Historia y Evolución Del Salario
Historia y Evolución Del Salario
Historia y Evolución Del Salario
Autores:
CARRERA:
Ingeniería Industrial
MATERIA:
Legislación Empresarial
DOCENTE:
LIC. Enrique Anibal Ramirez Escobar
o Comprender los cambios que ha experimentado los salarios a lo largo de la historia y los
factores que influyen en los cambios de este y la incidencia de estos cambios en la economía
de las personas.
o Analizar las luchas sindicales que se dieron en nuestro país para poder lograr cambios en
temas de salarió mínimo.
Introducción
se cree que los primeros pueblos nómadas no obtenían beneficios económicos por
su trabajo, sino que cubrían sus necesidades cazando y recolectando.
Los países comienzan a invertir en maquinaria que más tarde suplirá a la mano de
obra. Esto lleva al trabajador a una situación de paro forzoso y, por lo tanto, a
aceptar trabajos en fábricas con salarios y condiciones de trabajo inadecuados.
Hoy día, teniendo en cuenta las implicaciones sociales y humanitarias que conllevan
los salarios, los Estados van reconsiderando sus políticas salariales en colaboración
con los representantes patronales y los trabajadores.
DEFINCIONES DEL SALARIO
“Hace 172 años, Carlos Marx dijo: “El salario está determinado por la lucha abierta
entre capitalista y obrero”. Fue una de las revelaciones más profundas que hizo
sobre las relaciones de producción en la sociedad capitalista y que sigue vigente
hasta el día de hoy. “El nivel mínimo de salario, y el único necesario -añadía Marx-
es lo requerido para mantener al obrero durante el trabajo y para que él pueda
alimentar una familia y no se extinga la raza de los obreros”.
Tipos de salario
• Salario nominal.
Esta forma de salario, en cambio, paga por cada hora de tiempo transcurrida
en las labores propias del trabajo, agrupadas por día, semana, quincena o
mes.
• Salario mixto.
• Salario en metálico.
Aquel que se paga mediante la moneda legal del país en curso, es decir, en
dinero contante y sonante.
• Salario en especies.
Desde el punto de vista de Marx, luchar por un salario mínimo podría considerarse
el esfuerzo por cubrirlas necesidades de la clase patronal y la sobrevivencia de “la
raza de los obreros”, no con las necesidades de la clase trabajadora. Resolverlas
exige mucho más que aumentar el salario mínimo. Requiere cambiar las relaciones
de producción. Mientras se logra, ese aumento representa un importante respiro
para los trabajadores. Lograrlo es un espacio de la lucha de clases, en la que
participan Estado y gobierno.
A finales del siglo 19, después de una combativa huelga de los obreros portuarios
en Nueva Zelanda y arduas campañas de la Nacional Anti-Sweating League en
Nueva Zelanda y Australia, estos países establecieron el salario mínimo por ley por
primera vez en la historia. En menos de 50 años, ya había nacido la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y obreros de la mayoría de los países del mundo
habían conquistado ya el derecho a un salario mínimo.
Salarios en el salvador
Con el ascenso del Consejo de Gobierno Revolucionario, resultado del golpe de Estado
que un grupo de jóvenes militares, muchos de ellos entrenados en Estados Unidos, dio en
1948 contra Castaneda Castro, el grupo “modernizador” de la oligarquía se impuso sobre
el grupo más conservador, que se resistía a la diversificación de la base económica del
país. Seis días después del golpe, el nuevo gobierno declaró: “El desarrollo del país exige
una Carta Fundamental que se adapte a las nuevas condiciones políticas, sociales y
económicas en que se desenvuelve la vida nacional”.
El CROS aprovechó esa apertura e hizo una intensa labor de concientización, organización
y movilización de la clase trabajadora para que se incluyeran distintas reivindicaciones en
la Constitución. Durante los debates de la Asamblea Constituyente, las organizaciones
obreras afiliadas al CROS mantuvieron una amplia movilización de trabajadores, día y
noche, en la Asamblea Legislativa. Acampaban allí junto a organizaciones estudiantiles y
otras agrupaciones progresistas y en ocasiones, sin ser asambleístas, tomaban la palabra
y planteaban sus ideas y posiciones.
El trabajo del CROS rindió sus frutos. El capítulo II del Título IX de la nueva Constitución
sobre “Trabajo y Seguridad Social” establece varios avances en materia laboral: el derecho
a formar sindicatos, la igualdad de salarios para igual trabajo, la semana laboral de 44
horas, el derecho al aguinaldo y a vacaciones anuales pagadas, la indemnización por
accidente laboral o por despido injustificado, los contratos colectivos de trabajo, el derecho
a huelga, las prestaciones a las mujeres por maternidad y el seguro social. El artículo 38
establece que todos los trabajadores tienen derecho a devengar un salario mínimo, lo que
quedó reglamentado de los artículos 144 al 160 del Código de Trabajo vigente, aprobado
por primera vez en 1963.
50 años de aumentos mínimos
Durante los siguientes 50 años, el salario mínimo fue revisado supuestamente cada tres
años, siendo éste el margen máximo establecido en la ley. Pero revisión no quiso decir
siempre aumento. Por ejemplo, entre 1979 y 1986 los salarios mínimos del trabajo en el
campo no tuvieron ningún aumento y desde 1998 a 2003 no lo hubo en ningún rubro de la
economía.
