Propiedad Privada

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DERECHO A LA PROPIEDAD Y LA INVASIÓN EN VENEZUELA (2011)

DERECHO CONSTITUCIONAL A LA PROPIEDAD PRIVADA

EN VENEZUELA, EL DERECHO A LA PROPIEDAD ESTÁ CONSAGRADO EN


LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA DE
1999 EN EL ARTÍCULO 115:

ARTÍCULO 115. SE GARANTIZA EL DERECHO A LA PROPIEDAD.

Toda persona tiene derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes. La
propiedad estará sometida a las contribuciones, restricciones y obligaciones que
establezca la ley con fines de utilidad pública o de interés general.

Sólo por causa de utilidad pública o interés social, mediante sentencia firme y
pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de
cualquier clase de bienes.

En el citado artículo, está establecido el derecho a la propiedad, para garantizar el


uso, goce y disposición sobre los bienes de los cuales se detenta, la cual es
aplicable al conglomerado social incluso al propio Estado que solo podrá despojar
al poseedor de este derecho a la propiedad mediante la institución de la
expropiación por causas de utilidad pública o interés social, y bajo ciertas
condiciones que se deben cumplir.

Fuera de este panorama anterior toda persona tiene la plena garantía de que su
derecho a la propiedad es inviolable. Tanto así que en la reforma del código penal
del 13 de abril de 2005, el Estado Venezolano decidió proteger el derecho a la
propiedad, con la sanción más enérgica con la que cuenta el derecho la cual es la
sanción penal.

DELITO DE INVASIÓN Y DERECHO A LA PROPIEDAD

El tipo penal Invasión quedó señalado en el Titulo X De los Delitos que atentan
contra el derecho a la propiedad, capítulo VI, artículo 471-A del Código Penal de
Venezuela, que establece lo siguiente:
Art. 471.A.- Quien con el propósito para sí o para un tercero provecho ilícito,
invada terreno, inmueble o bienhechuría, ajenos, incurrirá en prisión de cinco años
a diez años y multa de cincuenta unidades tributarias (50 U.T.) a doscientas
unidades tributarias (200 U.T.).

El solo hecho de invadir, sin que se obtenga provecho, acarreará la pena anterior
rebajada a criterio del juez hasta en una sexta parte.

La pena establecida en el inciso anterior se aplicará aumentada hasta la mitad


para el promotor, organizador o director de la invasión.

Se incrementará la pena a la mitad de la pena aplicable cuando la invasión se


produzca sobre terrenos ubicados en zona rural.

Las penas señaladas en los incisos precedentes se rebajarán hasta en las dos
terceras partes, cuando antes de pronunciarse sentencia de primera o única
instancia, cesen los actos de invasión y se produzca el desalojo total de los
terrenos y edificaciones que hubieren sido invadidos.

Será eximente de responsabilidad penal, además de haber desalojado el


inmueble, que el invasor o invasores comprueben haber indemnizado los daños
causados a entera satisfacción de la víctima.

El sujeto activo del delito de invasión es indeterminado ya que se trata de


cualquier persona que atente contra el derecho a la propiedad de otro sujeto,
quien será el sujeto pasivo y quien es determinado, ya que no puede ser cualquier
persona, la cualidad de destinatario del delito de invasión se la otorga ser titular
del derecho a la propiedad sobre algún bien inmueble el cual pueda ser Objeto del
Delito y es de destacar que se tiene que tratar de un bien inmueble como por
ejemplo: un terreno, una casa, apartamento, local, galpón, entre otros.
Los elementos para que el hecho particular encaje en este tipo penal de invasión,
son que el sujeto activo atente contra el derecho a la propiedad del sujeto pasivo,
sin permiso ni autorización de éste último, mediante incursión voluntaria y violenta
en el inmueble de su propiedad con el ánimo de apropiarse del mismo de manera
forzosa y de obtener beneficios para sí o para terceras personas, beneficios los
cuales se traducen en:

Apropiarse ilícitamente del bien inmueble, ocuparlo, dañarlo, y hasta vender el


derecho de permanencia en el mismo a otras personas, en pocas palabras usar,
gozar y disponer del inmueble como si fuese propietario pero de facto.

La pena aplicable a este delito de invasión varía de acuerdo al grado de


participación en el mismo para la lesión del derecho a la propiedad, lo cual se
traduce en penas restrictivas de la libertad y penas accesorias de carácter
pecuniario.

