Dramaturgia III
Dramaturgia III
Dramaturgia III
TURGIA
JovenIII
Eddy Marco
Martínez Ramírez
Conny
Betzabé
Flavio A.
Giribaldi Rivera
Christopher
Gaona
Pável
Paniagua
Alejandro
Tagle
Arny
Ramírez
ENSAD
Directora General: Lucía Lora
Director Académico: Gilberto Lorenzo Romero Soto
Directora de Investigación: Lucía Lora
Director de Producción Artística y Actividades Académicas: Emilio Montero Schwarz
Secretario General: Santos Cadillo Jara
Presupuesto y Administración: Israel Igdalias Ramón Pongo
Coordinación Dirección de Investigación: Yasmin Loayza Juárez
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta edición sin autorización expresa de la Uni-
dad Ejecutora Escuela Nacional Superior de Arte Dramático “Guillermo Ugarte Chamorro”.
Las afirmaciones en la presente publicación son de responsabilidad única de sus autores/as.
ÍNDICE
1. Prólogo 5
4. Amantes temporales 73
5. Cena de perversiones 93
7. Protagonía 131
4
y física con el público. El protagonista llega tarde, amenaza a uno de los
asistentes con un cuchillo, entre otros pasajes generalmente violentos. Ine-
vitablemente, el receptor de esta obra, tanto el lector como el público, va
sufriendo una transformación en sus emociones respecto al protagonista.
Alfredo Bushby
5
6 Love is the password
LOVE
IS THE
PASS-
WORD
Conny Betzabé
Conny Betzabé 7
8 Love is the password
N Y
O N B É
C TZA
BE Lima, 1997. Artista escénica, maqui-
lladora, entrenadora personal y, a
veces, poeta. Actualmente, estudian-
te de la Carrera de Actuación en la
ENSAD e integrante del grupo teatral
UnaLocura+. Ha cursado distintos
talleres de teatro en TIFA y Espa-
cio Vinagre; danza en CIDAN PERÚ;
danza-contact-improvisación con
Perro Volador; improvisación en IM-
PRONORTE; dramaturgia y escritura
creativa de la mano de DivinoKarma
y Otro Colectivo Teatro, respectiva-
mente. Ha participado como actriz
en diversos proyectos como la obra
teatral El confeti triste de Dennis Gu-
tarra; el montaje virtual Romeo y Ju-
lieta, de Haysen Percovich; el corto-
metraje Déjame ir, de Kiara Chávez; y
por el 25 aniversario de IDEA Inter-
nacional, en la pieza virtual de su au-
toría La Necesidad. Además, fue parte
de los colectivos PAZOS - Arte para la
Educación y Artanis Perú.
Correo electrónico:
Conbetz13@gmail.com
Conny Betzabé 9
¿Qué es lo más resaltante en tu obra Love is the password? ¿Qué de nove-
doso a nivel temático, de propuesta artística, de técnicas, etc., crees que
trae tu propuesta en relación a otras generaciones de autores peruanos?
Lo que podría resaltar es el uso de lo ambiguo como generador de libertad
para la interpretación. Sin embargo, asegurar que mi obra es novedosa me
parecería exagerado, puesto que no conozco tanta dramaturgia peruana
como me gustaría. Lo que sí puedo rescatar es mi interés por la distopía
dentro del género dramático, pues se trata de un recurso normalmente uti-
lizado en narrativa, como en la novela. No obstante, no llega a ser novedoso
del todo porque Estela Luna y Ernesto Ráez, quienes tomo como referentes
con las obras ¿Qué tierra heredarán los mansos? y 10010: La esperanza,
respectivamente, ya han desarrollado una dramaturgia interesada en lo que
propongo, solo que sin llegar a denominarla un subgénero teatral.
PERSONAJES
2: no presenta género.
S: no presenta género.
ESPACIO
Una cueva fría llena de lo que aparentemente sería basura. Fuera de ella hay
muchas luces neón.
TIEMPO
Año 2086.
Conny Betzabé 11
PRÓLOGO
2
¿Por qué hay tanta sangre al rededor?
S
Estamos cerrando, retírese por favor.
2
Entonces, hasta mañana…
S
¿A dónde cree que va?
2
Iré a dormir.
S
Nadie puede estar aquí después del cierre.
2
Yo vivo aquí.
S
Esta no es casa de nadie, esta es una empresa prestigiosa.
2
¿Empresa prestigiosa?
S
Eso dije.
2
¿Qué haces tú aquí si es prestigiosa?
S
¿Qué clase de pregunta es esa?
Conny Betzabé 13
2
Vamos… ¿No me recuerdas? Si no he cambiado, casi nada…
S
No lo encuentro en mi sistema. Debe irse.
2
Tú estás como cuando…
S
No se me acerque. Llamaré a seguridad.
2
No los necesitas, puedo asegurar que tú con un golpe tranquilamente po-
drías reinici… Pero no tenías que golpearme. ¡Demente!
S
¿Eres?... No puede ser…
2
Sí, soy yo. Ahora dime, ¿por qué hay tanta sangre? Y en la entrada no hay
seguridad. Me mentiste y tú no mentías…
S
Te busqué por todas partes. ¿A qué has vuelto? Así como estás, es obvio que
nunca iba a encontrarte. Acabé con todo, con todos. Ya no pude más…
2
Te sacaré de aquí. Vamos, coge mi mano. Mírame. Ya estoy aquí. Ya no tra-
bajarás más para ellos.
S
Llevaba mucho esperándote. ¿Por qué recién vuelves y no antes? Obtuve las
capacidades de las que tanto alguna vez alardeaste. Pero yo nunca dejé de
sentir, nunca dejé de… no como tú… Al salir de la criogenización lo primero
que hice fue recordarte y desde ahí me autoconfiguré. Yo nunca olvidé la
contraseña.
S
Exacto, antes. Mira lo que tuve que hacer, me harté. Creí que nunca volve-
rías. No sé qué he hecho. Tengo miedo. No sé quién eres… Mírate. No eres
quien un día amé.
2
No temas. Piensa, eras tú o ellos. Y seguirá siendo así, lo seguiremos siendo,
seremos los dos o ellos, como siempre lo fue para mí. Solo quería ponerte
a salvo. Yo también estoy autoconfigurado, pero ellos se me adelantaron...
Perdón. Mira, mira hacia afuera. Es el sol, ya todo acabó.
Conny Betzabé 15
ESCENA DOS
LLÉVAME CONTIGO
2
Creo que es la conciencia que no me deja dormir. Aún me hace bulla muy
adentro. ¿Cuánto tiempo necesitaré que pase para que se calle? ¿Cómo se
lo cuento?, no me va a creer. Voy seis hojas con esta y todas me salen mal.
Me tiemblan las manos. Por esta y más razones es que quiero mejorar, con-
trolar todos y cada uno de mis sentidos, movimientos, sentimientos. O bien,
dejar de sentirlos. Manejarlos a mi antojo, tener poder sobre ellos. Pero no
me entiende. Ya lo veo venir, tendremos problemas, detesto los problemas.
Si me voy sin avisar, le romperé el corazón. Lamentablemente a diferencia
de mí, S seguirá sintiendo. ¿De qué te sirve sentir? Maldita sea la hora en
la que no quisiste inscribirte en la lista. Podríamos haber evitado que sigas
viviendo esta miserable vida. No me vas a comprender. Ay, S y esa terque-
dad… ¿Por qué no unirte a los nuestros? Evolucionar… Los nuestros... Debo
partir pronto, será lo mejor para los dos. Espero logres entenderlo y no me
olvides… Yo te llevo conmigo. Te ama infinitamente, tu otro yo.
S
Pero mira nada más, de seguro va a brillar el sol… ¡Hasta que te apareces!
¿Supongo que habrás encontrado algo?
2
Nada.
S
Cómo que nada… Te fuiste por mucho tiempo, siempre se encuentra algo.
Mira, yo por ejemplo encontré esta maleta...
2
Y para qué queremos una maleta si no tenemos nada que llevar en ella.
S
Ay, cállate. El chiste es ver qué hay dentro.
2
Oh, entiendo. Espera, no la abras, que tal si… Pesa bastante.
S
Volamos juntos.
2
No bromees. Puede ser una trampa.
S
¿Como la del vidrio molido? Descuida, no la encontré en territorio de
los ancianos. Y en el hipotético caso de tener algo malo, ¿qué harías?
¿Huir? Te vas a ir y dejarme aquí sin más ni más. Yo que he cargado la
maleta todo este tiempo para tener la sorpresa junto a ti, ¿y así me vas
a pagar?
Conny Betzabé 17
2
Deja el drama. No es juego encontrar una maleta así de la nada…
S
¿Por qué no?
2
¿Cómo que por qué no? Hay demasiado peligro allá afuera, en qué mundo
vives que no te has enterado…
S
En el peor de los mundos posibles, pero la abriré. Al menos yo sí encontré
algo… Si quieres, vete. De todas formas, últimamente casi ni te veo, siempre
te vas y cuando vuelves no traes nada…
2
Shhh.
S
A mí no me shhh.
2
¡Escucha!
S
¿Ahora qué? ¿Seguirás con tu sermón?
2
En serio, escucha. Viene de la maleta.
S
Lo sabía. La curiosidad pudo más, la abriré.
2
¡¿Qué significa esto?!
S
No les digas “esto”, ellos no son cosas.
S
Pero no murieron, ¿ves? Están completos, vivitos y coleando. Bueno, en su
caso… ¿Anteneando? ¿Son antenas las que salen de su nuca?
2
Estás demente. ¿Nadie te vio traerlos?
S
¿Tan torpe me crees? No contestes. Los vi y supe que esta era la oportuni-
dad. Son el boleto para pertenecer a la sociedad de los ancianos… Esa que
tanto añoras.
2
Así no funcionan las cosas…
S
Podemos… no sé… esperar una recompensa. Tendremos para comer.
2
No si primero los encuentran. No digas nada más y revísalos, puede que ya
estén interceptados y mediante esas antenas nos ubiquen. En ese caso, ya
no importará si comimos o no.
S
No entiendo para qué les ponen esto. Yo los veo igualitos a nosotros, con la
única diferencia de que estos sí fueron planeados. Nada por aquí.
2
Tienen el acceso a ellos desde el vientre artificial. Es largo el proceso de
transmisión de información. Tienen que pasar todo lo que vivió el anciano
a la mente del neonato. Este tampoco trae nada. Y no, no son igualitos a
nosotros. Míralos y míranos, nosotros no traemos antenas. Ellos nacen con
ellas… Qué raro.
Conny Betzabé 19
S
¿Por qué raro?… Cuéntame más.
2
Valen una fortuna, es normal que quieran protegerlos. ¿Los has robado?
Contesta.
S
¡No! Yo puedo ser todo lo que tú quieras, menos delincuente. Los encontré
en el basural al que siempre vamos. Bueno, de un tiempo para acá, íbamos.
¿Recuerdas? El de los ancianos.
2
Dijiste que no los encontraste ahí. ¿Estás mintiendo?
S
No, jamás. Dije que no fue en su territorio. Los encontré en su basura que, a
pesar de ser de ellos, no está en su villa.
2
No deberías acercarte tanto ahí.
S
No pasa nada, ni me ven.
2
Sé que los ancianos no nos pueden ver, pero sí sus guardias, los que sobre-
vuelan la villa y los rededores.
S
¿Tú cómo sabes tanto, ah?
2
Porque leo.
S
Y yo escorpio, mucho gusto.
S
Pásame un vaso… ¿Con o sin hielo?
2
No es un juego. ¿Qué pretendes hacer con ellos?
S
Corrección: haremos…
2
Estoy fuera.
S
¿Qué?, ¿por qué?
2
¿Qué quieres que haga? No sirven para nosotros. Aún somos jóvenes, no los
necesitamos. Déjalos donde los encontraste. Lo más seguro es que tengan
dueño. Si los vendes…
S
¿Me crees capaz de venderlos?
2
Esta vez tu terquedad no te va a llevar a nada bueno. Los ancianos nos man-
darán a rastrear y estaremos en muy serios problemas.
S
Gracias por los ánimos, pero no. Los criaré yo. Serán nuestras nuevas ver-
siones, mejores. Si los encontré fue por algo, ¿no crees? Llámalo destino
si quieres. Yo tengo claro que nadie los quiso y los desecharon. No se dan
cuenta que no son cosas…
Conny Betzabé 21
2
Nuestra mejor versión jamás la obtendrás si solo te dejas llevar por tu com-
pasión. Tú no puedes criarlos porque no puedes ni contigo. Los ancianos,
ellos sí que pueden mantenerlos, tienen más posibilidades, alimento, alter-
nativas ante enfermedades; para todos y cada uno de los problemas que
puedas imaginarte.
S
Problemas que ellos mismos generan…
2
Entiende, mira más allá de tu nariz, ellos tienen la capacidad de erradicar a
la que parecía inminente, la muerte. ¿Eres capaz de superar eso?
S
¿Hablas de inmortalidad? ¿Para qué alguien querría ser inmortal entre
tanto caos?
2
Todos lo saben, solo tú te niegas a aceptarlo. Los juzgas sin siquiera conocer
su trabajo. Los humanos como tú y como pretendes criar a estos futuros
infantes… ya no van más.
S
¿Y tú les crees?... Espera, ¿qué dijiste? ¿Cómo yo? ¿Y tú? ¿Tú qué eres
entonces?
2
Me inscribí en la lista.
S
¿Qué? ¿Qué dices? No te creí capaz…
2
Exacto, quiero ir más allá de mi capacidad. Además, necesitamos comer,
¿no? Me cansé de la basura. Todo tiene un límite y yo quiero ir más allá
del mío. Y ahora con estas dos bocas más… vendrá bien ser parte de ellos.
Traeré lo que necesites, ropa de verdad y no vendajes como los que usamos
S
Falso, tú no sabías de ellos hasta ahora… No los uses para justificar tu ac-
cionar. Y deja de llamarnos indigentes. Sabía que este momento llegaría…
2
Tendré la posibilidad de potenciarme en todos los sentidos. ¿No te da gus-
to acaso? Vamos, tú podrías unírtenos también. Estoy experimentando los
primeros cambios y me va fenomenal.
S
No lo creo, no mejorarás. Desde ya, te desconozco. Me has estado ocultando
esto. Y no me los van a robar, porque entre nosotros los indigentes, como
ahora nos llamas, no nos robamos. No haré lo que un día hicieron con noso-
tros, no los dejaré abandonados.
Conny Betzabé 23
ESCENA CUATRO
EN EL PASADO O PRESENTE. FUTURO, TAL VEZ…
2
Despierta, despierta. Escuché pasos.
S
Si no te duermes seguirás escuchando más…
2
No digas eso, me asustas.
S
Solo es tu mente o el hambre jugándote una mala pasada, supéralo.
2
No sé por qué te hice caso, no debimos entrar aquí.
S
¿Y dónde pensabas descansar? ¿En los rieles otra vez? Allá, esas luces so-
brevolándonos no nos dejan dormir.
2
Está raro el lugar…
S
Esto es lo mejor que pude conseguir, además no se siente el frío.
2
Sí, pero…
S
¿Qué propones? Ah, ahora no dices nada… Párate, vamos a los rieles si tanto
te molesta estar aquí.
2
No, no, no. Tienes razón, el frío nos iba a terminar matando en cualquier
momento, aquí al menos estamos calentitos. Cómo se extraña el sol, es una
S
Ya ni días, no hay tiempo, solo el ahora. Pero será mejor que no pensemos
en ello. Pensar cansa y ya tuvimos suficiente. Yo nos cuidaré mientras duer-
mes, no pasará nada. ¿Confías en mí?
2
Sí, pero tengo que decirte que…
S
Nada. Confiar y nada más. Que duermas bien.
Conny Betzabé 25
ESCENA CINCO
TÚ Y YO
2
Ten, ya va dando frutos, lo ves. Come y que coman. Esto es increíble, me
siento increíble.
S
Con o sin chip, siempre lo fuiste.
2
¿Ya no lo soy entonces?
S
Sabes a lo que me refiero.
2
No, no lo sé. Sigo siendo yo, si en caso tengo cambios son para mejorar.
S
Pero ya no estás. De qué sirve que seas mejor si no estás más. Cada vez se
hace difícil volver a encontrarnos. ¿Qué tal si ya no vuelves? ¿Qué será de
nosotros?
2
Yo no te pedí ser más que tú y yo. Si solo fuéramos los dos, sería más fácil.
Pero no, ¿verdad? ¿No los piensas devolver? Este no es lugar para infantes,
su cuidado escapa de tus manos.
S
Son como nosotros. ¿Qué te pasa? ¿Tan rápido se te subió la transformación
a la cabeza? Si vas a seguir así, será mejor que… Yo, veré cómo me las arreglo.
2
No digas eso, mientras me tengas a mí, no les va a faltar nada.
S
Entonces no les mires así, no es culpa de ellos que nadie les haya querido.
2
Ellos no son como nosotros. Ellos están creados para una razón de ser, y tú
al tenerlos escondidos aquí, la estás alterando. Por estos dos, posiblemente
haya dos ancianos allá afuera cortando cabezas. Los necesitan para seguir
viviendo. En otro cuerpo, pero viviendo. No es nuestra culpa que nadie nos
haya querido. Era otro panorama. No tienes que redimirte criándolos, no
son asunto tuyo.
S
¿Dónde te presiono para omitir toda la introducción? Será mejor que te
vayas.
2
No comprendes, vendrán en cualquier momento por ellos, yo tal vez no esté
para entonces. ¿Quién te va a proteger? Me iré si es lo que quieres, pero
volveré las veces que sean necesarias para que no te pase nada. Y piénsalo...
El mundo no se va a detener porque tú consideres que esto que estamos
logrando no es mejorar. O te nos unes o no tendrás motivos para seguir.
Conny Betzabé 27
ESCENA SEIS
MI REALIDAD
S
La vida no es igual sin hambre, con todo resuelto, sin inquietudes, sin nada
relevante por qué preocuparse. Aparentemente, claro está. Solo sonriendo,
sirviendo y callando. Ya no quiero en mi vida cuidar más neonatos. ¿A qué
nos has llevado, 2? Ya no eres más un vigilante. ¿Qué habrás hecho con esos
dos infantes? Ya me cansé de buscarte y no hallarte. De jugar a la doble
vida. De obedecer la programación y en silencio esperarte. Cada vez tiene
menos sentido. Todo es repetir, repetir y repetir. Hacen que me pierda. No
quiero entrar a su realidad, me aferro a tu ausencia, pero cada vez es más
fuerte. Si no fuera por este resentimiento y sed de venganza contra ellos
que traigo atravesado, elegiría la muerte. ¿Cómo pudiste criogenizarme sin
antes avisarme? ¿Por qué? ¿Para qué? Si no ibas a volver… Todo por seguir
escalando en función a esas supuestas virtudes que te dejaron sin norte. Y
juraste volver… Ya me harté.
2
Escúchame…
S
Cállate. Ya me cansé de tus promesas.
2
¿Por qué estás gritando?
S
No estoy gritando, seguro ya te están fallando los sentidos... Ves, ven, mejor
te programo. Indícame cómo.
2
Sabes que esto es lo mejor para ambos, ¿verdad?
S
Son muchos números y letras…
2
Guíate de mi mano.
S
¿Qué de beneficioso tiene para mí que te conviertas en robotito?
2
No funciona así. ¿Por qué no me crees? Te toca confiar en mí. Ahora, dibuja
tu nombre y mi nombre juntos y presiona fuerte. Listo, esa es la contraseña.
S
Tengo miedo de que ese cuadradito que ahora tienes… Ya sabes, te cambie
por completo.
Conny Betzabé 29
2
Cuántas veces tengo que repetir que no está en mi… ¡Ay! ¡Que no está
en mi culo! Además, aprendí a apagarlo cuando se me antoja. Mira,
así…
S
Comprendo, pero déjame bromear contigo, aprovechar lo poco que te que-
da de sentido...
2
No va a pasar nada. No todo es como lo que un día viste en la TV, o lo
que dicen los indigentes sobre nosotros los guardianes. Pierde cuidado.
S
No quiero. Deja que me preocupe, creo que así soy feliz.
2
Está bien. Si veo que eres feliz, creo que también lo soy.
S
Gracias…
2
¿Por qué?
S
Por esto.
2
No es nada, teníamos que comer, ¿no? Uno de los dos en algún momento lo
tenía que hacer.
S
Sí, pero no al costo de tu culo.
2
Ya deja de bromear con eso, come y no fastidies más.
2
¡Ya basta!
S
Tú nunca me habías gritado.
2
Para todo hay una primera vez. No pongas esa cara, que yo no he cambiado,
es solo que a veces el contacto humano está sobrevalorado. A mí con pen-
sarte, me sobra y basta.
S
Fue la última bromita, te lo aseguro.
