Tema-4 Régimen Del Reglamento Bruselas I Bis
Tema-4 Régimen Del Reglamento Bruselas I Bis
Tema-4 Régimen Del Reglamento Bruselas I Bis
Este reglamento constituye la piedra maestra del espacio judicial europeo y proporciona, en
Europa, el marco jurídico básico de la competencia judicial internacional en materia civil y
mercantil de alcance patrimonial.
El Reglamento Bruselas I fue uno de los actos normativos promulgados sobre la base
competencial del art. 65 TCE, tras su revisión por el Tratado de Ámsterdam, y vino a suponer la
conversión del Convenio de Bruselas de 1968 en un acto normativo institucional. El
Reglamento resulta de aplicación directa a todos los Estados miembros de la UE, dado que el
Reino Unido e Irlanda hicieron uso de su facultad de incorporación (opting in). Dado que
Dinamarca quedo simplemente excluida de los actos comunitarios adoptados en virtud del
Título IV del Tratado de Ámsterdam, su voluntaria incorporación al Reglamento Bruselas I
requirió la firma el 18 de octubre de 2005 de un Acuerdo específico con la Comunidad
Europea, que ha permitido su aplicación en el país danés a partir del 1 de julio de 2007.
De esta forma, en el marco de las relaciones entre los Estados miembros el Reglamento
sustituye al Convenio de Bruselas de 1968.
El Reglamento Bruselas I bis se adopta sobre la base legal de los arts. 67 y 81 TFUE, y las
modificaciones han sido asimismo objeto de opting in por el Reino Unido e Irlanda. Aunque
Dinamarca queda fuera de la revisión, el Acuerdo de 19 de octubre de 2005 habilita para que
pueda aplicar las modificaciones introducidas respecto de Bruselas I.
El Reglamento Bruselas I bis fue modificado por el Reglamento (UE) no 542/2014 del
Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de mayo de 2014, por el que se modifica el
Reglamento (UE) no 1215/2012 en lo relativo a las normas que deben aplicarse por lo que
respecta al Tribunal Unificado de Patentes y al Tribunal de Justicia del Benelux.
El transito del Convenio de Bruselas al Reglamento tuvo consecuencias en el ámbito de la
competencia interpretativa del TJCE. Aunque el art. 234 TCE habilita, con carácter general, el
planteamiento de cuestiones prejudiciales por cualesquiera órganos jurisdiccionales
nacionales, en el ámbito de la cooperación judicial en materia civil el art. 68 contenía una
importante limitación, al reservar dicha posibilidad a los órganos jurisdiccionales que conocían
en última instancia. Ello supuso una restricción de la competencia interpretativa del TJCE
prevista en art. 2 del Protocolo relativo a la interpretación del Convenio de Bruselas, que
habilitaba para plantear cuestiones prejudiciales a los órganos jurisdiccionales que conocían en
apelación. La nueva regulación del Tratado de Lisboa ha hecho desaparecer tal limitación,
volviendo al régimen general que permite a cualquier órgano jurisdiccional el planteamiento
de la cuestión prejudicial (art. 267 TFUE
El ámbito material de los Reglamentos Bruselas I y Bruselas I bis se define en su art. 1, según el
cual este texto se aplica solo a las cuestiones litigiosas que tengan carácter civil o mercantil,
independientemente de la naturaleza del órgano jurisdiccional; quedan expresamente
excluidas aquellas que se refieran a cuestiones fiscales, aduaneras o administrativas.
Además, dentro de este ámbito general quedan igualmente excluidas las cuestiones de estado
y capacidad de las personas físicas, regímenes matrimoniales, testamentos, sucesiones,
quiebras y procedimientos análogos, seguridad social y arbitraje, materias a las que el
Reglamento Bruselas I bis ha añadido las "obligaciones de alimentos derivadas de relaciones
de familia, de parentesco, de matrimonio o de afinidad". Semejante delimitación del ámbito
de aplicación material facilita la compatibilidad del Reglamento Bruselas I y del Reglamento
Bruselas I bis, con el régimen especial contenido en los Reglamentos nos 1346/2000
(quiebra), 1347/2000 y 2201/2003 (causas matrimoniales y responsabilidad parental),
4/2009 (alimentos) y 650/2012 (sucesiones).
Por otra parte, el art. 1 ha sido objeto de estudio en varias ocasiones por el Tribunal, el cual se
ha visto compelido a definir claramente los límites que estas excepciones determinan.
