Aspectos Procesales Del Estatuto de Roma

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ASPECTOS PROCESALES DE LA APLICACIÓN DEL ESTATUTO DE ROMA


QUE CREO LA CORTE PENAL INTERNACIONAL, EN EL AMBITO
VENEZOLANO.-

ángel zerpa aponte*

Octubre de 2003

El establecimiento del Tribunal Penal Internacional, o Corte Penal Internacional, a


través del proceso de aprobación y ratificación del Estatuto que lo creó, por parte de la
mayoría de los países integrantes de la comunidad internacional, incluyendo a
Venezuela, significa, evidentemente, un paso de avance, no solo en procura de una
justicia internacional por la afectación de bienes jurídicos de carácter fundamental, de
pertenencia mundial, sino que también, propicia una reafirmación del Derecho Penal, en
su esencial carácter sancionatorio frente a factores de iniquidad e irrespeto hacia o por,
sectores o grupos que en el ámbito interno de ciertas jurisdicciones nacionales, propician
situaciones de impunidad. Obviamente, que la plena entrada en vigencia del Estatuto de
Roma que creó esta internacional instancia jurisdiccional, comporta una variable
sustantiva, los llamados “crímenes de la competencia de la Corte”, y todo el aspecto de
la dogmática jurídico-penal en lo que atañe a tales tipos penales; y por otra parte, los
aspectos adjetivos de tal vigencia del tribunal internacional, se ven no solamente desde
el punto de vista de la estructuración del procedimiento en si, de la Corte, sino como éste
se inserta o se vincula con el procedimiento penal nacional, en los países que forman
parte del sistema de justicia penal internacional, relacionados con la CPI.

El caso venezolano no deja de tener su particularidad habiendo aprobado y ratificado


el país el Estatuto, en toda sus partes, incluyendo la procedimental, lo cual comporta la
obligación de los nacionales y especialmente, del Estado Venezolano, a acatar las pautas

*
Abogado, egresado de la Universidad Central de Venezuela, en donde es profesor de escalafón, de pre y
post-grado en Derecho Procesal Penal y Derecho Penal. Magíster en Derecho Internacional en la
Universidad de Glasgow, Reino Unido. Juez Superior Penal en ingreso por concurso de oposición, en la
Corte de Apelaciones penal de Caracas. Cursante del Doctorado en Derecho de la U.C.V.
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de enjuiciamiento que surjan del procesamiento de causas ante esa instancia, y en los
aspectos vinculados a los que denomina el Estatuto, “la cooperación internacional y la
asistencia judicial”. Así, tanto la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, como el Código Orgánico Procesal Penal y el Código Penal, viabilizan tal
inserción del sistema de justicia penal internacional, por lo cual, más que un problema
de conjunción procedimental, la aspiración importante sería la disposición estatal, la
voluntad política, para la aplicación del sistema, o por lo menos, de no impedir su
ejercicio, cuando sea menester ello.

Analicemos entonces los primordiales aspectos procedimentales del Estatuto que creó
este tribunal internacional penal, en su referencia nacional, acotando las variantes
normativas, y de interpretación jurisdiccional hasta ahora efectuadas, con miras a tratar
de enfocar de manera practica, hipótesis eventuales de acceso a la tutela de la CPI, desde
una perspectiva nacional, o en la eventual incriminación de nacionales, o por hechos
acaecidos en la geografía patria.

Antecedentes.-

El 7-12-99 el Congreso de la República de Venezuela decretó la “Ley Aprobatoria del


Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional”, a través de un “Artículo Único”…

“Se aprueba en todas sus partes y para que surta efectos internacionales en cuanto
a Venezuela se refiere, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional,
concluido en la ciudad de Roma, Italia, el 17 de julio de 1998”

Esta Ley decretada por el órgano legislativo nacional cuya competencia se derivaba de
la ahora derogada Constitución de 1961, es más de un año después cuando es publicada,
toda vez que la promulgación de la ley por parte del Ejecutivo Nacional, a través del
“Cúmplase” ordenado por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
ocurrió el 13-12-00, luego de la entrada en vigencia de la actual Constitución, y de ser
electos tanto los miembros del nuevo órgano legislativo nacional que sustituyó al otrora
Congreso de la República, ahora Asamblea Nacional, y también después de ser re-electo
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en 2000, el presidente promulgante, Hugo Chávez Frías. Finalmente, el texto de la Ley


Aprobatoria y del Estatuto fue publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria Nº 5.507
del 13-12-00, Estatuto contentivo de 128 artículos.

La instrucción aprobatoria del legislador venezolano.-

Hay la unívoca intención del legislador venezolano de darle cabida como ley vigente
en el país, a un Estatuto que fue aprobado y ratificado por Venezuela conjuntamente con
otras naciones de orbe. De allí que si el legislador venezolano aceptó -lo cual ratificó el
Ejecutivo nacional promulgante- que el Estatuto que crea una corte penal internacional,
es aprobado “…en todas sus partes y para que surta efectos internacionales en cuanto a
Venezuela se refiere”…, está significando que:

 El Estatuto es ley en Venezuela, en primer lugar, en su componente sustantivo, es


decir, que en el país son ilícitos penales los llamados crímenes de genocidio, de lesa
humanidad, los de guerra y el de agresión, de acuerdo a la ubicación que sobre estos
se establece en los Artículos del 5 al 8 del Estatuto, más el componente dogmático de
ellos contenido en normas tales como las que describen los llamados “elementos del
crimen” (Artículo 9), y definitivamente, toda la Parte III del Estatuto, referida a los
denominados “PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO PENAL”, vinculados a
los crímenes enjuiciables por la CPI (Artículos del 22 al 33 del Estatuto).

Pero de igual manera, el hecho de que se aprobare dicho texto de procedencia de


una jurisdicción penal internacional, “en todas sus partes”, le da plena cabida a los
aspectos adjetivos del Estatuto, y lo realmente trascendente, se acepta la Corte Penal
Internacional, a cuya jurisdicción y competencia la República de Venezuela
entonces (al momento del decreto legislativo de la Ley Aprobatoria citada), y ahora
la República Bolivariana de Venezuela, entrega su atribución de juzgamiento por los
citados crímenes, cuando ocurridos en Venezuela no hay una respuesta
jurisdiccional nacional, circunstancia que en base a las pautas del texto aprobado,
entra en la categorización de “impunidad”, lo que conduciría inexorablemente al
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avocamiento de la jurisdicción internacional; claro está, en respeto del sistema


acusatorio de propiciamiento de enjuiciamiento.

De allí que la aprobación total del Estatuto conjuga la incorporación entre nosotros
de una nueva categoría de ilícitos penales, “los crímenes”, como tipos de
importancia jerárquica dentro de la ilicitud penal colateral, tanto por la significación
del bien jurídico que protege, tanto por el mecanismo de procesamiento, así como
por el juez natural que lo hará. Pero también incorpora el reconocimiento de una
categoría de administradores de justicia de preponderancia mundial, cuya ejecución
de sentencias tendrá un impulso de origen externo, global, a través de, nada menos,
el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de acuerdo al Artículo 87, 7 del
Estatuto.

 Por otra parte, el hecho de que el Estatuto, de acuerdo a la redacción del Artículo
Único de la Ley Aprobatoria Venezolana, “surtirá efectos internacionales en cuanto
a Venezuela se refiere”, precisa que él no es un estamento normativo ornamental, de
poca monta, aprobado a los fines de cumplir con la comunidad internacional y no ser
calificada la nación como desconocedora de los derechos fundamentales de
pertenencia colectiva en cabeza de la comunidad internacional, sino que debe tener
efecto dicho Estatuto. Y no un efecto retórico o simbólico, sino un claro efecto
procesal, forense, en lo que atañe al juzgamiento de nacionales o de extranjeros que
en la jurisdicción del país que ha ratificado el Estatuto, cometan crímenes; actuando
la CPI como jurisdicción accesoria ante la ausencia de juzgamiento nacional, siendo
esta persona natural enjuiciable, particular o funcionario público. Es decir, hay una
obligación procesal del Estado Venezolano frente a la Corte Penal
Internacional.

El preámbulo del Estatuto como fuente de derecho procesal venezolano.-

La justificación de normar sobre una CPI expresa valiosos elementos de valoración


principista, en lo que atañe a la interpretación de la novedad que implica el renunciar al
5

derecho de enjuiciamiento propio por la imposición de una jurisdicción supra-nacional,


debido a la ausencia del cumplimiento del deber a sancionar crímenes. En tal sentido, el
Preámbulo del Estatuto deja saber que la existencia del bien jurídico a proteger por vía
del establecimiento de los crímenes y su sanción, lo precisa como un bien jurídico
internacional protegido por el derecho penal internacional debido a que “…todos los
pueblos están unidos por estrechos lazos”…, por lo que, tal cercana unión configura “un
patrimonio común”. De allí que la justificación de que un bien jurídico sea protegido por
el derecho penal internacional, se concibe porque la unión internacional es un bien
jurídico en si mismo, y su afectación, por ende, no puede tener una respuesta
exclusivamente nacional, ya que siendo un asunto de al menos dos o más estados,
requiere una instancia no local para proteger menoscabos a la unión internacional.

Pasa de seguida el Preámbulo a recordar que en el siglo XX se realizaron atrocidades


colectivas, lo que afecta el llamado patrimonio común de la paz entre naciones, cuando
dichos crímenes quedan impunes, porque…

“…es deber de todo Estado ejercer su jurisdicción penal contra los responsables de
crímenes internacionales”…,

con lo cual se reafirma en el Preámbulo, que la jurisdicción penal internacional es de


segunda mano, frente a la inacción del poder judicial nacional a propiciar la sanción
frente a los criminales (y la expresión está escrita en la más estricta nominación técnica)
como categoría de mayor afectación que la del simple delincuente. Lo accesorio del
procedimiento ante la Corte es reiterado en el Preámbulo, en la acotación de que el
Estatuto no debe ser entendido como una autorización de intervención binacional, de
propiciamiento de la inherencia interna, sino siempre a los fines de propiciar la real
sanción por crímenes de afectación internacional.

