Manifiesto de La Junta Militar (11 de Septiembre de 1924)

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Manifiesto de la Junta Militar (11 de

septiembre de 1924)

Exportado de Wikisource el 9 de agosto de 2022

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Antes de exponer al país en forma definida nuestros
propósitos, hemos querido que a nuestras palabras se
anticiparan los hechos; repugna a nuestra honradez el viejo
y desprestigiado sistema de prometer sin garantizar el
cumplimiento.

La corrupción de la vida política de la República llevaba a


nuestras instituciones a un abismo hacia el cual la propia
Carta Fundamental empezaba a resbalar, empujada por
intereses meramente personales.

Los elementos sanos se habían alejado de la acción pública


por un tiempo tan dilatado, que sentían ya pesar como una
culpa su abstención.

La miseria del pueblo, la especulación, la mala fe de los


poderosos, la inestabilidad económica y la falta de
esperanza en una regeneración dentro del régimen existente,
habían producido un fermento que irritaba las entrañas de
las clases cuya lucha por la vida es más difícil.

Este movimiento ha sido fruto espontáneo de las


circunstancias.

Su fin es abolir la política gangrenada; y su procedimiento,


enérgico pero pacífico, es ahora de cirugía, y no de
venganza y castigo.

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Se trata de un movimiento sin bandera de sectas o partidos,
dirigidos igualmente contra todas las tiendas políticas que
deprimieron la conciencia pública y causaron nuestra
corrupción orgánica.

Ninguno de los bandos podrá arrogarse la inspiración de


nuestros actos, ni deberá esperar para sí la cosecha de
nuestro esfuerzo.

No hemos asumido el poder para conservarlo.

No hemos alzado ni alzaremos un caudillo, porque nuestra


obra debe ser de todos y para todos.

Mantendremos las libertades públicas, porque de su


ejercicio racional nace toda creación, y porque bien
sabemos que de ella arranca su existencia la más augusta de
las conquistas: el reconocimiento de la soberanía popular.

De creación, y no de reacción, es el momento.

Nuestra finalidad es la de convocar a una libre asamblea


constituyente, de la cual surja una Carta Fundamental que
corresponda a las aspiraciones nacionales.

Creada la nueva Constitución, ha de procederse a la


elección de poderes públicos, sobre registros hechos por
inscripción amplia y libre.

Constituidos estos poderes, habrá terminado nuestra misión.

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Entretanto, deseamos que se observe nuestra acción con
mirada serena y afinada en una nueva visión política, y
pedimos que a la obra patriótica e incansable que habrá de
engendrar la conciencia nacional, se agregue la cooperación
robusta de las fuerzas vivas no contaminadas de la
República.

Antes que adoptar una actitud hostil frente a este


movimiento, téngase presente que lo más honrado y lógico
es comenzar por tratar de comprender su significación y
alcance.

Tengamos fe en la causa que defendemos, alejemos las


suspicacias que disgregan, y, unidos con el sano propósito
de salvar a la República, trabajemos por devolver a nuestra
patria el libre juego de sus instituciones fundamentales,
nuevas y sanas.

La Junta Militar

LA JUNTA MILITAR A LAS INSTITUCIONES


MILITARES: CIRCULAR

Realizados ya los puntos más importantes de su programa,


la Junta Militar cumple con el deber de informar
ampliamente a los compañeros sobre el carácter y finalidad
del movimiento de opinión realizado por las instituciones
armadas, con el objeto de que ellos puedan continuar
prestando su valioso concurso a la obra de regeneración

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comenzada, que hoy tomará a su cargo el nuevo gobierno
establecido.

La Junta considera inoficioso entrar en detalles sobre la


forma cómo se generó el movimiento de opinión que nos ha
traído hasta el estado actual. Ella no podría sino repetir lo
que la prensa ha publicado ya.

