Hem Estudiosdeprehistoria 1991
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PREHISTORIA
Y ARQUEOLOGIA
MADRILEÑAS
7
Ayuntamiento de Madrid
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P lan tilla núm .
hem eroteca
Ayuntamiento de Madrid
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FE D E E R R A T A S
Dice D ebe decir
Pág. 4, línea 8 año 1984 año 1985
Pág. 5, línea 4 Sese Sesé
Pág. 8, línea 12 traslado traslados
Pág. 33, línea 26 se pratica se practica
Pág. 42, línea 19 ya a unas pocas y a unas pocas
Pág. 58, línea 17 m am alón mamelón
Pág. 79, línea 16 M." L. M." L.
Pág. 87, línea 10 au tor de los dibujos es au tor de los dibujos y José
Luis Paredes de las fotografías
Pág. 99, línea 20 m árgen m argen
Pág. 105, línea 7 trazo trazos
Pág. 110, línea 19 1410 B.P. 1410 a. C.
Pág. 111, línea 31 Noticias Noticia
Pág. 138, línea 3 once un
Pág. 138, línea 48 raedera raederas
Pág. 150, línea 47 escotadura escotaduras
Pág. 152, línea 27 a penas apenas
Pág. 187, línea 8 el nom bre el nom bre y apellidos
Ayuntamiento de Madrid
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ESTUDIOS DE
PREHISTORIA
Y ARQUEOLOGIA
MADRILEÑAS
7
1991
MUSEOS ESPECIALIZADOS
AYUNTAMIENTO DE MADRID-CONCEJALIA DE CULTURA
Ayuntamiento de Madrid
E studios d e P rehistoria y A rq u eo lo g ía M adrileñas es una p u blicación sin
periodicidad fija. Su edición corre a cargo d esd e 1990 d e los M useos E specializa
dos del A yuntam iento de M adrid.
Ns 1 año 1982
2 " 1,983
3 " 1984
" 4 " 198^
5 " 1987
6 " 1988-89rV
7 " 1990-91
FIC H A T É C N IC A
D IR E C C IÓ N :
C arm en Priego F ernández del C am po
C O N S E JO D E R E D A C C IÓ N :
Salvador Q uero C astro
A lfo nso M artín Flores
A m alia P érez N avarro
A D M IN IS T R A C IÓ N :
A n a Isabel V ázq u ez G onzález
IN F O R M A C IÓ N E IN T E R C A M B IO S :
M useos E specializad o s del A y u ntam iento d e M adrid
C / E nrique D 'A lm onte, 1
28028 M adrid
T fnos.: 409 61 65 - 4 0 9 62 09
IL U S T R A C IÓ N D E L A C U B IE R T A :
P inturas ru p estres del abrigo d e "L os A ljibes" en L a P edriza del M anzanares
(M adrid).
4
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I N D I C E
Pags.
R E STO S D E G R A N D E S M A M IF E R O S D E L PL E IST O C E N O D EL
A R E N E R O D EL CU LEB R O (G E T A FE , M A D R ID ) ...........................................
E nrique Soto y C arm en Sese.
R E ST O S D E UN A SE N T A M IE N T O C A M P A N IF O R M E EN LA
FA B R IC A D E L A D R IL L O S D E P R E R E S A (G E T A FE , M A D R ID ) 2'
M a Concepción Blasco, Ju a n a Calle y M a Luz Sánchez Capilla.
C A R A C T E R IZ A C IO N M IN E R A L O G IC A D E C E R A M IC A S
C A M PA N IF O R M E S: Y A C IM IE N T O P R E R E S A (M A D R ID ) ...................... 5
A. M illán, J. G. A rribas y T. Calderón.
“ F O N D O ” D EL B R O N CE IN IC IA L EN EL V A LLE D E L BA JO
M A N Z A N A R E S (M A D R ID ) .......................................................................................... 7
M a Concepción Blasco, M a Luz Sánchez C apilla y Ju an a Calle.
PIN T U R A S R U P E ST R E S D E L A B R IG O D E LO S A LJIB ES EN LA
P E D R IZ A D E L M A N Z A N A R E S ................................................................................. 8
C arm en Priego Fernández del Cam po.
PR O SP E C C IO N A R Q U E O L O G IC A D E L V A LLE D E L T A JU Ñ A :
M O R A T A D E T A JU Ñ A .................................................................................................... i:
M artín A lm agro G orbea y R afael de La Rosa.
A N A LISIS D E LO S V ISITA N T E S D E L T E M P L O
DE D E B O D (1972-1990) ....................................................................................................... v
A lfonso M artín Flores.
5
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R ESTO S D E G R A N D E S M A M IFE R O S D EL
PLE ISTO C E N O D E L A R E N E R O D EL
A R R O Y O D EL C U LEBR O
(G ETA FE, M A D R ID )*
Por E. S o t o * * y C. S e s é * *
RESUM EN
Se estudian los restos de la fauna de m am íferos hallada en el yacimiento
del Arroyo del Culebro (Getafe, M adrid). Del estudio se desprende la
existencia de dos asociaciones faunísticas diferentes. Por una parte una
asociación típicam ente w urm iense (Pleistoceno superior) form ada por
Coelodonta antiquitatis -Megaceros giganteus y por otro lado la form ada
por Palaeoloxodon antiquus - Equus caballus torralbae del Pleistoceno
m edio, que confirm an las observaciones geológicas de terrazas solapadas en
el curso inferior del arroyo del Culebro.
PALABRAS CLAVE:
M am íferos - Pleistoceno m edio - Pleistoceno superior - A rroyo del
Culebro - M adrid - España.
A BSTRACT
The m am m al fauna recovered from the A rroyo del Culebro site (Getafe,
M adrid) is studied. This allows us to infer that there are two different faunal
assemblages: one o f them fonned by Coelodonta antiquitatis - Megaceros
giganteus, tipically wurm ian (U pper Pleistocene), and the other form ed by
Palaeoloxodon antiquus - Equus caballus torralbae (M iddle Pleistocene).
These associations confirm the geological observations o f the existence of
overlaped terraces in the lower course o f the river Culebro.
KEY W ORDS:
M am m als - M iddle Pleistocene - Upper Pleistocene - Arroyo del Culebro
M adrid - Spain.
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IN TRO D U CCIO N
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Los restos estudiados determ inan en el yacim iento del Culebro el siguien
te conjunto faunístico:
Proboscidea
Elephantidae
Palaeoloxodon antiquus FALCONER & CAUTLEY
Elephantidae gen. sp. indet.
Artiodactyla
Cervidae
Cervus elaphus LINNAEUS
Megaceros cf. giganteus BLUM ENBACH
Bovidae
Bovidae gen. sp. indet.
Perissodactyla
Equidae
Equus caballus ssp.
Rhinocerotidae
Coelodonta antiquitatis BLUM EM BACH
Rhinocerotidae gen. sp. indet.
SIT U A C IO N G E O G R A FIC A D E L O S A R E N E R O S D E L A R R O Y O D E L C U L EB R O
Y A D R IA N R O SA (M A D R ID )
Según consta en las fichas de los archivos del M useo de La Fuente del
Berro (Priego, com. pers.):
-A renero del C ulebro:
Carretera de San M artín de la Vega km. 9,475. Lo atraviesa la cañada real
de M erinas. Lim ita con el cam ino de la Solana por la izquierda y con el Valle
del Arroyo del Culebro por la derecha. Las coordenadas con respecto al
m eridiano Greenw ich son: 39 38' oeste y 409 18'49" norte. Las coordenadas
con respecto al m eridiano de M adrid son: 0Q0 2 'este.
En A rsuaga y A guirre (1979) vienen identificados los areneros de Adrián
Rosa y Arroyo del Culebro porque originalm ente el arenero del A rroyo del
Culebro íué explotado por Adrián Rosa. Sin em bargo, con dichos nombres
se conocen sitios diferentes perfectam ente delimitados.
- A d r iá n R o s a :
Con dicho nom bre se denom inan varios sitios diferentes:
1) Carretera de San M artín de la Vega km . 9,800 derecha. Frente al
cam ino de la Aldehuela. Estrecha franja entre la carretera de San M artín de
la Vega y el Arenero de Ram ón Soto, y coge parte del Arenero de los
M ilitares.
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2) Carretera de San M artín de la Vega km. 7,300 derecha. Parte del
cam ino de la Tejera.
3) Villaverde. El Ventorro.
SISTEM ATICA
Proboscidea ILLIG ER, 1811.
Elephantidae G R A Y, 1821. !
Palaeoloxodon antiquus FA LCO N ER & CAUTLEY
Material:
Dentición:
A CU -62-8325: fragm ento de M 2 inferior izquierdo
A CU -62-8328: M 2 inferior derecho.
Descripción:
N inguna de las dos piezas, correspondientes al m ism o individuo, se
conserva com pleta. El fragm ento de M 2 izquierdo no conserva m ás que
cuatro lám inas, con toda probabilidad se trata de las 5a, 6a, 7a y 8a. En el M2
derecho falta la prim era lám ina y al m enos dos posteriores. La superficie de
abrasión tiene un contorno reniform e, con convexidad lingual. Las prim eras
lám inas presentan expansión m ediana típica de la especie, en algunas los
bordes se encuentran avanzados respecto al resto de la lámina. Las tres
últim as lám inas tienen dígitos individualizados, la sexta y séptim a dan una
figura en tríptico con islote m ediano. El esm alte, no m uy grueso, se
encuentra fuertem ente plegado. Las dim ensiones se expresan en las tablas
1, 2 .
La m orfología de las lám inas así com o sus características m étricas no
ofrecen ninguna duda respecto a la atribución específica de estos ejem plares.
La hipsodoncia, (K =2,21), es elevada, por el contrario, el índice lam inar Q
es m uy reducido; estos índices así com o el espesor del esm alte son conser
vadores.
La pieza m ás frecuentem ente representada de P. antiquus en los yaci
m ientos son los M 3, últim o m olar que desarrollaban a lo largo de su vida. El
m aterial de M 2 inferior para com paración es escaso. El ejem plar del Arroyo
del Culebro ocupa una posición interm edia, entre los dos citados por Aguirre
(1968-1969) de P. antiquus europeos. (L ám .l, Fig.2).
Material:
A CU -69-62628: fragm ento de prem axilar superior
A CU -69-62626: fragm ento de defensa
A CU -69-62624: fragm ento de defensa
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ACU-69-65954: fragm ento de vértebra
ACU-62-8345: fragm ento de vértebra dorsal
ACU-62-8341: fragm ento de escápula
ACU-62-8337: fragm ento de escápula
A CU-69-62619: fragm ento de escápula
ACU-62-8321-23: fragm ento de costilla
ACU-62-8319: fragm ento de diáfisis de húm ero izquierdo
ACU-62-8353: fragm ento proxim al de ulna izquierda
ACU-62-8352: fragm ento proxim al de tibia izquierda
ACU-62-9339: fragm ento de diáfisis de fém ur izquierdo
ACU-69-62627: fragm ento de diáfisis de fém ur izquierdo
ACU-69-62620: fragm ento de diáfisis de fém ur izquierdo
ACU-69-62621: calcáneo izquierdo
Descripción y discusión:
Se incluyen en este apartado todos aquellos restos que m orfológica y
m étricam ente sólo pueden ser atribuidos a elefantes, ya que debido a la
acusada variación individual que en ambos aspectos experim entan los
elefantes, es muy difícil, cuando las piezas se encuentran en tal estado de
fragm entación y sin asociación aparente a ningún m aterial taxonóm icam en
te útil (v. gr. m olares), hacer discrim inaciones específicas, m ás aun cuanto
que en este yacim iento se localizan dos niveles diacrónicos. La presencia de
P. antiquus queda confirm ada por el hallazgo de piezas dentarias a las que
podrían asociarse los restos catalogados entre los núm eros 8319 y 8353, pero
no puede descartarse de m odo absoluto la existencia de restos atribuibles al
género Mammuthus.
Sólo dos piezas, por su estado de conservación, son susceptibles de medición
(véase Tabla 3).
Material y descripción:
Craneal:
A C U -76-107054-056: fragm ento de asta derecha. (Lám. 1, Fig.3)
Es el único resto que en este yacim iento puede atribuirse con absoluta
seguridad a la especie. Se trata de un fragm ento basal con pedículo y parte
del hueso frontal. Presenta los dos candiles básales y m orfología caracterís
tica de la especie.
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A lgunos fi agm entos de candil asociados en el yacim iento podrían corres
ponder a esta cuerna. Las dim ensiones se dan en la Tabla 4.
Esqueleto postcraneal:
A CU -62-8346: fragm ento de diáfisis de húm ero izquierdo
A CU -62-8348: fragm ento distal de húm ero derecho
A CU -75-104619: fragm ento proxim al de m etatarsiano III+IV izquierdo
A falta de revisión profunda de los cérvidos del Pleistoceno de Europa,
los restos postcraneales ofrecen, en general, y al m enos desde un punto de
vista m orfológico, poca seguridad en la clasificación taxonóm ica. Se recurre
por lo com ún a la talla aunque con reservas, dada la variabilidad biom étrica
de las especies del grupo. D esde este punto de vista, pueden ser atribuidos
estos restos a la especie C. elaphus puesto que sus dim ensiones caen fuera
del cam po de variación de especies de talla m uy grande com o M.giganteus
o pequeña com o D. dama o D. clactoniana, y concuerdan con las de los
cérvidos de los yacim ientos wurm ienses del Cantábrico.
La distinción de los m etatarsianos d e Megaceros o Cervus cuando se tiene
la pieza com pleta, no reviste dificultad. Megaceros adem ás de gran talla,
tiene en los m etápodos, las epífisis distales proporcionalm ente m ás anchas
de todos los cérvidos excepto el reno (A zzaroli, 1961). En este caso, la
anchura proxim al es inferior a la de Megaceros giganteas y equivale a la de
Cei vas elaphus de m ayor talla de los yacim ientos cantábricos wurm ienses
o los de ciertos yacim ientos del Pleistoceno m edio com o Chatillon-St.Jean
o Atapuerca.
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DAW KINS con prim er candil subcilíndrico con base varios centím etros por
encim a de la roseta. Las características m orfológicas y m étricas del asta
coinciden con las de M. giganteus, no obstante, dado lo reducido y frag
mentario de la m uestra, se prefiere clasificar el resto com o Megaceros cf.
giganteus.
Dim ensiones:
Diám etro antero-posterior de la roseta 92
Circunferencia de la roseta 280
D istancia de la base al 1er. candil 12
B ovidaeG R A Y , 1821
Bovidae gen. sp. indet.
Material:
ACU-62-8340: fragm ento distal de escápula derecha
ACU-62-8343: fragm ento de radio
ACU-62-6825: fragm ento de diáfisis de fém ur derecho
Discusión:
Nada puede decirse de este m aterial salvo que por sus rasgos morfom é-
tricos corresponden a un bóvido de gran talla, géneros Bos o Bison.
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el posterior. Pliegue caballino neto. Parastilo robusto, con surco acentuado.
No se conservan m etastilo ni m esostilo. Notable com plicación en los
pliegues de prefoseta y postfoseta. Paredes interestilares cóncavas a planas.
D im ensiones en el punto P:
Longitud = 28; Longitud protocono = 15,3
El M2 superior está m uy erosionado, con m orfología sim ilar al P3-4 salvo
ausencia total de pliegue caballino y m ayor sim plificación de pliegues en
am bas fosetas. El protocono es proporcionalm ente m as reducido que en P3-
4. (índice protocónico = 48).
Dim ensiones en el punto P:
Longitud = 25; Longitud protocono = 12
El fragm ento sinfisario que contiene todos los incisivos (ACU-62-8356)
corresponde al fragm ento de m andíbula izquierda (A CU -62-8355) a la que
solam ente falta el M I. Las dos piezas aisladas, P3-4 izquierdo y M 2
izquierdo, por su grado de desarrollo corresponderían a diferentes indivi
duos.
Las características de la dentición inferior son: parastílido ensanchado en
sentido m esio-distal con un pliegue m ás o m enos pronunciado en su cara
distal; m etacónido y m etastílido bien individualizados, redondeados, con
surco lingual en V abierta en las piezas de la m andíbula, m ás abierto y en U
en el M 2 aislado. El eje de los dentículos se sitúa oblicuam ente respecto al
eje de los m olares. Surco vestibular profundo con pliegue ticostílido neto,
m ás en los prem olares. En los m olares, el surco vestibular se introduce en la
base del lazo form ado por m etacónido y m etastílido. Entocónido grande,
redondeado, con hipoconúlido estrecho en sentido m esio-distal. Paracónido
e hipocónido con surco vestibular, m ás acentuado en el hipocónido.
La detición form a un conjunto hom ogéneo de piezas, com o indica su
siglado correlativo.
Los dientes yugales superiores por sus dim ensiones entran en el cam po
de variación de E.caballus germanicus, E. c. gallicus y E. c. torralbae. El
índice protocónico, especialm ente en el M 2, es bajo en relación con el de las
dos prim eras especies, y es ligeramente inferiora lam edia del d e £ . c. torralbae
de Torralba (Prat, 1977). Si se tom a en consideración la relación entre talla
e índice protocónico parece estar m ás próxim o de E. c. torralbae.
En la dentición inferior se encuentran, especialm ente en las piezas de la
m andíbula, rasgos arcaicos, “stenonianos”, com o el surco lingual en V, no
en U abierta, entre m etacónido y m etastílido. En cam bio, el surco vestibular
en paracónido e hipocónido es raram ente observado en E. c. torralbae (Prat,
1977). A pesar de esta sem ejanzas m orfom étricas, la m uestra es insuficiente
para hacer una atribución específica.
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Esqueleto postcraneal:
ACU-62-8361-62: fragm ento distal de escápula izquierda
A CU-76-107060: fragm ento de escápula derecha juvenil
A C U -76-107061: falange II anterior.
A CU-76-107062: falange III anterior.
A C U -76-107057: fragm ento de diáfisis de fém ur derecho
A C U -86-107058: fragm ento distal de fém ur derecho
A C U -76-107079: fragm ento distal de fém ur izquierdo
ACU-62-8342: fragm ento distal de fém ur izquierdo
ACU-63-21538: fragm ento distal de tibia derecha
ACU-62-8333: fragm ento de diáfisis de m etatarso
Estas piezas presentan m orfología caballina típica sin que puedan desta
carse caracteres particulares.
Las dim ensiones se expresan en la tabla 7.
M étricam ente se observa que el caballo del Arroyo del Culebro está muy
próxim o de E. c. torralbae pero tam bién de los tam años m ás bajos de E. c.
gallicus. Se trata pués de un caballo de talla m ás bien pequeña, lejos de las
grandes tallas de los caballos europeos del Pleistoceno M edio E. sussen-
bornensis y E. mosbachensis.
Rhinocerotidae GR A Y, 1821
Coelodonta antiquitatis BLUM ENBACH
Material:
Dentición y cráneo:
A C U -62-19308: fragm ento de rostrum
A C U -62-19303: cráneo casi com pleto
A C U -62-19304: fragm ento de cráneo
ACU-69-62621-22: fragm ento de frontal
ACU-63-26281: m andíbulas izquierda y derecha casi completas
A C U -76-107038: fragm ento de ram a ascendente m andibular derecha
A C U -76-107039: fragm ento de ram a ascendente m andíbula izquierda
A C U -76-107040-41: fragm ento de m andíbula derecha con M 2 y M3.
A C U -76-107042: fragm ento de M3 inferior izquierdo
ACU-62-6826: fragm ento de prem olar superior
Descripción:
Un cráneo m agníficam ente conservado (A C U -62-19303), un fragm ento de
cráneo (19303) y un fragm ento de rostrum (19308) fueron exhaustivam ente
descritos por Arsuaga y A guirre (1979) quienes, de este m ism o yacimiento,
soslayan otras piezas de la especie. Un fragm ento frontal (ACU-69-62621-
22) coincide con los de los cráneos conservados.
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El ejem plar A C U -63-26281 es un m axilar inferior izquierdo y derecho
faltando sólo las ram as ascendentes (Lám. 1 Fig.4). Los M 2 en esta m andí
bula son incipientes. Los M 3 aún no han com enzado la erupción. Los P2 y
P3 presentan características m orfológicas propias de la especie, valles en V
aguda. Los P4 están muy desgastados, el valle anterior resulta im perceptible,
valle posterior en U; la diferencia de nivel entre am bos valles es fuerte; no
hay cónulos laterales. M 1 y M2 tienen análogas características m orfológi- Di
cas, valle anterior y posterior en V, ausencia de cíngulo lateral. En general,
todos los dientes yugales tienen esm alte muy rugoso, con una capa de la
cem ento, no bien conservada en todos los m olares. La cara vestibular en lo:
m etalófido e hipolófido es m ás plana, m enos convexa que en ejem plares de na
Dicerorhinus, con un aspecto m ás anguloso en la corona.
Las m ism as características generales pueden observarse en los hallazgos di:
m ás recientes (A C U -76-107040-41) aunque el M 2 derecho sólo conserva la nn
parte posterior y el M3 carece de esm alte en su parte m esio-lingual. Del M3 hú
izquierdo sólo se conserva la parte distal y las raíces. En esta piezas, el mi
cem ento sólo existe en el cuello de los m olares. de
Los rasgos más destacables en las m andíbulas son: Ram a horizontal
gruesa y alta con cara lateral fuertem ente convexa verticalm ente en su tercio Di
inferior. Cara m edial deprim ida en el centro pero convexa cerca de los
bordes alveolar y ventral. Borde ventral convexo en sentido antero-poste-
rior. Sínfisis alargada, de aspecto espatulado en vista oclusal. Borde posterior
de la sínfisis situado por delante del alveolo del P2. Talón ligeram ente
señalado. Cóndilo articular muy desarrollado. A gujero m andibular situado
por debajo del borde alveolar. CC
Las dim ensiones de las m andíbulas (A C U -63-26281) aún en fase de
crecim iento, con 93 mm. de altura bajo el P 4-M 1 y 55,5 de anchura m áxim a
en el m ism o punto, son ligeram ente inferiores a los valores m edios de C. me
antiquitatis de Europa según los datos de G uerin (1980). En cam bio, las tat,
dim ensiones de los m olares superan am pliam ente la m edia situándose cerca Ag
de los valores m áxim os de los ejem plares europeos (Tabla 8). Est
(co
M,
Rhinocerotidae gen. sp. indet. (Dí
ser
Material: Au
Esqueleto postcraneal: o.c
A C U -62-8324 y 8344: fragm ento de húm ero izquierdo inm aduro a 1c
ACU -62-8351: penúltim a vértebera cervical
ACU -62-8350: últim a vértebra cervical
A C U -76-107063: fragm ento de vértebra * H:
A C U -75-107053: vértebra sacra sert
ACU-78 sin sigla: vértebra sacra med
16
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A C U -76-107064: fragm ento de costilla
ACU-78 sin sigla: 10 fragm entos de costilla
ACU-78 sin sigla: pelvis izquierda
ACU-78 sin sigla: pelvis derecha
A C U -76-107046-52: pelvis izquierda com pleta
Descripción:
A partir de los trabajos de Guerin (1973 y 1980) es posible dilucidar, en
la m ayoría de los casos, la atribución específica del esqueleto postcraneal de
los rinocerontes. D esgraciadam ente el estudio de vértebras y cintura pelvia
na queda por hacer.
La concavidad que form a la cavidad olecraniana del húm ero en vista
distal resulta más pronunciada que en Dicerorhinus. La tróclea distal tiene
un aspecto más sim étrico que en Dicerorhinus, sin em bargo y aunque el
húm ero no ha alcanzado su desarrollo com pleto, las dim ensiones quedan
muy por debajo de las m ínim as dadas por Guerin (1980) para C. antiquitatis
de Europa.
D im ensiones del húmero:
Anchura m áxim a de la tróclea = 97
Diám etro transverso m áxim o distal = 1 1 8
Diám etro antero-posterior distal = (96)
CONCLUSIONES
' I Iasta tanto la cronología alpina no haya sido revisada y las faunas del Pleistoceno puedan
ser referidas a la misma con fiabilidad, preferimos adscribir estas faunas a un Pleistoceno
medio medio que podría corresponder al “Riss” sensu lato.
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Es evidente pues, la existencia de dos faunas diacrónicas en este yaci- B]
m iento, evidenciada por la definición de dos terrazas solapadas, una del
Arroyo del Culebro y otras m ás antigua del M anzanares (Hoyos, com . pers.).
Con todo, no es posible discernir en los restos postcraneales de elefante A)
rasgos m orfológicos que perm itan excluir form as m ás m odernas com o mi
Mammuthus intermedius o M. primigenius. 16
El caballo es m orfom étricam ente asim ilable a Equus caballus torraíbae,
aunque no puede excluirse E.c. gallicus. Aún así, E. c. torraíbae con ca- A(
racteres conservadores, es subespecie geográfica lo que, en parte, la invalida 'x
para correlaciones biostratigráficas. ch
Cervus elaphus es biostratigráficam ente trivial. Es lógico pensar que jj
parte del m aterial atribuido a Equus caballus y Cervus elaphus corresponda
a una u otra de las asociaciones faunísticas indicadas. Al
Tradicionalm ente, C. antiquitatis y M. giganteus son considerados com o ele
indicadores de estepa y clim a frío. Esta suposición es actualm ente refutable. y(
La flora asociada a C. antiquitatis en num erosos yacim ientos europeos
dem uestra que esta especie podía sobrevivir tanto en am bientes esteparios ai
com o boscosos soportando clim as periglaciares hasta m editerráneos (Gue- pY
rin, 1980). X’
Por el contrario, P. antiquus viene siendo citado com o representativo de
clim a tem plado, teniéndosele com o característico de los interglaciares. El AI
carácter m eridional de P. antiquus (Beden, 1976) podría explicarse por la "R
presión de otra especie (,Mammuthus trogonterii ) m ejor adaptada a condi- BI
ciones m as rigurosas, encontrando P. antiquus refugio en ciertos biotopos
favorables, concretam ente en la Península Ibérica. Ai
Nc
Ai
Itc,
BI
I,
CC
tOÍ
//
de
Di
Pr
G/
18
Ayuntamiento de Madrid
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20
Ayuntamiento de Madrid
M2 ACU-62-8328 x - y
L (200) _
LF (190) 162-206
A 70 62-85
AF 60 59-63
H 155 -
T 11-12 11-13
U 10 -
Q 5,53 5,3-6,8
Tabla 1 Principales dim ensiones del M 2 inferior derecho de Palaeoloxodon
antiquus. x-y: dim ensiones de dos ejem plares de P. antiquus (piezas que
funcionan “solas”). (Abreviaturas y m ediciones según Aguirre, 1968-69).
21
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Tibia A CU -62-8352 P. Antiquus
Riano
A nchura m áxim a proxim al 220 270
D iám etro antero-posterior
cóndilo medial 136 150
D iám etro antero-posterior
cóndilo lateral 110 130
A CU-62- C. elaphus
Asta 107054 Torralba Atapuerca
C ircunferencia de
la roseta 195 118-228 195
D istancia de la roseta
a la base del 1er candil 21 9-20 5
Longitud m áxim a del
1er candil 155 - 200
D iám etro vertical del
1er candil 35 28,5-45 31,5
D iám etro horizontal del
1er candil 31 23,5-32 31
22
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ACU-62- Yacim ientos
Húm ero 8348 Guipúzcoa
Anchura máx. distal 58,4 51-73
Anchura de la tróclea 57 47-70
Tabla 5.- D im ensiones del húm ero de Cervus elaphus (Dim ensiones de los
cérvidos de los yacim ientos de G uipúzcoa según Altuna, 1972).
