Alarcón, Guerra A La Luz de Las Velas (Segunda Parte)
Alarcón, Guerra A La Luz de Las Velas (Segunda Parte)
Alarcón, Guerra A La Luz de Las Velas (Segunda Parte)
(@) indice
GUERRAA LALUZ DE LAS VELAS
Título original: rX/at by Candlelight: Stories
.
Avda. Universida d 7 67, Col. del Valle, 03 I 00, México
Ediciones Santillana S. A.
Suicidio en la Tercera Avenida 8l
Calle 80, 1023, Bogotá, Colombia
. Aguilar Chilena de Ediciones Ltda. Lima, Perú, 28 dejulio de 1979 103
Dr. Aníbal Aristía l444,Provid.encia, Santiago de Chile
. Ediciones Santillana S. A.
Constitución 1889, I 1800, Montevideo, Uruguay
Ausencia 119
. Sanrillana de Ediciones S. A.
Avenida Arce 2333, Bxrro de Salinas, La Paz, Bolivia El Señor va montado sobre una nube veloz t43
. Santillana S. A.
Avda. Venezuela 276, Asunción, Paraguay
. Aguilar, AJtea, Taurus, Alfaguara, S. A.
El visitante r53
Leandro N. Alem 720 Cl00IAAB Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Guerra alaluz de las velas 161
ISBN 9972-232-13-l
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del perú N. 2006-5279 Florida 205
Registro de Proyecto Editorial N. 1 1501400600395
Primera edición: julio 2006
Tiraje: 1500 ejemplares Sobre la ciencia de estar solo ))7
Impreso en el Perú - Printed in Peru
Metrocolor S. A.
Los Gor¡iones 350, Lima 9 - Perú
ljn muerto fuerte 253
-¡Hermano! -gritó
el conduct or abalanzándose contempló a sus verdugos con horror. Los periódicos los
sobre él-. ¡Hermano mío! llamaron terroristas. En Lima, Fernando se estremeció de
Fernando podía oír al hombre respirando, llenan_
,
do sus pulmones de oxígeno, reponiéndáse. Lloraba
miedo. Muy pronto el gobierno reaccionaría con tanta o
y se más violencia.
le veía asustado.
El 13 de julio de 1986, Carmen nació en el tercer
mío, Dios mío, Dios mío _murmuraba. piso de un hospital público del centro de Lima.
-Dios
Un delgado hilo de sangre manaba de su labio in_
^ Con la llegada de Carmen, Fernando y Maruja
ferior. Los hermanos se Fernando se enamo_ se sintieron vivos finalmente. Era como si hasta ese mo-
ró de su pueblo. ^brar^ion,y
mento hubieran estado durmiendo. Él rro recordaba ha-
ber visto a ninguna persona más bella que Maruja aquella
mañana mientras daba a luz a su htja, y cuando Carmen
durmió por primera vez sobre su pecho se sintió comple-
to. Pero al cargarla se dio cuenta de que había apostado
VIII. Carmen, lgBG su propia vida: que quizás la guerra no le concedería el
tiempo suficiente para verla crecer. Mientras estaban aún
Su madre murió. T.ima aceptó su tristeza y le re_ en el hospital, le confesó a Maruja que tenía miedo. Su
galó un mes de días nublados. En el funeral, Fernando respuesta fue que ella siempre lo había tenido.
tomó a Inés de la mano. La guerra había empeorado. Carmen fue un accidente. Maruja nunca estuvo
Parecía que la ciudad caería en cualqui.,
-o-i.rto. En del todo convencida, hasta que cargó a la niña y des-
Lima, la gente procuraba proseguir .o., ,l'r, vidas como cubrió que de nuevo podía amar con tal intensidad. Le
si nada esruviera ocurriendo, p.io ya nadie dormía cerca contó a Fernando que no esperaba volver a encontrar esa
t9) ().)
