser un marido afectuoso, amigo de su criado, un gobernante sabio y
compasivo, y el fundador de Makahiki, la celebración anual de acción de
gracias, de paz y de eventos deportivos que ha perdurado en Hawái hasta
hoy día.
En este capítulo te enseñaré un sistema de huna para diseñar
conscientemente tu propia personalidad. Naturalmente, esta idea es
contraria a lo que se enseña a mucha gente. Una de las ideas primitivas del
campo de la psicología (que un montón de gente sigue creyendo) es que tu
personalidad se define a cierta edad. Hay quienes dicen que a los siete años,
algunos dicen que a los cinco, otros dicen que en la adolescencia; digan lo
que digan, la estructura básica de tu personalidad se supone que queda
establecida a determinada edad, y no hay nada que puedas hacer para
cambiarla.
Pues bien, en huna esa idea no funciona. Lo cierto es que en cualquier
momento de tu vida puedes cambiar tu personalidad tanto y tan
profundamente como desees. Es posible que implantar el cambio no sea
fácil, pero los pasos son bastante sencillos. Echemos antes un vistazo más
detenido a lo que define una personalidad y lo que se necesita para
cambiarla.

¿Qué es la «personalidad»?
La personalidad es la suma de todos tus sistemas y patrones de pensamiento
y conducta. Reacciones emocionales, actitudes, hábitos, preferencias y
manías, fantasías, aptitudes y talentos, todo eso conforma tu personalidad. A
menudo los psicólogos hablan de la personalidad como un todo y
determinan distintos tipos de personalidad en los que la gente puede ser
clasificada. Carl Jung dividió los tipos de personalidad en cuatro grupos, y la
astrología los divide en doce. El eneagrama, otro modelo de tipos de
personalidad, los divide en nueve. Y he leído que otra teoría los divide en
treinta y tres. Sin embargo, todo esto son sistemas puramente arbitrarios.
Puedes establecer tantos grupos como desees, dividirlos como quieras y
sacar una conclusión que suene bastante razonable, pero siempre habrá
alguien que no encaje en el sistema.
En la estricta práctica, observando realmente cómo es la gente y cómo
actúa, descubrirás que cada individuo tiene un montón de personalidades.
La personalidad que sale a la luz en un momento determinado depende de
lo que esté haciendo y con quién esté. Este cambio de personalidad casi
siempre se desarrolla espontáneamente. A medida que la vida avanza,
descubrimos que en determinados casos funcionan determinados
comportamientos, mientras que en otros sitios o con otras personas
funcionan otros; según las necesidades, desarrollamos distintas formas de
reaccionar a distintos tipos de personas y situaciones.
Por ejemplo, es posible que adoptes una personalidad infantil cuando
estés con tus padres o en determinadas relaciones en las que sabes que un
comportamiento infantil te ayuda a conseguir lo que quieres. Cuando estás
con tu jefe, actúas de una forma concreta, y cuando estás con tus
compañeros de trabajo, quizá actúes de un modo totalmente diferente. De
hecho, en cada tipo de situación puedes exteriorizar una personalidad
distinta tan automática y espontáneamente (tan habitualmente) que en
ocasiones a duras penas te das cuenta de que has hecho un cambio de
verdad, aunque puede que hayas observado el cambio en otros. Tal vez hayas
notado ese cambio sutil, y a veces no tan sutil, que sufre un amigo o amiga
cuando va a ver a sus padres; tal vez tu amigo o amiga no parezca la misma
persona en ese ambiente. Esto pasa mucho porque con los padres interviene
un conjunto determinado de patrones, o hábitos de conducta. Cuando esa
persona está lejos del universo del hogar, no necesita ni emplea los mismos
patrones.
A estas variantes algunas personas las llaman «subpersonalidades», como
si fuesen meros apéndices de una personalidad básica más amplia o más
fundamental. Si bien es cierto que en algunas personas puede que se den
ciertas características comunes a todas sus variantes de personalidad, en
otras no es necesariamente así. Y me estoy refiriendo a personas a las que, en
general, se considera mentalmente sanas. Tengo una buena amiga que era
encantadora, amable, dulce y con la que uno se divertía mucho. Cuando se
enamoró de un buen hombre, yo me alegré mucho por ella y me imaginé
que su vida en común sería maravillosa. Pero, para sorpresa de todos, la cosa
no fue así. Al casarse, su personalidad cambió radicalmente. Empezó a tener
ataques de celos y se volvió grosera, crítica, desconfiada y exigente..., todas
las conductas que antes jamás había exteriorizado. Por alguna razón el
matrimonio sacó lo peor de ella.

Patrones de personalidad
Hay a quienes les gustaría echar la culpa a las experiencias del pasado
cuando ocurre algo así, pero en este caso el problema era mucho más
sencillo. Mi amiga tenía un patrón de personalidad con los amigos, el que
usaba conmigo y con su prometido. Pero para ella la relación entre marido y
mujer tenía un significado completamente diferente. Para esa relación tenía
otro patrón de personalidad, aprendido de su propia familia durante la
infancia, y no se parecía en nada a su patrón de amistad. Puede que el
problema fuese sencillo, pero, por desgracia, la solución no. Eso fue porque
no había uno, sino dos problemas, el primero de los cuales fue simplemente
que un conjunto distinto de expectativas generó un patrón de personalidad
distinto cuando pasó de estar prometida a casarse. El segundo problema fue
que ella se negó a renunciar a esas expectativas y fue, por tanto, incapaz de
cambiar el patrón. Que no se me malinterprete, por favor; no es que ella
fuese física, emocional o mentalmente incapaz de cambiar el patrón. Es que
se negó a dejar de ponerlo en práctica, y por eso era incapaz de hacerlo.
El tercer principio de huna nos dice: «La energía fluye hacia donde va la
atención». Y lo contrario es también válido: «La atención va hacia donde
fluye la energía». En el tema que nos ocupa, esto significa que cada vez que
actúas de una forma determinada refuerzas tus motivos para actuar así.
Sería un bucle ineludible si no fuera por el hecho de que siempre tienes el
poder de decidir conscientemente dirigir tu atención a otra parte,
debilitando así la conexión entre los pensamientos y la conducta. El
verdadero problema de mi amiga era que no quería buscar una alternativa,
no que no pudiese. Tenía un montón de estupendas relaciones
matrimoniales alrededor que hubiese podido utilizar como modelos para
actuar de otra manera. Por la razón personal que fuera, no quiso hacerlo de
ninguna otra forma y por eso tiene un matrimonio infeliz que ella misma se
ha buscado.

Puedes decidir cambiar


Ahí va un proverbio moderno: Si quieres cambiar tu vida, tienes que cambiar
tu vida.
Cambiar tu vida implica que cambies tú, porque el yo, consciente o
inconscientemente, está hecho de ti. Tu yo es lo que eres hoy; es la
combinación de tus pensamientos, sentimientos y acciones. No es dónde
naciste ni quiénes son tus padres, ni el color de tu piel ni la lengua que
hablas, ni la educación o preparación que puedas haber recibido o no,
aunque es posible que éstas y otras cosas influyan. Es más bien todo lo que
eres por dentro y todo lo que ofreces al mundo. Y puedes cambiar cada uno
de sus componentes.
La personalidad es un patrón adquirido compuesto de cantidades
relativamente pequeñas de tu potencial para pensar, sentir y actuar. Puedes
mantener lo aprendido, modificarlo o crear algo completamente nuevo.
Hay un montón de precedentes conocidos en los que se ha hecho esto
conscientemente. En ocasiones los buenos actores diseñan conscientemente
para un personaje una personalidad tan bien hecha y tan definida que se
meten en ella como si se cambiaran de ropa. Algunos de ellos se meten en
un personaje y nunca salen de él. John Wayne era uno de esos actores.
Puedes advertir la diferencia entre sus apariciones en algunas de sus
primeras películas y aquello en lo que después se convirtió. En su caso, poco
a poco fue creándose una especie de estereotipo de John Wayne, basado
probablemente en su personaje en La diligencia, y lo vivía en la pantalla y
fuera de ella. Lo hacía tan bien que prácticamente cualquiera podía imitarlo,
incluso mal, y el público reconocía al instante el personaje de John Wayne.
Angelina Jolie es un buen ejemplo de una actriz que ha desarrollado
diversos personajes en los que puede meterse cuando lo necesita. Está el
perfil de poli entregada de El coleccionista de huesos y Vidas ajenas; la mujer
alocada de Inocencia interrumpida y 60 segundos; la aventurera intrépida de
Tomb Raider y Sr. y Sra. Smith; el perfil de seductora en Alejandro Magno,
Beowulf y Pecado original, y perfiles únicos para ocasiones especiales, como
su papel en Un corazón invencible.
La adopción de diversos personajes forma parte del trabajo de un actor,
naturalmente, pero cada cual crea, por casualidad, distintas personalidades
para circunstancias diferentes, sin ningún conocimiento consciente ni
intención. Sus personajes surgen como un patrón de reacciones a los
acontecimientos, a las opiniones, ideas y acciones ajenas, antes que como
fruto de una clara percepción propia y de lo que se quiere lograr.
Las personalidades suelen crearse inconscientemente, pero lo que puede
hacerse inconscientemente puede hacerse conscientemente, y en general
mejor, con más conocimientos y técnicas. Lo más probable es que tu
personalidad actual se crease inconscientemente, y si ha llegado el momento
de hacer un cambio, esta vez puedes crearla conscientemente.

El cambio interno produce un cambio externo


Siempre que hagas un cambio en tus creencias que incluya un cambio en tu
forma de reaccionar al mundo o de pensar sobre ti mismo, estarás
produciendo un cambio en tu personalidad que alterará tu experiencia. Tu
vida habrá cambiado porque tú mismo habrás cambiado. También la gente
te tratará de otro modo e incluso tu entorno parecerá modificarse. Deja que
te guíe por un ejercicio que demostrará precisamente lo sencillo y profundo
que puede ser esto.
Dondequiera que estés mientras lees esto, echa un vistazo a lo que te
rodea. A continuación sigue cada uno de estos pasos, tomándote al menos
un minuto en cada uno.
 
1.  Imagina que eres un interiorista (si estás a cubierto) o un paisajista (si estás al aire libre).
¿Cómo podrías rediseñar el espacio en que te encuentras?
2.  Imagina que eres un carpintero. ¿Cómo crees que está organizado el espacio y qué cambiarías
(si estás a cubierto)? ¿O qué construirías si tuvieras que construir algo (si estás al aire libre)?
3.  Imagina que eres un agente inmobiliario (estés a cubierto o al aire libre). ¿Qué características
señalarías delante de tu cliente?
4.  Imagina que eres un pintor artístico. ¿Cómo pintarías el espacio en que te encuentras?
 
Al hacer el ejercicio notarás una serie de cosas muy importantes. Primero,
a medida que avances habrá determinados aspectos del espacio que te
llamarán la atención y otros que no, y eso cambiará de un paso a otro.
Segundo, cada ámbito lleva implícito un vocabulario especial, un grupo
determinado de conocimientos asociados y un conjunto específico de
suposiciones y expectativas que permite que se contemplen diversas
acciones que no se encontrarían en otros ámbitos. Tercero, cuanto más rato
estés en un ámbito particular, más conocimientos e ideas se te ocurrirán
relacionados con el mismo. Conforme te identifiques con distintos
conjuntos de suposiciones e información, tu personalidad irá modificándose
en consecuencia.

¿Ha llegado el momento de un nuevo personaje?


Antes de continuar definamos algunos términos. Aunque las palabras
personalidad y personaje pueden intercambiarse, en lo que concierne a este
asunto utilizaré personalidad para referirme a una creación inconsciente y
personaje para referirme a una creación consciente.
Sigamos: las personalidades y los personajes se parecen mucho a los
ámbitos profesionales que hemos utilizado anteriormente, porque los dos
consisten en patrones de pensamiento, sentimientos y comportamiento. La
única diferencia es que las personalidades y los personajes pueden aplicarse
dentro de un marco profesional, del mismo modo que un actor puede
representar un papel específico con un personaje específico. De ahí que John
Wayne pudiese hacer de cowboy o poli duro-pero-de-corazón-blando, y
Angelina Jolie de mujer emocionalmente inestable o aventurera intrépida. El
personaje define la naturaleza del papel, y no al revés.
Si estás obteniendo los resultados deseados en todas las áreas de tu vida,
entonces lo que sea que estás haciendo funciona. En tal caso, lo único que
podrías plantearte es adquirir más conciencia de lo que haces. Cuanto más
consciente seas de los patrones que te funcionan, más fácil te será afinarlos si
quieres. O, si ni siquiera necesitan ser afinados, por lo menos podrás
compartirlos más fácilmente con los demás.
Si no estás obteniendo los resultados deseados, es que una parte de tu
plan de autosuperación debería ser el diseño de uno o más personajes.
Una pregunta que seguramente te surgirá cuando te plantees crear un
personaje es si esto no es fingir; al fin y al cabo, los actores no hacen más que
fingir que son otras personas, y aparentar que eres algo que no eres en la
vida real es deshonesto. Es una pregunta razonable, pero está basada en un
supuesto erróneo. No estoy hablando de crear un personaje falso. John
Wayne creó un personaje cinematográfico y le gustó tanto que lo convirtió
en su personaje vital. Y aunque John Wayne no fuese siquiera su nombre de
pila y se inventara su personaje, se convirtió en él tras la práctica deliberada.
Aun así, John Wayne no era una persona falsa.
Te diré algo que quizá te sorprenda: no hay nada sagrado en el conjunto
de pensamientos, sentimientos y comportamientos que has ido acumulando
a lo largo de tu vida y con los que te identificas en la actualidad. Tú eres
sagrado, como ser humano concreto, pero tu colección de pensamientos,
sentimientos y conductas no lo es. No son más que cosas que has aprendido
a hacer al azar (excepto aquellas cuya adquisición has practicado
intencionadamente, por supuesto). Lo que no puede cambiarse es sagrado,
no porque no debiera cambiarse, sino porque no se puede. La realidad de tu
existencia no puede cambiarse. Tu experiencia sí.
La técnica del haipule
Lo primero que necesitas es una técnica específica. Una técnica general de
huna para crear el cambio es haipule, una palabra hawaiana que significa
«oración, bendición o hechizo». Sin embargo, esa definición del diccionario
no es del todo exacta. En realidad, es un procedimiento para organizar y
reforzar los pensamientos, sentimientos y conductas basado en la sencilla
teoría de que, si tú cambias, puedes cambiar tu experiencia. Si bien el haipule
puede aplicarse a cualquier cosa, aquí lo usaremos para diseñar tu propio
personaje.
El secreto del haipule está en sus cuatro raíces básicas: ha-i-pu-le.
Traducidas a efectos de esta técnica, significan «activar», «verbalizar»,
«mentalizarse» y «materializar».

Activar
Aumentar tu energía disponible ayuda a estimular tus órganos, fortalecer tus
músculos, nutrir tus células, calmar tus emociones, avivar tus sentimientos y
despejar tu mente. Las formas más habituales de hacerlo son respirando,
bebiendo agua, comiendo y haciendo ejercicio. Los resultados más rápidos
se obtienen respirando más profundamente, y puedes intensificarlo más
incluso usando la atención. Intenta esto un momento:
 
1.  Encuentra algo (lo que sea) en tu entorno que parezca tener mucha energía. Son buenas
opciones contemplar o escuchar las olas del mar, observar los efectos del viento o sentirlo en
tu cuerpo, escuchar música electrizante, ver deportes activos, saltar en una cama elástica o
percibir cualquier clase de vibración fuerte. Si no hay otra opción, puedes mirar una fotografía
o vídeo de algo cargado de energía.
2.  Mientras tu atención está puesta en la fuente de energía, inspira hondamente de cinco a diez
segundos e imagina que estás inspirando la energía de esa fuente.
3.  Luego exhala de cinco a diez segundos, e imagina que esta energía va a parar a un sitio especial
de tu cuerpo en el que estará disponible durante lo que queda de ejercicio. Podría ser tu
cerebro, corazón, ombligo, columna vertebral o cualquier otro sitio que te guste.

Verbalizar
Las palabras son útiles para ayudar a dirigir o redirigir nuestra atención. Por
sí mismas tienen muy poco poder, a pesar de todas las tonterías
descomunales escritas en sentido contrario. Sin embargo, dirigir o redirigir
la atención puede producir efectos potentes, debido al tercer principio de
huna: «La energía fluye hacia donde va la atención». Y las palabras pueden
desempeñar un papel útil a este respecto. Evocan asociaciones, las
asociaciones despiertan recuerdos y los recuerdos influyen en el
comportamiento. Durante un minuto prueba uno de los siguientes
ejercicios:
 
1.  Di palabras de elogio o admiración relacionadas con el personaje que quieres crear. Esto
podría dar lugar a frases como «Me encanta», «Es bueno», «Es maravilloso» o cualesquiera
palabras que te parezcan oportunas.
2.  Di palabras que declaren que tienes, tendrás, mereces o quieres el personaje que deseas.
3.  Di palabras que indiquen lo que quieres que ocurra. Por ejemplo: «Tráeme eso», «Créalo para
mí», «Haz esto o lo otro». Que no te preocupe a quién o a qué diriges las instrucciones, porque
en realidad eres tú mismo.

Mentalizarse
Algunas personas creen que la visualización es la única forma de utilizar tu
imaginación. Lo cierto es que la imaginación puede aplicarse a cualquiera de
tus sentidos. Puedes imaginarte viendo, oyendo, oliendo, saboreando y
tocando, y sensaciones como la presión, el calor, el frío, la aspereza, la
suavidad y el cosquilleo. Cualquier cosa que puedas experimentar también
puedes imaginártela. Y si eres capaz de hacerlo con la suficiente viveza, es
decir, con la suficiente atención sostenida, tu subconsciente aceptará lo que
te imagines dándolo por válido igual que con cualquier experiencia externa.
Esto, por sí solo, no garantizará que consigas lo que te imaginas, pero
combinado con el resto de la técnica del haipule aumentará enormemente
las probabilidades. Prueba estas variantes durante un minuto cada una:
 
1.  Planificación. Utilizando todos tus sentidos, imagina cómo quieres ser o cómo quieres que
sean las cosas, con todo detalle, como si estuvieses trazando un plan de acción.
2.  Recuerdo. Usando todos tus sentidos, recuerda con la mayor precisión posible cualquier cosa
que hayas hecho con anterioridad que se parezca a lo que ahora quieres, o cualquier cosa que
alguien haya hecho que se parezca a lo que ahora quieres.
3.  Fantaseo. Utilizando todos tus sentidos, crea una fantasía simbólica del personaje que quieres,
con la mayor precisión posible. Concédete la libertad de hacerlo tan exagerado, increíble,
extravagante e irreal como puedas. En este paso el detalle sensorial es más importante que el
realismo.
Materializar
Aquí es donde haces algo físico que está directa o simbólicamente
relacionado con el personaje que quieres. Por ejemplo, si quieres desarrollar
una personalidad de más orientación social, podrías comprarte o ponerte
una prenda de ropa que se ajuste a tu nueva imagen. O, si quieres tener un
personaje alegre y lleno de vitalidad, podrías hacer un álbum de recortes de
fotos con gente de fiesta y escribir tu nombre junto a las personas más
alegres. Recuerda, no obstante, que en un momento dado habrá que sustituir
el simbolismo por la acción real.
 
 
Ahora que conoces la técnica, la pregunta siguiente es cómo aplicarla para
diseñar tu propio personaje. Necesitas un sistema.
Dado que, según el segundo principio de huna, todos los sistemas son
arbitrarios, deja que a modo de pauta te dé uno basado en conceptos
hawaianos que puedes modificar o ampliar como te plazca. En este sistema
puedes centrarte en diseñar tres yos: tu yo físico, tu yo emocional y tu yo
mental. Para este ejercicio trataremos cada uno de estos aspectos por
separado.

Diseñar tu yo físico
El «yo físico» hace referencia a tu estado de salud, tu energía, a lo bien que
funciona tu cuerpo y a tu aspecto. Utilizando la técnica del haipule puedes
realmente diseñar o rediseñar tu yo físico.
Mucho tiempo atrás asistí a un taller, la clase de taller en el que te levantas
y hablas de ti mismo delante de todo el mundo. Durante la segunda jornada
se creó en el taller un montón de energía emocional positiva, debido a unos
ejercicios sencillos de respiración y relajación mezclados con la ausencia
total de críticas. En un momento dado, el orientador pidió a una joven que
subiera al estrado. De pelo largo y rubio y poco agraciada, tendría dieciocho
o diecinueve años. Habló en público desde el estrado y dijo que se sentía
poco atractiva, más que eso incluso: fea. No era fea, aunque guapa tampoco,
de eso no hay duda. La propuesta del orientador era usar lo que la gente
decía en público como medio para ayudar a liberar el pensamiento limitado.
Así que como esta joven dijo que creía que era fea, le pidió que dijese: «Soy
guapa». Lógicamente, al principio a ella le costó mucho hacerlo y se puso
como un tomate. Pese al mal trago, él la tuvo allí arriba repitiendo esto una y
otra vez. Su intención, tal como explicó después, era únicamente ayudarle a
familiarizarse con la idea, nada más. Sin embargo, conforme fue repitiendo
esta afirmación una y otra vez, de pronto el público soltó un grito de
asombro. Sin darse cuenta la joven se había enderezado, su cara había
empezado a resplandecer y, cosa increíble, se volvió guapa.
En aquella mujer se produjo una auténtica transformación. Fue como si
una especie de ola hubiese pasado por su cara, porque se volvió guapa de
verdad. Después mucha gente se preguntó en voz alta por qué no habían
reparado antes en esa belleza. La respuesta es que era por lo que ella antes
había proyectado. Lo que pensaba de sí misma influía en cuantos la
rodeaban. No sólo actuaba como si fuese poco agraciada, sino que todos los
demás la veían como ella se veía a sí misma. Pronunciar estas dos sencillas
palabras: «Soy guapa», afectó a su subconsciente y eso afectó a las
percepciones subconscientes de los demás. Puedes pensar en ello como una
influencia telepática o una respuesta emocional; la verdad es que da igual. Lo
que importa es que la forma en que te perciben los demás tiene menos que
ver con tu verdadero aspecto físico que con lo que piensas y sientes sobre tu
persona. Y si crees honestamente que eres guapa, da igual cómo hayas
llegado a creerlo, así te percibirán. Por cierto que durante el resto del taller y
después esa joven se hizo sumamente popular.
En el lenguaje del haipule, esta transformación en el personaje incorporó
los cuatro aspectos:
 
♦  Activar: había una buena concentración de energía emocional positiva y el deseo de cambiar
por parte de la chica; de lo contrario, no habría estado en el taller.
♦  Verbalizar: al principio su afirmación le parecía tan increíble que después de varias
repeticiones dejó de oponer resistencia consciente.
♦  Mentalizarse: probablemente, mientras hablaba, fue estimulando recuerdos que tenía de
mujeres hermosas.
♦  Materializar: estaba en el estrado, declarando que era guapa ante un grupo de observadores, y
la reacción de éstos reafirmó su nueva autopercepción.
 
Todos los elementos del haipule estaban en la experiencia de esta mujer,
salvo la intención consciente. Pero recuerda: todo lo que puede hacerse
inconscientemente puede hacerse conscientemente.

Diseñar tu yo emocional
Una de las grandes falacias que cree la gente es que eres lo que sientes, y es
muy difícil cambiar un patrón emocional mientras te identifiques con ese
patrón. Parte del problema, naturalmente, es social, y a veces también está
en el encasillamiento terapéutico: «Es un hombre iracundo»; «Ella tiene una
personalidad ansiosa»; «Es un maniaco-depresivo». Cuando empiezas a
ponerte esa clase de etiquetas, agravas el problema.
En realidad, no son más que patrones de conducta, casi siempre
desarrollados inconscientemente para hacer frente a algún problema de la
vida sin aparente solución. Con una intención consciente y un
procedimiento estructurado como el haipule, cualquier patrón de conducta
emocional puede ser modificado o reemplazado. ¡Atención! No te prometo
que tenga necesariamente que ser fácil ni breve, pero puede hacerse y a
menudo es más fácil y rápido de lo que te imaginas.
Para empezar, tienes que decidir qué clase de patrón quieres crear en
lugar del que tienes. Por diversas razones, durante mi época adolescente
desarrollé inconscientemente una tremenda falta de confianza en mí mismo,
que se agravó con la muerte de mi padre. Debido a mi capacidad innata para
actuar, fui capaz de poner buena cara, pero por dentro temblaba como la
gelatina, haciendo lo imposible para evitar cualquier verdadero desafío a mi
autoestima. En consecuencia, en mi último año de instituto tenía el billar
como asignatura principal y de una clase de sesenta y cinco quedé en la
posición sesenta y cuatro. (Me esforcé con ahínco para ser el último, pero ni
siquiera era lo bastante bueno para hacerlo tan mal.) Logré acceder a la
universidad, y pese a mis deseos de cursar estudios superiores, me
especialicé en tenis de mesa extracurricular y mi primer año fue un fracaso
estrepitoso. Mi vida había tocado fondo y era preciso un gran cambio. En mi
libro La curación instantánea doy un montón de detalles sobre lo que
ocurrió a continuación, así que no los repetiré aquí. Baste con decir que
sabía que no podía hacer yo solo los cambios que necesitaba hacer, por lo
que me enrolé en el Cuerpo de Marines de Estados Unidos, con la intención
consciente de usarlo para contribuir a la creación de un personaje
totalmente nuevo. En cierto modo, el tiempo que pasé en el servicio militar
se convirtió en un haipule de tres años. De haber sabido entonces lo que
estoy enseñando ahora en este libro, no habría estado ni mucho menos tanto
tiempo (y seguramente no me habría alistado en el cuerpo).
Saqué la energía de mi deseo de cambio y del programa de los Marines
para conseguir estar en buena forma física. La verbalización consistió en un
sistema cotidiano de elogios internos, afirmaciones y directrices
autoimpuestas casi constantes que me ayudaron a superar todo lo que tuve
que hacer. La mentalización consistió en muchísima planificación
meticulosa sobre cómo actuar en distintas circunstancias y conflictos,
mucha modelación memorística imitando a diversos personajes de cine y
ficción que tenían las cualidades que yo quería tener y mucho fantaseo para
volver a casa como un ganador. La materialización también se llevaba a cabo
a diario desarrollando aptitudes físicas e interpersonales y una mayor
responsabilidad. En resumidas cuentas, funcionó. Y cuando al fin salí de allí
y me fui a casa, seguía llamándome igual, pero era otra persona.
Puedes usar lo que yo hice para guiar tu propio proceso de desarrollo de
tu personaje físico. Actívate haciendo ejercicio, elogia tus progresos, imagina
tus encuentros y actúa de la forma en que quieres sentir.

Diseñar tu yo mental
Aunque la gente cambia constantemente de mentalidad, intenta mejorarla y
se esfuerza por expandirla, persiste la creencia popular de que la mente es
una entidad más inamovible que las emociones o el cuerpo, y de que
simplemente no es correcto salirse del patrón de pensamiento habitual.
Debido a esto, mucha gente sólo está dispuesta a aprender algo nuevo o
pensar de otro modo si eso no altera aquello a lo que está acostumbrada. Y
eso es porque se identifican con su forma de pensar. En lugar de «Pienso,
luego existo», que era la justificación de la existencia de René Descartes (y
que probablemente sea tan buena como cualquier otra), la gente a la que me
refiero diría: «Soy lo que pienso». Si les oyes hablar, las creencias que tienen
sobre sí mismos son tan sagradas como un lugar santo. Cuando intento
ayudar a alguien a cambiar, muchas veces oigo la frase: «¡No puedo pensar
así! Eso no es propio de mí».
Tu mente es potencialmente la parte más flexible de ti, mucho más
incluso que tu cuerpo, tus emociones o tu espíritu. El motivo: que el
principal atributo de tu mente es tu imaginación. Desarrollar tu yo mental
implica desarrollar el poder de focalizar tu imaginación a fin de ampliar tu
conciencia, aumentar tu capacidad para aprender más y más rápido,
entender otros puntos de vista, observar más deprisa las reacciones ajenas
para poder adaptarte a ellas con más eficacia e incluir en tu repertorio más
patrones de conducta para hacer frente a lo inesperado, por mencionar unos
cuantos aspectos.
En cierta ocasión asistí a un curso de lectura rápida que ensanchó mi
mente de diversas formas que no me había imaginado; formas que he
conservado porque así lo he querido. Siempre me he preciado de tener una
mente flexible y una gran imaginación, pero este curso me proporcionó un
patrón más amplio que el que tenía. Mi padre me había enseñado diversas
técnicas de lectura rápida, y las practiqué hasta que fui capaz de leer bastante
mejor que la media. La velocidad de lectura media de un alumno de
universidad es de 250 a 300 palabras por minuto para ficción o material que
no sea técnico, y una buena velocidad lectora se considera que está entre las
500 y las 700 palabras. Gracias a la preparación de mi padre, mi ritmo
normal se convirtió en 800 palabras por minuto.
No me apunté al curso de lectura rápida porque pensara que lo
necesitaba; ¡me apunté porque aseguraban descaradamente que eran capaces
de enseñarte a leer 20.000 palabras por minuto! Como la mayoría de la
gente, podría haberme burlado de esa afirmación y haber aseverado
rotundamente que nadie podía leer tan rápido; por el contrario, servidor y
unas cuantas personas que pensaban como yo pagamos la desorbitada
matrícula del curso y decidimos intentar algo nuevo, únicamente para ver
qué pasaba.
El curso hizo hincapié en la relajación, y nos enseñaron una modalidad
sencilla de meditación alfa que fue efectiva. Pero el aspecto más importante
de la lectura rápida era el uso de la mente para imaginarte leyendo más
deprisa de lo que la mayoría de la gente consideraría humanamente posible.
Esto se consolidó «leyendo» libros al revés y de atrás hacia delante sin
preocuparse de la comprensión. Pasábamos las páginas lo más deprisa
posible al tiempo que nos imaginábamos que lo absorbíamos todo. El día de
la verdad llegó con la prueba final: la lectura de una novela clásica a toda
velocidad, seguida de un test de comprensión lectora. Mi velocidad lectora
alcanzó las 12.000 palabras por minuto, y una niña de doce años y yo
empatamos en el test de comprensión rozando el cien por cien. Para mí la
parte más curiosa fue que durante el test me sorprendí recordando cosas que
no recordaba haber leído. Otra parte importante del curso fue aprender a
confiar en mí mismo.
Nadie alcanzó en el curso las 20.000 palabras por minuto entendiendo lo
que leía, y muy pocos llegaron a las 5.000 ni siquiera tras meses de práctica.
Hoy día, lo normal para mí, cuando me lo propongo, es leer de 2.000 a 3.000
palabras por minuto con plena comprensión lectora. Aquí la principal
lección que se debe aprender es que cuanto más amplíes tu mente con una
sesión breve e intensiva, más tiempo permanecerá así cuando la presión
haya desaparecido. Lleva tu mente al límite a fin de cambiar tu yo mental,
una parte crítica en el diseño de tu personaje. Esta experiencia de lectura
rápida contenía todos los elementos del haipule: energía, palabras,
imaginación y acción. Seguiremos usándolos en los próximos capítulos.

Diseñar la armonía
Diseñar tu yo físico, emocional y mental no te beneficiará mucho a menos
que puedas integrarlos armónicamente. Tanto los hawaianos de antaño
como los modernos que tienen cierto sentido de la conciencia admiran,
respetan y buscan esta armonía, que algunos denominan «equilibrio».
Habitualmente se expresa como la necesidad de reconciliar mente, cuerpo y
espíritu. Para algunos, el estado de armonía en sí es la experiencia espiritual,
y para otros el espíritu es un aspecto, o yo, que debe participar para crear la
armonía. No es éste el sitio para decirte lo que creo que es el «espíritu», de
modo que dejaré que algunos hawaianos den su opinión al respecto, y quizá
saques alguna idea útil.
Los autores de e Art of Lua [El arte de Lua], un libro sobre el
renacimiento de una modalidad ancestral de artes marciales hawaianas,
dicen esto: «Un haumana (estudiante), cuando estudia, hace suyas las
lecciones de tal modo que mente, corazón y espíritu se funden con armonía
en uno solo y funcionan al unísono».
Al hablar de su trabajo lomilomi como masajista, Margaret
Kalehuamakanoelulu’uonāpali Machado dijo: «Si tus manos se mueven con
suavidad y cariño, tu paciente percibirá la sinceridad de tu corazón. Su alma
conectará con la tuya. Sabrá que lo amas y simplemente se dejará ir».
Y mi amigo y maestro de hula George Naope dice sobre el hula: «Para mí
es la base de la vida. Nos enseña a vivir, a respetar, a compartir. Hula, para
mí, es la capacidad de crear los sentimientos interiores de uno».
Ahora ya sabes cómo reorganizar tu personalidad al estilo hawaiano:
usando la energía, las palabras, la imaginación y la acción para diseñar tus
yos, y el espíritu de aloha, del amor, para integrarlos.
4

El Efecto Duplicativo

No’ono’o ke ali’i, ehu ka ukali


El pensamiento es el maestro, la actividad el discípulo
 
 
En este capítulo hablaremos de una aplicación especial del mana («poder
personal» en hawaiano). Entender el mana te ayudará a afinar tu relación
con la energía: tomar conciencia de ella y aprender a liberarla, incrementarla
y dirigirla en tu provecho.
Permíteme que empiece diciendo que la palabra se malinterpreta
muchísimo. Mana significa «poder», aunque en los libros hoy día suele
traducirse como «energía». Puede que leas sobre chi, ki, prana y mana como
si fuese todo lo mismo, pero mana no entra en esa lista porque no es
energía, ni siquiera energía vital. Mana significa «poder». Según el Webster’s
Dictionary, «poder» es «la capacidad de hacer o actuar», y también
«autoridad o influencia». «Autoridad», según su raíz, significa «crear» y, de
hecho, es un término relacionado con la palabra «autor». Así que estamos
hablando de un poder creador y también de influencia; el poder de
conseguir que otra cosa o persona hagan o actúen.
También muchos antropólogos han malinterpretado el mana. Han
aplicado la palabra a lo que consideran conceptos similares de muchas
culturas. Al igual que con «chamán», una palabra siberiana que se utiliza en
muchos lugares del mundo, mana es una palabra hawaiana que se aplica allí
donde se mencione el concepto de poder espiritual. Sin embargo, con
demasiada frecuencia los antropólogos intentan traducirla como «prestigio»,
por ejemplo, o como una suerte de energía mágica en la que creen los
pueblos primitivos. Mana no es prestigio; es la influencia que procede del
prestigio. Y no es una especie de energía mágica; es el poder de utilizar o
influir en cualquier clase de energía.
El cambio y la influencia implican energía
Lo que nos interesa aquí es el poder de cambiar las cosas o el poder de
influir en ellas. Es del poder personal de lo que hablamos: el poder de
cambiar o influir en tu vida; el poder de cambiar o influir en tu cuerpo; el
poder de cambiar o influir en tus relaciones, situación económica, entorno...,
lo que sea que te interese cambiar.
Naturalmente, la energía interviene cuando se usa este poder, pero es
energía dirigida, no energía precisamente pura. Te enseñaré a dirigir esta
energía de muy diversas maneras a fin de colmar tus deseos, pero antes
tenemos que ser más conscientes de la energía en sí.
En física, la energía se define como la capacidad de realizar un trabajo, y
aunque las palabras «energía» y «poder» a menudo se usan de manera
intercambiable, la capacidad de realizar un trabajo no es lo mismo que la
habilidad de hacer y actuar. Quizá te parezca una diferencia muy sutil, pero
creo que es muy importante. En metafísica, la energía normalmente se
define como «vibración», y la raíz griega original de la palabra significa
«actividad». A efectos prácticos, lo que tenemos es que la energía es
movimiento. Y, a efectos prácticos, podemos añadir a eso la idea de que todo
tiene energía y todo tiene poder. Todo tiene la capacidad de realizar un
trabajo y todo tiene la habilidad de influir en otra cosa. Todo se mueve y
todo puede mover otra cosa.
Incluso dentro de tu cuerpo hay mucho más movimiento del que quizá
percibas. Para empezar, tu cuerpo es un manojo de energía. Tienes energía
eléctrica recorriendo constantemente tu cuerpo a través de tus nervios y
sinapsis. Mucha gente piensa que la sangre se mueve lentamente, pero se
mueve siempre a una velocidad increíble por todo tu cuerpo. Por eso tomar
una copa de vino o un vaso de agua puede tener un efecto tan inmediato.
Tus células también vibran todo el rato. Dentro de tu cuerpo hay una
actividad tremenda a cada momento. Cuando tomas conciencia de esa
energía, una de las cosas que aprendes es que nunca te quedas sin energía.
La escasez de energía no existe, porque en el universo la energía es infinita.
En un átomo de tu meñique tienes suficiente energía para seguir
funcionando el tiempo que quieras al ritmo que quieras durante muchas,
muchas vidas.
¿Qué pasa entonces cuando estás cansado o notas que te has quedado sin
energía? En realidad, no te has quedado sin ella. Cuando estás exhausto, ya
sea porque crees que alguien te ha chupado la energía o estás agotado por el
trabajo, en realidad no lo estás. Tienes estrés, eso es todo. Has tensado y
obstruido tu propio flujo, y notas los efectos de eso. Pero si no reconoces que
se trata de un efecto energético autogenerado entonces estás intentando
echar la culpa a alguien (o algo) más. Y eso es lo que realmente disminuye tu
poder.
Tienes energía de sobra, ilimitada, infinita, permanentemente a tu
alcance, en todos los instantes de tu vida. Y si la energía que hay en ti es
prácticamente infinita, piensa en lo que te rodea. Sólo por poner un ejemplo,
el agua (el agua corriente) está en movimiento constante, aun cuando
parezca inmóvil. Los enlaces de hidrógeno y oxígeno de las moléculas de
agua se reconstruyen sin cesar, y también construyen y reconstruyen
patrones o grupos entre sí. Cuando tomas un vaso de agua, literalmente te
energizas a ti mismo con todo ese movimiento.
Tal como sabemos por la física moderna y los conocimientos ancestrales,
toda clase de energía puede convertirse en otro tipo distinto de energía. Si
estuvieras sentado entre un grupo de gente y todos cantarais una canción
bonita y cautivadora que os hiciera sentir realmente bien, parte de vuestra
energía emocional se transformaría en calor. La temperatura de la
habitación, por alta que pudiera estar, subiría, porque toda clase de energía
puede ser transformada en otros tipos de energía. Tal vez hubiese un
aumento perceptible de iones negativos, así como cierta actividad
electrostática. Cuando una clase de energía se transforma en otra, puede
pasar cualquier cosa.
Tenemos esta capacidad como seres humanos; lo hacemos
constantemente. Ingerimos poi y plátanos, o carne y patatas, y también los
transformamos en energía útil. Ya sabes cómo hacerlo, o al menos tu cuerpo
lo sabe.