2
Más te vale.
S
¿Y si no qué? ¿Me vas a lanzar un rayo láser?
2
Mejor me voy de una vez. Dales de comer.
S
Perdón, son los nervios y el miedo que despiertan la imaginación. Me asusta
la idea de que algo malo te pase y yo no tenga la capacidad de hacer nada
para remediarlo.
2
Eso cambiaría si te nos unieras… Yo podría conseguir que escales rápido… No
me mires así, no soy un monstruo. Si tan solo… Solo es un pedazo de plástico
dentro de mí, son solo pruebas y ya está. ¿Recuerdas las caricaturas que veía-
mos?... Los buenos siempre salen victoriosos.
Conny Betzabé 31
S
Pero esto es la vida real. En medio de caos, violencia, hambre, ¿inmorta-
lidad? ¿Esa va a ser la solución? No puedo, lo que antes parecía solo ser
ficción… Entrar en ella, habitarla…
2
La realidad es que pronto, todo lo que nos rodea será mucho mejor de lo
que tu cabezota pudo ficcionar alguna vez. Ya verás, solo es cuestión de
esperar…
S
No me mientas, dime la verdad así sea dura de procesar. Seré fuerte. Inten-
taré comprenderte…
2
No hay nada que tengas que procesar, es simple. Solo buscan evolucionar,
desde la rapidez, intelecto, salud, hasta llegar, ya sabes, a la inmortalidad.
Ellos me dan esa posibilidad a cambio de nada…
S
No es a cambio de nada. ¿Crees que no lo sé? Tú, al igual que los vigilan-
tes que sobrevuelan la villa, eres de los que capturan mujeres y las ponen
a parir. No existe el vientre artificial como tal, es todo un engaño. A sus
neonatos, cuando llegan a infantes, prácticamente los matan solo para que
perdure en el tiempo la mente de esos elefantes. He leído tu configuración,
aun sé leer y también leí esa vez tu carta. Sabía que, llegada la ocasión, me
dejarías. Por eso me quedé con ellos. Déjalos. Si lo que quieres es seguir con
tus deseos, no me interpondré. Me iré antes de que les puedan hacer daño,
estos niños no tienen por qué servirles a los ancianos, tienen derecho a una
vida, una propia, como nosotros. Suéltame.
S
Son más grandes que nosotros, no se equivocaron al apodarlos elefantes…
2
Corre, corre más de prisa y no mires atrás. ¡Que no mires atrás!
S
Pero no me grites…
2
Está bien, pero… ¡corre!
S
¿Cuándo dejaremos de correr? Tal vez podemos salir de aquí… Tú podrías
sacarnos… Haz algo. De algo tienen que servir todos esos botones que
tienes.
2
No funciona así. Solo no lo olvides, nunca olvides la contraseña. Me quieren
a mí, puedo entregarme y dejarás de correr… Quédate aquí. Esta vez me tie-
nes que hacer caso, voy a volver pronto. Recuerda lo que siempre me decías.
S
¿Que te calles?
2
¡No! Deja de bromear por una vez en tu vida. Nos tenemos solo a los dos.
Recuerda siempre eso.
S
No es cierto, también tenemos a los niños.
2
Teníamos.
Conny Betzabé 33
S
¿Qué está pasando?
2
Los quieren a ellos. No a ti. Mira las antenas, nunca antes las había visto así.
Los rastrearon.
S
Tú activaste las antenas…
2
No tuve otra opción. Debo pasar esta prueba. No pasa nada, todo estará
bien.
S
¿Qué haces? ¿Qué me estás haciendo?
2
Volveré pronto, lo juro.
2
No tuve otra opción, es lo que repetía mientras te veía e iniciaba tu criogeni-
zación. Déjalos, no te los lleves. Fue lo último que dijiste y que mi memoria
captó. Ahora, ellos ya no están más, ya no importan como tal. Cumplieron
su función en esta vida. Nosotros los ancianos seguiremos transitando a
sus cuerpos, es la mejor solución. Somos los dueños. Se consiguió la reen-
carnación. Un gran logro para todos, pero no para mí. ¿De qué me sirve vi-
vir, seguir viviendo?... Tendrías que estar aquí para ver que los deseos sí se
cumplen. Y te tengo que encontrar, sé que sigues con vida. El proceso puede
ser a veces largo, pero ya lo puedo sentir, es lo único que me permito sentir,
al recordar, recordarte… Voy a salvarte, lamento que no haya sido antes...
Conny Betzabé 35
ESCENA DIEZ
JUGANDO
S
¡Sorpresa!
2
Mira nada más, pero qué tenemos acá…
S
Pide un deseo.
2
¿Solo uno?
S
Claro, si tú solo eres uno.
2
Te equivocas, yo soy dos.
S
Ah, comediante resultaste…
2
Quiero decir… Yo soy tú y yo.
S
Ya, ya, me convenciste, pide otro.
2
Entonces… ¿me regalas tu deseo?
S
No lo pienses mucho que me voy a arrepentir…
2
Ya está.
2
No se dice.
S
Ya pues…
2
Que nunca se acabe lo que tenemos.
S
¿Y qué tenemos? Aparte de… vigilancia, basura alrededor, caos, miedo,
incertidumbre…
2
Contigo no se puede.
S
… Yo a ti y tú a mi…
2
Exacto. Que nunca nos faltemos el uno al otro.
S
Yo también lo deseo. ¿Y cuál fue el otro?
2
Ser como ellos.
S
No, no, no. ¡Eso sí que no! Mejor ya duérmete y bota eso. Se ve muy bonito y
todo, pero lo saqué del basural de los ancianos…
2
¿Y qué tiene?
Conny Betzabé 37
S
Y qui tiini… ¿No te acuerdas? La última vez habían puesto vidrio molido en
sus residuos. No quiero ver muertos feos. Así que… ¡Que lo dejes te digo! Al
despertar conseguiremos algo decente para comer. Ese sí que es un buen
deseo, uno coherente.
Christopher Gaona
Christopher Gaona 41
42 Historia de una ciudad fria
E R
P H
S T O
I
R NA
H
C AO
G Arequipa, 1993. Director, investigador
y artista escénico multidisciplinario.
Bachiller en Artes Escénicas en la EN-
SAD, con formación en Arquitectura
en la UCSM. Ha dirigido proyectos au-
diovisuales como Dös, Encerrar a un
torcaz, Edipo’s cut, Ayax greek yogurt
y Mamucha (Selección Oficial de la Se-
gunda Bienal de Cine de Lima). Como
actor ha participado en las películas
Función velorio de Aldo Miyashiro y El
sueño de Ariana, dirigida por Evelyn
Pegot (en posproducción). Ha sido
asistente y dramaturgista de Sammy
Zamalloa en Un intento de aproxi-
marnos a tu real en el Festival Sala de
Parto 2021. Actualmente, asiste en di-
rección y producción en la Asociación
para la Investigación Teatral – LOT,
donde está por estrenar, con la direc-
ción de Carlos Cueva, la obra Malina
Backstage para el festival Temporada
Alta 2022.
Celular:
979705880
Correos electrónicos:
christophergaona.contacto@gmail.
com y chr.rondongaona@gmail.com
Christopher Gaona 43
¿Cómo nace Historia de una ciudad fría o cuáles son sus orígenes?
Creo que son muchas cosas. Quizás Lima es el origen. Me refiero a habitar
en Lima o en una pequeña parte de ella, no en la parte más distanciada de
la vida como siento que puede ser Miraflores, sino en todo lo demás que es
donde creo que se desarrolla la vida. Creo que también fue habitar el Centro
de Lima y no de manera turística o como “lugar bacán para ir a beber”. En
mi caso, el Centro me hizo parte y me ha cuidado, y en medio de todo me
ha traído gente tierna y cálida. Un dato curioso es que Alberto y Gilberto
existen en la vida real.
Christopher Gaona 45
Historia de una ciudad fría
(Obra en un solo acto)
PERSONAJES
Gilberto: 33 años.
Alberto: 38 años.
Marcelina: 77 años.
Sol: 27 años.
Unos ciudadanos: hombres y mujeres de muchas edades.
Unos pasajeros: hombres y mujeres de muchas edades.
ESPACIO
El Centro de Lima, av. Alfonso Ugarte, el Metropolitano, Plaza Francia y ca-
lles aledañas. Un lugar en la sierra. Una banca afuera de alguna veterinaria.
TIEMPO
Hoy.
Unos ciudadanos
¿Qué hacemos acá? Es una buena pregunta para empezar. Tengo resaca y
no me acuerdo. Huele a monedas. No. Huele a agua con sal y a pista mojada,
mal barrida, apesta a que no me acuerdo desde cuándo y por qué estoy acá.
Respiro… Qué altas son las paredes y qué húmedas son, con un techo blanco
de nubes separadas por el resquebrar del salitre de la pintura más econó-
mica que se pudo encontrar. Quien haya fundado Lima, compró apurado en
la primera ferretería que se cruzó, pidió una cuarta y la estiró pintando mal
el techo, pero cuidando que sea aceptable para que nadie pudiese reclamar,
porque quien decoró la ciudad era de todo menos gil. Seguramente quería
salir rápido y le dio solo la primera mano de pintura mal mezclada, ahora
las nubes se descascaran en humedad y tiempo, encima nuestro, y sin em-
bargo no caen, están suspendidas. Lo que sí cae es lluvia y una noticia en
El Peruano, de esas que de vez en cuando le dan algo de color a la ciudad:
¡una ley ha salido! Una de tantas, ¿otra más?, ¿y de qué es? A decir verdad, y
soy… somos… sinceros, no importa mucho si no te quieres hacer problemas.
Pero supongamos que sí nos importa, que sabemos que va a ser abusiva con
cualquiera y que eso sí nos importa, que luego nosotros saldremos a recla-
mar. Es la rutina. Es lo que toca, y no es que no nos duela, pero Sísifo tam-
bién se aburre. Y por eso, otra vez, toca salir a reclamar. ¿Siempre es igual?
Hoy, el cielo blanco suda gotas pequeñas después de una jornada larga de
trabajo. Más tarde, por las bombas va a llorar, ¡más tarde!, más tarde vamos
a llorar y estaremos enojados. ¡Ay la rutina! ¿Qué hacemos acá?
Christopher Gaona 47
DOS AMIGOS
Gilberto
Una banca con dos amigos, casacas y pantalones rotos y sucios. Al frente, la
pista de Alfonso Ugarte. El primero, el más serio, casi no tiene cabello, dice
que se lo rasura —dice—, y atesora un grupo de casetes que trajo desde
donde vino. Me grita:
Alberto
Algún día tendré donde escucharlos y los oiré todo el día, en vez de escu-
charte.
Gilberto
Y frunce el ceño. El otro, por el contrario, es más simpático, tiene carisma,
ha vivido acá más tiempo. Lleva el cabello largo porque es fugitivo… bueno,
él no, pero su hermano… ¡su hermanito, al que suele ir a ver los domingos,
está en la cárcel! Y a él, por familiar, también le tienen ganas los policías de
por acá. Hace frío, pero los amigos se calientan con un trago y la luz de un
poste… Se llevan de putamadre.
Alberto
No es cierto. El serio no emite sonidos, solo suspira. Silencio.
Los dos
Ambos hacen silencio.
(Silencio).
Gilberto
El más guapo saca un teléfono viejo, parece malogrado. Pone música, suena
mal pero se llega a oír, más o menos. Se sirve un vaso y alcanza la botella.
Alberto
El otro recibe la botella y mira hacia el frente, cree reconocer la canción
y canta solito. (Bajo, de a pocos y entre dientes, canta fragmentos casi
completando los finales) Mmmmm mmmmmm porque soy gigante… Mmm
Gilberto
Le puse algunos de tus casetes.
Alberto
Los oíste.
Gilberto
Todavía, pero hice un playlist, compraré audífonos.
Alberto
Tienes que hacer un compilado.
Gilberto
Se le dice playlist.
Alberto
Bueno, un playlitsss.
Gilberto
Las reuní para cuando tomemos. Compraré unos audífonos, y podrás oír tú
con uno y yo con el otro. Alberto mantiene el ceño, pero en el fondo tiene
cara de agradecimiento. Lo sé porque escapa unos segundos de acá… (El
parlante se malogra) Pero un claxon que suena más fuerte que el parlante
lo regresa a esta banca y a este lugar.
Alberto
Yo no soy cabro.
Gilberto
A mí no me importa, yo quiero escuchar música con mi amigo.
Alberto
No son para eso.
Christopher Gaona 49
Gilberto
¿Entonces?
Alberto
Son para caminar por una ciudad gris… caminar con zapatos de talla cua-
renta y tres y medio, en medio de una lluvia ligera, con una casaca que de-
bería abrigar, pero que no abriga mucho.
Gilberto
Qué específico.
Alberto
No es mi playlits, tampoco es mi ropa.
Gilberto
Ahhh, entonces se parece...
Alberto
Se parece, pero no es mía.
Gilberto
Me refería a la ciudad gris, se parece a Lima.
Alberto
Sí, también se parece, pero no es. Eso es porque no estamos en Lima.
Gilberto
¿En dónde estamos entonces?
Alberto
En otro lado.
Gilberto
A Alberto le gusta pensar que estamos en otro lado, que no hemos fallado
y que estamos…
Gilberto
Aunque la oye, a Alberto no le gusta la historia que le estamos contando;
pero de todo ello, al menos a mí, me gusta el lugar.
Alberto
Mmm…
Gilberto
Y nunca dice el porqué, solo sueña con los ojos abiertos cuando es de noche
y después de ella.
Alberto
No digo el porqué no me gusta esta historia, porque sería perder otra vez. Y
ya me quiero ir, siento que ya perdimos de arranque, que habría que acep-
tarlo, que se acabó hace rato, que estamos aquí como si fuésemos actores
en un escenario donde nadie aplaude y estás alargando a ver si sale algo.
Gilberto
Y puede salir. Silencio. A mí tampoco me encanta esta historia, pero ¡mí-
ranos! Somos dos amigos sentados en una banca que mira hacia la pista
viendo a la ciudad pasar.
Alberto
¿Y qué es lo que miramos, Gilberto? Pasan carros y el Metropolitano. ¡Ah! ¡Y
la hoja! La inmensa hoja que nos cubre la cabeza, lisa, hecha nubes blancas,
se hace ploma y luego otra vez es de color morado oscuro. ¡Me duelen los
ojos de ver! ¡Me duelen los ojos!
Gilberto
A Gilberto no le gusta ver a Alberto enojado, pero entiende que aquí hace
falta estar molesto para no aceptar que estás triste. Hace falta gritar, des-
quitarse, mecharse o mantenerse ocupado. ¡Alberto! ¡Alberto! ¡Mira!
Christopher Gaona 51
Alberto
¿Qué?
Gilberto
¡Allá!
Alberto
¿Qué?
Gilberto
Un cachorro cruza la calle sin fijarse que puede ser arrollado.
Alberto
La gente del Metropolitano no lo ve, algunos sí, pero no pueden bajarse
a ayudar. Un carro avanza con el volumen alto. Tampoco ve nada, intenta
llegar antes que el semáforo cambie a rojo. Lleva la prisa de una noticia
y quiere evitar el tráfico de lo que viene más tarde con ella. Quedan dos
segundos. Una señora se da cuenta, grita, la gente voltea, el carro no para
nunca, ¿y el cachorro?
Gilberto
Los carros de atrás paran, se acercan varios curiosos, nosotros también,
una niña llora. Lima voltea cuando alguien sufre y se detiene solo si puede
observarlo.
Alberto
Aúlla. Auuuuuuu. ¡Se le ha partido la pata! Me mira lloroso, yo lo toco para
levantarlo, pero retrocede con la pata rota, se la dobla y aúlla.
Gilberto
Auuuuuuuu. Una niña graba mientras llora, otras dos señoras nos dicen qué
hacer. ¿Ahora es nuestro perro?
Alberto
¡No! No lo es, pero…
Gilberto
Pero se parece a nosotros. Auuuuuu…
Gilberto
Auuuuuu. Es tarde, nos han dejado de dar consejos porque también nos han
dejado el encargo.
Alberto
Al medio, nosotros. Los cláxones tocan fuerte, a ver quién tiene más razón
de pasar primero… El cachorro está vivo y la vida tiene que seguir. Escapan
del tráfico que viene más tarde, dicen que nos apuremos.
Gilberto
Habrá que cuidarlo.
Alberto
Habrá que cuidarlo, resuelve, ¿pero qué hacemos con su pata?
Gilberto
Olemos a alcohol. Las heridas se curan con alcohol.
Alberto
No con nuestro alcohol, acá somos el antónimo común a “solución”, ¿quién
nos va a recibir?
Una radio
Ocho en punto en todo el Perú. Son las ocho en punto. Directo en directo
desde Plaza Francia…
Christopher Gaona 53
COMIDA ENLATADA Y PROPANOLOL
Pasajeros
Comprimido, apretado, adentro de un pote de vidrio, hermético, cerrado.
Es 1795 y un confitero de apellido Appert ha creado un sistema donde los
alimentos no perecen, se conservan y, sobre todo, viajan.
Sol
“¡Consigue un trabajo nuevo!” me ha dicho mi madre con la misma frescu-
ra que me dijo qué es lo que debía estudiar: “Ya no me gusta este porque
nunca estás en la casa y además estás más ciega de tanto estar frente a una
computadora y ya no me puedes ayudar”. Yo la miro y le digo: “¡Mamá! La
computadora está ahí, mamá, solo la miro cuando llegan personas y enton-
ces tengo que constatar sus datos, su teléfono, su dirección y sobre todo
su rostro, que nunca coincide porque parece una fotografía de hace cinco
años, y a veces solo puedo ver los ojos, ¡con lo mucho que cambia la mirada
en esta ciudad! A mí tampoco me gusta, pero lo puedo sobrellevar. Lo que
hago es un ejercicio que he entrenado bien, metódicamente. Para realizarlo
hay que abstraerse y olvidar los rostros anteriores, para recibir a la gente
con una sonrisa y tener el humor de identificar: sí, sí, señor… Álvarez; sí, sí,
señor… Mayta. ¿Ves? Solo así te puedes concentrar en un nuevo rostro sin
sentir la depresión”.
Pasajeros
Es 1810, un conquistador francés llamado Napoleón se interesa en el inven-
to del confitero. Lo premia, pero de pronto otro francés cambia el envase
por lata. Ahora el contenido no solo es comprimido y apretado, sino que
además es resistente y está preparado para viajar mucho más. Introduce…
(entran más pasajeros) un pote de tomate, uno de alcachofa, de salsas y
finalmente de carne, mucha carne junta.
Sol
Mamá… sí, no, mamá, escúchame, mamá, ¡mamá! Si me pudieras escuchar…
¿Qué pasa si no sirvo en otra cosa? Mira, es que yo ya le agarré el truco y lo
puedo aguantar, todo se trata de olvidar. Mi jefe no se acuerda de mi cara:
Pasajeros
Un día, alguien enlató sopa de tomate, roja, como un licuado de carne. La
idea se produjo en masa. Es 1962. Un hombre que no era francés decide
pintar las latas de sopa en Nueva York. ¡Nueva York! ¡Posen y digan chis!
¿Cuánto habían viajado las latas? ¡Por todo el mundo! ¡Más que Napoleón!
Sol
Me encorvo porque me esfuerzo, mamá, y para esforzarme y para olvidar
tengo que estar sentada y hacer otro esfuerzo por olvidarme, también, que
estoy acá y que estoy cansada del lugar, que tengo que sonreírle a quien
entra y que no tengo derecho a tener un mal día, que si se me nota me re-
portan, así que me olvido.
Pasajeros
La comida enlatada viaja a distintas velocidades por el mundo. Aquí, viaja a
cuarenta kilómetros por hora. Comprimido, apretado, en un bus, distintos
sabores. Y cuando las puertas de la lata se abren, la ciudad abre su boca.
Nos saborea.
Sol
Me olvido también de la ciudad. Hay que olvidarse para no volverse loca,
imaginar que existe un “afuera” nuevo. De vez en cuando trato. Y algunas
veces pienso en una ciudad alternativa que existe entre mi casa y mi traba-
jo. Y no solo es una ciudad, sino un país entero, al que no conozco ni alcanzo
a conocer, pero que está ahí, enterito… Aunque a decir verdad, mamá, eso
no lo tengo que imaginar porque no sé cómo es más allá de aquí, más allá
de la vía del Metropolitano que me lleva desde Independencia hasta el pa-
radero de la avenida España. Y caminar hasta dos cuadras antes de Plaza
Francia. Regreso. Aún no llegamos, falta un paradero. Miro por la ventana,
en la pista hay algo de tráfico. Sí, sí, algo como cualquier día; ah, un acci-
Christopher Gaona 55
dente y cláxones. ¿Los pasamos? ¿Qué hora tiene? Ah, diez para las ocho, sí,
me llamaron hoy de improvisto y tengo que apurar el paso. ¿Marcha, hoy?