23
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E.c. torraíbae E. c. gallicus
Escápula Torralba Francia
Longitud
Indice de robustez
ACU-63 E. c. gallicus
Tibia 21538 Francia
x -X
A nchura m áxim a distal
D.A.P. m áxim o distal 66,5 6 6 -8 2
39 4 1 ,5 -5 2
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ACU- 53-26281 C. antiquitatis
ACU-76-
Dentición 4 1 0 7/ 0U /41 U0 - 4A 11
1U
Europa
izq. der. x -X X
1 29,8 29,8 1 9 -3 4
P2
- 26,75
a 20,3 19 14 - 20,5
1 18,10
1 37,6 38 2 5 -4 2
P3
- 32,6
a 22,6 22,8 - 1 9 -3 0 ,5 23,46
1 42,2 42,2 - 33 - 46,5
P4 38,53
a 25,4 25,2 2 4 -3 5
- 27,64
1 51,8 51,5 3 8 -5 1 ,5
MI
- 44,88
a 25,1 25,4 - 2 4 -3 6 30,17
1 52,5 53 (42) alveolar 42 - 55,5
M2 49,55
a 22,6 24 (35) alveolar 2 8 -3 6 31,17
1 - - 55,2 4 3 -6 3
M3 51,58
a - - 34,2 2 6 -3 6 29,91
1P2-P4 107,2 108 - 74,5 - 123 95,31
. m u u ,u u u l1 im enor ae L,oeiodonta an
unensiones de C. antiquitatis de Europa según Guerin, 1980).
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A
F
0:
Fi
6;
Figura 2.- Paleaoloxodon antiquus. M2 inferior derecho (ACU-62-8328). (E
26
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Figura 3.-Cervus elaphus: fragm ento de asta derecha (A C U -76-107054-
056).
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R ESTO S D E UN A SEN TA M IEN TO C A M PA N IFO R M E EN
LA FABRICA D E LA D R ILL O S D E PR ER ESA
(G ETA FE, M A D R ID )
M a. Concepción B l a s c o
Juana C a l l e
M - . L u z S a n c h e z - C a p il l a
31
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Figura 2. Plano de distribución de las catas en el área de dispersión de los
hallazgos, a-b; corte realizado por las m áquinas extractoras de áridos en la s¡tL
terraza del arroyo del Culebro en la que se evidencia la ocupación hum ana. exc
32
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cias se plantea un sondeo de proporciones sim ilares. Por ello se rebaja hasta
una profundidad m áxim a de 75 centím etros en dos etapas, la prim era de las
cuales alcanza la cota de los 50 centím etros.
El material obtenido es todavía más escaso y m enos significativo que el
recogido en la cata 1 ya que se reduce a tres fragm entos de cerám ica com ún
realizada a m ano, pertenecientes a galbos que no proporcionan ningún dato
sobre m orfología ni decoración, y una lasca de sílex sin retocar que puede
ser un producto natural de la propia terraza del río.
La pobreza de los m ateriales y la ausencia de estructuras, m anchas o
huellas, en el conjunto de las tierras excavadas en esta cuadrícula, nos
obligan a considerar este punto con la m ism a óptica que la cata 1.
Cata 3: Com o las anteriores se le da una form a cuadrada, de dos por dos
metros de lado. Se sitúa a once m etros, en dirección sureste, de la cata 1
(fig.2). N ada m ás iniciarse la excavación se com pueba que presenta las
m ism as características que las dos cuadrículas abiertas previam ente. Hecho
que se ve confirm ado en el transcurso de los trabajos.
Por ello se hace un sondeo que alcanza una profundidad de 70 centímetros
bajo el nivel de superficie, abandonándose la excavación en esta parcela del
terreno, ante su total esterilidad ya que en esta cuadrícula sólo se recogen tres
lascas sin retocar que bien pudieran ser producto natural de la terraza fluvial.
Los nulos resultados obtenidos en el conjunto de las tres cuadrículas nos
llevan a considerar que esta zona no había sido ocupada por el asentam iento
prehistórico o que en el m om ento de la excavación se encontraba ya
totalm ente arrasada por lo que los pocos m ateriales recogidos deben ser
producto de una im portante rem oción de que había sido objeto el terreno.
Cata 4: Se pratica sobre una cuadrícula de dos por dos m etros, situada a
cincuenta metros al oeste, de la cata 2. Con el fin de observar las caracterís
ticas del terreno se realiza una excavación en niveles artificiales de diez
centím etros de potencia, hasta una profundidad total de 60 centím etros.
En el transcurso de estos trabajos se com prueba que este punto resulta tan
estéril com o la zona previam ente excavada ya que sólo proporciona un
fragm ento cerám ico hecho a m ano y siete lascas de sílex sin retocar, cuya
presencia hay que justificarla por las m ism as circunstancias, no obstante se
procede a efectuar un segundo sondeo en esta zona, cata 5, con el fin de
agotar todas las posibilidades.
Tierra vegetal: 5 fragm entos de cerám ica a torno, de los que 3 son bordes;
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m fe l T I E R R A G R IS C E N IZ A
ADOBE ALTER AD O
T IE R R A B L A N Q U E C IN A
T IE R R A M ARR ON OSCURO
« M A N C H A D E C ARBON
O P IE D R A S
35
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Ayuntamiento de Madrid
19 fragm entos de cerám ica a m ano, de cocción reductora, de los que sólo 1
forma parte de un borde, uno de los fragm entos de galbo presenta una
decoración puntillada (fig. 6 n° 13), 29 lascas de sílex sin ningún tipo de
retoque.
Nivel 1 (hasta -17 centímetros): 1 galbo de cerám ica a torno; 38 fragm entos
sin decorar de cerám ica m ano de cocción reductora de los que sólo 1
pertenece a un borde; 16 lascas de sílex sin retocar y un cuchillo de dorso
lam inar (fig. 8 n9.l).
Nivel 2 (hasta -30 centímetros ): 87 fragm entos sin ornam entar de cerám ica
a m ano de tonos oscuros de los que 5 pertenecen a bordes, uno de estos
últim os perm ite reconstruir la casi totalidad del perfil que presenta una
acusada carena (fig.6 n9. 10) y posee en el borde unas ungulaciones oblicuas;
17 lascas de sílex sin retoques intencionados y 2 núcleos.
N ivel3 (hasta -45 centímetros): 18 fragm entos de cerám ica a m ano de color
oscuro, de ellos 1 es un borde, uno de los galbos presenta decoración
geom étrica incisa y puntillada (fig.6 n9. 12); 34 lascas de sílex sin retocar y
varios pequeños fragm entos de posibles m anteados o tapial.
Tierra vegetal : 136 fragm entos de cerám ica hecha a m ano y sin decorar que
presenta tonalidades oscuras, consecuencia de su cocción reductora. Sólo 4
de estos fragm entos pertenecen a bordes. El resto son galbos que no
proporcionan datos sobre m orfología, a excepción de 2 que presentan una
clara línea de carenación. Se recogen tam bién 13 lascas de sílex sin retoques
intencionados y 2 fragm entos de tapial o revoco.
Nivel 1 (hasta -20 centímetros)-. 197 fragm entos de cerám ica a mano, de
color oscuro que indica su cocción reductora, de ellos 2 pertenecen a parte
de un borde y el resto son galbos lisos a excepción de un fragm ento que
presenta decoración incisa (fig.7 n° 27). En dos fragm entos lisos hay una
m arcada línea de carenación. Se obtuvieron tam bién 19 lascas de sílex sin
m odificar y 2 lám inas (fig.8 ne.2 y 3); así m ism o, se recogen 52 pequeños
fragm entos de tapial o revoco.
Nivel 2 (hasta -40 centímetros ): 76 fragm entos de cerám ica hecha a m ano y
con cocción reductora de los que sólo 1 fragm ento de galbo presenta una
decoración plástica de m am elón (fig.7 nQ.28). 2 de los fragm entos son bordes
y los 74 restantes galbos. Tam bién se obtuvo un fragm ento de m oledera
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realizada en piedra granítica (fig.7 n9.32), 17 lascas de sílex sin retocar y un
cuchillo de dorso lam inar (fig.8 na.4).
Nivel3 (hasta -60 centímetros ): 18 fragm entos de galbo de cerám ica común
realizada a mano y con cocción reductora; 1 lasca de sílex sin retocar y 1
fragm ento de tapial o revoco.
Todos los restos m uebles indican que nos encontram os ante los restos de un
ajuar dom éstico muy em pobrecido por el arrasam iento de que ha sido objeto
el yacimiento.
C ata 8: Se ubica a 20 m etros de la cata 7, en dirección oeste, se le da form a
rectangular, con unas dim ensiones de tres por un m etro de lado. U na vez
retirado el nivel superior de 15 centím etros de potencia, em pieza a observar
se un estrato con una m ayor concentración de cerám ica asociada a algunas
piedras sin disposición ordenada. Se trata de cantos rodados, abundantes en
el entorno, cuyo nodulo oscila entre los 10 y los 4 centím etros y descansa
directam ente sobre el nivel natural de arenas, característico de la terraza
fluvial cuya parte superior aparece a unos 22 centím etros de la superficie. El
material recuperado es el siguiente:
Tierra vegetal ( hasta -15 centímetros ): 30 fragm entos de cerám ica común
realizados a mano, de los que sólo 2 pertenecen a bordes (Fig.6, nQ. 16 y 17),
8 de estos fragm entos presentan superficies rojizas y el resto, oscuras lo que
parece indicar distinto tipo de cocción, ninguno de estos fragm entos presen
ta decoración. Adem ás, se recogen 11 lascas que pueden ser producto natural
de la terraza.
Nivel 1 (hasta -22 centímetros ): 12 fragm entos de cerám ica com ún realizada
a mano, de ellos sólo 1 pertenece a un borde. Todos ellos, a excepción de 1
tienen color oscuro que delata su cocción reductora. Se obtiene tam bién 1
lasca de sílex am orfa y sin retocar.
C a ta 9: Se abre a 42 m etros al sureste de la cata 7, en la m ism a línea del
corte realizado por las m áquinas extractoras de áridos. Tiene form a cuadran
g l a r de tres por tres m etros de lado. Se excava por niveles artificiales de 15
centím etros que no proprocionan ningún tipo de huella que delate la
existencia de yacim iento arqueológico, adem ás el m aterial m ueble resulta
muy escaso por lo que se abandona el sondeo a los 60 centím etros de
profundidad.
El m aterial recuperado en este sondeo se reduce a 21 fragm entos de
cerám ica a mano y cocción reductora, a excepción de 4 fragm entos que
presentan tonalidades rojizas. Uno de estos fragm entos pertenece a un borde
y presenta en el labio una decoración de ungulaciones (Fig.6, ns. 18).
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A dem ás de los nueve sondeos m encionados, se lim pia el corte del arenero
realizado por las m áquinas, donde eran perceptibles dos bolsadas de tierra
oscura, la prim era de ellas, denom inada fondo 1 (fig.5) presentaba una
estratificación de tierras oscuras de diferente intensidad, con form a acodada,
bastante irregular, en el m om ento de la prospección la m ayor parte de su
contenido geológico había sido ya arrasado y no proporcionó ningún
R Boca
material.
La bolsada o fondo 2 (fig.5), se encontraba a 10 m etros, del fondo 1, en
dirección este, la m orfología de esta bolsada era claram ente esférica y estaba
constituida por tierras oscuras bastante hom ogéneas, en las que no era
perceptible ningún tipo de estratificación. La altura conservada era de 25
centím etros y el diám etro m edio de unos 40 centím etros. En este pequeño
volum en de tierra no quedaba ya ningún tipo de m aterial que perm itiera
asociar la bolsada al resto de los m ateriales exhum ados en los sondeos
aunque parece muy probable que todas estas evidencias pertenezcan a una
m ism a ocupación, cuyas huellas eran tam bién visibles en el corte natural
excavado por el cauce del arroyo Culebro (Fig.3,b), donde en conjunto
abundan las m anchas oscuras de escasa potencia dispuestas a diferentes
alturas, con un buzam iento hacia el este. El corte natural perm ite com probar
cóm o los trabajos de las m áquinas habían arrasado ya, en el m om ento de la
excavación, una potencia algo superior al m etro, lo que hace explicable la
debilidad de los restos conservados en las catas del sondeo.
V A LO R A C IO N D EL Y A CIM IEN TO .
Com o en tantas ocasiones en la arqueología m adrileña, nos encontram os
ante los restos, prácticam ente arrasados, de un yacim iento situado en una
terraza fluvial, en este caso la del arroyo Culebro: uno de los pequeños cursos
de agua que vierten su caudal en el cauce bajo del río M anzanares, en un
punto m uy próxim o ya a su desem bocadura con el Jaram a. En el m om ento
de la prospección que perm itió la detección de los restos, las máquinas
extractoras de arenas habían levantado ya un volum en de tierras correspon
dientes a un m etro de espesor a lo largo y ancho de toda la superficie de la
parcela que tiene una extensión de una hectárea.
P. Boca
40
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Ayuntamiento de Madrid
un enorm e atractivo para los diferentes grupos que habitaron en las tierras Sl
del interior peninsular en los dos últim os m ilenios anteriores a nuestra Era. y
Este tipo de ubicación, en la terraza baja de un curso de agua, en lugares a(
llanos y sin ningún control visual del entorno, es uno de los prefeiidos paia m
el asentam iento de pequeños grupos cam paniform es, com o se evidencia en q
el m apa confeccionado por H am son hace ya unos años (Harrison, R. 1 9 7 7 , as
p.58), sin em bargo no es el único m odelo de habitat cam paniform e que
encontram os en la región de M adrid, ya que existen otros establecim ientos pC
ubicados en llanuras más alejadas de cursos fluviales y no faltan los situados lle
en cerretes con un perfecto dom inio del entorno que seguram ente constitu- ^
yeron los lugares elegidos para los establecim ientos m ás perm anentes y con qL
núcleos poblacionales m ás grandes. Sin em bargo la ausencia de excavacio- de
nes no nos perm ite, por el m om ento, confirm ar estos supuestos. de
A la aludida ausencia de estructuras arquitectónicas se une la pobreza y su
escasez de los m ateriales m uebles exhum ados, lo que representa un grave ¡n(
inconveniente para la identificación cultural del yacim iento que nos ocupa. co
A estos problem as hay que sum ar la poca variedad de los restos recuperados jOÍ
ya que se reducen a restos m uy fragm entados de cerám icas, en su inm ensa co
mayoría de tipo común, ya a unas pocas lascas de sílex somei ámente (Q
m odificadas. Sin em bargo, la propia parquedad y pobreza de los restos son pa:
ya un claro exponente de que nos encontram os ante un habitat o, en todo [qa
caso, ante los restos de una pequeña explotación de escasa duración, úit
descartándose la posibilidad de una necrópolis. me
vi\
a ) D is t r ib u c ió n d e l o s r e s t o s y su c o n t e x t o : La m ayor parte de los ant
m ateriales m uebles recuperados han aparecido en tierras rem ovidas por los
trabajos de las m áquinas dedicadas a la actividad industrial por lo que p]e
carecen de todo contexto y hay que pensar que fueron obtenidos en una que
posición secundaria con respecto a su depósito original. Las m anchas rec
oscuras que evidencian la concentración de m ateria orgánica son visibles, en
sobre todo, a lo largo de todo el corte natural excavado por el arroyo Culebro cje
(Fig.2 a-b y fig.3b), en él pueden apreciarse líneas de m anchas oscuras bas-
tante irregulares y discontinuas que podrían corresponder a restos de suelos ^
de ocupación y a huellas del m aterial orgánico utilizado en la realización de ^
posibles cabañas. <je i
Todo parece indicar que se trata de una m ínim a parte de las huellas hafc
prim itivas, y podem os deducir que estam os ante un nivel de ocupación que
no crea ni un estrato continuo ni un nivel de cierta potencia. Ello resulta j
lógico si tenem os en cuenta que los escasos poblados próxim os con mate- I ^
nales sim ilares, conocidos hasta ahora, han proporcionado m anchas oscuras dg j
m ás o m enos extensas, aisladas entre sí y pertenecientes posiblem ente a las terr
diferentes unidades dom ésticas. En el V entorro (M adrid), estas manchas
presentan planta oval y se asocian a restos de m adera que han permitido
42
Ayuntamiento de Madrid
suponer que form aron parte del m aterial contructivo de las cabañas (Q uero
y Priego, 1976, p.324) de las que, por el m om ento, desconocem os su tam año,
aunque se ha calculado que el asentam iento pudo haber concentrado, al
m enos, 200 cabañas en una superficie de unos 120 por 135 m etros (Harrison,
Quero y Priego, 1975, p.273), extensión que pudo estar próxim a a la del
asentam iento que ahora nos ocupa.
La escasa potencia de las m anchas sería consecuencia de una ocupación
poco prolongada, aunque no podem os saber si, com o en el V entorro, se
llegaron a producir varias reocupaciones. La poca consistencia de la m ayor
parte de las manchas, incluso las visibles en el corte del Arroyo, hace suponer
que las cabañas eran de escasa envergadura, con cierres débiles y ausencia
de materiales pesados, com o grandes postes de m adera. Igualm ente parece
desprenderse que estas estructuras no tuvieron zócalos excavados en el
subsuelo ni anclajes importantes. En todo caso, el fondo 1 (fig.5) podría ser
indicio de la existencia de algunos silos u hoyos sim ilares a los bien
conocidos en yacim ientos pertenecientes a horizontes posteriores, pero de
los que tenem os noticias tam bién en conjuntos del horizonte cam paniform e
com o la Lom a de Chiclana (Fem ández-M iranda, 1971), o el Ventorro
(Quero y Priego, 1976) e incluso en otros yacim ientos posiblem ente precam -
paniform es (M artínez-Navarrete, 1987) com o la Esgaravita (M artínez-
Navarrete, 1979) o Cerro de la Cervera (A squerino, 1979). A unque en este
últim o yacim iento tanto los fondos o bolsadas de diám etro inferior a los 2
metí os, com o las que sobrepasan los 5 m etros han sido interpretados com o
viviendas, es muy posible que en la m ayoría de los casos nos encontrem os
ante subestructuras de diferentes utilizaciones.
Los únicos elem entos que nos perm iten aproxim arnos al m aterial em
pleado en la construcción son unos fragm entos de tierra bastante apelm azada
que parecen corresponder a restos de m anteado, m uy sim ilares a los
recuperados tam bién en el Ventorro (Q uero y Priego, 1976, p.323, fig .l) y
en Perales de Rio (Blasco y otros 1989, p. 101) que pudieron pertenecer al
cien-e, tanto de techum bres com o de paredes. A ello hay que sum ar los restos
de m adera carbonizada visibles en el corte natural de la terraza del arroyo
Culebro, los cuales hay que interpretarlos com o restos de elem entos de
sustentación de las cabañas, aunque la falta de conservación de las huellas
c e los pies de postes nos impide conocer form a, tam año y distribución de las
habitaciones.
43
Ayuntamiento de Madrid
c e rá m ic a síle x o tro s
galbos bordes decorados total
lisos lisos galb. y bordes
cata 1 7 1 8 1
cata 2 3 3 1
cata 3 3
cata 4 1 1 7
cata 5 16 2 18 6
cata 8 39 3 42 12
cata 9 20 1 21
44
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Un aspecto que conviene destacar es la presencia de un fragm ento de
cam paniform e inciso, hallado en la cata 7 y de dos, de tipo puntillado,
recogidos en la cata 6. La proxim idad de am bas catas nos invita a pensar que
pudieron pertenecer a un m ism o ajuar pues la coexistencia de estas dos
variantes cam paniform es han sido ya com probadas en el cercano yacim iento
de Perales del Río (Blasco y otros, 1989).
En la región de M adrid, están representadas am bas especies cam panifor
mes en un núm ero m uy sim ilar de yacim ientos (Priego y Q uero, 1977) y
ambas especies se encuentran tanto en conjuntos funerarios com o en ajuares
dom ésticos, siendo los yacim ientos de Entretérm inos y arenero de M iguel
Ruiz los únicos depósitos funerarios cerrados de la M eseta con cam panifor
me puntillado pues, com o ya destacó M artínez N avarrete (M artínez-N ava-
rrete, 1987 p.75), los ejem plares de am bos depósitos no pueden considerarse
de tipo m arítim o sino puntillados geom étricos.
M ayor problem a representan las cerám icas com unes a la hora de estable
cer relaciones ya que no sólo son poco expresivas, sino que adem ás son muy
pocos los m ateriales de este tipo que se han dado a conocer. Concretam ente
en la región de M adrid los únicos habitats cam paniform es publicados son la
Loma de Chiclana (Fernández M iranda, 1971) y Perales del Río (Blasco y
otros, 1989). En am bos, los vasos presentan diferentes tam años, com o
corresponde a ajuares dom ésticos en los que se precisan recipientes para
funciones muy distintas, y dom inan los perfiles suaves y labios redondeados,
sin em bargo en Perales del Río son relativam ente abundantes los fragm entos
con m orfologías sim ilares a los cam paniform es ornam entados, tipologías
que faltan en la Loma de Chiclana. La m ayoría de los restos cerám icos
recuperados en la Fábrica de Preresa presentan estas características, aunque
la existencia de cuatro galbos carenados, con la línea de angulación bien
marcada y de una base plana, suponen una im portante diferenciación entre
este yacim iento y los asentam ientos de este m ism o horizonte, situados en el
entorno próxim o, anteriorm ente conocidos.
Las decoraciones de estos recipientes son escasas y poco variadas ya que
se reducen a m am elones plásticos, sem ejantes a los que poseen algunos
fragmentos de La Loma de Chiclana y a ungulaciones en el labio sim ilares
a las que ornam entan un fragm ento de Perales del Río.
Sin lugar a dudas uno de los aspectos más interesantes que nos ha ofrecido
la cerám ica de este yacim iento es el derivado de su identificación m ineraló
gica y de sus características tecnológicas. Para conocer estos aspectos hem os
realizado una analítica com binada (vid. M illán y otros en este m ism o
volumen) en 4 fragm entos, los núm eros 12, 26, 27 y 29 de las figuras 6 y 7.
Aunque la caracterización m ineralógica de las cuatro m uestras no ha
apoitado resultados concluyentes, sí se han podido com probar algunos
detalles significativos del proceso de fabricación.
45
Ayuntamiento de Madrid
En lo que respecta a la pasta puede afirm arse que el fragm ento carenado
ha sido realizado con una arcilla m ucho m ás decantada que el resto de las
m uestras y ello puede ser la causa de que no se observen diferencias
apreciables en el tam año de los com ponentes arenosos de la m atriz y de las
zonas m ás superficiales. Por el contrario, los dos fragm entos cam paniform es
y el decorado con un m am elón sí presentan diferencias im portantes en el
grosor de los com ponentes m inerales de ambas partes.
Esta circunstancia pudiera estar propiciada por el tratam iento m ecánico
del pulido de las superficies, pero el hecho de que el m enor tam año de las
arenas se observe tanto en la cara extem a com o en la interna, hace pensar en
un posible baño en barbotina que, en los ejem plares decorados con punzón,
puede deberse a la necesidad de obtener una superficie hom ogénea para
conseguir una ornam entación m ás precisa y regular. A dem ás, en el caso del
fragm ento puntillado, a esta arcilla decantada de la superficie externa se ha
añadido m anganeso, m ineral que proporciona un color negro, indepen
dientem ente del tipo de tiro utilizado en el horno durante el proceso de
cocción de la pieza.
O tro dato de interés es la diferente tem peratura alcanzada en la elabora
ción de cada uno de los fragm entos analizados, siendo la pieza incisa la que
ha sufrido m enor transform ación en sus com ponentes m ineralógicos, lo que
significa que ha estado som etida a m enor tem peratura, m ientras que en el
fragm ento puntillado tanto los feldespatos com o las micas han desaparecido
por efecto del calor habiéndose producido, incluso, una vitrificación de la
pasta.
En el estado actual de los conocim ientos sobre tecnología cerám ica
prehistórica, no resulta fácil valorar el por qué de estas diferencias entre
fragm entos de un m ism o yacim iento, pero no es descartable que la m ayor
decantación de los desgrasantes utilizados en la elaboración del galbo
carenado se deba a una diferencia de cronología si, com o resulta viable,
pertenece a una ocupación del Bronce clásico que es posterior al horizonte
cam paniform e, en el que se podría enm arcar el resto de los fragm entos. La
m ejor técnica de fabricación del fragm ento puntillado, con una extraordina
ria cocción y el em pleo de m anganeso com o colorante de la superficie,
podría tener su causa en la necesidad de conseguir m ejores resultados
estéticos y una m ayor duración de la pieza, al tratarse de una producción
excepcional, dentro del conjunto del lote cerám ico.
Estos datos presentan el interés suficiente para insistir en la realización
de un m uestreo m ás am plio de análisis que perm ita contrastar o rechazar
estos resultados.
O tros El m aterial lítico recuperado está constituido por
restos m u ebles:
cerca de doscientas lascas, m uchas de las cuales pueden considerarse
productos naturales de la terraza fluvial, entre ellas, una decena presenta
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retoques intencionados y algunas de ellas tienen una m orfología claram ente
lam inar producto de una fabricación específica. Entre las lascas recuperadas
hay un elem ento de hoz y, al m enos cuatro fragm entos de lám inas (fig.8), el
resto de las lascas presentan una m orfología bastante atípica y heterogénea,
circunstancia que tam bién se produce en otros conjuntos de características
sim ilares com o Lom a de Chiclana, o Perales, frente a otros yacim ientos
com o El Ventorro, El Capricho o Juan Barbero que desarrollan una im por
tante industria lítica lam inar, entre la que hay que destacar la extraordinaria
factura de las puntas de flecha foliáceas (M artínez Navarrete, 1987).
Los útiles pulim entados están representados exclusivam ente por un
fragm ento de m oledera granítica y faltan por com pleto indicios de la
actividad m etalúrgica, tan bien representada en el Ventorro (Harrison,
Quero y Priego, 1975) o Perales del Río (Blasco y otros, 1989), aunque la
mala conservación del conjunto puede serla causa de determ inadas carencias.
Pero la sola existencia de este fragm ento de útil realizado en granito, nos
indica que existió una captación de m aterias prim as en la sierra, de donde
también procede el cobre que benefician otros grupos coetáneos de esta
mism a región del bajo M anzanares o las rocas m etam órficas con las que se
confeccionan las hachas pulim entadas, presentes en conjuntos del m ism o
ámbito geográfico y cultural.
47
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horizontes culturales diferentes (Quero, S., 1982), m ientras que en el
segundo caso parece confirm arse la existencia de una doble ocupación
cam paniform e-bronce clásico, sin que sea posible conocer el espacio tem
poral transcurrido entre la presencia de am bos grupos. Sin em bargo en los
dos casos se trata de grupos cam paniform es con cerám ica incisa tipo
Ciem pozuelos sin presencia de ejem plares puntillados sim ilares al encontra-
do en Preresa.
Independientem ente del problem a de la diacronía o sincronía de los
estilos cam paniform es conviene recordar que otro de los aspectos, todavía
pendientes de resolver, del H orizonte cam paniform e de am bas M esetas, es
el de su posible perduración hasta m ediados del II m ileno, en cuyo caso no
sería im posible su asociación a elem entos propios del Bronce clásico, poi
parte de grupos que, com o el que habitó en el yacim iento que nos ocupa,
recoge en su tradición decorativa, dos diferentes estilos cam paniform es: el
inciso y el puntillado.
