Tema-4 Régimen Del Reglamento Bruselas I Bis

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LECCIÓN-4

RÉGIMEN DEL REGLAMENTO DE BRUSELAS


I BIS
1. ASPECTOS GENERALES
A. ANTECEDENTES

El 16 de enero de 2001 se publicó en el Diario Oficial de la Comunidad Europea el Reglamento


(CE) no 44/2001 del Consejo, de 22 de diciembre de 2000, relativo a la competencia judicial y a
la ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil (Bruselas I), derogado por el
nuevo Reglamento (UE) 1215/2012 del Parlamento Europeo y del Consejo de 12 de
diciembre de 2012, relativo a la competencia judicial y a la ejecución de resoluciones
judiciales en materia civil y mercantil (Bruselas I bis), publicado el 20 de diciembre de 2012, y
en vigor a partir del 10 de enero de 2015 (arts. 80 y 81).

Este reglamento constituye la piedra maestra del espacio judicial europeo y proporciona, en
Europa, el marco jurídico básico de la competencia judicial internacional en materia civil y
mercantil de alcance patrimonial.

Tiene su origen en el Convenio de Bruselas de 27 de septiembre de 1968 sobre competencia


judicial y reconocimiento y ejecución de decisiones en materia civil y mercantil. De hecho, la
mayoría de las sentencias dictadas por el TJCE en respuesta a las cuestiones prejudiciales
relativas al Convenio de Bruselas siguen siendo plenamente extrapolables al Reglamento
Bruselas I, y en buena parte al Reglamento Bruselas I bis.

El Reglamento Bruselas I fue uno de los actos normativos promulgados sobre la base
competencial del art. 65 TCE, tras su revisión por el Tratado de Ámsterdam, y vino a suponer la
conversión del Convenio de Bruselas de 1968 en un acto normativo institucional. El
Reglamento resulta de aplicación directa a todos los Estados miembros de la UE, dado que el
Reino Unido e Irlanda hicieron uso de su facultad de incorporación (opting in). Dado que
Dinamarca quedo simplemente excluida de los actos comunitarios adoptados en virtud del
Título IV del Tratado de Ámsterdam, su voluntaria incorporación al Reglamento Bruselas I
requirió la firma el 18 de octubre de 2005 de un Acuerdo específico con la Comunidad
Europea, que ha permitido su aplicación en el país danés a partir del 1 de julio de 2007.

De esta forma, en el marco de las relaciones entre los Estados miembros el Reglamento
sustituye al Convenio de Bruselas de 1968.

El Reglamento Bruselas I bis se adopta sobre la base legal de los arts. 67 y 81 TFUE, y las
modificaciones han sido asimismo objeto de opting in por el Reino Unido e Irlanda. Aunque
Dinamarca queda fuera de la revisión, el Acuerdo de 19 de octubre de 2005 habilita para que
pueda aplicar las modificaciones introducidas respecto de Bruselas I.

El Reglamento Bruselas I bis fue modificado por el Reglamento (UE) no 542/2014 del
Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de mayo de 2014, por el que se modifica el
Reglamento (UE) no 1215/2012 en lo relativo a las normas que deben aplicarse por lo que
respecta al Tribunal Unificado de Patentes y al Tribunal de Justicia del Benelux.
El transito del Convenio de Bruselas al Reglamento tuvo consecuencias en el ámbito de la
competencia interpretativa del TJCE. Aunque el art. 234 TCE habilita, con carácter general, el
planteamiento de cuestiones prejudiciales por cualesquiera órganos jurisdiccionales
nacionales, en el ámbito de la cooperación judicial en materia civil el art. 68 contenía una
importante limitación, al reservar dicha posibilidad a los órganos jurisdiccionales que conocían
en última instancia. Ello supuso una restricción de la competencia interpretativa del TJCE
prevista en art. 2 del Protocolo relativo a la interpretación del Convenio de Bruselas, que
habilitaba para plantear cuestiones prejudiciales a los órganos jurisdiccionales que conocían en
apelación. La nueva regulación del Tratado de Lisboa ha hecho desaparecer tal limitación,
volviendo al régimen general que permite a cualquier órgano jurisdiccional el planteamiento
de la cuestión prejudicial (art. 267 TFUE

B. ÁMBITO DE APLICACIÓN Y RELACIONES CON OTRAS FUENTES

El ámbito material de los Reglamentos Bruselas I y Bruselas I bis se define en su art. 1, según el
cual este texto se aplica solo a las cuestiones litigiosas que tengan carácter civil o mercantil,
independientemente de la naturaleza del órgano jurisdiccional; quedan expresamente
excluidas aquellas que se refieran a cuestiones fiscales, aduaneras o administrativas.
Además, dentro de este ámbito general quedan igualmente excluidas las cuestiones de estado
y capacidad de las personas físicas, regímenes matrimoniales, testamentos, sucesiones,
quiebras y procedimientos análogos, seguridad social y arbitraje, materias a las que el
Reglamento Bruselas I bis ha añadido las "obligaciones de alimentos derivadas de relaciones
de familia, de parentesco, de matrimonio o de afinidad". Semejante delimitación del ámbito
de aplicación material facilita la compatibilidad del Reglamento Bruselas I y del Reglamento
Bruselas I bis, con el régimen especial contenido en los Reglamentos nos 1346/2000
(quiebra), 1347/2000 y 2201/2003 (causas matrimoniales y responsabilidad parental),
4/2009 (alimentos) y 650/2012 (sucesiones).

Por otra parte, el art. 1 ha sido objeto de estudio en varias ocasiones por el Tribunal, el cual se
ha visto compelido a definir claramente los límites que estas excepciones determinan.

El Reglamento Bruselas I tuvo como fecha de entrada en vigor el 1 de marzo de 2002 (art. 76).
Sus reglas de competencia judicial internacional se aplicaron a las acciones judiciales
ejercitadas a partir de dicha fecha, y sus previsiones sobre reconocimiento a todas las
decisiones judiciales pronunciadas con posterioridad (art. 66). El Reglamento se mantuvo fiel a
los criterios de aplicación temporal expresados en el art. 54 del Convenio de Bruselas. El
Reglamento Bruselas I bis tiene como fecha de aplicación el 10 de enero de 2015 (art. 81), y
sus reglas han sustituido a las del Reglamento Bruselas I respecto de las acciones judiciales
planteadas a partir de esa fecha para la competencia judicial, y de las sentencias y actos
dictados a partir de esa fecha para el reconocimiento y ejecución (art. 66).