Bueno, entonces me apuro más. Gracias.
Sol
Camino, llego, subo por el ascensor. Hola… ¡Sí!, me llamo Sol. ¡Ajá! Soy yo,
gracias. El portero sí se acuerda de mi nombre, parece que él no olvida, que
a él sí le toca recordar. Mira, mamá, por ahí que ahora sí me vas a escuchar:
llegué otra vez a la oficina, poco a poco una se gana más espacio en la vida,
aunque no le guste esta vida. Ya han empezado a recordarme. Me dicen que
el jefe me estaba esperando. Voy.
Marcelina
¿Sabes a quién es a quien menos oyen acá? Me ven pequeña, chiquita;
y hablar, mucho no me piden, con lo mucho que puede una decir. ¿Qué
hace una barrendera a las nueve de la noche en la avenida, en el centro
de la ciudad? ¿Qué hace la barrendera con setenta y siete años, sin hijos
y con frío en la espalda? ¿Qué hace? ¡Qué más va a hacer pues! ¡Barrer!
La barrendera barre… pero también escucha a la gente hablar. ¡Una se
entera de unas cosas! ¡Jesús, María y José! Y sobre todo, una oye a Lima
hablar. ¿Tú puedes? Hace falta tener el oído grande para oír todo lo que
tiene que decir. Se desahoga. A mi edad hay que entretenerse pues, y
hoy la radio no funciona, sino ponía esa radio donde ponen música de
Silvio, pero como no… a Lima hay que escuchar. ¿Por qué Silvio? Porque
me parece que va con la ciudad, como que le pone una canción de fondo,
como en las películas. ¿Y los personajes?, toditos se parecen. Por ejem-
plo, hoy vi a un policía diciéndole a su amigo —que ni lo escuchaba—
que se iba a separar, que tenía ganas de escaparse porque ya no quería
ver a su mujer y que no sé qué tanta cosa, enojado, pero con un aire a
pesadez, el pobre… Luego vi a una niña de unos veintisiete, veintiocho
añitos, llorando, mirando los edificios, perdida. ¡Señorita, no llore! Tan
jovencita que está. Eso le hubiera dicho, pero a mis años yo creo que a
cualquier edad se te puede caer el mundo, así que no le dije nada. Es
de mala educación dar consejos cuando no te los piden, además… ¿Sí,
joven? Perdonen, me habla un joven de cabello largo.
Gilberto
Madrecita, ¿un veterinario por acá?
Marcelina
Jaja, joven, hable bonito, jergas feas inventan…
Gilberto
Es para el perro, señora… el que está en manos de mi amigo.
Marcelina
Ah, no.
Christopher Gaona 57
Gilberto
Gracias.
Marcelina
¿Por Washington han buscado?
Gilberto
No nos quieren recibir, algunos están cerrando por la marcha y otros dicen
que estamos borrachos.
Marcelina
¿Y están?
Gilberto
¿Conoce o no?
Marcelina
Difícil a esta hora, joven.
Gilberto
Gracias.
Marcelina
Joven, ¿y ha intentado llamar a serenazgo o la policía?
Gilberto
No, no, no, ahí no podemos.
Marcelina
¿Por qué?
Gilberto
Porque no.
Marcelina
Mmm…
Marcelina
Mal día deben de tener, seguro. Ustedes también. Descanse un poco, está
agitado, ¿no conoce a nadie? Alguien puede ayudar.
Gilberto
No, yo estoy solo acá.
Marcelina
¿Solo, solo?
Gilberto
Algo así… ¿Y usted?
Marcelina
Yo también. Me mira escuchándome, hablo un poco más. Yo vengo desde el
Rímac, ahí tengo mi cuartito. Me sigue mirando. No me interrumpe. Apro-
vecho pues, y le sigo contando. Vivo ahí desde que era chiquita, pero he ba-
rrido por toda la ciudad. Llegué por el 65, cuando estaba Belaúnde, antes de
que entre el chino bueno. Ahí la ciudad no era tan grande y nos acompañá-
bamos en tamaño. Juntas hemos crecido, solo que Lima se ha desbandado.
Llegué buscando a mi hermano que había venido antes, dicen que ya tenía
una hijita. Y fíjate que no lo encontraba por más que buscaba. No creas ah, la
gente me ayudaba… A mí no me hablan, pero me saludan con respeto. Pero
Lima, por más joven que estaba, era más grande que yo, y por más esfuerzo
que le ponía no encontraba a mi hermano. Carita de niño tenía, como tú.
Gilberto
Oiga, señora, yo soy peligroso.
Marcelina
¡Qué vas a ser peligroso tú!
Gilberto
¡De verdad, pues! Yo voy a la cárcel. Por eso no consulto policías. La señora
Christopher Gaona 59
me mira, no me contesta. Voy al pabellón B porque mi hermano es peligroso,
los dos robábamos. Me mira. Bueno, él robaba y yo lo acompañaba.
Marcelina
¿Lo extrañas?
Gilberto
…
Marcelina
¿Hace cuánto que no lo vas a ver?
Gilberto
Año y medio, pero no porque yo no quiera. Él no quiere. Yo no hago mucho
acá afuera. Me gustaría verlo, solo que los policías de acá me tienen ganas.
Yo lo hubiera seguido igual, pero dicen que la cárcel no es para mí, y yo le
pregunto ¿para quién es?
Marcelina
No es para nadie.
Gilberto
Ningún lugar es para nadie si no está cerca de los que quiere.
Marcelina
Alguna forma habrá para que lo puedas ver.
Gilberto
La charla se transforma en silencio, la señora barre callada. Llueve. Pongo
lo que alcanzó de música en el teléfono viejo: si esto fuera poco, tengo mis
cantos que poco a poco muelo y rehago habitando el tiempo… De pronto,
una ambulancia nos interrumpe a los dos.
Marcelina
¡A la marcha! Anda a la marcha.
Gilberto
Para qué.
Christopher Gaona 61
UN SOL EN LA CALLE
Sol
Camino entre la gente, abrazo un portafolio. Un hombre me choca, me grita
que tenga cuidado, “disculpe” le digo y no alcanzo a ver su rostro. Camino.
Hace frío y el cielo ya es morado, no alcanza a ser negro. Otro rostro pasa,
me ofrece caramelos de limón. No, gracias. ¿Cómo era su cara? Olvido por
costumbre y porque tal vez así se me pasa la impresión. Tengo sed, camino.
Qué raro caminar sin un destino… Quizás sí ayude el caramelito. Volteo:
¿me vende un caramelo? Me contesta otro rostro, no es el mismo, estos son
de chicha morada. No me había fijado, acá siempre hay alguien para vender
cuando hay algo para comprar. Me acuerdo del producto, ¡pero por qué no
puedo acordarme de sus rostros! No me son difusos, los veo, pero pasan
unos segundos y ya no los recuerdo. Pasa la gente. A algunos de ellos los he
recibido en la oficina. Por estadística, con alguno me tengo que encontrar.
¿También seré olvidable? Camino mirando a cada rostro que veo, quizás me
reconoce o a lo mejor, yo lo puedo reconocer. Veo al frente, hay más gente,
un tumulto cada vez más movido; uno más grande, grita: ¡se han olvidado
del pueblo! Y yo estoy de acuerdo, yo también me he olvidado de mí. Entro
a la oficina y me dicen “María, no podemos contar más contigo”. Yo le digo:
“Pero me llamo Sol”. “Ah, sí, sí, disculpa”, responden, “mira, por la nueva ley
tampoco hay liquidación”. No dicen más e inmediatamente, como corte de
película, me encuentro por la calle caminando. Un rostro grita: ¡No somos
uno! ¡No somos dos! ¡Somos un pueblo a una sola voz! Y en medio de lo
surreal que es para mí estar al medio de todo esto, empiezo a creer que en
el pueblo puedo verme. Yo avanzo lo más que puedo. ¡De verdad puedo ver-
los! Puedo empezar a recordarlos y pueden empezar a recordarme. Avanzo
lo más que puedo y volteo. De pronto corren hacia el frente, pasan por mi
costado, montones de rostros con montones de formas y yo, como si tuviera
sed, los empiezo a ver todos. Alguno también me tiene que ver.
Unos ciudadanos
Una lata de atún o de carne es, muchas veces, el almuerzo de un estudiante o
trabajador promedio que llega de provincia a la capital. Si un montón de con-
serva enlatada, carne, atún, frijoles y otros alimentos, se retiraran por volun-
tad propia de la lata para un único momento, se haría una inmensa mezcla de
comida, como si se hubieran cansado de moverse de un lugar a otro y su oloro-
sa existencia en ese plato que no los puede contener fuera una acción política.
Entonces, la comida dejaría de lado esa historia de viajes que data desde su
invención en Francia, y se ubicaría en la Plaza Francia, exactamente a 10252.89
kilómetros del país del mismo nombre. 10252.89 kilómetros que no es poco,
pero que es suficiente para quienes creen que esto es una búsqueda de Liberté.
Libertad. Como la estatua que René Bertrand Bouté esculpió en 1962 desde
Francia para Lima, y que ahora está en medio de esta plaza, con un nombre
que parece tener otro idioma, el de una expresión curiosa y fuera de contexto
usada, si es que es usada por algunos, aquí en Sudamérica, con la mala idea, con
el concepto de una estatua fija, sin movimiento; parece irónico, como traer una
estatua de Libertad desde Europa, como creer que la revolución se importó de
allá. La revolución no la importamos jamás, en Sudamérica nos sobraba y nos
sobra la materia prima: las razones para generarla. Somos carne de conserva,
carne de cañón. Y corremos, avanzamos, adelante, ¡revolución!, ¡revolución!
¿Contra quién? Contra cualquier ley que quiera olvidarse del pueblo, que in-
tente vernos como un producto industrial. Somos tristeza desenlatada recién
salida. Preparación: hay que gritar y enojarse para esconder la lágrima, para
ponerle matiz al enorme cielo color papel al que volveremos mañana, y capitu-
lar. Pero al frente, otro tipo de comida quiere detenernos, otro producto comes-
tible: muchos hombres de verde. Se paran frente a nosotros. Chocan. Empuja-
mos fuertemente, disipamos el frío. Caen bombas lacrimógenas. Uno de ellos
levanta una porra y golpea a la primera de nosotros, cae, se mezcla la comida,
la levantamos. Golpeamos. Montones de manos entran a tallar, nos jalonean,
nos llevan, nos defendemos. Respiramos. Nos identificamos. Somos carne fuera
de la lata, servida en la vereda, somos carne y respiramos. ¡Respiramos! ¡Y por
más que empezamos a disminuir, respiramos!
Una radio
Son las once en punto en todo el Perú, las once en punto. La rotativa del aire
informa.
Christopher Gaona 63
Otros ciudadanos en medio de los demás
Dos hombres entre el tumulto llevan a un cachorro en brazos, nos esquivan
y esquivan a los de verde, llegan a una larga cola que va camino hacia una
ambulancia. El de cabello largo es el que más se esconde, el otro va al frente.
Se topa con un policía, se hace el loco, se hace el borracho, y lo sortea. El
policía va detrás de él y cuando está a punto de alcanzarlo… el hombre logra
hablar con el médico de la ambulancia. Le grita por el cachorro. ¡Lo tienes
que ayudar! Pero el médico se caga de risa, está ocupado con verdaderos
heridos y atrapados, le dice que no puede, que hay mucha gente esperando
y que si no es un paciente se tiene que ir. Nada que hacer. Se van, corren
para no ser atrapados, el que tiene el cachorro y el escondido de cabello
largo. A media cuadra, una mujer se pierde entre la multitud, tiene esa ropa
que te piden usar en una oficina, con eso no se puede correr; ella no per-
tenece a acá, nadie pertenece a acá, pero ha llegado a acá. Se esfuerza en
ver cada rostro como si quisiera llenar un espacio inmenso de memoria sin
usar. La ven, y antes de que un policía la jale, ellos la llevan. ¡Corra, señorita!
¡Este no es lugar para nadie!, le gritan. Llegan donde la barrendera. Directo
en directo, aquí la carne fuera de la lata haciéndose ensalada. Volvemos a
estudio.
Alberto
“¿Ándate a Lima, qué haces acá? ¡Cara de enojado tienes! ¡Wiksasapa feo!”
me dice y me lanza una almohada, tiene ocho años. Es de noche. Se va
corriendo a la cama en lugar de a la mesa. “A ver, cuéntame un cuento antes
de dormir… ¡Puuucha! ¡Ni sabes leer bien!” me grita y se va corriendo. Yo
lo persigo, lo atrapo fácil, soy más grande, él se ríe. Lo llevo para la mesa, le
toca comer. “¡Ahhh, está caliente! ¡Ya no quiero comer!”, grita y se levanta
de la mesa. “Tienes que comer, Chucho, mucho te levantas, mucho gritas,
mucho juegas, mira tus cabellos están trinchudos”, le digo. “¡Igual que los
tuyo pues!”, me dice y se ríe. “¡Ya!, si yo como, tú comes”. Me mira otra vez,
espera que dude, pero yo no dudo. “¡Ya, ya!, pero entonces no te vas, ah”. No
digo más, y ante mi silencio, el niño deja de jugar, va y se sienta a comer. De
pronto me espera, adivinando mi negativa. Le toco la cabeza: “Me voy a ir a
buscar un mejor futuro, si pudiera llevarte te llevaba”. Él toma una cucha-
rada de su comida, tranquilito, ya no le quema. Me dice: “Tío, a donde vas,
vas a tener un cielo grande y bonito, ¡enorme! No te preocupes… Si para
comprar algo tienes que pagar, el irse no es distinto, así dice mi mamá… Yo
igualito te voy a querer”. Se calla y empieza a comer. Lloro callado. Yo… yo
no ando callado porque esté enojado (aunque a veces lo estoy)… No hablo
porque desde entonces y desde que vine hasta acá, no sé qué decir.
Christopher Gaona 65
DECISIÓN
Marcelina
A usted yo la vi pasar.
Sol
¿A mí? Entonces, usted se acuerda de mí.
Marcelina
Me acuerdo de lo que puedo.
Sol
¿Y cómo hace para no volverse loca con esta ciudad?
Marcelina
Ah, es que yo crecí con la ciudad. Ya estaba loca al decidir venir, imagínate
al decidir quedarme aquí.
Sol
¿Por qué se quedaría uno?
Marcelina
Inercia creo. Hijos no tengo; familia, hace unos años que ya no. Igual, a veces
me dicen tía Lina. Si te acuerdas de eso podemos conversar.
Sol
Igual no creo que venga más. Me despidieron. Yo de casa solo tenía un desti-
no. Es la primera vez que veo este lugar con detenimiento. Una camina por
estos lugares y parece turista.
Marcelina
Te acuerdas de un espacio cuando te relacionas con él, cuando lo vuelves tu
casa. Yo he vivido y trabajado en la calle. Así que, aunque mi cuarto está en
el Rímac, vivo en todo Lima. Y por último, si no vienes, algún modo habrá
para vernos. Una encuentra la forma.
Sol
La forma.
Sol
La forma… La señora Lina dice que una encuentra la forma, y yo, por otro
lado, pienso en la forma en la que me he orillado para vivir, en la nueva for-
ma que encontraré para hacerlo desde ahora, en quién soy, en lo que puedo
recordar, en los rostros que puedo ver.
Marcelina
En los rostros que yo he visto y en la forma que yo he tomado para tener los
años que tengo. Yo recuerdo, sí, recuerdo, y no siempre me gusta, a veces
me avergüenza… y otras veces, suprimiendo uno que otro detalle, me ale-
gra. “Uno encuentra la forma” debería ser la frase escrita debajo del escudo
de esta ciudad. ¡Porque una hace lo que hace! Y quién te dice que lo hecho
encaja con el rostro de quien lo hizo. Para vivir acá con la edad de Lima, de-
bes saber que pueden ser tiernas o terribles las cosas que una hizo, sin que
una sea tierna o terrible. Yo sí recuerdo, recuerdo recordar Lima, la ciudad
de las formas, yo recuerdo encontrar la forma.
Alberto
En ese momento, Gilberto se para y camina de nuevo hacia la plaza. Me
mira y me dice que encontró la forma y que sabe cómo curarle la pata al
cachorro, que piense en un nombre porque el chato me va a acompañar
buen tiempo.
Gilberto
¡A mí también me han dolido los ojos de ver Lima y quiero viajar a cualquier
otra parte! ¡Cualquier otro buen lugar!… Quizás adonde está mi hermano.
Marcelina
Los dos borrachos se levantan y regresan a Plaza Francia, camino hacia una
ambulancia. El más joven va adelante y el otro lo sigue, con el cachorro en
brazos.
Sol
Intempestivamente, el de pelo largo empieza a correr, pasa junto a la ambu-
lancia y a la cola. Golpea a un policía.
Christopher Gaona 67
Alberto
¡Golpea a un policía!
Marcelina
¡Ay, qué bien! ¡Golpea a un policía!
Alberto
¡Tiempo récord! Yo había oído que la policía siempre tarda, pero Lima
también es la ciudad de las reacciones. Acá le están cayendo cuatro en
treinta segundos. Levanta, cada uno, una porra como quien se desquita. Le
están pegando a mi amigo.
Gilberto
Alberto se quiere meter, se pelea un poco, le digo que no con la mano, que a
lo mucho me van a sacar la mierda.
Alberto
¡Y AUUUUU! Se la sacan a golpes.
Gilberto
Hasta parece que me agradecen. ¡Auuuuu! En Lima hay que estar enojado
para no parecer triste… Y los policías, que han sido abusivos, deben estar
bien tristes.
Alberto
El cachorro se despierta, aúlla. Auuuu. Levantan a Gilberto, parece que al
atraparlo han atrapado a otro perro, lo esposan, me mira.
Gilberto
“¡Me voy a ver a mi hermano!”, le grito. Uno siempre encuentra “la forma”.
Pero antes… ¡auuuuuu!
Alberto
Gilberto comienza a retorcerse de dolor, aúlla, hace escándalo, el perro tam-
bién aúlla, algunos voltean. ¡Auuuuuu!
Alberto
Auuuu. Pide ir primero a una ambulancia y que yo lo acompañe. “Ya pues”
dice un policía, pisando un diente caído, dándose cuenta que se pasó.
Gilberto lo sigue con cara de que ha ganado un poco.
Gilberto
¡Ahora sí me atiende, pero sobre todo me escucha! Atienda al perro, maes-
tro. Al menos lléveselo, que a algún lugar lo dejarán pasar porque a noso-
tros no nos reciben. Me dice: “Usted no comprende, joven, yo no soy veteri-
nario, además si aplico anestesia —empiezo a mover las cosas—, si aplico
anestesia tengo que registrarla a nombre y DNI de alguien”. ¡Y yo hago bu-
lla! Auuuu. Hago mucha bulla, ¡muevo todo! Me mira, agarra una inyección
y clava al perro.
Alberto
Y nos dice que lo esperemos afuera del hospital, que con eso va a aguantar
el dolor, pero que si algo le duele a Gilberto, que ni pida, que no-hay-ni-va-a-
haber porque se la dio al perro… Y que él sale al amanecer para ayudar. No
es malo. El cachorro está dormido. Gilberto me alcanza el teléfono.
Gilberto
Nos despedimos. Aullamos.
Alberto
Por única vez le sigo la corriente. Aullamos bajito, nos callan. Volteo, voy de
regreso.
Christopher Gaona 69
UNA BANCA
Alberto
Frente a un hospital, una banca, un cachorro dormido sobre mis piernas. Hace
frío. Alberto, en general, es alguien que no dice mucho, pero hoy no tiene a su
amigo para renegar. En cambio, hoy lo ha acompañado la mujer.
Sol
No quería volver a casa, todavía no. Ambos miramos arriba. El cielo morado
empieza a volverse blanco. Silencio.
Alberto
No sé qué nombre ponerle.
Sol
Alguno se le ocurrirá, un nombre siempre es importante.
Alberto
¿Usted cómo se llama?
Sol
Sol. Bueno, en realidad me llamo soledad. Pero digo solo Sol, porque ¿quién
en Lima se llama así? ¿Y usted?
Alberto
Alberto, como los montones de Albertos que hay en Lima.
Sol
Me acordaré de su rostro por si lo veo en la calle.
Alberto
La ciudad es muy grande para encontrarse.
Sol
Lo creo, pero supongo que ahora es más posible.
Alberto
¿Qué hará ahora?
Alberto
¿Caminará?
Sol
Sí, sí, está bien caminar, por hoy lo prefiero, así empiezo a recordar.
Alberto
Lima es una ciudad grande y por eso no duerme; es por este insomnio que
no tiene memoria para recordar las caras conocidas. Uno puede perderse y
jamás volver a aparecer... Eso agobia.
