1ra Lectura - Argentina 1
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ANTECEDENTES
a) 1958-1968
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una praxis exclusivamente recreativa, sino que, además, incorporó con mucha
lucidez una dinámica co-creativa, desde la que se gestaron virtudes expresivas a partir
de las carencias materiales:
Tire dié se erige como la primera “encuesta social” producida por el Instituto
Cinematográfico, hecho que implica otorgarle visibilidad y rol protagónico al grupo
social encuestado (en este caso, un amplio segmento de niños mendicantes), cuya
inclusión deviene como resultado de toda una serie de operaciones previas de selección,
llevadas a cabo entre estudiantes y docentes. Esta experiencia comienza a esbozarse
mediante la implementación de la práctica del “foto-documental”, un ejercicio
observacional que se les solicitaba a los noveles estudiantes de cine, “una especie de
libreta de apuntes (apuntes de textos, de temas, de argumentos, y apuntes fotográficos
de rostros, personajes, ambientes) para futuras películas documentales o argumentales a
filmarse”, caracterizó Birri (1964: 20), señalando algunos años más tarde que “se trataba
de salir con una camarita fotográfica, con un grabador cualquiera, a encontrarse con
la realidad del propio ambiente: a conversar, a fotografiar rostros, personas, lugares,
animales, plantas, pero sobre todo problemas del propio hábitat” (Birri, 1987: 54).2 De
este modo, la propia ejercitación conllevaba una dinámica de implicación comunitaria
1
Pasaje extraído del programa de mano confeccionado para la presentación de Tire dié.
2
Declaraciones de Fernando Birri durante la entrevista conducida por Julianne Burton, realizada en el marco del
Primer Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Esta mínima estructura alternativa que con mucho ingenio se vertebra desde el instituto,
atraviesa, eslabona y reformula las instancias de producción, distribución y exhibición. La
específica singularidad que caracterizará a esta experiencia es la sustitución del vínculo
con el público potencial: se salía a la búsqueda de público en los barrios populares,
se disolvían los rituales propios de la sala comercial y se exhibía el filme en espacios
diversos (es decir, se los readecuaba), para a partir de allí movilizar el intercambio de
opiniones. Estamos frente a la génesis de las prácticas de resistencia propias y exclusivas
del audiovisual latinoamericano, en la que son reformuladas y superadas las instancias
del cine-espectáculo y del cine-clubismo de “arte y ensayo”. Los conflictivos procesos de
modernización implementados en diversos países de América Latina durante las décadas
de los años sesenta y setenta, generarán un entorno donde este tipo de exhibiciones
paralelas cobrarán un rol emblemático. En tal contexto, las prácticas de cine militante
pasarán a ocupar un rol protagónico central, erigiéndose como el antecedente del
audiovisual comunitario más intenso que se registra en el área analizada.
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En 1965, tras completar sus estudios en el Instituto Cinematográfico de la UNL, Gerardo
Vallejo rueda Las cosas ciertas, su filme de tesis, donde trabaja un contrapunto entre la
felicidad promovida por los spots publicitarios televisivos, y la creciente miseria desplegada
en los suburbios del interior del país. Tiempo después, entre 1967 y 1969, se exhiben
clandestinamente en la provincia de Santa Fe diversos noticiarios del ICAIC dirigidos
por Santiago Álvarez, así como algunos de sus cortometrajes. Las funciones —orientadas
a movilizar el debate político— tienen lugar en el local de los obreros metalúrgicos y,
posteriormente, en el Sindicato de Madereros.4 Estas otras modalidades de exhibición
paralela (ahora en clandestinidad), al tiempo que orientan y abren el camino de las
prácticas audiovisuales comunitarias con arreglo a la militancia política, dejan señalada
una senda que en Argentina será profundizada a partir de 1969 con la exhibición de La hora
de los hornos (1968) de Fernando Solanas y Octavio Getino, momento a partir del cual, en
simultaneidad, comienzan a operarse distintas articulaciones en el ámbito de la exhibición
paralela entre Uruguay y Argentina, a través de la Cinemateca del Tercer Mundo.