El Reglamento Bruselas I tuvo como fecha de entrada en vigor el 1 de marzo de 2002 (art. 76).
Sus reglas de competencia judicial internacional se aplicaron a las acciones judiciales
ejercitadas a partir de dicha fecha, y sus previsiones sobre reconocimiento a todas las
decisiones judiciales pronunciadas con posterioridad (art. 66). El Reglamento se mantuvo fiel a
los criterios de aplicación temporal expresados en el art. 54 del Convenio de Bruselas. El
Reglamento Bruselas I bis tiene como fecha de aplicación el 10 de enero de 2015 (art. 81), y
sus reglas han sustituido a las del Reglamento Bruselas I respecto de las acciones judiciales
planteadas a partir de esa fecha para la competencia judicial, y de las sentencias y actos
dictados a partir de esa fecha para el reconocimiento y ejecución (art. 66).
Apuntado el problema "constitucional", lo cierto es que, con carácter general, la mayor parte
de las reglas de competencia judicial del Reglamento serán de aplicación cuando el
demandado tenga su domicilio en un Estado miembro. Sin embargo, no se ha conseguido
superar la dificultad que entraña la consecución de un concepto autónomo de "domicilio",
mediante su sustitución por un concepto más factico como el de "residencia habitual".
El Reglamento Bruselas I sustituyo al Convenio de Bruselas en las relaciones entre los Estados
miembros vinculados por ambos instrumentos desde su entrada en vigor, al igual que el
Reglamento Bruselas I bis. En consecuencia, el Convenio de Bruselas, aplicable hasta 2002,
posteriormente solo resulto de aplicación en las relaciones entre Dinamarca y el resto de
Estados miembros, situación que se mantuvo hasta 2007, fecha de entrada en vigor del
Acuerdo específico entre Dinamarca y la CE. Este mismo instrumento es el que permite a
Dinamarca aplicar las modificaciones introducidas en el Reglamento Bruselas I bis. El Convenio
de Bruselas también se seguirá aplicando respecto de algunos territorios de los Estados
miembros incluidos en su ámbito de aplicación territorial, pero excluidos del Reglamento
(art. 299 TCE/355 TFUE).
Las relaciones del Reglamento y del Convenio de Bruselas con otros textos convencionales se
resuelven a través de las cláusulas de compatibilidad contenidas en su respectivo capítulo VII
y Titulo VII.
La compatibilidad del Reglamento con otros textos internacionales que aborden con carácter
general la cuestión de la competencia judicial internacional exige diferenciar a su vez entre
otros convenios intra o extracomunitarios. Por un lado, el Reglamento prevalece sobre los
convenios bilaterales entre Estados miembros que contengan disposiciones generales sobre
competencia judicial internacional. El criterio de prevalencia del Reglamento se extiende
asimismo a los convenios generales extracomunitarios. Por otra parte, el éxito del Convenio de
Bruselas de 1968 fue sin duda uno de los factores esenciales a la hora de animar a los Estados
miembros de la EFTA a concluir con los de la Comunidad un Convenio paralelo, el Convenio de
Lugano.
El Convenio de Lugano de 1988 (Lugano I) vinculaba a España en las relaciones con Noruega,
Suiza e Islandia, básicamente en aquellos casos en que el domicilio del demandado se
encontraba en uno de estos países, toda vez que el régimen de Bruselas prevalecía entre
Estados miembros (art. 54 ter.1). Al objeto de adaptar dicho Convenio a las reformas
introducidas por el Reglamento Bruselas I fue renegociado, adoptándose el Convenio de
Lugano de 30 de octubre de 2007 relativo a la competencia y a la ejecución de resoluciones
en materias civil y mercantil (Lugano II). El Reglamento Bruselas I bis ha establecido
expresamente la cláusula de compatibilidad con el Convenio de Lugano (art. 73.1)
Finalmente, el Reglamento reproduce asimismo su compatibilidad y la correspondiente
prevalencia de las normas sobre materias particulares contenidas en otros actos de carácter
institucional, manteniendo, en consecuencia, el criterio de especialidad (art. 67).
La estructura de los foros de competencia judicial internacional del Reglamento Bruselas I bis
se construye sobre cuatro niveles:
-en materia de validez de las inscripciones en los registros públicos, los tribunales del
Estado miembro en que se encontrare el Registro serán asimismo exclusivamente
competentes (art. 24.2);
-se añade a estas 4 competencias exclusivas la prevista en el art. 24.5 acerca del
reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales, que recae en los tribunales del Estado
miembro del lugar de ejecución.