Sol
Agobia, sí, pero recordar… aquí y sobre todo aquí, me parece una buena razón
para permanecer. Alberto saca el teléfono de su amigo, lo controla torpemente,
no parece ser una persona que se entienda con la tecnología, o con algo en ge-
neral, pero encuentra la forma y pone una canción.
Unos ciudadanos
Soy feliz, soy un hombre feliz, y quiero que me perdonen por este día los
muertos de mi felicidad. Soy feliz, soy un hombre feliz, y quiero que me per-
donen por este día los muertos de mi felicidad.
Alberto
Le voy a poner Chucho, al perro, digo. ¿Sabe? Hoy ya no tengo tanta resaca.
Después de todo, han abierto ya la puerta. (Abriga y acaricia al cachorro,
que está dormido aún) La mujer se queda oyendo la canción, mira hacia
arriba y divisa el mismo color de siempre, pero no reniega. Alberto también
lo ve, hoy no está tan molesto, se levanta, abraza al perro que despierta un
poco. El cielo hoy es menos feo, ¿no?
FIN
Christopher Gaona 71
72 Amantes temporales
AMANTES
TEMPO-
RALES
Correo electrónico:
amarillo.giribaldi@gmail.com
Celular:
964949359
76 Amantes temporales
no hay nada que esperar, ni de los representantes ni de las instituciones. La
esperanza está puesta en los orates que hacen teatro en medio de la crisis
política, económica, social, sanitaria; en aquellos que hacen del teatro su
experiencia religiosa.
78 Amantes temporales
Amor para quien busca una respuesta
es un poquito más que hacerme bien.
PERSONAJES
Muchacha de 30.
Hombre de 65.
Vestuarista de 40.
Hombre de 35.
ESPACIO
El espacio se construye a través de los actores.
TIEMPO
Hoy.
80 Amantes temporales
PRÓLOGO
Muchacha de 30
Quería escribirle y para parecer natural le mandé un link con una canción de su
banda favorita. Me respondió media hora después diciendo que justo la noche
anterior la escuchó y que pensó en mí. Me pareció lindo. Dejamos de hablar por
demasiado tiempo, en otras ocasiones hemos dejado de hablar también, pero
nunca por tanto tiempo. Él es el amor al que siempre vuelvo, mi cable a tierra,
pienso en él con mucho cariño y me pregunto qué hubiera pasado si en algún
momento nos hubiésemos quitado las máscaras, los paradigmas, los traumas,
y nos mostrábamos tal cual somos en realidad, como dos animalitos que solo
quieren compañía. Le pregunté por el chat cuándo venía a ver una película.
Sé que si yo no tengo la iniciativa él no va a dar el paso, no porque no quiera,
sino porque él es así. Me respondió que estaba súper ocupado por el trabajo,
pero que el fin de semana podría darse una vuelta por aquí, como tratando de
insinuar que por mí haría el esfuerzo. Le dije que escoja una pela y que traiga
chelas. Quería saber cómo son las cosas ahora con él, qué ocurre cuando nos
encontramos. Él llega y toca el timbre, abro la puerta y ahí está parado, con su
casco de bicicleta en una mano y con la otra carga las cervezas, nos abrazamos.
Lo siento más delgado. “¿Estás comiendo bien?”, le pregunto, “no como debe-
ría y estoy fumando mucho últimamente”, dice mientras acomoda su bicicleta
en el jardín. ¿Cuánto es fumar demasiado? “Mejor no te digo porque te vas a
asustar”. Lo miro con cara de desaprobación y me dice: “No me juzgues”. La
cara que pone cuando dice esto es linda, como la de un cachorro que hizo una
travesura y sabe que lo van a reprender. Entramos a mi casa, le digo que guarde
las cervezas en la refri y vamos directamente a mi habitación. Él no conoce mi
casa, me mudé casi al mismo tiempo que dejamos de hablar. Él da una mirada
a mi cuarto y se fija en una lámpara: “¿Es nueva?”, me pregunta. Sí, me la regaló
mi mamá cuando me mudé aquí. “Es muy tu estilo”, me dice. Se saca la chaque-
ta y las zapatillas, se sienta al borde de mi cama y me empieza a contar cómo
la hija de puta de su jefa lo explota. Sé lo que va a decir, las historias que va a
contar, los chistes que hará, cuándo nos vamos a reír, sobre qué vamos a discu-
tir, cuándo y cómo nuestros cuerpos se juntarán y empezaremos a besarnos,
tocarnos, lamernos. “¿Traes condones?”, le pregunto. “Tú siempre tienes”, me
responde. Sí, siempre tengo. De mi cajón de calzones saco un paquete nuevo.
Tengo uno suelto, pero prefiero usar los del paquete nuevo. Usar un condón
suelto implica que usé los otros con alguien más y sé que él no va a preguntar,
82 Amantes temporales
pero prefiero que no se insinúe algo al respecto. Regreso a la cama con el con-
dón en una mano, con la otra froto su entrepierna y nos seguimos besando y
lamiendo. Vamos quitándonos la ropa, no tenemos apuro. Me gusta, y él tiene
cara de que también lo disfruta. Ya estamos completamente desnudos. Le digo
que se ponga el condón, apago la lámpara que me regaló mi mamá, regreso a
la cama y él entra. Él es tan familiar, su cuerpo, sus movimientos, su olor. No
habla, no le gusta hablar durante el sexo. Lo veo como una forma de entregarse
por completo al sexo. Eso me agrada, que se comprometa así. Me mira a los
ojos para excitarse viéndome excitada y sabe que sus gruñidos me encantan.
Me clava la mirada con más ganas. Cambiamos de posición, cambiamos a otra,
vamos por una más y otra más. Nos entendemos a la perfección. Ya estoy cerca
de llegar y se lo digo, él se pone más intenso, respira con más fuerza, acelera-
mos el ritmo, me sigue mirando a los ojos. ¡Esos segundos son riquísimos! Me
vengo. Él también. Me aprieta una nalga con demasiada fuerza. “¡Me duele!”, le
digo. “Lo siento”, me responde. Convulsiona durante unos segundos y de pron-
to su cuerpo vuelve a estar completamente laxo encima del mío. Nos quedamos
inmóviles por un momento. Apoya su cabeza en mi pecho y cae de costado. Lo
abrazo. Nos vamos quedando en silencio a medida que nuestras respiraciones
se van normalizando. Me agrada que tengamos la confianza para poder estar
en silencio y no sentirnos incómodos. Odio tener que decir cosas para llenar
el silencio. Me doy la vuelta y él me abraza por la espalda. Nos quedamos así,
en cucharita. Lo último en lo que pienso antes de quedarme dormida es que
espero que no me despierte cuando el brazo se le adormezca y quiera sacarlo
de debajo de mi cuello. Por la mañana me despierta con suaves mordidas. “No
vimos la película”, me dice. “No tenía tantas ganas de verla”, le respondo. Y nos
quedamos mirando el techo del cuarto en silencio. Me levanto de la cama y
voy al baño. Cuando regreso lo encuentro cambiado y con su casco de bicicleta
en la mano, listo para irse. Lo acompaño a la puerta y nos despedimos con un
beso y una sonrisa. Yo ya tenía todo claro en ese momento. Un par de horas
después de que se fue me escribió un mensaje: “¿Vemos la pela el próximo fin
de semana?”, emoticón de mono tapándose la boca. “Ja, ja, creo que esta sema-
na veré a mi mamá”, le respondo sin pensar mucho. Yo ya sabía cómo eran las
cosas. Me había sacado el clavo. Estoy viéndome con alguien más, conocí a otra
persona cuando él y yo dejamos de hablar, pero tenía mis dudas. Dudas sobre si
tirar del cable a tierra y regresar al amor de siempre, o arriesgarme por lo nue-
vo. Ya no quiero tener ese lugar seguro en el que me sé el libreto de memoria.
Quiero improvisar y ver qué pasa. No quiero más un cable a tierra, quiero tener
los pies en el aire al menos un rato. Al menos por ahora.
Hombre de 65
Tengo una mochila en el hombro, es una mochila celeste, no es una mochila
que un hombre de mi edad usaría normalmente. Esta mochila es de mi hijo.
En ella hay ropa de mujer, elementos de aseo personal, papel higiénico, un
par de toallas, un cepillo de dientes, pasta dental, jabón, desodorante. En el
bolsillo de la chaqueta traigo dos chocolates. Dos barras de chocolate amar-
go. Es el que le gusta. Ya van a dar las dos de la tarde, no hay mucho sol por
suerte. La cola no es tan larga pero tampoco es corta, yo soy de los primeros
en ella. A las dos de la tarde empieza el horario de visita y solo dura dos
horas, quiero estar con mi esposa todo el tiempo que sea posible. Ayer la
enfermera me informó que toda la ropa que traiga debe estar marcada para
evitar confusiones o pérdidas. Marqué la ropa interior de mi esposa con
plumón indeleble, puse su nombre y la primera letra de su apellido. Espero
que cuando la meta a la lavadora no se destiña y manche. La enfermera
también me indicó que no traiga objetos de metal como ganchos, cortaúñas
o tijeras, puede ser peligroso. No se sabe cuándo alguna de las hospitaliza-
das puede tener una crisis e intentar hacer o hacerse daño. Ayer, mientras
nuestro hijo estaba con ella en el horario de visita, yo estaba sentado en la
sala de espera —solo permiten una persona a la vez —, y una señora joven
me contaba que era la tercera vez que internaban a su hija. Su hija apenas
mayor de edad ya había pasado por aquí tres veces. Me lo decía con mucha
naturalidad. Naturalidad real. Creo que era su manera de decirme que todo
iba a mejorar. Le di las gracias en mi cabeza. Mi hijo salió, dijo que su mamá
me esperaba para despedirse. La señora joven de la sala de espera nos dijo
“tiene que ser su hijo, son igualitos”. Mi hijo y yo sonreímos ya que nos han
dicho eso unas mil veces. “Su esposa se va a recuperar pronto si sus mucha-
chos vienen a visitarla seguido”. “Gracias”, le dije, esta vez con palabras, su
hijita también se va a poner bien. Ella respondió con una sonrisa de resig-
nación. “Permiso”, dije, y entré a despedirme de mi esposa. “Tráeme algo
dulce”, me pidió mi mujer ayer cuando nos despedimos y hoy le traje esos
dulces. Nuestro hijo no vendrá hoy, tiene clases y él quería faltar. Le dije que
no podía perder más clases, que asista y que yo me ocuparía. Prefiero que
se distraiga un poco, aunque sea en clase. A pesar de que ya está grande
sigue siendo sensible, aunque no dice lo que siente, es fácil percibirlo. Creo
que eso es, en realidad, en lo que más nos parecemos mi hijo y yo. A las tres
84 Amantes temporales
en punto aparece un guardia y se prepara para revisar a los visitantes con
el detector de metales, el garrett. El guardia me ordena que levante las ma-
nos y me catea como un policía. Abro la mochila de mi hijo, el guardia mete
su mano en ella y estruja la ropa de mi mujer, saca uno de sus calzones de
algodón y lee el nombre que escribí hace un par de horas. El guardia levanta
el calzón de algodón de mi mujer, lo enseña al resto de personas de la cola y
dice “toda la ropa que ingresa debe tener nombre, de preferencia bordado,
no nos hacemos responsables si algo se pierde”. Yo no sé si decirle que deje
de zarandear el calzón de algodón de mi mujer o si sentirme orgulloso por
ser un ejemplo de esposo responsable. El guardia le entrega la mochila a
una auxiliar, la auxiliar revisa una lista, “¿habitación cuatro, cierto?”. Sí, le
respondo, y la auxiliar le pone una etiqueta grande con el número de la ha-
bitación y coloca la mochila en algo que parece un carrito de supermercado
grande. El guardia me pide colocar todo lo que llevo en los bolsillos en una
bolsa ziploc. Lo hago y el tipo deja la bolsa con mis llaves, billetera y celular
en el estante que está detrás de él y me entrega una ficha con el número
del estante. No se dio cuenta que llevo los chocolates en el bolsillo de la
chaqueta. Ahora el guardia saca de su bolsillo un manojo de llaves, abre la
puerta y me deja entrar. Es un pasillo largo y ancho, las paredes son color
hueso. Hay puertas a ambos lados del pasillo, las puertas tienen rótulos y
alcanzo a ver algunos: “lavandería”, “consultorio psicológico”, otro tiene el
nombre de una doctora. Más adelante se abre una de las puertas y salen dos
mujeres empujando un carrito de charolas con restos de comida. Termino
de recorrer el pasillo y doblo a la derecha. Estoy en el área común, hay algu-
nos sillones, mesas, sillas. Aquí se hacen las visitas. Algunas mujeres están
ahí conversando, otras permanecen en silencio. Varias están perdidas en un
mundo indescifrable para los cuerdos. En un sillón está mi esposa medio
despanzurrada, no tiene control de su cuerpo. Según me dijo la doctora es
normal debido a la cantidad de medicamentos que está tomando ahora. Lo
importante es que las ideas que comunica sean coherentes. Cuando me ve,
se alegra y yo también. Me presenta a la mujer que está sentada a su cos-
tado, “es mi compañera de habitación”, dice. No se acuerda que ayer me la
presentó. Mi esposa le dice a la otra mujer que tiene que conversar conmigo
cosas de “marido y mujer”. Me da la impresión que está tratando de alar-
dear. Mi esposa me toma del brazo y la ayudo a ponerse de pie, caminamos
lentamente. “¿Tienes los dulces?”, me pregunta. “Claro que los tengo”, res-
pondo y saco del bolsillo de la chaqueta una de las barras de chocolate que
ingresé de contrabando. “¿Solo uno?”, me pregunta. Sí, solo uno. Qué bueno
86 Amantes temporales
ESCENA 3
UN CUERPO QUE ME LLENE EL CORAZÓN
Vestuarista de 40
Este es, te queda pintado. El otro también te va bien, pero este me encanta.
Como eres alto, todo te queda en realidad. Ya en unos minutos te llaman
para la toma. He trabajado con Juan Pablo en otros proyectos y es un capo.
Juan Pablo, el director. Siempre está en todas. Que las luces así, el encuadre
perfecto, vestuario de esta manera. Hemos trabajado juntos en un montón
de proyectos y ya conoce mi trabajo. Yo empecé hace años como asistente
de la asistente de vestuario de una amiga, con ella aprendí un montón hasta
que un día se casó y se fue a vivir con su nuevo marido a Estados Unidos. Yo
pensé que me iba a quedar sin chamba, pero ella me recomendó para ser la
vestuarista oficial y aquí estoy. Desde entonces no paro. La industria de la
publicidad ha crecido un montón, hasta comerciales para el extranjero se
hacen acá, todas las empresas invierten un montón de plata en publicidad
y ahí estoy yo, al pie del cañón como se dice. Es que así es el trabajo, tienes
que estar listo siempre, si te quedas, ya fuiste. Imagínate que yo solita tra-
bajando en esto pude comprar mi casa. Es un poco antigua, sí, pero es mía
y ninguna hipoteca. Ahorré, ahorré, ahorré varios años, y junté eso con lo
que recibí de un terreno de mis abuelos que estuvo en juicio por años, que
al final remataron, todo un lío. La cosa es que me cayó algo de plata, junté
todo lo que tenía en ese momento y compré mi casa. Ni te imaginas cómo
estaba cuando me la vendieron. Invertí un montón en reparaciones, pisos,
paredes, tuberías. El jardín tiene vida ahora. En el segundo piso tengo una
habitación exclusiva para todas las cosas de vestuario, ropa, pelucas, zapa-
tos. En otra de las habitaciones quiero armar un estudio fotográfico, pero
ya será más adelante porque ahora ya no tengo plata. En fin, tantas cosas
que se pueden hacer, que hay por hacer. Siempre le decía eso a mi novio,
digo, exnovio. Qué tonta, es que estuve con él varios años y nos hemos se-
parado hace poco. Aún se me hace extraño referirme a él como “exnovio”. Yo
le decía siempre para hacer cosas juntos, escaparnos los fines de semana,
reunirnos con amigos, viajar, pero nunca se animaba, nunca tenía ganas,
ponía de excusa el trabajo. Es médico, gana buena plata, pero es el típico
hombre que vive para su trabajo, no le molesta la rutina, le gusta estar có-
modo. En cambio, yo busco el cambio, emprender proyectos nuevos, salir,
viajar, conocer gente interesante. Él es más de quedarse en casa y beber un
trago mientras ve las noticias o repeticiones de fútbol. Y eso tiene un lado
88 Amantes temporales
ESCENA 4
NO LLORES, NENE
Hombre de 35
Mi día empieza muy temprano, cuando apenas está claro. Mi hija y mi no-
via. No estamos casados todavía, no hemos podido hacerlo aún. Mi hija y
mi novia duermen un rato más. Tienen una hora más de sueño hasta que la
pequeña tenga que alistarse para ir al colegio. Lo primero que hago cuan-
do salgo de la cama son cinco minutos de ejercicio, activo la circulación y
me sacudo los últimos rastros de sueño. Ya completamente despierto voy
a la cocina, lleno una olla con agua, cocino huevos y corto panes. Pongo
la fruta cortada el día anterior en platos y sirvo avena en tazas. Tomo mi
parte y dejo la parte de mi hija y mi novia para cuando despierten. Voy al
baño, doy una meada. ¡Qué rico mear en las mañanas! Me lavo las manos
y la cara. Este jabón barato me reseca la piel. Me quito la ropa de dormir y
me visto con la de trabajo. Es mejor aprovechar las primeras horas del día.
Conecto los audífonos al celular y pongo noticias. Estoy saturado de esta
mierda de noticias, pero es mejor enterarse por uno mismo de lo que pasa
en el país. Bartolomé aparece pidiendo comida. Es el gato que adoptamos
por insistencia de mi hija, es su adoración y hasta duermen juntos. Ese gato
pendejo se ha ganado el corazón de todos en esta casa, incluido el mío, pero
lo que más me agrada de ese felino manipulador, aunque me haga gastar
plata que no tengo, es cómo se lleva con mi pequeña. Lleno su plato con
comida, le cambio el agua. Las noticias siguen sonando en mis audífonos,
pero no las estoy escuchando en realidad, pienso en cualquier otra cosa.
Reviso mis bolsillos para verificar que tengo todo lo que debo tener: llaves,
billetera, celular, táper de almuerzo, casco y guantes. Sí, tengo todo. Abro
la puerta despacio para no despertarlas, todavía tienen unos veinte minu-
tos para seguir durmiendo, las veré en la noche. Si estoy cerca a la hora
del almuerzo vengo a comer con ellas. Trabajo en una farmacia, llevo los
pedidos a domicilio. Antes de esto trabajé de seguridad en un condominio
pituco, pero cambió la directiva de propietarios y el conchadesumadre del
nuevo presidente me sacó, me dejó en la calle. Así que por ahora, reparto.
Espero que sea por ahora. Manejar todos los días por diez horas en esta
ciudad me está destruyendo los nervios y la espalda. Sé que será temporal.
Pronto conseguiré un mejor trabajo. Uno se saca la mugre trabajando para
en algún momento disfrutar con los que quiere. Además, para tener todos
los lados cubiertos, tengo uno de estos por si la fortuna me quiere sonreír
TELÓN
90 Amantes temporales
92 Cena de perversiones
CENA DE
PERVER-
SIONES
Correo electrónico:
eddymartinezramirez@yahoo.com
Celular:
936094900
96 Cena de perversiones
¿Qué opinas sobre tu generación y cómo observas tu contexto?
Creo que somos una generación muy individualista y, por consecuencia, dé-
bil. No hemos logrado casi nada juntos, más que pequeñas riñas en ciertos
contextos políticos. Creo que suele primar el egocentrismo y es difícil des-
prenderse de ello; lo puedo corroborar también en mí, pues soy parte de
esta generación. Si bien el primer paso para romper con ello sería la acción
conjunta sobre un propósito común, los problemas comenzarían tratando
de responder la pregunta ¿quién debería dirigir? Y es que estamos tan cie-
gos y poco instruidos, que no nos damos cuenta de que esa pregunta sería
el menor de nuestros problemas.
PERSONAJE
Hombre.
ESPACIO
Primero en una sala de espera y luego en la cocina-comedor de un barrio
silencioso de Perú. Los presentes han sido invitados a una cena.
TIEMPO
Contemporáneo.