b) 1968-1976
Durante los últimos meses del gobierno de Arturo Illia (1966), se inicia la producción de
un filme que rápidamente se instalará como paradigma del registro audiovisual militante:
La hora de los hornos. Fue rodado originalmente en 16 mm por el GCL (Grupo Cine
Liberación) (Fernando Solanas, Octavio Getino, Gerardo Vallejo, y otros) pensando en su
exhibición televisiva en el extranjero, previéndose una posterior ampliación a 35 mm para
su exhibición comercial en salas cinematográficas. En tal sentido, Solanas caracterizaba,
hacia mediados de 1967, su proyecto fílmico en los siguientes términos: “Tengo filmados
90 min útiles de una indagación de sociología periodística sobre nuestro país. A fin de año
—después de trabajar irregularmente durante un año y medio— estará terminada con
un costo estimado de dos millones de pesos. La he hecho en 16 mm para su difusión en
televisión y la pasaré a 35 mm para su exhibición en salas. Intenté esto porque es lo que
ahora puedo hacer sin violentar mis demás actividades. Está concebido en tres unidades
de 30 min cada una: 1) visión general del país, sus grandes desproporciones; 2) vida y
costumbres de poblaciones indígenas del norte, con criterio de antropología psicológica;
3) la ciudad de Buenos Aires. En la investigación y el libro he tenido la colaboración de
Octavio Getino; en el sonido, de Aníbal Libenson. Esta experiencia me ha permitido
liberar el lenguaje y redescubrir la realidad de mi país. En su versión para televisión
descuento su ubicación en mercados extranjeros” (Solanas, 1967: 34-35).
Sin embargo, el tránsito que va desde 1967 a junio de 1968 —momento en que se
produce la exhibición de La hora de los hornos en la Quarta Mostra Internazionale del
4
Informaciones obtenidas de las declaraciones de Rolando J. López a Horacio Campodónico, durante la serie de
entrevistas realizadas en las dependencias del Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales (ISCAA) de la Ciudad
de Santa Fe, en el transcurso del mes de junio de 2006.
Durante el último tramo de 1968, GCL traba contacto con Juan Domingo Perón y la
Confederación General del Trabajo de los Argentinos (CGTA). Junto a estos últimos y
otros cineastas militantes, llevarán adelante la primera tentativa de un noticiero sindical
cinematográfico: Cineinformes de la CGT, completándose tres trabajos: Tucumán,
Huelga de petroleros y 17 de octubre. En las reuniones donde se trazaron los lineamientos de
los “Cineinformes” a través del consenso, participaron el escritor y periodista Rodolfo
J. Walsh, Octavio Getino y Nemesio Juárez, entre otros.5 Esta actividad se suspende a
partir de la intervención del organismo sindical, a mediados de 1969. Desde entonces
el grado de implicación de los integrantes del GCL con el Movimiento Justicialista se
profundiza cada vez más.
5
Declaraciones de Nemesio Juárez a Horacio Campodónico en entrevista realizada en su domicilio de Buenos Aires,
durante la tarde del 15 de diciembre de 2006.
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espectadores) otorgaban unicidad e irrepetibilidad a cada una de estas funciones (Díaz,
1972: 129-143). En tal sentido, el “cine-acto” reencuadraba al filme como pretexto,
una excusa o una práctica contrainformativa cuyo objetivo era la activación reflexiva y
actitudinal que lograba desencadenar entre los espectadores.
Tanto las prácticas que el GCL venía desplegando en el país, como los levantamientos
populares que en Argentina tienen a la provincia de Córdoba como epicentro durante
el mes de mayo de 1969 (“El cordobazo”), movilizan a otros individuos a encauzar
nuevas experiencias de realización clandestina, cuyos filmes pasan a formar parte de
exhibiciones similares. Títulos como El problema de la vivienda (Tendencia Universitaria
Popular de Arquitectura y Urbanismo, 1969); Ya es tiempo de violencia (Enrique Juárez,
1969); Argentina, mayo de 1969: los caminos de la liberación (Realizadores de Mayo, 1969),
constituyen una representativa muestra.
