El Ministerio de La Enseñanza
El Ministerio de La Enseñanza
El Ministerio de La Enseñanza
INDICE
Introducción: Docente 2
Lección 1: Estudiante Yonathan Carreño 3-5
Lección 2: Estudiante Nathan López 6-8
Lección 3:Estudiante Karin Aqueveque 9-14
Lección 4: Estudiante Eleazar López 15-18
Lección 5: Estudiante Ricardo Aguilar 19-24
Lección 6: Estudiante Wiilians Hidalgo 25-28
Lección 7: Estudiante Axel Aqueveque 29-33
Lección 8: Estudiante Christian Cornejo 34-36
Subtema: Estudiante Vania Muñoz 37-41
Lección 9: Estudiante Camila González 42-44
Subtema: Estudiante Margarita 45-47
Lección 10: Estudiante Patricio Muñoz 48-51
1
INTRODUCCION
Este manual tiene como propósito contribuir a la reflexión y práctica de pastores y líderes
que están sirviendo o quieren servir en el ministerio educativo de sus iglesias. Este estudio
es una invitación a reflexionar sobre maneras diferentes y creativas de entender y hacer más
eficaz el ministerio educativo en la iglesia. Los conceptos bíblico-teológicos y los
principios educativos que aquí se ofrecen invitan a la reflexión, análisis, diálogo, y al
trabajo conjunto con otras personas con el mismo llamado y la misma pasión por la
educación cristiana.
Las primeras cinco lecciones y la última, están dedicadas al estudio de conceptos y modelos
bíblicos, teológicos y pedagógicos fundamentales para entender el ministerio educativo de
la iglesia. De las lecciones seis a la nueve se presentan conceptos y principios básicos de
planificación educativa fundamentales para la realización eficaz de la educación cristiana
en el contexto de la congregación. En estas lecciones se presenta de manera resumida, pero
con significativas variaciones, las reflexiones más amplias del libro La Planificación Eficaz
de la Educación Cristiana: Enfoque Bíblico y Pastoral del Ministerio Educativo de la
Iglesia. En el se aplica el proceso de planificación educativa en el contexto congregacional
como al contexto de la clase, o “encuentro educativo”. Dicho libro servirá como
complemento a este estudio, dedicado al contexto general de la educación cristiana en la
iglesia.
Este manual está dirigido a personas dispuestas a someterse a una disciplina de estudio que
combina el trabajo individual con el diálogo grupal (esto último en caso de que se use como
libro de texto de un curso). Los distintos temas de cada lección se presentan con un
lenguaje sencillo pero serio y, cuando corresponde, con un respaldo bíblico. Este estudio
requiere una lectura atenta y crítica, siguiendo el consejo de Pablo de “examinarlo todo y
retener lo bueno” (1 Ts 5.21). De esto deriva el carácter de este manual. Al final de cada
lección, se ofrecen actividades “para reflexionar y actuar” sobre lo aprendido. La meta no
solo es leer y entender sino poner en práctica los temas presentados. De esto deriva el
carácter de este “manual”.
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LECCIÓN 1:
IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN Y PLANIFICACIÓN
Instrucciones
Introducción: Tres cuartos de pagina
Tema central: Una página y media
Aplicación a la Iglesia local: media página.
Glosario. Seleccionar las palabras claves o difíciles e indicar su significado.
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Estilo New times roman
Doble espacio
5
LECCIÓN 2:
CONCEPTOS EDUCATIVOS FUNDAMENTALES
Instrucciones
Introducción: Tres cuartos de pagina
Tema central: Una página y media
Aplicación a la Iglesia local: media página.
Glosario. Seleccionar las palabras claves o difíciles e indicar su significado.
Tamaño de letra: 12
Estilo: New Times Roman
Doble espacio
Kurt Lewin, sicólogo social, dijo que «no hay nada más práctico que una buena
teoría». La frase parece contradictoria, pero encierra una gran verdad: para entender y hacer
bien un trabajo es importante entender los conceptos o ideas relacionadas con dicho trabajo.
No quiere decir que la teoría siempre viene primero o que es más importante que la
práctica. ¿De dónde viene la teoría sino de la práctica, de los aciertos y errores cometidos
en el pasado? Lo importante de la frase es que nos recuerda que la práctica, cuando está
guiada por una teoría clara y bien fundamentada, se realiza de manera más inteligente y,
por lo general, produce mejores resultados. Para mejorar y cambiar prácticas en el presente
es necesario considerar ideas nuevas, tratar de ver y entender las cosas de una manera
diferente. Pablo dijo a los Romanos: «transformaos por la renovación de vuestro
entendimiento» (Ro 12:2). Las ideas y conceptos son herramientas intelectuales que al
mismo tiempo sustentan, guían y hasta transforman nuestra manera de vivir y de hacer las
cosas. Es por esta razón que a partir de esta lección se estudian conceptos y principios
educativos que le permitirán entender y planificar la educación cristiana de una manera, si
no nueva, al menos diferente y más eficaz. Hay conceptos pedagógicos fundamentales para
una planificación eficaz del ministerio educativo de la iglesia, que deben sustentar el
trabajo que pastores, líderes, maestros realizan en sus congregaciones. Ellos invitan a
repensar su manera de entender y practicar la educación cristiana y a comenzar a crear su
propia «caja de herramientas intelectuales» para que pueda realizar mejor su trabajo en el
contexto particular de su iglesia.
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I. Conceptos educativos
Hay conceptos importantes en el campo general de la educación que debemos estar
dis- puestos a adaptar al campo específico de la educación cristiana. Ellos son: educación,
enseñar, aprender y el concepto de la interacción enseñanza-aprendizaje.
Interacción Enseñanza-Aprendizaje
Es importante indicar que en la interacción enseñanza-aprendizaje no todo lo que se
enseña se aprende, ni todo lo que se aprende se enseña. Es importante reconocer que, por
más esfuerzos que haga quien enseña, sin la disposición y el esfuerzo de quienes aprenden
los resultados que se esperan no se van a dar. Por otro lado, quienes enseñamos no debemos
creer que lo que aprenden los estudiantes es siempre resultado directo de nuestros
esfuerzos. Muchas veces los estudiantes aprenden “a pesar del maestro” quien puede saber
mucho sobre un tema pero no sabe cómo enseñarlo. Por eso, con humildad, quienes
enseñamos debemos estar dispuestos a asumir con seriedad y responsabilidad la tarea de
comunicar lo que sabemos de la mejor manera posible, en otras palabras, de planificar
eficazmente la interacción enseñanza-aprendizaje.