I
capacidad clentro de sí. La salud de Fernando mejor.ó, y do, pero ninguna imagen le vino a la mente: ni su sonrisa
empezó a llevar a Carmen con él a todas parres. Disfrtr- di..,t.tdr, ni"su cabellá .ntr..,to, ni sus cejas pobladas o
- taba cambiando pañales. Viajaba en autobús con su hija su rostro surcado de arrugas. Eso lo inquietó' Iba
a cono-
dormida en su regazo. En sus reuniones, mientras sus cer a la viuda de ese hombre, y la perspectiva de su
tris-
que
camaradas gritaban y gesriculaban, Fernando mecía a la teza lo intimidaba. Caminó hacia la casa, seguro de
niña y le susurraba canciones infantiles al oído, para que sus pies recordarían el camino. su hija bostezó.
Abrió su
no se asustara por el ruido de las voces. diroinut, boca, parpadeó y luego se volvió a dormir' Fue
Un día Maruja trajo un mapa a casa, y ambos lo cuestión de un i.rr,".r,.. El cabello se le había caído unas
sujetaron a la pared de su dormitorio. Aquella noche, cuantas semanas después de nacer: era fino' de un
casta-
cuando su hija se durmió, se pararon frente a él tomados ío rojizoy lacio corno el de su madre' Fernando la cobijó
de la mano, maravillados ante el tamaño del mundo. Re- en su sombra Para que el sol no la despertara'
confortaba saber lo minúscula que era su guerra, y pensar Caminaba por una calle polvorienta a pocas cua-
que había lugares en los que su lucha no aparecía en los dras de la parada del autobús cuando un niño se
Ie acercó
noticieros. mirándolo fijamente. Apareció de improviso por e-ntre las
Pero en público, ninguno mostraba señales de sombras d. Í, á. una tienda' como si lo hubiera
rendirse. Maruja seguía con su sindicato. Fernando viaja- ".rtr"d"
estado esperando.
ba al interior del país, viajes relámpago en los que visitaba
--Oig", señor -le preguntó-, ¿es usted el hom-
universidades de Piura y asistía a reuniones sindicales en bre de la ciudad?
Huancavelica. Luego tomaba el autobús nocrurno para Diio ciudad como si fuera un lugar lejano' Fer-
llegar a ver a su hija en su cuna. Su promesa, la de .r,rr." nando ,t.[ó .o., la cabezay siguió caminando'
más salir de Lima, no volvió a ser mencionada. Pero el niño insistió. Tenía una voz grave para su
Un día llevó a Carmen consigo a la casa de un sin- tamaño, o quizás era pequeño para su edad'
dicalista asesinado en San Juan de Lurigancho, a donde le lo está esperando' La señora Aronés'
habían ordenado que fuera para ofrecer las condolencias -p,ila viuda?
del Partido. Era de día y en un lugar seguro, pensó é1, -¿La mamá el niño con sequedad' Se pro-
pero odiaba rener que cumplir con esre encargo. El hom- -Mi -dijo
tegió del sol con una mano-' Me dijo que usted ven-
bre había vivido en aquella parte de la ciudal construida dría.
de entre el polvo. El autobús dejó a Fernando frente a Fernando siguió al niño' cómo está ella?
un puesto de periódicos. Era un día caluroso, inexplica- -¿Y
blemente soleado. lJnos niños de ropa andrajosa miiaron -preguntó. de allá es la casa'
pasar a Fernando, mientras su bebita dormía contra su -Esa algo que Pueda hacer?
pecho, qena a todo. Él había estado aquí, en esta misma -¿Hay
El niño frunció el ceño'
casa, en una noche oscura hacía muchísimo tiempo. Fer- era su amigo?
nando había tenido una reunión con el hombre asesinr- -¿Usted juntos'
-tabajábamos
194 195
-Discúlpame.
l9u -U l()()
X. Mateo, 1989 'l
t
Mateo
de no mirar por las ventanas
-l}atamos su bebida.
terminando
-dijo
Una noche Fernando visitó a Mareo en su me ha estado vigilando, Mateo'
depar_
tamenro. Era noviembre. pronto la ciudad
se poniría
-Alguien
me sorprende.
hermosa una vez más. Los hermanos se
abrazaron con -No
Mateo sabía exactamente en lo que andaba meti-
afecto; aunque vivían cerca uno del otro,
no se fr"UJ", do su hermano. Aunque nunca habían hablado de ello,
visto en varios meses. Fernando se sentó y
Mateo le trajo ambos estaban convencidos de que conocían a la mis-
algo de tomar.
ma gente, solo que desde distintos frentes. Y estaban en
departamenro me está matando, Nano lo cárrecto. Mateo era oficial de la Policía Nacional del
-Este
dijo.