Los mayores problemas de interpretación se detectan respecto del ámbito de aplicación


espacial del Reglamento. En puridad, el Reglamento se aplica espacialmente en todos los
supuestos, ya que contempla tanto el caso de demandado domiciliado en un Estado miembro
(arts. 4 y 5 Reglamento Bruselas I bis), como el supuesto del demandado no domiciliado en
un Estado miembro (art. 6). Sin embargo, aunque el Reglamento tenga una aplicación espacial
inicialmente general, no siempre se aplican sus normas sobre competencia judicial
internacional, dado que el art. 6 remite a la legislación de cada Estado miembro para la
regulación de la competencia judicial internacional si el demandado no estuviere domiciliado
en un Estado miembro.
Con carácter general, por tanto, las reglas sobre competencia judicial del Reglamento se
aplican cuando el demandado se halle domiciliado en un Estado miembro, en tanto que
regirá el sistema de competencia judicial internacional estatal únicamente en otro caso. Se
trata únicamente de un criterio general, pues algunas normas de competencia judicial del
Reglamento (arts. 18, 21, 24, 25 o 29) disfrutan excepcionalmente de otros criterios de
aplicación espacial y, en consecuencia, de delimitación respecto del régimen previsto en la
legislación estatal.

Apuntado el problema "constitucional", lo cierto es que, con carácter general, la mayor parte
de las reglas de competencia judicial del Reglamento serán de aplicación cuando el
demandado tenga su domicilio en un Estado miembro. Sin embargo, no se ha conseguido
superar la dificultad que entraña la consecución de un concepto autónomo de "domicilio",
mediante su sustitución por un concepto más factico como el de "residencia habitual".

El Reglamento Bruselas I sustituyo al Convenio de Bruselas en las relaciones entre los Estados
miembros vinculados por ambos instrumentos desde su entrada en vigor, al igual que el
Reglamento Bruselas I bis. En consecuencia, el Convenio de Bruselas, aplicable hasta 2002,
posteriormente solo resulto de aplicación en las relaciones entre Dinamarca y el resto de
Estados miembros, situación que se mantuvo hasta 2007, fecha de entrada en vigor del
Acuerdo específico entre Dinamarca y la CE. Este mismo instrumento es el que permite a
Dinamarca aplicar las modificaciones introducidas en el Reglamento Bruselas I bis. El Convenio
de Bruselas también se seguirá aplicando respecto de algunos territorios de los Estados
miembros incluidos en su ámbito de aplicación territorial, pero excluidos del Reglamento
(art. 299 TCE/355 TFUE).

Las relaciones del Reglamento y del Convenio de Bruselas con otros textos convencionales se
resuelven a través de las cláusulas de compatibilidad contenidas en su respectivo capítulo VII
y Titulo VII.

El Reglamento ha previsto la aplicación preferente de los convenios sobre competencia


judicial internacional en materias específicas entre Estados miembros.

La compatibilidad del Reglamento con otros textos internacionales que aborden con carácter
general la cuestión de la competencia judicial internacional exige diferenciar a su vez entre
otros convenios intra o extracomunitarios. Por un lado, el Reglamento prevalece sobre los
convenios bilaterales entre Estados miembros que contengan disposiciones generales sobre
competencia judicial internacional. El criterio de prevalencia del Reglamento se extiende
asimismo a los convenios generales extracomunitarios. Por otra parte, el éxito del Convenio de
Bruselas de 1968 fue sin duda uno de los factores esenciales a la hora de animar a los Estados
miembros de la EFTA a concluir con los de la Comunidad un Convenio paralelo, el Convenio de
Lugano.

El Convenio de Lugano de 1988 (Lugano I) vinculaba a España en las relaciones con Noruega,
Suiza e Islandia, básicamente en aquellos casos en que el domicilio del demandado se
encontraba en uno de estos países, toda vez que el régimen de Bruselas prevalecía entre
Estados miembros (art. 54 ter.1). Al objeto de adaptar dicho Convenio a las reformas
introducidas por el Reglamento Bruselas I fue renegociado, adoptándose el Convenio de
Lugano de 30 de octubre de 2007 relativo a la competencia y a la ejecución de resoluciones
en materias civil y mercantil (Lugano II). El Reglamento Bruselas I bis ha establecido
expresamente la cláusula de compatibilidad con el Convenio de Lugano (art. 73.1)
Finalmente, el Reglamento reproduce asimismo su compatibilidad y la correspondiente
prevalencia de las normas sobre materias particulares contenidas en otros actos de carácter
institucional, manteniendo, en consecuencia, el criterio de especialidad (art. 67).

2. FOROS DE COMPETENCIA JUDICIAL INTERNACIONAL


A. ESTRUCTURA GENERAL

El Reglamento Bruselas I bis contiene un conjunto de normas de competencia judicial


bilaterales, cuya función es distribuir dicha competencia entre los Estados miembros. La
naturaleza de las normas y su función permiten un reparto jerarquizado de competencias
judiciales, de forma que se prefiera la competencia de los tribunales de un Estado a las de
otro, en determinadas circunstancias; dicho reparto de competencias alcanza efectividad
merced al principio de confianza comunitaria, que supone la voluntad de los Estados
miembros de no invadir o suplantar la competencia judicial atribuida por el Reglamento a
otro Estado.