LECCIÓN 3:
TRES DIMENSIONES DE LA EDUCACIÓN CRISTIANA
Instrucciones
Introducción: Tres cuartos de pagina
Tema central: Una página y media
Aplicación a la Iglesia local: media página.
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Estilo: New Times Roman
Doble espacio
I. La dimensión relacional
Esta dimensión se refiere al elemento humano de la interacción enseñanza-
aprendizaje. Por un lado, tiene que ver con el uso que un maestro hace del poder que tiene
en su relación con sus alumnos. Puede usar ese poder para intimidar, imponer, manipular,
seducir, impresionar, adoctrinar, excluir. O puede usar ese poder para animar, ayudar,
guiar, iluminar, persuadir, capacitar, incluir. La dimensión relacional tiene que ver con el
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tipo de convivencia que un maestro permite y promueve entre sus alumnos. Esta
convivencia puede caracterizarse por un ambiente de respeto mutuo, de confianza y
seguridad en el que hay apertura a diferentes formas de ser y pensar. O puede ser una
convivencia entre personas en las que se permite el irrespeto verbal o físico, la burla, la
crítica destructiva, o en el que se permiten diferentes formas de discriminación (sea por
origen étnico-racial, sexo, creencias religiosas, estatus económico, edad y más). La
educación en general y la cristiana en particular, es un asunto de relaciones, una forma de
ser y actuar con los demás. Por eso, central en la dimen- sión relacional es la creación de
una convivencia que produce vida, que permite el crecimiento, la maduración y la
transformación de todas las personas involucradas.
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II. Dimensión instruccional
Esta dimensión se caracteriza por el interés o necesidad de los estudiantes de
aprender un determinado contenido y por el interés y capacidad de los maestros de
enseñarlo. Por un lado, ese contenido debe ser apropiado a los intereses y necesidades de
los alumnos y debe adaptarse a su desarrollo físico, emocional, intelectual y espiritual.
Por otro lado se espera que de alguna manera el contenido que se enseña ejerza un
impacto o produzca un cambio en el saber, en el hacer y en la forma de ser de quienes
aprenden. Al existir un contenido de por medio, el maestro debe responder a una serie de
preguntas relacionadas con la enseñanza y el aprendizaje. Basta señalar que, en esta
dimensión, el maestro es responsables de:
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La iglesia, de acuerdo a su tradición histórica y a la visión teológica de sus líderes,
tiene una perspectiva sobre la persona de Jesús, y lo que él nos llama a hacer en el mundo.
Sin embargo, todos podemos afirmar que sin la persona de Jesús y su mensaje del reino no
hay educación. Esto significa que cualquier cosa que enseñemos en la casa, en la iglesia o
en el seminario o instituto bíblico debe, en última instancia, fundamentarse en, y juzgarse a
la luz de los hechos y dichos de Jesús y la proclamación que él hizo del reino de Dios. Por
último, en el caso de la educación esta dimensión incluye un aspecto imprescindible que no
se encuentra en ninguna otra forma de educación, la apertura de quienes enseñan y
aprenden a la acción y dirección del Espíritu que nos «guía a toda verdad» (Jn 16:12-15).
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el Templo en Jerusalén). Y fueron precisamente los líderes de esas instituciones religiosas y
políticas quienes lo acusaron y condenaron a morir en una cruz (Mc 15.1-15).
Jesús estaba enterado de los problemas económicos, políticos y culturales de su
sociedad. Siendo niño vivió con José y María su madre como exiliado en Egipto, huyendo
de las amenazas de muerte de un gobernante impuesto por el Imperio Romano (Mt 2.13).
Fue parte de una familia de clase trabajadora, pues el oficio de José y, probablemente el
suyo fue la carpintería (Mt 13.55). Él conoció las luchas y angustias de los padres por llevar
pan a la mesa para sus hijos; conoció de primera mano la desesperación de mujeres solas
que se empobrecieron buscando cura para sus enfermedades (Lc 8.43-46). Inclusive, Jesús
denunció la hipocresía de los religiosos y las leyes que solo favorecían a los ricos y
perjudicaban a los débiles en la sociedad (Mt 23.1- 36). Jesús sabía de los esfuerzos
revolucionarios de algunos de sus compatriotas (llamados «zelotes») por liberarse del yugo
del Imperio Romano; al parecer, por lo menos uno de sus doce discípulos estuvo
relacionado con ellos (Lc 6.15). Por todo ello, central en su mensaje y enseñanzas fue «dar
buenas nuevas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, pregonar libertad a los
cautivos y vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos y predicar el año agradable
del Señor». (Lc 4.18-19).
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LECCIÓN 4:
TRES FORMAS DE EDUCACIÓN CRISTIANA
Instrucciones
Introducción: Media pagina
Tema central: Una página
Aplicación a la Iglesia local: media página.
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Estilo: New Times Roman
Doble espacio
18
LECCIÓN 5:
4 ENFOQUES DE LA EDUCUACIÓN CRISTIANA
Instrucciones
Introducción: Media pagina
Tema central: Una página
Aplicación a la Iglesia local: media página.
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Estilo: New Times Roman
Doble espacio
19
- Acciones de testimonio (señales y prodigios) en medio del pueblo, las cuales hacían que la
gente alabara a Dios y les viera con buenos ojos, y se unieran a la iglesia.
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II. Enfoque: Madurez Cristiana
El enfoque «madurez cristiana» se manifiesta cuando en un programa educativo
existe una preocupación explícita por el desarrollo de la fe de todos los miembros de la
iglesia según su edad y circunstancias personales. Su propósito es promover prácticas
devocionales, prin- cipios de ética cristiana y estilos de conducta que evidencian la vida
nueva en Jesucristo y la acción del Espíritu Santo en las personas. Algunos de los peligros
que se corren cuando en la educación cristiana se enfatiza exclusivamente este enfoque son:
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III. Enfoque: Comunidad de Fe
El propósito fundamental del enfoque «comunidad de fe» es promover una forma particular
de entender y vivir la fe cristiana que identifica a las personas con parte de una iglesia o de
una denominación, es decir, un grupo de iglesias que tienen una historia, creencias y
prácticas religiosas en común. Esto se logra a través de la participación de sus miembros en
el culto y en las actividades que se realizan dentro y fuera del templo, así como por el
conocimiento y estudio de creencias y prácticas específicas que identifica a su iglesia. Es el
tipo de educación cristiana que ocurre en medio de la convivencia regular de las personas
dentro de su iglesia o denominación. Cuando este enfoque es el que domina, y se combina
con el enfoque I explicado arriba, también se corren ciertos peligros, entre ellos están los
siguientes:
Conflicto unidad vs. uniformidad: Junto a los dos peligros anteriores, se puede
fomentar la creencia de que para que haya unidad en la iglesia todas las personas tienen que
“pensar y actuar igual”. Con ello no se da el espacio ni la oportunidad a diferentes formas
de pensar, ni a formas alternativas de hacer las cosas. Se produce así un estancamiento
institucional y hasta deterioro del desarrollo de la iglesia y su misión en el mundo.
