Charla Vision Sobrenatural en La Vida Ordinaria
Charla Vision Sobrenatural en La Vida Ordinaria
Charla Vision Sobrenatural en La Vida Ordinaria
Pertenece a una homilía pronunciada en la fiesta de San José del año 1963:
«Es hora de que los cristianos digamos muy alto que el trabajo es un don de
Dios, y que no tiene ningún sentido dividir a los hombres en diversas
categorías según los tipos de trabajo, considerando unas tareas más nobles
que otras. El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre,
de su dominio sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la propia
personalidad. Es vínculo de unión con los demás seres, fuente de recursos
para sostener a la propia familia; medio de contribuir a la mejora de la
sociedad, en la que se vive, y al progreso de toda la Humanidad.
»Conviene no olvidar, por tanto, que esta dignidad del trabajo está fundada
en el Amor. El gran privilegio del hombre es poder amar, trascendiendo así
lo efímero y lo transitorio. Puede amar a las otras criaturas, decir un tú y un
yo llenos de sentido. Y puede amar a Dios, que nos abre las puertas del cielo,
que nos constituye miembros de su familia, que nos autoriza a hablarle
también de tú a Tú, cara a cara.
Punto neurálgico de la fisonomía del Fundador del Opus Dei fue su amor al
orden, virtud que se esforzó por practicar con coraje heroico a lo largo de sus
años: ese terminar acabadamente bien y a su hora cada ocupación, también
la del descanso, abrió en su alma el convencimiento de que, para realizar
grandes empresas, no se requieren de ordinario inteligencias excelsas: basta
el empeño por coronar con perfección las distintas exigencias sobrenaturales
y humanas, y el afán de sacar el máximo rendimiento a las cualidades que el
Creador concede a cada persona.
También por este motivo, y por muchos otros, nada distingue externamente
a los cristianos corrientes de sus semejantes, con los que conviven codo con
codo en la ciudad de los hombres. Pero no porque enmascaren su vida de
unión con Dios; al contrario, la hacen patente –sin timideces ni alardes– a
cuantos les rodean, tratando de acercarles a las maravillas de la gracia
divina. No se muestran como los demás : son, radicalmente, iguales a los
demás , sin mentalidad de selectos, compartiendo con todos las esperanzas y
desazones que la vida en esta tierra trae consigo.