Hablando de ello, remata el preámbulo priorizando la necesaria “trascendencia” de los


crímenes para que la CPI asuma su complementariedad jurisdiccional, recalcándose que
la justicia internacional es un bien en si mismo, es un patrimonio común global de la
unión de naciones.
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La trascendencia de la asunción jurisdiccional por parte de la CPI.-

A lo largo de todo el Estatuto se concibe lo ya prevenido en su Preámbulo: el


enjuiciamiento a través del Tribunal Penal Internacional no puede ser por
consideraciones baladíes, que realmente no constituyan una necesidad tal de
enjuiciamiento externo, que no se inscriba dentro de las necesarias pautas del crimen
trascendente, más allá de estar descrito sus elementos normativos en la parte sustantiva
de este cuerpo legal. De allí que lo valorativo, lo axiologico, del Derecho Penal no está
ausente en la aplicación del Estatuto, toda vez que más que la adecuación del hecho a la
tipicidad del crimen, éste debe seriamente ostentar un nivel de importancia internacional,
ergo, de afectación de bienes internacionales, para poder hablase de la gravedad de
trascendencia que amerite el acusar y procesar a los supuestos criminales en el escenario
penal internacional. Por lo que trascendencia aflictiva y complementariedad de la
jurisdicción, son dos componentes esenciales para adentrarnos en la susceptibilidad de
procesamiento por la CPI.

La atribución de jurisdicción y competencia a la CPI por parte del ordenamiento


jurídico venezolano.-

Hemos reiterado que a esta Corte con sede en La Haya (Países Bajos, “el Estado
anfitrión”), le ha sido otorgado el atributo jurisdiccional pleno por parte de los países
que la aprobaron, incluyendo Venezuela. Y a tal efecto, basta con hacerle un
seguimiento concatenado a los pasos que nacionalmente se estructuraron con miras a ese
objetivo.

Establecía el Numeral 1º del Artículo 136 de la Constitución de 1961 que era de la


competencia del Poder Nacional, “La actuación internacional de la República”; y por lo
demás, de acuerdo al Numeral 23º de dicho Artículo, también era competencia de dicho
Poder, “La administración de justicia y la creación, organización y competencia de los
7

Tribunales”… ; por lo que si lo que se pretendía era aceptar una administración de


justicia en cabeza de un ente internacional, aceptando Venezuela tal atribución,
ciertamente quien debía legislar al respecto era el Congreso, en virtud del Artículo 139
de la ahora derogada Constitución, ya que aquel lo hacía “…sobre las materias de la
competencia nacional”… .Ya acotamos en otra parte como dicho Congreso aprobó
legislativamente el Estatuto en Diciembre de 1999, pero no es hasta Diciembre de 2000
cuando el Ejecutivo Nacional promulgó dicho cuerpo normativo, dilación que también le
era permitido al Ejecutivo, en virtud del Artículo 176 de la Carta Magna derogada…

“La oportunidad en que deba ser promulgada la ley aprobatoria de un tratado, de un


acuerdo o de un convenio internacionales, queda a la discreción del Ejecutivo Nacional,
en conformidad con los usos internacionales y la conveniencia de la República”

En todo caso, siendo publicado el Estatuto en Diciembre de 2000, en el Numeral 1 de


su Artículo 4, la ahora República Bolivariana de Venezuela, aceptó -utilizando la
redacción de la norma suprema de la Constitución de 1999 en materia del Principio de
Legalidad Procesal, su Artículo 253-, que la Corte Penal Internacional tiene la “potestad
de administrar justicia”, y por ende el ser órgano de poder judicial que conocerá “…de
las causas y asuntos de su competencia mediante los procedimientos que determinen las
leyes”… y que ese tribunal al que se le atribuye jurisdicción y competencia debe…

“…ejecutar o hacer ejecutar sus sentencias”…

Y ello es así, cuando se observa que en el citado Numeral 1 del Artículo 4 del Estatuto,
Venezuela -y los demás países aprobantes y ratificantes del Estatuto-, le otorgan al
Tribunal que se creó,…

“…personalidad jurídica internacional. Tendrá también la capacidad jurídica que sea


necesaria para el desempeño de sus funciones y la realización de sus propósitos”

Así, es plena la jurisdicción -internacional y por los crímenes estatuidos- y la


competencia -penal, sancionatoria- que Venezuela le atribuyó a la CPI, lo que por lo
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demás es ratificado en el Artículo 23 de la Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela…

“Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y


ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden
interno, en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más
favorable a las establecidas en esta Constitución y en las leyes de la República, y son
de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder
Público”

De allí que, inclusive, aún frente a las disposiciones del propio Estatuto sobre el
carácter complementario, subsidiario, de su ámbito jurisdiccional frente a la espera del
enjuiciamiento del criminal en la instancia nacional, tal instrucción constitucional a
hacer prevalecer los instrumentos internacionales reconocedores de los derechos
humanos deriva, a nuestro entender, en una suerte de reflujo de la primacía de
jurisdicción cuando se trate de enjuiciar a quien realmente, trascendentemente, ha
cometido un crimen descrito en el Estatuto, por lo cual la prevalencia en el orden interno
dictada por el Artículo 23 Constitucional, desdice de la complementariedad
jurisdiccional del Estatuto, y hace más bien remitir la jurisdicción primaria para
sancionar estos crímenes, a la CPI.

Por otra parte, el ejercicio directo de los actos procesales dirigidos por la Corte en el
ámbito nacional, no puede ser interpretada como una afectación de la soberanía
nacional, al aprobar Venezuela el Estatuto cuyo Numeral 2 de su Artículo 4 postula
que…

“La Corte podrá ejercer sus funciones y atribuciones…en el territorio de cualquier


Estado Parte y, por acuerdo especial, en el territorio de cualquier otro Estado”

Ahora bien, de no aceptarse el argumento de la primacía jurisdiccional en virtud del


propio texto constitucional, es de destacar que la existencia de la justicia penal
internacional no debe ser interpretado como menoscabo a uno de los claves principios
penales, como es el de la territorialidad, ya que a pesar de que el Artículo 3 del Código
Penal pauta que…
9

“Todo el que cometa un delito o falta en el espacio geográfico de la República, será


penado con arreglo a la ley venezolana”,

el ejercicio de la jurisdicción penal venezolana tendrá el limite de su propia inacción, al


propiciarse localmente situaciones de impunidad descritas expresamente en el Estatuto,
frente a los crímenes estatuidos, ya que el Estatuto es decididamente “ley
venezolana” -siguiendo la redacción del Artículo 3 de nuestro Código Penal-, al ser
aprobado expresamente por los órganos, legislativo y ejecutivo, nacionales en su
oportunidad, y además por el realce que de tal Estatuto como instrumento de origen
internacional, le otorga el Artículo 23 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.

Frente a ello, ya nuestros doctrinarios clásicos habían opinado sobre que la ley penal
tiene una eficacia limitada en el espacio, de existir normas tales como el Estatuto, que
fija principios en este sentido, y que se ha venido denominando como Derecho Penal
Internacional, siendo que su objeto le interesa a la comunidad de naciones en el orden
de los hechos punibles. De hecho, nuestro Código Penal contempla los llamados delitos
contra el derecho internacional (Artículos del 153 al 166), tales como el
quebrantamiento de principios internacionales, los atentados contra jefes de naciones
extranjeras, la piratería, pero tal como lo señala Leu, con tales tipos, no se está violando
el Derecho Internacional sino el Derecho Nacional1 .

Ahora bien, el caso novísimo de los crímenes establecidos en el Estatuto de Roma,


hará reorientar la percepción de la territorialidad de enjuiciamiento, en base a las propias
pautas de los textos normativos citados, incluyendo el Constitucional, por lo cual, dichos
crímenes entrarían en la clasificación que ya fue abordada por Arteaga Sánchez, hacía
los años del 1970, cuando los ubicaba dentro las…

1
Hans-Joachim Leu, Introducción al Derecho Internacional Penal. Caracas, Ministerio de Relaciones
Exteriores, 1982, 25.
10

“…normas que tipifican delitos incluidos en la legislación nacional pero cuya represión
básicamente obedece a que se lesionan intereses de la Comunidad Internacional como
tal, lo que por ello justifica que cualquier Estado pueda reprimir el hecho,
independientemente de la nacionalidad del sujeto y del lugar en que haya sido
cometido el hecho, tratándose en este caso de los denominados delitos iuris
gentium,…y finalmente, c) a las normas que emanen de un organismo internacional y
que sancionan hechos, cuyo carácter punible deriva directamente del Derecho
Internacional”…2

Por otra parte, de acuerdo a la legislación del derecho internacional privado,


específicamente, el Artículo 302 del Código Bustamante, “Cuando los actos de que se
componga un delito se realicen en Estados contratantes diversos, cada Estado puede
castigar el acto realizado en su país, si constituye por sí solo un hecho punible. De lo
contrario, se dará preferencia al derecho de la soberanía local en el que el delito se
haya consumado.”

Lo destacable dentro de la nueva realidad que supone la existencia de una Corte Penal
Internacional es que se estructura la necesidad de resguardar la afectación de bienes
jurídicos de internacional titularidad, a través de un remedio jurisdiccional, también
internacional, por lo que la mas acabada orientación de la universalidad o de la justicia
mundial es que ahora nos encontramos con una instancia judicial de acceso mundial, que
debe también tutelar víctimas por la afectación de bienes globalmente reconocidos, y no
el asumir que dicha justicia será aplicada por Estados sobre la jurisdicción de otra
nación.