La estructura de los foros de competencia judicial internacional del Reglamento Bruselas I bis
se construye sobre cuatro niveles:

1. Primer nivel: competencias exclusivas previstas en el art. 24. En determinadas


materias, este precepto atribuye competencia única y exclusiva a los tribunales de un
Estado miembro, excluyendo absolutamente la posibilidad de que conozcan
cualesquiera otros tribunales. Si se trata de una de las materias previstas en el art. 24,
este designara el único tribunal del Estado competente posible [la propiedad de un
inmueble situado en Francia es competencia exclusiva de los tribunales franceses].
2. Segundo nivel: sumisión expresa. La voluntad de las partes, con las condiciones y
límites establecidos en los arts. 15, 19 y 23 Reglamento Bruselas I bis, atribuye
competencia exclusiva a los tribunales designados por las partes. La prorrogativo fori
no puede operar sobre materias reguladas mediante competencias exclusivas (art.
24 Bruselas I bis), y atribuye, a su vez, una competencia en principio única en favor
de dichos tribunales. No obstante, el acuerdo de sumisión a los tribunales de un
Estado miembro siempre puede ser modificado tácitamente, mediante la sumisión
por ambas partes a otros tribunales (art. 26 Bruselas I bis).
3. Tercer nivel. Opera en defecto de sumisión expresa por las partes y siempre que no
se trate de una de las materias objeto de competencias exclusivas previstas en el art.
24. En tales casos, si el demandado se encuentra domiciliado en un Estado miembro,
serán competentes, indistintamente, los tribunales del domicilio del demandado (art. 4
Bruselas I bis) o los designados por los foros especiales de competencia previstos en
los arts. 7 a 23 Reglamento Bruselas I bis. También los tribunales a los que las partes se
hayan sometido tácitamente.
4. Cuarto nivel. Si el domicilio del demandado no se encuentra en un Estado miembro,
la competencia judicial internacional se determinará conforme a las normas del
derecho autónomo de cada Estado miembro, con excepción de las reglas sobre
contratos de consumo (art. 18.1), contratos de trabajo (art. 21.2) y competencia del
Tribunal Unificado de Patentes (art. 71 ter), en donde las reglas de competencia del
Reglamento resultan también aplicables en ciertos casos con independencia del
domicilio del demandado. En el caso de España, será de aplicación el régimen
previsto en la LOPJ.
B. FOROS EXCLUSIVOS

El art. 24 Reglamento Bruselas I bis contiene un catálogo de foros de competencia judicial


exclusiva. Dichos foros atribuyen competencia exclusiva, única e inderogable a los tribunales
de un Estado miembro. Se trata de una competencia exclusiva porque ninguna otra
jurisdicción puede conocer del asunto sin incumplir las obligaciones que le incumben en
virtud del Reglamento y someterse al riesgo de que su decisión no sea reconocida en los
restantes Estados miembros. El hecho de que la competencia exclusiva sea única debe
entenderse en términos jurídicos, no lógicos. Es posible que dos Estados miembros se
consideren exclusivamente competentes. Para evitar esta diversidad lógica, el art. 31
Reglamento Bruselas I bis introduce una regla de unidad jurídica con base en un criterio
temporal: "Cuando en demandas sobre un mismo asunto los tribunales de varios Estados
miembros se declaren exclusivamente competentes, la declinación de la competencia será en
favor del tribunal ante el que se presentó la primera demanda". El carácter inderogable hace
referencia, por otra parte, a la imposibilidad de que pueda alterarse una competencia
exclusiva por voluntad de las partes litigantes.

Las materias afectadas por las competencias exclusivas son 5:

-dos reales y arrendamientos de bienes inmuebles, donde los tribunales


exclusivamente competentes son los del Estado donde se encuentra el inmueble (art. 24.1);

-validez, nulidad o disolución de sociedades y personas jurídicas que tuvieran su


domicilio en un Estado miembro, o de decisiones de sus órganos, sobre lo que conocen
exclusivamente los tribunales de dicho Estado (art. 24.2);

-en materia de validez de las inscripciones en los registros públicos, los tribunales del
Estado miembro en que se encontrare el Registro serán asimismo exclusivamente
competentes (art. 24.2);

-en materia de inscripciones o validez de patentes, marcas, diseños o dibujos y


modelos, y demás dos análogos sometidos a deposito o registro, independientemente de
que la cuestión se haya solicitado por vía de acción o de excepción, serán exclusivamente
competentes los tribunales del Estado miembro en que se hubiere solicitado, efectuado o
tenido por efectuado el depósito o registro en virtud de lo dispuesto en algún convenio
internacional o instrumento de la UE (art. 24.5)

-se añade a estas 4 competencias exclusivas la prevista en el art. 24.5 acerca del
reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales, que recae en los tribunales del Estado
miembro del lugar de ejecución.

La razón que explica la exclusividad de la competencia sobre las materias contenidas en el art.
24 Reglamento Bruselas I bis es, básicamente, el interés público o general del Estado del lugar
de situación del inmueble, persona jurídica, registro, etc., en atención a la materia y a la
especial proximidad del litigio con el Estado exclusivamente competente. Aquí radica su
carácter excepcional, que justifica un principio de interpretación restrictiva.

La presencia de un interés general o público explica que en estos casos el interés procesal de
las partes quede desplazado por el mayor peso del primero. Por ello, el art. 24 señala que las
normas de competencia judicial exclusiva se aplican con independencia del domicilio. En los
supuestos contemplados en el art. 24, el domicilio del demandado en un Estado parte no
actúa como criterio de aplicación espacial de las normas del Reglamento
C. SUMISIÓN POR LAS PARTES

La voluntad de las partes no puede derogar las competencias establecidas con carácter
exclusivo en el art. 24 Reglamento Bruselas I bis. Pero, en defecto de su aplicación, las partes
pueden prorrogar la competencia, tanto expresa como tácitamente.

En primer término, las partes pueden, mediante un acuerdo atributivo de competencia,


someterse expresamente a los tribunales de un Estado miembro. Si media sumisión expresa,
los tribunales elegidos serán los únicos competentes, con exclusión de aquellos que pudieran
venir determinados por foros especiales, y el incumplimiento por una de las partes de este
acuerdo planteando la acción ante otros tribunales puede implicar su responsabilidad por los
daños ocasionados a la otra parte.

