Escobar, A. (2014) - Genealogía Del Desarrollo.

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En la visión de su famoso Punto IV, la clave para reprodu-

cir en el mundo entero las características de las sociedades


avanzadas (altos niveles de industrialización y urbaniza-
ción, tecnificación de la agricultura, rápido crecimiento de
la producción material y los niveles de vida, y adopción ge-
neralizada de la educación y valores “modernos”) era una
juiciosa combinación de capital, conocimientos expertos y
tecnología. En pocos años, este sueño recibió el respaldo
universal de los poderosos del mundo; no solo esto, por
varias décadas pareció volverse hegemónico en la vida eco-
nómica, social y cultural de muchos pueblos (Esteva, 1992;
Escobar, 1996). Hoy en día pareciera que se avizora, final-
mente, el fin de esta era.
La primera parte de este ensayo repasa brevemente las
discusiones académicas (y, en menor grado, políticas) sobre
el “desarrollo” y el “postdesarrollo”. La segunda analiza
algunos aspectos resaltantes de la coyuntura actual como
trasfondo. La tercera aborda las cinco tendencias que con-
sidero más novedosas en los estudios críticos del “desarro-
llo” en América Latina en los últimos años. Estas incluyen:
el pensamiento decolonial; las alternativas al “desarrollo”;
las transiciones al postextractivismo; la crisis y cambio del
modelo civilizatorio; y varias perspectivas interrelaciona-
das que se centran en modelos de “la relacionalidad” y “lo
comunal”. Y, la cuarta recoge unas cortas reflexiones finales
sobre temas acotados (modernidad, la invisibilidad de lo
afro y el género, y la sustentabilidad).

Del “desarrollo” al “postdesarrollo”


Genealogía del “desarrollo” (1951 – 2000)
Desde el punto de vista de la genealogía del pensamien-
to y de la sociología del conocimiento, la era del “desarrollo”
puede ser vista como marcada por cuatro grandes fases. A
lo largo de los primeros cincuenta años (1951-2000), la con-
ceptualización sobre el desarrollo en las ciencias sociales
atravesó por tres momentos principales correspondientes

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a tres orientaciones teóricas contrastantes: la teoría de la
modernización en las décadas de los cincuenta y sesenta,
con su teoría aliada de crecimiento económico; la teoría de
la dependencia y perspectivas relacionadas en los años se-
senta y setenta; y las aproximaciones críticas al desarrollo
como discurso cultural en los años noventa. A estas tres fa-
ses podría sumarse una cuarta, definida por la primacía de
la visión neoliberal de la economía y la sociedad; la cual,
más que una nueva etapa per se, produjo un debilitamiento
y abandono parcial del interés en el “desarrollo” como tal.
Repasemos brevemente cada una de estas fases.
La teoría de la modernización inauguró, para muchos
teóricos y elites mundiales, un período de certeza bajo la
premisa de los efectos benéficos del capital, la ciencia y
la tecnología. Desde esta perspectiva, el “desarrollo” ine-
vitablemente se lograría si los países seguían las prescrip-
ciones trazadas desde las grandes instituciones como el
Banco Mundial, y si aplicaban con ahínco toda la gama de
conocimientos que a partir de los años cincuenta empezó
a producirse en las universidades del Centro y, con el paso
del tiempo, en las de la periferia. La categoría de “moder-
nización” en este contexto de los cincuenta y sesenta, se re-
fería primordialmente a la transformación inducida de las
“sociedades tradicionales” en “sociedades modernas” (a la
USA). Al final del cuento, todos seríamos ricos, racionales
y felices.
Esta certeza sufrió su primer golpe con la teoría de la de-
pendencia, la cual planteaba que las raíces del subdesarro-
llo se encontraban en la conexión entre la dependencia econó-
mica externa (dependencia de los países de la periferia de los
del centro) y la explotación social interna (especialmente de
clase), no en una supuesta carencia de capital, tecnología o
de los valores modernos. Para los teóricos de la dependen-
cia el problema no residía tanto en el desarrollo, sino en
el capitalismo; es decir, el desarrollo y la modernización se
lograrían con la transformación de las sociedades de capi-

El desarrollo (de nuevo) en cuestión: algunas tendencias... 27


talistas en socialistas.5 En los años ochenta y, especialmente,
en los noventa, un creciente número de críticos culturales
en muchas partes del mundo empezaron a cuestionar el
concepto mismo del desarrollo. Dichos críticos analizaban
el desarrollo como un “discurso” (la categoría del momen-
to) de origen occidental que operaba como un poderoso
mecanismo para la producción cultural, social y económica
del Tercer Mundo: este fue el tercer momento.
Estos tres momentos pueden ser clasificados, de acuer-
do con los paradigmas originarios de los cuales emergie-
ron como: teorías liberales, marxistas y postestructuralistas,
respectivamente. Si para los primeros la pregunta funda-
mente era (y sigue siendo, aunque con actores económi-
cos diferentes del estado en un papel más central): cómo
puede la sociedad desarrollarse a través de la combinación
de capital y tecnología, y de acciones estatales de política
económica y social; para los segundos era: cómo ha fun-
cionado el desarrollo como ideología dominante y cómo
puede el desarrollo ser desligado del capitalismo, para así
propender por un desarrollo de corte socialista (o social-
demócrata al menos). Para los postestructuralistas la pre-
gunta clave era bien diferente: cómo llegaron África, Asia,
y América Latina a ser representados (“inventados”) como
“subdesarrollados” y cómo ha funcionado el discurso del
desarrollo para moldear la realidad de estos países de for-
mas particulares. En otras palabras, ¿cómo ha operado “el
desarrollo” como estrategia de dominación cultural, social,
económica, y política? Las implicaciones de este giro en la