La razón que explica la exclusividad de la competencia sobre las materias contenidas en el art.
24 Reglamento Bruselas I bis es, básicamente, el interés público o general del Estado del lugar
de situación del inmueble, persona jurídica, registro, etc., en atención a la materia y a la
especial proximidad del litigio con el Estado exclusivamente competente. Aquí radica su
carácter excepcional, que justifica un principio de interpretación restrictiva.
La presencia de un interés general o público explica que en estos casos el interés procesal de
las partes quede desplazado por el mayor peso del primero. Por ello, el art. 24 señala que las
normas de competencia judicial exclusiva se aplican con independencia del domicilio. En los
supuestos contemplados en el art. 24, el domicilio del demandado en un Estado parte no
actúa como criterio de aplicación espacial de las normas del Reglamento
C. SUMISIÓN POR LAS PARTES
La voluntad de las partes no puede derogar las competencias establecidas con carácter
exclusivo en el art. 24 Reglamento Bruselas I bis. Pero, en defecto de su aplicación, las partes
pueden prorrogar la competencia, tanto expresa como tácitamente.
La competencia se produce, incluso, si lo que está en cuestión es la propia validez o nulidad del
contrato en el que se inserta la cláusula de elección, siempre que se cumplan las condiciones
formales previstas en el art. 25. El art. 25.5 Reglamento Bruselas I bis ha plasmado legalmente
este principio al disponer que "un acuerdo atributivo de competencia que forma parte de un
contrato será considerado como un acuerdo independiente de las demás cláusulas del
contrato. La validez del acuerdo atributivo de competencia no podrá ser impugnada por la
sola razón de la invalidez del contrato".
En todo caso, para valorar la aplicabilidad y alcance de las disposiciones del Reglamento
Bruselas I bis acerca de la prorrogativo fori, es preciso partir de dos supuestos bien
diferenciados, según que el tribunal elegido corresponda o no a un Estado miembro. El caso de
sumisión por las partes a los tribunales de un Estado miembro se encuentra regulado en el
art. 25.1 Reglamento Bruselas I bis, de forma distinta a lo que venía estableciendo el art. 23
Reglamento Bruselas I. Este disponía que "si las partes, cuando al menos una de ellas tuviere
su domicilio en un Estado miembro, hubieren acordado que un tribunal o los tribunales de
un Estado miembro fueren competentes para conocer de cualquier litigio que hubiere
surgido o que pudiere surgir con ocasión de una determinada relación jurídica, tal tribunal o
tales tribunales serán competentes..." La norma del art. 23 se aplicaba, aunque el
demandado no tuviera su domicilio en un Estado miembro, que era el criterio general de
aplicación espacial de las normas del Reglamento. La prorrogatio fori prevista en el art. 23.1
Reglamento Bruselas I operaba cuando al menos una de las partes, pero cualquiera, tenía su
domicilio en un Estado miembro. En este caso, la sumisión de las partes a los tribunales de un
Estado miembro producía un doble efecto: atributivo y derogatorio. Atribuye competencia
única a los tribunales de los demás Estados miembros. Si ninguna de las partes estaba
domiciliada en un Estado miembro, el art. 23.3 Reglamento Bruselas I establecía una
solución diferente: cada Estado aplicaba sus normas internas para determinar su
competencia judicial internacional, pero los tribunales de los demás Estados miembros
debían suspender el procedimiento hasta que el tribunal elegido se hubiera pronunciado
sobre su competencia.
El alcance del nuevo art. 25.1 Reglamento Bruselas I bis es diverso, pues se atribuye
competencia única ("exclusiva") a los tribunales de un Estado miembro elegidos por las
partes, con independencia del domicilio de las partes y, por tanto, la determinación de la
competencia del tribunal del Estado miembro elegido vendrá establecida, aunque ninguna
de las partes tenga domicilio en un Estado miembro.
El art. 25.1 cubre además una laguna de la reglamentación anterior, al determinar que la
validez sustancial de la cláusula de elección de fuero se determina de conformidad con la ley
del Estado miembro designado por la cláusula, que podrá considerar que la validez material
de la cláusula se determina conforme a la lex fori (calificación procesal) o la lex contractus
(calificación sustantiva).
El art. 26 Reglamento Bruselas I bis contempla la prorrogación tacita, esto es, la competencia
del Estado miembro ante el que compareciere el demandado. La sumisión tacita no es
operativa si se trata de una de las materias que, conforme al art. 24 atribuye competencia
exclusiva e inderogable por la voluntad de las partes a los tribunales de un Estado miembro.