La competencia se produce, incluso, si lo que está en cuestión es la propia validez o nulidad del
contrato en el que se inserta la cláusula de elección, siempre que se cumplan las condiciones
formales previstas en el art. 25. El art. 25.5 Reglamento Bruselas I bis ha plasmado legalmente
este principio al disponer que "un acuerdo atributivo de competencia que forma parte de un
contrato será considerado como un acuerdo independiente de las demás cláusulas del
contrato. La validez del acuerdo atributivo de competencia no podrá ser impugnada por la
sola razón de la invalidez del contrato".

En todo caso, para valorar la aplicabilidad y alcance de las disposiciones del Reglamento
Bruselas I bis acerca de la prorrogativo fori, es preciso partir de dos supuestos bien
diferenciados, según que el tribunal elegido corresponda o no a un Estado miembro. El caso de
sumisión por las partes a los tribunales de un Estado miembro se encuentra regulado en el
art. 25.1 Reglamento Bruselas I bis, de forma distinta a lo que venía estableciendo el art. 23
Reglamento Bruselas I. Este disponía que "si las partes, cuando al menos una de ellas tuviere
su domicilio en un Estado miembro, hubieren acordado que un tribunal o los tribunales de
un Estado miembro fueren competentes para conocer de cualquier litigio que hubiere
surgido o que pudiere surgir con ocasión de una determinada relación jurídica, tal tribunal o
tales tribunales serán competentes..." La norma del art. 23 se aplicaba, aunque el
demandado no tuviera su domicilio en un Estado miembro, que era el criterio general de
aplicación espacial de las normas del Reglamento. La prorrogatio fori prevista en el art. 23.1
Reglamento Bruselas I operaba cuando al menos una de las partes, pero cualquiera, tenía su
domicilio en un Estado miembro. En este caso, la sumisión de las partes a los tribunales de un
Estado miembro producía un doble efecto: atributivo y derogatorio. Atribuye competencia
única a los tribunales de los demás Estados miembros. Si ninguna de las partes estaba
domiciliada en un Estado miembro, el art. 23.3 Reglamento Bruselas I establecía una
solución diferente: cada Estado aplicaba sus normas internas para determinar su
competencia judicial internacional, pero los tribunales de los demás Estados miembros
debían suspender el procedimiento hasta que el tribunal elegido se hubiera pronunciado
sobre su competencia.

El alcance del nuevo art. 25.1 Reglamento Bruselas I bis es diverso, pues se atribuye
competencia única ("exclusiva") a los tribunales de un Estado miembro elegidos por las
partes, con independencia del domicilio de las partes y, por tanto, la determinación de la
competencia del tribunal del Estado miembro elegido vendrá establecida, aunque ninguna
de las partes tenga domicilio en un Estado miembro.
El art. 25.1 cubre además una laguna de la reglamentación anterior, al determinar que la
validez sustancial de la cláusula de elección de fuero se determina de conformidad con la ley
del Estado miembro designado por la cláusula, que podrá considerar que la validez material
de la cláusula se determina conforme a la lex fori (calificación procesal) o la lex contractus
(calificación sustantiva).

Finalmente, el régimen de la sumisión por las partes a los tribunales de un Estado no


miembro no se halla previsto en el Reglamento ni en el art. 25 Reglamento Bruselas I bis. Si
las partes han suscrito un acuerdo de sumisión a los tribunales de un Estado no miembro, sea
cual sea su domicilio, no existe obligación por parte de los Estados miembros de respetar
semejante derogatio fori que no actúa en favor de un "socio" en el Reglamento, sino de un
tercer Estado. El efecto derogatorio de la voluntad de las partes se resolverá, en este caso,
conforme a los respectivos dos internos, de cada Estado miembro.

Algunos límites y correctivos modulan dicha facultad de sumisión expresa. Existen, en


principio, limites ratione materiae. Por un lado, la prorrogatio fori no puede operar sobre las
materias reguladas por el art. 24 (foros exclusivos); en segundo termino, las clausulas
atributivas de jurisdicción tienen un alcance y posibilidades limitados en materia de seguros
(art. 15), contratos celebrados por consumidores (art. 19) y contratos de trabajo (art. 23).

El art. 26 Reglamento Bruselas I bis contempla la prorrogación tacita, esto es, la competencia
del Estado miembro ante el que compareciere el demandado. La sumisión tacita no es
operativa si se trata de una de las materias que, conforme al art. 24 atribuye competencia
exclusiva e inderogable por la voluntad de las partes a los tribunales de un Estado miembro.
Opera, sin embargo, como un criterio alternativo de atribución de competencia incluso
respecto de los foros de protección especiales, si bien el art. 26.2 Reglamento Bruselas I bis
ha introducido una cautela consistente en que el juez se asegure de que la parte débil en
cuestión ha sido informada de la posibilidad de impugnar la competencia y de las
consecuencias de su comparecencia. La sumisión tacita actúa, además, no solo como
alternativa a los foros especiales por razón de la materia, sino que prevalece frente a una
clausula atributiva de jurisdicción o sumisión expresa, en su condición de acto posterior,
como explicito la STJCE de 24 de junio de 1981 (Asunto 150/1980: "Elephanten").

Se duda si la comparecencia del demandado como criterio de atribución de competencia a los


tribunales de un Estado miembro actúa con independencia del domicilio del demandado en un
Estado miembro. Se ha defendido que solo cabe la aplicación del art. 26 cuando, siguiendo el
criterio general, el demandado se halla domiciliado en un Estado miembro, siendo
aplicables, en caso contrario, las reglas y criterios de competencia del derecho interno, y así
parece desprenderse del Informe Jenard al Convenio de Bruselas. Sin embargo, esta solución
parece poco consecuente con el propio ámbito de aplicación del art. 25 (sumisión expresa).