98 Cena de perversiones
PREÁMBULO
Hombre
Errare humanum est. (Se sacude y acomoda la ropa desaliñada) Disculpen
el retraso y las fachas. (Se acerca a la mesa de autoservicio murmurando)
He llegado algo tarde… o es que ellos se asomaron demasiado temprano. (La
melodía que suena le retumba en la cabeza) Deben estar cansados de Hän-
del. (Levanta el mantel de la mesa y saca de un cajoncillo un pequeño control
remoto y cambia de radio, adonde está terminando El holandés errante de
Wagner, justo en donde el holandés errante dice su última frase. Mueve la
cabeza y las manos al ritmo) Me encanta ese gran final… (Se asea las manos
dentro del recipiente con refresco y se acomoda su cabello con la mano aún
mojada, tararea la melodía que suena. Ya presentable, se prepara un vaso con
refresco y se lo toma sin pausa. Murmura) Wagner, Wagner… No eres el único
con grandes finales. (A alguien del público) ¿No lo crees? (A otro invitado)
¿No? (Para si mismo) Qué tonto, claro, están esperando la cena. (Tararea par-
te de la pieza de Wagner, se acerca a la puerta de la cocina-comedor) Bueno,
son mis invitados. Adelante. Sean bienvenidos, bienvenidas. Adelante. Sí, dis-
culpen el incómodo momento. ¡Adelante! (Abre de par en par la puerta hacia
la cocina-comedor, invitando a todos los presentes a ingresar) Pasen todos al
comedor. Acomoden las carnes donde mejor os guste. ¡Bienvenidos!
ACTO ÚNICO
Hombre
Como verán, la cena aún no está, pero… les puedo ofrecer algunos bocadi-
llos. ¿Desean bocaditos? Claro que desean, todos quieren bocaditos. (Busca
por todos lados) Deben estar por aquí, ¿dónde los puse? Mamá siempre los
ponía sobre las repisas y yo… Sé que deben estar por aquí. (Se percata) Oh,
oh, cierto, ya comieron bocaditos, cierto… pero no comieron los especia-
les… (Va hacia el horno y saca una fuente) Aquí están, ahora sí, sírvanse por
favor. Eso es. Caballero, por favor, pásenlo entre ustedes, gracias. “Gracias”
era una palabra que mi padre solía enseñarme a golpes. Debes decir gracias
siempre. La educación es lo primero. Mi padre resaltaba por sus grandes fra-
ses sobre moralidad. (Se le nota incómodo, se comienza a enronchar) Bue-
no, ahora que ya estamos familiarizados, quiero darles las gracias… por
asistir a esta gran cena que es prácticamente familiar. (Pausa inquietante.
Comezón) Hace cuatro horas violé a mi padre. Su nombre y su moralidad
representan algo para muchos de ustedes, pero para mí no representa ni
mierda. Sé que deben estar pensando que todo es parte de un “espectáculo
bizarro”, que en realidad “no pasa nada”, pero no. Disculpen, pero se caga-
ron, esto no es ningún espectáculo, es más bien… (busca las palabras) un
confesionario, y estoy dispuesto a desnudar mi alma, a mostrar lo peor de
mí. (Incomodidad corporal. Las ronchas) Soy un violador, sí. Y me atrevo a
decirlo en confianza, porque aquí —y quiero agradecerles por eso—, entre
nosotros, hay más de un violador, y agradezco que hayan decidido venir. Un
par de ellos ha violado no solo a sus víctimas conocidas, sino también a mi
padre. Muchos incluso hasta orgías hicieron. (Alguien del público intenta
irse. El hombre saca un cuchillo) No, no se levante, por favor, siéntese. ¡Sién-
tese dije! Gracias. Deben saber que de aquí nadie sale hasta que todos me
hayan escuchado y, sobre todo, sepan quiénes son los otros abusadores que
estoy mencionando. ¿Podrían ser capaces de reconocer a un violador entre
ustedes? Mírense, están camuflados como personas normales. Eso nos obli-
ga a estar más atentos aún, porque incluso hay más de una mujer involucra-
da en este enredo. Por si no quedó claro: más vale que nadie se mueva.
Pónganse cómodos. ¡Pónganse cómodos he dicho! Bien, ahora sabrán una
¿Cuántos minutos fueron?, ¿media hora, cinco horas, una eternidad? Tal vez
diez minutos solamente. Recuperé cierta tranquilidad, empecé a quitar las
fotografías de las paredes, abrí el armario que estaba a un lado, buscaba un
fósforo, un encendedor, algo para quemar las imágenes, y cuando abrí un
lado del armario, encontré cajas enumeradas por años y por nombres. Una
de las cajas más antiguas tenía mi nombre; a un costado, el año en que mi
padre se fue de casa. La corazonada vino, así como de golpe, saqué la caja,
comencé a revisar el material, y ahí estaba yo de niño, fotos y videos de mi
infancia perturbada por un padre que ahora yace muerto por su hijo. ¿Sa-
ben qué fue lo peor de este descubrimiento? Que algunos videos anteriores
a los míos contienen imágenes de mi madre abusando de niños. En muchos
videos se le ve sosteniendo la cámara mientras mi padre abusa de ellos. Dí-
ganme si me perdonan, ¿perdonan que quemara esa casa? ¿¡Me perdonan!?
FIN
(Al prenderse las luces, el actor no estará presente. Tampoco saldrá a reci-
bir aplausos en la cocina-comedor. Cuando el público salga, encontrará a la
madre en dos pequeños charcos de sangre, decapitada).
Pável Paniagua
Correo electrónico:
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Facebook:
Pável Paniagua
Instagram:
@songs.to.breakkkkkk.gods.heart
A Hildy
por transformarme.
PERSONAJES
Soichiro: letra cursiva.
El cielo: letra negrita.
El tiempo: letra normal.
ESPACIO
Un cerro.
TIEMPO
Hoy.
iki
Sol, cielo… El calor en la gente nunca se llega a saber, hay que estar dentro
de ellas para saberlo... Nunca se sabe a qué temperatura arde cada persona.
Cada vez que se ingresa hay el riesgo de quemarse. ¿Ya me habré quemado yo?
iiixi
kiiii
Hoy puedes amanecer llevando una orquídea hacia la altura más alta
para enterrarla, subir horas soportando la rudeza del viento jugando
contra tu cara, estás decidido, en verdad lo estás, y al rato, puedes ser
tú mismo, cargando la misma orquídea en el mismo brazo, pero tam-
bién, con el otro, sosteniendo a un jaguar herido. Estás bajando. No es
el azar, lo sabes tan bien como yo. Eres tú. Y saberlo no significa que
puedas gobernar el destino.
Le responde señalando con sus manos casi amarillentas, casi moradas, gélidas...
Quiero ir contigo.
ilki
¡Suéltala!
El parlante ruge.
iiiiiiki
Perdón.
Cielo, cielo… patea mi corazón, dale mil puntapiés, aráñalo, pellizca toda su
piel, quiebra mil botellas contra él hasta cortarlo. Córtalo, firmamento... áta-
lo hasta ahorcarlo. No te midas. Sé salvaje, sé cruel.
ilikxixiixllikili
Correr.
¿Qué se abre? Cada edad es una llave que no siempre se escoge. Hoy en tus
talones, en tus pantorrillas y en tus crecientes cuádriceps, veo una edad:
¿qué eclosiona? Correr.
Correr.
¿Jaguar?
Correr.
Jaguar, no llores.
Pero yo tuve una intuición siendo pequeño, cuando al querer quitarme el polo
frente al espejo, jalándolo desde su basta hacia arriba, la parte del cuello que-
dó atracada a la altura de mi frente como una corona. En el estiramiento
forzoso mis brazos resbalaron evacuando de la prenda, la cual cayó como un
telón tras mi cervical aferrándose a mi cabeza. Cayó como un telón. Cierta-
mente un fin, pero ciertamente un inicio.
Correr.
Correr.
... haber bailado tantas noches en las calles inundadas por las lluvias, mientras yo
regresaba a casa, luego de haber gastado tantas pilas para encender mi MP3...
Jaguar...
Correr.
Correr.
Correr.
… rojo.
Ahora que mis cabellos son largos y no están atados, sé y quiero seguir sabien-
do. No te enfades. No es mi plan ser tu réplica, no pretendo remedarte, mucho
menos apropiarme de tu armario y convertirme en tu espejo. Yo contemplo
tu altura desde aquí que no es ni abajo, ni arriba y, peor, el centro. Ya no hay
distancias, pues ambos sabemos. Muchas tijeras caen tras nuestro, haciéndo-
se polvaredas de acero. Los ruidos filosos como un baño frío hacen un ¡ras! en
mi cuerpo y mis poros crecen. Esto es todo, te invité, y has caminado animosa
junto a mí. Te convoqué sin planearlo con tan únicamente soltar mis crespas
hebras mientras corría. De casualidad. Espontáneamente. No hay misterio.
Este tiempo es justo contigo y conmigo. Los barritos prolongados y calmados
de unos elefantes, habitantes solo de mi locura, que son testimonios de este
suceso, indican su término. Quiero, ahora…
¡Correr! ¡Correr!
Correr.
Jaguar rojo...
Correr.
¡Correr!
Tú sabrás.
¡Corre!
¡Jaguar!
Corriendo.
¡Corre!
¡Corriendo!
Corriendo.
Correr.
Corriendo.
¡Correr, correr!
¡Corre!
ix
Ya... no puedo.
Corre.
¿Correr?
Las manos gélidas que abrazaban la orquídea fueron reemplazadas por una
mirada a la que le pesa expandirse. Es esta la que ahora señala el parlante.
xixik
Jaguar....
illlli
Soichiro, una chaqueta de cuero negra muy gruesa hasta el cuello, cuya lana
interior, negra también, sobresale por las aberturas; leggins negros que cin-
celan sus cuádriceps y pantorrillas, escarpines negrísimos de lana de oveja
negra, un par de botas de cuero negro, una falda tierna bastante linda de
color coral y lentes marrones tipo aviador-contra-el-viento. No carga equi-
paje. No es su lugar y no es un turista. Soichiro camina sin rumbo.
Arny Ramírez
Correo electrónico:
arny_ramirez@hotmail.com
Website:
https://arnyramirez.godaddysites.com/
134 Protagonía
la obra). Es decir, el contexto que viví desde el inicio de escritura hasta el final,
pertenece a una realidad completamente diferente a la de ahora, en otras
palabras, en un mundo sin pandemia. Y en este punto es donde recalco lo
“interesante”, pues durante todo mi proceso de creación no imaginé, ni siquiera
remotamente, que esta inmersión en las pantallas (que nos alejó de establecer
vínculos humanos con los otros), llegara aproximadamente después de un mes
y de forma tan imperativa. La primera imagen que tuve para escribir Protagonía
fue la de dos personas inmersas en intentar descifrar un código, a través de
intentos muy “jalados de los pelos”. Sentía que esta situación tenía mucho
potencial, así que empecé a desarrollarla completando los vacíos narrativos,
dinámica, objetivos, cifrados y conflictos propuestos en la obra.
136 Protagonía
Protagonía
(Obra en un acto)
PERSONAJES
A: joven de veintitantos años, delgado.
B: joven menor que A por un par de años, delgado.
ESPACIO
Nos encontramos en una habitación. Visualizamos dos camas pequeñas con
sábanas, pero sin frazadas. Además, una pizarra usada que tiene escrito el
abecedario en tres filas. La primera es desde la “A” hasta la “M”, la segunda
es desde la “N” hasta la “Y”, la tercera fila es solo la letra “Z”. Este abecedario
se encuentra enumerado siendo “0” el primer valor otorgado a la letra “A”,
y “26” el último valor otorgado a la letra “Z”. En el primer plano izquierdo
hay una especie de computadora. En la pared del fondo, al centro alto, hay
una sirena. En la pared del fondo, al centro medio, hay un botón rojo. Las
personas tienen ropa desgastada y sus rostros se encuentran marchitados.
TIEMPO
2025.
138 Protagonía
ACTO ÚNICO
A
(Arrojando papeles al suelo) ¡Mierda!
B
(Se despierta y se sienta en la cama) ¿Qué pasó?
A
Perdimos el rastro.
B
¿De nuevo? Mierda.
A
No entiendo, ¿qué hicimos mal?
B
No lo sé.
A
Estábamos muy cerca. ¡Por qué!
B
¿Estás seguro que perdimos el rastro?
A
¿Acaso dudas de lo que digo?
B
No.
A
¿Entonces? Te digo que perdimos el rastro. Esto que buscábamos y estábamos
cerca de encontrar… varió. Ahora volvemos al punto de inicio. Nuevamente.
B
Nuevamente. Nuevamente. (Pausa) Ordenemos.
A
Y a ti, ¿qué te pasa?
B
¿A mí? Nada.
A
Bueno.
B
Bueno.
B
Salí con alguien. (Pausa) ¿Qué pasa? ¿No puedo salir con alguien?
A
No. Bueno, sí, pero por ahora no.
B
¿Por qué te molestas?
A
Se supone que ayer saliste por información, rastros, indicios.
B
Y lo hice, ¿no?
A
Pero me acabas de decir que saliste con alguien.
B
Bueno, eso también hice.
140 Protagonía
A
No desperdicies el tiempo. Escucha, en ese lapso es posible que hubieras
encontrado mayor información y no habríamos perdido el rastro. No es-
tuviéramos hablando de esto sino… ¡festejando!, pero decidiste salir con
alguien y ahora nos encontramos aquí sin nada y discutiendo sobre lo que
se tiene que hacer, lo que se tuvo que hacer y lo que se tendría que hacer.
B
Lo siento, no creí que un relajo fuera tan grave.
A
¿Me estas jodiendo?
B
No.
A
Si no lo estás haciendo, entonces, ¿qué haces?
B
Tranquilízate.
A
Estoy tranquilo. ¿Por qué no lo estaría? (Se enciende la sirena) ¿Qué pasa?
¿Qué es tan divertido?
B
Date vuelta. Date la vuelta y míralo con tus propios ojos.
A
(Mira la sirena) ¡Sí!
B
Esta vez sí, esta vez no se nos escapa.
B
Toma (le entrega un plumón). Listo.
A
Que empiece la cacería. Anota. 7 2 1 1 2 0 1 3 1 5.
B
Listo. 7 2 1 1 2 0 1 3 1 5.
A
Correcto. (Pausa) 10 dígitos.
B
¿Lo traduzco?
A
Sí, ¿qué letra es 7? (Pausa) ¿Hola? ¡Hey!
B
H.
A
¿Pasa algo?
B
No.
A
Concéntrate, no perdamos tiempo.
B
Okey. H C B B C A B D B F.
142 Protagonía
A
Está complicado.
B
Hache ce be be ce a be de be efe.
A
Dónde está el truco... dónde… (Pausa) Espera. ¡10 es par!
B
No entiendo.
A
Mira, 7 + 2 es 9; 1 + 2 es 3; 2 + 0, 2; 1 + 3, 4; 1 + 5, 6.
B
9 3 2 4 6.
A
Ahora, ¿qué sale?
B
J D C E G.
A
Mierda.
B
Jota de ce e ge.
A
Y si… tal vez son grupos de 5... Sería 7 + 2 + 1 + 1 + 2… ¡13!, ¿qué letra es 13?
B
N.
A
¡Genial! Ahora 0 + 1 + 3 + 1 + 5… ¡10!, ¿cuál es 10?
A
Mierda.
B
Ene ka. Entonces, ¿se llama Eneka?
A
¿Qué dijiste?
B
Ene ka.
A
¿Ene ka? Ene ka… ¡eso es! (Le da un beso en la frente) Busca todos los nom-
bres en E que se asemejen a ENE KA.
A
ENE KA. Siempre lo supe, la sabiduría es lo tuyo. Eres el único que puede
encontrarle el truco a estos códigos. ENE KA. ¿Encontraste algo?
B
Esperanza, Ernesto, Enrique, Elvira, Eduardo, Efraín, Elena. ¡Elena!
A
¡Elena! ¿Eres tú? (Pausa) No. Sigue buscando. Elena me gusta, pero no me
convence. No huele del todo a lo que estamos buscando; sin embargo, hue-
le, así que debe estar cerca. Puedo sentirlo, estamos cerca, estamos cerca.
B
¡Érika!
A
¡Ella es! La encontramos. Sí. Érika huele a ENE KA. ¡Es ella!
144 Protagonía
B
¿Es ella?
A
Definitivamente. Veamos qué dice sobre Érika. Edad: 26 años. Estado civil:
soltera. Mide: 165 cm. Pesa: 60 kg. Contextura: delgada. Ocupación: secre-
taria. Antecedentes penales: no tiene, (pausa) ¡falso! Domicilio… esto está
a unas calles. Hobby: bailar. Lugar más visitado… ¡aquí tiene que ocurrir
todo! Está perfecto el lugar. Nivel de peligrosidad: 3, (pausa) ¡falso! Te te-
nemos Érika.
B
¿Cuál es el plan?
A
Lo primero es entrar al lugar. Nos quedan 500 soles, ¿no?
B
460.
A
¿Qué?
B
Nos quedan 460 soles.
A
¿En qué gastamos?
B
Eh… salí con alguien, ¿recuerdas?
A
(Pausa) Aparte de desperdiciar el tiempo, desperdicias nuestro dinero.
B
Tú no lo entiendes.
B
No.
A
Esa persona, ¿aporta a nuestra investigación?
B
No.
A
Okey. Entonces, ¿sirvió de algo esa maldita cita?
B
Sí.
A
¿Sí? Explícame, porque lo único que veo es el rostro de una maldita persona
egoísta que malgasta nuestro tiempo y dinero en una cita. 40 soles tirados
al tacho, ¿a cambio de qué? Dime, ¿a cambio de qué?
B
Felicidad.
A
¡Felicidad! 40 soles gastados en una felicidad efímera.
B
No fue efímera.
A
¿No? (Pausa) ¿Eres feliz ahora?
B
No.
146 Protagonía
A
Es porque fue una felicidad efímera. Entiende, la verdadera y eterna feli-
cidad está aquí. Cuando logremos encontrar esto. Cuando lo hagamos, se-
remos las personas más felices del mundo. Para ello, debemos estar muy
atentos a cada pista que nos den. ¿Está bien? ¿Está bien?
B
Sí.
A
¿Quieres ser feliz?
B
Sí.
A
Entonces tienes que estar al 100% en esto.
B
Está bien. Lo siento mucho.
A
(Le abraza) Calma. Calma, ya pasó. Vamos a ser felices pronto, te lo prome-
to. Pronto vamos a salir de esta mierda y seremos muy felices.
B
Lo seremos. (Pausa) Entonces, ¿cuál era el plan?
A
Lo primero es entrar a la discoteca y visualizar a Érika. Debemos ver si está sola
o acompañada. Si está sola es presa fácil; si no lo está, será más complicado.
B
No estará sola.
A
¿Cómo lo sabes?
A
Buen punto. Entonces, estará acompañada. ¿De cuántas personas?
B
No lo sé, déjame verla. (Mira su foto) Yo diría que entre 3 y 5.
A
¿Por qué?
B
Bailar significa pareja. Eso quiere decir número par. Entonces, un grupo de 4 o
6 personas estaría bien. Eso indica que estará acompañada por 3 o 5 personas.
A
Eso podría dificultar nuestra intervención.
B
Sí y no.
A
¿Tendrá novio?
B
Aquí dice soltera.
A
Puede tener novio y estar soltera.
B
No creo que tenga una relación seria.
A
¿Qué propones hacer?
148 Protagonía
B
Podemos esperar a que algunos vayan al baño o a comprar más trago. Lo
otro sería que nos unamos discretamente y nos acepten en su grupo.
A
O quizá pueden ser ambas. Nos acercamos discretamente cuando algunos
no estén y les caemos bien a los que se quedaron. Así, cuando vengan los
demás, no tendrán más remedio que aceptarnos.
B
Perfecto. A la 1:30 am debemos acercarnos.
A
¿Por qué?
B
Porque ya calentaron motores, ya bebieron algo y no se alarmarán tanto
cuando nos acerquemos. Si es antes, no nos dejarán acercarnos, y si es des-
pués, estarán más ebrios y el elegido del grupo se alarmará fácilmente.
A
Tienes razón. 1:30 es la hora correcta.
B
Entonces, llegamos. La visualizamos. Vemos con quién está. Esperamos a
que sea la 1:30 am. Nos acercamos, pero recuerda que desde antes debe-
mos ir haciendo contacto visual bailable con ella o con alguien de ese grupo.
A
Tienes razón. Debemos estar algo cerca para poder hacer eso.
B
Y debemos coincidir con ellos en la ruta al baño o en el bar para que a la
1:30 nuestros rostros se les hagan familiares.
A
Te lo dije, la sabiduría es lo tuyo.
A
¿Y luego?
B
Coqueteamos con ella. Cuando caiga y esté a solas contigo o conmigo… ¡bin-
go! Espera, ¿y si ese día está con su novio?
A
Pues nada, esperamos a que se quede a solas con él, obviamente lo harán.
Luego yo intercepto al novio y tú vas por ella.
B
¿Mataríamos a los dos?
A
Temo que sí, para evitar dejar testigos que puedan perjudicarnos más ade-
lante. Aparte de que parecen ser presas medianamente sencillas.
B
Lo tienes todo pensado.