Deja constancia sí - de eso no podrían dudar los


compañeros de las instituciones armadas – de que éste ha
sido un movimiento enteramente espontáneo sin acuerdos
previos y sin conexiones con hombres o partidos políticos.
La oficialidad joven del Ejército arrastrada por un culto
patriótico, en los momentos en que el Senado de la
República se preparaba para cometer el más descarado
atropello a nuestra Carta Fundamental, dictando una ley de
dieta parlamentaria, se hizo intérprete de la indignación de
todo el país, protestando en forma muda, con su sola
presencia en las tribunas del Senado, contra semejante
atropello: fue ésta la gota de agua que colmó el vaso
próximo a desbordarse.

No es tampoco el momento de hacer historia de todos los


pasos dados para llegar a la situación que hoy día existe.
Bástenos decir que, apoyada por la opinión honrada del
país, segura de que realizaría una obra de verdadera
regeneración social, política y administrativa, la Junta
Militar, formada desde que S.E. organizó el Gabinete

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presidido por el General Altamirano, se propuso perseguir
los fines siguientes:

1º Conseguir que S. E. que, según declaración de él mismo,


no había podido contrarrestar las exigencias mezquinas de
ciertos elementos políticos, se ausentara del país, a fin de
organizar, sin peligro de conmoción interna, un Gobierno
capaz de organizar la acción depuradora de la
administración pública y de la vida política del país.

2º Obtener la disolución del Congreso, generado por medios


que repudia la conciencia nacional. 3º Hacer que vuelva a
reinar el imperio de la Constitución, reformando
rápidamente nuestra Carta Fundamental.

4º Llamar a nuevas elecciones, sobre la base de registros


que devuelvan sus derechos a todos los electores del país,
sin distinción de colores políticos.

Como nuestros compañeros pueden ver, lo más difícil está


hecho, pues hemos llegado ya hasta la disolución del
Congreso. Desde este momento, convencida de que los
hombres que hoy forman el Poder Ejecutivo sabrán cumplir
con su deber para llevar a feliz término la obra emprendida,
la Junta Militar ha resuelto depositar en ellos la más
absoluta confianza, e invita a todos sus compañeros de las
instituciones armadas a imitar su ejemplo.

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Esta es, pues, la situación del momento, tenemos un
Gobierno en cuyo patriotismo podemos confiar ciegamente.
Se trata ahora de que los hombres que han asumido la
responsabilidad del gobierno, vean en nosotros lo que
realmente somos: un elemento de orden, en cuya
subordinación se puede tener plena fe.

Antes de dar por terminada esta comunicación, la Junta cree


conveniente hacer llegar a conocimiento de sus compañeros
algunas recomendaciones:

1º Es indispensable que los señores jefes y se abstengan de


mezclarse en discusiones de carácter político, y de tomar
contacto con cualquier partido o agrupación política, a fin
de conservarle toda su pureza al movimiento iniciado.

2º Es preciso mantener a toda costa la disciplina, hoy más


necesaria que nunca.

3º Conviene que los señores comandantes de unidades con


sus oficiales, se acerquen a la tropa y le expliquen los
deberes en la hora presente, procediendo con toda
discreción, a fin de que en ningún momento pueda relajarse
la disciplina. Los modos suaves, paternales, empleados en
las instituciones armadas para tratar a los subordinados, no
influyen en la firmeza de los procedimientos: el menor acto
de insubordinación venga de donde viniere, debe ser rápida
y severamente sancionado.

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4º Es necesario establecer contacto con los gremios obreros
u otras instituciones similares, a fin de orientarlos sobre los
propósitos del nuevo Gobierno. Oficiales idóneos podrán
desarrollar labor múltiple en este sentido, tratando de llevar
al ánimo de este elemento, el convencimiento de que se
persigue una obra de regeneración, que será fecunda y de
benéficos resultados para el país.

Con lo dicho, la Junta Militar cree que los señores jefes y


oficiales de las instituciones armadas disponen de todos los
elementos de juicio necesarios para apreciar la
trascendencia de la tarea de desarrollo para encontrar los
medios que deben emplear a fin de prestar el concurso
eficaz a la labor del nuevo Gobierno, que ha menester en las
actuales circunstancias del apoyo honrado, decidido y
entusiasta de todos los patriotas chilenos, militares o civiles.

Santiago, 11 de septiembre de 1924.

El Comité Militar.

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