A pesar del deficiente estado de conservación en que se encontraba el
yacim iento en el m om ento de la excavación y de la pobreza del mater ial
recuperado, pensam os que el conocim iento de un nuevo asentam iento
C alcolítico de la facies cam paniform e en la región de M adrid viene a de
m ostrar la gran im portancia que este horizonte tiene en la Prehistoria de la
zona, ya que los 27 yacim ientos cartografiados por H arrison en 1977 han
quedado ya am pliam ente superados y, sobre todo, em pieza a cubrirse el
vacío que existía en el tram o bajo del M anzanares, en las proxim idades de
su confluencia con el Jaram a, precisam ente en una zona que se encuentra
próxim a al im portante conjunto funerario de Ciem pozuelos cuya existencia
quizá se vea pronto justificada por la enorm e atracción que este punto del
A lto Tajo tuvo para las gentes cam paniform es, que dejaron en esta región no
sólo un abultado núm ero de yacim ientos, sino tam bién las m ás variadas
m anifestaciones, evidenciándose com o activos trabajadores del cobre, un
m aterial que, hasta entonces, apenas fué utilizado por los grupos asentados
en esta zona del interior peninsular. Es posible que la riqueza de afloraciones
cupríferas en la serranía m adrileña constituyera un aliciente suficiente para
justificar, entre otras causas m ás, esta im portante ocupación del Alto Tajo,
durante el Calcolítico.
A sí m ism o, los restos de este habitat de Preresa vienen a confirm ar que
todavía son m uchos los problem as que tiene planteada la investigación del
H orizonte cam paniform e, pero que tam bién existen nuevas vías de investi
gación, com o las que se desprende de los análisis cerám icos, que perm iten
adentrarnos en tem as com o el de la tecnología alfarera, hasta el m om ento,
prácticam ente inédito.
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Ayuntamiento de Madrid
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50
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FONDOS Y BO LSAD AS
NO IN V E N TA R IO
A P U N TA D O
R ECTO
SAU EN TE
CONVEXA
COLADORES
O X ID A N T E
R E D U C TO R A
N E R V IO D E CO C C IO N
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TOSCA
ER O S IO N A D A
D IO IT A C IO N
• O O U IO U E
P U N T IL L A D O
IN S TR U M E N TO
E X C IS IO N
C E P IL L A D O
A JE D R E Z A D O S
R E TIC U L A D O S
DEC.
S IT .
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Figura 6. M ateriales cerám icos: del 1 al 13 procedentes de la cata 6; 14 y 15
de la cata 5; 16 y 17 de la cata 8; y 18 de la cata 9.
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Figura 7. M ateriales cerám icos; del 19 al 31 procedentes de la cata 7; 32:
ragm ento de una mano de m oler en granito tam bién de la cata 7.
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o
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C A R A C TER IZ A C IO N M IN E R A L O G IC A D E C ER A M IC A S
CAM PA NIFO RM ES: Y A C IM IE N TO PR E R E SA (M A D R ID )
M A.; A r r ib a s , J .G . ; C a l d e r ó n , T.
il l á n ,
Dpto. Q uím ica Agrícola, G eología y G eoquím ica.
Facultad de Ciencias. U niversidad A utónom a de M adrid.
RESUM EN
Se ha realizado el estudio com parativo de m uestras cerám icas cam pani
formes representativas, procedentes del yacim iento arqueológico Preresa
(M adrid), m ediante técnicas de difracción de R-X (D RX ), m icroscopía
óptica, m icroscopía electrónica de barrido (SEM ) y análisis quím ico por
energía dispersiva de R-X (EDAX), poniéndose de m anifiesto las diferen
cias mineralógicas y texturales entre las cerám icas con distinto tipo de
decoración.
ABSTRACT
A com parative study o f a sort of cam paniform sherds com ing from
Preresa (M adrid) has been realized. The techniques used w ere X-ray
difraction (DRX), optical inicroscopy, scanning electrón m icroscopy (SEM )
and Chemical análisis by m eans o f X-ray dispersive energy (EDAX).
Mineralogical and textural differences between the different types of decorated
sherds were founded.
PALABRAS CLAVE
Cerámica - Cam paniform e - M ineralogía
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IN TRO D U CCIO N
El análisis m ineralógico y textural de las cerám icas nos perm ite descubrir
aspectos de la tecnología y de las m aterias prim as utilizadas, que de otra
form a habrían pasado desapercibidos (M aniatis & Tite, 1981; Stout & Hurst,
1985; M aggetti et al., 1981). En el presente trabajo, se ha realizado un estudio
com parativo, m ediante técnicas de m icroscopía óptica, difracción de R-X,
SEM y EDAX, de 4 m uestras cerám icas procedentes del yacim iento de
Preresa (Com unidad de M adrid), con objeto de establecer posibles diferen
cias:
a) En la com posición m ineralógica de las m uestras.
b) En la textura correspondiente a la parte externa (engobe) e interna
(m atriz), de las cerám icas.
c) Entre la com posición quím ica de la parte decorada y de la matriz.
Las m uestras estudiadas proceden del asentam iento cam paniform e de la
fabrica de ladrillos Preresa. (Blasco, Calle y Sánchez Capilla).
M -l Cam paniform e inciso. Fig.7, nQ. 27 cata 7
M -2 D ecoracióm m am elón. Fig.7, ne. 26 cata 7
M -3 Cam paniform e puntillado. Fig.6, nQ. 13 cata 6
M -4 Carena. Fig. 7, nQ. 29 cata 7
O tros detalles de las características de estas piezas, véase el inventario del
citado trabajo (nQ. 13, 26, 27 y 29).
EX PERIM EN TA L
Para la difracción de R-X se utilizó un difractóm etro Philips P W -1 140,
radiación K a del Cu, con un régim en de trabajo de 40 Kv y 30 m A , (m étodo
del polvo total).
La identificación al m icroscopio petrográfico se realizó sobre lámina
delgada, en cortes transversales de las m uestras, con objeto de estudiar las
propiedades ópticas de los m inerales, tanto en la parte externa com o en la
m atriz, haciendo una estim ación aproxim ada de la abundancia de cada uno,
así com o la proporción de com ponentes detríticos en relación a la matriz
arcillosa. Se utilizó un m icroscopio de polarización Ultrafot-Nikon.
La m icroestructura, textura y grado de vitrificación que presentan las
m uestras fueron estudiadas por m icroscopía electrónica de barrido (S.E.M .)
m odelo H itachi-570S, perm itiendo observar las diferencias texturales entre
la parte extem a e interna. La com posición quím ica sem icuantitativa de las
zonas decoradas y de la m atriz cerám ica se analizaron por energía dispersiva
de rayos-X (E.D .A .X .) m odelo KEVES 8000-III
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RESULTADOS
I.- Composición mineralógica (Difracción de R-X y microscopio petro
gráfico).
Se han caracterizado por difracción de rayos-X las fases m inerales
mayoritarias presentes en las cuatro m uestras cerám icas de este yacim iento,
pudiéndose com probar (Tabla I) que las correspondientes a las m uestras M-
1, M -2 y M-4, están com puestas por los m ism os com ponentes m inerales
mayoritarios, esto es: cuarzo, feldespato potásico y cálcico (plagioclasa) y
micas, presentando la m uestra M -3 un difractogram a diferente, con la
presencia de cuarzo com o fase m ayoritaria y reflexiones de baja intensidad
a 2.6 Á de óxidos de Fe (hem atíes), no detectándose, por el contrario, fases
correspondientes de feldespato, ni m icas. (Tabla I)
En lo que se refiere al estudio por lám ina delgada al m icroscopio
petrográfico de las m encionadas cerám icas (M -l, M -2, M -3, M -4), se han
observado diferencias entre las m ism as dignas de m ención (tabla II): i).- Las
muestras M -1, M -2, y M -3 pueden considerarse com o ejem plos clásicos en
la evolución m ineralógica de una cerám ica a m edida que la tem peratura de
cocción alcanza tem peraturas crecientes. Así, partiendo de una cerám ica con
Q, Fto y micas, com o por ejem plo la M -l, con una tem peratura de cocción
no excesivam ente alta, al aum entar la m ism a se irían alterando en prim er
lugar las fases m ás inestables (m icas, en este caso) para descom ponerse en
sus respectivos óxidos (muestra M-2). U na cocción aún más intensa vitrificaría
la matriz y descom pondría las m icas y el feldespato, quedando al final una
matriz vitrea férrica que engloba granos de cuarzo, tal y com o se observa en
la m uestra M -3 (tabla II).
Estos datos de lámina delgada vendrían a confirm ar los resultados anteriores
de difracción de R-X, por lo que podem os clasificar a estas cerám icas com o
silicatadas, con desgrasantes cuarzofeldespáticos.
59
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Los depósitos blancos que se encuentran sobre la decoración (M icrofot.2,
Lám ina I) son restos calcáreos (CaCO ,) de form as redondeadas producto de
una deposición natural por enterram iento.
La m atriz que presenta esta m uestra es, al igual que la parte externa,
abundante en m icroporos y con estructura abierta, así com o en cristales de
cuarzo y feldespato de gran tam año (M icrofot.3, Lám ina II).
Las diferencias texturales entre parte externa e interna de la m uestra M-
1 vienen pues representados por el m ayor contenido en cristales de cuarzo
y feldespatos en la parte interna, no observándose en la m ism a procesos de
vitrificación.
ii).- La m uestra M -2 (decoración m am elón) es sim ilar texturalm ente a la
M -l, observándose em paquetam ientos de m inerales m icáceos y un conte
nido m enor de cristales de cuarzo y feldespato en su m atriz (M icrofot.4,
Lám ina II). La parte exterior de la m ism a, presenta abundantes microporos,
sin diferencias estructurales significativas con la m atriz (m icrofot.5. Lámina
III).
iii).- En relación con la m uestra M -4 (carena) estructuralm ente no se
diferencia de la M -1 y M -2, estando form ada toda ella por una estructura
abierta (M icrofot.6, Lám ina III), pudiéndose destacar com o diferencia con
las m uestras M -1 y M -2 la presencia de nodulos de Fe en la m atriz, así como
la ausencia de cristales grandes de cuarzo y feldespato debido al tamaño
hom ogéneo, de grano, y al m enor porcentaje de clastos (tabla II) que pre
senta toda la m uestra, no pudiéndose distinguir texturalm ente la parte
extem a de la interna.
En resum en, las estructuras de las m uestras M -1, M -2 y M -4 son muy
sim ilares, presentando todas ellas abundancia de m icroporos y estructuras
abiertas, llegándose a distinguir en las m uestras M -l y M -2 la m atriz de la
parte externa, por la m ayor presencia de cristales de cuarzo, feldespato y
m ica en la m atriz. De acuerdo a lo ya com entado anteriorm ente en relación
a posibles tem peraturas de cocción nos encontraríam os en el caso de
cerám icas con fenóm enos de vitrificación incipiente y por lo tanto con
tem peraturas de cocción baja-m edia.
Texturalm ente, las m uestras M - l , M -2 presentan diferencias respecto al
tam año de grano existente entre la parte externa y la m atriz, viniendo estas
determ inadas por la presencia de cristales de cuarzo, feldespato y m ica, no
así en la M -4, donde el tam año de grano es hom ogéneo y fino (en relación
a las m uestras M -1 y M -2), tanto en la m atriz com o en la parte externa (tabla
II).
En la m uestra M -3 (cam paniform e puntillado) se han encontrado diferen
cias significativas entre la parte externa y la interna o m atriz, así com o en la
zona decorada.
La parte externa de la cerám ica presenta una gran hom ogeneidad con
60
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estructura com pacta y uniform e (M icrofot.7, Lám ina III) abundantes nodu
los de Fe (Tabla III) y extensa vitrificación. La m atriz (M icrofot.8, Lám ina
IV) presenta una estructura com pacta, con m enor contenido en Fe que en la
parte externa, m uy vitrificada, no observándose cristales de feldespato o
micas com o en muestras anteriores sino los restos de su descom posición, pol
lo que podem os inferir que ha sufrido una cocción m ucho m ás intensa.
La zona del puntillado presenta una pátina negra sobre la decoración, con
estructura y textura sim ilar a la parte exterior ya m encionada, presentando
contenidos altos en M n (2.44% ), posible causa del color negro, sugiriéndose
la pirolusita com o fase m ineral responsable del mismo.
La muestra M -3 presenta una textura hom ogénea tanto en la m atriz com o
en la parte externa, con extensa vitrificación.
Respecto a la coloración externa e interna, no se observan diferencias
analíticas en las distintas zonas, por lo que dicha diferenciación crom ática
será debida a procesos de oxidación selectiva durante la cocción (“corazón
negro”).
CONCLUSIONES
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m áxim o del desgrasante utilizado (arena cuarzofeldespática) es diferente,
variando desde los 2 m m de la m uestra M -1 hasta los 0.5 m m de la M-4,
(Tabla II), es decir, aunque en origen el desgrasante usado es siem pre el
m ism o, realizan una selección previa de tam año de grano dependiendo de las
características finales que se le quieran dar a la pasta cerám ica.
Un aspecto hom ogéneo no im plica que no se haya usado desgrasante. En
la m uestra M -3, el aspecto hom ogenéo es debido a una fuerte cocción, que
ha vitrificado la m atriz (M icrofot. 8, Lám ina IV) y ha hecho desaparecer los
granos de m icas (biotita y m oscovita) y de feldespato, quedando solamente
los granos de cuarzo, m ás resistentes a la cocción (Tabla II). Las cerám icas
M -l, M -2 y M -4, al contrario, tienen una estructura abierta y porosa, debido
a una vitrificación incipiente, producto de una cocción m ás suave.
La cocción m ás intensa im plica una vitrificación de la cerám ica, aum en
tando su resistencia y cam biando su color hacia tonos m ás rojizos (siempre
que la cocción se realice en am biente oxidante). Im plica adem ás un aumento
del contenido en Fe por desestabilización de los silicatos lam inares ricos en
Fe (biotita). El fuerte color rojizo de la M -3 en su parte externa se produjo
por un aum ento del tiro oxidante al final de la cocción, que vitrificó aún más
la parte extem a. La finalidad de esto fue probablem ente dotar a la cerámica
de una parte externa m ás hom ogénea donde poder adherir la pátina negra. La
coloración observada, según los datos del análisis quím ico (Tabla III), es
debida a un pigm ento de M n, procedente probablem ente de óxidos de
m anganeso naturales com o la pirolusita (M nO ,), cuya cocción, aun en
am biente oxidante, daría el color negro característico, presente en este tipo
de cerám icas, (Hoffm an, 1962).
O tra form a de conseguir una parte externa más fina donde poder realizar
la decoración es dar un baño en arcillas decantadas previo a la cocción
Texturalm ente se observa una diferenciación en el contenido en granos de
cuarzo y feldespato, en las m uestras M -l y M -2, m enor en la parte extern:;
(m icrofot.5, Lám ina III). En la m uestra M -4 no se aprecian diferencia:
texturales, debido al m aterial arcilloso con el que se elaboró la cerám ica, que
fue de tam año de grano fino y hom ogéneo con una proporción muy baja en
clastos (tabla II).
Los depósitos calcáreos blancos, tanto m orfológica com o quím icam ente,
indican un origen natural por precipitación de calcita durante el enterram ien
to.
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BIBLIOGRAFIA
63
Ayuntamiento de Madrid
C U A R Z O F E L D E S P . M IC A S O x .F e ._
M-1 +++ ++
++ + *
M -2 +++
M -3 +++ — — +
++ ++ *
M -4 +++
+++ : M uy abundante
++ : A bundante
+ : Escaso
* : D etectado
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Ayuntamiento de Madrid
M ATRIZ.
M -l M-2 M-3 M -4
PA RTE EX TERN A
A120,
"2 3
20.34 24.11 29.77 26.11
Si02 71.80 60.32 36.41 51.00
t ío 2 - - 3.79 2.57
MgO - 1.45 - -
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pseudocristales de carbonato de calcio'
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uj -a
abierta y porosa'
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"FO NDO" D E L B R O N C E IN IC IA L E N E L VALLE D EL
B A JO M A N Z A N A R E S (M A D R ID )
M a C o n c e p c ió n B l a s c o
M - L u z S á n c h e z - C a p il l a
JuanaCA LLE
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2-OCOm
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El hallazgo consiste en una bolsada de planta circular y una sección en
forma de casquete. M ide 72 centím etros de eje mayor, con dirección norte-
sur y 67 centím etros de eje m enor, con dirección este-oeste por 40 centím e
tros de altura (Figura 1,2), dim ensiones que posiblem ente responden a la
mayor parte del volum en original del depósito, ya que el m aterial que
contiene apareció bastante com pleto y parece poco probable una rem oción
importante antes de nuestra actuación, en la que la m ancha quedó al
descubierto al alcanzar la zanja los 30 centím etros de profundidad.
Lo más espectacular del hallazgo estriba en el contenido de este fondo,
el cual se encontró com pletam ente colm atado por piedras, huesos y, sobre
todo, cerám icas cuya concentración apenas dejaba espacio para el sedim ento
geológico que norm alm ente form a parte de la m ayor parte del volum en del
relleno de otros fondos. Por otra parte, tam poco es habitual que en un fondo
de dim ensiones reducidas aparezcan piezas com pletas, las cuales suelen
encerrarse en fosas de gran tam año, o se encuentran sin relación con otras
subestructuras similares.
La singularidad de este "fondo" o bolsada, viene a abonar la hipótesis,
hace ya tiem po m anejada, de que estas subestructuras, aparentem ente
similares, deben de responder a funciones muy distintas y, en consecuencia,
tienen un significado tam bién m uy variado, cuya interpretación pocas veces
resulta fácil.
La bolsada que ahora estudiam os, presentaba en superficie una colora
ción algo m ás oscura que las tierras circundantes, con tonalidad m arronácea
que contrastaba claram ente con el color am arillo de las arenas (lám ina 1,1)
y en su parte superior era ya visible la presencia de recipientes com pletos los
cuales quedaron totalm ente al descubierto al retirarse una fina capa de tierra
(Lámina 1,2).
Concretamente en la zona más oriental, se localizó el pequeño cuenco de
umbo m arcado (Fig. 2, n9 5) el cual tenía la boca adosada a la pared del fondo;
junto a él, en la zona noreste del fondo se encontraba un segundo cuenco
hemiesférico, con el fondo convexo (Fig. 2, n9 4). En situación contigua a
este último recipiente se encontraba un tercer cuenco, de m orfología sim ilar
al anterior, pero ligeram ente m ás grande (Fig. 2, ns3). Am bos se habían
depositado en posición natural, con la boca hacia arriba y la base apoyada
sobre el fondo de la cubeta que los contenía.
En la zona noroccidental del fondo y, m uy próxim os a su boca, aparecie-
i on abundantes restos de tapiales o adobes, bastante disgregados e informes,
algunos de los cuales se encontraban adheridos a los fragm entos pertene
cientes a una olla de borde saliente que, com o los recipientes antes m en
cionados, pudo ser totalm ente reconstruida (Fig. 2, n9 1) con los fragm entos
diseminados en el fondo de la cubeta y cuya m áxim a concentración se
localizó cerca del cuenco de m ayor tam año. Igualm ente esparcidos en el
fondo de la cubeta se recogieron los fragm entos pertenecientes a otro
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recipiente, en este caso un cuenco de paredes reentrantes (Fig. 3, nQ7), cuya
form a pudo ser tam bién totalm ente reconstruida. Por últim o, en el lado
occidental del fondo y adosada a la pared se encontraba una segunda olla de
paredes reentrantes y cuya boca había desaparecido parcialm ente (Fig.3,
n96).
A dem ás del m aterial cerám ico se recogieron tam bién nueve cantos
rodados de cuarcita, tres lascas del m ism o m aterial, un pequeño bloque de
yeso, ocho núcleos de sílex y cinco lascas de este m ism o m aterial. El módulo
m edio de los cantos rodados y los núcleos de sílex es de unos siete
centím etros, m ientras que las lascas tienen una longitud m áxim a de entre
cuatro y dos centím etros. C onviene resaltar que una buena parte de este
m aterial lítico presenta señales de haber estado som etido al fuego, concre
tam ente cuatro cantos y tres lascas de cuarcita asi com o cinco nodulos de
sílex y tres lascas del m ism o m aterial. Cuatro de los cantos quem ados
aparecieron juntos en la zona sur del fondo cerca del área donde se recogió
la m ayor parte de los huesos, un buen núm ero de los cuales presentan
tam bién indicios de haber estado som etidos al fuego.
El total del m aterial óseo exhum ado es de 70 fragm entos, en general de
pequeño tam año ya que, a excepción de una m andíbula de ciervo, ninguno
sobrepasa los tres centím etros de longitud, lo que ha dificultado su identifi
cación, ya que sólo ha sido posible determ inar la presencia de ovicápridos
y de ciervo.
La alta concentración de m aterial, el hecho de que prácticam ente todos
los recipientes, rotos o no, se encontraran com pletos en el interior del
"fondo" y la presencia de m aterial lítico y óseo ennegrecido e incluso, en
algunos casos, estallado por la acción del fuego, elim inan la posibilidad de
que nos encontrem os ante un basurero, una de las funciones posiblem ente
más frecuente de este tipo de estructuras (M artínez N avarrete, M y I. 1979).
A sí m ism o tam poco parecen probables otras funciones com o las de silos
para cereal u otro tipo de alim entos (M arinval, Ph. 1988), depósitos de
recipientes de alm acenaje (M éndez, A. y Velasco, F., 1988), auténticos
"fondos de cabaña" (Pérez de Barradas, J. 1931-32), hogares (Valiente
M alla, J. 1987), pozos de enterram iento (V aliente M alla, J. 1987, bis),
puntos de fijación de postes etc., pues, aunque hay algunas circunstancias o
m ateriales que son com unes al fondo que aquí estudiam os y a otros hoyos
con alguno de los significados apuntados, en ningún caso concurren todas
las circunstancias de este "fondo", con alguna de las funciones m ás o menos
evidentes.
No obstante, com o verem os más adelante, tam poco podem os afirm ar que
nos encontram os ante una subestructura con un significado absolutam ente
desconocido, a pesar de que sí parece presentar algunas novedades en cuanto
al contenido y a su disposición. Por otra parte hay determ inados datos que
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nos perm iten aproxim arnos a su form a de ejecución y a su posible función.
Así, pensamos que el reducido tam año del "fondo" que nos ocupa y la alta
concentración de los m ateriales en él contenidos, son un indicio de que se
realizó con un fin específico, posiblem ente com o receptáculo de un depósito
colocado por un m otivo muy concreto, de m anera que se ajustó exactam ente
el volumen del continente al del contenido, esta circunstancia provocó su
colmatación en el m om ento preciso de la introducción de todo el m aterial
objeto del depósito. En segundo lugar conviene destacar que el m aterial
encerrado en la cubeta tiene dos categorías m uy bien definidas, por una
parte, los recipientes cerám icos y, por otra, el m aterial lítico y el óseo.
En cuanto a los recipientes cerám icos, llam a la atención el que todos
estuvieran com pletos, aunque algunos parecen estar depositados con un
cierto cuidado, m ientras que otros, da la sensación de estar arrojados desde
cierta altura por lo que han quedado rotos en el propio fondo. Por otra parte,
todos son de tam año m ediano o pequeño y, por tanto, hay que suponerles una
función de vajilla de m esa o, en todo caso, de cocina, aunque no presentan
indicios de haber estado som etido al fuego, pero en ningún caso debieron de
servir para almacenaje.
La posible funcional idad dom éstica de los recipientes parece desprender
se de la circunstancia de que todos ellos pueden considerarse cerám icas
comunes ya que presentan superficies sim plem ente alisadas y una factura
poco cuidada, con abundante desgrasante vegetal, y, posiblem ente, un bajo
grado de cocción, a lo que hay que añadir que ninguno está ornam entado.
Por otra parte, no puede perderse de vista la asociación, dentro del
depósito, de las cerám icas con restos óseos de anim ales dom ésticos, que
podrían interpretarse com o desechos de consum o por su fragm entación y,
sobre todo, por los indicios que presentan de haber estado som etidos al
fuego, así com o con cantos de cuarcita y nodulos de sílex estallados por
efecto del fuego, que bien pudieran proceder de los restos de una solera de
hogar.
Estas circunstancias y la evidencia de que todo el conjunto se depositó en
un solo momento nos perm ite albergar la idea de que podem os encontrarnos
ante los restos de una com ida ritual, quizás de carácter funerario, que podría
tener cierta sim ilitud con los "silicernia" que conocem os en el m undo fu
nerario clásico y en las propias necrópolis ibéricas, y que se han explicado
en algunos casos com o restos de determ inados banquetes funerarios y
libaciones rituales y en los que no suelen faltar indicios de fuegos.
Desgraciadam ente poco o nada sabem os de ritos funerarios de nuestra
Prehistoria y, m ás concretam ente, de la región de M adrid donde los
enterramientos resultan excepcionales ya que salvo el dolm en de Entretér-
minos (Losada, 1976) y algunos casos aislados de enterram ientos en pithos
o en algún "fondo" adem ás de la excepcional Cueva de Estrem era (Sánchez
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M eseguer, 1981) no se han docum entado otras m anifestaciones funerarias
ialtando, hasta el m om ento, las verdaderas necrópolis asociadas o no a los
num erosos asentam ientos conocidos.
C oncretam ente en la zona donde se localizó el hallazgo que ahora nos
ocupa se ha registrado una notable concentración de asentam ientos, perte
necientes a distintos horizontes de las Edades del Bronce y H ierro y, sin
em bargo, no se ha localizado ningún enterram iento intencionado aunque sí
se han recogido algunos huesos hum anos en posición secundaria, asociados
a desechos dom ésticos, o incluso, en algunas ocasiones colocados en
conexión anatóm ica com o en el yacim iento del arenero Soto, donde apare
cieron todos los huesos de una m ano (M artínez N avarrete, I y M éndez A
1983).
Este dato nos lleva a sospechar que, en m uchas ocasiones, quizás de
foim a casi general, se acostum braba a dejar los cadáveres expuestos, hasta
su desaparición com o consecuencia de la acción de anim ales carroñeros y de
la natural descom posición, sin em bargo, ello no contradice la posibilidad de
que se celebraran determ inados actos rituales, com o banquetes, libaciones,
etc., relacionados con la muerte. De todas form as tam poco puede descartarse
que nos encontrem os ante un depósito con otro significado no relacionado
con el m undo funerario.
Depósitos de carácter intencionado, en los que se han incluido piezas
cei árnicas com pletas acom pañadas o no de restos anim ales, así como
anim ales com pletos o partes de ellos relativam ente grandes aparecidas en
conexión anatóm ica, em piezan a ser ya m uy frecuentes en los 'fondos " del
área nororiental de la subm eseta sur pertenecientes a diversos horizontes de
la Edad del Bronce. La reiteración de este tipo de hallazgos perm ite pensar
que se trata de m anifestaciones que obedecen a una causa sim ilar o a
significados relacionables que se m antienen durante un lapso de tiempo
relativam ente prolongado.
Entre los hallazgos m ás significativos de este tipo, hay que citar algunos
pertenecientes al bronce clásico, com o es el caso del esqueleto de perro
encontrado en la base de uno de los fondos del T ejar del Sastre (Quero, 1982,
lám. II, p. 242), del que desconocem os el contexto.
M ás datos conocem os del lechón encontrado en el fondo 2 del Sector III
de Getafe, depositado en la base y acoplado a la pared de la cubeta, el cual
se encontraba envuelto en una tierra carbonosa muy oscura que delataba
restos de fuego que, en parte afectaron a la integridad de las cerám icas del
conjunto. Por otra parte el fondo 9 de este m ism o yacim iento ofreció dos
grandes piezas carenadas, posiblem ente com pletas en el m om ento del
depósito, asociadas a los dos m etápodos traseros y uno delantero de un bos
con claros indicios de deform ación (Blasco y Barrio, 1986, pp. 75 a 142).