Duplicación
Otro concepto útil de energía-poder es lualike, lo que yo llamo el «Efecto
Duplicativo». Muy sencillamente: lua significa «duplicar» y like
(pronunciado «li-kei») significa «ser como, parecerse a». Éste es uno de los
poderes de tu ku, un término hawaiano empleado para el subconsciente o
«mente corporal».
Tu ku tiene la capacidad de duplicar, pero ¿qué duplica? Duplica diversas
cosas. Duplica las células de tu cuerpo, por ejemplo, y lo hace muy bien. Las
células de la piel se duplican en más células de piel; no se convierten en
células del hígado. Las células de los riñones acostumbran a convertirse en
células de riñón, etcétera. Tu ku duplica y reduplica las células y órganos de
tu cuerpo a lo largo de toda tu vida: tú no tienes el mismo cuerpo que hace
siete meses. Antes creíamos que eso pasaba cada siete años, pero
aproximadamente en siete meses todas las células de tu cuerpo han
cambiado. Y algunos de estos cambios se producen a diario; otros, cada
semana, y otros tantos, cada mes. Cuando han pasado siete meses, en tu
cuerpo todo ha cambiado. Debido a este Efecto Duplicativo, a lo largo de tu
vida te reencarnas físicamente una y otra vez.
En dicha duplicación también están incluidos tus pensamientos. Tu ku
duplica tan exactamente como puede lo que sea que estés pensando. Tu ku
procura traducir tus pensamientos en algún tipo de acción o experiencia, de
manera que, por ejemplo, si estás dándole vueltas a un recuerdo pasado de
algo que fue desagradable, tu ku lo duplica en forma de energía en este
momento haciéndote sentir mal ahora. De igual modo, si estás dándole
vueltas a alguna posibilidad futura que te da miedo, tu ku duplica los efectos
haciéndote sentir ese miedo, tensión y susto ahora mismo.
Cuando tu ku no puede duplicar tus pensamientos y sentimientos en sus
equivalentes físicos directos, usa «equivalentes cercanos». Por consiguiente,
los sistemas corporales padecen a menudo la duplicación repetida de
pensamientos y emociones. Por ejemplo, si tienes constantemente
pensamientos amargos, ésa es una forma de exteriorizar problemas de
vesícula o apéndice. Si tienes constantes dificultades amorosas o de
autoestima, puede que tengas problemas de corazón. Los conflictos sexuales
quizá aparezcan en forma de problemas en tu zona genitourinaria.
El aspecto práctico de esto es que, al aumentar tu conciencia energética,
aumenta el movimiento de tu energía, porque el ku intenta duplicar aquello
en lo que sea que estés focalizando tu atención. Y aumentar tu conciencia
del Efecto Duplicativo te permite redirigir tu atención a fin de cambiar el
efecto.

Aliviar la tensión
Tomar conciencia de la energía que hay dentro y alrededor de tu cuerpo
también es una buena manera de tomar conciencia de la tensión. Si no estás
acostumbrado a sentir tu cuerpo, entonces probablemente no sabrás muy
bien qué se siente cuando hay tensión. Llevas tanto tiempo viviendo con ella
que una de las cosas que puedes hacer es aprender a ser consciente de tu
energía y a moverla para liberar cualquier tensión que pueda haber allí. Te
guiaré a lo largo de una técnica sencilla pero poderosa para tomar
conciencia de la energía y amplificarla. La técnica se llama ho’olapa-i-ka-hā,
que significa «estimular la respiración» o «expandir la vida». Es una especie
de técnica para vigorizar la respiración. Sería algo así como empezar con
olas de cerca de medio metro en la playa de Waikiki y luego incrementarlas
a, digamos, entre dos y dos metros y medio sin variar el número de las
mismas. Eso es amplificar. Combinaremos respiración e imaginación.
Pruébalo durante aproximadamente un minuto para empezar. Cuando te
hayas familiarizado con el ejercicio, quizá te resulte beneficioso hacerlo
durante periodos de tiempo más largos.
 
1.  Repara en algo de tu entorno que se mueva; por ejemplo, el agua que corre, las hojas que mece
el viento, los niños movidos, los peces de un acuario, un ventilador. Si no encuentras nada en
tu entorno que realmente se mueva, entonces bastará con una fotografía o un recuerdo de algo
moviéndose (como los caballos o los coches). Sin embargo, los mejores resultados se obtienen
con algo que puedas realmente ver o percibir.
2.  Siente con la imaginación ese mismo movimiento dentro de tu cuerpo en un punto que tú
elijas. Eso significa que si tus hombros están tensos y contemplas el agua al correr, te
imaginarás que el agua corre dentro de tus hombros.
3.  Respira consciente y lentamente, con tu atención puesta al mismo tiempo en el movimiento
exterior y en el interior. Si al principio te cuesta demasiado, deja que tu atención vaya y venga
entre los dos. No hace falta que sincronices tu atención con tu respiración.
4.  Haz esto durante un minuto en cada punto de tu cuerpo que elijas. Como ejercicio de toma de
conciencia energética previa a la conciencia de la tensión, puedes empezar por la cabeza y
luego ir bajando por tu cuerpo, dedicando al menos un minuto a cada zona.

Liberar la energía
Acabamos de aprender que al incrementar tu conciencia energética
aumentas el movimiento de la energía. Ahora dirigiremos nuestra atención
al kala mana, el poder de liberar. Al practicar la liberación de energía,
aprendes que, soltándola, ésta aumenta. Cuando distribuimos energía (a
través del movimiento, la acción, la bendición, la oración por alguien,
sacando la mente de nosotros mismos o de donde está atascada), ésta
aumenta porque el flujo aumenta. Y como cualquier clase de movimiento
energético dirigido, puede cambiar o influir en las cosas.
Cuando ayudo a alguien a sanar su cuerpo, suelo hacer que empiece por
trabajar en la sanación de otra persona para conseguir que esa energía fluya
fuera de sí. Recuerdo el caso de una mujer en Inglaterra que tenía cáncer, a
la que dijeron que sólo le quedaban seis meses de vida. Todos sus amigos se
reunieron y recolectaron un montón de dinero para que pudiera irse a vivir
a Jamaica. En lugar de hacer eso, decidió: «Como voy a morirme de todas
formas, me ocuparé de destinar este dinero a otra cosa». De modo que
empleó todo su dinero y todos sus esfuerzos a construir hospitales que
pudiesen auxiliar a los niños con cáncer. Durante este proceso se olvidó
completamente de sí misma, y seis meses después el cáncer había remitido
sin que hubiese intentado expresamente hacer nada al respecto. La
transformación se produjo porque mucha de su energía, que había estado
encerrada en sí misma, fluía ahora hacia el exterior. Eso produjo la
liberación, lo que incrementó el flujo de la energía de su cuerpo hacia fuera.
En otro orden de cosas, cuando he ayudado a la gente a mejorar su
situación económica, hemos centrado la atención en cómo podían ayudar a
otros; en qué clase de servicio podían ofrecer; en cómo podían mejorar el
servicio que prestaban ahora o de qué manera podían ofrecer un servicio
distinto que nadie prestara. Al hacer esto salían de esa posición temerosa —
que inhibía y obstruía la energía— hacia un lugar en el que ésta empezaba a
fluir más. Y a medida que el entusiasmo crecía, descubrían que tenían
mucha más energía de la que creían tener.
Soltar la energía hace que ésta aumente. Y cuando tu energía aumenta,
tienes más energía con la que influir.

Liberar inhibiciones
La palabra para inhibir energía es ka’uka’u. Ka’u en hawaiano es «miedo», en
el sentido de «retener». El miedo es retener la energía, y retenemos energía
cuando inhibimos algo; ésta es la esencia del miedo.
Todos los bloqueos por miedo son bloqueos energéticos, en los que la
energía que normalmente se mueve (que podría ser utilizada para cambiar
algo) se queda retenida. Una forma de resolver esto es afrontando lo que
temes; otra es cambiar tu opinión sobre ello, y una tercera, empezar
simplemente a movilizar la energía emprendiendo algún tipo de acción,
incluso mental. El movimiento mental, la focalización y la atención moverán
la energía.
Te enseñaré a practicar el ku’upau, que significa «flujo desinhibido». Su
significado incluye también acabar con los complejos y las complicaciones,
liberar y dejar que las cosas fluyan de otra manera. En cierta ocasión vi un
programa de televisión que me recordó este concepto. Hablaba de Alejandro
Magno, protagonizado por Richard Burton. Según la leyenda, cuando
Alejandro Magno llegó a cierto lugar de Persia, se topó con el llamado Nudo
Gordiano, una cuerda gigantesca con un nudo enmarañado, como uno de
esos ovillos que hacen los marineros, sólo que mucho más grande. Se decía
que quien pudiese deshacer ese nudo se convertiría en el amo de toda Asia,
pero nadie había sido capaz de desenmarañarlo nunca. Alejandro le echó un
vistazo, desenfundó su espada y lo partió por la mitad; después procedió a la
conquista de Asia. Esto coincide con una conclusión del segundo principio
de huna: «Cualquier cosa puede hacerse siempre de otro modo». Alejandro
deshizo el nudo, sólo que no de la forma que todo el mundo se esperaba.
Quiero darte una técnica de movilización de energía para enseñarte a
practicar el ku’upau. Se llama ho’opua’i-waho-ka-mana, que se traduce como
«haz que el mana fluya hacia fuera». Yo lo llamo la Técnica de Irradiación.
Es una forma de movilizar tu mente, una forma de dirigirla o, si quieres,
simplemente una forma de imaginar. Es una técnica que te resultará muy
útil en el nivel físico, como cuando tienes bloqueos físicos tales como
dolores de cabeza, pinchazos en el pecho, retortijones de estómago,
pinzamiento de pelvis o cualquier clase de dolor. Pero también es buena
cuando tienes cualquier clase de miedo o inhibición que te impide avanzar,
actuar o hacer algo distinto.
 
1.  Primero inspira hondo, dejando que tus ojos se cierren para poder ser consciente de tu cuerpo
y sus sensaciones. Imagínate que detrás del ombligo tienes una bola de energía. Si quieres una
imagen visual y que sea una bola de luz, bien; si quieres simplemente imaginarte una
sensación de calor, bien también; si quieres oír un sonido, como una vibración, también muy
bien. Cualquier cosa servirá siempre y cuando puedas imaginarte alguna clase de sensación
saliendo de este centro de energía que tienes detrás de tu ombligo.
2.  Del mismo modo que la luz del sol sale del sol, la luz de la vela sale de la llama o el calor sale
de una estufa, imagina que tu ombligo irradia esta energía. Imagina que el interior de tu
cuerpo la irradia en todas direcciones: hacia delante, hacia atrás, por los lados. Haz todo lo
posible para percibir esa sensación de movimiento hacia el exterior. Cuando hayas conseguido
esa sensación desde tu ombligo, puedes sacar la bola que irradia energía del ombligo y llevarla
al centro de tu cabeza, al interior de tu pecho, a tu pelvis o a cualquier otra zona de tu cuerpo
que necesites liberar, como un punto que te duela o te moleste, o cualquier sitio que almacene
emociones intensas como el miedo o la ira. No hagas ningún esfuerzo. Céntrate simplemente
en la sensación de irradiación. Prolóngalo el tiempo que desees, y luego inspira
profundamente y abre los ojos.
3.  Presta atención a cualquier cambio que se produzca en tu cuerpo o tu mente, y anota cualquier
cosa significativa para futuras consultas.
 
Algunas personas descubren que al intentar desplazar por el cuerpo esa
bola de energía les cuesta más moverla a ciertos sitios que a otros, y se
preguntan qué puede querer decir eso. Suele ser un indicio de algún tipo de
conciencia reprimida en una zona vinculada con una experiencia dura.
Cuando digo conciencia reprimida, me refiero a una represión
subconsciente de recuerdos localizados en el cuerpo. Cualquiera que tenga
cierta experiencia trabajando con el cuerpo, sea como dador o receptor,
sabrá de lo que estoy hablando. A veces, cuando liberas grupos de músculos,
afloran toda clase de recuerdos. Y con esos recuerdos aparecen las
emociones, porque las emociones van detrás del pensamiento. Cuando los
recuerdos son tales que remueven emociones que no nos gustan, el ku las
reprime tensando los músculos allí donde se almacenan los patrones del
recuerdo y bloqueando, por lo tanto, el conocimiento consciente de las
mismas.
Según una técnica de liberación hawaiana, si le hablas con dulzura a la
zona problemática de tu cuerpo (haciendo como si estuviese viva,
consciente, receptiva y pudiese escuchar) y luego le dices que valoras lo que
sea que esté haciendo y que la quieres, tu conciencia de esa zona empezará a
aumentar. Descubrirás también que, si se liberan recuerdos, serás más capaz
de cambiar de un modo consciente tu forma de verlos.
Es posible que a veces te vengan imágenes o sensaciones muy vívidas
cuando hablas a tu cuerpo y lo escuchas: como un efecto volcánico o una luz
blanca y brillante. Esto tiene que ver con tu simbolismo subconsciente
personal, que es un tema de investigación completamente diferente. Las
imágenes o sensaciones puede que sean importantes para ti y puede que sea
la manera en que tu ku manifieste los cambios energéticos.
Aunque he sugerido que cierres los ojos mientras practicas la técnica, la
verdad es que, una vez que te hayas habituado al proceso, ya da igual. Hay
personas a las que les es más fácil hacerlo con los ojos abiertos y otras que
prefieren cerrarlos. Es posible aprender a hacerlo incluso mientras conduces.
La mayoría de la gente es capaz de hablar con alguien, escuchar la radio y
pensar en otras cosas mientras conduce. Mucha gente va en coche de un
punto a otro ¡y jamás recuerda el recorrido! Tu ku sabe hacer más de una
cosa a la vez, pero eso tienes que juzgarlo por ti mismo.

Ayudar al prójimo
También me han preguntado si la Técnica de Irradiación funciona con otra
persona. En otras palabras, ¿podrías usarla para ayudar a otros a liberar sus
bloqueos, haciéndolo por ellos?
El segundo principio de huna, «No hay límites», conlleva el concepto de
que estás conectado con todo el mundo y todo el mundo está conectado
contigo, puesto que todo está conectado. Queramos o no, influimos
constantemente en todo el mundo y, queramos o no, estamos
constantemente bajo la influencia de todo el mundo. Sin embargo, esa
influencia es siempre como una influencia por correspondencia. En otras
palabras, si hay algún asunto concreto que te produzca un poco de miedo y
conoces a alguien que tiene mucho miedo por lo mismo, su miedo puede
amplificar el tuyo, pero únicamente porque tú ya tienes un poco de ese
mismo tipo de miedo. De hecho, es como una resonancia. Si ese tema no te
da miedo, o si tomas conciencia de dicho miedo y cambias tu forma de
verlo, no habrá influencia alguna. Así que a la pregunta «¿Puedes hacer esto
por otra persona?», yo respondería: «Sí, siempre y cuando lo que hagas
coincida con lo que esa persona quiere». Parte de la naturaleza del ku es que
tiende a acercarse al placer y alejarse del dolor; ésa es su función natural. Y
se verá influido principalmente por aquellas cosas que lo ayuden a ir en la
dirección que quiere ir. Si alguien trata de liberarse de algo y tú te imaginas
que le pasa eso, es como si su ku recibiera el mensaje auxiliador de tu ku, y
dijera: «No es mala idea. Creo que lo utilizaré», y lo duplicara. De nuevo se
produce el Efecto Duplicativo.
Por eso es importante darse cuenta de que, cuando piensas en alguien, lo
bendices, rezas por él o le envías energía, en realidad no le estás haciendo
nada ni estás haciendo nada por él directamente. Su ku acepta lo que le
envías, lo traduce a su propio lenguaje y lo usa a su manera. Por
consiguiente, cuanto más beneficiosos sean tus mensajes o tu energía, más
probable es que se usen. Si te imaginas no sólo la energía irradiada, sino lo
agradable que es percibirla, tendrás incluso más oportunidades de influir
positivamente. Y recuerda que se trata siempre de influir; no puedes
controlar a nadie.

Control e influencia
Examinemos más detenidamente el control. Ni siquiera puedes controlar tu
propio cuerpo, en el sentido de forzarlo a que haga lo que quieres. A lo
mejor dirás: «¡Claro que puedo! He decidido coger este libro y leerlo». Pero
decidir algo significa que imaginas fugazmente que haces determinada cosa,
y esto es un acto consciente. No obstante es tu cuerpo el que coge el libro, lo
abre y traduce los símbolos de la página a algo dotado de significado.
Conscientemente, no tienes ni la más remota idea de cómo coger el libro o
de cómo leerlo siquiera. No sabes qué músculos tensar, cuáles aflojar, qué
señales nerviosas enviar ni ninguna de las múltiples cosas que intervienen
en una acción sencilla como la de coger un libro y leerlo. No sabes nada de
eso conscientemente. Puedes leer libros sobre el tema hasta convertirte en
un experto erudito, pero seguirás sin saber cómo hacerlo.
Lo que sucede es que tienes que tener ese fugaz destello de imaginación
que llamas decisión y luego dejar que tu cuerpo lo haga. Eso no es realmente
control en su sentido activo, sino influencia. Las palabras que estoy
escribiendo salen de algún sitio y más o menos tienen sentido, pero no sé de
dónde salen. Soy psicólogo y he estudiado fisiología, y no tengo la más
mínima idea de dónde salen estas palabras. Lo único que tengo es esta
intención en mi mente, esta idea que es como imaginar lo que quiero decir, y
mi maravilloso ku es el que encuentra todas estas palabras, las ordena y
hasta las teclea en la página por mí. Sigo sin saber cómo se hace, ni tampoco
lo sabe nadie más.
Pero puedo influir en lo que escribo con mis pensamientos y mi
imaginación, y mi ku me quiere tanto que dirá exactamente lo que deseo si
no me interpongo en su camino. De igual modo, no tenemos ningún control
sobre los demás, pero podemos influir en ellos. Esta influencia es el aspecto
positivo, y cuanto más positivamente la abordemos más influiremos en otras
personas. Sí, es posible asustar a alguien, pero únicamente si ya tiene mucho
miedo, poca autoestima y poca confianza en sí mismo. Por suerte, gracias a
que cada vez disponemos de más material de desarrollo personal procedente
del campo de la metafísica empresarial, son más las personas de todo el
mundo que aprenden a tener una autoestima y una seguridad en sí mismas
lo bastante elevadas como para que nadie les influya de ninguna forma en la
que no quieran ser influidas.
 
 
Aumentar tu mana (tu poder personal) es lo mismo que aumentar tu
influencia de un modo positivo. Practica eso y comparte la idea, y al final
podremos tener un mundo operando en armonía. Llevará un tiempo, sí,
pero ya ha empezado.
5

El poder de focalizar

‘A’ohe wāwae o ka i’a; o’oe ka mea wāwae, ki’i mai


Un pez no tiene pies;
tú que tienes pies debes ir a por lo que quieres
(Los pensamientos deben ser reforzados por la acción)
 
 
Mākia mana, o «el poder de focalizar», es un concepto importante de la
filosofía huna porque la energía fluye hacia donde va la atención. Estamos
hablando de atención focalizada y la idea de que la concentración condensa
la energía. Este concepto lo conocemos de la física: cuanto más concentras
algo, más aumentas su densidad; cuanto más focalizas en algo, más poder
localizado tiene. Sin embargo, no me refiero solamente a un plano físico, con
objetos y con materiales. También me refiero a un plano mental. La
concentración condensa la energía, y esa condensación vuelve la energía
más potente para ejercer influencia. Cuando hablamos de acontecimientos
decisivos en nuestras vidas y de ayudar al prójimo, la concentración es por sí
misma una aptitud importantísima, y su contrario es igualmente poderoso.

Focalización dispersa
En hawaiano, pāhola significa «disipación». Es exactamente lo contrario de
concentración. Un ejemplo de energía disipada es cuando la gente intenta
llevar a cabo una tarea, pero no consigue juntar su energía. Sucede algo
parecido a esto: «Sí, esto es lo que voy a hacer; éste es mi objetivo. A menos,
claro está, que haga aquello otro. No, mi objetivo es éste; es el adecuado.
Aunque, en realidad, me gusta aquel de ahí, y odio renunciar a él; o quizá lo
mejor es que me centre en este de aquí...»
Uno puede pasarse así toda la vida, sin destinar nunca la energía
suficiente a un objetivo para que se materialice. Esas personas puede que ni
siquiera admitan lo que están haciendo, porque creen que están
permanentemente centradas en sus objetivos. Y lo están: en todos ellos,
constantemente. Pero eso no funciona muy bien durante mucho tiempo. No
se produce bastante condensación para lograr la eficacia suficiente para
lograr nada. Como reza el tercer principio de huna, tu energía, la energía de
las personas de ideas afines, la energía del universo fluye hacia donde va tu
atención. Cuando focalizas, empiezan a ocurrir cosas. Cuanto más tiempo
mantengas esa misma focalización, más cosas pasarán. En fin, esto es
metafísico y esotérico, pero ¡realmente funciona! Es como decir que tu
focalización en algo crea verdaderamente un movimiento en la energía
universal que produce el objeto de tu atención sostenida. Esto va más allá
del Efecto Duplicativo de tu ku. En cierto modo, es el Efecto Duplicativo del
ku del universo. La mente subconsciente del universo también intentará
duplicar aquello que sea en lo que centres tu atención. Así pues, pueden
tener lugar acontecimientos asombrosos y mágicos, sólo que normalmente
los tiramos al contenedor de las coincidencias. No les prestamos demasiada
atención y, sin embargo, cuando estas cosas ocurren, lo que nos están
diciendo es cómo funciona realmente este mundo.
Te pondré un ejemplo de mi propia vida. En la época en que aún no había
hipermercados en la isla, mi mujer y yo fuimos a Hilo a buscar un sillón. Mi
mujer, Gloria, una encantadora escorpio donde las haya, cuando focaliza se
lo toma muy en serio. Cuando centra su atención en algo, ¡que se quite lo
demás! En esta ocasión quería un tipo concreto de sillón: un sillón con
escabel. En el primer sitio donde miramos no había, pero no se rindió. En
aquellos tiempos había un montón de tiendas de muebles en Hilo, pero
ninguna tenía el sillón que buscábamos. El deseo de mi mujer de conseguir
aquel sillón no flaqueó; sólo lo aparcó momentáneamente mientras íbamos
al centro comercial de la ciudad porque yo quería ver una cosa. Nos
dirigíamos hacia la entrada principal del centro comercial cuando, de
pronto, se detuvo y dijo:
—No, entremos por Sears.
—¿Para qué quieres entrar por Sears? Por ahí no se nos ha perdido nada
—dije—. Vayamos por la entrada principal.
—Me apetece entrar por Sears —repuso.
Está bien, un matrimonio feliz equivale a ceder. De modo que caminamos
hacia la entrada de Sears, abrimos la puerta y casi delante de nuestras
narices ¡estaba el sillón exacto con escabel que ella quería! Sin dudarlo, se
fue directa a la dependienta, lo encargó y el sillón ya iba camino de nuestra
casa en Kauai.
Si prestas atención, notarás que todo el rato pasan cosas cuando se te
mete algo en la cabeza o cuando algo te interesa especialmente. Lo verás en
los periódicos, lo verás en las etiquetas adhesivas de los parachoques, te
llegará en la correspondencia, alguien te llamará para comentártelo, saldrá
en televisión, surgirán oportunidades relacionadas con ello. Los resultados
pueden variar en función de la naturaleza de tu focalización y en función del
grado de temor o inhibición que tengas al respecto. Si empiezas centrándote
en un millón de dólares sin un nivel de elevada y amplia confianza en ti
mismo, y con una pizca de miedo y duda interiores, es posible que sólo
recibas un número para participar en la lotería. Si mantienes la focalización,
empezarás a recibir lo que los practicantes de huna llaman los «equivalentes
disponibles más cercanos» a la experiencia. Obtendrás la experiencia precisa
que quieres si no tienes absolutamente ninguna duda. Pero mientras la duda
y/o el miedo estén presentes, el universo recibirá un mensaje confuso y
enviará resultados confusos. Por eso la concentración y el esclarecimiento de
lo que realmente quieres son muy importantes.

¿Qué quieres?
Cuando formo orientadores, les enseño que lo primero que hay que decirle a
un cliente es: «¿Qué quieres?» Esto se remonta a una tradición ancestral de
no dar por sentado que sabes lo que otra persona quiere hasta que lo
manifiesta claramente. Incluso puedes encontrar este punto de vista en la
Biblia. En el Evangelio de San Lucas, capítulo 18, versículos 35 y siguientes,
se describe una escena en la que llevan ante Jesús a un hombre ciego. Lo
primero que dice Jesús es: «¿Qué quieres que te haga?» Aunque parece obvio
(porque, al fin y al cabo, el hombre es ciego), Jesús no da nada por hecho.
Espera hasta que el hombre manifiesta con claridad: «Que vea».
A la hora de ayudar a los demás, pregunta y determina siempre qué es lo
que quieren, y entonces podrás ayudar a la persona a lograrlo. Cuando
pasaba consulta como terapeuta, era frecuente que las personas vinieran con
un problema físico obvio, pero querían que las ayudara en un asunto
emocional. Lo mismo es válido para ti mismo. No des por sentado que los
demás saben lo que quieres, y ni siquiera des por sentado que tú sabes lo que
quieres hasta que te lo hayas dicho a ti mismo con la máxima claridad
posible.
Mucha gente ha llegado a ser experta en lo que no quiere; se la ha
preparado bastante bien para eso. Pero dilucidar y decidir qué es lo que
quieren..., bueno, para algunas personas ésa es una forma completamente
nueva de relacionarse con el mundo. Y, sin embargo, es de vital importancia,
porque, de lo contrario, te abres paso a la fuerza en el universo, intentando
apartarte de lo que no quieres y sin acercarte nunca a nada.
Los objetivos imprecisos, la atención dispersa..., esto disminuye la energía
y la capacidad. Hay un modo de ponerlo todo junto. Una forma que me
gusta —y que hace un bonito contraste con paholo («disipar»)— es una
hermosa palabra hawaiana llamada makakū. Como muchas palabras
hawaianas, puede interpretarse de diversas maneras. Básicamente, es una
palabra infrecuente que significa «la imaginación creadora de un artista».
Por sus raíces, maka y kū, también podría tener el significado de «mirada
fija» o «vista que se asemeja a otra cosa». Como técnica, significa «imaginar
lo que quieres». Una vez más, ese poder, esa herramienta imaginativa, es la
que principalmente tienes como mente consciente. El resto de tus aptitudes
proceden del poder de tu imaginación.

Un haipule para focalizar


Me gustaría explicarte paso a paso un haipule, o técnica, para que te
focalices en lo que quieres. Para este ejercicio puedes elegir algo grande o
pequeño. Más tarde abordaré el problema de no saber lo que quieres. De
momento, no importa, porque lo único que quiero es que experimentes el
proceso. Tómatelo como un ensayo, si lo prefieres, y elige cualquier cosa que
ahora mismo no tengas, aunque se trate sólo de una cerveza o un par de
zapatos nuevos.
 
1.  Imagina que el aire que te rodea está lleno de energía (que lo está), e imagina que esta energía
entra en tu cuerpo y vitaliza tu cerebro al tiempo que respiras lenta y profundamente.
2.  Usarás palabras en forma de narración. Busca palabras para describirte a ti mismo lo que estás
imaginando. Por ejemplo: «En la mesa de madera que tengo delante hay una jarra de cristal
grueso llena de cerveza, y puedo ver y tocar la condensación del cristal», o «Estoy sentado en
una silla cómoda, y puedo notar cómo meto el pie izquierdo en un zapato de cuero negro de
diseño». Adecua las palabras a lo que sea que te imagines.
3.  Puedes usar dos formas de imaginación: realista y fantástica. Algunas personas pueden utilizar
las dos, y otras funcionan mejor con una de ellas. Puedes hacer el ejercicio con los ojos
abiertos o cerrados, como te vaya mejor.
a  . Realista: piensa en algo real que te gustaría tener en la vida; algún tipo de estado, situación o
circunstancia. Utiliza toda tu imaginación, es decir, todos tus sentidos. Imagínalo con viveza,
lo más real que puedas. La forma de hacerlo es que imagines lo que quieres con minucioso
detalle. Además de tu imaginación visual, usa la auditiva. Incorpora algún sonido: música de
fondo si no tienes otra cosa; esa persona hablando o tú hablando, o algún otro tipo de sonido,
como el viento entre los árboles. Haz que en tu imaginación esta situación sea lo más realista
posible. Imagina cómo es tu sentido del tacto allí donde está ubicada tu imagen; podría ser la
posición de tus manos, tus pies en el suelo o la tierra, la temperatura o la sensación del aire que
te rodea. Añade todo eso a tu imaginación con la mayor viveza y realismo posibles. Y habla
contigo mismo o contigo misma para confirmar y expresar gratitud por lo que quieres, como:
«Esto es lo que quiero. Gracias». Intensifica los sentidos todo lo que puedas: las sensaciones, la
vista, el oído. Ahora relájate unos instantes y despréndete de la imagen.
 b. Fantástica: esta otra forma de imaginación requiere hacer algo simbólico, algo que
represente el objeto o la situación que quieres. Por ejemplo, si quieres una relación amorosa,
podrías imaginarte dos caballos acariciándose muy afectuosamente con el hocico, o a unos
ángeles jugando en el cielo. Imagina algo en un plano puramente simbólico y fantástico. Si hay
algún gran avance que quieres lograr, imagínate atravesando un muro. Si es tu cuerpo lo que
quieres cambiar, en lugar de centrarte en él e imaginarlo, imagina con viveza un árbol, planta o
animal sanos. Si lo que quieres es más prosperidad, imagina que te dan la llave de una cueva
del tesoro y entras en ella. No importa lo que sea exactamente; tu ku entenderá lo que significa.
Finaliza la visualización con el mismo tipo de intensidad y la misma clase de mensaje que
antes: «Sabes qué significa esto. Esto es lo que quiero. Gracias».
4.  Cuando notes que la intensidad es la máxima que puedes alcanzar, deja que la imagen
desaparezca y vuelve, inspirando profundamente; relajando el cuerpo; moviendo cabeza y
hombros; abriendo los ojos y haciendo algún tipo de gesto que exprese finalización, como
chascar los dedos, juntar las manos o tocarte el corazón.
 
Al realizar este ejercicio para condensar y focalizar la energía, estás
usando la imaginación creativa que emplea un artista al pintar un cuadro. Es
importante que no intentes forzar que suceda. Si haces esto con el objetivo
de intentar hacer que ocurra, tu ku entenderá que sólo puede ayudarte
tensando tus músculos e intentando forzar físicamente. Si no hay nada que
forzar, acabarás haciendo fuerza contra ti mismo, y obtendrás más estrés y
tensión que beneficios; bloquearás tu energía, en lugar de dejar que fluya.