Mesianismo religioso: Creer que como iglesia y como cristianos tenemos la única
solución a todos los problemas sociales y económicos que aquejan a las personas, familias
y grupos en la comunidad.
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Tabla 4. Características de la interacción enseñanza-aprendizaje del enfoque reino.
Todos los enfoques que hemos descrito son importantes y todos ellos son necesarios para
desarrollar un ministerio de educación cristiana integral y eficaz. Estos enfoques se
complementan y son interdependientes, por lo que la ausencia de uno o más de ellos afec-
ta el desarrollo de la iglesia y la efectividad de su misión en el mundo. Por eso, es de suma
importancia que los pastores y líderes sepan determinar qué enfoque predomina en la
educación cristiana de sus iglesias y cuáles necesitan mayor atención. Este conocimiento
les permitirá tomar mejores decisiones para planificar más eficazmente su trabajo educati-
vo como explicaremos en las siguientes lecciones.
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LECCIÓN 6:
CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE PLANIFICACIÓN EDUCATIVA
Instrucciones
Introducción: Media pagina
Tema central: Una página
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Enviar el comentario escrito al correo electrónico: juan.lopezt55@gmail.com
Consultas: al número de celular: 9 52028390
Saber improvisar, y hacerlo bien, es una virtud que desarrollan muchos artistas;
sobre todo los músicos. En su caso, suele alabarse su capacidad de tocar un instrumento de
manera espontánea, sin preparación o aviso previo, sobre todo si lo hacen de manera
convincente, precisa, emotiva. Usualmente se trata de profesionales, de personas que han
estudiado y que han ejecutado muchas veces ante toda clase de público. En otras palabras,
tienen la capacidad de improvisar y de hacerlo bien porque confían en lo que ya saben,
porque han estudiado mucho y practicado muchas veces. Pero los artistas, si son
profesionales, improvisan solo cuando las circunstancias lo ameritan. Por regla general, se
preparan y practican antes de cualquier presentación ante una audiencia, sin importar si es
grande o pequeña. La improvisación puede convertirse en un vicio, un mal hábito, en lugar
de una virtud. La improvisación es vicio cuando acostumbramos a hacer las cosas «a ver
qué sale», con la excusa «de por si es para el Señor», o, peor aún, «de por si se trata de
niños pequeños que todavía no entienden bien.» En mis años de pastor he visto muchas
veces ese vicio en líderes y maestros de educación cristiana. Confieso que, en ocasiones,
también he sido culpable. Algunas personas hasta argumentan que es su manera de «dar
libertad al Espíritu Santo para que actúe» y hasta utilizan pasajes bíblicos para justificar la
irresponsabilidad de pararse frente a un grupo sin preparación. Dicen: «El Espíritu me hará
saber qué habré de decir», mal interpretando el texto del evangelio de Juan (Jn 16.13). Jesús
al final de su ministerio, prometió a sus discípulos que el Espíritu los guiaría, ¡pero cuanto
tiempo no habían pasado ya aprendiendo de él! No olvidemos que en el caso de Jesús, al
iniciar su ministerio, cuando el Espíritu desciende sobre él y lo guía a presentar su plan de
trabajo en la sinagoga de su pueblo (Lc 3.21-22; 4.14-21), ya había hecho su estudio y
preparación: conocía su gente, había estudiado los problemas de su pueblo y conocía las
Escrituras de memoria (Lc.4.4, 8,12). Además tenía un plan: recorrer ciudades y aldeas,
enseñar en sinagogas, predicar el evangelio del reino, sanar toda dolencia y enfermdad (Mt
9.35). Podemos concluir que el Espíritu de Dios no improvisa irresponsablemente, ni
siquiera en el caso de Jesús. La planificación es lo opuesto a la improvisación. Los
conceptos bíblicos, teológicos y pedagógicos hacen conscientes de que el ministerio de la
educación cristiana es un asunto serio y, por tanto, debemos asumirlo con responsabilidad.
No debe realizarse “a lo que salga”, sin planificación. Por eso se estudian conceptos y
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principios básicos para una planificación eficaz de la educación cristiana que, aunque
dirigidos al contexto de la iglesia, pueden aplicarse al caso particular de una clase de
escuela dominical o de estudio bíblico.
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-¿cuándo es el mejor momento, hora o día para hacerlo?
-¿cómo se puede realizar este trabajo de una manera eficaz y eficiente?
-¿con qué recursos, materiales y humanos, se tienen para realizar el trabajo?
Es el plan escrito el que permite que las personas que dirigen la educación cristiana
puedan realizar las funciones que como líderes les corresponde, coordinar, supervisar,
dirigir y evaluar cada parte del plan.
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LECCIÓN 7:
PRIMERA ETAPA DE LA PLANIFICACIÓN: DISCERNIR
Instrucciones
Introducción: Media pagina
Tema central: Una página
Aplicación a la Iglesia local: media página.
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Tamaño de letra: 12
Estilo: New Times Roman
Doble espacio
a. Primer paso: orar: Es el paso que sustenta y acompaña todos los demás.
Oramos antes y durante cada una de las etapas y de los pasos de todo el proceso de
planificación. En la oración nos abrimos a Dios, pedimos dirección y fortaleza de su
Espíritu. Intercedemos por nosotros, para reconocer nuestras flaquezas y limitaciones y
para reconocer que el verdadero maestro es Dios. Al orar también nos abrimos al prójimo.