De no obtener ningún provecho del inmueble invadido, es decir por el solo hecho
de ocupar ilegalmente el inmueble la pena arriba establecida por el delito de
invasión podrá ser rebajada a una sexta parte de acuerdo a la sana critica del
juez, esto es lo que en derecho penal se conoce como atenuante, que es
simplemente una conducta que favorece al imputado para que le sea aplicada la
pena en su límite inferior.

El legislador quiso también castigar al Autor Intelectual del delito de Invasión ya


que consideró que de no ser por esta persona difícilmente se hubiere cometido el
acto antijurídico, que atenta contra el derecho a la propiedad, al orden público,
seguridad jurídica, el bien común y la justicia; este es el caso previsto en el
segundo parágrafo de la norma in comento, el cual establece que para la persona
que organiza, dirige o promueve la invasión, la pena será aumentada hasta la
mitad.

El mismo aumento de pena indicado supra lo sufrirá quien lleve a cabo la invasión
de terrenos de zonas rurales.
Ahora bien, si bien es cierto que el Legislador quiso ser suficientemente punitivo
en la redacción de este delito de invasión, para procurar garantizar el derecho a la
propiedad, también consideró las atenuantes de responsabilidad e inclusive las
eximentes.

Es así, como determinó que gozarán de rebajas en las penas en cualesquiera de


los casos anteriores los sujetos activos quienes una vez iniciadas las acciones de
invasión no continúen con sus aspiraciones de permanecer en el inmueble
invadido y lo desocupen dejando el inmueble libre de personas y cualquier tipo de
mobiliario, siempre y cuando estas acciones de desistimiento y desocupación
ocurran antes de que algún tribunal se pronuncie mediante sentencia.

Y quedará libre de cualquiera de las responsabilidades penales antes


mencionadas los sujetos activos que desistan de sus acciones ilícitas de invasión,
desalojando el inmueble y además indemnizando de alguna manera a los sujetos
pasivos por la violación al derecho a la propiedad, y además reparando el daño
causado a satisfacción de la víctima.

En cuanto a los atentados contra el derecho a la propiedad, debemos citar la


sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de
Venezuela, número 1881 del 8 de diciembre de 2011 (caso: Martín Javier Jiménez
y Rafael Celestino Belisario), que estableció lo siguiente:

(…)Ahora bien, en atención a los hechos expuestos, precisa la Sala analizar el


contenido del los artículos 471-a y 472, ambos del Código Penal, que establecen
los tipos penales referidos a la invasión y a la perturbación violenta de la posesión
de bienes, previstos, respectivamente, mediante los cuales fueron condenados los
ciudadanos arriba mencionados

(Omissis)

De la lectura de ambas disposiciones sustantivas, se desprende que tanto una


figura como la otra – invasión y perturbación a la posesión pacífica- llevan implícita
la probanza, del derecho que se pretende violentado –propiedad o posesión-. Así,
es menester la existencia de un instrumento demostrativo del derecho que se
alegue, y el cual se vea cercenado por la invasión o la perturbación.

De lo que resulta evidente, que para la consumación de ambos delitos se requiere


la incuestionable propiedad o posesión sobre el bien inmueble objeto del delito,
por parte de quien resultare víctima en la causa penal, de lo que se deriva la
cualidad de ajeno –perteneciente a otra persona– para el infractor, como elemento
constitutivo del tipo.

Asimismo, resulta relevante destacar que, el tercer aparte de la primera de las


disposiciones comentadas -artículo 471-a del Código Penal-, establece como
agravante específica, que la invasión se lleve a cabo “sobre terrenos ubicados en
zona rural”.

Resultando obvio el aumento de las penas en estos casos, porque no sólo se


atenta contra propiedad sino, que adicionalmente pudiera atentarse contra la
seguridad agroalimentaria. Sin embargo, tal como se indicara ut supra, es requisito
indispensable la probanza del derecho que se entiende amenazado, de lo que se
deriva la irregularidad de la ocupación, ya que al encontrarse en discusión la
legitimidad en la ocupación, se adolece de uno de los elementos del tipo penal.