Si se admite que el art. 26 se aplica con independencia del domicilio del demandado en un
Estado miembro, cabe entender según la opinión más extendida, avalada por la STJCE de 13 de
julio de 2000 (As. C-412/1998), que el art. 26 opera solo con que las partes se sometan
tácitamente a los tribunales de un Estado miembro, cualquiera que sea el domicilio del
demandado o del demandante. En suma, el art. 26 se aplicaría en todos los casos. Desde la
perspectiva española, ello quiere decir que siempre que las partes y cualquiera que sea su
nacionalidad o domicilio se sometan tácitamente a un tribunal español, este ha de valorar
dicha sumisión y aceptar la competencia conforme al art. 26, con lo cual el concepto de
sumisión tacita que pudiese extraerse del art. 22.2 LOPJ no sería aplicable nunca.
La nueva regulación del Reglamento Bruselas I bis viene a resolver el problema interpretativo
haciendo confluir esta tesis con la que defiende pura y simplemente la aplicación del criterio
de sumisión tacita del Reglamento cuando las partes se someten tácitamente a los tribunales
de un Estado miembro, con independencia de su domicilio. En efecto, de un lado el propio art.
25 resulta ahora de aplicación con independencia del domicilio de las partes. Por otra parte,
el art. 26 del nuevo Reglamento ha añadido un nuevo apartado 2o, que limita el juego de la
sumisión tacita en los contratos de seguro, consumidores y laborales contemplados en las
secciones 3, 4 y 5 con el objeto de garantizar la debida información a la parte protegida
acerca de las consecuencias de la sumisión y la posibilidad de impugnar la competencia.

Finalmente, es importante destacar que la competencia del demandado no comportara la


competencia del tribunal si dicha comparecencia tuviera por objeto impugnar la
competencia. La interpretación de este límite es uno de los elementos claves del art. 24/26,
toda vez que, frente a la rigidez de algunos sistemas internos, el TJCE ha tenido ocasión de
interpretar con flexibilidad los índices que permiten deducir una comparecencia cuyo fin
fundamental es impugnar y no aceptar dicha competencia. En suma, debe existir una voluntad
real de sumisión.

D. FORO GENERAL DEL DOMICILIO DEL DEMANDADO

En defecto de foros de competencia judicial exclusiva o sumisión por las partes, el foro del
domicilio del demandado constituye el criterio general de atribución de competencia en el
Reglamento Bruselas I bis (art. 4). Se infiere la importancia que el concepto "domicilio" tiene
en la aplicación del régimen de Bruselas. Sin embargo, se trata de una noción que admite
diversos significados, y que es entendida de forma diversa en los distintos Estados miembros.

El Reglamento no contiene un concepto uniforme de "domicilio", pero si disposiciones


conflictuales sobre la interpretación de dicho concepto. Así, la concreción del domicilio de las
personas físicas en un Estado miembro se rige por la ley de dicho Estado. Si se trata de
determinar si una parte está domiciliada en territorio del foro, el tribunal del Estado
miembro aplicara su ley interna (art. 62.1); si no estuviera domiciliada en el Estado cuyos
tribunales conocieran del asunto, el tribunal, para determinar si dicha parte lo está en otro
Estado miembro, aplicara la ley de dicho Estado (art. 62.2). Por su parte, el art. 60
Reglamento Bruselas I (art. 63 Bruselas I bis) establece el criterio de determinación del
domicilio de las sociedades, introduciendo tres criterios materiales cuyo juego es alternativo:
sede social, administración central o centro de actividad principal.

Estas soluciones no están exentas de problemas. La diferencia de criterios en los distintos


Estados miembros puede dar lugar tanto a conflictos positivos como negativos. En el primer
caso, dos jueces de sendos Estados miembros pueden considerar domiciliado en su territorio al
mismo sujeto. La solución de este conflicto positivo puede alcanzarse con los mecanismos
previstos en el propio Reglamento (litispendencia, conexidad,). Más difícil es la solución de un
conflicto negativo: ninguno de los jueces considera al demandado domiciliado en su Estado,
por no cumplir las condiciones previstas en el Do aplicable para entender que tiene su
domicilio en dicho territorio. Esta consideración no solo afecta a la inoperancia del foro del
domicilio del demandado, sino que puede llevar a la inaplicación de las normas de
competencia prevista en el Reglamento, con lo cual sería tratado como no domiciliado en la UE
un demandado que solo tenga un vínculo de residencia con uno o más Estados miembros,
aunque no suficiente para ser considerado como "domicilio".
Esta consecuencia invita a una interpretación del concepto de "domicilio" flexible, que tienda
a impedir estas situaciones claudicantes en caso de conflicto negativo, y que se inspire en un
principio de necesidad.

E. FOROS ESPECIALES POR RAZÓN DE LA MATERIA

En defecto de competencias exclusivas o sumisión por las partes a unos determinados


tribunales de un Estado miembro, los órganos jurisdiccionales de los Estados miembros gozan
de competencia judicial no solo en virtud del foro general del domicilio del demandado en su
territorio, sino en virtud de los foros especiales por razón de la materia o foros de ataque,
contenidos en los arts. 7 a 23 Reglamento Bruselas I bis. El demandante, siempre que no se
trate de una materia sujeta a una competencia exclusiva o medie sumisión de ambas partes,
mantiene en todo caso una doble opción: plantear su demanda ante los tribunales
correspondientes al domicilio del demandado o, como alternativa, hacerlo ante los
tribunales que designan las normas de competencia judicial especiales por razón de la
materia, que le brindan, en consecuencia, una nueva posibilidad de ataque. Estos foros se
fundan en un principio de proximidad, procediendo a designar aquellos tribunales que, por
razón de la naturaleza de la cuestión litigiosa, pueden presentar una vinculación más
estrecha con el litigio. En otros casos, sin embargo, la neutralidad del principio de proximidad
se sacrifica en favor del establecimiento de foros de protección, por la existencia en la relación
litigiosa de una parte débil: consumidor, asegurado, trabajador, etc.

Los foros espaciales, por su naturaleza y función, deber ser interpretados de forma contenida,
tanto si se trata de foros de protección como si se configuran como foros neutros. Se trata de
una excepción al foro del domicilio del demandado y, como tal, debe interpretarse
restrictivamente para garantizar el alto grado de previsibilidad de las reglas de competencia
judicial internacional (considerando 15 Reglamento Bruselas I bis). Sin embargo, no tienen
cabida las interpretaciones restrictivas que tiendan a confundir el foro especial con el foro
general del domicilio del demandado. El foro especial proporciona, precisamente, un foro
alternativo al foro del domicilio del demandado. Precisamente por ello, en la mayoría de los
casos, el foro especial puede coincidir con el foro del domicilio del demandante, sin que por
ello se convierta en un foro exorbitante, ya que se construye sobre indicios de proximidad
razonables y específicos: lugar de ejecución de la obligación, lugar donde se produce el daño,
lugar donde se sitúa el establecimiento secundario o agencia, etc.
F. COMPETENCIAS DERIVADAS

Los arts. 8 y 9 Reglamento Bruselas I bis contemplan varios supuestos en los que se
establecen competencias derivadas, producidas por situaciones de conexidad.

