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Filosofía y Ciudadanía -1º Bachillerato-

Apuntes de ampliación Tema 8: “Los problemas de la filosofía”

1) ACTITUDES ANTE LA VERDAD Y LA POSIBILIDAD DEL


CONOCIMIENTO
(contenido a exponer al inicio del apartado “el problema del conocimiento”, pág. 72 del libro de texto)

Trataremos brevemente varios puntos de vista que tratan de si merece la pena plantearse
la cuestión de la verdad. Si consideramos que no existe, es superfluo hablar sobre ello,
pero, si es al contrario, merece la pena averiguar las condiciones que se deben cumplir
para decir que algo es verdad. También existen posiciones intermedias. Veámoslas.

1.1.) REALISMO

Esta postura afirma la distinción entre un sujeto que conoce y un objeto que es
conocido. Como vemos, el realismo, por ejemplo el de Aristóteles, afirma la existencia
del ser en sí fuera de la conciencia del sujeto, lo que supone que el sujeto puede alcanzar
ese ser para conocerlo y, por lo tanto, conocer igualmente la verdad (“verdad como
correspondencia o adecuación”, véase página 32 del libro de texto). El realismo
defiende la capacidad humana para llegar a conocer la esencia de las cosas y, por lo
tanto, la capacidad para conocer verdades absolutas e inmutables.

1.2.) DOGMATISMO

Es la posición filosófica según la cual podemos adquirir conocimiento seguro y


universal, y tener absoluta certeza de ello. Es la actitud más optimista de la filosofía, y
fue la defendida por Descartes. Aunque éste es consciente de los peligros que acechan a
la razón, considera que, con un buen método, ésta es capaz de proporcionar un
conocimiento válido y universal acerca de todo lo que se proponga.

1.3.) ESCEPTICISMO

Niega la capacidad de la razón para alcanzar verdades


absolutas, sólo puede lograr opiniones más o menos
probables, pero nunca certezas. Como ejemplos del
escepticismo antiguo podemos nombrar a Pirrón de Elis
(360 – 270 a. C.), fundador de esta corriente de
pensamiento y, sobre todo, a Gorgias de Leontini (483 –
375 a. C.), que niega la realidad del ser, la posibilidad de
conocerlo y, finalmente, la posibilidad de comunicarlo.
Los escépticos guardan silencio ante la imposibilidad de
dar un juicio definitivo sobre la verdad y, por ello,
practican la denominada “epojé” (abstención de emitir un
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juicio definitivo y conclusivo sobre cualquier cuestión),


llevándoles tal postura a mantener una actitud de reserva

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crítica o duda ante cualquier posible afirmación.

Un ejemplo más moderno de este punto de vista sería David Hume (ilustrado inglés, S.
XVIII), que define los límites del conocimiento apostando por un escepticismo basado
en los sentidos: todo lo que sé, pasa o ha pasado por los sentidos, no hay más; no sé
nada acerca de la realidad externa a mí y no puedo demostrar otra cosa.

1.4.) CRITICISMO

Postura intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo. Para pensadores críticos


como Kant (S. XVIII), el conocimiento es posible, pero éste no es incuestionable y
definitivo, sino que debe de ser revisado y criticado continuamente para detectar
posibles falsificaciones.

1.5.) RELATIVISMO.

Se trata de una postura intermedia entre el


escepticismo y el realismo. Como ejemplo de esta
postura podemos tomar a un sofista como
Protágoras, que, en el siglo V a.C., ya decía “el
hombre es la medida de todas las cosas”,
proponiendo que no hay un criterio absoluto de
verdad sino que hay que recurrir a la propia
subjetividad, que es la que juzga lo que es verdad.

Existen muchas formas de relativismo; social,


cultural, moral, etc. En general, el relativismo
mantiene que no hay verdades, sino sólo juicios de
valor u opiniones. En conclusión, el relativismo
niega la existencia de una verdad absoluta, es decir, válida en sí misma en cualquier
tiempo y lugar. Rechaza la pretensión de un conocimiento objetivo y universal y
considera que solo existen opiniones particulares y válidas en un determinado contexto
sociocultural e histórico.

