Luis Iglesias

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Viento de estrellas”: Luis Iglesias, el
camino de un maestro.
 habíaunaveztruz

hace 8 años
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  Luis Fortunato Iglesias (Tristán Suárez, 1915- Buenos Aires, 2010)


fue maestro durante muchos años de su vida, escritor y pedagogo.
Combinó su trabajo de educador con la escritura de las experiencias que
llevaba adelante con sus alumnxs y compartió su producción pedagógica,
sobre la que teorizó, con colegas del continente y de todo el mundo.

“Lo que usted les enseña a mis hijos allá


adentro no les podemos enseñar ni yo, ni
mi señora, ni los peones, ni nadie.
Y si usted no lo hace, mis chicos van a salir de
acá  como llegaron”.

Un maestro “de avanzada” que creía en las posibilidades de todxs lxs alumnxs y
buscaba nuevos caminos y estrategias para el aprendizaje en relación con el medio
y sus intereses y necesidades.

  La obra del Maestro Iglesias resulta inspiradora para quienes trabajamos


hoy en la educación, no sólo para seguir llevando adelante nuestra tarea
con compromiso, amor, esperanza por una escuela mejor y un mundo
justo, sino para recuperar el lugar de protagonistas, productores, de teoría
y cambio pedagógico.

“Todos los días venían con acuarelas y el


cuadernillo. En contra del clásico cuaderno de
deberes, el cuaderno de pensamientos
rompía todas las líneas y se abría
camino. Ellos abrían el camino”.
 

  A continuación un texto que cuenta una experiencia maravillosa con este


gran maestro. “Viento de estrellas”, un libro colectivo que reúne las
producciones de los chicos y chicas que fueron sus alumnxs en los años
40′.
  Siguen una hermosa nota biográfica publicada en Página 12 a próposito
de su fallecimiento y los links para acceder y ver el documental “Luis F.
Iglesias, el camino de un maestro”.
Viento de estrellas

“El milagro de cómo escribían es difícil detallarlo -enfatiza Iglesias-.


Chicos que hacían el tambo, que se levantaban a las 3 de la mañana, que
se acostaban después de un trabajo muy penoso. Esos chicos escribían
sobre eso mismo, porque la consigna era esa, escribir sobre lo que
vivían”.“Los cuadernos de pensamientos eran frases que el chico escribía
en su casa”,describe Juan Tarragona. Agrega Magallán:“Ahí juntábamos
todas nuestras vivencias, todo lo que nos pasaba, día por día, desde que
amanecía hasta que terminábamos nuestra tarea en el campo, o todo lo
que hacíamos en la escuela. El cuaderno de pensamientos fue la base del
libro Viento de estrellas”.“Todos los días venían con acuarelas y el
cuadernillo. En contra del clásico cuaderno de deberes, el cuaderno de
pensamientos rompía todas las líneas y se abría camino. Ellos abrían el
camino”, dice el maestro.María Ginocchio, ex alumna, recuerda: “Cuando
terminábamos de trabajar tomábamos las carpetas, las acuarelas, y el
maestro nos indicaba que cada uno se sentara donde le gustara para
pintar lo que veía”.”Viento de estrellas” es el primer testimonio del trabajo
experimental de Iglesias y recoge pensamientos y pinturas de niñas y
niños que asistían a su escuela. La primera edición data de 1942 y fue
realizada por los alumnos con técnicas artesanales de cosido y
encuadernado.

Extracto de un artículo de Ana Abramowski publicado en El Monitor, N°


22, Setiembre 2009.

La nota completa
en http://www.me.gov.ar/monitor/nro0/pdf/monitor22.pdf
El maestro Iglesias con sus alumnos y alumnas en Tristán Suárez, pcia. de Buenos
Aires.

Texto aparecido en Página 12, Viernes 13 de agosto de 2010, en la Sección


Universidad, a propósito del fallecimiento del Maestro Iglesias.