(Omissis)

De modo que, si surgen situaciones de donde emerge una disputa por el derecho
legítimo que se procure sobre dichos bienes, entre quien se pretenda propietario o
poseedor y quien se señale como ejecutor de los delitos previstos en los artículos
comentados, mal podrá entenderse materializado el ilícito comprendido en
cualquiera de los dos artículos, y por ende no será competente para resolver tal
conflicto el juez penal, sino el de la jurisdicción que según la naturaleza del
conflicto corresponda.
Ahora bien, de la lectura de los artículos que contienen los tipos penales
mencionados –invasión y perturbación violenta de la posesión- se extrae que en
ambos casos los verbos rectores – invasión y perturbación- se relacionan con
bienes inmuebles, terrenos o bienhechurías en general, sin hacer distinción en
cuanto al uso o destino que se le viniere dando a los mismos.

De lo que se deviene que para que en primer caso se materialice el delito se


requiere el ánimo delictivo de obtener un provecho injusto de esa ocupación ilegal,
y en cuanto al segundo caso, esa posesión del inmueble debe entenderse
“pacífica”, en su sentido estricto, es decir, que no medie conflicto o disputa en
cuanto a la misma.

De manera que, adicionalmente a los elementos que componen los dos tipos
penales bajo análisis, dos son los requisitos indispensable para entender que se
está en presencia de alguno de los dos supuestos, por un lado el ánimo de
obtener un provecho injusto, vale decir que no se posea ningún título que acredite
derecho alguno sobre el bien objeto del delito, y en caso del segundo supuesto,
que no exista disputa alguna sobre la titularidad del bien, de ser así, mal podría
entenderse la posesión como pacífica.

Dicho esto, en el entendido que el caso en estudio, el solicitante alega, que en el


mismo se juzgaron hechos cuyo conocimiento corresponde a la jurisdicción
agraria, pasa la Sala a verificar la competencia de esta Jurisdicción, a los fines de
determinar sus asertos.

(Omissis)

La naturaleza de la actividad agraria fue objeto de estudio y análisis por esta Sala
Constitucional mediante fallo Nº 262/2005, en la cual se estableció que la actividad
agraria constituye

“(…) una actividad sometida en mayor o menor grado a un régimen estatutario de


derecho público que ha sido objeto de tutela por parte del legislador, no sólo
mediante una serie de medidas relacionadas directamente con el régimen
sustantivo de los derechos (vgr., la afectación de uso y redistribución de las
tierras), sino mediante la creación de una jurisdicción (competencia) especial que
permita a los particulares un acceso directo a órganos jurisdiccionales
especializados; que estén en capacidad de atender con criterios técnicos,
tomando en consideración el interés general de asentar las bases del desarrollo
rural integral y sustentable, asegurando la vigencia efectiva de los derechos de
protección ambiental y agroalimentario de la presente y futuras generaciones (Cfr.
Artículo 1 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario)”.

De ello resulta que, en efecto, la jurisdicción especial agraria es la llamada a


amparar los principios constitucionales previstos en los artículos 2, 26, 49, 305 y
307 y que el legislador concentró en el artículo 1 de la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario, como la consolidación de los mismos dentro de un estado democrático,
social de derecho y de justicia, en la búsqueda de la profundización de los valores
constitucionales de desarrollo sustentable, inherentes a la seguridad
agroalimentaria y a la justa disponibilidad suficiente de alimentos de calidad,
distribución de la riqueza y planificación estratégica, democrática y participativa;
así como la mejora de la calidad de vida de la población campesina, y el logro de
un desarrollo armónico y viable en el contexto de la justicia social que toda
actividad agraria persigue.

(Omissis)

Bajo estas consideraciones, no resultan aplicables a los casos en los cuales exista
un conflicto entre particulares, originados por la producción agroproductiva, los
tipos penales establecidos en los artículos (Sic) 471-a y 472 del Código Penal, si a
través de la investigación iniciada por el Ministerio Público, se evidencie una
disputa en relación al derecho invocado sobre el inmueble objeto del proceso, bien
sea mediante las figuras establecidas en el Código Civil Venezolano o mediante
cualquiera de estos títulos, debidamente otorgados por el organismo facultado
para ello –Instituto Nacional de Tierras-icono-transparencia-3a alguna o ambas
partes, pues, en tales casos compete al juez de primera instancia agraria, –quien
debe velar por el mantenimiento de la seguridad agroalimentaria del Estado y el
aseguramiento y biodiversidad ambiental- la resolución de las demandas entre
particulares que se inicien con ocasión de la actividad agrícola. Y así se decide.

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