En sincronía con estos hechos, las actividades del audiovisual militante entre Uruguay
y Argentina comienzan a articularse y complementarse. Las distintas ediciones de
la revista Cine del Tercer Mundo ofrecen un gran testimonio al respecto. Hacia 1971,
Solanas y Getino contabilizaban un total aproximado de 50 000 espectadores para La
hora de los hornos en exhibiciones clandestinas (Solanas y Getino, 1973). Ese mismo año,
comienza a verificarse en Uruguay el recrudecimiento de la represión política, hecho
que impactará en la dinámica de trabajo de la Cinemateca del Tercer Mundo a través
de una serie de atentados (Gumucio, 1984).
Paralelo a estos incidentes, Jorge Cedrón junto a Rodolfo Walsh inicia la adaptación y
el rodaje de Operación Masacre en Buenos Aires. Concebido para ser filmado y exhibido
en clandestinidad, el filme de Cedrón es el primer largometraje de ficción que transita
por este tipo de instancias. Su materialización contó con el apoyo de todo el equipo
de producción y el reparto, al aceptar una propuesta laboral sustentada en el trabajo
cooperativo, cuyas instancias de rodaje transgredían el orden impuesto por la dictadura
militar. El testimonio brindado por Cedrón respecto de los diferentes tipos de exhibición
clandestina llevados a cabo con Operación Masacre, arroja mucha luz sobre nuestro objeto
de estudio: “En el país se dio en muchos lados, y las reacciones son muy distintas, según
el auditorio. Entre los intelectuales, a la salida no habla nadie, no puede hablar nadie en
general. Otro público interviene de otra manera: gritan, insultan a los personajes que
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sindical peronista.
Juan Greco, integrante de CB, ha testimoniado respecto de las exhibiciones en la
ciudad de Buenos Aires: “Empezamos a trabajar en dos líneas. Por un lado estaban las
proyecciones ‘pequebú’, que se hacían entre la clase media, cobrando una colaboración.
Íbamos a Barrio Norte, se juntaban cuarenta personas, pasábamos la película y después,
por supuesto, había whisky, masitas y en el debate todos tenían pipa. Era toda una
reunión social. Junto con esto estaban las proyecciones que se hacían en las facultades de
Derecho, Ingeniería, Medicina […]. Yo he estado en proyecciones con dos mil personas.
Por otro lado, estaban las villas y los barrios obreros. Nosotros teníamos contacto con una
villa que está en el Camino Negro, atrás de Banfield, cerca del puente La Noria. Había
seis hermanos tucumanos, muy militantes. Fuimos varias veces (ahí no se cobraba, es
obvio), se armaba la proyección y yo tengo los recuerdos más hermosos de los debates
que salían de ahí. Nos cuidábamos mucho, respetábamos, porque la mayoría de la gente
era peronista. Terminaba la película y hablábamos sin bajar ninguna línea. Ahí veías
el valor de Los traidores: la gente se identificaba, identificaba a los personajes, se hacían
discusiones políticas hermosas. Nosotros no capitalizábamos esa acción, la capitalizaba la
gente. Éramos mediadores y hablábamos a través del cine” (Peña y Vallina, 2000).
c) 1984-2000
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las mismas conllevan—, incentivan a que algunos grupos de estudiantes y egresados
en cine, periodismo, y comunicación social, se organicen y recuperen las experiencias
de militancia audiovisual que habían tenido lugar en Argentina algunas décadas atrás.
Estas inquietudes se activan inicialmente en las provincias de Santa Fe (a través del grupo
Matecosido) y de Jujuy (mediante las actividades del grupo Wayruro), donde el impacto
del liberalismo económico alcanza a arrasar poblaciones enteras. En este sentido,
resulta importante destacar que este segundo desarrollo del cine comunitario (en su
vertiente militante), nuevamente se inicia en el interior del país, reiterando un itinerario
que posee algunos puntos de contacto con el momento inaugural protagonizado por el
Instituto Cinematográfico de la UNL, en Santa Fe.
Mientras algunos de estos grupos poseen vínculos con partidos políticos, otros
despliegan sus actividades sin ningún tipo de filiación partidaria, ampliando así el
espectro de la práctica militante, donde los trabajos de recuperación de la memoria
histórica y defensa de los derechos humanos pasan a ocupar, entre otros, un lugar
destacado. Paralelamente, la Asociación Madres de Plaza de Mayo (y posteriormente
las dependencias de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo) se transforma
en un espacio centralizador y de encuentro entre los incipientes grupos de realizadores.