La primera de ellas tiene lugar en aquellos casos en que existe un solo demandante frente a
una pluralidad de demandados, guardando las distintas demandadas entre si un grado de
conexión que justifica el interés por que sean juzgadas en un solo proceso, evitando así
situaciones claudicantes a que pudieran dar lugar distintas decisiones inconciliables,
provenientes de diferentes jurisdicciones, sin que sea necesaria la existencia de un
litisconsorcio pasivo necesario ni que las demandas acumuladas tengan idénticos fundamentos
jurídicos o se rijan por la misma legislación nacional.

En estos casos, el art. 8.1 contempla la posibilidad de que pueda demandarse a los distintos
demandados ante los tribunales del domicilio de cualquiera de ellos "siempre que las
demandas estuvieren vinculadas entre sí por una relación tan estrecha que resulte oportuno
tramitarlas y juzgarlas al mismo tiempo a fin de evitar resoluciones que podrían ser
contradictorias sé si juzgasen los asuntos separadamente", locución equivalente a la del art.
30.3 Reglamento Bruselas I bis, y que persigue evitar el forum shopping y el abuso a que podría
conducir la acumulación de acciones sin una vinculación suficiente; no basta con que exista
una mera divergencia potencial en la solución del litigio, sino que hace falta también tal
divergencia se inscriba en el marco de una misma situación de hecho y de Do.

La aplicación del art. 8.1, así como la de todas las reglas de conexidad del art. 8, afecta
únicamente a los demandados que se encuentren domiciliados en Estados miembros. En
consecuencia, la norma permite la centralización del litigio ante los tribunales del Estado
miembro correspondiente al domicilio de uno de los demandados, respecto del resto de
demandados domiciliados en otros Estados miembros. La atracción hacia ese tribunal de la
competencia sobre las acciones relativas a demandados no domiciliados en Estados miembros
dependerá de que dicha acumulación venga permitida por su derecho autónomo de
competencia judicial internacional. En el sistema español, ante el silencio de la LOPJ, tanto la
doctrina como la jurisprudencia apuntan a una solución inspirada en el art. 6.1 Reglamento
Bruselas I bis.

En segundo lugar, si se trata de una demanda sobre obligaciones de garantía o para la


intervención de terceros en el proceso, puede demandarse ante el tribunal que estuviere
conociendo de la demanda principal, salvo que esta se hubiera formulado con el único
objeto de provocar la intervención de un tribunal distinto del correspondiente al demandado
(art. 8.2), provocando una "desviación de fuero". Como ha señalado la STJCE de 15 de mayo
de 1990, esta regla no obliga al juez nacional a admitir la demanda de garantía; este puede
aplicar sus reglas procesales para apreciar la admisibilidad de la demanda, siempre y cuando
no menoscabe las reglas del Reglamento. Así, no podría fundamentar la desestimación de la
demanda sobre obligaciones de garantía en el hecho de que el garante resida o este
domiciliado en el territorio de un Estado miembro distinto del Estado del tribunal que este
conociendo de la demanda principal. El Reglamento Bruselas I bis ha introducido una cierta
ordenación del régimen derivado de estas limitaciones procesales a través de una lista de
Estados contemplada en el art. 64.2, que se extienda a la acción directa en materia de seguros.
En tercer lugar, el art. 8.3 Reglamento Bruselas I bis prevé, si se trata de una reconvención
derivada del contrato o hecho en que se fundamente la demanda inicial, la competencia del
tribunal que este conociendo de esta última. Esta competencia derivada implica que la
reconvención conlleve una demanda distinta por parte del demandado, y no la simple
solicitud de desestimación de la demanda. De igual forma, no afecta a la plena aplicabilidad
del derecho nacional por lo que se refiere a los medios de defensa admisibles. En particular, la
admisibilidad de la alegación del demandado en orden a una compensación de créditos no
puede considerarse como reconvención, ni obliga al tribunal a admitir la citada pretensión.

Finalmente, se contemplan dos reglas de competencia derivada especiales:

- el art. 8.4 Reglamento Bruselas I bis prevé que si, en materia contractual, la acción
pudiera acumularse con otra en materia de dos reales inmobiliarios dirigida contra el
mismo demandado, podrá presentarse la demanda ante el tribunal del Estado
miembro en el que estuviere sito el inmueble.
- Por su parte, el art. 9 Reglamento Bruselas I bis prevé la extensión de la competencia
del tribunal de un Estado miembro para conocer de acciones de responsabilidad
derivada de la utilización o explotación de un buque a la demanda relativa a la
limitación de esta responsabilidad.

G. MEDIDAS PROVISIONALES Y CAUTELARES

El art. 35 Reglamento Bruselas I bis dispone que podrán solicitarse medidas provisionales o
cautelares previstas por la ley de un Estado miembro a las autoridades judiciales de dicho
Estado, incluso si, en virtud del Reglamento, un tribunal de otro Estado miembro fuera
competente para conocer sobre el fondo. El tribunal que conoce sobre el fondo extiende su
competencia a la adopción de medidas cautelares y provisionales. No obstante, puede ocurrir
que las medidas adoptadas por el tribunal competente sobre el fondo no puedan ejecutarse en
su territorio, especialmente cuando afectan a bienes situados en otro Estado. En tal caso, se
hace necesario proceder al reconocimiento y ejecución de la medida en ese otro Estado. La
dualidad de procedimientos y la dilación consecuente hace aconsejable permitir el
planteamiento de las medidas provisionales o cautelares ante un tribunal distinto del que
conoce sobre el fondo, bajo pena de perjudicar el efecto útil de tales medidas, incluso si la
competencia sobre el fondo viene determinada por un foro exclusivo, o en virtud de sumisión
expresa. A esta necesidad, responde el art. 31/35 Reglamento.