También es destacable puntualizar que la aceptación de una jurisdicción


especializada, -que no por ser internacional no es reconocible como juez natural por el
Poder Público de la República Bolivariana de Venezuela, y para los venezolanos y
extranjeros, en atención a hechos definidos como ilícitos criminales cometidos en el
espacio geográfico nacional-, es delimitada en su aspecto sustantivo por el Artículo 29
Constitucional cuando le obliga al Estado Venezolano, a “…investigar y sancionar
legalmente los delitos contra los derechos humanos cometidos por sus autoridades”.
Pero es el caso que la propia norma instruye que “…Las violaciones de derechos

2
Alberto Arteaga Sánchez, Derecho Penal Venezolano, 72.
11

humanos y los delitos de lesa humanidad serán investigados y juzgados por los
tribunales ordinarios”… , por lo que la pregunta sería, ¿habiendo reconocido el Estado
Venezolano la vigencia como ilícitos penales en el país, los llamados crímenes descritos
en el Estatuto de Roma, será considerada la CPI como “tribunal ordinario” a los fines de
que ella sea la instancia directa de conocimiento de tales causas?.

La respuesta pasa por aceptar la tesis normativa de la subsidiaridad de la CPI en tal


enjuiciamiento, habiéndose dado un procesamiento procesal patrio sin sentencia
sancionatoria, es decir, tanto el tribunal nacional que juzgue los crímenes, como la CPI
que pase subsiguientemente a hacerlo mediando una circunstancia de impunidad
nacional, ostentan la ordinaria competencia para propinar la sanción. Y en tal sentido,
negar esa posibilidad, sería desconocer el derecho al juez natural consagrado en la
suprema garantía procesal al debido proceso, contemplado en el Numeral 4 del Articulo
49 Constitucional, “…Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces
naturales en las jurisdicciones ordinarias o especiales, con las garantías establecidas
en esta Constitución y en la ley”…, garantía ésta que se instrumentaliza en la ordinaria
ley adjetiva penal venezolana, el Código Orgánico Procesal Penal, en su Artículo 1, el
cual postula que…

“Nadie podrá ser condenado sin un juicio previo, oral y público, realizado sin
dilaciones indebidas, ante un Juez…consagrados en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, las leyes, las leyes, los tratados, convenios y acuerdos
internacionales suscritos por la República”……(resaltado nuestro)

Pero por otra parte, la ordinarización de la Corte Penal Internacional para ser el
especifico juez natural que enjuicie criminales cuyas conductas encuadren en los tipos
descritos en el Estatuto cometidos en Venezuela, se reafirma en el propio Código
Orgánico Procesal Penal, cuando señala en su Artículo 55 que la noción de tribunales
ordinarios, que decidirán sobre “…asuntos sometidos a su conocimiento”…, puede
provenir de “…los tratados, convenios y acuerdos internacionales suscritos por la
República”… .
12

Inclusive, el especifico remedio procesal se halla en el propio texto del Artículo citado
cuando contempla la posibilidad de que, por ejemplo, un tribunal venezolano asuma que
no es competente para el enjuiciamiento de una causa vinculada a la comisión de uno de
los crímenes señalados en el Estatuto y decida declinar, no la competencia -porque la
sigue teniendo, la penal-, sino la jurisdicción, en virtud de, dado el caso, la vigencia del
Estatuto de Roma. Así, el Único Aparte del citado Artículo 55 del Código Orgánico
Procesal Penal contempla que asumida esa posibilidad declinatoria, podrá ser recurrida
ante la Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia.

De allí que, de acuerdo al Numeral 7 del Artículo 266 Constitucional, es atribución del
Tribunal Supremo de Justicia, el “Decidir los conflictos de competencia entre tribunales,
sean ordinarios o especiales, cuando no exista otro tribunal superior o común a ellos en
el orden jerárquico”, atribución ésta que descansa en la Sala Políticoadministrativa, de
acuerdo a la parte in fine del Único Aparte del mencionado Artículo Constitucional
(“…Las demás atribuciones serán ejercidas por las diversas Salas conforme a lo
previsto en esta Constitución y en la ley”), con lo cual, de acuerdo con la también parte
final del Artículo 43 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, cualquier otro
asunto “…que sea de la competencia de la Corte -ahora el Tribunal Supremo de
Justicia-, si no está atribuido a alguna de las otras Salas”, le corresponderá entonces
decidir a dicha Sala Politicoadministriva sobre la declinatoria de jurisdicción, por vía de
apelación (de acuerdo al Artículo 55 del Código Orgánico Procesal Penal).

Hablando de remedios procesales, el instituto de la nulidad de actos procesales penales,


contemplado en los Artículos 190 y siguientes del Código Orgánico Procesal Penal,
contempla que, como principio rector de este mecanismo de impugnación de actos
procesales, se tiene que no podrá ser sustento de decisión penal alguna…

“…los actos cumplidos en contravención o con inobservancia de las formas y condiciones


previstas en este Código, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, las
leyes, tratados, convenios y acuerdos internacionales suscritos por la República”…
13

de acuerdo al citado Artículo 190 de la Ley Adjetiva Penal Venezolana, por lo que serán
nulidades absolutas…

“…las que impliquen inobservancia o violación de derechos y garantías fundamentales


previstos en este Código, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, las
leyes y los tratados, convenios o acuerdos internacionales suscritos por la República”

en base al Artículo 191, Ejusdem.

Y si de algo no debe haber duda en lo que atañe a la adjetivización de “fundamental”


de los derechos y garantías cuyo incumplimiento conduce inexorablemente a la nulidad
absoluta del acto procesal, es en lo que atañe a los derechos fundamentales protegidos
por los crímenes establecidos en el Estatuto de Roma, y la garantía de su enjuiciamiento
idóneo, bien en la jurisdicción nacional, o subsidiariamente -por inacción, por
absolución que denote la estatuida noción de “impunidad”, o por declinación- por la
Corte Penal Internacional, so pena de nulidad absoluta por el incumplimiento de tales
supremos derechos y garantías, incluyendo la violación del derecho y garantía al juez
natural.

De manera que nuestro ordenamiento interno, el Constitucional y el Penal, éste en sus


vertientes sustantiva y adjetiva, tienen una susceptibilidad de conjunción con la nueva
realidad penal internacional, que prácticamente lo que correspondería sería esperar tal
acoplamiento frente a un caso concreto, toda vez que los mecanismos normativos están
prestos para propiciar tal encuentro, y de acuerdo al Numeral 1 del Artículo 12 del
Estatuto, Venezuela, al aceptar y ratificar...

“…ser Parte en el presente Estatuto acepta por ello la competencia de la Corte


respecto de los crímenes a que se refiere el Artículo 5”

La reafirmación del principio acusatorio en el enjuiciamiento por la CPI.

De igual manera a la usanza procesal penal venezolana, el enjuiciamiento ante el


Tribunal Penal Internacional comporta un apego al sistema acusatorio, con lo cual, tal
14

como lo ha establecido la Sala Constitucional de nuestro Máximo Tribunal, la


afirmación constitucional del Único Aparte del Artículo 29 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, de que “…Las violaciones de derechos humanos y
los delitos de lesa humanidad serán investigados y juzgados por los tribunales
ordinarios”…, no implica que ello deba ser en prescindencia de la actuación del órgano
fiscal como promovente de la acción penal, para desvirtuar la inconcebible situación de
un juzgado que inquiera, que intime prueba, que accione penalmente -aún por
importantes ilícitos como son los crímenes- y que a la vez decida sobre su pretensión de
enjuiciamiento. De allí que tanto en conformidad con el Numeral 4 del Artículo 285 de
la Constitución de 1999 (“Son atribuciones del Ministerio Público…Ejercer en nombre
del Estado la acción penal”…), de la misma manera que se lo atribuye el Artículo 108
del Código Orgánico Procesal Penal, y de igual forma el Artículo 13 del Estatuto, es el
impulso del Fiscal ante la CPI, el que permitirá la asunción de competencia por parte de
ella, tanto por la iniciativa autónoma de dicho Fiscal, como por la participación del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, o de un Estado Parte del Estatuto.

Aquí es importante puntualizar cómo se pondría el conocimiento del Fiscal ante el


internacional tribunal, la información o iniciativa de enjuiciamiento en el caso
venezolano por vía de, o bien, como propuesta pública de Estado, en base al Literal “a)”
del Artículo 13 del Estatuto, o por vía de poner en conocimiento al Fiscal ante la Corte
Penal Internacional, por parte de particulares, en base al Literal “c) del referido Artículo.

Lo primero a advertir es que en lo que atañe a la “remisión de situación criminal” por


parte de un ente público venezolano, la Constitución pauta en el Numeral 1 de su
Artículo 285 que es atribución del Ministerio Público venezolano, el…

“Garantizar en los procesos judiciales el respeto a los derechos y garantías


constitucionales, así como a los tratados, convenios y acuerdos internacionales
suscritos por la República”

Ahora bien, la actuación de este órgano público en el accionar por la eventual


comisión de crímenes, se anticipa en el propio Texto Constitucional a otro ente público,
15

por cierto constitutivo junto con la Fiscalía de uno de los Poderes Públicos Nacionales,
el Poder Ciudadano, la Defensoría del Pueblo, que tiene como atribución fundamental,
el…

“Velar por el efectivo respeto y garantía de los derechos humanos reconocidos en esta
Constitución y en los tratados, convenios y acuerdos internacionales sobre derechos
humanos ratificados por la República, investigando de oficio o a instancia de parte las
denuncias que lleguen a su conocimiento”

de acuerdo al Numeral 1 del Artículo 281 Constitucional, pero esta protección se debe
instrumentalizar, de acuerdo al propio Texto del Artículo citado, instando al…

“…Fiscal General de la República para que intente las acciones o recursos a que
hubiere lugar contra los funcionarios públicos o funcionarias públicas, responsables de
la violación o menoscabo de los derechos humanos”

Ahora bien, en definitiva, si se tratare de una “remisión de Estado” ante el Fiscal de la


CPI, “…de una situación en que parezca haberse cometido uno o varios crímenes de la
competencia de la Corte”…, dicha denuncia proformadora de la acusación3, de acuerdo
a los Artículo 152, el Numeral 1 del Artículo 156 y el Numeral 4 del Artículo 236,
todos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, debe provenir de la
cabeza del Ejecutivo Nacional, toda vez que son atribuciones del Presidente de la
República, “Dirigir las relaciones exteriores de la República”…, siendo que dichas
relaciones deben responder como fin de Estado, al “respeto de los derechos humanos”,
de acuerdo al citado Artículo 152 Constitucional.