Lentamente, la producción de las comunidades audiovisuales militantes va ganando
espacios, generando un circuito de exhibición alternativo al de las salas comerciales.
Los sectores sociales populares carecen de medios para ir al cine (a lo que se suma que
difícilmente alguna cadena aceptaría la exhibición de este tipo de materiales). Con un
laborioso y efectivo despliegue en las bases populares (sobre todo en los Movimientos de
Trabajadores Desocupados, barrios, comedores, sindicatos, partidos políticos, escuelas,
etc.), la producción audiovisual de estos grupos (que por cuestiones de economía y
eficacia para llegar a una mayor cantidad de personas, privilegian el uso del SVHS
y, posteriormente, la tecnología digital) alcanza, durante el último quinquenio de los
años 1990, una notable repercusión, paralelo a la potencialización de la combatividad
de los sectores desocupados y obreros. En tales circunstancias se produce la exhibición
del Ciclo de Cine Piquetero, a escasos días del levantamiento popular que derroca el
gobierno de Fernando De La Rúa. El estallido popular del 19 y 20 de diciembre de
Ideas y prácticas
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Televisión Digital Abierta, conjuntamente con la realización de talleres de producción
audiovisual para vecinos y vecinas de todo el país, en el marco de los Centros Integradores
Comunitarios y la puesta en marcha de variadas actividades de promoción y difusión
del cine nacional. A todo esto, se suman las semillas germinadas a partir del 2011 con
el Programa Conectar Igualdad, mediante el cual el gobierno nacional hace entrega de
una computadora portátil a todos aquellos alumnos de escuelas secundarias públicas, de
educación especial y de institutos de formación docente.
EXPERIENCIAS SELECCIONADAS
Este tipo de prácticas comunitarias han generado gran interés entre los jóvenes
participantes, ya por la posibilidad de reevaluarse y valorarse a sí mismos, ya por el
descubrimiento de toda una amplia gama de vetas expresivas a las que acceden. Los
talleristas señalan que, en muchas oportunidades, las comunidades participantes han
demandado la realización de más talleres y actividades relacionadas. En algunos casos,
se efectuaron gestiones para obtener becas en escuelas de cine.
Noticiero Popular
Noticiero Popular inicia sus actividades en San José (Mendoza) durante 2005. El grupo
se compone de dos hombres y seis mujeres, cuyas edades varían entre los 23 y 37 años.
En todos los casos se trata de estudiantes que trabajan para ganarse el sustento. A dichas
actividades agregan la producción de los distintos informes que conforman el noticiero.
Las temáticas a abordar en cada audiovisual (cuya extensión puede ser de 10 o 30 min,
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de acuerdo a lo particular de cada caso) se eligen entre todos durante las reuniones
semanales. El armado del guion se le asigna a un grupo que, tras elaborarlo, lo presenta
a todo el colectivo, ámbito donde se reevalúan y definen los lineamientos de la propuesta.
La elección de criterios de trabajo para el establecimiento de estrategias de rodaje y
edición también se realiza de este modo. Las temáticas que con mayor frecuencia se
hacen presentes en las ediciones de Noticiero Popular son: organizaciones campesinas
(soberanía alimentaria, tierra, agua y justicia), medio ambiente, condiciones laborales,
género (no a la violencia hacia las mujeres), empresas de comunicación y medios
comunitarios.
Los integrantes de Noticiero Popular señalan que el tema de mayor debate interno
del grupo y en constante redefinición, se ordena en torno a los obstáculos que se les
presentan para que la distribución y exhibición de los materiales, por ellos producidos,
alcancen una amplia cobertura. Inicialmente realizaban exhibiciones seguidas de debate
en el centro cultural Casa de la Expresión, la Cultura y el Arte (CECA). Posteriormente
ampliaron su radio, incorporando exhibiciones en sedes de otras organizaciones, como
también en espacios públicos (plazas). Este recorrido de progresivo crecimiento los llevó
a toparse con un límite en la convocatoria de público, dado que durante los últimos
dos años percibieron que era el mismo contingente de espectadores el que acudía a las
diferentes convocatorias. Llegado este punto, actualmente, se encuentran abocados a
la construcción de un canal de TV comunitario, al que caracterizan como una idónea
posibilidad. De modo paralelo, hacen envíos de las distintas coberturas y trabajos
realizados a todos los medios pertenecientes a la Red Nacional de Medios Alternativos
y al periódico digital Prensa de Frente. A esto suman la exhibición de los mismos en las
muestras de DOCA en Buenos Aires, y en MenDoc (Mendoza).
