TECE02 Clase2
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transformar?
Introducción
En esta clase vamos a abordar la temática de los sujetos, sus trayectorias educativas y escolares en
diálogo con el contexto en que se da la enseñanza. Tal como dijimos en la clase anterior, en la
situación educativa se encuentra el sujeto que aprende, el que enseña, y el objeto que debe ser
conocido, en un contexto institucional e histórico social determinado. También afirmamos que, en
la educación, tanto escolar como fuera de la escuela, existen prácticas que tienden a reproducir lo
existente, con un sentido conservador, y otras que buscan interpelarlo, con sentido transformador,
es decir que es un espacio en movimiento, de conflictos y luchas de significaciones. Destacamos
además que el educador es un sujeto de opciones y en ellas se expresan sus posicionamientos
político-pedagógicos.
Pensar la educación escolar en estos contextos requiere recordar que la situación de encierro es
una situación transitoria y que todas las personas deberían recibir una formación que puede ser
continuada en espacios extramuros.
Tanto los sujetos que aprenden como los educadores tienen historias, saberes y experiencias que
se encuentran presentes en la situación de enseñanza.
Las miradas que se construyen sobre los estudiantes, las expectativas que se generan sobre sus
aprendizajes orientan las prácticas pedagógicas y deben ser problematizadas a fin de desarticular
aquellas representaciones sociales que tengan efectos desigualadores.
Creemos que, para situar las trayectorias educativas de nuestros estudiantes, en tanto sujetos
sociales, a sus subjetividades, es necesario conocer qué sucede con el acceso a la educación formal
de la población en nuestro país. Este acercamiento permite contextualizar las situaciones presentes
y construir nuevos futuros. Acercarse a las historias de vida y trabajo, migraciones, las experiencias
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escolares transitadas, los diferentes espacios de formación y aprendizaje recorridos, los saberes de
los que son portadores, permiten comprender los espacios de intervención.
Para apreciar la magnitud que adquiere la posición ocupada por los y las estudiantes de la EDJA en la
estructura de distribución de la renta en los recorridos escolares … casi la mitad de los jóvenes de 20
a 29 años de menores ingresos no ha concluido la educación obligatoria en el último año del período
informado, 2019, en fuerte contraste con sus pares pertenecientes al quintil de mayor renta, que lo
ha logrado casi en su totalidad. (Observatorio Educativo y Social de la UNIPE 2021, en base a
EPH/INDEC, bases de microdatos de 2do trimestre 2010 a 2019. En el nivel Secundario se incluye a
partir de 2018 la matrícula del Plan FinEs de la Línea Trayecto)
Los datos obtenidos por el cruce de variables que miden las condiciones de pobreza y el acceso a
los niveles educativos formales expresan conculcación de distintos derechos para una gran parte
de población producto de un ordenamiento social que genera injusticias y desigualdades. Esto se
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debe a que se generan situaciones estructurales que condicionan que la población acceda a la
escuela, permanezca en ella, egrese y aprenda. Y, en esta problemática general, la propuesta
educativa de la escuela, las experiencias y vínculos que se generan en su interior, los saberes que
se distribuyen y producen, así como el trabajo de los educadores, no quedan afuera.
Si tomamos la población que está en contexto de encierro, los datos del SNEEP de 2020 sobre
nivel de instrucción de la población muestran que el 88 % de la población tiene hasta el
secundario incompleto como máximo nivel educativo alcanzado (SNEEP, 2020, p. 43),
desagregado de la siguiente forma:
La mayoría de la población que está detenida ha pasado por la escuela y tiene en su historia
diversas experiencias que configuran su presente y condicionan sus expectativas con respecto a las
nuevas propuestas educativas en el contexto de encierro.
Los estudios sobre las historias educativas de la población joven y adulta analizan, por un lado,
las trayectorias escolares realizadas por los sujetos y los recorridos que hace la población dentro
del sistema educativo, y, por otro, retoman también las trayectorias educativas de los jóvenes y
adultos, lo que incluye sus experiencias de otras formaciones realizadas por fuera de la escuela.
