Aspecto Cultural Del Colonialismo

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Aspecto cultural del

colonialismo
Durante el periodo colonial en el territorio americano se impusieron las creencias y formas de
ver el mundo, la ciencia y el arte de los europeos. Las costumbres, el arte y la cultura indígena
y de la población esclava tendieron a desaparecer ya que los colonizadores consideraban que
atentaban contra las buenas costumbres y la moral.

Se educó a los indígenas y esclavos sobre las costumbres europeas, obligándolos a dejar las
propias. Algunas comunidades aprendieron rápidamente el lenguaje, la religión y las
expresiones artísticas, de tal forma que olvidaron su origen y perdieron su identidad. A este
proceso se le denomina aculturación.

La religión en la colonia:
Dominar el territorio americano no sólo
significó ocuparlo; de igual manera,
conquistar un pueblo fue algo más
profundo que derrotar a los indígenas en
las batallas. Españoles y portugueses se
encargaron de difundir las
manifestaciones de su cultura, proceso en
el que desempeñó un papel fundamental
la introducción de su credo religioso. De
este modo, se diseminó el cristianismo en la América española, casi al mismo tiempo que las
empresas de guerra.

La evangelización, o enseñanza del culto cristiano, comenzó en las Antillas cuando se bautizó
al primer indio converso en 1496. Sin embargo, el proyecto de cristianización coincidía poco
con la sed de riqueza de los europeos recién llegados; para ellos, lo más importante era
obtener fama y fortuna.
En este primer período la evangelización, cuando la hubo, tuvo resultados pobres y efímeros.
Apenas unos años después (hacia 1521, con las primeras expediciones de conquista) la misión
evangelizadora dejó de estar reñida con la idea de la explotación de las riquezas americanas.
Sus métodos, sin embargo, distaban mucho de lograr una conversión pacífica y convencida de
los indígenas.

La conversión de los indígenas al cristianismo se realizó por medios violentos y aunque


muchos pensaban la evangelización más en términos de su devoción que como una
obligación, sus métodos belicosos nunca fueron efectivos. Apoyados en algunos argumentos
humanistas, los conquistadores consideraban que realizaban una “guerra justa”, que consistía
en la dominación física de los nativos, si oponían resistencia a recibir la verdadera fe. A esto se
sumaba la idea de mantener la dominación a través del terror supuestamente para acabar con
las “malas costumbres” de los indígenas.

Como reacción ante la ignorancia de los conquistadores que pretendían la “evangelización”


indígena mediante métodos inhumanos, y fruto de las denuncias de fray Bartolomé de las
Casas, en 1514, se dio un movimiento de misioneros que encontraron en América un paraíso
donde pensaron que podrían purificar la Iglesia Católica a través de la creación de una nueva
feligresía. Estos misioneros fueron influenciados por el pensador renacentista Tomás Moro,
quien en su libro Utopía habla de esos hombres buenos, nobles salvajes que no han sido
corrompidos por la civilización y viven en un estado de felicidad y pureza.

Otra manera como la Iglesia mantuvo el control de la práctica religiosa fue la instalación del
Tribunal de la Inquisición, que juzgaba, condenaba y castigaba a los herejes practicantes de
otras religiones y prácticas religiosas de origen indígena o africanas.

Los castigos tenían el propósito de causar un dolor insoportable, pues según los inquisidores,
el dolor purificaba el alma. En otros casos, se expropiaba al acusado, cuyos bienes pasaban a
manos de la iglesia.

La inquisición funcionó desde 1610, cuando se instaló el Santo Oficio en el puerto de


Cartagena. Desde allí, se juzgaba a los herejes, los desviados sexuales y la brujería.

La educación
Con el propósito de educar y evangelizar, se necesitó de centros especializados para tal fin. En
1516 el cardenal Cisneros insistió en la creación de escuelas para enseñar el castellano y
después Carlos V exigió que en cada poblado existiera por lo menos una.

La Iglesia tuvo el monopolio de la educación y se encargó de enseñar el dogma católico.


Muchas comunidades religiosas, entre las que se destacan dominicos y jesuitas se dieron a la
tarea de fundar escuelas y universidades a lo largo y ancho del continente.

Las primeras universidades fueron la de Santo Domingo en 1530 seguida de México y San
Marcos de Lima. Ya en el siglo XVII se crearon la de Santa Fe de Bogotá, Córdoba, Cuzco,
Quito y otras ciudades importantes. Estas universidades mantenían la misma estructura y
forma que las famosas universidades europeas, donde la formación se centraba en cuatro
facultades: artes (filosofía y letras), teología, derecho y medicina.

La literatura
Dentro de los géneros literarios, se destaca la
crónica, como una de las primeras en describir la
vida en las colonias de América. En ellas se
contaba a través de narraciones sobre los
sucesos, las expediciones o la vida cotidiana.

De comienzos del siglo XVI se conocen tres poemas escritos de América recién conquistada:

• La Araucana escrita por Alonso de Ercilla en la cual se narra el proceso de conquista y los
abusos de los que fueron víctimas los indígenas mapuches en Chile.

