Una Cama para Tres Resumen

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Una cama para tres

Es la historia de un niño que no puede dormir solo, porque le teme a la oscuridad y


las pesadillas lo atormentan. Por eso retarda el momento del sueño, y quiere
pasarse a la cama de sus padres, como hacen o desean hacer muchos niños.

Hacia muchas pero muchas noches que Andrés no quería irse a la cama tenía
miedo de las pesadillas.

Mama lo llamaba desde la ventana: -Andrés, a la casa. -Andrés, daba vueltas en la


rueda-rueda.

-Andrés, a comer. -Andrés revolvía la sopa con la cuchara.

-Andrés lávate los dientes. -Andrés recorría con el cepillo todos los dientes, hasta
que quedaban relucientes.

-Andres, la piyama -Andres a la cama.

Pero antes de dormir, cuéntame un cuento.

—(Mama)

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado —decía la voz de mamá, cuando


Rizos de Oro salía corriendo por el bosque.

Pero Andrés necesitaba más cuentos. Mamá seguía con Caperucita Roja. Y lo
contaba larguísimo para que a Andrés le diera sueño. Pero nunca era suficiente.
Andrés quería más cuentos. —El último, por favor. Entonces mamá, desesperada, le
contaba un cuento que es solo contar ovejas. Y contaba diez ovejas y contaba
veinte ovejas y llegaba hasta cincuenta, pero Andrés quería seguir con las cuentas.
Hasta que mamá se quedaba ronca y furiosa. Con una voz muy feroz, exclamaba:

—¡Te duermes inmediatamente y ni una oveja más! Mamá apagaba la luz.

Andrés se quedaba solo. Solo con la noche, temblando de miedo. En ese mismo
momento, veía a un DRAGON asomado a la ventana. Andrés se tapaba la cara con
las cobijas. Pero al dragón no le importaba y se metía en el cuarto. El dragón se
movía detrás de la cortina. Andrés se hacía el que no lo había visto. Pero el dragón
se sentaba a la orilla de la cama.
Andrés cerraba los ojos para no mirar, hasta que se dormía de verdad. Entonces el
dragón se metía entre sus sueños y lo perseguía por un laberinto, Justo cuando iba
a atraparlo, Andrés veía la salida. afuera lo esperaba PAPA, que parecía un dragón
despeinado, a punto de escupir fuego. -¡Auxilioooo! Socorro! ahí viene y me atrapa
gritaba Andrés.

¿Quién viene y te atrapa? -preguntaba papá. - Un dragón feroz que escupe fuego.

-Los dragones no existen. Vuelve ahora mismo a tu cama y no te levantes hasta


mañana

- ¿Puedo dormir con ustedes? ¡Ni lo sueñes!... No hay sitio para los tres. Siempre
era la misma historia. Ya nadie sabía qué hacer. Sus padres desesperados lo
llevaron al doctor Astro le hizo un examen del sueño, le receto un jarabe y mando
a los papas al consultorio de la señorita Morales, que era una profesora experta en
pesadillas: ¿tres en la cama? ¡eso está muy mal!

Dijo la señorita Morales –Si lo dejan una noche hay se les va a quedar.

¡Esa profesora solo sabe dar clases! Se quejaba la mama, la cosa no es tan
sencilla.

Pero al Dragón no lo espantaba los remedios ni los regaños, sino todo Lo contrario.
Su trabajo era asustar.

¡Auxilio, socorro! Ahí viene y me atrapa gritaba Andrés. Ahora tienes que ir tú
refunfuñaba papá. Yo fui hace media Hora – protestaba mamá. Tú tienes que Ir esta
vez.

Así pasaban las noches. De su cama a la de Andrés. Una y otra vez. Hasta que una
noche helada, con rayos y tempestad, papá y mamá se rindieron. ¿Puedo dormir en
su cama? Con este frío, no es mala idea. Que decida tu mamá. Está bien – dijo
mamá. Una noche, ¡qué más da! Y se pusieron de acuerdo. Era la primera vez.
Andrés se acomodó en medio de la cama grande. Calientico y delicioso entre papá y
mamá. Primero estiró una pierna y luego estiró la otra. Después soñó que era un
avión abrió los dos brazos, como si fueran alas. La pobre mamá ya estaba en un
Bordecito, colgando de las sábanas, y el pobre papá hacía equilibrio, con sus
piernas enormes fuera del colchón.

Ya no aguanto más patadas – dijo papá y se fue, refunfuñando, para la cama de


Andrés.

Aquí sí voy a dormir. Esta cama es muy pequeña, pero es sólo para mí. Y cuando
estaba a punto de cerrar los ojos, le Pareció ver una sombra. Una sombra… ¿de
dragón? Los dragones no existen –se dijo papá a sí mismo, con voz fuerte, de
regaño. Al dragón, ya lo sabemos, le encantaban los regaños.

Por eso no se inmutó. Y se quedó muy Callado junto a los pies de la cama,
Esperando… Papá empezó A roncar muy despacio. Un ronquido y Un silbido. El
dragón se fue acercando. Dos ronquidos, dos silbidos. El dragón Se recostó. Y puso
su gran cabeza en la Almohada… ¡de papá! Tres ronquidos, tres silbidos.

El dragón contó hasta diez. Diez ronquidos Diez silbidos. Y se metió al laberinto de
los Sueños de papá. ¡Que laberinto más Espantoso! Hoy lo voy a recorrer. Y si me
Queda gustando, cada noche volveré dijo el -¡Dragon! Al Cabo de un rato, sonaron
los alaridos.

Y Papá llegó a la cama, corriendo despavorido: ¡Auxiliooo socorro! Ahí viene y me


atrapa ¿Quién viene y te atrapa? Preguntó mamá Un dragón feroz que escupe
fuego dijo papá un poquito avergonzado. No lo puedo creer: ¿tan grande y con
Pesadillas? Voy a traerte unas gotas de Rescate.

¿Puedo dormir con ustedes? Suplicó Papá. ¿Una cama para tres? Si tú Siempre
has repetido que es una Incomodidad… ¿Yo siempre lo he repetido? Pero ¡qué
barbaridad!... Esta cama es gigantesca. Aquí caben tres…. o más. Y colorín
colorado, papá y Andrés se han dormido calienticos y abrazados. Mamá también se
ha dormido, encogida En un rincón. Y el dragón, muerto de frío, se pasó, de
madrugada, a la misma habitación. Si caben tres en la cama, caben cuatro…. ¿Por
qué no?

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