Es lógico entender que si en el propio Encabezamiento del Artículo 29 de la Carta


Magna se prevé la posibilidad de que las autoridades del Estado cometen “delitos contra
los derechos humanos”, mal podría pensarse que la propia representación suprema del
Estado es quien denunciaría a la autoridad del Poder Público criminal. Pero esta
posibilidad no es desdeñable, apelando, más que a una suerte de sinceridad en el

3
Toda vez que de acuerdo al Numeral 1 del Artículo 14 del Estatuto, la petición será para “…que
investigue la situación a los fines de determinar si ha de acusar”… .
16

ejercicio de la autoridad, a la atribución de responsabilidad que surge de la propia


Constitución, por ejemplo, en su Artículo 139…

“El ejercicio del Poder Público acarrea responsabilidad individual por abuso o
desviación de poder o por violación de esta Constitución o de la ley”,

y por lo demás, de acuerdo al Artículo 140, Ejusdem,…

“El Estado responderá patrimonialmente por los daños que sufran los o las particulares
en cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la lesión sea imputable al
funcionamiento de la Administración Pública”

Por lo que es exigible a dicho máximo funcionario del Ejecutivo el propiciar dicha
denuncia ante el Fiscal de la Corte Penal Internacional, como atribución propia de
relación internacional, si tiene el parecer de comisión de crímenes por parte de autoridad
pública4.

Ahora bien, también acotamos la otra vía, la que se establece a partir de la


investigación autónoma que puede iniciar el Fiscal ante la CPI, y cuyo conocimiento
también puede ser propiciado, proviniendo no de una fuente estatal, o por lo menos no
del representante internacional del Estado, siendo que funcionarios de otro índole, tal
como el acotado Fiscal General de la República o el Defensor del Pueblo, pueden
perfectamente, en concordancia con las disposiciones legales citadas, propiciar la
investigación y/o acusación fiscal internacional, de acuerdo al Literal “c)” del Artículo
13 del Estatuto.

Al aceptar todos los extremos del Estatuto, Venezuela debe asumir como política de
Estado, posibilitarle al Fiscal ante el tribunal internacional, que pueda recabar
información, inclusive de origen público, de acuerdo al Numeral 2 del Artículo 15 del
Estatuto, información que puede ser recabada también ante…

4
Ilustrativamente, el Artículo 45 de la Constitución, reafirma la existencia de participación penal, en lo
que atañe a delito de lesa humanidad, por parte de “…los cómplices y encubridores o encubridoras del
delito de desaparición forzada de personas”…, complicidad o encubrimiento éste que “…será sancionado
con pena de doce a dieciocho años de presidio”, de acuerdo a la parte in fine del Artículo 181-A del
Código Penal.
17

“…organizaciones intergubernamentales o no gubernamentales u otras fuentes


fidedignas que considere apropiadas y podrá recibir testimonios escritos u orales en la
sede de la Corte” (Numeral 2 del Artículo 15 del Estatuto).

Se ilustra que de acuerdo al Artículo 121 del Código Orgánico Procesal Penal, “La
Defensoría del Pueblo y cualquier persona natural o asociación de defensa de los
derechos humanos podrán presentar querella contra funcionarios o empleados públicos,
o agente de las fuerzas policiales, que hayan violado derechos humanos en ejercicio de
sus funciones o con ocasión de ellas”, situación ésta que legitima a los particulares que
reúnan la característica de defensa de derechos acotada, poder acudir ante la instancia
internacional, legitimidad ésta que a nuestro criterio, no estaría limitada exclusivamente
a la persona jurídica asociativa, o siquiera si la persona natural o jurídica se dedicare
formalmente a la citada defensa de los nombrados derechos fundamentales, ya que ello
no es exigible de acuerdo al mencionado Artículo 15 del Estatuto.

La admisibilidad de la acusación ante la CPI.-

La existencia de una Corte Penal Internacional no prefigura una tutela inmediata,


automática, por parte de ese tribunal con plena jurisdicción y competencia en Venezuela,
sino se ha agotado la posibilidad del enjuiciamiento de los crímenes en la instancia
nacional. Ello es expreso en las disposiciones del Estatuto, y así la complementariedad
de la jurisdicción penal internacional, de acuerdo al Artículo 17 del Estatuto, pasa por
verificar, por parte de la Sala de Cuestiones Preliminares de la CPI, que el asunto
revelador de eventual crimen, no solo es que esté o no procesado en enjuiciamiento en el
ambito nacional, sino que, inclusive, hay que verificar si pudiera estar en su etapa
inicial, es decir, si está siendo investigado por el órgano policial oficial, o por el
Ministerio Público nacional. De allí que mal se podría catalogar la impunidad que tienda
a disparar el conocimiento del asunto por parte de las CPI, solo por vía de la inacción
jurisdiccional.
18

Ahora bien, cuando es expresa la decisión pública -ya que el Poder Judicial forma parte
de los Poderes Públicos Nacionales, en atención al Encabezamiento del Artículo 136 y
253 Constitucional-, de “no incoar acción penal contra la persona de que se trate”
(tomando la redacción del Literal “b)” del Artículo 17 del Estatuto), ello promoverá la
admisión del asunto ante la CPI. En nuestro caso, se puede equiparar como tal decisión
pública de no incoacción por crímenes, por ejemplo, el ejercicio del llamado “Principio
de Oportunidad” por parte del Ministerio Público venezolano, en atención al Artículo 37
del Código Orgánico Procesal Penal (“El Fiscal del Ministerio Público podrá solicitar
al Juez de control autorización para prescindir, total o parcialmente, del ejercicio de la
acción penal”…). Ahora bien, es interesante precisar que el Estatuto también respeta la
posibilidad de que el fiscal acusador estime innecesario incoar la acción penal cuando
“El asunto no sea de gravedad suficiente para justificar la adopción de otras medidas
por la Corte”, de acuerdo al Literal “d)” del Artículo 17 del Estatuto.

Otra situación de no incoacción que le justificaría a la CPI asumir la admisibilidad de


la internacional acción, es la negativa al dictado de un auto de proceder fiscal, cuando
aún tendiendo el Ministerio Público conocimiento “…de la perpetración de un hecho
punible de acción publica”…., en este caso un crimen estatuido, no dicte el auto
tendente a investigar y hacer constar su comisión, en base al Artículo 283 del Código
Orgánico Procesal Penal; o cuando el juez de control, si el criminal no fuere alto
funcionario público, o la Sala Plena del Máximo Tribunal, si el agente criminal fuere
uno de los altos funcionarios públicos descritos en el Numeral 2 del Artículo 266
Constitucional, desestimare la denuncia o querella por la eventual comisión de crimen.
Igual circunstancia al anterior, sería el dictado de un sobreseimiento, en lugar de una
acusación, por eventuales crímenes, en base al Artículo 324 del Código Orgánico
Procesal Penal. Esta situación de no incoacción no estará presente en el supuesto del
“archivo judicial”, o en el supuesto del “archivo fiscal”, porque en ambos casos, la
investigación podrá ser reabierta, de manera justificada, de acuerdo a la parte in fine de
los Artículos 314 y 315 de la Ley Adjetiva Penal Venezolana.
19

Ahora bien, en lo que atañe a la admisibilidad de la acción penal por crímenes ante la
CPI por inacción jurisdiccional, es reglamentaria las pautas del Estatuto, en cuanto a
precisar, de acuerdo a los diferentes numerales de su Artículo 17, que tal inacción estará
presente cuando:

 La decisión “…haya sido adoptada con el propósito de sustraer a la persona de que


se trate de su responsabilidad penal por crímenes”…. Así, estaríamos dentro de los
supuestos de la prevaricación, o de la colusión del representante fiscal, o del
encubrimiento, contemplados en los Artículos del 251 y siguientes del Código Penal.

 O que exista, expresa denegación de justicia por dilación;

 O el procesamiento parcializado de la causa.

Precisa el Estatuto que para poder hablar de admisibilidad de la acción internacional,


siempre se deberá tener en cuenta que el Estado enjuiciante que con su acción o inacción
tiende a la impunidad del crimen, ostente un…

“…colapso total o sustancial de su administración nacional de justicia o al hecho de


que carece de ella, no puede hacer comparecer al acusado, no dispone de las pruebas y
los testimonios necesarios o no está por otras razones en condiciones de llevar a cabo
el juicio”

Es decir, la admisibilidad procederá si el Poder Judicial del Estado parte, sencillamente


no exista, o “sustancialmente” no exista, como sinónimo de ausencia total de
imparcialidad, o de incompetencia en la designación del respectivo poder, o de nulidad
absoluta en la designación del juzgador, por lo cual, podría adelantarse que en lo que
respecta al factor ausencia del juzgador natural de los crímenes, se operarán causa
objetivas, como la ausencia de juez natural, o subjetivas (ausencia de imparcialidad no
superable por la vía de los institutos procesales de la recusación o de la inhibición).