Todos los estudios analizan las trayectorias situándolas históricamente y en diálogo con los
procesos sociales y económicos existentes en cada momento. En este sentido, la trayectoria
educativa es entendida como “una construcción que incluye los aspectos estructurales al tiempo
que las significaciones que los sujetos les otorgan” (Santillán, 2007 en Montesinos 2010, p. 6).
Si bien las trayectorias aluden a un nivel biográfico, también hacen referencia a un nivel
histórico porque se van construyendo a partir de lo que el sujeto acumula, adquiere en
términos de capital ya sea este simbólico, económico, social o cultural. En tal sentido, la
perspectiva de las trayectorias nos permite reconstruir el impacto de las instituciones, de
las normas y expectativas sociales en la vida de un sujeto en diálogo con el tiempo
histórico, es decir, el efecto formador en ese contexto de época. (Janjetic, 2018, p. 59)
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En nuestro trabajo docente resulta necesario preguntarse sobre las diferentes maneras en que los
contextos influyen en los sujetos y sus trayectorias, al tiempo que son resignificados por ellos. Son
sujetos portadores de subjetividades donde confluyen…
Podemos preguntarnos cómo ha sido vivida la experiencia previa en las escuelas, ¿qué
sentido tiene ahora ir a la escuela? ¿Qué sucede con el deseo o la obligación de asistir?
Qué pasa con la Ley de estímulo educativo: ¿cómo afecta el vínculo con la asistencia a la
clase? ¿Qué nuevos desafíos asumen los educadores en este contexto?
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El paso de un adolescente por estas instituciones provoca marcas, es decir, inscripciones que
tipifican, categorizan y establecen líneas de circunscripción, definen a quienes allí se penaliza como
un colectivo problemático, un “otro” claramente identificado sobre el cual se requiere desplegar
estrategias específicas durante la vida en el encierro. Ese “otro” será un otro delincuente, peligroso.
El “niño encerrado” es un “niño peligroso”, es decir, el encierro marca un estigma adicional de
peligrosidad que se adosa a la peligrosidad previamente asociada a lo “juvenil precario”; el joven
pobre-precarizado-encerrado: delincuente. Al interior de este tipo de dispositivos se desarticula el
dominio de los sujetos sobre su propia economía de acción, bajo la égida de un régimen de
minucioso control y estipulación de tiempos y espacios por los que se puede circular, actividades
permitidas y prohibidas bajo sanciones y “beneficios”, tiempos de hacer nada, sin nada y para nada,
que se erigen como herramientas para la gobernabilidad intramuros. Esta desarticulación del
dominio de los sujetos, no obstante, provoca un cambio en el registro de la subjetividad y aloja la
generación de un habitus específico de la vida en el encierro, definido centralmente por las técnicas
de subordinación, obediencia y degradación. (Daroqui, 2012, pp. 170-171)
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Actividades
A partir de esas lecturas les proponemos que vean el siguiente video de Canal Encuentro,
donde se entrevista a Camilo Blajakis o César González. En él narra aspectos de su vida y sus
experiencias en contexto de encierro.
https://www.youtube.com/watch?v=SOsHH5_Ye0M
Luego, les proponemos que destaquen algunos contenidos significativos sobre lo que relata
sobre su vida, la sociedad y las experiencias de educación en la cárcel. Qué sucede con la
intervención del educador/Tallerista y la de la psicóloga del servicio. ¿Cómo se mira al
sujeto? ¿Qué cuestiones se destacan en las interacciones y experiencias? ¿Cómo aparece el
contexto institucional: el Estado y sus referentes?
Realicen un texto breve (hasta 1000 palabras) a partir de estas interrogantes. Al finalizar,
deberán enviarlo por buzón de entrega. (letra Arial 12, interlineado 1,5.)
