Jacinto se perdió en la mina donde trabajaba y encontró al Muqui, un hombrecito brillante que cavaba y recogía minerales. El Muqui le explicó a Jacinto que él es el guardián de las minas y que los mineros deben ofrendarle y pedirle permiso para extraer los tesoros de la tierra. Jacinto prometió recordarles a los demás del pueblo sobre las ofrendas al Muqui y éste le ayudó a encontrar el camino de regreso a casa sano y salvo. Desde entonces, los mineros llev
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Jacinto se perdió en la mina donde trabajaba y encontró al Muqui, un hombrecito brillante que cavaba y recogía minerales. El Muqui le explicó a Jacinto que él es el guardián de las minas y que los mineros deben ofrendarle y pedirle permiso para extraer los tesoros de la tierra. Jacinto prometió recordarles a los demás del pueblo sobre las ofrendas al Muqui y éste le ayudó a encontrar el camino de regreso a casa sano y salvo. Desde entonces, los mineros llev
Jacinto se perdió en la mina donde trabajaba y encontró al Muqui, un hombrecito brillante que cavaba y recogía minerales. El Muqui le explicó a Jacinto que él es el guardián de las minas y que los mineros deben ofrendarle y pedirle permiso para extraer los tesoros de la tierra. Jacinto prometió recordarles a los demás del pueblo sobre las ofrendas al Muqui y éste le ayudó a encontrar el camino de regreso a casa sano y salvo. Desde entonces, los mineros llev
Jacinto se perdió en la mina donde trabajaba y encontró al Muqui, un hombrecito brillante que cavaba y recogía minerales. El Muqui le explicó a Jacinto que él es el guardián de las minas y que los mineros deben ofrendarle y pedirle permiso para extraer los tesoros de la tierra. Jacinto prometió recordarles a los demás del pueblo sobre las ofrendas al Muqui y éste le ayudó a encontrar el camino de regreso a casa sano y salvo. Desde entonces, los mineros llev
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EL MUQUI
Jacinto es el papá de María, Flor, Facundo y Juan. Un día Jacinto
fue a trabajar a la mina. En la mina él y otros mineros trabajaban día y noche. Apenas descansaban. En las entrañas de la montaña cavaban y cavaban formando laberintos y socavones buscando minerales. El trabajo era rudo, y las rocas eran duras. Cavaban y cavaban pero solo piedras encontraban. Y del mineral nada: ni oro, ni plata, ni cobre. Una mañana Jacinto se perdió en el laberinto de los socavones. Estaba buscando la salida cuando de pronto escuchó: plic, plic, plic. Miró… eran gotas de agua que resbalaban y caían. Luego escuchó: shhhhhhshhhhhhshhhh. Miró… era una fuente de agua que corría. Y ahí escuchó: pic, pac, pic, pac. Se acercó despacio y en la mina oscura vio un hombrecito pequeñito, pequeñito, brillante como el oro, con casco, pico y pala, con barba. El hombrecito cavaba: pic, pac, pic, pac, pic, pac. Recogía pedazos de roca brillante, las cargaba en una carreta y luego desaparecía. Después volvía y nuevamente: pic, pac, pic, pac, cargaba su carreta y desaparecía. Y pic, pac, pic, pac cargaba su carreta y desaparecía. ¡Ayayay qué miedo! dijo Jacinto. ¿Qué será esto? ¿Será gente? ¿Será un diablo? Armándose de fuerza y de valentía se acercó y saludó al hombrecito: - Buenos días. El hombrecito lo miró enojado y siguió trabajando. - Buenos días ¿Quién eres? Volvió a preguntar. El hombrecito enojado le respondió: - ¿Qué no sabes quien soy? ¿Acaso no escuchaste hablar de mí a tus abuelos? Yo soy el MUQUI, el dueño y guardián de las minas. - ¿Y a dónde llevas el mineral que recoges? Preguntó el padre de Jacinto - Lo escondo, respondió el Muqui enojado. - ¿Y por qué lo escondes? - Hum dijo el hombrecito ¡Porque olvidan que soy guardián de las minas y ustedes cavan mis entrañas sin pedir permiso! ¿Acaso no saben que las minas son mías? Pero la ambición ha borrado los recuerdos y ya nadie viene con ofrendas a la montaña ni pide con respeto los tesoros de las entrañas de la tierra. Perdónanos Muqui, suplicó Jacinto. Es cierto, hemos olvidado de hacer las ofrendas y de pedir el permiso. Por favor enséñame el camino para volver a mi casa, permite que el trabajo en la mina no sea tan rudo y que también yo encuentre el mineral. Con lo que me pagan en la minera podré alimentar a mi esposa y a mis hijos y para ti compraré hermosos regalos. El Muqui pensó un momento y luego dijo: - Está bien, pero promete que recordarás a los hombres del pueblo que tienen que ofrendarme. Si lo olvidas, el filón desaparecerá en el laberinto de la mina, te perderás o la mina se derrumbará. El papá de Jacinto agradeció al Muqui y se despidió. Fácilmente encontró su camino en el laberinto, salió de la mina y regresó a su casa. Al verlo regresar sano, su esposa, sus hijos y todos sus amigos se alegraron. Jacinto contó que el Muqui lo había ayudado y les recordó a todos que lo habían olvidado. Entonces recordaron en el pueblo que el Muqui es el guardián de la mina que protege, regala o castiga si uno lo olvida. Desde ese día los mineros que van a trabajar a la mina siempre llevan en bolsitos regalitos para el Muqui. No se olvidan de llevar caramelos, canicas y trompos porque saben que al Muqui también le gusta jugar como niño.