Opera, sin embargo, como un criterio alternativo de atribución de competencia incluso
respecto de los foros de protección especiales, si bien el art. 26.2 Reglamento Bruselas I bis
ha introducido una cautela consistente en que el juez se asegure de que la parte débil en
cuestión ha sido informada de la posibilidad de impugnar la competencia y de las
consecuencias de su comparecencia. La sumisión tacita actúa, además, no solo como
alternativa a los foros especiales por razón de la materia, sino que prevalece frente a una
clausula atributiva de jurisdicción o sumisión expresa, en su condición de acto posterior,
como explicito la STJCE de 24 de junio de 1981 (Asunto 150/1980: "Elephanten").
Si se admite que el art. 26 se aplica con independencia del domicilio del demandado en un
Estado miembro, cabe entender según la opinión más extendida, avalada por la STJCE de 13 de
julio de 2000 (As. C-412/1998), que el art. 26 opera solo con que las partes se sometan
tácitamente a los tribunales de un Estado miembro, cualquiera que sea el domicilio del
demandado o del demandante. En suma, el art. 26 se aplicaría en todos los casos. Desde la
perspectiva española, ello quiere decir que siempre que las partes y cualquiera que sea su
nacionalidad o domicilio se sometan tácitamente a un tribunal español, este ha de valorar
dicha sumisión y aceptar la competencia conforme al art. 26, con lo cual el concepto de
sumisión tacita que pudiese extraerse del art. 22.2 LOPJ no sería aplicable nunca.
La nueva regulación del Reglamento Bruselas I bis viene a resolver el problema interpretativo
haciendo confluir esta tesis con la que defiende pura y simplemente la aplicación del criterio
de sumisión tacita del Reglamento cuando las partes se someten tácitamente a los tribunales
de un Estado miembro, con independencia de su domicilio. En efecto, de un lado el propio art.
25 resulta ahora de aplicación con independencia del domicilio de las partes. Por otra parte,
el art. 26 del nuevo Reglamento ha añadido un nuevo apartado 2o, que limita el juego de la
sumisión tacita en los contratos de seguro, consumidores y laborales contemplados en las
secciones 3, 4 y 5 con el objeto de garantizar la debida información a la parte protegida
acerca de las consecuencias de la sumisión y la posibilidad de impugnar la competencia.
En defecto de foros de competencia judicial exclusiva o sumisión por las partes, el foro del
domicilio del demandado constituye el criterio general de atribución de competencia en el
Reglamento Bruselas I bis (art. 4). Se infiere la importancia que el concepto "domicilio" tiene
en la aplicación del régimen de Bruselas. Sin embargo, se trata de una noción que admite
diversos significados, y que es entendida de forma diversa en los distintos Estados miembros.
Los foros espaciales, por su naturaleza y función, deber ser interpretados de forma contenida,
tanto si se trata de foros de protección como si se configuran como foros neutros. Se trata de
una excepción al foro del domicilio del demandado y, como tal, debe interpretarse
restrictivamente para garantizar el alto grado de previsibilidad de las reglas de competencia
judicial internacional (considerando 15 Reglamento Bruselas I bis). Sin embargo, no tienen
cabida las interpretaciones restrictivas que tiendan a confundir el foro especial con el foro
general del domicilio del demandado. El foro especial proporciona, precisamente, un foro
alternativo al foro del domicilio del demandado. Precisamente por ello, en la mayoría de los
casos, el foro especial puede coincidir con el foro del domicilio del demandante, sin que por
ello se convierta en un foro exorbitante, ya que se construye sobre indicios de proximidad
razonables y específicos: lugar de ejecución de la obligación, lugar donde se produce el daño,
lugar donde se sitúa el establecimiento secundario o agencia, etc.
F. COMPETENCIAS DERIVADAS
Los arts. 8 y 9 Reglamento Bruselas I bis contemplan varios supuestos en los que se
establecen competencias derivadas, producidas por situaciones de conexidad.
La primera de ellas tiene lugar en aquellos casos en que existe un solo demandante frente a
una pluralidad de demandados, guardando las distintas demandadas entre si un grado de
conexión que justifica el interés por que sean juzgadas en un solo proceso, evitando así
situaciones claudicantes a que pudieran dar lugar distintas decisiones inconciliables,
provenientes de diferentes jurisdicciones, sin que sea necesaria la existencia de un
litisconsorcio pasivo necesario ni que las demandas acumuladas tengan idénticos fundamentos
jurídicos o se rijan por la misma legislación nacional.