Conflicto de competencias por el enjuiciamiento de crímenes.-


20

Anteriormente referimos la situación de no conocer que podría propiciar juez penal


nacional, en la consideración de que debe declinar su competencia al conocimiento de
causa criminal a la CPI. Pero en sentido inverso, la iniciativa fiscal internacional a
acusar hace nacer la posibilidad de que la voluntad nacional, en lugar, obviamente, de
ser declinatoria, sea de asunción de la competencia, convirtiéndose el asunto en un
conflicto de jurisdicción con la CPI, a la usanza de lo establecido en el Artículo 79 del
Código Orgánico Procesal Penal, pero ya como conflicto que se anticipa a la propia
admisibilidad de la investigación por el eventual crimen, una suerte de conflicto
jurisdiccional en etapa de investigación, ya que decidida la investigación por parte de la
CPI, esta deberá notificarlo de inmediato al Estado, a los fines de que éste pueda
propiciar el ejercicio normal de la jurisdicción sobre los crímenes de que se trate, de
acuerdo al Artículo 18.1 del Estatuto. Ello para que el Estado informe…

“…a la Corte de que está llevando o ha llevado a cabo una investigación”…


(Artículo 18,2 Ejusdem)

Lo anterior no conducirá a una resolución de este incipiente conflicto de jurisdicción,


por la vía de la resolución de la propia atribución de jurisdicción a un especifico
tribunal, sea la CPI o el tribunal nacional, sino en una situación de verificación de
incoacción fiscal, que hace suspender la actuación del Fiscal5 ante la CPI, quien…

“…podrá volver a examinar la cuestión…al cabo de seis meses a partir de la


fecha de la remisión o cuando se haya producido un cambio significativo de
circunstancias en vista de que el Estado no está dispuesto a llevar a cabo la
investigación o no puede realmente hacerlo” (Art. 18,3 del Estatuto)

Ahora bien, de operarse la insistencia nacional al enjuiciamiento y ello no ser aceptado


en este caso por el Fiscal ante la Corte Penal Internacional, acudiendo a la letra del
Encabezamiento del Artículo 84 del Código Orgánico Procesal Penal, que le atribuye la
competencia de dirimir la incidencia de conflictos de competencia ante “la instancia

5
Lo que a nuestro modo de ver, recibió una nominación inadecuada por parte del Estatuto, porque tal
“espera fiscal” es llamada por el Artículo 18 del Estatuto como “inhibición de la competencia fiscal”,
siendo que el instituto de la inhibición, o como mayoritariamente se llama a nivel internacional, el
“apartamiento”, se refiere a circunstancias de afectación de la necesaria imparcialidad, especialmente, del
juez, y a su protección mediando causales subjetivas -de afectación de animo- u objetivas que tiendan
hacia considerar eventualmente al funcionario, parcializado.
21

superior” , es de destacar que de acuerdo al Art. 18, 4 del Estatuto, “El Estado de que se
trate o el Fiscal podrán apelar ante la Sala de Apelaciones”…de la CPI.

Pero el sistema penal internacional de la CPI se cuida a grado sumo de no ser invasivo
en la jurisdicción. “La Corte se cerciorará de ser competente en todas las causas que le
sean sometidas”… (Art. 19,1), pero asimismo advierte su normativa, que tal asunción de
jurisdicción se hace de pleno derecho, de manera oficiosa (Ibídem), teniendo legitimidad
activa a propiciar la admisión de competencia, el imputado o el Estado investigador,
procesante o sentenciante por la causa criminal de pretendido enjuiciamiento
internacional. Por las razones antes expuestas, estimamos que el carácter recursivo de la
pretensión publica venezolana a que sus tribunales conozcan los crímenes cuya acción
dirigida a sancionar fue admitida por el tribunal penal internacional, debe estar en
cabeza del Jefe del Estado, dado su carácter de máximo director de las relaciones
exteriores de la República, no como titular del agravio subjetivo por la acción (a menos
que sea él el encausado), sino a los fines de la salvaguarda del Principio Constitucional
del Ejercicio de la Soberanía Pública.

La jerarquización del concepto de cosa juzgada internacional.

Como es sabido, unos de los elementos conformadores de la Garantía Procesal


Suprema al Debido Proceso, de acuerdo al Numeral 7 del Artículo 49 Constitucional, es
el Derecho al Reconocimiento de la Cosa Juzgada…

“Ninguna persona podrá ser sometida a juicio por los mismos hechos en virtud de los
cuales hubiese sido juzgada anteriormente”

Este derecho no tiene, ni debería tener, cortapisa alguna, siendo que, inclusive, es
instrumentalizado en el Artículo 21 del Código Orgánico Procesal Penal, precisándose
que para poder hablar de tal cosa juzgada el juicio debió haber concluido por sentencia
firme, con lo cual se ilustra que el concepto amerita el haber posibilitado el ejercicio de
los recursos, como otro de los derechos procesales a ser reconocido por la garantía al
proceso justo, de acuerdo a la parte in fine del Art. 49,1 Constitucional. Es decir, no
22

habrá cosa juzgada, si es admisible algún recurso ordinario. O inclusive, estaríamos en


Venezuela bajo el supuesto de la cosa juzgada material, cuando en el caso concreto se
posibilita la interposición del llamado Recurso de Revisión que siguiendo a los Artículos
470 y siguientes de la Ley Adjetiva Penal Venezolana, hacen fútil la obtenida cosa
juzgada.

Ahora bien, la existencia de una “cosa juzgada nacional” en materia de crímenes


estatuidos, no obsta para que dicha apreciación jurisdiccional local sea revertida en
acatamiento a los trascendentales principios y bienes a ser protegidos por el derecho
penal internacional. De allí que el concepto de cosa juzgada con interés para la
jurisdicción de la CPI, alude, de acuerdo a lo expresado en su Art. 20,1, al
procesamiento realizado por la corte por crímenes…

“…por los cuales ya hubiere sido condenado o absuelto por la Corte”

De allí que, conforme al referido Artículo del Estatuto, la futilidad de la cosa juzgada
nacional se hará evidente cuando exista la demostración de que la instancia local sustrajo
“…al acusado de su responsabilidad penal por crímenes”…, o la sentencia fue
dependiente o parcial con los intereses del acusado. Es evidente que no pocos problemas
podrán derivarse de esta polémica norma, sobre todo a nivel de la necesidad de precisar
conceptos expresados de una manera tan vaga como “sustracción de responsabilidad” o
instrucción imparcial o independiente, con lo cual pareciera que si lo cuestionable es la
instrucción, como sinónimo de investigación penal, que antecede a la especifica
jurisdiccional fase de procesamiento, entonces la necesidad de la imparcialidad se le
exige también al órgano fiscal nacional, dentro de un sistema acusatorio como el
venezolano.
23

La “dilución” de la legislación nacional como fuente del derecho procesal penal


internacional.

Reafirmando la necesidad de adopción de pautas procesales propias para el


enjuiciamiento ante la instancia internacional, alejado del derecho local que se antepone
a la complementariedad de actuación de la Corte, de mediar impunidad en el ámbito del
Estado, la Corte no es muy proclive a aceptar como fuente de su funcionamiento, las
leyes internas del Estado miembro del Estatuto, privilegiándose al Estatuto y sus
Reglamentos, los tratados internacionales y los principios internacionales del derecho.
En lo que atañe a los precedentes del “derecho interno de los Estados que normalmente
ejercerían jurisdicción sobre el crimen”, se podrán aplicar, si no contrarían al Estatuto; e
inclusive, el Estatuto pauta como fuente de su derecho, el precedente jurisprudencial a
partir de decisiones propias.

En este particular se resalta que el Estatuto es bastante reacio a la aplicación de los


principios penales internos en aras del respeto de los pretendidos principios penales que
establezca el Estatuto. Y es que los llamados “PRINCIPIOS GENERALES DEL
DERECHO PENAL” establecido en los Artículos del 22 al 33 del Estatuto solo refieren
principios del derecho penal sustantivo, con escasa referencia a los llamados principios
procesales, lo cual es abundante por ejemplo, en nuestra ley adjetiva penal. Así, el
Estatuto reafirma los internacionales principios de la dogmática jurídico penal, inclusive
de vigencia nacional, tales como el principio de legalidad, el de favorabilidad, el in
dubio pro reo, la irretroactividad legal; la responsabilidad penal por vía de autoria,
participación e iter criminis; la inimputabilidad, la inmunidad, las causas de
justificación, la imprescriptibilidad de la acción dirigida a sancionar crímenes, la
culpabilidad a titulo de dolo, las eximentes de la responsabilidad, y el error, entre otros.

Pero sin embargo, a diferencia de nuestra legislación adjetiva, o inclusive del propio
Texto Constitucional, nada se jerarquiza como principios procesales, tales como la
elemental mención del internacional concepto al debido proceso, la obligación a decidir,
el concepto de juez natural, la afirmación de la libertad, la defensa e igualdad entre las
24

partes, el derecho a la defensa, al conocimiento de la imputación, la recurribilidad. Y


tampoco habla del mecanismo de obtención del convencimiento del juzgador, a nivel de
la valoración de la prueba, o de la existencia de pautas de oralidad, inmediación,
concentración o publicidad, en el quehacer jurisdiccional de la CPI.

La existencia de las Reglas de Procedimiento y Pruebas.

Así, más que principios, el Estatuto hizo entrar en vigor, dichas Reglas, las cuales no
son definitivas, ni son entendidas en respeto de una noción de derecho estatuido, toda
vez que se acude al expediente del precedente procedimental…

“…en casos urgentes y cuando éstas no resuelvan una situación concreta suscitada
en la Corte, los magistrados podrán, por una mayoría de dos tercios, establecer
reglas provisionales”…(de acuerdo al Art. 51,3 del Estatuto)

De la participación en el ámbito nacional de actuaciones de la CPI en la


investigación y el enjuiciamiento.-

No pretendemos hacer un recorrido de todo el procedimiento interno de la CPI en su


labor de propiciar el enjuiciamiento de crímenes: sentimos que la practica jurisdiccional
que se desarrollará a partir del comienzo de actividades del tribunal, superará en
referencia jurisprudencial y doctrinario, el expreso texto del Estatuto que al respecto es
bastante explicito sobre el procedimiento que adoptará la Corte. El punto sobre el que si
queremos puntualizar es en lo que atañe a como aspectos de dicho procedimiento se
insertan en nuestra realidad procesal, dada la normativa nacional.