Todavía m ás evidentes resultan los depósitos de anim ales y recipientes
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de La Lom a del Lomo (Cogolludo), ya que form an parte de los ajuares de
enterramientos del Bronce clásico, practicados e n 'fondos " (V aliente, 1987,
pp. 35-42), este yacim iento se convierte, por tanto, en un ejem plo de
obligada referencia aunque la falta de enterram ientos en el resto de yaci
mientos aconseja tom ar este paralelo con las debidas precauciones.
Otros ejem plos pertenecen a yacim ientos de distintas etapas del H orizon
te Cogotas I y pueden tener distintas lecturas. Es el caso de la M uela de
Alarida, cuyo fondo núm ero 6 contenía seis grandes recipientes com pletos,
cinco de ellos boca abajo, que han sido interpretados com o depósitos de
almacenaje, reservados para un posterior uso (M éndez y Velasco, 1988, p.
186) en una subsiguiente reocupación del asentam iento que, o no llegó a
producirse, o no hubo necesidad de ponerlos en servicio. Un conjunto
similar deparó el yacim iento de la Torrecilla (G etafe), en cuyo fondo
número 1, de 1'65 m etros de diám etro, se localizaron siete vasijas de gran
tamaño que, com o A larida, se encontraban colocadas hacia abajo, a excep
ción de una que se encontraba tum bada (Cerdeño, M QL. et alii, 1980). Las
similitudes con A larida obliga a dar una m ism a explicación a ambos
hallazgos.
Un ejem plo algo diferente es el de otros dos ' fondos" localizados en el
mismo paraje de La Torrecilla, a unos centenares de m etros del hallazgo
antes comentado. Am bas cubetas se encontraban intersectadas, en una de
ellas aparecieron dos recipientes colocados hacia abajo y en la otra, una gran
porción de un ejem plar de bos asociada a un pequeño plato, un gran
fragmento de colador y una aguja ósea. Los dos "fondos" aparecían sedados
ala altura del cuello con un estrato con abundantes huesos, restos cerám icos
y carbones (Blasco et alii., 1988). Las características cerám icas nos perm ite
incluirlo en el m ism o horizonte que los hallazgos antes com entados, sin
embargo, no parece que el significado sea el m ism o. Inclinándonos por
asignar a este últim o un sentido ritual.
Menos conocidos son depósitos sim ilares pertenecientes a un horizonte
igual al del hallazgo que ahora nos ocupa pues aunque no faltan los
yacimientos d e 'fondos " pertececientes al Calcolítico, hasta el m om ento, no
conocemos depósitos con características sem ejantes al que ahora nos ocupa,
en todo caso, cabría citar el fondo localizado en el yacim iento de la fábrica
de Euskalduna donde se depositó un im portante núm ero de lám inas de sílex
(Almagro, M., 1955-57) sin que sea posible saber si se trata, exclusivam ente,
de una reserva de m ateria prim a o tiene otro carácter.
De todos estos datos se desprende que el hallazgo que nos ocupa, aunque
sin posibilidad de ponerlo, por el m om ento, en relación con un yacim iento
amplio, y sin m ostrar paralelos próxim os con hallazgos de época calcolítica
de esta región, puede ponerse en relación con m anifestaciones sim ilares de
otros circuios y horizontes de la Edad del Bronce, en principio, algo más
recientes.
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En todas estas deposiciones parece desprenderse una clara intencionali
dad que, unida a la colocación cuidada de piezas com pletas y de animales
enteros o grandes partes de ellos, nos hace pensar en un significado que
trasciende la funcionalidad cotidiana, ya que si estuviéram os ante depósitos
de com ida, no aparecerían recipientes u otros objetos com pletos cuidadosa
m ente colocados y, si se tratara de alacenas de enseres dom ésticos no parece
lógico que los encontrem os m ezclados con restos de anim ales de gran
tam año, destinados al consum o y olvidados.
El paralelo de la Lom a del Lom o, con im portantes cantidades de carne
ofrendada a los m uertos es un dato de gran interés pero no explica plenam ente
este nuevo hallazgo, en prim er lugar, por la falta de enterrram ientos y, en
segundo térm ino, por la ausencia de los "servicios de mesa " los cuales, en
este caso, tienen especial relevancia, por su volum en dentro del conjunto. La
singularidad de este hallazgo frente a los sim ilares anteriorm ente conocidos,
nos perm ite deducir una cierta com plejidad y variedad de las m anifestaciones
rituales, aunque la ausencia de contextos claros nos prive de la posibilidad
de una interpretación precisa.
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INVENTARIO D ESCRIPTIV O DE LOS M A TERIA LES CERAM ICOS
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Figura 2: Recipientes cerám icos recuperados del interior del "fondo".
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Figura 3: R ecipientes cerám icos recuperados del interior del fondo .
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Lám ina I: 1, D etalle de la m ancha superficial que delim ita el "fondo de
cabaña". 2, Detalle del contenido del "fondo” durante el proceso de excava
ción.
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PIN TUR AS R U PE ST R E S D E L A B R IG O D E L O S A LJIB E S
EN LA PE D R IZ A D E L M A N Z A N A R E S
I SITUACION Y CO O RDENADAS
(1) Tras comprobar personalmente la autenticidad del hallazgo, informamos del mismo
al Sr. Concejal de Cultura del Ayuntamiento de M adrid, quien, con fecha 17 de julio de
1989, lo comunicó a su vez a la Dirección General de Patrim onio Cultural de la Comunidad
de Madrid y al Sr. Alcalde del municipio de M anzanares el Real. Queremos dejar constancia
de nuestra gratitud al descubridor del abrigo, José M oreno Vázquez, por su valiosa
colaboración en este trabajo.
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Figura 1: Situación del abrigo de "Los Aljibes" en el m apa de la Comunidad
de M adrid.
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Figura 2" Situación del abrigo de "Los Aljibes" en el m apa M ilitar de España
a escala 1:50.000.
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Ejército; coordenadas UTM , Longitud 430, Latitud 4.512. En las proxim i
dades del abrigo se encuentra el Cancho del Confesionario, poblado hispano-
visigodo de econom ía ganadera estudiado en 1977, cuyas pozas o aljibes,
excavados en la roca, dieron nom bre a la finca (2). Los arroyos de la Higuera
y de Santillana quedan tam bién m uy cerca del abrigo, que ocupa la cota de
los 1.000 m etros (Fig. 1 y 2).
El espacio circundante es una lom a inclinada al pie de los contrafuertes
de la Piedra del M ediodía. D esde allí se dom ina, hacia el sur, la penillanura,
el actual em balse de Santillana y los prados; y a sus espaldas, se levantan las
im ponentes alturas de La M aliciosa, Siete Picos y Cabeza de Hierro. Todo
el terreno está ocupado por grandes bloques de granito fragm entados por la
m eteorización y la acción del agua, que corresponden a la form ación
geológica del com plejo cristalino, y al área granítica a la que pertenece la
Pedriza. La vegetación es escasa. En la parte baja, encinas, chaparros y
jarales. En la alta, piornos y enebros, y, aisladam ente, acebos y peonías (3).
SECCIO N
El abrigo de Los A ljibes -sin duda, un abrigo santuario- aprovecha una
oquedad form ada por dos tolm os de granito, con apariencia de dolm en, que
crean un espacio rectangular interior capaz de albergar a varias personas. De
octubre a junio corre por el interior del abrigo una vena de agua que se integra
en la pequeña red hidrográfica de la zona. El acceso se realiza a través de un
pasadizo que conduce a la boca que se abre hacia el sur (Lám . I y II). Sobre
la pared rocosa de ese pasadizo se pueden apreciar dos pequeñas oquedades,
de form a cuadrada, que corresponden, seguram ente, a los apoyos de algún
tejadillo construido por pastores en una época indeterm inada. Esta hipótesis
ha sido avalada por el hallazgo de algunas tejas en el lugar y, sobre todo, por
tratarse de una zona aprovechada desde antiguo para la actividad pastoril,
com o lo dem uestra el paso de varias cañadas y el antiguo poblado ganadero
del Cancho del Confesionario.
(2) Caballero Zoreda, L. y M egías Pérez, G.: "Informe de las excavaciones del poblado
medieval del Cancho del Confesionario, M anzanares (Madrid). Julio, 1973". Noticiario
Arqueológico Hispánico, Arqueología, 5. 1977.
(3) Pérez Regodón, J.: "Guía geológica, hidrogeológica y minera de la provincia de
Madrid". M emoria del Instituto Geológico)'M inero de E spaña,16. M adrid, 1970; Enríquez
de Salamanca, C.: "Guadarrama y Gredos". Ed. Everest. León, 1977.
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SECCION
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El panel principal de pinturas, o panel 1 (Lám . III, Figura 3), ocupa una
parte de la cara interna de la roca situada a la izquierda de la entrada, que es
la cara m ás vertical y lisa. El panel aparece fracturado en sentido horizontal,
debido quizás a las tensiones provocadas en la roca por la acción del agua.
Las pinturas son anteriores a la fractura, ya que han sufrido tam bién sus
consecuencias. En el panel 1 aparece un grupo de 28 figuras antropom orfas
bastante hom ogéneas, así com o un signo subcircular y otros dos subrectan-
gulares. Las figuras antropom orfas se disponen en hileras oblicuas, con
inclinación Noroeste-Sureste. Las cuatro figuras pintadas en la parte inferior
de la grieta, alrededor de uno de los dos signos subrectangulares, parecen
ejecutar un baile, m arcado, sobre todo, por las dos figuras inferiores, que
adoptan una actitud de claro m ovim iento. En el ángulo derecho hay otras tres
figuras sem idesvanecidas, de tam año m enor, separadas por otra grieta
vertical.
El panel secundario, o panel 2 (Lám . IV, Figura 4), situado en la pared de
enfrente, está form ado por el gran tolm o que se inclina sobre el pane
principal. O frece una superficie oblicua, sobre la que pueden verse dos
signos pintados.
Las pinturas de am bos paneles están ejecutadas con colorante o pigmento
ocre rojizo parduzco, acentuado en el centro de la com posición y más
desvanecido en los extrem os del conjunto.
La descripción de las pinturas, de izquierda a derecha, es la siguiente:
P anel 1 (Lám . III, Fig. 3)
P r im e r a h il e r a :
1. Figura antropom orfa indeterm inada, algo desvaída, com puesta por
trazo vertical que corresponde al tronco y extrem idades superiores en forma
de doble arco. Esta figura ocupa el ángulo superior izquierdo de la com po
sición.
2. Figura antropom orfa, posiblem ente m asculina, com puesta de trazo
vertical que representa la cabeza desde donde inm ediatam ente parten las
extrem idades superiores en arco, trazos verticales desvanecidos que corres
ponden a tronco y falo, y doble tram o en oblicuo que representa las
extrem idades inferiores. De su brazo derecho pende un objeto indeterm ina
do.
3. Figura antropom orfa varonil, com puesta por fuerte trazo vertical y
doble arco correspondiente a cabeza casi elidida, tronco y extrem idades
superiores e inferiores.
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¿r ü ;
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4. Figura antropom orfa indeterm inada e incom pleta, com puesta por corto
trazo vertical y arco, correspondientes a tronco y extrem idades superiores.
5. Figura antropom orfa varonil, de trazo fuerte en vertical que representa
cabeza esbozada y tronco, arco correspondiente a extrem idades superiores
y trazo oblicuo para las inferiores.
6. Figura antropom orfa, de sexo indeterm inado, form ada por goterón que
corresponde a la cabeza, trazo vertical para el tronco y dos trazos laterales,
oblicuos al primero, correspondientes a extrem idades superiores.
7. Figura antropom orfa varonil, form ada por trazo vertical, en el que se
distingue la cabeza y el tronco, arco que corresponde a las extrem idades
superiores y dos trazos laterales oblicuos correspondientes a las inferiores.
8. Figura subcircular.
9: Figura subrectangular.
S eg u n d a h il e r a :
10. Figura antropom orfa varonil, form ada por trazo vertical y doble arco
superpuesto, correspondiendo a cabeza som era, tronco engruesado y extre
midades superiores e inferiores. Sobre la cabeza se ve un pequeño apéndice
que podría corresponder a un tocado.
11. Figura antropom orfa indeterm inada, bastante perdida, form ada por
mancha pequeña superior que corresponde a la cabeza, trazo corto vertical
para el tronco, y arco para las extrem idades superiores. Q uizá pueda form ar
una sola figura con la núm ero 19.
12. Figura antropom orfa indeterm inada, desvaída, form ada por trazo
vertical, que representa cabeza y tronco, y arco representando las extrem i
dades superiores. Podría form ar conjunto con los trazos sueltos identifica
dos con la figura núm ero 20.
13. Figura antropom orfa varonil, form ada por trazo vertical discontinuo
que representa la cabeza y el tronco, y dos arcos para las extrem idades
superiores e inferiores.
14. Figura antropom orfa posiblem ente fem enina, form ada por trazo
fuerte vertical para cabeza y tronco, y dos arcos que corresponden a
extremidades superiores e inferiores.
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15. Figura antropom orfa varonil, form ada por trazo fuerte vertical que
representa cabeza y tronco, arco correspondiente a extrem idades superiores,
y dos trazos oblicuos correspondiendo a las inferiores.
16. Figura antropom orfa varonil, acéfala, form ada por trazo fuerte
vertical y arco superior representando, respectivam ente, tronco y extrem i
dades superiores, y dos trazos oblicuos que corresponden a las inferiores.
17. Figura antropom orfa varonil, form ada por trazo vertical representan
do cabeza y tronco, arco para los brazos y doble trazo oblicuo que
corresponde a las extrem idades inferiores. En su brazo izquierdo porta ui
objeto que podría ser un cesto.
T e r c e r a h il e r a :
18. Figura antropom orfa indeterm inada, com puesta por trazo vertical
para la cabeza y tronco, y arco para las extrem idades superiores.
19. Figura antropom orfa indeterm inada, m uy perdida, form ada por trazt
vertical y arco, en relación con la figura 11.
20. Tres m anchas inform es que podrían estar en relación con la figura 12.
21. Figura antropom orfa indeterm inada, form ada por trazo vertical par;
cabeza y tronco, y dos trazos en oblicuo para extrem idades superiores.
22. Figura antropom orfa indeterm inada, afectada por la grieta horizontal
form ada por trazo vertical para cabeza y tronco, y arco correspondiente
extrem idades superiores, quizás en relación con la figura 24.
23. Figura antropom orfa indeterm inada, afectada tam bién por la grieta
horizontal, form ada por trazo vertical que representa cabeza y tronco, y arce
para las extrem idades superiores. Probablem ente se corresponde con 1;
figura núm ero 26.
C uarta H il e r a :
24. Figura antropom orfa indeterm inada, form ada por dos pequeños
trazos verticales para cabeza y tronco, y dos trazos oblicuos conform ando las
extrem idades superiores.
25. Signo subrectangular de trazo grueso.
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26. Figura antropom orfa indeterm inada, probablem ente fem enina, com
puesta por trazo vertical correspondiente al tronco, y arco para las extrem i
dades inferiores. Se corresponde, seguram ente, con la figura 23.
Q u in t a h il e r a :
27. Figura antropom orfa fem enina, form ada por trazo vertical que
representa cabeza elidida, tronco y extrem idad inferior derecha, dos arcos
formando los brazos, y trazo curvo hacia arriba form ando la extrem idad
inferior izquierda en actitud de movim iento.
28. Figura antropom orfa fem enina, form ada por trazo vertical represen
tando cabeza y tronco, dos trazos oblicuos hacia abajo representando
extremidades superiores, y arco para las extrem idades inferiores.
S exta H il e r a :
Esta hilera está separada del conjunto principal por una grieta abierta
verticalmente.
29. Figura antropom orfa, probablem ente fem enina, muy desdibujada,
formada por trazo vertical para cabeza y tronco, arco para extrem idades
superiores, y trazos oblicuos para las inferiores.
30. Figura antropom orfa varonil, desvaída, form ada por trazo vertical
para cabeza y tronco, arco para extrem idades superiores, y dos trazos
oblicuos para las inferiores.
31. Figura antropom orfa indeterm inada, m uy desvaída, form ada por
trazo vertical muy corto para cabeza y tronco, y arco para extrem idades
superiores.
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Figura 4: Panel 2 del abrigo de "Los Aljibes".
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III ANÁLISIS DE LAS PINTURAS
Las representaciones antropom orfas y los signos geom étricos del abrigo
de Los Aljibes m uestran una gran unidad form al, tanto en estilo com o en
técnica, lo que nos hace pensar que debieron ser realizadas de una vez o en
un corto período de tiem po. Es muy posible que en ellas se quisiera
representar una escena de carácter ritual.
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TIPO LO G ÍA
De acuerdo con el cuadro tipológico confeccionado por Caballero Klink
para la pintura esquem ática (4) las figuras antropom orfas del abrigo de Los
A ljibes corresponderían a la categoría A /II-1/6-7 y 9, es decir, a figuras o
motivos con elemento base en línea vertical recta. Las figuras subcirculares
y subrectangulares entrarían en la categoría C/1,1, cuyo elem ento base es el
círculo, o en la categoría D/1,1, de figuras rectangulares o cuadran guiares.
A unque la técnica de ejecución obedece a un m odelo que se reitera en
m uchas de las figuras, hem os podido establecer varios tipos de representa
ción:
Tipo 1: Trazo vertical largo para cabeza y tronco, y dos arcos para
extrem idades superiores e inferiores (Figuras 3 y 10).
Tipo 2: Trazo vertical largo para cabeza y tronco, arco para las extrem i
dades superiores, y trazos oblicuos para las inferiores que acaban form ando
con el falo una especie de tridente (Figuras 2, 5, 7, 13, 15, 16 y 17).
Tipo 3: Trazo vertical largo para cabeza y tronco, y un solo arco para las
extrem idades superiores (Figura 18).
Tipo 4: Trazo vertical corto para cabeza y tronco, y arco para extrem ida
des superiores (Figuras 4, 21 y 31).
Tipo 5: Trazo vertical largo para cabeza y tronco, y apéndices disim étri
cos aparentando m ovim iento en las extrem idades (Figuras 8, 9 y 25).
Tipo 6: Círculos o rectángulos de significación im precisa (Figuras 8 ,9 y
25).
El m ás repetido y, por tanto, el más representativo del conjunto es el Tipo
2, lo que supone una clara preponderancia m asculina en el conjunto. El
segundo lugar correspondería al Tipo 4, pero en realidad se trata de una
segm entación de los Tipos 1 y 2, por lo que habría que relegarlo en favor de
las figuras geom étricas del Tipo 6.
(4) Caballero Klink, A: "Pintura rupestre esquem ática de la vertiente septentrional de Sierra
M orena (provincia de Ciudad Real) y su contexto arqueológico". 2 vols. Estudios y
Monografías, 9. M useo de Ciudad Real, 1983.
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TRATAM IENTO FORM AL
El tratamiento de la figura hum ana en el abrigo de Los A ljibes correspon
de a lo que se ha dado en llam ar "arte esquem ático", relacionado con el
ideograma y la sim bolización. En este sentido cabría com parar estas figuras
con los prim eros intentos de escritura de representación o de contenido (5).
Los trazos geom étricos de este "arte esquem ático" podrían representar, más
que a un ser o grupo hum ano concreto, su sim bolización genérica, eludiendo
los detalles accesorios. A su vez, la colocación de las figuras revela una
intención narrativa que se percibe en el conjunto y que m ás adelante
comentaremos al hablar del esquem a com positivo.
Las cabezas apenas se destacan, el rostro no im porta; en cam bio se
destaca el falo com o identificador del sexo y de su papel en el grupo. Algunos
elementos, com o el posible tocado de la figura 10 y los objetos indeterm i
nados que portan las figuras 2 y 17, actúan com o elem entos diferenciadores.
Las figuras fem eninas aparecen o integradas en el contexto (figura 14) o
netamente separadas de él (figura 27 y 28). Estas últim as, adem ás de su
separación, están planteadas de una m anera singularizada, dando una
impresión de m ovim iento de la que carecen las figuras restantes.
Los signos tienen tam bién una colocación singularizada, bien por estar al
márgen (figuras 8 y 9), bien por ocupar un sitio relevante (figura 25).
La zona central del panel 1 nos produce una sensación de horror vacui,
provocada por el aprovecham iento exhaustivo del espacio que obliga a
reducir el tam año de las figuras 15 y 17. Se aprecia tam bién que unas y otras
figuras están interrelacionadas, form ando parte de una com posición global.
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de atención existe y creem os que se sitúa en la escena de la zona inferior,
donde varias figuras parecen estar bailando alrededor del signo subrectan
gular. Las figuras restantes m iran o se dirigen hacia ese centro.
La perspectiva está vigorosam ente m arcada en los trazos verticales y en
la disposición de las figuras en hileras que esbozan un punto de fuga situado
precisam ente en la cercanía del signo subrectangular.
SIM BOLOGÍA
(6) Breuil, H. y Burkitt, M.: "Rock paintings of Southern Andalusia". Oxford, 1929; Breuil.
H.: "Les peintures schématiques de la Peninsule Ibérique". 4 vols. Langany, 1933-35;
Frankowsky,E.: "Hórreos y palafitos de la Península Ibérica". Comisión de Investigaciones
Paleontológicas y Prehistóricas. M emoria 18. M adrid, 1918.
(7) Jorda Cerda, F.: "Sentido y significación del arte rupestre peninsular". En: "Arte
rupestre en España". Revista de Arqueología, 1987; Caballero Klink, A: Opus cit.; Cirlot,
J-E.: "Diccionario de símbolos". Ed. Labor. Barcelona, 1978.
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CRONOLOGÍA Y PARALELOS
El origen del arte esquem ático está, para algunos, en las prim eras
colonizaciones de O riente, los prospectores de metal del IV m ilenio,
retardándose su final hasta la Edad del H ierro (8). Este arte rom pe con la
tradición anterior del llam ado arte levantino, basada en el predom inio de la
forma humana, y aporta una nueva expresividad form al que se m anifiesta
con pinturas de color rojo realizadas en abrigos al aire libre. Para otros, el
comienzo de ese nuevo arte se situaría m ás atrás, a finales del Neolítico
(hipótesis que se apoya en los m ateriales m uebles hallados en la Cueva del
Agua o en Cova de 1' Or), no tendría nada que ver con O riente ni con el arte
levantino y tendría su m om ento de apogeo en el Calcolítico para term inar en
las últimas etapas del Bronce o ya en la Edad del Hierro (9).
Los hallazgos de pinturas rupestres más cercanos a Los Aljibes son los de
la Cueva de El Reguerillo, en Torrelaguna, (M adrid), las cuevas de los
Casares, la Hoz, las Avispas y Tam ajón, todas ellas en la provincia de
Guadalajara. La cronología para todo ese conjunto se fija, con algunas
excepciones com o la de la Cueva de El R eguerillo, en el Solutrense y
M agdaleniense (Paleolítico Superior) (10).
En las dos M esetas y en A ndalucía hay centenares de pinturas rupestres
de tipo esquem ático (11). Los grabados y pinturas rupestres situados en las
cuevas profundas de Soria, Segovia y Burgos, realizados a base de m arañas
de trazos paralelos en zig-zag o entrecruzados junto a representaciones
figurativas, presentan una estética m ás abstracta pero de cronología encua-
drable en el mismo espacio tem poral. Así, la Galería del Sílex de Atapuerca,
la Galería de los Grabados en el com plejo de Ojo G uareña, Portal y Penche,
todos en la provincia de Burgos; San Bartolom é de U cero, en Soria; Fuente
(8) Beltrán, A.: "El problema de la cronología del arte rupestre esquemático español".
Caesar Augusta, 39-40. Zaragoza, 1975-76; Jordá Cerdá, F.: Opus Cit.
(9) Bécares,J.: "Arte rupestre prehistórico en la M eseta". En: "Arte rupestre en España".
Revista de Arqueología, 1987.
(10) Pérez de Barradas, J.: "El Neolítico en la provincia de Madrid". Revista de la
Biblioteca, Archivo y M useo del Ayuntamiento de M adrid, III, 1926. Pp. 76 y ss. Este autor
cita una figura humana esquemática con cabeza redonda y brazos, y trazos de otra análoga
que Breuil consideró en 1916 contemporáneas de la cerámica neolítica o eneolítica
encontrada a la entrada de la cueva; M aura y Salas, M. y Pérez de Barradas, J.: "Cuevas
castellanas". Anuario de Prehistoria M adrileña, IV-VI, 1936; Breuil, H.: Op. cit.; Bemaldo
de Q u i t o s , F. y Cabrera, V.: "Problemas generales del Paleolítico Medio y Superior en la
provincia de Madrid". / Jornadas de Estudios sobre la provincia de M adrid. M adrid, 1979;
e tran, A. y Barandiarán, I.: "Avance al estudio de las cuevas paleolíticas de La Hoz y Los
ares (Guadalajara)". Excavaciones Arqueológicas en España, 64 , 1968.
(11) Acosta, P.: "La pintura rupestre esquem ática en España". Salamanca, 1968.
101
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D ura, Prádena y La Griega, en Segovia (12). Tam bién tienen pintura
esquem ática los grupos de abrigos de Cueva Conejos, M onte Valonsadero
y Tierras de A yllón, en Soria; el barranco del Duratón, el Covacho de Molino
G riego, en Segovia, y el abrigo de La Chorrera, en Los Y ébenes (Toledo)
(13).
Entre las pinturas rupestres que tienen parecida tipología a las de nuestro
abrigo, destacan, entre otras, las siguientes:
En A ndalucía, las pinturas rupestres de la Cueva de la V ictoria, en La Cala
(M álaga), fechadas en el Eneolítico-Edad del Bronce, o las de la Cueva de
la G raja, en Jim ena (Jaén) (14).
En la M eseta Sur, en Badajoz, las de Puerto Alonso, en Cabeza de Buey,
y la R oca de San Blas, en A lbuquerque, y en Cáceres, las del Castillo de
M ontfragüe (15). En C iudad Real, en la vertiente septentrional de Sierra
M orena, las de la Virgen del Castillo, el Callejón, Cordoneros, La Batanera,
Peña Escrita, Las G olondrinas y la Covatilla del Rabanero. En Cuenca las
pinturas de la Peña del Castellar, en V illar del H um o (16).
En la M eseta Norte, en Salam anca, las del Canchal de Cristo y el Covacho
del Pailón -fechadas en el Bronce A vanzado- (17), las del Corral de M orcilla
(18), las del Risco de los A ltares -datada en la época del Bronce Inicial- (19).
las del Valle de Lera (20), las del Bonete del Cura (Ciudad Rodrigo) (21), y
en Zam ora, las de la Sierra de la Culebra (22).
102
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El arte rupestre suele ir asociado a paisajes de form aciones calizas
recorridas por cauces fluviales que han originado desfiladeros y cañones.
Las pinturas se realizan generalm ente en los covachos m ás protegidos de la
intemperie, con clara preferencia por los que están orientados al Sur (23). El
ámbito del abrigo m adrileño de Los A ljibes es diferente, ya que está
constituido por rocas m etam órficas y no por bandas calizas. Es muy
probable que este abrigo de Los A ljibes esté en relación con explotaciones
mineras, pues cerca hay m inas de cobre y estaño, y cerca existen también
yacimientos relacionados con la paleom etalurgia com o el del Dolm en de
Entretérminos (24); igualm ente hem os podido com probar la cercanía de
caminos naturales o pasos de ganado; esta asociación está confirm ada en
otros refugios de la M eseta Sur, que tam bién suelen estar cerca de vías de
comunicación naturales. En Los A ljibes se da tam bién esta circunstancia, al
existir muy cerca del refugio antiguas cañadas ganaderas.