-le Tenía las cortinas Perú.
corridas. Todos los muebles es_ pasó? Preguntó.
taban cubiertos de polvo. -¿Qué -lerobaron
otro día me el carro, cerca de la uni-
de lugar los muebles, -El
-Cambiaste ¿no? _pre_ versidad...
gunró Fernando.
que de por sí no significa nada.
todo hacia el
cenrro. Lejos de la ven_ -Lo claro que no rió Fernando-. Es un
-Movimos
tana_-dijo Mateo asintiendo distraídam.ír.-. po. la, -§6, -se
pedazo de mierda inservible, aunque es sorprendente que
bombas.
no haya ocurrido antes. Pero lo extraño fue lo que ocu-
Afuera, a lo largo de la avenida, a solo treinta
me_ rrió luego. Hice la denuncia a la Policía. Me tuvieron es-
tros de la ventana de Mateo, había una pared
de ladrillos p.rrndo en la comisaría. Y luego, menos de dos horas
con las palabras pRoutstno DETENERSE, HAy
oRDEN DE iespué, del robo, apareció un policía y me dijo que ha-
DISIARAR. Detrás de la pared había
una instalación mi_ bían encontrado mi carro.
litar. Cada sesenta o setenta metros había ,r.r"
,o.r.t" d. En Lima los automóviles robados nunca aPare-
vigilancia, cada una con un soldado armado
en su inre_ cen, por [o menos no de esa manera, no hasta después
rior' Mateo le había supricado ar propieta¡io
del edificio d. q,r. los han desarmado los pirañas. Y Mateo 1o sabía'
que les permitiera a él y ru frmilia mudarse
" no estuviera a otro de- Todo el mundo sabía eso.
partamento cuya ubicación ran comprome_ Fernando prosiguió.
tida. Nunca ruvo éxito.
llevaron a donde estaba, justo en el lugar
El sof;í se enconrraba en medio de la habitación; -Me
en que lo había dejado. Estaba exactamente igual a como
en cada venrana había pegadas dos tiras una pausa y se
de cinta aislante antes de que hiciera la denuncia
formando una equis. -hizo
inclinó ,otr. la mesa hacia \z[¿¡s6-. Pero faltaba mi
evitar que la venrana reviente hacia maletín.
adentro.-Para _¿Estas seguro?
Fernando asintió. Él habfa hecho lo mismo
en su
departamento. Los vecinos de Mateo se habían -Desapareció.a él?
mudado- Preguntar Por
-¿Regresaste
200
20I
Fernando asintió.
_No debiste haberlo hecho _dUo XI. Oxapampa, 1989
diendo la cabeza_. Mareo sacu_
¿eué ,. d4...rrl (Jnas semanas antes de Navidad, el Partido le pi-
que es rlrr"j una especie de
-parece político, dió a Fernando que hiciera un viaje. Él .to le contó a Ma-
¿no?
tú ruja a dónde iba, aunque ella debe haberlo sospechado.
-¿y quéhizo
Fernando
respondiste?
No informó alaUniversidad que tomaría una licencia, ni
una pausa
L '--.. y
l tomó aliento, cansa-
do. No había dormido. planeaba estar fuera por mucho tiempo. Fernando tomó
pregunté un autobús a Huancayo, y en la ruidosa estación conoció
dónde mierda estaba
-Les _Mateo se levantó de mi maletín. a su contacto, un camarada del Partido. Juntos viajaron
-¡Nano! un salto_. fuera de Huancayo, se internaron en el valle hacia el nor-
¿Cómo has hecho eso? ¿Cómo p".a.,
despreciar ranro ru
propia vida? te, y luego en la selva. Pasaron una noche en Oxapampa,
lo
sé. La cagué. Bqó lami¡ada alojados con nombres falsos en un hotel de la localidad,
dedos de-No
los pies denrro d".
y movió los y despertaron con picaduras de pulgas y calambres en el
JJ*or. cuello. Caminaron los siguientes dos días y luego se en-
-Nano .u "u,
h..-rr.,- ' Mírame.
l\/ft,-^^ ¿Qué
.t-\, ,
había .i-lLín? -dijo renías contraron con otro hombre, que los llevó más lejos aún.