En estos casos, el art. 8.1 contempla la posibilidad de que pueda demandarse a los distintos
demandados ante los tribunales del domicilio de cualquiera de ellos "siempre que las
demandas estuvieren vinculadas entre sí por una relación tan estrecha que resulte oportuno
tramitarlas y juzgarlas al mismo tiempo a fin de evitar resoluciones que podrían ser
contradictorias sé si juzgasen los asuntos separadamente", locución equivalente a la del art.
30.3 Reglamento Bruselas I bis, y que persigue evitar el forum shopping y el abuso a que podría
conducir la acumulación de acciones sin una vinculación suficiente; no basta con que exista
una mera divergencia potencial en la solución del litigio, sino que hace falta también tal
divergencia se inscriba en el marco de una misma situación de hecho y de Do.
La aplicación del art. 8.1, así como la de todas las reglas de conexidad del art. 8, afecta
únicamente a los demandados que se encuentren domiciliados en Estados miembros. En
consecuencia, la norma permite la centralización del litigio ante los tribunales del Estado
miembro correspondiente al domicilio de uno de los demandados, respecto del resto de
demandados domiciliados en otros Estados miembros. La atracción hacia ese tribunal de la
competencia sobre las acciones relativas a demandados no domiciliados en Estados miembros
dependerá de que dicha acumulación venga permitida por su derecho autónomo de
competencia judicial internacional. En el sistema español, ante el silencio de la LOPJ, tanto la
doctrina como la jurisprudencia apuntan a una solución inspirada en el art. 6.1 Reglamento
Bruselas I bis.
- el art. 8.4 Reglamento Bruselas I bis prevé que si, en materia contractual, la acción
pudiera acumularse con otra en materia de dos reales inmobiliarios dirigida contra el
mismo demandado, podrá presentarse la demanda ante el tribunal del Estado
miembro en el que estuviere sito el inmueble.
- Por su parte, el art. 9 Reglamento Bruselas I bis prevé la extensión de la competencia
del tribunal de un Estado miembro para conocer de acciones de responsabilidad
derivada de la utilización o explotación de un buque a la demanda relativa a la
limitación de esta responsabilidad.
El art. 35 Reglamento Bruselas I bis dispone que podrán solicitarse medidas provisionales o
cautelares previstas por la ley de un Estado miembro a las autoridades judiciales de dicho
Estado, incluso si, en virtud del Reglamento, un tribunal de otro Estado miembro fuera
competente para conocer sobre el fondo. El tribunal que conoce sobre el fondo extiende su
competencia a la adopción de medidas cautelares y provisionales. No obstante, puede ocurrir
que las medidas adoptadas por el tribunal competente sobre el fondo no puedan ejecutarse en
su territorio, especialmente cuando afectan a bienes situados en otro Estado. En tal caso, se
hace necesario proceder al reconocimiento y ejecución de la medida en ese otro Estado. La
dualidad de procedimientos y la dilación consecuente hace aconsejable permitir el
planteamiento de las medidas provisionales o cautelares ante un tribunal distinto del que
conoce sobre el fondo, bajo pena de perjudicar el efecto útil de tales medidas, incluso si la
competencia sobre el fondo viene determinada por un foro exclusivo, o en virtud de sumisión
expresa. A esta necesidad, responde el art. 31/35 Reglamento.
Las medidas cautelares y urgentes que se pueden solicitar son aquellas previstas por la ley
interna del tribunal ante el que se solicitan. No obstante, el art. 31/35 emplea un concepto
autónomo de "medidas provisionales o cautelares". La competencia se habilita respecto de
medidas revisables en dos que constituyen el objeto de la acción principal. Deben
subordinarse a alguna condición que asegure el carácter provisional de la medida. Por otra
parte, pese a la disyuntiva empleada en el art. 35, una interpretación teleológica del precepto
requiere que la medida sea urgente, es decir, necesaria para garantizar los dos habida cuenta
de la duración del procedimiento principal. En caso contrario, no parece necesario habilitar
una competencia especial distinta a la prevista sobre el fondo.
El art. 35 plantea un problema de interpretación básico. Según una corriente, se trata de una
norma que atribuye una competencia judicial internacional directa a los tribunales donde
deben cumplirse o ejecutarse las medidas provisionales o cautelares.