Confiar en el universo
Para que esta clase de trabajo sea eficaz, se necesita una sensación de dejar ir
y de confianza en el universo. El universo es mi término general para el
espíritu de la vida, para Dios, para lo que sea que creas que es la fuente de
todo cuanto ocurre. Lo llames como lo llames o creas en lo que creas, no
eres tú quien hará que suceda. Volviendo a esa misma idea de control de la
que hemos hablado anteriormente, no puedes controlar que algo suceda.
Puedes controlar tu imaginación, aunque ni siquiera eso si estás tenso. La
mejor forma de controlar tu imaginación es mantener el cuerpo relajado. La
idea, entonces, es crear más de una imagen, pero que siga siendo una
experiencia imaginaria, y dejar que sea. De ahí mi afirmación: «Esto es lo
que quiero. Gracias». Tú no eres el que lo hace. En realidad estás diciendo:
«Universo, ésta es la imagen que te ofrezco. Materialízala». Cuanto más
coherente sea, más beneficiosa será y mejor funcionará. Pero dejará de
funcionar del todo si crees que la imagen lo hará realidad o que lo estás
haciendo tú. La imagen tan sólo hace dos cosas: lo más importante de todo,
ayuda a aumentar tus expectativas, y también ayuda al universo a trabajar
claramente con el patrón energético que le das. Si tu imagen es confusa,
obtendrás resultados inciertos. Esto no significa que el deseo que imaginas
tenga que verse tan bonito como en un televisor de alta definición. Significa
que cuanto más claramente definas lo que quieres, más claros serán tus
resultados.
Procura «ver» lo que quieres con la mayor claridad posible en cualquier
momento dado, no sólo durante un ejercicio. Aunque es un proceso gradual.
Quizá lo modifiques, pero no olvides que las modificaciones drásticas a
menudo implican más tiempo para crear otras cosas. No hay nada malo en
ello; si realmente quieres hacer ese cambio, entonces adelante. Pero en el
mundo mental, igual que en el físico, la energía se rige por el principio de la
inercia. La inercia significa simplemente que la energía que se mueve en una
dirección concreta tiende a mantener el movimiento a menos que una fuerza
externa la altere. Una vez que empieces a movilizar la energía, seguirá en la
misma dirección si nada se interpone en su camino. El miedo y la duda
tienden a dispersarla, y un desplazamiento (un cambio brusco de dirección)
es lo mismo que dar un volantazo en la autopista cuando de pronto giras el
coche a derecha o izquierda. Eso no significa que esté mal cambiar de
dirección, pero tiende a reducir la velocidad de las cosas.
La idea del esclarecimiento es tan importante que me sirve de inspiración
para contar una vieja historia sobre uno de mis profesores de metafísica
favoritos, el padre Ike Eikenkrotter. Cierto día el padre Ike oyó a uno de sus
feligreses pidiendo un Cadillac en sus rezos:
—Señor, por favor, dame un Cadillac.
—¿Qué haces? —le preguntó el padre Ike.
—Pedirle a Dios un Cadillac —contestó su feligrés.
—No hagas eso —dijo Ike—. Dios ya ha creado miles de Cadillac.
¡Detroit está llena de Cadillac! Lo único que tienes que hacer es convencerte
a ti mismo de que puedes tener uno.
Es ahí donde hay que aplicar el verdadero poder. En este tipo de ejercicios
trabajas para convencerte fundamentalmente a ti mismo. En realidad, el
universo no responde a tus imágenes ni a tus deseos; responde a tus
expectativas.

Decepción
Cuando te creas expectativas, ¿no te preparas para la decepción? ¿No es
mejor, como dicen algunos profesores, no tener ninguna expectativa?
Bueno, primero tenemos que definir la palabra. Decepción es lo que
sientes cuando decides que no te gusta lo que ha pasado. No es nada más
que eso. Ahora piensa a qué conduce: a no hacer una cosa porque, si pasa
algo, temes decidir que quizá no te gusta. Si lo piensas bien, no tiene mucho
sentido. Decidir no actuar porque tal vez te lleves un chasco es como decidir
no comer porque es posible que vuelvas a tener hambre. Sí, si estás un buen
rato sin comer, acabarás con hambre. Entonces tienes la opción de
lamentarte y quejarte, o puedes comer algo. Es, también, como si te
dedicaras a un oficio concreto, como tallar madera. Estás ahí, tallando la
madera para hacer tu estatua, y en el proceso resbalas y la escultura se
malogra. Dices: «¿Cómo puedo convertir esto en otra estatua?» ¿O dices:
«¡Bah, esto no es lo que quería!», tiras el cuchillo, rompes tus herramientas y
das patadas a diestro y siniestro? Puede que un artista temperamental
hiciera eso, pero un artista productivo no suele hacerlo. Si quieres triunfar y
una cosa no sale como tú quieres, comprendes que tienes que cambiar algo.

Expectativas
Algunas personas procuran mitigar el estrés que les produce no ser capaces
de controlar el futuro afirmando que son «abiertas de miras», que es
precisamente una variante del intento de no tener expectativas. Si no
tenemos ninguna expectativa, o somos abiertos de miras, entonces nos
dejamos llevar por la marea de la vida, dondequiera que los vientos y las olas
nos lleven. Aunque es posible vivir así de un modo profundamente
espiritual, me he tropezado con muchos más trozos de madera a la deriva
que modelos espirituales. Atención, porque no estoy censurando la vida a la
deriva. Es sólo que me interesan más los marineros que hay en la vida, la
gente con objetivos.
Paremos, reconsideremos, esclarezcamos, eliminemos ciertos miedos y
dudas, que la energía fluya de nuevo y vuelta a empezar. Es posible vivir la
vida sin ninguna expectativa concreta en términos normales, siempre y
cuando vivas el momento presente. Pero si vives el momento con gran amor
y confianza, eso es en realidad una especie de expectativa. Esperas que el
mundo cuide de ti, esperas que las cosas salgan, esperas que, pase lo que
pase, ello tenga su lado positivo y puedas sacarle partido. Eso es vivir con
expectativas de manera positiva; así pues, tus expectativas no tienen que
estar en un futuro lejano, pueden simplemente ser tu modo de vida. Y
algunas personas tienen una vida bonita mientras dejan que el universo
complete los detalles. Hay personas que cuando quieren cosas muy
concretas lo único que tienen que hacer es crear una sensación de
expectativa en el presente, como alguien que simplemente sabe que tiene
suerte o se lo merece y no tiene que hacer nada al respecto. Es otra manera
de proceder, y puedes probarla si quieres. Si te funciona, sabrás que es un
buen sistema.

Objetivos múltiples
¿Podemos tener distintos objetivos para las distintas facetas de nuestras
vidas, o es preciso que trabajemos cosa por cosa?
Lo que realmente importa es lo que tu mente consciente puede gestionar.
En esta vida, tu mente subconsciente y el universo pueden barajar una
cantidad infinita de deseos. En este momento, por ejemplo, tu subconsciente
hace que tu corazón y sistema nervioso funcionen; digiere lo que has
comido; fortalece tus músculos; divide algunas células; elimina los desechos;
organiza el nacimiento, alimentación, reparación y sustitución de infinidad
de células, y así sucesivamente sin quedarse sin aliento. No sobrecargarás tu
subconsciente a menos que empieces a pensar de una manera que genere
miedo o ira. Es tu mente consciente la que determina cuánto eres capaz de
gestionar conscientemente. En términos generales, tu mente consciente
funciona mejor si divides tus objetivos en grupos de tres o cuatro. Desde un
punto de vista psicológico, se supone que la mayoría de las personas son
capaces de manejar hasta siete conceptos a la vez, y eso es un esfuerzo.
Parece que la gente funciona mucho mejor con tres o cuatro cosas como
máximo, y eso incluye a otras personas. Una forma de gestionarlo es coger
las distintas áreas de tu vida y dividirlas en tres o cuatro apartados: «A ver,
éstos son mis objetivos principales: salud, dinero, felicidad y éxito», y luego
en cada uno de ellos: «En cuanto a la salud, quiero ocuparme de esto, esto y
lo otro. En cuanto al dinero quiero esto, aquello y lo de más allá», etcétera.
Ésta es la clase de organización que encanta a la mente consciente y te
ayudará a hacer un mejor seguimiento de las cosas. Puedes poner todas las
que quieras, y, si las organizas de alguna manera, será más fácil recordarlas y
gestionarlas. No es más que una sugerencia, pero funciona bastante bien.
Otra sugerencia eficaz consiste en tener un objetivo o dirección general
que decidas y luego meter ahí todo lo demás. Por ejemplo, si dices: «Mi
objetivo general es ser un sanador», pones todo lo demás que quieres dentro
de esa cosa general y eso ayuda a que no te desvíes de la línea marcada. De
esta forma tu concepto fundamental de ti mismo o tu dirección guían toda
tu vida. A modo de ejemplo, podrías plantearte asistir a un curso que te
ayudase a mejorar como sanador, podrías focalizar tu atención en un coche
que te ayudase a sanar más y a más personas, o podrías planificar la compra
de una televisión, porque eso te ayudará a relajarte (un sanador relajado es
igual a un sanador mejor).
 
 
Tal como se ha analizado en este capítulo, la atención focalizada es una
habilidad que vale la pena desarrollar y afinar. De todas las cosas que he
aprendido en mi vida, este concepto y su práctica ha sido en general lo más
útil. Pruébalo y compruébalo tú mismo.
6

Centrarse en el presente

Noho ka mana i kēia manawa


El poder reside en el ahora
 
 
Hemos aprendido que, según el cuarto principio de huna, el momento del
poder es ahora. Manawa es una palabra que tiene que ver con el tiempo en
general. Sus raíces, mana y wa, pueden traducirse como «tiempo del poder».
Cuando empecé a estudiar los conocimientos de huna, esta palabra me dio
unos cuantos quebraderos de cabeza porque no lograba ver la conexión con
el momento presente. Entonces me recordaron que en la esencia de la lengua
hawaiana no hay pasado ni futuro. Cuanto ocurre se compara con el
momento presente, ya sea algo que haya terminado, que esté sucediendo o
que no haya acabado aún; por lo tanto, en hawaiano todo tiempo es
presente. Asimismo me dieron dos conexiones más: una segunda acepción
de manawa es «afecto, sentimientos, emociones», que únicamente habitan
en el momento presente. Y una tercera acepción es «fontanela anterior», el
lugar de la parte superior de tu cabeza donde los huesos del cráneo se
juntan. Simbólicamente, es también tu conexión con el Espíritu, en el ahora.
En este capítulo aprenderás a centrarte en el momento presente a fin de
incrementar tu eficacia en todas las áreas de la vida.

El poder del presente


Como tiempo del poder, el presente es el único lugar en que podemos actuar
con eficacia y reunir, amplificar y focalizar la energía hacia nuestros
objetivos. No podemos hacer eso en el pasado ni en el futuro sin estar allí
«en el presente». Si lo intentamos, dispondremos de menos energía y será
más difícil hacerlo todo. Prueba este experimento:
 
1.  Busca un objeto de peso considerable que puedas levantar sin esfuerzo, como un cristal grande
o una silla pesada.
2.  Piensa en algo que hiciste en el pasado (ayer o antes) con la mayor claridad posible. Luego, sin
mirar directamente hacia tu objeto pesado, levántalo y toma conciencia de lo que pesa. Bájalo.
3.  A continuación, piensa en algo que planeas hacer mañana o más adelante, y levanta el objeto
de igual modo con la misma conciencia. Bájalo.
4.  Finalmente, coloca las manos sobre el objeto y percibe su textura y temperatura, y fíjate en los
detalles, su color, forma y posición. Levántalo y percibe su peso. Si has focalizado bien en los
tres intentos, notarás que a la tercera vez el objeto te parecerá mucho más ligero o serás capaz
de alzarlo más con mayor facilidad.
 
Este ejercicio ayuda a demostrar que cuanto más aprendamos a traer
nuestros sentidos al momento presente, con más facilidad podremos influir
en las energías que nos rodean (física, mental y emocionalmente).

Aumentar la presencia física


Estar en el presente ofrece unos beneficios tremendos. Concentrando la
conciencia totalmente en el presente serás capaz de abarcar más físicamente
con menos esfuerzo. Serás capaz de correr más deprisa y más rato,
recuperarte antes en los periodos de descanso y levantar más peso con
mayor facilidad. Verás mejor, oirás mejor y respirarás con más eficacia. Tu
olfato se agudizará y hasta la comida te sabrá mejor. Focalizando más en el
presente, todos tus sentidos se acentuarán, y todo lo que hagas para mejorar
tu cuerpo dará mejores resultados. Con una focalización en el presente,
incluso un ejercicio sencillo te será más beneficioso que otro enérgico con tu
atención en otra parte. A continuación te propongo uno sencillo que puedes
hacer prácticamente a todas horas. Yo lo llamo «El salto del chamán».
 
1.  Colócate de pie con los pies alineados con los hombros.
2.  Salta suavemente sobre el tercio anterior del pie durante unos treinta segundos.
3.  Para y presta atención a lo que sientes. Por lo general, la gente nota cosquilleo o corrientes de
energía en el cuerpo, y/o empieza a respirar más profunda y fácilmente. Este ejercicio también
ayuda a despejar la mente si estás haciendo un trabajo mental y necesitas un descanso.
Aumentar la presencia emocional
La serenidad emocional es otro beneficio significativo de estar más en el
presente.
Dos cosas nos alteran emocionalmente más que todo lo demás: el pasado
y el futuro. Casi todos nuestros miedos se deben a que recordamos un dolor
o peligro pasado y lo proyectamos en una posibilidad futura. Y casi toda
nuestra ira se debe a que recordamos los errores del pasado y los
proyectamos, también, en el futuro. Yo diría que el noventa por ciento de
nuestra experiencia del momento presente no contiene nada que deba
darnos miedo o enfadarnos. Sin embargo, hasta un pequeño incidente que
suponga miedo o ira puede empañar todo nuestro recuerdo de un periodo
mucho más largo. Conozco gente que considera que su mes de vacaciones
fue un desastre porque les hizo enfadar una persona con la que estuvieron
un día durante una hora. Y, naturalmente, jamás volverían a ese sitio, no
vaya a ser que haya alguien allí que vuelva a hacerles enfadar, a pesar de que
el resto de vacaciones fue de lo más satisfactorio. Un amigo mío, que había
recorrido miles de kilómetros en avión, tuvo una experiencia terrible en un
avión pequeño a causa de una tormenta durante un viaje corto y juró que
jamás volvería a volar. En lugar de recordar todas las veces que había volado
sin ningún percance, centró su atención en la única ocasión en la que creyó
que iba a morir, y proyectó su miedo a cualquier posible vuelo futuro.
Sin embargo, cuando te centras totalmente en el momento presente, no
piensas en el pasado ni te preocupas por el futuro. En este momento, a
menos que actualmente estés experimentando alguna clase de situación
traumática o sobrecogedora, no hay nada que pueda darte miedo o hacerte
enfadar, por lo que tu cuerpo se relaja, tus emociones se tranquilizan y tu
mente se despeja. Hay momentos en los que necesitamos acceder a los
recuerdos y momentos en los que es preciso pensar en el futuro, pero
también hay momentos en los que simplemente necesitamos estar en paz
con nosotros mismos y el mundo que nos rodea. El siguiente ejercicio es una
sencilla técnica llamada i’ānō, que podría traducirse como «estar aquí».
 
1.  Mira a tu alrededor y toma conciencia de los colores. Por este orden, identifica todos los
blancos que veas, luego los rojos, los naranjas, los amarillos, los verdes, los azules, los violetas y
los negros. A continuación fíjate en todas las líneas rectas y luego en todas las líneas curvas.
Finalmente, fíjate en las formas de los objetos y en cómo se relacionan en el espacio unas con
otras.
2.  Escucha todos los sonidos que seas capaz de oír, primero los agudos y luego los graves. Al
escuchar es probable que oigas cada vez más sonidos en los que al principio no habías
reparado. Luego escúchalos todos otra vez e intenta ser consciente de cómo lo que parecen
sonidos aislados al principio a menudo están compuestos de diversos sonidos más.
3.  Toca las cosas. Percibe sus formas, su relativa suavidad y dureza, su textura, sus distintas
temperaturas, su flexibilidad, su peso.
4.  Ve alternando estos tres sentidos: vista, oído y tacto, durante el tiempo que quieras. Quizá te
apetezca incluir también el olfato y el gusto.
 
A algunas personas esto les parecerá fácil y agradable, porque están
acostumbradas a estar presentes. A otras les parecerá fácil y aburrido, y no lo
harán mucho rato porque tienen unas normas que les dicen que este tipo de
actividad no es útil ni interesante. A algunos les parecerá muy perturbador,
tal vez incluso aterrador o doloroso, porque automáticamente conectan con
recuerdos desagradables que asocian la conciencia sensorial con el dolor. A
otros les parecerá fascinante y emocionante, porque nunca se les había
ocurrido hacerlo. Todo el mundo, si lo hace el tiempo suficiente y con
bastante asiduidad, descubrirá tres cosas: 1) la liberación de un estrés y una
tensión que quizá no sabían que tenían; 2) una mayor sensación de energía,
vitalidad y bienestar, y 3) una expansión de la conciencia sensorial que
cambiará su concepción del mundo.

Aumentar el carisma
El carisma es otro beneficio de estar más presente. Definido como «ese
poder espiritual o cualidad personal especial que dota a un individuo de
influencia o autoridad sobre un gran número de personas», el carisma es, en
realidad, fruto de la fuerza de tu campo energético emocional.
Generalmente, las personas carismáticas por naturaleza son las que tienen
una percepción sensorial excepcionalmente acusada. Suelen ser muy
expresivas emocionalmente, pero no siempre. No saben por qué los demás
reaccionan con tanto entusiasmo a su presencia, ni saben qué hacer con la
atención que despiertan, algo que quizá ni siquiera les guste.
Todo lo que puede hacerse inconscientemente puede hacerse
conscientemente, si sabemos lo que estamos haciendo. La forma de
aumentar tu carisma de manera positiva es incrementando tu conciencia
sensorial a un grado elevado y estar de buen humor. Aquí tienes un
experimento que puedes llevar a cabo para incrementar tu carisma y evaluar
los resultados:
 
1.  Realiza la práctica sensorial descrita más arriba.
2.  Siéntete lo más a gusto posible contigo mismo y todo lo que te rodea.
3.  Vete a dar un paseo donde haya gente, manteniéndote presente y sintiéndote bien.
4.  Presta atención al modo en que los demás reaccionan a ti.
 
No te daré ninguna garantía, pero en función de lo bien que lo hagas, por
lo general te encontrarás con más gente que te sonría y te salude, y con
personas más serviciales que de costumbre.
Mi mujer y yo emprendimos en su día un largo viaje por Europa, y en el
primer gran aeropuerto descubrimos que todo nuestro itinerario, incluidas
reservas y promociones, había desaparecido de los ordenadores de nuestra
compañía aérea. La persona del mostrador que nos atendió no estaba de
buen humor y parecía reacia a hacer gran cosa por nosotros. Tanto mi mujer
como yo nos concentramos de inmediato en el momento presente,
expresamos abiertamente nuestro agradecimiento por cada diminuto gesto
que la mujer tuvo hacia nosotros, y para nuestros adentros la alabamos y
admiramos, y también nos alabamos a nosotros mismos y valoramos todo lo
bueno que veíamos a nuestro alrededor. Además, en aquel momento
decidimos (sin ninguna prueba en absoluto) que todo estaba saliendo a la
perfección. No permitimos que ningún pensamiento ni palabra de reproche
o inquietud entrara en nuestras mentes ni saliera de nuestras bocas. El
resultado fue que, gradualmente, la mujer empezó a desvivirse cada vez más
por ayudarnos, como si se hubiese tomado nuestro problema como un
asunto personal.
Finalmente, reconstruyó todo nuestro itinerario, con mejores
promociones que al inicio, y parecía realmente contenta de que
estuviéramos también contentos. Lo más significativo es que nosotros no
hicimos nada para influir en ella. Simplemente, nos centramos mucho en el
presente, con muy buen humor, y ella reaccionó a eso. Un buen carisma
puede ser muy útil en muchas situaciones.

Aumentar la presencia mental


Cuando estás mentalmente presente, acostumbran a ocurrir tres cosas
importantes: 1) te fijas más; 2) estableces correlaciones entre cosas en las que
te fijas antes, y 3) tu intuición aumenta.
Es realmente asombrosa la cantidad de gente que va por la vida sin
apenas fijarse en nada de cuanto la rodea. Por lo general, eso pasa porque
están sumidos en sus propios pensamientos del pasado, del futuro y de lo
que sea. Cuando reparas en tu entorno, la vida se convierte en una
experiencia más enriquecedora. Sí, es bueno detenerse a oler las rosas, pero
hay mucho más por experimentar y conocer. Reparar en lo que tienes
alrededor también es útil, porque puede permitirte evitar el peligro y los
problemas sin tener que recurrir al miedo.
Hubo una época de mi vida en la que me daba tantos golpes en los dedos
de lo pies que decidí hacer un estudio sobre el tema. Al fin y al cabo, razoné,
mi cuerpo era consciente de mi entorno y sabía perfectamente cómo evitar
sillas y piedras y demás objetos sin mi ayuda consciente. Ya había
demostrado esto ensayando la confianza a ciegas en el cuerpo y corriendo
por pedregales sin mirar ni tropezar. Y esta habilidad de mi cuerpo se ponía
de manifiesto en el mero hecho de que era capaz de conducir con tráfico
lento a la vez que pensaba en otra cosa. Conque ¿por qué me daba golpes en
los dedos de los pies?
Con el tiempo me fijé en que sólo chocaba cuando estaba pensando en
otra cosa de un modo concreto: tan sólo ocurría cuando recordaba o
proyectaba la experiencia de caminar en una dirección distinta a la que yo
llevaba en el momento presente. Mi querido ku, intentando duplicar mis
pensamientos, me guiaba en la dirección de mi camino mental, mientras
ignoraba mi entorno físico actual. La consecuencia habitual era un traspié.
Desde que descubrí esto tropiezo con mucha menos frecuencia y nunca me
enfado conmigo mismo por ello. Me limito a realizar la «Técnica de
Repetición» de acercar y alejar el pie del objeto con que he tropezado, y me
sirve de recordatorio para centrarme en el presente. (Para saber más sobre la
Técnica de Repetición, consulta mis libros Urban Shaman [Chamán urbano]
y La curación instantánea.)
La capacidad de establecer correlaciones entre la experiencia presente y el
conocimiento presente es muy útil. Una cosa es reparar en algo y otra
interpretar ese algo de un modo tal que aporte sabiduría en lugar de sólo
conocimiento. Lo primero simplemente implica conciencia, mientras que lo
segundo implica conciencia más memoria, más imaginación. El detective de
ficción Sherlock Holmes es el modelo que simboliza esta habilidad, pero
cualquier clase de detective de cualquier campo recurre a eso. Y es una de
las habilidades más prácticas que uno puede adquirir.
En cierta ocasión recibí un correo electrónico con un poema maravilloso
que encaja a la perfección con este tema. El poema se titula «Autobiography
in Five Short Chapters» [Autobiografía en cinco breves capítulos], del libro
ere’s a Hole in My Sidewalk [Hay un hoyo en mi acera], de Portia Nelson
(reproducido con la autorización de Beyond Words Publishing):
 
Capítulo uno
Voy por la calle.
Hay un profundo hoyo en la acera.
Me caigo.
Estoy perdida... Estoy indefensa.
No es culpa mía.
Tardo una eternidad en encontrar una salida.
 
Capítulo dos
Voy por la misma calle.
Hay un profundo hoyo en la acera.
Hago como que no lo veo.
Me caigo otra vez.
No puedo creerlo, estoy en el mismo sitio.
Pero no es culpa mía.
Vuelvo a tardar mucho rato en salir.
 
Capítulo tres
Voy por la misma calle.
Hay un profundo hoyo en la acera.
Veo que está ahí.
Aun así me caigo..., es un hábito..., pero
mis ojos están abiertos.
Sé dónde estoy.
Es culpa mía.
Salgo enseguida.
 
Capítulo cuatro
Voy por la misma calle.
Hay un profundo hoyo en la acera.
Lo bordeo.
 
Capítulo cinco
Voy por otra calle.
 
Aquí puedes ver claramente la transición de la simple conciencia a la
conciencia más el recuerdo, a la conciencia más el recuerdo y la
imaginación, y finalmente a la combinación de los tres en la sabiduría.
Tal vez uno de los mayores beneficios de la presencia mental sea el
aumento de la intuición. Cada vez que pones toda tu atención en algo que te
interesa enormemente se abren los canales de energía entre el objeto de tu
atención, tus recuerdos asociados, los objetos asociados y los kus de otras
personas que tienen conocimiento de o interés en lo mismo que tú. La
información empieza a fluir entre esos canales al igual que el contenido de
radio y televisión fluye por las frecuencias específicas de las ondas
electromagnéticas. Esto suele suceder espontáneamente si tu focalización es
clara, pero si además tienes presente la intención de saber algo, sucede más
que a menudo.
Naturalmente, esto también puede pasar sin siquiera estar en el momento
presente. Escribí una novela sobre la Atlántida (inédita hasta la fecha)
basada en un sueño que tuve, y cuantas más vueltas di a mi historia, más
detalles que no habían estado en el sueño asaltaban mi mente. Sé por las
obras de otros autores que es una experiencia común, incluso para los
escritores de no ficción. Pero también ocurre cuando te dedicas a solucionar
cualquier clase de problema esencialmente material. Si te mantienes
centrado en el problema en cuestión, llegará un momento en que el
conocimiento y la lógica dejarán de dar resultado, y se producirá un
repentino salto que consiste en «saber sin saber», o llegará la ayuda de
lugares insospechados. Al verme ante la necesidad perentoria de
reestructurar una conexión wifi entre dos ordenadores del despacho de casa,
me encontré con que el cable de teléfono de la estación base no era lo
bastante largo. De forma impulsiva, sin pensarlo, me fui al almacén, metí la
mano en una caja en la que llevaba mucho tiempo sin fijarme y saqué un
cable de teléfono extralargo procedente de una oficina anterior. Yo no
recordaba conscientemente que hubiese allí ningún cable, por lo que debió
de guiarme mi ku. Antes de poner orden en una biblioteca desordenada, me
siento en la habitación, me centro con resolución en el presente y surge en
mi cabeza un sencillo plan que viene de algún sitio más allá de la memoria
ku. Mientras estoy planificando un itinerario de talleres para un fin de
semana libre, alguien me manda un correo electrónico con una propuesta.
Los usos potenciales de semejante fenómeno son infinitos. Pruébalos.

Acceder a la energía extra


Únicamente ser más consciente del momento presente ya es energizante,
pero es posible amplificar tu energía mucho más allá de tu potencial normal
de focalización y expandirlo mediante la práctica regular, como cuando se
adquiere cualquier otra habilidad. Cuando empecé a esquiar, me caía todo el
rato en las pistas de principiantes, pero con la práctica llegaron la confianza
y la experiencia, y pronto fui capaz de defenderme por algunas de las pistas
para avanzados. Mi potencial de esquí había aumentado muchísimo en
comparación con mi punto de partida, y lo mismo ocurre con la práctica
energética.
Podemos aprender a absorber energía procedente de una fuente de
nuestro entorno con el objetivo de incrementar nuestro mana, nuestra
influencia, de diversas maneras: de fuentes naturales, de fuentes organizadas
y de fuentes autogeneradas.
Aunque en el párrafo anterior he utilizado la palabra absorber, en realidad
es algo más parecido a la inducción. «Inducción» es un término empleado
en ciencia para describir el proceso por el cual el campo electromagnético de
un objeto puede «inducir», o influir, la generación de un campo similar en
un objeto vecino sin que haya contacto entre ellos. Como suele ocurrir, los
principios científicos de la energía en ocasiones pueden aplicarse a la energía
humana de igual manera que a las energías estudiadas en física. El modo
más sencillo de demostrar científicamente el efecto de inducción es sujetar
un tubo fluorescente, iluminado por conexiones a una fuente eléctrica, al
lado de otro fluorescente sin ninguna conexión. Cuando el tubo no
conectado se encienda, cosa que hará, parecerá magia.
Una forma de demostrar este efecto con la energía humana es utilizar un
«medidor muscular». Es un sencillo aparato mecánico con una pantalla
arriba que indica las libras de presión y dos palancas debajo que se juntan
apretando. En la década de 1980 participé en un experimento de laboratorio
en la Universidad de California, en Davis, en el que se medía la fuerza
prensil de la mano de diversos sujetos en tres escenarios distintos: 1) sin
sujetar nada con la otra mano, 2) sujetando un vaso de agua del grifo en una
mano y 3) sujetando un vaso de agua que alguien se había esforzado en
imaginar lleno de energía. El estudio era un experimento de doble ciego (es
decir, que ninguno de los investigadores ni de los sujetos sabía
conscientemente qué objetos estaban cargados de energía y cuáles no), y los
resultados fueron concluyentes. En todos los casos la fuerza muscular
aumentaba de forma considerable cuando los sujetos sostenían un objeto
cargado de energía en su mano libre y no aumentaba nada cuando sujetaban
el objeto neutro. Esto ocurrió a pesar de que todos los sujetos sostuvieron el
objeto lleno de energía al tercer intento, cuando razonablemente la fuerza
muscular debería haber disminuido por el cansancio de los músculos. El
campo del objeto cargado de energía indujo una amplificación del campo
energético del sujeto, lo que incrementó la fuerza muscular como
consecuencia indirecta.

Lugares con energía


Por todo el mundo, culturas totalmente distintas, en épocas totalmente
distintas y zonas totalmente distintas han localizado lugares en los que la
energía natural era más intensa que en otros sitios, y la gente de esas culturas
usa esos lugares para sanar y para la magia (cosa que únicamente significa
que los utilizan para energizar sus pensamientos de cara al logro de algo). En
Hawái hay un lugar llamado Pu’u Loa, traducido normalmente como
«Colina Larga», pero que también significa «deseo intenso». Un grupo de
expertos especializados utilizó esa zona para tallar símbolos mágicos, o
petroglifos, en la roca volcánica como forma de focalizar sus deseos, o los
deseos de un cliente, para expresar algo. Hay un montón de áreas
circundantes cuya superficie presenta el mismo aspecto, pero sólo ésa en
concreto fue utilizada para esto. En Cracovia, Polonia, el muro del patio de
un castillo tiene una mancha alargada y oscura causada por las miles de
personas que a lo largo de los siglos han ido allí para apoyarse en él y
«absorber» la energía sanadora que dicen que irradia una enorme roca
subterránea. Cuando estuve allí, vi llegar un autocar repleto de gente que
había ido a ese lugar únicamente con ese fin. Existen muchos sitios como ése
en muchos países. Si tienes la posibilidad de viajar a un lugar así, podrás
beneficiarte de su energía especial estando lo más presente que puedas y
pensando en lo que quieres. Sin embargo, si no te resulta factible viajar a un
lugar semejante, no hay por qué desesperarse: existen muchas más
posibilidades.

Conectar con la energía


Conectar con las fuentes de energía es una forma estupenda de aprovechar el
poder del presente. El mejor sitio para hacerlo es cualquier entorno natural.
Los árboles son seres adorables a los que les encanta que los abracen y,
además, tienen un campo energético poderoso. Los seres humanos también,
por cierto; si conoces a alguien poderoso, ¡abrázalo! En este sentido los
campos humanos y los campos de los árboles son similares: si vas
físicamente a un lugar tranquilo y te apoyas en un árbol, te colocas entre un
par de ellos o te sientas en un círculo de árboles, obtendrás todos los
beneficios de la amplificación energética. En todos estos casos tu energía
fluirá más, tus pensamientos serán más claros y poderosos, y te sentirás
tranquilo y relajado. Otros lugares naturales donde puedes experimentar el
flujo de tu energía son las cuevas, las cascadas y las cimas o cadenas de
montañas. Si sabes cómo se usa una varita de zahorí, localizarás aún más
lugares energéticos.
Las fuentes organizadas de energía extra hacen referencia a objetos
naturales o producidos por el hombre dispuestos o colocados de tal modo
que generan un campo energético especialmente fuerte. Dicho campo puede
ser empleado para amplificar tu propia energía. Aquí tienes algunas fuentes
de fácil acceso que puedes usar a tal efecto:
 
1.  Un círculo de ocho cristales de cuarzo, lo bastante amplio para que te sientes dentro, con todas
las puntas dirigidas al interior.
2.  Una de esas mantas térmicas de mylar y aluminio, empleada generalmente para ir de
acampada y mantener el calor cuando el tiempo es frío. Esto produce un resultado bastante
rotundo debido a un «efecto de campo energético» creado por las capas aislantes y
conductoras que lo convierten en una especie de condensador (para más detalles consulta mi
libro Earth Energies [Energías terrestres]). La forma más fácil de usar la manta es sentándote
encima, pero también podrías sentarte debajo. Mi versión preferida es la que está reforzada
con nailon, que es más duradera.
3.  Cualquier «círculo» de tres o más piedras de granito de al menos quince centímetros de
diámetro. El granito es un energizante especialmente bueno por su composición de minerales
duros como el cuarzo, el feldespato, la augita y la hornablenda. El granito suele tener un
campo magnético detectable con brújula. Lo aprendí cuando hice test de energía a sarcófagos
de granito en el Museo de El Cairo.
4.  Una vara de cualquier material, como madera, cobre, plástico o vidrio, cuya extensión sea
múltiplo de cinco pulgadas, o 12,7 centímetros. Los mejores resultados se obtienen sujetando
una vara en cada mano o sentándose en el centro de un triángulo de varas colocadas en el
suelo o sobre la tierra. Tres varas de veinticinco pulgadas —o 63,5 centímetros— irán bien
para esto (mi libro Urban Shaman [Chamán urbano] ofrece más detalles).

Energía autogenerada
No hay duda de que las fuentes de energía de nuestro entorno (árboles,
círculos de piedra, cristales, otras personas y muchos otros tipos de cosas)
pueden influir en nosotros y cargarnos de energía, pero también tenemos
una capacidad asombrosa que los chamanes han utilizado desde tiempos
inmemoriales: la capacidad de usar nuestra propia imaginación para crear
una fuente de energía extra con cualquier objeto. En muchas épocas y
lugares estas fuentes se han denominado amuletos y talismanes, pero
podemos simplemente llamarlas objetos de la suerte. Teniendo esto presente,
me gustaría que probaras una técnica hawaiana llamada ho’omanamana o
«atribución de poder».
 
1.  Elige un objeto que ahora mismo lleves encima o tengas cerca. Podría ser una moneda, un
bolígrafo, una joya, lo que quieras.
2.  Cógelo con tu mano derecha. (La mano derecha es una zona que simboliza la distribución de
energía.)
3.  Decide que el objeto que tienes en la mano tiene el poder de darte energía y suerte (añade lo
de suerte simplemente porque sí). En primer lugar, entiende que ésta es una decisión que
tomas tú. Ni te molestes en preguntarte si es verdad o no. Es verdad en este momento, si así lo
decides, de modo que sigue el juego por ahora. Dite a ti mismo: «Este objeto tiene el poder de
darme energía y suerte».
4.  Ahora inspira profundamente y en las inspiraciones siguientes inspira la energía del universo y
exhala esa energía hacia el objeto. Utiliza tu imaginación para poder sentir la calidez, sentir el
calor y sentir (o ver quizá) que el objeto se carga de luz o calor (o lo que quieras). Y no se carga
temporalmente; su mismísima estructura molecular cambia de tal modo que puede absorber,
mantener y conservar más energía. Al hacerlo decide que estás cambiando el patrón de energía
del objeto. Cárgalo, y cuando creas, sientas o visualices que ya está, decide: «Ya está trazado el
patrón».
5.  Relaja la mano, vuelve a inspirar profundamente y pasa el objeto a tu mano izquierda. Ahora
es un objeto poderoso, porque tú lo has hecho así. Percibe su energía con la mano izquierda.
Siente cómo penetra en tu mano y te sube por el brazo, cargando tu cuerpo y expandiéndose a
tu alrededor. Mientras lo tengas presente y mientras te lo recuerdes a ti mismo, ese objeto será
para ti una fuente de suerte y energía.
 