Intercedemos por las personas con quienes trabajamos, a quienes servimos, por las
situaciones que enfrentan en su mundo personal, en familiar, y en sus relaciones sociales
(barrio, iglesia, escuela, trabajo). Es importante que este paso involucre a las personas en
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todos los niveles de la estructura organizativa de la educación cristiana de la iglesia. El
pastor, superintendente, comité de educación cristiana y maestros, dependen de la oración
para pedir dirección y ayuda a Dios en el trabajo de cada uno. A través de ella se intercede
por las necesidades de los miembros de su congregación y por las situaciones que enfrentan
a diario. La sintonía con la voluntad de Dios y la identificación con el prójimo comienzan y
se nutren de la oración.
b. Segundo paso: observar: Consiste en ver y oír atentamente, en tomar nota (en
sentido abstracto y literal) lo que sucede en la vida de las personas con quienes
trabajamos. Es una actividad que requiere tener el corazón abierto y la mente alerta
para tratar de conocer las necesidades y realidades de la gente. Se trata de observar
con empatía, tanto para conocer lo que sucede en sus vidas como para identificarnos
con ellas, en su sentir y pensar y, en lo posible, para ayudarlas a cambiar su
situación. Al observar adquirimos información que ayudará, primero, a determinar
las necesidades e intereses a los cuales dedicar la atención y, segundo, a discernir las
acciones educativas que mejor respondan a dichas necesidades e intereses. Como lo
hizo Jesús, para conocer las necesidades y esperanzas de la gente, para ver cómo
viven, oír lo que piensan y sienten, hay que acercarse y caminar con ellos, hacer
preguntas.
1. Observación directa: Este tipo de observación refiere a lo que podemos ver y oír
en el contacto con las personas. Por supuesto, no debemos limitarnos al contacto durante las
reuniones y cultos en la iglesia, pues este es limitado y no permite conocer lo que está
sucediendo en sus vidas. Por eso es importante acercarnos a través de visitas al hogar, o
llamadas de teléfono, o mensajes electrónicos. Cuando la visita nos es factible o suficiente,
las reuniones durante la semana deben aprovecharse para acercarnos a la gente. En los días
programados para el culto de oración y de estudio bíblico, debe tomarse tiempo para
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escucharnos unos a otros, para contar las cosas recientes que han pasado y las situaciones
que vivimos. Lo mismo puede hacerse durante las reuniones regulares de comités, o del
grupo de mujeres, varones, jóvenes y durante las clases de escuela dominical.
-Quiénes son las personas que forman parte de la iglesia, cuál es su mundo personal (edad,
sexo, tipo de familia a la que pertenecen, formación religiosa, situación laboral, trasfondo
cultural y más). Mucha de esta información ya existe en los registros de información
personal que una iglesia tiene sobre sus miembros.
-Cómo la iglesia, a través de sus actividades (culto, escuela dominical, reuniones regulares,
grupos de trabajo o comités, retiros, campamentos, eventos especiales, servicio a la
comunidad, y más), ayuda a las personas que participan a entender, apropiar y expresar su
fe en el contexto del mundo personal y social en que viven;
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-Cómo la dimensión instruccional del programa educativo de la iglesia responde (con sus
contenidos, métodos, y actividades y recursos de enseñanza) a las necesidades e intereses
de los niños, jóvenes y personas adultas que en él participan;
En tercer lugar, este paso debe hacerse a través de dos perspectivas. La perspectiva
de nuestra fe cristiana; es decir, a luz de nuestra manera de entender y vivir la revelación de
Dios en Jesús y de su mensaje. La perspectiva teológica. Esto significa que hay que estudiar
la situación de las personas, su realidad y lo que hacemos como iglesia a la luz del mensaje
bíblico. Y, la perspectiva de algunas ciencias humanas. Hay ciencias humanas que ayudan a
entender mejor las necesidades e intereses de las personas en sus distintas etapas de
desarrollo (sicología), así como las realidades y conflictos que se viven en las instituciones
y la sociedad en general (sociología). Esto no significa que se debe aceptar ciegamente lo
que dicen. Pero sería imprudente y poco sabio no prestar atención al conocimiento que
ofrecen al pastor y al líder de educación cristiana. Pablo exhorta a examinar todo y retener
lo bueno (1 Ts 5.21). Por último, esta etapa requiere que se aparte un tiempo concentrado
para poder completarla. En un retiro de varios días, o a través de reuniones consecutivas
por varias semanas, las personas encargadas de la educación cristiana, deben reunirse para
completar esta etapa que en sí misma permite concentrar todos los pasos de esta primera
etapa.
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En segundo lugar, en este paso recordamos el futuro, es decir, tenemos presente la
«visión» que orienta la vida y la misión de la iglesia. La planificación eficaz de la
educación cristiana se hace con un propósito en mente, con la intención de lograr algo en el
futuro, a corto, a mediano y a largo plazo. No se planifica «para ver que resulta al final». Se
planifica porque hay un «fin», una meta en mente. Por esta razón, es de suma importancia
que quienes dirigen el programa educativo de una congregación tengan una idea, tan clara
como sea posible, de cuál es propósito del ministerio educativo de su iglesia, del «porqué»
y del «para qué» de la educación cristiana. Todas las personas miembros del comité de
educación cristiana necesitan conocer y estudiar la visión que su iglesia tiene para todo el
programa educativo que, a su vez, orienta el trabajo que el comité realiza con cada uno de
los grupos que conforman la congregación. Si no existe, deben trabajar en la elaboración de
dicha visión antes de pasar a la segunda etapa del proceso de planificación. En conclusión,
para que el programa de educación cristiana de una congregación sea eficaz, este debe
responder a las necesidades e intereses de sus miembros, debe tomar en cuenta las
oportunidades y desafíos de su realidad social, debe tener claridad de su tradición eclesial y
de su visión educativa, y debe examinar lo que está ofreciendo y reflexionar sobre lo que
necesita ofrecer. La etapa de discernir permite cumplir estos deberes. Sólo después de orar,
observar, estudiar y recordar es que se puede asumir con responsabilidad la segunda etapa
del proceso de planificación.
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LECCIÓN 8:
SEGUNDA ETAPA DE LA PLANIFICACIÓN EDUCATIVA: DECIDIR
Instrucciones
Introducción: Media pagina
Tema central: Una página
Aplicación a la Iglesia local: media página.
Glosario: Seleccionar las palabras claves o difíciles e indicar su significado.