En tal sentido, el procedimiento respectivo comienza con una fase de inicio de


investigación, en la cual, el Fiscal ante la Corte Penal Internacional asume una labor
indagatoria de primer orden, pudiendo “…realizar investigaciones en el territorio de un
Estado” (Art. 54,2). En tal sentido, si reafirmamos la exacta adscripción que hizo
Venezuela de su participación como Estado en el sistema de justicia penal internacional
que demarca la CPI, en concordancia con los citados Artículos 23 y 285,1 de nuestra
25

Constitución, no debe el Estado Venezolano presentar obstáculos a esta investigación in


situ, toda vez la aceptación de la jurisdicción internacional y de los órganos de ese
sistema. Aunado al hecho de que la invasión de la soberanía jurisdiccional, si se pudiere
hablar de ello siendo el Estatuto ley entre nosotros, pudiera plantearse ya en el nivel de
la ejecución nacional de sentencias o decisiones de la Corte, pero al nivel de
investigación, lo que pudiera generarse es una situación de conflicto investigador entre
fiscalias, al menos la de la CPI y el Ministerio Publico nacional, en el conocimiento en
ejercicio de acción pernal para el enjuiciamiento de un crimen. Frente a este hecho, se
supone que ya habiendo adoptado la Corte la obligación de investigar a través de su
Fiscal, ya se superó el problema de admisibilidad de la investigación citado
anteriormente que comporta la posibilidad de que el Estado apelare ante la Alzada de la
CPI, para resolver su pretensión al conocimiento a través de sus órganos de la respectiva
fase procesal, en este caso, la de la dirección de la investigación en cabeza de la Fiscalía
General de la República. Así que, de haberse solventado esta eventual incidencia, la
permisibilidad debe ser plena, y colaborativa, entre el Estado miembro del Estatuto con
la Fiscalía ante la Corte Penal Internacional.

Evidentemente, que dentro de esta labor de investigación está la de hacer declarar a


imputados y testigos, más que como pruebas, como elementos de convicción para
conformar la eventual acusación. En tal sentido, al investigado se le confieren similares
derechos a los reconocidos en nuestro ordenamiento constitucional y legal ordinario.
Ahora bien, este interrogatorio puede ser realizado, aún con la finalidad de su uso ante la
CPI, “por las autoridades nacionales” (Art. 55,2) con lo cual estamos en presencia del
mecanismo conocido en la Legislación Adjetiva Penal Venezolana como el “trámite de
exhortos o cartas rogatorias”, contemplado en el Artículo 201 del Código Orgánico
Procesal Penal…

“Corresponde al Fiscal del Ministerio Público solicitar y ejecutar exhortos o cartas


rogatorias, lo cual realizará conforme a las previsiones del Código de Procedimiento
Civil, y de los tratados convenios internacionales suscritos y ratificados por la
República”
26

Ahora bien, esta referencia que hace el Código Orgánico Procesal Penal a cumplir las
previsiones de la Ley Adjetiva Civil Venezolana en materia del tramite de actos
procesales ordenados por jurisdicción extranjera, guarda especial significación para toda
actividad de la CPI, léase investigadora o de proceso, entiendase como de obtención de
elementos de convicción por el Fiscal ante la CPI para acusar, o entiendase como actos
de prueba, una vez realizado el acto de imputación. Y en tal particular, para que la
decisión de colaboración de autoridad nacional -jurisdiccional, fiscal o administrativa-
para darle cumplimiento a un fallo de procedencia de investigación dictado por el
tribunal internacional, sea ejecutable en Venezuela, se debe cumplir con el extremo de
los Artículos 850 del Código de Procedimiento Civil, en concatenación con el Numeral
25 del Artículo 42 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia. Es decir, para
que se declare…

“…la ejecutoria de las sentencias de autoridades extranjeras, sin lo cual no tendrán


ningún efecto, ni como medio de prueba, ni para producir cosa juzgada, ni para ser
ejecutadas”…

de acuerdo al Encabezamiento del citado Artículo 850 del Código del Código de
Procedimiento Civil, ello debe ser ejecutoriado por el Tribunal Supremo de Justicia,
específicamente, de conformidad con la parte in fine del Único Aparte del Artículo 266
Constitucional y los Artículos 42.25 y 43 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia, por la Sala Político-administrativa del Máximo Tribunal. Ahora bien, en lo que
atañe a los requisitos de ejecutoriedad que de manera expresa menciona el Artículo 851
del Código de Procedimiento Civil venezolano, a ser verificados por el Máximo
Tribunal en el caso de hacer valer los efectos en el país de decisión extranjera, dichos
requisitos no pueden serle aplicado en el caso de decisiones de la CPI, toda vez que es
taxativa la previsión de la última norma citada, cuando se instruye que la ejecutoriedad
normada por la ley adjetiva civil venezolana, atañe a decisiones “…en materia civil o
mercantil o, en general, en materia de relaciones jurídicas privadas”, a tenor del Art.
851,3˚ del Código de Procedimiento Civil.
27

En nuestro caso, creemos, que la ejecutoriedad de actos de investigación o procesales a


partir de decisiones de la CPI, en Venezuela, pasa porque el Tribunal Supremo de
Justicia verifique el cumplimiento por parte de la CPI de los extremos de las pautas de
admisibilidad y de su impugnación descritos en los Artículos 17 al 21 del Estatuto, amen
de analizar si la propia CPI cumplió con los llamados Principios Generales del Derecho
Penal contemplados en el Estatuto. De no mediar esta ejecutoriedad, pudiéramos
encontrarnos dentro de los supuestos de impunidad o de no colaboración entre
Venezuela como Estado miembro, y la CPI, que generaría otro tipo de consecuencias o
efectos, que trasciende a los procesal y que inclusive se inscriben en el ámbito de lo
geopolitico, de la eventual coacción por parte de la comunidad internacional por vía de
supuesta intervención del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Art. 87,7).

Ahora bien, en el caso de haberse operado la ejecutoriedad por parte del Tribunal
Supremo de Justicia , en lo que atañe a la citación del investigado o los testigos, si se
debe dar cabida a las pautas de citación contempladas en los Artículos 853 y 854 del
Código de Procedimiento Civil, a saber, conforme a los Artículos del 215 al 233 (“De
las citaciones y notificaciones”) Ejusdem, en lo que cabe en causa penal, por la expresa
remisión que hace la ley adjetiva penal venezolana. Por otra parte, no compartimos la
opinión de que a tenor del Artículo 857 del Código de Procedimiento Civil, las
solicitudes de la CPI a ser ejecutadas jurisdiccionalmente en Venezuela, podrán
realizarse, por remisión del Artículo 201 del Código Orgánico Procesal Penal, en lo que
atañe -siguiendo la redacción del Artículo de la Ley Adjetiva Civil venezolana- “…al
examen de testigos, experticias, juramentos, interrogatorios y demás actos de mera
instrucción que hayan de practicarse en la República”…, con el “simple decreto del
Juez de Primera Instancia que tenga competencia en el lugar donde hayan de
verificarse tales actos”, aun con la rogatoria de la CPI y su legalización diplomática o
consular por el representante venezolano ante los Países Bajos; ni en lo que atañe a las
“citaciones que se haga a personas residentes de la República, para comparecer
ante”… el Fiscal ante, o los tribunales conformadores de la Corte Penal Internacional, de
acuerdo a la redacción del Art. 856 del Código de Procedimiento Civil. Y ello, ni
siquiera si se han cubierto los gastos por los solicitantes: Para que ello suceda,
28

efectivamente, de acuerdo a las normas procesales civiles citadas, debe antecederle la


ejecutoriedad del Tribunal Supremo de Justicia, con miras a ponderar la conveniencia de
plantear una apelación por declinatoria de jurisdicción ante la Alzada de la CPI.

Bien se ha dicho que en el caso de una insistente negativa del Estado Venezolano a
cumplir con los extremos de las obligaciones que asumió al ser parte del sistema de
justicia penal internacional, ello está proscrito a partir del propio Texto Constitucional,
toda vez que de acuerdo al Único Aparte del Artículo 31 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela…

“El Estado adoptará, conforme a propcdeimientos establecidos en esta Constitución y


en la ley, las medidas que sean necesarias para dar cumplimiento a las decisiones
emanadas de los órganos internacionales previstos en este artículo”,

a saber, los llamados órganos internacionales creados para fines de derechos humanos,
de acuerdo al Encabezamiento de la norma citada.

De allí que ante la negativa de un Estado a colaborar con la Corte en la que es


miembro, de acuerdo al Art. 57.3.d, el Fiscal ante la CPI puede “…adoptar
determinadas medidas de investigación en el territorio de un Estado parte sin haber
obtenido la cooperación de éste”…, y así la CPI puede acudir a la medida extrema
contemplada en el Art. 87.7 Ejusdem…

“Cuando, en contravención de lo dispuesto en el presente Estatuto, un Estado Parte se


niegue a dar curso a una solicitud de cooperación formulada por la Corte, impidiéndole
ejercer sus funciones y atribuciones de conformidad con el presente Estatuto, ésta podrá
hacer una constatación en ese sentido y remitir la cuestión a la Asamblea de los Estados
Partes o al Consejo de seguridad, si éste le hubiere remitido el asunto”

La cooperación de los estados miembros en materia de detención de imputados.

Este importante tema, toda vez la posible incidencia de la existencia de criminales


estatuidos dentro del amplio abanico de autoridades públicas de estados, la más de ellas
de alto rango por lo que ello supone a partir de los elementos normativos de los crímenes
29

que implican el control del andamiaje institucional para afectar bienes jurídicos de tanta
significación y cometer delitos tan extremos como el genocidio o el exterminio, no pude
ser apartado del problema no solo de la soberanía de enjuiciamiento penal nacional, la
llamada territorialidad del derecho penal, sino desde el punto de vista de los fueros para
ciertas autoridades.