5
El enfoque de la teoría de la dependencia fue sin duda más comprehen-
sivo que el de la modernización, en el sentido de que su análisis de la
“dependencia estructural”, siguiendo la orientación marxista, requería no
solo un análisis global; sino de las interrelacionas económicas, sociales y
políticas. Es aún interesante leer el Capítulo 2 del clásico de Cardoso y
Faletto (El análisis comprehensivo del desarrollo, 1971) desde esta perspectiva.
Una obra importante relacionada con el tema y de fuera del continente es
la escrita por Amin (1975).

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pregunta básica, como veremos en el siguiente aparte, fue-
ron más profundas que los cuestionamientos anteriores.6
Es útil mencionar brevemente los argumentos de esta
última escuela ya que de allí surgiría el concepto de postde-
sarrollo que hará carrera más adelante y que estaría retor-
nando hoy en día. Estos pueden ser resumidos en los si-
guientes puntos:
• Como discurso, el “desarrollo” surgió a principios del
período posterior a la Segunda guerra mundial, si bien
sus raíces yacen en procesos históricos más profundos
de la modernidad y el capitalismo, fue durante ese
período que todo tipo de “expertos” empezaron a ate-
rrizar masivamente en Asia, África y Latinoamérica,
dando realidad a la invención del “tercer mundo”.
• El “desarrollo” hizo posible la creación de un vasto
aparato institucional a través del cual el discurso se
convirtió en una fuerza social real y efectiva transfor-
mando la realidad económica, social, cultural y polí-
tica de las sociedades en cuestión. Este aparato com-
prende una variada gama de organizaciones; desde
las instituciones de Bretton Woods (Banco Mundial
y Fondo Monetario Internacional) y otras organiza-
ciones internacionales (sistema de la ONU), hasta las
agencias nacionales y locales de planificación y desa-
rrollo.
• Puede decirse que el discurso del desarrollo ha opera-
do a través de dos mecanismos principales: la profe-
sionalización de “problemas de desarrollo”, incluyen-
do el surgimiento de conocimientos especializados,
así como vastas áreas del saber para lidiar con todos
los aspectos del “subdesarrollo”; y, la institucionaliza-
ción del desarrollo y la enorme red de organizaciones

6
Para una discusión más exhaustiva de las fases del desarrollo y del concep-
to de postdesarrollo, véase Escobar (2005).

El desarrollo (de nuevo) en cuestión: algunas tendencias... 29


arriba mencionadas. Estos procesos facilitaron la vin-
culación sistemática de conocimientos y prácticas (for-
mas de conocer y de poder) por medio de proyectos e
intervenciones particulares.
• Finalmente, el análisis postestructuralista destacó la
exclusión de los conocimientos, las voces y preocupa-
ciones de aquellos quienes, paradójicamente, debe-
rían de beneficiarse del desarrollo: los pobres de Asia,
África y Latinoamérica.7

El postdesarrollo como concepto y práctica social (1991-2010)


Imaginar el final del “desarrollo” —de una u otra ma-
nera— fue el corolario casi que natural de la tarea decons-
tructiva de los noventa. De todas estas, quizás el concepto
del postdesarrollo, aunque controvertido, ha sido el más
duradero y pudiera estar resurgiendo en la década actual.
Veamos de qué se trata. Como ya se mencionó, el postde-
sarrollo surgió del análisis del desarrollo como conjunto
de discursos y prácticas que tuvo un impacto profundo en
la manera en que Asia, África y América Latina llegaron a
ser consideradas como “subdesarrolladas” y tratadas como
tales.

7
Como para las escuelas anteriores (modernización y dependencia), sería
imposible reseñar las obras principales y las diferencias entre estas. Men-
cionaré que se trata (como con las otras dos escuelas) de un grupo grande
y heterogéneo de autores/as, solo algunos/as de los/as cuales pueden ser
considerados/as postestructuralistas, mientras otros/as no. Muchas/os se
considerarían críticos/as culturales. La mayoría proviene de países del Sur
global, especialmente el Sur de Asia (Nandy, Kothari, Shiva, Vishvana-
than) y América Latina. Varios/as han estado vinculados/as con el trabajo
de Illich (Esteva, Sachs, Rahnema y Robert) o han mantenido vínculos con
movimientos sociales. Para una discusión de este enfoque y bibliografía,
véase Sachs (1992); Escobar (1996). Si consideráramos el campo de la te-
oría social como un todo, diríamos que esta tercera escuela tiene víncu-
los, además de con el posestructuralismo foucaultiano, con la teoría anti y
postcolonial, los estudios culturales y ciertos post-marxismos como los de
Laclau y Mouffe (1985).

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