Tamaño de letra: 12
Estilo: New Times Roman
Doble espacio
A diario los humanos tomamos una cantidad de decisiones, a veces sin darnos
cuenta que lo hacemos. Por ejemplo, antes de salir de nuestra casa, al trabajo, escuela o
iglesia, tenemos que tomar decisiones en relación a la ropa que queremos vestir, la hora a
que debemos salir, y las cosas que necesitamos llevar. Casi sin percatarnos, observamos,
estudiamos y repasamos las personas que veremos, el ambiente en el que las vamos a ver y
el propósito con el que nos vamos a reunir. Así, dependiendo de las condiciones del tiempo,
de la actividad y de las personas que van a participar, decidimos vestirnos de cierta manera,
salir a cierta hora y llevamos ciertas cosas. En otras palabras, discernimos primero una serie
de factores y luego tomamos decisiones. De manera similar, aunque más consciente, la
primera etapa del proceso de planificación permite tomar decisiones sobre cómo el
programa educativo de la iglesia puede responder a las realidades que hemos discernido a
través de la oración, la observación, el estudio y el repaso. Sea que recojamos y analicemos
información sobre los aspectos y programas de la educación cristiana, o solo sobre uno de
ellos (el programa de jóvenes, o el de mujeres), hay cuatro decisiones fundamentales que
hay que tomar en la segunda etapa del proceso de planificación:
- ¿Qué se debe enseñar?
- ¿Qué se va a aprender?
- ¿Cómo se va a realizar la interacción enseñanza-aprendizaje?
-¿Con qué recursos se va a realizar dicha interacción?
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Hay que estudiar lo qué está involucrado en cada una de estas decisiones, prestando
atención particular al programa de escuela dominical que es una de las formas más
tradicionales de educación cristiana en las iglesias.
I. ¿Qué se va a enseñar?
Esta pregunta demanda una decisión sobre lo que los educadores llaman el
contenido explícito de un programa educativo. Este refiere a los temas específicos que se
enseñan a un grupo y que se encuentran en materiales impresos (libro del maestro, libro del
alumno). La razón por la que se realiza la etapa de discernir, es para hacer explícitos los
temas de estudio que son de interés o que responden a las necesidades de quienes participan
en la educación o ambos. De esta manera, lo importante es que haya un contenido explícito
y que sea pertinente y relevante a la situación personal, eclesial y social de las personas.
Para entender mejor lo involucrado en la respuesta a esta pregunta, imaginemos que la
etapa de discernir se realizó́ con un grupo de adultos de escuela dominical, usando el
cuestionario sobre los cuatro enfoques de la educación. Dependiendo de los resultados
obtenidos y de su análisis, el comité de educación decidirá cuál de los siguientes contenidos
debe enfatizar en la clase de adultos:
- Conocimiento bíblico y doctrinal (enfoque I: conocimiento bíblico-doctrinal)
- Prácticas de desarrollo espiritual (enfoque II: madurez cristiana)
- Formas de servicio en la iglesia (enfoque III: comunidad de fe)
- Formas de servicio en la comunidad (enfoque IV: reino de Dios)
Sin embargo, estas son áreas de estudio muy amplias y requieren mayor
especificidad. Es donde otras formas de observación y de estudio proveen información
valiosa para precisar mejor los contenidos. Sea que los maestros “vieron u oyeron”, lo
importante es tener más criterios para decidir no solo el enfoque sino los temas más
pertinentes dentro de cada enfoque. Además de resultados que indicaron un mayor interés o
necesidad por el enfoque de comunidad de fe, conversaciones o cuestionarios pueden
indicar un marcado interés de los adultos por tener mayor participación en el culto
dominical. Esto señala la necesidad de enseñar a los adultos sobre el culto, sus formas, su
fundamentación bíblica y teológica, y sobre cómo organizar y dirigir las distintas partes del
mismo. También puede darse la situación de que no se use el cuestionario para determinar
cuáles enfoques de educación deben enfatizarse más y cuáles menos. En este caso, se
pueden usar preguntas para saber qué piensan los adultos sobre el contenido que están
estudiando o para saber sobre los temas que les gustaría estudiar. Las respuestas pueden
sugerir temas que reflejan realidades que las personas adultas están enfrentando. Por
ejemplo, el hecho de tener más vecinos o compañeros de trabajo o de estudio que
pertenecen a otras culturas y que profesan otras religiones. Esto llevaría al comité de
educación a decidir una serie de estudios sobre temas como los siguientes: “fe cristiana y
religiones del mundo”, “cómo relacionarnos como cristianos con personas de otra fe y otra
cultura.” Una vez que se decide qué temas se deben enseñar corresponde buscar los
materiales que van a responder a las necesidades, intereses y realidades del grupo de
adultos. Puede darse el caso de que no encontremos los materiales que necesitamos. Si es
así, existen dos opciones. La primera es comprar el material que incluya gran parte de los
contenidos que buscamos, sabiendo que habrá que ayudar a los maestros a hacer
adaptaciones para su uso. La segunda opción es que el comité de educación produzca sus
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propios materiales. Esta opción requiere más tiempo de preparación y asume un nivel de
conocimiento educativo de parte de los maestros o del comité de educación.
Es importante tener presente que además del contenido explícito hay otras dos
formas de contenido que forman parte del programa educativo. Una de ellas es lo que se
denomina contenido implícito. Este contenido tiene que ver con lo que enseñamos con el
ejemplo, con la manera en que tratamos a las personas y actuamos frente a ellas. Esta forma
de contenido muchas veces tiene más influencia que el contenido explícito que se enseña.
Por ejemplo, ciertos reglamentos y políticas internas de una iglesia, y la rigidez con que se
aplican, pueden tener mayor impacto en las personas que las enseñanzas explícitas del
evangelio, sobre el perdón y la libertad en Cristo que gozan los hijos de Dios. La otra forma
de contenido se manifiesta por su ausencia, el que no se enseña, aún cuando es parte
esencial del evangelio. Se le denomina contenido nulo. Un enfoque de educación al que no
se le da importancia o se ignora, viene a ser parte del contenido nulo del programa
educativo de la iglesia. Temas bíblicos que no se estudian y realidades humanas de las que
no se habla son parte del contenido nulo de una congregación.
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DISTINTOS TIPOS DE APRENDIZAJE
Instrucciones
Introducción: Media pagina
Tema central: Una página
Aplicación a la Iglesia local: media página.