Hacia fines de ese año, egresan y encaran como grupo la realización de su primer
proyecto documental, orientado hacia el rescate de la memoria de una experiencia de
alfabetización, llevada a cabo en 1973 por un grupo de militantes populares en el Barrio
Villa Obrera, en las afueras de la ciudad de Colonia Centenario, provincia de Neuquén.
Dicha experiencia había sido implementada desde la perspectiva pedagógica y política
de Paulo Freire: educación para la liberación y no para el disciplinar.
De esta experiencia había tomado registro fílmico el fotógrafo Raúl Rodríguez, con una
cámara Bolex que en su momento le facilitara el realizador Jorge Prelorán. Las prácticas
alfabetizadoras del grupo fueron disueltas durante 1974 (a partir de las tensiones que
internamente se desatan en la vida política argentina), y el registro filmado por Rodríguez
alcanzó a ser conservado azarosamente. Uso mis manos, uso mis ideas (2003), el filme,
realizado bajo dirección colectiva por el grupo Mascaró, rescata dicha experiencia,
disponiendo en diálogo el registro fílmico de las jornadas alfabetizadoras rodadas por
Rodríguez, con la actualización testimonial de quienes fueron sus protagonistas.
Este feliz tránsito inaugural del grupo, en el que se logra formular un canto de mucha
belleza a las prácticas educativas liberadoras, conlleva además una singular experiencia
interna en cuanto a su dinámica de trabajo. A partir de este filme, Mascaró comenzó
a implementar diversas exhibiciones con las personas que participaron ofreciendo sus
testimonios, en las que se prueban distintas articulaciones del material. Las opiniones,
los debates y las devoluciones vertidas por los espectadores-testigos (que también son
grabadas en video para tener como referencia a la hora de llevar adelante la edición final)
son tomados en cuenta para las correcciones, modificaciones o inclusiones a plasmar en
la edición final. El grupo entiende que este es un modo de construir colectivamente el
filme junto con los protagonistas, dentro de los límites del medio audiovisual.
De modo paralelo, esta experiencia, llevada a cabo con una pequeña comunidad de
exalumnos, colabora en definir, afianzar y cristalizar los objetivos del grupo, cifrados
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en la recuperación crítica de la memoria colectiva de las luchas sociales, ocultada y
tergiversada por los medios hegemónicos. En este sentido, consideran al audiovisual
documental como una herramienta de formación, transformación y denuncia.
El siguiente paso que acometen los miembros de Mascaró, es dar inicio a una pormenorizada
y crítica reconstrucción audiovisual del accionar del PRT (Partido Revolucionario de los
Trabajadores) y de su brazo armado, el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). A
medida que avanzan en la investigación, toma de registros y testimonios, van cobrando
conciencia de las enormes dimensiones del proyecto abordado, razón por la cual trazan
un recorrido muy meticuloso, segmentado en diversos capítulos, a los que se sumarán
otros filmes complementarios. Gaviotas blindadas. Historias del PRT-ERP, conforma el tronco
principal de este trabajo de más de cinco horas de duración, segmentado en tres partes:
1° (1961-1973), 2° (1973-1976) y 3° (1976-1980), presentadas y estrenadas durante 2006
y 2008. Complementan este tríptico Clase. La política sindical del PRT-ERP (2006) y Un arma
cargada de futuro. La política cultural del PRT-ERP (2010).
Barricada TV
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La difusión y distribución de las producciones de Barricada TV, además de emitirse
por televisión abierta e internet, son retransmitidas por otros canales comunitarios
de Argentina (Antena Negra TV; Pachamérica TV, etc.), de Chile, de Venezuela y de
Barcelona. Además, el grupo realiza proyecciones en la calle, en estaciones de tren y
plazas públicas, en el marco de conflictos sociales de distinta índole. A ello suma su
participación en festivales de cine militante.