A
Este plan no va a fallar.
B
No lo hará.
A
¿Qué necesitamos?
B
Ropa decente, un olor decente, un peinado decente y unos buenos pasos de baile.
A
(Pausa) Bueno… (Observan sus prendas) Creo que con lo que tenemos estará bien.
150 Protagonía
(A y B empiezan a colocarse el pantalón, el bividí, una camisa y zapatos).
A
¿Me pongo la corbata?
B
No.
A
Sería muy elegante, ¿no?
B
Sí.
A
¿Y has pensado qué vas a hacer cuando cobremos el premio?
B
Supongo que invertiré en empresas, me compraré una casa y viajaré por
todo el mundo con ella.
A
¿Ella?
B
La de la cita, pues.
A
¿No la acabas de conocer?
B
Sí, pero fue una conexión fuerte. Te dije que tú no entiendes estas cosas,
nunca has amado a alguien.
A
No me digas. Y… ¿te casarás con ella?
A
No. Y si pasara algo es porque yo no entiendo, ¿no?
B
Ya vas a empezar… A ver, ¿y tú?, ¿qué harás?
B
Bueno, mi sueño de toda la vida ha sido conocer todo el mundo. Así que eso
será lo primero que haga.
B
¿No vas a invertir en algo?
A
No lo sé. Prefiero gozar primero. (Pausa) ¿Cómo me veo?
B
Perfecto, ¿y yo?
A
Bello y listo para la acción.
B
Salimos en…
A
¿20 minutos? (Parpadea la sirena) ¿Qué pasó?
B
Mira, llegó un aviso. (Lee) Por ser un cliente activo y fiel, te informamos que
lanzaremos una serie de actualizaciones que te permitirán obtener pistas
más certeras a un precio bastante accesible. ¡Calma!, para que sepas lo ge-
nerosos que somos contigo, te vamos a obsequiar una actualización gratis.
¡Sí! Totalmente gratis.
152 Protagonía
A
Acepta.
B
Pero ya la tenemos, es Érika.
A
Con la nueva pista comprobaremos.
B
Está bien. (Pausa) Mierda.
A
¿Qué pasa?
B
Nada. Anota. 7 2 1 1 7 1 0 9 9 7 1 1 0 1 1 1.
A
Mierda.
B
Ahora son 16 dígitos.
A
H C B B H B A J J H B B A B B B.
B
Hache ce be be hache be a jota jota hache be be a be be be.
A
No dice nada. Volvemos a no tener nada. Mierda.
B
Si lo volvemos a sumar de 2 en 2…
A
Sería: 9 2 8 9 16 2 1 2. ¿Qué sale?
A
Jota ce i pe ce be ce.
B
Tampoco.
A
Espera, H C B B H B A J J H… ¡Claro!
B
¿Qué pasó?
A
Mira, son patrones que inician con H. Rápido, 7 + 2 + 1 + 1 es… 11.
B
L.
A
Bien. Ahora, 7 + 1 + 0 + 9 + 9 es… 26.
B
Z.
A
Mierda.
B
Y… 7 + 1 + 1+ 0 + 1 + 1 + 1 es… 12. M.
A
Ele zeta eme. (Pausa) No. Hay que sumar de 4 en 4.
154 Protagonía
B
Espera. 11 26 y 12. Y si sumamos las cifras… 1 + 1 es 2; 2 + 6, 8; 1 + 2, 3. 2 8
3 ¿Qué sale con 2 8 3?
A
C I D.
B
¿C I D?
A
CID. Puede ser. Busca si alguien se llama CID.
B
(Busca. Pausa) No hay. Revisaré de nuevo.
A
Espera.
B
¿Qué pasó?
A
CID. CID… ¿Como el Cantar de Mio Cid? Espera, ¡el Cantar de Mio Cid!
B
No entiendo. ¿Hablas del cantar de gesta?
A
Sí. El personaje fue inspirado en alguien.
B
No lo sé. Me parece muy jalado de los pelos.
A
Vamos, piensa. No te pueden decir fácilmente el nombre de quien estamos
buscando.
A
Son dos millones de millones de dólares. Si tú dieras como premio dos mi-
llones de millones de dólares, ¿dejarías que se lo ganen fácilmente?
B
Obvio que no.
A
¿Ves? Piensa, esto está dirigido a personas cultas e inteligentes, ¿recuerdas?
B
Bueno, sí.
A
¿Entonces?
B
No lo sé.
A
Recuerda que hemos dejado todo, absolutamente todo por este premio.
Este es el paso a nuestra felicidad eterna. Esta es nuestra recompensa por
haber estudiado mucho. Por eso hemos podido identificar una pista cul-
tural. Te apuesto que nadie más va a relacionarlo con el Cantar de Mio Cid.
B
¿Y si juntamos los números de 4 en 4?, ¿o de 8 en 8?
A
¿Dudas de mí? (Pausa) Está bien. Junta tus numeritos y cuando tengas una
pista sólida me la dices. Te apuesto que tengo la razón. Te apuesto que esta
vez sí pude encontrar el sentido a la pista.
B
Bueno, no te enojes. Solo quiero seguir con el patrón anterior.
156 Protagonía
A
Está bien.
B
Entonces, 7 + 2 + 1 + 1 es… 11. L.
A
¿Tú no recuerdas en quién estuvo inspirado el Cantar de Mio Cid?
B
No. 7 + 1 + 0 + 9 es… 17. Q. 9 + 7 + 1 + 1 es… 17. Q.
A
No era un nombre complejo, lo tengo en la punta de la lengua... ¿Encontras-
te algo?
B
Aún no. 0 + 1 + 1 + 1 es 3. D. L Q Q D. Ele ku ku de.
A
¿Ele ku ku de? ¿Sigues dudando de mi pista?
B
Ele ku ku de, ¿no se asemeja a algún nombre?
A
No. Ahora ayúdame a recordar cómo se llama el caballero.
B
Espera, 11 + 17 es 28.
A
Solo existe hasta el 26.
B
Calla. Ya lo sé. 17 + 3 es 20. T.
B
¡Espera! Y si lo reemplazo… 2 es C, 8 es I, 2 es C, 0 es A. CICA. (Pausa) Me
rindo.
A
Roberto.
B
No.
A
¿Humberto?
B
Tampoco.
A
¿Cómo estás tan seguro?
B
Porque es Rodrigo Díaz.
A
¡Rodrigo Díaz! ¿Lo sabías? ¡Lo sabías! ¿¡Lo sabías todo este tiempo y no me
dijiste!?
B
Sí, pero me parece que no es él.
A
¿Por qué?
B
Porque tampoco es seguro que se haya basado en él.
158 Protagonía
A
Aún te falta mucho por aprender. (Le da un beso en la frente) Vamos, confía
en mí. ¿Confías en mí? Dime, ¿confías en mí?
B
Estoy aquí contigo, ¿no? Desde el inicio.
A
Desde el inicio. Desde nuestra etapa esclava del sistema.
B
Entonces, ¿Rodrigo Díaz?
A
Sí, busca a todos los Rodrigo y Rodrigo Díaz. Algo debe aparecer.
(B empieza a buscar).
A
(Observa la foto Érika.) Estuvimos cerca de mancharnos las manos con san-
gre inocente. Pobre Érika, casi no la cuenta. No podemos permitirnos fallar.
Debemos hacer un movimiento y este debe ser certero. Si fallamos puede
ser muy malo para ambos. Nos convertiríamos en asesinos. Asesinos. ¿Qué
encontraste?
B
Existen dos Rodrigo Díaz en el registro y uno es Rodrigo Saavedra.
A
¿Saavedra?
B
Sí. Bueno, el primer Rodrigo Díaz tiene 18 años, es soltero, estudiante, juega
online…/
A
/No es él.
A
No lo sé. ¿Qué dice del otro?
B
Tiene 30 años, casado, contador, contextura gruesa.
A
¿Es gordo?
B
Grueso.
A
Déjame ver. (Mira su foto) No es él.
B
¿Por qué?
A
Un caballero no es gordo.
B
Entonces es el primero porque es delgado. Mira.
A
No es él. Es muy joven.
B
No entiendo tu razonamiento.
A
No es razón, es intuición.
B
Bueno. (Pausa) Rodrigo Saavedra tiene 38 años, es soltero, literato, le gusta leer…/
160 Protagonía
A
/Es él.
B
Pero… dijiste que buscamos a Rodrigo Díaz. Él es Saavedra.
A
Sí, como Cervantes.
B
¿Qué tiene que ver Cervantes aquí?
A
Todo.
B
Explícame.
A
(Lee) Rodrigo Saavedra. Edad: 38 años, eso quiere decir que pertenece a
otra época. Mide: 170 cm. Pesa: 70 kg. Contextura: delgado. Estado civil:
soltero. Ocupación: escritor. Eso explica por qué está solo. Hobby: leer poe-
sía clásica, eso quiere decir que le gusta lo bello y lo complejo. Domicilio…
esto sí está un poco lejos.
B
Déjame ver. (Pausa) Esta zona está alejada.
A
Le gusta estar solo, típico de los escritores. Aquí dice que no tiene antece-
dentes penales. Sí, claro. Nivel de peligrosidad: 7.
B
¿7? ¿Por qué?
A
Aquí dice que sirvió al ejército y le gusta escribir sobre la degradación del
ser humano basándose en sus experiencias dentro del ejército.
A
No.
B
Entonces, ¿de qué vive?
A
No lo sé, debe sembrar y criar, o cazar su propio alimento.
B
¿Sabe usar armas?
A
Sí.
B
¿Es él?
A
Temo que sí. Todo tiene conexión con la pista CID.
B
Relación con la literatura, nombre y apellido derivados de caballero y escri-
tor, tiene hazañas de combate, le gusta la poesía clásica.
A
Y tiene familia española, aquí dice.
B
Tengo miedo.
A
Es hora de pensar cómo lo vamos a hacer.
162 Protagonía
B
Debe tener trampas por toda la zona, tiene armas y perros. ¿Tiene perros?
A
No especifica.
B
Estoy seguro que sí. Uno o dos. (Pausa) Tal vez tres.
A
Entonces, tendremos que conseguir un arma.
B
Sí, pero con silenciador.
A
¿Y conviene ir de día o de noche?
B
En este caso da igual. Al mínimo ruido estaremos en peligro, mucho peligro,
demasiado peligro.
A
Ya entendí. Entonces debemos ir de día, así podremos ver dónde pisamos y
procuraremos hacer menos ruido al caminar.
B
Está bien, que sea de día. (Pausa) Escúchame, si vamos a hacer esto, debe
estar muy bien planeado. Primero debemos estudiar el lugar, tenemos que
estudiar su rutina del día, debemos saber todo lo que ocurre en ese lugar.
¿Lo entiendes?
A
¿No podemos llegar y disparar?
B
Definitivamente no. Es muy arriesgado. Hay muchas probabilidades de salir
heridos o morir por atacar precipitadamente.
B
No lo sé, lo que sea necesario para hacerlo de forma segura.
A
Está bien, pero prométeme que si en algún momento existe una oportuni-
dad para atacar, no la vamos a desperdiciar.
B
Está bien, solo no te desesperes. Lo haremos a mi manera, ¿está bien?
A
Está bien. (Pausa) Necesitamos armas, por si pasa algo.
B
¿Algo?
A
Algún percance. Debemos estar preparados.
B
No tenemos mucho dinero y tampoco hemos comido en todo el día. (Pausa)
¿Qué pasa?
A
Nada, tú sabrás por qué tenemos poco dinero.
B
Ya dije que lo sentía.
A
Bueno.
B
¿Tienes hambre?
164 Protagonía
A
Tengo miedo.
B
Compraré un arma para ti.
A
¿Y tú?
B
Debemos comer algo.
A
Está bien.
(B sale).
A
(Mira la foto) Rodrigo Saavedra. Te encontramos. Después de tanto, te encontramos.
(B ingresa).
B
Listo. Pistola y comida por 200 soles.
A
¿200?
B
195 la pistola con 7 balas. Bueno, ahora 6 porque tuve que probar una. Y 5
en comida.
A
¿Probaste una?
B
Sí, para asegurarme de que funcione. Así que ya sabes, solo tienes 6 balas.
A comer.
B
Calla. A comer.
(A y B empiezan a comer).
A
Tienes miedo, ¿no?
B
Sí. ¿Y tú?
A
También. (Pausa) No quieres hacerlo, ¿no?
B
Tú tampoco.
A
Tienes razón, pero debemos hacerlo.
B
¿Te imaginas cómo habrá entrenado a esos perros?
A
No tiene perros.
B
Es imposible que no tenga.
A
¿Por qué?
B
Todos los que viven alejados de la ciudad tienen perros.
166 Protagonía
A
Tienes razón.
B
¿Te has puesto a pensar si Rodrigo sabe que lo están buscando y que ofrecen
una millonada por su cadáver?
A
No… pero si lo supiera, eso quiere decir que debe estar muy bien preparado
para cualquier sorpresa, ¿no?
B
Exacto. Por eso te digo, debemos ir lento pero seguro. El arma aún no tiene
silenciador. Lo compraremos cuando hagamos el ataque. Por ahora su uso
es únicamente de emergencia, ¿está bien?
A
Perfecto. ¿Estamos listos?
B
Sí.
(Silencio largo).
A
¿Estás seguro?
B
Aún no te he enseñado cómo quitar el seguro del arma. Recuerda sujetarla
fuerte antes de usarla y apuntar bien. Solo tenemos…
A
6 balas, ya lo sé.
(Parpadea la sirena).
A
¿Código binario?
B
Sí. Escúchame, con esto confirmaríamos si estamos cazando al correcto,
¿qué dices?
A
Bueno, son ceros y unos, debe ser fácil leerlo, pero… ¿no crees que estamos
gastando mucho?
B
Sería una buena inversión, ¿o quisieras ir directo con Rodrigo Saavedra?
A
(Pausa) Está bien. Ve a comprarlo.
(B sale).
A
Código binario… no creo que sea tan difícil. Total, son ceros y unos.
B
Listo. (Instala la actualización) Te tengo buenas noticias.
A
¿Ah sí? ¿Cuáles?
B
Lo conseguí a menos precio.
168 Protagonía
A
¡Eres un genio! ¿Qué hiciste?
B
Le dije que solo necesitaba la actualización. Entonces, me costó 40 soles.
A
¿Solo la actualización? ¿Venía con algo más?
B
Sí, con un manual para comprender el sistema, pero no nos sirve. Tú me
dijiste que sabes leer código binario.
A
¿Qué? ¿Venía con un manual y decidiste no comprarlo?
B
Tranquilo. Tú sabes leerlo, eso fue lo que me dijiste.
A
Yo no dije eso.
B
Claro que me lo dijiste.
A
Yo no sé leer código binario.
B
Yo tampoco.
A
¡MIERDA! ¡Regresa y dale los 10 soles por el puto manual!
B
Eh… hay un pequeño problema con eso.
B
Me dijo que si volvía por el manual costaría 50 soles.
A
¿Qué? ¿Qué hacemos ahora?
B
Pues… ¿descifrarlo…?
A
¿No puedes ir con el arma a amenazarlo?
B
¿Estás bromeando, no? Ese lugar tiene blindaje por todos lados y su gente
está armada hasta los dientes.
A
Mierda. ¡Qué idiota eres! ¡Cómo pudiste hacer semejante estupidez! ¡Idiota!
B
Tranquilo, por favor. Te juro que escuché eso de ti. Qué idiota soy, lo
siento mucho. (Pausa) No sé qué hacer, me siento torpe. De verdad, lo
siento.
A
Ya, tranquilo. A ver, díctame la pista. Si no podemos descifrar nada, volverás
a ir por el manual.
B
Está bien. Son 6 grupos de 8 dígitos. Anótalo en filas, una debajo de la
otra.
A
Entiendo.
170 Protagonía
B
Okey. 01001000, otro 01110101, siguiente 01101101, 01100001,
01101110, 01101111. ¿Lo tienes?
A
Sí. (Pausa) Mierda, esto está imposible.
B
Tal vez si…
A
¿Tal vez qué?
B
6 x 8 es 48 y entre dos sale 24… aunque es hasta el 26.
A
Cállate.
B
Y si sumamos cada grupo… (Suma cada grupo) Aquí sale 2, o sea C; aquí 5,
F; 5, F; 3, D; 5, F; y aquí 6, G. C F F D F G.
A
Basta, es inútil.
B
Y si lo sumamos en vertical saldría…
A
Entiende que es código binario. Son ceros y unos, no existe otra cantidad.
No puede existir otra cantidad porque dejaría de ser binario.
B
Y si vamos reemplazando las unidades por cada 8 letras sería…
B
Debe haber una forma. Mira, aquí sería B, E, J…
A
¡Ve a comprar ese manual! Por favor.
B
(Pausa) Está bien, lo siento. Estoy en deuda.
(B sale).
A
Cómo se le ocurre no comprar el manual. Por ahorrar 10 gastamos casi el
doble.
(Ingresa B).
B
Tengo una buena y una mala noticia.
A
Ahora qué pasó…
B
¿Recuerdas el manual?
A
Sí.
B
Se agotó.
A
Mierda.
172 Protagonía
B
¡Pero…!
A
¿Conseguiste uno?
B
No.
A
¿Entonces?
B
Tengo una nueva actualización, en esta te dan la pista en letras.
A
¿Letras?
B
Sí.
A
¿Qué esperas?, ¡instálalo!
B
(Instalando) A solo 50 soles.
A
Esta vez no has rechazado nada, ¿no?
B
No. Anota. T I Y N Z C.
A
¿Qué nombre puede salir de aquí?
B
(Observa la pista escrita) Supongo que tenemos que ordenar las letras.
A
TINY.
B
¿Y la Z y la C?
A
Pueden ser su apellido.
B
No me convence. (Pausa) Falta una A para formar “Tany” o “Tyna”. (Pausa).
A
Si mezclamos la C con la I forman una especie de A pero en letra corrida.
Entonces, Tyna Z.
B
Buscaré. (Pausa) Tyna Zarkovic.
A
¿Zarkovic?
B
Sí.
A
(Observa) Empieza en Z y termina en C. Busca Tiny Zarkovic.
B
Está bien. (Busca) No hay.
174 Protagonía
A
¿Algún otro con Z?
B
No.
A
Entonces es Tyna Zarkovic. ¿Qué dice sobre ella?
B
Tyna Zarkovic. Edad: 85 años.
A
¿85?
B
Sí. Mide: 155 cm. Pesa: 60 kg. Contextura: gruesa. Estado civil: casada. An-
tecedentes penales: no registra. Ocupación: jubilada. Hobby: preparar pos-
tres para sus nietos. Domicilio... esto no está muy lejos. Nivel de peligrosi-
dad: 0,1. No, ella no debe ser.
A
¿Preparar postres para sus nietos?
B
Exacto.
A
Bueno, qué se va a hacer. ¿Cuál es el plan?
B
Es un blanco fácil, pero estoy casi seguro que no es ella.
A
Las pistas nos dieron su nombre.
B
Debimos hacer algo mal. Mírala. (Le muestra la foto) Es una abuelita tierna.
B
Pero no se está escondiendo.
A
No me importa, ¿cuál es el plan?
B
¿No te daría pena acabar con alguien que es inocente?
A
Seguro será la carnada de algo.
B
Pobrecita. No, no es ella.
A
Escúchame, las pistas nos dieron su nombre.
B
Pero lo mismo pasó con Érika y Rodrigo.
A
Cuál es el puto plan. (Pausa) ¿Estás conmigo en esto o no? Dime, ¿lo estás
o no?
B
Sí.
A
¿Entonces?
B
Pero… ¿si nos equivocamos?
176 Protagonía
A
Mira todos los intentos que hemos hecho y ha salido su nombre.
(Parpadea la sirena).
B
Debe ser una nueva actualización, ¿la compramos?
A
¿Cuánto dinero nos queda?
B
170. (Pausa) Sí, lo es y cuesta 50 soles. Son letras.
A
Lo mismo que ahora.
B
Con mucha más razón, podríamos confirmar si es o no.
A
Dame una buena explicación para que vayas a comprar en vez de ir por la
abuelita.
B
(Pausa. Observa las pistas anteriores) Bueno, como se puede apreciar aquí,
los números y letras deben estar en función de algo que están buscando los
organizadores. Entonces…/
A
/Al grano.
B
Todas las pistas están relacionadas. Si compramos esta actualización, la pode-
mos comparar con la anterior, que son letras, y deben dar el mismo resultado.
A
¿Y por qué no la comparamos con las pistas anteriores?
A
Está bien, ve a comprarlo.
(B sale corriendo).
A
Tiene razón, con letras seremos más certeros.
A
Qué complejo sería relacionar los números. Son demasiadas posibilidades
de combinación. (Pausa) ¿Qué pasó?
B
Lo haré de nuevo.