Glosario: Seleccionar las palabras claves o difíciles e indicar su significado.
Tamaño de letra: 12
Estilo: New Times Roman
Doble espacio
Esta pregunta ayuda a decidir el tipo de aprendizaje que queremos que las personas
adquieran. Porque es posible memorizar sin entender, entender sin aplicar, y aplicar sin un
criterio de lo que se hace. El hecho de que una persona memorice y repita cierta
información, no quiere decir que la entiende, y mucho menos que pueda aplicarla o
analizarla. Aún en el caso de que una persona entienda, no quiere decir que esa persona
quiera aplicar lo que sabe. Por eso, en relación a muchos de los fariseos de su época, Jesús
le dijo a la gente que hicieran como ellos decían, pero no como ellos hacían, “porque dicen
y no hacen” (Mt 23.3). Una cosa es saber con la mente, otra sentir con el corazón y vivir lo
que sabemos. Por eso aprender tiene que ver no solo con saber información. El acto de
aprender tiene que ver con las cosas que somos capaces de hacer con la información
adquirida, y con la manera en que lo que se aprende afecta lo que somos como personas,
nuestro estilo de vida. Por tanto, lo que se va a aprender en el programa educativo de la
iglesia debe incluir “la cabeza” (habilidades mentales), “el corazón” (habilidades afectivas),
y “las manos” (habilidades prácticas).
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maneras “preferidas” para aprender y requieren distinto tiempo para hacerlo. Un reconocido
psicólogo y educador contemporáneo (Howard Gardner) ha identificado ocho maneras
diferentes de adquirir y procesar información. Él las llama “inteligencias múltiples”. Todos
las tenemos, pero usamos unas más y mejor que otras. Lo que interesa es reconocer que en
un programa educativo, al pensar qué van a aprender las personas, se requiere tener
presente las distintas formas de aprender de ellas. Esto tiene un impacto directo en los
métodos que se utilizan.
Hay dos razones importantes para escribir objetivos de aprendizaje. Primero, ellos
ayudan a decidir los métodos y recursos que debemos utilizar, como veremos en los
siguientes dos pasos. Segundo, los objetivos permiten evaluar la eficacia de un programa
educativo y de la interacción enseñanza-aprendizaje.
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Una vez, mientras hablaba a la gente sobre lo que cuesta seguirle, Jesús hizo una
pregunta que tiene que ver con el último paso de la etapa decidir. Él preguntó: “¿quién de
vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si
tiene lo que necesita para acabarla?” (Lc 14.28). Tan simple como parece, este paso es de
vital importancia en el proceso de planificación educativa. No realizarlo nos expone a la
vergüenza y a la burla que produce comenzar algo y no terminarlo como se debe (Lc 14.29-
30).
A la luz de la pregunta de Jesús, lo que hay hacer en este paso es sentarse a ver qué
recursos se necesitan, y luego calcular el gasto que hay que hacer para obtenerlos, y poder
realizar el trabajo. En el caso de un programa educativo hay que estar dispuestos a “gastar”
o, si se prefiere a “invertir” dinero en dos tipos de recursos necesarios: recurso didáctico y
humano. El recurso didáctico incluye materiales de uso frecuente (papel, lápices, tiza,
marcadores, pizarras, sillas, mesas), materiales de estudio (manual del maestro, del alumno,
biblias, diccionarios bíblicos), y equipo audio-visual (video-grabadoras, proyectores,
instrumentos musicales). Dependiendo del tipo de actividades, pueden requerirse materiales
específicos para su realización. En relación al recurso humano, nos referimos a las personas
que sirven como maestros o que ejercen algún tipo de liderazgo en la educación de la
iglesia. Hay que pensar si para realizar un programa se cuenta con suficientes personas y si
ellas están capacitadas para hacer lo que se requiere. Para ello, toda iglesia debe designar
recursos económicos para estimular y capacitar sus líderes para que así puedan realizar su
trabajo en las mejores condiciones y de la mejor manera. Sin un recurso humano
comprometido, motivado y capacitado, no hay recursos materiales suficientes que puedan
garantizar la consecución exitosa de los programas educativos de una congregación.
Hay un recurso que vale oro aunque no cuesta dinero: el tiempo. Este es un recurso
que hay que saber administrar y calcular. Es el recurso que permite decidir cuándo y por
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cuánto tiempo es mejor realizar las actividades. Es el recurso que permite proyectar cuánto
puede tomar el logro de ciertos objetivos. No todo se puede enseñar al mismo tiempo, ni
todo se puede lograr en corto tiempo. Hay objetivos y actividades que toman más tiempo.
De ahí la importancia de que los programas de educación, se organicen utilizando los
períodos de tiempo que mejor convengan al tipo de plan que necesitan realizar (mensual,
trimestral o anual). Hay un modelo para organizar y resumir el conjunto de decisiones que
se toman en esta etapa, pero cada comité de educación puede utilizar otros formatos o crear
uno propio. En conclusión, esta etapa, requiere tiempo y esfuerzo para completarla. Pero
además implica la disposición y capacidad de gastar dinero, para realizar las cosas que se
deciden hacer en el programa de educación. Esa disposición de calcular gastos y asegurar
los recursos necesarios para lograr sus objetivos, es lo que demuestra en la práctica el valor
que una congregación da a su ministerio educativo. Los números asignados al rubro de
educación en el presupuesto de una iglesia, son un indicador de la importancia que se le da.
Así de simple.
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LECCIÓN 9:
TERCERA ETAPA DE LA PLANIFICACIÓN EDUCATIVA: EVALUAR
Instrucciones
Introducción: Media pagina
Tema central: Una página
Aplicación a la Iglesia local: media página.
Glosario: Seleccionar las palabras claves o difíciles e indicar su significado.