«Espera un momento —dirás—. Eso es porque yo me lo creo.»
Rigurosamente cierto. Si haces con regularidad lo que acabo de sugerirte,
recordándote a diario el poder y función de ese objeto, servirá de estímulo y
recordatorio constante para que tu ku se cargue cada vez que lo toques, lo
cojas o le prestes atención. Así crea uno su propio objeto poderoso, así tal
cual. Y tú serás la fuente.

Tiempo hawaiano
La gente que viene a Hawái a pasar una temporada pronto descubre lo que
los lugareños llaman «tiempo hawaiano». Hace referencia a la experiencia
común en Hawái de que las cosas normalmente no pasan cuando esperas o
quieres que pasen. Es posible que los hawaianos en concreto, pero también
los lugareños de cualquier procedencia, lleguen tarde a sus citas (o no
lleguen), y que los eventos relacionados con la comunidad raras veces
empiecen a la hora «convenida». Los recién llegados tienen tendencia a
achacarlo a la pereza o la falta de respeto, pero no se trata de eso ni mucho
menos. En realidad es una cuestión de valores.
Aun hoy, en la cultura hawaiana la prioridad principal son las
obligaciones familiares. En resumen, que la familia es lo primero. Por esa
razón muchos hawaianos y otros lugareños que han asimilado la cultura son
muy reacios a comprometerse a estar en un lugar concreto a una hora
concreta, porque una obligación familiar podría hacerles romper una
promesa. A los hawaianos generalmente no les gusta romper promesas.
Teniendo en cuenta que a los íntimos amigos normalmente se los trata como
a miembros de la familia, el número de posibles obligaciones aumenta
bastante. En lo que respecta a los eventos comunitarios, la mayoría de los
retrasos probablemente se produzcan porque la gente dedica mucho tiempo
a intercambiar saludos y novedades con la familia y los amigos.
¿Qué tiene que ver esto con el tema que nos ocupa? Es un recordatorio de
que la gente es más importante que los relojes; las relaciones valen más que
las citas o los plazos. Tenemos la posibilidad de dejar que el tiempo, las
preocupaciones por el futuro y los pesares del pasado rijan nuestras vidas, o
podemos asegurarnos de que lo que nos caracteriza es la calidad de vida. El
número de veces que has llegado puntual no enriquecerá tu vida; se
caracterizará por el tiempo que hayas dedicado a enriquecer a los demás.
7

Ama tu camino hacia el éxito

Kō ā uka, kō ā kai
Aquellos de las tierras altas, aquellos de la costa
(Comparte para que las necesidades
de todo el mundo estén cubiertas)
 
 
Has aprendido que cuando prestas atención a algo con determinación la
energía fluye en la dirección de tu intención y esa energía atrae a otras de
intención similar. Podría compararse con el hecho de que cuando la
electricidad fluye por un cable se genera a su alrededor un campo
magnético. Cuando a tu intención le añades alguna forma de amor, es como
si aumentaras el amperaje (o flujo) eléctrico al tiempo que expandes el
campo magnético. El amor intensifica la energía y es, por tanto, una
influencia muy poderosa: a mayor amor, mayor influencia.
Conviene entender a qué me refiero con amor, porque en hawaiano está
mucho más claro que en inglés y otras lenguas. La palabra hawaiana para
amor es aloha. La raíz alo significa «estar con». También significa «estar
presente», que quiere decir estar con alguien o algo en el momento presente.
Oha, la otra raíz, es «alegría», en concreto la clase de alegría que
experimentas cuando saludas a alguien o algo, de modo que aloha puede
traducirse como «estar feliz con alguien o algo en el momento presente». Un
significado adicional de alo es «compartir», como en el caso de compartir
una experiencia, y ha es «energía vital, respiración, espíritu vital». Este
aspecto de aloha es «la alegría de compartir la vida», y esto también es amor.
Cuando somos capaces de amar de tal modo que el libre flujo entre
nosotros y otra cosa aumenta, la influencia se intensifica y, debido a la
naturaleza del amor, esa influencia es positiva. Si no lo fuera, habría miedo,
ira, duda o control, y dejaría de ser energía amorosa. Sería miedo, duda, ira
o energía controladora, y todo eso genera resistencia al flujo. Recurriendo de
nuevo a la analogía eléctrica, el amor convierte tu cable de intención
focalizada en un superconductor.
Una de las cosas que aumenta enormemente la energía e impulsa el
cambio en tu vida, o en el mundo que te rodea, es lo que en hawaiano
podemos llamar mamake, o «deseo». Pero el deseo es un concepto confuso.
En hawaiano hay un montón de palabras distintas para los diversos tipos de
deseo. Y de lo que hablamos ahora es de algo que se parece más a la
motivación. No es la clase de deseo en la que coges algo ni la clase de deseo
acuciante de «tengo que tener eso»; por el contrario, es un tipo de deseo
amoroso, como por ejemplo: «Quiero un helado, porque ¡me encantan los
helados!» Siempre es más fácil conseguir algo cuando sientes esa clase de
amor por ello.
Aquello que ames crecerá y será atraído a tu vida (como aquello que
temas). Pero aquello que ames en el sentido de emplear una intensificación
de energía positiva y fluida fluirá y se manifestará de forma más abundante.
Las personas que aman su trabajo o que aman el ejercicio de sus aptitudes
concretas normalmente son más hábiles en lo suyo y tienen más éxito. Sin
embargo, cuando digo éxito me refiero al éxito haciendo la parte que aman.
Hay algunas personas a las que se les da muy bien poner en práctica una
habilidad, pero no tanto ganar dinero con ella. Eso es porque no tienen el
mismo tipo de relación afectiva con el dinero que con la habilidad. Son dos
factores distintos, pero mucha gente no se da cuenta de ello. No se te
recompensa únicamente por tu talento. Se te recompensa en función de tu
capacidad de quererte lo suficiente como para aceptar la recompensa, o en
función de si amas la recompensa. Parafraseando un viejo proverbio
norteamericano: si inventas una ratonera mejor, puede que el mundo llame a
tu puerta, pero los que vengan no comprarán necesariamente ninguna
ratonera a menos que tengas una buena relación con el dinero.
Sin embargo, no basta con saber cosas del amor. A menos que dispongas
de un sistema práctico para aplicarlo a tu éxito, no será más que una idea
bonita. Uno de los métodos más sencillos de hacer que el amor te funcione
es usando el poder de la bendición. Puede que ya estés familiarizado con la
idea de la bendición, quizá por mi folleto e Aloha Spirit [El espíritu de
aloha], o por una de mis clases o cursos, pero ahondaré en ella a fin de
ayudarte a ampliar tu uso de la misma.
Es posible que hayas visto o experimentado el test muscular que
empleamos para demostrar el poder de la bendición. Este interesante
fenómeno pone de manifiesto que la bendición no sólo es espiritualmente
buena, sino que también es buena físicamente. Cuando bendices a alguien o
algo (es decir, cuando haces cumplidos, alabas, das las gracias o repartes
bondades de alguna forma), tu subconsciente reacciona relajando tu cuerpo
y aumentando tu flujo de energía. Aunque hayas dirigido la bendición a otra
persona o cosa, te beneficias físicamente. Con el test muscular es fácil
demostrarlo del siguiente modo:
 
1.  Que tu compañero o compañera se ponga de pie y levante el brazo lateralmente.
2.  Dile que sostenga el brazo arriba con fuerza cuando le digas «aguanta» y entonces empújaselo
suavemente por la muñeca hacia abajo para poder hacerte una idea de su fuerza normal. No
empujes hasta abajo del todo. No se trata de superar su fuerza; sólo empuja lo suficiente para
poder calcular la resistencia.
3.  Mientras mantiene su brazo levantado, dile a tu compañero o compañera que critique
mentalmente a alguien y que luego asienta con la cabeza para indicarte que ya lo ha hecho.
Cuando veas que asiente, dile «aguanta» y vuelve a empujar el brazo hacia abajo. Verás que
esta vez baja con más facilidad, a veces muchísimo. Esto es porque el subconsciente de la
persona se ha tomado la crítica como algo personal. (Recuerda el segundo principio de huna:
«No hay límites».)
4.  Vuelve a hacer el mismo test, ahora con la persona haciendo un cumplido a alguien, y verás
que el brazo tiene más fuerza, con frecuencia mucha más, porque el subconsciente se ha
tomado el cumplido como algo personal, se ha relajado y ha liberado más energía de
resistencia.
 
Básicamente, las críticas contra ti mismo o los demás hacen que tu
cuerpo se tense, y los cumplidos que te diriges o diriges a los demás hacen
que tu cuerpo se relaje. Maldecir produce estrés; bendecir lo reduce. El mero
hecho de dar bendiciones puede mejorar tremendamente tu salud, y a veces
es lo único que se necesita. ¿Qué haces cuando alguien te critica? Lo más
eficiente y eficaz es que te dirijas un cumplido en el acto, en voz alta o baja.
Puedes bendecir tu camino hacia el éxito de muchas formas.
Muchísimas personas tienen relaciones problemáticas, y sin embargo hay
disponible una solución muy sencilla y factible. Sea el tipo de relación que
sea, sea cual sea tu intención al comunicarte, la cuestión es que si criticas
más de lo que alabas tiendes a dañar la relación, y si alabas más de lo que
criticas, tiendes a fortalecerla. Los reproches son funestos para una relación,
porque son simples críticas frontales o veladas, y eso no sirve para hacer que
esa persona sea mejor ni que tú seas más feliz. Si hay alguna persona o
grupo de gente con el que no te lleves bien, es porque tienes una actitud
crítica hacia ella o ellos. Te llevas bien con quien te llevas bien, porque
ignoras sus defectos (o al menos no te parecen tan importantes como las
cualidades de esa persona) y alabas sus virtudes. En otras palabras: bendices
más de lo que reniegas, de palabra o comportamiento. Aquí tienes un
pensamiento sencillo, pero cierto: si quieres amar totalmente a alguien, fíjate
y aprecia sólo lo bueno que haya en esa persona. En la medida en que no lo
hagas, la relación se resentirá. Por lo tanto, puedes bendecir también tu
camino hacia el éxito amoroso.
Tu éxito profesional funciona de la misma forma. Si realmente amas
todos los aspectos de tu profesión y si te limitas a bendecirla, entonces
triunfarás. Algunas personas sufren en sus trabajos lo que se llama «estar
quemado». Su ambición se esfuma, su deseo de hacer un buen trabajo
desaparece y su trabajo puede incluso enfermarlas. El problema es tan
sencillo como la solución. Por las razones que sean, justificadas o no, esas
personas han empezado a renegar de su trabajo hasta el punto de que
prácticamente no le dirigen ninguna bendición. Como es lógico, el
subconsciente se resiste a estar allí, pero la mente consciente insiste,
normalmente por motivos económicos, y el resultado es que uno se quema.
¿La solución? Buscar un trabajo que puedas bendecir o empezar a bendecir
el que tienes. Incluso aunque no hayas llegado al extremo de quemarte,
puedes bendecir tu trabajo para mejorar tu eficacia y disfrutar más. Cuando
amas tu trabajo y lo haces bien, las recompensas también crecen. Pero
recuerda que no tienes que bendecir todos los elementos de tu trabajo, tan
sólo las partes buenas. Y asegúrate de encontrar más partes buenas para
bendecir que partes malas para maldecir.
Para ayudarte a usar esta técnica, me gustaría compartir contigo un
pasaje de mi folleto e Aloha Spirit, para que lo consultes cuando quieras.
Teniendo presente que una bendición se compone de admiración por la
bondad, afirmación de la bondad, apreciación de la bondad o esperanza de
bondad, aquí tienes unas cuantas ideas para bendecir diversas necesidades y
deseos. Aplícalas siempre que quieras y donde prefieras.
 
♦  Salud: bendice a los animales sanos, a la gente y hasta a las plantas sanas; todo lo que está bien
hecho o bien construido, y todo lo que transmite energía abundante.
♦  Felicidad: bendice todo lo bueno, o lo bueno que hay en todas las personas y todas las cosas;
todos los indicios de felicidad que ves, oyes o percibes en las personas o los animales, y todo
potencial de felicidad que notas a tu alrededor.
♦  Prosperidad: bendice todos los indicios de prosperidad de tu entorno, incluido todo lo que el
dinero ha ayudado a fabricar o hacer; todo el dinero que tengas en la forma que sea, y todo el
dinero que circula por el mundo.
♦  Éxito: bendice todos los indicios de logro y consecución (como edificios, puentes y eventos
deportivos); todas las llegadas sin incidentes (de barcos, aviones, trenes, coches y personas);
todos los indicios de progreso o tenacidad, y todos los indicios de placer o diversión.
♦  Confianza: bendice todos los indicios de confianza en la gente y los animales; todos los
indicios de fuerza en personas, animales y objetos (incluidos el acero y el hormigón); todos los
indicios de estabilidad (como las montañas y los árboles grandes), y todos los indicios de
poder decidido (incluyendo las máquinas grandes y líneas de alimentación de energía).
♦  Amor y amistad: bendice todos los indicios de afecto y dedicación; toda la compasión y el
apoyo; todas las relaciones armoniosas de la naturaleza y la arquitectura; todo lo que está
conectado o que roza suavemente otra cosa; todos los indicios de cooperación, ya sea en el
juego o el trabajo, y todos los indicios de risa y diversión.
♦  Paz interior: bendice todos los elementos de quietud, calma, tranquilidad y serenidad (como
el agua calma o el aire en reposo); todas las vistas panorámicas (horizontes, estrellas, luna);
todos los indicios de belleza que puedan verse, oírse o tocarse; todos los colores y formas
claras, y todos los detalles de los objetos naturales o fabricados.
♦  Crecimiento espiritual: bendice todos los indicadores de crecimiento, desarrollo y cambio en
la naturaleza; las transiciones del alba y el crepúsculo; el movimiento del sol, la luna, los
planetas y las estrellas; el vuelo de los pájaros en el cielo, y el movimiento del viento y el mar.
 
Estas ideas son una orientación por si no estás acostumbrado a bendecir,
pero no te ciñas a ellas. Recuerda que cualquier cualidad, característica o
estado puede ser bendecido (por ejemplo, puedes bendecir un palo estrecho
y a los animales delgados para fomentar la pérdida de peso), sin importar si
ha existido, si existe actualmente o si sólo existe en tu imaginación.
Yo, personalmente, he usado el poder de la bendición para sanar mi
cuerpo, incrementar mis ingresos, adquirir muchas habilidades, crear una
relación de profundo amor con mi esposa e hijos y establecer una red
mundial de pacificadores que funcionan con el espíritu de aloha. Me ha ido
tan bien que por eso he querido compartirlo contigo. Por favor, compártelo
con la mayor cantidad de gente posible.

Pasión positiva
Continuaremos con otro sistema para hacer que el amor sea práctico. La
palabra hawaiana para este aspecto es kaunu, y podemos traducirlo como
«pasión positiva». Otro significado es «hacer el amor con pasión», pero
también puede usarse cuando tienes un interés ardiente en algo. La pasión
positiva no es como desear algo en el sentido de quererlo fervientemente.
Eso, en realidad, crea un bloqueo porque lo que también estás diciendo al
universo es: «No lo tengo, pero lo quiero». Si te focalizas en eso lo bastante,
puede que obtengas unos resultados limitados, pero al mismo tiempo
crearás una cantidad tremenda de estrés y tensión. El tipo de pasión del que
hablo es como la que sientes cuando disfrutas plenamente de algo. Si eres
capaz de crear una sensación de placer entusiasta o incluso ferviente ante la
idea de tener lo que sea que quieres crear en tu vida, será más fácil
materializarla.
Probablemente ya haya algunas áreas de tu vida en las que las cosas
ocurren con facilidad, porque ya tienes el patrón de hábitos y la confianza, y
no necesitas esforzarte mucho para hacer que sucedan. La pasión, o amar
algo suficientemente, es una forma de superar los bloqueos, vencer el miedo
y despejar la duda. No es la clase de pasión que presiona o tira de algo; es el
tipo de pasión puramente placentero. Cuando lo que proyectas al mundo
son vibraciones, pensamientos o sentimientos de lo mucho que disfrutas con
esto que te apasiona, el objeto de tu afecto empieza a llegarte con profusión
en aumento, hasta que pensar en ello basta para hacer que suceda.
Mi mujer y yo nos tomamos así los viajes. He viajado desde las dos
semanas de vida, y ella se ha aficionado desde que estamos juntos. A los dos
nos gusta tanto viajar que es algo completamente natural; casi ni lo
pensamos. Sólo con pensar con cariño en la palabra «viaje», todo va
encajando. Ella lo llama «subir a la escalera mecánica», de lo natural que nos
resulta. No tenemos que sentarnos a hacer lo que harían otras personas,
como visualizar, intensificar y poner energía en ello, focalizando nuestra
atención en todos los detalles. El simple hecho de amar los viajes hace que
viajar sea fácil para nosotros.
Está claro que cuando amas algo suficientemente se vuelve abundante y se
simplifica. Si estás haciendo algo, te vuelves más habilidoso con menos
esfuerzo. Y si de verdad te gusta relacionarte con el dinero, eso también será
más fácil.
Voy a pedirte que hagas un pequeño ejercicio para que veas el proceso
general, algo que puedes hacer de forma más concienzuda tú mismo.
 
1.  Piensa en algo que realmente te gustaría tener en la vida: cierto cambio, alguna cosa que te
gustaría incorporar, algún estado corporal, alguna situación relacional, alguna situación
económica, cualquier cosa que te gustaría tener. Por el momento, olvídate de incorporarla a tu
vida. Ten la idea nada más.
2.  Busca en tu entorno algo que parezca tener más energía que lo demás, como una bombilla, la
llama de una vela, un ventilador o un cristal.
3.  Inspira con tu atención en la fuente de energía y exhala con tu atención en tu cabeza, tu
corazón, tu ombligo o cualquier parte de tu cuerpo que quieras energizar para poder
transformar esa energía en pasión.
4.  Con tu imaginación, disfruta tanto como quieras y puedas con la idea de qué pasaría si en este
momento tu deseo fuese real y auténtico. Permítete sentir y experimentar lo bueno que eso
sería; deja que fluya ese tipo de sensación. Disfruta con la mera idea. Si un miedo o una duda
asalta tu mente, agárrala, deséchala y di: «Luego me ocuparé de ti. Ahora, ¡a disfrutar!» Crea
esta sensación con la mayor intensidad posible.
5.  Cuando hayas llegado a tu máximo de esta sesión, para, deshazte de la imagen y relájate.
Vuelve a hacerlo cuando tengas tiempo.
 
En ocasiones, es posible que al hacer este ejercicio descubras que tienes
que precisar un poco más lo que realmente quieres. Recuerda que la idea es
focalizarte en lo que quieres, no en lo que no quieres. Disfruta del proceso al
máximo (de los sentimientos buenos y positivos) y dite a ti mismo, aunque
esto sea un ensayo preliminar y aunque aún no sea completamente real:
«¡Vaya! ¡Realmente amo esto! Lo amo de verdad. Esto es lo que de verdad
amo ser, hacer, tener. ¡Sí, cómo lo amo!» Las palabras pueden ayudar a
focalizar y moldear la imaginación, y a intensificar la experiencia.
Puede que a algunas personas les resulte un tanto incómodo hacer un
experimento como éste, porque están muy acostumbradas a contener su
pasión o intentar no sentirla. Esto en parte puede ser debido al miedo a la
decepción, pero es posible que también se deba a la educación recibida. Si
ése es tu caso, dedica un tiempo a pensar en ello y, si quieres, practícalo muy
gradualmente.
De todas las cosas de las que podemos hablar desde el punto de vista de la
intensificación de energía, no hay nada más poderoso que la motivación
amorosa. Nada. Puedes llenar la casa de cristales o practicar rituales que te
haya proporcionado el brujo más poderoso del mundo, y no obtendrás un
resultado tan apoteósico como el que tendrás con una pasión entusiasta por
algo que amas. Todo lo demás, como mucho, sólo ayuda.
8

Extiende tu influencia

Ukuli’i ka pua, onaona i ka ma’u


Diminuta es la flor, pero perfuma la hierba que la rodea
 
 
La cita anterior es un proverbio procedente de la tradición hawaiana. En
inglés lo llamaríamos el «efecto dominó». En francés sería tache d’huile, o
«mancha de aceite». El concepto ha sido aceptado en todo el mundo, pero
por alguna razón en hawaiano es más poético y tridimensional. Afirma que
las cosas pequeñas pueden tener efectos profundos. Un equivalente
moderno es la teoría del caos, que, como ya hemos comentado en términos
meteorológicos, asegura que el aleteo de una mariposa en Japón puede
producir tornados en Texas.
Otro concepto procedente de Hawái y la idea más poderosa de su
tradición (idea que ha extendido su influencia por todo el mundo,
cruzándose y fundiéndose con sus análogas de otras culturas) es ésa tan
sencilla de lo que ya hemos llamado «el espíritu de aloha». Traducido
normalmente como «amor», incluye las ideas de amistad, aceptación,
compasión, misericordia, gratitud, ayuda y cooperación. De modo que
decimos que las personas demuestran aloha cuando te saludan
afectuosamente, cuando te dedican una sonrisa, cuando te echan una mano
si lo necesitas, cuando se acuerdan de agradecerte un favor, cuando actúan
como amigas, cuando perdonan las ofensas. Aloha tiene un aspecto sexual,
también, pero siempre implica una sexualidad amorosa. La asociación entre
las flores y el amor es más que una coincidencia, ya que las flores son en
realidad los órganos sexuales de las plantas.
Evidentemente, las ideas y acciones que encierra aloha no son exclusivas
de Hawái, y ésa es la cuestión. Las flores crecen en otros lugares, además de
en el archipiélago de Hawái. Estas flores del amor son silvestres, y es
maravilloso toparse con ellas de repente. Sin embargo, también pueden
cultivarse e intercambiarse con más abundancia. Al igual que plantamos
flores con la intención consciente de que proliferen lo máximo posible,
podemos cultivar la práctica del amor para distribuirlo más ampliamente.
Durante los veinte años que viví en Kauai, organicé cada semana sesiones
de «charlas» subvencionadas por Aloha International en las que hablábamos
de la filosofía, la cultura y las tradiciones de las islas. Antes de que el grupo
creciera demasiado, solía empezar cada sesión pidiendo a los participantes
que dijesen cómo se llamaban, de dónde eran y que explicasen alguna cosa
buena que les hubiese ocurrido recientemente. A los que asistían por
primera vez a menudo les costaba pensar en algo bueno, porque nuestra
sociedad nos anima de forma sutil a compartir las cosas que van mal. Así
que parte del objetivo de esto era conseguir que la gente pensara más
positivamente, por su propio bien. No obstante, el objetivo más importante
era experimentar el efecto positivo que eso producía en todos los presentes.
Era asombroso y, en cierto modo, impresionante, ver cómo se les iluminaba
la cara a todos cuando alguien mencionaba un acontecimiento sencillo,
como ver un arco iris o una ballena, o la alegría por la visita de un amigo del
continente. Cuando se comparte verbalmente un acontecimiento, los
oyentes lo reproducen en sus propias mentes y reaccionan a él con sus
propios niveles de entusiasmo. El arco iris de una persona se convierte de
repente en un arco iris experimentado por veinticinco personas o más. Un
acontecimiento aislado y corriente aumenta el placer y la energía de todo el
grupo. Después de compartir algo así, todo el mundo está pletórico.
La idea que se esconde detrás de la flor diminuta es que no importa
realmente lo pequeño que seas, ya en tamaño, ya en número. No importa
cuánto sepas, lo habilidoso que seas ni tu cultura o tus credenciales. Lo que
realmente importa es qué influencia ejerces en el mundo que te rodea.
Eres como una flor diminuta, y cuanto haces afecta al mundo. Cuando
sonríes, los demás se sienten mejor, incluso cuando no te corresponden o tú
no te fijas en ellos. ¿Acaso nunca has sonreído al ver que dos personas se
sonríen la una a la otra? ¿Ni te has reído para tus adentros al ver reír a un
niño? Cuando ayudas a una persona, muchas otras se animan a hacer lo
mismo. Puede que esas otras personas sean quienes se han beneficiado de la
ayuda, quienes han visto cómo ayudabas, quienes han oído hablar de tu
ayuda o han reaccionado de manera positiva a los buenos sentimientos de
aquellos que han recibido la ayuda. Cada vez que actúas con intención
amorosa, estás sembrando las semillas para el crecimiento de otras personas
de formas que quizá nunca presencies y entre aquellos que quizá jamás
conozcas. Al igual que el perfume de una flor diminuta, los efectos de tus
acciones se extienden mucho más allá del área de tus percepciones
inmediatas.
En relación con los gobiernos, el gran capital y las religiones organizadas,
la persona individual sigue siendo una flor diminuta. Pero los individuos
haciendo cosas sencillas en las que creen pueden cambiar el
comportamiento de multitudes. Presta atención a las siguientes historias.
A mediados de la década de los treinta, los fabricantes de ropa de
Honolulú decidieron que querían crear un tipo de tela exclusivamente
hawaiana. La Watumull’s East India Store de Honolulú encargó a la artista
Elsie Das la creación de quince diseños florales que fueron enviados a Japón
para pintarlos a mano sobre seda y luego convertidos en camisas de vuelta
en Hawái. Así nacieron las «camisas de aloha», que desde entonces han ido
popularizándose en todos los continentes.
El Merrie Monarch Festival, algo así como unas olimpiadas
internacionales de hula, se remonta a un festival de Hilo, en la isla de Hawái,
patrocinado por el gobierno del condado y la cámara de comercio. Sin
embargo, no se convirtió realmente en un festival de hula hasta 1969,
cuando la presidenta Dottie ompson se unió al maestro de hula George
Naope y al antiguo funcionario del gobierno Albert Nahalea para
convertirlo en un auténtico festival de hula. Desde entonces ha sido el
estímulo para el renacimiento de los estilos tradicionales de hula como parte
vital de la cultura hawaiana, así como para la formación de grupos de hula
por todo el globo terráqueo. Hoy en día, solamente en Japón hay más de
ochocientos grupos de hula, y los bailarines norteamericanos, alemanes y
polacos del halau de Aloha International fueron invitados a bailar en la
inauguración de un puente entre Alemania y Polonia.
¿Y te acuerdas de Duke Kahanamoku, quien sin ayuda de nadie introdujo
en todo el mundo el surf hawaiano, que ahora se ha convertido en deporte
olímpico y, desde 2006, en una industria al por menor y manufacturera de
once mil millones de dólares?
Podría citar a muchos más individuos a los que ahora consideramos
excepcionales que han ejercido una influencia enorme en diversos campos,
pero la cuestión es que todos ellos empezaron como flores diminutas sin
gran influencia aparente. Aun así, cuanto dijeron, cuanto hicieron y cuanto
pensaron llegó a los demás y produjo una reacción en ellos.
Acabo de decir «cuanto pensaron». Es fácil reconocer la influencia de las
palabras y cosas que vemos, y aún es más fácil reconocer la influencia del
carisma o las emociones en las personas cercanas. Si has recibido una
formación espiritual, probablemente seas capaz de reconocer también la
influencia de la oración. En mi tradición de huna, sin embargo,
consideramos que todo pensamiento es una oración. En otras palabras,
somos seres con telepatía, que constantemente nos comunicamos por
telepatía de un modo activo y pasivo. Reaccionamos a los pensamientos de
los demás y ellos reaccionan a los nuestros. En contra de los temores
populares, nadie puede controlar los pensamientos de otra persona. Pero,
como el perfume de una flor diminuta, podemos influir. Si el perfume huele
bien, la respuesta será buena. Si el olor es malo, la respuesta será mala. Es
absolutamente natural que nuestros pensamientos puedan reflejarse, o
incluso amplificarse, en los acontecimientos del mundo que nos rodea.
Casi asusta pensar que cada pensamiento que piensas se proyecta para
influir y modificar el mundo en cierta medida. Y cuando digo «el mundo»
no me refiero solamente a la gente que lo habita; me estoy refiriendo
también a todas las plantas, animales, elementos y objetos. Puede que te
asustes aún más al recordar todas las barbaridades que has pensado; todos
los pensamientos de ira, temor, venganza, terror que de vez en cuando has
tenido. ¿Han tenido consecuencias para el mundo? Según huna, sí. Es
posible que no hagan más que empujar suavemente una molécula o un
electrón, o quizá sumen su ímpetu a los acontecimientos en curso. Pero está
claro que producen un efecto.
Sin embargo, huna también dice que la naturaleza del universo es el amor.
Y el amor es el impulso hacia el crecimiento; un deseo de aumentar la
conciencia, las habilidades y la felicidad. El universo entero, y todos los entes
individuales que hay en él, se mueven hacia un amor cada vez mayor. Esto
significa que cualquier cosa contraria al amor va contra ese movimiento,
como una roca que rueda cuesta arriba. En determinadas circunstancias
naturales, las rocas pueden moverse en contra de la gravedad, pero se
requiere una cantidad tremenda de energía para hacer eso. Los seres
humanos, uniendo sus energías e ideas individuales, han inventado
máquinas para mover rocas y otros objetos en contra de la gravedad en
pequeñas cantidades durante distancias relativamente cortas, pero el gasto
de energía y esfuerzo es considerable. De forma similar, cualquier influencia
contraria al amor requiere una energía tremenda para producir algún
resultado.
«A ver, ¡para un momento!» —puede que diga alguien—. ¿Qué hay de
todos los efectos nocivos que se producen en el mundo? ¿Qué hay de las
guerras, las enfermedades, la crueldad y la polución? Parece que estas cosas
pasan con mucha facilidad.» La única razón por la que parece fácil que
ocurran estas cosas es porque ya existe una cantidad tremenda de energía
moviéndose en esas direcciones. Esa energía sale de todos los pensamientos
de temor e ira de la gente más diversa de todos los rincones del planeta. A
pesar de ello, la magnitud del amor y sus efectos continúa siendo mucho
mayor que cualquier energía carente de amor. De hecho, las cosas malas
parecen tan terribles porque ocurren en un trasfondo de amor tan inmenso
que nos cuesta reconocerlo. Pero individualmente, cuando piensas con ira o
temor, conectas con la energía de ira y temor existente, y ésta amplifica los
efectos de tus pensamientos al tiempo que contribuyes a su existencia.
Antes de que te retuerzas y te mueras de culpabilidad, te será útil saber
que puedes hacer algo al respecto. Dado que el ímpetu del amor es mucho
mayor que cualquier fuerza contraria, los pensamientos amorosos te
conectan con ese poder positivo, que a su vez amplifica los efectos de tus
pensamientos. Además, tus pensamientos amorosos neutralizarán los
efectos de los pensamientos de temor o ira previos, al igual que la gravedad
que tira de un muro neutralizará toda la energía que ha hecho falta para
levantarlo. Por otra parte, los pensamientos de temor e ira no neutralizan los
pensamientos amorosos más de lo que el levantamiento del muro neutraliza
los efectos de la gravedad.
Hablemos de los pensamientos amorosos: ¿qué son exactamente?
Cualquier pensamiento que fomente un incremento de conciencia, habilidad
o felicidad es un pensamiento amoroso. Una afirmación positiva puede
decirse que es un pensamiento amoroso. Una oración dirigida a cualquier
forma de Dios en aras de tu propio bien o el de otra persona es un
pensamiento amoroso. Un pensamiento amoroso puede ser un elogio
mental a un amigo o desconocido, la apreciación de la belleza de un
amanecer o atardecer, la gratitud por un regalo o el perdón por una ofensa.
El deseo de paz, la esperanza de un futuro mejor o las visualizaciones
creativas de éxito y prosperidad pueden ser pensamientos amorosos.
Cualquier pensamiento en la dirección de la bondad es amoroso.
Lo que realmente necesitamos ahora son más pensamientos
conscientemente amorosos. Volviendo a nuestra flor, la mayoría de la gente
cree que las flores sólo están para oler bien. En realidad, las flores despiden
su perfume a propósito, influyendo en unos animales concretos que se
acercan y les ayudan a polinizarse unas a otras. A cambio de este favor, las
flores ofrecen néctar a modo de recompensa (la única función que tiene este
líquido). Las flores no sólo despiden su perfume a propósito, también
programan sus emisiones para que coincidan con las actividades naturales
de los animales en los que desean influir. La próxima vez que te pares a oler
las flores, fíjate en qué hora del día es. Algunas flores despiden la mayor
parte de su perfume por la mañana, algunas por la tarde y otras por la
noche. Si las hueles a otras horas, el perfume es ligero o inexistente. Es como
si las flores tuviesen más influencia cuando su intención es más consciente.
Como diminuta flor metafórica, tus pensamientos conscientemente
orientados son más poderosos que los que aparecen sin más, por decirlo de
alguna manera. Más que eso, estoy sugiriendo que los pensamientos que
tienes con la intención específica de influir son más poderosos incluso. Más
allá de eso, tus pensamientos más poderosos son aquellos que persiguen
conscientemente amplificar cualesquiera tendencias hacia la bondad que ya
están allí fuera.
Por ejemplo, este primer pensamiento es mucho menos eficaz que el
segundo: 1) «Que impidan quemar más bosques pluviales a esos promotores
inmobiliarios sin escrúpulos de Sudamérica»; 2) «Que todos aquellos que
quieren mantener y proteger los bosques pluviales tengan más valor,
confianza y éxito». En el primer caso, estás oponiendo tu energía mental
contra algo, mientras que en el segundo estás contribuyendo a una
tendencia en aumento. De igual modo, para tu propia salud personal, es más
poderoso pensar «mi salud está mejorando» que «estoy eliminando mi
enfermedad», porque la tendencia natural de tu cuerpo es ir hacia la salud y
no huir de la enfermedad. Tu cuerpo no elimina la enfermedad. Cuando
tiene la suficiente libertad para hacerlo, absorbe, transforma o expele
aquellas cosas que interfieren en la salud. Esto es un proceso totalmente
distinto.
Si una flor diminuta puede perfumar la hierba que la rodea, entonces el
perfume de un millón de flores diminutas puede ser transportado por el
viento hasta los últimos rincones del mundo. Aquellos de nosotros que en
nuestras vidas cotidianas rezamos, bendecimos, pensamos y actuamos según
el espíritu del amor ya estamos empezando a ejercer una influencia, sutil
pero creciente, en diversos países, debido a la mismísima esencia de nuestra
focalización y debido a que somos una flor diminuta entre miles de flores
diminutas que despiden el mismo perfume: la esencia del poder del amor y
el amor poderoso.
Con escasos recursos y muy pocas personas, estamos afectando para bien
a un montón de gente. Apenas hemos empezado, pero lo hemos hecho. El
mundo cambia a toda velocidad a nuestro alrededor, y cambia a raíz de las
fuerzas internas y no de las externas. La gente de los rincones más remotos
del mundo está inspirando la fragancia de nuestras flores diminutas y
haciendo cosas que antes creía imposibles.
Cada vez que la violencia sin sentido, las epidemias, las tragedias y la
polución del mundo parezcan insoportables, abre un poco más los ojos y
fíjate en la creciente bondad que están creando muchas flores individuales.
Reflexiona un rato sobre aquellos que ayudan a niños de otros países a tener
una vida mejor y con más salud; aquellos cuyo ingenio está mejorando la
comunicación entre todas las personas; aquellos que diseñan más formas de
curar mentes y cuerpos; que negocian la paz y el entendimiento entre
enemigos; que no sólo velan por que empresas y gobiernos protejan el medio
ambiente, sino que también desarrollan nuevos sistemas de cooperación con
la naturaleza en lugar de explotarla. Valora un poco, también, el brutal
aumento de la cantidad de humoristas que nos hacen reír y la mera
existencia de una cadena de humor en televisión, por variable que pueda ser
el contenido. Por todo el mundo, en todos los países, hay gente que se
esfuerza para mejorar las cosas. Y todo pensamiento positivo que podamos
tener sobre ellos les ayuda.
Es bueno participar en grandes causas y llevar a cabo proyectos
ambiciosos, pero no es la única manera de hacer las cosas. Practicar el
espíritu de aloha en tu vida cotidiana es otra forma válida. Una de las cosas
más esperanzadoras y emocionantes que he visto es el creciente interés por
un concepto novedoso ejemplificado en la frase: «Practica actos aleatorios
de bondad y belleza insensata». Estamos tan acostumbrados a pensar en
términos de satisfacción de las necesidades que la idea de hacer simplemente
cosas buenas al azar (por gusto) es muy novedosa. Nos aleja de nuestros
antiguos patrones de pensamiento y nos sirve de estímulo para dejar unas
monedas en los teléfonos públicos o encima de las cajas de venta de
periódicos, para incluir una nota de agradecimiento en tu recibo de la
compañía eléctrica, para hacer un regalo a alguien que no se lo espera, para
arrancar las malas hierbas o sacar la basura cuando nadie te lo ha pedido. Es
divertido hacer esto con desconocidos, pero más atrevido es hacerlo con tu
propia familia. Algunas de las personas que fomentan esto emplean la
expresión «guerrilleros espirituales», que es pegadiza. Pero no creo que
necesitemos la conexión guerrera, prefiero «duendecillos de la amistad».
Si deseas practicar más amor telepático, aquí tienes un ejercicio sencillo
que puedes hacer en un lugar cómodo al aire libre o desde el que puedas ver
el exterior. El único requisito es hacerlo con los ojos abiertos y en contacto
con tu entorno. Da igual que estés tumbado, sentado, de pie o andando.
 