La cronología que hem os visto atribuidas a tantos abrigos de los m encio
nados, con sim ilitudes con el de Los A ljibes, tiene un carácter m eram ente
aproximativo, pues, en la inm ensa m ayoría de los casos, no hay elem entos
materiales coetáneos que confirm en y garanticen esa datación. Por esta
causa carecen de un valor com parativo absoluto a la hora de definir la
cronología de nuestro abrigo, que, según estos ejem plos, tendría una
cronología am plísim a entre el Final del Neolítico hasta la Edad del Hierro.
Cien metros m ás arriba del abrigo, hay una oquedad que presenta, sobre
un panel en el techo, seis figuras pintadas, del m ism o estilo que las ya
desciitas. Es probable, por tanto, que no nos encontrem os ante un hallazgo
aislado.
Las lluvias y la pendiente han ido dejando al descubierto, en el exterior
del abrigo, restos de cerám ica y de industria lítica que confirm an la
existencia de un hábitat prehistórico en las inm ediaciones del abrigo, este
habitat se corresponde culturalm ente con un estadio cronológico que,
gracias a estas cerám icas, podem os determ inar con bastante precisión. Este
(23) Baldellou, V.: "Arte rupestre en la región pirenaica". En "Arte rupestre en España".
Kevista de Arqueología, 1987.
(24) Pérez Regodón, J.: Op. cit; Loriana, M arqués de: "Nuevos hallazgos del vaso
campaniforme en la provincia de Madrid". Archivo Español de Arqueología, XV, 1942;
osada, H.: El Dolmen de Entretérminos (Madrid). Trabajos de Prehistoria, 33, 1976.
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hecho es de gran im portancia, puesto que la m ayoría de las pinturas
esquem áticas encontradas en la Península Ibérica carecen de contexto
cultural asociable, lo que dificulta enorm em ente su encuadre cronológico.
CERÁM ICA
El conjunto cerám ico descubierto al pie del abrigo está integrado por 27
fragm entos, en general pequeños, de cerám ica hecha a m ano, lisa o decora
da. El conjunto, que pasam os a describir, es muy hom ogéneo, por lo que no
cabe hablar de extrapolaciones cronológicas:
Fragm ento núm ero I: Borde exvasado de cazuela de m ediano tamaño,
con carena alta suavizada. Labio redondeado. Superficie alisada de color
tostado. Cocción oxidante y desgrasante fino. D ecoración incisa de zig-zag
junto al labio y serie de m edios paréntesis en la carena con técnica excisa.
Interior con serie de zig-zag bajo el labio (Fig. 5,1).
Fragm ento núm ero 2: Borde y cuerpo de cazuela exvasada de mediano
tam año, con carena m edial m uy m arcada. Labio redondeado. Superficie
alisada de color tierra tostada. Cocción reductora y desgrasante m edio, (fig.
5,2).
Fragm ento núm ero 3: Borde recto de pequeño vaso de paredes sinuosas,
con labio redondeado exvasado. Superficie alisada tosca, de color tierra
tostada oscura. Cocción reductora y desgrasante fino. (Fig. 5,3).
Fragm ento núm ero 4: Borde plano de vaso encella o colador, de labio
plano ligeram ente engrosado. Perforaciones antecocción de sección cilin
drica. Superficie alisada tosca, de color tostado am arillento. Cocción mixta
y desgrasante grueso. (Fig. 5,4).
Fragm ento núm ero 5: Borde ligeram ente exvasado de pequeña cazuela
carenada. Superficie alisada, de color tierra tostada. Cocción reductora y
desgrasante m edio. (Fig. 6,5)
Fragm ento núm ero 6: Borde de cazuela de pequeño tam año, con carena
suave y labio redondeado ligeram ente engrosado. Superficie alisada de
color tostado am arillento. Cocción reductora y desgrasante medio. (Fig. 6,6)
Fragm ento núm ero 7: Borde recto de vasija indeterm inada de tamaño
m ediano y labio engrosado. Superficie alisada, de color castaño claro.
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Cocción oxidante y desgrasante fino. Decoración incisa en la panza, en
series de grandes triángulos unidos, rellenos de círculos estam pados reali
zados con intrum ento punzante. (Fig. 6,7)
Fragmento núm ero 8: Borde recto de vasija indeterm inada de m ediano
tamaño. Superficie bruñida, de color tostado. Cocción reductora y desgra
sante fino. Decoración de técnica m ixta, com puesta de arriba a abajo por
onda excisa cercana al labio, trazo verticales incisos enm arcados por línea
horizontal superior, recordando el cam paniform e, onda en su parte inferior
y composición de guirnaldas de m edias lunas de boquique profundo que
"cuelgan" de una franja horizontal tam bién de boquique. (Fig. 6,8).
Fragmento núm ero 9: B orde de vasija indeterm inada ligeram ente exva-
sada. Superficie bruñida de color tostado. Cocción reductora y desgrasante
medio. Decoración de im presiones oblicuas de punzón en series horizonta
les. (Fig. 7,9).
Fragmento núm ero 10: Borde de cazuela de tendencia sem icircular de
mediano tamaño, exvasada. Labio plano y superficie alisada de color
castaño claro. Cocción reductora y desgrasante m ediano. M am elón horizon
tal de sección cónica, situado en su tercio superior. (Fig. 7,10).
Fragmento núm ero 11: B orde con perfil en S de vasija indeterm inada,
con labio engrosado decorado con im presiones digitales profundas y uña
das, creando un efecto de cordón. Superficie de color castaño claro. Nervio
de cocción y desgrasante grueso. (Fig. 7,11).
Fragmento núm ero 12: Borde con perfil en S de vasija indeterm inada, de
labio plano decorado con digitaciones profundas y seriadas. M am elón de
orejeta y sección cónica junto al labio. Superficie tosca erosionada, de color
castaño claro. Cocción oxidante y desgrasante m edio. (Fig. 7,12).
Fragmento núm ero 13: Borde recto de labio engrosado hacia afuera, de
vasija indeterminada, con im presiones digitales y uñadas profundas seria
das. Superficie alisada de color pardo claro. Nervio de cocción y desgrasante
grueso. (Fig. 8,13).
Fragmento núm ero 14: Pared recta de vaso indeterm inado de superficie
alisada, de color castaño oscuro. D ecoración a base de ondas de boquique.
Cocción reductora y desgrasante fino. (Fig. 8,14).
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Superficie alisada de color tostado. Perforaciones ante-cocción de sección
cilindrica. Cocción reductora y desgrasante fino. (Fig. 8,15).
Fragm ento núm ero 16: Pared curva de vasija indeterm inada, de super
ficie alisada color castaño claro. Decoración de boquique m uy profundo, que
crea efecto de excisión a base de bandas paralelas. Cocción reductora y
desgrasante fino. (Fig. 8,16).
Fragm ento núm ero 17: Pared de vasija indeterm inada de pequeño tamaño
y superficie alisada de color gris. Decoración estam pada a base de motivos
escaleriform es contrapuestos. Cocción reductora y desgrasante fino. (Fig.
8,17).
Fragm ento núm ero 18: Pared recta de vasija indeterm inada con decora
ción de ondas de boquique. Superficie bruñida de color pardo claro. Cocción
reductora y desgrasante fino. (Fig. 9,18).
Fragm ento núm ero 19: Pared de vasija indeterm inada de superficie
alisada tosca, de color tostado claro. D ecoración plástica de base de cordón
con digitaciones. Cocción reductora y desgrasante medio. (Fig. 9,19).
Fragm ento núm ero 20: Pared curva de encella o colador de superficie
erosionada de color siena. Perforaciones ante-cocción de secciones cilindri
cas y cónicas. Cocción reductora y desgrasante fino. (Fig. 9,20)
Fragm ento núm ero 21: Pared exvasada de superficie bruñida, de color
gris-negro. Decoración a base de im presiones alargadas, realizadas proba
blem ente con un punzón de punta rom a, seccionadas por línea horizontal
incisa. Cocción reductora y desgrasante fino. (Fig. 9,21).
Fragm ento núm ero 22: Fondo plano de vasija indeterm inada, de super
ficie alisada, de color tierra tostada. "Decoración" continua de entramado
vegetal que corresponde, probablem ente, a cestería de técnica en espiral.
Cocción reductora y desgrasante m edio. (Fig. 9,22).
Fragm ento núm ero 23: Pared curva de vasija de pequeño tam año, de
superficie alisada, de color castaño oscuro. D ecoración de líneas paralelas
de boquique profundo, que crean efecto de excisión. Cocción reductora y
desgrasante fino. (Fig. 9,23).
Fragm ento núm ero 24: Pared recta de vasija de pequeño tam año, de
superficie alisada, de color siena tostada. D ecoración estam pada de líneas
paralelas. Cocción oxidante y desgrasante medio. (Fig. 10,24).
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Fragmento núm ero 25: Pared de vasija de pequeño tam año, de superficie
alisada, de color tostado oscuro. D ecoración incisa de doble línea de zig-zag.
Cocción reductora y desgrasante fino. (Fig. 10,25).
Fragmento núm ero 26: Borde con perfil en S de vasija de gran tamaño,
con labio hendido por una serie de digitaciones al exterior y con asa de
orejeta. Superficie espatulada de color pardo oscuro. Cocción reductora y
desgrasante grueso. (Fig. 10,26).
Fragmento núm ero 27: Borde de cazuela carenada de labio plano y
superficie erosionada, claro. Interior alisado. Cocción reductora y desgra
sante mediano. (Fig. 10,27).
FORMAS IDENTIFICADAS
TIPO 1: FORM AS ABIERTAS
1.1 Fuentes y cazuelas carenadas.- Caracterizadas por bordes salientes
de labio redondeado, carenas m arcadas en tercio superior, tam años medios
y alturas reducidas. Fondos probablem ente redondeados, con o sin decora
ción. Este tipo de cerám ica tiene dos variantes, con borde m ás o m enos
saliente.
(25) Cabré Aguiló, J.: "Excavaciones de Las Cogotas, Cardeñosa, Avila. I. El poblado".
Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, Memoria 110. M adrid, 1929; M aluquer
de Motes, J.: "Excavaciones arqueológicas en el Cerro del Berrueco (Salmanca)". Univer
sidad de Salamanca, 1958; M olina González, F. y Pareja, F.: "Excavaciones en la Cuesta
del Negro (Purullena, Granada). Campaña de 1971". Excavaciones Arqueológicas en Es
paña, 86, 1975.
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Ayuntamiento de Madrid
1.2 Cazuelas de carena medias y borde de tendencia recta. Fondo re
dondeado. Form a m enos evolucionada que la anterior. (Fig. 5-2, Fig. 6-5 y
6 y Fig. 10-27).
1.3 Cuencos hemiesféricos ele borde hacia afuera con mamelones cóni
cos (Fig. 7-10).
DECORACIONES
Las variedades de decoración representadas en el grupo cerám ico son la
incisión, el boquique, la im presión, el relieve y la excisión.
Incisión.- Los tem as decorativos incisos que se observan son el zig-zag.
los triángulos, los trazos verticales y las líneas. (Fig. 5-1,6 -7 y 8 Fig. 10-24
y 25).
Boquique.-En líneas paralelas (Fig. 8-14 y 16) (Fig.9-23); en ondas (Fig.
9-18). En ocasiones la profundidad de la huella crea efecto de excisión.
Impresión.- Puntos (Fig.6-7); impresiones oblicuas colocadas en hilera
(Fig. 7-9 y Fig. 9-21); digitaciones y uñadas (Fig. 7-11 y 12) (Fig. 8-13, Fig.
10-26), escaleriformes (Fig. 8-17).
Relieve - Cordón digitado (Fig. 9-19); mamelones (Fig. 7-10 y 12).
Excisión.- Ondas (Fig. 6-8); medios paréntesis (Fig. 5-1).
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150 fondos de cabaña junto al M anzanares, excavado por nosotros en
Getafe, atribuido al horizonte de Cogotas. Tam bién el yacim iento del Ecce
Homo en A lcalá de H enares o El Q uem adero, poblado tam bién del m ism o
horizonte de Cogotas, situado en Villaverde, en la confluencia del M anza
nares con la desem bocadura del arroyo Butarque, tienen ejem plares muy
similares (27) a los señalados.
La forma 1.2 tam bién tiene paralelos en La Fábrica, así com o en el
Arenero del Soto (28), poblado de fondos de cabaña del m ism o horizonte
cultural, excavado en Getafe. Esta variedad parece recordar prototipos del
Bronce Medio, com o las carenas m edias de T ejar del Sastre (29).
La forma 1.3, cuenco hem isférico, la encontram os tam bién en El Q uem a
dero y en Tejar del Sastre.
De las formas 2.1 y 2.2 se pueden encontrar paralelos en el Arenero del
Soto (Getafe).
Las grandes ollas en S con digitaciones y cordones del tipo 2.2 las
encontramos tam bién en hábitat de cueva m ás cercanos a la sierra, Así, la
cueva y poblado de Los Enebralejos (Prádena, Segovia), poblado atribuido
al Bronce Final, ofrece grandes vasos con digitaciones (30). Igualm ente
presentan cordones sim ilares a los de las vasijas en S de Los A ljibes las orzas
con cordones del segundo conjunto de la Cueva del Aire de Patones
(Madrid), de contexto cultural de Plena Edad del Bronce (31). A llí igual
mente están asociados, com o nuestras cerám icas, a cuencos de tendencia
parabólica, fuentes y vasos carenados medios.
También son en algún caso paralelizables con nuestro m aterial los de Los
Tolmos de Caracena, con cerám icas con digitaciones, boquiques, coladores
o encellas fechados entre un Bronce A vanzado y Cogotas I, y por C 14 entre
1410-1060 a.C. (32), o los de la Cueva del Asno, Los Rábanos (Soria), con
digitaciones y decoración excisa fechada por C 14 en 1430 a.C (33). Tam bién
109
Ayuntamiento de Madrid
la cueva de A revalillo de Cega (Segovia), donde se ha docum entado la etapa
de form ación de Cogotas I coexistiendo todavía el Cam paniform e, período
que se ha fechado en torno al 1500-1300 a.C. (34).
OTRAS DECORACIONES
Los tem as decorativos incisos, com o el zig-zag, son com unes a los
yacim ientos ya m encionados del horizonte Cogotas I (35). Los tem as de
puntos inscritos en triángulos nos retrotraen, por el contrario, al m undo del
precam pan¡form e del O ccidente de la Cuenca del Duero y de la M eseta Sur.
los trazos verticales nos recuerdan la decoración cam paniform e (36).
Nuestro conjunto cerám ico no contiene ni form as ni decoraciones coin
cidentes con el m undo final de Cogotas I (jarras con asa, form as bitronco-
cónicas) tan típicas de poblados com o V aldivia o el m ism o de La Fábrica
(37). Creem os, pues, que la cerám ica que estudiam os puede encajarse en un
m om ento tem prano dentro del horizonte Cogotas I, que por mantener
algunos elem entos del Bronce M edio (carenas m edias, cuencos hemiesféri
eos abiertos) cabría datar entre 1400 y 1200 a.C., por com paración con las
fechas dadas para otros yacim ientos de este m ism o m om ento (38). Nos
puede servir de referencia la fecha de C 14 m ás antigua de las obtenidas para
La Fábrica: Teledyne Isotopes 1-14, 530= 1410 B.P. (Fondo 145).
IN D U STRIA LÍTICA
Asociadas tam bién al abrigo, aparecieron en superficie ocho piezas de
industria lítica, siete de ellas talladas y una pulim entada. Pese a su indudable
interés, estas piezas que describim os a continuación no aportan la precisión
cronológica de la cerám ica a la hora de datar las pinturas de Los Aljibes.
(34) Fernández Posse, M.D.: "La Cueva de Arevalillo de Cega (Segovia)". Noticiario
Arqueológico Hispánico, 12, 1981.
(35) Cf. Notas 25 y ss.
(36) Fernández Posse, M.D.: "La cerámica decorada de Cogotas Y'.Zephyrus, XXXIX-
XL. Salamanca, 1986-87; Quero, S. y Priego, M.C.: "Noticia sobre el poblado campanifor
me de El Ventorro (M adrid)". Zephyrus, XXVI-XXVII. Salamanca, 1976.
(37) Pérez de Barradas, J.: "Nuevos estudios sobre prehistoria madrileña. 1. La
colección Bento". Anuario de Prehistoria M adrileña, IV -V I, 1936. Pp. 3-90; Priego M.C.
y Quero, S.: "Actividades..." 1983.
(38) Fernández Posse, M.D.: "La cerámica decorada de Cogotas I".
110
Ayuntamiento de Madrid
Pieza número 1: A rm adura de flecha foliácea con ápice fracturado, de
sílex blanquecino. Pátina de fuego. Base redondeada. Retoque escam oso y
abrupto en el anverso y paralelo-invasor en el reverso. (Fig. 11-1).
Pieza número 2: Fragm ento de sílex rectangular, de sección triangular,
con frente recto retocado a presión y brillo de uso. (Figura 11-2).
Pieza número 3: Hoja fracturada de bordes abatidos, de sílex blanqueci
no. Sección trapezoidal. Retoque abrupto a presión en am bos bordes.
(Figura 11-3).
Pieza número 4: Hoja de sílex blanquecino, de sección trapezoidal, con
borde parcialmente rebajado y brillo de uso. (Figura 11-4).
Pieza número 5: Esquirla de sílex blanquecino, de sección trapezoidal,
con retoque a presión en uno de sus bordes y brillo de uso. (Figura 11-5).
Pieza núm ero 6: R aspador doble unguiform e sobre sílex de color
asalmonado. Sección trapezoidal. Retoque a presión en un borde y brillo de
uso en ambos extrem os. (Figura 11-6).
Pieza número 7: Pieza de hoz, de sílex blanquecino, sobre esquirla de
sección triangular. Retoque lateral abrupto a presión, form ando el denticu
lado, con brillo de uso. Retoque abrupto en el borde opuesto. (Figura 11-7).
Pieza número 8: M artillo sobre nodulo de esquisto, de form a y sección
subtriangulares, de color gris veteado de am arillo. Tratam iento de pulim ento
parcial y huella de percusión en su extrem o de uso. (Figura 12-8).
Este conjunto lítico nos da un m argen cronológico m uy am plio, pues
tanto las siete piezas talladas com o el m artillo pulim entado podrían situarse
entre el Calcolítico y el Bronce Final. La escasez de la m uestra nos im pide
lealizar un estudio estadístico detallado que nos perm itiera hacer com para
ciones con series tipológicas establecidas. No obstante, algunas de estas
piezas, como la arm adura de flecha foliácea, el raspador doble o el m artillo
pulimentado, nos recuerdan piezas sim ilares del yacim iento de la prim era
metalurgia de El Ventorro, poblado excavado por nosotros a orillas del río
Manzanares, aguas abajo de M adrid, en V illaverde Bajo (39).
111
Ayuntamiento de Madrid
Desde el punto de vista de su interpretación funcional, las piezas de hoz
nos hablan de actividades relacionadas con la agricultura, m ientras que la
arm adura de flecha nos indica que en el entorno del abrigo tam bién se
realizaban actividades cinegéticas.
V CO N CLU SIO N ES
(40) Pérez de Barradas, J.: "El Neolítico..."; Fernández Vega, A.: "Canteres de
Zarzalejo". Noticiario Arqueológico Hispánico, 10. M adrid. 1980. Pp. 115 y ss.; Sánchez
Meseguer, J. Y otros: "El Neolítico y la Edad del Bronce en la región de Madrid”.
Arqueología y Paleoecología, 3. Diputación de M adrid, 1983.
112
Ayuntamiento de Madrid
del Bronce Avanzado, que podría oscilar entre 1400-1200 a.C. Al m ism o
tiempo permite conocer cuál fue su econom ía básica, fundam entada en la
ganadería, la agricultura y, tal vez, el intercam bio de metal, a juzgar por los
fragmentos de encellas, piezas de hoz, la arm adura de flecha y los hallazgos
metalúrgicos próximos.
Otra circunstancia a tener en cuenta es la coincidencia del lugar de culto,
representado por el abrigo, con el hábitat de su entorno, testim oniado por los
hallazgos materiales, auténtica rareza en el panoram a de los estudios de arte
rupestre. No hay que olvidar tam poco que, en un radio de 50-80 kilóm etros,
encontramos una serie de yacim ientos con pinturas esquem áticas, m ás o
menos coetáneos, que nos perm iten valorar que el supuesto "vacío" de
arqueología prehistórica en la vertiente sur de la Sierra del G uadarram a no
es tal, siendo necesario plantearse en el futuro inm ediato un serio estudio del
territorio, vinculándolo a un conocim iento m ás exacto de las vías naturales
de comunicación. Sólo así podrán aparecer nuevos eslabones que perm itan
precisar las conexiones culturales que hem os podido establecer entre las
pinturas esquem áticas de ambas M esetas o los hábitats coetáneos relaciona
dos con ellas, así com o los evidentes contactos entre los yacim ientos
situados en el Alto y Bajo M anzanares.
Como resumen final, podem os reiterar que el abrigo de Los A ljibes es un
monumento arqueológico excepcional, no sólo com o obra artística y m ági
co-religiosa sino tam bién com o hito evocador de una cultura. Hacem os
votos para que, al igual que su vecino y altivo Castillo de M anzanares, el
abrigo de Los Aljibes sea declarado m uy pronto Bien de Interés Cultural,
recibiendo la protección urgente y rigurosa que m erece, por ser un elem ento
clave del patrim onio histórico-artístico de M adrid.
Ayuntamiento de Madrid
Figura 5: Cerám icas núm eros 1 a 4.
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Figura 6: Cerámicas núm eros 5 a 8.
115
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9
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Figura 8: Cerámicas núm eros 13 a 17.
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Figura 9: Cerám icas núm eros 18 a 23.
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Figura 10: Cerám icas núm eros 24 a 27.
119
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<g^22>
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Figura 12: Industria lítica, núm ero 8.
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122
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Lámina II: Conjunto de "Los Aljibes".
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Lám ina III: Panel 1 del abrigo.
124
Ayuntamiento de Madrid
Lámina IV : Panel 2 del abrigo.
125
Ayuntamiento de Madrid
Ayuntamiento de Madrid
PR O SPE C C IO N A R Q U E O L O G IC A D E L VALLE
D EL TAJUÑ A: M O RATA D E TAJUÑ A
INTRODUCCION
11) Han colaborado en la realización de este trabajo como técnicos arqueólogos Julia Barco
Jiaz, Carmen Román Riechmann, Angeles García Marín, Cristina Lafuente Martínez,
•ini ia eceira Gutiérrez y Antonio Lorenzo Aguilar Saenz, y como dibujantes especiali
zados, Angeles García Ecija, Elisa Puch Ramírez y M aría Luisa Luengo Esteba. Conste a
i os e os el reconocimiento a su labor. Igualmente, es necesario agradecer todo el apoyo
tenido del Servicio de Arqueología de la Comunidad de M adrid, conste igualmente
nuestro reconocimiento.
H,!,Ül rAA1,ma,8.r^ G0rbea y D' Fernandez Galiano (1980): Excavaciones en el cerro Ecce
An ir Henares- Madrid). Madrid.; M. Almagro-Gorbea y A.Dávila (en prensa):
p J r T V - reconstrucció'1 de la cabaña "Ecce Momo 86/6". Homenaje al Prof. E. Ripoll
reí ello. Tiempo y Forma, 1989. Madrid.
127
Ayuntamiento de Madrid
socio-cultural de los últim os 5000 años en esta zona de la M eseta (3).
A dem ás, estos trabajos perm itían ser considerados com o una prim era etapa
de un proyecto de investigación m ás am bicioso a m edio y largo plazo con
la finalidad de profundizar en la secuencia cultural y los sistem as de
poblam iento de esta zona de la M eseta en com paración con otras áreas
geográficas.
Por otra parte, los citados trabajos aconsejaban la conveniencia de
contrastar los datos del Ecce Hom o y del V alle del M anzanares, también
conocidos pero peor conservados (4), con un área geográfica próxima
suficientem ente am plia y bien preservada, com o aún lo es la zona del Valle
del río Tajuña.
A ctualm ente, el río T ajuña atraviesa la C om unidad de M adrid durante
unos 30 km s. de su curso inferior antes de unirse al Jaram a cerca de Titulcia.
En esta zona cruza los térm inos m unicipales de A m bite, O rusco, Cabañas,
Tielm es, Perales y M orata de Tajuña, que constituyen la zona inicialmente
asignada a esta prospección, pues el final del V alle, correspondiente a los
térm inos de Chinchón y Titulcia, se había asignado previam ente a otros
equipos.
El Valle del Tajuña en la parte baja correspondiente a este estudio es
susceptible de ser prospectada de form a sistem ática e intensa, siguiendo i ts
técnicas actuales que ya habían sido experim entadas previam ente en Ec :e
Hom o por otro equipo de la U niversidad Com plutense y cuyos resultados se
consideraba conveniente contrastar en una zona próxim a pero de caracterís
ticas geográficas diversas.
Adem ás, este valle fluvial del interior de la M eseta constituye una unidad
geográfica bien determ inada, en la que a priori parece posible estudiar las
características y la evolución del poblam iento antiguo dentro de su marco
(3) Para estos trabajos de prospección, R. Cristóbal (1986): Estudio territorial en torno al
Ecce Homo. M emoria de Licenciatura mecanografiada. Universidad Complutense. Ma
drid.
(4) Para una visión del estado de conocim iento de la Prehistoria en la Comunidad de Madrid,
puede verse: Estudios de Prehistoria y Arqueología M adrileñas. 1 ,1982; II, 1983; III, 1984;
IV, 1985; V, 1986; etc.; 1Jornadas de estudios sobre la Provincia de M adrid. M adrid, 1979.
págs. 19 y sigs.; II Jornadas de estudios sobre la Provincia de Madrid. M adrid, 1980. págs
15 y sigs.; "Madrid, Objetivo Cultural". Actas de la Semana de Estudios sobre el Presente
y Futuro de la Cultura M adrileña. M adrid, 1985, págs. 11-76; M adrid, Testimonio de su
Historia. M adrid, 1980. págs. 46-81; J. Sánchez M eseguer et alii (1983). El Neolítico y la
Edad del Bronce en la Región de Madrid. Madrid.; M. Almagro-Gorbea (1987): "Prehis
toria Madrileña". Ciclo de conferencias sobre M adrid hasta el 1500. M adrid.; y más re
cientemente, A.A.V.V. 130 Años de Arqueología Madrileña. Madrid 1987, con ámplia
bibliografía en págs. 198-218.
128
Ayuntamiento de Madrid
Ayuntamiento de Madrid
natural, siem pre preferible a unidades artificiales o a divisiones adm inistra
tivas actuales, generalm ente poco acordes con los patrones de población
precedentes.
El interés arqueológico del V alle del Tajuña quedaba evidenciado por
diversos hallazgos antiguos y recientes (5) e incluso por la existencia de
alguna colección privada de reciente form ación pero de indudable interés al
haberse form ado por la recogida sistem ática de m ateriales arqueológicos
que la erosión y la creciente actuación hum ana van poniendo al descubierto.