", ¿eué .,, n',
papeles. Y fue entonces, en un claro a tres días de cualquier lugar,
-Documenros. Nombres. No lo sé con
exacrirud. que Fernando conoció a los guerrilleros. José Carlos lo
euizás nada.
estaba esperando.
-¿Nada?
Súbitamente, Los combatientes eran jóvenes, tenían miedo y
Fernando sintió miedo.
no se lo he contado a Maruja. cargando sus armas se veían más chiquillos aún. Recién
-Todavía habían empezado a vivir. Nunca habían leído a Marx ni
está implicada? _preguntó
-¿Ella Mateo. habían oído hablar de Castro. Algunos nunca habían
-No.ú? ¡l estado en Lima. Había poca fanfarronería en ellos, casi
-¿Y
Fe¡nando nada de ese pavoneo que uno tiende a asociar con quien
los ojos, pero no respondió.
Cuando los abrió, 1e-rró
Mateo ,.g;, d" lleva un arma. La selva era oscura y húmeda. En el cam-
é1. Los hermanos se f,i. . ir.lirado sobre pamento, hicieron espacio para el visitante de Lima en
mirarol .l ,rrá al ot¡o duranre
insrante, en silencio. un una de las carpas de color verde oliva. Fernando pensó
Mateo se dejó caer nuevamente que todos lucían enfermos, demacrados, exhaustos. Por
sobre su silla.
cerco se está estrechando, un momento, sintió vergienza.
dado. -EI Nano... Ten cui_ Había un claro en el que los rebeldes aprendían
los principios básicos del combate. Por las mañanas,
se separaban en escuadrones y se internaban en la sel-
va; hacían ejercicios, aprendían a usar sus armas. Se
escondían unos de otros y disparaban a las ramas de
202
20.]
árboles ubicados a cien merros
de distancia. Arrojaban Levantó la cabeza hacia arriba Y a través de la bó-
piedras a diversos blancos, como
si fueran g.rí"J"r. veda de vegetación tupida logró ver un trozo de cielo in-
Fernando los observaba arrojarlas,
contar _uno, dos, flamado.
tres, cuatro_ y susurrar el resultado
de la inminent. esto volverá a ser nuestro! ufla vez
explosión:
-¡Todo -dijo
Bum. más.
Y sus palabras lo llenaron de un gozo inexplica-
Quienes lo vieron en aquel entonces describen
Fernando como una persona a ble, incluso de esPeranza.
dinámica, brill"ot.,
blaba de los sacrificiás que aún l;;;"_ Aún estaba vivo.
io, ,grr.aaban y de las
injusticias que habían fortarecido
su decisión. No había
pregunta que Io animara más ni
que desatara más o"rio
nes en el por qué..por q.,é nt había
Ílqy.
por qué había llegado .l mom.rtoi
;r.;;;;..ir";r,
por qué estaba asegu_
radala victoria.
Todo le sal,a del corazóo, pero él
lo expresaba
con las manos, Ios brazos, .o.,
todá .,, .;;;^"'í^::: ,
I. n.g"b", l;";;;.".ión a l, g..,,.,'ilJ;p;rlru;Í
trabajaban Ia tierra.que nunca
poseerían; por qué sus
mad¡e.s tenían que limpiar
casas ,;.r"r, por qué sus tíos
no dejaban de rrabajai harta qrárrr.
ciegos. por qué
Ios derrotados buscaban ta Hi.ialá.""i;'iltil, ;.,
qué la riqueza traía depravación. por
qué la historia era
cruel y maniática; por qué debía
haber derramamienros
oe sangre.
Parado delante de un mapa
sujeto al rronco cu_
bierro de musgo de un árbor de'r"
,.r.,r", Fernando re_
corría con el dedo los picos de
los Andes, l" .ol.r-r,
vertebral de su continente, y le
contaba d h;r"pi.;';
Brupo de áombati..,.., to q,r.'et-o.yj
li:Hí'[ltado,
nasta el rnstante de su muerte ese mismo r
día:
esto volverá a ser nuesrro _dUo.
-Todo
Y sonrió mientras los demás repetían
con pasión
lo que él había dicho. Se deleitó con
el sonido de sus vo_
ces, cada vez más fuertes.