1.  Imagínate que eres una flor que te dispones a despedir tu perfume. Elige tu flor favorita y/o tu
aroma favorito. Si tienes a mano el aroma real, puede ayudarte a imaginártelo.
2.  Tómate unos segundos para decidir a quién o a qué quieres enviar tu perfume y con qué fin.
Podrías enviárselo a un miembro de tu familia o a un amigo, a un grupo u organización que
esté llevando a cabo una tarea en la que crees, o incluso a grupos de plantas o animales. Siente
que tu perfume les dará la fuerza y la energía para hacer algo provechoso para sí mismos o
para otra persona o cosa.
3.  Finalmente, lanza tu perfume al aire e imagínate que va donde quieres que vaya, que hace lo
que quieres que haga. Puedes acabar afirmando a tu manera que esto es un hecho.
 
Los hawaianos de antaño solían usar flores como símbolos poéticos de las
personas. Como reza otro proverbio hawaiano:
 
Mohala i ka wai ka maka o ka pua
Abiertos por el agua están los rostros de las flores
 
La gente prospera cuando las circunstancias son propicias. A medida que
más y más flores diminutas vayan juntándose para extender su influencia
amorosa, ayudaremos a crear esas circunstancias favorables.
9

El misterio del dinero

I kani no ka ‘alae i ka wai


Una focha grazna porque tiene agua
(Una persona próspera habla con autoridad)
 
 
Comprueba si tienes el libro bien sujeto y abróchate bien el cinturón si lo
llevas, porque vamos a hablar de uno de los temas más delicados que hay: la
poderosa modalidad del mana llamada «dinero».
Prosperidad, riqueza, éxito y abundancia son palabras que suenan muy
bien, pero no impresionan a tu ku. Mucha gente no sabe que el
subconsciente es muy realista y práctico. En otras palabras, que no entiende
de conceptos abstractos. La prosperidad, por ejemplo, es un término
confuso y no físico; significa un montón de cosas buenas. Pero eso no es lo
bastante específico para el subconsciente. Cualquier cosa que crece o
prospera puede decirse que es próspera, incluidas las hormigas y las malas
hierbas. En cuanto a la abundancia, puede haber abundancia de carencias,
puede haber abundancia de facturas, puede haber abundancia de problemas.
La abundancia puede ser cualquier cosa para el subconsciente. El éxito es un
término también relativo; ¿tener éxito en qué? Puedes tener tanto éxito
fracasando como ganando, por ejemplo. De modo que cuando hablamos al
subconsciente, cuando intentamos programarlo, tenemos que ser precisos
para obtener los mejores resultados; no es necesario detallar, pero sí precisar.
Así que concretemos y hablemos de dinero. En este capítulo te enseñaré
cómo empezar a sentirte bien con relación al dinero para que puedas atraer
más a tu vida.

Tu relación con el dinero


Antes que nada, tu subconsciente puede tanto ahuyentar el dinero,
atrayéndote hacia circunstancias que te alejen de él, como impedir que el
dinero se quede en tus bolsillos, ayudándote a buscar excusas para darlo o
perderlo nada más conseguirlo. Entiendo que lo que quieres es ganar dinero
en abundancia. Uno de los primeros pasos de este proyecto es aprender a
estar cómodo con el dinero.
Es sorprendente la cantidad de gente que reacciona enérgicamente contra
la palabra «dinero» sea en el idioma que sea, así que probaremos algo y
veremos cuáles son tus reacciones en este momento.
 
1.  Relaja el cuerpo, cierra los ojos y toma conciencia de tu cuerpo.
2.  Ahora entona un breve cántico sobre el dinero. Es decir, salmodia la palabra «dinero» cuatro
veces y luego tres, y repítelo unas cuantas veces según el esquema que sigue:
D  inero, dinero, dinero, dinero,
d  inero, dinero, dinero.
D  inero, dinero, dinero, dinero,
d  inero, dinero, dinero.
D  inero, dinero, dinero, dinero,
d  inero, dinero, dinero.
D  inero, dinero, dinero, dinero,
d  inero, dinero, dinero.
3.  A continuación observa cómo está tu cuerpo. ¿Cuáles han sido tus reacciones físicas a este
cántico?
 
Más adelante puedes intentar alargarlo un poco, si quieres, pero de
momento ¿cómo te sientes? ¿Qué has notado con el ejercicio? ¿Has tenido
sensación de repelús? ¿Has sentido cosquilleo? ¿Ha sido una sensación
positiva o negativa? ¿Se te ha anudado la garganta o te ha dolido algo? ¿Han
aflorado recuerdos asociados con la experiencia? ¿Has visto alguna imagen?
Tus reacciones te darán las claves de tu relación con el dinero y, si ha sido
problemática, quizá empieces a entender por qué el dinero te ha sido
esquivo. Si has tenido una reacción fuerte del tipo que sea, entonces es que
tienes unas convicciones firmes sobre el dinero. Por ejemplo, si en este
momento de tu vida no tienes dinero, esas reacciones fuertes y esas
convicciones son parte de la razón de que no tengas dinero. Si has tenido
reacciones positivas, es una buena señal para futuros progresos en este
terreno. Si no has tenido ninguna reacción, entonces es que ya tienes todo el
dinero que quieres o necesitas urgentemente valorarlo más si no lo tienes.
Analicemos lo que podemos llamar la «programación antidinero» a la
que muchos de nosotros hemos estado expuestos durante toda nuestra vida.
¿Con qué frecuencia has oído la idea de que el dinero es la raíz de todos
los males? Seguramente lo habrás escuchado cientos de veces a lo largo de tu
vida. Y seguramente te habrán dicho que esta afirmación procede de la
Biblia. Pues no es verdad. La frase exacta de la Biblia es: «Porque la raíz de
todos los males es la avaricia», y se atribuye a san Pablo en su primera carta
a Timoteo, capítulo 6, versículo 10. En este contexto, condena a aquellos que
anteponen el amor por el dinero a su amor por Dios, o a hacer buenas obras.
No condena el dinero en sí ni condena a los ricos como tales.
Otra idea que se oye con frecuencia es que el dinero es poder y el poder
corrompe. Es una tergiversación de una afirmación que hizo un inglés
llamado lord Acton, quien concretamente escribió sobre la política del siglo
XIX y que dijo en realidad: «El poder corrompe, y el poder absoluto
corrompe absolutamente». Si vas a ser político, te vendría bien pensar en
ello, pero esa afirmación no se hacía sobre el dinero.
¿Con qué frecuencia has oído hablar de los «ricos ociosos» o has oído a
alguien diciendo que quiere «forrarse»? ¿Qué me dices de la idea de que la
gente rica es despiadada o de que hay que ser un miserable, un tramposo y
un sinvergüenza para ser rico? Si eres una persona normal y buena que no
quiere estar ociosa, forrarse ni cometer ninguna maldad, y toda la vida te
han dicho que el dinero causa estas cosas, ¿por qué diablos querrías tener
mucho dinero?
Si este mensaje te resulta familiar, de forma totalmente inconsciente te
verás envuelto en determinadas situaciones y patrones de conducta a fin de
evitar ganar mucho dinero. Si en tu vida el dinero no abunda, muy
probablemente sea porque no crees que debas tenerlo. Y no estoy hablando
de una convicción consciente; estoy hablando de algo que reside en tu
subconsciente. En cuanto sepas que está ahí, podrás trabajar para sacarlo.
Tal vez recibiste una educación religiosa que idealizaba la pobreza,
predicaba los problemas de los ricos para entrar en el cielo, hablaba del
karma o de la voluntad de Dios. Si aceptas la idea de que eres pobre por la
voluntad de Dios o por tu karma inalterable, entonces mejor que no leas este
capítulo. Pero te diré que eso no es así. En toda la Biblia el mensaje de Dios
es de abundancia, de que a los hijos de Dios les ocurren todas las cosas
buenas. Dios dio a Abraham enormes rebaños, campos y riquezas, y Dios
también se lo dio a Jacob. A Jesús, pese a que estuvo vagando por el desierto,
jamás le faltó comida ni un techo bajo el que dormir, a menos que lo
decidiese voluntariamente. Y hasta Jesús habló de la grandeza y las riquezas
divinas. A lo largo de toda la Biblia verás como esto es cierto. En cuanto al
karma, en realidad es una palabra sánscrita que significa «acción» y, por
extensión, «reacción». En sí, karma no significa «causa y efecto con el paso
del tiempo». Acción y reacción siempre tienen lugar en el momento
presente, y si estás dispuesto a aceptar eso para cambiar tu karma, te
dirigirás hacia la prosperidad.
Si lo aceptas, la tierra entera rezuma potencial de abundancia para ti; si lo
aceptas.

Cómo opera el dinero


Es triste que tan pocas personas entiendan o valoren qué es el dinero en
realidad. Esta falta de conocimiento contribuye en gran medida a la falta de
dinero.
En uno de mis talleres pongo en evidencia el error generalizado de que el
dinero tiene poder: dejo un billete de los grandes encima de una mesa y le
pido que haga algo, lo que sea. Naturalmente, no pasa nada porque el dinero
sólo tiene el poder que los seres humanos le den.
Lo más importante que hay que entender es que el dinero no es más que
un medio para intercambiar bienes y servicios. Ya está, eso es todo. Y dinero
no es sólo las monedas acuñadas y los billetes emitidos que la mayoría de la
gente usa hoy en día. Es cualquier cosa empleada como medio de
intercambio de bienes y servicios.
El trueque es otra clase de intercambio que algunos consideran mejor y
más puro que el intercambio de dinero. En el trueque, tú me das un masaje y
yo te enseño alguna habilidad; o yo te doy un plátano y tú me das una
manzana. Es un intercambio directo de bienes y servicios, y funciona
bastante bien (siempre y cuando yo quiera tu masaje o tú quieras mi
plátano). Cuando ése no es el caso, el sistema se viene abajo. En los primeros
cursos que impartí solía cambiar cristales por mis clases hasta que me di
cuenta de que los cristales no pagaban mis viajes ni mi alojamiento. Después
de aquello dije a esas personas que vendiesen los cristales y luego vinieran a
mis cursos.
El trueque es un concepto antiguo, y el dinero también. En el antiguo
Hawái, las islas estaban divididas como un pastel en distritos llamados
ahupua’a que iban del mar a las montañas. Cada distrito era una unidad
política a la vez que económica, diseñada para ser lo más autosuficiente
posible. Los pueblos de la costa cambiaban a los pueblos de las tierras altas el
pescado y las hortalizas por fruta y madera. Eso funcionó hasta que alguien
de un distrito quiso algo especial de otro distrito, como una delicada talla de
madera o la estupenda herramienta de piedra hecha por un artesano muy
cualificado. Aquellas personas no querían pescado ni hortalizas, ni fruta o
madera, porque ya lo tenían, pero estaban dispuestas a hacerse con un
artículo de canje más universal y con un mayor atractivo como inversión. Se
usaron para esto una serie de cosas distintas, pero la más frecuente era un
fardo de tapa, un tipo de tela hecha a partir de corteza vegetal que se usaba
para hacer un montón de cosas diferentes, incluyendo ropa, mantas,
envoltorios, mechas de velas y estopa para calafatear las junturas de botes y
barcos. Debido a su versatilidad, la tapa se convirtió en uno de los sistemas
monetarios más comunes del antiguo Hawái, y había una tapa de mayor
calidad que se canjeaba por cosas más valiosas. Era trueque cuando se
canjeaba directamente por alguna clase de mercancía y servicio, y dinero
cuando se canjeaba indirectamente, es decir, cuando se guardaba hasta que
podía ser cambiada por otra cosa.
En la micronesia isla de Yap, en el Pacífico Occidental, usan tres tipos de
dinero, dos de ellos antiguos y uno moderno. El más inusual se parece a un
disco de coral o calcita cristalina, de entre diez y veinte centímetros de
grosor con un agujero en el centro. El diámetro puede oscilar entre sesenta
centímetros y hasta tres metros y medio. Vi un «banco» allí, que consistía en
una cabaña con un patio vallado lleno de discos de diversos tamaños que
pertenecían a diferentes miembros de la comunidad. Estos discos se usan
únicamente para la compraventa de inmuebles, y en Yap no puedes tener
una propiedad sin un disco en el banco o exhibiéndose en la propiedad. El
segundo tipo de dinero, una concha especial, se empleaba para pagar por
una novia, y el tercer tipo, el dólar norteamericano, se usaba para comprar
cerveza.
En el África ancestral la forma de dinero más común era la concha de
cauri, si bien en cierta medida usaban el oro. Las distintas sociedades y
culturas de todo el mundo han utilizado como dinero cosas que para ellas
tenían valor. Y esto nos lleva al segundo elemento más importante que hay
que entender sobre el dinero: su valor pecuniario siempre es arbitrario.
Hay una gran diferencia entre el valor intrínseco y el valor percibido. Por
ejemplo, el oro tiene un valor intrínseco como joya o elemento decorativo
porque brilla, no se deslustra y se mezcla bien con otros metales para
hacerlo más duradero. En algunas circunstancias también se emplea para las
conexiones eléctricas, porque no se ennegrece, pero eso queda compensado
por el hecho de que no es muy buen conductor. Sin embargo, su valor como
símbolo de éxito, como amuleto para conjurar el mal y especialmente como
forma de dinero es imaginario: un mero producto de la decisión arbitraria
de alguien y de la aceptación ajena de esa decisión. El oro es bastante raro,
pero ser raro no lo convierte automáticamente en valioso. Tengo una roca de
un lugar llamado Richat en el Sáhara profundo que tiene unas propiedades
físicas inusuales. Es sumamente rara, ya que estas rocas sólo existen en esa
zona y en ninguna otra parte del mundo. Por desgracia, nadie quiere
comprarla ni usarla para el comercio, por eso, pese a su rareza, no tiene
valor.
Antes era muy frecuente entre las naciones usar el denominado «patrón
oro», que significaba que la moneda que emitían y acuñaban estaba
«respaldada» por oro. La idea de que había oro físico de verdad en alguna
parte se suponía que daba más seguridad a la gente con respecto a la
moneda. A la larga, alguien se dio cuenta de que esto no solamente era
arbitrario, dado que se basaba en un valor inventado, sino también poco
conveniente, puesto que era imposible mantener el ritmo de las cantidades
de dinero que exigía un mundo moderno en expansión. Ahora, en Estados
Unidos por lo menos, el dinero no está respaldado por nada tangible en
absoluto. Está respaldado por el producto interior bruto, una medida que
expresa el valor estimado de la producción total de los norteamericanos en
un año determinado, y eso no puede ser menos tangible.
De modo que la moneda que usas como dinero se fundamenta en aquel
valor que tú y otras personas creéis que tiene. El papel y el metal reales
tienen muy poco valor intrínseco, y por muy bonito que sea tu dinero, quizá
la gente de otro país crea que no tiene valor alguno. El papel moneda de
Estados Unidos no es para nada bonito, pero está considerado como una de
las monedas más valiosas del mundo. Por otra parte, tengo unos bonitos
billetes de cinco chelines de la República de Biafra de los que me costaría
desprenderme. Estoy poniendo mucho énfasis en esto por una razón que
quedará clara en el próximo apartado.

Aumentar tu valor
El valor del dinero que llevas en el bolsillo depende de lo valioso que sea
para la gente a la que quieres comprarle algo. De igual modo, el valor
económico de tus bienes y servicios depende de lo valioso que sea para la
gente que quieres que te pague. Y eso depende mucho más de su percepción
de tu persona que del valor intrínseco de tus bienes y servicios.
Mientras investigaba distintos estilos de masaje, asistí a un curso para
obtener la licencia de masajista terapeuta en Los Ángeles. Era un buen curso
con buenos instructores, y junto con veinte personas más aprendí a hacer el
típico masaje Esalen que se requería para obtener la licencia. Aunque no era
mi intención ganarme la vida con ello, sí era el objetivo de todos los que
estaban allí.
En mitad del curso nos animaron a empezar a cobrar los masajes, y poco
antes de acabarlo el principal instructor nos juntó a todos y nos preguntó
cuánto habíamos estado cobrando. Recuerda que toda la clase hacía el
mismo masaje. Dejando aparte mi costumbre de no cobrar nada, el precio
más bajo por una hora de masaje cobrado por una joven encantadora y
tímida fueron diez dólares, y el más alto, cobrado por un joven fornido y
seguro de sí mismo, fueron cien dólares. La mayoría restante rondó los
treinta y cinco dólares; ¡todo por el mismo masaje!
La diferencia no tenía nada que ver con el valor intrínseco del masaje. La
única diferencia estaba en el valor percibido del terapeuta. ¿Y cuál era el
origen de esa percepción? El terapeuta.
Para aumentar tu valor ante ti mismo y los demás, te será de gran ayuda
ser consciente de los factores que contribuyen a tu valor personal. Aquí
tienes una serie de cosas que ayudan a incidir en el modo en que te perciben
los demás:
 
1.  Energía personal: ésta es otra forma de describir el carisma del que hemos hablado en el
capítulo 6. Es una cualidad personal especial que da a una persona influencia sobre las demás.
Y ya te he hablado en otro momento de los beneficios y el proceso de tener carisma. Al
aumentar tu carisma, tu valor aumenta de forma natural.
2.  Percepción personal: esto es lo que tú piensas de ti mismo, especialmente en presencia de
otros. Tu propia actitud hacia ti mismo afecta a los demás de muchas maneras. Hay un aspecto
telepático en esto, naturalmente, pero si quieres puedes ignorarlo, porque también hay otros
aspectos. Los pensamientos y sentimientos que albergas sobre tu persona los proyectas hacia
los demás en tu postura; en tu forma de vestir; en tu forma de hablar de ti mismo y de tu
trabajo; en cambios sutiles del tono de piel y la tensión muscular que su subconsciente nota, y
hasta en tu emisión de feromonas, que puedes ver como unos aromas muy sutiles que afectan
poderosamente a los sentimientos de los demás con respecto a ti.
3.  Expectativas personales: esto es lo que tú piensas de los que te rodean, incluidos clientes y
compradores, así como amigos y familiares. Más concretamente, consiste en tus expectativas
sobre su comportamiento y tus reacciones cuando esas expectativas se cumplen o no se
cumplen. Aquí también se dan algunos de los aspectos enumerados más arriba.
4.  Comportamiento personal: esto podría abarcar un montón de cosas, pero me centraré en una
en concreto: cómo te comportas con la gente relacionada de un modo u otro con tus ingresos.
Esto incluye clientes y compradores, naturalmente, pero también proveedores, acreedores y
contactos. Cuanto mejor les haga sentir tu comportamiento, más dinero te ayudarán a ganar.
 
Aquí tienes algunas cosas más que podrías plantearte hacer a fin de
aumentar tu valor:

Autoestima
Nunca se tiene demasiada autoestima. No estoy hablando de arrogancia —
que es la defensa del que tiene poca autoestima—, ni de que te compares con
nadie más, lo cual es una pérdida de tiempo. Estoy hablando de incrementar
tu propio valor ante ti mismo. Esto consiste en dos pasos. El orden no es
importante e incluso pueden hacerse simultáneamente.
 
1.  Toma la decisión arbitraria (no basada en «hechos» o recuerdos, ni en lo que quien sea te haya
dicho alguna vez) de que tú como persona y lo que sea que puedas ofrecer a cambio de dinero
sois sumamente valiosos y útiles para el mundo. Practica este pensamiento durante un minuto,
luego cinco minutos, luego una hora y después un día.
2.  Toma la decisión de no dudar de la decisión anterior y practica esto de igual modo.

Confiar en uno mismo


Tampoco se tiene nunca demasiada confianza en uno mismo. Sí, sé que
habrá gente que saltará al leer esto y dirá que es muy peligroso intentar
hacer algo que realmente no eres capaz de hacer, o que un exceso de
confianza en uno mismo te impide ver qué pasa en realidad. Bien, no estoy
hablando de hacer estupideces ni de ponerse una venda en los ojos. La
confianza en uno mismo consiste en saber qué sabes y en saber qué necesitas
saber. Consiste en ser consciente de lo que pasa y confiar en que serás capaz
de hacerle frente del mejor modo que sepas. Consiste también en pedir
ayuda tranquilamente, así como en esperar que las cosas salgan lo mejor
posible una vez que hayas hecho cuanto está en tu mano. Y, por último,
consiste en confiar en que has hecho todo lo que podías. Para adquirir
confianza en uno mismo hay dos pasos también:
 
1.  Confía en lo que sabes hacer, y busca siempre mejorarlo, física y mentalmente.
2.  Jamás dudes de ti mismo a menos que tengas una solución para disipar la duda. Practica estos
pasos como has hecho con los de la autoestima.

Beneficio adicional
En la mente de la mayoría de la gente, los beneficios de un buen trato son
más valiosos que los bienes o servicios concretos, o que incluso el dinero en
sí. Muchas personas, servidor incluido, pagarán más por un producto o
servicio que quizá sea más barato en otro sitio, si va acompañado de un trato
mejor.
El «buen trato» o «mejor trato» hace referencia a la manera en que se
ofrecen los bienes o servicios, la suma de bienes o servicios adicionales no
relacionados con aquellos por los que se paga y la atención posterior cuando
hay un problema.
La última vez que compré un coche pude permitirme elegir entre una
serie de concesionarios distintos. Todos los coches del estilo que quería
estaban en la misma horquilla de precios y tenían más o menos las mismas
características. El que acabé comprándome era de una marca que no había
tenido desde la adolescencia, y lo adquirí en un concesionario en el que no
había comprado antes. El precio estaba bien, pero pesó más el hecho de que
el vendedor me diese más equipamiento sin un coste adicional, los lavados
gratuitos que quise y un trato impecable cada vez que necesité ayuda. El
precio y la calidad del vehículo eran factores importantes, pero los beneficios
adicionales son la razón de que me comprara ese coche concreto.
Uso mucho el ordenador y tengo gran cantidad de proveedores de
servicios de Internet entre los que elegir, muchos de los cuales regalan un
montón de beneficios adicionales en forma de elementos extras. Sin
embargo, fui cliente durante muchos años de una pequeña empresa que no
me proporcionaba ni elementos extras ni descuentos porque cuando
llamaba podía hablar con alguien de carne y hueso, la persona que
contestaba siempre reconocía mi nombre y cuando necesitaba ayuda
siempre me dedicaba tiempo al momento, con paciencia y destreza. Al final
me cambié a otra compañía que ofrecía una conexión mejor con un servicio
igual de bueno.
Los beneficios adicionales pueden adoptar la forma de características y
servicios extras, pero para mucha gente nada supera el valor de la simpatía,
la cortesía y la asistencia personal. La facultad humana de demostrar respeto
no puede calibrarse en términos pecuniarios y, sin embargo, puede ayudarte
a ganar más dinero del que jamás podrías ganar sin ella.

Diezmo
No habría conversación exhaustiva sobre el dinero sin mencionar la práctica
del diezmo, tremendamente malinterpretada.
La palabra «diezmo» (tithing) procede originalmente de un antiguo
sistema inglés por el que una comunidad se dividía en grupos de diez
hombres legalmente responsables del comportamiento mutuo. Más adelante,
las palabras tithing y tithe pasaron a significar una décima parte de algo. Por
eso se empleó para traducir el concepto del impuesto religioso aplicado a los
primeros hebreos para mantener a su sacerdocio, que consistía en una
décima parte de sus cosechas o rebaños. Muy probablemente estuviese
también relacionado con la práctica agrícola de reservar una porción de la
cosecha o rebaño propios para sembrar o criar y garantizar suministros
futuros para la supervivencia.
En la época moderna, el concepto ha sufrido cierta transformación.
Muchos grupos religiosos siguen usándolo como base de apoyo de sus
organizaciones, pero también lo utiliza mucha gente como base para una
inversión, una especie de «siembra y cría» con dinero. Luego están aquellos
que lo ven como una buena práctica para apoyar cualquier fuente de
inspiración, espiritualidad o buenas obras que sean importantes para ti.
Otra convicción que ha ido creciendo sobre el diezmo es que es una
buena manera de incrementar tu prosperidad económica. Eso es cierto, pero
no en el sentido que mucha gente cree.
Una convicción metafísica preponderante acerca del diezmo es que,
dando el diez por ciento de tus ingresos a alguna buena causa, el universo se
asegurará por arte de magia de que te sea devuelto el cien por cien. El hecho
de que, al parecer, a veces funcione refuerza esta convicción. El hecho de que
casi siempre fracase es por lo general ignorado.
Sería fantástico que sólo por dar el diez por ciento de tus ingresos el
universo te lo devolviera multiplicado por diez. Podríamos solucionar el
problema de la pobreza en un abrir y cerrar de ojos. Por desgracia, el
universo no es una máquina tragaperras gigante creada para favorecerte; no
funciona así. El universo te devuelve exactamente lo que le das, y la moneda
con la que opera se compone de convicciones y expectativas. El aspecto
positivo es que el universo te devuelve exactamente lo que le das, y la
moneda con la que opera se compone de convicciones y expectativas. (No
escribas a la editorial; no es un error tipográfico. Quería decir exactamente
lo que he escrito.)
Cuando el diezmo sirve para aumentar tu prosperidad económica (es
decir, cuando das un dinero y recibes más a cambio), funciona por dos
motivos. Uno es que, en la medida que realmente creas sin ninguna duda
que recibirás más, el universo satisfará esa convicción proporcionando los
medios para que eso suceda. El segundo motivo es que, si das dinero y eso
aumenta tu sensación de prosperidad, entonces el universo satisfará esa
sensación proporcionando los medios para aumentar tu prosperidad al nivel
de tu nueva sensación.
En pocas palabras, si pagas el diezmo (o das cualquier porción de lo que
posees) con la esperanza de que el universo te lo devuelva, porque se supone
que tiene que hacerlo, entonces no obtendrás muy buenos resultados. Si
pagas el diezmo con la expectativa rotunda de que funcionará, entonces
recibirás en función de tus expectativas. Si pagas el diezmo y eso hace que te
sientas más próspero, recibirás en función de la intensidad de tu sensación.
Pagar el diezmo es bueno para la gente a la que se lo das, de eso no cabe
duda. Si ésa es la única razón por la que pagas un diezmo, tus beneficios
puede que sean o no económicos, pero serán reales.
Por lo tanto, desde el punto de vista de huna:
 
♦  El dinero es lo que crees que es.
♦  El dinero es ilimitado porque puedes tener tanto como creas que puedes tener.
♦  La prosperidad aumenta según tus expectativas.
♦  Si quieres más dinero, empieza ahora mismo a hacer lo que hay que hacer.
♦  Cuanto más ames lo que haces y cuanto más valores el dinero, más ganarás.
♦  El poder de prosperar está en ti.
♦  Y por último, si un sistema para ganar más dinero no te funciona, cambia tú o cambia lo que
estás haciendo.
10

El Restaurante del Universo

Ana ‘oia i ka hopena


La verdad se mide por los resultados
 
 
Vivimos en un mundo de posibilidades y probabilidades, y conocer la
diferencia entre ambas es esencial para aumentar el éxito y la prosperidad en
el menor tiempo posible.
Una posibilidad es cualquier cosa que podría pasar en consonancia con la
naturaleza del universo. De acuerdo con el segundo principio («No hay
límites»), las enseñanzas de huna aseguran que el universo es infinito. Por
consiguiente, cualquier cosa es posible.
Una probabilidad es cualquier cosa que es probable que se obtenga en
consonancia con las restricciones de las limitaciones locales. En la vida que
ahora mismo estamos viviendo, cualquier cosa es posible, pero no todo es
probable. La distinción es importante. Me gusta explicarlo diciendo que
cualquier cosa es posible si eres capaz de averiguar cómo hacerla.
Las probabilidades salen de unos patrones. Es casi como plantar una
semilla, ya que una semilla concreta es un patrón de un tipo concreto de
planta. Cuando plantas esa semilla, tienes una planta probable: una planta
que lo más probable es que salga de esa semilla. Normalmente, de una
bellota no sale un manzano. Dentro del abanico de las múltiples
posibilidades probables relacionadas con esa bellota, una es que una ardilla
la desentierre antes de que crezca; otra es que no crezca demasiado y un
ciervo se coma el brote; que crezca un poco más y alguien lo parta para
reunir astillas y hacer fuego; que se convierta en un roble gigante, etcétera.
Dentro del potencial de esa bellota hay toda clase de probabilidades, pero
todas provienen de esa bellota. Por eso las probabilidades de cualquier
índole salen de las semillas plantadas, sean físicas o no. Las semillas, en lo
que concierne a tu experiencia futura, son tus patrones de pensamiento y
conducta basados en esos pensamientos.

La metáfora del juego


Una de mis formas favoritas de explicar esto más a fondo es usando la
metáfora de un juego como el konane, un juego hawaiano similar a las
damas. En él se utiliza un tablero con igual número de filas y columnas de
pequeñas casillas. En todas las casillas se colocan alternativamente piezas de
roca de lava o de coral blanco. Hay dos jugadores, uno elige las fichas de
coral y el otro las de roca de lava. Se empieza retirando una pieza blanca y
otra negra del centro del tablero. El objetivo del juego es eliminar las piezas
del otro jugador saltando sobre ellas con las tuyas de tal modo que puedas
ser el último en mover. Durante el juego no puedes saltar sobre tus propias
piezas, pero puedes hacerlo en cualquier dirección y todas las veces posibles,
y puedes iniciar tu turno con cualquier pieza movible. El ganador, tal como
se indica más arriba, es aquel que puede hacer el último movimiento.
Sin embargo, dado que el universo es infinito y cualquier cosa es posible,
no hay nada que te impida realmente quitar las piezas del otro jugador en el
acto, distraer a tu adversario y robarle unas cuantas cuando no esté mirando
o añadir más de las tuyas negras en las casillas libres cuando te apetezca.
Podrías hacer eso, por supuesto que sí, pero no estarías jugando al konane. Si
quieres jugar a un juego concreto, tienes que seguir las reglas; tanto las reglas
limitadoras como las reglas del juego.
La vida, tal como la conocemos, se parece mucho a un juego. Las reglas
limitadoras, como el tablero y el número de casillas del konane, son cosas
como el tiempo, el espacio, la gravedad y el electromagnetismo. Nuestras
ideas sobre estas cosas, así como sobre todo lo relativo a la vida, son las
reglas del juego. De modo que podemos jugar al konane durante toda
nuestra vida o cambiar las reglas del juego y jugar a otro juego en el mismo
tablero. Aplicar los principios de huna, echándole una generosa pizca de
pensamiento chamanístico, es como usar el mismo tablero cambiando el
conjunto de reglas de juego (así como modificando las formas y nombres de
las piezas) y encontrarte jugando al alquerque, el antiguo juego árabe.
Cambiando algunas de las reglas, habremos dado inicio a una cantidad
infinitamente mayor de posibilidades y probabilidades en el mismo contexto
espacio-temporal.

La metáfora del restaurante


Mi mujer cree que la metáfora del juego es demasiado intelectual. Como
profesional de la dietética, prefiere pensar en el universo como un
restaurante gigantesco, con un menú prácticamente infinito, un chef muy,
muy versátil y un camarero de lo más atento. Puedes pedir cualquier cosa
del menú, pero hay dos condiciones:
 
1.  Tiene que haber existencias cuando lo quieras.
2.  Tienes que pedírselo al camarero.
 
Cuando vas a un restaurante, puedes quedarte sentado a la mesa hasta
que éste cierre, pero no te traerán la comida hasta que le digas al camarero lo
que quieres. Lo mismo ocurre con el Restaurante del Universo (RU). La
diferencia es que nada más sentarte en el RU, el camarero automáticamente
te servirá lo que pediste la última vez, a menos que pidas otra cosa. Y si
pides algo de lo que no hay existencias, como fruta que no es de temporada,
el camarero te sugerirá una sustitución, al menos hasta que lo que quieres
esté entre las existencias.
Ahora bien, esto es aplicable a cualquier cosa, pero en el contexto del
presente libro se aplica especialmente a aquellas cosas que quieres hacer, ser
o tener. En este momento, tu éxito (tu éxito económico, tu éxito material o
tu éxito espiritual) y los recursos que tienes para hacer cosas (cómo es tu
entorno ahora mismo) son todo parte de una probabilidad surgida de tus
antiguos patrones de pensamiento y conducta. No es mera casualidad en el
sentido de algo que ocurre sin una causa; eso en este universo no existe.
Tus probabilidades futuras están siendo plantadas ahora mismo por tu
pensamiento y conducta presentes. Si de verdad quieres saber qué
prosperidad tendrás en el futuro, no necesitas ningún vidente que te diga si
vas a ser rico o no. Lo único que tienes que hacer es mirar bien el presente y
tendrás una idea clara de cuáles serán tus éxitos futuros.
Afortunadamente, el RU cambia a diario, tu momento presente no para
de cambiar y tienes la capacidad de cambiar tu pensamiento y tu conducta
en cualquier momento. Debido a eso tienes la capacidad de plantar distintas
semillas o de pedir una comida distinta y, por tanto, de crear un futuro
distinto. No tienes que conformarte con lo que tienes ahora, al igual que no
tienes que «conformarte» con comer lo mismo para desayunar, comer y
cenar, pudiendo elegir.
Otra cosa buena del Restaurante del Universo es que tiene una política de
satisfacción garantizada. Esto significa que si no te gusta lo que te dan,
puedes devolverlo y pedir otra cosa sin ofender al chef. Asimismo, si prestas
atención, podrás beneficiarte de las ofertas especiales que de vez en cuando
ofrecen.