Pero este m ism o hecho hacía m ás urgente esta prospección sitemática
seguida del análisis e interpretación de los hallazgos y yacim ientos, ya que
el conocim iento del poblam iento antiguo en esta zona a nivel científico
seguía siendo prácticam ente nulo. A dem ás, las características del V alle del
Tajuña, especialm ente su secuencia cultural, resultan teóricam ente extrapo-
lables a otras zonas sem ejantes y tam bién mal conocidas de la M eseta, como
la Alcarria, donde la red fluvial y las características del terreno son pareci
das. A estas razones aún cabe añadir el interés del V alle del Tajuña por su
estratégica situación com o zona de paso obligado para las com unicaciones
en el centro de la M eseta Sur, especialm ente hacia el V alle del Ebro y las
zonas orientales (6).
Por últim o, se tuvo en cuenta el grave peligro de destrucción de todo este
valle com o zona de expansión de M adrid, lo que pone en muy grave riesgo
la conservación de sus yacim ientos y exige una previa prospección para la
planificación territorial futura y para definir las previsibles prioridades de
excavación. Por ello, los aspectos de investigación científica y docencia
quedaban com plem entados con los de protección y valoración del Patrim o
nio Cultural, de acuerdo con las actuales tendencias de la A rqueología y con
el deseo expreso del D epartam ento de Prehistoria de colaborar en el estudio
y puesta en valor del Patrim onio A rqueológico de la C om unidad de Madrid.
Por todo lo dicho se seleccionó el V alle del Tajuña com o zona de prospec
ción intensiva prioritaria.
130
Ayuntamiento de Madrid
En 1986, del 15 de Septiem bre al 15 de Diciem bre, se iniciaron dichos
trabajos en la zona de M orata de Tajuña con una ayuda del INEM que
permitió sufragar una prim era cam paña. En ella participaron, contratados
por el INEM, com o técnicos arqueólogos/Julia Barco Díaz, Carm en Rom án
Riechmann, Angeles G arcía M arín, Cristina Lafuente M artínez, Em ilia
Becerra Gutiérrez y A ntonio Lorenzo A guilar Saenz, y com o dibujantes
especializados, A ngeles A na G arcía Ecija, Elisa Puch Ram írez y M aría
Luisa Luengo Esteban. La D irección corrió a cargo de M artín Alm agro-
Gorbea y de los trabajos de coordinación se ocupó Rafael de La-Rosa.
En esta cam paña se decidió iniciar los trabajos por el térm ino de M orata
de Tajuña, de 45,6 Km2 de superficie, por ser el m ás próxim o a otras zonas
previamente ya prospectadas, com o la de Aranjuez, aguas abajo del río, o las
de Arganda, San M artín de la V ega o Chinchón en el entorno del Valle. De
este modo se partía de una zona relativam ente conocida, lo que podía
facilitar teóricam ente el trabajo, y, adem ás, se iba com pletando el espacio sin
prospectar que quedaba entre los citados térm inos, para ulteriorm ente
continuar agua arriba, aunque el barrido de todo el terreno con técnica de
prospección sistem ática intensiva, la necesaria puesta a punto del equipo
humano no habituado a este tipo de trabajos y la am plitud del térm ino unido
a las características accidentadas del relieve, im pidieron en dicha cam paña
proseguir la prospección por los térm inos contiguos, lo que se piensa ir
haciendo en el futuro. La cam paña de 1987 no se pudo llevar a cabo pues la
cantidad asignada resultó insuficiente por haberse concedido conjuntam en
te con la del Ecce H om o, por lo que, de acuerdo con el Servicio de
Arqueología, hubo que dedicarla integram ente a este yacim iento para
intentar finalizar los trabajos de excavación de los im portantes hallazgos
realizados (7) ante el grave riesgo de deterioro que corrían, sin que llegara
nunca la ayuda com plem entaria prom etida para el Tajuña. En la cam paña de
1988, desarrollada por m otivos presupuestarios ya en 1989 cuando este
trabajo estaba finalizado, se piensa proseguir la exploración territorial en los
leí minos de Perales de Tajuña y de Tielm es, que parecen constituir la zona
más rica en hallazgos de todo este territorio.
La metodología em pleada, de acuerdo con los esquem as teóricos (8), ha
sido la mism a puesta a punto y experim entada en la prospección del Ecce
- lomo, donde se realizaron unas prospecciones prelim inares a fin de que
todo el equipo hum ano se habituara a la técnica a em plear y a una
coordinación eficaz entre sus m iem bros.
131
Ayuntamiento de Madrid
Figura 2 -M apa del térm ino de M orata de Tajuña con las cuadrículas teóricas
y zonas prospectadas. Rayado: Zona Prospectada, Punteado: Zona por Prospectar,
Blanco: Zona no Prospectable: I , Casco Urbano. 2, Vega del río. 3, Canteras. 4, Fábrica
de cemento.
Ayuntamiento de Madrid
Se estudió el “Inventario bibliográfico de los yacim ientos de valor
arqueológico” existente en el D epartam ento de A rqueología de la C om uni
dad de Madrid (9), se procedió al análisis de la fotografía aérea del térm ino
a escala aproxim ada 1: 18.000 (10) y se hizo contacto personal con gentes
del lugar que pudieran dar referencia de yacim ientos o hallazgos.
Para el trabajo de cam po, se utilizaron m apas a escala 1: 5.000 de
COPLACO, en los que se trazaron las cuadrículas ideales de 1000 x 500 m.
para subdividir así todo el térm ino. Estas cuadrículas se denom inaron con
letras mayúsculas, de la A a la M , las abcisas y con núm eros del 1 al 10 las
ordenadas, considerándose com o origen o punto “0” el vértice SW.
La labor de cam po norm alm ente se realizaba por m edio de subequipos de
3 arqueólogos. En una prim era fase se localizaban los hallazgos y se situaban
en el mapa de cam po, recogiéndose sólo los hallazgos m ás sobresalientes.
En una segunda fase se procedía a revisar y delim itar la zona con posibles
hallazgos y a recoger sistem áticam ente los m ateriales que los identificaban,
distinguiéndose, si había lugar, entre los hallazgos aislados y los yacim ien
tos.
Tras la identificación de los hallazgos y yacim ientos sobre el terreno,
estos se han num erado correlativam ente dentro de cada cuadrícula siguiendo
la metodología propia. Para adaptarla a las norm as recibidas de la Carta
Arqueológica de la C om unidad de M adrid, al térm ino de los trabajos se ha
dado una num eración correlativa única para todo el térm ino m unicipal, que
queda identificado por el prefijo 91. Por ello, en la descripción que se
adjunta, se añade a la num eración basada en las cuadrículas, la correspon
diente a la correlativa de todo el m unicipio que va entre paréntesis.
En el Departamento de Prehistoria se procedió al lavado, siglado e inven
tariado del material, así com o a dibujar lo m ás interesante tras una selección
previa. Por último, se rellenaron las fichas de la Carta A rqueológica de la
omunidad de M adrid y se han delineado los m apas con las zonas prospec
tadas y los yacim ientos y hallazgos aislados localizados. Todos los m ateria
les recogidos en este estudio se han depositado en el alm acén de la
omunidad de M adrid en A lcalá de Henares.
<9) Agradecemos a Pilar Mena y F. Velasco las facilidades otorgadas para el manejo de la
ocumentación existente en el Servicio de Arqueología de la Comunidad de Madrid.
0) Vuelo fotográfico "Interministerial" de Julio de 1977, del IR YDA a escala aproximada
1:18000. H.M.N. 583.
133
Ayuntamiento de Madrid
DESCRIPCION DE LOS HALLAZGOS
91/ A-6/ A / 2 (1)- Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Un fragmento de asa de cinta con desgrasantes finos de pasta amarillenta.
Dos fragmentos de pasta anaranjada con vidriado melado en ambos lados y decoración
de manganeso en el interior, con pastas bastante decantadas.
Un galbo de pasta rojiza con desgrasantes medios y con decoración incisa a peine al
exterior.
Un borde y un galbo de pasta anaranjada decantada con vidriado melado en ambos lados
y estrías en el exterior.
Un borde con arranque de asa de cinta, pasta anaranjada con restos de vidriado melado
al interior y exterior.
Un borde de pasta parda con desgrasantes medios y vidriado melado al interior.
Un galbo de pasta anaranjada con arranque de asa vidriada por ambos lados y restos de
haber sufrido la acción del fuego.
Un galbo con arranque de asa de pasta anaranjada y desgrasantes medio con vidriado
melado al interior.
91/ A6/ A / 1 (2) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Seis galbos de cerámica a mano con desgrasante grueso y pastas anaranjadas.
Un borde de cerámica a mano con desgrasante grueso y pasta anaranjada.
Un fragmento de base y galbo de pasta marrón con desgrasantes gruesos e interior
vidriado en melado.
91/ B-7/ A / 1 (3) -Hallazgo aislado. Cerámica popular moderna/contemporánea.
Un asa de cinta de pasta anaranjada con desgrasantes medios.
Un borde de plato de pasta anaranjada con desgrasantes finos y restos de vidriado blanco
al interior.
Una base de pasta rojiza con desgrasantes finos y vidriado melado al interior.
U na base de pasta anaranjada con desgrasantes medios.
Cuatro galbos a torno de pasta grisácea con desgrasantes gruesos.
Un galbo a torno de pasta anaranjada con desgrasantes finos.
Dos galbos de pasta anaranjada grisácea con desgrasantes gruesos y vidriado melado al
interior.
Un fragmento de figurilla popular vidriada.
91/ A-B/ A / 2 (4) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Un borde vidriado melado.
Un borde de loza con decoración azul.
Un asa de cinta de loza.
Un fondo vidriado con el interior en verde.
Dos galbos vidriados.
Un galbo con decoración pintada a bandas y pasta rojiza muy decantada.
91/ A-B/ A / 3 (5) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Un borde de loza con decoración amarilla.
Un fondo de pasta rojiza con desgrasante fino.
Un fondo de loza con decoración azul.
Un galbo de loza con decoración azul.
Tres galbos vidriados.
134
Ayuntamiento de Madrid
91/ A-B/ A/ 4 (6) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Ocho bordes vidriados.
Un fondo vidriado.
9 1 /A-B/ A 1 (7) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Cuatro bordes de cerámica vidriada (uno blanco, uno verde, dos melados).
Un asa de cinta con restos de vidriado.
Tres fondos vidriados (dos melados, un melado y manganeso).
Un fragmento de galbo vidriado.
91/ A-B/ A / 7 (8) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Un borde vidriado en su interior (dibujado).
Un fondo vidriado (dibujado).
Un fondo de plato vidriado.
Un galbo vidriado.
Un borde de pasta rojiza muy decantada.
Un galbo de cerámica a mano con desgrasantes medios.
Tres galbos de pasta rojiza (uno de ellos con decoración a peine)
91/ A-B/ 5 (9) -Estructura constructiva de funcionalidad indeterminada.
Una bolsa con argamasa del enfoscado.
Una cabeza de clavo de hierro.
91/ A-B/ A/ 6 (10) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Un galbo vidriado (verde).
Un galbo de pasta rojiza con decoración a peine (torno).
91/ B-B/ A / 1 (11) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Un borde vidriado (dibujado).
Un fondo a tom o de pasta rojiza (dibujado)
Un galbo vidriado.
Un asa de cinta de pasta rojiza.
91/ D-4/ A/ 1 (13) -Hallazgo aislado. Cerámica a mano y torno y sílex. Hierro II
indeterminado. Industria lítica indeterminada.
Dos galbos a torno, uno de ellos pintado.
Ti es galbos a mano de pasta gris y superficie bruñida.
Dos galbos a mano de pasta parda.
Dos galbos a mano con nervio de cocción y desgrasantes gruesos.
Dos galbos a mano de pasta clara con desgrasantes finos y medios.
n galbo a mano de pasta rojiza y cocción alternante con desgrasantes gruesos.
Catorce lascas de sílex.
Ayuntamiento de Madrid
9 1/D -5/ A / 1 (14) -Hallazgo aislado. Industria lítica post-paleolítica indeterminada.
Una punta de sílex.
Un cuchillo de silex con retoque marginal en ambos lados.
Una laminilla de sílex.
Diez lascas de sílex.
Tres fragmentos de sílex.
91/ E-5/ A / 1 (15) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Una raedera de sílex
Un fragmento de cuchillo de sílex.
Una lasca de sílex.
91/ E-5/ A / 1 (16) -Hallazgo aislado. Hierro II con elementos romanos.
Un fragmento de asa de pasta anaranjada con desgrasantes medios.
Un galbo a tom o con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Un galbo a tom o con pintura negra al exterior y nervio de cocción con desgrasantes
medio.
Un galbo a tom o con nervio de cocción y desgrasantes finos.
Un galbo a torno con pasta parda y desgrasantes medios.
Un fragmento de borde y galbo a mano de cocción reductora con desgrasantes medio/
gruesos y decoración de líneas incisas.
Un borde a tom o de pasta anaranjada con desgrasantes finos.
Un fragmento de base con pie anular, a tom o, de cocción reductora y con desgrasante:,
medios.
91/ F -5/4 (17) -Yacimiento. Hierro II. Tal vez en relación con 91/ F-5/ 3 (18).
Seis galbos a torno de pasta anaranjada muy decantada con restos de decoración
pintada en el exterior.
Un galbo a torno de pasta gris con desgrasantes medios.
Un galbo a tom o de pasta parda decantada.
Seis galbos a tom o de pasta anaranjada decantada.
Dos posibles crisoles de fundición en piedra.
Once bordes de urna de pasta anaranjada decantada y con restos de decoración pintada
en el exterior.
Cinco bordes a tom o de pasta anaranjada con desgrasantes finos.
Tres bordes a torno de pasta gris con desgrasantes medios.
Un galbo a tom o de pasta anaranjada decantada con perforación circular.
Un galbo a mano con nervio de cocción, desgrasantes gruesos y decoración incisa
circular.
Seis galbos a torno de pasta anaranjada decantada con restos de decoración pintada en
el exterior.
Nueve galbos a tom o de pasta parda con desgrasantes finos y restos de decoración
pintada en el exterior.
Un galbo a torno de pasta anaranjada con desgrasantes finos y restos de grafito en el
exterior.
Un galbo a torno de pasta con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Un galbo a torno de pasta gris con desgrasantes medios.
Un galbo a torno de pasta gris con desgrasantes medios y perforación circular.
Dos borde exvasados a torno de pastas anaranjadas con desgrasantes finos y restos de
decoración pintada en el exterior.
136
Ayuntamiento de Madrid
Tres bordes exvasados a torno de pastas anaranjadas y desgrasantes finos y restos de
decoración pintada en el exterior.
Una base anular a torno con pasta gris y desgrasantes finos.
Un borde exvasado a mano con pasta gris, desgrasantes medios y restos de bruñido.
Dos bordes exvasados a mano de pasta gris con desgrasantes medios.
Un borde exvasado a torno de pasta parda con desgrasantes medios.
Un denticulado lateral de sílex.
Un posible crisol de fundición en piedra.
Un canto rodado de cuarcita utilizado para moler.
Una raedera de sílex.
Cinco lascas de sílex.
Una base anular a torno de pasta parda con desgrasantes finos y restos de decoración
pintada al exterior.
Un galbo de pasta anaranjada a torno, con desgrasantes finos y restos de decoración
pintada en el interior.
Tres bordes exvasados a torno, de pasta anaranjada con desgrasantes finos y restos de
decoración pintada en el exterior.
Tres bordes exvasados a tom o con pasta anaranjada y nervio de cocción, desgrasan-
íes finos y restos de decoración pintada en el exterior.
Seis galbos a tom o de pasta parda con desgrasantes finos y restos de decoración
pintada al exterior.
Dos galbos a tom o de pasta marrón decantada, bruñida y con decoración estrellada en
el exterior en uno de ellos.
Tres galbos a torno de pasta anaranjada con desgrasantes finos.
Un borde exvasado a torno, de pasta gris con desgrasantes finos y restos de bruñido.
Cinco galbos a mano de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Un galbo a torno de pasta anaranjada decantada.
Un galbo a torno de pasta parda con desgrasantes finos.
Cuatro galbos a mano de pasta parda con desgrasantes finos.
Un galbo a torno, de pasta parda con nervio de cocción y restos de pintura en el
exterior, mineralizado.
Un galbo de cerámica ática.
Diez bordes exvasados a torno, de pasta anaranjada con nervio de cocción, desgrasan
tes linos y restos de decoración pintada al exterior.
Un borde exvasado a torno, de pasta decantada y con restos de decoración pintada en
el interior y exterior.
Un galbo a torno de pasta anaranjada con desgrasantes finos y restos de pintura roja
al exterior.
Cuatro bordes exvasados a tom o de pasta anaranjada y con desgrasantes finos.
Dos bordes exvasados a torno de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes
finos.
L na base anular a torno, de pasta gris y con desgrasantes finos.
Un boide exvasado a mano, de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Dos bordes exvasados a torno, de pasta gris con nervio de cocción y desgrasantes
gruesos.
T íes bordes exvasados, a tom o y de pasta gris decantada.
Una moledera de granito.
Un núcleo de sílex.
Tres escotaduras de sílex.
Una concha.
Un raedera de sílex.
137
Ayuntamiento de Madrid
Un cuchillo de sílex.
Nueve lascas de sílex.
Once fragmento de hierro.
91/ F-5/ 3(18) -Yacimiento. Neolítico/Calcolítico. Hierro I y II, posible poblado.
Un cuchillo de sílex.
Un denticulado de sílex.
Una lasca de sílex.
Dos bordes a mano, desgrasantes medios y decoración impresa en el borde.
Un borde a torno, pasta ocre oscura, desgrasantes medios.
Tres bordes a mano, cocción reductora, superficies alisadas, desgrasantes medios.
Cinco fragmentos de borde de pasta grisácea, desgrasantes medios, superficies alisadas
y un fragmento con la superficie bruñida.
Dos bordes a mano, oxidantes, pastas claras, desgrasantes medios, superficie espatula-
da.
Tres fondos a mano, pasta negruzca, desgrasantes medios.
Dieciseis galbos a torno de pastas anaranjadas decantadas, algunos conservan restos de
pintura a bandas de color vinoso.
Un fragmento a torno, pasta parda decantada.
Dos galbos a torno con pastas muy decantadas, uno de ellos con restos de pintura a
bandas.
Dos galbos a mano con decoración de cordón con digitaciones, pastas con desgrasan
tes finos y superficies claras.
Un borde a mano con desgrasantes medios y pasta grisácea.
Galbo a mano con decoración estriada, pastas parduzcas, desgrasantes medios.
Diez galbos a mano con pastas parduzcas, desgrasantes medios, algunas superficies
alisadas.
Un borde a mano con decoración impresa.
Once fragmentos de bordes a mano de pasta oscura y desgrasantes medios.
Tres bordes a mano de pasta anaranjada.
Un borde a tomo, pasta clara y desgrasantes finos.
Un fragmento de borde y carena de pasta grisácea con la superficie bruñida y
desgrasantes finos.
Dos bordes a mano de pasta gris parduzca, uno de ellos bruñido.
Un fondo a mano de pasta gris negruzca y desgrasantes medios.
Un fragmento de carena a mano con pasta grisácea.
Un borde a mano de pasta gris.
Dos fragmentos a torno de pastas rojizas, uno de ellos con un engobe negruzco
recubriendo interior y exterior.
Catorce galbos a mano, cinco de ellos bruñidos, el resto sin tratamiento.
Un fragmento de moledera de granito.
Una punta de sílex.
Cuatro lascas de sílex no retocadas.
Dos denticulados de sílex.
Tres lascas retocadas de sílex.
Una escotadura transversal de sílex.
Un fragmento de concha.
Dos puntas de sílex.
Tres raedera de sílex.
Un denticulado de sílex.
Cinco lascas retocadas de sílex.
Ochenta lascas de silex.
138
Ayuntamiento de Madrid
Dieciocho fragm entos de sílex.
Lámina levallois en sílex.
Lasca de sílex.
Cinco fragmentos de borde a torno con pastas anaranjadas.
Bordes de urna con decoración de bandas pintadas de color vinoso.
Un fragmento de borde a mano y pasta parda.
Un borde a torno de pasta negruzca.
Cuatro bordes a mano de pastas negruzcas y restos de bruñido.
Siete bordes a mano sin decoración y sin tratamiento de la superficie.
Un fragmento de borde y carena de pasta negruzca.
Dos galbos a mano de pastas oscuras y con decoración incisa.
Seis fragmentos de bordes a mano con pastas parduzcas, oscuras y anaranjadas, todos
ellos con decoración en el borde, de incisiones, ungulaciones e impresiones.
Un fragmento a mano, de borde con arranque de asa y perforación.
Siete fragmentos de fondo a mano.
Dos fragmentos de borde a mano con pastas pardas.
Un galbo a mano con decoración impresa.
Dos fragmentos de borde a torno con pastas anaranjadas.
Nueve galbos a torno, pastas claras anaranjadas, algunas con restos de pintura de color
vinoso.
Catorce galbos a mano, pastas oscuras, negruzcas. Algunos fragmentos tienen la
superficie bruñida.
9 1 /F-5/ A /2 (19) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada. M edieval indeter
minado.
Un fragmento de clavo de hierro.
Un fondo a torno de pasta anaranjada con restos de vidriado de color marrón.
Un galbo a mano con decoración a peine y con desgrasantes medios.
Un borde a torno de pasta negruzca.
Una lasca de sílex.
Cuatro galbos a mano de pasta negruzca y desgrasantes medios.
Dos fragmentos a tom o anaranjados, uno de ellos con decoración a peine.
Un fragmento de sílex.
Una lasca con muesca de sílex.
Tres lascas de sílex.
91/ F-5/ A/ 1 (20) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Dos fragmentos de asas a torno y con pasta anaranjada.
Un fondo a tomo de pasta anaranjada y desgrasantes finos.
Un borde a mano de pasta negruzca y desgrasantes medios.
Un galbo a torno con vidriado interior y exterior con color verdoso.
Dos galbos a torno de pasta anaranjada y desgrasantes finos.
Dieciocho galbos a mano con pastas grisáceas unos, anaranjadas otros. Hay que destacar
un fragmento con decoración a peine.
91/G -4/A / 1 (21) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
n núcleo de sílex utilizado para la extracción de láminas,
fres lascas de sílex no retocadas.
91/G -4/A /2 (22) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada,
n ragmento de borde con decoración de cordón con digitaciones (cerámica popular),
con pasta parda clara y desgrasantes finos.
139
Ayuntamiento de Madrid
Nueve lascas de sílex.
Cuatro fragmentos de sílex.
Una punta de sílex.
Una lasca retocada de sílex.
91/ G -b/ A / 1 (23) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Tres fragmentos de cerámica, dos a torno, uno de ellos vidriado y un tercer fragmento
a torno lento.
Un núcleo de sílex utilizado para la extracción de láminas.
Tres fragmentos de sílex.
Cuatro lascas de sílex.
Una lasca de sílex con retoque laminar.
Un cuchillo de sílex.
91/ C-7/ A/ 1 (24) -Hallazgo aislado. Fragmento de sílex tallado y cerámica popular.
Fragmento de sílex tallado.
Un borde exvasado a torno, de pasta anaranjada decantada.
91/ C-7/ A / 2 (25) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Una base a torno de pastas rojizas con desgrasantes finos y algún resto de vidriado verde
en el interior.
Dos galbos de loza blanca de pasta rojiza con desgrasantes finos y decoración floral en
azul.
Un galbo a torno de pasta rojiza con desgrasantes medios y vidriados m elado oscuro por
ambos lados.
Un fragmento de hierro.
91/C -8/ 1 (26) -Yacimiento. Cerámica popular moderna/contemporánea.
Un galbo de cerámica a mano, pasta rojiza con desgrasantes finos y engobe en su parte
externa y decoración impresa de cuerda.
Una tapadera con asa en form a de botón. Pasta anaranjada muy decantada y vidriado en
verde oliva en su parte externa.
Un borde de vasija de almacenamiento, hecho a mano y con engobe negro.
Un fragmento de cuenco de pasta anaranjada muy decantada y vidriado blanco en el
interior.
Dos bordes con el interior vidriado, uno en verde y otro melado.
Un borde de pasta anaranjada y nervio de cocción.
Un borde bruñido de cerámica gris a torno.
Un fondo de loza con decoración azul.
Dos fondos vidriados en el interior, uno blanco y otro melado.
Dos fondos a torno con nervio de cocción y con restos de engobe en la parte externa.
Un fondo de pasta anaranjada y vidriado melado en el interior.
Un fondo con nervio de cocción y engobe parduzco en su parte externa.
Un fragmento de carena con vidriado verde oliva en su parte interior.
Un galbo a torno de pasta rojiza muy decantada, con engobe y decoración a peine.
Un galbo de pasta rojiza con desgrasantes medios, vidriado verde con irisaciones en su
interior y engobe negro en su parte exterior, donde aparece una decoración puntillada.
Un galbo de cerámica de almacenamiento, con pasta rojiza y desgrasantes finos y con
engobe negro en su parte externa y decoración impresa de cuerda.
Un galbo de cerámica de almacenamiento, pasta rojiza y engobe negro en la parte
externa.
140
Ayuntamiento de Madrid
Un galbo de pasta anaranjada, vidriado verde oliva en su interior y decoración incisa de
ondas en el exterior.
Un galbo de pasta rojiza y vidriado verde oscuro en el interior.
Un galbo de pasta rojiza con desgrasantes finos y restos de vidriado en la parte extema.
Dos galbos de cerámica de almacenamiento, con pasta rojiza, desgrasantes finos y
engobe negro en su parte externa y decoración impresa de cuerda.
Dos galbos de cerámica de almacenamiento de pasta anaranjada, desgrasantes finos y
medios, engobe parduzco y decoración impresa de cuerda en el exterior.
Un asa de pasta anaranjada muy decantada y restos de vidriado verde.
Un fragmento de cuenco de pasta anaranjada y vidriado blanco en el interior.
Cuatro galbos de pasta anaranjada muy decantada y vidriado en el interior, dos en blanco
y dos melados.
Cuatro galbos a torno de pasta rojiza y desgrasantes finos, con vidriado verde con
irisaciones.
Seis galbos a mano de pasta parda con nervio de cocción desgrasantes medios. Vidriado
verde con irisaciones en el interior y engobe con decoración puntillada en la parte externa.
Un borde pasta anaranjada muy decantada y vidriado verde oliva en ambas caras.
Un borde con carena, de pasta anaranjada muy decantada y vidriado melado.
Dos bordes vidriados melados.
Un borde de pasta anaranjada muy decantada y vidriado blanco en su interior.
Un fragmento de tapadera de pasta anaranjada muy decantada, vidriado verde oliva en
u parte externa.
Un fondo de pasta anaranjada, con vidriado en su interior y engobe negruzco en su parte
externa.
Un fondo a torno de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes finos.
Un borde de pasta grisácea a torno muy decantada.
Un borde de cerámica negruzca a mano con desgrasantes finos y medios.
Un galbo de pasta negruzca a mano con desgrasantes finos y medios.
Un asa de cinta de pasta anaranjada con desgrasantes finos y engobe parduzco.
Un fondo a torno, de cocción reductora con desgrasantes finos y medios.
Un borde de pasta anaranjada con desgrasantes finos y con vidriado en ambas caras.
Un borde a torno de pasta anaranjada con desgrasantes finos.
Un galbo a tomo de pasta anaranjada y engobe rojizo en la parte externa.
Siete galbos, vidriados y con engobe.
91/C-9/ A/ 2 (27) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Dos galbos a tomo de pasta naranja con nervio de cocción y con desgrasantes medios.