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proponen adquirir distintos materiales básicos para el archivo (DVD, disco removible para
archivos, etc.).
Los miembros de la red señalan que están obteniendo resultados positivos, aun cuando
hace apenas poco tiempo que iniciaron esta actividad. Reciben frecuentemente
solicitudes de escuelas, centros educativos y organizaciones culturales, por específicos
materiales audiovisuales, a lo que se suman las consultas de investigadores y alumnos de
la UNC, así como de distintos realizadores.
La CAIA fue creada por los pueblos qom, wichi y moqoit en la provincia del Chaco,
donde realizaron durante 2008 la primera edición del Festival de Cine Indígena. La
celebración del mismo tiene por objetivos: promover el rescate cultural de las comunidades
originarias que existen dentro de la provincia; la exhibición de audiovisuales sobre la
realidad indígena narrada desde sus propios protagonistas; impulsar y aportar una
amplia divulgación sobre las realidades indígenas de Latinoamérica. Además, la CAIA
incluye dentro del Festival de Cine Indígena distintos talleres orientados a la formación
y perfeccionamiento de comunicadores sociales, todos ellos pertenecientes a sus
comunidades, como vía para impulsar su transformación en protagonistas activos de las
mismas. Los contenidos temáticos desarrollados, tanto en el Festival de Cine Indígena
como en los talleres de formación audiovisual, privilegian la concientización sobre el
proceso de lucha librado por los pueblos originarios, movilizando la recuperación de su
autoestima y el salir de la situación de pobreza social en la que viven actualmente. Los
materiales exhibidos en el Festival de Cine Indígena transitan temáticamente todo el
espectro vinculado al trabajo comunitario de los pueblos originarios.
La CAIA no posee capacidad para autofinanciar las actividades audiovisuales, como así
tampoco las herramientas y tecnología necesarias para potenciar este tipo de desarrollo
en la comunidad. Más allá de este obstáculo, los jóvenes talleristas continúan produciendo
materiales a través del apoyo de la Dirección de Cine y Espacios Audiovisuales (DCEA).
Además, desde 2008 hasta la fecha vienen celebrando distintos talleres de formación
con el apoyo del Centro de Formación y Realización Cinematográfica (CEFREC) y de
la Coordinadora Latinoamericana de Cine de los Pueblos Indígenas (CLACPI), ambos
de Bolivia. El resultado de este proceso de formación ha derivado en la primera película
realizada íntegramente por miembros de la CAIA.
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Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos (DerHumALC)
Tras celebrar exitosamente las dos primeras ediciones, en 1999 tiene lugar la fundación del
Instituto Multimedia DerHumALC-Derechos Humanos en América Latina y el Caribe
(IMD), ahora constituido en Asociación Civil, que posteriormente mutará a Asociación
Social sin Ánimos de Lucro. El IMD posee una organización horizontal y cuenta con
personería jurídica. El IMD se compone de un staff fijo de cinco personas: tres mujeres
y dos hombres. Cuatro de los integrantes tienen una edad que oscila entre los veintiocho
y treinta años. Tres son graduados en cine, uno en la carrera de artes y el otro posee la
experiencia de diez años en cine y festivales. Las motivaciones principales del grupo y de
la asociación se cifran en la vocación por el cine y la militancia por los derechos humanos.
El Festival DerHumALC es miembro fundador de dos de las más importantes redes de
festivales de cine de derechos humanos: Human Rights Film Festival Network y la Red de
Cine Social y Derechos Humanos de América Latina y el Caribe.
Con el correr de los años, el festival fue ampliando su radio de cobertura, pasando a
llevar sus muestras por algunos municipios de la provincia de Buenos Aires (Morón,
Berazategui), y llegando a varias localidades de la provincia de Santiago del Estero. La
difusión de las distintas ediciones del festival, como también de las demás actividades
desarrolladas por el IMD, se lleva a cabo a través de la página web, boletines por correo
electrónico, carteles de calle, afiches de cine, postales, radio y redes sociales de la web.