Cómo hacer cambios


Aquí el mensaje principal es sencillo: si quieres cambiar algo, tienes que
cambiar algo. Si quieres atraer a tu vida otro tipo de experiencia, tienes que
hacer algo para modificar tu actitud y comportamiento presentes a fin de
atraer esta nueva experiencia. Eso significa plantar una semilla nueva,
cambiar las reglas o pedir otra cosa del menú de la vida. Son todo maneras
distintas de intentar describir la experiencia y no importa realmente por
cuál te decantes siempre y cuando entiendas el concepto.
En algún momento dado, existir requiere cambiar. Puede que ahora
mismo haya cosas en tu vida que te gusten y quieras mantener. En ese caso,
quizá quieras conservar las mismas actitudes y conductas que las sostienen.
Puede que algunas cosas quieras modificarlas un poco nada más. En ese
caso, modificarías un poco tu pensamiento y tu conducta. Y puede que
algunas cosas quieras sustituirlas completamente, en cuyo caso tienes que
sustituir completamente tu pensamiento y tu conducta asociados a esa área.
Como siempre, lo que has estado haciendo te ha traído lo que tienes. Si
intentas cambiar tu experiencia sin cambiar tú, no obtendrás resultados.
Algo tiene que cambiar por dentro; alguna creencia sobre ti mismo, sobre
los acontecimientos, sobre el mundo.
Ahora bien, ¿cómo se hacen los cambios? Ésta es la parte realmente
importante. ¿Cómo se pasa de la situación presente a otra más feliz, más
productiva, de más abundancia, más en la línea de lo que quieres? Hay una
serie de maneras diversas de hacer esto; y todas ellas requieren cambios.
Cambia tus juicios
Los juicios son tus decisiones sobre si algo es bueno o malo. Si estás en una
situación determinada que crees que es mala, te resistes, te opones, no la
quieres. En sí, eso es una forma de asegurarte de que se prolongue. Al
resistirte focalizas tu atención en su estado actual... y haces que siga
existiendo. Si tienes un salario o trabajo concreto que dices constantemente
que es malo («No me gusta», «No lo soporto», «Lo odio») y sigues pensando
en esa línea, estarás contribuyendo a asegurar que esa situación, u otra muy
parecida, permanezca en tu vida simplemente porque te opones con mucha
firmeza. Renuncia a tu juicio y haz que te sea indiferente (indiferente de
verdad, no te limites a reprimir tus sentimientos), y suelta la presión que has
estado ejerciendo contra él. Cuando dejes de resistirte, la circunstancia no
deseada empezará a cambiar por sí misma, lo que significa que tu
experiencia comenzará a cambiar también. Tal vez tu empleo mejore, tal vez
se vuelva más agradable, tal vez te aumenten el sueldo o tal vez surja otra
oportunidad. Todas las cosas que has estado reteniendo con ese enfoque
negativo cederán, permitiendo que circule un flujo purificador. De modo
que cambiar tus juicios puede favorecer tu éxito cuando has juzgado algo
como negativo o malo. Esto encaja con el primer principio de huna: «El
mundo es lo que crees que es».

Cambia tu interpretación
La interpretación difiere un poco del juicio. Puede que no decidas que algo
es bueno o malo, pero que decidas que algo tiene que ser de un modo
concreto.
Una persona que dice: «En fin, lo máximo que puedo ganar son 20.000
dólares al año. ¡Ése es mi límite!», está haciendo su propia interpretación de
lo que es el límite. Una persona que hace afirmaciones tales como: «No
tengo talento ni experiencia para cambiar de empleo, o para mejorar mi
situación», «Soy mujer y no me darán según qué trabajos», «Soy demasiado
mayor para según qué trabajos o para según qué ingresos», «Soy incapaz de
hacer dinero», «Soy incapaz de retener el dinero» o «El dinero se me escapa
siempre de las manos», está simplemente interpretando la realidad según sus
propias decisiones, no exponiendo los hechos. Y si haces semejantes
interpretaciones, serán verdad mientras las retengas. Una forma de cambiar
tu situación es cambiar tu modo de interpretar tu realidad presente. Puedes
contemplar la situación en su conjunto y decir: «¿Y si esto no es verdad? ¿Y
si empiezo a actuar como si no lo fuese?» Ésa es una manera de iniciar el
proceso. Otra manera es fingir que esta nueva idea ya es verdad. Por
ejemplo: «Sí, puede que ya no sea tan joven, pero puedo cambiar de
profesión y duplicar mi salario». La consecución de estos objetivos empieza
por la creencia de que son posibles. Tendrás que reinterpretar la realidad. El
principio de huna que hay que recordar aquí es que no hay límites (salvo los
que tú te inventes).

Cambia tus expectativas


Si esperas de todo corazón lo peor, probablemente lo obtendrás. El estudio
de las expectativas resulta fascinante. Justo antes del crac bursátil de 1929,
había un hombre que tenía un próspero restaurante en la zona del sur de
Estados Unidos. Servía grandes raciones de comida, tenía letreros por toda
la autopista para hacer que la gente parase allí y todos los que iban recibían
una comida y un servicio fantásticos. El negocio estaba boyante y en
expansión, hasta que llegó la Depresión. El propietario del restaurante estaba
abajo, en el sur, y no le prestó ninguna atención. Su negocio marchaba bien,
estaba contratando más personal y los viajeros seguían haciendo un alto allí.
Un día llegó su hijo de la universidad, que estaba en el norte, y le dijo:
—Papá, ¿qué haces? ¡Estamos en depresión! ¿No sabes que la economía
entera se desmorona?
—No, ¿qué dices?
—La economía se desmorona y tú sin saber qué implica eso —repuso su
hijo—. La gente está perdiendo su empleo, no hay dinero suficiente, los
suministros empiezan a escasear. No puedes seguir funcionando así.
El hombre era un inculto y supuso que su hijo sabía de lo que hablaba, así
que empezó a reducir las raciones, paró de contratar tanta gente y se deshizo
del puñado de empleados que consideró que quizá sobraban. Entonces
pensó: «Cuesta mucho dinero mantener esos letreros en la autopista y, si va a
venir menos gente debido a la depresión, no los necesitaré». De modo que
retiró unos cuantos. Y, efectivamente, empezó a ir menos gente y el negocio
decayó. Cada vez pasaban por allí menos personas, el lugar comenzó a dejar
bastante que desear y la comida empeoró hasta que el restaurante
simplemente cerró. Cuando al final echó el cierre, concluyó: «Tenías razón,
hijo. Estamos en depresión».
En este caso es fácil ver cómo lo que el hombre esperaba del significado
de una palabra concreta provocó el fracaso de su negocio. Depresión,
represión, supresión y todo lo que acaba en «-sión» no significa nada para
alguien que decide no creer en ello. Hay zonas del mundo con graves
dificultades económicas, y justo al lado hay zonas que no dirías que tienen
ningún problema. Quizá pienses que es porque tienen mucho dinero, pero te
sugiero que pienses por qué lo tienen. No puede ser simplemente por
herencia, porque mucha gente hereda dinero y lo pierde enseguida. No
puede ser simplemente por la explotación, porque mucha gente pobre
explota a los demás y mucha gente rica ayuda a los demás. Puedes inventarte
toda clase de excusas externas para las diferencias de riqueza y éxito, pero lo
único que eso hará es que te sientas indefenso y enfadado. Las auténticas
diferencias están en el interior. La gente que no pasa necesidades no les
presta atención, no se preocupa por ellas, no se opone a ellas, no les tiene
miedo. En otras palabras, tienen unas expectativas diferentes. Es probable
que algunas de esas personas se imbuyeran de esas actitudes de forma
inconsciente durante su infancia, pero no hay duda de que otras las han
adquirido. Y por eso tienen lo que tienen y hacen lo que hacen. Ahora bien,
dado que una expectativa es también una convicción, tienes la capacidad de
modificar tus expectativas para atraer a tu vida otro tipo de probabilidad. La
idea de huna es focalizarte en lo que quieres y no en lo que no quieres.

Cambia la focalización
Cuando digo que cambies la focalización, estoy hablando de que cambies
toda tu estructura de pensamiento; no sólo una convicción suelta, sino tu
forma entera de pensar sobre algo. Verlo desde un punto de vista
completamente diferente a veces basta para cambiar de manera drástica la
probabilidad que estás atrayendo. Cuando realices cualquiera de estos
cambios, independientemente del tipo de proceso al que recurras, es
importante tener presente lo que quieres. Esto puede tomar la forma de
objetivos firmes, pero no tiene por qué ser tan formal. Has de tener presente
algún indicio del tipo de vida que quieres llevar. Únicamente esto requiere
cierto cambio, porque tienes que abrirte a las posibilidades. Aquí no estamos
hablando de probabilidades; hablamos de posibilidades, porque tienes que
empezar por las posibilidades. Cuando comiences a abrirte paso hacia ellas,
se convertirán en probabilidades.
Como ser humano es imprescindible que sepas que tienes acceso a la
posibilidad de conseguir cualquier cosa que otro ser humano haya hecho.
No es necesariamente probable, teniendo en cuenta tus propios patrones de
conducta y pensamiento, pero es posible. Tus limitaciones, como mínimo,
son sólo las de cualquier otro ser humano. La otra cosa que tienes que hacer
es fijarte en tus propios talentos, aptitudes, preferencias e impulsos
entendiendo que todo eso constituye futuros potenciales para ti de un modo
exitoso. Si te focalizaras realmente en cualquiera de estas aptitudes o
impulsos, podrías hacerlos realidad. ¿Te gusta la idea de tener un yate de
400.000 dólares? Eso es posible porque existen yates de 400.000 dólares. ¿Te
gusta la idea de vivir en una mansión con vistas al océano? Eso es posible
porque hay un montón de mansiones así en todo el mundo. Ninguna de las
cosas que hacen o tienen los demás es imposible que las hagas o las tengas
tú. Todas existen. Lo único que tienes que hacer es cambiar las
probabilidades reestructurando tu manera de pensar. Aquí tienes un método
que yo llamo «Apego Desprendido»:
 
1.  El primer paso es que tomes conciencia de ti mismo como espíritu o conciencia pura. Esto
significa, en términos más prácticos, entender que no eres tu cuerpo, sino que simplemente
tienes un cuerpo. De igual modo, no eres ninguno de los estados de tu entorno; no te
identificas con estas cosas. Se trata del proceso de dejar de identificarse con la situación en la
que estás, sea cual sea. Es la comprensión de que tú eres la conciencia que percibe estas cosas.
Si dices, por ejemplo, «Estoy arruinado», desde este punto de vista no es realmente así. Como
espíritu, como ser que percibe, como conciencia, en realidad no puedes estar arruinado. Decir
«Estoy enfadado», «Soy pobre», «Tengo una discapacidad física» —o lo que sea— implicaría el
entendimiento de que esto no es realmente tú. No es más que un estado del que eres
consciente, pero no es tú. Cuando empiezas a dejar de identificarte con la situación, aflora un
curioso sentimiento, que sólo puedo describir como la sensación de estar flotando libremente.
Y es asombroso cómo la tensión de una situación concreta fluye al exterior y desaparece
cuando no estás directamente involucrado. Eres meramente el ojo perceptor.
2.  El segundo paso consiste en focalizarte en el tipo de estado que quieres. Juntemos estos dos
pasos para hablar de dinero. Como conciencia pura o percepción pura no necesitas dinero.
Entonces, ¿para qué necesitas dinero? Echa un vistazo a tu vida y tu entorno, y pregúntate:
«¿Quién necesita dinero en realidad?» A ver, los ahorros y el crédito de tu hipoteca necesitan
dinero, así que desde este posicionamiento tendrías que concentrar la mente en que esos
ahorros y ese crédito reciban regularmente la cuota que sea cada mes. Desde esta posición de
la conciencia estás programando tus ahorros y tu entidad crediticia; al fin y al cabo, ésta se
juega su capital cada vez que concede un crédito y ahora quiere que se le devuelva el dinero.
De modo que te concentras en que reciban su dinero como una especie de servicio. ¿Tiene
sentido? Puede que pienses que tus hijos necesitan comida y ropa, y dinero para hacer diversas
cosas. ¡Estupendo! Concéntrate en que tienen cuanto necesitan, y visualízalos en una situación
de abundancia: bien vestidos, bien alimentados, gastando dinero y yendo al colegio. Entonces
quizá te digas: «¡Eh! Necesito ropa. No puedo ir cada día por ahí con esta pinta». Espera un
momento. Como espíritu puro, como conciencia pura, tú no necesitas ropa, sino tu cuerpo.
Desde esta posición de desapego, pues, sería casi como tomar distancia y decir: «Muy bien,
cuerpo. Entiendo que necesitas tener ropa y te quiero, así que me gustaría que tuvieras ropa de
calidad». La nueva focalización está en que tu cuerpo obtiene la ropa, gasta el dinero o tiene
los distintos tipos de cosas que un cuerpo necesita, entendiendo en todo momento que tú no
estás directamente involucrado. Sientes apego porque te importa, porque te preocupa, porque
amas. Pero también desapego porque no actúas sobre tu persona. Tú mismo no puedes
prosperar, porque tu yo ni siquiera es físico. Empiezas a intuir cómo opera esta focalización.
En cierto modo, has tomado un poco de distancia y ahora eres libre, porque no tienes que
preocuparte de ti mismo. Eres libre para sacar toda esta energía, focalización y ayuda hacia
todo y todos los que te rodean. Y todo este enfoque produce una liberación tremenda.
3.  El tercer paso supone renunciar a cualquier resistencia a lo que ya es. Esto es lo que impide a la
gente realizar estos cambios en los patrones y atraer nuevas probabilidades. A lo mejor dicen,
por ejemplo: «Vale, muy bien, ahora mismo estoy viviendo en una casucha y quiero vivir en
una mansión», y siguen enfadándose cada vez que ven esa casucha. O al ver la casucha se
preguntan: «¿Cómo puedo cambiar esto? Tengo esta casucha y quiero una mansión». El
contraste de las dos cosas sigue disgustándolos. Esa resistencia, esa clase de oposición, bloquea
la energía del cambio. La probabilidad que experimentas y vives en este momento es una
probabilidad en sí misma. Lo que vayas a plantar o atraer o pedir es otra probabilidad distinta;
no tiene nada que ver con la que ya tienes. Tu situación actual no es un obstáculo.
4.  El cuarto paso es sencillo: persevera hasta tener lo que quieres. En otras palabras, sigue
practicando los otros tres pasos. No se trata de hacerlos una vez y luego olvidarte de ellos. Eso
es como plantar una semilla y no regarla, o pedir la comida y salir del restaurante. Por el
contrario, mantén esta actitud de apego desprendido a la vez que mantienes un espíritu de
servicio a todas las cosas, lugares y gente que te rodea. Asimismo, sigue soltando lo que es; deja
que sea y acepta los cambios que vengan (como vengan), al tiempo que sientes la libertad de
rechazar equivalentes cercanos si se presentan. Limítate a seguir el proceso. Como nos dice el
séptimo principio de huna: «La eficacia es el indicador de la verdad».

Equivalentes cercanos
Cada vez que te focalizas en algo el universo te responde de inmediato. Pero
según el grado de temor o duda que albergues, te responderá con
equivalentes cercanos a lo que pides. Antes he hablado de los equivalentes
cercanos, pero me gustaría tratarlos con mayor profundidad. Por ejemplo, si
le pides al universo un Mercedes blanco, es posible que recibas en cambio un
Ford azul. Eso se llama «equivalente cercano». No es que no debas tener un
Mercedes blanco, es sólo que actualmente la probabilidad más firme,
teniendo en cuenta la disponibilidad y la cantidad de temores y dudas que
albergas, es un Ford azul.
Un amigo mío empezó a focalizarse intensamente en el dinero para un
proyecto en el que estaba trabajando y obtuvo respuesta del universo tan
sólo un par de horas después. Pasó por la oficina para coger varias cosas que
había que devolver a la persona que las había dejado allí. Encima del
montón vio que había un cheque al portador por una cantidad de dinero
considerable. Entraba dentro de lo posible decir: «Vale, el universo me ha
dado este cheque y es un equivalente cercano», pero no estaba dentro de su
probabilidad ética. Dio igualmente las gracias al universo, diciendo: «Buen
intento, universo. La próxima vez que sea un poco distinto».
Cuando te concentres en algo con una focalización clara, a menudo
recibirás equivalentes cercanos de lo que pides. Pueden venir en forma de
cosas reales y físicas o de cosas que te lleguen por las noticias, los periódicos,
la televisión o las llamadas de teléfono. Tal vez recibas equivalentes cercanos
de muy diversas maneras, y te corresponderá a ti decidir si aceptas los que
llegan o si sigues trabajando hasta recibir algo que te guste más. En el
ejemplo del coche, si realmente focalizaras tu atención en un Mercedes,
quizá pensarías en un Mercedes blanco de interior de cuero azul claro.
Podría ser que, mientras te centras en esto, apareciera alguien que te
ofreciera la oportunidad de tener un Mercedes verde de interior negro. Tú
podrías decir: «Gracias, universo. ¡Me quedo con éste!» Eso sería un
equivalente cercano a lo que estabas pidiendo, y podrías aceptar la
diferencia. Por otra parte, podrías decir: «Gracias, universo, pero éste no es
el que quería. Seguiré trabajando en ello». La tercera posibilidad sería que
dijeras: «¡Gracias, universo! Llevaré éste hasta que me des el que quiero». Al
universo le da igual lo que elijas. Te dará lo más cercano disponible en
función de tus expectativas, interpretaciones, juicio, miedo, duda y
focalización.
Alguien me preguntó en cierta ocasión si podría irse a una montaña
solitaria de Nueva Inglaterra y empezar a centrar su atención en que pasara
por allí una chica de pelo verde y piel azul. Evidentemente, si uno pone la
energía suficiente en eso y persevera el tiempo suficiente, de una manera o
de otra, sucederá. Si lo piensas detenidamente, incluso dentro de una
realidad práctica y material, es algo que podría pasar de diversas formas.
Alguien podría estar rodando una película en lo alto de la montaña y uno de
los actores podría pasar por allí así caracterizado. A lo mejor aterrizaría una
nave espacial y aparecería una chica de pelo azul y piel verde. O tal vez,
durante tu paseo por el bosque, podrías encontrar un viejo cómic en el que
apareciera una chica así. Hay bastantes maneras posibles de que pasara una
cosa de este tipo. Las probabilidades son más bien escasas, pero con la
suficiente focalización se daría alguna clase de equivalente cercano.
 
 
El quid de este capítulo es que, con una clara focalización, el universo te da
lo que quieres. En el Restaurante del Universo no hay límites: es rico. Lo que
pueda ofrecer lo ofrecerá, pero sólo en función de tu patrón de focalización
probable. En Hawái hay una antiquísima leyenda sobre un árbol mágico que
podía dar toda clase de riquezas en cantidades ilimitadas..., pero sólo a
aquellos que podían verlo.
11

Los nervios de decidir

Maka’ala ke kanaka kāhea manu


Un hombre que llama a los pájaros debería estar siempre alerta
(Estate preparado para la oportunidad)
 
 
Una vez mi madre me envió una diana en miniatura para mi escritorio con
unos dardos de pequeño tamaño. En la propia diana había varias
afirmaciones como: «Trabaja desde bien temprano», «Trabaja hasta tarde»,
«Hazlo ahora», «Hazlo mañana», «Vete de vacaciones». Estaba pensado para
ayudar a un ejecutivo atareado a tomar decisiones. Acabé dominando lo de
acertar al «Vete de vacaciones» siempre que quería, por lo que la verdad es
que no me sirvió de mucho. Aun así, ¿no estaría bien que hubiese un modo
absolutamente fiable de tomar en todo momento la decisión correcta? ¿Y si
hubiese algo mejor que lanzar una moneda al aire, hacer una tabla de pros y
contras, hacer girar una rueda o tirar un dardo? El que fuese capaz de idear
algo así podría hacerse muy rico muy rápido.
Aunque ya puedo esperar sentado. El problema es que cada vez que
debemos tomar una decisión nunca tenemos suficiente información para
garantizar el acierto. Normalmente acabamos dándonos una palmadita en la
espalda por haber tomado la decisión correcta cuando las cosas salen bien o
tirándonos de los pelos por haber tomado la decisión equivocada cuando las
cosas no salen bien. Lo absurdo de esto es que las decisiones en sí no
guardan ninguna relación con el resultado de las cosas.
Analicemos esto más detalladamente. Si algo sale bien y te congratulas de
haber tomado la decisión correcta que te ha llevado a ello, estás asumiendo
también que los acontecimientos están predestinados. Muchas personas dan
por sentado que tomar una decisión sobre el futuro es como elegir una
dirección en un cruce: una calle te llevará a la fama y la fortuna, y la otra al
fracaso y el dolor. Lo único que tienes que hacer es escoger la correcta.
Si la vida fuese tan previsible, lo único que entonces necesitaríamos serían
buenos mapas de carreteras. Y para conseguirlos lo único que tendríamos
que hacer sería tomar exactamente las mismas decisiones que ha tomado la
gente que ya ha alcanzado la fama y la fortuna. Al fin y al cabo, es así como
se hacen los mapas de carreteras reales: siguiendo la misma ruta que han
recorrido otras personas, llegas a donde quieres ir. ¿Por qué no se ha hecho,
pues? ¿Dónde están los mapas de carreteras de la fama y la fortuna, la salud
y la buena forma física, el amor y la felicidad, la espiritualidad y la unión
mística? Si lo único que tienes que hacer es tomar las decisiones correctas,
¿por qué hay tanta confusión y un surtido tan amplio de mapas?
Te diré por qué: avanzar hacia el futuro no es como viajar por tierra,
donde todo más o menos permanece en el mismo sitio. Es más parecido a
un viaje por mar, donde todo cambia constantemente. Cuantos más
conocimientos y más pericia tengas, más a menudo es probable que triunfes.
Pero no hay ninguna garantía de que el viaje siguiente vaya a ser igual,
aunque tomes todas las decisiones «correctas» que tomaste la otra vez.
Simplemente hay demasiadas incógnitas. Si el futuro fuese así, tendríamos
mejores partes meteorológicos, nadie se tomaría la molestia de apostar a las
carreras y todo el mundo se haría rico invirtiendo en bolsa.
Así pues, ¿qué puedes hacer ante una decisión importante? Éste es mi
consejo:
 
1.  Si quieres tener alguna posibilidad de obtener buenos resultados, lo primero que debes hacer
es dejar de tener miedo de tomar la decisión por si no consigues lo que quieres. Si no estás
dispuesto a correr absolutamente ningún riesgo, más vale que te sientes a verlas venir. (Aunque
¿cómo sabes si ésa sería una buena decisión?) ¿Y cómo sabes que no tomar una decisión es
una buena decisión?
2.  Prepárate para modificar tu decisión siempre que eso te parezca una buena idea. Volviendo a
la analogía marina, es posible que empieces el viaje con las velas desplegadas, pero si cambia el
tiempo, tal vez también convenga ajustarlas.
3.  Incrementa todo lo que puedas tu conocimiento y pericia, aunque sin esperar saberlo todo ni
ser perfecto. Para cuando sepas todo lo que hay que saber y seas tan diestro que jamás te
equivoques, ya no habrá razón alguna para tomar una decisión.
4.  Lo más importante que puedes hacer viene después de tomar la decisión: centrarte en lo que
quieres y no en lo que no quieres. Me atrevería a decir que de todas las cosas sobre las que
tenemos algún control (y son, ciertamente, pocas), ésta es la que ejerce más influencia sobre lo
bien que sale algo. La decisión de zarpar se toma en un segundo. Luego hay que navegar, y eso
tiene un papel mucho más importante en que el viaje sea o no un éxito. Céntrate en el objetivo
y presta la menor atención posible a los obstáculos. Cuando no puedas evitarlos, céntrate en
las soluciones e ignora los problemas lo mejor que puedas.
 
Recuerda que no es el mapa el que te lleva a donde quieres ir; es lo que
haces después de leerlo.

Decisiones y valores
Un buen día me sorprendí preguntándome por qué celebramos el Día de
Año Nuevo el 1 de enero; después de todo, ¿qué sentido tiene? Ese día no
sucede nada especial en la naturaleza. El solsticio de invierno se produce
más de una semana antes. Navidad, ya se sabe, es exactamente una semana
antes, y en muchas culturas ancestrales del hemisferio norte, el 25 de
diciembre se celebraba el principio del fin del invierno. ¿Y qué? ¿Qué tiene
eso que ver con el 1 de enero? Mi curiosidad me llevó a investigar un poco.
Primero, revisé la idea en sí de la celebración de Año Nuevo. Descubrí
que la más antigua de que se tiene constancia tuvo lugar alrededor del 2000
a.C. en Babilonia, lo que ahora conocemos como Irak. Sin embargo, los
antiguos babilonios celebraban Año Nuevo a fines de marzo, porque ése era
el inicio de su nuevo ciclo de siembra primaveral. Pero antes de plantar se
pasaban once días con celebraciones de acción de gracias por todo lo bueno
que los dioses les habían proporcionado el año anterior. De manera similar,
los antiguos hawaianos celebraban Año Nuevo en noviembre, con cuatro
meses enteros de acción de gracias, banquetes, juegos y preparativos para la
siguiente estación. De hecho, en prácticamente todas las culturas de la tierra
ha habido algún tipo de celebración de Año Nuevo mediante la que dar
gracias por cosas pasadas importantes y hacer los preparativos para un año
de más bendiciones venideras (con un poco de suerte).
Aun así, ¿por qué el 1 de enero? No es época de cosecha ni de siembra en
ningún hemisferio. Como punto en la órbita de la Tierra alrededor del Sol,
no tiene ninguna relevancia concreta. Mi investigación reveló, no obstante,
que los acontecimientos naturales no son lo único que los humanos
consideran significativo.
Durante los primeros tiempos del Imperio romano, el primer día del año
nuevo era el 1 de enero. Pero, cosa curiosa, su 1 de enero caía en lo que
ahora es nuestro 25 de marzo, el comienzo de la primavera. Debido a que
diversos emperadores y oficiales de alto rango dieron gran importancia a la
ampliación de sus mandatos, manipularon la duración de los meses y años
hasta que el calendario quedó tan maltrecho que, en el 46 a.C., Julio César
tuvo que volver a poner el 1 de enero en su fecha correcta (25 de marzo).
Vamos con la Iglesia católica. A medida que los líderes de esa institución
adquirieron más poder político, decidieron establecer su propio 1 de enero
en contra de lo que consideraban una festividad pagana de la fertilidad. De
modo que crearon un calendario completamente nuevo e hicieron que el
año nuevo empezara el Día de la Circuncisión de Jesús, según sus cálculos
exactamente una semana después del nacimiento de Cristo.
La transición a este nuevo Año Nuevo no fue inmediata. Entre los siglos
XI y XIII los españoles y portugueses celebraban Año Nuevo el católico 1 de
enero; los británicos, el 25 de marzo; los italianos, el 15 de diciembre (que
era el día de Navidad en aquella época), y los franceses, el Domingo de
Pascua. Entretanto, y aún hoy, los chinos, judíos y hawaianos tradicionales
celebran Año Nuevo según sus propias fechas. Dado que el calendario
gregoriano tiene una aceptación tan amplia en la actualidad, algunas
personas, si así lo quieren, celebran Año Nuevo dos veces.
Ha llegado el momento de que surja una pregunta oportuna: ¿qué sentido
tiene todo esto?
La cosa es que, en todas partes, la gente ha reconocido siempre de algún
modo el final de un ciclo viejo y el principio de otro nuevo. Las fechas
exactas del ciclo dependen del valor (la importancia) que la gente dé al ciclo.
Tal como he descrito más arriba, algunas personas quizá crean que los ciclos
más importantes son los naturales, y otras quizá crean que son los religiosos
o políticos. Además, en todo el mundo la gente ha decidido que el principio-
fin del ciclo es un buen momento para reflexionar sobre lo que consideran
importante en su vida, ya sea para confirmar estos valores o cambiarlos.
Da igual si tu ciclo favorito empieza el 1 de enero, en tu cumpleaños, en el
equinoccio de primavera, en el solsticio de invierno o en el Boxing Day
(festividad del 26 de diciembre, principalmente de las Islas Británicas, en que
se promueve la realización de donaciones y regalos a las clases más
desfavorecidas de la sociedad). Hay algo intrínseca y humanamente
poderoso en el hecho de declarar que un ciclo ha acabado y otro ha
empezado, y usar luego ese momento de transición para dar las gracias por
las cosas valiosas que hemos recibido y planear las venideras.
Tus cosas valiosas se componen de aquello que crees que es lo más
importante de tu vida. Tienen valor por sí mismas, porque determinan cada
aspecto de tu comportamiento personal e influyen en el del mundo que te
rodea. En cualquier situación de tu vida siempre actuarás de acuerdo con lo
que más te importa en ese momento, al margen de cuál sea la circunstancia
o de lo que diga o haga cualquier persona de tu entorno. Siempre tomarás
tus decisiones basándote en lo que más valoras. Si en alguna ocasión te
sorprende tu propio comportamiento, es porque no eres consciente de lo
que tú mismo valoras.
A modo de ejemplo: estaba hablando de aquello que más valoramos con
mi adorable esposa desde hace más de cuatro décadas, y los dos
descubrimos algo inesperado. Si bien valoramos profundamente nuestra
relación, nuestra conversación puso de manifiesto que valoramos aún más la
libertad personal. Nuestra relación es tan valiosa que constantemente
decidimos amoldarnos a nuestros deseos mutuos, aunque eso signifique
hacer algo que no queremos hacer o no hacer algo que queremos hacer.
Como hay mucho toma y daca en ambos sentidos, y tantas alegrías en otros
aspectos de la relación, estas restricciones de la libertad personal nos
parecen fácilmente tolerables (aunque a veces gruño porque sí). En otras
palabras, la relación es más valiosa que estas restricciones leves de nuestra
libertad. Sin embargo, jugando al juego de «¿Y si...?» salió que, si éstas se
volvieran «excesivas» (por evaluación subjetiva), el valor de la relación
disminuiría en consecuencia.
La conversación se volvió aún más interesante cuando descubrimos que
«relación» y «libertad personal» son conceptos muy abstractos. Detrás de
ellos estaban las cosas que más valorábamos realmente: el placer de nuestra
admiración y respeto mutuos y la satisfacción emocional de tomar nuestras
propias decisiones.
Detrás de todos los valores abstractos (amor, poder, salud, libertad,
etcétera) están precisamente los valores específicos que nos impulsan
emocionalmente y motivan nuestra conducta. En un momento dado te
moverás siempre hacia lo que, a tu juicio, posee potencialmente el mayor
placer o el menor dolor. No puedes evitar tomar una decisión en cualquier
sentido, porque no tomarla sigue siendo una decisión.
Tanto en California como en Hawái casi siempre puedes adivinar quiénes
son los carpinteros: son los que llevan tablas de surf en sus furgonetas. Se las
llevan al trabajo y, cuando las olas son lo bastante altas, se van a surfear. La
visión abstracta es que valoran más el surf que el trabajo. La visión específica
es que creen que la emoción de navegar una ola grande es más importante
que serrar madera para otra persona (a menos que necesiten dinero
desesperadamente para pagar el alquiler). Cuando las olas son mansas,
normalmente siguen trabajando, pero cuando alcanzan cierta altura, uno
sabe dónde encontrarlos.
Otro ejemplo de que lo que valoramos motiva nuestro comportamiento
es la persona que trabaja tan duro «para la familia» que la ignora hasta el
punto de llegar al aislamiento y la turbación. Aquí, el valor abstracto de
«seguridad familiar» probablemente esté basado en un miedo personal muy
acusado de recibir críticas por no mantener a la familia. En la lucha por
evitar la crítica, uno pierde de vista a la familia propiamente dicha.
El valor de la conversación que mantuve con mi mujer fue que tomamos
más conciencia de aquello que valoramos. Simultáneamente, debido a
nuestra formación huna, nos dimos cuenta de que todo era arbitrario. Con
un simple pensamiento podemos cambiar cualquier valor que queramos
cambiar. Podemos hacer que las cosas importantes sean insignificantes y las
cosas insignificantes, importantes, únicamente mediante nuestra voluntad. Y
lo valioso de eso es que percibimos más conscientemente y somos más
cuidadosos con aquellos valores por los que decidimos regirnos.
La decisión de cambiar lo que más valoras en la vida es un acto de
profundas consecuencias para ti y para aquellos que te rodean, porque los
valores que tienes ahora también producen esas consecuencias. Si tu vida no
acaba de ir bien, puede que tengas un problema de valores. Si te va bien,
puede que sea una buena idea revisar cuáles son esos valores. Cualquier
momento es bueno para analizar qué es lo que más te importa, ya sea para
confirmar tus valores o para hacer algunas modificaciones. Por lo tanto,
ahora también es un buen momento.

Decisiones y tenacidad
La palabra hawaiana ahonui se traduce generalmente como «paciencia». Sin
embargo, esa traducción puede inducir a error, porque lo que expresa la
palabra ahonui no tiene exactamente ese significado.
En general, cuando en inglés hablamos de paciencia nos referimos a la
capacidad de padecer privaciones, molestias o dolor sin quejarnos. Tiene un
sentido de fuerza interior o coraje, pero es fundamentalmente un concepto
pasivo. Te está pasando algo malo, pero aguantas con valentía mientras dura.
Por admirable que pueda ser ese concepto, no abarca el significado
completo de ahonui.
Deja que te cuente una de las historias de Maui, que contribuirá a ilustrar
esto. Esta versión es de Kauai, y recalcaré algunos de los significados
internos para mostrar la relación con ahonui.
 
Hace mucho tiempo, mucho antes del capitán Cook, Maui Kupua (cómo
no, nacido en Kauai) estaba volviendo de O’ahu en su canoa cuando dijo
para sus adentros: «¿Por qué hay tanta distancia entre las islas?» Entonces
tomó una decisión. «Deberían estar todas más pegadas.» Después de
atracar, fue a ver a Hina, su madre, que estaba en Wailu, y le pidió su
consejo para llevar esto a cabo.
Hina dejó de golpear su tapa y dijo: «Si quieres juntar las islas, tendrás
que pescar la ballena gigante, Luehu, con tu anzuelo mágico, el Manai-a-
ka-lani, y tendrás que hacer ayuno mucho tiempo. Si eres capaz de hacer
esto, Luehu dará vueltas alrededor de las islas y podrás juntarlas. Llévate a
tus hermanos contigo para ayudarte con la canoa, pero adviérteles que
pase lo que pase miren siempre hacia delante, o fracasarás».
De modo que Maui reunió a sus cuatro hermanos, Maui, Maui, Maui y
Maui, y les contó lo que iba a hacer. Estaban emocionados ante tal
aventura, y cuando él les advirtió que pasara lo que pasara mirasen hacia
delante, ellos prometieron hacerlo.
Por fin la canoa, el anzuelo y los hermanos estaban todos listos.
Durante un descenso de las olas, remaron hasta el canal Kaieiewaho e
iniciaron la búsqueda de la gran ballena. Estuvieron buscando durante
días hasta que al final encontraron a Luehu nadando cerca de Nihoa, la
isla al noroeste de Kauai. Maui lanzó su anzuelo mágico, Luehu lo agarró
con la boca y acto seguido la ballena empezó a arrastrar la canoa a través
del océano a gran velocidad.
Durante muchos más días, días largos, los hermanos Maui aguantaron
con resolución mientras la ballena los arrastraba hacia delante. Tirando
cuidadosamente del sedal como debían y, remando hábilmente de la
forma adecuada en el momento adecuado, lograron que la ballena
rodeara todas las islas hasta que un día aparecieron de nuevo frente a la
costa de Wailua, frente a O’ahu.
Ahora Luehu estaba cansada, así que mientras Maui Kupua tiró del
sedal con todas sus fuerzas, sus hermanos remaron hacia atrás
enérgicamente hasta que lenta, lentamente, las islas empezaron a juntarse.
Justo entonces un achicador, kāliu, pasó flotando junto a la canoa. El
mayor de los Maui, en el puesto del timonel, rápidamente lo cogió y lo
tiró a sus espaldas por si acaso lo necesitaban.
Él no lo sabía, pero el achicador era en realidad un espíritu maligno,
un e’epa, que se convirtió en una hermosísima mujer. Todas las personas
que se habían aglomerado en las costas de Kauai y O’ahu alabaron su
belleza. Al principio ninguno de los hermanos Maui prestó atención, pero
los elogios acabaron siendo tan efusivos que los cuatro hermanos de Maui
se volvieron para ver quién era esa hermosa mujer. En ese momento,
Luehu notó que la tensión del anzuelo aflojaba y dio un último y
desesperado salto para escapar. Sin la ayuda de sus hermanos, Maui
Kupua tiró demasiado fuerte, el sedal se rompió, Luehu huyó y las islas
volvieron a separarse.
Y sabemos que la historia es verídica porque las islas siguen estando
muy separadas hoy día.
 