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3. Las miradas de los docentes, ¿qué atributos se les asignan a los
estudiantes?
En el video aparecen discursos y prácticas donde subyacen representaciones sociales que orientan
las intervenciones. En el espacio educativo resulta necesario poder explicitar cuáles son los
atributos o características que los docentes, educadores, asignan a los estudiantes, jóvenes y
adultos, destinatarios de las propuestas educativas como parte de un proceso de reflexión crítica
sobre la propia práctica.
● Algunos los ven como un sector de la población con graves problemas sociales y económicos
que afectan sus posibilidades de lograr autonomía cognitiva, capacidad de problematizar, de
aprender. Esto da fundamento al desarrollo de prácticas infantilizadoras y asistenciales.
Priorizan en sus prácticas la contención emocional y relegan la enseñanza. Se suele buscar la
construcción de un clima familiar, de afecto y con escasa exigencia con relación a objetivos
de aprendizaje curriculares.
● Otros reconocen las diferentes trayectorias educacionales, laborales y sociales, que impiden
las generalizaciones homogeneizadoras de la población. Reconocen dificultades y obstáculos
en los aprendizajes producto de sus historias de vida, pero con capacidad para aprender lo
que la escuela enseña. Parten de la idea del derecho a la educación de toda la población y
de la responsabilidad del Estado y de la escuela para que se efectivice.
● Hay docentes que los caracterizan, además, como parte de la clase trabajadora, sectores
populares, subalternos, con capacidad de organizarse y demandar. Como sujetos portadores
de saberes y experiencias, valiosos para la participación en los distintos espacios sociales,
culturales, políticos y económicos.
También existen diferentes explicaciones sobre sus condiciones de vida como estudiantes; hay
docentes que las entienden como resultado de la escasa preocupación individual o familiar por
esforzarse y mejorar, y que replican valores y hábitos de sus padres, portadores de una cultura que
obstaculiza salir de esa situación de pobreza y desempleo (o delito).
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Otros docentes ven esas estas condiciones enfatizando la perspectiva estructural y las explican
como resultado de complejas dinámicas donde la economía, las relaciones sociales dominantes y el
Estado producen y distribuyen desigualmente la riqueza material y simbólica producida
socialmente.
Podemos preguntarnos cómo las distintas miradas que portan los docentes pueden
construir propuestas pedagógicas diferentes: ¿qué sentidos pueden vehiculizar unas y
cuáles otras? ¿Qué significaciones pueden circular en posición y cuáles disputarían?
¿Por lo tanto, cuáles son los efectos políticos pedagógicos de esas representaciones sobre
los estudiantes? ¿Qué subjetividades estamos ayudando a crear?
Les proponemos ver el siguiente fragmento de la Dra. Carina Kaplan, que aborda esta
problemática: Efectos de las representaciones de los docentes sobre la subjetividad de
los alumnos.
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https://youtu.be/fgPdu2_V-z0
Las miradas de los docentes sobre los estudiantes, las clasificaciones, las expectativas que se
generan y su relación con la enseñanza es una temática ampliamente trabajada en la literatura
sociológica nacional e internacional (Bourdieu y Saint Martin, 1998; Tenti, 2015; Kaplan, 1997;
Llomovate y Kaplan, 2005; Kessler, 2002) y atraviesan las prácticas de docentes de todas las
modalidades.