Tamaño de letra: 12
Estilo: New Times Roman
Doble espacio
Sócrates, filósofo griego, dijo que «una vida que no se examina no vale la pena
vivirla». Igual, podríamos decir que poner en práctica un plan educativo en la iglesia y no
tomar tiempo para examinar cómo funciona no vale la pena haberlo escrito. El verdadero
valor de un plan está en su puesta en acción, y esta debe examinarse. Aunque en la Biblia
no estan las palabras evaluar ni evaluación, el texto bíblico está lleno de referencias sobre la
necesidad del pueblo de Dios de examinar y escudriñar, sus caminos para saber si anda
conforme a la voluntad de Dios (Lm 3.40; Sal 139.23-24). Igual son abundantes las
referencias sobre dar cuenta a Dios de lo que hacemos, y que por tanto estamos sujetos a su
juicio y gracia (He 4.13). El mensaje bíblico recuerda que, sea por nuestro pecado o por
ignorancia e inmadurez, no siempre hacemos todo lo que debemos y no siempre hacemos
todo cómo debemos. De tal modo que sigue siendo pertinente el consejo del sabio de
examinar el camino por donde andamos (Pr 4.26) y el consejo de Pablo de que examinarnos
y de que examinemos todo, reteniendo lo que es bueno (2 Co 13.5; 1 Ts 5.21). Esta
advertencia filosófica y estos consejos bíblicos respaldan la importancia que tiene la tercera
y última etapa del proceso de planificación de un programa educativo. Usaremos él término
evaluar entendido como la acción de examinar algo con el propósito de determinar su valor.
El propósito de esta etapa es evaluar la puesta en práctica del plan de educación, para
darnos cuenta de cómo estamos haciendo las cosas, a esto los educadores la llaman
evaluación formativa. A la evaluación que se hace para dar cuenta de lo que hemos hecho,
la llaman evaluación sumativa. En esta lección veremos qué significan estas dos formas de
evaluación y cómo realizarlas para el caso concreto de un programa de educación.
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las cosas que lo requieren antes de que sea demasiado tarde. Esta evaluación involucra la
tarea de supervisar y apoyar el trabajo que realizan las personas que participan en el
programa educativo de la iglesia. El pastor y el comité de educación son los principales
responsables de esta tarea. Para ello es importante tener reuniones mensuales, en las cuales
se evalua cómo van las cosas.
En la evaluación formativa pueden surgir cosas o aspectos del plan que vale la pena
mantener, pero que deben mejorarse. Puede ser que los contenidos que se enseñan son
apropiados, pero los maestros se dan cuenta que para mejorar el estudio de los temas hay
que utilizar dos sesiones en vez de una. Esto requerirá probablemente modificar el
calendario y asegurarse que los maestros puedan continuar con la clase por el tiempo extra
requerido y, si no, hacer las previsiones del caso. Pero es mejor hacer estas modificaciones,
que perjudicar la calidad del aprendizaje en el programa. Otro ejemplo es que se descubra
que la dinámica de una clase no funciona de la mejor manera, porque el grupo es muy
pequeño o muy grande. En el primer caso habría que pensar en unirlo. En el segundo en
cómo dividirlo. Con estos ejemplos solo pretendo ilustrar el tipo de situaciones que pueden
presentarse en la evaluación formativa, que requieren que se hagan algún tipo de
modificación de algún aspecto del plan.
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Aunque en el plan escrito de un programa educativo se presta atención especial a los
contenidos, objetivos, métodos y recursos, en realidad en su realización intervienen otros
elementos importantes presentes de manera implícita. En el Diagrama 1 se resumen los
cuatro factores internos que responden a la dimensión relacional y social de la educación y
los cuatro externos responden a la dimensión instruccional.
Para cada uno de estos factores conviene hacerse preguntas que ayuden a su
evaluación. La siguiente es una lista ilustrativa del tipo de preguntas que pueden hacerse.
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COMITÉ DE LA EDUCACION CRISTIANA
Instrucciones
Introducción: Media pagina
Tema central: Una página
Aplicación a la Iglesia local: media página.
Glosario: Seleccionar las palabras claves o difíciles e indicar su significado.
Tamaño de letra: 12
Estilo: New Times Roman
Doble espacio
1.- Comite
-¿Tiene el comité una visión general de la educación que sustenta el programa educativo de
la congregación?
-¿Se está reuniendo regularmente para coordinar y supervisar el progreso de las distintas
actividades del programa educativo?
-¿Está proveyendo el apoyo, capacitación y motivación que los líderes, maestros necesitan
para cumplir sus funciones?
-¿Cuenta con el apoyo del pastor de la iglesia?
2. Maestros
-¿Tienen claro lo que se espera de ellos?
-¿Dedican suficiente tiempo a la preparación de sus enseñanzas?
-¿Están dispuestos a recibir capacitación en el uso de materiales, métodos de enseñanza,
doctrina e historia de la iglesia, entre otros temas?
-¿Participan regularmente en la vida de la congregación?
-¿Se esfuerzan por conocer e identificarse con sus alumnos de la congregación?
-¿Están atentos a lo que sucede en la vida de la iglesia y de la comunidad y sociedad?
3.- Alumnos
- ¿Asisten con regularidad a las actividades del programa educativo de la iglesia?
- ¿Muestran interés y participan en las actividades planeadas?
- ¿Se sienten bienvenidos por todas las personas en su grupo y en la congregación?
- ¿Hacen comentarios que revelan alguna circunstancia en su vida o su familia?
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4. Situaciones sociales
-¿Hay circunstancias en la iglesia que afecte la realización de algún aspecto del plan?
-¿Hay situaciones en la comunidad o la sociedad en general que demanden algún tipo de
modificación en el plan de educación?
5. Contenidos
-¿Están respondiendo a las necesidades e intereses de cada grupo y del medio social?
-¿Permiten un balance de los distintos enfoques de educación cristiana (conocimiento
bíblico, madurez cristiana, comunidad de fe, cambio social)?
-¿Se sustentan en principios sólidos de interpretación bíblica y teológica?
-¿Contribuyen a la identidad histórica y teológica de la congregación?
6. objetivos
-¿Están (claros para cada área y programa del ministerio educativo de la congregación?
-¿Involucran la habilidad de pensar, sentir y actuar de las personas?
7. Métodos y actividades
-¿Promueven la participación activa de las personas en la interacción enseñanza-
aprendizaje, en la vida de la congregación, y en la comunidad?
-¿Son adecuados para el nivel de madurez física, emocional, intelectual y espiritual?
-¿Integran múltiples inteligencias y variados estímulos sensoriales para lograr un mayor
impacto en el aprendizaje y una mayor retención de lo aprendido?
8. Recursos
-¿Están las personas responsables de las distintas actividades del programa capacitadas y
comprometidas con el trabajo de la iglesia?
-¿Son los materiales de estudio, los recursos didácticos y el espacio adecuados para las
actividades propuestas?
-¿Es suficiente el presupuesto asignado a las distintas actividades del programa?