Según una segunda opinión, en nuestro sistema el art. 35 habría de completarse con lo
dispuesto en el art. 22.5 LOPJ, que prevé dicha competencia respecto de las medidas
provisionales o urgentes sobre personas o bienes que se encuentren en España.
5. NORMAS DE APLICACIÓN
A. VERIFICACIÓN DE OFICIO DE LA COMPETENCIA JUDICIAL INTERNACIONAL
Una de las cuestiones básicas de todo sistema de competencia judicial internacional se refiere
a la verificación o control de oficio o a instancia de parte de la competencia judicial
internacional. El Reglamento reserva dos preceptos al tratamiento de la comprobación de la
competencia judicial internacional, estableciendo la declaración de incompetencia de oficio en
dos casos:
Ello afecta, en primer término, al propio domiciliado en el foro. Según algunas tesis, el
Reglamento exigiría al demandado, es este caso, la impugnación de la competencia judicial
internacional de los tribunales de su domicilio. Según una doctrina más extendida, el control
de oficio podría obtenerse a través de la aplicación de las reglas de control de competencia
estatales.
Conforme al art. 25 Reglamento Bruselas I bis, la sumisión expresa por las partes, cualquiera
que sea su domicilio, a los tribunales de un Estado miembro genera un supuesto de
"litispendencia" si la demanda se plantea ante el tribunal de cualquier Estado miembro
distinto al elegido. El art. 31.2 Reglamento Bruselas I bis introduce una solución consecuente
con esta calificación: cabe, en primer lugar, que el demandado comparezca y se someta
tácitamente a los tribunales del 2o Estado, pero en otro caso, si se presenta una demanda
ante un órgano jurisdiccional de un Estado miembro que tenga competencia exclusiva en
virtud del acuerdo de elección, el órgano jurisdiccional del otro Estado miembro debe
suspender el procedimiento hasta que el tribunal elegido se pronuncie sobre su
competencia, a menos que existan acuerdos elección de foro contradictorios.
Sin embargo, se habilita al tribunal de un Estado miembro a declararse competente sin
posibilidad de control de oficio cuando, por ejemplo, el demandado no está domiciliado en un
Estado miembro y las partes se han sometido a los tribunales de otro Estado miembro ante el
que no se ha interpuesto aún ninguna demanda.
El supuesto de control de oficio del art. 28 se inspira en un interés general más próximo en
este caso a los dos y libertades fundamentales; se trata del respeto a los dos y garantías
procesales y de defensa del demandado. La articulación procesal de la declaración de oficio
puede o debe diferenciarse. Mientras que la declaración de incompetencia prevista en el art.
27 puede realizarse desde la presentación de la demanda, el supuesto previsto en el art. 28 no
actúa en caso de sumisión tacita. Consecuentemente, la declaración de incompetencia ha de
realizarse en un momento procesal posterior, para dejar abierta la posibilidad de dicha
sumisión tacita, y operar únicamente cuando dicha sumisión ya no sea factible y, en tal caso,
nos encontremos en el supuesto de incomparecencia sin competencia del tribunal que conoce.
B. LITISPENDENCIA
Por otra parte, la identidad de las partes, objeto y causa que justifica la excepción de
litispendencia internacional ha de ser valorada en términos latos, a juicio del TJCE, hecho
que ha producido que la "litispendencia" devore el concepto de "conexidad" del art. 30
Reglamento Bruselas I bis. Así, cuando las partes en el segundo procedimiento coincidan solo
parcialmente con las del procedimiento anterior, el art. 29 se aplica, pero solo exige que se
inhiba el órgano jurisdiccional ante el que se suscita el segundo procedimiento si las partes del
litigio pendiente ante el mismo son las mismas que en el anterior, pudiendo continuar el
procedimiento respecto de las demás partes.
C. CONEXIDAD
El art. 30.3 Reglamento Bruselas I bis contiene una definición de "conexidad". Se entiende por
demandas conexas las "vinculadas entre sí por una relación tan estrecha que sería oportuno
tramitarlas y juzgarlas al mismo tiempo a fin de evitar resoluciones que podrían ser
contradictorias si los asuntos fueran juzgados separadamente". Para que exista conexidad
basta con el hecho de que la tramitación separada de dos demandas provoque un resultado
contradictorio, sin que sea necesario que las dos decisiones susceptibles de dictarse puedan
dar lugar a consecuencias jurídicas mutuamente excluyentes, esto es, sean incompatibles.