Apunts Veritat
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Trataremos brevemente varios puntos de vista que tratan de si merece la pena plantearse
la cuestión de la verdad. Si consideramos que no existe, es superfluo hablar sobre ello,
pero, si es al contrario, merece la pena averiguar las condiciones que se deben cumplir
para decir que algo es verdad. También existen posiciones intermedias. Veámoslas.
1.1.) REALISMO
Esta postura afirma la distinción entre un sujeto que conoce y un objeto que es
conocido. Como vemos, el realismo, por ejemplo el de Aristóteles, afirma la existencia
del ser en sí fuera de la conciencia del sujeto, lo que supone que el sujeto puede alcanzar
ese ser para conocerlo y, por lo tanto, conocer igualmente la verdad (“verdad como
correspondencia o adecuación”, véase página 32 del libro de texto). El realismo
defiende la capacidad humana para llegar a conocer la esencia de las cosas y, por lo
tanto, la capacidad para conocer verdades absolutas e inmutables.
1.2.) DOGMATISMO
1.3.) ESCEPTICISMO
Un ejemplo más moderno de este punto de vista sería David Hume (ilustrado inglés, S.
XVIII), que define los límites del conocimiento apostando por un escepticismo basado
en los sentidos: todo lo que sé, pasa o ha pasado por los sentidos, no hay más; no sé
nada acerca de la realidad externa a mí y no puedo demostrar otra cosa.
1.4.) CRITICISMO
1.5.) RELATIVISMO.
1.6.) PERSPECTIVISMO
No niega la posibilidad de una verdad teórica absoluta, pero mantiene que cada sujeto
que conoce lo hace desde un punto de vista o perspectiva particular, y, por lo tanto,
tiene una visión parcial de la realidad. Esta visión no es falsa, todas las perspectivas son
verdaderas y la reunión de todas ellas, si fuese posible, sería la verdad absoluta. Ortega
y Gasset ha defendido el perspectivismo.
2) EL PROBLEMA DE LA VERDAD
(contenido a exponer en el apartado “¿existe la verdad?”, págs. 75-77 del libro de texto)
a) En griego se utiliza el término “alétheia”, que significa “lo que no está oculto”, es
decir, “lo que está manifiesto”, y viene a ser “descubrimiento”. La falsedad, el pseudos,
Estos tres sentidos diferentes están presentes y constituyen el origen del término
“verdad”, consolidado por la tradición europea. Se trata de un problema que ha ocupado
desde siempre a la filosofía y que, incluso en nuestros días, merece la pena ser
discutido. Al decir de algo que “es verdadero”, se presuponen una enorme cantidad de
cosas que deben ser expuestas y discutidas.
Desde las verdades tautológicas de las matemáticas o de la lógica (se trata de verdades
autoevidentes) hasta las verdades morales, todas implican presuposiciones (creencias
que se aceptan sin discusión). Vamos a discutir estas cuestiones intentando abordar los
dos extremos de la cuestión; a qué nos referimos al decir “verdad” (objeto) y quién lo
dice (sujeto). Pasaremos por los ámbitos de uso, los estados del sujeto respecto de su
conocimiento, las interpretaciones filosóficas de la verdad y su valor.
Al usar el término “verdad” debemos distinguir claramente el ámbito de ese uso debido
a que su significado será distinto en cada caso.
- en ética (ámbito de las decisiones y los valores), la verdad es decir lo que se piensa,
la falsedad es el engaño. Este uso tiene que ver con la conformidad entre lo que se
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piensa y se dice.
Esta teoría nos proporciona la estructura básica de la verdad, que las demás teorías
también mantienen. La formulación clásica la proporcionó Aristóteles: “Decir de lo que
es que no es, o de lo que no es que es, eso es falso; decir de lo que es que es y de lo que
no es que no es, es verdadero” (Metafisica, IV, 7). En esta fórmula están contenidos los
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La verdad se entiende como una relación especial de ajuste entre estos dos elementos, a
la que se denomina “correspondencia o adecuación”. Este es el concepto espontáneo de
la verdad: la concordancia entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es. Esta
correspondencia no puede ser material, porque los objetos no entran en nosotros al ser
conocidos, sino que es una correspondencia formal, dado que se establece entre la
representación que nos hacemos del objeto y el objeto mismo.
Se trata, por tanto, de un criterio contextual, en virtud del cual nada es verdadero o falso
aisladamente, sino que cada uno de nuestros conocimientos está esencialmente referido
y conectado con el resto del sistema en el que se integra. Solo así cobra sentido y valor
de verdad.
Esta teoría, defendida por Peirce, Apel y Habermas entre otros, destaca la necesidad
del diálogo como marco para ir descubriendo cooperativamente la verdad de las
proposiciones. En realidad, cuando decimos que algo es verdadero estamos dando a
entender que creemos tener razones suficientes para convencer a otros interlocutores de
la verdad de la proposición, siempre que podamos dialogar libremente sobre ello, sin
presiones externas a la búsqueda misma de la verdad.
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