Las medidas cautelares y urgentes que se pueden solicitar son aquellas previstas por la ley
interna del tribunal ante el que se solicitan. No obstante, el art. 31/35 emplea un concepto
autónomo de "medidas provisionales o cautelares". La competencia se habilita respecto de
medidas revisables en dos que constituyen el objeto de la acción principal. Deben
subordinarse a alguna condición que asegure el carácter provisional de la medida. Por otra
parte, pese a la disyuntiva empleada en el art. 35, una interpretación teleológica del precepto
requiere que la medida sea urgente, es decir, necesaria para garantizar los dos habida cuenta
de la duración del procedimiento principal. En caso contrario, no parece necesario habilitar
una competencia especial distinta a la prevista sobre el fondo.

El art. 35 plantea un problema de interpretación básico. Según una corriente, se trata de una
norma que atribuye una competencia judicial internacional directa a los tribunales donde
deben cumplirse o ejecutarse las medidas provisionales o cautelares.
Según una segunda opinión, en nuestro sistema el art. 35 habría de completarse con lo
dispuesto en el art. 22.5 LOPJ, que prevé dicha competencia respecto de las medidas
provisionales o urgentes sobre personas o bienes que se encuentren en España.

5. NORMAS DE APLICACIÓN
A. VERIFICACIÓN DE OFICIO DE LA COMPETENCIA JUDICIAL INTERNACIONAL

Una de las cuestiones básicas de todo sistema de competencia judicial internacional se refiere
a la verificación o control de oficio o a instancia de parte de la competencia judicial
internacional. El Reglamento reserva dos preceptos al tratamiento de la comprobación de la
competencia judicial internacional, estableciendo la declaración de incompetencia de oficio en
dos casos:

- En primer lugar, cuando los tribunales de otro Estado miembro fueran


exclusivamente competentes en virtud del art. 24 (27 Reglamento Bruselas I bis),
siempre que la cuestión objeto de competencia exclusiva se haya planteado como
cuestión principal. El respeto del interés público o general que subyace en las
competencias exclusivas justifica tanto su naturaleza como su verificación o control de
oficio.
- En segundo lugar, procede la verificación de oficio cuando el demandado domiciliado
en otro Estado miembro, fuera emplazado y no compareciera, si la competencia no
pudiera fundarse en ninguna de las disposiciones del Reglamento (art. 28 Bruselas I
bis). Fuera de estos supuestos el Reglamento no prevé la declaración de
incompetencia de oficio.

Ello afecta, en primer término, al propio domiciliado en el foro. Según algunas tesis, el
Reglamento exigiría al demandado, es este caso, la impugnación de la competencia judicial
internacional de los tribunales de su domicilio. Según una doctrina más extendida, el control
de oficio podría obtenerse a través de la aplicación de las reglas de control de competencia
estatales.

Parte de la doctrina ha advertido asimismo la conveniencia de extender dicho control a los


supuestos de sumisión a los tribunales de un Estado miembro, aunque el domicilio del
demandado estuviera en un tercer Estado. Esta cuestión aparece resuelta en la nueva
regulación del Reglamento Bruselas I bis.

Conforme al art. 25 Reglamento Bruselas I bis, la sumisión expresa por las partes, cualquiera
que sea su domicilio, a los tribunales de un Estado miembro genera un supuesto de
"litispendencia" si la demanda se plantea ante el tribunal de cualquier Estado miembro
distinto al elegido. El art. 31.2 Reglamento Bruselas I bis introduce una solución consecuente
con esta calificación: cabe, en primer lugar, que el demandado comparezca y se someta
tácitamente a los tribunales del 2o Estado, pero en otro caso, si se presenta una demanda
ante un órgano jurisdiccional de un Estado miembro que tenga competencia exclusiva en
virtud del acuerdo de elección, el órgano jurisdiccional del otro Estado miembro debe
suspender el procedimiento hasta que el tribunal elegido se pronuncie sobre su
competencia, a menos que existan acuerdos elección de foro contradictorios.
Sin embargo, se habilita al tribunal de un Estado miembro a declararse competente sin
posibilidad de control de oficio cuando, por ejemplo, el demandado no está domiciliado en un
Estado miembro y las partes se han sometido a los tribunales de otro Estado miembro ante el
que no se ha interpuesto aún ninguna demanda.

El supuesto de control de oficio del art. 28 se inspira en un interés general más próximo en
este caso a los dos y libertades fundamentales; se trata del respeto a los dos y garantías
procesales y de defensa del demandado. La articulación procesal de la declaración de oficio
puede o debe diferenciarse. Mientras que la declaración de incompetencia prevista en el art.
27 puede realizarse desde la presentación de la demanda, el supuesto previsto en el art. 28 no
actúa en caso de sumisión tacita. Consecuentemente, la declaración de incompetencia ha de
realizarse en un momento procesal posterior, para dejar abierta la posibilidad de dicha
sumisión tacita, y operar únicamente cuando dicha sumisión ya no sea factible y, en tal caso,
nos encontremos en el supuesto de incomparecencia sin competencia del tribunal que conoce.

B. LITISPENDENCIA

El art. 29 Reglamento Bruselas I bis regula el problema de la litispendencia, estableciendo


que cuando se formulen demandas con el mismo objeto y la misma causa entre las mismas
partes ante órganos jurisdiccionales de Estados miembros distintos, el tribunal ante el que se
formule la 2a demanda suspenderá de oficio el procedimiento en tanto no se declare
competente el tribunal ante el que se interpuso la primera. Cuando el tribunal ante el que se
interpuso la 1a demanda se declare competente, el tribunal ante el que se interpuso la 2a se
abstendrá en favor de aquel.