En tal sentido, nuestra Constitución postula ese derecho a la defensa del que es
considerado imputado por la Corte Penal Internacional, de manera expresa, cuando
conforme a su Artículo 31, le otorga a toda persona el derecho…

“…en los términos establecidos por los tratados, pactos y convenciones sobre
derechos humanos ratificados por la República, a dirigir peticiones o quejas ante los
órganos internacionales creados para tales fines, con el objeto de solicitar el amparo
a sus derechos humanos”,

norma ésta que más que legitimar, o consagrar -porque se supone que los derechos
humanos al ser inherentes a la persona, no requieren siquiera consagración
constitucional, de acuerdo al Art. 22 de la Constitución- el derecho de las víctimas por
crímenes, de acudir a instancias internacionales tales como la CPI, también,
paradójicamente necesario, le otorga el derecho al criminal de que se le respeten su
también presente e inherente derecho humano a ser juzgado conforme al debido proceso.

Ahora bien, el Único Aparte del Artículo 69 Constitucional reza:

“Se prohíbe la extradición de venezolanos y venezolanas”,

conjugándose esta norma con el Artículo 6 del Código Penal, cuyo Encabezamiento no
deja al extraditable venezolano ausente de sanción, lo cual se hará en Venezuela, “…si
el delito que se le imputa mereciere pena por la ley venezolana”, aspecto éste de menor
dificultad de aplicación ya que asumimos que, por lo menos en la parte sustantiva, los
crímenes estatuidos son norma de plena vigencia nacional. Ahora bien, la norma
sustantiva penal a pesar de que extiende su ámbito de aplicación en reafirmación del
principio de territorialidad del derecho penal, esta vez para los extranjeros, en el citado
30

Artículo 6 del Código Penal6, ello fue superado abiertamente por la entrada en vigencia
de la Constitución de 1999, cuyo Artículo 271 encabeza instruyendo que…

“En ningún caso podrá ser negada la extradición de los extranjeros o extranjeras
responsables de los delitos…contra los derechos humanos”…,

con lo cual, se hace permisible la remisión de extranjeros criminales desde Venezuela a


la jurisdicción de la CPI.

El asunto a dilucidar es en lo que atañe a los venezolanos enjuiciables por esa instancia.
A nuestro modo de ver, la solución se halla inserta en el propio Texto Constitucional, no
solamente en el simplismo de afirmar que por vía de la invocación del Artículo 23
Constitucional que hace ley venezolana a instrumentos internacionales como el Estatuto,
asumiendo éste inclusive una jerarquía constitucional, ello hace incluir como normas y
principios constitucionales la positividad del tratado; y que estas normas y principios
prevalecen expresamente sobre cualquier otra norma y principio constitucional. Es decir,
bajo esta exclusiva interpretación, el “goce y ejercicio” de la jurisdicción de la CPI es
más favorable que la norma constitucional que prohíbe la extradición de venezolanos
señalados de criminales, y hace superar en valoración de normas constitucionales, la
jerarquía del instrumento internacional de protección de los derechos humanos frente al
derecho de jurisdicción nacional del eventual criminal afectador de tales derechos.

Pero en nuestro criterio, la salida a la disyuntiva se halla en la instrucción contenida en


la parte in fine del Artículo 29 Constitucional, aquella que ordena que en ocasión de

6
Que en lo que atañe a los extranjeros, “…no podrá tampoco concederse por delitos políticos ni por infracciones
conexas con estos delitos ni por ningún hecho que no esté calificado de delito por la ley venezolana.
“La extradición de un extranjero por delitos comunes no podrá acordarse sino por la autoridad competente, de
conformidad con los trámites y requisitos establecidos al efecto por los Tratados Internacionales suscritos por
Venezuela y que estén en vigor, y, a falta de éstos, por las leyes venezolanas.
“No se acordará la extradición de un extranjero acusado de un delito que tenga asignada en la legislación del país
requirente, la pena de muerte o una pena perpetua.
“En todo caso, hecha la solicitud de extradición, toca al Ejecutivo Nacional, según el mérito de los comprobantes
que se acompañen resolver sobre la detención preventiva del extranjero, antes de pasar el asunto al Tribunal
Supremo de Justicia.
“No podrá tampoco concederse por delitos políticos ni por infracciones conexas con estos delitos ni por ningún
hecho que no esté calificado de delito por la ley venezolana.”
31

“Las acciones para sancionar los delitos de lesa humanidad, violaciones graves a los
derechos humanos y los crímenes de guerra”…

“…Dichos delitos quedan excluidos de los beneficios que puedan conllevar su


impunidad”…

Es decir, de aceptar la subsidiaridad de la jurisdicción de la CPI en la espera del


juzgamiento nacional, de no operarse tal imposición de sanción localmente, por la real
existencia de objetivas situaciones de impunidad frente a la comisión criminal, la
negativa a extraditar por la nacionalidad del criminal, habiendo asumido en
consecuencia la CPI la admisibilidad de la investigación, precisamente, por la no
incoacción estatal, configuraría un “beneficio de impunidad” execrado por el propio
Texto Constitucional, que conduciría a una ponderación de normas, cuyo resultado
armónico, es la permisibilidad a la extradición del criminal venezolano.

Del cumplimiento del debido proceso al criminal venezolano enjuiciable por la CPI.

Hemos dicho que al hacer nacional la jurisdicción internacional de la CPI , paradojica


manera de expresar la competencia plena del actuar de la CPI frente a crímenes
cometidos en Venezuela y no enjuiciables en el país, es obvio que los parámetros
conformadores de la garantía al debido proceso, deben serle respetados al encausado,
entre ellos, fundamentalmente, el derecho a la defensa, que expresado genéricamente en
el Numeral 1 del Artículo 49 Constitucional, tiene una instrumentación precisa, en causa
penal, en la designación de su asistente letrado, el abogado que necesariamente debe
tener y cuyo nombramiento se pauta en los Artículos 137 y siguientes del Código
Orgánico Procesal. En este sentido, debiendo el investigado por el Fiscal ante la CPI,
estar asistido “…por un abogado defensor de su elección o, si no lo tuviere, a que se le
asigne un defensor de oficio, siempre que fuere necesario en interés de la justicia y, en
cualquier caso, sin cargo si careciere de medios suficientes”… (Art. 55,2,c), surgirá en
cabeza del Estado Venezolano la obligación del suministro de dicho asistente letrado, en
atención al referido 49,1 Constitucional en conjunción con el Encabezamiento del
Artículo 137 del Código Orgánico Procesal Penal.
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La orientación jurisprudencial nacional sobre la incorporación de la República en


el sistema penal internacional.

Con la promulgación de la Constitución de 1999, diverso ha sido el tratamiento que ha


asumido el Tribunal Supremo de Justicia, tanto en su Sala Penal, como en la Sala
Constitucional frente a los delitos de lesa humanidad. Polémica, por ejemplo, ha sido la
orientación del Máximo Tribunal en ambas Salas, al considerar que el delito de trafico
de estupefaciente es un delito de lesa humanidad, aún su no señalamiento expreso en el
Estatuto, lo cual ha conducido a no pocos efectos procesales, bajo el entendimiento del
Supremo, de que ciertas garantías procesales -entre ellas el del juzgamiento en libertad
aun de los procesados por trafico de estupefaciente- no debe salvaguardar los derechos
procesales de tales imputados, invocándose el Artículo 29 Constitucional en lo que atañe
a negar “…beneficios que puedan conllevar su impunidad”…, confundiéndose, a nuestro
modo de ver, los supuestos “beneficios de impunidad” (los que además son expresos en
la Norma Constitucional, “…el indulto y la amnistía”, y no cualquier otro), con las
garantías procesales que por vía del Artículo 21, la igualdad ciudadana ante la ley, debe
serle respetados inclusive a los procesados por el trafico de la prohibida sustancia.

Ahora bien, en lo que atañe al aspecto procedimental en su vinculación con el


ordenamiento nacional, la Sala Constitucional de nuestro Máximo Tribunal interpretó un
aspecto del Artículo 29 Constitucional, específicamente, en lo que atañe a la necesidad
de mantenerse la actuación del Ministerio Fiscal aún en el eventual enjuiciamiento de
crímenes. De allí que en la Sentencia Nº 3167 del 9-12-02, bajo la ponencia del
Magistrado DR. José Manuel Delgado Ocando, y con los votos salvados de los
Magistrados Dres.: Pedro Rafael Rondón Haaz y Antonio J. García García, se expresó,
entre otras consideraciones que…

“…admitir una demanda por la presunta comisión de delitos de lesa humanidad al


objeto de establecer una jurisdicción de excepción, excluyente del sistema acusatorio y,
por tanto, nugatoria de la atribución del Ministerio Fiscal para instruir, investigar y
acusar, comporta una verdadera actuación que inhabilita al juez para la función de
juzgamiento, toda vez que, la admisión de la denuncia, prima facie, implica un
precalificación jurídica o juicio anticipado y provisional sobre los hechos delatados que,
posteriormente, el juez está llamado a sentenciar. Tal actuar –calificación- vulnera el
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principio “ne procedat iudex ex officio” e injiere en la competencia del Ministerio