Las leyendas hawaianas siempre contienen conocimientos ocultos bajo la
superficie, normalmente en forma de nombres que tienen varios
significados. En esta historia, el héroe, Maui Kupua, quiere llevar a cabo una
gran tarea, la unión de las islas, pero para hacer esto tiene que capturar la
ballena, Luehu, con su anzuelo, Manai-a-ka-lani. Veamos, luehu significa
«disperso» y manaiakalani es «aguja para lei o guirnalda de flores». Hay que
unir las islas dispersas, tal vez política, cultural o socialmente, como las
flores que se ensartan para hacer una guirnalda. ¿Dónde encontraron la
ballena? El viejo nombre del canal de Kauai, Kaieiewaho, significa
simplemente «alta mar», pero podría también referirse a la necesidad de
traspasar las fronteras normales de uno. El lugar donde encontraron la
ballena, Nihoa, era un lugar muy sagrado en los tiempos antiguos. El
nombre significa «dentado, afilado», como una hilera de dientes, y forma
parte de un antiguo dicho: Kū pākū ka pali o Nihoa i ka makani («Los
acantilados de Nihoa se yerguen como un escudo contra el viento»). Este
dicho se refiere a alguien que hace frente a la desgracia con coraje.
El elemento más importante de la historia es el sedal. Llamado aho,
también quiere decir «respiración, respirar» y «hacer un gran esfuerzo».
Maui debe hacer un gran esfuerzo para alcanzar su objetivo, pero aun así no
es suficiente. La palabra nui significa «grande, mucho, muchos; algo que se
prolonga en el tiempo o algo muy importante». Ahonui significa «paciencia»,
y es también la palabra para «perseverancia». No es la paciencia de hacer
cola; es la tenacidad de llamar a una puerta hasta que te abren. No es la
paciencia de esperar a que pase una tormenta; es la tenacidad de ir hacia tu
destino en medio de la tormenta. No es esperar a curarte; es hacer cuanto
está en tu mano para que la curación se produzca. Ahonui puede también
traducirse como «muchas respiraciones», el acto de avanzar hacia algo que
quieres durante todas las respiraciones que hagan falta: tomar las mismas
decisiones una y otra vez.
Las leyendas hawaianas no siempre tienen finales felices, porque a veces
su objetivo es decirte cómo triunfar a la vez que decirte cómo fracasar. En
esta historia, el fracaso del plan lo provoca kāliu, que significa «achicador
agujereado de canoa». Kā se refiere a achicador, pero es también una intensa
palabra de acción utilizada para atar cosas, para elaborar o hacer cosas, y
hasta para pescar. Liu, la «fuga», es la pérdida de atención en tu objetivo, la
pérdida de focalización en lo que es importante, la toma de decisiones que
debilitan tu voluntad. En la historia, los hermanos de Maui, que simbolizan
aspectos de sí mismo, se distraen y pierden su objetivo al perder la
focalización. La perseverancia no funciona parcialmente.
Por suerte, hay muchos ejemplos en este mundo de gente que ha
perseverado en circunstancias que parecían insuperables y que ha logrado
más de lo que se creía humanamente posible. He conocido y hablado con
muchas de estas personas, y he leído acerca de otras tantas, pero una destaca
poderosamente en mi memoria.
Hace unos años tuve el honor de participar en un programa del
Departamento de Educación de Hawái para enseñar a los jóvenes a tener
autoestima, y parte del taller que impartí se incluyó en un vídeo que fue
distribuido en el sistema escolar. Sin embargo, la mejor parte del vídeo no
era mi contribución. Era la historia de una chica que se convirtió en
bailarina de hula. Me sorprendí un poco cuando la cámara la enfocó de
cintura para arriba, mientras bailaba con un grupo de chicas, todas
moviéndose con gracilidad con el mismo ritmo y los mismos gestos. Pero
cuando la cámara retrocedió, me quedé helado. Esa chica adorable era una
buena bailarina, sí, tan buena como las demás. Y solamente tenía una
pierna.
Imagínate la paciencia, la tenacidad, el sufrimiento, la perseverancia, el
ahonui que esta joven invirtió para adquirir la gracilidad y el dominio
también difícil para sus compañeras de dos piernas. ¿Y qué le dio este
ahonui? ¿De dónde salió? ¿Cómo mantuvo su decisión de seguir adelante
con todos los miedos y dudas y problemas que debió de soportar? Sólo hay
una respuesta: lo que le dio la fuerza de su ahonui fue el aloha que sentía por
el hula.
Lo que te dará la fuerza para perseverar en la dirección de tus sueños y
deseos, planes y objetivos, anhelos y curaciones es el amor que sientas hacia
algo que decidas que es tan importante, tan valioso, tan bueno que
absolutamente nada puede sustituirlo en tu mente ni en tu corazón. Si tu
aloha es lo bastante fuerte, tendrás el ahonui para seguir pese a las dudas, las
decepciones, los miedos, los malentendidos y toda la gente que te dice que lo
que quieres es imposible. En este universo infinito, lo único imposible es
aquello que no intentas jamás, y el único fracaso es tu decisión de rendirte.

Decisiones y suerte
«Suerte» es otro concepto de la lista de cosas que la gente realmente no
entiende. La mayoría de aquellos que lo mencionan hacen que suene como
una especie de predestinación. Hay una acusada tendencia a atribuir el éxito
a la «buena suerte» y el fracaso a la «mala suerte», como si la suerte fuese
una especie de gracia o maldición vertida sobre una persona según el
capricho de un ser sobrenatural. Si eso fuera así, daría igual qué decisiones
tomaras porque el resultado siempre escaparía a tu control. En las
enseñanzas de huna nunca pasa eso. El sexto principio dice que todo el
poder procede del interior, y eso implica libre albedrío. Combina la idea del
libre albedrío con el segundo principio, el de que no hay límites, y la idea
resultante es que podemos crear nuestra propia suerte.
Obviamente, la suerte inconsciente abunda porque a la gente le pasan un
montón de cosas inesperadas e imprevistas. Sin embargo, recuerda la
enseñanza de que todo lo que podemos hacer inconscientemente podemos
también hacerlo conscientemente, siempre y cuando sepamos cómo hacerlo.
Así pues, ¿cómo podemos crear o incrementar nuestra propia suerte?
Una conocida cita nos proporciona un enfoque. No he logrado identificar
al autor original, pero el mensaje es: «La suerte se da cuando la preparación
y la oportunidad coinciden». La interpretación más común es que cuanto
más preparado estés en tu campo de interés, en cuanto a destreza y
conocimientos, más «golpes de suerte» tendrás en dicho campo.
Probablemente sea cierto, pero eso no explica la buena suerte de personas
que no están preparadas en destreza ni conocimientos. Tal vez haya también
otras clases de preparación.
Sé que es bastante frecuente que los ganadores de lotería sean personas
que han estado comprando billetes sistemáticamente durante un largo
periodo de tiempo. Quizá la tenacidad sea un factor, pero eso no explica la
suerte de personas cuya conducta no ha sido tenaz.
Sé que en numerosas ocasiones he sido capaz de ganar algo en un
concurso o una rifa entrando en un estado mental-emocional especial que
sólo puedo describir como «expectación indiferente». Es distinto a tener una
influencia carismática y no se parece en nada a focalizar enérgicamente. Es
más como un: «Sí, ganar sería realmente estupendo, pero no pasa nada si no
gano. Aunque sería estupendo». En el ámbito emocional, es como estar
pasivamente expectante. No es ni mucho menos un sistema infalible, pero la
mayoría de las veces funciona.
Me da la impresión de que la buena suerte se produce cuando estás en
armonía con lo que quieres. Tras meditarlo y practicarlo considerablemente,
he concebido un proceso para aumentar tu suerte. Yo lo llamo ulu pono, que
significa «aumentar la suerte». Empieza por un minuto en cada paso e
incrementa gradualmente el tiempo que pasas en cada uno. Luego practícalo
en épocas en que quieras que la suerte esté de tu lado.
 
1.  Imagina cómo te sentirías si todo y todos te amasen incondicionalmente.
2.  Imagina cómo te sentirías si tuvieras plena seguridad en ti mismo y estuvieses totalmente libre
de miedos y dudas.
3.  Imagina cómo te sentirías si siempre tuvieses suerte.
 
Así que la próxima vez que tengas que tomar una decisión importante
recuerda lo que has aprendido sobre los valores y la tenacidad, y decide tener
suerte también.
E pono e! (¡Buena suerte!)
12

La Fórmula Maestra del éxito

O ka pono ke hana’ia a iho mai na lani


Haz el bien hasta que los cielos bajen a buscarte
(Las bendiciones les llegan a aquellos empeñados en hacer el bien)
 
 
En este capítulo de resumen me gustaría repasar las ideas de las que hemos
hablado hasta ahora, ofrecer otras nuevas y darte una fórmula para triunfar
en cualquier cosa.
¿Por qué voy a darte otra fórmula del éxito cuando muchos otros autores
han hecho lo mismo? Piensa en ello como si fuese una receta de un pastel de
chocolate: para hacer un pastel de chocolate básicamente mezclas harina,
agua, azúcar, huevos y chocolate; horneas todos estos ingredientes en un
molde y sale el pastel. Pero ¡qué diferencia hay entre un bizcocho de
chocolate, un pastel de varias capas de chocolate y un pastel alemán de
chocolate!
Distintos autores han juntado sus propias recetas (o fórmulas), ya sea
transmitidas desde hace generaciones o creadas a partir de su propia
experiencia. Las fórmulas, como las recetas, nos permiten repetir los éxitos
ajenos y nos dan un marco en el que basar nuestras propias innovaciones
creativas.
En las páginas siguientes ofrezco una fórmula para ganar con amor,
basada en la filosofía huna, en mi estudio de personas que han triunfado y
de aquellas que escriben sobre el éxito, y en mis propias experiencias y
observaciones. En realidad, es una fórmula para cualquier clase de éxito. Es
decir, que es una descripción de cómo se produce el éxito, al margen de
quién gana o de si se da cuenta o no de lo que está haciendo. Siguiendo con
la metáfora, quiero darte una receta básica que puedas usar para hacer lo
que quieras cambiando simplemente los ingredientes.
Hoy tenemos una sociedad en la que hay millones de personas sin techo e
indigentes que no saben cómo salir de su situación; en la que algunas fuentes
médicas informan de que entre el setenta y noventa por ciento de las
enfermedades son psicosomáticas, y que dejan a la gente irremediablemente
enferma porque no saben cómo actuar sobre la mente en esos casos; en la
que cada vez más negocios fracasan y hay inestabilidad económica, y en la
que los índices de divorcio, la violencia doméstica y las tensiones
internacionales continúan aumentando. La impotencia, que conduce a la
ineficacia y la desesperación, es una epidemia.
Naturalmente, hay cosas y acontecimientos que no podemos controlar,
pero siempre podemos controlar nuestra reacción a ellos. Y cuanta más
habilidad podamos mostrar en ello, más influencia tendremos sobre aquellas
cosas y acontecimientos, aunque no podamos controlarlos. Cambiando de
metáfora, como capitán de un velero no puedes imponerte al viento y las
corrientes para que hagan lo que tú quieres. Pero si eres un capitán capaz,
puedes ajustar la vela y el timón en función del viento y la corriente a fin de
llegar a donde quieres ir. Parece lógico, pues, que si tienes una estrategia
clara y sencilla para hacer frente a cualquier situación que surja, siempre
serás capaz de actuar con la máxima eficacia. Aquí tienes, pues, la Fórmula
Maestra en toda su pura simplicidad:
 
E = mc² - r
 
¿Te suena? Eso es porque Albert Einstein utilizó parte de la misma con
otro fin hace ya unos años. Pero aquí significa otra cosa:
 
«E» de Eficacia
«m» de motivación
«c2» de dos cosas: confianza y concentración
«r» de resistencia
 
La fórmula escrita dice: «Eficacia es igual a motivación multiplicado por
confianza, multiplicado a su vez por concentración y menos resistencia».
Dicho menos formalmente aún, la forma de aumentar tu eficacia es
aumentar tu motivación, concentración y confianza, al tiempo que eliminas
o disminuyes las cosas que se interponen en el camino. Analicemos más de
cerca las distintas partes de la fórmula.
Eficacia
Llevo toda mi vida recorriendo la superficie de la tierra en busca del secreto
de la eficacia. Digo toda mi vida en sentido literal, porque he viajado desde
antes de nacer. Quizá no estés de acuerdo y te preguntes cómo es posible que
buscara cuando era un embrión o un niño de pecho, o cuando era pequeño
y viajaba de un sitio a otro con mis padres, pero, consciente o
inconscientemente, todos hemos intentado ser más eficaces desde antes de la
concepción.
Como óvulo nos abrimos paso por el cuerpo de nuestra madre hasta
donde pudimos ser fecundados, y como esperma nadamos con éxito por
una ruta desafiante para llevar a cabo la fecundación. Como embriones
organizamos y multiplicamos nuestras células para ser seres humanos
eficaces, y tras nacer empezamos enseguida a aprender y asimilar todo lo
posible para sobrevivir, crecer y disfrutar con eficacia. Forma parte de
nuestra naturaleza genuina buscar maneras de ser más eficaces todos los días
de nuestra vida. Y hacemos eso no sólo por propia experiencia, sino también
a través de la experiencia ajena.
Hace mucho tiempo, cuando era aún muy joven pero estaba ya
independizado, busqué conscientemente el secreto de la eficacia entre
muchas tradiciones, filosofías y maestros. Por fin, después de atravesar
océanos y desiertos y ríos y montañas de gran parte del mundo, me topé con
un viejo sabio hawaiano en la cima de una isla volcánica que me contó el
secreto de una forma comprensible para mí y útil.
«La vida —dijo— es como un cuenco de cerezas.» Antes de que pudiese
protestar, siguió diciendo que primero empezamos con un cuenco vacío y
luego lo llenamos de cerezas. Nos comemos las cerezas hasta que el cuenco
vuelve a estar vacío, luego empezamos a llenarlo otra vez y así es como sigue
la vida. El cuenco vacío somos nosotros, ávidos de experiencia, y llenar el
cuenco de cerezas equivale a acumular experiencias. Comerse las cerezas es
aprovechar o disfrutar la experiencia, lo que vacía el cuenco y nos deja con
ganas de comer más. La eficacia tiene que ver con nuestra capacidad de
llenar el cuenco y consumir o disfrutar de las cerezas. Cuanto más eficaces
seamos (es decir, a mayor habilidad), antes podremos llenar el cuenco, mejor
será la calidad de las cerezas con que podremos llenarlo y más podremos
disfrutar y aprovecharlas. Sin embargo, al llenar el cuenco a veces se nos
caen dentro ramitas y hojas y tierra, y, a veces, al comer las cerezas dejamos
los huesos allí dentro también. De modo que, aunque seamos recolectores
de cerezas de primera calidad y expertos consumidores con papilas
gustativas bien desarrolladas, la porquería que acumulamos en nuestro
cuenco limita nuestra experiencia hasta que volvemos a vaciarlo.
Empezamos a perseguir la eficacia desde el momento en que nuestro
esperma inicia su arriesgado viaje y nuestro óvulo lo elige entre el montón
disponible. Continuamos cuando nuestro ADN ordena nuestras células y
organiza nuestro crecimiento para que podamos funcionar como embrión y
feto. Una vez que nacemos, empezamos a absorber información como locos
para poder aprender a operar con eficacia en este extraño mundo nuevo. Y a
medida que vamos creciendo, si hay algo que constantemente hacemos
todos es seguir intentando averiguar cómo manejar, y tal vez incluso llegar a
dominar, a nuestras relaciones y a nuestro entorno, y también a nosotros
mismos.
La eficacia es un impulso universal, poderoso e inconsciente. Añadir
deseos conscientes lo vuelve aún más poderoso. Añadir la destreza —fruto
del conocimiento— la experiencia y la práctica lo convierte en una fuerza
potencial de logros ilimitados.

Motivación
La motivación es el impulso que nos mueve a ser, hacer o tener, o a no ser,
no hacer o no tener. Cada acción que emprendemos, consciente o
inconscientemente, es en respuesta a un impulso de algo. Nuestro corazón
late por el impulso de completar un ciclo de tensión y relajación; nuestra
mano coge un vaso de agua por el impulso de aliviar las molestias de la sed;
nuestra mente crea fantasías por el impulso de hacer algo diferente de lo que
estamos haciendo. La vida es movimiento, y el movimiento se produce por
una secuencia de impulsos.
A los empresarios se los anima a motivar a sus empleados, y es de esperar
que los profesores motiven a sus alumnos. Como si la motivación fuese algo
que puedes meter en otra persona igual que pones gasolina en un coche. La
realidad es que toda motivación es interna, lo que significa que tiene que
salir del interior. Ciertamente, nadie puede motivarnos. Lo máximo que otra
persona puede hacer (y eso es bastante para un motivador experto) es
estimular y agrandar una motivación ya existente en una persona o en un
grupo concretos. Si estás motivado para ganar más dinero, entonces un
motivador experto puede intensificar eso y hacer que te entusiasmes lo
suficiente para incrementar tus ventas o firmar un plan de comercialización
multinivel. Pero si el deseo de tener más dinero no te motiva, ese mismo
motivador, por muy capacitado que esté, no será capaz de convencerte de
que hagas nada.
La motivación más poderosa (esa que mueve montañas, cambia
sociedades o hace que estés más sano y feliz, que seas más rico y tengas más
éxito) siempre surge de la estimulación y potenciación propias. Cuanto
mejor entiendas qué es lo que te motiva, más fácil será que te motives.
Las motivaciones más básicas tienden al placer y se alejan del dolor. Todo
lo que hagas con tu cuerpo o tu mente, intencionadamente o por costumbre,
con intención consciente o inconsciente, puede definirse como un
movimiento que tiende al placer o se aleja del dolor (físico, emocional o
mental). La relajación es placentera, así que tu cuerpo busca el descanso, tu
mente busca distracción y tu espíritu puede que busque la soledad de vez en
cuando. Pero también hay placer en una cantidad determinada de tensión,
así que tu cuerpo busca actividad, tu mente busca intereses y tu espíritu
puede que busque a otras personas. Curiosamente, es posible que hagas
exactamente las mismas cosas para alejarte del dolor. Tu cuerpo puede que
busque descanso, tu mente distracción y tu espíritu la soledad debido a una
tensión excesiva causada por un exceso de actividad, intereses encontrados o
demasiada gente. Por otra parte, el dolor puede también surgir por falta de
actividad, atención dispersa y un exceso de soledad o aislamiento. Entender
la idea de placer-dolor te ayudará a comprender por qué haces lo que haces y
por qué no haces otras cosas.
Ahora bien, es posible que estés pensando que a veces parece que tiendas
(tú o alguien que conoces) hacia el dolor, alejándote del placer, y quizá te
preguntes cómo encaja eso con lo que acabo de decir. Hay personas que
continúan con sus arduas sesiones de ejercicio, otras mantienen relaciones
de malos tratos y otras tantas parecen empeñadas en sabotearse a sí mismas
a la menor ocasión. ¿Por qué pasa esto?
Eso nos lleva a un nivel distinto de motivación, que es la motivación
basada en el amor o el miedo. A causa del hecho de que tenemos memoria e
imaginación, no estamos limitados a las experiencias de placer y dolor del
momento presente. Tenemos la capacidad de recordar el placer y el dolor, y
tenemos la capacidad de anticiparnos a ellos o de imaginarnos que suceden
en el futuro. La motivación amorosa es, pues, el impulso de recrear una
experiencia placentera del pasado o de crear una experiencia placentera
imaginada en el futuro inmediato o lejano. Naturalmente, aquí estoy
haciendo una distinción entre la experiencia amorosa placentera del
momento actual y la motivación amorosa, que nos impulsa a actuar de cierta
forma.
De una manera similar, la motivación del miedo nos impulsa a evitar una
experiencia dolorosa recordada o una experiencia dolorosa imaginada en el
futuro inmediato o lejano. Y, en una determinada situación, es el impulso
más fuerte (el que genera la sensación más intensa o aquel al que damos más
importancia) el que determina nuestra acción final.
De modo que una persona que insiste en hacer arduas sesiones de
ejercicio quizá las haga porque le da más miedo la experiencia dolorosa
recordada de su gordura o por un verdadero amor hacia un cuerpo en forma
y sano (o por una combinación de ambas cosas); una persona que mantiene
una relación de malos tratos quizá la tolere porque le da más miedo estar
sola o porque ama el potencial que imagina en la otra persona; una persona
que se sabotea a sí misma quizá tema las críticas que recuerda a cualquier
logro pasado, quizá tema las consecuencias imaginadas del éxito o quizá
incluso esté esforzándose por triunfar para agradar a otra persona cuando
en realidad le gustaría más meditar en una montaña.
El miedo y el amor generan dos respuestas diferentes. La lucha y la huida,
que tal vez recuerdes de las clases de introducción a la psicología, son
reacciones al miedo. En cualquier situación en la que el miedo sea el
principal motor, es posible que reacciones intentando huir de la situación; o
que reacciones intentando librarte de ella, dependiendo de la situación y de
tu propio estado de ánimo y hábitos. Si te persigue un toro, probablemente
lo mejor sea que te apartes de su camino, pero si eres Conan el Bárbaro o
Xena, podrías quedarte allí e intentar golpearlo hasta dejarlo sin sentido.
Las dos respuestas al amor son la paz y el juego. Usando otra vez la
imagen del toro, si el amor es el principal motor (pongamos que adoras a los
animales), quizás adoptes un patrón de conducta diseñado para calmar y
tranquilizar a la bestia a fin de poder acariciarla y reconfortarla. O, si eres un
torero o un atleta cretense de la Antigüedad, quizá simplemente juegues con
el toro hasta agotaros los dos.
Mientras que el amor y el miedo son extensiones muy básicas del placer y
el dolor, ya has podido ver que las motivaciones individuales pueden ser
bastante complejas. Por ejemplo, ¿por qué comemos? Fundamentalmente,
comemos porque comer es placentero y no comer es doloroso, y porque
amamos ciertos efectos que produce comer y/o tememos ciertos efectos que
produce no comer. Pero esto sigue sin decir gran cosa de las motivaciones
más específicas para comer, que pueden variar de una persona a otra y de
una época a otra. En determinadas ocasiones he comido porque tenía
hambre, porque disfrutaba de la compañía, porque quería probar un plato
nuevo y por educación, por mencionar unas cuantas razones. Algunas de
estas razones estaban basadas en deseos, que son cosas que queremos y que
nos motivan, y otras estaban basadas en necesidades, que son cosas que
creemos que debemos tener para motivarnos. Echemos un vistazo a diversos
tipos de necesidades para entender las complejidades de las motivaciones
individuales.

Necesidades sentidas
Descubrí las necesidades sentidas cuando estuve en África Occidental
trabajando para el desarrollo comunitario y vi que el concepto se aplica a
grupos de toda índole, además de a individuos. Una necesidad sentida es la
motivación concreta consciente o semiconsciente del momento que impulsa
a un grupo o a un individuo a actuar. Se llama necesidad sentida en
contraste con la necesidad evidente.
A modo de ejemplo, visité una aldea africana que tenía varias necesidades
evidentes como mejorar las condiciones de salubridad, contar con más agua
y mejorar la nutrición, además de otras carencias que el gobierno local y las
agencias internacionales habían tratado de cubrir sin éxito. Habían instalado
letrinas públicas, pero se usaban poco porque de entrada a nadie le habían
hecho ninguna gracia; habían puesto una bomba nueva en el pozo, pero al
romperse fue abandonada porque era la bomba del gobierno, y las clases de
nutrición eran rechazadas porque los nuevos alimentos aconsejados tenían
un sabor extraño y no eran fáciles de conseguir.
A pesar de este historial poco prometedor, solicité al jefe que convocara a
la aldea a una reunión, en la que les pregunté si querían mejorarla en algún
aspecto. Esto causó una gran consternación, porque nadie les había
preguntado nunca qué querían. Tras varias horas de animada conversación,
me dijeron que querían arreglar la choza del jefe, porque su deterioro actual
era una deshonra para la aldea. Si yo hubiese sido un funcionario del
gobierno, me habría enfadado y les habría enumerado todas las cosas más
importantes que necesitaban. Pero como era un cooperante independiente,
pude escuchar su necesidad sentida: la necesidad que realmente sentían que
era importante.
Para resumir, les ayudé a arreglar la choza del jefe, asegurándome de que
conservaran el orgullo de posesión haciendo ellos la mayor parte del trabajo
y aportando la mayoría de los materiales. En la siguiente reunión con toda la
aldea manifestaron el deseo de limpiar el centro de la misma, y eso hicimos.
A partir de ahí construimos letrinas familiares por comodidad y prestigio,
creamos huertas para obtener un dinero extra con la cosecha, compramos
una bomba nueva con las contribuciones de las familias para regar las
huertas, mejoramos la nutrición intercambiando recetas y hasta iniciamos
una cooperativa de crédito oficialmente reconocida mediante la ampliación
y expansión de una forma tradicional de ahorro de dinero para emergencias.
En resumen, ayudé a los aldeanos a conseguir todo lo que el gobierno quería
y más, trabajando a partir de lo que la gente sentía que necesitaba y no de lo
que otra persona les había dicho que tenían que querer. Hicieron lo mismo,
pero por razones distintas.
Las necesidades sentidas de los individuos pueden ser completamente
diferentes de sus necesidades evidentes, pero las necesidades evidentes
pueden abordarse satisfaciendo con eficacia las necesidades sentidas.
Cuando hice asesoramiento psicológico personal, descubrí que para la
mayoría de la gente el concepto de salud era una abstracción sin sentido. En
otras palabras, no era un motor eficaz para cambiar hábitos. La gente perdía
peso para tener buen aspecto o para que le cupiera según qué ropa; dejaba
de fumar para oler mejor, o para evitar las críticas de amigos y familia; se
sometían a sesiones de autosanación porque temían la ineficacia o el dolor
del tratamiento ortodoxo, o porque la enfermedad dificultaba el juego o el
trabajo. Puede que haya alguien por ahí para quien la salud en sí sea una
necesidad sentida, pero nunca he conocido a una persona así. De todas
maneras, todas las personas a las que ayudé gozaron de mejor salud cuando
sus necesidades sentidas fueron cubiertas.
Dado que las necesidades sentidas no son evidentes, es posible que ni
siquiera percibamos plenamente cuáles son nuestras propias necesidades
sentidas. Sin embargo, cuanto más conscientes seamos de ellas, más
podremos usarlas para modificar nuestro comportamiento de diversas
formas que incrementen enormemente nuestras posibilidades de éxito. Para
ayudarte a identificar tus propias necesidades sentidas, aquí tienes una lista
de los siete tipos más comunes:
 
Percepción (incluye la Curiosidad, el Deseo de conocimiento y el Deseo
de seguridad)
Hasta las vacas tienen curiosidad, así que ésta es una parte de nuestra
herencia animal. En cierta ocasión, durante un aburrido trayecto en autobús
hasta el aeropuerto, un hombre bajó su maleta de la rejilla portaequipajes y
la abrió. Reparé en que los demás lo mirábamos como si estuviese haciendo
la cosa más fascinante del mundo. En los humanos, sin embargo, la
curiosidad puede convertirse en una necesidad sentida de noticias, cotilleos,
telenovelas y una afición por pasearte únicamente para ver qué hay detrás de
la siguiente colina. Tal vez seas una de esas personas, o sepas de alguien, que
no puede desayunar sin periódico o se muere de ganas de que llegue la
siguiente partida de bridge para enterarse de lo que pasa en el vecindario.
Puede que, en la práctica, el deseo de conocimiento esté relacionado con
tu vocación o con tu afición, pero quizá también sea una forma avanzada de
curiosidad. Muchas personas, como yo, tenemos la necesidad sentida de
aumentar nuestro conocimiento del mundo que nos rodea, haya una
vinculación real o no con nuestra vocación. Muchos investigadores
científicos tienen esa necesidad, al igual que la gente que lee enciclopedias y
almanaques por gusto. Abordándolo desde otro punto de vista, una
necesidad sentida de seguridad puede impulsar a la gente a aumentar su
percepción del mundo a fin de evitar sorpresas desagradables. Es posible que
esto se convierta en una paranoia obsesiva, pero sé de una mujer al menos
que lo ha usado para desarrollar un magnífico sistema de análisis de la
personalidad, con lo que sabe con antelación cómo tratar a las distintas
personas con que tropieza.
 
Libertad (incluye la Necesidad de relajarse, el Deseo de estar libre de
restricciones, el Deseo de manifestar tu propia voluntad y el Deseo de
moverse y explorar)
La necesidad sentida de relajarse es muy distinta a la necesidad evidente de
relajarse. He conocido a gente que parecía la viva estampa de la relajación,
pero aun así quería relajarse más, y he conocido a gente que saltaba a la vista
que estaba tensa como una cuerda, pero ni siquiera se daba cuenta de que lo
estaba.
El impulso sentido de estar libre de restricciones puede referirse a la
restricción física, por supuesto, como los adultos encarcelados o los niños en
el colegio, pero algunas personas se sienten excesivamente atadas por el
matrimonio, la amistad, las condiciones laborales o las normas sociales. Y
otras tantas se sienten mentalmente cohibidas por las limitaciones sociales o
profesionales impuestas a su vocación.
Una necesidad sentida de autodeterminación puede ser un problema
nacional en una colonia o un país económica y políticamente atado a otro en
contra de su voluntad. O puede ser un problema personal para alguien que
se siente económica o emocionalmente atado a otra persona.
El deseo de moverse y explorar puede ser parecido al deseo de percibir
más, pero no necesariamente. Una mujer de uno de mis cursos en Inglaterra
no se movió durante el debate ni los ejercicios mentales de la primera
mañana, y luego me dijo: «Muchas gracias. Es un curso estupendo, pero me
voy porque necesito más movimiento corporal».
Asimismo, como sé por mis viajes a varias zonas del mundo, hay quienes
tienen una acusada necesidad sentida simplemente de moverse por
carretera, por un sendero o por mar abierto bajo el ancho cielo abierto,
aprendan o no algo nuevo.
 
Objetivo (incluye el Deseo de sentido, de Pautas y de Autojustificación al
servicio de una causa mayor que tú mismo)
Esta necesidad sentida es tan frecuente que hay multitud de chistes e
historias sobre gente que dedica mucho tiempo a recorrer kilómetros en
busca de un sabio y viejo maestro que pueda decirles cuál es el sentido de la
vida. Videntes, profetas, psiquiatras y muchos tipos de terapeutas se ganan la
vida ayudando a la gente a descubrir el sentido y el objetivo de los
acontecimientos de su vida. (Algunos de mis alumnos me consideran viejo,
pero no demasiado sabio, cuando les sugiero que nosotros mismos damos
sentido a la vida y los acontecimientos, y que nosotros creamos nuestro
objetivo.)
La necesidad sentida de pautas empieza cuando de pequeños intentamos
entender las normas para desenvolvernos en este mundo, y se prolonga
durante el resto de nuestras vidas, aunque sólo queramos saber qué reglas
romper. Y si no fuese por la necesidad sentida de servir a una causa,
entonces las religiones, organizaciones benéficas, partidos políticos y grupos
de acción social y/o medioambiental estarían en un estado muy precario.
 
Sensación (incluye Todo deseo de estímulo placentero, como los Paisajes
y sonidos bellos, los Sabores deliciosos, el Tacto, el Sexo, la Excitación, el
Movimiento y el Baile)
El arte y la música no existirían de no ser por la necesidad sentida que
tienen los artistas de crear y la necesidad sentida de muchos otros de
disfrutar de sus creaciones. Piensa por un momento en la cantidad de
motivación que se necesita para crear y mantener los museos y galerías de
arte, orquestas sinfónicas, conciertos de rock y la industria del cine y la
grabación. Los grandes chefs sólo pueden ser grandes cuando hay otros que
desean apreciar su cocina, y los grandes restaurantes tienen que hacer más
que simplemente servir alimentos nutritivos.
Mientras que tocar y ser tocado es una experiencia poderosa y
beneficiosa, no es siempre una necesidad sentida, salvo entre gente de
determinados grupos culturales (como el lado italiano de mi familia) y entre
aquellos que disfrutan con interacciones físicas tales como los deportes de
combate, el masaje y la danza de contacto.
El sexo, naturalmente, en todas sus diversas facetas, es la experiencia
sensorial más destacada para la mayoría de la gente, pero a falta de éste,
cualquier clase de excitación es mejor que ninguna sensación en absoluto.
La excitación se vuelve más importante para la gente cuando otras
válvulas de escape emocional están cerradas o son insatisfactorias, lo que
puede ayudar a explicar la aparente necesidad sentida de ver películas de
terror y leer novelas de terror, y la atracción magnética que ejercen los
incendios, las catástrofes y los deportes de alto riesgo.
No hay duda de que el movimiento es una necesidad sentida en la
mayoría de los niños, especialmente en mi nieta de tres años, y el baile, sea
clásico, de estilo libre o aeróbico, tiene necesariamente muchos aficionados.
 