• La Cristiada obra del dominico Diego de Ojeda, la cual narra la pasión de Cristo.

• Comentarios Reales, tal vez, la obra más representativa de la época, escrita por el inca
Garcilaso de la Vega. Él era mestizo, hijo de un conquistador y una indígena. En esta obra
describe al pueblo inca con todo su poderío y su relación con los europeos.

Para el siglo XVII las obras de Sor Juana Inés de la Cruz y de Josefa del Castillo son las más
destacadas. Ellas, desde sus conventos, se inspiraron y escribieron bellos poemas sobre la
vida y sobre temas delicados para la época.

La pintura
La pintura, durante el periodo colonial, centró sus temáticas en los temas religiosos, en el cual
se representaban especialmente figuras humanas realizando actividades relacionadas con la
vida cotidiana. De igual forma, se representaban las imágenes de Jesucristo, la Virgen María y
algunos santos las cuales fueron utilizadas en los procesos de evangelización. También fue
común los retratos de los monarcas y nobles, que eran exhibidos en las oficinas
administrativas.
Las primeras pinturas de América no fueron de la inspiración de los pintores sino copias y
reproducciones de los famosos de Europa. En este sentido, recibió gran influencia de los
pintores italianos y españoles.

Uno de los máximos exponentes en la Nueva Granada fue Gregorio Vásquez de Arce y
Ceballos. Su obra estuvo inspirada en el barroco. Sus principales obras resaltan imágenes de
Jesucristo, la Virgen y santos. Parte de estas obras reposan en la Capilla del Sagrario en
Bogotá.

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII la temática de la pintura pasó a ser más profana, los
retratos pasaron a ser de las personalidades de la política, la ciencia o la cultura; también se
pintaron escenas de la vida cotidiana, que relataban hechos simples como el mercado o la
cacería.

La arquitectura
Durante el siglo XVI el material de preferencia utilizado en las construcciones fue la piedra. Las
edificaciones eran de grandes dimensiones, generalmente contaban con un patio central, con
un zaguán que servía de vínculo con la calle, de tamaño considerable.

En los siglos XVII y XVIII se mantuvo las mismas características y solo hasta finales del siglo
XVIII se fueron anexando otros patios y se introdujeron nuevos materiales para la elaboración
de las edificaciones. La madera se empleó para las columnas y los arcos de los patios, de igual
forma se utilizaron el adobe para las casas de clase media y el ladrillo para las casas de las
familias adineradas.

Las edificaciones con fines administrativos, financieros o judiciales fueron construidos a


semejanza de las edificaciones de la Corona, con amplios cuartos, todos ellos ubicados
alrededor del patio central generalmente cuadrado o rectangular, en la edificación se dejaba
una sala amplia para las reuniones sociales o culturales.
El Vestido
El vestido El vestido era diferente, de acuerdo con la clase social a la que se perteneciera.

La expedición botánica
El enfoque racionalista, el amor por la naturaleza y el método científico llegó al territorio
americano, en la parte final del periodo colonial. Estas ideas y preferencias por la formación
intelectual eran desarrolladas especialmente por los burgueses y letrados que aprovechando
su condición económica podían dedicarse a la ciencia y la investigación.

El pensamiento ilustrado posibilitó el desarrollo de algunas expediciones entre las que se


cuenta la de Alexander Von Humboldt quien fue encargado de hacer algunas correrías con la
intención de inventariar las plantas y animales de las colonias y así examinar la mayor utilidad
de estos bienes.

En el siglo XVII, la corona encargó expediciones botánicas en Nueva Granada, Perú, México,
Chile y Ecuador, así como en Guatemala y Río de la Plata.

En Colombia, la Expedición Botánica se encargó a José Celestino Mutis, en 1783, y fue la


primera experiencia científica moderna en el territorio nacional, la cual tenía el propósito de
descubrir y reconocer los productos naturales del Nuevo Reino de Granada que podían
comercializarse con la metrópoli.

Entre las tareas planteadas estaban: realizar una descripción de las plantas, los animales, los
fenómenos astronómicos y geográficos del Virreinato; elaborar una colección y realizar la
clasificación de estos elementos.

Desde 1791 y hasta 1816, la expedición se radicó en Bogotá. Después se radicó en La Mesa,
en Cundinamarca. Desde allí se desplazó a Mariquita en donde desarrolló la mayor parte de su
trabajo.

En los herbarios y colecciones se realizaban descripciones detalladas, por esto, fue necesario
contratar pintores que ilustraran los hallazgos. Los pintores que participaron en la misión
provenían de diversos lugares: Quito, España y Santafé.

Algunos de los colaboradores de la Expedición Botánica fueron: Francisco Antonio Zea, Juan
Bautista Aguiar, Francisco José de Caldas, encargado de la sección de astronomía; Jorge
Tadeo Lozano, encargado de los estudios zoológicos; Francisco Javier Matiz y José María
Carbonell.

Gracias a las exploraciones se descubrió el valor de la quina, la canela, el guaco y la


ipecacuana y el té de Bogotá. Muchas de estas plantas se comercializaron en el mercado
europeo y reportó grandes ganancias.

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