1.6.) PERSPECTIVISMO

No niega la posibilidad de una verdad teórica absoluta, pero mantiene que cada sujeto
que conoce lo hace desde un punto de vista o perspectiva particular, y, por lo tanto,
tiene una visión parcial de la realidad. Esta visión no es falsa, todas las perspectivas son
verdaderas y la reunión de todas ellas, si fuese posible, sería la verdad absoluta. Ortega
y Gasset ha defendido el perspectivismo.

2) EL PROBLEMA DE LA VERDAD
(contenido a exponer en el apartado “¿existe la verdad?”, págs. 75-77 del libro de texto)

Para desentrañar el sentido de la palabra “verdad” es conveniente recordar el significado


que tiene en las tres lenguas de mayor influencia en nuestra cultura:
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a) En griego se utiliza el término “alétheia”, que significa “lo que no está oculto”, es
decir, “lo que está manifiesto”, y viene a ser “descubrimiento”. La falsedad, el pseudos,

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es su contrario, el “encubrimiento”. Así pues, verdad en griego es descubrimiento de las
cosas, desvelamiento de lo que son.

b) En latín, el término “veritas” se refiere, concretamente, a la exactitud y el rigor en el


decir, que conecta lo que se dice con quien lo dice. Este matiz lo recoge la palabra
castellana “veracidad”, que se opone a mentira o engaño.

c) Y, por último, en hebreo, el término “emunah” expresa la verdad en el sentido de


confianza. Un amigo verdadero es aquel con el que se puede contar. El vocablo
“emunah” remite, pues, a la confianza de que se cumplirá algo que esperamos.

Estos tres sentidos diferentes están presentes y constituyen el origen del término
“verdad”, consolidado por la tradición europea. Se trata de un problema que ha ocupado
desde siempre a la filosofía y que, incluso en nuestros días, merece la pena ser
discutido. Al decir de algo que “es verdadero”, se presuponen una enorme cantidad de
cosas que deben ser expuestas y discutidas.

Desde las verdades tautológicas de las matemáticas o de la lógica (se trata de verdades
autoevidentes) hasta las verdades morales, todas implican presuposiciones (creencias
que se aceptan sin discusión). Vamos a discutir estas cuestiones intentando abordar los
dos extremos de la cuestión; a qué nos referimos al decir “verdad” (objeto) y quién lo
dice (sujeto). Pasaremos por los ámbitos de uso, los estados del sujeto respecto de su
conocimiento, las interpretaciones filosóficas de la verdad y su valor.

2.1. USOS DEL TÉRMINO “VERDAD”

Al usar el término “verdad” debemos distinguir claramente el ámbito de ese uso debido
a que su significado será distinto en cada caso.

- en lógica (ámbito del razonamiento),


verdad es coherencia y falsedad,
contradicción.
Esto es lo que da sentido a las verdades en
matemáticas, por ejemplo.

- en ontología (ámbito de la realidad), la


verdad es lo que es y la falsedad, lo que no.
Hace referencia a la existencia de los
objetos a los que nos referimos.

- en epistemología (ámbito del


conocimiento), la verdad es la
concordancia entre los conocimientos y los
hechos; la falsedad, la disconformidad. Se trata de la correspondencia entre los
pensamientos y la realidad externa.

- en ética (ámbito de las decisiones y los valores), la verdad es decir lo que se piensa,
la falsedad es el engaño. Este uso tiene que ver con la conformidad entre lo que se
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piensa y se dice.

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En general, podríamos decir que “la verdad es una relación de igualdad entre dos
extremos: el sujeto que conoce y el objeto conocido”.

2.2. ESTADOS DE LA MENTE CON RESPECTO A LA VERDAD

IGNORANCIA: desconocimiento. Sirve de estímulo para el conocimiento; el que


ignora que ignora no tiene la necesidad de saber. Recuérdese la máxima socrática: “sólo
sé que no sé nada”; el sabio es capaz de reconocer su ignorancia y esa humildad le pone
en disposición de aprender.