… los docentes pueden actuar marcando los límites que se atribuyen a algunos alumnos, de los
cuales no se espera demasiado, a menudo, inconscientemente. “A partir de ello, los alumnos
internalizan imágenes de sí mismos que influyen en su aprendizaje y en la confianza que puedan
tener para afrontar la tarea de apropiación de los conocimientos” (Rockwell y Mercado, 1984; citado
por Kaplan, C. 1997, p. 154). La experiencia realizada sobre las expectativas de los maestros y los
resultados escolares que obtienen los estudiantes, el llamado efecto Pigmalión da cuenta de esta
compleja relación. Los autores Rosenthal y Jacobson (1980) retoman cómo la expectativa del
maestro puede influir en los logros educacionales de sus alumnos. El trabajo que realizan, con un
enfoque experimental y cuantitativo, consistió en presentarle a un maestro de una escuela
elemental de Estados Unidos un grupo de alumnos caracterizados como brillantes. En realidad, eran
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alumnos comunes, seleccionados al azar. Luego de ocho meses, el cociente intelectual de ellos había
aumentado en forma marcadamente superior al del resto de sus compañeros no focalizados por el
docente. Los autores sostienen que el cambio de expectativas del docente sobre este grupo provocó
un cambio en el rendimiento de estos niños (Kaplan, 1997, p. 24; en Módulo 5, 2011, p. 65).
Les proponemos leer el artículo “La cabeza de Elena” de Andrea Ferrari, Página 12 el 23
de marzo de 2016.
https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-295204-2016-03-23.html
¿qué reflexiones puede hacer ese relato? ¿Qué veredictos solemos decir o pensar en
nuestras aulas cómo docentes? ¿Cuántas historias como las de Elena pueden estar
presentes en nuestras escuelas?
Podemos pensar qué desafíos se crean al pensarlo como sujeto de conocimiento, sujeto político,
reflexivo, constructor de proyectos, de organización, de cultura, de redes, con saberes válidos para
el presente.
Este fragmento habilita a pensar el proceso de construcción de las identidades, las tensiones y
resistencias en cada historia de los sujetos.
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Les proponemos analizar la siguiente propuesta pedagógica que consiste en una experiencia de
talleres de lectura y escritura con jóvenes y adultos neolectores privados de la libertad en el
sistema penitenciario bonaerense desarrollada por Wilson1 (2018):
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Los talleres fueron llevados adelante en el marco de actividades de extensión universitaria desde la Universidad
Nacional de Luján (UNLu), durante los años 2016 y 2017, y desarrollados en Centros Socioeducativos de Contención de
régimen semicerrado y Alcaidías Penitenciarias del conurbano bonaerense.
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metodológica, cada una de estas actividades grupales guardaba además una relación
estrecha con la actividad de lectura y escritura propuesta en cada encuentro.
Una de las técnicas utilizadas con el trabajo a partir de textos narrativos estuvo
vinculada con la creación de una historia colectiva en la que, a partir de un disparador,
cada uno de los participantes iba agregando de manera oral un tramo del relato para su
construcción. Al igual que con la mayoría de las actividades, hacia su finalización se
realizó una reflexión grupal que permitía dar cuenta de algunos de los recorridos
realizados.
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bonaerense, nos preguntábamos entonces en qué medida estos textos podían llegar a
ser válidos para los jóvenes, cuál iba a ser su recibimiento y si podían propiciar alguna
apropiación de su lectura. De manera similar a lo sucedido con los adultos, los jóvenes
comenzaron a rescatar de su memoria algunos relatos orales, compartiendo además sus
creencias religiosas que en otros ámbitos –como los escolares– hubieran sido
descalificadas, pero que a partir de su puesta en relieve permitió su reconocimiento y
valor, promoviendo escrituras no previstas por nosotros … finalizados los talleres se
generó demandas de continuidad del espacio como un lugar de intercambio de lecturas
y aprendizajes para ser desarrollado por los mismos participantes del taller, dando
cuenta de la transformación social que refiere al pasaje de un sujeto individual,
escindido, mutilado –en términos de Goffman (1972)– a otro autónomo y colectivo,
expresado en las enunciaciones que aluden a términos como “compañero” y “grupo”.
A partir de la lectura de la experiencia del taller podemos preguntarnos ¿cómo aparece la mirada
sobre los estudiantes, la elección de material y forma de trabajo? ¿Qué se busca promover y
fortalecer? ¿Qué aspectos tienen en cuenta las educadoras para llevar a cabo la enseñanza?