Al maestro Iglesias, con cariño


Por Cinthia Rajschmir *
El maestro Luis Fortunato Iglesias nació en 1915, fue un hombre justo, un
humanista, que dedicó toda su vida a la pedagogía y que desarrolló sus
enseñanzas en una escuela rural. En su juventud, compartió con artistas,
escritores, pintores, el grupo Lilulí, que se reunía todas las semanas en un
bar de la ciudad de Buenos Aires para discutir sobre temas de filosofía,
arte, literatura. El era “el” maestro de ese grupo, entre los cuales se
encontraba el dramaturgo Carlos Gorostiza. Era el maestro único de niños
que vivían en el campo, muchos de los cuales trabajaban ayudando a sus
padres, como boyeros; se levantaban a la mañana muy temprano y luego
de la ardua tarea adjudicada en el tambo, llegaban a la escuela dispuestos
a aprender.

“Yo nací maestro y escritor”, sostenía Iglesias, que publicó numerosos


libros en los que relataba lo que hacía. Fue su modo de reflexionar con
otros y consigo mismo acerca de los aciertos, los errores, las dudas, las
decisiones, las alegrías de su diaria labor, y constituyó una manera de
dejar una huella. Fue un hombre valiente, que transformó el castigo que le
impuso el gobierno conservador, en el año 1938, al enviarlo a una
escuelita lejana, la Escuela Rural Nº 11, de Tristán Suárez, en la provincia
de Buenos Aires, en una apuesta a la educación igualitaria para todos. Allí
encontró su porvenir “con todos los grados, ¡de primero a sexto!”,
explicaba con pasión.

Creyendo en las posibilidades de todos y cada uno de los chicos, inventó


diferentes estrategias para alentar el aprendizaje con autonomía, con
solidaridad, con arte, con gusto, con alegría, con amor. Su escuelita
contaba con un barómetro, un pluviómetro, un museo, un proyector de
filminas, una biblioteca grande para los chicos mayores y con una
biblioteca más pequeña para los niños menores, y con un laboratorio que
construyó con la colaboración de su mujer, Clementina Leston,
bioquímica.
Los más grandes, a veces, les enseñaban a los más chiquitos y, a través de
los guiones didácticos, cada uno iba completando las fichas que le
correspondían según sus edades y su nivel de conocimiento, y que el
maestro había fabricado una por una. “Era un maestro de avanzada”,
sostienen hoy sus ex alumnos, que lo siguen queriendo.

Los chicos tenían un cuaderno de pensamientos propios en los que


escribían frases sobre ellos mismos, sobre sus vidas, sus temores, sus
aventuras, sus emociones, y las acompañaban con dibujos y acuarelas. El
arte de los niños estaba presente siempre. Para Iglesias, incluso la
escritura “era un dibujo más”.

En 1961 comenzó a dirigir el periódico La Educación Popular, que se hizo


conocido en toda América latina y tenía a los más destacados pedagogos
entre sus colaboradores. Era un diario de “agitación pedagógica”, según
sus palabras. Y al poco tiempo de su creación, en 1962, el maestro estuvo
preso en la cárcel de Caseros, durante un mes. Desde allí escribió el
editorial “Los tanques y la pedagogía”, en referencia al momento que
estaba viviendo el país y por su propia situación. Era sin lugar a dudas un
maestro rebelde.

Iglesias fue distinguido en muchas ocasiones: en 1986 obtuvo el Premio


Konex de Platino de Humanidades, Educación / Maestros, y en 1996 fue
declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por el
Honorable Concejo Deliberante.

El pasado 8 de agosto falleció a los 94 años. Sus enseñanzas, sus


creaciones, su concepción, su ejemplo de compromiso y pasión por el
derecho y la educación de todos los niños quedan en manos ahora de las
nuevas generaciones.

* Pedagoga y periodista; directora del documental Luis F. Iglesias, el


camino de un maestro, producido por el Instituto Nacional de
Formación Docente, del Ministerio de Educación.

 
Para ver el documental “Luis F. Iglesias, el camino de un
maestro”:

http://audiovisuales.infd.edu.ar/sitio/index.cgi?
wid_seccion=1&wid_item=5 (enlaces tanto a Vimeo como a You Tube)
Otro enlace de interés con testimonios
en http://audiovisuales.infd.edu.ar/sitio/index.cgi?
wid_seccion=20&wid_item=30

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