El artículo 149 del Código de Trabajo dio vida al organismo tripartito bautizado como
Consejo Nacional de Salario Mínimo, “organismo dependiente del Ministerio de Trabajo y
Previsión Social. Estará integrado por siete miembros: tres representarán al interés público,
dos al interés de los trabajadores y dos al de los patronos. Los representantes del interés
público serán designados por el Órgano Ejecutivo así: uno por el Ministerio de Trabajo y
Previsión Social, otro por el Ministerio de Economía y otro por el Ministerio de Agricultura y
Ganadería. La elección de los representantes de los trabajadores y de los patronos se
llevará a cabo de conformidad con el reglamento respectivo.” El primer Consejo nació en
1964.
Según el Código de Trabajo, los factores que se deben tomar en cuenta para establecer el
salario mínimo son: el costo de la vida, la índole de la labor, los diferentes sistemas de
remuneración, las distintas zonas de producción y otros criterios similares.
La representación gubernamental fue más allá e incluyó otros factores: la productividad, la
inversión y el empleo, el costo de producción, la competitividad, la inflación, la reactivación
económica (mediante el incremento de la demanda interna) y la redistribución del ingreso.
El costo de la vida se mide por la Canasta Básica Alimentaria (CBA). En el área urbana se
compone de 11 productos: pan francés, tortillas, frijoles, arroz, azúcar, carnes (res, cerdo,
aves), grasas (aceite, margarina, aceite vegetal), huevos, leche fluida, frutas (naranja,
plátano y guineo) y verduras (papa, cebolla, chile verde, tomate, güisquil y repollo). En el
área rural la canasta se compone de 9 productos. Se excluyen el pan francés y las verduras.
Actualmente, la canasta básica urbana está valorada en $206.54 al mes para una familia
de cuatro miembros. Algunos salarios mínimos cubren la compra de esos productos. No
se puede decir lo mismo de los salarios mínimos en el campo, en su mayoría inferiores a
$148.11, costo de la canasta básica rural.
La productividad se mide dividiendo el PIB entre la población que tiene empleo. Hay una
gran variación, desde $37,153 en el sector de suministros eléctricos, gas y agua hasta
$5,345 en el agro. El promedio es de $9,500 por trabajador al año, menor que la
productividad en Costa Rica, igual a la de Guatemala y mayor a la de Honduras y a la de
Nicaragua.
Bajo la lógica de la productividad, uno podría imaginar que Costa Rica tendría el salario
mínimo más alto en la región y así es. Pero en El Salvador, el mayor salario mínimo
(comercio y servicios) es $90 menor al de Guatemala, $157 menor al de Honduras y solo
$30 superior al de Nicaragua, teniendo la economía salvadoreña casi el doble de
productividad que la nicaragüense. En el agro el salario mínimo es $241 menor que en
Guatemala, $200 menor que en Honduras y está a la par con el de Nicaragua.
Desde el punto de vista del empresario, la relación entre productividad y salario mínimo es
en El Salvador la mejor de la región. El trabajador salvadoreño produce más y gana menos.
Por eso, contratar fuerza de trabajo nacional le es más rentable al empresario salvadoreño
que contratarla en otros países. Sin embargo, la oligarquía salvadoreña, reacia a invertir en
su propio país, tiene inversiones importantes en Guatemala, Honduras y Nicaragua. Desde
hace décadas la familia Poma construyó un Metro centro en cada país de Centroamérica y
abrió importadoras de vehículos a nivel regional y la familia Siman instaló sus tiendas en
varios países de la región. Todos los bancos salvadoreños llegaron a los países vecinos y
aparecieron nuevos hoteles de capital salvadoreño por toda la región. Con la dolarización
estas inversiones proliferaron aún más. Uno pensaría que invertirían más donde la fuerza
laboral les produce más por menos. Pero también influyen otros factores. Uno, que los
mayores salarios mínimos de los países de la región aumentan las ventas de sus productos
y servicios en esos países.
Quienes se oponen a un aumento significativo del salario mínimo argumentan que esto
afectaría negativamente la inversión y desincentivaría, por eso, la generación de empleo.
Esta afirmación carece de sustento. Un informe de la OIT de 2015 concluyó: “Las
investigaciones indican que el aumento del salario mínimo y el nivel de empleo no se
contradicen, y que ese aumento tiene un efecto muy limitado sobre el empleo. Además, en
todos los países centroamericanos donde hay salarios mayores que en El Salvador, la
inversión y el PIB también son mayores. En realidad, los salarios componen solamente el
22% de los costos de producción de las empresas del país. En el agro representan sólo un
15%-18%.
Otro argumento para no aumentar el salario mínimo significativamente es que haría subir
la inflación. Los datos tampoco lo respaldan. En 2011 hubo un aumento del salario en 8%
y en 2013 del 4% anual para 2013, 2014 y 2015, lo que significó un incremento del 16%
entre 2011 y 2013. Y en ese mismo período la inflación fue sólo del 2%.
El economista Cesar Villalona explica que “lo que dificulta que la inversión crezca más en
El Salvador es la estrechez del mercado interno, debido a la excesiva concentración del
ingreso, a los bajos salarios y a las bajas pensiones, incluso más bajas en el caso de las
mujeres”.
Elevar el salario mínimo ayudaría a crear mercado para la producción nacional, lo que
contribuiría al crecimiento económico. Vale decir que los bienes producidos y/o
comercializados por las micro y pequeñas empresas constituyen casi el 100% del mercado
interno salvadoreño. Y de las 162 mil empresas registradas por el Ministerio de Economía,
un 99% se encuentran en la categoría de producción para el mercado interno. Y aunque un
aumento del salario mínimo no sería el único mecanismo para reactivar ese mercado,
puesto que una parte importante de la población trabaja en el sector informal y otro, más
pequeño pero importante, son los pensionados, un aumento en el salario mínimo
contribuiría a beneficiar, más que a dañar, a ese sector de la economía, que es el que
genera empleo a un 68% de la población urbana que tiene empleo.
Anexos
Bibliografía