Ties galbos de cerámica a torno de pasta naranja con desgrasantes finos y vidriado
melado en el interior.
Una punta de sílex con muesca en su zona proximal.
Una base a torno de pasta rojiza con desgrasantes finos y engobe marrón en el exterior.
Una base a torno de pasta naranja con desgrasantes medios.
Un borde exvasado a tomo, de pasta anaranjada decantada y con vidriado melado en el
interior.
Un galbo a tomo de pasta naranja con desgrasantes finos y engobe marrón y con
decoración estriada.
Una base a torno, con umbo, pasta rojiza, desgrasantes finos, vidriado melado en el
interior y engobe marrón en el exterior.
141
Ayuntamiento de Madrid
Dos galbos a lomo, de pasta naranja con desgrasantes finos y restos de vidriado melado
por ambos lados.
U n g albo a torno de pasta anaranjada con desgrasantes tinos.
Un fragmento de tapadera de pasta rojiza con desgrasantes medios y vidriado melado
Un borde exvasado de pasta naranja con desgrasantes finos y vidriado melado en el
interior.
91/ D-7/ 5 (29) -Yacimiento. Industria lítica calcolítica. Celtibérico con elementos
romanos. M edieval cristiano.
Una base anular a tomo, pasta anaranjada y desgrasantes medios.
Siete galbos a torno, pasta anaranjada con nervio de cocción y desgrasantes linos.
Dos galbos a torno de pasta naranja decantada con restos de decoración pintada en el
exterior.
Un galbo a mano de pasta gris con desgrasantes medios. Biunidos.
Tres bases a tom o de pasta gris y con desgrasantes medios.
Un asa cilindrica de pasta anaranjada con desgrasantes linos.
Un borde exvasado, a torno, con nervio de cocción, desgrasantes finos y restos de
decoración pintada en el exterior. ,
Un galbo a tom o de pasta parda con desgrasantes medios, engobe marrón y decoracum
estriada a peine. , ,
Dos galbos a tom o, con nervio de cocción y con restos de decoración pintada en el
exterior.
Un galbo a mano de pasta gris con desgrasantes medios, bruñidos.
Un borde a torno de pasta parda con desgrasantes medios.
Un galbo a mano de pasta parda con desgrasantes gruesos. _
Un galbo a tomo, de pasta parda con desgrasantes medios y decoración de estrías en e
exterior.
Un galbo a torno, con nervio de cocción y desgrasantes gruesos.
Un galbo a tom o de pasta naranja con desgrasantes finos.
Un galbo a torno de pasta marrón con desgrasantes finos y engobe gris al exterior.
Un saibó a tomo, de pasta parda con desgrasantes finos.
Un borde exvasado a tom o, de pasta naranja, desgrasantes finos y con decoración
impresa.
Dos bordes exvasados, con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Cuatro bordes exvasados, con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Cuatro bordes exvasados a torno, pasta gris con desgrasantes medios.
Una base a tom o de pasta gris con desgrasantes medios.
Cuatro bordes exvasados a mano, pasta gris, desgrasantes medios, bruñidos.
Cuatro bordes exvasados a tomo, pasta gris, desgrasantes medios.
Dos bordes exvasados a torno, pasta gris, desgrasantes finos.
Siete bordes exvasados a torno, de pasta naranja con desgrasantes linos y restos
decoración pintada.
Dos bordes exvasados a tomo, pasta con nervio de cocción, desgrasantes tinos y restos
de decoración pintada.
Un borde exvasado a mano, de pasta parda con desgrasantes finos.
Un borde exvasado a torno, de pasta gris con desgrasantes gruesos y engobe marrón.
Un galbo con arranque de asa, pasta con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Un borde exvasado a torno, pasta gris con desgrasantes linos, bruñido.
Un galbo a torno de pasta parda con desgrasantes finos y decoración digitada.
Un galbo a to m o de pasta naranja co n desgrasantes finos. _
Un galbo a mano de pasta gris con desgrasantes finos y decoración incisa geometi i ■
142
Ayuntamiento de Madrid
Un borde exvasado a torno, de pasta naranja con desgrasantes finos y restos de
decoración pintada.
Un borde exvasado a torno, de pasta decantada pintada.
Un borde exvasado de pasta naranja con desgrasantes finos y restos de vidriado en el
exterior.
Dos bordes exvasados de pasta gris con desgrasantes medios.
Un borde exvasado con pasta de nervio de cocción y desgrasantes finos.
Cuatro cuchillos de sílex, alguno con retoque.
Perforador múltiple en sílex.
Una punta de sílex.
Nueve lascas de sílex.
Nodulo de sílex.
Un borde a mano de pasta parduzca con desgrasantes finos y medios.
Un borde a mano de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes finos y medios.
Un fondo a torno de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes finos y medios.
Un borde de cerámica vidriada en melado y marrón.
Un borde a torno, pasta anaranjada y desgrasantes finos.
Un borde a torno de pasta muy decantada de color rojizo.
Un borde a mano de pasta parduzca, con desgrasantes finos y medios.
Un fondo de pasta gris, con la superficie bruñida.
Un borde de pasta gris con desgrasantes finos.
Un borde a mano de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes finos.
Un borde con arranque de asa, pasta anaranjada, desgrasantes finos y medios y engobe
negro.
Un borde a mano de pasta negruzca, desgrasantes finos y medios.
Un asa con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Dos galbos a mano de pasta rojiza.
Cuatro galbos a torno de pasta anaranjada.
Un fondo vidriado en verde.
Un galbo, con vidriado melado en su interior y con engobe parduzco y decoración a
peine en el exterior.
Un borde de pasta anaranjada muy decantada y decoración a peine.
Un borde de pasta anaranjada y con vidriado blanco en su interior.
Un fondo de pasta anaranjada muy decantada.
Siete galbos de pasta anaranjada muy decantada y con restos de pintura.
Un fragmento de hueso.
Un fragmento de hierro.
Una punta, rota, de sílex, con talla cubriente por presión con pedúnculo y aletas.
Un perforador.
Dos puntas con retoque.
Dos raederas.
Veintiuna lascas, algunas con retoque.
Un galbo a tomo de pasta gris muy decantada, superficie bruñida con decoración a
bandas estampillas e impresa a base de rosetas, palmetas...
Un galbo a torno, pasta anaranjada, desgrasantes finos y medios.
I n borde a torno, pasta anaranjada con nervio de cocción, engobe claro y decoración
pintada a bandas.
Diez boides a tomo de pasta clara, desgrasantes finos y medios, alaunas superficies con
restos de engobe.
143
Ayuntamiento de Madrid
Dos bordes a torno, pasta con nervio de cocción y desgrasantes finos.
Un borde a torno, pasta con nervio de cocción, desgrasantes finos y medios, superficie
negruzca.
Una lasca de sílex.
Una raedera de sílex
Dos fragmentos de escoria de hierro.
Dos fondos a torno, pasta clara, desgrasantes finos.
Siete bordes a torno, pasta clara y desgrasantes finos, uno de ellos con restos de pintura
rojiza.
Un borde a mano con pasta grisácea y desgrasantes medios.
Cuatro galbos a mano con pasta parduzca y desgrasantes medios.
Un galbo a torno de pasta clara, desgrasantes finos, superficie con engobe y restos de
pintura rojiza.
Dos galbos a torno, pasta clara, desgrasantes finos y medios.
Tres galbos a torno, pasta con nervio de cocción y desgrasantes finos.
Cinco galbos a torno de pasta rojiza, muy decantada, superficie exterior pintada, en
algunos casos a bandas.
^ Un fragmento de fondo a tom o, pasta negruzca, desgrasantes m edios y gruesos.
Dos fragmentos de borde a mano, pasta con nervio de cocción y desgrasantes gruesos.
Cuatro fragmentos de borde a torno, pasta rojiza, desgrasantes gruesos.
Un borde a torno, pasta negruzca con desgrasantes gruesos.
Cuatro bordes a torno, pasta anaranjada con desgrasantes finos.
Un fragmento de borde a tom o, pasta anaranjada con desgrasantes finos y resto de
pintura de color rojo vinoso.
Un fragmento de borde a torno, pasta clara con desgrasantes finos y medios de
decoración de baquetón con incisiones.
Un fragmento de base a tomo, pasta grisácea con desgrasantes finos.
Un fragmento de borde a mano, pasta rojiza con desgrasantes medios.
Un fragmento de base a torno, pasta clara con desgrasantes finos.
Un galbo a torno, pasta con nervio de cocción y desgrasantes finos.
Tres galbos a tomo, cocción alternante con desgrasantes finos, restos de decoración de
pintura a bandas.
Un galbo a torno, pasta grisácea desgrasantes finos.
Un galbo a tomo, pasta castaña, con desgrasantes finos, engobe en el exterior y restos
de pintura en el exterior.
91/ D -7/4 (30) -Yacimiento medieval indeterminado.
Un asa de cinta de pasta parduzca con desgrasantes medios.
Base a torno, pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes gruesos.
Dos galbos a torno, pasta parda con desgrasantes medios.
Dos galbos a tomo, pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes finos.
Dos galbos a torno, pasta anaranjada con desgrasantes finos.
Un galbo a torno, pasta naranja con nervio de cocción, desgrasantes finos y decoración
punzada.
Un galbo a torno de pasta gris con desgrasantes gruesos.
Un asa de cinta de pasta anaranjada con desgrasantes finos y con vidriado melado.
Un galbo a mano de pasta parda con desgrasantes gruesos.
Tres galbos a tom o de pasta parda con nervio de cocción engobe marrón.
Un galbo a torno de pasta anaranjada con desgrasantes medios y vidriado melado en e
interior.
Un galbo a mano de pasta gris con desgrasantes medios.
Ayuntamiento de Madrid
Un galbo a torno de pasta gris con desgrasantes finos.
Un galbo a torno de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Dos bases a tomo de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Dos bases a torno de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Dos bases a torno de pasta parda con nervio de cocción y desgrasantes finos.
Un borde exvasado, a torno, de pasta parda con nervio de cocción, desgrasantes finos,
con restos de decoración pintada.
Una base a tomo de pasta decantada con desgrasantes medios.
Un borde exvasado, a torno, de pasta anaranjado con desgrasantes finos.
Un borde exvasado, a torno, de pasta rojiza decantada, con barniz naranja.
Dos galbos a torno, de pasta anaranjada con desgrasantes medios, vidriado melado en
el interior.
Un galbo a torno, de pasta anaranjada, con desgrasantes medios.
Un galbo a torno, de pasta anaranjada decantada, con vidriado melado por ambos lados.
Tres galbos a mano de pasta parda con desgrasantes medios.
Un galbo a mano, de pasta gris con desgrasantes medios y engobe castaño en el
exterior.
Una base a tomo, de pasta anaranjada con nervio de cocción y desgrasantes
medios.
Un galbo a torno de pasta anaranjada con desgrasantes fino y vidriado verde en el
interior.
Un galbo a mano de pasta parda con nervio de cocción y con desgrasantes medios.
91/ D-7/ 3 (31). -Yacimiento. Bronce Antiguo/Campaniforme.
Una punta de sílex.
Un cuchillo de sílex.
Una lasca retocada.
Dos fondos a mano, de pastas grisáceas y desgrasantes gruesos.
Dos fondos a mano, de pastas rojizas y desgrasantes medios.
Un galbo carenado, a mano, cocción reductora, desgrasantes medios.
Un galbo a mano, cocción reductora, decoración incisa de retícula muy fina en el
exterior.
Un borde a mano, pasta rojiza, desgrasantes finos.
Tres bordes a mano, pasta parduzca, desgrasantes medios.
Seis bordes a mano, pastas grisáceas, desgrasantes medios.
Des bordes a mano, cocción alterna, desgrasantes medios. Uno de ellos con un
pequeño mamelón.
Catorce galbos a mano, pastas grisáceas y algunas rojizas, desgrasantes finos v
m edios.
Fragmento de sílex.
Galbo a torno, pasta rojiza, con estrías en el exterior, desgrasantes finos.
Tres puntas de sílex.
Dos raederas.
Diecisiete lascas, algunas retocadas.
1/ D-7/ 1 (32) -Yacimiento. M oderno/Contemporáneo.
Ti es galbos a torno, pastas rojizas con desgrasantes finos, todos con decoración a
peine y en uno de los casos, también con engobe.
Fn galbo a torno, pasta marrón, desgrasantes finos, decoración a peine.
n galbo a torno, oxidante y con desgrasantes finos.
Un galbo a torno, pasta con nervio de cocción y desgrasantes medios.
145
Ayuntamiento de Madrid
Cuatro galbos a torno, pastas rojizas, desgrasantes linos, vidriado interno y externo
de color melado y verdoso.
Cuatro fragmentos de tapaderas, cocción oxidante, vidriado melado, desgrasantes
Un borde con arranque de asa, pasta rojiza, desgrasantes finos, vidriado melado.
Dos fragmentos de asa, desgrasantes finos, pasta rojiza y vidriado melado.
Un fragmento de asa de cinta, pasta rojiza, desgrasantes finos y con un engobe
negruzco. .,
Un borde de loza de pasta am arillenta, desgrasantes finos y decoración en azul
Diez bordes a torno, de pasta rojiza y desgrasantes finos, uno de ellos con vidriado
melado. . .
Un borde a torno, con pasta rojiza, desgrasantes finos y restos de vidriado blanco al
interior y exterior.
Cuatro bordes a torno, pastas rojizas y desgrasantes finos. En uno de el,os,
decoración de líneas incisas.
Un borde a torno con engobe negruzco y pasta con nervio de cocción y desgrasan
tes finos. ,,
Un borde a torno, de pasta rojiza, desgrasantes finos y un baquetón en la zona del
cuello. j, .
Dos fragmentos de base, a torno, de pastas rojizas, desgrasantes linos y superficies
sin tratamiento. .
Un fragmento de fondo, a torno, con pasta rojiza y desgrasantes l inos. Vidriado
interior blancuzco.
Un fragmento de base a torno, pasta anaranjada, vidriado blanco con decoración en
azul, desgrasantes finos.
Dos fragmentos de base anular, a torno, pastas anaranjadas, desgrasantes tinos,
vidriados, uno de ellos con decoración verde-manganeso.
Un fragmento de base, a torno, pasta anaranjada, desgrasantes finos, interior
vidriado verdoso.
Cinco fondos a torno, vidriado melado, pastas rojizas con desgrasantes tinos.
91/ D-7/ A/ 2 (33) -Hallazgo aislado. Cerámica popular.
Un fondo a torno, pasta con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Cuatro bordes a torno, pastas anaranjadas con desgrasantes medios, sin trata-
miento. . . .
Tres bordes a torno, pastas rosáceas con desgrasantes finos, vidriado melado.
Dos fragmentos de base anular, pastas rosáceas con desgrasantes finos, vidriado
melado-manganeso.
Un asa de cinta, pasta anaranjada con desgrasantes finos.
Dos galbos a torno, de pasta rosácea, con desgrasantes finos, vidriado melado-
manganeso.
Dos fragmentos de base, cocción oxidante y desgrasantes tinos.
Un galbo a torno, pasta rojiza, desgrasantes finos y vidriado verdoso en el interior.
Tres galbos a tomo, pastas claras, desgrasantes finos y decoración pintada.
Un galbo a torno, con pasta alternante y desgrasantes finos.
91/ D -8 /1 (34) -Restos constructivos. Cerámica M odema/Contemporanea.
Un galbo a mano, pasta parda con desgrasantes medios y decoracióm impresa de
cuerda. . . ,
Un fragmento de tapadera de pasta naranja con desgrasantes finos y vidriaoo
melado.
146
Ayuntamiento de Madrid
Una base con umbo de pasta naranja, con desgrasantes finos y decoración vidriada
en verde y manganeso en el interior (Talavera).
Una base con umbo, de pasta naranja decantada, decoración vidriada en el interior.
Dos bordes exvasados de pasta parda con desgrasantes finos y vidriado melado.
Un asa anaranjada de cinta, con desgrasantes finos y restos de vidriado melado.
Una base a torno de pasta anarajada con desgrasantes finos y vidriado melado al
interior.
Un borde exvasado a torno de pasta anaranjada con desgrasantes finos y vidriado
verde.
Un galbo a tom o de pasta pajiza decantada con decoración de retícula incisa.
Un borde exvasado a torno, de pasta anaranjada con desgrasantes finos y engobe
marrón en el exterior.
Una base a torno, de pasta naranja, con desgrasantes finos, vidriado melado en el
interior y engobe marrón en el exterior.
Un galbo a tomo de pasta naranja con desgrasantes finos y melado en el interior.
Un galbo a tomo de pasta gris con desgrasantes finos.
Un galbo a torno de pasta parda con desgrasantes medios, vidriado melado en el
interior y huellas de haber sufrido la acción del fuego en el exterior.
91/ G-2/ A 1 (35) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada. Cerámica
popular:
Una lasca retocada de cuarcita.
Una lasca de sílex.
Un fragmento retocado de sílex.
Un galbo de loza blanca con decoración azul.
91/H -2/A / 1 (36) -Hallazgo aislado. Paleolítico indeterminado.
Un canto trabajado de cuarcita.
Una lasca retocada de cuarcita.
Tres lascas de cuarcita.
Una lasca de sílex.
Un fragmento de núcleo de sílex.
91/1-2/ A / 1 (37) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Un fragmento de lasca de sílex.
Un fragmento de núcleo de sílex.
Un fragmento de borde con arranque de asa, cerámica a torno, muy erosionada.
91 /J-2/ 1 (38) -Musteriense Indeterminado.
Un raspador sobre lasca de cuarcita.
Una raedera de cuarcita.
Una raedera de sílex.
Una lasca de sílex con retoque denticulado.
Doce lascas retocadas de sílex.
Un núcleo de sílex.
Dieciseis lascas no retocadas de sílex.
Doce fragmentos de sílex.
Seis lascas de cuarcita.
147
Ayuntamiento de Madrid
Un bifaz sobre canto de cuarcita (¿protolimande?).
Una lasca de sílex.
91 K-2/ A / 1 (40) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Un fragmento de lasca de sílex.
Una lasca de semidescortezado de cuarcita.
Un fragmento de núcleo de cuarcita.
91/ K-2/ A/ 2 (41) -Hallazgo aislado. Paleolítico indeterminado.
Tres lascas de sílex.
Una lasca retocada de sílex.
Un fragmento de lámina de sílex.
Una lasca de cuarcita.
Un bifaz sobre lasca de cuarcita.
91/ K-3/ A / 2 (42) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada y cerám ca
popular.
Una lasca de semidescortezado de cuarcita.
Un canto trabajado de cuarcita.
Una raedera de sílex.
Una lasca retocada de sílex.
91/ K -3 /1 (43) -Yacimiento. Hierro II. Medieval indeterminado.
Siete bordes de cerámica a torno, cuatro de pasta anaranjada bastante decantao i y
tres de pasta grisácea. Dos bordes de cerámica a mano.
Dos bordes de pasta anaranjada muy decantada, a torno.
Dieciseis fragmentos de galbo (uno de ellos carenado y otro con perforado a
tom o y de pasta anaranjada.
Siete fragmentos de galbo a torno, pasta grisácea muy decantada.
Cuatro fragmentos de galbo a torno, pasta grisácea muy decantada.
Cuatro fragmentos de galbo de cerámica a mano con desgrasantes gruesos.
Tres fondos de cerámica a mano con desgrasantes finos y medios.
Tres fragmentos de cerámica a mano con desgrasantes finos y medios.
Tres fragmentos de cerámica vidriada (dos bordes).
Un núcleo de sílex.
Una lasca de sílex.
91/1-4/ A / 1 (44) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Un núcleo de sílex.
Una raedera de sílex.
Una lasca de sílex.
9 1 /J-5/ A / 1 (45) -Hallazgo aislado. M usteriense indeterminado.
Un bifaz parcial de cuarcita.
Dos lascas de sílex.
Un cuchillo de dorso natural de cuarcita.
91/ J-6/ A / 1 (46) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada y cerámica
popular.
Dos galbos de cerámica vidriada, verde melado.
148
Ayuntamiento de Madrid
91/ J-6/ A/ 2 (47) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Cerámica popular.
Un fragmento de galbo vidriado.
Una lasca levallois de sílex.
Una punta retocada de sílex.
Un fragmento de sílex.
Una raedera de sílex.
91/ J-7/ A/ 1 (48) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Dos lascas de sílex, una con escotadura.
91/ K-5/ A/ 1 (49) -Hallazgo aislado. M usterienese indeterminado.
Un bifaz de cuarcita.
Una lasca de cuarcita.
Tres lascas de sílex.
Una raedera de sílex.
91/H -9/A / 1 (50) -Hallazgo aislado. Moneda.
Una moneda de cobre frustra, al parecer medieval castellana.
149
Ayuntamiento de Madrid
91/1-10/A / 1 (52) -Hallazgo aislado. Paleolítico indeterminado y cerám ica a mano.
Probablemente relacionado con (54).
Un núcleo.
Tres denticulados.
Dos buriles.
Dos puntas no retocadas.
Dos raederas.
Ocho lascas con retoque. (Todo en sílex).
Un galbo de cerámica a mano.
91/J - 10/1 (53) - Yacimiento. Neolítico/Calcolítico indeterminado. Restos construc
tivos indeterminados.
SILEX. -Tres puntas sobre lascas levallois.
Nueve puntas, algunas con retoque.
Una lasca con retoque.
Un perforador múltiple.
Un buril.
Cuatro raspadores, uno carenado.
Tres cuchillos sobre láminas con retoque marginal.
Un gran cuchillo sobre lámina.
Tres grandes lascas simples.
Diez cuchillos con arista central.
Un denticulado.
Catorce lascas retocadas.
Tres láminas no retocadas.
Veintitrés lascas no retocadas.
Tres escotaduras.
Una raedera.
Un pequeño núcleo.
Dos fragmentos retocados.
CERAMICA. -Siete bordes exvasados, a mano, pasta anaranjada con desgrasantes
medios.
Siete bordes exvasados, a mano, con pasta parda y desgrasantes medios.
Cuatro bordes exvasados, a mano, pasta parda con nervio de cocción y desgrasan
tes medios.
Un borde exvasado, a mano, de pasta marrón con desgrasantes medios.
Un borde exvasado, a mano, de pasta parda con nervio de cocción y restos de
bruñido.
Tres bordes exvasados, a mano, de pasta gris con desgrasantes medios.
Un borde exvasado, a mano, de pasta gris y desgrasantes finos.
Un borde exvasado, a mano, de pasta marrón con desgrasantes finos.
Un galbo a mano, pasta anaranjada y desgrasantes finos. Grafito.
Un galbo a mano, pasta anaranjada y desgrasantes medios.
Dos galbos a mano, de pasta gris con desgrasantes medios, bruñidos.
91/ K-9/ A / 1 (54) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada y cerámica
popular.
Un núcleo de sílex.
Dos escotadura de sílex.
Una lasca de sílex.
Una lasca de cuarcita.
Un fondo a tomo, de pasta rojiza, con desgrasantes finos y medios.
Un fondo con vidriado verde en su interior.
150
Ayuntamiento de Madrid
Un fragmento de cuenco vidriado al interior y exterior en color verde con irisaciones.
Un borde de cerámica a torno con desgrasantes finos.
Dos bordes de cerámica a torno con desgrasantes medios y color anaranjado.
Un borde de cerámica a torno de pasta negruzca y desgrasantes finos.
Un galbo a torno de pasta negruzca.
91/L -5/ A/ 1 (55) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Dos lascas de cuarcita.
Tres lascas de sílex.
Un cuchillo de sílex.
Un fragmento de sílex.
91/ M-5/ A/ 2 ( 56) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Cinco lascas de sílex.
Una raedera de sílex.
91 /M -5/A / 1 (57) -Hallazgo aislado. Industria lítica indeterminada.
Un fragmento de sílex.
Una lasca de sílex.
Una punta de escotadura clactoniense.
52/ C-5/ 1 (58) -Yacimiento. Probable villa romana. Se encuentra situado en el
ormino municipal de Chinchón. No obstante, lo hemos incluido en esta relación por
encontrarse lindando con este término dentro de una unidad física homogénea.
Cerámica altoimperales y tardorromanas. Cerámicas medievales musulmanas.
Una pesa de telar de arenisca.
Un fragmento de asa de cinta, de cocción reductora, con desgrasantes finos y
medios.
Un fragmento de borde con arranque de asa, pasta anaranjada y desgrasantes finos
y medios.
Un fragmento de asa de cinta, con cocción alternante, desgrasantes finos y decora
ción punzada.
Dos galbos a torno con vidriado melado-manganeso.
Un fragmento de borde a torno, pasta clara con vidriado verdoso.
Dos fragmentos de base a tom o, desgrasantes medios, pasta grisácea en un caso y
cocción alternante en el otro.
Un fragmento de borde a torno, pasta anaranajada, desgrasantes gruesos.
Un borde a torno de pasta grisácea y con decoración a peine en el interior.
Un borde a tom o de pasta parduzca, desgrasantes finos e interior recubierto de
pintura de color vinoso.
Un galbo a torno, pasta clara, desgrasantes finos, exterior pintado a goterones.
Un fragmento de asa con pasta de galbo a torno, pasta anaranjada y decoración
pintada a goterones negros.
Dos bordes a mano de pasta grisácea con desgrasantes medios. Superficie sin
tratamiento.
Dos bordes a tomo, pasta rojiza, desgrasantes medios. Superficie sin tratamiento.
Un galbo a mano, pasta negruzca con desgrasantes finos y con bruñido tanto al
interior como al exterior.
Borde a torno, pasta grisácea con desgrasantes finos.
Dos bordes a tomo, cocción oxidante, desgrasantes finos y medios.
Un galbo a tomo, pasta con nervio de cocción y desgrasantes finos y medios.
Un galbo a torno de pasta anaranjada con líneas pintadas en negro.
151
Ayuntamiento de Madrid
Un fragmento de base a torno, pasta con nervio de cocción y desgrasantes medios.
Un fragmento de base a torno, cocción oxidante, desgrasantes finos y engobe tanto
al interior como al exterior.
Siete bordes de “térra sigillata”.
Siete fragmentos de base de “térra sigillata”, tres de ellos anulares.
Galbos de “térra sigillata” sin decoración.
Cinco galbos de “térra sigillata” con decoración vegetal, figurada y animal.
CONCLUSIONES
Como principales resultados de esta prim era cam paña de prospección
en el V alle del Tajuña cabe realizar una serie de consideraciones.
En prim er lugar, ha quedado com probada la eficacia y fiabilidad de la
m etodología em pleada previam ente en el Ecce Hom o, al confirm arse en
M orata en un terreno de características diversas y por un equipo d
arqueólogos no previam ente especializados en este tipo de prospección d :
campo.
Sobre los resultados concretos de esta prim era cam paña, cabe destaca;
que se puede considerar exhaustivam ente prospectado el térm ino municip;
de M orata de Tajuña. De los 45,62 K m 2 de superficie de dicho término, s
ha prospectado un total de 34,37 Km 2 que corresponden al 75% de la supe;
ficie global del m unicipio (fig.2). El 25% restante, cuya prospecció
arqueológica no ha podido ser realizada, corresponde a canteras, fábricas
al núcleo urbano de la población en los que se pueden considerar destruici i
toda evidencia arqueológica en superficie, así com o a una pequeña zon.i
marginal a prospectar en la próxim a cam paña. Tras pequeñas exploracione .
la zona de vega tam poco pudo cubrirse por estar ocupada por regadíos cuye s
cultivos im pedían el trabajo, aunque se pudo apreciar un relativameme
escaso interés arqueológico ya que a penas se encontraron m ateriales q u e ; o
fueran de época relativam ente reciente y procedentes, con gran probabi-
lidad, de zonas próxim as a la población transportados con los fiemos
utilizados para el abonado.