El régimen de la litispendencia establecido en el art. 29 obedece más bien a la lógica del


reconocimiento y ejecución de decisiones, como demuestra la aplicación de los criterios
propios de este sector para resolver un problema de aplicación temporal del Convenio de
Bruselas en la STJCE de 9 de octubre de 1997. La admisión de la litispendencia tiende a evitar
la coexistencia de dos decisiones sobre la misma causa incompatibles entre sí y perjudicial
para la libre circulación de decisiones. De ahí que, para que opere la suspensión y la
abstención prevista en el art. 27/29 no se tenga en cuenta el domicilio de las partes en ambos
procedimientos. Basta para su aplicación, que las demandas se hayan presentado ante
tribunales de Estados miembros distintos. La solución, excepto en el caso de que el segundo
tribunal sea el elegido por las partes, consiste en optar por el tribunal ante el que se ha
iniciado con anterioridad el procedimiento, "la jurisdicción ante la cual se cumplimentaron
en primer lugar las condiciones que permitieron concluir en una litispendencia definitiva,
debiendo ser apreciadas dichas condiciones según la ley nacional de cada una de las
jurisdicciones implicadas".

La suspensión y, en su caso, inhibición o abstención del tribunal que conoce en segundo


lugar se produce sin que quepa control de la competencia judicial internacional del tribunal
que conoce en primer lugar ni valoración alguna de las posibilidades de reconocimiento de la
decisión que vaya a dictar el tribunal que conoce en primer lugar. Solo si se trata de una
competencia exclusiva del tribunal que conoce en segundo lugar se denegara la suspensión o
inhibición que acarrea la excepción de litispendencia. Si esta competencia "exclusiva" del
segundo tribunal se debe a un acuerdo de elección de fuero que no plantea dudas ni
contradicciones, la actuación del 1er tribunal varia en el Reglamento Bruselas I bis, respecto de
lo que establecía el Reglamento Bruselas I.
En este último caso, incluso si mediaba una cláusula de sumisión a los tribunales de un 2o
Estado, primaba el principio de confianza comunitaria sobre el principio de seguridad jurídica y
el tribunal elegido debía inhibirse a favor del 1o en conocer, si este se declaraba competente.
La solución introducida por el art. 31.2 Reglamento Bruselas I bis, sin embargo, hace prevalecer
el conocimiento del 2o tribunal, elegido por las partes, frente al 1o, con excepción de aquellos
casos en que el demandante sea una parte débil protegida y el acuerdo no sea válido
conforme a las secciones 3, 4 y 5 del Capítulo II del Reglamento (art. 31.4).

Por otra parte, la identidad de las partes, objeto y causa que justifica la excepción de
litispendencia internacional ha de ser valorada en términos latos, a juicio del TJCE, hecho
que ha producido que la "litispendencia" devore el concepto de "conexidad" del art. 30
Reglamento Bruselas I bis. Así, cuando las partes en el segundo procedimiento coincidan solo
parcialmente con las del procedimiento anterior, el art. 29 se aplica, pero solo exige que se
inhiba el órgano jurisdiccional ante el que se suscita el segundo procedimiento si las partes del
litigio pendiente ante el mismo son las mismas que en el anterior, pudiendo continuar el
procedimiento respecto de las demás partes.

La identidad de objeto debe interpretarse asimismo en términos amplios, y no formales. No se


trata de que el petitum de ambas demandas coincida exactamente, sino de que en ambos
procesos se dilucide, esencialmente, la misma cuestión.

Sin embargo, la situación de litispendencia debe apreciarse a tenor exclusivamente de la


posición planteada por los demandantes, sin tener en cuenta los motivos de oposición que
pueda formular el demandado, susceptibles de alterar el contenido y la naturaleza de las
demandas. Como indica el TJCE, en caso contrario la finalidad de la reglamentación
comunitaria quedaría desvirtuada, pues, además de provocar retrasos y gastos, podría dar
lugar a que el tribunal designado inicialmente como competente debiera inhibirse
posteriormente.

C. CONEXIDAD

El art. 30.3 Reglamento Bruselas I bis contiene una definición de "conexidad". Se entiende por
demandas conexas las "vinculadas entre sí por una relación tan estrecha que sería oportuno
tramitarlas y juzgarlas al mismo tiempo a fin de evitar resoluciones que podrían ser
contradictorias si los asuntos fueran juzgados separadamente". Para que exista conexidad
basta con el hecho de que la tramitación separada de dos demandas provoque un resultado
contradictorio, sin que sea necesario que las dos decisiones susceptibles de dictarse puedan
dar lugar a consecuencias jurídicas mutuamente excluyentes, esto es, sean incompatibles.

En este sentido, el Reglamento Bruselas I decía "inconciliables". En definitiva, la conexidad


aconseja la acumulación de 2 acciones por "conveniencia", pero no siempre por "necesidad".
A menudo, ambas decisiones podrían convivir en un mismo sistema jurídico, porque sus
consecuencias no se excluyen mutuamente. Por tanto, el concepto de "contradicción" del art.
30.3 debe entenderse en un sentido amplio.
En la litispendencia, la identidad de partes, causa y objeto, aun en un sentido amplio, implica
necesariamente una inconciliabilidad en sentido más estricto, entendido como incongruencia o
incompatibilidad: debe suponer el riesgo de 2 decisiones cuyas consecuencias jurídicas se
excluyen mutuamente: nulidad del contrato/ejecución del contrato. En cambio, la conexidad
cubre supuestos en que solo existe contradicción, así como otros en los que, no habiendo
identidad de objeto, partes y causa, existe asimismo riesgo de que las consecuencias de
ambas decisiones se excluyan mutuamente.

Al igual que la litispendencia, la solución de los problemas derivados de la conexidad obedece


a la lógica del reconocimiento o libre circulación de decisiones. El art. 30.1 Reglamento
Bruselas I bis faculta al tribunal que el que se hubiese presentado la demanda posterior para
suspender el procedimiento, cuando se presentaran demandas conexas ante tribuales de
Estados miembros diferentes; a instancia de las partes, dicho tribunal puede igualmente
declinar su competencia cuando la demanda presentada en primer lugar este pendiente en
primera instancia, a condición de que el tribunal que conozca de la primera demanda sea
competente asimismo para conocer de la segunda y su ley permita la acumulación de acciones
conexas (art. 30.2 Reglamento Bruselas I bis).

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