ERROR: atribución a un sujeto de un predicado que no le conviene. En este estado el


sujeto no tiene voluntad de decir algo falso, sencillamente no sabe hacer corresponder
un objeto y una propiedad; como decir de un individuo soltero que está casado por
desconocimiento o errar al decir que “Cervantes escribió La celestina”.

DUDA: incertidumbre e indecisión, imposibilidad de adherirse con firmeza a un juicio o


enunciado. Puede ser escéptica o metódica. La primera conduce al silencio (no decimos
nada porque no sabemos a qué atenernos con seguridad), la segunda conduce a la
verdad (dudo de todo lo dudoso hasta que encuentre aquello indudable, eso será la
verdad). Recordemos a Descartes y su “Pienso, luego existo”.

OPINIÓN: se acepta algo como


verdadero aunque se admite la
posibilidad de error. La mayoría de los
conocimientos que creemos tener son de
este tipo ya que solemos asumir la
posibilidad de estar equivocados y las
verdades son así provisionales. Esto nos
pone en disposición de dialogar e
intercambiar saberes.

CERTEZA: estado en que nos


adherimos a la verdad con firmeza, se
trata de una cualidad del pensamiento
del sujeto y no del objeto. A menudo
aceptamos creencias que no están
completamente justificadas de un modo
ciego, considerándolas verdades
inmutables; sin embargo, esa seguridad
es una cualidad que tiene quien las piensa, no el objeto pensado.

MENTIRA: la falsedad en este estado tiene un componente de voluntad; el propio


sujeto falsea la realidad con un objetivo, persiguiendo un beneficio o provocando una
consecuencia externa al conocimiento mismo.

2.3. CRITERIOS DE VERDAD

Se llama “criterio de verdad” a aquella característica o procedimiento por el cual


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podemos distinguir la verdad de la falsedad y estar seguros del valor de un enunciado.


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Podemos mencionar los siguientes:

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a) La autoridad. Una afirmación se acepta como verdadera por proceder de alguien a
quien se concede crédito por su conocimiento en una materia.

b) La tradición. Se toma por verdadero aquello que a lo largo del tiempo se ha


aceptado como verdadero y goza de un apoyo popular o institucional.

c) La correspondencia entre el pensamiento y la realidad. Lo que pensamos será


verdadero si al comprobarlo coincide con la realidad empírica. Y, como el pensamiento
se expresa en el lenguaje, el criterio consiste en establecer la adecuación o
correspondencia entre lo que se dice y lo que es. La comprobación experimental es una
forma de buscar esa adecuación.

d) La coherencia lógica. Es un criterio lógico-matemático, que consiste en comprobar


que no existe contradicción entre los enunciados que pertenecen a un mismo sistema.

e) La utilidad. Un enunciado será verdadero


cuando sea beneficioso y útil para nosotros,
cuando nos permita orientarnos en la realidad y
avanzar en nuestras investigaciones.

f) La evidencia. Es el criterio fundamental. Es


evidente lo que se nos presenta como
indiscutible, como intuitivamente verdadero,
aunque a menudo sea necesario mostrarlo
mediante razonamientos. En el orden de la razón,
se han considerado evidentes los primeros
principios, como el principio de identidad y el de
no-contradicción (evidencia racional); en el
orden de la sensibilidad, los datos de los sentidos
(evidencia sensible).

2.4. TEORÍAS DE LA VERDAD

Por “teorías de la verdad” entendemos los diversos intentos producidos a lo largo de la


historia para definir, explicar y comprender qué es la verdad. Existe una relación
estrecha entre las teorías de la verdad, entendidas de esta manera, y los criterios de
verdad mencionados antes porque cada teoría de la verdad se apoya preferentemente en
uno de estos criterios y lo desarrolla al máximo. Vamos a ver las cuatro teorías de la
verdad más significativas.