En total se han realizado 58 hallazgos (cuadro 1 y fig.4). De estos, tan
solo trece tienen la suficiente entidad y reúnen las características necesarias
com o para ser considerados com o verdaderos yacim ientos, m ientras que los
45 restantes responden a hallazgos aislados de tipo diverso. En este sentido,
hay que ponderar que se trata de una prospección de superficie sin excava
ción de control alguna, lo que obliga a considerar las posibles limitaciones
de variada índole que pueden concurrir en la correcta valoración de la
entidad de un hallazgo.
Lo anteriorm ente expuesto es tam bién válido para el encuadre crono
lógico de los hallazgos. Dado que sólo se dispone de m ateriales de superfi
cie, resulta obvio que en ocasiones no hay suficientes elem entos de juicio
152
Ayuntamiento de Madrid
Figuia 3 -Mapa de la dispersión de los yacim ientos y hallazgos encontrados
es de la sistem ática prospección del térm ino de M orata de Tajuña.
153
Ayuntamiento de Madrid
para un encuadre cronológico/cultural satisfactorio. Así, en los gráficos que
se presentan, se puede observar com o, junto a la lógica abundancia de
hallazgos m odernos, en gran m edida atribuibles al sistem a de abonado con
fiem os trasladados desde la población, lo más destacable cuantitativamente
es el elevado porcentaje de industria lítica indeterm inada relacionada con
hallazgos de poca entidad desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo,
si bien los demás hallazgos indeterm inados resultan m ucho m ás reducidos.
Entre los hallazgos culturalm ente identificables, aparecen algunos del
Paleolítico Inferior avanzado o del Paleolítico M edio a juzgar por su
tipología, que deben considerarse procedentes de los depósitos casi desco
nocidos de las terrazas del río.
A tribuíble al Paleolítico Superior y al M esolítico o Epipaleolítico no
se ha identificado ningún hallazgo, lo cual no desentona con lo que ocurre
aparentem ente en la zona circundante. Si cabe destacar el yacim ieto 53, en
la hoja 583.3-5, que debe tratarse de uno de los llam ados “talleres líticos de
superficie” com o los que recientem ente se van valorando por la M eseta (11)
y que ayudan a com prender otros hallazgos dispersos indeterm inado
interpretables, tal vez, com o restos de estos talleres de sílex que aprovecha •
rían los nodulos de las calizas de los páram os.
En cuanto a la Edad de Bronce, no ha aparecido m ás que un yacimiento
con un m aterial que habría que situar en un m om ento antiguo, tal vez
coetáneo al cam paniform e a juzgar por algún fragm ento de fina decoración
reticulada incisa.
Del resto, lo m ás destacable es la presencia de un 10% de hallazgos y
yacim ientos atribuibles al H ierro II, m ezclados en general, com o podemos
ver en el cuadro 1, con restos de otras épocas. De entre los que más
im portancia relativa presentan, cabe destacar el 17 y 18, correspondientes a
la hoja 583.2-6, y el 29, en la hoja 583.3-6, clasificables en la Cultura
Carpetana de la Edad de Hierro, com o así m ism o el 51, en la hoja 583.3-5,
que pudiera tratarse de los restos de un pequeño castro.
Resulta Ilamati va la poca presencia de m ateriales rom anos, tal vez por
estar predom inantem ente situados en la zona de la vega y haber quedado
ocultos por los cultivos, si bien aquí hay que considerar que algunos de los
yacim ientos encuadrados en el Hierro II presentan m ateriales avanzados,
que, aunque indígenas, podrían ser ya de época rom ana, com o es el caso del
yacim iento n°. 29, que ha ofrecido algunas cerám icas de tipo M eseta Sur
recientem ente valoradas (12).
154
Ayuntamiento de Madrid
Figura 4 -Cuadro 1: Relación de yacim ientos y hallazgos aislados y su
atribución cronológica.
155
Ayuntamiento de Madrid
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156
Ayuntamiento de Madrid
Finalmente, se ha calculado la densidad de yacim ientos por Km 2
(cuadro n2. 1), que da una densidad total de 1,68 hallazgos por Km2 para el
término de M orata de Tajuña. Los trabajos que se están llevando a cabo en
el valle de este río, perm itirán am pliar estos datos y las bases sobre las que
partir para un conocim iento m ás profundo de la evolución de la ocupación
humana en esta zona.
De todas form as, el panoram a general parece evidenciar una densidad
de hallazgos y, lo que aún es m ás significativo, una im portancia de los
yacimientos, sensiblem ente inferior a otras zonas próxim as aún no prospec
tadas. Esta com paración provisional, pues carece de datos cuantificables a
falta de publicaciones o de datos definitivos, cabe hacerla tanto con zonas
ya documentadas com o la de A ranjuez o la de la unión del Tajuña al Jaram a
en Titulcia, como con otras aún no prospectadas, com o la de Tielm es, aguas
arriba del río, donde, sin em bargo, a juzgar por las num erosas noticias de
hallazgos aislados, por desgracia no docum entados de m anera sistem ática,
también parece m ayor la im portancia y densidad de la población prehistó
rica.
Este interesante hecho, que sólo se podrá confirm ar e interpretar tras
el estudio sistem ático de todo el V alle del Tajuña en cam pañas próxim as,
parece indicar una distribución no regular del poblam iento a lo largo de todo
el Valle. Este dato nuevo pero que parece confirm ado, sugeriría la hipótesis
de que, ya desde épocas prehistóricas y de m odo casi continuado, la
población tendió a establecerse predom inantem ente, y en cierto sentido, a
concentrarse, en las zonas óptim as, com o el valle del Tajo en la vecina
Aranjuez o hacia la parte más am plia del Valle del Tajuña que, aguas arriba,
se extiende a partir de Perales y, sobre todo, de Tielm es, zona que, adem ás
parece ofrecer un m ayor interés estratégico desde el punto de vista de las
comunicaciones entre las cam piñas de los afluentes de la derecha del Tajo
y la zona de páramos que a partir de este río se extienden hacia el Sur y el
Oriente de la Meseta.
En cualquier caso, parece conveniente resaltar la im portancia de los
•esultados preliminares de esta prim era cam paña de prospección sistem ática
del Valle del Tajuña, tanto desde el punto de vista de la valoración y defensa
de nuestro Patrimonio Cultural, por ser zonas de riesgo de inm inente
alteración, como para el avance de los conocim ientos arqueológicos en una
zona de la M eseta hasta ahora m uy m al docum entada. Por ello parece en todo
punto aconsejable proseguir y ultim ar en un próxim o futuro esta im portante
tarea de prospección sistem ática tal com o ha sido inicialm ente planteada.
157
Ayuntamiento de Madrid
Lám ina I.- Y acim iento ns 31. 1-8.- bordes de cerám ica a mano. 9-10.-
cuchillo retocado y punta de silex
158
Ayuntamiento de Madrid
1
V •VT
159
Ayuntamiento de Madrid
Lám ina III.- Y acim iento nQ 18. 1-27.- Bordes de cerám ica a m ano (a torno
nQ 18). 28-29.- Cerám ica a m ano con decoración incisa.
160
Ayuntamiento de Madrid
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Ayuntamiento de Madrid
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Lám ina V.- Y acim iento nQ 17. 1-8.- Cerám ica celtibérica
162
Ayuntamiento de Madrid
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Ayuntamiento de Madrid
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Lám ina V II.- Y acim iento nQ 18. 1-4 Cerám ica celtibérica. 5-11 Puntas y
lascas de sílex, raedera (7) y escotadura (9).
164
Ayuntamiento de Madrid
Lamina VIII.- Yacim iento n9 51. Cerám ica celtibérica
Ayuntamiento de Madrid
Lám ina IX - Y acim iento nQ53. 1-3 Puntas de sílex . 4 y 6 Cuchilos de sílex.
5 Perforador m últiple de sílex.
166
Ayuntamiento de Madrid
Lámina X - Yacimiento n‘~43. 1-7 Cerám ica celtibérica
Ayuntamiento de Madrid
Lám ina XI - Yacim ientos nQs 38, 39, 49 y 45. 1- R aspador de cuarcita. 2-
Bifaz de cuarcita. 3- Punta de cuarcita . 4- Bifaz de cuarcita
168
Ayuntamiento de Madrid
Ayuntamiento de Madrid
Ayuntamiento de Madrid
ANALISIS D E LO S V ISITA N TES D E L T E M PL O D E D EBO D
(1972 - 1990 )
Ayuntamiento de Madrid
EVO LU CIO N D E LA VISITA EN TRE 1972 Y 1990 (Tabla I).
Por lo que se refiere a la evolución de los visitantes al Tem plo de Debod
en el período com prendido entre los años 1972 - 1990, el prim er elemento
que conviene destacar es el carácter incom pleto de los datos que poseemos,
faltando cifras referidas a los años 1979, 1980, 1981 y los prim eros meses
de 1982, así com o 1984 y diciem bre de 1986.
La prim era im presión sobre este ciclo es la de una tendencia geneial a ia
pérdida de visitantes desde el m ism o m om ento de la apertura del Templo.
Del análisis de los datos disponibles se pueden establecer tres etapas en el
desarrollo de dicha tendencia (gráficos 1 y 2).
La prim era etapa se extiende desde 1972 hasta, posiblem ente, 1982 si
bien este últim o extrem o no puede com probarse por la falta de dat >s
existentes entre 1979 y 1981. D esconocem os, por tanto, si 1982 es el año en
que la pérdida de visitantes toca fondo, com o parece posible, o este hec io
se había producido ya el año anterior.
Esta prim era etapa se caracteriza por el continuo descenso en el núnr o
de visitantes anuales. D escenso que, si atendem os a la m edia anual, se ini ia
el m ism o año de su inauguración. En 1972 la m edia fue de 18.085 visitar ís
al m es, la m ás alta de todo el período estudiado, aunque el Tem plo s lo
estuvo abierto cinco m eses durante ese año. En el siguiente el total ie
visitantes sube hasta 145.988, produciéndose un crecim iento del 61' %
respecto a 1972. em bargo, la m edia de visitantes en ese año fue de 12.165
S i n
172
Ayuntamiento de Madrid
etapa, los dos siguientes años presentan cifras negativas en todos los
indicadores (totales, m edias y ritm o de crecim iento).
Las grandes expectativas que generó la traída e instalación de un tem plo
dpcio en nuestra ciudad, reflejadas en las altas cifras de visitantes conta
bilizados en los prim eros años, no fueron, de alguna m anera, suficientem en
te satisfechas. Esta afirm ación podría explicar la paulatina pérdida de
¡sitantes, casi un 80% que, a lo largo de una década, sufre el Tem plo de
Debod. Las condiciones en que se ha venido realizando la visita al Tem plo,
un adecuado tratam iento inform ativo y didáctico; la falta de adecuación
el proyecto museístico a unas dem andas, no por desconocidas menos
. identes; la dificultad de ofertar, por las propias características de la
listálación museística, una gam a de actividades com plem entarias, utiliza-
as habitualmente en otros m useos para la captación de visitantes, se ha
podido traducir en un retraim iento ante la visita y, consiguientem ente, en
¡na pérdida constante de visitantes.
Más difícil sería explicar, teniendo en cuenta que, en los 19 años que el
emplo lleva en M adrid, no se ha producido ningún cam bio en su tratam ien-
museológico, la relativa recuperación que, a partir de 1983 y hasta 1986,
. produce en el ritm o de visitantes.
Si bien es verdad que en 1982 se estableció la gratuidad de la entrada para
Jos los visitantes, no parece posible, dado el precio sim bólico que se venía
¡ando -5 pesetas-, que exista una relación directa entre este hecho y el
nento de visitantes a partir de 1983. Tal vez habría que ponerlo en relación
n la nueva sensibilización social hacia los fenóm enos culturales y, en
icreto, respecto a los m useos, que en nuestro país parece producirse en los
>s ochenta y que se traduce en un increm ento general del público de los
seos. De alguna m anera, dicho increm ento afectaría igualm ente a Debod.
¡rectamente, tam bién pudo haber influido la útil ización del Tem plo com o
enario para algunas actividades de "Los veranos de la V illa", desde 1981
a ¡985.
Ln cualquier caso, y aunque estas hipótesis no están claram ente contras
tadas, el aumento registrado entre 1983 y 1986 y la estabilización del
■uiiente período se deberían a una reacción social, cuyas causas serían
ex lemas al propio Templo.
La ligera tendencia a la baja que en los dos últim os años parece iniciarse,
si aún no alarmante, ni dotada de los tintes catastrofistas de la prim era etapa,
sí es lo suficientemente preocupante, por lo que de sanción social tiene,
como para plantearse las m odificaciones necesarias en las condiciones de la
visita.
Sin embargo, cualquier cam bio tendente a lograr un m ejor aprovecha
miento de la visita, con el subsiguiente aum ento de público al Tem plo, tendrá
173
Ayuntamiento de Madrid
que tener en cuenta la capacidad de éste de absorber tal increm ento con las
suficientes condiciones de com odidad y seguridad, dadas sus pequeñas
dim ensiones y la com partim entada distribución interna.
A falta de estudios que establezcan el índice de saturación de las distintas
salas del tem plo, parece que la cifra de visitantes puede ser acrecentada sin
que ésto suponga una m olestia para los visitantes o un peligro para la
conservación y seguridad del m onum ento. En 1990, el m es m ás visitado,
m arzo, tuvo un total de 7.588 visitantes, cifra que supondría una media de
36 visitantes por cada una de las siete horas que el tem plo abre al día, es decir,
una inedia de 1'2 visitantes cada dos m inutos. Si el cálculo se aplica a la
m edia anual resultaría 1 visitante cada tres m inutos, cifra m uy lejana a ios
2'5 visitantes por m inuto que se producía el prim er m es que el tem plo estuvo
abierto, en 1972, y que debió suponer ciertas aglom eraciones de público en
algunas salas.
EL PUBLICO DE DEBOD EN 1990
1990 es el prim er año en que tenem os una m ayor y m ás diversificada
cantidad de datos sobre los tipos de visitantes del Tem plo de Debod. Sin
em bargo, estos datos, debido a los diferentes procesos de obtención, son
m uy desiguales.
Del total de visitantes de 1990 (tabla II, gráfico 4), un 77% (45.311) son
visitantes que frente a los otros dos tipos identificados, podríam os denomi
nar visitantes individuales. Serían aquellos que, solos o en grupos minúscu
los y no organizados, form an el público m ayoritario en los museos. Junto a
este tipo, el de grupos de extranjeros, con 6.800 visitantes, un 11 '6%, estaría
form ado por aquellos grupos de carácter turístico que organizan o contratan
visitas guiadas. En ellos no estarían incluidos todos aquellos extranjeros que
visitan el Tem plo de form a individual, integrados en el prim er grupo, ni los
grupos de escolares extranjeros, que lo están en el tercero. Sobre este tipi) de
visitantes tenem os datos referidos a su nacionalidad. Finalm ente, el tercer
tipo de visitantes identificado en los datos está constituido por los grupos de
escolares que, previa petición, visitan el Tem plo. Es de este últim o tipo del
que tenem os un m ayor núm ero de datos, pues a sus cifras totales, hay que
añadir su procedencia y, en m uchos casos, el nivel educativo de los distintos
escolares.
Es de destacar el total desconocim iento que del contingente mayoritario
de público, los visitantes individuales, poseem os. Para corregir esta situa
ción se ha iniciado una cam paña de recogida de datos sobre este tipo de
visitantes, con cuestiones referentes a los ítems tradicionales -edad, sexo,
profesión y lugar de residencia-, que se va a desarrollar a lo largo de todo el
presente año.
174
Ayuntamiento de Madrid
La distribución del total de los visitantes del Tem plo a lo largo del año
muestra cierta hom ogeneidad en torno a los 5.000 visitantes m ensuales. Los
períodos de afluencia m ayor son los de prim avera, con m arzo com o m es más
visitado, y otoño. Diciem bre y enero, en invierno, y julio y agosto, en verano,
son los meses con m enor núm ero de visitantes, si bien, estos últim os lo deben
en parte a la restricción del horario de apertura en época estival (gráfico 3).
visitantes extranjeros (tabla III)
Ayuntamiento de Madrid
Visitantes escolares
Los grupos de escolares que han visitado en 1990 el Tem plo de Debod
contabilizan un total de 6.707 visitantes, un 11 '4% del total de los visitantes
al m onum ento en ese año.
Debido a lo poco sistem ático de la tom a de datos, de un 47’9% descono
cem os su nivel educativo. El resto se distribuye en un 27'5% de alumnos de
EG B , de los cuales un 3'5% son de la Ia etapa (4e y 5Q) y un 23% de la segunda,
destacando los alum nos de 6Q, un 7'4% , y de 82, un 9'8% . A BU P pertenec :n
un I2'8% del total que, si bien desconocem os a que cursos pertenecen la
m ayor parte, los escasos datos que poseem os parecen dar una cierta pr ima ía
a l 9. Un 4T% del total pertenecen a alum nos de COU, sin determ inar a que
especialidades, m ientras que un 2'7% los son de Form ación Profesional,
principalm ente de FP 1. Finalm ente hay un 5% de adultos de educación
perm anente (tabla V, gráfico 8).
El hecho de que de un 52'1% de alum nos conozcam os algún dato sobre
su nivel educativo hace posible estim ar su distribución global poi dic ios
niveles. Así, un 49'8% pertenecería a la 2a etapa de EGB. Le seguiría en
im portancia BUP, con un 27'8% . A m ayor distancia quedarían COU, 8’ %,
Ia etapa de EGB, 7 7 % y Form ación Profesional, 5'9% (tabla VI, gráfico 9).
La distribución de los grupos de escolares por procedencias (tabla II,
gráfico 10) m uestra que m ás de la m itad, un 58 7 % son de Madrid,
desglosados en 35'2% pertenecientes a colegios de la capital y un 22 9%
procedentes del resto de la provincia. D espués de M adrid son los colé ¡os
franceses, con un 14’6% , los que aportan un m ayor núm ero de visitar es,
m ientras que por com unidades españolas son Cataluña, con un 6% , pi ci-
palm ente de B arcelona, y Andalucía, con un 5% , las que tienen una prese ¡cia
más destacada. Les siguen las dos Castillas, con un 37 % cada una, y Gal cía,
con un 3%. El resto de las regiones presentan pequeños porcentajes e,
incluso, algunas de ellas -N avarra, Rioja, Extrem adura y M urcia- no están
representadas.
En cuanto a la distribución de los escolares a lo largo del año (gráfico 11),
son los m eses de prim avera, especialm ente m arzo con un 27 3% , los nás
utilizados para realizar la visita, junto con noviem bre. En los meses de
invierno -diciem bre, enero y febrero y m arzo- las visitas son muy escasas,
mientras que en los de verano, vacacionales, es com pletam ente nula.
El análisis de los datos referidos a grupos escolares evidencia una
preferencia en la visita al Tem plo por parte de alum nos de la 2a etapa de c,GB
-82 y 6e, pricipalm ente- donde existen asignaturas de Historia, y de de
BUP, con una asignatura de Ha de las C ivilizaciones. N o es excesiva la
presencia de COU, donde existe una asignatura de Ha del A rte y menos aún
de la prim era etapa de EGB y de FP.
176
Ayuntamiento de Madrid
De acuerdo con ésto la visita parece, en la m ayor parte de los casos,
plantearse en relación con distintas asignaturas del A rea de Sociales -
Historia, Ha de las Civilizaciones, Arte, en m enor m edida- o, al m enos, con
los cursos en que estas asignaturas se im parten. D esconocem os la incidencia
de otro tipo de asignaturas, en concreto Plástica o Educación Artística,
aunque, dadas las circunstancias en las que se produce la visita al Tem plo y
las pocas condiciones que éste ofrece para realizar visitas activas, debe ser
escasa.
CONCLUSIONES
177
Ayuntamiento de Madrid
Ayuntamiento de Madrid
GRRFICO 1. V IS IT R N T E S 1 97 2 -19 9 0
TOTRLES RNURLES
GRAFICO 2. V IS IT R N T E S 1 9 7 2 -1 9 9 0
M EDIR ANUAL
GRAFICO 3. V IS IT A N T E S 1990
M ILE S
Ayuntamiento de Madrid
GRRFICO 4. VISITRNTES. 1990.
TIPOS
INDIVID. 77 07
PAIS/MES
EUROPA
Alemania
Austria
Bélgica
Checoslov.
11.47 G. ESCOLE. Francia
Holanda
Italia
Noruega
Polonia
11.67 G. EXTRRNJ
Portugal
Rumania
Suecia
Suiza
URSS
GRRFICO 5. VISITRNTES EXTRANJEROS. 1990
Yugoslavia
CONTINENTES
NORTEAM.
Canadá
EEUU
HI SPA-
NOAM,
Argentina
Brasil
Colombia
Chile
México
Perú
Pto. Rico
Salvador
180
Ayuntamiento de Madrid
TABLA II. V IS ITA N TE S . 1990
T IP O S TOTAL %
INDIVIDUALES 45.311 77.0%
GRUP. EXTRANJ. 6.800 11,6%
ESCOLARES 6.707 11,4%
TOTAL 58.818 1 0 0 ,0 %
Ayuntamiento de Madrid
GRAFICO 6. P A IS E S COM MAYOR NUMERO DE
V ISITAN TES (G. EXTRANJEROS + ESCOLARES)
3 0 .9 * FRANCIA
IT A L IA 1 7.8 *
ALEMANIA 1 0 .7 *
EEUU 7 .5 *
3 3 . 2 * RESTO
GRAFICO 8. V IS IT A N T E S ESCOLARES
Ayuntamiento de Madrid
TABLA IV. PAISES CO N M AYO R N U M E R O DE
VISITANTES. (G. E X T R A N JE R O S + ESC O LA R E S )
TOTAL %
FRANCIA 2413 30.9%
ITALIA 1390 17,8%
ALEMANIA 834 10,7%
EEUU 590 7,5%
RESTO PAISES 2593 32.2%
TO TA L 7820 1 0 0 .0 %
)CURSO/MES Fhtí MAR ABR MAY JU N JU L AGO SEP OCT N O V DIC TOTALES %
¡INDETERM 181 802 718 466 296 169 512 116 3210 3210 47,9%
EGB
1844
Indeterm 66 66
27,5%
1s E lap a 238
49 39 3,5%
5S 39 0,6%
102 97 199 3,0%
2 S E tapa 1540
6' 232 117 53 65 23,3%
7! 30 497 7,4%
144 19 149 39 351 5,2%
8’ 40 118 181 248 70 657
Indeterm 9,8%
35 35 0,5%
¡3U P
Indeterm 99 153 144 859 12 ,8 %
j ie 31 104 126 657 9,8%
¡ 2* 58 61 39 158 2,4%
28 16 44 0,7%
cou 147 47 46 36 276 276 4,1%
|fp
Indeterm 51 182 2 ,7 %
FP1 51 0,8%
110 21 131 2,0%
ADULTOS 222 45 69 336 336 5 ,0 %
TOTAL 230 1830 302 020 691 0 0 0 416 94? 276 6707 6707 100 ,0 %
Ayuntamiento de Madrid
183
GRRFICO 9. VISITANTES ESCOLARES POR
NIVELES EDUCATIVOS
2§ E. EGB 4 9.8 *
184
Ayuntamiento de Madrid
TABLA VII. V ISITAN TES E S C O LA R E S EN G R U P O S
P R O C E D E N C IA S
LUGAR/MES I f EB M A R A B R M A Y JU N OCT NOV DIC | TO TAL %
M A D R ID
¡ 3897
Madrid C. 40 64 1 202 373 145 318 548 94 2361 3 5 ,2 %
5 8,1 % |
A lc ob e n d a s 73 73 1 ,1 %
Aranjuez 93 82 175 2 ,6 %
C ollado Villalba
213 3 ,2 %
C o sla d a 54 12 54
, 67 87 0 ,8 %
Fuenlabrada
154 2 ,3 %
fietafe I 61 61 0 ,9 %
Leganés 58 51 109
: adahonda 18 54 1,6 %
72 1,1 %
M a n z a n a re s 80 80
126 1,2 %
¡vióstoles
12 6 1,9 %
¡valcarnero 62 62 0 ,9 %
ozuelo
7C 19 0 2 ,8 %
• iv a s V aciam adrid 39
- S . R eyes
39 l 0 ,6 %
51 51 0 ,8 %
Tcrrejón 22 3C 52 0 ,8 %
C dem oro 25 25 0 ,4 %
N 'O A L U C IA
336
C á diz 40 57 1 .4 %
5,0%
G ra na da ! 51 66 63 97
I 18 0 2 ,7 %
Sevilla 22 37 59 0 ,9 %
ARAGON
Teruel 24 17 41 0 ,6 %
41 0 ,6 %
A S F U R IA S 35 35 35 0 ,5 % 0,5% I
BALEARES 19 65 84 84 1 ,3 % 1,3%
C A N A R IA S
101 1,5% l
Tenerife 101 101 1 ,5 %
C A S T IL L A - L E O N
205
Vailadolid 16 5 165
3 ,1 % |
Zam ora 40 2 ,5 %
40 0 ,6 %
C A S T IL L A M ANCHA
207
C. Real 56 56
3,1%
0 ,8 %
C u e n ca
53 53 0 ,8 %
Toiedo
98 98 1,5 %
CATALUÑA
Barcelona 99 49 75 51 40
4021 6 ,0 % |
314 4 ,7 %
Lérida
24 24 0 ,4 %
Tarragona 32 32 64 1,0 %
G A L IC IA
La C oru ñ a 202 3 ,0 % 1
103 10 3 1 ,5 %
Pontevedra
63 36 99 1,5 %
P. V A S C O
G uipúzcoa 30
64 1 ,0 % I
30 0 ,4 %
Vizcaya
34
34 i 0 ,5 %
S A N TA N D E R
26 26 26 I 0 ,4 % 0,4%
V A L E N C IA
87 |
Alicante
47 47
1 ,3 % |
Valencia
40 0 ,7 %
40 0 ,6 %
A L E M A N IA
18 18 I
18 0 ,3 % 0 ,3 % I
F R A N C IA
56 611 237 72 976 I
9 76 1 4 ,6 % 1 4,6 % I
".-"t a ñ a ------------f 12 r 1P 15 0 ,2 % 0 ,2 %
r
íTT
EEUU
14 _ ~ 14 0 ,2 % 0 ,2 %
Te' ~
230 1830 1302 1020 691 ¿IR qa o ivrI
6 70 7 1 0 0 ,0 %
4 % 27,3% 194% 15,2% 103 % 6 ,2 % 140% 4 ,1 % |
Ayuntamiento de Madrid
Ayuntamiento de Madrid
NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES
1 c o l ? T S' P!a" ° S' e‘C" “ en tree anS” “ PaP d vegete!, en lám inas ya
al dorso Una d laS C° n eSC3la gráfÍCa y su ficien tem en te identificadas
& entregándose
I t e i á n H C“ mene? hoja CÍÓ"aparte
6ráfiCa los(dpies
ito j0d es -figura.
plan0S y g r a f í a s ) « ta r á num erada,
v e n 'ü n te r a n 3 1(~S a U t° re S l a s P n m e r a s Pruebas d e im p resió n p ara su corrección
imorenf CaS0’ 3,1 08 ° su Presiones d e ú ltim a hora. T o das las p ruebas de
m odificaciones^3" 86130 COITegÍdaS po r Ia red acció n - no ad m itiénd o se nuevas
187
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