Amores Imperfectos La Ciudad de Las Maquetas

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AMORES IMPERFECTOS

(La ciudad de las maquetas)


Resumen

Lo primero que verá Gustavo al llegar a Piedras


Blancas, desde la ventanilla de la avioneta, es el
pequeño y derruido galpón que hace las veces de
terminal de aeropuerto. Gustavo entra a la sala por
una puerta estrecha, se hace sellar su pasaporte,
camina por un pegajoso piso de mosaicos sucios y se
pregunta por los azares del destino que han conjurado
para traerlo a esté olvidado lugar del mundo, mientras
por los altoparlantes voces ininteligibles anuncian
llegadas y salidas y vendedores ambulantes ofrecen
revistas y mendigos piden limosnas y las moscas se
agolpan sobre las maletas. Gustavo ha venido aquí
porque un amigo le aseguró que en Piedras Blancas,
«ciudad a la vanguardia de la arquitectura
contemporánea», encontraría excelentes ideas para
renovar su casa, heredada de sus abuelos y
preservada desde entonces como se la recibió, a
manera de homenaje a su memoria. Gustavo camina
por ese lugar oscuro, pecera con el agua muy turbia, y
piensa que su amigo le hizo una broma de muy mal
gusto.
De pronto en el centro de la sala, con una maqueta de
venesta y plastoformo del futuro aeropuerto de la
ciudad. En los días siguientes, Gustavo encontrará, a
la entrada del decrépito hospital de la ciudad, una
maqueta esplendorosa que promete un hospital a la
altura de las grandes capitales del mundo, y en el hall
principal dela Prefectura, cuyos cimientos apenas
resisten el ir y venir del obeso Prefecto, una faraónica
maqueta del futuro edificio de la Prefectura, tan
extenso que para construirlo habría que desalojar dos
manzanos. Cuando Gustavo vaya a almorzar a la
deslavada casa de un lejano pariente, y descubra en el
living una maqueta de la futura casa, concluirá que no
hay en Piedras Blancas edificación alguna que carezca
de maqueta. En la plaza principal, al lado del busto de
un decimonónico Libertador, se encuentra incluso la
minuciosa maqueta de la futura ciudad.

Gustavo pensará que, si las maquetas fueran más


modestas, habría más posibilidades de que se
tornaran realidad. En la avioneta de regreso, Gustavo
mirará Piedras Bancas por última vez, y comenzará a
diseñar en su mente, extasiado, la espectacular e
imposible maqueta de su futura casa, esperando que
logre la renovación del amor con su esposa.

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