¿Existes?
¿Existes?
¿Existes?
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Era de noche, tenía una tarea en la mañana y sólo yo estaba despierta en la casa, intentando
terminar de leer un texto sobre los problemas del hombre; sentía los párpados pesados,
queriendo cerrarse y me quedé dormida.
Un fuerte ruido, como de cristales rompiéndose me despertó, estaba en una cama que no puede
reconocer, al abrir los ojos no vi nada más que oscuridad, ¿sigo en mi casa?, busqué en mi bolsillo
mi celular pero no pude encontrarlo, me senté en el piso intentando pensar en cómo salir de ahí.
- Es una habitación – Me dijo una voz femenina muy familiar – no pasa nada, estás bien-
- ¿Qué hago acá?, ¿y quién eres? – Pregunté mientras estiraba los brazos intentando
encontrar algo que me pudiera decir dónde estaba.
- Vamos a platicar un poco, nada más. Y…. ya me conoces. – Su voz parecía ser la de una
joven, al principio de sus veintes.
- ¿Sobre qué? Y ¿de dó… -
- ¿Recuerdas ese poema? ¿Escrúpulo? – me interrumpió - Me parece que vivo, que estoy
entre los ruidos, que miro las paredes, que estas manos son mías, pero…
- Pero quizás me engañe y paredes y manos sólo sean recuerdos de una vida pasada, he
dicho “me parece”, yo no aseguro nada. Sí, lo recuerdo. – hubo un breve silencio
- ¿Todavía te parece?
- A veces, no en todo – a tientas busqué la cama y volví a sentarme en ella - sigo sin
asegurar muchas cosas, pero ya no me “parece” que vivo, sé que vivo. –
- ¿Cómo es que puedes estar tan segura de eso? – Su voz se escuchaba cerca pero no
identifiqué de dónde venía.
- Porque es lo que hago, lo que pienso y soy, eso me confirma que estoy viva, nos confirma
pues. Si estamos pensando podemos asegurar que existimos y que estamos en un mundo,
que estamos viviendo. – me deslicé hasta un extremo de la cama y sentí una pared así que
decidí pararme para ver si podía encontrar la puerta.
- ¿Entonces sólo vivimos porque podemos pensar? ¿Si no pensáramos no viviríamos? –
preguntó
- No, no creo que sea así, más bien que se trata de esta relación entre pensar y saber que
estás vivo en un mundo, si soy capaz de pensar puedo asegurar que existo y qué estoy
haciendo cosas en mi contexto; tal vez, si un animal pudiera estar consciente de ésta
relación entre él y el mundo podría asegurar que vive pero bueno…
- Eso es otra cosa, animal y humano, ¿qué te hace humana? ¿qué es lo que son los
humanos realmente? No sé si exista una única manera de definir al humano porque son
tan diferentes que me parecería extraño poder definirlo con palabras tan mundanas – de
dónde la conozco, seguía pensando mientras ella hablaba.
- Pues no lo sé ¿qué crees que te haga humana a ti? – le pregunté.
- ¿A mí? Creo… pienso, más bien…. es complicado -ríe- lo que me hace humana es que
puedo pensar y elegir que quiero hacer, eso, elegir.
Ana Sofía Luna Sánchez I.D 3345265
- Libertad, pues, de hacer lo que quieras – seguí pasando la mano sobre la pared y topé con
la siguiente - como tú ahora, decides no decirme quien eres.
- Exactamente, pero también creo que esta libertad debe ser responsable, todo lo que
hacemos tiene una consecuencia ¿no? – me cuestionó
- Sí, una consecuencia para nosotros y para los otros, somos responsables por eso que
hemos elegido, podemos reconstruirnos a partir de lo que elegimos, por lo que no
estamos destinados a ser siempre lo mismo – alcancé la tercera pared.
- No creo en el destino –
- Yo tampoco –
- Pensamos igual – me responde.
- No lo creo
- ¿Por qué? – Me peguntó con un tono de voz que mostraba confusión.
- Porque tú elegiste estar acá, yo no.
- Si quieres puedes salir, solo necesitas encontrar la puerta; pero mientras podemos seguir
hablando.
- ¿Por qué no me abres tú? No puedo ver nada
- Tú tienes que encontrar la puerta sola
- No seas egoísta, no podemos ser egoístas, porque las decisiones que tomamos repercuten
en los otros, y hacer las cosas sólo para nuestro beneficio podría perjudicarnos también-
toqué la cuarta pared.
- Porque estamos inscritos en el mundo, entiendo, somos en gran parte la relación que
tenemos con el mundo y con los demás; entonces podríamos tal vez hablar de otra clase
de egoísmo, una que entiende que si quieres vivir en este mundo, no solo existir en él,
necesitamos a las demás personas y cosas, no puedes vivir aislado.
- No serían relaciones abnegadas o desinteresadas, pero seguirían siendo igual de
significativas – le respondí mientras seguía caminando tocando la pared - pero de todas
formas no creo que existan en el mundo actual relaciones desinteresadas. –
- Entonces ¿somos por naturaleza egoístas y sociales? – Me preguntó.
- Tal vez, también creo que la sociedad, o las normas de la misma, nos pueden incomodar.
He ahí el conflicto mental – Sentí que dejé de tocar la pared y ahora estaba tocando otra
superficie, la encontré.
- Ya estás más cerca – dice tranquilamente – Creo que dejaremos éste tema para otro
momento.
Toqué la perilla de metal y mis dedos sintieron el frío, abrí lentamente la puerta, no había
mucha luz pero pude ver que sólo estaba un espejo, algo roto y había pedazos en el piso, mi
reflejo se veía fracturado.
- Lo lograste –
Entonces desperté.