A
¿Por qué?
B
No lo sé, creo que lo cancelé.
A
¿Acaso no sabes leer?
B
No es eso. (Pausa) Qué extraño, mira, el aceptar y el cancelar están inverti-
dos. Por eso le di al cancelar, porque allí normalmente está el aceptar.
A
Qué raro. Bueno, ¿cuál es la pista?
178 Protagonía
B
Anota. O N A M U H.
A
(Pausa) ¿Dónde está la conexión entre T I Y N Z C y O N A M U H?
B
Seis letras y solo una se repite. Mierda.
A
Vamos por la abuela.
B
¿Y si nos equivocamos? Seremos asesinos, ¿eso es lo que quieres?
A
No.
B
Entonces debemos ver qué nos sale con O N A M U H, empecemos con la N
porque es la que se repite.
A
Bueno, está bien.
B
¿MOHANU?
A
Me parece que suena bonito y existente. Busca.
B
NOA HUM me parece más existente.
B
(Busca) Sí existe MOHANU. Es un apellido rumano.
A
¿Rumano?
B
Sí, y hay muchas personas con ese apellido.
A
¿Alguno vive cerca?
B
(Pausa) No. Todos son de Rumania y viven allá.
A
Mierda. (Pausa) Y… ¿NOA HUM?
B
(Pausa) Existe. NOA HUM. Edad: 4 años.
A
¿4 años?
B
Sí. ¿Por qué ofrecerían tanto por el cadáver de un niño?
A
No lo sé. ¿Qué más?
B
¿Vamos a matar a un niño?
A
El organizador tendrá sus motivos.
180 Protagonía
B
Nos estamos equivocando.
A
¿O prefieres a la abuelita?
B
Algo estamos haciendo mal. ¿Por qué ambas pistas que se supone que da-
rán un mismo resultado, nos dan personas de edades totalmente opuestas?
Mira su rostro de NOA HUM, es una ternurita.
A
Okey. Entonces vamos por la abuela.
B
No. (Le detiene) Vamos a seguir analizando.
A
Entiende que estamos atrasados.
B
Lo entiendo perfectamente, pero dime, ¿te arriesgarías a matar a un ino-
cente, a convertirnos en asesinos, a ir presos y no cobrar nada por lo que
hemos estado trabajando por un largo tiempo? (La sirena parpadea) Mira,
eso significa que aún no encuentran lo que buscan. ¡Ni los que tienen el
manual de código binario han podido encontrar lo que buscan! Eso quiere
decir que no estamos atrasados.
A
(Pausa) Tienes razón, ¿qué habrá pasado con todos? ¿Habrán muerto? ¿Se
habrán retirado?
B
No lo sé, pero lo único que sé es que eso (señala la sirena) es una oportuni-
dad más para ganar ese premio.
A
¿Cuánto cuesta esta vez?
A
¿Cuál?
B
Esta vez son números y letras. Podremos relacionarlo con ambos tipos de
pista.
A
Qué esperas, ve a comprarlo.
(B sale).
A
¿Todo esto está relacionado? (Observa las pistas) Pero son tan diferentes
unas de otras.
B
Anota. 0 2 0 2 2 0. ¿Listo?
A
Sí.
B
Debajo coloca…
A
¿Qué pasa?
B
Nada, nada. Anota. H W M C O O.
A
Cada vez se pone más complejo.
182 Protagonía
B
Sí.
A
Siguen siendo seis cifras.
B
Sí.
A
¿Qué alteración de código binario es esta?
B
No lo sé.
A
H, W. H está debajo de un 0, puede que no se deba alterar. H. Ahora, W está
debajo de un 2. W es doble V. W es 23 pero V es 22.
B
¿Qué haces?
A
Cállate, creo que los números son alteraciones para las letras.
B
No entiendo.
A
Mira. W está debajo de un 2. Ahora, W es doble V. W es 23, pero V es 22. 22
entre 2 es 11. L.
B
¿H L?
B
¿H D?
A
Tampoco. Espera. Antes salió 11. Si al 11 le quito estos 3 porque todo se
está disminuyendo sería 8. I. H I… ¿Qué pasa?
B
Nada.
A
Sigamos. M vale 12, no es doble N y está debajo de un 0. Pero tiene dos ce-
rritos. Entonces, no está debajo de un 0 sino de un 20. Entonces, 20 menos
12 es 8. I. No, no puede ser. Doble cifra, dos unidades, dos cerros… 2, 2 y 2 es
igual a 6… me faltan 2 para el 8. ¿C? No, pero si le sumo 2 al 8 me sale 10. K.
B
Qué mierda estás haciendo. ¡Imposible! No tiene ningún sentido.
A
¿Qué pasa?
B
Nada.
A
10. (Pausa) ¡Claro! A ver, ya entendí esta parte. Si aquí dije que es 20 y lo
divido entre los dos cerritos de la M me sale 10. O sea, K. H I K.
B
Te estas equivocando, no estoy entiendo nada.
A
¿Qué tienes? Estás nervioso.
184 Protagonía
B
Nada.
A
Dime qué es lo que tienes.
B
Nada, ya te dije que nada.
A
Bueno, no digas. Ve buscando H I K.
B
(Pausa) Mierda.
A
Déjate de huevadas y dime qué tienes. ¿Acaso conoces a alguien cuyo nom-
bre sea de seis cifras y tenga las letras H I K? (Pausa) Te estoy hablando.
(Pausa) ¡Dime!
B
Sí.
A
¿Qué? ¿Dijiste sí?
B
Sí…
A
¿Quién? ¡Dime!
B
La chica con quien salí… se llama HIKARI.
A
¡HIKARI! Esa maldita perra.
A
Bueno, quizá tu tampoco.
B
Cállate.
A
(Pausa) Bueno, según la pista, aquí dice que sigue la letra C y que está deba-
jo del número 2... C vale 2. PERO, solo es una cifra. Así que… si le restamos
2 al 2 nos sale 0… A.
B
No puede ser. Lo estás inventando todo.
A
¿Cómo conociste a esa tal Hikari?
B
Se me acercó mientras estaba siguiendo algunas pistas pasadas. Me saludó
y me empezó a hablar.
A
Ah, eso quiere decir que ella sabía que la estabas buscando.
B
¡No es ella!
A
¿Has escuchado el dicho “ten a tus amigos cerca y a tus enemigos más
cerca”? Estoy seguro que eso está aplicando HIKARI.
B
Cállate.
186 Protagonía
A
Bueno, seguiré con la pista. Sigue O y está debajo de un 2. O vale 15, eso quiere
decir que no está debajo de un 2 sino de un 20. Entonces, 20 menos 15 es 5. F.
B
¡Ves! Te dije que no es ella.
A
PERO, si divido el 5 entre 2 sale 2,5. Como sabes, medio punto a favor del
alumno… entonces es 3.
B
D.
A
NO. Porque a la O le sumo estos 3 y sale R. HIKAR.
B
Mierda, no es posible. Ella no, por favor. Ella no.
A
¿Qué sabes de ella?
B
No mucho.
A
¿Por qué?
B
Porque hablamos de otras cosas en vez de nuestra vida personal.
A
Pero… dijiste que comprarías una casa y viajarías con ella, incluso que te
podrías casar con ella.
B
Lo sé, es que hubo química. Tú no…/
B
Sí...
A
Bueno, la última letra es O, vale 15 y está debajo de un 0. Si aplico la fórmu-
la de la M sería: 15 entre 2. 7,5. PERO medio punto a favor del alumno, así
que es 8. I. HIKARI ¿Quieres más pruebas? (Pausa) Busca HIKARI por favor.
(Pausa) Busca HIKARI. (Pausa) ¡BUSCA!
B
Mierda, está bien. (Busca) Nombre: Hikari.
A
¿Qué más?
B
Eso es todo.
A
¿Qué? Déjame ver. (Observa la información) No puede ser. No registra ni
edad, estado civil, ocupación, domicilio, ¡nada!
B
Qué raro, debe ser porque no es ella.
A
Qué idiota te ves defendiendo a una desconocida que incluso lo es para el
sistema. Ahora puedo estar seguro que sí es ella. Mira, solo aparece su nom-
bre, me dices que se acercó a ti de la nada y que no te habló de su vida per-
sonal. Todo está muy extraño y sospechoso. ¿Sigues dudando que es ella?
B
Sí.
188 Protagonía
A
Carajo, es ella y te utilizó para despistarte. Ahora, este va a ser el plan para
lograr todo de forma efectiva. Debes ser tú quien haga el trabajo.
B
¿Yo?
A
Sí.
B
(Pausa) Espera, ¿me estás pidiendo que mate a la chica que me gusta?
A
Ya te conoce, no se esconderá. Si voy yo se puede alarmar y eso complicaría
todo.
B
No, no puedo.
A
Claro que puedes. Yo iría, pero por lo que veo Hikari sabe que la están bus-
cando.
B
No. No es ella. Me dijo que ha empezado de nuevo, que era una nueva per-
sona.
A
Date cuenta, entonces sí es ella, algo habrá hecho antes. (Pausa) Entiende,
te utilizó para despistarte, todo lo que ha hecho contigo es parte de su es-
trategia.
B
No, estás equivocado. Ella es diferente. Me hace sentir feliz.
B
Lo siento, no puedo hacerlo.
A
Esa maldita perra, estoy seguro que todo lo ha planificado.
B
No le digas así.
A
¿Me vas a pegar por llamarle perra a esa perra? (Pausa) Ya veo, estás dis-
puesto a pegarle a tu compañero de vida por defenderla.
B
Se acabó, me quito.
A
¿Estás dispuesto a abandonar el premio por ella? ¿O sea que quieres volver
a tu antigua vida de mierda donde te has quemado las pestañas estudiando
una carrera para terminar trabajando en un empleo de mierda diferente a lo
que has estudiado, donde te explotan como esclavo y te pagan unos míseros
centavos que ni te alcanzan para comer? ¿Estás dispuesto a abandonar a
tu compañero de vida que decidió juntarse contigo para tener más proba-
bilidades de ganar ese premio? Escúchame, sabes que en cuanto Hikari se
sienta en peligro se irá sin darte explicaciones, ¿no? También sabes que los
demás participantes la van a terminar matando, ¿no? (Pausa) Mírame a los
ojos y dime que quieres volver a tu antigua vida de mierda. Mírame.
B
(Silencio) No.
190 Protagonía
A
¿Lo harás?
B
(Afirma con la cabeza. Pausa) Estás seguro que es ella, ¿no?
A
Completamente. Vamos, ponte la corbata, acomódate la camisa y… el plus
final… (Saca un frasco pequeño y le rosea un perfume a B) ¡Perfecto! Confío
en ti. (Le da un beso en la frente) Ve. (Pausa) ¿Qué pasa?, ¿qué haces?
B
Quiero esperar 10 segundos por si la sirena vuelve a parpadear.
A
Está bien.
A
Es el momento, tienes que ir. Confío en ti.
(B sale serio).
A
Esa perra, lo enamoró y lo ha estado distrayendo todo este tiempo. Espero
que sea, así mato a dos pájaros de un tiro. Sea como sea, él volverá a estar
centrado aquí y así podremos cobrar la recompensa pronto y seremos feli-
ces por toda la vida.
(B ingresa).
B
Lo hice. Debemos bajar rápido porque el cuerpo no está muy oculto. Voy al
baño.
(B sale).
(Parpadea la sirena).
B
Mierda…
A
¿Qué? No puede ser, ¿no era ella? Mierda. (Se acerca a mirar la pizarra) ¿En
qué fallé?
B
No era ella…
A
No comprendo en qué pude haber fallado. Lo siento.
B
No era Hikari… (Le empuja) No era ella… (Le empuja).
A
Hey… (B continúa empujándole) Basta. Basta. Deja de empujarme. Tranquilí-
zate, ¡tranquilízate, mierda! (B se detiene) Escúchame, lo siento, de verdad, lo
siento. No comprendo en qué fallé. (B se aparta y se dirige a un extremo del
cuarto) Lo siento mucho. (A continúa analizando las pistas. Silencio).
B
Nos han obsequiado una actualización.
A
¿Ah sí? ¡Qué bueno! Ahora sí podremos encontrar a la persona correcta, sin
distracciones.
192 Protagonía
B
¿Qué dijiste?
A
Nada.
B
(En voz baja) Qué hijo de puta.
A
Entonces, ¿cuál es la pista?
B
(Pausa) Dice que estamos buscando a un hombre de contextura delgada,
soltero, vive muy cerca de aquí, no está trabajando, es egoísta, es un idiota,
un estúpido, un maldito imbécil.
A
¿Eso dice? (Mira a B) ¿Por qué me estás mirando así?
B
Porque estoy viendo a esa persona ahora mismo.
A
¿Qué?
B
Me dijiste que estabas seguro que era Hikari, me convenciste de que era
ella, que me utilizó, que soy un idiota por caer en su estrategia. ¡Y NO ERA
ELLA! Tú nunca vas a comprender lo que siento porque fui yo quien tuvo
que hacerlo, FUI YO. Tuve que matar al posible amor de mi vida por tu culpa.
A
No sabía que pasaría esto. Todo encajaba en que era ella. Te lo juro. Cometí
UN error, tú has cometido varios.
A
Cómo me explicas que no tenga ningún registro.
B
Me dijo que estaba empezando de nuevo.
A
Eso no le favorece, puede ocultar algo muy oscuro.
B
¿Y eso qué importa?
A
Importa mucho.
B
No importa ni una mierda porque no era ella, porque no era a quien buscan,
porque la sirena parpadeó de nuevo. ¡MIERDA! Hikari me dijo lo que signi-
fica su nombre, ¿sabes qué significa HIKARI? ¿No? Significa LUZ. Eso quiere
decir que me has hecho matar a la única luz que encontré en mi vida. Maté
a quien alumbró mi vida. ¿Entiendes? La maté.
A
Quieto. Escúchame, sabes que toda la información que estuvimos recibien-
do, de acuerdo a cómo vamos a enumerar y colocar el abecedario, lo hacía
pensando en los dos. ¡Quieto! Todo ha sido siempre en beneficio de ambos.
B
¿De ambos?
A
Sí. Quieto.
194 Protagonía
B
Entonces, ¿dónde está mi beneficio?
A
Quieto o disparo.
B
No puedes.
A
Lo haré.
B
No, porque nunca te enseñé cómo quitar el seguro.
B
Eres una mierda de persona. Una puta mierda de persona.
A
¿Que soy una mierda? (A empieza a asfixiar a B) ¿Soy una mierda, yo? ¿Que
todo el tiempo pienso en nuestra felicidad? Imbécil, la vida no se termina
por una mujer, la vida siempre sigue. Y si tanto quieres estar con ella… dé-
jame ayudarte. Carajo, sabes que aquí tienes una oportunidad de ser feliz,
pero estás decidiendo mandar todo a la mierda por una maldita perra que
incluso ahora está muerta.
B
Vete a la mierda.
A
¡Yo te quiero mucho, huevón! No soy esa persona de mierda sin sentimien-
tos que crees que soy. Y si tanto quieres estar con ella, yo te lo complaceré.
¿Eso es ser una mierda? ¿Complacer tu deseo incluso estando en desacuer-
do es ser una mierda? Bueno, entonces soy una mierda que complace el
pedido de su amigo, de su compañero de vida. (Pausa) Descansa en paz y sé
feliz con Hikari, tu luz.
A
Lo siento, te quiero.
A
De verdad nos obsequiaron una actualización. (Empieza a escribir la pista
en la pizarra) J W Ñ A O O y debajo… 2 2 2 0 2 0. Nuevamente seis cifras.
(Pausa) J con el 2. (Mira el abecedario) J y 2. Si a J le aumento 2 es L y si
le disminuyo es H. H… esta letra la he visto mucho en las pistas. Haré dos
filas. (Escribe L y debajo H) W y 2. Si a W le aumento 2 es Y (lo escribe al
lado de la L), y si le disminuyo es U (lo escribe al lado de H). Ñ y 2. Si a Ñ le
aumento 2 es P (lo escribe), y si le disminuyo es M (lo escribe). A y 0. Eso
quiere decir que queda igual. O y 2. Si a O le aumento 2 es Q (lo escribe), y si
le disminuyo es N (lo escribe). Y, por último, O y 0. Eso queda igual. LYPAQO
y HUMANO. ¿HUMANO? (Observa las demás pistas. Aplica lo mismo en la
pista HWMCOO cuyo resultado es HUMANO) ONAMUH… dijo que estaba
invertido. Mierda. ONAMUH es… HUMANO al revés. ¿Y tú? (Observa la pista
TIYNZC. Se da cuenta que la H está en la misma línea que la T) ¡Mierda! T
es el paralelo de H. I es paralelo de U. Y de M. N de A y Z, debe ser A. Z de
A y N, debe ser N. Y C de O. HUMANO. ¡Mierda! Si lo transformo a números
sería: 7 21 12 0 13 15. (Pausa) Aquí están estos mismos números. (Pausa.
Ingresa el sonido de una sirena de policía muy suave) Estaban ofreciendo
dos millones de millones de dólares por matar a HUMANO. Dos millones
de millones para acabar con los humanos. Debe ser por eso que quienes
tuvieron el manual del código binario se habrán retirado. (Pausa) No creo
que estén matando a todos. (Suena la canción rutinaria del inicio y el sonido
de sirena va aumentando junto a la canción rutinaria) Humano. Todo esto
para acabar con los humanos. Acabé con mi compañero de vida y con su luz.
Humano. Dejamos todo por esto. (Pausa) ¡MIERDA! (Arrojando los papeles
que tiene en la mano al suelo. La luz va desapareciendo y observamos la
misma imagen del inicio: B en la cama y A de pie mirando la pizarra. Fuera
luz. Las músicas se intensifican).
TELÓN
196 Protagonía
198 Inopia de un dios salvaje
INOPIA
DE UN
DIOS
SALVAJE
Alejandro Tagle
Correo electrónico:
alejandrotaglem@gmail.com
Celular:
948551340
Instagram:
@alejandrotaglem
PERSONAJES
Vania: actriz de 20 años.
Bruno: actor de 20 años.
ESPACIO
Ciudad de Lima, distrito de Villa María del Triunfo, exteriores del colegio
Túpac Amaru, ubicado en av. Pachacútec 2080. Este último es uno de los
barrios más peligrosos debido a su alta tasa de asesinatos, robos a mano
armada y rapto de niños. Un cuartucho de la ciudad escondido por algún
lugar. Un cuarto del hospital Rebagliati en donde se encuentran personas
en estado de coma.
TIEMPO
2008
(El 18 de febrero del año 2008 vemos a Vania y a su papá comiendo helado
y esperando un carro que los lleve de regreso a su casa. Se encuentran fren-
te al colegio de ella. Su papá es alguien mayor y no le suelta la mano).
Vania
(Se apagan las luces excepto la de ella) ¡Hola! No los había visto. Ayer vi-
nieron otras personas. Soy Vania de la Valle Balarezo, mucho gusto. Nací
en la ciudad de Lima el 18 de febrero de 1998 en el distrito de Villa María
del Triunfo, mi número de teléfono: 2613852. El momento de mi vida que
les voy a contar es lo único que se repite en mi cabeza desde que soy niña.
Sucedió cuando tenía diez años, (con dificultad) en ese entonces era el año
2008 si no me equivoco. Mis papás se llaman José Carlos de la Valle y María
Claudia Balarezo, nunca aprendí sus segundos apellidos. Mis papás siem-
pre me decían ser un milagro. Por su edad no podían tener hijos, lo habían
intentado pero nunca funcionó. Así que asumieron que no podían tenerlos
hasta que llegué yo. Mi papá, quien me está agarrando la mano y tiene el
helado de chocolate, es un exobrero retirado que sufrió un accidente en la
cadera, además en este entonces es una persona de unos 67 años si no me
equivoco, debido a eso dejó de trabajar. Con el sueldo que le da el Estado
por incapacidad, compra las cosas necesarias para la casa, no es mucho.
Disculpen, no hablo mucho de mi familia, me pone tensa. Mi mamá teje bu-
fandas, guantes, gorritos, todo de diferentes colores. Los vende en un para-
dero de bus que está… por esa cuadra (señala al frente). Ella tiene ahorros
guardados para mi universidad, siempre me dice “de sol en sol, se llega al
sol”. Sabe rimar muy bien. Ella me enseñó a recitar para las actividades por
el aniversario de mi colegio. Si algún día están por la estación Villa María,
pueden ver a mi mami, siempre está al costado de la bodega de doña Clarita,
donde venden los mejores alfajores. Le pueden comprar todo lo que quie-
ran, nosotros se los vamos a agradecer… y si hace mucho calor, invítenle
algo, se lo merece.