Relación (incluye el Deseo de ser aceptado, admirado o reconocido por
los demás, el Deseo de amistad e intimidad, y el Deseo de pertenecer a un
todo más grande)
Después del aire y la comida, yo diría que la necesidad sentida más básica de
los seres humanos es la aceptación (de sus iguales, de aquellos a los que
admiran o respetan como autoridad, o de sí mismos). La gente incluso
renuncia al sexo a cambio de aceptación con más gusto de lo que renuncia a
la aceptación a cambio de sexo. En muchas culturas el peor castigo
imaginable es el destierro, el exilio, el ostracismo o la incomunicación. Más
concretamente, los pintores y escultores necesitan benefactores y los actores
y cómicos necesitan público. A los actores les da pavor un teatro vacío, pero
les dan aún más pavor las reseñas críticas. Los cómicos, y otros artistas que
interactúan con el público, pueden llegar a obsesionarse con la indiferencia
de una única persona, aunque hayan recibido elogios abundantes del resto.
Éste fue un problema que yo, como orador, tuve que trabajar mucho. Si
todas las miradas no estaban puestas en mí todo el tiempo, creía que no
estaba siendo eficaz. Al final, y afortunadamente para mi ego, descubrí que
las personas tienen maneras distintas de escuchar, así que ahora me siento
cómodo en el estrado, incluso aunque la gente mire hacia otro lado, tenga
los ojos cerrados o se acueste en el suelo y se duerma en apariencia.
Los empresarios destacados y las autoridades políticas saben que los
títulos y el reconocimiento público a menudo son eficaces sustitutos de
salarios más altos. Honrar a la gente es uno de nuestros rituales sociales más
importantes, porque hay una necesidad sentida muy generalizada de ello
tanto entre los que son honrados como entre los que hacen los honores.
La amistad es una intensa necesidad sentida. Debido a los valores
culturales y la educación, actualmente la necesidad sentida de intimidad en
una relación parece estar más extendida entre el sector femenino de nuestra
población, aunque el «movimiento masculino» cada vez más popular revela
que muchos hombres han sentido esa misma necesidad, pero la han
mantenido hábilmente oculta a causa de otra necesidad, la de la aceptación
social y de sus iguales. Esto demuestra que una necesidad sentida puede
reprimir otra, dependiendo de cuál sea más intensa en ese momento. Para
algunas personas hay una necesidad sentida de una relación transpersonal,
una conexión con un todo más grande que podría ser, en función de los
deseos individuales, una relación especial con la naturaleza, con la tierra o
con Dios, tal como lo entienda ese individuo.
 
Poder (incluye el Deseo de Fuerza, Capacidad, Talento, Destreza,
Influencia, Dinero y Control)
El deseo de alguna forma de poder es perfectamente normal. Sin él nunca
aprenderíamos a andar o hablar, ni a hacer y mejorar la miríada de cosas que
damos por sentado que forman parte de la vida, desde actividades tan
simples como cobrar un cheque y conducir un coche hasta otras más
complejas asociadas con el desempeño de una profesión. Siempre está ahí
como una necesidad sentida subyacente en todo lo que emprendemos.
Pero para algunas personas la necesidad se vuelve tan fuerte que las lleva
mucho más allá de lo normal. No sólo quieren levantar sillas; quieren
levantar coches. No se conforman con actuar; quieren dirigir. No les basta
con ser presidentes de una compañía; quieren dirigir una nación. Y están
aquellos para quienes hacerse cargo de sus propias vidas no es
suficientemente satisfactorio; también quieren controlar las vidas de los
demás.
Aunque el deseo de poder quizá tenga sus raíces en el miedo o en el deseo
de aceptación o reconocimiento, es posible también que la necesidad sentida
sea de poder en sí: la embriagadora sensación de tener el destino en las
propias manos. Un político puede sentirla, un jugador puede sentirla, igual
que pueden sentirla los líderes, artistas, atletas, místicos y muchos otros. Y si
bien cualquier necesidad sentida puede convertirse en una obsesión cuando
el impulsor oculto es el miedo, una obsesión por el poder puede afectar
negativamente a muchas otras personas. Los abusos de poder se producen
tan a menudo que a muchos les da miedo todo el concepto de poder en sí.
No sólo lo evitan al máximo, sino que es posible que incluso injurien a otros
que lo ostenten. Es posible que incluso cedan la responsabilidad de su poder
personal a otra persona.
Cada vez que sale el tema del poder casi siempre hay alguien que
experimenta la necesidad sentida de repetir el aforismo de lord Acton, que
he citado anteriormente: «El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe
absolutamente». Esto sirve para agudizar el miedo al poder, pero la frase es
absurda. El poder en sí no corrompe. La corrupción sólo se produce cuando
el poder se combina con uno o más de los Grandes Separadores: miedo,
odio o indiferencia. Cuando el poder se combina con amor, sin embargo, no
hay nada mejor. Tal como dijo el gran británico Edmund Burke: «No
conozco nada sublime que no sea una modificación del poder».
Una forma de poder que la mayoría de las personas de las sociedades
modernas perciben como una necesidad sentida es el dinero. Nos da el
poder de adquirir artículos y servicios deseados, y nos permite influir de
muchas maneras en el mundo que nos rodea. Aunque la gente tiene muchas
razones para sentir una necesidad de dinero, como la seguridad, la
aceptación y la libertad, la necesidad de dinero en sí se debe al poder que
presuntamente tiene para cubrir esas otras necesidades. Por lo menos hay
algo de cierto en esta pegatina de parachoques que dice: «La gente que dice
que el dinero no puede comprar la felicidad es que no sabe dónde comprar».
 
Logro (incluye el Deseo de alcanzar objetivos, Ganar concursos,
Establecer récords, Subsanar injusticias, Arreglar lo que no funciona,
Sanar a otros y Ayudar a la gente a ser más eficaz)
Me impresionó mucho la necesidad sentida de logros personales o
indirectos cuando visité el gigantesco estadio de fútbol de Maracaná, en Río
de Janeiro, con capacidad para 200.000 personas. Y ése es sólo un símbolo
entre miles, incluidas las Olimpiadas y la Super Bowl, que ponen de
manifiesto la increíble cantidad de tiempo, energía y dinero que se invierte
en eventos deportivos de todo el mundo. La necesidad sentida suele ser tan
fuerte o más entre la gente que ve los encuentros que entre los participantes.
Y no olvidemos los Oscar, los Emmy, los Grammy y otros premios artísticos
que también motivan y fascinan a muchísimas personas.
Muchos de nosotros tenemos nuestros propios programas de logros
personales, que no son divulgados, pero que nos impulsan con la misma
intensidad. Y, pese a la polémica que las rodea, la gente que siente la
necesidad de subsanar injusticias desde organizaciones como la ACLU
(Unión Estadounidense por las Libertades Civiles), Amnistía Internacional y
el Sierra Club ha hecho mucho bien a la sociedad. Demos las gracias,
también, a los cientos de miles de profesionales y no profesionales que
manifiestan su deseo de sanar y ayudar.
¿Te has sentido identificado con alguna de las necesidades sentidas de las
que acabamos de hablar? Si no es así, tómate un tiempo para explorar tus
propias necesidades sentidas. Si las defines con claridad, te harás una mejor
idea de lo que te motiva, lo cual es un componente importante de la fórmula
del éxito.

Confianza
La confianza es la maravillosa sensación de seguridad de que dispones de los
recursos (el tiempo, la energía, la capacidad, la fuerza, el apoyo, etcétera)
para hacer lo que quieres hacer. Es también la similar sensación de
seguridad de que algo que quieres que pase pasará. La confianza puede tener
una base externa o interna, y si bien un incremento de cualquiera de las dos
aumentará la eficacia, es la segunda la que tiene mayor potencial.
La confianza externa viene de creer que puedes confiar en el
comportamiento estable de alguien o algo fuera de ti mismo. Este tipo de
confianza se apoya en recuerdos del pasado, experiencias del presente y
expectativas futuras (muy influenciadas por tu confianza en la autoridad
ajena). Por eso creemos que las estaciones se sucederán como han hecho
siempre, porque ha sido así hasta donde alcanza nuestra memoria, podemos
ver parte de la secuencia ahora mismo y ya estamos haciendo planes para lo
que queda de año o para más adelante. Además, nuestros padres, profesores
y autores de libros nos han dicho mil veces que funciona así. Sin embargo, si
decidimos creer en las profecías del fin del mundo, podemos prescindir de
todo ese conocimiento y experiencia y esperar confiadamente que la Tierra
se dé la vuelta cualquier día de éstos, quedando nosotros (por supuesto) y
otros cuantos elegidos para empezar a reconstruir el mundo tal como
queremos. El problema principal de la confianza con base externa es que
depende totalmente de acontecimientos, circunstancias y decisiones sobre
los que tenemos una influencia limitada y ningún control.
La confianza con base interna viene de tus decisiones sobre ti mismo: de
convicciones acerca de tu valía, tus aptitudes, tu capacidad para afrontar el
cambio y tu fuente de poder. La mejor manera de incrementar la confianza
interna es tomar dos decisiones: primero, decidir que lo que quieres creer es
cierto, y segundo, decidir no dudar nunca de la primera decisión.
La confianza aumenta la eficacia: 1) reduciendo el efecto inhibidor que el
miedo tiene sobre tus aptitudes y capacidades, y 2) estimulándote para estar
atento a las oportunidades. Es aquí donde algunas personas suelen
plantearse un par de preguntas. Aunque ya las he mencionado, las repito a
modo de recordatorio.
«¿Qué pasa si uno tiene excesiva confianza?», se preguntarán algunos. No
creo que exista algo así. Lo que la gente llama exceso de confianza es
realmente arrogancia ocultando miedo. Otros se preguntarán: «¿Qué pasa si
uno espera demasiado y sufre una decepción?» Veamos, la decepción es, en
realidad, la experiencia de sentirse mal porque algo no ha salido como
querías, así que una solución es esperar que todo salga mal y luego quizá
llevarse una sorpresa agradable cuando de vez en cuando pasa algo bueno.
Sin embargo, ésa es una manera bastante triste de vivir, y es demasiado fácil
caer en el hábito de hacer que incluso las cosas buenas parezcan malas
cuando pasan. Otra solución es entrenarte para no tener expectativas, pero
eso se convierte en no tener ningún propósito, objetivo ni plan, lo cual
puede que esté bien para un chico que se pasa el día haciendo surf en la
playa o para un místico, pero no para ti y para mí. Un enfoque más útil es
atreverte a tener grandes expectativas, pero sabiendo que el que no todo
salga como quieres es sólo uno de los riesgos que tiene la vida.
Al igual que la motivación, la confianza es uno de los ingredientes
necesarios en la receta de la eficacia.

Concentración
La concentración es lo que mantiene nuestra energía física, emocional y
mental moviéndose en una dirección el tiempo suficiente para surtir efecto.
Cuanto más dure la concentración, más potentes serán los efectos. Sin la
suficiente concentración, todo tiempo es poco para acabar un trabajo o
todas las horas son pocas para acabar un juego; no mantienes un deseo el
tiempo suficiente para superar los baches, y no piensas lo bastante
largamente para solucionar un problema o desarrollar una idea nueva. Lo
que llamamos falta de concentración es una serie de oleadas de
concentración en cosas distintas o una concentración prolongada en algo
diferente a aquello en lo que creemos o creen otros que deberíamos
concentrarnos.
En ocasiones, cuando entro en mi despacho me abruma la cantidad de
cosas que compiten por mi atención y, si me dedico a desviarla de una cosa a
otra, no rindo mucho. Una técnica que empleo para ayudarme a
concentrarme es apilar todo en un gran montón y luego empezar a sacar
papel por papel. Por otra parte, a mis hijos de pequeños se les daba muy bien
concentrarse largamente en jugar o ver la televisión cuando yo creía que
deberían estar concentrados en otras tareas o deberes. En honor a la verdad,
mi mujer ha aprendido que cuando estoy leyendo una novela es mejor que
no dé por sentado que mis respuestas significan que he oído lo que me ha
dicho.
La concentración puede ser fácil o difícil, dependiendo de si es natural o
forzada. La concentración natural se produce cuando participas en algo que
te parece ameno, interesante o importante (cualquier actividad que
actualmente satisfaga tus necesidades sentidas de ser, hacer o tener). Si te
gusta mucho el deporte, entonces concentrarse en ver o jugar un partido es
fácil. Si tu afición es criar caballos, entonces leer un libro o acudir a una
conferencia sobre su cuidado y amaestramiento es fácil.
La concentración forzada es lo que tienes que usar cuando lo que estás
haciendo no te resulta especialmente ameno, interesante ni importante, pero
aun así tienes que hacerlo. Muchos niños ponen los deberes en esta
categoría, como hacen muchos adultos con la preparación de la declaración
de la renta. Pero como ninguna acción se lleva a cabo sin alguna clase de
motivación, la concentración forzada sólo es eficaz si contiene la promesa o
expectativa de alguna especie de premio o castigo más allá de la tarea en
cuestión. Y el premio (la promesa de placer, de beneficio o de satisfacción de
alguna necesidad sentida) siempre produce un esfuerzo más fecundo que el
miedo al castigo. La gente hará lo mínimo posible para minimizar el castigo
y lo máximo posible para maximizar el premio. Si tienes que hacer algo
porque, de lo contrario, te castigarán, es poco probable que te esfuerces al
máximo.
Supongamos que eres un adolescente y te han dicho que limpies tu
habitación o no te darán la paga. No sería de extrañar que lo único que
hicieras fuese echar la colcha por encima de la cama y estirarla un poco para
que pareciera hecha, amontonar la ropa y meter la mayoría de los
cachivaches en el armario. Pero si te dijeran que limpiaras tu cuarto porque
los vecinos van a venir a ver la casa y les acompañará su atractiva hija
adolescente, tampoco sería de extrañar que aspiraras, fregaras, doblaras,
abrillantaras, limpiaras y ordenaras hasta que tu habitación fuese digna de
salir en la revista Better Homes and Gardens.
Por consiguiente, la mejor manera de aumentar la concentración es hacer
que el objeto de dicha concentración sea más ameno, interesante o
importante, o que el premio por llevarlo a cabo sea más eficaz a la hora de
satisfacer una necesidad sentida. Concentrarse en aprender a tocar el piano
es fácil si te gusta hacer música; concentrarse en una partida de ajedrez es
fácil si te fascina definir estrategias; concentrarse en lo que tiene que decir
un profesor es fácil si valoras la información, y concentrarse en ganar dinero
es fácil si deseas con todas tus fuerzas ir a Hawái.

Resistencia
En la Fórmula Maestra del éxito hay que restar la resistencia del resto de
factores coadyuvantes. Todo cambio produce también una resistencia a ese
cambio. Parece que la Ley de la Inercia (por la que un objeto en reposo
tiende a resistirse al movimiento, mientras que un objeto en movimiento
tiende a resistirse a que lo detengan o muevan en otra dirección) no sólo se
aplica al reino de la física clásica, sino también a las áreas del
comportamiento físico, emocional y mental.
Por decirlo de otro modo, los hábitos existentes tienden a mantenerse.
Esto es magnífico y sumamente útil siempre y cuando sean beneficiosos. Es
bueno que nuestro corazón y nuestros pulmones tengan el hábito de latir y
respirar, y que nuestros hábitos lingüísticos y estrategias de supervivencia se
mantengan día a día. Pero si nuestro corazón late demasiado rápido, si la
respiración de nuestros pulmones es demasiado superficial, nuestro lenguaje
inapropiado y nuestras estrategias de supervivencia inadecuadas, entonces
hay que hacer cambios, aunque no sea fácil. Sin embargo, si podemos
encontrar la manera de reducir la resistencia, el cambio, en forma de
movimiento hacia una eficacia mayor, será más fácil.
Hay cuatro factores principales operando en nuestras vidas que reducen
nuestra felicidad al causar resistencia a incrementar la motivación, la
concentración y la confianza (que son los factores clave del éxito). Los
factores de la resistencia son el Miedo, la Infelicidad, la Duda y el Estrés. Yo
los llamo FUDS, acrónimo que es resultado de unir la letra inicial de cada
uno de estos términos en inglés (Fear, Unhappiness, Doubt y Stress), y
pueden operar por separado o conjuntamente. Deja que me explique:
 
El Miedo (ansiedad, pánico y terror incluidos) reduce la motivación
apartando nuestras energías de algo, en lugar de acercarlas. Concretamente,
reduce la percepción, limita la libertad, nos hace dudar si llevar a la práctica
un objetivo, inhibe las relaciones, mina el poder y frustra el logro. Además,
reduce la concentración al desviar la atención, y reduce la confianza al crear
expectativas negativas.
El miedo no natural (no el de tipo instintivo que nos advierte de un
peligro inminente, sino el producido, basado en la memoria y la fantasía) es
algo de lo que podemos prescindir perfectamente. El antídoto contra el
miedo es simplemente la esperanza: una expectativa tradicional y positiva.
En los últimos años una serie de personas han menospreciado la esperanza,
calificándola de optimismo eterno, falta de realismo y una concesión a las
almas sin carácter. Pero la esperanza ha sido la aliada de los más destacados
hombres y mujeres de la humanidad, y nadie ha alcanzado jamás la grandeza
sin ella. Pese a todos los peligros y falsas ilusiones que pueda fomentar, nadie
ha descrito sus ventajas prácticas más sucintamente que Samuel Johnson, el
pensador inglés del siglo XIX: «Donde no hay esperanza, no puede haber
esfuerzo».
Al igual que el miedo, la esperanza tiene sus orígenes en el recuerdo y la
fantasía. En el miedo, seleccionamos el dolor y el fracaso del almacén de la
memoria y los proyectamos en un futuro soñado. En la esperanza, usamos el
mismo proceso para seleccionar el placer y el éxito de los recuerdos y
proyectarlos en otro futuro soñado. Es útil tener en cuenta que cualquier
pensamiento que tengamos sobre el futuro sólo es una fantasía hasta que la
fantasía se convierta en realidad presente, con o sin nuestra ayuda. En
términos prácticos: si, sea como sea, tus expectativas futuras son fantasías,
¿por qué no hacer que sean buenas?
 
La Infelicidad (ira, resentimiento, culpa, tristeza, pesar y dolor incluidos) es
la peor plaga que azota al mundo moderno. Individualmente, es probable
que cause más enfermedades que ningún otro factor aislado; socialmente,
destroza a gente, comunidades y naciones. Combinada con el miedo, causa
los estragos más aterradores que puedan imaginarse en todos los aspectos de
la vida.
En los seminarios, los alumnos me preguntan con frecuencia sobre los
beneficios de la infelicidad, ya que hasta los hábitos dañosos han de tener
una ventaja para que sigan existiendo. Pues bien, la ira puede motivarte para
salir de la apatía y ayudarte a vencer el miedo. El resentimiento puede darte
una falsa pero satisfactoria sensación de poder o control sobre otra persona.
La culpa puede inducirnos a mejorar nuestras costumbres. La tristeza puede
a veces tener un matiz curiosamente placentero y agridulce. El pesar puede
dar origen a la compasión. Y el dolor puede ser una forma de honrar a un
ser querido o admirado que ha fallecido. No tengo ningún problema con los
beneficios positivos que la infelicidad puede producir a corto plazo. Pero
una infelicidad prolongada siempre va en contra de los mejores intereses de
los individuos y la sociedad porque es, en esencia, una negación de la
felicidad. Sin control ni disciplina, la ira conduce a la violencia destructiva,
el resentimiento conduce a la enfermedad y/o la venganza, la culpa conduce
a la enfermedad y la autodestrucción, la tristeza conduce a la apatía, el pesar
conduce a la desesperación y el dolor conduce a la inutilidad.
Tal vez pienses que el antídoto contra la infelicidad es la felicidad, pero
para la mayoría de la gente ése es un salto demasiado grande. El antídoto
más eficaz es realmente el perdón. Dado que la infelicidad surge de la
resistencia a lo que fue, lo que es o lo que te imaginas que será, perdonar a
alguien o algo por no ser o hacer lo que quieres disminuirá la resistencia,
reducirá la infelicidad y hará que la felicidad aumente de forma natural.
 
Dicen que la Duda (juicios negativos, críticas y escepticismo incluidos) es a
la vez nuestro mejor amigo y nuestro peor enemigo. Es nuestro mejor amigo
cuando nos hace actuar con discreción, analizar nuestros planes y cuestionar
la autoridad externa. Es nuestro peor enemigo cuando ciñe nuestra
focalización a lo que está mal, nos hace invalidar cualquier cosa positiva y
crea el hábito de cuestionar siempre la autoridad interna.
Cuentan que una vez, cuando Satanás estaba enseñando a un invitado un
museo de las profundidades de sus dominios infernales y pasaron por
delante de una deslumbrante exposición de las mejores armas del Gran
Tentador en su guerra contra la bondad (Codicia, Avaricia, Celos y Odio),
su invitado se fijó en un pequeño estuche que destacaba por sí solo y no
contenía más que una cuña vieja, gastada y agujereada. Preguntado al
respecto, Satanás se rio y dijo: «¡Ah, eso! Ésa es la mejor arma de todas,
porque sé que siempre puedo contar con ella cuando todo lo demás falla. Es
la Duda».
La duda es un auténtico destructor de la eficacia cuando juzgar todo
negativamente sin reconocer el lado positivo se convierte en algo habitual.
En forma de crítica, puede mermar la motivación antes que cualquier otra
cosa. Un desafortunado malentendido de nuestra sociedad es la terrible idea
de que la crítica mejora a las personas. Esto se traduce en que a los niños,
igual que a los adultos, se les dice constantemente lo que hay de malo en su
conducta, su aspecto, sus pensamientos y en ellos en general. ¿Por qué
Johnny no sabe leer? Probablemente porque ha recibido tantas críticas por
lento y por equivocarse que sencillamente ha dejado de intentarlo. ¿Por qué
Jane tiene poca autoestima? Muy probablemente porque su madre, padre,
hermana, hermano, profesor o profesora, jefe o jefa y amigos han intentado
«ayudarla» diciéndole cuáles son sus defectos, y ella ha perdido su amor
propio.
La teoría que hay detrás de la práctica de hacer hincapié en los errores o
comportamiento que no se ajusta a las reglas es que, cuando una persona
entiende que lo que está haciendo está «mal», tiene la motivación para
rectificar y hacerlo «bien». En la vida real casi nunca funciona porque el
comportamiento adecuado pocas veces es reconocido o elogiado. A menos
que alguien tenga una poderosa necesidad sentida interna de lograr algo, la
crítica constante sin recompensa emocional alguna convierte la motivación
en vapor. Y si alguien duramente criticado consigue algo que vale la pena, es
a pesar de las críticas y no debido a ellas. La duda, como la crítica, también
rompe la concentración, dificultando más el aprendizaje porque la persona
está más preocupada por la comisión de errores que por la adquisición de
aptitudes. Una de mis alumnas, durante un curso en Kauai, dedicaba el
tiempo libre a ir a clases de tenis. Soportó un tiempo la tendencia del
profesor a hacer hincapié en sus errores y luego, debido a lo que estaba
aprendiendo en el curso, pidió lisa y llanamente al profesor de tenis que
empezara a felicitarla por lo que hacía bien. Al sorprendido profesor le costó
hacerlo al principio, pero como ella mejoró el juego rápidamente, él acabó
omitiendo casi todas las críticas y reforzó todos sus puntos fuertes. Ella
acabó aprendiendo más deprisa que todas sus alumnas anteriores.
La duda, sobre todo la duda interna, también erosiona la confianza,
naturalmente. Cuando Arnold Schwarzenegger compitió por el título de
Míster Universo en levantamiento de pesas, recuerdo que dijo algo así como
que nunca dejaba que el más mínimo pensamiento negativo entrase en su
cabeza durante los entrenamientos o la competición, porque hasta la más
mínima duda podía hacerle perder su ventaja.
Como todo lo demás, la duda tiene aspectos positivos. Es bueno tener
criterio para saber si algo es bueno, valioso o merece la pena. El análisis
crítico, una habilidad sumamente desarrollada, es un complemento muy útil
de la eficacia, sobre todo combinado con el refuerzo positivo, pero casi todo
lo que trata de hacerse pasar por análisis crítico no es más que un refuerzo
negativo. Un escepticismo saludable es necesario en un mundo donde
proliferan estafadores de toda suerte imaginable, en todos los campos
imaginables del esfuerzo humano, pero la clase de escepticismo que rehúsa
contemplar cualquier potencial beneficioso no es en absoluto saludable.
 
Con el Estrés (incluida toda forma de tensión por estrés físico, emocional y
mental) nos hemos ido familiarizando más a través de los estudios que lo
relacionan con problemas sociales, de salud y de aprendizaje. Éstos ponen el
acento en el estrés excesivo, porque el único estado totalmente libre de estrés
se llama muerte. Necesitamos el estrés para vivir y crecer, pero en exceso
obstaculiza este proceso.
El estrés excesivo, que se traduce en una tensión excesiva, nace de la
resistencia excesiva a la gente, a los acontecimientos y a las circunstancias.
La mayoría de las personas cree que el estrés viene de fuera, que es culpa de
otra persona o que es fruto de las circunstancias. La realidad es que todo
nuestro estrés sale de nosotros mismos. La gente y los acontecimientos
producen situaciones a las que tenemos que hacer frente. El estrés se da
únicamente en la medida en que oponemos resistencia a esas situaciones. Si
alguien se enfada conmigo y a mí no me importa, no me estresaré. Pero si
estoy disgustado o reactivo al enfado, me tensaré física, mental y
emocionalmente. El estrés viene de una reacción interna que causa toda
clase de tensiones y reduce la eficacia cuando se vuelve excesivo.

El factor de retroalimentación
Lógicamente, hay una retroalimentación constante entre todas las partes de
la fórmula, igual que en matemáticas. Una de las formas de
retroalimentación ya la he comentado: que la eficacia aumenta conforme la
motivación, la confianza y la concentración aumentan y la resistencia
disminuye.
Sin embargo, también es cierto que la motivación, la confianza y la
concentración aumentan y la resistencia disminuye conforme nuestra
eficacia aumenta. En otras palabras, triunfar fomenta precisamente los
factores que producen el éxito al tiempo que ahuyenta los factores en contra.
De modo que al reconocer todos tus triunfos o éxitos, por pequeños que
sean, agudizas tu capacidad de triunfar con más asiduidad.
Además, siempre que aumentas tu motivación, contribuyes a aumentar tu
confianza y concentración; cuando incrementas tu confianza, tu motivación
y concentración aumentan, y cuando desarrollas tu capacidad de
concentración, la motivación y la confianza también aumentan. Y entretanto
los FUDS se debilitan cada vez más. Ésta es la senda del éxito.
Para describir la Fórmula Maestra y los elementos que la componen, he
tenido que emplear un montón de palabras. Después de leerla, sin embargo,
lo único que tienes que hacer es imprimir o escribir la fórmula en el dorso
de una tarjeta de visita o un trozo de papel y ponerla donde puedas verla de
vez en cuando. En cuanto te sepas la fórmula, ponerla en práctica se
convertirá simplemente en una cuestión de disciplina y dedicación. Si
ocasionalmente reflexionas sobre ella, creo que te sorprenderá la gran
cantidad de información sobre la fórmula y la sabiduría de huna que volverá
a ti en momentos de necesidad.
Y ahora ya sabes algo de Ka Huna, la sabiduría o secreto ancestral de
convertir el conocimiento interno en éxito externo. Espero que a lo largo del
libro hayas ido viendo que huna no es un conjunto de técnicas ni una lista
de normas, sino una forma de percibir el mundo. Una vez que abrazas el
espíritu de huna, plasmado en sus siete principios, toda tu actitud cambia, tu
amor y poder aumentan y la vida se convierte en una aventura llena de
alegría y armonía.
Acabaré con una cita de un hombre que vivió una vida llena del espíritu
de aloha. Aunque no era hawaiano, amaba las islas y las visitó muchas veces.
 
Siempre he estado en el lugar oportuno en el momento oportuno.
Naturalmente, yo mismo me he dirigido hacia allí.
BOB HOPE
Personalidades de la cultura hawaiana

Kamehameha el Grande (hacia 1758-1819)


Rey del archipiélago de Hawái
Kamehameha el Grande conquistó el archipiélago de Hawái y fundó el reino
de Hawái. Conocido por su enorme ambición y devoción por la cultura
hawaiana, unificó el conjunto de islas en un solo reino reconocido por todos
los principales poderes mundiales de su tiempo. Personificó los siete
principios de huna en su práctica y fomento de la percepción, la libertad, la
focalización, la presencia, el amor, el poder y la armonía.
 
Rey Kalākaua (1836-1891)
El último rey de Hawái
El rey Kalākaua es conocido por ser el primer monarca de la historia en
circunnavegar el globo. Así lo hizo y se reunió con muchos jefes de Estado
en un intento por aprender de otros líderes mundiales y mejorar las
relaciones exteriores. El rey Kalākaua tuvo un impacto duradero en la
cultura hawaiana, debido en gran parte a su apoyo a las leyendas hawaianas,
al hula, a la música, a la sanación y a la preservación del conocimiento
esotérico.
 
Duke Kahanamoku (1890-1968)
Pionero del surf y campeón olímpico
La leyenda hawaiana Duke Kahanamoku ganó tres medallas de oro y dos de
plata en natación en las Olimpiadas de 1912, 1920 y 1924; lanzó
mundialmente el surf como deporte; se convirtió en la primera persona en
ser admitida en el Swimming Hall of Fame y el Surfing Hall of Fame
(organizaciones dedicadas a reconocer y promocionar los deportes
acuáticos), y fue sheriff de Honolulú durante trece legislaturas seguidas. Su
pasión por el surf, el océano y la natación lo han convertido en una figura
querida de la historia hawaiana.
 
Ka’ahumanu (1768-1832)
La esposa favorita de Kamehameha el Grande
Ka’ahumanu fue la esposa más joven y favorita de Kamehameha el Grande, y
lo animó en sus esfuerzos para unificar el archipiélago de Hawái. Cuando el
anciano rey murió, ella anunció al reino que el último deseo del rey había
sido nombrarla reina regente del trono (una especie de primera ministra).
Fue tal su carisma que mantuvo el control del reino sin opositores desde
1819 hasta 1832 e incluso nombró sucesora a Kinau, hija de otra esposa de
Kamehameha I. Como abanderada de los derechos de la mujer y firme
defensora de la unidad hawaiana, personificó el mana, o poder personal.
 
Lili’uokalani (1838-1917)
La última reina de Hawái
Fue su amor intenso por el archipiélago de Hawái y su pueblo lo que llevó a
la última reina de Hawái, Lili’uokalani, a abdicar del trono bajo protesta, en
lugar de permitir el derramamiento de sangre cuando una fuerza armada,
respaldada por el ejército norteamericano, asumió el gobierno en 1893.
Escribió su opinión personal sobre el derrocamiento del gobierno, lo que la
convirtió en la primera escritora hawaiana nativa. Es recordada por su
espíritu de aloha, expresado en sus acciones en defensa del pueblo hawaiano,
y por sus canciones de amor, de las cuales la famosa Aloha ‘Oe aún se canta
en miles de reuniones populares.
Glosario

ahonui: paciencia, perseverancia.


aloha: amor, compasión, bondad, afecto; ser feliz con alguien o algo y
compartir esta felicidad.
haipule: «una oración, bendición o hechizo»; un proceso de organización y
fortalecimiento de los pensamientos, sentimientos y conducta basado en
la sencilla teoría de que cambiándote a ti mismo puedes cambiar tu
experiencia.
heiau: uno de los templos hawaianos ancestrales.
ho’olapa-i-ka-hā: «estimular la respiración» o «expandir la vida»; una
simple pero poderosa técnica para vigorizar la respiración empleada para
aumentar la percepción de la energía y la amplificación energética.
ho’omanamana: «atribución de poder»; es también el nombre de una
técnica hawaiana de atribución de poder.
ho’opua’i-waho-ka-mana: «haz que el mana fluya hacia fuera»; también
conocido como la Técnica de Irradiación, un ejercicio de movilización de
energía diseñado para dirigir la mente, para invitar a la imaginación.
huna: «el Secreto»; conocimiento esotérico hawaiano que se remonta a los
tiempos antiguos.
i’ano: «estar aquí»; es también una técnica o ejercicio hawaiano para
centrarse completamente en el momento presente.
‘ike: «ver, saber, sentir, percibir, ser consciente, comprender»; en su forma
activa, ho’ike, significa «enseñar, demostrar, explicar, revelar,
experimentar».
kahuna: un experto reconocido en un campo concreto relacionado con la
cultura hawaiana.
kala: «aflojar, desatar, liberar, soltar, perdonar»; a menudo asociado con la
filosofía de que todos los límites son arbitrarios y el universo en sí es
infinito.
kalakupua o kupua: similar al chamanismo.
kala mana: el poder de liberar energía.
Kanehunamoku: «la isla oculta de Kane», una famosa isla de espíritus de las
leyendas hawaianas; en muchos relatos los humanos viajan aquí para
adquirir conocimientos esotéricos y luego regresan para compartir ese
conocimiento con el resto de la humanidad.
kapa: una tela de corteza vegetal utilizada en la construcción de antiguos
heiau, o templos, de Hawái; con ella se cubría parcialmente la estructura
de madera del templo, llamada ‘anu’u.
ka’u: miedo, en el sentido de «retener», como cuando se retiene la energía.
ka’uka’u: inhibir energía a consecuencia del miedo.
kaunu: «pasión positiva» o «hacer el amor con pasión»; usado cuando
vemos el amor en términos prácticos, como haría uno cuando tiene un
interés ardiente por algo.
konane: un juego hawaiano similar a las damas.
ku: el subconsciente, o «mente corporal».
kumu hula: un maestro de hula.
ku’upau: «flujo desinhibido»; su significado incluye también acabar con los
complejos y las complicaciones, liberar y dejar que las cosas fluyan de
otra manera.
lualike: con lua, que significa «duplicar», y like, que significa «ser como,
parecerse a», este compuesto se conoce como el Efecto Duplicativo, una
útil capacidad de poder-energía del cuerpo y la mente.
makakū: «la imaginación creadora de un artista»; por sus raíces, maka y ku,
podría también significar «mirada fija» o «vista que se asemeja a otra
cosa». Como técnica, consiste en imaginar lo que quieres.
mākia: «objetivo, propósito; proponerse o aspirar a; concentrarse en»; este
concepto va acompañado de la idea de que uno puede tener-hacer lo que
desea si dirige la energía y atención adecuadas hacia la realización de ese
objetivo.
mākia mana: «el poder de focalizar»; es a través de esta verdad-creencia que
el tercer principio de huna es posible: «La energía fluye hacia donde va la
atención».
mamake: una de las muchas palabras hawaianas que significa «deseo»; esta
forma hace referencia al tipo de deseo que aumenta tremendamente la
energía e influye para que haya cambios en tu vida o en el mundo que te
rodea.
mana: «poder sobrenatural o divino, poder milagroso, autoridad, poder»,
que uno encuentra (como toda la creación) en sí mismo.
manawa: relacionado con el tiempo, sus raíces, mana y wa, pueden
traducirse como «tiempo de poder»; una segunda acepción es «afecto,
sentimientos, emociones», que únicamente habitan en el momento
presente, y una tercera acepción es «fontanela anterior», el lugar de la
parte superior de la cabeza donde los huesos del cráneo se juntan;
simbólicamente es la conexión con el espíritu, en el ahora.
pāhola: «disipación», que es exactamente lo contrario de concentración, o
energía focalizada.
paniolo: un cowboy hawaiano.
pono: un concepto de bondad, justicia o de lo apropiado.
tapa: un tipo de tela hecha a partir de corteza vegetal que se usaba para
fabricar ropa, mantas, envoltorios, mechas de velas y para calafatear las
junturas de botes y barcos, entre otras cosas.
ulu pono: «aumentar la suerte»; es también el nombre de un proceso en el
que uno utiliza la imaginación para visualizar la suerte y atraer así mejor
fortuna a su vida.
Título original: Huna – Ancient Hawaiian Secrets for Modern Living

Editor original: Atria Books – A Division of Simon & Schuster, Inc., New York

Traducción: Marta Torent López de Lamadrid

ISBN EPUB:  978-84-9944-545-8

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Copyright © 2008 by Serge Kahili King

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© 2013 de la traducción by Marta Torent López de Lamadrid

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