El Muqui

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EL MUQUI

Jacinto es el papá de María, Flor, Facundo y Juan. Un día Jacinto


fue a trabajar a la mina. En la mina él y otros mineros trabajaban
día y noche. Apenas descansaban. En las entrañas de la montaña
cavaban y cavaban formando laberintos y socavones buscando
minerales. El trabajo era rudo, y las rocas eran duras. Cavaban y
cavaban pero solo piedras encontraban. Y del mineral nada: ni
oro, ni plata, ni cobre. Una mañana Jacinto se perdió en el
laberinto de los socavones. Estaba buscando la salida cuando de
pronto escuchó: plic, plic, plic. Miró… eran gotas de agua que
resbalaban y caían. Luego escuchó: shhhhhhshhhhhhshhhh.
Miró… era una fuente de agua que corría. Y ahí escuchó: pic, pac,
pic, pac. Se acercó despacio y en la mina oscura vio un
hombrecito pequeñito, pequeñito, brillante como el oro, con
casco, pico y pala, con barba. El hombrecito cavaba: pic, pac, pic,
pac, pic, pac. Recogía pedazos de roca brillante, las cargaba en
una carreta y luego desaparecía. Después volvía y nuevamente:
pic, pac, pic, pac, cargaba su carreta y desaparecía. Y pic, pac, pic,
pac cargaba su carreta y desaparecía. ¡Ayayay qué miedo! dijo
Jacinto. ¿Qué será esto? ¿Será gente? ¿Será un diablo?
Armándose de fuerza y de valentía se acercó y saludó al
hombrecito: - Buenos días. El hombrecito lo miró enojado y
siguió trabajando. - Buenos días ¿Quién eres? Volvió a preguntar.
El hombrecito enojado le respondió: - ¿Qué no sabes quien soy?
¿Acaso no escuchaste hablar de mí a tus abuelos? Yo soy el
MUQUI, el dueño y guardián de las minas. - ¿Y a dónde llevas el
mineral que recoges? Preguntó el padre de Jacinto - Lo escondo,
respondió el Muqui enojado. - ¿Y por qué lo escondes? - Hum
dijo el hombrecito ¡Porque olvidan que soy guardián de las minas
y ustedes cavan mis entrañas sin pedir permiso! ¿Acaso no saben
que las minas son mías? Pero la ambición ha borrado los
recuerdos y ya nadie viene con ofrendas a la montaña ni pide
con respeto los tesoros de las entrañas de la tierra. Perdónanos
Muqui, suplicó Jacinto. Es cierto, hemos olvidado de hacer las
ofrendas y de pedir el permiso. Por favor enséñame el camino
para volver a mi casa, permite que el trabajo en la mina no sea
tan rudo y que también yo encuentre el mineral. Con lo que me
pagan en la minera podré alimentar a mi esposa y a mis hijos y
para ti compraré hermosos regalos. El Muqui pensó un momento
y luego dijo: - Está bien, pero promete que recordarás a los
hombres del pueblo que tienen que ofrendarme. Si lo olvidas, el
filón desaparecerá en el laberinto de la mina, te perderás o la
mina se derrumbará. El papá de Jacinto agradeció al Muqui y se
despidió. Fácilmente encontró su camino en el laberinto, salió de
la mina y regresó a su casa. Al verlo regresar sano, su esposa, sus
hijos y todos sus amigos se alegraron. Jacinto contó que el Muqui
lo había ayudado y les recordó a todos que lo habían olvidado.
Entonces recordaron en el pueblo que el Muqui es el guardián de
la mina que protege, regala o castiga si uno lo olvida. Desde ese
día los mineros que van a trabajar a la mina siempre llevan en
bolsitos regalitos para el Muqui. No se olvidan de llevar
caramelos, canicas y trompos porque saben que al Muqui
también le gusta jugar como niño.

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