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Fundación Karakachof: creada por Federico Storani y reconocidos miembros del Partido Radical.
MARCO CONCEPTUAL
Un rasgo común a los actores de los distintos grupos comunitarios argentinos está dado
por el móvil motivacional vertebrado, sobre la base del reclamo de inclusión de las voces
e imágenes de todos aquellos grupos, sectores y comunidades que sistemáticamente son
distorsionadas o excluidas de las agendas trazadas por las corporaciones mediáticas. En
tal sentido, el gesto de autoafirmación identitaria y puesta en construcción y circulación
de la misma, ocupa un privilegiado sitio en las actividades. Mientras los integrantes de
Mascaró, Cine Americano proponen que “el objetivo del grupo es contar las luchas de
nuestro pueblo, sobre todo la historia ocultada y tergiversada por las clases dominantes, que
conducen al olvido de las experiencias colectivas de quienes soñaron un mundo diferente”,
los miembros de Noticiero Popular señalan: “La organización surgió de la necesidad de
registrar los procesos de las organizaciones sociales, culturales y políticas de Mendoza; de
contar lo que pasaba en los barrios y que no salía (ni sale) en los medios comerciales”. En
sintonía con estas experiencias —una referida a la recuperación de la memoria ocultada,
otra operando en la construcción de informes audiovisuales coyunturales excluidos de
los medios masivos—, las prácticas llevadas a cabo desde 1999 por la Asociación Civil
9
Testimonios recogidos por Horacio Campodónico y Dolores Miconi: Mascaró Cine Americano (testimonio de
Omar Neri, 18 de octubre de 2011); Noticiero Popular (testimonio colectivo, 27 de octubre de 2011); Asociación
Civil Amanecer (testimonio de Francisco Ghiglino, 1° de noviembre de 2011); Centro Cultural Asustando al Cuco
(testimonio de Silvana Macagno, 11 de octubre de 2011); CAIA (testimonio colectivo, 27 de octubre de 2011); El
Cuarto Patio (testimonio de Antonio Muñoz, 20 de septiembre de 2011); Barricada TV (testimonio de Natalia
Vinelli, 7 de octubre de 2011); Antena Negra (testimonio de Natalia Pollito, 5 de noviembre de 2011) y DerHumALC
(testimonio de Florencia Santucho, 4 de octubre de 2011).
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Amanecer (CABA), ofrecen una perspectiva de encuadramiento singular y distintivo.
Francisco Ghiglino, coordinador de los talleres de formación audiovisual, señala que
los mismos se componen de “chicos, chicas y adolescentes en situación de calle, y otros
pertenecientes a asentamientos de bajos recursos de la ciudad de Buenos Aires y conurbano
bonaerense”, en los cuales se llevan adelante trabajos donde los contenidos “tienen que ver
con los derechos vulnerados de algunos integrantes de las comunidades”.
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implementamos en los eventos una alcancía para que el que quiera y pueda colabore
con nosotros. No contamos con equipos propios. Cuando logramos conseguirlos es
luego de largas gestiones al municipio o por la colaboración de comercios que cuentan
con pantallas, cañones, amplificadores, potencia, etcétera”.
Los cambios sociales verificados, como también los obstáculos detectados a lo largo
de la marcha de todos estos proyectos, ofrecen una amplitud de registro directamente
proporcional a la cantidad de grupos comunitarios encuestados. Los miembros del
Noticiero Popular dan cuenta de los resultados y cambios detectados en los siguientes
términos: “Este punto está constantemente en discusión, definición y redefinición. En
el comienzo, la dinámica eran proyecciones-debate de las cuales tenía que salir alguna
acción y se proyectaban en un centro cultural CECA. Después, tuvimos la necesidad de
que más gente viera las producciones, por lo que se comenzaron a hacer proyecciones
en las sedes de otras organizaciones y en espacios públicos (plazas). Pero en los últimos
dos años,10 comenzó a asistir la misma gente y no ampliábamos el público-participante.
Por eso, nos sumamos a la construcción de un canal de TV comunitario (como espacio
de difusión del material para llegar a más personas)”.
10
Se refiere a los años 2010 y 2011.