A) LA VERDAD COMO CORRESPONDENCIA O ADECUACIÓN

Esta teoría nos proporciona la estructura básica de la verdad, que las demás teorías
también mantienen. La formulación clásica la proporcionó Aristóteles: “Decir de lo que
es que no es, o de lo que no es que es, eso es falso; decir de lo que es que es y de lo que
no es que no es, es verdadero” (Metafisica, IV, 7). En esta fórmula están contenidos los
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elementos que intervienen en el acto de conocer:

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-lo que es: el objeto;
-el decir: el sujeto y su representación del objeto.

La verdad se entiende como una relación especial de ajuste entre estos dos elementos, a
la que se denomina “correspondencia o adecuación”. Este es el concepto espontáneo de
la verdad: la concordancia entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es. Esta
correspondencia no puede ser material, porque los objetos no entran en nosotros al ser
conocidos, sino que es una correspondencia formal, dado que se establece entre la
representación que nos hacemos del objeto y el objeto mismo.

B) LA VERDAD COMO COHERENCIA

Esta teoría fue formulada


por Hegel (S. XIX) por
primera vez y más tarde
se ha expuesto en
diferentes versiones.
Todas coinciden en
utilizar como criterio de
verdad la coherencia de la
proposición, cuya verdad
depende de su posible o
imposible incorporación
al conjunto de
proposiciones que
tenemos ya por
verdaderas: cualquier
nuevo conocimiento, ya
sea en ciencia o en la vida cotidiana, ha de efectuarse desde el sistema de conocimientos
que ya poseíamos, y lo consideraremos verdadero si podemos integrarlo en él.

Se trata, por tanto, de un criterio contextual, en virtud del cual nada es verdadero o falso
aisladamente, sino que cada uno de nuestros conocimientos está esencialmente referido
y conectado con el resto del sistema en el que se integra. Solo así cobra sentido y valor
de verdad.

C) TEORÍA PRAGMATISTA DE LA VERDAD

El pragmatismo acepta la teoría de la adecuación, pero la interpreta tomando en


consideración la utilidad de los enunciados para resolver los problemas vitales.
Veremos esta posición desde uno de sus más destacados representantes: William
James, el cual entiende “adecuación” en el mismo sentido en que decimos “esta moto
es adecuada para hacer moto-cross”, es decir, en el sentido de que sirve para un
determinado fin, o que funciona de modo conveniente en un cierto contexto, o que es
útil para un propósito. Por tanto, entiende la adecuación como adaptación: un enunciado
es verdadero si es apto para resolver problemas o para satisfacer necesidades.

Ahora bien, la verdad referida a la práctica es siempre provisional, porque lo que


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funciona o es útil (es decir, lo que es verdadero) en un momento determinado, deja de


serlo en otro. Se trata, por tanto, de una concepción dinámica de la verdad, porque ésta

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no es una propiedad adquirida de una vez por todas, sino consecuencia de un proceso:
una idea se “verifica”, se hace verdadera, si la acción muestra su utilidad o su eficacia.

D) TEORÍA CONSENSUAL DE LA VERDAD

Esta teoría, defendida por Peirce, Apel y Habermas entre otros, destaca la necesidad
del diálogo como marco para ir descubriendo cooperativamente la verdad de las
proposiciones. En realidad, cuando decimos que algo es verdadero estamos dando a
entender que creemos tener razones suficientes para convencer a otros interlocutores de
la verdad de la proposición, siempre que podamos dialogar libremente sobre ello, sin
presiones externas a la búsqueda misma de la verdad.

Por eso, las personas que tienen


afán de verdad están dispuestas a
dialogar con otras, sin coacciones,
sin trampas, para comprobar si
pueden llegar a suscitar la adhesión
de los demás interlocutores, si
pueden generar un consenso en
torno a lo que tienen por
verdadero. Los argumentos que se
aducen en ese diálogo pueden
proceder de distintas formas de
comprobar la verdad: correspondencia, coherencia, utilidad, etc., pero lo que se trata de
descubrir en él es si son capaces de generar el consenso de la comunidad de
interlocutores. Así funcionan, a fin de cuentas, las comunidades científicas que buscan
cooperativamente la verdad.

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