(Vania sale. Se encienden las luces y vemos un cuarto viejo y vacío. Ahí se en-
cuentra un niño de unos 11 años. En una esquina, mirando el techo y jugando
a dibujar cosas en la pared con su dedo, está con una ropa gastada y tiene un
libro pequeño con el que juega también. Se enciende una luz y tiran a Vania
dentro del cuarto. Bruno la ve como algo nuevo. Ella lleva sus manos a su
rostro y se calma poco a poco, se lo limpia y con mucha parsimonia comienza
a ver el cuarto desde el lado derecho hasta el izquierdo, cuando llega a este
lado se da cuenta de la presencia de Bruno, quien sigue mirándola).
Vania
¿Quién eres tú? Oye, te hablo a ti. ¿Sabes dónde estamos?
Bruno
Creo que... en la oscurid...
Vania
Oscuridad. ¿Estás con ellos?
Bruno
¿Con quiénes?
Vania
Con ellos.
Bruno
No entiendo.
Vania
Si eres uno de los que me trajo aquí.
Vania
¿Hay un modo de salir de aquí?
Bruno
¿Qué se supone que eres? ¿Eres un nuevo cocholate?
Vania
Atrás, o te aruño.
Bruno
No, no, no me aruñes, ya me han aruñado, ya no quiero que me aruñen más.
Vania
No te voy a aruñar, pero hazte para atrás.
Bruno
¿Cómo hago eso?
Vania
Ve hacia atrás.
Bruno
No entiendo. ¿Cómo vas hacia atrás? (Intenta hacerlo) Solo puedo ir hacia
adelante.
Vania
¿Me estás tomando el pelo?
Bruno
No te estoy tocando.
Vania
Olvídalo. ¿Hay una manera de salir de aquí?
Vania
Sí. ¿Te pasa algo?
Bruno
No, solo nunca había visto a ti. (Señalando su estómago) Eres, no sé, siento
cosas aquí y hueles rico, seguro también sabes bien.
Vania
Se dice nunca te había visto a ti, aunque eso ya es una redundancia, porque
ya me lo estás diciendo a mí. (Comienza a investigar la habitación lenta-
mente).
Bruno
Ni yo a ti.
Vania
No, se dice así (parada en un escritorio que da a una ventana y gesticulando
palabra por palabra): “nunca-te-había-visto-a-ti”.
Bruno
Yo tampoco te he visto. ¿Cómo te llamas?... Mi nombre es Bruno. (Le extien-
de la mano).
Vania
(No se la da) Vania.
Bruno
¿Eres niña?
Vania
Sí.
Bruno
Yo soy niño.
Vania
(Señalando la ventana pequeña que está arriba de la pared) ¿A dónde lleva
esto?
Bruno
Por ahí se puede ver el sol, es su casa.
Vania
¿Es su casa?
Bruno
Sí, a veces sale y a veces no, depende de si se siente triste o feliz, porque
cuando uno está feliz quiere mover el cuerpo al ritmo de la luz, pero cuando
uno está triste quiere sentarse ahí y volverse una esquina hasta desapare-
cer.
Vania
Creo que es la ventana hacia una cochera.
Bruno
¿Chocera?
Vania
Cochera.
Bruno
Chocera. ¿Qué es?
Vania
¿No sabes que es una cochera?
Vania
Es una casa en donde duermen los carros de noche.
Bruno
Carros, hay carros aquí. Yo una vez tuve un carro de color luz de luna, pe-
queñito como esos animalitos que se llevan el resto de cocholate. Pero aquí
son de color envoltura de cocholate. (Agarra el libro) ¿Quieres ver?
Vania
Se llaman hormigas. Eso puede servir para romper esto. ¿Me lo prestas?
Bruno
(Alterado) No lo puedes romper. El sol y la luna pueden escapar o derra-
marse, pueden jamás volver a su estado, como el agua que sale de mis ojos.
Si no vuelven me quedaría a oscuras para siempre y me ahogaría en este
silencio grande y oscuro. Si me quedo a oscuras las sombras pueden venir y
quedarse aquí, si no se van nunca, el dolor sería... sería...
Vania
¿Constante? ¿Eterno?
Bruno
Las sombras serían todo.
Vania
¿Las sombras?
Bruno
Sí. ¿Nunca han ido por ti?
Vania
No, ¿dan miedo?
Vania
Lo siento, no tengo… ¿Esas sombras te lastiman?
Bruno
Sí, a veces, casi siempre, pero ya estoy acostumbrado a sus vientos fero-
ces, ¡además hay cocholate! (Tratando de evitar el tema) ¿Qué sabor es tu
favorito? El mío es el que sabe a azul.
Vania
¿Desde hace cuánto tiempo estás aquí?
Bruno
No recuerdo… El único recuerdo que tengo antes de esto, es que corría mu-
cho alrededor de una cosa grande y marrón con muchas cosas verdes alre-
dedor.
Vania
¡Un árbol!
Bruno
¿Qué es eso?
Vania
Eso que describes se llama ár-bol. Sigue.
Vania
¿Podría ser... tu mamá? ¿Tal vez?
Bruno
¿Mamá?
Vania
Sí, yo tengo una, debe estar esperándome.
Bruno
¿Qué es mamá?
Vania
Es… es una niña grande que te cuida, te da abrazos, te ayuda con las tareas,
te da comida, te lee cuentos, te da besos y te protege de todo. Tú también
debes tener una mamá.
Bruno
¿Yo también tengo una? ¿Me va a proteger de todo? ¿Hasta de las sombras?
Vania
¡De todo!
Bruno
Uau, es como mis puños y mis gritos. (Secándose las lágrimas) A veces ima-
gino que el sol me cuida con su calor que viene de ahí. ¿Eso es mamá? ¿Una
niña grande más calurosa que el sol?
Vania
Es más abrasador que el mismo sol y todas las estrellas juntas.
Vania
No, pero… si quieres podemos compartirla. ¿Te gustaría?
Bruno
O mejor… tú puedes ser mi mamá. Sí, y así estaríamos juntos defendiéndo-
nos de todo, ¿me das un abrazo?
Vania
Yo no soy grande, aún no lo soy, además mi mamá no me deja tocarme con
niños, dice que esas son cosas de adultos.
Bruno
Pero tu mamá no está.
Vania
La tuya tampoco, por eso hay que salir a buscarla.
Bruno
Tú eres mi mamá.
Vania
No soy.
Bruno
¿Puedes? Por favor, ¿sí?
Vania
No, no me sigas. ¡Basta!
(Voz en off de adulto: “¿Qué pasa ahí? No me hagan ir, o los voy a golpear
hasta que no puedan vivir”. El sonido de la narración continua).
Vania
Suenan como gigantes.
Vania
Estás muy desesperado por el contacto físico. (Forzando la manija de la
puerta) No puedes hacer eso.
Bruno
(Señala el libro) Pero estas personas de aquí lo hacen y recuerdo que al-
guien lo hacía conmigo y me sentía feliz, como cuando como cocholate, era
niña como...
Vania
Yo. Sí, lo sé. ¡Déjenme salir! ¡Auxilio! ¡Mamá! ¡Papá, levántate! ¡Asesinos!
¡Déjenme salir! ¡Quiero salir! ¡Ayuda!
Bruno
Ay, ¡gritas muy fuerte!
Vania
¡Grita conmigo!
Bruno
¡Me da miedo gritar!
Vania
¡No te escucho!
Bruno
¡Me da miedo gritar!
Vania
¡¿Qué?!
Bruno
¡ME DA MIEDO GRITAR!
Vania
Es enorme.
Bruno
(Tomando valor) Sí. (Se dirige hacia la puerta).
Vania
No vayas.
Bruno
Tengo que.
Vania
No, ¿por qué?
Bruno
Te harán daño si no voy.
Vania
Puedo aguantar.
Bruno
Es como si mucho frío pasara por tu espalda hasta que chorrea mermelada
roja, quédate ahí.
Vania
¡Puedo aguantar!
Bruno
¡No puedes! Nadie puede.
Vania
¡¿Qué te hicieron?!
Bruno
Lo que te hacen cuando haces bulla.
Vania
¿Qué?
Bruno
(Tocándose la espalda) No es nada, pero si me das la mano me sentiré me-
jor.
Vania
Estás sangrando. Déjame ver.
Bruno
No es nada, estoy bien. (Sonríe) ¡Ya ves!
Vania
¿Seguro? Podemos ver cómo limpiarla.
Bruno
Estoy bien.
Vania
Eres muy valiente.
Bruno
¿Qué es eso?
Bruno
Hay mesas, un cuadrado con personas moviéndose adentro, lágrimas ama-
rillas acomodadas y madera. Hay un niño muy pegado al pecho de la niña
grande y un lobo amarrado.
Vania
Un televisor, tal vez las lágrimas sean cerveza y alguien está amamantando,
pero… ¿un lobo?
Bruno
Sí, y cuando te ve dice ¡wooouf!, ¡wooouf!
Vania
¡Es un perro!
Bruno
¿Los perros comen carne y son de tu tamaño?
Vania
Algunos sí. ¡Ya sé! Tú ayúdame a escapar y yo te doy un beso y un abrazo
cuando salgamos.
Bruno
¿De verdad?
Vania
¡Sí! ¿Aceptas?
Bruno
Dos besos y dos abrazos.
Vania
Un beso y dos abrazos.
Vania
Tranquilo, Bruno, no te va a pasar nada, te prometo que yo te voy a proteger.
Bruno
No puedes, las sombras están por todo el lugar, están regadas aquí, allá y
son grandes y altas y fuertes y cortan y arden y duelen afuera, dentro, arri-
ba, abajo...
Vania
Pero si lo intentamos juntos tal vez podamos...
Bruno
No, olvídalo, tengo... tengo miedo…
Vania
¿Lo intentamos? (Silencio) Te prometo que te voy a proteger, ¿sí?
(Silencio).
Bruno
Sí, está bien.
Vania
¡Perfecto! (Salta de alegría) ¿Cómo salimos?
Bruno
(Pensando) Podemos esperar a que venga el sol y decirle que nos lleve con él.
Vania
O podemos romper esa ventana con tu libro y salir por ahí.
Vania
Tal vez, pero así podríamos salir. ¿Quieres los abrazos, no?
Bruno
Sí, pero esto es lo único que tengo desde siempre.
Vania
¿Puedo ver tu libro?
Bruno
(Pega el libro hacia el centro de su pecho) Ten.
Vania
Ya te dije que no te voy a tocar más hasta que salgamos… Déjalo en el suelo
y retrocede. (Bruno no entiende) Camina hacia la puerta. Sin trampas, más
atrás, más atrás, más. Ahí está bien.
Bruno
Tiene dibujitos.
Vania
La vida es sueño y Romeo y Julieta para niños. ¿Ya lo has leído?
Bruno
Aún no.
Vania
Pero si llevas acá tanto tiempo, (pesándolo) ¿por qué aún no lo has leído?
Bruno
El tiempo no me alcanza. Además, tiene dibujitos.
Vania
(Abriendo el libro) ¿Has leído esta dedicatoria?
Vania
(Leyendo) Espero que goces de esta literatura tanto como yo, cuando cum-
plas edad la entenderás mejor. Nunca dudes de nuestro amor, querido hijo
soñador, eres la luz de nuestras vidas y la alegría de nuestro corazón… Eres
nuestro helado en primavera y chocolate caliente cuando ya no hay sol. Con
amor, papá, la renegona de mamá y también tu hermanita, la niña de la flor.
Bruno
¿Eso dice?
Vania
Tienes una familia.
Bruno
¿Tengo familia?
Vania
¡Tienes una familia!
Bruno
¡Tengo una familia!
Vania
¡Y te aman!
Bruno
¿Amor?
Vania
¡Sí, amor!
Bruno
¿Cómo? ¿Abrazos y besos?
Bruno
No.
Vania
¿No quieres abrazos y besos?
Bruno
Sí los quiero, pero no podemos salir. No perdonan eso. Te mentí, antes hubo
alguien más aquí. Era niño, Kevin, mi amigo. Tenía una risa clara como calor,
pero de color luna, jugábamos a los aviones, era divertido. Una vez, se olvi-
daron de cerrar la puerta y él salió. Cuando estaba a punto de llegar al otro
extremo… (silencio)… no llegó. Si tú eres bueno con ellos, ellos son buenos
contigo, ya te lo dije, ellos no perdonan eso.
Vania
¿No lo perdonan? ¿Buenos? Esos hombres te llevaron lejos de tu familia, te
hicieron daño, mataron a tu amigo... Esos hombres golpearon a mi papito
tan fuerte que de su cabeza brotó un río de sangre espesa. Mi papito es
jubilado, es mayor y no puede levantarse solo. No pienso ser buena con
ellos, pienso darles problemas y problemas hasta que me suelten, hasta que
vea a papá bien arriba con su sonrisa y su cariño.
Bruno
¿Y si atacaron a mi familia también?
Vania
Es lo más seguro… Te prometo que si salimos de aquí, si me ayudas con
esto, te daré mil besos y abrazos y también a mis papás y también a los
tuyos. ¿Te parece? ¿Sí?
Bruno
Eso me gustaría.
Bruno
¿Como cocholate?
Vania
¡Sí! Solo que son como cincuenta más.
Bruno
¿No tienen cuenta?
Vania
No, son como cien más.
Bruno
No entiendo, perdón.
Vania
No, tranquilo, imagina un chocolate... ahora dos... ahora muchos más, mu-
chos más de los que puedas imaginarte.
Bruno
Puedo imaginar todo este cuarto lleno de cocholate.
Vania
¡Sí! Eso son los besos y los abrazos, son muchos cuartos llenos de todo el
chocolate del mundo. Y para tenerlos tenemos que irnos. ¿Qué dices, Bruno?
¿Sí? ¿Quieres que nos vayamos?
Bruno
Mmm... A veces hay que sacrificar cosas, ¿verdad?
Vania
A veces, sí. (Bruno le da el libro) ¿Quieres hacerlo tú?
Bruno
Espera, cuando rompamos la ventana sonará muy fuerte y ellos vendrán.
Bruno
Yo detengo la puerta y tú te vuelas con el sol a buscar a mis papitos, pero le
dices a la luna que se quede a cuidarme.
Vania
Los dos podemos salir por la ventana, solo que hay que hacerlo lo más rá-
pido que podamos y sin mirar atrás. Aunque por aquí solo pasaríamos uno
por uno.
Bruno
No te preocupes, Vania, yo confío en que no me vas a olvidar.
Vania
Volveré por ti, ¿sí? Aguanta un poco más.
Bruno
Aquí te espero.
Vania
(Sube al escritorio) ¿Estás listo?
(Bruno se apoya con todas sus fuerzas sobre la puerta. La narración acaba
y se escucha “¡clasificamos!, ¡clasificamos!”. Se oye también, levemente, mú-
sica cumbia bailable de celebración).
Bruno
Listo.
(Vania rompe la ventana, los vidrios caen y entra una luz. Se escucha “apaga
eso, rompieron la ventana”).
Bruno
¡La luz de luna se derrama sobre ti! ¡Búscame! ¡Estaré esperando tus
abrazos!
Bruno
(Se encuentra deteniendo la puerta con todas sus fuerzas. Llega un pun-
to en que no puede más) ¡Paren! ¡Paren! ¡PAREN! (En esta última palabra
todo se detiene. Aparte, para el público, regresa la luz de inicio que Vania
usó en su soliloquio. Ella queda quieta y él deja la puerta para hablar con
el público, como un joven). Un momento por favor, necesito respirar, me
estoy ahogando. (Respira hondamente) Todos necesitamos respirar. Mi
nombre es Bruno. Yo fui raptado cuando tenía tres años de edad. Mis papás
se descuidaron por un momento. En la sala del hospital: mi hermanita na-
cía. El parto fue complicado, el cordón umbilical se enredó en su cuello. Casi
muere. Mis papás no tenían atención para otra cosa en ese momento. Yo es-
taba en un cochecito afuera de la sala, con mi librito, mis zapatillas nuevas y
un gorrito azul color luna que se cayó. Uno de los hombres me vio, empujó
el coche y me llevó hasta afuera del hospital. Una camioneta negra me es-
peraba ahí. No hubo resistencia. Nadie vio nada, nadie oyó nada, nadie dijo
nada. Yo lloraba, lloraba muchísimo, pataleaba, sabía que me estaban ale-
jando de mi familia, era un niño, no podía hacer más. El hospital estaba lle-
no de ciegos, sordos y mudos. Mis papás solo se quedaron con mi gorrito. Lo
único que se quedó de ese momento... lo único que quedó de ese momento.
Y desde ese momento no tuve la oportunidad de liberarme de ese asfixiante
suceso, lo tengo atorado... aquí... en la garganta, esta flema que no me ha de-
jado hablar por años. Mucho después aprendí a hacerlo. Todos aprendemos
a hablar, leer y pensar cuando morimos. Es como un don que viene incluido
en la muerte. Aunque yo no recuerdo si muero aquí, me refiero a ahora. Tal
vez sí. Tal vez esto es la muerte. Estar frente a ustedes desahogándome y
alargando el tiempo para no saber qué pasará después, que pasará ahora.
Desearía tanto conocer a mi papá, a mamá, a Catalina, la niña flor. Mis papás
le decían así, porque cuando a mamá le comenzó a crecer la barriga ¡llegó
la primavera!, ¡sol, flores, chocolates! Chocolates. Una niña con unos ojos
grandotes como los girasoles, que hacía preguntas a todos sus profesores y
no dejaba que ellos la humillen. Le decían que era muy inteligente y que te-
nía un futuro brillante. Yo no estuve ahí para llevarla al colegio, para llevarla
(La luz regresa a como estaba antes de su soliloquio. Voz en off: “Abran la
puerta, mocosos insensatos, o les juramos que vamos a venderlos barato”).
Bruno
¡No me olvides!
Vania
¡Regresaré por ti! ¡Te daré muchos besos y abrazos! ¡Lo prometo!
Bruno
¡Huye con el lobo, Vania! ¡Él te defenderá!
(Silencio).
Bruno
Ahora debe estar volando con el sol y abrazando a sus papás… ¡Cuánto se
demorará en regresar!… Ya la extraño un poco… Cuando venga voy a recibir
todos los abrazos que me prometió, vamos a jugar mucho… ¡Ay, se llevó mi
Bruno
Seguro se tuvo que quitar la ropa para poder volar con él y abrazar a su fa-
milia. Pronto vendrá. (Abraza el vestido con mucha ternura) Pronto vendrá.
Vania. Yo te espero.
(De pronto toda la luz se va disipando hasta quedar solo un tacho alum-
brando el proscenio, en donde está Vania mirando hacia su cuarta pared,
parece haber recordado todo).
Vania
Mi papá nunca se levantó. La ambulancia llegó a los cuarenta minutos des-
pués de mi rapto; la policía, después de una hora. Había tráfico, según dicen.
El señor Genaro no tocó su cuerpo ni intentó detener la hemorragia del
cráneo, tenía miedo de que lo culpen del asesinato. No había cámaras en
toda la calle, así que nadie pudo ver el número de la matrícula. Dicen que
nunca salieron del distrito, tampoco pidieron rescate. Mi madre quedó sola
y con el dinero de mi universidad hizo todo el trámite de la denuncia, en
donde se le recordaba constantemente que su hija había desaparecido y
que su esposo estaba muerto. No encontraron mi cuerpo. Ella falleció dos
años después, parece que la tristeza te drena la vida, las ganas de vivir la
vida. Bruno vivió, actualmente se encuentra en el hospital Rebagliati, en
estado de coma, parece que un día lo golpearon y violaron tanto que su
cuerpo colapsó por el dolor. Lo encontraron en las puertas del hospital con
una fuerte neumonía y una gran sonrisa, lo dejaron en plena madrugada y
nunca volvieron por él. Casi siempre voy a visitarlo, le pido disculpas por no
poder volver, por no poder hacer más por él, por no haberle dado ese calor
familiar. Los doctores no quieren desconectarlo, no sé bien por qué. Pero
siempre va un señor muy parecido a él, con una señora que tiene sus ojos
y una señorita muy linda, le leen, yo me siento en esa esquina a escuchar
también. Me hubiera gustado ser doctora, me hubiera gustado salvar vidas,
traerlas, cuidarlas. Me hubiera gustado no haberle pedido ese helado de
(La luz se va disipando. Antes de llegar al oscuro final, se prende una luz
de golpe. Vemos a Bruno ya adolescente, postrado en una camilla. Vania se
dirige hacia él y lo abraza fuerte por el lado izquierdo, luego se va retirando
hacia ese mismo lado. De pronto, Bruno despierta poco a poco. Vania se
detiene. Bruno trata de reconocer el lugar, parece que ve a Vania. Se abre
una puerta, que debe estar fuera de escena y al lado contrario de donde se
encuentra Vania. Se ve la silueta de la familia de Bruno en tamaño real, él
los mira).
Bruno
(Despierta del coma) ¿Vania?
APAGÓN FINAL
Colección Dramaturgia