Público”…
(…)
La República Bolivariana de Venezuela, signataria de instrumentos
internacionales fundamentales en materia de derechos humanos, tenía que ajustar su
normativa legal para hacer respetar las garantías mínimas que pueden englobarse en el
concepto de debido proceso penal.”
(…)
Con fundamento en el principio de legalidad, el Ministerio Público está obligado a
ejercer la acción por todo hecho que revista carácter penal o delictivo, siempre que de la
investigación practicada surjan elementos de cargo suficientes para sustentar la acusación.
En tal sentido, el artículo 11 del Código Orgánico Procesal Penal consagra el principio de
la titularidad de la acción pública en cabeza del Ministerio Público, a quien corresponde
la dirección de la investigación preliminar al objeto de determinar la comisión de hechos
punibles y la identidad de sus autores, por lo tanto, los órganos de policía de
investigaciones están bajo su dependencia funcional. Esta titularidad es destacada en el
Capítulo III, Título IV del Libro Primero del referido instrumento adjetivo penal, para
cuyo ejercicio se le reconocen numerosas atribuciones. Es importante destacar que dentro
de este sistema, es sólo cuando el Ministerio Público juzga que dispone de elementos
suficientes para solicitar el enjuiciamiento del imputado, cuándo propondrá la acusación
y, de la misma manera, podrá solicitar el sobreseimiento del proceso.
En conclusión, la obligación del Estado de investigar y sancionar legalmente los delitos
contra los derechos humanos y los delitos de lesa humanidad cometidos dentro del
Territorio Nacional, bien por los particulares, bien por sus autoridades, no implica ni
autoriza la subversión del ordenamiento procesal penal vigente, consagrado en el Código
Orgánico Procesal Penal. En efecto, el monopolio respecto del ejercicio de la acción
penal en el sistema acusatorio venezolano le corresponde al Estado por intermedio del
Ministerio Público, quien deberá “ordenar y dirigir la investigación penal de la
perpetración de los hechos punibles para hacer constar su comisión con todas las
circunstancias que puedan influir en la calificación y responsabilidad de los autores o las
autoras y demás participantes, así como el aseguramiento de los objetos activos y
pasivos relacionados con la perpetración” (artículo 285.3. de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela). Verificadas dichas circunstancias, el fiscal
procederá a ejercer en nombre del Estado la acción penal ex artículo 285.4 eiusdem.
(…)
La exclusión, de una acción penal fundamentada en el artículo 29 constitucional,
del Ministerio Público, e incluso proceder a investigar y verificar la comisión de los
delitos de lesa humanidad sin su concurso o participación, implicaría una usurpación de
funciones y un desconocimiento expreso de las atribuciones conferidas por el ya
comentado artículo 285 constitucional y de los principios del sistema acusatorio. Ello
conllevaría a la aplicación del desechado procedimiento penal inquisitivo “en el cual los
jueces podían rebasar en la condena la acusación y aun prescindir de ésta, investigando
y fallando sin más” (G. CABANELLAS. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual.
Buenos Aires, Heliasta, Tomo VII, pág. 451, 1998).
Sin embargo, la dirección de la investigación por parte del órgano en mención no
excluye que puedan ser los tribunales de control los instructores, actuando siempre bajo
su supervisión, al objeto de garantizar la legitimidad de la prueba y la autenticidad de la
evidencias que obtenga, siempre que estos tribunales, coayuvantes en la investigación, no
sean a su vez juzgadores. Ello supone necesariamente que será otro juzgado de control el
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que admitirá la acusación y dictará, previo el cumplimiento de los requisitos de ley, las
medidas de coerción personal o cautelares a que haya lugar.
(…)
Cuando la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela habla de
tribunales ordinarios se refiere tanto a ordinarios como a especiales, los cuales deben
atender, como antes se apuntó, a la reserva legal. Hay tribunales especiales admitidos por
la Constitución (artículos 258 [en materia arbitral –justicia de paz-], en concordancia con
el artículo 178; 259 [jurisdicción contenciosa]; 260 [jurisdicción de los pueblos
indígenas]; 261 [jurisdicción penal militar]; 297 [jurisdicción contencioso electoral]), en
contraposición a los tribunales prohibidos por ella, ex artículo 49.4 [tribunales de
excepción].

En suma, todo juez predeterminado por la ley es natural, es decir, ordinario, por
oposición a los tribunales de excepción. Los tribunales militares son ordinarios, aunque
sean especiales, pues ordinario no se opone a especial sino a excepcional (juez ad hoc)
vedado por el artículo 49.4 constitucional (Juan Montero Aroca, Sobre la imparcialidad y
la compatibilidad de funciones procesales, Valencia (España), tirant lo blanch alternativa,
1999).
(…)
De la clasificación del término "jurisdicción", nos es útil el de "jurisdicción
especializada o especial", pues él refiere aquellos casos en que existen organismos o
autoridades estatales, dotados de jurisdicción por parte del Estado, para decidir y aplicar
el derecho en determinadas materias, independientemente de la existencia de los
tribunales judiciales, quienes históricamente están dedicados a procesos de jurisdicción
ordinaria.
De acuerdo con lo dicho hasta ahora, ¿cuál es el sentido que debe atribuirse a la
expresión tribunales ordinarios a los cuales se refiere el artículo 29 constitucional? La
Exposición de Motivos es meridianamente clara al referir que la Constitución impone al
Estado la obligación de investigar y sancionar legalmente los delitos contra los derechos
humanos cometidos por sus autoridades, al tiempo que establece, sin excepción, que las
violaciones de tales derechos y los delitos de lesa humanidad serán investigados por los
tribunales ordinarios, al objeto de excluir a los tribunales militares o de excepción de
cualquier investigación al respecto.
(…)
Colofón
1.- No puede un tribunal penal ordinario actuar ex oficio en los casos de denuncias o
acusación por la presunta comisión de los delitos de lesa humanidad, previstos en el
artículo 29 constitucional; debe existir acusación o querella por parte del Ministerio
Público o por parte de la víctima –en cuyo caso, la documentación respectiva deberá
remitirse al órgano instructor-, previa investigación de los hechos inquiridos y de la
instrucción respectiva.
2.- La investigación, instrucción y comprobación de los hechos denunciados ante la
presunta comisión de los delitos contemplados en el antedicho artículo 29, corresponde al
Ministerio Público o a los órganos que actúen bajo sus supervisión, por lo tanto, no puede
un Tribunal de Control –ordinario- admitir denuncias o acusaciones por la presunta
comisión de delitos de lesa humanidad ni instar y remitir las actuaciones a dicho órgano,
puesto que ello implicaría la subversión del sistema de corte acusatorio sobre el que
descansa el proceso penal, y, por ende, el debido proceso. Sin embargo, los juzgados de
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control podrán ejercer actos de investigación bajo la supervisión del Ministerio Fiscal,
conforme lo indicado supra.
3.- Cuando la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela habla de
tribunales ordinarios se refiere tanto a ordinarios como a especiales, los cuales deben
atender, como antes se apuntó, a la reserva legal, toda vez que la obligación por parte del
Estado de investigar y sancionar legalmente los delitos contra los derechos humanos y los
delitos de lesa humanidad cometidos por sus autoridades, establece, sin excepción, que
serán investigados por los tribunales ordinarios, al objeto de excluir a los tribunales
militares o de excepción de cualquier investigación al respecto.

Así, los ciudadanos inculpados –bien que se trate de altos funcionarios (artículo
266 constitucional, numerales 2 y 3), o de funcionarios subordinados por órdenes
superiores- por los delitos contra los derechos humanos y los delitos de lesa humanidad,
deben ser juzgados por aquellos tribunales ordinarios que lo sean según la competencia
que le haya sido atribuida, en concordancia con la condición del sujeto imputado.

4.- La interpretación que debe darse al artículo 29 de la Constitución a fin de


hacerlo compatible con el proyecto axiológico de ella y con el sistema acusatorio –
proceso penal venezolano-, es que en las causas por la presunta comisión de los delitos de
lesa humanidad, la investigación corresponde exclusivamente al Ministerio Público o a
los órganos que estén bajo su supervisión y el juzgamiento a los tribunales ordinarios, en
el sentido indicado supra, en atención al debido proceso, previsto en el artículo 49
constitucional, en concordancia con el artículo 257 eiusdem.
5.- En los casos del Presidente de la República, del Vicepresidente Ejecutivo o
Vicepresidenta Ejecutiva, de los o las integrantes de la Asamblea Nacional o del propio
Tribunal Supremo de Justicia, de los Ministros o Ministras, del Procurador o Procuradora
General, del Fiscal o la Fiscal General, del Contralor o Contralora General de la
República, del Defensor o Defensora del Pueblo, los Gobernadores o Gobernadoras,
oficiales, generales y almirantes de la Fuerza Armada Nacional y de los jefes o jefas de
misiones diplomáticas de la República, el artículo 377 del Código Orgánico Procesal
Penal prevé expresamente que corresponde al Tribunal Supremo de Justicia en Sala Plena
-artículo 266 constitucional, numerales 2 y 3- declarar si hay o no mérito para su
enjuiciamiento, pero “previa querella del Fiscal General de la República”. También debe
mediar la autorización del enjuiciamiento por parte del órgano que corresponda, de
acuerdo con lo dispuesto por el artículo 378 eiusdem, en concordancia con el referido
artículo 266 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, preceptos que
no excluyen ningún delito, sea común o político, de este procedimiento.
En lo que atañe al caso específico del Fiscal o de la Fiscala General de la
República, órgano que ostenta el monopolio de la acción penal, conocerá de la respectiva
solicitud de antejuicio de mérito un Fiscal o una Fiscala General Suplente, designado (a)
para el caso concreto.
6.- El proceso que debe seguirse para la investigación y juzgamiento de la presunta
comisión de delitos de lesa humanidad es el establecido en el Código Orgánico Procesal
Penal, fundamentalmente de corte acusatorio, donde la instrucción está encomendada al
Ministerio Público –fase preparatoria- y el juzgamiento a los Tribunales de Control –fase
intermedia- y Tribunales de Juicio –fase de juicio oral-.

7.- La responsabilidad penal en las causas por delitos de lesa humanidad (delitos
comunes) se determinará según lo disponen la Constitución de la República Bolivariana
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de Venezuela y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional suscrito por


Venezuela, en cuanto a la parte sustantiva; y el Código Orgánico Procesal Penal en
cuanto a la parte adjetiva.”

Contrario a otros pareceres, no percibimos en este fallo, la negativa en cuanto a la


llamada subsidiaridad o complementariedad de la asunción jurisdiccional por parte de la
CPI, si el Estado Venezolano, a través de sus órganos fiscales o jurisdiccionales, en los
términos expresados en la anterior sentencia, no asume la necesaria sanción por la
comisión de crímenes. Es decir, creemos entender del fallo que la ordinarización para
juzgar crímenes que asuma la CPI, es sucedánea a la impunidad local por la inacción
pública a sancionar tales crímenes.

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