¿Contra qué se trabaja? ¿A favor de qué? ¿Cómo se ven a sí mismos los sujetos que participaron
luego de la experiencia?
A modo de cierre
En cada propuesta pedagógica existen diferentes supuestos y expectativas sobre los estudiantes
destinatarios de la misma y parte del sentido político de la actividad está definida sobre cómo los
entendemos. Hay acuerdo, desde ciertas perspectivas que el sujeto está en constante formación, y
que su subjetividad se construye en contextos sociales e histórico-políticos particulares, por lo que
no se habla de identidades esencializadas e inmodificables. Posiciones que se extienden a cómo
vemos el mundo y la práctica de los educadores: en construcción, en movimiento que implica
trabajar desde un enfoque que comprende “la historia como posibilidad”, la cual “descarta un
futuro predeterminado” (Freire, 1999; p. 108). Esto no significa no reconocer los factores
condicionantes de nuestra intervención.
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Concebir al estudiante como sujeto capaz de aprender, de reflexionar, de construir su historia en
diálogo con los otros, permite recuperar sus saberes y fortalecer las historias e identidades. Un
estudiante afirma: “‘En la escuela aprendí que sabía’. Este era para él el logro principal en los
primeros meses: recuperar la memoria de conocimientos propios y silenciados, tomar conciencia de
ellos, situarse como sujeto de conocimiento” (Ministerio, 2010 Libro 3. Colección Pensar y hacer
educación, p. 47).
En la próxima clase profundizaremos la temática de las prácticas docentes y su sentido político, así
como algunos sentidos históricos dominantes y el desafío de construcción de prácticas
transformadoras.
Bibliografía de referencia
Brusilovsky, S. (2006). Educación escolar de adultos. Una identidad en construcción. Capítulo 2.
Buenos Aires: Noveduc.
Castañeda, J. P.; Topasso, P.; Ferri, P. (2016). La Demanda Potencial por Educación de Jóvenes y
Adultos, de acuerdo al procesamiento de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y
Viviendas 2010. Ponencia presentada en Jornada Educación y Trabajo de jóvenes y adultos a lo
largo de la vida. IICE en FFyLL UBA. Octubre
Daroqui, A. y otros (coords.) (2012). Sujeto de castigos. Hacia una sociología de la penalidad juvenil.
Rosario: Homo sapiens.
Freire, P. (1999). Política y educación. Capítulo Escuela Pública y Educación popular. Pp. 107 a 121.
México: Siglo XXI.
Janjetic, M.B. (2018). “En el bachi te dejan ser”. Trayectorias educativas en Bachilleratos Populares.
Colección periferia. Stella La Salle Cap. 3 (pp. 57 a 77). CABA: La Crujía.
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UNIPE Observatorio Educativo y Social de la UNIPE 2021, en base a EPH/INDEC, bases de
microdatos de 2do trimestre 2010 a 2019. Disponible en:
http://observatorio.unipe.edu.ar/attachments
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Ministerio de Educación de la Nación (2011). Módulo 5: El trabajo del educador: desafíos de una
práctica crítica - 1a ed. - Buenos Aires. Colección Pensar y hacer educación en contextos de
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web.pdf
Montesinos, M.; Sinisi, L.; Schoo, S. (2010). Aportes para pensar la Educación de Adultos en el nivel
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y 10 de diciembre de 2010. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar
/trab_eventos/ev.5556/ev.5556.pdf
Torres Carrillo, A. (2006). Subjetividad y sujeto: Perspectivas para abordar lo social y lo educativo.
Revista Colombiana de Educación, núm. 50, enero-junio, 2006, pp. 86-103. Colombia: Universidad
Pedagógica Nacional Bogotá.
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Créditos
Autores: María Eugenia Cabrera
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