No todos los elementos tienen que evaluarse cada vez que se reúne el comité de
educación, y algunos elementos es suficiente evaluarlos una sola vez. Lo importante es que
haya oportunidades periódicas para hacer la evaluación formativa, y que todos los
elementos se evalúen durante el período designado para realizar el plan. Para esta
evaluación se debe uti- lizar el plan escrito como referencia, como las observaciones que
hagan los miembros del comité y otros líderes de la congregación. El uso de las ideas y de
cuestionarios cortos con preguntas, sugeridas son una fuente de información para realizar
este tipo de evaluación. Cuando la evaluación formativa se realiza con seriedad y
regularidad, muchas cosas se pueden resolver sobre la marcha, aún cuando eso signifique
alterar el plan. Recordemos que el plan debe funcionar como un mapa, el cual dice dónde
estamos y orienta hacia dónde vamos. Pero quienes lo usan de acuerdo a las circunstancias
que se presentan en el camino, deben decidir cuándo y cómo llegar, así como qué rutas
tomar para llegar a destino.
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La evaluación sumativa es la que se realiza al final de la ejecución de un plan
educativo. Ella permite determinar no solo qué resultados se obtuvieron sino también los
factores que mejor contribuyeron para que dichos resultados se dieran. Interesa determinar
resultados específicos en relación a cuántos objetivos se cumplieron, cuántas personas
participaron, cuánto dinero se gastó y otros aspectos cuantificables del plan. Pero de igual o
mayor interés es examinar los factores que mejor contribuyeron o que más obstaculizaron,
el logro de dichos resultados: la preparación y el compromiso de los maestros, la calidad de
los materiales de estudio utilizados, el equipo audiovisual disponible, los métodos
empleados, las actividades realizadas, el nivel de apoyo del liderazgo pastoral, y más.
Corresponde al comité de educación y otros líderes interesados de la iglesia apartar tiempo
para examinar cómo se hicieron las cosas y las cosas. Si se tuvieron varias sesiones de
evaluación formativa durante la ejecución del plan, una sesión de trabajo de dos a tres horas
es suficiente. La evaluación sumativa provee oportunidad de estimular y celebrar el trabajo
realizado después de semanas o meses de esfuerzo. Igual, permite determinar las
modificaciones y cambios necesarios que deben ser considerados al iniciar un nuevo ciclo
de planificación.
Las preguntas que deben hacerse en este tipo de evaluación son las mismas que en
la evaluación formativa, y se evalúan los mismos elementos del plan educativo. No hay
necesidad de repetir unas y otros. La única diferencia es que ahora dichas preguntas hay
que plantearlas en tiempo pasado, y que las modificaciones que hay que hacer, no se podrán
hacer en el presente plan. Con esta lección hemos completado un estudio introductorio del
proceso de planificación que es fundamental para la realización de un ministerio educativo
fructífero en la iglesia local. Sin embargo, este proceso de planificación para convertirse en
herramienta eficaz al servicio de la educación, debe fundamentarse en al menos tres
convicciones. Primero, la convicción de que enseñar es un ministerio, una vocación que nos
invita a un compromiso serio y profundo de servir a Dios y al prójimo. Segundo, la
convicción de que la educación es mucho más que la actividad de escuela dominical y que
lo que está en juego es ni más ni menos que la continuidad, desarrollo y obediencia de la
Iglesia en medio de un mundo cambiante y necesitado de un mensaje de esperanza.
Tercero, la convicción de que, más allá de los propios esfuerzos, y de los recursos
materiales que tengamos a disposición, contamos con la presencia del mismo que dio la
orden de ir y hacer discípulos, el mismo que prometió estar con nosotros todos los días
hasta el final del mundo (Mt 28.20).
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LECCIÓN 10:
JESÚS, NUESTRO MAESTRO Y SEÑOR
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Introducción: Media pagina
Tema central: Una página
Aplicación a la Iglesia local: media página.
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Doble espacio
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sana doctrina, ha llevado a divisiones en el pueblo cristiano, que contradicen la petición de
Jesús al Padre: que también ellos sean uno, para que el mundo crea que tú me enviaste (Jn
17.21). En relación a las enseñanzas de los maestros de la Ley y los fariseos, él dijo a las
multitudes que hicieran todo lo que ellos dicen, pero no lo que hacen (Mt 23.3). Las
enseñanzas de Jesús nunca fueron reducidas a ritos externos, o formas especiales de hacer
algo. El uso de métodos correctos tampoco son suficientes. Para Jesús la oración eficaz no
depende de la posición que se tome al orar, de los gestos que hagamos o de las palabras que
usemos (Mt6.5-7). Para Jesús la limpieza del corazón no tiene nada que ver con el
lavamiento de las manos, pues no es lo entra al cuerpo lo que lo contamina (Mt 7.1). Por
tanto, la buena doctrina y los métodos apropiados, pueden no tener relación con la calidad
de nuestro liderazgo, ni con el crecimiento y madurez cristiana que nuestras iglesias
experimentan.
Para Jesús contenido y método fueron importantes. Pero más importante aún es
como ambos se reflejan en la vida del que enseña o predica. La crítica de Jesús a los
fariseos y maestros de la Ley fue esa incongruencia, la falta de relación entre su estilo de
vida y sus enseñanzas religiosas. Si el pueblo reconoció a Jesús como un maestro que
enseñaba como quien tiene autoridad, se debió a la congruencia entre lo que Jesús
enseñaba, con su práctica de vida en todas sus relaciones: con el Padre, amigos, pueblo,
autoridades religiosas y políticas. Llamar a Jesús Maestro, es más que reconocerlo como un
gran educador de masas, o a un gran profeta de transformación social. Llamarlo Maestro es
una confesión de fe. Es reconocer que es el maestro que enseña es el camino que lleva a
Dios, y a la experiencia de vida eterna que él quiere para todos. Segundo, porque al seguirlo
lo aceptamos como Señor de nuestra vida. Esta afirmación tiene más sentido, al descubrir
que la palabra camino en griego se usa en el Nuevo Testamento para indicar, el camino que
se anda y la manera de andarlo. En Jesús, enseñanza y método, mensaje y medio, palabra y
acción, están integrados en su misma persona, reflejados en su vida. Por eso se anuncia
como el camino, la verdad y la vida (Jn 14.6). Por eso sus discípulos lo llaman Maestro y
Señor (Jn13.13).
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